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Portada

Contr ap or tad a

¿ESO ES TODO LO
QUE TIENES,
DEMOCRACIA?
Destruyendo el mito sobre la presuntamente bondadosa «era
democrática» en la Venezuela antes de Chávez

Pedro Lárez
&
Samuel Colina

Primera Edición. 2020


Detalles

Título: ¿Eso es todo lo que tienes, democracia? Destruyendo el mito sobre la presuntamente
bondadosa ‘‘era democrática’’ en la Venezuela antes de Chávez

Autores: Pedro Lárez, Samuel Colina

Director del proyecto: Pedro Lárez

Maquetación: Pedro Lárez

Diseño y trabajo editorial (primera ed.): Pedro Lárez

Margen: Estrecho (1,27 cm x 1,27 cm y 1,27 x 1,27 cm)

Formato: Carta (21.59 cm x 27.94 cm)

Tipo de fuente: Varias (3): Times New Roman (detalles), Cambria (cuerpo del texto) &
Californian FB (títulos y encabezados)

Número de páginas: 332 páginas (Vol. I). 160 páginas (Vol. II). 613 páginas (Íntegro)

Publicadores [a petición de los autores]: MÁS Libertad (Colombia, Premiere), Libertario


(Ecuador), Mises Report (Colombia), Centro Mises (Hispanoamérica), Movimiento
Libertario de Venezuela (Venezuela), Partido Liberal Creemos (Venezuela), CEDICE
Libertad (Venezuela), Instituto Ludwig Von Mises Venezuela (Venezuela)

Fotografías originales: Samuel Perdomo (Sampershot), Santiago Reyes (Sanjito), Iandel


Chunllo (iCh) & Bernardo Garbi

Otras imágenes: Archivo Nacional de Fotografía Urbana; Google

Primera Edición (Octubre de 2020).

Pedro Lárez © 2020

Samuel Colina © 2020

MÁS Libertad © 2020


EN HONOR A
Albert Jay Nock (Q.E.P.D)
Anthony de Jasay (Q.E.P.D)
Gustave de Molinari (Q.E.P.D)
Lysander Spooner (Q.E.P.D)
Murray Rothbard (Q.E.P.D)

Sus esfuerzos no fueron en vano.


Hans – Hermann Hoppe
Jesús Huerta de Soto
Juan Ramón Rallo
Miguel Anxo Bastos
Walter Block

Sus esfuerzos no son ni serán en vano


Dedicatoria de Samuel Colina
A Dios por haberme dado la sabiduría y vocación para emprender este duro camino.

A mi madre, por su apoyo incondicional.

A todos mis amigos cercanos que han tenido que irse del país, ustedes saben quiénes son.

Siento mucho que hayan tenido que partir hacia el extranjero… jóvenes emigrantes, formados, gente
de bien y de trabajo, para quienes nuestros políticos y nuestros padres no han sabido construir un
país mejor.

Prefiero el dolor de no poder compartir con ustedes como quisiera y la carga compartida de la
responsabilidad de construir una nueva nación, que verlos sometidos a vivir en la barbarie más
primitiva que jamás ha visto este país, que podría robarles su futuro, su autoestima, sus propiedades
y hasta sus vidas.

Les prometo que, con el favor de Dios, levantaremos la cabeza victoriosos algún día y, habiendo
superado la tristeza que hoy me embarga, veré un país renovado, digno, próspero y fuerte, al cual
podre invitarlos con una sonrisa a que regresen.

Porque habremos encaminado las cosas para lograr alcanzar el propósito para el cual Venezuela
realmente existe.

Se los prometo.

A ti ‫ي جي‬, porque me recordaste el alma y esencia de todos los venezolanos, algo de lo cual tengo
mucho que aprender, es por personas como tú, a través de las cuales puedo conocer a la verdadera
Venezuela en toda su dimensión, encerrada a través de tus ojos y pureza.
A ti, dedico también esta obra.

Maracaibo, Zulia al 15/10/2020


Dedicatoria de Pedro Lárez
Mi obra está tributada a todos los jóvenes latinoamericanos en general y a los jóvenes venezolanos en
particular, quienes tal como yo y siendo así en la mayoría de los casos están viviendo procesos
errados que fueron encausados por generaciones anteriores, sea por su pasividad ante el avance de
élites corruptas e inoperantes, sea por su negligencia a la hora de elegir las soluciones para sus
propios errores, sea porque nunca adquirieron una perspectiva a largo plazo ni midieron el impacto
que tendrían sus decisiones y una débil institucionalidad social sobre su progenie.

Mi expectativa es que la obra presentada sirva como ejemplo de que sin importar tu edad puedes
realizar un aporte a detener la negligencia de la clase política mediante la crítica al sistema que les
da vida y a la ideología por excelencia que los legitima a través del control de la opinión pública. No
les puedo hacer una promesa porque el futuro lo tenemos que construir todos, y espero que este sea
un inicio para que tras tantas revoluciones vacías, inconsistentes y empobrecedoras podamos dar
paso a una rebelión auténtica.

La rebeldía no nos hace ‘‘revolucionarios’’, ni guerrilleros, ni comunistas, ni socialistas, ni


demócratas: es un rasgo de la juventud que se expresa de muchas formas sin necesariamente ser
violenta o carecer de modales pero que siempre coincide en que nos hace disruptivos. Ese fuego que
está dentro de nosotros es la chispa que enciende el motor de combate y construcción de nuevas
ideas, es el que brilla en nuestro interior, es común a todos y es el que podrá llevarnos a reconstruir
todo el daño que nos han provocado durante tanto tiempo los políticos, los activistas, los
intelectuales, los socialités, los artistas y todos los que armaron el enorme circo en el que vivimos.

Esto no es más que el comienzo. Mi esperanza es que nuestros hijos no tengan que avergonzarse de
ver un legado de miseria y que no deban sufrir todo lo que pasamos nosotros, solo quiero levantarme
un día y simplemente respirar normalidad.

Quiero ver a las comunidades venezolanas fuertes, ricas, interconectadas y prósperas como también
quiero ver a otros jóvenes impulsar reacciones en sus propios países para que en algún momento esta
región deje de ser sinónimo de países bananeros y pueda dignificarse, no por narrativas de la ‘‘unidad
de los pueblos’’ o mamarrucias similares, sino porque las personas pueden vivir en paz.

Dedico especialmente el trabajo a Maria Teresa y a Michelle: mi madre y mi novia. Fueron las únicas
dos personas que siempre estuvieron interesadas por mi trabajo y creyeron en mi potencial desde que
incursioné en este mundo, las únicas dos personas que siempre permanecieron en mi vida mientras
los días pasaban, la gente cambiaba y la crisis empeoraba, las únicas dos personas que siempre
confiaron en que mis decisiones al final del día eran correctas, que nunca me abandonaron y que me
alentaron a perseguir mis objetivos éticamente.

No puedo agradecer a absolutamente más nadie porque más nadie ha estado, ni ha preguntado, ni se
ha preocupado. Nadie me ayudó, nadie estuvo presente. Solo ustedes dos.

A pesar de la distancia y que la situación de nuestra nación nos ha separado, espero estar contigo de
nuevo, Mich. Perdóname todo lo malo y por trabajar demasiado, pero ante tus ojos está el resultado
de mi esfuerzo. Lo hice por nosotros dos y por todos los que están sufriendo como nosotros. Te amo.

San Carlos, Cojedes al 29/10/2020


Disclaimer
Debido al carácter potencialmente controversial de nuestro trabajo, debemos realizar declaraciones
pertinentes de advertencia para el público. Primero que nada, nuestras posturas y argumentos no
necesariamente corresponden a los de cualquier institución de naturaleza política, comercial o académica
que comparta este trabajo. En segundo lugar, nuestra posición política y personal respecto a los pasados
gobiernos —concretamente, a los que tuvieron lugar desde 1958 hasta 1999— no implica que seamos
chavistas u pertenecientes a otra corriente política que nos sea adjudicada por parte de nuestros opuestos.
En tercer lugar, a menos que esté explícitamente declarado, no estamos de acuerdo con las acciones
cometidas por los gobiernos militares desde 1899 hasta 1957, concretamente desde 1936 hasta 1957.

No avalamos ninguna violación a las libertades individuales civiles ni económicas (ojo, no confundir
con los supuestos ‘‘derechos sociales’’), actos de corrupción política, acción de prebenda, colusión o
proteccionismo. Tampoco consentimos ningún acto de tortura o represión estatal ante actores pacíficos.
La naturaleza de este trabajo será aclarada en las próximas páginas y la razón constructiva será develada
parte por parte hasta la conclusión. Por el momento, tenga en cuenta este texto preliminar precisando lo
que no somos. Es un hecho que muchos individuos tienden a catalogar y desprestigiar a quienes rompen
con sus dogmas y sesgos, por lo que es fundamental para nosotros aclarar que no somos ciertas cosas que
podrían decir que somos, o de lo que es este trabajo.

El origen de este disclaimer viene dando pie a precisar nuestras posturas que, ante individuos con
sesgos y razonamientos falaces, pueden ser asumidas como dicotómicas o radicalmente subversivas a las
propias ideas de estos sujetos. Por ejemplo, la más clásica es la de ‘‘si no estás conmigo, estás en mi contra’’
o ‘‘si no estás a favor de esto, estás a favor de aquello’’. Por esto, ante la posible tergiversación y calumnia
que caiga sobre nosotros o sobre nuestro trabajo, preferimos prevenir y decir que por exponer lo que en
realidad fueron los gobiernos anteriores no somos chavistas, del G2 cubano, perezjimenistas, gomecistas,
pro – dictadura o cuanto adjetivo políticamente [des]calificativo se les ocurra a quienes aludidos están y
prefieren desprestigiarnos que argumentar con réplicas capaces y consecuentes.

Sírvase también de este disclaimer para saber que la información dispuesta aquí tiene su propia
base de datos en línea, teniendo todo el material utilizado —hojas de datos, gráficas en alta calidad e
imágenes—. El enlace a nuestra base de datos se publicará junto con este trabajo de manera aparte.
Además, debe saberse que la fuente con los datos de cada gráfica está en la parte inferior de las mismas. La
información es totalmente rastreable, y de todos modos, también estará referenciada en cada pie de página,
en una cita. El formato de referencias es en Chicago, con su respectiva bibliografía completa al final. En el
pie de página solo referenciaremos notas, citas, enlaces o rutas. Teniendo esto en cuenta, solo me queda dar
bienvenida al lector de este trabajo. Admito que quizás esto no sea fácil de leer, pero si se quiere saber la
verdad, valdrá la pena. Aquella verdad a la que me refiero es la que hay sobre lo que estuvo antes de la
mayor plaga histórica del país —el chavismo y el madurismo—, que beben de la fuente del socialismo del
Siglo XXI y del bolivarianismo. Si usted desea saber, con datos, fechas y pruebas más allá de cuentos
reflejados en la ‘‘cultura popular’’ y anécdotas que cuentan sus padres o abuelos —e incluso si usted mismo
lo vivió, pero nunca se dio cuenta del porqué de las cosas— le recomiendo encarecidamente que se quede.

Pedro Lárez
San Carlos, 7 de Abril de 2020
Índice de
Contenidos
Índice de Contenidos
Índice de Contenidos..................................................................................................................... I
Libro Primero: «Consecuencias democráticas y origen de las fallas» ... 18
1. Introducción: La primera plaga antes del «todo» ................................................................... 22
2. La perspectiva categórica .................................................................................................................. 24
3. La Venezuela Productiva que nunca existió ............................................................................ 25
3.1. Productividad per cápita: 40 años de estancamiento....................................................................... 25
3.2. Productividad laboral: Producción aniquilada en democracia ..................................................... 32
3.3. Las oportunidades desechadas «made in democracy» ..................................................................... 36
4. Una Venezuela cada vez más empobrecida .............................................................................. 41
4.1. La Venezuela Hambrienta ......................................................................................................................42
4.1.1. ¿Alguien puede pensar en los niños?: Afectados por el hambre ..................................................45
4.2. La Venezuela Pobre ................................................................................................................................. 50
4.3. La Venezuela Endeudada e Intervencionista, raíz de todos los males ........................................ 56
4.3.1. Quiz: ¿Cuál presidente adquirió más deuda en Venezuela? ........................................................ 62
4.4. La Venezuela Devaluada: Herencia socialdemócrata ......................................................................64
4.4.1. Pero vamos por el principio: ¿Qué es la inflación y por qué se causa? ...................................... 65
4.4.1.1. Acción monetaria y subida de precios: 8 pasos para la inflación ............................................ 66
4.4.2. La no – neutralidad del dinero........................................................................................................... 69
4.4.3. Es el keynesianismo, estúpido ............................................................................................................ 71
4.4.3.1. Precios al por mayor: Es la emisión, no el comerciante, idiota................................................ 74
4.4.3.2. 1965 y la muerte progresiva del bolívar ........................................................................................ 76
4.4.3.3. Fin del oro, comienzo de la discrecionalidad keynesiana ........................................................ 79
4.4.3.4. Sobre el mito de la deuda flotante de Pérez Jiménez: Reservas reales, deuda real en dólares
y relaciones ........................................................................................................................................................ 83
4.4.3.4.1. Cálculos, relaciones, argumentos y refutación ........................................................................ 85
4.5. Re–evaluación del fisco: Intereses de deuda, gasto público y Venezuela en comparación con
el mundo .............................................................................................................................................................90
4.5.1. Explicaciones al incremento de los intereses de deuda durante la era democrática y pruebas
empíricas de irresponsabilidad.....................................................................................................................94
4.5.2. La contraparte de la demanda de deuda: la demanda de liquidez .......................................... 107
4.5.2.1. Síntesis de la explicación sobre el interés y la deuda ............................................................... 110
4.5.3. Gasto público real y niveles de gasto gubernamental a través de la era democrática ..........111
4.5.4. La última y nos vamos: Una historia de ingresos, superávits, déficits y la imposibilidad
(última) de la deuda flotante........................................................................................................................ 116
4.5.4.1. De déficits que parecían imposibles… pero pasaron ................................................................. 121
5. Interludio: Petróleo para criticar la democracia .................................................................. 125
5.1. Un poco de historia y contexto sobre el petróleo en Venezuela ................................................. 129
5.1.1. [Muy] Corto repaso de la legislación petrolera antes de 1920 .................................................. 132
5.1.2. Antecedentes a la Ley de Hidrocarburos de 1943 e incentivo empresarial ........................... 134
5.1.2.1. Posibles incentivos del Estado por la Segunda Guerra Mundial .......................................... 136
5.1.2.2. Situación laboral: 1936, aspectos destacables y moralejas del por qué no debemos hablar
de economía sin saber de lógica ...................................................................................................................137
5.2. La Ley de Hidrocarburos de 1943: ¿Beneficio o inconveniente?................................................... 141
5.2.1. Los impuestos al sector petrolero en la Ley de Hidrocarburos de 1943 ................................. 144
5.2.1.1. ¿Por qué a los empresarios no les molestaron (tanto) los impuestos? .................................. 151
5.2.2. Derechos especiales y obligaciones adicionales al sector privado .......................................... 153
5.2.3. Exclusiones: ¿Quiénes no podían obtener concesiones? ........................................................... 158
5.2.4. Traspasos, nulidad y renovaciones en la Ley de Hidrocarburos de 1943 .............................. 159
5.2.5. Sumario general de facultades que tenían los concesionarios ................................................. 165
5.2.6. Situación en el medio plazo post–Ley de Hidrocarburos de 1943 .......................................... 166
5.3. Expansión, apogeo y alarmas de caída en democracia: Largo plazo de la industria petrolera
venezolana ....................................................................................................................................................... 172
5.3.1. Expliquemos el desastre: La inmundicia y fracaso de Pérez Alfonzo ......................................173
5.3.2. Estado + la memoria corta vs. Empresas + el sentido común ................................................... 178
5.3.3. ¿Eso es todo lo que tienes, democracia?: Tanto expolio y tan buenos precios… Para nada 185
5.3.3.1. No, adeco: Los 60’s no golpearon los ingresos fiscales por los precios del petróleo ......... 191
5.3.4. ¿Administración del petróleo demócrata = Administración del petróleo chavista?.......... 195
5.3.5. El Petro–Estado demócrata siempre estuvo destinado al fracaso ........................................... 197
5.4. La injustificada y trágica caída: ¿Por qué vino al mundo? ........................................................... 206
5.4.1. Antecedentes al desastre: ‘‘No Más Concesiones’’ ..................................................................... 206
5.4.2. Ley de Reversión de 1971: Formación del desastre..................................................................... 209
5.4.2.1. Características generales de la Ley de Reversión .................................................................... 209
5.4.2.2. Contenido, análisis ético–jurídico y críticas a la Ley de Reversión ................................... 209
5.4.2.2.1. ¿Confiscación socialcristiana o socialista? .............................................................................. 210
5.4.2.2.2. Resumen sintético de restricciones socialistas y conclusiones sobre la LSBAR .......... 215
5.4.2.2.3. ¿Tenía sentido revertir los bienes de capital en la LSBAR de 1971?.................................. 216
5.4.3. Ley de Reserva de 1975: Desastre precisado, confirmado y detonado .................................... 217
5.4.3.1. Antecedentes a la Ley de Reserva – Consecuencias políticas de la LSBAR ....................... 217
5.4.3.1.1. Se crea la Dirección de Bienes Afectos a Reversión (1972) .................................................. 219
5.4.3.1.2. Se crea la Comisión Asesora Presidencial (1974) ................................................................. 220
5.4.3.2. Características generales de la Ley de Reserva de 1975 .......................................................... 221
5.4.3.3. Contenido, análisis jurídico y problemas de la Ley de Reserva ............................................ 221
5.4.3.3.1. Mercados (más) cartelizados y (más) captivos: triangulación 1 – 4 – 5 ......................... 222
5.4.3.3.2. Nueva organización, estatus operativo y objetivos de la Industria..................................223
5.4.3.3.3. Discrecionalidad y centralismo oportunista ......................................................................... 226
5.4.3.3.4. ‘‘Indemnización como yo quiero, y si no te gusta te jodes’’ ................................................227
5.4.3.3.5. Afirmativo para ladronería .........................................................................................................235
5.4.4. Consecuencias económicas e industriales de las «Leyes del desastre»..................................236
5.4.4.1. Refinación y procesamiento: ¿Al menos eso se salvó? ............................................................ 243
5.4.4.2. Abastecimiento perdido… ............................................................................................................. 248
5.5. Remuneraciones obreras y gasto social del sector petrolero ...................................................... 249
5.5.1. Aclaraciones preliminares................................................................................................................. 250
5.5.1.1. Clarificación metodológica #1: Composición de las remuneraciones a los trabajadores del
sector petrolero.............................................................................................................................................. 252
5.5.1.2. Clarificación metodológica #2: Composición del gasto social del sector petrolero ........253
5.5.2. Contexto de la industria petrolera al momento de datarse los salarios ............................... 254
5.5.3. Remuneraciones en democracia: ¿Mejores o peores? ................................................................ 260
5.5.3.1. Razón subyacente #1: El desplome del stock de capital ........................................................ 269
5.5.3.2. Razón subyacente #2: Falta de inversión + Malogro del capital ..........................................274
5.5.3.3. Razón subyacente #3: Caída generalizada de la rentabilidad ............................................... 281
5.5.5. Gasto social del sector petrolero y el magnífico declive ............................................................283
5.6. Reflexiones finales y apertura petrolera: Un fracaso demócrata admitido .............................. 287
6. La falla del capital: ¿Otra raíz de los males? .......................................................................... 292
6.1. ¿Cómo empleamos el capital? Entre definiciones y usos prácticos ............................................293
6.2. Inversiones aniquiladas en democracia: niveles múltiples .......................................................... 295
6.2.1. Mal utilización de los factores productivos ................................................................................. 304
6.2.2. Anomalía comparativa ...................................................................................................................... 309
6.3. Volatilidad: Insostenibilidad en la generación de capital............................................................. 313
6.3.1. [In]eficiencia en la generación de capital ....................................................................................... 315
6.4. Fuga masiva de capitales: el aspecto final de la falla ..................................................................... 318
6.4.1. Motivaciones teóricas, causas de la fuga en el caso venezolano y definición ....................... 319
6.4.2. La magnitud, los efectos y el final ................................................................................................... 323
Libro segundo: «Sobre Venezuela y las Élites» ............................................. 334
1. Introducción: El ciclo sin fin .......................................................................................................... 335
2. El manejo del cambio para que nada cambie ......................................................................... 337
3. La Teoría de la Dictadura de las Inteligencias ...................................................................... 338
4. Conceptos Clave .................................................................................................................................. 339
4.1. Élites ........................................................................................................................................................... 339
4.2. Inteligencia ............................................................................................................................................. 340
4.3. Contrainteligencia.................................................................................................................................. 341
4.4. El Complot .............................................................................................................................................. 342
4.5. El Irrealismo............................................................................................................................................ 342
4.6. Pretotalitarismo y Totalitarismo ....................................................................................................... 342
4.7. Reflexión Rápida: ¿Los demócratas cometieron acciones como las de sus predecesores?...343
5. Técnicas de Desinformación ......................................................................................................... 346
5.1. Información Teletónica.......................................................................................................................... 347
5.2. Triangulación ......................................................................................................................................... 348
5.3 El Lifting ................................................................................................................................................... 349
5.4 La implosión .............................................................................................................................................350
6. La Venezuela Partidista ................................................................................................................... 353
6.1. Antecedentes de los Partidos Políticos en Venezuela................................................................... 354
6.2. Trienio Adeco (1945–1948) .................................................................................................................. 363
6.3. La Junta de Gobierno y el Pacto (1958–1959) ...................................................................................371
6.4. Rómulo Betancourt, un inicio opaco (1959–1964) ......................................................................... 376
6.5. Raúl Leoni, el auge de las desapariciones (1964–1969) .................................................................382
6.6. Rafael Caldera, el Pacificador (1969–1974) ......................................................................................398
6.7. Carlos Andrés Pérez, la Venezuela Saudita (1974–1979) .............................................................. 414
6.8. Luis Herrera Campins, la Venezuela Hipotecada (1979–1984) ................................................. 450
6.9. Jaime Lusinchi (1984–1989) .................................................................................................................457
6.10. Carlos Andrés Pérez, el fin de una ilusión (1989–1992) ............................................................. 460
6.11. Ramón J. Velásquez, un breve respiro ............................................................................................. 468
6.12. Rafael Caldera, la implosión del pacto (1994–1999) ................................................................... 469
7. El complot en Venezuela..................................................................................................................475
7.1. El Irrealismo y las ideologías en Venezuela ......................................................................................478
7.2. Pretotalitarismo y el Pacto de Punto Fijo ........................................................................................ 480
7.3. La implosión del Pacto de Punto Fijo ............................................................................................... 483
8. Pero y entonces, ¿cómo salimos de esto? ................................................................................ 486
8.1. ¿Es necesario cambiar el sistema político? ........................................................................................487
9. Conclusión: El velo debe ser rasgado y arrojado a las llamas......................................................... 492
Anexos ............................................................................................................................. 473
Sección A. Sobre la metodología del cálculo .......................................................................................... 495
A1. Sobre el cálculo de deuda real y las fórmulas .................................................................................. 495
A2. Sobre el cálculo de las reservas internacionales a precios reales ............................................... 497
A2.1. Vía para los datos del Banco Mundial y valor de reservas en oro ........................................... 497
A2.1.1. Fórmula final unitaria para calcular reservas en oro a precios reales .................................. 498
A2.2. Vía para los datos del BCV y las reservas a precios reales........................................................ 498
A3. Para cálculos relativos a la formación bruta de capital fijo ......................................................... 499
A3.1. Formación bruta de capital fijo cómo % del PIB ......................................................................... 499
A3.2. Formación bruta de capital fijo total ............................................................................................. 500
A3.3. Valor real de la Formación Bruta de Capital Fijo (FBCF) ........................................................ 500
A3.4. Valor real del Producto Interno Bruto (PIB) ............................................................................... 502
A4. Tipo de cambio nominal .......................................................................................................................503
A5. Elasticidad FBCF cómo % del PIB – volatilidad ............................................................................ 504
A6. Sobre el cálculo del gasto público real ............................................................................................. 506
A7. Sobre el cálculo de los ingresos gubernamentales a precios reales ........................................... 508
A8. Sobre el cálculo del saldo fiscal primario a precios reales ............................................................ 510
A9. Cálculo del saldo fiscal total a precios reales................................................................................... 512
A10. Brecha fiscal del saldo primario ......................................................................................................... 516
A11. Brecha fiscal del saldo total ................................................................................................................ 520
A12. Intereses pagados sobre la deuda gubernamental a precios reales .......................................... 524
A13. Rendimiento agregado de la deuda gubernamental .....................................................................525
A14. Índices y niveles.................................................................................................................................... 529
A13.1. Concepto general y fórmula ............................................................................................................ 529
Sección B. Sobre las rutas de búsqueda de los datos y transparencia ............................................... 531
Sección C. Sobre las imágenes anexas ..................................................................................................... 534
Sección D. Sobre el contenido entero de las Leyes analizadas............................................................ 538
Ley de Hidrocarburos de 1943 ....................................................................................................................539
Ley Sobre Bienes Afectos a Reversión en las concesiones de Hidrocarburos de 1971 ................... 557
Ley Orgánica que Reserva al Estado La Industria y el Comercio de Hidrocarburos .................... 563
Sección E. Sobre las listas de desaparecidos y asesinados durante la represión del régimen
puntofijista. ..................................................................................................................................................... 578
Bibliografía .............................................................................................................................595
Libro Primero: «Consecuencias democráticas y
origen de las fallas»
Pedro Lárez
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Toda mi vida ha transcurrido en Venezuela. Físicamente no conozco otra cosa que sea distinta a la
realidad que acoge, para bien o para mal, a la sociedad en la que he estado siempre. No he viajado al
exterior, si apenas y habré salido un par de veces de la entidad federal donde vivo, muchas de las cuales ni
siquiera recuerdo. La única razón por la que saldré del país es por la presión de la profunda crisis
económica que se desató en 2014 y que ha arrasado con el 80% de la producción nacional, ha elevado
virtualmente hasta el espacio los precios (la inflación proyectada de este año es del 500.000% según el FMI
y honestamente no tengo ánimos en este momento de cuánta es la inflación acumulada), destruyó cualquier
incentivo para la formación de capital y, al margen de la pérdida de poder adquisitivo combinada con la
reducción de los flujos de capital al mercado laboral, ha tirado abajo las remuneraciones que reciben los
integrantes de la fuerza laboral. Hoy, Venezuela tiene una economía menos competitiva y sólida que el 80%
de los países de la África Subsahariana (sí, los referentes mundiales de subdesarrollo y pobreza).

Este motivo principal, más los riesgos que me generarán tanto este como otros trabajos futuros
debido al embate que causan contra toda la palestra política, pero particularmente con el establishment,
hacen que la mejor decisión que deba tomar sea irme de Venezuela. Es parte del conocimiento popular
saber que la clase política socialista es la culpable de este mal, algo que es de los pocos trazos de inteligencia
que las masas manejan de forma efectiva. Ya sabemos que ellos son nuestros enemigos declarados desde
el momento que nos hicieron sufrir tanto de forma deliberada, entendemos que lo son desde el momento
que enviaron a este país a los últimos puestos en calidad institucional, comprendemos que no merecen ser
considerados más que como ladrones, asesinos y genocidas por simple coherencia ética. De ello no cabe
duda. La duda verdadera es si más allá de que sean nuestros enemigos, son los únicos enemigos que
tenemos. La política siempre ha sido de mi interés, ya que siempre mi entorno más cercano ha estado ligado
con la vida pública del Estado. Solamente que la mitad de mi familia estuvo activa durante la era
democrática (1958 – 1999) y la otra mitad lo estuvo con el proyecto socialista (2000 – actualidad, aunque
nadie de ellos trabaje en el sector público ni ejerza cargos políticos en este momento).

Me crié con mis abuelos paternos diciendo que Chávez era el demonio encarnado, mientras que mi
madre y abuelos maternos decían que era un líder revolucionario que quitó poder a las oligarquías y que,
aseguraban ellos, otorgaría dignidad al ‘‘pueblo’’. Recuerdo jugar juegos como Hands of War y Age Of
Empires, viendo como las narrativas antagónicas y conflictos ideológicos desembocaban en muertes y
acciones funestas por la pugna superior de poderes (aunque por supuesto no lo entendía así en ese
momento). Pregunté en ocasiones si una guerra civil podría derrocar a Chávez, o si otros países podían
intervenir dado el caso de que nosotros no pudiéramos sacarlo. Los años pasaron y me interesé en otras
cosas, llegué a odiar la política aunque en el fondo no odiaba a la política... Lo que odiaba era la acumulación
y concentración de poder acopladas a mecanismos institucionales activos que las favorecieran,
incentivaran y reprodujeran. Odiaba la polarización y manipulación sistemática de la opinión pública para
la imposición política de agendas. Odiaba a la gente enfrentada por intereses de las candidaturas. Odiaba
la arrogancia de un grupo minúsculo de seres humanos que creen que nos pueden dividir para legitimarlos
y que, por alguna razón, creen que pueden dirigir nuestros asuntos mejor que nosotros mismos.

18
Eso me llevó a interesarme más por la economía, o la resolución de los problemas en interacción y
competencia de nuestras dificultades en el aprovechamiento, distribución y usos de los recursos: la fuente
de todo conflicto humano. Además, pensé que podría ser útil no solamente en la búsqueda de soluciones a
la crisis actual, sino que era doblemente conveniente debido a la obtención de conocimientos en materia
de negocios y funcionamiento de mercados. Los profesionales en ciencias sociales están sujetos en su
mayoría a una visión estatocéntrica y limitada de la sociedad humana, al punto de que se marginan a vivir
dependiendo de empleos públicos, ayudas estatales, subsidios o impulsando cambios dentro del Estado
para beneficiar sus organizaciones. Los economistas no están sujetos a esto. Es fácil encontrar cantidades
notables de economistas que no sólo no necesitan al Estado para tener empleo, sino que son partidarios de
su eliminación total. Sin embargo, es intuitivamente más complicado encontrar equivalentes de estos
profesionales en ciencias políticas, sociología o derecho. No es precisamente porque estas carreras sean
más prestigiosas, necesarias o superiores, sino porque su misma existencia es altamente dependiente de
la continuidad del Estado y su maquinaria burocrática.

Dicho interés me puso a recorrer un camino bastante largo. Al principio era un nacionalista que
simpatizaba con el desarrollismo y las estrategias que tenían gobiernos como el de Juan Vicente Gómez,
Marcos Pérez Jiménez o incluso más agresivas como la de Carlos Andrés Pérez (que fue mucho más
proteccionista). Luego conocí la escuela austríaca y entendí que los males del Estado que se presentan en
socialismo permanecen en cualquier otro sistema político que un Estado adopte en tanto sea
intervencionista, así que la solución es mantener al Estado alejado de la economía mientras sea posible.
Ahí caí en el liberalismo clásico, pero supe que ser liberal no es suficiente porque aunque sí se debe
mantener a raya al Estado para que no oculte efectos, cause desequilibrios macroeconómicos, distorsione
precios, estropee los incentivos de los agentes económicos, arruine la formación de capital, coloque
barreras de entrada a generadores de oferta, suba costes de capital, cree burbujas financieras por la
inyección centralizada de recursos en mercados que necesitan "ayuda", incremente innecesariamente
costes de oportunidad, desperdicie recursos por carecer de sistema de precios (y por consiguiente no tenga
señales de mercado que le sirvan como faro) o genere, entre otras cosas una cantidad inacabable de riesgos
que pueden resultar de su intervención, lo económico no es todo.

Doctrinariamente el liberalismo dice que se le debe mantener limitado, pero no destruido. Asfixiado
pero no muerto se le puede mantener en su actuación supuestamente benigna. La pregunta es el cómo se
supone que puedes limitar a la entidad que monopoliza el uso de la fuerza. Entre otras palabras, ¿cómo
limitas al que puede forzar a todos pero nadie lo puede forzar a él? Algunos plantean la separación de
poderes típica de regímenes democráticos, pero como bien apuntala Anthony De Jasay, la separación de
poderes sólo existe si el Estado decide mantenerla porque es bueno; si no tiene poderes separados
entonces es malo y no es limitado. Nadie puede responder cómo mantener la separación práctica de
poderes sin caer en ese razonamiento circular (donde el Estado es bueno sólo si tiene separación de
poderes y si tiene separación de poderes es porque es bueno), sino que también no se dan cuenta de que
la democracia es el sistema electoral perfecto para socavarla debido a la dinámica de captura del poder
político. Quienes no son demócratas suelen ser la mayor parte del tiempo quienes abogan por dictaduras
o monarquías absolutas, que directamente no tienen separación de poderes pese a que son marginalmente
más internamente eficientes que la democracia (aunque si fracasan serán mucho peor que una democracia
fallida, y se hace peor porque ponen la fe del éxito del sistema en los intereses de la figura central del
regente, así que hay que rogar para que funcione por la bondad de estos mandatarios).

19
Esto, en resumidas cuentas me hizo ser libertario. Y como soy libertario, entiendo que nuestros
enemigos no solamente como sociedad venezolana, sino como humanidad en conjunto, son más que solo
chavistas, socialistas y comunistas. Son más que los tiranos despóticos como Hitler, Mao o Calígula.
También son enemigos quienes se muestran afables, cariñosos y simpáticos pero solamente quieren
gobernar y acumular poder para, por medio de votos, implementar lo que él cree que es lo mejor para el
resto de decenas de millones y personas, sin importar si esto es necesario o no, si es perjudicial a largo
plazo, si sufre de sesgos, si se puede revertir fácilmente, si no es arriesgado o si considera de verdad los
deseos de todos aquellos que están supuestamente representados. Lo son quienes son dictadores
silenciosos que quieren comprar conciencias con promesas de oro y grandeza, que quieren ser hegemones
y resaltar a toda costa. Lo son porque quieren lograr sus propios objetivos usándonos a nosotros como
herramientas, queriéndonos meter en la cabeza que sus fines son también los nuestros. Lo son porque a
través de la persuasión, manipulan y engañan a millones de personas para legitimar políticas que, al final,
terminan siendo desastrosas y generando consecuencias insospechadas a la par que letales. El propósito
de mi parte es revelar la mayor cantidad de información y datos posible que demuestre ese punto contra
una parte reincidente de nuestros enemigos: los socialdemócratas.

Es probable que la mayor parte de lo que digo parezca una gran extensión multifacética y
prolongada de crítica destructiva, pero es lo que quiero que sea mi parte. Quiero que mis conocimientos en
economía aplicada, análisis económico y teoría política, por escasos que fueren, sean aplicados a la
destrucción. Algunos dicen que el odio está mal y no debería prevalecer... ¿Pero acaso está mal odiar a lo
que es malo? ¿Está acaso mal odiar a los mayores perdedores de oportunidades del siglo XX? ¿Acaso está
mal odiar a los mayores devaluadores? ¿Está mal detestar a los causantes de las falencias estructurales de
la economía del país, como lo es la mono–producción, nula formación de capital privado y poca integración
económica? ¿Está mal eso? ¿A pesar de que fueron quienes hubieron que en país volviera a conocer lo que
era un déficit fiscal? ¿A pesar de que llevaron a un pico histórico la deuda pública, al punto que no se volvió
a ver nada igual hasta el socialismo? ¿A pesar de que mataron el poder adquisitivo de los venezolanos? ¿A
pesar de que destruyeron lentamente la industria petrolera? ¿A pesar de que crearon una economía pro–
cíclica y dependiente? ¿A pesar de que arruinaron las condiciones de inversión? ¿A pesar de que sus
mandatos engendraron las mayores fugas de capital de todo el siglo XX? ¿A pesar de que la productividad
que dejaron en la postrimería del sistema democrático había involucionado 50 años en el pasado? ¿A pesar
de que incentivaron la perversión de los empresarios criollos? ¿A pesar de que protegían bajo su ala a
oligarquías que se creían intocables? ¿A pesar de que acabaron con todo pudor que, aunque suele ser
escaso, sigue estando contenido en la política económica? ¿A pesar de que fueron hipócritas al mandar a
asesinar opositores sin importar el hecho de que ellos vinieron la misma persecución? ¿A pesar de que
empeoraron las condiciones de crédito? ¿A pesar de que crearon a una sociedad dependiente y embelesada
por la dádiva? ¿A pesar de que destruyeron los factores institucionales que limitaban su poder? ¿Incluso a
pesar de que ellos fueron los que provocaron la aparición de Chávez?

No creo que esté mal odiar ni mucho menos destruir lo que está mal, lo que aloja la maldad en el
seno de sus acciones y que la perpetúa a través de propaganda y cohortes de pseudointelectuales. No está
mal porque es necesario un impulso para dar el salto de fe para un viejo statu quo que ahora amenaza con
volver, que tiene recursos para hacerlo, muchos defensores y tiene pavimentada la vía puesto que ellos
moldearon el locus de la población durante 40 años, mientras que tú ni siquiera has visto la luz desde otra
perspectiva que no sea la del interior de Venezuela. Hay que tener la suficiente motivación para hacerlo, y
mi motivación es el odio por la maldad; un acto que se refleja en un deseo de que esa maldad no vuelva a
dominar y que, por la naturaleza del odio y animadversión al mal, se convierte también en amor por la
bondad y la verdad. Que no vuelva a tener ni una pizca de poder. Que la legitimación de la sociedad y de las

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instituciones naturales y espontáneas no vuelva a abrazar a quienes, en su momento, se esmeraron por
debilitarlas... Primero a través de promesas, luego a través de dádivas y al final a través de un daño más
profundo y evidente hacia la economía: aquello que nos da de comer. Cuando la economía se debilita
también nos debilitamos nosotros, porque somos ella.

Las promesas producen ilusiones, lo que estropea parcialmente la capacidad de planificación en el


momento que se alteran las expectativas. Las dádivas crean dependencia, lo que deteriora el capital social
cuando ya no hacemos las cosas por nosotros mismos ni buscamos usos de forma autónoma para los
recursos, ni tampoco queremos saber de primera mano cómo obtenerlos sino que, en cambio, alguien más
lo hace por nosotros y se entromete en nuestras decisiones (lo que puede usar a su favor). Por lo demás,
no es necesario que diga cómo nos hacen daño la inflación, la falta de inversión, la reducción del stock de
capital, la baja productividad, la desintegración del tejido industrial ni la volatilidad macroeconómica. Nada
de esto es nuevo. Los socialdemócratas fueron los auténticos pioneros en provocar desastres, los socialistas
simplemente se copiaron y encontraron el modo de llevarlos a extremos desconocidos hasta el momento.

Mi emergente interés por la economía, mis pocos —pero en apariencia suficientemente útiles—
conocimientos en el área, mi gusto por la investigación, mi capacidad para el análisis y mi motivación
nacida del odio por la socialdemocracia hacen que mis esfuerzos hayan resultado en el primer volumen de
este libro: la parte que analiza los aspectos económicos de la era democrática. Originalmente, este volumen
tendría dos capítulos más llamados «Pulverización del comercio: la tercera raíz» y «Refutaciones a la
estatolatría», pero lamentablemente no he logrado conseguir suficiente bibliografía ni tiempo como para
darles una forma propia, pero este recorte de contenido en mi aporte se convierte en una promesa de
segunda edición. Tengo un compromiso de continuar con este trabajo, espero poder conseguir los insumos
necesarios y estoy seguro de que aunque la próxima edición está motivada nada más por dos capítulos, no
existen límites para el millar de ideas y conceptos que pueden surgir de aquí hasta que la próxima entrega
esté acabada, por lo que quien esté interesado por esta obra puede estar seguro de que esta temática
todavía tiene mucho más que dar, y la crítica seguirá viva hasta que haya acabado toda la bibliografía que
pueda leer, hasta que cumpla mi objetivo de aniquilar intelectual y discursivamente a los socialdemócratas
o hasta que me asesinen. En cualquier caso, no me arrepiento ni me arrepentiría de haber escrito esto,
porque ya llegó la hora de acabar con el establishment socialdemócrata y de hacer circular a sus élites.

Mi aporte consta en utilizar mis conocimientos y energías adquiridas por mis experiencias dentro
de Venezuela para desmontar las ideas de la casta utilizado como ejemplo al experimento democrático más
longevo en la historia de Venezuela: el período bipartidista de 1958 – 1999. El volumen consta de seis
capítulos: (i) «Introducción: La primera plaga antes del todo», (ii) «La perspectiva categórica», (iii) «La
Venezuela Productiva que nunca existió», (iv) «Una Venezuela cada vez más empobrecida», (v) «Interludio:
Petróleo para criticar la democracia» y (vi) «La falla del capital: segunda raíz de todos los males». ¿Qué
contiene cada sección? Eso deberás averiguarlo tú, puesto que no puedo describir en texto las más de 300
páginas, 150 gráficas, centenares de hechos y decenas de argumentos que conforman el recorrido que inicié
con un solo objetivo: hacer algo para destruir de forma definitiva a la socialdemocracia en Venezuela y al
«principio electivo», que en palabras de Juan Donoso Cortés es la religión de la democracia. Espero que de
algo sirva esto y que cualquier lector sepa que si hasta yo pude hacer esto, él también puede inspirarse para
realizar su aporte original porque hoy eso es lo que hace falta en nuestras filas, y no podemos dejar ni a
esta patria ni a este mundo a la deriva en manos de la izquierda siempre acechante. Mi única voluntad sobre
lo que creo y debe hacerse con este volumen, es simplemente destruir la narrativa de tantos
socialdemócratas como se pueda para construir otra en base a la verdad. Eso es lo que deseo y lo que
espero que hagan todos los que leen.

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1. Introducción: La primera plaga antes del «todo»
Si usted leyó el final del disclaimer, sabrá que denominé al chavismo (por representar en ese
nominal a todo lo que se ha impulsado y promovido en Venezuela desde la llegada de Hugo Rafael Chávez
Frías a la jefatura de Estado en 1999 hasta la actualidad) (1) (2) como la mayor plaga histórica del país que
hubo algo antes de eso. ¿Qué es ese ‘‘antes’’ del chavismo? Pues, en lo que concierne a mi saber después de
haber concluido con mis averiguaciones de la situación de Venezuela a lo largo del siglo XX —e incluso a
finales del siglo XIX— sé que antes de la «magnum pesti» de Venezuela, estuvo la segunda mayor plaga
histórica de nuestro país, que por cierto fue la primera. ¿Cuál fue esta «secunda maiori pesti» que aconteció
en Venezuela? Pues, fue aquella que derivó del Pacto de Puntofijo, firmado (casualmente) un día de brujas
de 1958 (3). Esa que encausó el rumbo de la «era bipartidista», también conocida como «era democrática».

Los firmantes de este acuerdo son los tres señores que se ven en nuestra portada. ¿Pero por qué
arremetemos tanto contra ellos? ¿Qué hicieron de malo para que nos metamos tanto con ellos? Pues fíjese
atento lector. A mí me contaron de pequeño que fue una tragedia no haber podido nacer antes de 1999,
pues mis primos mayores —de 28 y de 32 años— por lo menos «pudieron disfrutar un poco» de la
‘‘bonanza’’ que había antes de la llegada de Chávez. Estoy casi seguro que no fui el único que creció con ese
relato que poco a poco se ha instalado en la cultura y se ha arraigado en las características idiosincráticas
del venezolano con el clásico ‘‘antes estábamos mejor’’.

Cuando crecí y comencé como investigador, descubrí que muchas cosas eran mentira o que estaban
muy alteradas a la subjetividad de la memoria del sujeto. Es natural que la gente se refugie en su propio
sesgo de «lo pasado es mejor» para evitar afrontar la realidad; para desplazarla, para no caer en la unicidad
temporal en la que estamos y en la situación dolorosa que afrontamos. Para recordar esos momentos que
eran mejores que ahora y, como dirían, aliviar el alma. Ese parámetro —que para nosotros es un dolor de
cabeza porque si de esa gente dependiera el desarrollo humano todavía estuviéramos usando lámparas de
querosén— es su salvación.

Esos descubrimientos que realicé, que incluso me han valido incluso para derribar el proselitismo
político y engaños al pueblo que han estado haciendo algunos de los líderes (4) de aquellas agrupaciones
que ostentaron el poder durante 42 años. Puntos que están referenciados en la tabla de contenidos, y que
usted podrá visualizar en las siguientes páginas con sus explicaciones correspondientes. La motivación y
naturaleza esencial de este trabajo es establecer una fuerte línea contracorriente desde la academia para
aprender que tiempos pasados fueron mejores, pero no lo suficiente, y que siempre se puede mejorar.

Para decir también que, de hecho, los gobiernos que conformaron la segunda mayor plaga de la
historia de Venezuela cometieron errores imperdonables. No siguieron pautas recomendadas por los
mejores intelectuales de la época —ni las superiores ya descubiertas por economistas extranjeros—,
desaprovecharon oportunidades que no se han vuelto a repetir en la historia de Venezuela, destruyeron el
aparato productivo del país, empobrecieron rotunda y rápidamente a la gente y tuvieron una falla atroz:
Ni siquiera pudieron ser más eficientes que las dictaduras militares que tuvo el país antes de su llegada.
De ahí el título: ‘‘¿Eso es todo lo que tienes, democracia?’’ pues hay que realizar un cuestionamiento central
que le dio la razón al nombre que abarca el sentimiento de lo que ven aquí, justo en este párrafo.
_________________________________________________________________________________________________________________________
1. Archivo de la Universidad de Georgetown, resultados de los comicios presidenciales de 1998:http://pdba.georgetown.edu/Elecdata/Venezuela/pre98.html
2. Coup leader elected president (1998). Miami Herald Archives. *A pesar de ganar en 1998, su ejercicio empezaba el 2 de Febrero de 1999.
3. Documento virtual del Pacto de Puntofijo, Universidad de Carabobo (2010): http://servicio.bc.uc.edu.ve/derecho/revista/idc22/22-10.pdf
4. Discusión Lárez – Monzón. Recogido por MÁS Libertad (2019): https://www.facebook.com/maslibertadcolombia/posts/498217447393382

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Este cuestionamiento que inicia y porta el espíritu del proyecto, como no podía ser de otra forma,
se resume así: Si no pudiste superar a los gobiernos militares, ¿cómo osas a venderte como una panacea a
todos los males? Eso es exactamente lo que hacen los partidos que dominaron en esta época pandémica
con su existencia; Acción Democrática y el Comité de Organización Política Electoral Independiente (mejor
conocido como COPEI), después de décadas destruyendo a Venezuela. No conformes con insertarse
genéticamente en la cultura de nuestra sociedad —haciendo que los padres transmitan a sus hijos sus
valores y su formación política, abundante o nula y para bien o para mal a través de las décadas—
pretenden tomar a la generación más joven, la muy conocida ‘‘generación de relevo’’, para hacerlo ellos
mismos con palabras vacías así como proselitismo puro y duro en cantidades industriales.

El gran asunto es que se les puede criticar todo lo que quiera, pero mientras no demostremos nada
son simplemente dichos al aire sin ningún valor. Ahí es donde entra nuestro trabajo. En este ensayo
dedicado pretendemos esbozar probablemente una de las primeras críticas compactas en el ámbito
académico hacia los gobiernos del pasado inmediato que estuvieron en esa fase histórica del país al frente
de la regencia estatal. Por mi lado particular también pretendo criticar la religión democrática. El objetivo
aquí es demostrar todo aquello, todo lo malo… El fracaso de la era democrática; aquella era añorada por
unos y odiada por otros. Nos centramos en demostrar que la ‘‘bonanza’’ no era más una ilusión que
alimentaba las esperanzas de la gente. Gente que, con hambre de democracia, terminó obteniendo no más
que las migajas de un sobredimensionamiento del aparato estatal. Gente que, además de esas migajas,
recibió las consecuencias de este sistema visiblemente atrofiado a partir de 1978 y que terminó de fundirse
en 1983 con intentos fallidos de construir otro modelo para arreglar los fallos del anterior.

Aquello no fue precisamente porque el último modelo (el de reemplazo, iniciado en 1989) fuera
[muy] malo, sino porque aquellas actitudes demagógicas intrínsecas e inmanentes a los políticos que
abogan por el Estado de Bienestar terminaron por írsele en contra a Carlos Andrés Pérez en 1989 (5). «Cría
cuervos y te sacarán los ojos» dice el refrán, y la ruta que tomaron aquellos dirigentes de las organizaciones
bipartidistas no fue precisamente la más inteligente. La consecuencia de darle a la gente salud, educación,
deporte, comida y transporte ‘‘gratis’’ y hacerles creer que estos son sus derechos hasta el punto de que ya
no puedes mantener una fantasía de castillos sobre el aire, no es algo bueno, jamás lo será. ¿Para qué le
dices a la gente que le vas a dar algo si después se lo vas a quitar? Y peor aún: ¿Qué piensas que va a pasar
si se los quitas en un punto donde su poder adquisitivo se ha mermado en casi el 100%? Eso fue lo que
ocurrió en el muy conocido Caracazo.

Imagínate que por casi 30 años te hayan dicho que puedes tener muchas cosas de manera
supuestamente gratuita: Educación gratis, comida gratis, salud gratis… Gasolina regalada porque ‘‘nos
sobra el petróleo, ¿para qué vamos a pagar por ella?’’. Poco a poco, a consecuencia de la ineficiencia natural
de los servicios públicos, despilfarro de los recursos de los cuales se apropia el Estado y aumento
exponencial de la deuda, ya no se puede pagar nada de eso. El Banco Central, dominado por los políticos de
Acción Democrática, ‘‘decide’’ emitir mucho dinero para pagar ese gasto social del gobierno. Ese dinero va
a parar a la economía real, la gente lo repudia por ser muy abundante y no estar equiparado a la producción
que es posible comprar, es decir, la oferta monetaria supera con creces al consumo potencial. Entonces, el
bolívar pierde valor, tenemos inflación del 89% (6) y al mismo tiempo tampoco se puede seguir pagando el
gasto social porque el dinero ya no sirve para nada y seguimos en la situación anterior. De repente, te quitan
los derechos que te dijeron que tenías y además eres groseramente pobre —por el fiasco del bolívar— así
que tampoco puedes correr tú con los gastos. «Sin el chivo y sin el mecate», ¿te molestarías o no?
________________________________________________________________________________________________________________
5. Morgade, Alba. Qué fue "la masacre del Caracazo" hace 30 años y qué nos dice de la situación actual en Venezuela. BBC (2019).
6. Banco Mundial. https://data.worldbank.org/ > Inflation, GDP deflator (annual %) – Venezuela, RB.

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2. La perspectiva categórica
Pero ese pequeño resumen del Caracazo no es suficiente. Existen muchas tretas interiores y
resultados muy pobres durante la era democrática y especialmente durante los últimos años (por lo menos
en comparación a resultados previos) y que evidencian un desastre total en estas administraciones. Existen
varios ámbitos en los cuáles podemos obtener resultados de varios factores para aquellos años. Un día
discutí con un amigo y me dijo que era un error querer decir que aquellos años anteriores eran un desastre
por ‘‘sólo mencionar un agregado’’. En este caso, yo hablaba del estancamiento de la productividad nacional
durante cuarenta años desde 1958 hasta 1999 (7), y él decía que hubo muchos ‘‘logros’’ —que más adelante
veremos que no fue así— como la educación, la industrialización, la urbanización, entre otras cosas.

Él estaba en lo cierto, no puedo fijarme en solamente una sola faceta para decir que todo estaba mal.
Por eso no tomé una sección, sino que tomé diez. Con ello, concluí que:

A) La democracia fue un lastre para el desarrollo;


B) Muchas de las cuestiones por las que se le vitorea se basa en mitos bastante peligrosos.

