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NACIONAL
SIN D IC A L
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ESCUELA NACIONAL SINDICAL
Calle 51 N° 55-78
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www.ens.org.co
Apartado Aéreo 12 175
Medellin, Colombia
2007
ISSN: 1794-9270
Selección a cargo de
Luis Miguel Rivas y
Juan Bernardo Rosado Duque
Presentación
C l a r a E le n a G óm ez V . ......................................................................................... 3
María Cano
P a t r ic ia N ie t o ................................................................................................................ 9
1
2 María Cano
La c a rre ta .......................................................................... 47
A zahares............................................................................. 49
¡Hombre!............................................................................. 52
Servicio militar obligatorio.............................................. 54
Los forzados .................................................................... 57
H u m a n o ............................................................................. 60
V iv ir................................................................................... 62
Cartas políticas de María Cano
A Guillermo Hernández R odríguez............................... 69
Al Comité Central............................................................. 77
A Herclet, Secretario Internacional de la C G T U 86
PRESENTACIÓN
3
4 María Cano
5
6 María Cano
que además gritaba a voz en cuello, sin un pelo del miedo que hoy
nos empequeñece, lo que consideraba y podía demostrar como
injusticias.
Y el propósito se ha logrado en parte. Porque muy poca gente
sabe quién es María Cano. Hace poco me encargué de dirigir un
programa de televisión sobre ella en su faceta de escritora y le
pregunté a los transeúntes que me encontraba en la calle qué les
sugería ese nombre. Uno que otro habló de las reivindicaciones de
los trabajadores y de los “tres ochos”, pero aparte de esas cuantas
excepciones la repuesta más precisa que encontré fue la de una
mujer que me dijo: “Yo me llamo María... pero no Cano”.
Para ese programa entrevisté, entre varios especialistas, a
la historiadora María Teresa Uribe de Hincapié (después de esa
charla me declaré Uribista, línea María Teresa) quien contaba que
desde 1930 (año en que María Cano se retiró de la vida pública)
hasta hoy, podemos hablar de un largo esfuerzo nacional para ol
vidarla. Los partidos tradicionales ya no la ven y no quisieran vol
verla a ver, los comunistas la echaron de su partido por pequeño
burguesa, sus amigos socialistas murieron todos y entonces sólo
queda alguno que otro atravesado o consciente o ambas cosas,
que de vez en cuando recuerda sus luchas y sobre todo la perti
nencia insoslayable de sus reivindicaciones.
Y cuando la oficialidad intenta recordarla (que ya es algo) lo
hace a esa manera suya: tiesa y nominal, con monumentos anqui
losados y nombres de calles que nadie se apropiará porque, por
ejemplo, a la calle 33 en Medellin nadie dejará de llamarla “La
33” para decir por ejemplo “nos encontramos en la María Cano”.
E incluso si así fuera, tampoco pasaría nada. Porque lo que tras
ciende a las fotos, los textos, las arengas y los nombres de calles,
Una voz de mujer les grita 7
9
10 María Cano
Patricia Nieto
Bibliografía
Cano Márquez, María, “Autobiografía”, en: Revista de la Escuela N°9. Escuela
Nacional Sindical, agosto, 1989.
Gutiérrez de Pineda, Virginia, Fam ilia y Cultura en Colom bia, Bogotá, Bi
blioteca Básica, Colcultura.
Marín T., Iván, M aría Cano, el am an ecer d e la clase obrera. Biblioteca Sin
dical Ismac, Serie Conferencias, 1985.
Reyes, Catalina, “Vida social y cotidiana en M edellin, 1890-1940”, en: H isto
ria de M edellin, Tomo II, M edellin, Suramericana de Seguros, 1996.
Torres Giraldo, Ignacio, M aría Cano. A postolado Revolucionario, Bogotá,
Carlos Valencia Editores, Segunda Edición, 1980.
Velásquez Toro, Magdala, “Condición jurídica y social de la mujer”, en: Nueva
H istoria de Colom bia, Tomo IV, Editorial Planeta.
Zuleta Ruiz, León. M aría Cano y su época. M em orias de su Centenario, M e
dellin. 1988.
MARÍA CANO
Transgresión y transición femenina
en los albores del siglo xx*
21
22 María Cano
Pronto hará cuarenta años que fui traída por las masas trabaja
doras del país, en cuya amable compañía estuve mientras se con
sideró que podría serles de alguna utilidad. Y fui a confundir
m e con la gran marea popular — desde mi modesta posición de
escritora de periódicos y revistas— porque tenía la convicción
entonces, com o la tengo ahora de las razones justas que impul
saban al pueblo trabajador a luchar por sus legítim os intereses y
de la necesidad que tenía y tiene todavía la nación de una fuerza
social que unida y poderosa la redima de la m iseria y la ignoran
cia. Agitadora de las ideas com unes a toda noble aspiración de
la gente que trabaja, clam é con mi voz encendida el fervor fra
ternal por la unidad de las masas en sus organizaciones y en sus
luchas. H ice mi primera gira por la región minera de Segovia,
en Antioquia y después recorrí com o una bandera todo el país.