Con esto reitero lo que afirmé primeramente: Los gobiernos democráticos no pudieron superar los
resultados que arrojaron los gobiernos militares —y eso per se está muy mal, ¿cómo no vas a poder superar
una dictadura?—. Estos últimos estaban haciendo casi lo mismo pero más barato, poniéndolo en términos
coloquiales. Ahora, para obtener estos resultados y además determinar la eficiencia de la economía bajo
ambos períodos políticos (de 1935 hasta 1957 y desde 1958 hasta 1999) desglosé los datos hasta alcanzar
10 categorías (en principio, pues se modificó), a saber:

1. Deuda y gasto público.


2. Formación de capital, formación de capital per cápita, eficiencia de formación y volatilidad.
3. Balance fiscal, brecha fiscal, interés, déficits y superávits.
4. Comercio internacional, importaciones y exportaciones por tipo de bien y variaciones.
5. Productividad per cápita y variación de los niveles de productividad.
6. Pobreza: % de la población por nivel de ingresos, y cantidad de personas por nivel de ingresos.
7. Precios: Inflación y precios de productos al mayor.
8. Productividad laboral por hora trabajada y variación de los niveles de eficiencia productiva.
9. Tipo de cambio: Tasa bolívar a dólar y depreciaciones + variaciones en el tipo de cambio.
10. Urbanización: Población urbana y aumento de la población urbana entre décadas.

Así, planteo una visión más holística de la realidad económica que existió y, de manera totalmente
merecida, se evidencia el por qué hubo una desaparición y reemplazo del sistema bipartidista partiendo
del colapso económico y empobrecimiento generalizado. Aunque, para ser honestos, a pesar de que el
reemplazo era merecido, no fue el ideal. La evidencia de esta anti-idoneidad dicha la vivimos ahora.
______________________________________________________________________________________________________________________
7. Los datos del economista Max Roser (2020) en base a los de Angus Maddison indican que el PIB per cápita se estancó (crecimiento de apenas 0.27% anual)
desde 1958 hasta 1999. Esto significa que de inicio a fin de la era democrática la productividad per cápita no creció mucho. En el caso de la productividad laboral
por hora laboral por hora trabajada, esta cayó un 20.01% desde 1958 hasta 1999. Esto indica que los demócratas devolvieron un ‘estado económico’ más
ineficiente que como lo encontraron, a pesar de estar 40 años en el poder. Se puede consultar: Roser, Max (2020). Economic Growth. Ourworldindata.

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3. La Venezuela Productiva que nunca existió
3.1. Productividad per cápita: 40 años de estancamiento
Fernando Spiritto (2018) menciona en el libro ‘‘La economía venezolana en el siglo XX: Perspectiva
Sectorial’’ un concepto que está arraigado en nuestro imaginario colectivo (8). Este concepto es el de la
Venezuela Productiva. En este escenario mental, el país sería lo que cualquier persona normal desearía
que fuere el suyo: Un país que produce y donde es posible generar oportunidades y bienestar para cada
residente en él. Muchos recuerdan a la Venezuela pre – chavismo como un paraíso en la tierra conocido por
distintos apodos nominales. Entre ellos tenemos, por mencionar algunos: La Venezuela Saudí, la Venezuela
Democrática, La Cuarta República, etc. y obviamente entre ellos está la Venezuela Productiva.

El problema es que, erróneamente al creer que existía producción petrolera, se creía que Venezuela
era productiva (9). La productividad de un país, en primer lugar, no es determinada por petróleo (ni por
ningún bien commodity en particular). Se puede determinar por la situación de las instituciones formales e
informales, la eficiencia del mercado laboral, la eficiencia de los mercados de bienes y servicios, la
estabilidad macroeconómica, la cualificación de la mano de obra, el bienestar general de la población, la
disponibilidad y acceso al capital, salubridad del sistema financiero, la adopción de tecnologías y la calidad
de la infraestructura, pero nunca se va a determinar por la existencia de un recurso u otro (10).

Cuadro 1 | Relación entre el puntaje en el Índice de Competitividad Global (versión 4.0, 2019) y el Ingreso
Nacional Bruto per cápita (escala logarítmica). Fuente: Schwab (2019)

Para probarlo, podemos ver esta correlación entre productividad nacional per cápita (escala
logarítmica para una mejor apreciación) y un índice que compila estos factores que mencioné.
_________________________________________________________________________________________________________________________
8. Spiritto et al. La economía venezolana en el siglo XX. Universidad Católica Andrés Bello. Primera Edición. (2018). p. 15
9. Ídem, p.9. El mismo Spiritto señala que para la producción del petróleo es necesario inversión en infraestructura y mucha inversión intensiva en capital así
como en mano de obra. El petróleo está en el subsuelo, es responsabilidad de los factores productivos sacarlo de ahí y comercializarlo.
10. Me refiero al Índice De Competitividad Global. Está diseñado para evaluar el estado de los factores que determinan los niveles de productividad y funcionan
como medidores explícitos e implícitos del bienestar. Puede consultarse en Schwab, Klaus. Global Competitiveness Report 2017 - 2018. World Economic Forum
(2017). p. IX y en Schwab, Klaus. Global Competitiveness 2019. World Economic Forum (2019) p. V

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Lo que determina la productividad de un país no es ni de cerca la abundancia de recursos naturales,
en lo absoluto. De ser así Suiza, Singapur, Hong Kong o Australia —por no mencionar a una lista enorme de
países carentes de recursos naturales— se hubieren fundido ya. Lo que determina la productividad es la
competitividad económica, esto es, el estado y calidad de los factores productivos e instituciones. Por
supuesto, entre los factores productivos no encontramos el petróleo. El petróleo, como recurso, depende
de la cadena de valor del petróleo depende de los factores productivos y no al revés, porque no cae del
cielo: hay que sacarlo de las entrañas de la tierra. Para eso se necesita personal profesional, capital —
maquinaria, equipos, instalaciones y recursos para preparar el terreno— e infraestructura... Luego para
obtener renta por él, hay que comercializarlo a través del mercado de bienes y servicios, por lo que se
necesita de una institución de calidad: el mercado. Por consiguiente, la producción petrolera —ni tampoco
la de ningún otro recurso primario— no es la que hace rico a un país, ni en primera ni en última instancia.

Existen países que se desarrollaron mucho más rápido y eficientemente apenas necesitando
recursos naturales y mucho menos de petróleo, como por ejemplo: Alemania, Singapur, Suiza, Luxemburgo,
Mauricio, Botsuana, Liechtenstein, Bélgica, Países Bajos, Malasia, China, Filipinas, Estonia o para no irnos
tan lejos, podemos mencionar a Chile o Panamá como ejemplos de países altamente productivos pero que
dispensan extensamente de sus commodities (bienes primarios) así que recargan todo en la industria que
crea valor añadido y en el sector servicios. ¿Y cómo le va a Venezuela con las reservas probadas más
grandes del mundo? (11) ¿Y cómo le fue con dos booms de precios pasando de 21.50$ a 55.10$ y de 55.10$
a 124$ por barril produciendo 3 millones de barriles diarios? (12). Sin contar el boom durante Chávez…

Cuadro 2 | Precios históricos del barril de petróleo tomando de referencia el West Texas Intermediate Spot,
cuyo valor en los booms se acerca a los de otras canastas. Fuente: MacroTrends.
____________________________________________________________________________________________________________________
11. CIA World Factbook. Country Comparison: Crude oil - proved reserves. Estimaciones a 2017: https://www.cia.gov/library/publications/the-world-
factbook/rankorder/2244rank.html *Venezuela posee 300 mil 900 millones barriles en reservas probadas, la más alta del mundo.
12. En el contexto de la crisis energética de los 70's y del embargo/bloqueo árabe (De la Unión Árabe: Egipto, Libia, Siria, Irak, Jordania, Arabia Saudí,
Argelia, Marruecos, Túnez, Kuwait y Pakistán) a Estados Unidos por su actuación en la guerra del Ramadán, se agravó la escasez de petróleo en dos ocasiones.
De Enero de 1973 al mismo mes pero en 1975 el precio del barril de petróleo crudo aumento el 156%, pasando de 21.50$ a 55.10$. Luego, de Enero de 1975 a
Mayo de 1970 el precio pasó de 55.10$ a 124.19$, aumentando 123%. Los dólares se ajustan a la inflación, estando a precios actuales o a dólar ‘‘de hoy’’. La
fecha de consulta fue el 15 de Diciembre de 2019 (15/12/19). Se puede consultar en: https://www.macrotrends.net/1369/crude-oil-price-history-chart

26
¿Y qué decir? A pesar del petróleo, el país estuvo y está mal. Para descifrar la pregunta de ‘‘¿Y cómo
le va a Venezuela?’’, sólo hay que ver el cómo estamos: 92% de pobreza, 20.1% de la población subnutrida
—cerca de 5 millones de persona— pero, a pesar de ser tan ricos en petróleo, la competitividad económica
de nuestro país lo ubica entre los 10 países menos competitivos del mundo, entre muchos países de la
África Subsahariana. ¿Y qué crees? La situación de subnutrición y la de pobreza estuvieron a niveles
similares hace exactamente 20 años. Cuando Chávez ascendió al poder también había hambre y mucha
pobreza. Los ‘‘cuatro millones de hambrientos de la Cuarta’’ no son un mito, fueron una realidad (13). Y
además de 4 millones de hambrientos, hubo cerca de 10 millones de pobres (14), de los que también
hablaremos en el próximo punto. Justo ahora, hablaremos de la situación de la productividad. Por el
momento, confórmese con observar esta gráfica donde se muestra la prevalencia de desnutrición.

Cuadro 3 | Prevalencia de la subnutrición en Venezuela desde 1999 hasta 2018. Fuente: FAOSTAT.

Ya sabido lo anterior, esto no es casual. Lo que permite que un país tenga desarrollo económico es
su productividad por una cuestión sencilla: Si existiera un máximo de redistribución de la renta donde los
ingresos fueran distribuidos de manera equitativa, cada uno de nosotros en 1999 hubiéramos tenido cerca
de 14.000$ anuales. El problema es que esto sería insostenible, pues sería difícil invertir capital en activos
productivos y perdurables. Mantener una empresa grande es imposible invirtiendo si quiera 14.000$. De
hecho, en un país normal 14.000$ se irían en consumo anualmente. En suma, además, está el hecho sencillo
de que no puedes ingresar riqueza inexistente ni tampoco puedes consumir cosas que no existen.

Ni siquiera se puede mantener una PYME invirtiendo en ella 14.000$ anuales, olvidándonos por
supuesto, de que tenemos que comer, vestirnos, pagar la casa, las reparaciones, transportes, gastos
imprevistos, impuestos, si estudiamos tenemos que pagar la educación, tenemos que comprar medicinas y
gastos médicos si nos enfermamos y muchas otras cosas con nada más 14.000$ anuales. Así que además
de enfrentarnos a un dinero insuficiente para la totalidad de nosotros, tendríamos que enfrentarnos a la
escasez que ocurrirá después porque al todos enfocarnos en consumir, nadie produciría o se produciría
muy poco. Así, aunque los pobres tuvieran más dinero a costa del sufrimiento de la totalidad de la población
en su conjunto, no podrían comprar nada después. Y de todos modos, ¿de dónde vas a sacar la riqueza de
tus ingresos si no la estás produciendo? Todo lo que es posible hacer está basado en la disponibilidad de
recursos así como en la capacidad de crearlos.
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13. FAOSTAT. http://www.fao.org/faostat/en/#country/236 > Undernourishment. Consultado el 15/12/19.
14. Roser y Ortiz - Ospina. ‘‘Global Extreme Poverty’’. Ourworldindata (2019) en base a la PovCalNet del Banco Mundial (2019). Se puede consultar en
https://ourworldindata.org/extreme-poverty en la sección ''The share of the world population relative to various poverty lines''

27
‘‘¿Cómo pretendemos recibir más riqueza si no generamos más riqueza?’’ Es la frase que resume de
manera sintética todo lo anterior. Este planteamiento es el mismo que sostiene el economista Juan Ramón
Rallo frente a la redistribución (16). La salida no se encuentra en que cada quién tenga más riqueza
distribuyendo la ya existente, donde recibiríamos una miseria de forma injusta y encima no podríamos
sostener este estado, porque renovar la riqueza sería imposible al ser consumidores devotos y no
inversores. La salida es que cada quién produzca más y obtenga más. ¿Estamos de acuerdo? Bien, ahora el
rollo es que tenemos otro problema. Si te enfocas en el título de esta sección, lo entenderás: ¿Y si te dijera
que la riqueza por persona que hubo en el país para 1999 era casi la misma que había en 1958?

Cuadro 4 | PIB per cápita real de Venezuela, en dólares internacionales de 2011. La serie va desde 1958 hasta
1999. Fuente: Roser (2020) (17).

El talón de Aquiles de los demócratas fue exactamente lo que se me criticó (hipotéticamente) al


principio: la productividad. Pero sin embargo y para su descontento, la productividad es lo que permite la
existencia de recursos que son posteriormente utilizables para consumir o invertir, así como es posible que
exista la disponibilidad ulterior de recursos susceptibles de consumo o activos susceptibles de inversión o
reinversión —y desde luego, de redistribución—. No se puede decir lo contrario por dos objeciones
centrales planteadas previamente. Ambas tenemos que recordarlas y tenerlas bien en claro. La primera es
que no se puede consumir lo que no existe y la segunda es que no se puede gastar lo que no existe.

Es totalmente necesario que antes de consumir se haya generado algo, o para comprarlo o para
poder gastar en aquello que se va a comprar. También es necesario que para aumentar los ingresos exista
una mayor cantidad de riqueza que proporcione esos ingresos. Ahora la pregunta es: ¿Y cómo sacas de la
pobreza a gente si no produces nada de riqueza? Y he ahí la cosa, lector. El estancamiento a largo plazo de
la productividad prevalece desde 1958 (40 años antes de la salida de la democracia, con la caída de Marcos
Pérez Jiménez), es decir, la riqueza que se creaba en 1958 era casi la misma que la que se creaba en 1999.
Los demócratas al irse dejaron casi los mismos niveles de creación de riqueza por persona que había
cuando entraron. Esta solo tenía un aumento del 11.75% —un pobre crecimiento del 0.27% anual—.
______________________________________________________________________________________________________________________
16. Charla ''La Renta Básica a Debate ''. Tiempo = 1:21:43 a 1:29:24. Extraído del canal Spanish Libertarian: https://www.youtube.com/watch?v=i8yg6g-uwqc
17. Roser, Max. Economic Growth. Ourworldindata (2020) en base a datos de A. Maddison. Se puede consultar en https://ourworldindata.org/economic-growth

28
Cuadro 5 | Variación interanual (con respecto al año anterior) del PIB per cápita desde 1958 hasta 1999.
Fuente: Roser (2020) (18).

Crecer el 11.75% durante 42 años de ejercicio democrático es igual a crecer 0.27% durante cada
año en promedio. No obstante, la mediana de variación interanual (esto es igual a lo que creció
generalmente el PIB per cápita durante todos los años de la era democrática) es de 0.88%, lo que todavía
es bastante pobre pero ligeramente más ‘‘rescatable’’. Pero cómo podemos observar, existe un punto de
quiebre empezado en 1978 y que no terminó sino hasta 1999. Eso desde luego si no contamos la
contracción de la productividad que hubo durante el año del Golpe de Estado de 1958. Venezuela tuvo
alguna vez entre 1975 y 1977 la productividad per cápita más alta de toda Latinoamérica (y una de las
más altas del mundo), en la llamada ‘‘Venezuela Saudí’’ llegando hasta los 19.529 dólares por cabeza (19).

Pero está claro que basar la riqueza de un país sólo en el petróleo no es exactamente lo mejor que
puede suceder. En la economía monorentista sólo se podía esperar un colapso, que finalmente sucedió y
desde 1977 hasta 1985 tuvo una caída absorta donde se acumuló una tasa de crecimiento negativo cercana
al 30%. La economía, pasados más de 20 años, jamás se recuperó. El PIB per cápita que hubo en 1975 era
de 18.484 dólares por persona, y el que hubo en 1999 era de 14.644 dólares por persona; 20.77% menos…
Los demócratas, a largo plazo, no pudieron sostener su propia burbuja de bienestar artificial.

¿Y cuál era la productividad per cápita de 1958? Pues, era nada más ni nada menos que de 13.104
dólares por persona, un 10.5% menos. Los niveles eran poco más que los de 1958, y eran inferiores a los
que había en 1963: 14.926 dólares por persona, un 1.92% más. Al decir que el problema de Venezuela lleva
20 años, aquellos quienes lo dicen se equivocan profundamente y cometen un grave error de ignorancia
incluso sobre la historia de su propio país. El problema lleva no 20, sino más de 60 (e incluso quizás 100,
dependiendo del análisis) años existiendo. Y esta crítica de la productividad no se quedaría aquí, sino que
se comparará con el némesis de los demócratas: las dictaduras y gobiernos militares.
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18. Roser, Max. Economic Growth. Ourworldindata (2020) en base a datos de A. Maddison. Se puede consultar en https://ourworldindata.org/economic-growth
19. Ídem. Consulte la sección de ''GDP Per Cápita over the long run - country by country''. Es preciso revisar el segundo panel interactivo.

29
Cuadro 6 | PIB per cápita real de Venezuela, en dólares internacionales de 2011. La serie va desde 1935 hasta
1957. Fuente: Roser (2020).

Retrocediendo al tiempo previo a los gobiernos democráticos, tenemos los gobiernos militares que
sucedieron a la caída de Gómez. Estos se compusieron por el gobierno de Eleazar López Contreras (1936 –
1941), Isaías Medina Angarita (1941 – 1945) e interrumpidos por el ‘‘trienio adeco’’ en el primer intento
de gobierno de los demócratas a través del mandato de Rómulo Gallegos (20). El presidente Gallegos fue
derrocado posteriormente por Carlos Delgado Chalbaud y Marcos Pérez Jiménez en 1948, quienes
instauraron una junta militar y disolvieron el congreso (21). Chalbaud fue asesinado en 1950, y desde
entonces Pérez Jiménez se hizo cargo de mandar a través del Estado Venezolano, primero dirigiendo la
junta y luego siendo presidente del país en 1952.

En esta época de gobiernos militares que va desde 1935 hasta 1957 hubo un crecimiento sostenido
de la producción per cápita de casi el 10% por año. Si somos precisos, en 1935 —año de la muerte del
general Juan Vicente Gómez y la subsecuente caída del gomecismo— había una producción per cápita de
4.079 dólares. En 1957 (último año que gobernó Jiménez y último año que hubo un gobierno militar) ya la
producción era de 13.451 dólares por persona. Ello representa un aumento exponencial de la producción
del 229% o de 3.29 veces. La producción, en 23 años, se triplicó. Salvo una excepción en 1942, sin contar
1947 pues era un período demócrata, esto fue un antes y un después en la historia moderna de Venezuela.

La diferencia entre ambos períodos es notoria: 229% de crecimiento vs. 11.8% para los finales de
ambas eras, y un crecimiento totalmente irrisorio del 0.27% anual contra uno del 9.98% anual, pues no es
para menos que un gobierno democrático pierda en el eje central de la economía contra una serie de
gobiernos militares. La ineficiencia es efectiva en ese sentido —que no será el único, pues recuerde que nos
quedan 9 categorías por resolver—, y a usted si quiere enterarse de la verdad le quedan 9 categorías más
por analizar aunque sean nada más los datos que hemos de aportar.
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20. Rómulo Gallegos fue el primer presidente elegido a través de la democracia representativa en Venezuela, en las elecciones libres de 1947.
21. Mencionado en ‘‘El trienio adeco (1945 – 1948) y las conquistas de la ciudadanía’’ por el historiador y jurista Rafael Arráiz Lucca en su edición de Editorial
Alfa (2011), Textualmente, el extracto del libro del historiador menciona que: ''El 4 de diciembre de 1948 fue publicado el decreto de «Disolución Ejecutiva del
Congreso Nacional y de las Asambleas Legislativas de los Estados»’’ confirmándose así el inicio del último período militar que hubo en Venezuela.

30
Pero no solamente podemos tomar que eran más eficientes por sus resultados en promedio en
productividad durante el período, sino también por los resultados generales de la productividad. Bien
podrían decir que los promedios son engañosos, poniendo el clásico «ejemplo del pan». Este nos dice que
si usted tiene 2 panes y yo tengo 0, en promedio hay 2 por persona. Entonces, usted comerá tranquilamente
y yo me moriré de hambre. Sin embargo para tomar los valores atípicos y contabilizarlo para anular este
efecto que no puede hacer el promedio, utilizamos la mediana —que es lo que vimos previamente con la
gráfica anterior—. Si usted tiene dos panes y yo tengo 0, la mediana indica que hay un pan por persona. Si
usted tiene 5 panes, Juan tiene 0, María tiene 0, Samuel tiene 0 y yo tengo 0, la mediana arrojará 0.

Cuadro 7 | Variación interanual (con respecto al año anterior) del PIB per cápita desde 1958 hasta 1999.
Fuente: Roser (2020) (22).

La mediana es perfecta para deflactar los valores atípicos porque busca el valor central (23) y aun
así, podemos contar la cantidad de años con crecimiento negativo. En la era democrática hubo 18 años con
crecimiento negativo —el 42.85% del tiempo— mientras que en la era de los gobiernos militares hubo 4
años con crecimiento negativo, que es el 18.18% del tiempo. Además, la mediana de crecimiento durante
la época de los militares fue de 5.93% anual, mientras que la de los demócratas fue del 0.88%.

Es decir, durante las administraciones de los gobiernos militares el crecimiento anual típico fue 6.73
veces mayor que durante las administraciones demócratas. Aunado a este dato, el hecho de tener
crecimiento negativo en la era democrática era el doble de frecuente (2.35 veces) que en la época de
gobiernos militares. La eficiencia, diría yo, es claramente mesurable y absolutamente distinguible entre
ambos períodos. Sin embargo esta no es la única forma en la que se puede medir la eficiencia productiva
y/o la productividad, pues hay una donde los demócratas quedan todavía peor parados. Existe otro
indicador para reflejar la eficiencia productiva aún mejor: la productividad laboral por hora trabajada.

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23 Roser, Max. Economic Growth. Ourworldindata (2020) en base a datos de A. Maddison. Se puede consultar en https://ourworldindata.org/economic-growth
24. Ángel Gutiérrez, José. La correcta utilización de los promedios. Revista Universidad EAFIT #31, (2012). Págs. 77-86. Página 6 dentro del mismo artículo. Se
puede consultar en: http://publicaciones.eafit.edu.co/index.php/revista-universidad-eafit/article/view/1249

31
3.2. Productividad laboral: Producción aniquilada en democracia
Este indicador toma las horas laboradas al año y divide lo producido entre el tiempo que se trabajó
para producir tal cosa. Esto muestra la eficiencia productiva directa. Si produces más con la misma
cantidad de tiempo, se es más eficiente produciendo. En cambio, el PIB per cápita lo podemos dejar aparte
para ver cuáles son las posibilidades de bienestar de la población en general tomando esa renta ‘‘media’’,
como se mencionó al principio. El punto es que en ninguno de los dos casos los demócratas quedan bien.

Cuadro 8 | Productividad por hora trabajada en Venezuela. Serie de 1950 hasta 1999. Fuente: Roser (2020)
basado en Feenstra et al. (2015) (23).

El cuadro 8 demuestra esto de forma bastante clara. Los demócratas tuvieron bajo su
administración el mejor desempeño productivo desde 1957, como también tuvieron el peor. El (otro)
problema es que al término de la era democrática en 1999, la productividad que entregaron fue
sustancialmente peor que la productividad que recibieron: la productividad laboral por hora trabajada
había caído nada más ni nada menos que el 20%.

A la salida contable de la dictadura militar —que tomo en 1957 pues el Golpe de Estado que acabó
con Marcos Pérez Jiménez en 1958 fue dado el 23 de Enero, por lo que no hubo tiempo para él de ejercer
el poder durante tal administración nada más ‘‘gobernando’’ 23 días— la productividad era de 11.39
dólares la hora. A la salida de la era democrática (y siendo generosos contándoles el repunte de 1999) ya
esa productividad era de 9.11 dólares la hora. Si contásemos el último año como 1998, la caída sería del
23% ya que la productividad laboral fue de 8.73 dólares por hora trabajada. Teniendo en cuenta que los
demócratas gobernaron 40 años, ellos en vez de devolver una Venezuela Productiva, donde la
productividad de la fuerza laboral valiera y donde cada vez fuéramos más eficientes produciendo —como
asumo que muchos hubiéramos querido— devolvieron una Venezuela cuya productividad estaba a niveles
inferiores que cuando tomaron por la fuerza el Estado Venezolano un 23 de Enero de 1958.
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23. Roser, Max. Economic Growth. Ourworldindata (2020) basado en datos de Feenstra et al. (2015) para la Penn World Table 9.1. Se puede consultar en
https://ourworldindata.org/economic-growth Revisando la sección ''Productivity - Output Over Time''

32
Ahora podríamos comparar 3 cosas fijándonos en las comparaciones que hice con la productividad
per cápita. Podemos comparar el crecimiento de la productividad por época, su promedio, su mediana, el
crecimiento anual y los años que tuvo números en rojo. Al contrario de cómo veníamos anteriormente,
pasaremos colocando primero la variación interanual de la productividad del último gobierno militar para
luego proseguir con la de los gobiernos democráticos, y al final pasaremos por colocar las herencias que
dejó cada era para finalizar con este bloque.

Cuadro 9 | Cambio de año a año en la productividad por hora trabajada en Venezuela. Serie desde 1951 hasta
1970 Fuente: Roser (2020) basado en Feenstra et al. (2015) (24).

Lamentablemente, por falta de datos no podemos obtener las variaciones que van desde 1936 hasta
1950, pero sí podemos contabilizar lo que tuvo el último gobierno militar. Partiendo de esta disponibilidad
de datos, tenemos 7 años de ejercicio para el último gobierno militar y 13 años de ejercicio para los
gobiernos democráticos que le siguieron en el lapso de tiempo inmediato (desde 1958 hasta 1970). La
mediana de variación interanual para el último gobierno militar era de 6.56% interanual, con un
crecimiento promedio del 7.27% y un crecimiento total del 50.9%.

Poniendo en contexto, esto se debió en gran medida al gran empuje petrolero y a la diversificación
de los activos productivos que hubo en Venezuela, dado que desde la Ley de Hidrocarburos de 1943 se
estaban haciendo concesiones petroleras a empresas privadas con mejores condiciones de negociación
(como la de transferir tecnología de punta a la economía), y a cambio el Estado Venezolano recibía ingresos
para invertir en infraestructura (25). Los privados también generaban ingresos y generaban un
encadenamiento de valor ya que debemos recordar que el petróleo está en el suelo, pero debemos sacarlo.

En muy buenas condiciones de los factores productivos para lograr esta hazaña, se tenía una buena
senda de desarrollo que también estaba determinada por el aumento de la esperanza de vida y también
por el desarrollo del sector energético. Para darnos una idea del potencial que vez tuvo nuestro país, en los
50’s Venezuela competía con Estados Unidos, Suiza y Reino Unido como la nación más rica del mundo (26).
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24. Roser, Max. Economic Growth. Ourworldindata (2020) basado en datos de Feenstra et al. (2015) para la Penn World Table 9.1. Se puede consultar en
https://ourworldindata.org/economic-growth Revisando la sección ''Productivity - Output Over Time''
25. Spiritto et al. La economía venezolana en el siglo XX. Universidad Católica Andrés Bello. Primera Edición. (2018). p. 191
26. Ídem, p. 56

33
La cosa llegaba a tal punto que Venezuela fue en cierto momento una referencia para la industria
mundial, en especial para el comportamiento de los agentes dentro de las multinacionales petroleras. Por
ejemplo, un ejemplo era que ser líder de operaciones en Venezuela de una compañía podía ser considerado
una antesala o bien para ser presidente de la compañía, o bien para ser miembro del comité de dirección
de la compañía a nivel global. Esto significaba que Venezuela era un catalizador, un gran imán de talentos
a nivel mundial —cosa reflejada también con la inmigración—, lo que significa que esto no solamente se
limitaba a la industria del petróleo. También se sabe que existió un período de venezolanización de los
cargos ejecutivos, donde no solamente las empresas estaban dispuestas a traer a su mejor personal a dirigir
la compañía, sino también a formar profesionales de Venezuela para dirigir la compañía (27).

Venezuela fue, en su momento, un hegemón que competía con otros países que eran potencias. En
cambio, en el período inmediatamente posterior a la caída de los gobiernos militares con el término de la
dictadura de Marcos Pérez Jiménez hubo una fuerte desaceleración del crecimiento de la productividad
laboral. Mientras que la mediana de variación —o crecimiento general— de 1951 hasta 1957 fue del 6.56%
anual, la mediana de variación en los 13 años de ejercicio siguientes (1958 – 1970) cayó al 2.86% anual, es
decir, la capacidad de crecimiento en el tiempo inmediatamente después —regido por los demócratas— a
los militares había caído en un 50%.

Sumado a ello, mientras que todos los años en el primer período poseían un crecimiento positivo,
es decir, aproximadamente el 23.03% del tiempo hubo crecimiento negativo durante el período 1958 –
1975. Mientras que de 1951 a 1957 no hubo ningún momento con números en rojo (0 de cada 10 veces),
de 1958 a 1975 los hubo en tres ocasiones (2 de cada 10 veces). Esto no mejoró ni mucho más en los años
siguientes. ¿El motivo? La alta dependencia económica de una decadente industria petrolera (ver sección 5).

Cuadro 10 | Cambio de año a año en la productividad por hora trabajada en Venezuela. Serie desde 1975 hasta
1999 Fuente: Roser (2020) basado en Feenstra et al. (2015) (28).
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27. Spiritto et al. La economía venezolana en el siglo XX. Universidad Católica Andrés Bello. Primera Edición. (2018). p. 55 - 56
28. Roser, Max. Economic Growth. Ourworldindata (2020) basado en datos de Feenstra et al. (2015) para la Penn World Table 9.1. Se puede consultar en
https://ourworldindata.org/economic-growth Revisando la sección ''Productivity - Output Over Time''

34
En efecto, el segundo período de los demócratas fue la segunda peor cosa que le pudo pasar a
Venezuela además de la llegada de Chávez. De ahí el nombre de la segunda mayor plaga. Desde 1975 hasta
1999 tenemos 25 años efectivos de ejercicio que podemos contar, ¿cierto? En este período, 15 años fueron
de caída continua en la productividad laboral por hora trabajada. Esto es el 60% del tiempo. También se
puede interpretar de manera totalmente válida como que 6 de cada 10 años donde gobernaron los
demócratas hubo una caída de la productividad laboral, y a esto se le agrega el que ya la mediana no era de
2.86% como desde 1958 hasta 1975, sino que el crecimiento de la productividad laboral, en general, era
negativo: la mediana de variación era del -2.83% anual. El número de años en rojo superaba al número de
años donde hubo incremento de la productividad: 15 años vs. 10 años (60% del tiempo mal y 40% bien).

De los 15 años en la era democrática donde hubo caída de la productividad laboral, en 3 ocasiones
la caída pasó el piso del 10%. En 10 ocasiones, la caída superó el 5%. En cambio, como pudimos apreciar,
de los 10 años donde hubo crecimiento positivo solo uno pudo superar el aumento del 5%. Ninguno pudo
superar la barrera del 10%. De hecho, en 4 de los 10 años donde hubo crecimiento positivo, este
crecimiento ni siquiera logró pasar el 2% anual. A la postre, la herencia que dejó cada época tiene una clara
diferencia, puesto que los resultados de los demócratas sobre el eje central de cualquier economía
mínimamente respetable (es decir, algo tan básico como la producción) son risibles —como si ya no lo
fueran en este punto—.

Cuadro 11 | Herencia de cada era tomando en cuenta los últimos 7 años de cada una (1951 - 1957 y 1993 - 1999).
Crecimiento de la productividad laboral por hora trabajada. Fuente: Roser (2020) basado en Feenstra et al. (2015) (29).

La mediana de variación interanual de los últimos años del último gobierno militar —la dictadura
de Pérez Jiménez— fue del 6.56%. Esa fue la herencia de la eficiencia productiva que dejó. El 100% del
tiempo (7 de los 7 años) los números eran positivos. Esto no ocurrió con los demócratas, pues su mediana
de variación —recordemos que es lo que creció la productividad en general— fue del -3.78% interanual.
Como si no fuera suficiente, casi todo el tiempo el país estuvo en crisis por la caída de la productividad.
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29. Roser, Max. Economic Growth. Ourworldindata (2018) basado en datos de Feenstra et al. (2015) para la Penn World Table 9.1. Se puede consultar en
https://ourworldindata.org/economic-growth Revisando la sección ''Productivity - Output Over Time''

35
En los últimos 7 años de la era democrática, esa muy extrañada por muchos (principalmente los que
no sufrieron las consecuencias), el 71% del tiempo la productividad estaba en números rojos. De ahí que
lógicamente esta cayera de forma constante dando como resultado la mediana de -3.78% para el
‘‘crecimiento’’ de casi todo el período. Esto es algo asimilable a que 2 de cada 3 años en los últimos años 10
años de democracia había una caída. En efecto y ya todo dicho y demostrado, la herencia de la democracia
fue un país con su aparato productivo destrozado, resultado de políticas muy similares a las actuales.

3.3. Las oportunidades desechadas «made in democracy»


De acuerdo a Straka (2018), Venezuela llegó a ser el primer exportador y segundo mayor productor
de petróleo del mundo. Esos puestos le valieron desde 1928 hasta 1960, donde perdió su posición (30). Esto
apuntaría a que los demócratas ni siquiera pudieron mantener el modelo rentístico petrolero que sostenía
el Estado de Bienestar que implementaron y la monstruosa cantidad de empleados públicos que mantenían
(desde luego, con salarios siempre por encima de su valor). ¿Y cómo no? Esa renta que les permitió pagarse
sus sueldos, pero fue una renta que no pudieron —o que viendo los hechos, no quisieron— reinvertir.

Los demócratas no lo hicieron ni sembrando el petróleo debida a la alta dependencia que tuvo el
país del bien en los años posteriores e incluso hasta hoy, que de hecho, se refleja que uno de los grandes
problemas fue la gran dependencia de la renta petrolera (31) ni tampoco elevando la competitividad de la
industria petrolera interna para mantener el estatus que se tuvo alguna vez, ese que perduró hasta 1960.

No fue solamente un pobre crecimiento en la productividad por persona para todo el período, sino
que la productividad real que producíamos por hora que se trabajaban había caído. Eso incluso a pesar de
que duraron 42 años en el poder. Eso… a pesar de haber tenido el goce de disfrutar 2 booms de precios del
petróleo. Incluso aunque el Estado —que ellos dirigían— obtuviera una participación en la renta petrolera
cada vez más grande, pasando del 50/50 (1943 – 1957) hasta nacionalizar por completo en 1973 con la
última ley de hidrocarburos hasta entonces (32), teniendo el absoluto control.

Aunque manejaron toda la renta petrolera existente y a pesar que durante este mismo período
hubieran dos aumentos descomunales de precios… Los recursos padecieron de la ineficiencia de la
administración democrática —un mismanaging— total. Incluso el mercado internacional estando a favor.
Nada de eso importó para que devolvieran la producción peor de lo que encontraron, aun teniendo a los
capitales internacionales a las puertas, queriendo invertir y modernizar… (33) A pesar de que durante su
período de gobierno se creó el 60% del cuerpo corporativo doméstico existente hasta la fecha (34). A este
período Straka le denominó como la ‘‘era de oro de la empresa venezolana’’ (35) —que en realidad era todo
lo contrario—. Straka le llamó así debido a que el Estado (de manera evidentemente fallida) quiso inflar al
sector privado de una manera poco competitiva. ¿Cómo lo hicieron los demócratas? Precisamente como no
lo hicieron los militares, a pesar de que estos ya eran lo suficientemente intervencionistas. Políticas
proteccionistas (que derivó en una colusión centrípeta Estado – Sector Empresarial), estimulación a base
de subsidios y la marca de ‘‘hecho en democracia’’: Una política totalmente disparatada y sinsentido que
resultó en un absoluto desastre. Hablamos de la política de sustitución de importaciones en los 60’s (36).

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30. Spiritto et al. La economía venezolana en el siglo XX. Universidad Católica Andrés Bello. Primera Edición. (2018). p. 33
31. Ídem, p. 43
32. Ídem, p. 44
33. Ídem, p. 40
34. Ídem, p. 44
35. Ídem, p. 43
36. Ídem, p. 43 – p. 45, p. 134 - p. 136

36
Aquello que intentaron hacer les salió totalmente mal, un «tiro por la culata», a pesar de que bien
tuvieron la oportunidad de no hacerlo, o bien tuvieron suficientes recursos (¿hay que recordar que tuvieron
el barril de petróleo a 124$?) como para invertir en algo que si diera resultado. Primero que todo hay que
entender algo. Straka dice que en ese tiempo existía el ‘‘anhelo de modernidad’’ y de tener un ‘‘capitalismo
propio’’ y de hecho, le llamó al Estado que tuvo lugar entre 1958 y 1999 como un Estado Capitalista (37). En
el sentido que lo llamó —esto es, un Estado que hacía el rol de capitalista— es correcto. Pero esto se puede
prestar a confusiones y hay que aclarar que no existió nada más anticapitalista en la historia venezolana
que este sistema iniciado en 1958… salvo claro, el Estado que tenemos actualmente. Como señaló el mismo
historiador, se estableció una serie de políticas que consistían en ‘‘proteger la industria nacional’’ pero que
con esto, se estaban cargando por completo el sentido del capitalismo.

1. Proteger la ‘‘industria nacional’’ con sustitución de importaciones viola el derecho de propiedad


privada, cosa que es contraria al capitalismo. Ello debido a que impide que un propietario pueda
transferir su capital a otra persona libremente. Si se impide la entrada de un producto extranjero se
está limitando la capacidad de una persona para hacer lo que le dé la gana con su propiedad, en tanto
no puede transferir esta propiedad a quien desee. He señalado previamente refutando al Dr. José G.
Vargas que impedir la entrada de capital y de bienes y servicios a través de la importación no promueve
la desintegración económica ni local, ni regional, ni tampoco es equivalente a menor producción interna
ya que los países que presentan mayor apertura comercial y liberalización económica no tienen menor
crecimiento ni tampoco desintegran su estructura económica, sino que ocurre al contrario (38).
2. Proteger la industria nacional a través de subsidios al sector privado revienta el dinamismo intrínseco
de competencia a la propiedad privada de los medios de producción. Algo señalado (39) es que si yo
tengo la propiedad de los medios de producción, tengo derecho a vender lo derivado de la posesión de
esta propiedad. Pero así como yo tengo derecho a vender mi producción, todos los demás también
tienen derecho a hacerlo. Así, se origina la competencia con la posesión descentralizada de la propiedad
privada de los medios de producción con agentes distintos poseyendo estos medios. Cada quien
produce, cada quien vende y, en tanto varios venden, deben competir para persuadir al consumidor de
comprar. En cambio con los subsidios al sector privado se promueve la competencia desleal, cosa que
naturalmente es anticapitalista ya que se está beneficiando injustamente a un actor por encima de otro
a través del poder político, en este caso por un sesgo donde la nacionalidad determina quién debe ganar
y quién debe perder. El apoyo de la máquina coactiva llamada Estado puede decidir quién entra y quién
se va, ahuyentando y prohibiendo la actividad extranjera en favor de la nacional.
3. En términos políticos y económicos (porque para explicar usaré un poco de ambas cosas), estas
políticas proteccionistas implican un nexo de colaboración Estado – Sector Privado. En este caso, el
nexo significa un apoyo del Estado al Sector Privado Nacional para favorecerlo frente a agentes
extranjeros. En tanto exista este nexo de colaboración donde el Estado protege a los grupos de
empresarios, existen posibilidades de colusión y consecuentemente de corrupción. Alguien debe
preservar este nexo y hay quienes deben negociar para mantenerlo. Y si hay negocio entre una máquina
poderosa como el Estado y los empresarios —quienes buscan maximizar sus beneficios reduciendo sus
costes— nada impide que esto genere incentivos perversos para que estos últimos se aprovechen del
Estado. Al final, ¿no es el Estado quien les está protegiendo? Está el poder político protegiendo a un
grupo selecto de hombres de negocios…Protegiéndolos de la competencia y apoyándolos políticamente
(impidiendo por la fuerza que entren competidores) y financieramente (dándoles subsidios).
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37. Ídem, p. 45
38. Lárez, Pedro. Globalización, cooperación, competencia y desarrollo: mitos sobre la globalización y el liberalismo (parte I). This Is Silicon Valley (2019).
39. Rallo, Juan Ramón. Las regulaciones y los lobbies están matando al capitalismo. El Confidencial (2019).

37
4. Por último, las políticas proteccionistas ponen a los consumidores a merced de empresarios
prebendarios así como a la economía a dinámicas de producción y distribución ineficientes. Ello porque
como indica el economista JR. Rallo (40), la ayuda a la ‘‘industria nacional’’ es para compensar las
desventajas competitivas que presenta esta misma industria. El Estado favorece a las empresas más
ineficientes nada más porque son domésticas, porque son empresas hechas en Venezuela, sin al Estado
importarle para nada si esto es bueno o malo para los nacionales que consumen productos de las
empresas ineficientes que «sin esteroides» (subvenciones, rescates o protecciones) no conseguirían ser
mejores que las empresas extranjeras, ni sus productos.

Como dice Rallo (2011): ‘‘Un Estado mínimo no tiene que dedicarse a arrebatarles violentamente su
dinero a los contribuyentes para entregárselo a empresas que no han hecho nada para obtenerlo por medios
voluntarios en el mercado: son los contribuyentes, en su papel de consumidores o inversores, quienes deben
decidir si los bienes y servicios que les ofrecen los distintos planes empresariales son merecedores, o no, de su
capital. Si lo son, el Estado será innecesario para hacerles llegar esos fondos’’ (41). Además, que algo sea
nacional no significa que esto sea necesariamente bueno. De hecho es económicamente irrelevante si es
nacional o no. ¿Qué necesidad hay de proteger a una empresa si los consumidores desean los productos de
esa empresa y entonces decantarán por preferirlos y adquirirlos? Ninguna, porque tiene voto de mercado.

Simplemente es innecesario porque la eficiencia de esa empresa se determina por su estructura


organizativa, y su competitividad se determina por cuanto sea capaz de vender. Si necesita ayuda, esa
empresa no merece que le compremos pues nosotros pagamos el coste de su ineficiencia. Sufrimos la
externalización de su baja competitividad. El chiste es que nos sirvan y nosotros les compremos, no que
nosotros hagamos de servidores. Entonces vendrá otra que sí lo merecerá y le compraremos. Pero… ¿Y
cómo llega una empresa a la que podamos preferir frente a una más ineficiente si el Estado evita que esta
primera llegue al mercado por las políticas proteccionista? He ahí la disfuncionalidad del cuento del
capitalismo propio. No existe tal cosa como capitalismo propio. La propiedad privada es un derecho natural,
universal y ecuménico para todas las personas del mundo. Los venezolanos no tienen la propiedad privada
—ni personal ni de bienes de producción— por ser venezolanos, sino por ser personas. No es un nacional
el que tiene capital, es una persona quien tiene capital.

Lo mismo pasa con los estadounidenses, panameños, chilenos, colombianos y muchos otros
nacionales de otros Estados. ¿Diría usted que es capaz de negarle la propiedad privada y de hacer lo que
quiera con ella a alguien por ser nigeriano? ¿O por ser negro? ¿O por ser blanco? ¿Por ser pobre? ¿Por ser
mujer? ¿Por ser hombre? Esto sería un criterio discriminatorio donde se le niega la propiedad a una
persona en función de sus atributos característicos, cosa que quiebra el principio del derecho a la
propiedad privada así como de igualdad ante la ley (v. isonomía), que a su vez quiebra la caracterización
del capitalismo y que, por ende, hace terminar de hacer explotar a la fábula de un ‘‘capitalismo nacional’’.

Este criterio discriminatorio fue precisamente el aplicado por los demócratas a través del
proteccionismo y el paternalismo de papá Estado proveedor, incluso a empresarios. Si ellos no van a
invertir, ¿entonces por qué les llamamos empresarios? ¿Un empresario necesitando plata que pagamos
todos para levantar su proyecto? Que se sepa, desde el principio del capitalismo el capitalista era
precisamente el titular de los bienes de capital. Si hay que darle todo en la mano para que haga, entonces
ya no es un capitalista; ya no es un empresario. En vez de llamarlo empresario, deberíamos llamarlo
parásito. Ahora, existen pruebas que demuestran que estas políticas proteccionistas no funcionaron.
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40. Rallo, Juan Ramón. Una revolución liberal para España. Deusto (2011) pp. 113 – p. 118
41. Ídem, p. 115

38
Siguiendo a Morales La Paz (2018) (42) podemos obtener una perspectiva histórica del desglose
entre la producción petrolera y la producción no-petrolera. Pues bien, veremos que la actividad no
petrolera creció de manera estable, constante y alta antes del ascenso de la ‘‘era de oro de la empresa
venezolana’’, como diría Straka. Igualmente pasó con la actividad no petrolera, es decir, con el conjunto de
actividades diversas que llevaría el sector empresarial. De hecho, antes de la llegada de la democracia y de
la implementación de las medidas proteccionistas subsecuente, tanto la actividad petrolera como la
actividad del sector no petrolero fueron decentes. Después, ambas cayeron fugazmente.

Los datos parecen indicar que, más bien una vez ascendió el corporativismo proteccionista y la ‘‘era
de oro de la empresa venezolana’’, la actividad económica cayó súbitamente frente a la de tiempos tanto
lejanamente pasados como inmediatamente previos. La actividad económica no petrolera crecía en los
gobiernos militares oscilando entre el 27% (1925), el 29% (1936) y el 20% (1947) en sus puntos máximos,
con una caída del 20% en 1932 y otra del 6% en 1941. En 1956, tuvo un crecimiento del 15%. En la era
democrática no se vio otra vez un crecimiento de la actividad no petrolera que superara el 10%, ni siquiera
en los años más prontos a 1956. No se vio de nuevo sino hasta, curiosamente, la era Chávez.

Cuadro 12 | Crecimiento de la actividad económica del sector petrolero y no petrolero de Venezuela 1921 –
2017. Fuente: Morales La Paz (2018).

Lo resumo: En la teoría, las políticas proteccionistas son profundamente antieconómicas y más bien
solo favorecen a las empresas más ineficientes que hay, que pueden o no volverse eficientes. Si quisiéramos
aplicar el proteccionismo en el futbol, esto sería como querer quebrarle la pierna a Cristiano Ronaldo para
que no juegue y así favorecer a los futbolistas menos talentosos (o más ineficientes). Tanto en el futbol como
en la economía, dejar a los agentes menos competitivos —sean ello por improductivos, tener una
organización pésima, por crear poco valor, entre otras cosas— y quebrarle la pierna a Cristiano Ronaldo
no nos va a beneficiar. Todo lo contrario, nos hace daño: nosotros disfrutamos de buenos partidos de futbol
y excelentes productos a precios razonables, sin importar de donde vengan (China, USA, de aquí, y así). En
la práctica, los datos arrojan las políticas proteccionistas no ayudaron al desarrollo, sino que incluso
pudieron haberlo impedido. Esto ya que una vez inició la era democrática, no se vio un crecimiento similar
a períodos anteriores, incluso nada más pasara dos años desde que se tuvo un crecimiento del 15%.
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42. Spiritto et al. La economía venezolana en el siglo XX. Universidad Católica Andrés Bello. Primera Edición. (2018). p. 73

39
Para nuestra sorpresa, Guzmán Mirabal (2018) apunta a que la llegada del poder de Carlos Andrés
Pérez (1974 – 1979) trajo una aceleración de la política de la sustitución de importaciones (43). El abogado
e historiador escribe: ‘‘Con la llegada de Carlos Andrés Pérez a la presidencia de Venezuela (1974 - 1979) llega
también una nueva estrategia industrial, caracterizada como una versión acelerada de las políticas de
sustitución de importaciones de los gobiernos anteriores. Sus principales objetivos incluían el uso racional de
los recursos naturales con el fin de reducir la dependencia de la materia prima e insumos importados, la
«integración horizontal» del parque industrial de la nación y la transferencia de actividades industriales de
zonas urbanas a áreas menos desarrolladas’’.

Ahora, si hemos sido atentos, sabemos que entre estos años (1974 – 1979) es donde precisamente
empieza la debacle económica enormísima del país. De hecho, 1975 es el año donde la actividad económica
no petrolera cae y esta entra en recesión hasta 1984 (cuadro 12). Desde 1975 hasta 1986, se acumula una
caída en la productividad laboral por hora trabajada del -37.90% (cuadro 10) y la acumulación del lastre
al PIB per cápita alcanzó el -13.83% (cuadro 5). Si bien la política de sustitución de importaciones no pudo
haber causado por sí sola (es decir, sin problemas subyacentes) esta caída de la productividad —a pesar de
las justificaciones que hemos dado hasta el momento— las ironías de la historia son curiosas. Justamente
cuando se acelera la implementación de esta política, la productividad nacional y la actividad económica de
los sectores protegidos por la estrategia de Carlos Andrés Pérez se vuelve un desastre. Si no lo causó, por
lo menos se demostró que la sustitución de importaciones no ayudó para absolutamente nada para evitarlo.

Sin embargo, es dudoso que la sustitución de importaciones no haya causado baja productividad.
Banko (2018) señala que el proteccionismo estatal —naturalmente derivado de la política de sustitución
de importaciones— contribuyó a crear fragilidades en la dimensión empresarial. Esto debido a que sin el
ala protectora del Estado, el sector empresarial no sabía cómo competir ante el mundo (44), ya que al
necesitar ayuda para competir, se subsidian modos de producción ineficientes que solo pueden existir
gracias a la protección del Estado (45). Esta cuestión no solamente evidenciaría que se estaba exponiendo a
los consumidores de manera innecesaria a un sector empresarial rapaz e ineficiente, sino que el
proteccionismo empeoraba la capacidad de las empresas de competir y desenvolverse. Esto pese a que,
supuestamente la sustitución de importaciones ‘‘trajo beneficios al desenvolvimiento industrial’’.

Para nosotros, a la vista de los datos de, a saber: PIB per cápita, productividad por hora laboral
trabajada y actividad económica; así como del rendimiento inferior en todos los aspectos de la era
democrática versus la de los gobiernos militares (cuya especialidad era atraer capitales extranjeros y
favorecer el comercio internacional) al igual que también del empeoramiento del rendimiento productivo
y de los sectores económicos a medida que la sustitución de importaciones se hacía más intensiva, estos
‘‘beneficios’’ o estuvieron extremadamente mermados, o simplemente fueron inexistentes pues no se
cumplieron. Con estos hallazgos podríamos decir no solamente que los demócratas no aprovecharon las
oportunidades únicas en nuestra historia que se les presentaron, sino que las despreciaron. Y no
bastándoles con ningunear a tales oportunidades, decidieron tomar las peores acciones posibles que se les
ocurrieron, tal y como si destruir el país fuera su profesión. Ellos mismos no solamente no hicieron lo que
debían hacer, sino que hicieron lo contrario a lo que tenían que hacer. Abrieron paso a la ruina económica
de Venezuela y cavaron su propia tumba política que, convertidas las acciones en descontento, y ese
descontento transformado en votos en 1999, terminó siendo nuestra devastación política, económica y
social. Esto que vemos en 2019 es simplemente un engendro que llevaba 43 años gestándose hasta 1999.

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43. Ídem, p. 220
44. Ídem, p. 144
45. Rallo, Juan Ramón. Una revolución liberal para España. Deusto (2011). p. 115 - p.116

40
4. Una Venezuela cada vez más empobrecida
La consecuencia natural de una Venezuela cada vez menos productiva es una Venezuela cada vez
más empobrecida. No se puede esperar a gente más rica con gente menos productiva y factores más rotos
y descuidados. No se puede esperar gente más rica con más inflación —y por tanto un pueblo con menos
poder adquisitivo—. Y, no podemos esperar a una nación más rica con una nación cada vez más endeudada.
El resultado es que la Venezuela recibida por Chávez era un ‘‘paraíso social’’ a lo Mad Max.

No tanto como hoy, no tan mal como ahora por supuesto, pero convengamos en que tener 4 millones
de personas con subnutrición (46) no es precisamente un logro… Aunque posiblemente para los demócratas
si lo haya sido. Tal vez el único record que tuvieron. En el caso de los datos que se preservan de Venezuela
para el siglo XX, se tienen los años finales. En los términos a los que nos vamos a referir, tenemos tres caras
para dimensionar la pobreza en la Venezuela que existió en los últimos años de la era democrática.

1. La Venezuela Hambrienta
2. La Venezuela Pobre
3. La Venezuela Devaluada

Teniendo en cuenta que teóricamente todos nosotros somos integrantes de una nación llamada
Venezuela, y que para caracterizarla tenemos que tomar perspectivas generales de la nación, prosigo con
una explicación de las facetas de Venezuela durante finales del Siglo XX. Recuerde que cada una representa
una faceta o característica del empobrecimiento generalizado que tenía lugar en los últimos años de la era
democrática. Por consiguiente, debe saber que esa faceta muestra un lado de lo que fue Venezuela, es decir,
la ciudadanía y sus vivencias. También, si se prefiere, Venezuela es cada persona que vive en Venezuela.

La Venezuela Hambrienta refleja las características de la dimensión alimentaria de la población


venezolana durante finales del Siglo XX. Se toma en cuenta el déficit alimentario, la cantidad de personas
sub-nutridas y la seguridad alimentaria, especialmente la infantil. Esta Venezuela refleja centralmente a la
parte de la población afectada por la inseguridad alimentaria, o séase, aquellos que sufrían de hambre y
estaban más propensos los males de este estado durante finales del Siglo XX.

La Venezuela Pobre toma la dimensión de la pobreza económica en sí misma. Para ser concretos y
sin rodeos, de la falta de ingresos. Esta parte retrata lo que viene a ser la pobreza en la población venezolana
y sus tendencias; la cantidad de personas que estaban en pobreza de acuerdo a distintas líneas de ingreso
(1.90$, 1.90$ - 3.25$, 3.25$ - 5.50$ y así sucesivamente) y la parte de la población que vivía bajo estas
mismas líneas de ingreso o siendo más técnicos, umbrales o brechas.

La Venezuela Devaluada, por último, muestra la devaluación de la moneda en dos términos


importantes para la ciudadanía. Como bien sabemos y nos lo ha demostrado la experiencia reciente, al
nosotros usar el bolívar fuerte (que en aquellos tiempos se llamaba bolívar) como valor de cambio para
hacer transacciones, no es conveniente que se devalúe. Si se devalúa, nuestro poder adquisitivo —al seguir
usando el bolívar— se reduce y nos empobrecemos nosotros también. Por tanto, se rastrean las tendencias
históricas hasta la actualidad de la tasa de cambio bolívar a dólar (o bolívares necesarios para comprar un
dólar) y también de la inflación como tal: la pérdida de poder adquisitivo del bolívar para comprar bienes.
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46. FAOSTAT. http://www.fao.org/faostat/en/#country/236 > Undernourishment. Consultado el 17/12/19.

41
4.1. La Venezuela Hambrienta
En la actualidad, poco o nada se habla dentro de la opinión pública sobre la situación de la
alimentación que existió durante los años de la mal llamada IV República. De hecho, son pocos los datos
habidos sobre la alimentación durante el Siglo XX en Venezuela. Estos comenzaron a aparecer con las
encuestas y estudios de las Naciones Unidas y del Banco Mundial durante la década de los 80’s pero de ahí
no mucho más. Si vamos más en el pasado, los datos de alimentación son casi inexistentes. Volviendo con
el que no se habla casi nada, pienso que esto ocurre por dos razones.

La primera es el sesgo que deriva en el ‘‘antes estábamos mejor’’. Es algo como: «actualmente hay
muchos problemas vividos como para ocuparnos de lo que pasó antes. Eso ya no importa, y la verdad es que
estábamos mejor». Eso es lo que asumo qué pensarán. Es decir, la bruma y el peso de soportar los problemas
actuales (sustancialmente peores que los previos) imposibilita el siquiera pensar en los problemas
pasados. Por tal, a nadie le pasa por la cabeza la cuestión de: ‘‘¿Y la gente pasaba hambre?’’

La segunda es que quien lo hace es la gente de izquierda. Nadie quiere seguir lo que hace la antítesis
de la moral, el sentido común y las buenas costumbres. A muchos les provoca repelús nada más escuchar
a un chavista hablar. Por tanto cuando estos se quejan de lo que pasaba antes, simplemente se decide
ignorarlo aunque en lo que dijeran, palabras más o palabras menos, algo de razón había.

Cuadro 13 | Número de personas sub-nutridas en Venezuela (millones) por período trienial desde 1999 hasta la
actualidad. Fuente: FAOSTAT

Una de las cosas que dejó la era democrática fue una alta prevalencia de sub-nutrición en la
población así como también un alto número de personas en esa condición. Solo superado por, como ya
sabemos, la época actual. En el trienio 1999 – 2001 (saliendo de la era democrática y entrando en la era
Chávez) se contabilizaron en promedio cuatro millones de personas sub-nutridas, que era para aquél
entonces el 16.4% de la población. Esta prevalencia y el número de personas en tal condición cayeron
vertiginosamente hasta llegar a 900.000 personas sub-nutridas, o el 3.1% de la población (47).

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47. FAOSTAT. http://www.fao.org/faostat/en/#country/236 > Undernourishment. Consultado el 17/12/19.

42
De hecho, las cifras del legado de la era democrática no distan mucho de las que han venido en
ascenso desde 2012. Por ejemplo, la diferencia de la prevalencia (% de la población que padece un estado
de subnutrición) con el período 2015 – 2017 revela que hasta hace un par de años sólo había un 9.7% más
de hambre que cuando los demócratas salieron del poder. La diferencia de la prevalencia de antes con la
actualidad (donde todos concordamos que hay una crisis, aunque esta se gestaba desde 2009 y explotó en
2014) es del 29.2%. En cambio la diferencia entre el número de personas desnutridas es de 1.7 millones (o
el 42.5% más) con respecto al período 2015 – 2017 y de 2.8 millones (o el 70% más) con respecto al
período 2016 – 2018. Esto le daría méritos en que no han producido tantos hambrientos en términos
totales, pero sí hambrearon considerablemente a una parte de la población. De hecho, si nos fijamos, la
prevalencia de la subnutrición en la población era idéntica en 1999 – 2001 y en 2014 – 2016.

Esto revelaría que aunque los socialdemócratas se quejan constantemente del hambre que han
causado los socialistas —que no es de ahora las quejas, no obstante—, estos primeros en la práctica no se
han distanciado mucho de los últimos. La única diferencia es que la subnutrición se redujo muy
considerablemente durante la era Chávez, pero esto en base a hacer castillos sobre el aire. Castillos que nos
terminaron de caer a todos encima en 2014. Esta caída se había predicho llegaría por una burbuja.

Cuadro 14 | PIB (dólares constantes de 2010) y Competitividad Económica. El incremento de la producción con un
estancamiento de la competitividad indica una burbuja. Fuente: Banco Mundial y Foro Económico Mundial (48) (49).

A partir de 2009, la competitividad económica en Venezuela había comenzado a caer. En 2010, se


estancó hasta 2013. Mientras este indicador permanecía inmóvil, la producción en Venezuela seguía
aumentando a pesar de que el estado de los factores productivos (competitividad) permanecía estático.
Como vimos anteriormente, la competitividad económica se correlaciona de manera lineal teniendo buen
ajuste con los niveles de ingreso (pág. 8). Sin embargo, aquí aunque la competitividad había caído y luego
se estancó, la producción seguía aumentando: Venezuela, en realidad, crecía por encima de sus
posibilidades. Luego con la última caída de la competitividad se demostró que efectivamente esto era así,
debido a que cayó al son de la productividad sufriendo una corrección. Era una crisis silenciosa sostenida
en consumo que nadie notaba, mientras todos gastaban pero el país se quedaba sin capacidad productiva.
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48. https://data.worldbank.org/ > GDP (constant 2010 US$) - Venezuela, RB
49. Reportes de Competitividad Global desde la edición 2008 - 2009 hasta la 2014 - 2015. Foro Económico Mundial. En todo caso, la información del PIB se
puede encontrar dentro del mismo informe, y usa la misma fuente del Banco Mundial.

43
Advertido está el asunto de que lo que ocurrió con Chávez no fue en realidad un crecimiento
orgánico, para nada. Esto aplica de la misma manera para los socialdemócratas. También advertido está el
hecho de que ya se preveía el estancamiento real del país a pesar de su aparente bonanza, reflejado en el
estado de los factores productivos. Aunque la verdad es una sola… Podríamos tomar la caída de la
inversión, la repelencia a los flujos entrantes de capital, la abundancia de flujos salientes, el rechazo a la
cultura bursátil (opacando las opciones de obtención de financiamiento y de configuración de incentivos)
y, particularmente, la misma lógica. Sea como sea, téngase en cuenta lo previamente dicho.

Bien. Hay otras formas también de medir la dimensión de la inseguridad alimentaria además de
tomar el número de gente sub-nutrida y su proporción. Podemos considerar en esta ocasión el indicador
de la profundidad del déficit alimentario. Este consiste en una tasa de aproximadamente cuantas
calorías diarias hacen falta para sacar a una persona sub-nutrida de su condición. Mientras más kilocalorías
en el déficit, más difícil es que una persona sub-nutrida pueda dejar de estarlo asumiendo que lo demás no
variará (es decir, los demás factores económicos serán constantes en el proceso) (50).

Cuadro 15 | Profundidad del déficit alimentario (kcal por persona al día) en Latinoamérica 1992 – 1999.
Fuente: Roser (2020) en base a datos del Banco Mundial (51).

Entre 1992 y 1999, la brecha alimentaria (o profundidad del déficit alimentario) aumentó
considerablemente en un 38.46%. Esto significa que la brecha (o dificultad para salir del estado de sub-
nutrición) aumentaba anualmente un 4.8% entre esos años. Antes de la herencia cargada para 1999,
Venezuela tenía menor déficit que el promedio de países de ingresos medios – altos, cómo podemos
apreciar en la gráfica. De hecho, mientras casi todos los países latinoamericanos similares estaban
reduciendo la profundidad de déficit alimentario, Venezuela lo aumentaba. Todos los países y grupos
analíticos lo estaban reduciendo, pero Venezuela pasó de tener un déficit menor al de países de ingresos
medios – altos a tener un déficit cercano al de países de ingresos medios.
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50. Estrictamente: representa la privación promedio de alimentos (en kilocalorías) de los sub-nutridos, estableciendo la brecha (o diferencia) entre el
requerimiento energético promedio diario y el consumo real de los sub-nutridos. Luego para hacer la tasa per cápita se multiplica por la cantidad de sub-
nutridos y se normaliza por la población para establecer el déficit a nivel país. Se puede consultar ‘‘food deficit’’ en https://datacatalog.worldbank.org
51. Roser y Hassell. Hunger and Undernourishment. Ourworldindata (2020) basado en datos del Banco Mundial (1992 - 2016). Se puede consultar en
https://ourworldindata.org/hunger-and-undernourishment

44
4.1.1. ¿Alguien puede pensar en los niños?: Afectados por el hambre
Ya conocemos que además de que la era democrática legó un saldo de 4 millones de hambrientos
(16.4% de la población), también legó una dificultad sustancialmente más elevada para salir de la condición
del hambre. Pero también sabemos que aunque durante la administración de Chávez se logró reducir (de
hecho, se redujeron ambas cosas), esto se hizo afincando todo el sistema en el consumo y en el gasto. Cosas
que desde luego no se pueden mantener toda la vida y que terminaron por obedecer la situación real de la
economía, llevándonos a la situación de hoy.

Actualmente, la competitividad de Venezuela es similar a la de muchos países de la África Sub-


Sahariana (donde se concentran los más pobres de ese continente, por cierto). Algunos de esos países
pueden ser Burundi, Madagascar, Lesoto, Mauritania y Burkina Faso, e incluso naciones como Zimbawe,
Etiopía, Nigeria o Pakistán nos superan. Sus economías, en la condición actual, tienen más potencial —y
capacidad— que Venezuela (52).

En este timbo al tambo de ir de gobiernos que van mal a aquellos que irán para peor, hay que
destacar a los que más sufren. Un planteamiento que suelo realizar es que todos sufren, pero no todos
votan para hacer llegar a estas lacras al poder. Los niños no votan, pero igual sufren —y llegan a sufrir más
que todos los demás en ciertos aspectos— las consecuencias de las decisiones de los adultos. Muchas veces
está la problemática de que no se sabe cómo explicársele a un niño pequeño que no hay comida… que no
se le pueden satisfacer sus necesidades más básicas.

Debe ser una situación sumamente delicada y extremadamente desesperante el que le ocurra esto,
pero el dilema más allá de la carga de los padres no es de si estos últimos sufren mucho o no, sino el ‘‘¿Qué
culpa tiene un niño que no puede comer hoy de que los adultos los hayan introducido en una situación así sin
su consentimiento?’’ El padre vota, pero el niño no sabe a quién vota ni mucho menos le importa. Tampoco
sabe lo que implica la votación. No sabe qué es un programa de acción política. No tiene ni idea de qué es
un programa económico, qué es una ideología ni tampoco qué es un político… Es un niño. No tiene la
conciencia ni la madurez suficiente para poder comprender esos conceptos, ni mucho menos la vida
política (ni siquiera la regular). Por eso es que hasta cierta edad somos dependientes de nuestros padres.

Sin embargo, precisamente al ser dependientes e ir al son de nuestros representantes por derecho,
también sufrimos las consecuencias de sus malas decisiones. Y esto no solamente ocurre en ambientes
restringidos como el hogar, no señor, esto ocurre cuando un político elegido por los adultos destruye la
economía sin piedad y eso afecta también a los más pequeños; aquellos que no pueden decidir y tienen que
enfrentarse a la dura vida que no escogieron y que no controlan.

Algunos aunque no podemos votar, enfrentamos la situación porque la comprendemos y


colaboramos a la subsistencia en nuestros medios, como también desarrollamos propuestas para descartar
la potencial aplicación de sistemas o medidas que han resultado dañinos, así como propuestas para aplicar
medidas deseables y seguir lineamientos que han demostrado ser funcionales. Esto, por supuesto, no vale
para los niños. Los niños dependen de nosotros para poder integrarse en un futuro a la fuerza laboral como
agentes económicos. Pero hasta entonces, no deciden sobre su propio futuro y menos aún sobre el futuro
general que depara al rumbo por donde transitarán. Entonces, ¿qué tanto han sufrido estos inocentes a
causa de cuestiones que salen de sus manos? Eso es lo que se intentará retratar a continuación.

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52. Schwab, Klaus. Global Competitiveness 2019. World Economic Forum (2019) p. XIII

45
Creo en cierta medida que a la hora de las votaciones no se piensa en las consecuencias que podría
traer si el apoyo a un candidato por la masa de la que se forma (porque nuestro voto por sí solo es inútil, la
acción elecotral individual es un desperdicio y solo sirve para algo si forma parte de un volumen de apoyo
a un candidato) (53) logra llevarlo a cierto puesto político pero no hace nada de lo que se pensó que iba a
hacer. O si lo que hace sale mal. A pesar de que la gente vota a un candidato pensando en el mejoramiento
de su propio bienestar a través del ‘‘bienestar general’’, no piensa en lo que pasaría si todo sale al revés.
Menos aún se piensa en lo que le depara a aquellos que no participan en este sistema.

Cuadro 16 | Prevalencia de ''stunting'' y ''wasting'' en niños menores de 5 años desde 1987 hasta 1999. Fuente:
Roser (2020) en base a UNICEF y la OMS (54).

En una repasada rápida de términos: Stunting es un término que define a aquellos niños que tienen
una estatura muy baja para su edad. Wasting es un término que alude a aquellos niños que tienen un peso
peligrosamente bajo para su altura. El stunting es un síntoma de desnutrición crónica, dado que agrupa a
los niños crecen menos (presentan retraso en el crecimiento) por falta de nutrientes. Por tanto, la nutrición
es vital en los primeros 1000 días de vida (55). El wasting, en cambio, es un síntoma de desnutrición
esporádica o temporal, ya que esto no necesariamente debe ser perdurable, pero si representa un grado
de desnutrición peligroso (56) (57). Para fotos de niños con wasting o stunting, vaya a los anexos I, II y III.

Bien. Para el tiempo donde la economía venezolana estalló, en lo que referimos a seguridad
alimentaria para los niños no pudo ir peor. La prevalencia de niños menores de cinco años que era muy
bajos para su edad —y que formaba parte de un cuadro de desnutrición crónica— aumentaba a un ritmo
cataclísmico del 14.67% anual, ya que entre 1987 y 1990 el porcentaje de prevalencia de este padecimiento
aumentó el 161.42%. Sin embargo la mediana arroja un resultado del 1.33% interanual. Esto es porque en
nada más 3 años se creció lo que debió haber aumentado en 11 años: Un espantoso 165%, del 87 al 99.
_________________________________________________________________________________________________________________________
53. Juan Ramón Rallo: ¿Por qué no voto? (2019) Nota: *La probabilidad de que un voto individual influya en los resultados electorales va desde un 0.0000001% a un
0.000000001%. https://www.youtube.com/watch?v=W4hCB0nGk6s
54. Roser y Hassell. Hunger and Undernourishment. Ourworldindata (2020) basado en datos del Banco Mundial (1992 - 2016). Se puede consultar en
https://ourworldindata.org/hunger-and-undernourishment
55. The Impact of Stunting. Power of Nutrition (2018). https://www.powerofnutrition.org/the-impact-of-stunting/
56. UNICEF. Stunting, wasting and overweight (2007). https://www.unicef.org/progressforchildren/2007n6/index_41505.htm
57. WHO. Stunting in a nutshell. S/f. https://www.who.int/nutrition/healthygrowthproj_stunted_videos/en/
58. WHO. Child Wasting. S/f. https://www.who.int/gho/child-malnutrition/wasting/en/

46
Prácticamente en nada más cuatro años casi se triplica la prevalencia de niños muy bajos para su
edad, reflejo de la desnutrición crónica. O para que se me entienda: Lo que debió aumentarse en once años
lo hizo nada más en tres. Esto se puede deber en gran medida al empobrecimiento generalizado que partió
a partir de 1989 con el aumento de la inflación del 89%, así como el gran aumento de precios de los bienes
al mayor y un gran aumento de la extrema pobreza, que en gran medida influyeron a la gestación del
Caracazo. Esto lo tocaremos en La Venezuela Pobre y en La Venezuela Devaluada, ya que todas estas caras
están interrelacionadas entre sí.

Por otro lado, la prevalencia de los niños que tenían muy poco peso para su altura (peligrosamente
delgados) aunque no era tan alta, también saltó en 1987 y además creció un 81.42%, lo que sería un
crecimiento del 7.4% anual. Sin embargo si normalizamos el promedio y sacamos la mediana, este ritmo
pasa a ser el -2.22% interanual. Casi todo el tiempo la variable cayó. Esto quiere decir que pasa lo mismo
que con los niños que padecían de stunting: de 1987 a 1990 la prevalencia se incrementó en un 159% y
esto era lo que debió crecer en 11 años, pero lo hizo en cuatro. La prevalencia de wasting en los años
siguientes variaban entre el 5.7% y el 4% de los niños menores de 5 años, mientras que la prevalencia de
stunting oscilaba entre el 19.9% y el 17.4%. De ahí no bajaba. ¿Y qué hay de los números absolutos?

Cuadro 17 | Cantidad de niños menores de 5 años en estado de ''stunting'' y ''wasting'' desde 1987 hasta 1999.
Fuente: Roser (2020) en base a UNICEF y la OMS, así como la División de las Naciones Unidas para la Población
para datos de población (58).

Hablando en términos del número individuos que estaban en estado de stunting o wasting, el
resultado era similarmente escabroso. Solo que ya no hablamos de porcentajes, sino de centenares de miles
de niños pequeños (menores de 5 años) que estuvieron en esta condición en aquella época durante el final
de la era democrática. Los niños que presentaban un cuadro de desnutrición crónica siendo muy pequeños
para su edad pasaron de 182.414 en 1987 a 514.680 en 1999. Previamente se había alcanzado dos puntos
record: 537.779 en 1996 y 554.412 en 1997. Esto representa un incremento del 182.14% de 1987 a 1999,
un 16.55% anual en promedio. Pero, tal como pasa con su par en prevalencia le ocurre lo mismo: de 1987
a 1990 el número de niños con stunting aumentó de 182.414 a 514.156. Un aumento del 181.46%.
____________________________________________________________________________________________________________
58. Roser y Hassell. Hunger and Undernourishment. Ourworldindata (2020) basado en datos del Banco Mundial (1992 - 2016). Se puede consultar en
https://ourworldindata.org/hunger-and-undernourishment

47
Esto vendría a significar que efectivamente en 4 años creció casi lo mismo que en 11 (181.46% en
4 y 182.14% en 11). Con la cantidad de niños con muy bajo peso para su edad viene a pasar casi lo mismo
que con la prevalencia. Entre 1987 y 1990 la cantidad de niños que sufrían de ‘‘wasting’’ se incrementó en
un 174.83% y esto es incluso más que lo que creció en 10 años, pues el total de niños en este estado desde
1987 a 1999 se incrementó un 96.22%.

Entonces, más bien la cantidad creció en 4 años mucho más de lo que creció en 4. Esto vendría a ser
un 43.7% de crecimiento promedio anual entre los años que van desde 1987 hasta 1990. El aumento
promedio anual de niños que padecían de ''wasting'' desde 1987 hasta 1999 era del 7.43% y la mediana de
variación del -2.22%, ya que el resto de años tenía a bajar a una cantidad más relativamente equilibrada y
no debemos olvidar que este salto repentino en el aumento de la prevalencia y número de niños menores
de 5 años que padecían tanto de retraso en el crecimiento como muy bajo peso para su edad ocurrió entre
los años previos y posteriores a la implosión social del Caracazo, que ocurrió en 1989.

Cuadro 18 | Muertes por desnutrición proteico - energética, por edad. Venezuela. Serie desde 1990 hasta 1999.
Fuente: Roser (2020) en base al IHME (59).

Como dato extra, los adultos mayores fueron las segundas mayores víctimas del hambre al final del
siglo XX en Venezuela. Mientras que los niños menores de 5 años representaron 5575 muertes por
desnutrición (69.19%) y el número de muertes de individuos dentro de este rango etario aumentó un
20.24% desde 1990 a 1999 —promedio del 2.02% anual—, con los adultos mayores de tercera edad fue
distinto. Tuvieron un número bastante inferior de muertes por desnutrición (997) pero el incremento de
las mismas fue bastante considerable: un 53.33% (crecimiento del 5.3% anual en promedio). Fueron el
segundo grupo más afectado. Esta afección es bastante representativa de la vulnerabilidad de ambos
grupos, dado que son grupos etarios más cortos. El grupo etario más amplio y que alberga mayor cantidad
de individuos (de los 15 a los 49 años) cargó con 560 muertes, un 89.95% menos que el grupo de niños
menores de 5 años y 43.37% menos que los mayores de 70 años, a pesar de que tiene siete edades más.
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59. Roser y Hassell. Famines. Ourworldindata (2020) en base al Global Burden of Disease Study 2017 hecho por el Institute for Health Metrics and Evaluation.
Se puede consultar en https://ourworldindata.org/famines

48
Sin embargo, pese a no ser el grupo etario con mayor carga de muertes ni en números absolutos ni
en porcentaje relativo al total, sí fue el de más rápido y más grande aumento: Aumentó el 76.92% entre
1990 y 1999, con un incremento al ritmo del 7.6% anualmente. En la siguiente tabla se presentarán los
datos agregados de cada uno de los grupos etarios. Estos datos son, a saber: muertes anuales desde 1990
a 1999, total de muertes entre 1990 y 1999, muertes cómo % del total de muertes por desnutrición y
crecimiento promedio entre 1990 y 1999.

Tabla 1 | Tabla informativa de las muertes por desnutrición en Venezuela entre 1990 y 1999. Fuente: Roser
(2020) en base al IHME (60).

Como vemos, pese a la gran fama que tuvieron los demócratas por sus programas sociales, la
realidad es que estos fueron inefectivos para crear una respuesta eficiente al crecimiento del hambre en el
corto, mediano y largo plazo. Los programas sociales no llenan los bolsillos de los ciudadanos en el largo
plazo, no bajan los precios de los alimentos y, peor aún, los encarecen pues la demanda de alimentos crece
(sea por parte del gobierno pidiendo suministros para implementar un plan social o fuere por parte del
ciudadano con dinero de un subsidio) cuando la oferta permanece decreciente al aumentar el consumo.
Esta acción incrementa el valor del inventario de bienes y servicios, especialmente los que están más bajo
demanda (por ser tan apreciado y no existir ni disponibilidad ni competidores), lo que afecta su precio —
recordemos que en estos años la productividad cayó, por lo que había mucho menos producción—.

Estos no frenaron el aumento del hambre. Más bien esta aumentó en todos los rangos etarios,
llegando a concretarse como una subida de muertes por desnutrición. Los más afectados por la
desnutrición hasta el punto de causar la muerte fueron los niños pequeños (69.19%) y adultos mayores de
tercera edad (12.37%) seguidos de adultos entrando a la tercera edad (7.06%), adolescentes y adultos de
15 años a 49 años (6.95%) y los menos afectados fueron los niños y adolescentes de entre 6 años y 14 años
(4.42%). No obstante, aquellos grupos ‘‘menos afectados’’ presentaron un rápido aumento en la cantidad
de muertes por desnutrición. Los adolescentes y adultos de entre 15 y 49 años presentaron un incremento
promedio anual de la cantidad de muertes por desnutrición del 7.69%. Les siguieron los adultos de entre
50 y 69 años (5.58% anual) y los adultos mayores de más de 70 años (5.33% anual).
_________________________________________________________________________________________________________________________
60. Roser y Hassell. Famines. Ourworldindata (2020) en base al Global Burden of Disease Study 2017 hecho por el Institute for Health Metrics and Evaluation.
Se puede consultar en https://ourworldindata.org/famines

49
4.2. La Venezuela Pobre
Ya sabiendo lo previamente expuesto, conocemos que hubo bastante hambre en Venezuela desde
1990 hasta 1999, incluso llegando a ser mortal matando a 8057 personas durante esa última década de
democracia. En paralelo anualmente moría más y más gente por esta condición aumentando las muertes
totales al año por desnutrición en casi un 30% desde el 90 hasta el 99. Sin embargo quedan todavía dos
facetas que aún no hemos develado y esta sección se encargará de una muy especial.

Como parte de la fantasía de la era democrática, también se dice que la gente vivía mejor y por tanto
debemos regresar a esos años. Una crítica que he abordado en mi otro trabajo (La Reforma) es la
mentalidad mediocre de buscar lo menos peor en vez de ir por la excelencia. Una autocita referida a los
años de la popular era democrática: ‘‘Nadie dijo nada, nadie se dio cuenta, todos seguían divididos y hoy hay
quienes dicen que se vivía mejor por el mero hecho de que aquello era menos peor, sin buscar lo mejor’’ (61).
He reconocido previamente que en comparación a la actualidad, aquellos años si son un paraíso. Pero eso
es porque si ponemos la perspectiva en pos de comparar lo malo con lo menos malo, en vez de comparar
lo malo con lo mejor, obvio siempre decantaremos por escoger lo menos malo.

El pensamiento mediocre y conformista es como si yo dijera que todo en Venezuela ahora está bien
sólo porque Burundi es el tercer país con mayor prevalencia de esclavitud moderna. Y porque el 89.26%
de esas personas residentes de Burundi no viven ni siquiera con un 3.20 dólares al día (62) (63). ¿Acaso todo
está bien en Venezuela? Evidentemente, no. Pero sí mejor que allá. ¿Nada más porque estamos mejor que
un Estado Fallido y una nación de gente sumida en la miseria vamos a perdonar los errores de los socialistas?
He ahí mi punto. Eso aplica también para la Venezuela antes de Chávez y la Venezuela después de Chávez:
Lo malo de una situación no quita lo malo de otra. Así que por favor, antes de vociferar tal excusa para
justificar el desastre de décadas pasadas, piénselo dos veces.

Prosigo. A pesar del razonamiento previamente expuesto, habrán algunos necios que puedan
insistir que antes en Venezuela no solo no había pobreza como ahora: pueden decir que no había pobreza
en absoluto o que los números sobre pobreza eran depreciables; que eran nulos. Que no, y no, y no. Pese a
que he expuesto el aumento del hambre que hubo en la última década de la era democrática —y esto refleja
que cada vez había menos acceso a la comida, por lo que o bien había escasez generalizada o bien los precios
eran muy altos— puede haber una que otra persona que quiera argüir en contra. Que, precisamente al
argüir en contra, pretenda negar la grave situación de pobreza que tuvo Venezuela.

Esta sección se dedicará exclusivamente a tratar el tema de la pobreza por nivel de ingresos en
Venezuela. Como ha sido hasta ahora, se tratará desde el último año con datos confiables disponibles. Es
necesario que se sepa el estado de la pobreza en Venezuela durante la era democrática para no dejarse
engañar con los paraísos imaginarios de demagogos y populistas berretas. Si no era suficiente la
destrucción de la productividad en el país, déjeme decirle que tampoco fue un paraíso de gente rica ni
próspera. Desde 1970 hasta 1999 (64) cada vez más gente era pobre, y no basta con decir que eran pobres,
sino que además de ser pobres eran más pobres aún. Por tanto, es menester conocer la importantísima
dimensión de la pobreza en Venezuela durante el siglo XX.
_________________________________________________________________________________________________________________________
61. Lárez, Pedro. Moncada, Samuel. Investigación, estudio y propuestas para una reforma del Sistema Judicial y sobre la limitación del Estado para una nueva nación. MÁS
Libertad (2020). p. 16
62. Roser y Ortiz. ‘‘Global Extreme Poverty’’. Ourworldindata (2020) en base a la PovCalNet del Banco Mundial (2019). Se puede consultar en
https://ourworldindata.org/extreme-poverty en la sección ''The share of the world population relative to various poverty lines''
63. Mapa del Índice Global de Esclavitud (Global Slavery Index Map 2018). Minderoo Foundation. Walk Free Foundation (2018). Se puede consultar aquí:
https://www.globalslaveryindex.org/2018/data/maps/
64. Sabino, Carlos. La Pobreza en Venezuela. Universidad Francisco de Marroquín (1996). pp. 3 – 5

50
Carlos Sabino (1996) aporta en su trabajo ‘‘La pobreza en Venezuela’’ (65) datos que demuestran que
el consenso general respecto a esta en los últimos años del Siglo XX es de que hubo un empobrecimiento
general, aunque dependiendo de la fuente estas cifras pueden variar. Según el autor, lo primero que se
aprecia es que independientemente de la fuente, la proporción de personas en situación de pobreza
permanece en aumento constante a lo largo de la serie. Esto es, pese a que los valores no son del todo
coincidentes entre sí, todos muestran la misma tendencia: hubo empobrecimiento generalizado. Lo
segundo que señala es que la pobreza extrema creció más rápido que la pobreza total (66).

Tabla 2 | Tasas de pobreza de acuerdo a distintas fuentes desde 1970 hasta 1995. Fuente: Sabino (1996).

Sin embargo, aunque podemos confirmar la convergencia de todas las 10 fuentes usadas por Sabino
demostrando que la pobreza aumentó de manera consistente durante los últimos años de la era
democrática, este hace unas aclaraciones verídicas sobre la confiabilidad. Primero digo algo: esta tabla es
meramente referencial para probar que existió un ‘‘consenso general’’ en las tendencias, en lo que tal
consenso refiere a una evidencia del aumento generalizado de la pobreza.
_________________________________________________________________________________________________________________________
65. Sabino, Carlos. La Pobreza en Venezuela. Universidad Francisco de Marroquín (1996). p.3 - p.4
66. Sabino, Carlos. La Pobreza en Venezuela. Universidad Francisco de Marroquín (1996). p.5 - p.6

51
Ya aclarado mi punto, veamos el por qué esta tabla es meramente referencial antes de continuar. El
autor realiza un conteo de deficiencias técnicas que poseen las líneas de pobreza —las utilizadas allí— que
esta tabla no puede reparar. Estas deficiencias se repararán introduciendo varias líneas (umbrales) de
pobreza. Las principales falencias técnicas del índice de pobreza (67) previamente expuesto de acuerdo a
Carlos Sabino (1996) son:

1. La línea de pobreza es arbitraria pues depende de lo que el investigador y/o institución tome como
referencia para tomar a una persona como pobre o no.
2. No todos los índices de pobreza toman en cuenta ingresos eventuales o esporádicos.
3. El índice de pobreza si bien es importante, no necesariamente representa la realidad social a
cabalidad —y exactamente por en este trabajo eso se toman tres facetas de Venezuela en conjunto
con otros indicadores varios y se tienen dos volúmenes de obra—.
4. Como la línea de pobreza es arbitraria en el sentido de que cada investigador utiliza umbrales
diferentes, entonces no se pueden utilizar de manera complementaria los datos para establecer una
serie única del índice de pobreza. La diferencia del concepto estadístico y de la metodología haría
que esta pierda sentido. Exactamente eso explica por qué divergen tanto las magnitudes entre sí.
5. La línea de pobreza de acuerdo a ingreso puede servir para definir el valor en bruto que percibe un
individuo al mes. Es decir, al contabilizar sus ingresos totales en un período determinado se sabe
que tan bien van sus finanzas personales o qué tanto se puede valer por sí mismo. Sin embargo, la
línea de pobreza puede o no tener en cuenta el nivel de consumo que tiene una persona, ya que si lo
toma por ingresos (cuanto recibe un individuo al día) en vez de consumo (con cuanto vive un
individuo al día) no se tomaría en cuenta aquello que consume. Sin esta valoración, se pierde
precisamente el con cuanto vive el individuo y no se podría definir correctamente la falta de acceso
a bienes y servicios, sino nada más la de ingresos propios.

En vista de esto, utilizaremos los datos de pobreza de la PovCalNet, cuya metodología (68) remienda
satisfactoriamente estas problemáticas planteadas por Sabino. Para realizar un análisis más limpio y sin
todas estas fallas técnicas sobre las estimaciones de pobreza, nuestra referencia ajusta las siguientes
características para lograrlo:

1. No habrá una sino 5 líneas de pobreza para expandir la visión sobre distintas caracterizaciones
socioeconómicas, reduciendo la arbitrariedad y poca representatividad de la línea de pobreza.
2. El índice de pobreza que utilizaremos abarcará más específicamente la carencia de consumo para
reflejar el valor de bienes y servicios a los que ha accedido ese individuo. Esto es: para mostrar el
nivel de pobreza que hay se utilizará el ‘‘con cuanto vive’’ (el valor de lo que consume al mes) en vez
del ‘‘cuanto tiene’’.
3. Se tomarán las estimaciones constantes de una única fuente para un único período de tiempo similar
al que tomó Sabino (1981 – 1999). Así se pueden comparar los datos obtenidos bajo una
metodología única.
_________________________________________________________________________________________________________________________
67. Sabino, Carlos. La Pobreza en Venezuela. Universidad Francisco de Marroquín (1996). p.2 - p.3
68. La metodología consiste en calcular diferentes líneas de pobreza (5) en dólares de 2011 ajustados a la paridad del poder adquisitivo. Esto elimina las
diferencias de precios entre países y deflacta la inflación, arrojando valores reales. Luego se calculan las diferentes líneas de pobreza agrupando a estas en
grupos de consumo. El consumo per cápita es el indicador preferido de bienestar utilizado por el Banco Mundial para el análisis de la pobreza mundial.
Más información en la página PovCalNet del Banco Mundial o se consulta en: http://iresearch.worldbank.org/PovcalNet/povDuplicateWB.aspx o
https://ourworldindata.org/extreme-poverty en la sección ''The share of the world population relative to various poverty lines''. Dentro de la gráfica mostrada
se consulta ''sources''.

52
Entonces, en los siguientes gráficos mostraremos la pobreza en Venezuela a través de 3 umbrales:
Menos de 1.90$ al día, menos de 3.20$ a 1.90$, menos de 5.50$ a 3.20$, entre 10$ y 5.50$ y más de 10$ al
día, o ‘clase media’. En la primera (cuadro 19) veremos las personas en cada línea de ingresos como parte
de la población (participación) o, dicho de otra forma; cuantas personas están en X umbral de ingresos
cómo % de la población. La segunda (cuadro 20) mostrará la destrucción de la clase media, rastreando los
cambios en cada línea de ingresos tras 18 años. Por último, la tercera (cuadro 21) se mostrará el número
total de personas que está en cierta línea de ingresos.

Cuadro 19 | Personas en cada línea de ingresos como porcentaje de la población. Venezuela (1981 –
1999). Fuente: Roser (2020) en base a la PovCalNet del Banco Mundial (69).

Cómo podemos apreciar, mientras que en 1981 el 43.77% de las personas vivían con más de 10$ al
día, en 1999 —final de la era democrática— ese porcentaje se redujo a 25.32%, cayendo el 42.15%. El
porcentaje de personas que vivían en la pobreza extrema se duplicó pasando de 5.83% a 12.02%. Mientras
la clase media se disolvía, todas las demás líneas de ingreso iban aumentando la proporción de personas
que albergaban. La proporción de personas en las líneas de:

 >10$ al día cayó el 42.15%,


 en la línea de <10 a 5.50$ aumentó el 20.15%,
 en la línea de <5.50$ a 3.20$ aumentó el 34.37%,
 en la línea de <3.20$ hasta 1.90$ aumentó el 17.83%
 La proporción poblacional de extrema pobreza (menos de 1.90$ al día) aumentó el 106.17%.

Como señalé al principio, algo que sí caracterizó a la era democrática (o por lo menos a su segunda
fase) fue el empobrecimiento generalizado, lo mires por donde lo mires. Esto nos llevaría a que el demérito
y la subvaloración constante a eventos como el Caracazo fueron, son y serán acciones erradas. Pues, no en
vano, la movilidad social que existió en ese período fue paupérrima no solamente por ser descendente, sino
también porque la mayor proporción de clase media saliente se fue directamente a la extrema pobreza.
______________________________________________________________________________________________________________________
69. Roser y Ortiz. ‘‘Global Extreme Poverty’’. Ourworldindata (2020) en base a la PovCalNet del Banco Mundial (2019). Se puede consultar en
https://ourworldindata.org/extreme-poverty en la sección ''The share of the world population relative to various poverty lines''

53
Cuadro 20 | Proporción de cambio en la población bajo distintas líneas de ingreso desde 1981 a 1999,
Venezuela. Fuente: Roser (2020) en base a la PovCalNet del Banco Mundial.

Para explicar esto no debemos comprar el cambio porcentual (relativo) si no el absoluto, pues para
saber cómo se distribuyó la proporción de la clase media saliente no nos sirve. Esto es debido a que no es
capaz de captar el cambio total de la proporción. El cambio en los puntos porcentuales de personas que en
1981 vivían con más de 10$ al día (43.77%) y en 1999 ya eran el 25.32% de la población fue de -18.45. En
consecuencia, una vasta proporción poblacional se desprendió de la clase media.

Si tomamos en cuenta el cambio absoluto en las proporciones de población en las otras líneas de
ingreso y sumamos sus valores (6.19 + 5.71 + 4.54 + 2.01) nos da 18.45. Esto significa que la proporción de
poblacional que estaba en la clase media se distribuyó en otras líneas de ingreso. Lo curioso es que mientras
más pobreza representara la línea de ingreso, mayor era la entrada de personas a dicho umbral. Eso nos
dice que no solamente había empobrecimiento general, sino que el empobrecimiento general era también
gravísimo ya que la gente no solamente se empobrecía más, se empobrecía peor.

La proporción de gente (siempre cómo % de la población) que salía de la clase media anualmente
era del 1.025%. Esto significa que el 1% anual de la población venezolana salió de la clase media para
entrar en un grado mayor de pobreza desde 1981 hasta 1999. Además, para terminar de darle a usted una
idea de qué tan grave era la situación, el 64.49% de la salida de estas personas fue directo a pasar de vivir
con más de 10$ al día a con menos de 5.50$ por día (vieron disminuido su ingreso en casi la mitad).

Es decir: el 64.49% de aquellos que fueron ‘‘clase media’’ y salieron de ahí solamente para ir a la
pobreza —porque después de +10$ no hay más líneas, ya que se representan a los ciudadanos que viven
con más de 10$ hasta los de ingresos máximos dentro de la economía— vieron disminuido su consumo en,
por lo menos, un 45% en términos reales. El 33.5% terminaron en la extrema pobreza. El otro 30.95%
terminó en el umbral de 5.50$ a 3.20$. Del resto, el 24.61% de los salientes fueron al umbral de >10$ a
5.50$ y el restante 10.89% al umbral de menos de 3.20$ a 1.90$. Esto es que la pobreza extrema fue el lugar
donde terminó paró la mayor porción de clase media que dejó de ser clase media.
54
La situación fue evidentemente cataclísmica. La senda por donde iba la era democrática conducía
efectivamente al desastre y es indudable (si no le he convencido, aún queda camino). Pero me está faltando
algo. O más bien me están faltando varias cosas y son: ¿Cuántos individuos había en cada línea de pobreza?
¿Cuántos individuos cayeron en la pobreza? ¿En qué grado cayeron en la pobreza? ¿Cuántos individuos
salieron de la clase media? Y aquí entra el último gráfico de la sección ‘‘La Venezuela Pobre’’, o como se le
puede llamar cariñosamente ‘‘La pobre gente de Venezuela’’ pero en el sentido literal de la palabra.

Cuadro 21 | Distribución de la población por nivel de ingresos, personas desde 1981 hasta 1999. Venezuela. Fuente:
Roser y Ospina (2020) y Roser y Hitchie (2019) en base a datos de la UNICEF, la OMS y el Banco Mundial. (70) (71)

El número de personas que estaba en la línea de ingresos de más de 10$ al día pasó de 6.898.152 a
6.084.396. Mientras tanto, el número de personas en la extrema pobreza se triplicó pasando de 918.808 a
2.888.406. Cuando anualmente en promedio las personas que salían de la clase media eran 45.208 a un
ritmo del -0.65% anual, la cantidad de gente que entraba en la extrema pobreza era de 109.422 a un ritmo
de crecimiento del 11.9%.

No solamente la clase media desaparece en términos relativos, sino que se estanca y decrece en el
número de individuos que está en ella al mismo tiempo que la extrema pobreza empieza a reinar en
Venezuela. En otras líneas, el número de gente en la brecha de 5.50$ a 3.20$ pasó de 2.617.736 a 5.363.496
con un ritmo de crecimiento anual del 5.82% con, en promedio, 152.542 personas entrando cada año. Con
la brecha de menos de 10$ al día a 5.50 entraban 164.075 personas por año a un ritmo del 4.62% anual, y
por último a la brecha de entre 3.20$ y 1.90$ al día ingresaron 78.612 personas al año al 4.42% anual.

Todo eso ocurrió durante los últimos 18 años de la era democrática. Y, ahora la pregunta es: ¿Y qué
pasó para que tuviera lugar este desastre? ¿De quién es la culpa? La culpa es de los demócratas, quienes no
conformes con el fracaso de sus políticas que reventaron la competitividad empresarial y la productividad
entre 1960 y 1980 decidieron seguirlas implementando hasta el último día.
_________________________________________________________________________________________________________________________
70. Roser y Ortiz. ‘‘Global Extreme Poverty’’. Ourworldindata (2020) en base a la PovCalNet del Banco Mundial (2019). Se puede consultar en
https://ourworldindata.org/extreme-poverty en la sección ''The share of the world population relative to various poverty lines''
71. Roser, Max y Ritchie, Hannah. Age Structure. Ourworldindata (2019) en base a datos de UNICEF y la OMS. Se puede consultar en
https://ourworldindata.org/age-structure en la sección ''How did the age structure of populations change?''

55
4.3. La Venezuela Endeudada e Intervencionista, raíz de todos los males
Como bien sabemos después de leer la sección tercera, las políticas de los demócratas se
caracterizaron por ser profundamente intervencionistas y se sabe que contribuyeron al gran despelote en
el aparato productivo que terminó conduciéndole a la destrucción total durante el último cuarto del Siglo
XX. No obstante, algo que no hemos visto es cuál fue el contexto de todo esto, qué ocurrió específicamente
para poder tener un desastre en el estado socioeconómico del país. Se les puede atribuir particularmente
a una serie factores fundamentales que ocurrieron.

1. Implosión del aparato productivo.


2. Baja de la competitividad en el tipo de cambio por devaluación frente al dólar.
3. Costo de oportunidad superior a las posibilidades de inversión, sin privilegiar a los grupos
empresariales del país quienes impedían la entrada de capital y la formación de nuevas
empresas. También Venezuela se cerró al comercio debido a la sustitución de importaciones.
4. Pérdida de poder adquisitivo masivo debido a la inflación.
5. Perversión de incentivos debido al proceder protector y favoritista del Estado hacia grupos en
sectores privilegiados quienes al tener un salvoconducto tan poderoso, no tenían una
configuración de incentivos como otros agentes. Se desarraigan las obligaciones, la innovación
y a la postre se les retiran los límites del fair-play al estar bajo el ala del Leviatán.
6. Desequilibrio fiscal que, para compensarse, causa desequilibrios en la economía porque: 1) el
Estado interactúa con el sector privado para obtener una cuantiosa cantidad de recursos,
alterando las señales orgánicas (o constantes) de la economía que perciben los agentes y 2) El
Estado saca recursos potencialmente invertidos dinámicamente para gastar ineficientemente.
7. Rentismo monoproductor, haciendo a la economía altamente volátil.

Algunos los he explicado, otros no y serán los que vienen ahora y vendrán en el siguiente punto: ‘‘La
Venezuela Devaluada’’ dado que ‘‘La Venezuela Endeudada’’ es la cara de la devaluación. En este punto
explicaré la situación fiscal de Venezuela en términos de deuda externa y gasto gubernamental, además de
otros aspectos. Estos aspectos fueron situaciones en concreto, como el Gran Viraje de 1989 o La Crisis
Financiera de 1994, así como sus respectivos antecedentes. De esa crisis y los antecedentes hablaré.

Los privilegios que recibían los grupos empresariales y en especial los privilegios que recibió el
sector financiero —cuyo dominio de mercado estaba altamente concentrado en nada más 6 bancos que
recibían, como ya se ha explicado, tratos especiales del Estado— (72) fueron un golpe duro para el poder
adquisitivo de los venezolanos debido a las consecuencias que trajeron. Algo que manifiesta Ramón Crazut
(2000) en su ensayo «La legislación financiera y la crisis bancaria venezolana» es una serie de citas
compiladas por parte de instituciones nacionales que analizaban la situación en aquél momento.

De acuerdo a él, el Estado daba tratamiento preferencial a la banca ‘‘en detrimento de los sectores
más necesitados’’ (73). Pero mucho cuidado con eso. Hay que tomárselo con pinzas pues no sabemos en el
sentido que lo dijo, ni cómo el favor a unos sectores beneficia a otros en un juego tú ganas – yo pierdo, y
pese a que sí es posible, lo digo porque puede prestarse para análisis erróneos y malinterpretaciones.
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72. Krivoy, Ruth. The Venezuelan Banking Crisis Readings. Toronto International Leadership Centre for Financial Sector Supervision (2003). p.5 - p.6
73. Crazut, Ramón. La legislación financiera venezolana y la crisis bancaria de 1994. Academia Nacional de Ciencias Económicas (2000). p.74

56
El favoritismo a los sectores por parte del Estado, sean cuales sean, constituye un factor de riesgo.
Puede causar un desarme en los incentivos, puede maquillar la situación real u orgánica de la economía,
puede ameritar la exclusión de la participación de otros sectores en la economía…Puede ocultar
deficiencias en actividades económicas con asistencia a la misma, pues la actividad originalmente puede
no ser rentable y por tanto insostenible, o bien requerir otro tipo de intervención no necesariamente
estatal. Eso conduce a la pregunta clave: ¿Y cuándo se acabe el dinero quién mantendrá a esos sectores?
¿Qué pasa con ellos después del Estado? Pero volviendo al asunto, lo cierto es que la banca se privilegió
bastante, no solamente de acuerdo al propio Crazut. A partir de ahora, mencionaré factores que
privilegiaron a la banca por parte del Estado. En una cita a la Academia Nacional de Ciencias Económicas:

1. ‘‘La banca y el sector financiero han sido el segmento de la economía que más se ha robustecido en los
últimos años. Dicho sector ha sido también beneficiario de otros subsidios y asistencia especial del
Estado en situaciones bien conocidas, y opera hasta ahora virtualmente libre de impuesto sobre la
renta’’ (74).