D esde Buenaventura en el Mar del Pacífico hasta Santa Marta
en el mar Atlántico, m i voz de mujer estim uló las multitudes.3
31
32 María Cano
El Colombiano,
20 de octubre de 1991
MARÍA CANO
“UNA VOZ DE MUJER LES GRITA”
(ESCRITOS POLÍTICOS)
37
Una voz de mujer les 39
UNA AUTOBIOGRAFÍA*
Pronto hará cuarenta años que fui traída por las masas tra
bajadoras del país en cuya amable compañía estuve mientras se
consideró que podría serles de alguna utilidad.
Y fui a confundirme con la gran marea popular -desde mi
modesta posición de escritora de periódicos y revistas-, porque
tenía la convicción entonces, como la tengo ahora, de las razo
nes justas que impulsaban al pueblo trabajador a luchar por sus
legítimos e intereses, y de la necesidad que tenía y tiene todavía
la Nación de una nueva fuerza social que, unida y poderosa, la
redima de la m iseria y la ignorancia.
Agitadora de las ideas comunes a toda noble aspiración de la
gente que trabaja, clamé con mi voz encendida de fervor fraternal
por la unidad de las masas en sus organizaciones y en sus luchas.
Hice mi primera gira por la región minera de Segovia, en An-
tioquia, y después recorrí como una bandera todo el país. Desde
42
Buenaventura, en el m ar del Pacífico, hasta Santa Marta en el mar
del Atlántico, mi voz de mujer estimulo las multitudes.
Porque fueron multitudes como grandes ríos las que afluye
ron a los teatros y plazas públicas a oír el mensaje de lucha que les
llevaba. Extraño pero más interesante, el hecho de que fuera una
mujer la que sembrara esa llama de inquietud revolucionaria por
los caminos de la patria. Extraño pero lógico porque ya la mujer
no estaba solamente en la casa, en el pequeño taller y en el campo
de cultivo, sino también en las grandes fábricas, en el amplio co
mercio, en oficinas e instituciones. ¿No es lógico igualmente que
la mujer esté, con los mismos derechos del hombre, en todos los
frentes de la actividad económica, social y política de la, nación?
Desde luego, era más estrecho el tiempo en que yo actué
como agitadora de ideas por medio de mi palabra y mis escritos.
No existían ciertas libertades y derechos que ahora se reconocen
en la mujer. Pero entonces como ahora, lo esencial era y sigue
siendo movilizar a la gente; despertarla del marasmo; alinearla y
poner en sus manos las banderas de sus tareas concretas. ¡Y que
las mujeres ocupen su lugar!
En esta fecha, 8 de marzo de 1960, en que conmemoráis el
Día Internacional de la Mujer, aceptad este mensaje de quien lle
vó por un tiempo en sus manos esa llama de inquietud que ahora
desea ver en las vuestras.
DE NAVIDAD*
44
Una voz de mujer les grita 45
Cyrano, N° 17
M edellin, enero 29 de 1922
LA CARRETA*
47
48 María Cano
Cyrano, N ° 14
“Helena C astillo”, M edellin, 1921.
Reproducido en el C orreo Liberal,
M edellin, noviembre 17 de 1923.
AZAHARES
cegados los ojos del espíritu y solo miran con los ojos miopes de
la carne. ¡Los ojos! Pensó en los suyos; sabía que eran hermosos,
pero ¡a qué precio! “¡Qué lástima! Ojos tan lindos en ese rostro de
hocico de perro”, habíanle dicho: ¡Oh! Las almas egoístas, frías,
que arrojan como piedras las palabras.
Y aquellos ojos dulces, mansos, que parecían pedir perdón
para toda fealdad, bajáronse blandamente, y la franja sutil de las
pestañas, fue llenándose de pequeñas góticas, que temblaron un
instante y luego cayeron, rápidas.
— Julia, Julia, aquí te buscan y creo que traen un regalo para
ti... ja ja.
— No rías, hermana, que tu reír hace daño. Y salió presurosa
al encuentro de Juan, que atravesaba el gran patio señorial. Juan
era un pobre hombre a quien Julia socorría. Sentía por ella un
dulce afecto, devoción humilde, de tal modo que hubiera querido
tenderse de alfombra, para que en esas plantas — que para él te
nían mucho de santidad— no se maltrataran.