El problema con el beneficio a la banca es que al empoderar a un sector sacándolo del juego limpio,
le privas de estar bajo las dinámicas regulares del mercado y además sacando al mismo de los factores
jurídicos limitantes. Así, estos pueden concentrar el poder a su antojo, ya que no tienen nada que los limite;
ni competencia, ni reglas, los consumidores son sus sirvientes. Esto deprava sus incentivos y los vuelve
unos depredadores mercantiles y cazadores de renta. Esto se puede probar no solamente con la declaración,
sino con declaraciones de la expresidenta del Banco Central de Venezuela quien realizó un seguimiento al
comportamiento de la economía en el año de la Crisis Financiera (1994) y antes de la Crisis Financiera.
Entre los factores específicos mencionados por Ruth de Krivoy (75) y por Crazut:

2. La entrada de bancos extranjeros —dícese competencia— fue prohibida entre 1975 y 1993.
3. A pesar de que el sistema financiero venezolano se componía de 150 instituciones, las 6 más grandes
reportaron más de la mitad de todos los activos del sistema.
4. Probablemente debido a las ayudas que recibía del Estado, los bancos nunca necesitaron entrar en
la Bolsa para recibir financiamiento. Solo 2 bancos fueron empresas públicas -o sea, empresas cuyas
acciones pueden ser poseídas por cualquiera que las compre- y pronto salieron de la Bolsa.
5. Tanto Crazut como de Krivoy coinciden en que la regulación aunque no era necesariamente
insuficiente, el marco regulatorio era ineficiente. No pudo tener lugar la adecuada supervisión de
las instituciones. Es decir, además de estar protegidas, no tenían ningún tipo de presión.
6. Influencia política a las entidades financieras desde 1960 hasta 1980.
7. Concentración de créditos no a lo largo del sistema financiero, sino en un grupo.
8. Influencia política sobre el Banco Central. Del Banco Central el control de los intereses tras el Estado
se puede segregar al resto de la economía.
9. Desconfianza sobre las autoridades. Esto altera la confianza sobre la economía.
10. Salida de capitales por desconfianza tanto en las autoridades como en la economía.
11. Toma intensiva de deuda y desequilibrio fiscal, el cual nunca se ajustó con reducción del gasto pese
a que el pago del servicio de deuda absorbía hasta el 30% de los ingresos fiscales.
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74. Crazut, Ramón. La legislación financiera venezolana y la crisis bancaria de 1994. Academia Nacional de Ciencias Económicas (2000). p.74
75. Krivoy, Ruth. The Venezuelan Banking Crisis Readings. Toronto International Leadership Centre for Financial Sector Supervision (2003). p.4 - p.7

57
A esos motivos se les pueden sumar muchos otros que profundizan mucho más aún en los fallos del
Estado interviniendo o influyendo. De acuerdo a Crazut, Baptista, el Banco Mundial (que sacó el reporte
«Venezuela, a Blueprint for the financial sector reform») y de Krivoy (76) (77):

1. Las regulaciones ineficientes, des–incentivadoras o incluso pervertidoras de incentivos y


derrochadoras de recursos, es decir, excesivamente caras.
2. El apego al parternalismo estatal, la falta de competitividad y la falta de cultura de trabajo, los cuales
son determinantes en la productividad.
3. Caída excesivamente grande de la inversión privada —causada por los factores ya mencionados—
que aunque en 1978 era del 17.8% del PIB, en 1994 era del 1.6%: Ni la décima parte de lo que era
hacía apenas 16 años. Esto afecta a la productividad y a la disponibilidad de recursos.
4. Disminución sustancial del salario promedio real. En 1994 el salario promedio tenía apenas el 29%
del nivel correspondiente a 1978. De hecho, según Baptista habría vuelto a niveles de 1936.
5. Superposición de funciones entre agencias reguladoras. Esto significa que o las funciones son
incompatibles entre sí, o que varias agencias realizan la misma función. Al ser aparatos
disfuncionales y que están sin motivo puede ser caldo de corrupción así como de colusión.
6. Alto número de entidades financieras bajo propiedad estatal que estaban quebradas o siendo mal
manejadas, pero no se habían cancelado o salido del mercado y seguían consumiendo recursos y
posiblemente causando distorsiones si permanecían operando.
7. Manipulación de tasas de interés y sesgo en la asignación de crédito. Esto refuerza el punto 7 de la
página anterior, ya que el Estado promovía la concentración de crédito.

Pero es que incluso el sector financiero conocía de la situación que se venía gestando, y estaba a
punto de estallar. Según Oscar García Mendoza (banquero del extinto BVC) (78), este conocimiento también
lo tenían las autoridades. Todo ocurrió en complicidad entre los dos sectores (estatal y financiero) cuyos
actores guardaron una burbuja que estalló y los terminó sepultando tanto a ellos como al resto de la gente.

8. ‘‘(…) Por mucho tiempo venía gestándose una crisis bancaria de inmensas proporciones que estaba
a la vista, que era percibida con meridiana claridad por los factores económicos y lo más grave, que
era del conocimiento de las autoridades’’.

Estos motivos son, a mi parecer, una gran base de problemas donde en mayor o menor medida ha
participado el Estado y que por sí solos podrían haber causado grandes estragos —y lo cierto es que de
hecho lo hicieron—. Entre tantos causales encontrados para el debacle de la economía venezolana a finales
del Siglo XX, tenemos una síntesis general que se separa en dos conclusiones. La primera es que es malo
tener a un sector financiero oligopolizado, sin susceptibilidad de competencia y además protegido y
ayudado por el Estado, el cual no ayudó para nada a solucionar la situación; más bien la agravó con todo lo
que sus actores hicieron. La segunda es que tener mucha deuda externa tampoco es bueno, y que si no hay
con qué pagarla —ingresos fiscales— tenemos el arma secreta: Como bien sabemos, el Banco Central
estaba políticamente influido y el sector financiero también… Se puede emitir para liquidar las obligaciones
maduras en bolívares y además, rescatar a los bancos a costa de matar al poder adquisitivo de la población.
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76. Crazut, Ramón. La legislación financiera venezolana y la crisis bancaria de 1994. Academia Nacional de Ciencias Económicas (2000). p. 75 - p. 76
77. Datos recuperados de ‘‘DENUNCIA ANTE EL FISCAL GENERAL DE LA REPÚBLICA - LA CRISIS FINANCIERA DEL 1,994 Y 1.995 - LA MALA GERENCIA’’ por el
Caso Banco Latino. Exposición realizada por la abogada Esther Pernia G.
78. Ídem, declaración recuperada de la misma denunciada.

58
Mauro, Romeu, Binder y Zaman (2013) en su trabajo ''A modern history of fiscal prudence and
profligacy'' —que era un working paper del FMI que sirvió para crear el dataset que verán graficado a
continuación— rastrearon las tendencias históricas de deuda de un conjunto de más de 50 países, entre
ellos Venezuela. Basándose en datos de la MOxLAD y de las Estadísticas Internacionales Históricas de Brian
Mitchell (79), entre otras fuentes de datos, lograron esta meta. Una curiosidad de esto es que antes de la era
democrática, pese a que la productividad se estaba incrementando, había colaboración Estado – Sector
Privado y se estaba en plena industrialización aunado a la modernización de la infraestructura, la deuda
era increíblemente baja. Desde 1935 hasta 1957 fue, en promedio, del 0.25% del PIB.

Cuadro 22 | Deuda del gobierno central* venezolano cómo % del PIB. Serie desde 1935 hasta 1999. Fuente: FMI en
base a Mauro et al. (2013) (80).

Por el contrario, aunque los demócratas tuvieron el precio más alto del petróleo en toda la historia
de Venezuela, estatizaron la industria petrolera, se apoderaron de todos los ingresos petroleros y también
tuvieron un incremento en sus recursos disponibles debido al aumento desmesurado del endeudamiento,
no lograron aumentar la productividad —y como hemos visto, más bien lograron que el aparato productivo
reventara—. Incluso sin llegar a importar la abundancia de recursos apoderados por el Estado que estaba
en manos de los gobiernos socialdemócratas y demócrata cristianos (dos gotas de agua) estos dos
cometieron una gran cantidad de errores que llevaron a la economía a un estado de crisis.

Lo tuvieron todo, y a pesar de su enorme gasto, este no cumplió los vaticinios keynesianos y
estatólatras imperantes, mal llamados e irresponsablemente calificados como ‘‘neoliberalismo’’. Más bien,
se probó en un precedente a la era actual que el intervencionismo fue lo suficientemente capaz para acabar
a una economía alguna vez próspera y a un referente hegemónico no solamente regional, sino global… Y
que sin importar el gasto gubernamental ni sus componentes —gasto social, gasto para el ‘‘fomento
empresarial’’, entre otros— lograron quebrarlo todo. El endeudamiento en términos absolutos (dinero) no
era un tema menor. Para tener una idea: de 1957 a 1999, la deuda cómo % del PIB se incrementó 485 veces.
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79. Mauro, P; Romeu, R; Binder, A y Zaman, A. A modern history of fiscal prudence and profligacy. International Monetary Fund (2013). p. 8
80. Imf.org > external > datamapper > datasets > Public Finances in Modern History > Fiscal Prudence and Profligacy database > Gross public debt, percent of
GDP
* Deuda del gobierno central = deuda pública.

59
En base a los datos de Mauro, Romeu, Binder y Zaman podemos reconvertir la deuda a términos de
dinero que pidieron. Los economistas dicen que para extraer datos antiguos del PIB utilizaron datos de la
MOxLAD (80). Si tenemos deuda cómo % del PIB, sabemos que la deuda representa una porción del PIB y si
tenemos el PIB, podemos hacer una ecuación en despeje para ‘‘devolver’’ la deuda cómo % del PIB. Digamos
que la deuda es de 10, y el PIB es de 20. Entonces para saber cuánto PIB representa la deuda digo: (10/20)
* 100 = 50% y eso es lo que representa la deuda del PIB, el cincuenta por ciento.

Si no tengo el PIB, ¿cómo puedo saber cuánto PIB debe representar la deuda? Y si no tengo la deuda,
¿cómo puedo saber cuánto porcentaje representa la misma deuda como parte del PIB? Debo tener los
valores de ambas variables para poder conocerla, y si la magnitud me representa un porcentaje de un valor
absoluto, deben existir esos mismos valores antes de tener deuda sobre PIB. Por tanto, accedí a la base de
datos del MOxLAD a donde fueron los economistas para obtener sus datos, seleccioné el PIB en LCU de
1970 acuerdo a la CEPAL, es decir, bolívares de 1970 y luego empecé a reconvertir basado en los datos de
deuda sobre PIB. La fórmula fue (𝑃𝐼𝐵⁄100) × 𝐷𝑒𝑢𝑑𝑎%𝑃𝐼𝐵 = 𝐷𝑒𝑢𝑑𝑎. Los resultados fueron estos:

Cuadro 23 | Deuda pública en Venezuela en bolívares a precios corrientes (millones). Serie desde 1935
hasta 1970. Fuente: FMI en base a Mauro et al. (2013) y MOxLAD.

Mientras que la deuda cómo % del PIB se multiplicó por 134 veces desde 1958 hasta 1970, la deuda
en bolívares nominales (precios corrientes) desde 1958 hasta 1968 aumentó 18.700%. Este incremento
corresponde a un endeudamiento de 3 mil millones de dólares en apenas 11 años. Cuando la deuda en 1957
era de apenas 17 millones de bolívares —apenas 120 mil bolívares más que la deuda pública de 1935— ya
en 1968 ese valor había pasado a dos mil seiscientos millones de bolívares. El valor de la deuda en
bolívares, entonces, aumentó 150 veces desde el último año de gobierno de Marcos Pérez Jiménez hasta el
vencimiento de los primeros 10 años de democracia. De hecho, es gráficamente notorio pues la deuda
existente previa a la democracia es depreciable. Apenas se ven repuntes despreciables. Si comparamos el
primer año de la serie (1935) en donde había una deuda de 17.75 millones de bolívares reales con el último
año (1970) cuando se tenía una deuda de 5.210 mil millones de bolívares, conseguiremos que el aumento
fue de 293 veces o el 29285% (para ver la situación de la deuda real vaya a la sección 4.4.3.4).
_________________________________________________________________________________________________________________________
80. Mauro, P; Romeu, R; Binder, A y Zaman, A. A modern history of fiscal prudence and profligacy. International Monetary Fund (2013). p. 8

60
¿Y qué hay de largo plazo? ¿Cómo fue la situación de la deuda desde la caída del gomecismo hasta el
término de la era democrática? Pues bien, querido lector. Si se lo pregunta, fue mucho peor si lo
comparamos desde principio a fin pues el nivel de endeudamiento fue muchísimo más elevado y si supiera
usted el valor de las obligaciones que llegó a adquirir el Estado —como siempre, a costa del pueblo— sin
dejar una herencia económica fructífera, se caerá usted de cabeza. Es que, de hecho, si viera la diferencia
en la deuda entre los gobiernos militares quienes hicieron más sin mucho afán de deuda, y los gobiernos
demócratas quienes acabaron con todo teniendo los recursos —petroleros, monetarios y fiscales vía
deuda— para hacerlo, quizás llegará a comprender el porqué de los estallidos.

Cuadro 24 | Deuda pública en Venezuela en bolívares a precios corrientes (millones). Serie desde
1935 hasta 1999. Fuente: FMI en base a Mauro et al. (2013) y MOxLAD (81).

Esto se resume en dos cuentas: Desde 1935 hasta 1999, la deuda pública en bolívares aumentó
103.329.348%. Sí, ciento tres millones trescientos veintinueve mil por ciento. Desde 1957 hasta 1999 la
deuda pública aumentó 102.634.696%. Esto sería prácticamente como que desde el último año de gobierno
de Marcos Pérez Jiménez hasta el último año de la era democrática, la deuda tuviera que incrementar
anualmente 2.443.683% para llegar a ese valor que tenía cuando llegó Chávez al poder. Sin embargo,
teniendo las cosas claras, no todo puede ser así.

Existe la variación interanual para saber cuánto crecía o disminuía el tamaño de la deuda año a año.
De 1935 a 1957, la mediana o valor central de variación de la deuda —o dicho en palabras cortas, cuál era
el valor más general que se encontraba para la variación interanual de la deuda— era del -2.66% anual.
Esa misma magnitud, desde 1958 hasta 1999, era del 21.37%. Es decir, en los gobiernos militares tendía a
ocurrir que, generalmente, el valor de la deuda cayera. Esto es algo que desde el vamos sabemos que no
ocurrió con los demócratas. Sin embargo, graficar estas variaciones es totalmente inviable porque existen
puntos de variación (como de 1957 a 1958 donde la deuda creció un 2478%) que opacarían al resto, y los
valores no se verían. Pero… todavía existe una baza que podemos utilizar en este punto: ver cuánto variaría
de un período de gobierno a otro. ¿En cuál período gubernamental fue que se asumió más deuda?
_________________________________________________________________________________________________________________________
81. MOxLAD = Montevideo – Oxford Latin American Database. Actualmente (29/12/19) la página se encuentra en mantenimiento, pero guardo registro de las
hojas de datos descargadas de allí. La página volvió a funcionar el 10/02/2020.

61
4.3.1. Quiz: ¿Cuál presidente adquirió más deuda en Venezuela?
Esa pregunta es capciosa. Hay varias formas de interpretarla y cuento tres: El presidente que más
deuda adquirió en total, el presidente que más deuda adquirió en relación al PIB —o, dicho de otra manera,
el presidente que más porción de la producción nacional endeudó— y por último, el presidente que más
deuda tomaba de forma constante. Por tanto, debemos desglosar. En primer lugar:

1. El presidente que más deuda total tomó fue Rafael Caldera en su segundo período presidencial,
donde esta llegaba a un valor de 18 billones 320 mil millones de bolívares nominales (sin deflactar,
eso lo veremos en la sección 4.4.3.4.), herencia para 1999.

Por el momento, no hay datos de deuda a precios reales (es decir, anulando efectos de inflación) por
lo que la sección podría ser propensa a ser criticada por algunos fanáticos y que no estoy mostrando la
deuda a precios reales. Esto sería algo que sería un poco hilarante, pues fueron sus mismos gobernantes
favoritos quienes devaluaron la misma moneda con la cual se endeudaban. Además, en contabilidad
normalmente no se utiliza el valor de deuda real ni para empresa ni para gobiernos, por lo que es
complicado conseguirlo. No obstante, en secciones posteriores (la 4.4.3.4 y la 4.5) se hizo la deflactación.

2. El presidente que más deuda tomó como % del PIB tomó fue Jaime Lusinchi en su segundo
mandato presidencial justamente en 1986, llegando a tener una deuda que representaba el 79.09%
del producto interno bruto. De hecho, se señaló previamente que tuvo el máximo histórico
3. El período presidencial con más deuda adquirida constantemente fue el que siguió al impeachment
de Carlos Andrés Pérez (II), es decir, el interinato que dirigió Ramón J. Velásquez entre 1993 y
1994 donde la deuda aumentó en un año el 46.85%.

Sin embargo, podría realizarse una crítica válida: Ramón J. Velásquez solo dirigió el país como
presidente provisional un solo año. Por tanto, el período no debería contarse ya que fue extremadamente
corto como para ponerlo como el resto. Es, digamos, ‘‘excepcional’’. Sin embargo, aunque un año sigue
siendo un período aunque para un mandato presidencial este tiempo es extraordinariamente corto, es un
dato curioso, pero a estos efectos resulta irrelevante. Si nos vamos a un período regular:

4. El período presidencial completo con más deuda adquirida de forma constante fue el de
Jaime Lusinchi, con una mediana de adquisición interanual del 38.94%. Después de él, está Carlos
Andrés Pérez (2) con el 37.29%.

Si lo queremos poner en perspectiva, podemos poner a todos los regentes del Estado para ver cuánto
valor alcanzó la deuda durante sus administraciones. Las administraciones que tenemos son: la de Eleazar
López Contreras (1935 – 1941), Isaías Medina Angarita (1941 – 1945), el Trienio Adeco (1945 – 1948), la
Dictadura Militar (1948 - 1957), Junta Cívico Militar y la presidencia de Betancourt (1958 - 1964), Raúl
Leoni (1964 – 1969), Caldera I (1969 – 1974), Carlos Andrés Pérez I (1974 – 1979), Luis Herrera Campins
(1979 – 1984), Jaime Lusinchi (1984 – 1989), Carlos Andrés Pérez II (1989 – 1993, año del impeachment),
Ramón J. Velázquez (1993 - 1994) y por último la de Rafael Caldera II (1994 – 1999).

Al igual que toda lo mostrado previamente, se hacen las cuentas desde la caída del gomecismo con
la muerte de Juan Vicente Gómez hasta la llegada de Chávez a la jefatura de Estado. A continuación, veremos
de forma comparativa cual fue la situación de adquisición de deuda durante el ‘‘pequeño siglo XX’’ de
Venezuela o Siglo XX corto, como le llamaría Tomás Straka.

62
Cuadro 25 | Cambio general en el valor de la deuda durante distintos períodos de gobierno en Venezuela, desde
1935 hasta 1999. Fuente: FMI en base a Mauro et al. (2013) y MOxLAD.

Durante los gobiernos militares, el único gobierno que no tuvo un descenso general de la deuda fue
el de Isaías Medina Angarita donde esta tendía a variar un 4.02% anualmente. Durante el gobierno de
Eleazar López Contreras, la deuda generalmente variaba un -4.64% y durante la dictadura militar dirigida
por Carlos Delgado Chalbaud y durante una mayor extensión temporal por Marcos Pérez Jiménez la deuda
pasó más tiempo cayendo que subiendo, llegando a variar generalmente un -16.3%.

Sin embargo, pese a este resultado de Angarita, el ascenso de la deuda en su administración no


llegaba ni de cerca al de los gobiernos demócratas. Si comparamos su ascenso general del 4.02% con el
ascenso general durante el gobierno de Rómulo Betancourt y la Junta de Transición —período de la era
demócrata donde menos deuda se adquiría de forma constante— el primero es un 65.4% inferior todavía.
La constante de todos los gobiernos militares fue del -1.36%, lo que significa que la adquisición de deuda
durante todos los años desde 1936 hasta 1957 pasaba más tiempo en valores negativos que positivos.

Mientras que antes de la era democrática la deuda se la pasaba más años cayendo que subiendo, una
vez llegada la misma la situación fiscal de Venezuela no volvió a ser la misma. A medida que más períodos
de gobiernos pasaban, las adquisiciones de deuda se hacían no solamente más grandes, sino también más
constantes. En el primer gobierno de Betancourt la deuda tendía a variar el 11.63% anualmente. En el
primer mandato de Carlos Andrés Pérez, ya ese valor era del 21.06%. Con Jaime Lusinchi ya había
ascendido al 38.94% y con el año de Ramón Velásquez ya la deuda había crecido el 46.95% anual. Y pues,
no queda mucho que decir de los esfuerzos nulos que tuvieron los demócratas para evitar endeudarse,
puesto que nunca hicieron ajuste de gasto público. Tampoco realizaron reforma fiscal. Al contrario, cada
vez gastaban más y más (82). La bomba de tiempo que todo esto representaba —pues una economía con
una demanda generada con gasto público y por tanto estando encima de su potencial, desajuste fiscal y
monorentismo petrolero y dependencia total del petróleo, deuda impagable y rescates bancarios con una
política monetaria hiperlaxa— dejaron la herencia de lo que conoceremos como la Venezuela Devaluada.
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82. Roser y Ortiz-Ospina. Government Spending. Ourworldindata (2020). Consultado en: https://ourworldindata.org/government-spending Para 1957, en
Venezuela el gasto público como % del PIB era del 16.33%, Para 1998, ese porcentaje ya era del 32.67%.

63
4.4. La Venezuela Devaluada: Herencia socialdemócrata
Todo los problemas anteriormente mencionados llevaron no solamente a la crisis financiera de
1994, sino que en ese mismo contexto se dio una devaluación de la moneda nacional sin precedentes en la
historia del país —reiterando como de costumbre que eso no ocurría hasta la llegada de la era
democrática—. De hecho, una de las cosas que caracterizó a este período fue precisamente eso. Antes de
los demócratas y de los socialistas, Venezuela no conocía ni a la inflación ni a la devaluación.

Cuadro 26 | Inflación, deflactor del PIB (% anual) en Venezuela desde 1961 hasta 1999. Fuente: Banco Mundial.
El deflactor del PIB es la diferencia entre el PIB nominal y el PIB real (83).

Cada año desde 1970 hasta el fin de la era democrática hubo picos inflacionarios que impactaban
repentinamente en el bolsillo de los venezolanos; especialmente de ahorristas, trabajadores e inversores a
los cuales estos últimos les consumía su stock de capital. El único sector que se ‘‘endurecía’’ era el
financiero, pues como hemos visto, con ayudas del Estado y protección especial se infló artificialmente y
tal como ocurrió con las empresas que quedaron libres de competencia por la política de sustitución de
importaciones. Cayeron bajo su propio peso y por su propia incapacidad, siendo inflados artificialmente
por el Leviatán para ser aplastados por la realidad económica.

En el caso específico de la banca, teníamos mala distribución del crédito debido a su concentración
y por tanto, mucho dinero concentrado en un sector que después lo distribuiría mal dada su incapacidad y
desconexión con los agentes económicos existentes. Desde luego, no conocían la demanda al estar tan
centralizados y son los únicos afectados por el Efecto Cantillón, llegándole repentinamente al mercado
todo el dinero sin ellos saber que el dinero estaba siendo introducido. Seguido de eso, tenemos una ingente
cantidad de dinero que no satisface demanda, que procedería a ser devaluado por su abundancia frente a
su inutilidad con respecto a otros valores de cambio y que alteraría las expectativas fundamentales de
inflación (pero no solamente eso). Estos episodios se vivieron en especial en el antecedente inmediato de
la crisis financiera y durante la misma, con espontáneas y masivas inyecciones de dinero y depósitos.
_________________________________________________________________________________________________________________________
83. Banco Mundial. data.worldbank.com > Inflation, GDP Deflator (annual %) - Venezuela, RB.

64
Para evitar cualquier confusión o problemática posterior, ahora nos toca demostrar que la inyección
de liquidez genera inflación. Luego se hará la labor de exponer cuánto dinero habrían emitido los gobiernos
demócratas (generando inflación). Esto explicaría, en gran medida, el por qué Venezuela antes de la era
democrática no conocía la inflación: no emitía ni tan esporádicamente, ni tan ingentes cantidades.

4.4.1. Pero vamos por el principio: ¿Qué es la inflación y por qué se causa?
Emitir dinero e introducirlo en la economía es como darle de comer a un niño sin considerar sus
necesidades, y seguir dándole hasta que te vomita. Digamos que el vómito que resulta de alimentar tanto
al niño sin considerar sus necesidades y preferencias, es la inflación. La inflación es aquello que conocemos
como aumento generalizado de precios, y tiene un origen únicamente monetario (84). Me dijo —a modo de
aclaración sobre lo que es realmente la inflación— el economista y compañero Otman Domínguez que en
realidad, la inflación es el incremento de la liquidez monetaria (dinero, monedas y depósitos bancarios)
y que el aumento generalizado de precios (lo que conocemos regularmente como inflación) es una
consecuencia de esto. Entonces tenemos dos definiciones de inflación:

1. La del mainstream, donde la inflación es un aumento generalizado de precios y puede devenir o bien
por la pérdida de valor de la moneda o bien por el incremento de la demanda agregada.
2. Donde la inflación es el incremento de la liquidez monetaria en sí mismo.

Ahora bien, la inflación se genera por una secuencia de dinámicas que comienza por el Efecto
Cantillón y que termina en la misma inflación. El Efecto Cantillón nos dice que todo agente económico que
sepa que hay nuevo dinero en la economía, lo va a querer obtener y que además el dinero no es neutral. El
problema es… ¿Y si este agente no sabe que hay dinero entrante? ¿Y si el dinero ha sido conseguido y
capitalizado por un sector reducido de la economía? Esto genera un problema de expectativas y
distribución, dado el desconocimiento de la información sobre nuevo dinero. Adrián Ravier (2009; 2017)
criticaría la distribución del dinero a través de la Banca en vez de mediante operaciones de mercado abierto.
Ello nos lo representa con una breve síntesis de la Crisis Subprime y la Gran Recesión, donde dice que pese
a un aumento gigantesco de la liquidez monetaria, esta no aumentó la actividad económica por su pésima
distribución —cosa que recuerda en gran medida a lo sucedido en Venezuela—. Nos dice Ravier:

‘‘Un segundo caso nos lo presenta la reciente crisis subprime norteamericana y la “gran recesión” de 2008 que le siguió.
Aquí también la demanda de dinero aumentó muy rápido, pero Ben Bernanke, Presidente de la Reserva Federal y gran
conocedor de los errores de política monetaria cometidos en la crisis del treinta, decidió expandir la oferta monetaria para
compensar la caída de la velocidad de circulación del dinero. Hubo errores cuantitativos y cualitativos que nos hacen
pensar que esta crisis continúa su curso (Lewin y Ravier, 2012), pero al menos se evitó temporalmente el colapso del
sistema financiero. En pocas palabras, Bernanke más que cuadruplicó la base monetaria, pero su efecto no fue efectivo en
impulsar la actividad económica porque inyectó el dinero en los bancos, y no con las operaciones clásicas de mercado
abierto. La estrategia de salida de esta posible “bomba de tiempo” requerirá en los próximos años de una ingeniería de la
que por ahora poco se ha escrito’’ (85).

Para entender el paralelismo con nuestro caso, debemos saber que entre 1978 y 1999 Venezuela
había entrado en una debacle económica sin precedentes donde la productividad caía a pasos agigantados.
Incluso con la caída fortísima de la productividad, un incremento enorme de la pobreza —y una
consecuente disminución del consumo—. Nada más entre 1978 y 1996 la liquidez monetaria se incrementó
por 249 veces. La liquidez monetaria de 1989 solo representaba el 5.3% de la liquidez monetaria de 1996.
_________________________________________________________________________________________________________________________
84. Ravier, Adrián. Virtudes y límites de la teoría cuantitativa del dinero. Revista Laissez Faire #47, Universidad Francisco Marroquín (2017). p. 74 - 75
85. Ídem, p. 69

65
Esto significa que el 94.7% de la liquidez monetaria que había 1996 se emitió entre 1990 y 1996 —
o sea, que era dinero nuevo—. En este escenario donde se expande mucho y muy rápido la oferta monetaria
a través de inyecciones de liquidez, Ravier dice que las expectativas juegan un rol fundamental. Este
escenario hiperinflacionario es el que se dio en Venezuela a finales del siglo XX, con tasas de inflación de
hasta casi el 100% anual. En un caso «especial» que se nos hará familiar, Ravier dice:

‘‘Un tercer caso es el de las hiperinflaciones que Steve Hanke (2002) recolectó recientemente en un documento. En todos
estos casos y por distintas razones la oferta monetaria aumenta a una tasa mayor que la demanda de dinero y eso acelera
el incremento del nivel de precios. A medida que los agentes observan la pérdida de poder adquisitivo, reducen su tenencia
de dinero y eso incrementa la velocidad de circulación, lo que acelera aún más el aumento de precios. Aquí juegan un rol
fundamental las expectativas de los agentes. Por más que se detenga el incremento en M, la reducción de la demanda de
dinero no es instantánea, por lo que puede demorar en impactar en la velocidad de circulación y en el nivel de precios. Un
anuncio creíble de la autoridad monetaria es indispensable si se pretende desacelerar la inflación’’ (86).

4.4.1.1. Acción monetaria y subida de precios: 8 pasos para la inflación

Para probar lo anterior y además demostrar la irresponsabilidad de la política monetaria en la era


democrática, simplemente podemos observar los patrones de inflación, circulante y liquidez monetaria
durante este período.

Cuadro 27 | Tasa de variación en el dinero circulante, la inflación y la liquidez monetaria. Venezuela


(1961 - 1996). Fuente: Banco Mundial y Banco Central de Venezuela (87) (88).

Cómo podemos observar, existe una tendencia a que cuando existen aumentos en la liquidez
monetaria y el dinero circulante, hay un aumento de la inflación. Esto presenta retrasos, sin embargo, ya
había sido descubierto por Milton Friedman (y luego confirmado por economistas canadienses) que el
impacto no es inmediato, y tarda en promedio de 12 a 18 meses en hacer efecto (89) (90).
_________________________________________________________________________________________________________________________
86. Ravier, Adrián. Virtudes y límites de la teoría cuantitativa del dinero. Revista Laissez Faire #47, Universidad Francisco Marroquín (2017) p. 69
87. Banco Mundial. data.worldbank.com > Inflation, GDP Deflator (annual %) - Venezuela, RB.
88. Banco Central de Venezuela. http://bcv.org.ve/ > Estadísticas > Liquidez Monetaria > Histórico. Liquidez Monetaria. Series: 1940 - 1991 (anual) 1976 - 1996
(trimestral) y 1989 - 1996 (semanal) y Liquidez Monetaria (anual). Para todos los casos se aplica el último período contable en ausencia de tenerlo contabilizado por año.
89. Ravier, Adrián. Virtudes y límites de la teoría cuantitativa del dinero. Revista Laissez Faire #47, Universidad Francisco Marroquín (2017) p. 75
90. Ravier, Adrián. En busca del pleno empleo. Unión Editorial (2009). p. 226 - p. 227

66
Pero pese al retraso que se denomina (o que por lo menos yo llamo así de forma abreviada) DEA lag,
el efecto inflacionario del incremento de la liquidez monetaria existe. El patrón es claro. Lo único es que
este no es proporcional y tarda en hacer efecto (91)*. Esto se debe a:

a. Problemas de distribución del dinero entre los agentes económicos (D = distribution).


b. Afección por las expectativas (E = expectations).
c. Si y solo si el incremento de la oferta monetaria está más o menos equilibrada con la demanda
monetaria, no se repudia la moneda frente a otras y no altera las expectativas de inflación.
d. Tiempo necesario para que el dinero entrante pueda inmiscuirse en todos los mercados a través de
la demanda.
e. En un todo, resta contar la absorción del dinero entrante para la economía (A = absorption).

Para darnos una idea de cómo se genera la inflación, debemos recordar la ley de oferta y demanda
y saber que a mayor demanda, mayor incremento de precios. De ahí se puede utilizar un análisis austríaco
para determinar el por qué aumentan los precios al existir un aumento de la oferta monetaria. El análisis
austríaco, de hecho, también explica los retrasos temporales entre el aumento de la liquidez monetaria y
de la inflación y el por qué los aumentos no son proporcionales. Explica Adrián Ravier (92):

1. Si se da un incremento en la oferta monetaria, necesariamente deberá tener la forma de una subida


en las tenencias de dinero de los particulares, quienes representan el punto inicial del resultado
social que surge como consecuencia de los cambios en la cantidad de dinero.
2. Encontrándose ellos mismos con sumas mayores de dinero de lo que solían tener, los actores
individuales procederán a gastar el «excedente» en bienes y servicios específicos que ellos mismos
encuentren atractivos.
3. La demanda de bienes y servicios en el mercado ahora comenzará a incrementarse por la subida en
la oferta monetaria. Pero no todas las demandas se verán incrementadas, sino sólo las demandas
particulares por los bienes particulares que los individuos con esas sumas «excedentes» desearan
comprar en grandes cantidades.
4. Los precios comenzarán a subir, pero en esta «primera vuelta» del proceso sólo serán los precios
de estos bienes particulares que experimentaron un incremento en su demanda. En la medida que
el dinero se gaste en esos bienes particulares, las ventas resultantes vendrán a ser dinero adicional
para los vendedores de esos bienes. Estos vendedores ahora se encuentran con más dinero, lo que
los lleva a incrementar sus demandas en varios bienes y servicios ofrecidos en el mercado.

De ahí comienza la última parte del proceso. Esta se lleva a cabo cuando los gastos en consumo luego
del incremento de la demanda representan ingresos para los vendedores, quienes a su vez van a gastar ese
dinero e incrementarán la demanda hacia otros sectores de la economía y así sucesivamente hasta tener
un aumento generalizado de precios:

5. Ahora habrá una «segunda vuelta» de incremento de precios, pero, de nuevo, los precios afectados
en esta segunda vuelta serán aquellos bienes para los cuales el segundo grupo de receptores del
nuevo dinero desean incrementar la demanda.
______________________________________________________________________________________________________________
91*. Ravier, Adrián. Virtudes y límites de la teoría cuantitativa del dinero. Revista Laissez Faire #47, Universidad Francisco Marroquín (2017) p. 75 No importa
qué país se estudie, en todos el retraso tiene lugar en ese período de tiempo. Venezuela no es la excepción y se puede confirmar con el cuadro 28.
92. Ravier, Adrián. En busca del pleno empleo. Unión Editorial (2009). p. 188 - p. 192

67
6. El gasto en esta segunda vuelta se convierte entonces en ingresos mayores para un nuevo grupo de
vendedores. Estos vendedores, nuevamente, encuentran su posición con mayor dinero, lo que los
lleva a demandar varios bienes y servicios que se ofrecen en el mercado.
7. Esto resulta en una «tercera vuelta» de incremento de precios, pero nuevamente para los
particulares bienes por los cuales se incrementó la demanda.
8. El proceso continuará hasta que la demanda por todos los bienes y servicios de la economía sean
afectados, en donde todos los precios experimentarán un cambio por la expansión monetaria.

Ravier concluye de acuerdo al análisis austriaco que ‘‘los precios en general serán ahora mayores,
pero cada uno habrá recibido el impacto de la mayor oferta de dinero, en una secuencia particular, en
diferente grado y en diferentes momentos del tiempo’’. En el caso de la depreciación del signo monetario
con respecto a otro (por ejemplo, el ‘‘aumento del dólar’’ que en realidad es la devaluación del bolívar)
conlleva un análisis relativamente más sencillo. Debemos tener presente que el dinero es una mercancía
(sin quitar su institucionalidad), solo que representa un valor de cambio para llevar a cabo intercambios
indirectos (93) (94). Por tal, no existe exclusión alguna para el dinero de que pueda sufrir depreciación o
rechazo del mismo en el mercado y a tales dinámicas espera la consecuencia de que si este es repudiado,
será cambiado por otro valor (como el dólar) más estable. Una vez repudiado y cambiado, se deprecia.

Aumentando la venta de bolívares simultáneamente con la compra de dólares, obtenemos un


rechazo generalizado en los mercados a la moneda local. Entonces, este rechazo devalúa al bolívar y hace
parecer que existe una apreciación del otro signo, cuando en realidad es que el primero se devaluó mucho.
Si realizáramos una comparación del dólar con otra moneda al ‘‘subir’’ su precio, encontraremos que
respecto al euro está estable. Lo mismo ocurre con la paridad dólar estadounidense con el dólar
hongkonés, la corona sueca, el franco suizo, el yen japonés, el yuan chino… Si el dólar subiera, teniendo en
cuenta que es una mercancía más, pasaría tal cual como cuando se incrementa el precio del oro o del
petróleo: se incrementa el precio en todas las monedas, cosa que desde luego no está sucediendo. Entonces,
el problema no es el incremento del dólar, sino el poco valor del bolívar. De hecho, una vez se toma en
cuenta esto, nos damos cuenta que al contrario de lo que pasa con el dólar estadounidense —que se
mantiene estable respecto a otras paridades— el bolívar se deprecia también en otras monedas.

Esto también afecta las expectativas de los agentes económicos e influye sustancialmente en el
incremento generalizado de precios dada la descoordinación de la actividad económica. A efectos prácticos,
esta depreciación inducida por el rechazo de la moneda dado un aumento de su oferta sin su consecuente
demanda monetaria (porque puede ocurrir que en cierto punto el efecto Cantillón se anule y dado
incrementos de la liquidez las personas no quieran recibir esta moneda o por lo menos prefieran recibir el
dinero entrante en otra moneda, como ocurre ahora con el bolívar, el dólar, las divisas digitales y los
criptoactivos en el marco de la economía venezolana, donde lo que sea que exista es preferible al bolívar y
lentamente los agentes económicos adoptan la utilización de otros valores de cambio para efectuar sus
transacciones cotidianas) es negativa para la economía y a su vez producirá una alteración de lo que
esperan los agentes y, al alterarse las expectativas, también lo hará la planificación.

En base a esto último ocurre lo que denominamos no – neutralidad del dinero. A partir de aquí
hablaremos los efectos que produce la expansión de la oferta monetaria sobre la «economía real» y también
de la categorización del tipo de política económica que se llevaba durante la era democrática.
________________________________________________________________________________________________________________
93. Ravier, Adrián. En busca del pleno empleo. Unión Editorial (2009). p. 234
94. También se puede consultar en Menger, Carl. The Origins of Money. Economic Journal (1892).

68
4.4.2. La no – neutralidad del dinero
El concepto de neutralidad del dinero se refiere a que este —a que el dinero— no tiene efectos sobre
el empleo, el consumo o la productividad (95). En mi opinión particular, es una de las mayores estupideces
dichas en Economía… Sabiendo ya que con el incremento del dinero existe un incremento en la inflación,
y la inflación a su vez produce efectos reales en la economía, podríamos determinar que es obvio que el
dinero no es neutral. Considérese el siguiente gráfico de referencia para comprender el punto.

Cuadro 28 | Correlación entre las variables: índice de inflación, índice M1 e índice M2 con la variable índice de
inflación. Fuentes: Banco Mundial y Banco Central de Venezuela (96).

Como vemos, los agregados monetarios tienden a crecer casi proporcionalmente a la par que la
inflación (o viceversa). Como ya hemos sufrido acá en Venezuela, la inflación causa efectos reales en la
economía una vez se induce tanto el consumo del stock de capital como la pérdida de poder adquisitivo,
dado que los trabajadores ganan en una moneda devaluada. Eso por mencionar unos ejemplos. Pero
podríamos dar razones adicionales por las cuales no lo es, y así no dejar sola la escueta conclusión previa.

1. Dado el efecto Cantillón, todo agente económico que vea dinero, va a querer utilizarlo como medio
para cumplir su planificación. El dinero no es neutral entre agentes, pues todos lo desean.
2. La inflación, causada por el incremento de los agregados monetarios, causa desempleo en el largo
plazo (97).
3. La inflación descontrola el sistema de precios, lo que altera la planificación de los agentes
económicos pues estos tienen que adaptar su presupuesto a los nuevos precios. Esto se agrava en
un supuesto de hiperinflación, causada por el incremento vertiginoso de agregados monetarios.
4. La mayor demanda de un bien derivada del aumento de la tenencia de dinero de los agentes
económicos y reflejada ésta en un incremento del consumo, cambia el patrón de este último y en
consecuencia también la rentabilidad de los negocios a los que atenderán los oferentes (98).
_________________________________________________________________________________________________________________________
95. Llamas, Manuel. La falacia de la neutralidad del dinero. Instituto Juan de Mariana (2008).
96. Sitio web del BCV > Estadísticas > Sector monetario > Liquidez monetaria | Data.worldbank.org > Inflation, GDP Deflator (annual %) – Venezuela, RB.
97. Ravier, Adrián. En busca del pleno empleo. Unión Editorial (2009). p. 146 - p. 149
98. Ídem, p. 192

69
5. Para cerrar, podemos citar algo específico que parte de los puntos 1 y 4 para explicar por qué el
dinero no es neutral. Los hombres de negocios, en contraposición a los consumidores que buscan el
dinero solamente para comprar, querrán aprovecharse del dinero para producir, prestar o ejecutar
la actividad económica que les generen rentabilidades. En palabras del profesor Jesús Huerta de
Soto que valen la pena citar: ‘‘[...] Aun disponiendo de un conocimiento “perfecto” de lo que va a
suceder, los empresarios no pueden inhibirse a los efectos de una expansión crediticia, pues su propio
ánimo de obtener beneficios les llevará, ineludiblemente, a aprovecharse del nuevo dinero creado. En
efecto, aunque entiendan los peligros que supone el alargar la estructura productiva sin base de ahorro
real, pueden perfectamente obtener importantes beneficios aceptando los préstamos de nueva
creación e invirtiéndolos en nuevos proyectos, si es que son capaces de retirarse a tiempo del proceso,
vendiendo los nuevos bienes de capital producidos a precios altos antes de que se produzca la caída en
el precio de mercado de los mismos que caracteriza la llegada de la crisis’’ (99)

Solamente es cuestión de aplicar el sentido común, no porque sea válido para probar esto, sino
porque está claro lo que sucede. El solo hecho del incremento de precios nos afecta en algún punto; solo
que una vez que nos afecta —a todos los agentes— esto lleva una cadena de procesos donde el estado de
cosas no volverá a ser el mismo que fue. Esto por sí sólo tendría acabar con el supuesto donde el dinero es
neutral y no nada más eso.

Cuadro 29 | Índice de deflactor del PIB (Índice de precios generales) para Venezuela desde 1960 hasta 1999.
Fuente: Banco Mundial.

Considérese que la inflación siempre está en constante generación, por lo que nunca baja. Si bajara,
bajarían también los precios. Que baje la tasa de inflación solamente significa que los precios están
subiendo menos de lo que subirían de otro modo, pero siguen aumentando. Si los precios de los bienes
aumentan de forma general, habrá algunos que suban más que otros. Ahí es donde la rentabilidad nominal
crece, y ahí es a donde irá el dinero. Ahí donde hay dinero, habrá inversión, luego empleo y producción. Ya
modificamos de forma real la economía. Ahora sépase que eso pasa en la realidad todo el tiempo. Entre 1960,
si el precio de los productos era 21 bolívares, en 1999 ya era de 18148 bolívares. La inflación nunca se
detuvo, y si la inflación no paró, toda la economía real estaría en constante modificación.
_________________________________________________________________________________________________________________________
99. Ravier, Adrián. En busca del pleno empleo. Unión Editorial (2009). p. 195

70
4.4.3. Es el keynesianismo, estúpido
Este punto es algo personal. Bien hemos demostrado ya que el dinero no es neutral, porque genera
inflación, y la inflación modifica permanentemente la economía. Hasta ahora, hemos repasado la política
económica y principalmente las ejecuciones y consecuencias de la política monetaria durante la era
democrática. Algo bueno para decir es que estas se caracterizaron por ser esencialmente antiliberales, pero
es recurrente que estúpidamente el período que va de 1958 a 1999 se denomine como ‘‘neoliberal’’. Las
razones por las que fue antiliberal ya fueron reseñadas —implícitamente o explícitamente— por Banko,
Crazut, Krivoy, Roser, Straka y Arráiz–Lucca (99) (100) (101) (102) y sería sumamente redundante explicarlo de
nuevo en este trabajo, así que puede revisar las páginas previas a este punto para comprenderlo.

Pero ojo, si pudiéramos caracterizar la política monetaria y fiscal que llevaron a cabo los demócratas
desde 1958 hasta 1999 sería como keynesiana, no como liberal, ni neoliberal, ni libertaria ni cualquier
vertiente que se pueda asociar con el liberalismo. Esto se debe —de forma más notable— a la increíble y
rápida expansión de la deuda y por la rampante expansión de los principales agregados monetarios.

Cuadro 30 | Índices de inflación, dinero circulante M1 y liquidez monetaria M2. Fuente: Banco Mundial y Banco
Central de Venezuela.

La política económica keynesiana se caracteriza, al contrario de la monetarista —y más alejada aún


de la austríaca— por la discrecionalidad (103) (104). Mientras que los austríacos y monetaristas, quienes se
acercan más al liberalismo, proponen reglas monetarias (unos el patrón oro, otros el sistema de banca libre
y los otros la regla de emisión del 2% anual) para controlar la inflación (105), los keynesianos prefieren
introducir dinero a discreción en la economía a través del Banco Central. ¿Y qué pasó con los demócratas?
Pues bueno, hicieron eso: introdujeron dinero a discreción en la economía a través del Banco Central.
_________________________________________________________________________________________________________________________
99. Spiritto et al. La economía venezolana en el siglo XX. Universidad Católica Andrés Bello. Primera Edición. (2018). p. 43 - 45
100. Ídem, p. 144
101. Krivoy, Ruth. The Venezuelan Banking Crisis Readings. Toronto International Leadership Centre for Financial Sector Supervision (2003). p.4 - p.7
102. Crazut, Ramón. La legislación financiera venezolana y la crisis bancaria de 1994. Academia Nacional de Ciencias Económicas (2000). p.74
103. Ravier, Adrián. Virtudes y límites de la teoría cuantitativa del dinero. Revista Laissez Faire #47, Universidad Francisco Marroquín (2017). p. 69 - p. 70
104. Ravier, Adrián. En busca del pleno empleo. Unión Editorial (2009). p. 218 - p.222, p. 224 - 226
105. Ravier, Adrián. Virtudes y límites de la teoría cuantitativa del dinero. Revista Laissez Faire #47, Universidad Francisco Marroquín (2017). p. 70 - p. 71

71
Roser, con datos de su trabajo de investigación conjunto ‘‘Government Spending’’ que seguía la
política fiscal de la mayoría de gobiernos del mundo, datos que a su vez extrajo del paper de Mauro, Romeu,
Binder y Zaman citado previamente, muestra que el gasto gubernamental se expandió de forma sostenida
a lo largo del Siglo XX en Venezuela (106). ¿Qué era (y es aún) lo más afamado de las pretenciosas políticas
keynesianas? El disparatado gasto público. Tal es que el economista (Keynes) pensaba que ciertas fallas
del mercado —que en realidad eran ajustes económicos naturales— venían en formas de, por ejemplo, la
supresión del gasto de hogares. Esta falta del gasto de hogares disminuía la demanda total de bienes y
servicios, y por tanto la actividad económica tendía a caer.

Al reducirse el gasto de los hogares, el consumo disminuiría y también lo haría la inversión ya que
no haría falta invertir para generar más inventario si las ventas al por menor caen. Justificaba entonces que
el Estado debe intervenir expandiendo la demanda agregada a través de su propio gasto para que esta
primera no caiga. Entonces, ¿qué decía Keynes? Que había que ‘‘darle duro’’ a la economía vía la política
fiscal y monetaria. ¿Y qué hizo la regencia democrática? Le dio durísimo al gasto público y a la política fiscal
del Estado Venezolano, aquella que encuentra su nicho en la justificación de origen keynesiano y que se
hizo sentir con el aumento de la deuda aprovechándose del déficit (ver págs. 43, 44, 45, 46 y 47 del presente trabajo).

Cuadro 31 | Gasto gubernamental cómo % del PIB, Venezuela (1920 - 1999). Fuente: Roser y Ortiz - Ospina
(2020)

La mediana de gasto público para la década inmediatamente precedente a la irrupción demócrata


fue de 16.33% como parte del PIB. En las décadas siguientes ese promedio se incrementaba con rapidez,
pasando al 19.25% (60’s), luego al 23.88% (70’s), al 25.31% (80’s) y finalmente cerrando en el 34.31%
durante la década de los 90’s. Previamente y en un período de tiempo similar, el gasto público aumentó
7.75 puntos como parte del PIB, mientras que ellos lo aumentaron 13.30 puntos, y la velocidad de
crecimiento del gasto anual, en promedio, fue un 54% más rápida durante la era democrática que antes de
ella. Aunque la deuda crecía y la inflación también, no paraban de aumentar el gasto público que se
financiaba con los ingresos petroleros, con el endeudamiento masivo y el crédito en constante expansión.
_________________________________________________________________________________________________________________________
106. Ortiz-Ospina, Esteban y Roser, Max. Government spending. Ourworldindata (2020).

72
Esta caracterización de la política fiscal es de orden keynesiano y con principios económicos y éticos
esencialmente contrapuestos a los defendidos por el liberalismo. Por tanto, es insultante y estúpido que se
le pueda denominar como ‘liberal’ o ‘neoliberal’ a la política económica que llevaron los gobiernos
demócratas hasta 1999. Se pueden mencionar, entre ellos:

A) El gasto público es esencialmente distorsivo. El incremento del gasto público hace que la economía
siga un patrón inorgánico, distinto al que tendría si no existiera. Como los recursos del Estado no
son ilimitados y este no crea riqueza sino que la extrae, esto hace que la economía se pueda deprimir
al tener que hacerse un ajuste cuando este se queda sin recursos para financiar el gasto. Además, el
incremento de la demanda agregada por encima del nivel natural (la demanda orgánica de los
agentes) provoca distorsiones en el sistema de precios que luego estos no pueden pagar, porque
ellos en principio no demandaron esos bienes. Encima, el gasto público es inmoral puesto que
siempre roba recursos o deprava y pervierte dinámicas dentro de la economía porque solo consta
de 3 vías de financiamiento: impuestos, deuda o emisión monetaria.
B) La inflación (derivada de la emisión monetaria como ya hemos probado) reduce el poder
adquisitivo al mermar el valor de la moneda. Por consiguiente, deteriora el valor del capital que se
forme en moneda nacional (que es lo normal). Esto contribuye a romper con el orden capitalista,
pues las condiciones hacen que se desincentive el ahorro —y en consecuencia la formación de
capital—. Es natural que los liberales se opongan a las políticas keynesianas de discrecionalidad (las
cuales llevaron a cabo los demócratas, pues atenta contra el propio orden capitalista). Si no hay
ahorro, no se forma capital, y si la inflación rompe con el ahorro y a su vez la inflación se causa por
la discrecionalidad en la política keynesiana, no es liberal. Si no hay ahorro —roto y desincentivado
por la inflación— entonces no hay capital formado, y si no hay capital, no hay capitalismo.
C) La toma de deuda para financiar el gasto es inmoral. Quienes pagan esa deuda para a su vez
financiar el gasto del gobierno son los ciudadanos. Sin embargo, nosotros no pedimos deuda, la pide
el gobierno para ellos gastar y luego la ciudadanía pagar esa cuenta. Las políticas keynesianas
incentivan a los gobiernos a financiar el gasto a partir del déficit, que acumulado forma la deuda.
D) Los impuestos atentan contra la propiedad privada. Son transferencias forzosas y de carácter
extorsivo que se aplican sobre el conjunto de individuos coaccionados por el Estado. En tanto los
impuestos no son contribuciones voluntarias (de lo contrario serían donaciones y no impuestos)
expropian la riqueza que se genera en la economía. Al no ser transacciones voluntarias, no se
pueden tomar como transacciones de patrimonio o transacciones comerciales. Por tanto, es un
agravio contra la libertad y el derecho de propiedad, dado que se extrae en contra de la voluntad de
las personas (reitero, si lo hicieran voluntariamente fueran donaciones). Los Estados normalmente
financian su fisco con los impuestos.
E) Los incentivos al consumo siempre deberán retratarse como una disminución en el ahorro. Esto
dado que para ahorrar más, debemos retraer el consumo, pero si gastamos más, debemos dedicar
mayor parte del ingreso al consumo. Allí se puede establecer un paralelismo inverso con la deuda:
Cuando nos endeudamos y toca pagar la deuda, debemos gastar menos de lo que ingresamos para
poder abonar sobre los pasivos y no hay margen de ahorro (107). Cuando gastamos más dentro de
lo que ingresamos (ampliamos nuestro presupuesto) también hay menos margen de ahorro. Si en
vez de endeudarnos para consumir o de consumir más con lo que recibimos ahorráramos,
pudiéramos formar capital, pero si hay más incentivos para consumir, entonces habrá menos
formación de capital.
_________________________________________________________________________________________________________________________
107. Dalio, Ray. Productivity and Structural Reform: Why Countries Succeed & Fail, and What Should Be Done So Failing Countries Succeed. S/f. pp. 4 – 10

73
4.4.3.1. Precios al por mayor: Es la emisión, no el comerciante, idiota
Otro aspecto más que tocar es el clásico aumento de precios. Bien algunos tontos son capaces de
argüir la idiota irresponsabilidad de adjudicarles el aumento generalizado de precios a los comerciantes.
Bien cuando hablaba con Domínguez (108), surgió el primer planteamiento contra ello: El aumento
‘‘estructural’’ de los precios solo sería justificable si estos suben y después se ajustan a la baja una vez la
demanda es suavizada al satisfacerse. Con la especulación, pasaría lo mismo: Puedes inflar el precio de un
bien escaso debido al aumento de su valor, pero el precio bajará cuando el mercado vuelva a tener esos
bienes cuando los productores ofrezcan bienes para sacar beneficios de ese aumento de precios. Sin
embargo, eso no pasa: el nivel de precios nunca ajusta a la baja, siempre crece de forma generalizada.

Para explicar esta falencia en el argumentario socialista, se presenta el análisis austríaco del proceso
inflacionario que resume Ravier (109) sumado al estudio de Friedman y, finalmente, las pruebas empíricas
aportadas en el presente trabajo para demostrar que la inflación sigue un patrón determinado, muy
estrechamente ligado al aumento de la liquidez (v. págs. 50, 51, 52 y 53). Igualmente se puede presentar una
última determinación, y esta es visualizar el comportamiento de los precios en los productos al por mayor,
es decir, el precio de los bienes que adquieren los comerciantes de los productores. ¿Cómo se culpa al
comerciante del aumento de precios que ocurre antes de que los productos lleguen a él?

Cuadro 32 | Variación anual de la inflación, precios al por mayor, dinero circulante y liquidez monetaria en
Venezuela (1961 - 1996). Fuente: Banco Mundial y Banco Central de Venezuela. Modifica el cuadro 28.

Podemos observar que el incremento de precios en productos al por mayor sigue el mismo patrón
que el de la inflación: los precios siguen la tendencia de crecer al ritmo que la liquidez monetaria y el dinero
circulante, pero no de forma proporcional. En algunos años, los precios al por mayor aumentaban más que
la inflación (como en 1987, 1989 y 1996). En otros casos, la inflación se acrecentaba más que los precios
en bienes al por mayor (como en 1974, 1980 y 1984). En todos los casos, el patrón donde los estos seguían
a la inflación y por tanto también seguían a la liquidez monetaria, estuvo presente.
_________________________________________________________________________________________________________________________
108. Otman Domínguez es economista con especialización en estadística por la Universidad Central de Venezuela.
109. Ravier, Adrián. En busca del pleno empleo. Unión Editorial (2009). pp. 188 - 192

74
Normalmente, cuando la liquidez monetaria crece, también lo hacen los precios de productos al por
mayor (como ya se ha demostrado empíricamente en el cuadro 32). Si la liquidez monetaria crece menos,
esa tendencia es internalizada por los precios de bienes al por mayor. Es así pues como se demuestra que
los precios incluso en manos del productor (que no del comerciante, cuya figura frecuentemente se le
vilipendia y no viene solamente desde ahora) aumentaban, y lo hacía en un patrón donde claramente se ve
que sigue el rumbo inflacionario encontrado en la raíz de la expansión de la liquidez.

Cuadro 33 | Índice de precios en productos al por mayor (Venezuela 1960 - 1999). Fuente: Banco Mundial (110).

Tal es la suerte del desastre de precios en Venezuela, que tal como pasó con el índice de precios
generales, el índice de precios al por mayor también sufrió un escabroso incremento desde la llegada de
los demócratas hasta su ida. Supongamos que tenemos una canasta de productos que nos venden al por
mayor, y en 1960 esta tiene un precio asignado de 31.13 bolívares. En 1980 ya es de 100 bolívares. En
1990, ya alcanzó los 933 bolívares y nada más en 1999 esta ya alcanzó el precio increíble de 20.016
bolívares: en 40 años, el precio de los productos al por mayor subió 64.198%. Eso fue, de forma corta y
resumida, lo que pasó de 1960 a 1999 con los productos de venta al por mayor dentro de la economía
venezolana. Para alcanzar este aumento tan alto de los precios, es necesario que en promedio estos hayan
tenido que crecer un 1604% anual desde 1960 hasta 1999.

De 1980 a 1999, donde el precio era 100 y luego era 20016, el incremento fue de 19916% y el ritmo
estuvo por debajo del crecimiento promedio para los 40 años ya que el punto de comparación era mayor.
Pero, sin embargo, podemos ver que el incremento que hubo desde 1960 a 1995 fue considerablemente
más bajo que el de 1980 (con un punto de partida 20 años después) a 1999. Esto es porque en la medida
que se puede explicar, el incremento más vertiginoso en términos absolutos —cuantos bolívares en total
aumentaba la canasta— vino a darse a partir de 1995 (después de la crisis bancaria y la explosión de la
inflación). De hecho, es curioso ver que si comparamos el precio de la canasta de 1960 con 1995, la
diferencia es del 17.069% pero si comparamos el precio de la canasta de 1960 con 1999, la diferencia es
del 64.198% que es aproximadamente 3 veces más.
_________________________________________________________________________________________________________________________
110. Sitio web de datos del Banco Mundial. data.worldbank.com > Wholesale price index (2010 = 100) – Venezuela RB. El índice fue reconvertido para tener
su base en 1980.

75
4.4.3.2. 1965 y la muerte progresiva del bolívar
Si hiciera una sola pregunta en este momento; ¿serías capaz de responderla? Sabemos que la época
del chavismo trajo consigo reiteradas devaluaciones del tipo de cambio bolívar/dólar. Si hoy tuviéramos
que comparar el tipo de cambio que heredó Chávez con el que está al día de hoy (15/01/2020), sería 648
bolívares en 1999 vs. 76.660 bolívares soberanos (111) que serían, agregándole todos los ceros que ha
perdido con las reconversiones monetarias (112), 7.666.000.000.000 bolívares.

El aumento es casi inconmensurable. Pero por esa misma razón, digo que la era democrática era
algo así como un ‘‘chavismo a paso lento’’. Lo que pasó con el chavismo hubiere pasado con los demócratas
si se dejaran en el poder unos 30 o 40 años al paso que traían desde 1993.

Cuadro 34 | Tasa de cambio bolívares por dólar (nominal). Serie desde 1935 a 1999, Venezuela. Fuente:
Reportes anuales del Bank For International Settlements desde 1949 a 1961, Series del BCV sobre el tipo de
cambio referencial (libre) y series de la MOxLAD sobre el tipo de cambio libre (113) (114) (115).

La era pre-democrática se caracterizó por una gran estabilidad cambiaria. Tal es así que el tipo de
cambio libre era de 3.35 bolívares por dólar en promedio, y solo fluctuaba entre los 3.19 y los 3.45
dependiendo del año, y no hubo devaluaciones considerables, teniendo en cuenta la inestabilidad política
y los consecutivos golpes de Estado. Las variaciones eran infrecuentes y de poco tamaño. En realidad, lo
que fue el cambio promedio (-0.45 anual de 1936 a 1957) tendía a apreciar al bolívar, no a depreciarlo.

Todo eso cambió una vez iniciada la era democrática. Desde que tomaron el poder hasta 1999, el
tipo de cambio creció el 19.243%. Si el dólar tuviera que crecer anualmente cierto % anual para llegar a
ese punto, tendría que crecer el 458% año/año para el valor de 1957 a 3.35 bolívares por dólar. Podemos
notar que evidentemente esto se aceleró a partir de 1993.
_________________________________________________________________________________________________________________________
111. Abadi, Anabella; García Soto, Carlos. De la reconversión monetaria de 2008 a la del 2018. Prodavinci (2018).
112. El cono monetario vigente es el ''bolívar soberano'' y constó de quitarle 5 ceros a la moneda. Junto con la reconversión de 2008, que le quitó 3 ceros a la
moneda, en total se le han quitado 8 ceros hasta día de hoy. Para referencias, se puede ver: Sitio web del BCV > Cono monetario.
113. Elegir todos los que van de 1949 a 1961.
114. Sitio web del BIS > Estadísticas > Sector externo > Tipo de cambio de referencia > Tipo de cambio de referencia. Serie 1985 - 1996.
115. Datos de la Montevideo – Oxford Latin American Database para el tipo de cambio [tipo de cambio nominal UML vigente/$].

76
Cuadro 35 | Variación en el tipo de cambio bolívar – dólar. Serie de 1936 a 1957. Fuente: Reportes anuales del
Bank For International Settlements desde 1949 a 1961, series del BCV sobre el tipo de cambio referencial
(libre) y series de la MOxLAD sobre el tipo de cambio libre.

Es apreciable que normalmente o bien el bolívar se mantenía al par con el dólar, o bien el bolívar se
apreciaba frente al dólar durante los gobiernos militares en general. Especialmente hubo apreciaciones
importantes del bolívar durante los gobiernos de Eleazar López Contreras y Marcos Pérez Jiménez,
especialmente durante el gobierno de este último donde hubo apreciaciones frente al dólar de hasta 2
dígitos. Esto, durante los 22 años previos a la era democrática, es algo que se refleja en su promedio de
variación interanual. De los 22 años que transcurrieron de 1936 a 1957:

1. En 6 (27.27% del tiempo) años se depreció el bolívar.


2. En 7 (31.81% del tiempo) años se apreció el bolívar.
3. En el resto (9 años, 40.81% del tiempo), no hubo cambios.

La estabilidad cambiaria era la norma. Aunque la tasa de cambio en 1935 era de 3.92 bolívares por
dólar, esta bajó hasta los 3.35 en 1957. Sumado a eso, el promedio de apreciación de bolívar era mayor que
su promedio de depreciación. Al tomar en cuenta las apreciaciones del bolívar frente al dólar, nos damos
cuenta de que son generalmente más intensas que las depreciaciones. Esto ocurrió nada más en los años
previos antes de la era democrática. Para demostrarlo:

a) Si promediamos el % de apreciaciones que tuvo el dólar frente al bolívar (o, como ya hemos
probado, que en realidad son depreciaciones del bolívar frente al dólar) (v. pág. 52) encontramos
que da un 2.25%.

b) Si hacemos eso con las apreciaciones que tuvo el bolívar frente al dólar, encontramos que el tipo
de cambio bajó 8.3% en promedio, o sea, las apreciaciones del bolívar tuvieron 3.6 veces más
fuerza que las depreciaciones. Esto ocurrió nada más en los años previos a la era democrática.

77
Este dato es curioso y bastante entrañable desde la perspectiva actual, pues Venezuela es un país
que ha estado plagado de constantes devaluaciones e inestabilidad monetaria, pero vemos que data de
tiempos recientes. Específicamente, la primera devaluación considerable —que fácilmente duplicaba
cualquier devaluación previa durante los años predemocráticos— fue en 1965. En este año, el bolívar se
devaluó nada más y nada menos que el 31.34%, unas 2.1 veces más que la mayor devaluación en los años
previos a los demócratas ocurrida durante el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, que fue del 14.69%.

Cuadro 36 | Variación en el tipo de cambio bolívar – dólar. Serie de 1958 a 1999. Fuente: Reportes anuales del
Bank For International Settlements desde 1949 a 1961, series del BCV sobre el tipo de cambio referencial
(libre) y series de la MOxLAD sobre el tipo de cambio libre.

Pero nadie vio venir que esta primera devaluación se quedase corta frente a las devaluaciones
posteriores, cuya acumulación llevó a elevar el tipo de cambio desde 3.35 bolívares por dólar hasta 648
bolívares por dólar. Devaluaciones de dos dígitos superiores al 35% fueron comunes después de la llegada
de la democracia. Si comparamos la incidencia de las depreciaciones del bolívar contra las apreciaciones,
encontraremos que:

a) La apreciación del bolívar/dólar promedio fue del 1.2%. Esto ocurrió en nada más 3 años de los
42 regidos por el bipartidismo demócrata (7.1% del tiempo).
b) La depreciación del bolívar/dólar promedio fue del 40.9%. Ocurrió en 18 de los 42 años que
gobernaron los demócratas (42.85% del tiempo). El resto (21 años) no hubo cambios.

Así, la incidencia del número de depreciaciones frente al número de apreciaciones del bolívar fue
de 18 > 3, lo que significaría que hubo 6 veces más depreciaciones del bolívar que apreciaciones. El tamaño
de estas depreciaciones fue generalmente 34.08 veces superior que el tamaño de las apreciaciones, cuando
antes ocurría al revés. Así fue como el bolívar perdió su estabilidad cambiaria y dio paso al oscuro tiempo
donde las falencias estructurales de la economía venezolana que llevaban lustros asentadas se hicieron
sentir, empezando por el viernes negro (116).
_________________________________________________________________________________________________________________________
116. Lárez, Pedro. ¿Cuándo perdió Venezuela su estabilidad económica, monetaria y financiera? El Oso Criollo (2018).

78
4.4.3.3. Fin del oro, comienzo de la discrecionalidad keynesiana
Algo destacable que se pudo observar durante la compilación de la información —y para entender
cómo se creó el desastre del bolívar—, es que Venezuela estuvo en la mira del Bank For International
Settlements (BIS) desde 1938 hasta 1961 (117). En ese corto lapso de tiempo las cuentas nacionales fueron
evaluadas por el BIS (producción, balanza comercial, reservas, etcétera). Este banco sólo realizaba reportes
y miraba por países de alto potencial para desarrollo económico en su época. Por nombrar algunos
ejemplos de estos países están: Alemania, Italia, Suiza, Austria, Estados Unidos, Bolivia, India, Uruguay,
Argentina, Grecia, Nueva Zelanda, Dinamarca, Reino Unido, Francia, Suecia, España, Bélgica o Turquía.

Pues, no en balde y como hemos demostrado anteriormente, Venezuela era un país que se
presentaba como potencia industrial hacia alrededor de 1950 (v. pág. 18). Un país, además, con balances
fiscales bastante sanos; nula deuda y ‘‘gasto responsable’’ (dentro de lo que cabe); un alto PIB per cápita y
un incremento bastante acelerado de la productividad (v. págs. 15, 16, 17 y 23; 43, 44, 45 y 47; 56). La competitividad
del tipo de cambio era, por la parte de la estabilidad, bastante alta. El bolívar apenas se movió frente al
dólar desde 1935 hasta 1957 (v. págs. 60, 61 y 62) pero esto se acabó con el fin del oro.

Cuadro 37 | Índices de reservas en oro, liquidez monetaria. Ratios de bolívares por cada dólar de reservas en
oro. Venezuela (1943 - 1970). Fuente: Banco Central de Venezuela, BIS y Banco Mundial (118) (119) (120) (121).

La cantidad de bolívares habidos por cada dólar de respaldo en oro —en el eje izquierdo—
permaneció bastante estable desde 1943 (casi al final del gobierno de Angarita) hasta 1957, variando entre
ambos períodos apenas un 8.48%, pasando de 6.48 bolívares por cada valor de oro en reservas a 7.03
bolívares por cada valor de oro en reservas. Esto se disparó a la llegada de la democracia, pasando de 7.03
a 29.56 bolívares por cada valor de oro en reservas. Ello significó que cada vez había menos reservas en
oro para respaldar los bolívares en circulación, llegando a un 76% menos en nada más 14 años.
_________________________________________________________________________________________________________________________
117. Ver los Reportes Anuales del BIS desde 1940 hasta 1961.
118. Sitio web del BIS > Research & Publications > Annual Economic Report > BIS annual reports 1931 to 1996. Elegir todos los que van de 1949 a 1961.
119. Sitio web del BCV > Estadísticas > Liquidez Monetaria > Series 1940 – 1991 y 1989 a 1996.
120. Data.worldbank.org > Total Reserves (including gold, US$ current prices) - Venezuela, RB.
121. Data.worldbank.org > Total reserves minus gold (current US$) - Venezuela RB

79
.

Cuadro 38 | Reservas en oro y bolívares por cada US$ a precios corrientes de valor de oro en reservas. Fuente:
Banco Mundial, BIS y Banco Central de Venezuela.

Y es que los demócratas en los primeros años que estuvieron en el poder se consumieron las
reservas de oro que había. Entre 1958 y 1961 —un período de tiempo muy corto— las reservas de oro
cayeron por 354.5 millones de dólares: Pasaron de 719 millones de dólares a 364.5 millones de dólares a
precios corrientes, bajando así el 49.3%. Eso significa que prácticamente en 4 años los demócratas se
gastaron casi la mitad de las reservas de oro, y no pudieron recuperar esa cantidad hasta 1972.

Mientras que desde Medina Angarita (1943) hasta Pérez Jiménez (1957) las reservas crecieron de
89 millones de dólares a 719 millones de dólares, o sea, crecieron un 707% a un ritmo promedio del 49%
anual, y un ritmo general (mediana) de variación del 7.2% anual, los demócratas esfumaron casi la mitad
de ese oro esforzadamente labrado durante los años previos en nada más 4 años. Igualmente se puede
hacer una reseña acerca del respaldo de la emisión.

Tabla 3 | Ratio bolívares por valor de oro en US$ a precios corrientes. Mediana del ratio por períodos desde
1943 hasta 1999. Fuente: Banco Mundial, BIS y Banco Central de Venezuela.

Si hubiera hecho una micrográfica para mostrar el cambio del ratio a través de las décadas, el
respaldo de los bolívares por el valor de reservas en oro fue prácticamente nulo en democracia, o al menos
en comparación a antaño. Mientras que el promedio del ratio de bolívares por cada valor de oro en reserva
era, en la década de los 50’s, de 6.68 bolívares por respaldo en oro, ya eso había ascendido de forma
fenomenal hasta los 2693.03 bolívares por respaldo en oro. Eso significa que el respaldo en reservas de
oro hacia la liquidez cayó el -99.75% para la última mitad de década de los 90’s.

80
Esto ilustra que tal como lo describen Ravier (122) y el propio Keynes (123), se había dado paso hacia
una era de discrecionalidad keynesiana sin precedentes. No solamente era que se acabó con la poca
retención en reglas monetarias, sino que se pulverizó toda noción de pudor a la hora de emitir dinero y
gastarlo. Esto no es más que una confirmación más a la ineptitud, irresponsabilidad y posición anti – liberal
de los demócratas. Aún podemos notar algo, y es que los demócratas despreciaron el oro por completo…
Una cuestión que podemos ver a partir de la anulación de la participación del oro en la era democrática.

Cuadro 39 | Divisas internacionales y oro cómo % de las reservas totales en Venezuela. Serie de 1963 a 1999.
Fuente: Banco Mundial (124) (125).

La economía fiscal del Estado pasó a ‘‘papeletizarse’’ con activos financieros en vez de utilizar
activos reales. Ello significa que en vez de resguardarse con activos reales como los metales, en este caso
el oro, pasó a movilizar a sus cuentas activos financieros que significan un pasivo de otro agente. En este
caso, utilizaron un pasivo de la Reserva Federal de Estados Unidos: el dólar. Preferían no activos
independientes y de verdadero valor, sino papeles. Este desprecio se evidenció con el aumento de las
divisas cómo porcentaje de las reservas totales por un lado frente a la disminución del oro cómo porcentaje
de las reservas totales. Antes y hasta el principio de la era democrática, la mayoría de las reservas del Banco
Central de Venezuela se encontraban en oro.

En 1963, el porcentaje de oro presente en las reservas era del 68.88% pero en 1999 ya era apenas
del 18.7%. Aun así, aunque papeletizaron la economía fiscal, los demócratas ni siquiera respetaron el seguir
el aumento de las reservas en divisas para aumentar la liquidez. Pese a que hemos visto que en 14 años de
poder democrático causó tanto desajuste como nunca en la historia moderna de Venezuela hasta la llegada
del Chavismo, en realidad las gráficas anteriores que muestran series desde 1943 hasta 1970 están así por
dos motivos. El primer motivo es para poder mostrar lo que hicieron los demócratas —la segunda mayor
plaga política en la historia del país— en los primeros 14 años que estuvieron en el Estado. El segundo
motivo es porque si lo comparamos con los años posteriores no podríamos ver correctamente la evolución
de las variables, pues se vuelven insignificantes contra los monstruosos aumentos posteriores.
_________________________________________________________________________________________________________________________
122. Ravier, Adrián. En busca del pleno empleo. Unión Editorial (2009). p. 218 - p.222, p. 224 - 226
123. John Maynard Keynes (1993) [1923], A Tract on Monetary Reform, MacMillan, Londres. Trad. Fondo de Cultura Económica p. 91, citado por Ravier (2009).
124. Data.worldbank.org > Total reserves minus gold (current US$) - Venezuela RB.
125. Data.worldbank.org > Total Reserves (including gold, US$ current prices) - Venezuela, RB.

81
Si observamos la progresividad del aumento de la liquidez y la caída casi absoluta del respaldo hacia
la misma por parte de variables que la respalden, a saber: oro, divisas o producción —las dos primeras en
virtud de significar paridades y la última representando la demanda monetaria— sabremos que 4500
bolívares por cada dólar en oro no se compara a los 27, que quedan muy por debajo y no son visualmente
apreciables por nosotros ya que las líneas no lo captan. Pero efectivamente, tanto el aumento de 6.48
bolívares a 29.56 por cada dólar de valor en oro, y de 29.56 a 4500 fueron obra de los demócratas.

O sea, lo que busco decir con esto es que las más grandes rupturas de responsabilidad financiera
estatal vistas en Venezuela durante todo el Siglo XX fueron obra de los demócratas que rigieron el
bipartidismo. Es así como podemos notar que a medida que más tiempo gobernaban los demócratas, peor
se iba haciendo todo…Tal como pasa ahora. Pero la diferencia es que aquello degeneraba a un ritmo muy
lento y que antes de 1987, era casi imperceptible. Es por eso que justifico llamarles a los demócratas
«socialistas retardados», «socialistas a paso lento» o «socialistas de efecto retardado».

Cuadro 40 | Evolución de la producción real, reservas totales y oro vs. progreso de la liquidez monetaria.
Fuente: Banco Central de Venezuela, BIS y Banco Mundial.

Un ‘‘mérito’’ que tuvieron los demócratas fue el de que después de todo, elevaron las reservas en
oro pasándolas de 719 millones de dólares en 1957 a 2832 millones de dólares en 1999, llegando inclusive
a tener 6755 millones de dólares en 1980. Y pongo mérito entre comillas pues hay que preguntarnos: ¿Y
por qué diablos se consumieron 3932 millones de dólares en reservas de oro? Es decir, estos señores no
solamente acabaron con las reservas que heredaron en apenas 4 años, sino que aunque las pudieron
recuperar y además las lograron elevar a la mayor cantidad existente durante la historia del Siglo XX,
también destruyeron esa enorme cantidad que ellos mismos formaron.

Sí, aumentaron las reservas en oro un 293%. La producción la lograron elevar un 148% (real,
después de inflación). También lograron tener el mayor stock de reservas de divisas en la historia moderna
dl país, incrementándolo un 2489%. Pero todos estos incrementos se quedan nulos frente al incremento de
la liquidez monetaria: Mientras que en promedio las variables de respaldo sobre la liquidez crecieron un
1080% y en total lo hicieron 2930%, la liquidez en sí misma se incrementó un 236447%. Es decir, jamás ni
nunca hubieran logrado remendar este grave error de política monetaria.
82
4.4.3.4. Sobre el mito de la deuda flotante de Pérez Jiménez: Reservas reales,
deuda real en dólares y relaciones
Hace un par de años estaba yo en un círculo de debate hablando sobre la economía venezolana
durante los años de dictadura, y ya teniendo algunas nociones sobre los males demócratas, osé a arremeter
contra estos. Como se podrá intuir, utilicé algunos de los datos que se pudieron ver anteriormente —que
no eran ni un centésimo [1/100] de lo que se ve en este trabajo— y en un momento dado, una muchacha que
estaba (demócrata, para que sepan) me llamó «lamebotas de Pérez Jiménez» por supuestamente adorar la
dictadura (en realidad yo nada más estaba mostrando la superioridad en materia económica de esta) y dijo
que Pérez Jiménez ‘‘se había endeudado mucho’’ —cosa que hemos visto que no es así—.

Para ella ‘‘demostrar’’ ese punto, me mandó un artículo (126) escrito por el licenciado en Estudios
Liberales de la Universidad Metropolitana Vicente Quintero, quien afirmó lo siguiente: ‘‘Marcos Pérez
Jiménez endeudó al país; en menos de 5 años la deuda pasó de 175 millones de dólares a 4 mil 500 millones de
dólares aproximadamente. Si hacemos la conversión a dólares de 2018, estaríamos hablando de
aproximadamente 40 mil millones de dólares de deuda pública flotante’’. Aunque habla de otros aspectos,
me interesa particularmente este, porque normalmente se puede crear una defensa a los años de gobiernos
militares por los aspectos económicos, y tanto la estabilidad cambiaria como la poca deuda (que ya hemos
probado y era baja) (v. cuadro 23) son elementos legítimos. No obstante, los liberales y demócratas suelen
utilizar este mito creado en torno a la supuesta deuda de Pérez Jiménez para atacarlo.

De hecho, incluso aunque los mismos demócratas fueron los que empezaron a adquirir
compromisos apenas llegaron al poder y endeudaron a Venezuela como nunca antes en la historia se había
podido lograr —o no se había querido lograr—, se asumía que esta irrelevante deuda flotante se había
vuelto un problema para las administraciones posteriores. ‘‘El desastre fiscal del gobierno de Marcos Pérez
Jiménez fue, en parte, una de las causas de la crisis económica de Venezuela en la década de los sesenta [...] El
gobierno venezolano tuvo que acudir al otorgamiento de concesiones petroleras en los años 1956 y 1957 para
solventar las dificultades financieras y la enorme deuda que había contraído el Estado Venezolano [...] La
deuda aumentó más de 20 veces en términos reales y eso también fue parte de la reseña de la Revista Time’’.
Cuestiones que se dijeron en adición pueden ser desmentidas en puntos posteriores. Sin embargo, me
limitaré a responder una sola interrogante: ¿Hasta qué punto es esto cierto? Pues, veamos.

Lo primero que uno puede notar (si investiga) es que las referencias que él cita no lo ayudan. Un
informe que cita de la CIA llamado ‘‘The Situation in Venezuela’’ (expedido el informe el 21 de Noviembre
de 1961, desclasificado en Enero de 1994), por ejemplo, implica directamente que la falta de prudencia fue
de los demócratas, y que además de deuda y gasto dan datos a partir de 1960, no hablan sobre la deuda de
la dictadura (127). Traducido al español, el informe señala: ‘‘El gobierno [de Betancourt] ha tenido que crear
licencias y controles cambiarios para restringir la salida de reservas, que tuvieron un declive en las reservas
oficiales de 1.4 mil millones de dólares a finales de 1957 a 542 millones de dólares al 8 de Noviembre de 1961.
Mientras tanto, el régimen ha tenido déficits sustanciales. El alto nivel de gasto, que ha estado estimado en 2
mil millones de dólares en presupuesto para 1962, en parte refleja altas cargas en el servicio en créditos a
corto plazo utilizados para cubrir déficits previos’’. En los prospectos económicos también señalan que las
dificultades se debieron también a las condiciones en los mercados de petróleo, y dieron poco
protagonismo a lo que ocurrió en la administración de Jiménez (128).
_________________________________________________________________________________________________________________________
126. Quintero, Vicente. La pujante economía venezolana durante el gobierno de Marcos Pérez Jiménez: ¿Mito o realidad? (2018).
127. The Situation in Venezuela. National Intelligence Estimate Number 89 - 61. CIA (1961) (approved for release 1994).
128. The Situation in Venezuela. National Intelligence Estimate Number 89 - 61. CIA, (1961) (approved for release 1994). pp. 6 – 8

83
Aunque si bien señalan que se utilizó para cubrir déficits previos, la deuda flotante (u obligaciones
a corto plazo) fue adquirida por los demócratas, que pudieron utilizar otros métodos de financiamiento
cubrir los déficits pasados —o sea, que negociaron mal en todo caso los compromisos—, que acumulados
forman lo que llamamos deuda del gobierno central, ya que la deuda no es más que el déficit acumulativo
o el stock del déficit. Otro trabajo de particular interés que no le ayuda para nada es el de Tomás Carrillo y
Rafael Crazut de 1986, llamado ‘‘Proceso histórico de la deuda externa venezolana en el siglo XX’’.

En este ensayo se desarrolla un resumen general de la deuda venezolana en la historia moderna de


nuestro país, desde la adquisición de deuda y bloqueos navales por impago de deuda muy atrasada (de
hasta incluso 120 años en el pasado), pasando por la cancelación total de la deuda durante los años de Juan
Vicente Gómez, específicamente en 1931 y llegando hasta 1984 con prospectos hasta 1997 (129). Este
trabajo cita un supuesto informe de la Junta de Gobierno de 1958 —es decir, no era una evaluación
independiente sino hecha por la misma junta política que derrocó a Pérez Jiménez— y mencionan algo
curioso que demuestra que Quintero no sabía bien de lo que hablaba.

Asumiendo que el informe de la Junta sea legítimo, y antes que todo, asumiendo que aunque sea
haya existido, se menciona que las obligaciones contraídas por Pérez Jiménez de 4.5 mil millones de
bolívares mientras que Quintero decía que el monto era en dólares. De acuerdo a Crazut y Batalla: ‘‘[...]
Estudios realizados por la Junta de Gobierno que sucedió al general Marcos Pérez Jiménez, para determinar
la situación de las deudas gubernamentales contraídas con anterioridad al 23 de enero de 1958 pusieron de
relieve que los ministerios e institutos autónomos habían adquirido obligaciones por una suma del orden de
los cuatro mil quinientos millones de bolívares, de los cuales alrededor de mil seiscientos millones vendan en
el ejercicio fiscal 1957-1958 y el resto en los cuatro años siguientes’’ (130).

Si recordamos el trabajo de Mauro, Romeu, Binder y Zaman (131) sabremos que tenemos datos
históricos de la deuda que pueden confirmar esto. Para 1957, Venezuela tenía un nivel de deuda sobre PIB
del 0.078%, lo que equivaldría a un monto total de obligaciones de 18.7 millones de dólares a precios
corrientes. Otro inconveniente es que no se especifica si la contabilidad está a precios corrientes o con un
benchmark —punto de referencia— para medir los precios reales, pero asumamos que sí, que Pérez
Jiménez sí tuvo una deuda de 1.6 mil millones de bolívares. Al tipo de cambio referencial de 3.35 US$ por
bolívar que había en aquél entonces, serían 477 millones de dólares.

Si tomamos en cuenta que las reservas del Banco Central, en términos reales, superaban por 401
veces la deuda real que tenía que haber sido de 50.52 millones de dólares y no 477 millones (pero
recordemos que compramos este argumento solo para refutarlo), multiplicando esos 50.52 por el valor del
ratio (401) tenemos el que las reservas el banco central eran 2.02 mil millones de dólares reales a precios
de 2019 (132) (133) y por tanto las obligaciones (477 M de US$) se podían resolver con el 23.6% de las
reservas. No obstante, si queremos ser metodológicamente rigurosos, nos tenemos que plegar a una sola
base de datos (o a una serie de estas que sea confiable) y no a mitos que se crean para atacar de manera
supuestamente objetiva a un gobierno. Con la base de datos del FMI de deuda histórica, obtenemos que la
deuda nunca fue de 4.5 mil millones de dólares, ni 477 millones: fue de apenas el 0.07% del PIB (134).
_________________________________________________________________________________________________________________________
129. Carrillo, T y Crazut, R. Proceso Histórico de la Deuda Externa Venezolana en el Siglo XX. Boletín de la Academia Nacional de Ciencias Económicas (1986).
130. Ídem, pp. 11 - 12
131. Mauro, P; Romeu, R; Binder, A y Zaman, A. A modern history of fiscal prudence and profligacy. International Monetary Fund (2013).
132. Series estadísticas de Venezuela, Tomo I - B, Balanza de Pagos (serie 1940 - 1999). BCV (1999) p. 48
133. Ajustados los precios corrientes de las reservas en dólares a precios reales (contando devaluación) en 2019 con: Federal Reserve Economic Data >
Consumer Price Index for All Urban Consumers: Purchasing Power of the Consumer Dollar in U.S. City Average.
134. Imf.org > external > datamapper > datasets > Public Finances in Modern History > Fiscal Prudence and Profligacy database > Gross public debt, percent
of GDP.

84
4.4.3.4.1. Cálculos, relaciones, argumentos y refutación

Si la deuda es el stock del déficit (o el déficit acumulativo, dicho en otros términos) que se genera por
gastar —o por prever gastar— más de lo que se ingresa, y por tanto se adquieren compromisos financieros
con el objetivo de financiar aquello que vamos a gastar pero no tenemos, esto se debería haber reflejado
en las bases de datos indexadas y de carácter técnico, como la de Mauro, Romeu, Binder, Zaman, la del FMI,
la del BCV o la del MOXLAD (135) (136) (137) (138). Si nos apegamos no a lo que haya dicho la junta política, sino
a lo que han estudiado varios economistas y analistas, obtenemos que la cosa es muy distinta.

Según los cálculos de Mauro y otros, para 1957 la deuda del gobierno central era del 0.07% del PIB,
y el PIB nominal para aquél entonces era de 23.846 millones de bolívares a precios corrientes (distinta de
𝑷𝑰𝑩
la cuenta de la CEPAL ya utilizada). Si utilizamos la fórmula [𝟏𝟎𝟎] × 𝑫𝒆𝒖𝒅𝒂%𝑷𝑰𝑩 = 𝑫𝒆𝒖𝒅𝒂 podemos
obtener la deuda nominal que había en aquél entonces, bajo el teorema que vimos anteriormente (v. pág 44).
Si queremos obtener los valores reales, debemos añadir dos procesos más: la conversión y la deflactación.

En la conversión podemos usar el dólar como moneda output de los valores, y para eso convertimos
el PIB en dólares de acuerdo al tipo de cambio nominal (139) (140) (141), que nos dará deuda nominal en
moneda extranjera. Por último, para conseguir valores reales finalmente, debemos ajustar a la inflación el
resultado del tipo de cambio, que como es nominal, no tiene en cuenta la pérdida del poder adquisitivo que
ha tenido desde el año corriente —de ahí que se le diga precio corriente— en aquél entonces hasta ahora,
por lo que conseguimos un índice de poder adquisitivo y ajustamos.

𝑷𝑰𝑩 𝒏𝒐𝒎𝒊𝒏𝒂𝒍
La fórmula, entonces, quedaría para calcular [ ] × 𝑫𝒆𝒖𝒅𝒂%𝑷𝑰𝑩 = 𝑫𝒆𝒖𝒅𝒂 𝒏𝒐𝒎𝒊𝒏𝒂𝒍
𝟏𝟎𝟎
(𝒅𝒏) y luego convertirla a dólares a través del tipo de cambio nominal (𝒕𝒏) utilizando una función deuda
nominal/tipo de cambio nominal = deuda nominal en dólares (𝒅𝒏𝒅). De ahí la deuda nominal en dólares la
ajustamos a la inflación deflactándola con un nivel de devaluación (𝒅𝒆𝒗) que se calcula con un índice de
poder adquisitivo del dólar (𝒊𝑷𝑨𝒅).

Esto último, a su vez, se hace buscando un año de referencia o benchmark (𝒃) que en nuestro caso
es 2019, que nos da un índice de poder adquisitivo benchmark (𝒊𝑷𝑨𝒅𝒃). Ese índice de poder adquisitivo
benchmark nos da un valor de referencia que muestra la pérdida de poder adquisitivo hasta entonces, y
por tanto lo tenemos que comparar con el índice de poder adquisitivo corriente (𝒊𝑷𝑨𝒅𝒄), que si sacamos la
𝒊𝑷𝑨𝒅𝒄− 𝑷𝑨𝒅𝒃
diferencia, nos da el nivel de devaluación con la fórmula [ ] × 𝟏𝟎𝟎 = 𝒅𝒆𝒗.
𝒊𝑷𝑨𝒅𝒃

Este nivel de devaluación (𝒅𝒆𝒗) nosotros se lo vamos a contar a la deuda nominal en dólares (dnd)
con la fórmula deuda nominal en dólares + [deuda nominal en dólares/100 * dev] = deuda real en dólares al
año benchmark. Como el año benchmark es 2019, el output es deuda real en dólares a precios de 2019.
Entonces, así es que calculamos la deuda real, y el mismo proceso se le puede aplicar al valor a precios
corrientes de las reservas del BCV (este es el procedimiento simplificado, para ver cálculos detallados acuda a la sección A.1).

________________________________________________________________________________________________________________________
135. Series estadísticas de Venezuela, Tomo I – B, Balanza de Pagos (serie 1940 – 1999). Banco Central de Venezuela (1999).
136. Mauro, P; Romeu, R; Binder, A y Zaman, A. A modern history of fiscal prudence and profligacy. International Monetary Fund (2013).
137. Imf.org > external > datamapper > datasets > Public Finances in Modern History > Fiscal Prudence and Profligacy database.
138. MOxLAD Facultad de Ciencias Sociales (moxlad.cienciassociales.edu.uy) > Base de datos.
139. Sitio web del BIS > Research & Publications > Annual Economic Report > BIS annual reports 1931 to 1996. Elegir todos los que van de 1949 a 1961.
140. Sitio web del BIS > Estadísticas > Sector externo > Tipo de cambio de referencia > Tipo de cambio de referencia. Serie 1985 - 1996.
141. MOxLAD Facultad de Ciencias Sociales (moxlad.cienciassociales.edu.uy) > Base de datos > Sector financiero y monetario > Monetario > Tipo de cambio
nominal (UML vigente/$).

85
Cuadro 41 | Deuda del gobierno central venezolano [en términos nominales y reales] y reservas del Banco Central
de Venezuela [en términos reales y nominales]. Serie 1940 – 1999. Fuente: MOxLAD, FMI, Mauro et al. y BCV.

Lo primero en notarse es que la deuda del gobierno central —que se define como el total de
obligaciones contraídas por el Gobierno Central— (142) siempre fue baja durante la dictadura e incluso
durante los gobiernos militares previos. Lo segundo es que la deuda no comienza a tomar ascensos
importantes sino hasta 1959. Si la deuda fuere sido tan grande para Pérez Jiménez, se habría contabilizado
en el año donde contrajo la obligación financiera, o si es por ‘‘cuestión de registro’’ y la deuda se hubiere
contabilizado posteriormente, recordemos que ya en 1958 ‘‘sabían’’ que Jiménez había contraído deuda
por 1.6 mil millones de bolívares (o 477 millones de dólares) (143), entonces lo lógico es que esta se hubiera
contabilizado en 1958, cosa que no ocurrió. Por tal razón, esa excusa no es viable. Como se contabiliza todo
el stock de deuda contraída, también se incluye la temida deuda flotante de la cual demócratas y liberales
hablan tanto. También se pudo corroborar la alta fiabilidad de las fuentes de datos consultadas, ya que los
datos contrastados entre ellas (así como también los resultados de conversión nominal) diferían muy poco,
atribuible a diferencias metodológicas que sin embargo dieron resultados bastante cercanos.

Quintero dijo que Pérez Jiménez había ‘‘aumentado increíblemente’’ la deuda hasta 40 mil millones
de dólares de 2018 dado que, supuestamente, contrajo obligaciones valoradas en realidad en 4.5 mil
millones de dólares, cosa que se probó como falsa por contradecirse con las propias fuentes citadas por él
que aclararon que en realidad fueron 1.6 mil millones de bolívares, que no especifican tampoco si son
nominales o reales de acuerdo al año de realizado el estudio de Carrillo y Crazut. Ignorando eso y
asumiendo que de algún modo u otro haya ‘‘aumentado mucho’’ el nivel de deuda, de 1952 (cinco años
antes de su caída) a 1957 (que fue el último año donde gobernó de forma propicia puesto que fue
destronado el 23 de Enero de 1958, por lo que mucho no podía hacer) la deuda real en realidad cayó un
83%. Mientras que en términos nominales pasó de 15.11 millones de dólares a 5.58 millones de dólares
cayendo un 63%, en términos reales había pasado de 126 millones de dólares a 20.37 millones.
_________________________________________________________________________________________________________________________
142. El FMI lo define cómo: ‘‘Total stock of debt liabilities issued by the central government as a share of GDP’’. Consultar IMF.com > WEO > Datamapper >
Datasets > Global Debt Database > Public Debt > Central government debt.
143. Carrillo, Tomás y Crazut, Ramón. Proceso Histórico de la Deuda Externa Venezolana en el Siglo XX. Boletín de la Academia Nacional de Ciencias Económicas
(1986). p. 11 - 12

86
Otros datos que podemos tomar sobre el nivel de deuda real que había fueron: 1) En solamente un
año, la deuda real se incrementó un 608%, que fue de 1957 a 1958. Sin embargo, aún si le atribuyéramos
este año a Jiménez de una forma totalmente extrema e injusta, demostramos que bajo ninguna
circunstancia se cumple lo que dice Quintero, la deuda de 1952 a 1958 se eleva un 14%. En ningún momento
se incrementa por veinte veces. 2) Para todo el período de 1948 a 1957, la deuda real promedio fue de nada
más 85 millones 780 mil dólares. De 1957 a 1999, la deuda real se incrementó a niveles insospechados y
jamás logrados: 1113 veces —o en términos porcentuales, 111.130%—de 50 millones 420 mil dólares a
56 mil 154 millones de dólares de 2019. 3) El promedio de deuda para todo el período democrático desde
1958 a 1999 fue de 20 mil 730 millones de dólares reales, o sea, 241 veces más que el nivel de deuda de la
dictadura militar de Chalbaud (comandada por él de 1948 a 1950) y Pérez Jiménez.

Si contáramos el promedio de deuda de los últimos años de Jiménez (1953 – 1957) y se comparase
con los últimos años de los demócratas (1995 – 1999) obtenemos un nivel de 55 millones 340 mil de
dólares reales por parte de Pérez Jiménez —dicho sea de paso, un nivel 35.4% inferior al promedio de
todos los años de la última dictadura militar completa— contra uno de 59 mil 596 millones de dólares, o
sea, un promedio de deuda 1076 veces superior. Esto quiere decir que comparando el verdadero legado de
deuda de Jiménez, contra el verdadero legado de deuda de los demócratas, se hace obvio que la crítica a
estos últimos se hace justa y que la defensa limitada hacia ciertos aspectos económicos de la dictadura
militar no se hace errada, mala ni mucho más.

Otra característica en la que nos podemos adentrar libremente es la de las reservas internacionales,
cuyos datos además de ser provistos por el Banco Mundial (144) (145) también son dados por el Banco Central
de Venezuela en el documento «Series estadísticas de Venezuela, Tomo I - B, Balanza de Pagos (serie 1940 –
1999)» (146). Las reservas reales nada más en un año (de 1957 a 1958), cayeron en un 30.03%. En un plazo
un poco más largo que va de 1957 a 1962, cae el 60.96%, confirmando la caída pronunciada que vimos en
el cuadro 38 con datos del Banco Mundial donde las reservas de 1957 a 1961 cayeron el 49%. Además de
eso, en el largo plazo para los demócratas, distinto del aumento enorme que vimos en las reservas
internacionales a precios nominales en la sección del trabajo «Fin del oro, comienzo de la discrecionalidad
keynesiana», las reservas reales en realidad crecieron un 85.61% durante este período, que aunque no es
menos merecedor de nuestro reconocimiento, trae a términos reales su resultado.

La explicación de los aumentos constantes en las reservas de oro del Banco Central de Venezuela
durante los gobiernos militares (no solo el de Marcos Pérez Jiménez) desde Isaías Medina Angarita, es que
los militares tenían la costumbre de hacer compras de oro cada vez que podían. En 1942, se realizó una
compra de oro por 27 millones de dólares. Luego, en 1943, se realizó otra compra por 22 millones. En 1944,
bajo la administración de Medina Angarita, se compraron otros 41 millones de dólares en oro. En 1949,
salió otra compra de 108 millones de dólares en oro —la más grande hasta 1957— y luego en 1954 se
compraron 50 millones más, en 1956 se compraron 30 millones de dólares más en oro y finalmente, en
1957, se compraron 200 millones de dólares en oro. Durante el trienio adeco —que dicho sea de paso,
también tuvo marcada influencia militar— se realizaron compras de oro por 75 millones en 1945, 10
millones en 1946 y 10 millones más en 1948. En total, de 1943 a 1957 se adquirieron 573 millones de US$
en oro donde los militares tuvieron una participación ‘‘neta’’ del 83% de las adquisiciones. Después de
1957 hasta la década de los 70’s, frente a las 6 compras por valor de 478 millones US$ en oro de los
militares (excluyendo el trienio), los demócratas hicieron una por 20 US$ millones (147).
_________________________________________________________________________________________________________________________
144. Data.worldbank.org > Total Reserves (including gold, US$ current prices) - Venezuela, RB.
145. Data.worldbank.org > Total reserves minus gold (current US$) - Venezuela RB.
146. Series estadísticas de Venezuela, Tomo I - B, Balanza de Pagos (serie 1940 - 1999). BCV (1999).
147. Ídem, p. 51

87
Otro lado por el que podemos hacer refutaciones para el mito de la deuda flotante es la capacidad
de pago del deudor. La deuda flotante por cantidades ingentes que se le adjudica a él en realidad no existió,
y de existir, se podía pagar con el 64% de las reservas, pero sin embargo existen deficiencias técnicas en la
premisa. Primero, la cantidad de esta deuda quedó al criterio de una mesa política compuesta por los
mismos que derrocaron a Jiménez (v. pág. 68), por lo que había un alto riesgo de sesgo en medio del conflicto
de intereses, y los datos que proveían no están en ningún informe, no sabemos la metodología ni lo que se
hizo para conseguirlos —o sea, que de facto son epistemológicamente infalsables, al contrario de los datos
que se proveen en el presente trabajo—. Simplemente se asume que existen y son así porque son así, aunado
a que esos datos vienen de una mera declaración que está registrada en un informe de hace más de 30 años,
existiendo datos más nuevos, transparentes y con metodologías confiables en documentos revisados por
pares y/o de carácter institucional, hechos por profesionales.

Cuadro 42 | Relaciones entre la deuda del gobierno central y las reservas internacionales del Banco Central,
Venezuela. Serie histórica 1940 – 1999). Fuentes: FRED, BCV, MOxLAD, Mauro et al. (2013).

En segundo lugar, al contrastar estos datos que se nos dan con los otros datos de reportes, informes
y bases de datos más recientes que sí coinciden entre sí (148), estos primeros que se le adjudican no
coinciden con los datos recientes, por lo que hace dudar de la validez de los primeros. Ahora bien,
apegándonos a los datos que son más confiables, se sabe que la deuda real que se tenía en realidad era
mucho menor, y habría que evaluar la capacidad de Pérez Jiménez para pagar las obligaciones financieras
contraídas con los recursos que tenía disponibles, como someter a esa misma evaluación a los demócratas
para ver qué tanto se les puede criticar. En esa última vía, conseguimos que las afirmaciones sobre
perturbación fiscal y deuda flotante no se pueden sostener. Para el último año de ejercicio de Pérez Jiménez,
nada más las reservas del Banco Central eran 162 veces superiores a las obligaciones financieras del
gobierno, por lo que se podía pagar la deuda con nada más el 0.617% de las reservas internacionales.

_________________________________________________________________________________________________________________________
148. Ejemplos de esto son la comparación de datos entre las reservas internacionales provistos por el Banco Central y por el Banco Mundial, el PIB nominal a
precios corrientes que provee el BCV y que provee la MOxLAD si se ajusta al tipo de cambio nominal para convertir la cantidad a dólares, entre otros.

88
En promedio, de 1940 a 1957, las reservas internacionales rondaron unos 2468 millones de dólares
estadounidenses. En 1957, las reservas fueron de 8169 millones de dólares, es decir, un 230% por encima
del promedio, mientras que la deuda total era de 20 millones 370 mil dólares, y de ahí que diga que esta
deuda se podía pagar con el 0.617% de las reservas internacionales. Con respecto al promedio de deuda
que hubo de 1940 a 1957, este se ubicó en los 57 millones 918 mil millones de dólares.

Ergo, el ratio de reservas internacionales/deuda del gobierno central fue de 54,24:1 es decir, que
las reservas superaban a la deuda, en promedio, 54.24 veces en la era militar. Especialmente durante los
años de MPJ (1953 – 1957) las reservas fueron de 4593 millones de dólares, mientras que la deuda fue de
83 millones 841 mil dólares, o sea, el ratio se ubicaba en 54.78 a 1. Esto demuestra que cada vez había más
capacidad de pago sobre las obligaciones, en el sentido de que las obligaciones se hacían cada vez más
irrelevantes en comparación a los recursos de última instancia. Otra cuestión que demuestra que no existe
si quiera la posibilidad de que hubiera un desorden fiscal debido a la generación de obligaciones por parte
de Pérez Jiménez, es que el nivel de gasto —y por lo tanto la generación de déficit, que si es acumulado se
traduce en deuda— en 1957 estaba incluso por debajo del nivel de 1952, y este se disparó fue en 1958.

Cuadro 43 | Gasto gubernamental en Venezuela cómo % del PIB, 1950 – 1976. Fuente: Roser y Ortiz - Ospina
(2020) basados en Mauro et al. (2015).

La lógica para esto es la siguiente: Si el nivel de gasto se mantuvo bajo (I) e incluso en 1957 (último
año de regencia de Jiménez y donde se dice que gastó mucho por obras públicas, formando deuda flotante)
el gasto estuvo 2.52 puntos por debajo de 1952 (II), pero luego el gasto público se dispara en 8.06 puntos
de 1957 a 1958 (III) —reiterando, de nuevo, que Jiménez fue derrocado el 23 de Enero de 1958 por lo que
no tuvo tiempo para maniobrar— no se le puede adjudicar ningún crecimiento de la deuda de forma
exponencial durante su administración, porque la posibilidad se abre cuando el gasto explota en 1958 y
continúa creciendo hasta 1959 (IV), no cuando este se reduce en 1957 (V) (149). Tal es así, que de aquí se
deduce que todo el planteamiento fue falso, e incluso los demócratas pudieron estar encubriendo sus
propios errores usando de chivo expiatorio a Pérez Jiménez, porque los tiempos y las cifras no concuerdan.
_________________________________________________________________________________________________________________________
149. Roser y Ortiz Ospina (2020). Ourworldindata.com > Government expenditure > Government spending.

89
4.5. Re–evaluación del fisco: Intereses de deuda, gasto público y
Venezuela en comparación con el mundo
Una de las aprehensiones que tuve después de indagar más aún en la situación histórica del fisco en
Venezuela fue la del conocimiento acerca del gasto público. Al ir un poco más allá, me percaté de algo que
no había tomado más atrás cuando hablé de la Venezuela Endeudada, que fue el indicador de los intereses
de deuda. ¡Claro! Ya tenemos deuda cómo % del PIB, deuda nominal a precios corrientes, deuda real a
precios constantes, pero… ¿Y lo que se tiene que pagar a los acreedores que compraron la deuda? Eso es lo
que faltaba, y también que no di datos que reflejasen la cantidad de gasto público —el respectivo ‘‘precio’’
que tuvo— más allá del indicador de gasto público como % del PIB. No estuvo ni a precios corrientes ni
constantes. Para enmendar estos errores, hice una re–evaluación del fisco y en esta sección que nos lleva a
visitar (de nuevo) la Venezuela Endeudada anexando indicadores útiles que nos ilustran más a profundidad
sobre la cuestión fiscal de Venezuela durante la última mitad del Siglo XX.