Venía siempre sediento de la limosna que daba a su alma soli
taria. No del mendrugo del pan, que si hacía falta a su cuerpo, no
lo movía a implorar la caridad.
Alguna vez oyó a Julia admirar una flor de azahar y ansioso
de mostrar su gratitud a la niña que tan buena fuera para él, des
pojó los naranjos de su alba cosecha, y llegaba ahora, tímido, con
su preciosa carga.
Con voz jubilosa acogióle Julia.
— ¡Qué hermosos! ¡Qué hermosos!, dijo— y se quedó miran
do la blancura que temblaba en las manos rugosas y oscuras de
Juan. No se atrevió a tocarlas; le parecía crimen romper el dulce
idilio de aquellas manos y aquellas flores, que se confundían en
caricia inefable.
Una voz de mujer les grita 51
Cyrano, N° 20,
M edellin, febrero 20 de 1922
¡HOMBRE!*
El Correo Liberal,
Medellin, abril 24 de 1925
SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO*
54
Nadie podrá hacerse ciego ante la estafa inmoral, que salva a
la clase pudiente por medio de reemplazos y de la compra de su
dignidad a empleados de oficinas públicas.
Los pobres campesinos, sabedores de esta estratagema, que
riendo aprovecharse de ella, son presa inocente de los tinterillos
de oficio, sima tenebrosa que se traga los escasos bienes de los
crédulos.
Esto que os expongo es vergüenza para la Patria e improducti
vo del bien que todo régimen debe perseguir. Y el régimen actual
no formará jamás hombres: sólo hará una masa inconsciente y
servil que no será digna de levantar el pendón glorioso de Patria.
¿Cuál es la educación militar que se les da? Relajamiento del
carácter, que es doblegado minuto por minuto por la mano vulgar
de los bajos menesteres; relajamiento de la voluntad que no osa
oponerse a la férula que fustiga cuando ésta es injusta.
La disciplina es necesaria pero debe ser suministrada con el
noble tesón del conocimiento del régimen, sin que impere la sa
tisfacción pueril y absurda del dominador. No la satisfacción del
orgullo cebándose en el subordinado, sino la mano firme que con
tiene el ímpetu ciego, que guía comprensiva y serena, mano que
debe inspirar respeto y admiración, y no terror y odio.
Si el Servicio Militar Obligatorio fuera un templo de nobleza
y valentía, donde los hombres recibieran una educación militar
decorosa y templaran el carácter; si no hubiera el temor al sonrojo
y al año perdido, año de fracaso del que se sale sin amor al tra
bajo, todos irían gustosos a dar su contingente que pondría en su
vida un laurel de valentía y de deber cumplido.
A vos, señor, y en vos a la Honorable Cámara de Represen
tantes expongo la actual situación. Vosotros los dirigentes, los de
56 María Cano
El Correo Liberal
Medellin, agosto 7 de 1925
LOS FORZADOS*
57
58 María Cano
mentó que se hace tensa bajo la mano sabia, para darse en armonía.
Y así sería si llegara al servicio militar como a templo de
nobleza y valentía. Sin el temor al sonrojo, al año perdido, año de
fracaso, sintiendo el cumplimiento de ese deber como galardón de
honor de sus vidas.
Y así nosotras, las temerosas, avivaríamos en sus almas el
fuego sagrado del patriotismo, encenderíamos aún más su sangre
valerosa.
¿Por qué pues, si todo esto se ve claro, si en los corazones pal
pita la protesta, por qué no se hace activa, que tenga un resultado
saludable para los acontecimientos actuales?
¿Cómo cruzarse de brazos? ¿Cómo no remover las causas?
Vosotros los dirigentes de la energía valorada, no os dejéis en
volver por la ola de la indiferencia, cuando ponéis un mojón en la
avanzada civilización, una hoja más del laurel patrio.
Y vosotras también hermanas. Todo corazón de mujer lleva
un temblor de nido. ¿No sentís en vosotras el impulso al grito en
defensa de vuestro tesoro? Sois madres, hermanas, novias, y so
bre todo eso, sois la mujer. ¿Por qué no eleváis vuestra protesta,
dulce pero firme? Son los hombres de mañana. Es la juventud
sagrada. ¿No palpita en vuestras almas el grito?
Quisiera que este mi grito de protesta y de súplica subiera el
diapasón hasta lo infinito y cubriera luego con su onda sonora las
almas, penetrándolas, subyugándolas, arrastrándolas hacia la meta.
El Correo Liberal,
Medellin, enero 22 de 1924
HUMANO*
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No vertió una gota de su esencia en el vaso diáfano, sencillo,
puro.