Cuadro 44 | Intereses de la deuda del gobierno central como % del PIB en Venezuela y el mundo. Mapa
comparativo atendiendo a los años 1957 y 1998, resaltados Estados Unidos, Venezuela, Australia y Nueva Zelanda.
Fuente: FMI; Mauro et al. (2013).

En el orden actual de datos a exponer, el primero es el indicador de intereses de deuda del gobierno
central como % del PIB. En este indicador nos basaremos para construir su respectivo derivado que da
información de su evolución histórica en términos absolutos (o séase, mostrando precios). Para 1958, los
intereses de la deuda —definidos como los intereses pagados en deuda pública— eran del 0.002% del PIB
(150). Esto es, el beneficio u obligaciones adicionales adquiridas por el gobierno central además del mismo

valor de la deuda en sí apenas era del 0.002% del PIB, recordando que para aquella época, la deuda total
del gobierno central apenas era del 0.078% del PIB (151). 41 años después en 1998 esto había cambiado
totalmente: Los intereses de la deuda eran del 3.84% del PIB.
_________________________________________________________________________________________________________________________
150. Sitio web del FMI > IMF Data Mapper > Datasets > Public Finances in Modern History > Fiscal Prudence and Profligacy database > Interest paid on public
debt, percent of GDP
151. Véase el cuadro 23 en la sección 4.3. «Inciso: La Venezuela Endeudada e Intervencionista, raíz de todos los males»

90
Este salto cuantitativo, tanto intertemporal como relativo al incremento de los intereses a pagar
considerando el Producto Interno Bruto, muestra una multiplicación de 19200 veces, y he de advertir que
en términos absolutos (no relativos) el salto de los intereses de deuda no se ve ‘‘tan’’ mal, pero el
incremento sigue siendo un tanto abrumador, incluso más abrumador que crecimiento de la deuda real en
el período democrático de unas mil veces desde 1957 hasta 1999 (v. págs. 73 – 74). Para poder ver mejor el
crecimiento relativo de los intereses de deuda durante la última mitad del Siglo XX, podemos ver como
evoluciona año a año en vez de visualizar un mapa comparativo.

Siendo que seguiremos considerando la situación relativa de los intereses de deuda pero
observando su evolución en una serie de tiempo, decidí que tiene más sentido estudiar la cuantía de los
intereses en relación a la propia deuda que estos mismos [intereses] en relación al Producto Interno Bruto,
de modo que podemos ver un aproximado de los «rendimientos agregados» (152) que daba a los acreedores
la adquisición de la deuda, y en qué años había un mayor «rendimiento agregado».

Cuadro 45 | Intereses de la deuda del gobierno central como % de la deuda en Venezuela. Fuente: FMI;
Mauro et al. (2013).

Basándonos en los mismos datos de intereses de la deuda pública y deuda pública real, podemos
dividir el valor real de los intereses de la deuda (es decir, los intereses de la deuda a precios constantes de
un año Y) que designaremos como 𝑖𝐷𝑝𝑟𝑌 entre el valor real de la deuda pública (la deuda pública a precios
constantes del mismo año Y), que a su vez denominamos 𝐷𝑝𝑟𝑌 lo multiplicamos por 100 y obtenemos
𝑖𝐷𝑝𝑟
[ 𝐷𝑝𝑟 𝑌] × 100 = 𝑖𝐷𝑝𝑟𝑌 %𝐷𝑝𝑟𝑌 (véanse los anexos para más detalles de cálculo). Llegamos a lo que nos llama: el punto
𝑌
exacto donde más intereses de deuda se tuvieron que pagar en relación al valor de la misma deuda fue
1976, donde estos intereses fueron del 13.16% de la deuda total. Donde los intereses de deuda —
reiterando, en términos relativos— fueron más bajos en general, fue en la década de los 50’s. Los intereses
de deuda más altos se obtuvieron, en general, durante la década de los 90’s. El pico más alto fue el ya
mencionado de 1976, el segundo más alto fue en 1952, y los puntos más bajos fueron entre 1958 y 1959.
_________________________________________________________________________________________________________________________
152. Se pueden considerar «rendimientos agregados» porque el interés pagado de la deuda es el total de beneficios (sinónimo de rendimiento en este caso) que
han percibido los acreedores del Estado. Por tanto, es el total de rendimientos que se les ha pagado a los acreedores para un año dado en vista de que el indicador
considera todos los rendimientos particulares e individuales de los tenedores de deuda.

91
De 1951 a 1952 los intereses pagados de la deuda (no confundir con servicio de deuda) (153) (154) se
dispararon del 5.84% del monto de la deuda pública al 10.91%, aumentando 5.07 puntos y casi
duplicándose. Al año siguiente, cayó estrepitosamente al 0.77%. En años posteriores no llegó a superar el
3% del valor de la deuda total y en 1957 se cerró con el 2.53%. Para 1958 y 1959, los intereses de la deuda
cayeron todavía más que antes hasta el 0.07% y 0.05% respectivamente.

Aunque puede parecer un punto bueno para los demócratas, hay tres consideraciones centrales a
primera vista al respecto: A) En años posteriores los intereses de deuda tendieron a crecer para nunca bajar
—con énfasis a partir de 1969 y exponencialmente a partir de 1974, pero con mayor vértigo a partir de
1988— por lo que dos años no son específicamente salvadores ante los males que estaban por venir. B) La
bajada de los intereses se pudo deber fácilmente a un gran incremento de la deuda y; C) Pudo haber
suspensión de pagos a partir de 1958, por lo que sencillamente no se paga nada y no hay contabilidad. Para
confirmar la hipótesis de B, veamos la evolución de los intereses de deuda en términos absolutos.

Cuadro 46 | Intereses de la deuda del gobierno central a precios nominales (eje derecho) y reales (eje
izquierdo). Fuente: FMI; Mauro et al. (2013).

Aunque no es apreciable en la gráfica —debido a que los intereses de la deuda antes de 1960 eran
una niñería en comparación al grueso de los intereses de deuda durante la era democrática— los intereses
en 1958 y 1959 fueron de 1.04 y 1.02 millones de dólares a precios reales respectivamente, es decir, 117,4
mil dólares en 1958 y 117,3 mil dólares en 1959 para aquél entonces (que pudieron deberse a suspensión
de pagos, pero esto no puede ser probado), mientras que los intereses en 1957 eran de 1 millón 339 mil
dólares reales. En cambio, la deuda había dado un brinco: En 1957 era de 50 millones de dólares (precios
constantes), en 1958 ya era de 1 mil 276 millones de dólares y en 1959 alcanzó los 1 mil 779 millones de
dólares. Por funcionamiento de la lógica matemática, si la deuda se multiplica por 25 veces (2500%)
mientras que los intereses nada más caen un 25%, parecerá que los intereses de deuda cómo % de la deuda
caen mucho cuando en realidad no es así. Si a alguien se le ocurriera rechazar esto porque el valor de los
intereses a pagar no crecía tal como lo hacía la deuda, hay que recordar el tiempo de maduración.
_________________________________________________________________________________________________________________________
153. El servicio de deuda pública se define como el monto total pagado por concepto de capital e intereses. Es decir, el servicio de deuda es el interés pagado en
deuda pública (rendimiento) + el monto invertido por el acreedor del Estado.
154. Ver: Guía Para usuarios de las estadísticas de la deuda. Ministerio de Finanzas de la República Bolivariana de Venezuela. (2008) p. 3

92
Por lo demás, antes de continuar, solo debería advertir textualmente (aunque ya lo muestran las
gráficas adjuntas) que para la mayor parte de la década de los 80’s no hay datos disponibles de intereses
de deuda pagados, en detrimento de mi fortuna y quizás para la de muchos más —y también para la
desgracia de la construcción de una base de datos del Fisco durante el siglo XX en Venezuela— (154).

Lamentablemente la base de datos del FMI que he estado utilizando, basado en los trabajos de Paolo
Mauro, Rafael Romeu, Ariel Binder y Asad Zaman y que se puede encontrar como Public Finances in Modern
History en la página del FMI (específicamente en el datamapper ya enrutado en las notas a pie de página en
este trabajo varias veces), pierde el seguimiento de los datos a partir de 1979 y los recupera de nuevo en
1988, así que no los tengo en mis libros de cálculo.

Por tal razón coloqué las líneas de guión largo a trazos en los cuadros 45 y 46 para indicar los
momentos donde no hay datos, dado que existe una interrupción de estos [datos] en la serie de tiempo y al
desconocerse los mismos [datos], no podemos estimar como fue en aquellos años y debemos descartar la
evaluación de la década de los 80’s. Afortunadamente para alivio de este mal, esto solo se limita en lo que
respecta al pago de intereses de deuda, no afecta a las evaluaciones de gasto público ni de la deuda
acumulada de forma compacta considerando todos los años desde 1950 hasta 1999.

En tanto esto sea así, solo existiría una abstención de analizar solamente este indicador y por un
período de tiempo concreto, siendo que veremos en total tres tipos o grupos de indicadores en sentido
amplio, a saber:
1. Deuda.
2. Gasto público.
3. Intereses de deuda.
Que a su vez se dividen en varios indicadores propiamente dichos, que son:

1A. Deuda real.


1B. Deuda nominal y;
1C. Deuda cómo % del PIB (tanto su evolución como un mapa que adjuntaré).

2A. Gasto público nominal.


2B. Gasto público real y;
2C. Gasto público cómo % del PIB.

3A. Intereses de deuda nominales.


3B. Intereses de deuda reales.
3C. Intereses de deuda cómo % de la deuda e;
3D. Intereses de la deuda cómo % del PIB.

El problema de la falta de datos solo afecta específicamente al tercer grupo de indicadores (intereses
de deuda) y sus cuatro respectivos indicadores (debido a que todos se derivan del mismo set al que le faltan
datos) pero lo hacen por un tiempo limitado (desde 1979 hasta 1988) y no afecta para nada a los otros dos
grupos de indicadores ni a sus respectivos componentes.
_________________________________________________________________________________________________________________________
154. Se puede revisar con seguridad el indicador Interest paid on public debt, percent of GDP conseguible en los sets de datos del FMI con la ruta: Sitio web del
FMI > IMF Data Mapper > Datasets > Public Finances in Modern History > Fiscal Prudence and Profligacy database > Interest paid on public debt, percent of
GDP (todas estas rutas se pueden poner en un buscador como Google y saldrán los datos) y se verá que para Venezuela no hay datos durante la mayor parte de
la década de los 80's. Por eso se omiten en las gráficas y en el set de datos respectivos tales años.

93
4.5.1. Explicaciones al incremento de los intereses de deuda durante la era
democrática y pruebas empíricas de irresponsabilidad
Volviendo al tema de los intereses de deuda, podemos encontrar varias cuestiones interesantes al
respecto. Por ejemplo, un dato curioso es que los intereses de deuda reales crecieron de forma más
alarmante que la deuda pública real (sin olvidarnos de que cuando digo «real» me refiero a que los precios
son constantes, es decir, están ajustados a efectos de devaluación e inflación por lo que las distorsiones
monetarias ya son tomadas en cuenta). La interpretación pertinente sería que el gobierno central emitió
tanta deuda en el mediano y largo plazo que al verse despreciada por la abundancia de los títulos, tuvieron
que incrementar los rendimientos agregados que daba la adquisición de esta deuda, en pos del Estado
obtener fondos atrayendo inversores que, viendo altos intereses de la deuda, quisieran explotarlos.

Hagamos la explicación didáctica. Para examinar teóricamente la relación del Estado bajo gobierno
demócrata con el mercado donde se iba a vender la deuda, tenemos que considerar a la deuda como una
mercancía, como un bien; como algo que se puede expresar en términos de cantidades, sean demandadas
o sean ofrecidas. Para desarrollar el análisis de manera más sencilla, incorporemos uno de los elementos
posiblemente más utilizados en economía. Veamos un estado de equilibrio entre oferta y demanda.

Cuadro 47 | Relaciones de oferta y demanda en un estado de equilibrio.

Quizás muchos se hayan sorprendido porque después de tantas fórmulas y cálculos algebraicos he
introducido una de las relaciones más básicas en ciencia económica que existen: oferta y demanda. No se
engañen porque es simplemente una herramienta didáctica para explicarlo de forma fácil, pero el análisis
lógico y teorético puede resultar un poco más complicado (me esforzaré en que no). Para los que no estén
familiarizados, les explico rápidamente las relaciones en la gráfica: ¿Qué es lo que nosotros demandamos
como consumidores? Cantidades de bienes. ¿Qué es lo que nos ofrecen las empresas? Cantidades de bienes.

94
Lo que vemos en la gráfica son dos curvas: La roja es de demanda, la azul es de oferta. Ambas van
en direcciones opuestas a lo largo de dos ejes: cantidad y precio. En realidad, ambas se desplazan a través
del eje inferior: Cantidad. ¿Por qué? Porque lo que demandamos son cantidades (de cosas) y lo que se
ofrecen son cantidades (de cosas), por tanto la demanda y la oferta expresan cantidades. ¿De dónde sale el
precio? De la interacción humana contractual cuando las voluntades se encuentran al realizar una
transacción, donde coinciden unas partes que quieren algo y llamamos demanda con otras partes que
ofrecen ese algo y llamamos oferta. El precio emerge cuando las cantidades que son pedidas y que son
demandadas se encuentran en el mercado. Si no hay productos que ofrecer, no habrá transacción y no hay
precio. Si no hay productos que demandar, tampoco habrá transacción y tampoco habrá precio.

En un estado ‘‘normal’’, las curvas parten de un punto dado (normalmente dicotómico, esto es, que
parten de polos opuestos) y luego en su intersección —donde se encuentran— emerge el equilibrio de
mercado, que explica el resultado de una tendencia. Bajando a la realidad, en el hecho concreto no existe
tal cosa como un punto de equilibrio porque ni la oferta ni la demanda permanecen invariables, y con el
desplazamiento a través de la cantidad, variará la tendencia del precio. Solo existe eso: La tendencia.

Cuadro 48 | Relaciones de oferta y demanda en un estado de variación de oferta.

Si por cualquier razón X hay un aumento de la oferta (lo que hace que se desplace de C1 a C2) y la
demanda se mantiene constante en el mismo lugar (C5), el mercado ajustará a una baja en los precios. Para
esto se requiere un espacio de tiempo donde la coordinación se configure de modo que esto ocurra con el
cambio de información, es decir, que ello no pasa de forma inmediata, sino que los cambios se ven en el
corto-medio, mediano y largo plazo una vez se adquiere consciencia del hecho. ¿Y qué tiene que ver esto
con los intereses? Pues lo mismo: Los demócratas a partir de 1960 y en promedio hasta 1999
incrementaron la deuda 525 veces por encima del nivel de 1957. A medida que se ajustaba la coordinación
del proceso particular —en el caso de la deuda se implica que se expidan los contratos y ya existan títulos
de deuda circulando—, iba mermando la utilidad neta de la deuda en el mercado porque ya se sentían los
saltos constantes de la deuda, en un mercado que había pasado de tener nada de ella a tenerla toda.

95
Casi inmediatamente y sentidas las fuertes explosiones de incremento de la deuda a partir de 1960
—con respecto a 1957, la deuda pública real en 1958 era 25 veces más alta, en 1959 era 35 veces más alta,
y de forma dramática en 1960 era 108 veces más alta— tenía que existir una forma de atraer más
prestamistas que compraran deuda, dado que esta se deprecia en la medida que la oferta crecía, y la utilidad
que proporcionaban decrecía. Carl Menger (1874) en «Principios de Economía Política» ilustraba que la
escasez de un bien es lo que determina su importancia, en la medida que tenderemos a considerarlo más o
menos importante y que derivado de ello, le cederemos más o menos valor (155) pudiendo llegar a perder
incluso su carácter económico porque en lo que respecta a la experiencia, nuestra apreciación cambia
dependiendo de nuestras elecciones en el margen: con necesidades dadas y con un horizonte de
posibilidades dado, lo que origina el valor subjetivo, y siempre teniendo presente el coste de oportunidad.

El coste de oportunidad es una teorización fenoménica de Friedrich Von Wieser, quien veía que las
personas tomamos decisiones y en variadas ocasiones tendemos a elegir hacer una cosa en vez de otra,
porque eso nos representa un beneficio mayor, sabiendo que nuestro tiempo es limitado. Si el beneficio de
hacer esa otra cosa es mayor, la haremos. Cuando en vez de dormir más nos levantábamos para la escuela,
veíamos un mayor beneficio en términos incluso impensables, pero que era siempre algo que satisfacía una
necesidad o evitaba que surgiera otra necesidad ulterior (quizás, para aprender más, no perder un examen
y necesitar repetirlo, obtener nota cualitativa por asistencia, o evadir un regaño de nuestros padres y
después no necesitar perdón alguno e incluso para no tener que pasar un mal rato por cualquier cosa). Es
eso que preferiríamos no abandonar al tomar esa decisión porque nos beneficia más (156).

Otros ejemplos serían los de decidir comprar un Xiaomi en vez de un Huawei considerando la ya
conocida «relación calidad-precio del mercado», comprar un libro en vez de otro, comprar más carne de
segunda calidad en vez de comprar carne de pollo que rinde menos aunque es más rica, porque si tomamos
una decisión en vez de otra, estaremos perdiendo algo que apreciamos más, y que si tomamos la decisión
contraria, podemos obtener ese algo que valoramos más a costa de perder otra cosa que consideramos
menos importante teniendo en cuenta las razones que nos llevaron a tomar esa decisión.

Para comprender el aumento del interés de la deuda sabiendo todo esto, entendemos que el Estado
venezolano en aquél momento veía una disminución del valor de la deuda por lo abundante que se volvió,
desplazándose la curva de oferta de la deuda 𝑶𝑫 con una demanda constante 𝑫𝑫 que bien pudo
incrementar, pero nunca alcanzaría a ser tan alta ni crecería tan rápido como el aumento de la oferta de
deuda. El Estado quería financiamiento, necesitaba que se le comprara la deuda. Entonces tenía que hacer
algo que lograra que el coste de oportunidad de no comprar la deuda fuera más alto que el de comprarlo;
que los prestamistas perdieran más de lo que ganaban si se abstenían de comprar: Aumentaron el interés
que estuvieren ganando por la deuda comprada. Una persuasión así incentivaría a comprar la deuda.

Una herramienta que probaría empíricamente esta relación entre la deuda y el interés en el largo
plazo, es una prueba estadística idéntica a la que hemos visto anteriormente (157) a miras de saber si lo que
estoy infiriendo es cierto o si nada más soy un lunático o un charlatán. El postulado analítico nos dice que:

«Si la oferta de deuda 𝑶𝑫 aumenta teniendo una demanda de deuda 𝑫𝑫 constante, y el Estado 𝑿 desea
conseguir fondos, debe conseguir un modo de convencer a los prestamistas 𝐘 que saben que la deuda
está depreciada. Sin importar si el cambio es proporcional o no, 𝑿 para compensar el poco valor de la
deuda, obtendrá financiamiento aumentando los intereses que recibirá 𝐘, de modo que ceteris paribus,
los cambios en el valor de la deuda producirán cambios en el interés en esas condiciones incrementales».
_________________________________________________________________________________________________________________________
155. Menger, Carl. Principios de Economía Política. Capítulo III: La teoría del valor. s/f
156. Case, Karl; Fair, Ray y Ostler, Sharon. Principios de Microeconomía. Décima Edición. Pearson Educación (2012) p. 27
157. Ver la sección 4.4.2. «La no – neutralidad del dinero» del presente trabajo, especialmente el cuadro 29.

96
Cuadro 49 | Relación entre deuda e interés en Venezuela en el largo plazo, en términos absolutos [deuda real e
interés real en precios constantes transformados en un índice de nivel]. Fuente: Cálculos propios en base a
datos del FMI, Mauro et al. (2013), BIS, BCV, MOxLAD y FRED.

La evidencia empírica, como era de esperarse, sigue a la inferencia lógico–deductiva que se utilizó
en la página anterior. Los niveles de interés llegaron a multiplicarse por 3400 veces. Sin embargo: ¿Qué es
lo que estamos viendo? Para entender este cuadro, lo que vemos es una gráfica de dispersión que muestra
cómo se distribuye una variable X en relación a una Y. Resulta útil para decirnos cómo se comportan
variables y si son dependientes entre sí —es decir, si una afecta mucho el comportamiento de la otra o
viceversa, que es lo que nos muestra el indicador 𝑹𝟐 que está incluido en la gráfica—.

Adelantándome, la segunda pregunta podría ser: ¿Qué es el nivel de deuda y qué es el nivel de interés
de deuda? Lo que vemos en la gráfica es una distribución de ratios, es decir, cocientes; resultados de
divisiones de un dato contra otro concreto. Yo lo que hice fue una especie de índice, pero con un ratio, para
ver cómo se multiplicaban la deuda real (a precios constantes de 2019) y los intereses reales de la deuda
(a precios constantes de 2019 también) en relación a un año concreto: 1957. Así, estaría viendo el
desarrollo de estos dos indicadores en comparación a 1957, y lo cierto es que no dejaron de multiplicarse.

Por ejemplo, el nivel de deuda real de 1957 es 1. ¿Por qué? Porque el valor de la deuda de 1957
dividido entre el valor de la deuda de 1957 da uno. Si en 1958 aumenta, el ratio crecerá porque el valor de
la deuda de 1958 divido entre el valor de deuda de 1957 dará como resultado un cociente más cuantioso
al ser el dividendo más grande que el divisor. Si es menor, será al contrario —el cociente será menos
cuantioso— porque el divisor será más alto que el dividendo.

Esto mismo aplica para el nivel de interés de deuda real. En el gráfico vemos que donde hay menos
nivel de deuda hay menos nivel de interés. Se divisa de forma sencilla que los ‘‘rombos’’ se tienden a acumular
abajo, expresando que tanto el nivel de deuda como el nivel de interés están en una zona común. Pero
también se tienden a acumular arriba avanzando de forma lineal, lo que significa que crecen de forma casi
proporcional: Donde hay menos deuda, hay menos interés, y donde hay más deuda, hay mayor interés. A
medida que crece la deuda crece el interés.
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El coeficiente de determinación 𝑹𝟐 de hecho evidencia que el incremento del interés puede ser
explicado en un 94% por el incremento de la deuda. Una correlación cuadrática de 1 es igual a relación de
dependencia perfecta, y nuestro 𝑹𝟐 nos da un resultado muy cercano: 0.94. Esta íntima relación entre
interés y deuda aprueba ineludiblemente la intuición teórica, que no podía ser de otro modo puesto que
obedece al cómo deben ser las cosas dado el comportamiento de los actores.

Si el Estado necesita fondos pero su deuda pierde valor porque el incremento dantesco de su oferta
excede por mucho la demanda efectiva, la utilidad se reduce porque abunda la deuda, y hay menos gente
interesada en comprar ya que los que estuvieron dispuestos a comprar lo han hecho, dejando insatisfecho
su fin de obtener fondos. Por ende lo que sigue es que expanda su oferta y la haga más atractiva para captar
más prestamistas. Un ejemplo didáctico de nuevo del cómo funciona esto:

Imaginen que yo vendo churros, y de su venta necesito para obtener fondos suficientes para así
comprarme una netbook y tres pares de zapatos. Acontece que al precio que estaba vendiendo, digamos
2 US$, con un margen de beneficio del 20% (coste de producción de 1.60 US$), las personas que
estuvieron a comprar mis churros solo me dieron el 10% de los fondos que necesitaba. Ya satisfice la
demanda de aquellos que querían churros a ese precio: Ya todos me compraron, y no queda nadie más,
nadie se siente atraído y ya le vendí a quienes sí los estuvieron. Mi oferta fue mucha para el mercado.
Por tanto, debo atraer gente para que me compre y la opción es que debo persuadir a potenciales clientes
de que lo que ganan al comprarme los churros es mayor a lo que ganan si no lo hacen.
Para lograr este objetivo tengo dos opciones: O bajo el precio de mis churros, o aumento su valor añadido
para que sea menos lastimoso comprarlo (en el primer caso) o se haga más atractivo por sí mismo (en
el segundo). Entonces innovo y tengo la idea de incrementar el coste de producción a un 70%
(consumiendo mi margen de beneficio e incluso teniendo pérdidas quedando el coste de producción en
2.72 US$) con el objetivo de rellenarlos con Nutella y colocarle chispas de chocolate así como también
de alargar su tamaño para hacerlo más durable, y sumado a ello realizar una rifa con 150 boletos donde
habrá quince ganadores que se llevan un premio de 8 US$ cada uno. Sin embargo, ahora el precio del
churro es de 3.20 US$ (mi margen de beneficio disminuye). Esta acción, no obstante, eleva por las nubes
el valor añadido del churro porque a un costo bajo las personas ven altas posibilidad de dinero regalado
y, por lo bajo, están obteniendo un delicioso churro al coste de 3.20 US$ que satisfacerá una necesidad.
Mi margen de beneficio cae un poco, pero ahora el éxito de mi empresa no recae en un producto que
requiere capital muy caro pero de poca rotación (o sea, muy costoso pero que se vende poco) si no de
un producto con bajo coste de capital pero de mucha rotación (poco costoso, pero que se vende mucho).
La clave es que el valor suba, porque se percibe que el precio del churro es una ridiculez y su coste es
poco en comparación a ganar dinero gratis con buenas probabilidades de 15/150, o sea, el 10% de ganar
y además el cliente sacando una rentabilidad probable del 150% si gana, lo que lleva a que el beneficio
de ese consumo se eleve astronómicamente ante la percepción del cliente. Mientras tanto, yo ganando
nada más el 17.6% por producto unitario estoy embolsándome beneficios de 0.48 US$ por churro
vendido teniendo mayor certeza de que se va a vender porque la oferta es ahora mucho más persuasiva.
Funcionó, mi negocio empieza a prosperar y vendo todos los boletos porque el costo de oportunidad
para el cliente se incrementa si no compra el churro, sentirá que pierde más de lo que va a ganar.
Entonces me embolso 72 US$, lo vuelvo a hacer y ahora gano 48 US$. Repito en otro lado de la ciudad y
caí a un mínimo de beneficios de 18 US$, pero es suficiente dinero para hacer lo que quiero hacer.

La obtención de fondos del Estado no dista mucho de mi venta imaginaria de churros. Él se


encuentra en una situación muy similar a la mía. Necesita fondos para lograr sus fines (sin importar los
que sean, no es importante para la analogía) y en el caso de la deuda que es su respectivo «churro» (por
decirlo de alguna manera) necesita convencer para que le presten, y como yo, está sujeto a la ley de la oferta
y la demanda, a las preferencias subjetivas del inversor y a los efectos económicos.

98
Como la venta de deuda es voluntaria, tiene lugar en el mercado —increíblemente es una de las
pocas cosas que el Estado puede hacer sin violencia, no así el pago de esta deuda por razones que parecerán
obvias—, el Estado debe, reitero, plegarse a la táctica de convencer a los acreedores de que compren sus
títulos de deuda, entonces esta no es compulsiva y derivado de ello la máquina se ve sometida a la
‘‘gravedad’’ del mercado, y en tanto el Estado no les meta a los acreedores cucharadas forzadas de deuda,
tiene las mismas opciones que yo para hacer que le den dinero: O baja el precio los títulos de deuda (lo que
le hace recaudar menos fondos) o hace más atractivo el comprar títulos de deuda. ¿Qué es lo que hace más
atractivo el título de deuda? El rendimiento… ¿Y qué determina el rendimiento? Simple y llanamente el
interés. Este interés es una transacción que hacemos ‘‘contra nosotros mismos’’ y se determina por coste
de oportunidad + preferencia temporal, a saber; pensar en lo que renunciamos hoy para ganar mañana (158).

En el caso tanto de los compradores de churros como de los compradores de instrumentos


financieros del Estado, todos renuncian a algo ahora (dinero, valor pecuniario) para ganar algo después
(bienestar por comer churros, tener un rendimiento alto del 150% después si se gana la rifa, o tener
rendimientos por tenencia de la deuda). Para estar más interesados en vender deuda que pierde valor de
mercado, o bien vender deuda que simplemente no está siendo comprada aunque no pierda valor, como
cualquier otro bien, debe estar satisfaciendo una necesidad. Los acreedores que compren títulos de deuda
lo que buscarán en general es un beneficio que les incentive a mantener la teneduría de estos títulos a costa
de renunciar al dinero que pagan por este rendimiento que les proporcionará más de este dinero después.
Si ellos ven que ganarán más en el futuro de lo que pierden hoy, comprarán. Pero donde el Estado y yo nos
parecemos más es que ambos debemos añadir valor suficiente a lo que estamos ofertando para que decidan
comprarnos —que les parezca atractivo porque ganan más de lo que pierden, teniendo ganancias netas— y
el resultado para el Estado es que debe aumentar el interés en la medida que su deuda aumenta de forma
muy elevada. En un teorema lógico, esto se puede expresar como:

Si el oferente [𝑿] tiene una oferta de algún bien [𝑶] para una demanda dada [𝑫] de algún consumidor
[𝑪] y la excede porque la cantidad de O es más alta que la cantidad de D, quedará un excedente no
vendido para X, y sin embargo la demanda efectiva de 𝑪 quedará satisfecha. Si X desea obtener fondos a
través de la venta de este excedente de O, deberá incrementar el valor de O para que pueda relajarse la
rigidez de la demanda (o sea, que se incentive) siendo que un incremento del valor con un precio estático
o incluso más bajo vuelve más beneficiosa, a ojos del consumidor, la obtención de O y se incentivará de
nuevo el consumo del bien. Por tanto, la clave está en aumentar el atractivo del bien aumentando su
valor añadido para C de forma que aparezca D de nuevo.
Por tanto, el valor de O que recibiría C (valor futuro, 𝑽𝑭 ) tiene que ser mayor que el valor del bien al que
renuncia para conseguir O (valor presente, 𝑽𝑷 ), de modo que 𝑽𝑭 > 𝑽𝑷 para que C acceda a comprarlo
porque percibe algún beneficio.
A tales efectos, X deberá mantener 𝑽𝑭 > 𝑽𝑷 para conseguir sus fondos dado que C solo se los dará si se
ve beneficiado con un valor futuro mayor. De no hacerlo, el coste de oportunidad de no haber realizado
la inversión que le propiciaría retornos mayores le hará perder ese beneficio potencial.
Si 𝑽𝑭 = 𝑽𝑷 entonces los valores serán iguales, por lo que C no se verá beneficiado en la transacción, y
no habrá razón para comprar O, ya que el estado al comienzo y al final del intercambio su posición es
igual y podría considerarse la actuación como una pérdida de tiempo y simplemente no hará nada.
En cambio, si 𝑽𝑭 < 𝑽𝑷 lo que ocurrirá es que habrá pérdidas netas porque el valor futuro de los bienes
que compra C es inferior que el valor presente, es decir, que el dinero que gastó en realidad vale más que
lo que recibirá a cambio de ese dinero, y como pierde, tiene ahora una razón fuerte para no comprar.
____________________________________________________________________________________________________________________________________
158. Entender el fenómeno de la preferencia temporal nos ayuda a comprender el coste de oportunidad y el interés. Para ello, ver: Hoppe, Hans - Hermann.
Democracia, el Dios que fracasó. Segunda Edición, Unión Editorial (2013) p. 39 – 42 | Sirven también las referencias en las notas 156 y 159.

99
En donde ya el precio de la deuda tendió a bajar porque aumenta su cantidad, el valor futuro 𝑽𝑭 que
perciban los acreedores tiende a decrecer con respecto al valor del dinero que tienen ahora 𝑽𝑷 porque le
encuentran menos utilidades. Por lo tanto, el Estado se ve obligado a compensar esta pérdida de valor para
el consumidor con la ganancia que tendrán estos con el interés, así que lo que hace es aumentarlo y
devuelve el valor necesario a costa de un mayor pago futuro. Teniendo en cuenta el cómo pensamos a la
hora de obtener beneficios y cómo actúa el papel de los beneficios a la hora de nosotros tomar decisiones,
quizás se entienda de mejor manera el por qué pudieron aumentar los intereses. Igualmente, de cara a la
depreciación del valor de un bien dado que se nos esté ofreciendo, es de todos modos intuitivo que siendo
el bien menos valioso, deben existir muy buenas razones para querer comprarlo de todas maneras.

Y bien podría surgir una objeción al respecto de mi prueba teorética con respaldo empírico: Que
estoy apoyándome mucho en la teoría, que no necesariamente tiene que pasar algo ‘‘porque yo lo diga’’ o
que mi explicación tal vez no sea la causal de tal efecto. Pero al respecto existen dos respuestas. La primera
es: Considerando la teoría del capital, el interés, la oferta y la demanda y sumado el incentivo del beneficio
propio, ¿qué otra razón habría para que aumente el tipo del interés con un aumento de la deuda? Porque no
es lo que yo digo, de hecho llegué más de 150 años tarde para elaborar una teoría propia del capital y el
interés, que ya realizó Eugen Böhm-Bawerk y retomó Mises (159) (160). La segunda objeción que realizo al
respecto se basa en una observación del filósofo y economista Hans-Hermann Hoppe (autor bastante
utilizado próximamente este trabajo), con una cita de su libro «Democracia: El Dios que fracasó».

‘‘[...] Una cosa material no puede estar en dos lugares al mismo tiempo; dos objetos no pueden ocupar el
mismo lugar; la línea recta es la línea más corta entre dos puntos; dos líneas rectas no pueden encerrar
un espacio; si un objeto es rojo no puede ser verde (ni azul, ni amarillo, etc.); si un objeto tiene color
tiene también una extensión; la configuración de cualquier objeto presupone unas ciertas dimensiones;
si A es una parte de B y B es una parte de C, A es también parte de C. 4 = 3 + 1. 6 = 2 (33 – 30) [...] Una
teoría a priori se impone sobre la experiencia y la corrige, puesto que la lógica puede invalidar la
observación pero no al revés’’. (161)

En virtud de estas razones por las cuáles lo que debe suceder es que lo que vemos en la realidad
obedezcan a fundamentos teóricos de causa–efecto por los cuáles suceden, se hace necesario que le demos
el merecido espacio que tienen las explicaciones teóricas a fenómenos reales. Y lo que es más, no solamente
se hace necesario, si no que pese a que durante la mayor parte del trabajo utilizo un método más
descriptivo que teórico utilizando datos empíricos, resulta esto ser lo que es de verdad correcto.

Para mi caso concreto, influyeron comentarios del profesor Luis Espinosa Goded acerca de la
sustitución de la teoría científica por los datos sin más (162) donde acusó que, especialmente en ciencia
económica, existe un reemplazo de la teoría económica por la econometría. De hecho, el mismo Espinosa
había escrito un artículo donde opinaba que el último premio del Banco de Suiza entregado (mal llamado
‘‘Premio Nobel de Economía’’) era una prueba de que habíamos fracasado (163). En este, afirmaba:

‘‘El método desarrollado [por los economistas] presume de basarse sólo en la evidencia de cada caso
(usando a los pobres objetos de los experimentos como cobayas de laboratorio), es una metodología que
reduce la labor del economista a un asesor técnico cualificado de los programas de los gobiernos, y no a
un “filósofo social” que intenta comprender el funcionamiento y desarrollo de la sociedad’’.
_________________________________________________________________________________________________________________________
159. Rallo, Juan Ramón. Lección 7 – La teoría del interés y el capital: Apuntes de la historia de las doctrinas monetarias (2014).
160. Cachanosky, Juan Carlos. La Escuela Austríaca de Economía. Instituto Universitario ESEADE (1984) p. 10
161. Hoppe, Hans - Hermann. Democracia, el Dios que fracasó. Segunda Edición, Unión Editorial (2013) pp. 29 - 33
162. El profesor Espinosa dijo una frase corta pero concisa que da origen y sustenta mi posición: ‘‘[…] Sin teoría que les dé sentido a los datos, por muy buenos o
muchos que sean, no sirven para nada’’.
163. Espinosa Goded, Luis. Premio Nobel de economía: el fracaso de la teoría económica. Primicias (2019).

100
De forma más específica, el economista había compartido un comic dibujado por el doctor Matteo
Farinella, neurocientífico (y dibujante también) que mostraba que esto pasaba en la ciencia en general y
no desde ahora, si no desde hace mucho tiempo —desde la década de los 60’s, irritando a miembros de la
comunidad científica en aquél momento— (164), pero como a mi área corresponde, igual que a Espinosa, a
la ciencia económica, es mandatorio defender el uso de la teoría por una cuestión fundamental: ¿Si no tengo
teoría, entonces cómo debo interpretar los datos? ¿Qué se supone que me está diciendo el comportamiento
de los agentes? ¿Cómo le doy sentido si no puedo utilizar inferencias para dar razones del porqué de las
cosas? Ser «empiricista» hasta ese punto hace olvidar de forma verdaderamente estúpida que se pueden
tener todos los datos del mundo, pero de no existir una teoría que explique por qué suceden las cosas, es
espuria la concentración en ese dato empírico ya que no podemos comprenderlo.

Otra posible objeción a mi tratamiento es una que sería más inocente y despistada todavía (a mi
juicio), la cual argumentaría que en el cuadro 49 lo que evalúo son los intereses absolutos y la deuda
absoluta: todo el interés de deuda que se pagó en dólares y toda la deuda que se adquirió en dólares. Quizás
se pueda decir que, ‘‘lógicamente’’, yo lo que tendría que hacer es comparar esta deuda absoluta con el
interés de deuda porcentual para ver si de verdad un aumento en la oferta de deuda se traduce en un
incremento del interés, o que tiene tendencia a ello. A esto, al igual que como hice antes, le presento dos
objeciones, particularmente desde la lógica matemática y la estadística. La primera es una corrección a la
ingenuidad del cómo se cree que funciona el tratamiento de datos (obligando a replantear la discrepancia),
y la segunda es una refutación directa mediante una prueba empírica, re-confirmando la intuición teórica.

En mi libro anterior «El mito del comunismo chino» ya he planteado una refutación a este tipo de
cosas. Cuando hablamos de valores absolutos, estamos hablando de un número crudo; seco y solo, un
número que por sí solo que no depende de nada ni está en relación con nada. Cuando hablamos de deuda
absoluta, hablamos de deuda nominal o deuda real que se expresan en precios (sean bolívares, dólares u
otra moneda), dando como resultado un valor absoluto porque son valores enteros. En cambio al decirse
de valores relativos, estamos hablando de una expresión que está en relación a otra (de ahí que sea
relativo, porque están en relación; una cosa es relativa a la otra). Al hablar de, por ejemplo, deuda cómo %
del PIB, estamos relacionando una expresión absoluta (deuda) con otra (PIB), y el resultado es un valor
relativo: cuanto porcentaje de la deuda hay en relación al PIB.

Ahora bueno, como ya lo he comprobado por experiencia y por las bases teóricas en sí mismas de la
estadística, no podemos relacionar valores absolutos con relativos porque son la mayoría del tiempo
incompatibles, podrían darnos literalmente cualquier cosa, y si existe algún sentido, será por casualidad.
No estoy completamente seguro de si las relaciones que se pueden establecer entre valores relativos y
absolutos son extremadamente limitadas, o si simplemente son incompatibles todo el tiempo en vez de
nada más la mayor parte de este.

Sin embargo, para este caso donde hipotéticamente se me pediría probar que el interés de la deuda
en comparación a la oferta total de la deuda aumenta, sé que esto no va a tener ningún sentido porque el
interés de la deuda considera el rendimiento que posee viéndose a sí mismo como un % de la deuda. La
deuda no considera el valor absoluto, es el valor absoluto en sí mismo, y en caso de que comparara el valor
de la deuda cómo % de la deuda, todo el tiempo me daría 100% por exactamente la misma razón: la deuda
no puede ser un % de la deuda porque no es una porción de esta, es el pedazo completo. No puedo comparar
un indicador que se considera % de la deuda y uno que no es % de la deuda, insensible a variaciones porque
es el valor de referencia; el valor con el cuál se pone en relación.
_________________________________________________________________________________________________________________________
164. Farinella, Matteo. Scientific knowledge is drowning in a flood of research. Massive Science (2018)

101
Como fundamento, tengo como precedente inmediato un altercado que tuve con comunistas donde
hacían exactamente aquello a lo que me opongo a hacer, que es comparar valores relativos con valores
absolutos. Ellos mostraban una supuesta correlación entre producto regional bruto per cápita (que es el
producto interno bruto de las provincias en relación a la población y se denomina PRB) y el número total
de empresas estatales por provincia en China. Cuando yo hice la prueba, resultó que la correlación no
existía y que para obtener una correlación más o menos estrecha, necesitaba sesgar fuertemente los datos.

De hecho, no solo no servía con el indicador de empresas estatales, sino que no servía ni con
empresas privadas, mixtas, ni de otro tipo. Pero cuando para hacer las comparaciones convertía los datos
de número de empresas a valor relativo (en relación al mismo parámetro que era población, siendo que el
PRB es per cápita, y por tanto lo lógico es que haga una tasa de empresas per cápita), sí hallaba correlación,
cosa que probé, documenté, expliqué y denuncié en el trabajo (165). Al respecto, yo dije:

‘‘[...] Fui a la fuente que indicaba la gráfica que colocaron los comunistas, vi los datos y para mi sorpresa,
tal correlación no existía para nada. Primero, para comparar valores relativos (producto en relación a la
población) con valores absolutos (número total de empresas) tenemos que o bien convertir el valor
relativo en absoluto, o [convertir] el valor absoluto en relativo. Pero, por obvias razones, no puedes
poner un agregado que considera el efecto poblacional (PRB per cápita) y otro que no lo hace. Podría
dar cualquier resultado aleatorio [...] Esta insignificancia (en la correlación) aplica tanto a empresas
estatales como a empresas privadas, esto por la misma razón dicha: Ninguna de las variables considera
el efecto de población (en este caso de hogares) que SI considera el ingreso, ya que es por hogares (y
esto la vuelve una tasa per cápita), pero el número de empresas es total. Si se hallara una correlación o
una determinación significativa, sería prácticamente casualidad’’ (166).

Cuadro 50 | Relación entre ingreso disponible de hogares per cápita, empresas privadas totales y empresas
estatales en las provincias chinas. Este es un buen ejemplo de lo que sucede si se relacionan valores absolutos con
valores relativos. Fuente: Extraído de El Mito del Comunismo Chino, Segunda Edición p.35; elaborado con datos
del China Statistical Yearbook, Ediciones 2015 a 2018. NBS.
_________________________________________________________________________________________________________________________
165. Lárez, Pedro. El mito del comunismo chino. Segunda edición. MÁS Libertad (2020) pp. 35 – 36 y pp. 47 – 50
166. Ídem, p. 35

102
El ejemplo claro de lo que ocurre si tratamos de relacionar valores absolutos [número de empresas]
con valores relativos [ingreso disponible de hogares per cápita] es la gráfica que vemos arriba. La solución
correspondiente fue convertir el valor absoluto, que es el número de empresas, a un valor relativo: Como
el ingreso de los hogares es per cápita, es decir, se relaciona con la población, la solución era también
relacionar el número de empresas con la población, teniendo como resultado el valor relativo de la tasa de
empresas per cápita (167). Por esta razón, desde el principio sencillamente no se me tendría que pedir que
haga esa segunda gráfica (que haré de todos modos porque me place). A tales efectos de que otra vez la teoría
corrige la observación empírica, y la observación empírica luego cobra sentido al dársele un enfoque
teórico funcional —recordándonos las palabras de Hoppe— entonces en este caso debo hacer lo mismo.

Empiezo a solucionar: tengo un valor absoluto (deuda real a precios constantes o deuda nominal a
precios corrientes) y un valor relativo (intereses cómo % del valor de la deuda). Como no puedo relacionar
la deuda consigo misma (con el obvio objetivo de ‘‘emparejarla’’ con los intereses haciéndola entrar en
relación con lo mismo que el interés) porque automáticamente el indicador se insensibilizará ante sus
propios cambios, necesito o bien convertir los intereses cómo % de la deuda a valor absoluto (que ya hice
en el cuadro 49, el cual es hipotéticamente es el objeto de crítica), o entonces encontrar un valor de
referencia común tanto para los intereses como para la deuda que sean distintos de ellos mismos. De lo
contrario, tendría un indicador que diría algo así como ‘‘deuda como % de la deuda’’ y siempre me daría
100%. No tiene sentido, ¿cierto? Pues existe una solución utilizando dos indicadores.

En este caso y como único indicador confiable, opté por hacerlos a ambos relativos al PIB. El Fondo
Monetario Internacional en su base de datos contiene tanto deuda cómo % del PIB, como intereses de la
deuda cómo % de PIB (168) (169). La razón es que ambos son sensibles a la variación del mismo valor de
referencia concreto —el Producto Interno Bruto— y por tanto podemos ver cómo siendo relativos, varían
de forma similar. Quizás incluso se pudiera objetar contra la relación del cuadro 49 con un argumento tipo:
‘‘Obvio genio, los intereses pagados aumentarán absolutamente porque está aumentando el volumen de
deuda. Si hoy la deuda es de 20 pero tiene un interés del 10%, el interés absoluto será de 2; pero incluso con el
mismo interés del 10%, si mañana la deuda es de 40, el interés será de 4. ¿Ves que eres bruto?’’.

No obstante y de forma irónica, no solamente me estarían dando la razón aceptando que existe
relación causal entre interés y deuda —y para completar, utilizando deducciones apriorísticas
implementando la lógica pura en el análisis de los datos empíricos tal como estoy haciendo yo— sino que
aquél que intente usar este argumento, se incapacitaría a sí mismo para discrepar del próximo indicador
que voy a usar. Bien es cierto que el interés aunque se mantenga en la misma tasa, si aumenta la deuda,
aumentará de forma absoluta, pero… ¿Esto sucede con ambos indicadores relacionados al PIB?

No hay ninguna razón a priori para creer que esto es así, y en este punto donde conocemos que ya
se agotaron todas las posibles discrepancias prima facie que se han planteado y por tanto, no existe
escapatoria ni argumento de salida sin incurrir en falacias que tengan que ser pseudoargumentos de último
minuto, de desviación o de rescate. En un caso así, nos encontraríamos falacias como los rescates ad hoc —
donde en el último momento, un ponente introduce una premisa que no estaba para acomodar su
argumentación al contexto, rompiendo con su misma coherencia interna—, las falacias de blanco móvil —
donde lentamente un ponente irá rodando la conversación a donde lo desea, pudiendo estar hablando
primero de astronomía y luego de Black Metal o algo así—, o de plano, contradecirse.
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167. Lárez, Pedro. El mito del comunismo chino. Segunda edición. MÁS Libertad (2020) pp. 47 - 50
168. Sitio web del FMI > IMF Data Mapper > Datasets > Public Finances in Modern History > Fiscal Prudence and Profligacy database > Interest paid on public
debt, percent of GDP
169. Sitio web del FMI > IMF Data Mapper > Datasets > Public Finances in Modern History > Fiscal Prudence and Profligacy database > Gross public debt,
percent of GDP

103
Cuadro 51 | Relación entre deuda e interés en Venezuela en el largo plazo, en términos relativos [deuda pública
como % del PIB e interés cómo % del PIB transformados en un nivel/ratio]. Fuente: Cálculos propios en base a datos
del FMI, Mauro et al. (2013), BIS, BCV, MOxLAD y FRED.

Mi manera de proceder aquí fue de la misma manera que en el cuadro 49, con la diferencia de que
los ratios pertenecen a datos de deuda pública como % del PIB e interés de la deuda pública como % del
PIB en vez de utilizar niveles para la deuda pública real e interés real de la deuda. En términos relativos,
las multiplicaciones del interés con respecto a 1957 ahora no parecen ‘‘tan’’ malas como en términos
absolutos, pero de todos modos se puede evidenciar un desastre bastante notorio, aunque se aprecia más
aún el desastre con la deuda. Además, también podemos comprobar que sigue existiendo una fuerte
relación de dependencia entre deuda e interés, volviendo a confirmar la intuición teórica de que aún los
intereses tienden a subir a medida que la deuda sube —ahora sabiendo que independientemente de si son
montos totales a pagar o porcentajes, este sube cuando la deuda sube—.

Antes, la deuda real en 1999 se había multiplicado 1113 respecto a 1957, siendo que apenas en
1967 ya se había multiplicado 194 veces en relación a este mismo año. Ahora, en términos de deuda cómo
% del PIB, se habría multiplicado hasta un máximo de 2979 veces (en 1995) y en diez años ya se había
incrementado 64 veces. Al interés de la deuda, en cambio, sufrió transformaciones más intensamente: En
términos absolutos se multiplicó por cantidades ingentes, cerrando los demócratas con 3404 en 1998, y
habiéndose multiplicado por 126 veces con respecto a 1957 en nada más 11 años.

Cuando llegó a máximos, logró alcanzar multiplicarse por 916 veces y este hito se alcanzó justo
cuando la deuda estaba en su mayor punto. De hecho, si podemos comparar todos los niveles juntos en una
misma gráfica, podemos apreciar nítidamente las tendencias que adoptan con el paso de los años.
Normalmente, los intereses sea en términos relativos como absolutos, caen cuando la deuda, sea relativa o
absoluta, cae. (Pero no de manera necesariamente proporcional, aunque no es necesario que lo haga pues
el mercado no es perfecto, y la tendencia junto con el alto grado de dependencia son suficientes pruebas
para lograr el objetivo que nos hemos propuesto desde el inicio).

104
Cuadro 52 | Ratios de deuda real, interés real [conjunto de valores absolutos], deuda cómo % del PIB e interés
como % del PIB [conjunto de valores relativos]. El ratio expresa un valor que está en referencia a un año concreto.
Fuente: Mauro et al. (2013), FMI, FRED, BIS, BCV y MOxLAD.

Como se podrá apreciar, allí donde crece la deuda, tiende a crecer el interés, y donde cae la deuda,
tiende a caer también el interés (170). Si la deuda cae y el interés no ha caído aún (puede caer o bien
aplanarse su curva), tiende a caer pocos años después, en concreto, al año siguiente, por lo que el mercado
no tarda mucho en detectar los cambios. Lo mismo ocurre a la inversa; si la deuda sube y el interés no ha
crecido, el interés tenderá a crecer en los años venideros. Cuando no ocurre que el aumento de la deuda
produzca un incremento en el interés durante el mismo año (una cantidad despreciable de años), es una
excepción que se explica por estos mismos retrasos.

Este hallazgo solo confirma, por tercera vez, la inferencia que hemos realizado al principio y está en
plena armonía con las relaciones que hemos hecho previamente, por lo que ya hemos obtenido un cúmulo
más que suficiente de evidencia empírica que respalda el hecho clave de este asunto: La ineficiencia fiscal
de los demócratas. No solo es que iba creciendo año a año, incluso desde antes de la década de los 70’s
donde las multiplicaciones habían crecido por veinte veces, luego cuarenta, luego sesenta y así hasta 1968,
sino que al momento de que empezaron los estruendosos desequilibrios, se había tenido nada más 13 años
de ‘‘democracia’’. 13 años para toda una era… 13 años de 43, un 30.22% del tiempo para que el restante
69.22% todo estuviera desequilibrándose. Los efectos más nefastos solo tardaron 18 años en revelarse.

Apenas ese mínimo margen de tiempo era lo que había durado en resistir —sin parapetos, parches
o remiendos— el débil sistema democrático… Un país donde la economía estaba controlada fuertemente y
siendo despedazada por políticos y burócratas inescrupulosos, y peor aún, donde ni siquiera había
economistas al mando para que por lo menos destrozaran todo pero que ‘‘supieran destruirlo’’, como para
que tuviera ‘‘gracia’’ (con excepciones, como José Toro Hardy). Abogados, médicos, periodistas, pedagogos
y militares, todo de eso sobraba y bastaba para en apenas 18 años multiplicar el interés por casi 1500 veces,
y que apenas en dos años más pasaría a estar multiplicado por 2000 con respecto a 1957.
_________________________________________________________________________________________________________________________
170. En un meta-análisis revisado a posteriori, confirmé que existen estudios que verifican la existencia de que el aumento de la deuda pública produce aumentos
en el interés. Ver: Galindo, Mariana y Ríos, Viridiana. Deuda Pública. Serie de Estudios Económicos, Vol. 1, Agosto 2015: México ¿cómo vamos? p. 5

105
No sabría definir en este momento cuál aspecto fue, de forma exacta, el más diabólico de todos, pero
en este momento me atrevería a afirmar que tiene carácter combinatorio. La cosa más repulsiva fue que
los intereses a pagar subieron por 3400 veces; los intereses cómo % acrecentaron como máximo hasta las
897 veces; la deuda cómo % del PIB creció por 2979 veces y luego cerró miserablemente con 1843 veces
—lo que es todavía un número muy grande— y que la deuda real llegó a multiplicarse hasta por 1113 veces
para culminar la era democrática (los cierres se toman al fin de la era democrática, es decir, 1999); llegando
a estar 1187 veces por encima de 1957 y, por si fuera poco, había logrado crecer 139 veces en nada más 12
años (de 1958 a 1969), que todo esto pasó, la riqueza estatal se incrementó, hubo más recursos fiscales
que nunca en la historia del país y sin contar el boom petrolero, sin contar la inflación de la oferta
monetaria… Y a pesar de todo bastaron tres años para que nos sacaran de la lista de países del BIS.

Cuadro 53 | Deuda del gobierno central % del PIB en Venezuela y el mundo. Mapa comparativo atendiendo a
los años 1957 y 1999, resaltados Colombia, Venezuela, Portugal, y Austria, Islandia, Finlandia y Japón. Fuente: FMI;
Mauro et al. (2013).

Venezuela con los demócratas venía de ser una potencia emergente que simplemente desapareció
del mapa y aunque el Estado Social de Derecho fundado por los demócratas manejó una enormísima
cantidad de recursos que jamás en la historia vio pasar ninguna administración anterior, estoy seguro de
que todo lo que hemos evaluado y que veremos próximamente en el trabajo pesa más sobre las
consideraciones de una época que el mero hecho de ‘‘hacer carreteras’’ y dar subsidios. Todo para una
ilusión efímera que se volvió nada poco después de llegar al clímax.

Hablando de mapas, también podemos ver esta gráfica donde podemos comparar la situación de la
deuda pública como % del PIB en 1957 contra 1999 (171). En 1957, Venezuela era uno de los pocos países
del mundo cuya deuda estaba por debajo del 15%, pero que de hecho apenas y llegaba al 0.078% del PIB
como hemos observado ya en páginas anteriores, estando bastante distante de ese 15% que todavía se
consideraba como un ‘‘buen nivel’’ de deuda. Ya en 1999, la herencia democrática fue un país con un
38.07% de deuda (488 veces más alta), recién viniendo de una crisis, debilitado y recordando que la deuda
real total del gobierno era 1113 veces más alta que en 1957, y recordando los intereses también…
_________________________________________________________________________________________________________________________
171. Sitio web del FMI > IMF Data Mapper > Datasets > Public Finances in Modern History > Fiscal Prudence and Profligacy database > Gross public debt,
percent of GDP

106
4.5.2. La contraparte de la demanda de deuda: la demanda de liquidez
Aunque las explicaciones anteriores son suficientes, a algunos puede parecerle que no. En mi
explicación previa, inserté la consideración y desarrollo teórico de lo que es la prima temporal del interés,
a saber, la razón para postergar nuestro consumo actual —que implica la preservación de bienes
presentes— en pos de obtener rendimientos o beneficios de esta actividad que nos exige abstenernos de
consumir y hacernos más ricos, implicando la obtención futura de bienes, en mayor cantidad y/o calidad.

Pero además de esta explicación, existe otra cara de la moneda que provoca los mismos efectos, pero
por el lado opuesto de la transacción. Y esta explicación no es opuesta, sino complementaria para entender
el fenómeno del interés (172). Hablo de que… ¿Y si el interés no sube solamente por la depreciación de la
deuda y búsqueda del Estado de venderla? ¿Y si sube también porque el dinero se está apreciando y esto
exige más esfuerzo para conseguir financiamiento? En este caso, tenemos lo que llamamos prima de
liquidez del interés.

La prima de liquidez consiste en que el interés sube debido al aumento del valor del dinero.
Imaginemos esto. Si recordamos el cuadro 48, veremos que para desarrollar la explicación teorética se
asumió un escenario donde la oferta de deuda se expandía mientras que la demanda de la misma
permanecía constante. Pero esto tiene un detalle que había dicho previamente: Cuando la oferta de deuda
se expande la demanda de deuda no permanece constante. Si se expande la oferta de deuda, lo más probable
es que la demanda de deuda termine satisfecha, por lo que esta cae y procede a permanecer rígida debido
a que aquellos que estuvieron dispuestos a comprar la deuda por tal precio a tal rendimiento, ya lo hicieron.
Quizás vengan otros, pero estos nuevos compradores no vendrán en la medida que el Estado necesita para
sufragar sus gastos, por lo que para paliar estos efectos el gobierno debe incrementar los intereses en orden
de hacer más atractiva la compra de los instrumentos de deuda (173).

Cuadro 54 | Relaciones de oferta y demanda en un estado con contracción de la oferta.


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172. Recomiendo mucho leer: Rallo, Juan Ramón. Lección 7 – La teoría del interés y el capital: Apuntes de la historia de las doctrinas monetarias (2014).
173. Leer la sección 4.5.1. «Explicaciones al incremento de los intereses de deuda durante la era democrática y pruebas empíricas de irresponsabilidad».

107
Tal es la situación que entonces no solamente tenemos el problema de que la oferta de deuda está
expandida, sino que también el dinero se hace escaso, y en este escenario, el interés tenderá a subir porque
la escasez del dinero hará que el valor del dinero en ese mercado suba, y por tanto, será más caro de
conseguir. Como el interés de la deuda pública es la retribución sobre el préstamo de dinero, es obvio que
el aumento del precio del dinero también repercutirá en la actividad de venta de deuda porque la
apreciación no excluye a ningún agente, el dinero se hace más caro de conseguir para todos. Vamos a tener
en cuenta unas cuestiones:

1. Oferta de deuda = Demanda de dinero.


2. Demanda de deuda = Oferta de dinero.

Ahora bien, vayamos por partes. Asumamos que ya no existe expansión de la demanda de dinero
(que ya tocamos antes y es equivalente a la expansión de la oferta de deuda, ya que esta se despliega para
captar dinero mediante una acción de demanda) si no que solamente existe una contracción unilateral en
la oferta de dinero (que no hemos visto todavía). En ese caso, nada más una merma donde la cantidad de
dinero ofertado pase de C3 a C1 —se contraiga— hace que el precio de equilibrio [a donde los precios
tenderán a ir, sin prometer que sea proporcional] pase de un poco más debajo de P2 a P3. En esta situación
donde el dinero se aprecia en vez de la deuda depreciarse es cuando crece la prima de liquidez, tan solo la
contracción de la oferta de dinero es suficiente para que el interés tenga que aumentar; pero recordemos
que yo había dicho que la explicación era complementaria.

Cuadro 55 | Relaciones de oferta y demanda en un estado con contracción de la oferta + expansión de la demanda.

No tenemos nada más una cosa u otra, tenemos ambas: En el mismo espacio y tiempo tiene lugar la
contracción de la oferta de dinero por un lado —para comprar deuda—, y la expansión de la oferta de
deuda por otro —para comprar dinero—. Vemos que si la oferta de dinero pasa de C3 a C1 (cae) y a la
postre la demanda de dinero pasa de C5 a C7 (sube), los precios incrementan todavía más de lo que lo harían
si únicamente hubiere una contracción en la oferta de dinero.
108
En efecto —y aquí entra la complementariedad— el valor del dinero tiene tanta incidencia como la
que tiene el valor de la deuda. Si existe un cambio entre el estado del dinero y de la deuda al mismo tiempo,
los precios variarán más de lo que lo harían si nada más hubiere un cambio en uno de ellos de forma
unilateral, es decir, el cambio generalizado en el estado de la oferta de deuda (demanda de dinero) y de la
oferta de dinero (demanda de deuda) impacta con una mayor gravidez que el solo cambio en el estado de
la oferta de deuda o el solo cambio en la oferta de dinero, como ya hemos comprobado.

Ahora bien, ¿por qué deberíamos creer que el incremento del valor del dinero tuvo algún impacto
en el interés, por el contrario la única explicación con la cantidad de deuda que tiene más datos empíricos
que la avalan? Pues porque hemos visto antes (174) que el interés empieza a crecer con mayor rapidez e
intensidad a partir de 1976, especialmente rápido hasta 1979. ¿Qué ocurrió en esos años? Hubo una
depreciación del dólar frente al bolívar del 1.12%, del 2.27% y del 0.23% durante tres años consecutivos
para el próximo no haber cambios, lo que causó una depreciación del bolívar y por definición, del dinero
en moneda nacional. Este escenario lo podemos confirmar remitiéndonos a momentos anteriores (175).

De hecho, en el único momento de la era democrática donde hubo apreciaciones del bolívar fue
justamente antes de que tipos de interés comenzaren a detonar (cuando el bolívar aún servía y el tipo de
cambio estaba 4.3 Bs : 1 dólar), y he ahí la causa: como el dinero escaseaba, se hacía más caro, los tenedores
de dinero preferían mantenerse ‘‘líquidos’’ (dinero = liquidez, preferían tener dinero) en vez de pasar a
mantener activos menos líquidos, como la deuda, y el gobierno demócrata de Carlos Andrés Pérez se vio
obligado a persuadirlos de que relajaran ese dinero para que se lo prestaran. La mejor manera fue dándoles
incentivos para que lo hagan: ofreciéndoles mayores rendimientos —es decir, mayores intereses— y de
este modo poder obtener los fondos necesarios para financiar el cada vez más alto gasto público.

Pero, recordemos que la prima de liquidez no es la única cuestión que ejerce influencia sobre las
decisiones que empujan hacia arriba o hacia abajo el nivel de interés, sino que también la prima temporal
explicada previamente puede modificar el comportamiento lo suficiente como para incentivar préstamos
aún con depreciaciones de la moneda terribles e inflación descontrolada, como empezó a suceder en
Venezuela a partir de 1988. En este caso, el consumo se acelerará porque los agentes estarán conscientes
de que su dinero próximamente no valdrá nada, y lo que no consuman hoy, no lo podrán consumir mañana.
Esto los empuja a consumir todo lo que ingresen, pese a que la devaluación del poder adquisitivo hará que
su consumo real caiga en picada y esta medida desesperada no funcione para compensar nada. Sin
embargo, como el dinero se irá en consumo, muy poco quedará reservado para préstamos, por lo que el
interés tenderá a subir debido a que deben poder verse mayores recompensas futuras para evitar gastar
el ingreso en compras presentes propulsadas por la devaluación (ya que el margen de ahorro en moneda
nacional se anula). El teorema lógico estaría expresado entonces de esta manera:

Si el nivel de recompensas futuras [interés, 𝒊] supera la expectativas de devaluación [𝒆𝒅] de un agente,


puede ser que este dé su dinero para obtener rendimientos, pero lógicamente no lo hará por menos; el
interés tiene que ser lo suficientemente alto para por lo menos amagar la percepción del agente, y como
el agente también percibe el incremento de los precios y del tipo de cambio, el gobierno debe intentar
emparejarla para que los incentivos puedan darse. Entonces si 𝒊 > 𝒆𝒅, el agente tendrá incentivos para
prestar. Pero si 𝒊 < 𝒆𝒅 entonces lo que cabe esperar es que como el agente prestamista reconoce que el
interés no es suficiente como para sufragar la pérdida causada por la devaluación + un margen de
beneficio después de ella, simplemente consumirá y gastará en vez de ahorrar para prestar. Otra opción
que tiene el gobierno es vender deuda a prestamistas del exterior.
__________________________________________________________________________________________________________________________________
174. Ver el cuadro 51.
175. Ver la sección 4.4.3.2. «1965 y la muerte progresiva del bolívar».

109
4.5.2.1. Síntesis de la explicación sobre el interés y la deuda

Respecto al punto previo, quizás sea pertinente realizar una explicación sintética para intentar
encapsular y hacer digerible lo más posible el argumento. Para entender por qué aumenta el interés,
tenemos que pensar: ¿Por qué el gobierno se endeuda? La respuesta más acertada es que se endeuda
porque necesita financiar pagos presentes. Eso se identifica con que su preferencia temporal se avoca hacia
el presente, es decir, que el gobierno prefiere más los bienes ahora que los bienes en el futuro, ya que valora
más el pagar sus gastos ahora que ahorrar los ingresos futuros para destinarlos a otra cosa además de
pagar la deuda que adquiere y por la que debe pagar un interés. Eso hace que sus preferencias estén
orientadas hacia el ahora, y esté dispuesto a perder bienes futuros por ganar bienes presentes.

La segunda pregunta que debemos hacernos es: ¿Por qué los inversionistas compran deuda? Y la
respuesta intuitiva y correcta es que lo hacen porque esperan beneficiarse de ello, es decir, todos pretenden
actuar para poder intencionadamente mejorar su propia situación. ¿Tendría sentido comprarle deuda al
gobierno si no produce ningún rendimiento? ¿Tiene sentido dar 100$ hoy para recuperar los mismos 100$
mañana mientras que podríamos hacer con ellos otra cosa? No, porque nos estaríamos perdiendo de, por
ejemplo, asignar esos 100$ a usos productivos a partir de ahora, o a consumir bienes nosotros mismos y
satisfacer nuestras necesidades actuales en vez de las futuras, siendo que estamos seguros de que tenemos
necesidades ahora pero no sabemos si tendremos las mismas después, o siquiera si tendremos necesidades
porque el futuro es incierto; quizás podríamos estar muertos. Es necesario esperar algo para postergar.

Esto se identifica con el coste de oportunidad: Si elegimos perder 100$ hoy para recuperar los 100$
mañana, nos estaríamos perdiendo de obtener rendimientos invirtiendo esos mismos 100$, o perderíamos
la utilidad que nos proporcionarían bienes que podríamos comprar con esos 100$, que sin duda es mejor
que simplemente perder el dinero para recuperar la misma cantidad sin ningún objetivo y porque sí. La
existencia de este coste de oportunidad hace que necesitemos un incentivo para comprar la deuda, que es
exactamente lo mismo que habíamos intuido: obtener un beneficio, porque perder esos 100$ hoy para
ganar 110$ mañana resulta más atractivo que simplemente perder 100$ hoy para ganar 100$ mañana, o
renunciar a esos 110$ mañana para consumir 100$ hoy, siendo que podríamos ganar 110$ esperando
tiempo y darnos el lujo de consumir una mayor cantidad de bienes. Los inversionistas, como su propio
nombre lo indica, viven de renunciar a bienes presentes (100$) para ganar bienes futuros en una mayor
cantidad (110$). Sus preferencias, por tanto, se proyectan hacia el futuro y no tienen problemas en
postergar su consumo y perder bienes de ahora con la condición de ganar más bienes después.

Continuando, cuando un gobierno ofrece deuda, esta no está exenta de depreciarse ni es ajena a las
dinámicas del mercado, y no se salva de que cuando aquellos que estén dispuestos a comprarla ya lo hayan
hecho, no quede más nadie. ¿Por qué no quedaría más nadie? Por eso mismo; porque quienes estuvieron
dispuestos a comprar una X cantidad de deuda por una X cantidad de interés, ya lo hicieron y no quedan
más interesados. Si ya más nadie lo hace, es porque prefieren reservar su dinero presente para ser
consumido o para ser invertido en otros instrumentos de mayor rendimiento, dado que notan que el coste
de oportunidad de invertir en deuda del gobierno es alto. Más aún, con una alta cantidad de deuda excedente,
no le atribuirán mucho valor. Como el gobierno tiene un excedente de deuda, esto implica que aún le faltan
fondos para recaudar y cumplir sus objetivos. Por tanto, como nadie le compra deuda, la opción que tiene
es hacerla más atractiva para que, precisamente, se la compren. La opción es volverla más valiosa y
consecuentemente asignarle mayor utilidad, y la mejor manera de llevar ello a cabo es aumentar los
intereses para que los inversores puedan ganar más. Como a mayores intereses, más beneficios, ahora el
problema de los inversores sería el no comprar deuda del gobierno.

110
4.5.3. Gasto público real y niveles de gasto gubernamental a través de la era
democrática
Para cerrar nuestra evaluación definitiva del fisco, podemos tomar uno de los indicadores más
básicos de todos: el gasto público. Es curioso porque durante todo el trabajo (hasta ahora) no había dado
información sobre el gasto público en términos absolutos, no obstante sí habiendo tenido la oportunidad
en dos ocasiones para ver como evolucionaba el gasto en relación al PIB (176). Pues bien, la situación del
gasto público en Venezuela durante la era democrática fue, analizándolo económicamente, bastante
compulsiva y explica mucho de lo que sucedió con la irresponsabilidad fiscal anteriormente vista, y no
únicamente eso, sino que explica también el gran deterioro de las reservas internacionales, cuya porción
aurífera solo tardó solo dos años para caer el 50% (177).

Cuadro 56 | Gasto público como % del PIB en Venezuela, período 1937 – 1999. Fuente: Roser & Ortiz (2020), FMI.

El gasto público tuvo múltiples ‘‘disparos largos’’ o ‘‘irrupciones violentas’’ —picos extremadamente
elevados e inusuales— a lo largo del tiempo, y aunque claramente también el gasto vivió depresiones en
ciertos años (1960 – 1961; 1978 – 1979; 1984, 1992 – 1993) no fue precisamente para retroceder… Todo
lo contrario. Cuando se vivieron las depresiones, el gasto nunca se echó para atrás sino que tomó todavía
más fuerza y se remontó a niveles todavía increíblemente más altos que antes (178).

Y no es una exageración, estas crecidas sostenidas y brutales fueron presumiblemente peligrosas en


tanto consumían recursos económicos y debilitaban al sector privado volviéndolo dependiente del sector
público —que es más volátil de lo que se piensa—. Es dudoso que los ingresos fiscales hayan alcanzado
para sufragar todos estos gastos, e incluso, es curioso pensar que aun captando una renta petrolera
increíblemente alta a partir de la segunda mitad de la década de los 70’s, el Estado tuvo que endeudar al
país a niveles insospechados como hemos visto previamente y de hecho, que justo en el momento donde
hubo más renta petrolera, fue donde también el momento donde la deuda se disparó.
_________________________________________________________________________________________________________________________
176. Véase el cuadro 43 en la sección 4.4.3.4.1. «Cálculos, relaciones, argumentos y refutación» y el cuadro 31 en la sección 4.4.3. «Es el keynesianismo, estúpido».
177. Véase el cuadro 37 y el cuadro 38 en la sección 4.4.3.3. «Fin del oro, comienzo de la discrecionalidad keynesiana».
178. Roser y Ortiz Ospina (2020). Ourworldindata.com > Government expenditure > Government spending.

111
Pero además de eso; ¿habría otra cosa más que nos debería sorprender de estos aumentos del gasto
sobre el PIB? La respuesta es sí, porque el indicador oculta mucho detrás. Verán, la riqueza de un país (PIB)
no es estática, sino que aumenta, y aun si el gasto público como % del PIB se estanca, si el PIB sigue
creciendo eso significa que el monto total del gasto en moneda sigue alzándose. Lo que ocurre es que el
gasto público como % del PIB no detecta estas sensibilidades ya que como valor relativo solo expresa eso,
la relación. Por ejemplo, si el gasto público es del 10% del PIB y el PIB son 1000 monedas, el gasto público
en moneda será de 100; pero si el PIB aumenta a 2000 monedas y el gasto público sigue siendo del 10%
del PIB, el gasto público será de 200 monedas, es decir, se habrá duplicado en términos absolutos.

Pero tal como hice con indicadores pasados, conseguí la forma de pasarlo de valor relativo (gasto
público como % del PIB) a valor absoluto (gasto público en moneda, mostrando precios) y así podremos
estudiar cómo ha ido cambiando a lo largo del tiempo (179). En el punto de partida de la serie, tenemos un
gasto público real de 5184.3 millones de dólares. Este aumenta poco a poco a lo largo de los últimos años
de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez acabando en 10503.6 millones de dólares, llegando a superar el
valor de 1950 por 2.02 veces, creciendo de forma absoluta 5319.3 millones de dólares hacia 1957.

Cuadro 57 | Gasto público en Venezuela a precios nominales (corrientes) y reales (constantes de 2019), período
1950 – 1999. Fuente: Roser & Ortiz Ospina (2020), Mauro et al. (2013), MOxLAD, BIS, BCV y FRED.

Esos 5319.3 millones de dólares que tardó 8 años en aumentar el gasto público antes de 1958,
fueron superados en nada más un año a la llegada de 1958 cuando los demócratas dieron el golpe de Estado
el 23 de Enero y llegaron al poder. Esa cantidad fue superada en democracia, ya que nada más desde 1957
hasta 1958 el gasto público se incrementó en 5375.2 millones de dólares, creciendo un 51.17% en
solamente un año tras la llegada de la democracia, pero nada comparado como lo que vendría después. En
1974, apenas 18 años después, el gasto público se había incrementado un 336% con respecto a 1957,
creciendo 35329.3 millones de dólares; prácticamente todo lo que no había crecido en toda la historia de
Venezuela desde su fundación, lo hizo después de 1957 aunque la verdad es que las apariencias engañan.
_________________________________________________________________________________________________________________________
179. Véase la Sección A para revisar la metodología del cálculo. Para encontrar valores reales del gasto, lleva el mismo proceso que las conversiones de deuda
real y reservas reales.

112
Estas engañan no porque los favorezcan, sino porque si vemos el cambio de 1973 a 1974, notaremos
que hubo un ‘‘disparo’’ muy brutal del gasto público, y que de hecho, había sino triplicado cualquier
crecimiento pasado desde la irrupción demócrata en 1958. En efecto, se habían superado ellos mismos. No
faltaron 18 años para que el gasto público creciera todo lo que no había crecido antes, incluso desde que la
República se fundó ‘‘por primera vez’’ en 1812. Nada más faltó un solo año… 1974.

En ese cortísimo período de tiempo, el gasto público creció 27084.3 millones de dólares a precios
reales, llegando a tragarse el 35% del PIB y a la postre habiendo crecido 144.7% con respecto al año
anterior. Esto es lo que se vio, en su momento, como el apogeo de la Era y un logro democrático (que
solamente puede ser digno de demócratas propiamente dichos, aquellos que están dispuestos a socializar
su ‘‘éxito’’ y, sobre todo, el inminente fracaso subsecuente aludiendo a la voluntad popular no viendo más
allá de la masa abstracta y gris). Paradójicamente al ‘‘logro’’, y como un castigo mortal, los años venideros
se tradujeron en devaluaciones, inflación, recortes en la inversión y un diluvio de recortes al propio gasto
público que tiraba de la máquina a niveles insostenibles y que daban una sensación de riqueza material,
bienestar y seguridad, una miserable ilusión que sirvió de trapeador a la realidad que siguió.

Cuadro 58 | Índice de gasto público que muestra la evolución del gasto público real frente a 1957. Fuente:
Roser & Ortiz Ospina (2020), Mauro et al. (2013), MOxLAD, BIS, BCV y FRED.

Los años de mayor gasto público fueron desde 1974 hasta 1983, año en donde se tuvo que recortar
por primera vez y es donde algunos profesionales medianamente responsables llegan a reconocer que
hubo un punto de quiebre (180), que también algunos dicen fue la tercera parte de tiempo en la que se divide
la era democrática (181). En concreto, el índice de gasto público desde 1957 hasta 1973 se mantuvo, en
promedio, en 139 puntos (39% más con respecto a 1957) y después de 1973 hasta 1984 llegó a estar en
406 puntos, que es tres veces más alto que el promedio demócrata antes de 1974, casi dos veces más alta
que el promedio histórico de gasto público y cuatro veces más alta que el año base. Sin embargo, el castigo
que llegó como obra de Dios es que al acabarse el dinero y al desmoronarse la capacidad de gasto, primero
en 1985 el gasto cayó en 30486.33 millones de US$ —que para la época fueron 1179 millones—, para luego
caer a mínimos estruendosos en 1986. Tal como el gasto subió vertiginosamente, volvió a caer.
_________________________________________________________________________________________________________________________
180. Spiritto et al. La economía venezolana en el siglo XX. Universidad Católica Andrés Bello. Primera Edición (2018) p. 9
181. Olivar, Jose Alberto. La Democracia si tiene quien le escriba. Guayoyo en Letras (2018)

113
Probablemente ello haya sucedido debido al aumento del tipo de interés y a la caída de los precios
del petróleo (182) (183). Habiendo caído el gasto a más de la mitad de su impacto real —teniendo en cuenta
de que para la época empezaron a surtir efecto las devaluaciones domésticas del bolívar y la inflación del
dólar, cumplida una década la firma del Acuerdo de Washington en 1973— lo que vino poco después fueron
más caídas: hubo un segundo recorte en 1986 no tan drástico, pero que llevó al gasto público a niveles muy
cercanos a los de 1957. El gasto público cayó 24.85%, reduciéndose su cuantía en unos 3674 millones de
US$ reales más. La caída anterior de 1984 a 1985 recortó el gasto un 67.33%.

Pese a todo, los demócratas prosiguieron con su doctrina keynesiana brutalmente empobrecedora
y decidieron no aprender de la volatilidad de su propio sistema, ni tampoco buscaron hacer las paces con
los límites de sus capacidades para gastar, e hicieron caso omiso al daño que le estaban infligiendo a la
economía. Se hicieron los ciegos, sordos y mudos, por lo que en los año siguiente, 1987, incrementaron el
gasto en 1489.84 millones de US$ reales (que en aquel tiempo a precios corrientes eran 879 millones de
US$) disparándolo en un 13.4% —pese a que no habían las condiciones financieras, porque la deuda
llegaba al 79.04% del PIB y estaba en valores reales a máximos históricos— (184).

En 1988, llegaron a incrementar el gasto en un 40.4% teniendo una deuda del 44% del PIB. En 1989,
de manera histórica y demostrando una absoluta falta de pudor y responsabilidad, el gasto público se había
incrementado en un 48 % con respecto a 1988 pese a tener una deuda del 70% del PIB. En 1990, todavía
siguieron dándole al incremento del gasto en un 22%, luego en 1991 lo aumentaron en un 10%. El período
de salto más visible en esta segunda etapa de la era democrática fue el que transcurría de 1987 a 1990,
donde creció un 153%. Poco a poco, cuando nos pudimos dar cuenta, pese a haber sufrido un desplome en
el gasto hacía apenas 6 años debido a su insostenibilidad palpable, el gasto público en 1991 había
aumentado 24115 millones de US$ con respecto a 1986; se había triplicado de nuevo.

Esta acción les salió bastante mal. Primero, les salió mal porque no pudieron detener el auge de la
pobreza en Venezuela que destrozó a la clase media pasando su proporción del 43.77% de la población en
1981 al 25.32% en 1999 (185) a pesar de que estaban gastando como locos. Supongo yo que lo hicieron
creyendo que de algún modo esto iba a paliar la pobreza. Segundo, al agotarse el recurso de pedir deuda
debido a los niveles históricos y peligrosos a los que habían llegado, no se les pudo ocurrir mejor idea que
la de aumentar la liquidez monetaria para sufragar el gasto político (en pocas páginas posteriores a este
punto veremos por qué además también la opción de la renta petrolera). Así pues, lograron multiplicar la
inflación por 58 veces, nada más desde 1988 hasta 1999. Sin embargo, si ponemos una perspectiva a 20
años desde 1980 hasta 1999, lograron multiplicar los precios por 181 veces (186).

Por último pero no menos importante, estas ‘‘técnicas’’ keynesianas el único mérito que tuvieron
fue ser parásitas de recursos económicos y del orden social, y también el honor de ayudar a hacer nada así
como también empeorar las cosas... El sistema, pese a darle a la «máquina de hacer billetes» y también al
gasto público, a la deuda, al petróleo, a las divisas y a las reservas… Habiéndose agotado cada una de las
opciones de financiamiento, seguía colapsando —y el colapso final fue la llegada de Chávez—. Todo estaba
cayendo a pesar de las medidas. Bueno, en realidad, gracias a ellas (187).
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182. Ver la sección 4.5.1. «Explicaciones al incremento de los intereses de deuda durante la era democrática y pruebas empíricas de irresponsabilidad».
183. El barril de petróleo hacia 1980 valía 35.52 US$, lo que a precios de hoy serían 105.73 US$. Este precio se mantuvo hasta 1982, donde cayó año tras año
hasta caer a precios bajos que, entre 1986 y 1992, promediaron los 17.44 US$, que a precios de hoy serían 35.35 US$, es decir, los precios cayeron en un 66%.
Ver: Garside, M. OPEC oil price (anually) 1960 - 2019. Statista (2020)
184. Ver la sección 4.3. «La Venezuela Endeudada e Intervencionista, raíz de todos los males».
185. Ver la sección 4.2. «La Venezuela Pobre».
186. Ver la sección 4.4. «La Venezuela Devaluada: Herencia socialdemócrata».
187. Remítase de nuevo a la sección «La Venezuela Endeudada e Intervencionista, raíz de todos los males», especialmente las primeras cuatro páginas y esté
atento a los pies de estas. La Crisis Financiera de 1994 se debió esencialmente a esa laxitud fiscal y al intervencionismo, que se caracterizaba por ser clientelar.

114
Y aunque se pueden ver las conclusiones preliminares de que el fisco demócrata fue peculiarmente
desastroso, aún podemos curiosear un poco más para ver cómo se comportó dicho aparato de cara al
pasado, analizando sus niveles como se hizo con los niveles de deuda e interés. Eso podría ayudarnos a
despejar dudas y ver su avance en el tiempo —como también encontrar respuestas en las trampas más
inesperadas dentro de ello—.

Cuadro 59 | Evolución del gasto público en Venezuela con respecto a 1957. Período 1950 – 1999. Fuente:
Mauro et al. (2013), FMI, MOxLAD, BIS, BCV y FRED.

Como antes (188) estamos viendo cuántas veces se multiplica el gasto público con respecto a 1957.
El gasto público se expresa en varios términos para poder tener una visión más amplia y complementaria:
nominal, real y cómo % del PIB. El gasto público durante la era democrática creció lento en todos los
sentidos hasta 1970, donde ya el gasto público nominal superaba por dos veces el gasto público nominal
de 1957, mientras que el real lo hacía por 1.53 veces (es decir, había crecido en un 53% con respecto a
1957). Esta diferencia encuentra su explicación en que a que a partir de 1966 se abrió un diferencial entre
los precios del gasto público real y el nominal, debido a las devaluaciones del tipo de cambio y la inflación.

Sin embargo, los mayores tumbos en todos los aspectos empiezan a surgir en 1974 donde el gasto
público nominal se multiplica 7.9 veces con respecto a 1957, y el gasto público real 4.3 veces, mientras que
el máximo histórico para ambos fue en 1981, con un gasto público nominal de 16.95 veces la proporción
del gasto público de 1957 y 5.13 veces para el gasto público real, y siguiendo como es obvio las tendencias
en el gasto que hemos visto previamente, pero con la ventaja de que es comparable con la salida de un
gobierno diferente. Entre 1985 y 1986 el gasto público sufrió una fuerte depresión (como ya hemos visto)
y pasó de casi 17 veces por encima de 1957 a 4.11, mientras que el gasto público real había caído a niveles
similares a los de 1957 pero se volvió a reactivar con, como ya decíamos, las medidas keynesianas que
terminaron por destruir más aún el fisco para ‘‘intentar rescatarlo’’ de forma pueril, llevándose con su
fracaso a la economía. Sin hacer caso, para 1998 el gasto público nominal superaba por 26.14 veces el de
1957 y el real lo hacía por 4.16. El gasto público sobre PIB cerró casi duplicando el nivel de 1957.
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188. Ver el cuadro 51 en la sección «4.5.1. Explicaciones al incremento de los intereses de deuda durante la era democrática y pruebas empíricas de
irresponsabilidad».

115
4.5.4. La última y nos vamos: Una historia de ingresos, superávits, déficits y la
imposibilidad (última) de la deuda flotante
Tras haber dado por concluida la sección dedicada a la revisión fiscal durante —por lo bajo— la
segunda mitad del siglo XX, me surgió una inquietud mientras escribía las páginas que están en la próxima
sección. ‘‘¿Qué tanto ingreso habrán tenido, en total, los demócratas?’’ fue lo que me pregunté, porque ya
conocía cuanto habían ingresado vía petróleo, pero no su ingreso fiscal de forma completa, más allá de los
ingresos petroleros. Resignado por no haber encontrado nada en los dos documentos de series estadísticas
del BCV ni en la base de datos del BCV, me resigné de buscar… Pero luego de encontrar en la base de datos
del FMI de donde saqué los otros datos, resultaba que también tenía un valor proxy que me podía ayudar
a construir los datos en valores absolutos: los ingresos gubernamentales cómo % del PIB. Pero, además de
ese indicador, había otro indicador proxy que también resulta útil; que es el de saldo fiscal primario cómo
% del PIB (189) (190). Esto permitiría vislumbrar de una vez por todas las situaciones reales de los superávits
y déficits fiscales en nuestra historia reciente.

Cuadro 60 | Ingresos gubernamentales y gasto público como % del PIB. Venezuela, 1950 - 1999. Fuente: Mauro et al.
(2013), FMI.

La metodología es muy simple: Le aplicaré a los indicadores antes mencionados los mismos
procedimientos aplicados a los demás indicadores fiscales, ya que las variables proxy (ingresos fiscales
cómo % del PIB y saldo fiscal primario cómo % del PIB) son dependientes del PIB, por lo que es
perfectamente lograble. Antes de ver los resultados, podemos visualizar el cuadro 60 donde tenemos
indicadores de la magnitud de los ingresos fiscales y del gasto público como % del PIB. Por razones obvias,
si los gastos superan a los ingresos, tenemos indicios de déficit fiscal, pero si los ingresos superan a los
gastos, pues tendremos superávits fiscales. En los primeros tres años de la década de los 50’s, hay
indicativos de que hubo pequeños déficits fiscales, sin embargo, hacia 1957 hubo una serie de superávits.
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189. La base de datos que estoy utilizando es la de ‘‘Public Finances in Modern History’’, en gran parte compuesta por el trabajo de años de cinco economistas
que hemos citado antes: Mauro, P; Romeu, R; Binder, A y Zaman, A. A modern history of fiscal prudence and profligacy. International Monetary Fund (2013). La
ruta que deben copiar y pegar es: FMI > IMF Data Mapper > Datasets > Public Finances in Modern History > Fiscal Prudence and Profligacy database.
190. El saldo primario del gobierno o «primary balance» es el saldo fiscal excluyendo pago de servicio de deuda. El saldo es la diferencia entre ingresos y egresos
del Estado. Ver: International Monetary Fund. Glossary, Fiscal Monitor (April 2016). IMF (2016).

116
Volviendo al asunto del problema con la deuda flotante que tocamos en la sección 4.4.3.4, en este
punto se añaden más y mayores dificultades para intentar argüir una supuesta existencia de deuda durante
el último gobierno militar, o por lo menos la que fuera achacada al fisco antes de 1958. Y para realizar esta
afirmación, ciertamente, tendré que oponerme al establishment académico socialdemócrata, pero es que
simplemente no se puede afirmar con propiedad tal cosa.

Es decir, antes teníamos los problemas de que no se puede generar deuda en ausencia de
incrementos sustanciales del gasto público (i), que no tiene sentido que el aumento de la deuda no haya
generado aumentos en el tipo de interés (ii) y que, aunque esta hubiere existido, habría bastante dinero
para pagarla (iii). Ahora, se añaden más problemas: no tiene sentido el aumento de deuda en ausencia de
déficits (iv) y completando, que menos sentido tiene su existencia a la vista de superávits consecutivos (v).

Cuadro 61 | Ingresos gubernamentales a precios reales y nominales. Venezuela, 1950 - 1999. Fuente: Mauro et al.
(2013), FMI, MOxLAD, BIS, BCV y FRED.

Como vimos en el cuadro 60, los indicativos de déficits empezaron a partir de 1958, no en 1957 y
también muestra que de hecho, hubo múltiples superávits donde debieron estar los déficits
(específicamente desde 1953 hasta 1957). Recordemos que tiene que existir un déficit de ingresos para
justificar la existencia de obligaciones financieras (deuda). En el cuadro 61 lo que podemos observar es el
comportamiento de los ingresos gubernamentales en Venezuela a lo largo de la última mitad del siglo XX.
Si comparamos este cuadro con el cuadro 57, notaremos que los ingresos reales en 1957 de 14807 millones
de US$ fueron superiores al gasto real, que fue de unos 10503 millones de US$ a precios del año pasado.

Este tremendo superávit superior a los 4 mil millones de US$ sería suficiente para pagar, en
términos reales, toda la deuda flotante que se le adjudicaba a MPJ. Los ingresos después de 1957 y hasta
1961 no solamente cayeron, sino que también crearon déficits por múltiples años, cosa que se puede
apreciar en el cuadro 60. También podemos ver que los ingresos del gobierno central solo crecieron de
forma notable en comparación a 1957 nada más a partir de la década de los 70’s, agotándose a mediados
de los 80’s. Antes de este momento, se mantuvieron constantes y e incluso llegaron a caer, mientras que el
gasto público nunca se detuvo, tal como vimos antes. Ello produjo la deuda que ya conocemos.
117
Para evaluar mejor los niveles de ingresos fiscales durante la última mitad del siglo XX, podemos
elaborar un índice de ingresos gubernamentales a precios reales, similar al índice de gasto público real que
se expuso en el cuadro 58. Para estos fines, se colocará en la serie de tiempo como año base de ingresos
fiscales el año 1957, y en el mismo cuadro, se anotará cuál ha sido el promedio histórico (191) de ingresos
gubernamentales. Como resultado, tendremos el cuadro 62.

Cuadro 62 | Índice de ingresos gubernamentales que muestra la evolución del ingreso fiscal a precios reales
frente a 1957. Fuente: Mauro et al. (2013), FMI, MOxLAD, BIS, BCV y FRED.

Lo primero que podemos notar es que el promedio histórico de ingresos gubernamental es igual a
180 puntos del índice, mientras que el promedio histórico de gasto gubernamental ha sido de 250 puntos,
como vimos en el cuadro 58. ¿Qué indica esto? Pues indica que el gasto gubernamental luego de 1957, en
promedio, ha superado por unos 70 puntos (cerca del 39% del valor del índice) a los ingresos que debieron
sustentar tal gasto. Si nos vamos al promedio histórico de gastos e ingresos fiscales en dólares a precios
reales, los ingresos han sido de 26716.56 millones de US$ mientras que el gasto ha sido de 28396.29
millones de US$, lo que produciría una brecha fiscal bruta del 6.2% para cada año desde 1958 hasta 1999.

Esto a la larga se materializaría en una enorme deuda gubernamental dado que, como la brecha
fiscal promedio ha sido del 6.2% anual para todo el período democrático, esto vendría a darse en forma de
déficits anuales de ese mismo 6.2% que se irían acumulando por 43 años… Como la deuda es el stock de
déficits, bueno, ya sabemos cómo acabó eso porque que lo tratamos en secciones anteriores (192). Esta serie
de déficits, como ocurren después de 1957 y no antes porque los ingresos eran suficientemente amplios
no solamente para pagar el gasto sino incluso para dar superávits (193), embarran a los demócratas. No es
que sea preciso defender a ultranza a Marcos Pérez Jiménez, pero la honestidad intelectual de los
demócratas no es muy excelsa o agraciada. De hecho, tengo dudas de que la tengan.
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191. El promedio histórico es el promedio del índice desde 1958 hasta 1999. Aplica tanto para el índice de gasto público real como para el de ingresos
gubernamentales reales.
192. Se han mostrado indicadores de deuda cómo % del PIB, de deuda nominal a precios corrientes en bolívares y mediana de variación por administración en
la sección 4.3, con extensión en la sección 4.4.3.4 mostrando deuda nominal a precios corrientes en dólares y deuda real en dólares a precios constantes.
193. Además del superávit ‘‘bruto’’ en el último año de Pérez Jiménez que fue superior a los 4 mil millones de US$, sabemos que el gasto promedio entre 1953 y
1956 fue de 7525.7 millones de US$ mientras que los ingresos fueron de US$ 7884.9 millones de US$, dando un superávit general de unos 359.2 millones de US$
para esos años. Todo lo anterior está a precios reales.

118
Ya que echamos un vistazo somero del comportamiento de los ingresos y egresos —deduciendo
entonces que en los últimos años del gobierno militar no pudo haber mucha deuda— queda preguntarse:
¿Y de cuánto dinero estamos hablando? Si tomamos el indicador de «Government primary balance, percent
of GDP», el cual nos indica el saldo primario del gobierno central y que encontramos en la base de datos
«Public Finances in Modern History» del FMI y lo convertimos en bolívares a precios corrientes (¡buh!), de
estos a dólares a precios corrientes por medio del tipo de cambio, y convirtiendo estos a precios constantes
mediante nivel de devaluación, podremos obtener el saldo primario del gobierno y de este modo ver la
cuantía de sus déficits o de sus superávits desde 1950 a 1999. Así es, entonces, cómo surge el cuadro 63.

Cuadro 63 | Balance fiscal primario del gobierno central, Venezuela (1950 - 1999). Fuente: Mauro et al. (2013),
FMI, MOxLAD, BIS, BCV y FRED.

Hagamos un breve recorrido juntos, ¿te parece? Asumiré que si sigues leyendo, aceptaste. Entre
1950 y 1952 hubo varios déficits corridos de 71.25 millones de US$; 86.31 millones de US$ y 203.12
millones de US$, sumando un déficit total del gobierno central de 360 millones de US$ a precios reales. No
obstante, en los años desde 1953 a 1957 hubo una seguidilla de superávits fiscales de 14.44 millones;
788.31 millones; 201.16 millones; 445.64 millones y 4306.3 millones de US$ a precios reales, en dólares
constantes de 2019 —medida deflactada general adoptada en el trabajo—. Esos superávits crearon un
‘‘ahorro’’ general de 5755.9 millones de dólares que superaban con creces el déficit de 360 millones.

El punto central con esto es que los déficits que sumaban 360 millones de US$ reales fueron los
únicos y últimos déficits del gobierno militar. Todos los demás balances resultaron en superávits. Si
entonces el superávit fiscal supera por 16 veces el déficit; ¿de dónde se saca que haya existido una crisis
fiscal si hubo un buen ahorro a base de superávits? Incluso suponiendo que los déficits que hubo entre
1950 y 1952 se hayan pagado con los superávits existidos entre 1953 y 1957, el sobrante habría sido de
5395.9 millones de US$ a precios reales. Sin embargo, si vemos justamente el año cuando los demócratas
se insertaron al Estado (1958), hubo un déficit de 3164.80 millones de US$. Desde 1958 hasta 1961, todo
balance fue negativo. Los déficits conseguidos en el nacimiento democrático fueron de 3164.80; 3321.03;
2681.79 y 1266.69 millones de US$, sumando un déficit general de 10434.3 millones de US$. No está demás
decir que este enorme déficit fue suficiente como para destruir a todos los superávits anteriores.
119
En concreto, el déficit democrático fue un 81% más alto que el superávit militar, recalcando desde
luego que ambos —tanto el déficit como el superávit— se hicieron en un período de tiempo corto, de cuatro
y de cinco años respectivamente. Para más morbo e hipocresía absoluta, mientras que el déficit militar
existido durante la década de los 50’s sumaba 360 millones de US$, el déficit democrático sumaba 10434.3
millones de US$... Es decir, los demócratas lograron armar un déficit fiscal 29 veces más alto que el militar.

Creo que no está demás decir que, ciertamente, no puedes acusar a alguien de crear una crisis fiscal
si tú lo hiciste 29 veces peor en casi el mismo período de tiempo. Eso, claro, asumiendo el déficit impago.
Pero el hecho cierto es que el déficit fiscal militar se podía compensar (y sobraría dinero) con su superávit,
por lo que el hecho de que los demócratas venezolanos señalen una supuesta crisis fiscal de aquellos,
cuando los déficits lo tuvieron los mismos demócratas, destruye totalmente su base moral para el reclamo.

Cuadro 64 | Saldo fiscal primario cómo % del ingreso gubernamental. Fuente: Mauro et al. (2013), FMI,
MOxLAD, BIS, BCV y FRED.

Para completar al cuadro 63, podemos ver el cuadro 64. En la historia reciente y como lo muestra el
cuadro 61, los mayores períodos de déficit en el saldo primario fueron los de 1958 – 1961, 1977 – 1979 y
1992 – 1994. De hecho, un déficit primario en millones de US$ reales nunca había sido tan terrible como el
de 1958 hasta 1978. Por tanto, mucho sentido no tiene reclamar ‘‘¡deuda!’’ a otros si las causas de la
‘‘¡deuda!’’ las iniciaron ellos, y de forma mucho más brutal… Ahora bien, lo que nos muestra el cuadro 62
son los saldos primarios cómo % del ingreso o dicho de otro modo, la cantidad de ingreso fiscal endeudada
(porque te pasaste de derrochador) u ahorrada (por ser prudente) sin contar el flujo del servicio de deuda.
Cómo podemos ver, aunque ciertamente hubo peores déficits absolutos en la historia por la cantidad
de dinero gastada (sin considerar intereses ni servicio de deuda, y por tanto tampoco la deuda que se tuvo
que refinanciar) lo cierto es que el peor período de déficits (donde concurren varios déficits) fue el de 1958
– 1961, es decir, cuando apenas empezaron a gobernar. Quizás por eso los demócratas se quieren desligar
tanto de la deuda adquirida, ¿quién no querría echarle la culpa a otro por un desastre tan grande? Supongo
que alguien honesto, categoría no correspondiente a los demócratas. Déficits así, de hecho, no se volvieron
a repetir en el siglo XX exceptuando los individuales, donde solo hubo uno solo de nuevo que representaba
el 24% del ingreso y que ocurrió en 1988. Ya sabemos cómo se acabó el oro…
120
4.5.4.1. De déficits que parecían imposibles… pero pasaron

¿Alguna vez no te ha ocurrido que viste algo que no debió haber pasado, pero pasó? ¿Sabes a lo que
me refiero? Que a todas luces alguien tiene toda la oportunidad y todas posibilidades del mundo para hacer
algo bien, pero igual le sale mal. Cuando alguien mete la pata ahí donde era prácticamente imposible que
lo hiciera. A ese tipo de situaciones me refiero. Pues bien, en los cuadros 62 y 63 pudimos ver los déficits o
superávits primarios en el saldo de la cuenta gubernamental, es decir, aquél déficit o superávit sin contar
pago de deuda e intereses, sea pago que los gobernantes han dado o el pago que les han dado.

Sin embargo, hay otro tipo de déficit o superávit que es más adecuado para representar el tamaño
del déficit: el déficit total, aquel que cuenta todos los ingresos gubernamentales y todo el gasto
gubernamental, incluyéndose los pagos de deuda e intereses tanto que les han debido otros Estados o
particulares a los gobernantes de antaño, o flujos que les han debido otros Estados y particulares al Estado
Venezolano. Esta cuenta se calcula a través de la fórmula simple de: 𝑮𝒂𝒔𝒕𝒐 𝒑𝒖𝒃𝒍𝒊𝒄𝒐 𝒓𝒆𝒂𝒍 −
𝑰𝒏𝒈𝒓𝒆𝒔𝒐𝒔 𝒈𝒖𝒃𝒆𝒓𝒏𝒂𝒎𝒆𝒏𝒕𝒂𝒍𝒆𝒔 𝒓𝒆𝒂𝒍𝒆𝒔 = 𝑺𝒂𝒍𝒅𝒐 𝒇𝒊𝒔𝒄𝒂𝒍 𝒕𝒐𝒕𝒂𝒍. De esta forma obtenemos el cuadro 65.

Cuadro 65 | Balance fiscal total del gobierno central, Venezuela (1950 – 1999). Fuente: Mauro et al. (2013), FMI,
MOxLAD, BIS, BCV y FRED.

Como vemos, el saldo fiscal total —reitero una vez más que es aquél que resta todos los gastos
gubernamentales a todos los ingresos gubernamentales— nos da números radicalmente distintos al saldo
fiscal primario que vimos en el cuadro 62. ¿Lo notan? Vean en este gráfico, por ejemplo, los resultados para
los años a partir de 1987 hasta 1999. Si recordamos un poco en el pasado, o si echan un vistazo dos páginas
atrás de este punto, verán que en apariencia, ese período tuvo marcados ‘‘superávits’’ fiscales…
Pero la realidad —mostrada en el cuadro que están viendo arriba— es que estos superávits eran
una ilusión fantasmagórica, y fue provocada por un factor que no se contó: el servicio de deuda y sus
correspondientes intereses. Si contamos ese ‘‘pequeño’’ detalle, resulta que entre 1987 y 1999 Venezuela
vivió su peor corrida de déficits fiscales en todo el siglo XX. De 1987 a 1993 (durante los gobiernos adecos)
se logró acumular un déficit de 37942.4 millones de US$ reales, mientras que de 1994 a 1999 (último
gobierno copeyano) se siguió otra corrida de déficits que sumó otros 39132.02 millones de US$ reales.
121
No siendo esto suficiente, otro de los peores déficits —y el peor déficit si tenemos en cuenta el factor
tiempo— vividos en el siglo XX fue el que ocurrió en el período 1977 – 1979. En este corto período de
tiempo, bajo el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, se ‘‘logró’’ (porque seguro para los adecos esto es
un logro) sumar tres déficits que daban 27090.2 millones de US$ reales. Aunque fue sustantivamente y en
apariencia menos dañino que la corrida de déficits de 1987 – 1993, ciertamente fue peor el de 1977 – 1979
si tenemos en cuenta que el déficit promedio anual era de 9030.06 millones de US$ reales, mientras que
más adelante para el período 1987 – 1993 el déficit promedio anual era de 5420.35 millones de US$ reales.

Si para algo fueron mandados a hacer los adecos (y todos los demócratas en general hacia los
últimos años de la ‘‘Cuarta República’’) fue para ser un desastre en las finanzas públicas. ¿Por qué el saldo
fiscal total fue mucho peor que el saldo fiscal primario? Porque, como les dije, el saldo fiscal primario no
cuenta el efecto de los ingresos y egresos por concepto de servicio de deuda. Si se están preguntando cómo
es posible que la deuda pueda pesar tanto sobre el déficit fiscal… Esa es la magia de la democracia, mis
amigos: ella nos bajó del cielo a aquello que podríamos llamar ‘‘efecto bola de nieve’’.

Cuadro 66 | Saldo fiscal primario y saldo fiscal total a precios reales, Venezuela (1950 – 1999). Fuente: Mauro et
al. (2013), FMI, MOxLAD, BIS, BCV y FRED.