Y las manos de aquel hombre abriéndose distraídas, frías.
El vaso fue rosa deshojada. Y cada pétalo pequeñito, reflejó
la sonrisa del sol, el cuerpecillo flébil de la hierbecilla inquieta, y
el alma temblorosa del rocío.
Los hombres del hombre escrutaban la sombra y no vieron la
luz de la humilde verdad.
Cyrano N° 33,
Medellin, enero 11 de 1923
Tomado de: Escritos
VIVIR*
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A veces, indolentes, confiados en la bondad de un alma, se omi
te un detalle, ¡es tan pequeño! Y no se piensa que si hay indulgencia
para el olvido, la herida está hecha es, fina pequeñita, casi no se la
ve, más en el alma herida pudiera oírse un lento gotear. Preciosa
sangre, sangre de ilusión. En ocasiones se cree que sólo se ha fal
tado a la cortesía, y si hay un poco de confianza, todo temor huye.
Hay un error. Porque cada gesto o palabra nuestra, lleva el se
llo de nuestra alma. Y así quien la recibe siente el bien otorgado.
Y ese gesto, esa palabra, si lleva dulzura, se hará sensación
inefable dejando huella inolvidable, en veces despertando aquella
alma a una vida de más alta belleza.
Así nos revelamos, y quien nos ama, cerrará con dolor los
ojos de su alma, y la miel rica de su espíritu no se verterá, que
sentiráse ante un extraño en presencia de nuestra alma, si bien y
belleza no le da.
Poseedores somos de un tesoro inagotable. Bello será verterlo
sobre las almas, cual rimero de rosas fragantes. Y más aún que la
mano de la mujer, siendo la más suave, sea la más prodiga.
Compañera del hombre: hermana, amiga, amada, madre, su
alma abierta debe estar como granada henchida.
Damos. No lo es siempre en los grandes actos trascendentales de
la vida, que si a veces requieren sacrificios, son hechos naturales.
Bello es dar toda el alma en cada palabra, en cada acto que
envuelve la vida del hombre. En la flor que se coloca en su mesa
de trabajo, en el silencio discreto, sedante en agitación, en la son
risa de aliento, para su ruda labor, en la mirada serena que aquie
tase su cólera.
Llenando el ambiente (así pudiera decirse) su presencia suave,
haciendo que todo revela, se compenetrará con el hombre, se infil-
64 Maria Cano
Cyrano N° 39,
Medellin, marzo 2 de 1923
CARTAS POLÍTICAS
DE MARÍA CANO
1. Las siguientes cartas fueron tomadas de: Ignacio Torres Giraldo, “Cartas
políticas de María Cano” en: M aría Cano. M ujer Rebelde, M edellin, ,
1985, pp. 149-185.
67
Medellin, septiembre 1930
Compañero
Guillermo Hernandez Rodríguez
Bogotá
Compañero:
Doy contestación a su carta de fecha 21 de agosto. Me infor
ma usted de la labor que se inicia para transformar nuestro Parti
do en un verdadero Partido Comunista, por sus tácticas y técnica;
un Partido clasista que marche dentro de las normas que traza la
IC. Ésta, que ha sido una de mis más fervorosas aspiraciones, me
causa grande entusiasmo y profunda satisfacción.
No conozco las resoluciones del Ampliado emanadas de la
Asamblea de julio, y la información del compañero delegado poca
ilustración dio a este respecto. Supongo ellas están conformadas
por la sabia orientación de la IC.
Me pide usted que declare cuál es mi actitud frente a la nueva
línea política que desarrolla el Partido. A este respecto puedo de
cirle que siendo esta nueva forma la que IC señala, y encarnando
69
70 María Cano
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78 María Cano
María Cano
Medellin, Antioquia, Colombia, septiembre 24 de 1930
Camarada
A Herclet, Secretario Internacional de la CGTU
PARÍS
Camarada:
Su carta acompañando el libro del camarada Losovski, “¿A
dónde vamos?” me impulsó a escribirle, haciendo una exposición
de la situación del proletariado de Colombia, aún cuando incom
pleta porque no es posible agregar cifras, toda vez que las oficinas
de estadísticas burguesas se niegan a darlas valiéndose de mil
subterfugios, y si las dan son inexactas.
La Federación Obrera a que usted se dirige fue disuelta por la
reacción gubernamental que en febrero de 1929 apresó centenares
de compañeros de todo el país, inclusive a quien le escribe. Los
ejemplares de la revista y el boletín vienen a mis manos y yo los
paso a los camaradas del Partido.
La crisis económica que desarrolla en todos los países una
formidable y despiadada reacción sobre los trabajadores, se ha
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Una voz de mujer les grita 87