Para ilustrar mejor el punto, hice el cuadro 66. En púrpura tenemos el saldo fiscal primario y en
fucsia el saldo fiscal total, todo a precios reales en millones de dólares constantes de 2019. Bien, ¿qué
sucede? Si vemos el cuadro 46 que mostraba los intereses de deuda, podremos ver que en 1976 empezó a
dispararse el valor de los intereses de la deuda. Pero todavía hay más. Si nos vamos mucho poco atrás, en
el cuadro 41 podemos ver que hubo un disparo de deuda en 1976, pasando de 13191.71 millones de US$
reales en ese año a 28691.12 millones de US$ reales en 1978 (sin embargo, el verdadero subidón vendría
a mediados de los 80’s). Si nos vamos adelante, en los cuadros de 49 y 51 se visualiza que existe una
correlación positiva entre interés y nivel de deuda (a más deuda, más interés). ¿Qué tiene que ver todo
esto? Bueno, que si el saldo primario no te cuenta servicio de deuda, lo lógico es que si antes de 1976 no
tenías casi deuda, tu déficit en saldo total y tu déficit en saldo primario permanezcan casi iguales, ya que si
𝑚𝑒𝑛𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑢𝑑𝑎 = 𝑚𝑒𝑛𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑟𝑣𝑖𝑐𝑖𝑜 𝑑𝑒 𝑑𝑒𝑢𝑑𝑎, 𝑚𝑒𝑛𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑢𝑑𝑎 = 𝑚𝑒𝑛𝑜𝑠 𝑑é𝑓𝑖𝑐𝑖𝑡 𝑑𝑒 𝑠𝑎𝑙𝑑𝑜 𝑡𝑜𝑡𝑎𝑙.
122
Si hay menos déficit en saldo total porque hay menos servicio de deuda, y al mismo tiempo el saldo
primario no te cuenta el servicio de deuda, ambos indicadores tenderán a igualarse (porque tener menos
se acerca a no tener nada). De hecho, antes de 1976 los dos indicadores eran tan similares que su
correlación de 𝑅2 era de 0.983, por lo que el saldo primario podía explicar el 98.3% de las variaciones en
el saldo total (o viceversa). A partir de 1976, todo eso cambió, y fue por el aumento de la deuda. Si aumenta
tu deuda, aumentan los intereses que tienes que pagar, y ambas cosas aumentan el servicio de deuda que
vas a debitar. Como el saldo primario es un indicador que no cuenta el efecto del interés pagado, tampoco
cuenta los déficits fiscales causados por el mismo pago de la deuda.

Ahora podrán preguntarse: ‘‘¿Y cómo los déficits fiscales pueden producirse por más deuda?’’, pero la
respuesta es muy sencilla: Si tú adquieres mucha deuda y no la puedes pagar con tus ingresos (cosa lógica
que iba a pasar por la explosión de deuda de 1976), entonces tendrás que emitir más deuda para pagar la
deuda que tenías. Si pasa esto, entonces acumulas más deuda y más intereses, y luego no puedes pagar la
deuda que contrajiste para pagar la otra, por lo que emites más deuda para obtener ingresos que paguen
esa deuda que pediste para pagar tu otra deuda… Y así sucesivamente hasta el infinito y el más allá.

Para intentar ser didáctico, te pongo un ejemplo. El ejemplo cumple la progresividad del interés que
ocurrió aquí en Venezuela; es decir, que mientras vas aumentando tu nivel de deuda, aumenta el nivel del
interés: Imagina que tú le pides 10 bolívares de deuda a Carlos y dices que le vas a pagar en dos años con
10% de interés, por lo que en dos años pagarás un servicio de deuda de 11 bolívares (10 bolívares que te
prestó + 1 bolívar que es el 10% de esos 10 bolívares). Pasan los dos años y no puedes pagarle la deuda a
Carlos, por lo que pides le 11 bolívares a Juan a un 15% de interés para pagarle la deuda a Carlos, así que
quedas en pagarle a Juan un servicio de deuda de 12.65 bolívares. Les pagas a Carlos, pero no alcanzas a
pagarle la deuda a Juan, por lo que le pides 12.65 bolívares a Ricardo a un 20% de interés, y que quedas en
regresarle 15.18 bolívares. Le pagas a Carlos, pero no alcanzas a pagarle a Ricardo, por lo que le pides 15.18
bolívares a Maximiliano a un 25% de interés… Y te pasa lo mismo.

A ese ‘‘parapeteo’’ se le llama refinanciamiento de la deuda, y sucede cuando pides deuda pero no
ingresas dinero suficiente para pagarla, así que pides ‘‘deuda para pagar la deuda’’. Sencillamente: a más
deuda, más gasto para pagar deuda, y más gasto con los mismos ingresos = más déficit fiscal. Pese a lo que
acabo de exponer, sucede que mi ejemplo, como siempre, se queda corto, puesto que el Estado Venezolano
no pedía deuda de persona en persona sino a múltiples financistas… Y a estos no les pedía 10, 12 o 15
bolívares, sino miles de millones de dólares. Esto, obviamente, empeora la situación de la deuda y del pago
de servicios de interés unas diez mil millones de veces, por lo que el Estado Venezolano, teniendo unos
ingresos volátiles pero una deuda híper-creciente de manera sostenida y con intereses disparados, es de
esperarse que tuviera 𝒎𝒖𝒄𝒉𝒂 𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂 𝒓𝒆𝒇𝒊𝒏𝒂𝒏𝒄𝒊𝒂𝒅𝒂 + 𝒎𝒖𝒄𝒉𝒐𝒔 𝒊𝒏𝒕𝒆𝒓𝒆𝒔𝒆𝒔 = 𝒎𝒖𝒄𝒉𝒐 𝒅é𝒇𝒊𝒄𝒊𝒕 𝒇𝒊𝒔𝒄𝒂𝒍.

Este problema casi paradójico, donde la deuda causó déficit fiscal (porque en situaciones normales
sucede al revés), provocó un spread [diferencial] entre el saldo fiscal primario —que NO cuenta el servicio
de deuda, por lo que excluye el efecto del refinanciamiento— y saldo fiscal total —que SÍ cuenta el servicio
de deuda al incluir TODOS los gastos y TODOS los ingresos—. Por eso, amigos, el saldo fiscal primario y el
saldo fiscal total dan resultados tan distintos y los demócratas tuvieron, en realidad, más déficits fiscales
de los que aparentaron: porque fueron muy pero muy ineptos manejando la deuda, dejando que esta les
agrandara la brecha fiscal. La mera suscitación de tal estupidez es absurda, puesto que exactamente donde
tuvieron mayores déficits fiscales fue justo después de cuando tuvieron más riqueza petrolera, además de
que pertenecieron a las administraciones adecas, con detractores casi nulos y con este Partido jactándose
de las ‘‘grandes obras’’ y de que fueron ‘‘grandes gobiernos’’…

123
Los peores déficits fiscales en US$ de todo el siglo XX pertenecieron a un conjunto de dos
administraciones: la de Jaime Lusinchi y la de Carlos Andrés Pérez II. Al final de Lusinchi, hubo dos años
donde hubo déficit fiscal (que se puede observar en el cuadro 66) que sumaron 9857.1 millones de US$
reales, mientras que toda la administración de CAP tuvo déficits fiscales que sumaron 28085.3 millones de
US$ reales, y entre ambos tenemos nada más ni nada menos que 37942 millones de US$. Esto ocurrió
porque tal como lo muestra el cuadro 66, hubo un segundo boom de deuda en 1986 que repetía el efecto
de diferencial entre saldo fiscal primario y saldo fiscal total, con un evidente resultado negativo al rectificar.
Prácticamente todos los superávits primarios se anularon luego de 1987 para convertirse en mega-déficits.

Luego del gran déficit 1987 – 1993, el segundo gran déficit fue el de Rafael Caldera II en 1994 –
1999, que sumaba 39192.02 millones de US$ reales. Después de este, siguió el de CAP I, que sumaba
27090.2 millones de US$ reales. Lo irónico es que este déficit existió justo cuando hubo la mayor bonanza
petrolera en todo el siglo XX, por lo que ni el petróleo pudo salvarlo de ese mal. Lo peor es que a día del 31
de Mayo de 2020*, los adecos creen que un aumento de 0.3 bolívares en la gasolina le hacían tener un buen
gobierno y lo convertían en un ‘‘visionario’’… Como si eso lo fuera a salvar del desastre. Finalmente, el
cuarto déficit más grande de la historia de Venezuela fue el comprendido entre 1958 y 1961 (contando
administraciones de W. Larrazábal, E. Sanabria y R. Betancourt) que sumaba 9202.23 millones de US$.

Cuadro 67 | Saldo fiscal total cómo % del ingreso gubernamental. Fuente: Mauro et al. (2013), FMI, MOxLAD,
BIS, BCV y FRED.

Los gobiernos de Acción Democrática, en efecto, tuvieron 3 de los 4 mayores déficits fiscales en todo
el siglo XX. Esto se confirma con el cuadro 67. No solamente no hubo superávits fiscales como mostraba en
cuadro 63, sino que los pocos que hubieron fueron infinitamente menores que los abultados déficits
fiscales que confirmaban por enésima vez la debilidad de las finanzas públicas y la ineptitud económica de
los demócratas, particularmente de los adecos. En 1988, durante CAP II, hubo un déficit fiscal completo del
-52.76% de los ingresos; luego en la administración de Rafael Caldera II hubo un déficit del -52.58%. Un
poco más atrás, el tercer déficit fiscal más grande fue del -30.53% y ocurrió en 1978, bajo CAP I. El último
fue en 1959, ya como presidente Rómulo Betancourt, alcanzando un -24.34%. Para todo el período
democrático (1958 – 1999), se alcanzó un promedio de déficit fiscal del 9.55%, estando el país en tal
situación 3 de cada 5 años vividos en esa era… Sí, cada 3 de 5 años estuvimos en déficit fiscal antes de 1999.

124
5. Interludio: Petróleo para criticar la democracia
Primero que todo y antes de abrir de manera «formal» esta sección que conecta con el próximo
temario, que continuará con el tema del capital en Venezuela durante el SXX, debo confesar que desde el
inicio de la obra no tenía pensado ni por asomo en escribir de la industria petrolera venezolana, así que
considero justo explicar por qué estoy realizando este interludio y por qué tiene una connotación especial.

Hoy es 10 de Febrero (supongo que no hace falta decir que es del 2020), y es el día en el cual retorno
a la escritura del ensayo después de haber concretado las primeras 66 páginas, descontando la bibliografía
y los anexos pero incluyendo los elementos estéticos. Pues bien, hace unos meses contacté con Gilberto
Ramírez Espinosa Ω quien es director de Unión Editorial Colombia, por recomendación del gran David
Chávez Salazar φ. En una de las ocasiones que hablé con él después de la primera conversación, le comenté
acerca de este proyecto de investigación y le dije cuál era su naturaleza, y le expliqué que nace de levantar
una crítica sistemática a los gobiernos de la era democrática venezolana, cuyos otros nombres por los que
sería mejor conocida sería la época democrática o la Cuarta República.

En un momento, me dijo que un trabajo así sería interesante y que también necesario —pues se han
tornado muchos mitos acerca de lo que era Venezuela antes de Chávez, pero en realidad no fue así—. Si no
fuere cierto, no estaría escribiendo esto porque no tendría ningún incentivo. Hizo especial énfasis en la
cuestión del mito petrolero (véase la Venezuela Saudí) y me mencionó un nombre clave para comprender
este capítulo: Juan Pablo Pérez Alfonzo. El tiempo pasó, seguí desarrollando el trabajo de forma normal,
continué con mi otro proyecto de investigación (ya publicado de forma independiente) llamado ‘‘El mito de
la China comunista’’ y hace 3 días tuve la intriga de saber qué pasó en realidad con el petróleo.

La razón primera fue que al principio (página 10) coloqué una gráfica para mostrar que los
demócratas fracasaron estrepitosamente en elevar la producción y la productividad como en modernizar
el país y en tener un mejor desempeño fiscal y económico que la dictadura militar, aun teniendo dos booms
en los precios del petróleo. Sin embargo, la crítica se quedó escueta y aunque coloqué en nota a pie de
página que el WTI era un precio referencial para mostrar que hubo booms que no supieron aprovechar,
podía llegar algún ignaro diciendo que yo era un tramposo por colocar ‘‘precios que no son’’. Para evitar
esto, prefiero ‘‘simplemente’’ hacer una radiografía más profunda del sector petrolero en aquella época en
vez de mostrar cuáles eran los precios… Como dice la frase humorística de los comentarios deportivos más
icónica (a mi juicio) de la última década hasta ahora: ‘‘¿Querías postre? Toma tu flan de coco’’.

La razón segunda que me impulsó a escribir del petróleo fue que a Gilberto le llamaba la atención
este punto específico del petróleo por las mentiras acarreadas. Ahora se preguntarán algo como: ‘‘¿Y a ti
qué te importa lo que Gilberto piense?’’ Bueno, eso fue relevante porque Gilberto es historiador y
geógrafo, así que por opinión profesional, debía considerarlo (como mínimo). A mí no me gustaba la idea
de hablar del petróleo porque sentía que era un tema ya bastante trillado… Pero luego me convencí por la
razón tercera releyendo una oración de Alejandro E. Cáceres (2018) en su participación en la obra «La
economía venezolana en el siglo XX», donde decía: ‘‘Si a un venezolano se le pregunta sobre la historia
económica de su país y cuáles han sido sus elementos fundamentales a lo largo del tiempo, sin temor a
equivocarse podría reducirlo a una frase: Siglo XVII y XVIII cacao, siglo XIX café, y siglo XX petróleo’’ (194).
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Ω. Gilberto Ramírez Espinosa es director editorial de Unión Editorial Colombia e historiador por la Universidad Nacional de Colombia con maestría en geografía
por la Universidad de los Andes (Colombia).
φ. David Chávez Salazar es economista por la Universidad de La Salle (Colombia) y editor en jefe de la revista académica Estudios Libertarios.
194. Spiritto et al. La economía venezolana en el siglo XX. Universidad Católica Andrés Bello. Primera Edición (2018).p. 49

125
Ahí fue donde me di cuenta certeramente que somos reduccionistas, y de forma automática
procedemos a detonar un sesgo en el cuál traemos al presente lo que nos dijeron en el liceo o escuchamos
de nuestros padres. Es cierto que la internalización de dogmas y costumbres es particularmente buena
porque es la forma más efectiva de adoptar mecanismos de adaptación de forma rápida que nos permitan
sobrevivir, porque esto procede de descartar otros dogmas y costumbres que se traducen en fundamentos
sociales y acciones humanas que fracasan, por lo que nos quedamos con lo mejor que surge en el seno de
nuestro orden social de acuerdo al economista, sociólogo y jurista Friedrich von Hayek (195).

A esto se le llama selección natural del orden espontáneo y es aquello que explica que hoy por hoy en
vez de matar judíos, creamos (en general) (196) que es más correcto respetar a cada quién por su condición
meramente humana en vez de por su orientación sexual, origen étnico o nacionalidad sin tener que
preguntarnos dos veces el por qué es malo. Simplemente es malo y ya. No todos podemos ser filósofos,
pensadores, ideólogos o intelectuales para entender a cabalidad por qué no lo es, y al mismo tiempo tener
una conducta ética que impida agredir a estas personas. Esto tiene incluso justificativos en los fundamentos
neurológicos del origen moral [que es natural] arraigados en la empatía y en la existencia de estructuras
neuronales que nos permiten tener ética (197) (198) (199), así como ciertas aptitudes derivadas de la biología.

El problema en esencia es que, justamente y por su propia naturaleza de mecanismo de selección,


estos dogmas internalizados vienen después de muchos ensayos y errores en el proceso social humano. En
ese punto es cuando se condensa todo y sinceramente, en las condiciones que está Venezuela ahora, no
estamos en una situación de darnos el lujo de seguir reduciendo la historia de Venezuela [que en este caso
me encargo de la reciente] en ‘‘Cacao, café y petróleo’’ y por esto pagar otra vez con otro sistema fallido,
como fuere el de la democracia durante la segunda mitad del siglo XX, o el de ahora: el socialismo.

Y es que todavía hay gente que cree que la Venezuela ‘‘de antes’’ era una maravilla, y quizás por el
mito de la Venezuela Saudí la gente asuma que las empresas estatales fueron bien administradas. Tal vez
por las cifras falsas y las previsiones espurias de técnicos con criterios bien pago$, asumieron que sí
Venezuela seguía cómo iba, todo estaría bien a pesar de haber multiplicado por 5 la pobreza, destruir a la
clase media, bajar la productividad de la economía en un 20%, estancar la riqueza per cápita 43 años, elevar
el tipo de cambio 18.000% (y redondeado), asesinar el respaldo en oro de la moneda (caído en un 99.75%),
hacer totalmente inviable un futuro control de la discrecionalidad sin reconversión monetaria, haber
triplicado el gasto, de haber multiplicado el endeudamiento de la productividad por 485 veces y ni hablar
del aumento del 103 millones por ciento de la deuda en bolívares… ¿Debería seguir dando razones por las
cuáles no iría nada bien si Venezuela siguiera con los demócratas? Ya no lo creo. Asumo que quedó bien
claro para el lector. Sobre todo si este tiene en cuenta las que no he mencionado, y las que veremos pronto.

Las razones adicionales y, digamos, precedentes y apriorísticas, por las que creo que es menester
explicar aquello que he llamado (aunque no he sido el primero) ‘‘la cuestión petrolera de Venezuela’’ es
porque ya me ha pasado incontables veces de ver contactos, amistades o familiares hablar bien de estos
años. La razón por la que estoy escribiendo todo este trabajo es porque en ese tiempo hubo para algunos
(que cada vez eran más, como lo vimos en la sección ‘‘4.2. La Venezuela Pobre’’) una situación de pobreza
similar a las que se viven ahora. Algo parecido a lo que pasaba en los primeros pataleos de la crisis actual.

_________________________________________________________________________________________________________________________
195. FA. Hayek. La religión y los guardianes de la tradición (Cap. IX). Extraído de La Fatal Arrogancia (Unión Editorial, 1997) Procesos de Mercado: Revista
Europea de Economía Política Vol. XII, n. º 2, Otoño 2015, pp. 389 a 396
196. Ídem, p. 391 - 392
197. Otrosky Solís, Feggy y Flores, Julio. Neuropsicología de Lóbulos Frontales, Funciones Ejecutivas y Conducta Humana (2008) p.3 – p.8
198. López, David; Valdovinos, Azucena et al. (2009). El Sistema Límbico y las Emociones: Empatía en Humanos y Primates (2009) p.3 - p.7
199. Rev. Lárez & Moncada: La Reforma, sección ‘‘La moral: ¿Por qué es natural?’’.

126
Mi madre me contaba que, entre la segunda mitad de los 80’s y los 90’s [años donde tuvo lugar el
aceleramiento del derrumbe en el sistema económico pre-Chávez], a ella, a mis tíos y a sus primos se les
llevaba a comer helado nada más en el día del niño y así hasta el siguiente que viniera. Que nada más se les
compraba 6 pantalones para un año. Que primero dormían en camas de malla, luego de cemento, y los
colchones eran delgados por lo que dormir era bastante incómodo.

Poco antes, el mejor profesor que tuve en bachillerato, quien es geógrafo, estadístico, mercadólogo
y me inspiró desde un inicio hace mucho tiempo a hacer esta crítica, contó algo similar. Él nos dio —a mí y
a mi curso cuando estudiaba bachillerato— Historia de Venezuela y Geografía, Ciencias de la Tierra y
Matemáticas. Obviamente fue en la materia de Historia de Venezuela y Geografía donde empezamos a
hablar de este tema, y una cosa particular y curiosa fue una pregunta que dijo que investigáramos: ‘‘¿Por
qué Alemania creció y Venezuela no?’’. Entre el debate científico y las vivencias, él, descendiente de sirios
que vinieron a Venezuela a vivir, dijo que rara vez sus padres lo llevaban a él y a sus hermanos a salir a
pasear a algún lado, o a comer. Apenas y podían comprar corn-flakes a veces.

Actualmente podemos decir que estamos peor, pero también claramente había gente peor que él o
mi madre en aquella época (finales de los 80’s) —aproximadamente 1.5 millones de personas que apenas
y podrían comer—. Empero, es curioso ver cómo aquello que asumimos como dogma se quiebra, y vemos
caer del pedestal a lo que teníamos tan alto: la Venezuela modelo que en realidad era modelo de nada. Para
justificar esto no me refiero exactamente a la anécdota. A lo que voy es que si Venezuela era tan buena, la
consecuencia lógica es que se hiciera cada vez mejor, no cada vez peor. Habría uno que otro resentido con
el sistema, pero no los suficientes como para que la mayoría asistiera durante una década a ideas
protosocialistas con el objetivo de cambiarlo. Ahí entra la historia de mi abuelo y se concreta lo que me
hace escribir estas líneas para que entiendan (si leen todo completo) como demonios llegué a este punto.

Mi abuelo paterno militó en Acción Democrática (uno de los partidos que formó parte del Pacto de
Puntofijo y cuyo fundador se le ataca con la frase: ‘‘¡destructor de riqueza!’’ en la portada) y tenía buenas
relaciones con la gente dentro del partido y con los burócratas del mismo insertados en la estructura
estatal, pero nunca se dejó llevar por fundamentalismos puritanos de carácter partidista. Él lleva casado
40 años con mi abuela, que era de COPEI (otro de los partidos principales que formó parte del Pacto de
Puntofijo y cuyo fundador y representante principal en el Pacto de Puntofijo se le apunta con la frase:
‘‘¡empobrecedor profesional!’’, también en la portada) y tiene amigos de otros partidos.

Sin embargo, la política siempre fue ineludible en la casa, con mis tíos, mi padre y, como me críe con
mis abuelos, lo natural es que escuchara alabanzas a los gobiernos democráticos, y también cosas malas de
Chávez. (Al menos aunque hoy critico el sistema sobre el cuál escuché elogios, misa y todo tipo de cosas bonitas
y dulces, no me volví chavista, que es un tanto peor que ser adeco o copeyano). De forma contrapuesta, mi
madre era del PSUV y votante primigenio de Chávez (200) hasta que por mi propia influencia y los hechos
dejó de creer en el gobierno. Mi abuelo materno es socialista marxista. Uno de mis formadores más
elementales en la academia es un crítico a todos los sistemas, tanto los anteriores como al actual. Todo
esto me llevó, empero, a despertar el interés sobre el pasado por una cuestión muy simple que nos lleva de
regreso a la selección natural: A, B y C son personas que forman mi entorno familiar, y les tengo mucha
estima. A, B y C hablan bien del gobierno. Pero, por otro lado, D, E y F quienes son personas de mi entorno
familiar y académico, a quienes también estimo, hablan mal del gobierno. ¿A quién le creo entonces? Algo
no debe estar bien, y ahí es donde se utiliza la investigación para solucionar el problema.
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200. Tipo de votante chavista especificado en el material inédito: LA VENEZUELA ANTES DE CHÁVEZ: NO TAN BIEN COMO DICEN QUE ERA. UN EXTRACTO DE
‘‘¿ESO ES TODO LO QUE TIENES, DEMOCRACIA?’’ por Pedro Lárez para Estudios Libertarios (probablemente se publique en su edición #5; 2021).

127
Tal como pasa en los mercados con las necesidades, pero ahora hablando de las ciencias y de los
defectos y contradicciones entre corrientes académicas e ideológicas (que terminan por determinar
nuestro futuro) alguien debe solucionar el problema. Entonces, ya viniendo de haber incursionado en el
interés por la época devenido de un debate con un profesor, por la contradicción entre la narrativa de
personas importantes en mi vida y que influían en mi desarrollo intelectual, iré terminando el preludio.

A medida que escalo, se hace claro que lo único que tuvo de bueno aquella época es que fue ‘‘menos
malo’’ que la actual. Pero mientras más profundizo, los defensores de la crítica —postura que tomo porque
lógicamente los aspectos económicos y sociales de la época no son dignos de alabanza por alguien
consciente y responsable, o por lo menos no de la mía—, obtienen más argumentos a través de cosas que
no había investigado. En estos días fui a visitar a mi abuelo (como ya sabemos, socialdemócrata defensor
del sistema criticado) porque tuvo un percance y estaría en cama unos dos meses, y hablamos del tema. Le
cuento que estoy haciendo este trabajo, y lo primero que hacen tanto él como mi abuela es criticarme.

Dicen que no sé nada de la época, que yo no la viví (pero que igual estudio), que esto y que lo otro,
pero les saco los datos para refutar parte por parte. Me dicen ‘‘pero nosotros comprábamos bastante’’ y les
digo que los empleados públicos históricamente siempre vivieron privilegiados por el Estado porque el
Estado financiaba sus sueldos y los indexaba a la inflación, y los financiaba creando más inflación,
empobreciendo al resto para pagarles [más] a ellos. Nunca debieron su trabajo a la productividad, porque
los cargos ejercidos no tenían pares en el sector privado con sueldos de mercado para comparar, ya que
nadie los necesita o nadie pagaría esos sueldos en el sector privado —ni para esas actividades, ni tampoco
de manera recurrente— porque orgánicamente, sus trabajos son dispensables, o bien dispensables per se,
o bien son dispensables porque el costo de oportunidad se hace tan grande que nadie los pagaría. Crudo,
pero si fuera lo contrario, no trabajarían en el sector público. Se quedaron callados, pero hubo una
afirmación que sinceramente no me esperaba: ‘‘Producíamos petróleo, íbamos para cinco millones’’.

En ese momento mi mente desató una reacción en cadena. A sus 80 años, mi abuelo no recuerda qué
técnico arrojó esa previsión (dijo que era uno que estuvo trabajando durante la administración de Carlos
Andrés Pérez), y es entendible. Sin embargo no era la primera vez que lo decía, porque llevo por lo menos
seis años escuchando esa frase. Me quedaron en la cabeza esos ‘‘cinco millones’’ y que supuestamente
producían tres millones —lo que después de investigar se convirtió en una inconsistencia más sobre estas
administración—. Más tarde recordé lo que me había dicho Gilberto sobre que se debía echar por tierra el
mito petrolero. Hace tres días, también recordé que me podían criticar por la gráfica en el cuadro 2.

Tuve que organizar mis ideas y de ahí decidí ampliar la perspectiva del petróleo en el trabajo, donde
previamente solo había una gráfica de precios referenciales de otra canasta. Sistematicé una investigación,
obtuve la información necesaria, pedí ciertas referencias a Gilberto que precedieron a su reflexión que
posteriormente formaría parte del entramado de incentivos que me condujeron a realizar lo que van a ver
en las próximas páginas; pero que en este preludio de cuatro páginas me he dedicado a explicar para dar
motivos del por qué y el por qué no de las cosas relativas a ello… Todo para criticar lo que ocurrió con esta
industria en aquellos años y que ha creado un monstruo que pervive a día de hoy. Finalmente, algo que
influyó de forma última en mi decisión de tocar este punto fue un tweet de Bernabé Gutiérrez que decía:
«La ultraderecha siempre ha odiado al partido del pueblo [Acción Democrática], y ha tratado de destruir a
nuestros líderes, utilizando a personeros resentidos para ello» (201).

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201. Tweet completo de Bernabé Gutiérrez: «La ultraderecha siempre ha odiado al partido del pueblo @ADemocratica, y ha tratado de destruir a nuestros
líderes, utilizando a personeros resentidos para ello. Nuestro compañero @hramosallup está blindado por su honestidad, rectitud y lealtad por el rescate de la
democracia». Twitter. Publicado el 7 de Febrero de 2020 a las 11:56 AM. Existen capturas guardadas de este tweet que se pondrán en el anexo IV.

128
Es irónico que Gutiérrez —especie de ‘‘segundo al mando’’ de AD— le adjudique el nombre de
‘‘partido del pueblo’’ a Acción Democrática cuando justamente y como lo demuestra la evidencia, el mismo
pueblo fue primero en salir perdiendo durante sus años. Pero más allá de esto, lo importante de este tweet
es que me devuelve al origen de este trabajo: acabar con la fatal arrogancia de estas personas que vilmente
se regocijan sobre la miseria que dejaron de legado y utilizan como excusa para volver. Se hace menester
hablar de la cuestión petrolera más aún porque a día de hoy, parece ser el punto fuerte de los demócratas.

Sí, hay que darle un alto al chavismo, pero ya yo hice mi aporte con el libro ‘‘La Reforma:
Investigación, estudio y propuestas sobre una reforma del sistema judicial y de la limitación del Estado para
una nueva Nación’’. Esto no sugiere que me vaya a detener, pero tanto como hay que acabar con el problema
que está sucediendo, también hay que evitar los otros problemas emergentes que serán (y están siendo)
gestados por enemigos que parecen inocentes. Este es mi aporte particular para lograr ese objetivo.
Acabado este preludio de mis razones para tocar este tema, el controversial petróleo, empiezo.

5.1. Un poco de historia y contexto sobre el petróleo en Venezuela


Lo primero que tenemos que saber es que el petróleo ha cambiado toda la economía venezolana
desde su aparición hasta puntos insospechados. No se puede describir cómo sería Venezuela sin petróleo.
Es más, creo que nadie que haya nacido después de 1920 puede construir (de forma intuitiva aunque sea)
una imagen de lo que sería Venezuela sin este bien, y por eso mismo también se hace necesario tocar el
tema del petróleo en este ensayo. Lo segundo que debemos saber es que no siempre el petróleo estuvo en
manos del Estado Venezolano. La estatización del petróleo como tal (no la progresividad en la participación
parasitaria en la renta, sino la nacionalización del mismo) se dio en un período particular de 5 años corridos
durante los años 70’s [entre 1971 y 1974] con dos leyes que tenían como motivo específico estatizar el
petróleo: La Ley de Reversión (202) (203) y la Ley de Reserva al Estado (204).

Antes de hablar de estas leyes que estatizan y monopolizan para el Estado la industria petrolera,
vamos a repasar un poco la historia previa del petróleo. Según A. Cáceres (2018) la existencia de
hidrocarburos es vitalicia ya que los aborígenes sabían de ellos y les llamaban ‘‘menes’’, pero su explotación
empezó a finales del Siglo XIX a pequeña escala por emprendedores tachirenses en la frontera colombiana
cuyas operaciones empiezan en 1883 con la primera empresa petrolera venezolana: Petrolia del Táchira.
Los primeros ensayos e incursiones vinieron de parte del sector privado, y de hecho, toda la acción
fundamental que se necesitó para impulsar la industria petrolera en Venezuela vino del mismo. Recuerdo
ello porque a comienzos del Siglo XX, la multinacional estadounidense General Asphalt poseía cuota de la
explotación de asfalto en Venezuela, y envió en 1912 al geólogo Ralph Arnold de la Universidad de Stanford,
a realizar expediciones que acabarían por revelar que Venezuela tenía alto potencial petrolero (205).

Aunque tal vez el Estado pudo haber hecho eso [muchos] años más tarde —en concreto, para cuando
estatizaron la industria fue 59 años después— es innegable que para el desarrollo histórico de los eventos
tal cual ocurrieron, el sector privado fue el que permitió que se explotara petróleo en Venezuela años antes
de que el Estado lo estatizara, dado el simple hecho de que si no hubiere existido interés del sector privado
en explorar, no se sabría siquiera del enormísimo potencial petrolero del país.
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204. La Ley de Reversión tuvo por nombre formal de expedición ‘‘Ley sobre bienes afectos a reversión en las concesiones de hidrocarburos’’ y salió en la Gaceta
Oficial de la República de Venezuela Número 29.577 del 6 de Agosto de 1971.
203. El sociólogo Pedro Liendo realizó una transcripción de esta Ley en una monografía durante la especialización en política y comercio petrolero internacional
que se puede conseguir como: Liendo, Pedro (2010). Ley sobre bienes afectos a reversión en las concesiones de hidrocarburos de 1971.
204. La Ley de Reserva al Estado tuvo por nombre formal de expedición: ‘‘Ley Orgánica que Reserva al Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos’’.
205. Spiritto et al. La economía venezolana en el siglo XX. Universidad Católica Andrés Bello. Primera Edición (2018) p. 49

129
Leonard Dalton, otro geólogo (pero británico), también realizó expediciones a la par que Arnold. Las
informaciones llegan primero a Royal Dutch Shell, que adquiere intereses de General Asphalt en la
Caribbean Petroleum Company. La Royal Dutch Shell adquiere concesiones en zonas petroleras, en 1914 se
consigue el primer pozo comercial llamado Zumaque 1, establecen refinerías y en 1922 perforan otro pozo
bautizado como Barrosos 2, el cual dio origen al primer boom de explotación petrolera en Venezuela (ambos
pozos en la Cuenca del Lago de Maracaibo) y se corre la información por todo el mundo. Obviamente, esta
explosión llama empieza a captar la mirada de otras empresas que se impresionaron por los éxitos de estos
negocios, y llegan a Venezuela la Standard Oil de New Jersey, la Standard Oil de Indiana y la Gulf Petroleum
Corporation. Así nace la industria petrolera venezolana, y si se ve en perspectiva —una ya adoptada por
Cáceres— era imposible que la industria se desarrollara como lo hizo sin el sector privado. Venezuela
siendo un país pobre y agrícola no tenía suficiente personal ni capital para, aun suponiendo un mínimo de
eficiencia del Estado, llevar a cabo la explotación petrolera, cosa que el sector privado si tuvo (206).

En 1920 se crea la Primera Ley de Hidrocarburos y también empiezan las colaboraciones Estado –
Sector Privado. En 1929 ya la producción de petróleo crudo se multiplica por 62 veces en comparación a
lo que se producía en 1922, pasando de 6.100 barriles diarios a 373.000 diarios (207). Según el mismo
Cáceres, el descubrimiento de petróleo en el Lago de Maracaibo permitió crear innovaciones necesarias
para poder explotarlo. De hecho, la industria petrolera en Venezuela innovó bastante desde que empezó
hasta que se estatizó. Franco D' Orazio Pessia (2015) menciona que entre los 60's y los 70's se
desarrollaron tecnologías como el bombeo electro-sumergible y la inyección de vapor así como la creación
de la Orimulsión, por lo que fue desde el idear como extraer petróleo de aguas lacustres hasta crear bienes
distintos, que él resaltaba que cabía dentro del proceso de innovación schumpeteriano (208).

Luego, entre 1923 y 1943, Venezuela pasa a ser el primer exportador de petróleo de todo el mundo
continuando la multiplicación de la producción de crudo. Hasta 1943, habría existido en Venezuela una
cantidad no menor de por lo menos (ya que no sé si existieren más en aquellos años) 12 empresas que
tenían cuota en toda la cadena de valor integrada en el sector petrolero, que viene a ser la exploración,
producción, refinación, transporte y comercialización, cuyos nombres podemos obtener de acuerdo a
Alejandro Cáceres (2018) y al historiador Andrés Chirivella (2017) en su trabajo de maestría titulado: ‘‘La
reforma petrolera de 1943 en el marco del proyecto de modernización del Estado Venezolano propuesto en la
Gestión Gubernamental del General Isaías Medina Angarita’’ (209) y también de acuerdo Álvaro Silva
Calderón (2006) en su trabajo ‘‘Trayectoria de la nacionalización petrolera’’ (210) cuyo testimonio y
narrativa puede tener mayor peso que el de los anteriores pues estuvo implicado directamente en la
Comisión Presidencial que redactó la Ley de Reserva al Estado que nacionalizó la industria en 1975.
Las empresas petroleras que existieron en Venezuela desde el nacimiento de la industria petrolera
hasta 1943 fueron: General Asphalt, Royal Dutch Shell, Petrolia de Venezuela, Caribbean Petroleum Company,
Standard Oil de New Jersey, Standard Oil de Indiana, Standard Oil de Venezuela (filial de la Standard Oil de
New Jersey), Gulf Oil Corporation, Creole Petroleum Corporation (filial de la Standard Oil de New Jersey),
Colon Development Company, Venezuela Oil Concessions (que después pasaría a ser Shell de Venezuela),
Mene Grande Oil Company (filial de la Gulf Oil Corporation) y la Lago Petroleum Coporation (filial de la
Standard Oil de New Jersey), que dan como resultado 13 empresas en total. Si se descontaran las filiales,
tendríamos a por lo menos 8 empresas privadas que operaron la industria venezolana.
_________________________________________________________________________________________________________________________
206. Spiritto et al. La economía venezolana en el siglo XX. Universidad Católica Andrés Bello. Primera Edición (2018) pp. 50 - 52
207. Ídem, p. 52
208. D' Orazio Pessia, Franco. El Pensamiento Económico de Joseph Schumpeter. Unión Editorial (2015) p. 48
209. Chirivella, Andrés. La reforma petrolera de 1943 en el marco del proyecto de modernización del Estado Venezolano propuesto en la Gestión Gubernamental
del General Isaías Medina Angarita (2017) pp. 20 – 21
210. Silva Calderón, Álvaro. Trayectoria de la nacionalización petrolera. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales v.12 n.1 Caracas abr. 2006

130
El auge del petróleo se incrementaba cada vez más, que de hecho en ya en 1939 la producción
alcanzó pasaba los 550 mil barriles diarios (211). Pero entre los 20’s y finales de los 30’s tuvieron lugar dos
eventos que marcarían el camino de negociación futura de las empresas multinacionales y sus filiales en
Latinoamérica: Primero, la creación de empresas nacionales petroleras en la región, que empezó con la
creación de YPF en Argentina. Segundo, la primera nacionalización de un sector petrolero completo en
Latinoamérica en México, que ocurriría 37 años antes de la nacionalización de la industria petrolera
venezolana, es decir, que este hito ocurrió en 1938. No está demás mencionar que fue una conmoción
tremenda para las empresas pues sus activos fueron despóticamente nacionalizados y estaban viendo
como surgía un auge de nacionalismo económico que podía amenazar sus operaciones (212) (213) (214).
Al buscar erguirse una nueva Ley de Hidrocarburos en 1943 aquí en Venezuela —que también fue
conocida como Reforma Petrolera de 1943— las empresas buscaron negociar con el Estado Venezolano y
evitar que a sus inversiones en Venezuela les pasara lo mismo que en México, cosa que, más tarde que
temprano, terminó ocurriendo en 1975. Pero en ese momento (59 años antes de la nacionalización de la
industria), buscarían evitarlo todavía aún más puesto que era plena Segunda Guerra Mundial, y obviamente
el negocio se centraba de forma amplia y esencial en satisfacer la demanda de combustible que venía de
los países aliados. Las empresas buscarían, más que todo, resguardar sus inversiones en un país como
Venezuela, muy alejado del epicentro del conflicto, un lugar en donde sus activos no estarían amenazados
de forma recurrente por la pelea entre los Estados que eran actores centrales.

Aunque eventualmente ocurriría, aquél no era el momento para que sus activos fueran arrebatados
por una nacionalización. En su trabajo «Venezuela's PDVSA and World Energy Markets: Corporate strategies
and political factores determining its behavior and influence», el politólogo David Mares y el economista
Nelson Altamirano (2007) exponen que finalmente, el escenario al que temían las empresas no se cumplió
y Estados Unidos medió las relaciones entre estos y Caracas (215) cuestión que también expuso Cáceres.
Hubo un poco de resistencia porque a esto le precedía la Ley de Impuesto Sobre la Renta sancionada por
el Congreso Venezolano en 1942 y entrada en vigor el 1 de Enero de 1943 (216) (217).

Como eran dos leyes que juntas gravaban sus rentas de forma considerable, es de esperarse que
pasara esto, pero es lógico preferir ceder ante el monopolio de la violencia y seguir ganando decenas de
millones de dólares —porque esto se compensó con otros beneficios— antes que perderlo todo por una
nacionalización súbita de sus activos, además de que no existían instancias judiciales a nivel internacional
que les hicieran velar sus derechos y, a la postre, todos sus Estados de origen estaban ocupados en plena
Segunda Guerra Mundial como para ocuparse de una problemática que en comparación parecería más
irrelevante. De hecho, tendería a ser al contrario: El combustible era esencial para movilizar los ejércitos,
por lo que ganarían más cediendo. Mediados los conflictos, accedieron a los términos que ofrecía esta Ley.
Algo destacado sobre ella es que es considerada como un antes y un después en la legislación venezolana
por historiadores del país (218) y porque es relativamente más sencillo conseguir información sobre esta
Ley que sobre cualquier otra existida desde 1920 hasta 1943 (salvo la misma, claro).

_________________________________________________________________________________________________________________________
211. Spiritto et al. La economía venezolana en el siglo XX. Universidad Católica Andrés Bello. Primera Edición (2018) pp. 54 - 55
212. Ídem, p. 54
213. Para el caso de México, se puede consultar también a David Mares y a Nelson Altamirano (2010) en ‘‘Venezuela's PDVSA and World Energy Markets:
Corporate strategies and political factores determining its behavior and influence’’ p. 23
214. Historia y futuro de YPF. 90 años de YPF. YPF Sala de prensa (2012).
215. Mares, David y Altamirano, Nelson. Venezuela's PDVSA and World Energy Markets: Corporate strategies and political factors determining its behavior and
influence. Rice University (2007) pp. 23 – 24
216. Ortega, Marielys. Evolución del Impuesto Sobre la Renta en Venezuela (2016). [Trabajo en Unidad Curricular de Contabilidad II]. pp. 3 – 4
217. Gaceta oficial 20.851 de los Estados Unidos de Venezuela del 17 de Julio de 1942 (obtenible en el sitio web Pandectas Digital, ver Bibliografía de este
trabajo). Artículo 60: ''La presente Ley entrará en vigor el primero (1º) de enero de mil novecientos cuarenta y tres (1943)’’.
218. Penso Acero, Ydrelberto. Análisis Histórico de la legislación petrolera en Venezuela. Procesos Históricos, núm. 25, enero-junio, ULA (2014) p. 90

131
5.1.1. [Muy] Corto repaso de la legislación petrolera antes de 1920
Sin embargo, hubo varias leyes de hidrocarburos antes de 1943 además de la de 1920. En concreto,
si revisamos la bibliografía existente al respecto de la legislación sobre el petróleo en Venezuela,
encontramos} a la Ley de Hidrocarburos de 1920 (LH, 1920); la Ley de Hidrocarburos de 1921 (LH, 1921);
la Ley de Hidrocarburos de 1922 (LH, 1922); la Ley de Hidrocarburos de 1928 (LH, 1928); la Ley de
Hidrocarburos y demás Minerales Combustibles de 1935 (LHMC, 1935); la Ley de Hidrocarburos y demás
Minerales Combustibles de 1936 (LHMC, 1936); la Ley de Hidrocarburos de 1938 (LH, 1938); y finalmente,
la Ley de Hidrocarburos de 1943 (LH, 1943) y su respectivo Reglamento de la Ley de Hidrocarburos de
1943 (RLH, 1943) (219). A tal dato, se encuentra que entre 1920 y 1943 fueron emitidas 9 reglamentaciones
distintas para este sector, lo que daría como resultado que el Estado Venezolano emitía una nueva
reglamentación aproximadamente cada dos años y medio en aquél tiempo (220).

De forma curiosa, estas primeras Leyes de Hidrocarburos en realidad fueron las primeras Leyes
específicas para la materia (del petróleo e hidrocarburos), pero no fueron las que la regularon por primera
vez. Antes de la primera Ley de Hidrocarburos de 1920, los bienes que salían de la tierra se regulaban pero
no de forma específica, sino que se encontraba regulada junto los otros ‘‘de su tipo’’ (en general, minerales).
A saber, según la jurista Michelle Kwan Lista (2004) la primera norma que llegó a Venezuela y regulaba al
petróleo de forma concreta fue la Ordenanza Real de Minería de 1783, emitida por el Rey Carlos III en
Anjuez (221). Tal ordenanza afirmaba la propiedad patrimonial y exclusiva del Rey sobre los yacimientos de
minerales y «bitúmenes y jugos de la tierra» pero también daba la posibilidad de ceder concesiones y pagar
una regalía (y la concesión era de por vida), que es donde por primera vez se instauró tal figura jurídica en
Venezuela por estas actividades de explotación.

Después hubo varios decretos, leyes y códigos que tenían por propósito regular la actividad minera.
Algunos historiadores, como el mismo Chirivella, recogen declaraciones históricas con respecto a las Leyes
de Minas. Por ejemplo, Isaías Medina Angarita al introducir el Proyecto de Reforma de la Ley de
Hidrocarburos, argumentó que el régimen legal era heterogéneo y se basaba en una diversidad de cláusulas
contractuales (puesto que en efecto eran algo así, por más que hacer contratos con el Estado sea como
venderle el alma al diablo —en próximas páginas explicaré por qué—), y que la Ley de Minas era anticuada
para regularlo (222), y ciertamente Juan Vicente Gómez al expedir nuevas Leyes de Minas no anulaba las
otras, y las más viejas permitían incluso concesiones que duraban hasta 99 años, margen de tiempo que se
fue reduciendo con él mismo Gómez, con López Contreras y luego se estabilizó con Isaías Medina Angarita.

Estas leyes y códigos expedidos antes de 1920 fueron: el Decreto del Congreso de Colombia que
tuvo lugar en 1823 y durante la existencia del proyecto de la Gran Colombia pero que nunca se llegó a
aplicar aunque formó un precedente para las próximos decretos adoptados por el Poder Ejecutivo; el
Decreto del 24 de Octubre de 1829 proclamado por Simón Bolívar donde las propiedades de la Corona
pasaron a ser propiedad de la República y se estableció la potestad del Ejecutivo para realizar concesiones;
el Decreto del 11 de Mayo de 1840 donde se establecen cuáles eran los tributos a pagar utilizando el
concepto de impuesto en vez de regalía, el Decreto del 28 de Septiembre de 1850 en el Estado Guayana

_________________________________________________________________________________________________________________________
219. Véase: Kwan Lista, Michelle. Naturaleza jurídico–fiscal de la regalía petrolera en Venezuela. Universidad Católica Andrés Bello (2004)
220. Entre 1920 y 1943 hubo 24 años de ejercicio para el Estado Venezolano —esto se refiere a 24 años de ejercicio para el Gobierno de turno que estuviere
24
operando el Estado— y entre estos salieron 9 reglamentaciones distintas entre sí. Si dividimos 24 años entre 9 [ ] encontramos que cada 2.6 años (2 1/6 años,
9
que serían más o menos 2 años y 7 meses) había una nueva reglamentación estatal para el sector petrolero, en promedio.
221. Kwan Lista, Michelle. Naturaleza jurídico-fiscal de la regalía petrolera en Venezuela. Universidad Católica Andrés Bello (2004) p. 54
222. Chirivella, Andrés. La reforma petrolera de 1943 en el marco del proyecto de modernización del Estado Venezolano. Universidad de Carabobo (2017) p.
102

132
para el oro. Este decreto establecía un régimen contractual entre el Estado y quienes querían explotar la
mina; el Código de Minas de 1854 que fue el primer Código de Minas; el Decreto del 4 de Enero de 1855
que reglamentaba dicho Código y disponía de un desdoblamiento en la forma de concesión, donde existían
algunas de carácter dominial y otras de carácter regalista respectivamente. Por una parte, el de carácter
dominial define que el derecho a explotación duraba por tiempo limitado y el Ejecutivo elegía de forma
discrecional quien explotaría este bien, y por otra parte el de carácter regalista daba una concesión de
derecho o un título minero que confería propiedad perpetua de la mina y se entregaba al descubridor de
forma forzosa para el Estado, es decir, que de acuerdo a Ley tenía que entregarlo quisiera o no (223).

Después vino la Constitución Federal de 1864; la Constitución de 1881 donde el Ejecutivo


obtenía poder para la administración de minas por parte de los Estados autónomos, cosa que se pudo ver
en 1850 con el Decreto de 1850 que aplicaba nada más para Guayana; luego se expidió el Código de Minas
de 1885, que acababa con la concesión perpetua y la cambiaba por una que duraba máximo 99 años y
mínimo 50, pero solo aplicable para terrenos baldíos o ejidos y concedía incluso propiedad del suelo e
imponía pagar el 1% sobre el valor bruto de la producción (224).

Posteriormente, se legisló el Código de Minas de 1891 que contenía la misma forma del de 1855
(instauraba un sistema de concesión que confería propiedad y contratos que daban derecho de
explotación/usufructo por un tiempo limitado). El Código de Minas de 1891 daba concesiones por 99 años,
con posibilidad de obtener prórroga de esta concesión por 99 años más con una revalidación del título a
condición de no haber agotado el yacimiento (fuere veta, filón o pozo) y gravaba la producción con un
impuesto del 2% del producto bruto. Luego se instituyó el Código de Minas de 1893 y se originó aquí por
primera vez, aparentemente, el impuesto superficial (un antecedente del impuesto predial) que gravaba la
sola tenencia de la tierra, que era de 50 céntimos de bolívar por hectárea y que afectaba a todas las
concesiones de cualquier tipo. Además de este impuesto superficial, había el impuesto de explotación del
medio por ciento del producto bruto pero aplicable a minas de oro, platino, plata y piedras preciosas (225).

Siguió la legislación de los primeros años gomecistas. El primero fue el Código de Minas de 1904
que concedía las minas en general como propiedad perpetua (salvo la brea bituminosa, betún, asfalto y
similares) y patrimonial si se cumplía la condición de que las minas fueran de veta o filón. Después se
concedían nada más por cincuenta años si se trataba de oro corrido de aluvión. Sin embargo, el modo de
explotación de las minas estaba regulada por el Ejecutivo Federal de modo que solo se explotaba de forma
que el ejecutivo considerase conveniente. Le sucedió el Código de Minas de 1909, que fue el que derogó
la atribución de impuesto como tal al tributo cobrado por la explotación.

Aunque continuó llamándosele impuesto hasta 1920, se les decía a los contratistas que el impuesto
seguiría fijo e inalterable para así asegurar una estructura de incentivos favorable mediante la proyección
de estabilidad fiscal, de modo que no se alterarían sus preferencias (aunque se regularizó con la primera
Ley de Hidrocarburos de 1920). A la Ley de Hidrocarburos de 1920 también le precedieron el Código de
Minas de 1910 que aumentaba los impuestos solo para aquellas concesiones que se hicieran ex post a la
misma, dado que no incrementaba los impuestos a las que se hubieren adquirido antes de la promulgación
de este Código de Minas, como tampoco incrementaba impuestos a títulos mineros. Esto mismo también
ocurrió con la Ley de Minas de 1915 y la Ley de Minas de 1918 (226).

_________________________________________________________________________________________________________________________
223. Kwan Lista, Michelle. Naturaleza jurídico-fiscal de la regalía petrolera en Venezuela. Universidad Católica Andrés Bello (2004). p. 54
224. Ídem, pp. 59 - 62
225. Ídem, pp. 63 - 65
226. Ídem, pp. 65 - 73

133
Este repaso de la legislación ‘‘petrolera’’ antes de 1920 nos lleva a ver dos cosas. A priori, que la
normativa dentro del ordenamiento jurídico venezolano que regulaba el petróleo no siempre fue exclusiva
para este bien y para otros afines, sino que el petróleo se consideraba como un bien más que podía ser
susceptible de apropiación. Bajo esta óptica —la del petróleo antes de 1920— nos da a entender que para
los regentes del Estado, el petróleo no era un bien especial al cuál usurpársele su usufructo y gestión (en la
cadena de producción que lleva) y administración a través de una rapaz intervención estatal (incluso
conscientes de sus propias limitaciones), que se instituyó después. La segunda cuestión es que la regulación
de este commodity es más antigua de la que pensamos, aunque normalmente se le da más protagonismo a
la legislación luego de 1920, y en especial a partir de 1943, puesto que había logrado que se masificara a la
explotación y porque la legislación se había especializado para regular de forma muy específica el petróleo.

5.1.2. Antecedentes a la Ley de Hidrocarburos de 1943 e incentivo empresarial


Como ya sabemos, antes de 1943 teníamos un panorama muy propicio para la formación de una
nueva Ley. En primer lugar, había una diversidad de contratos y cláusulas establecidas de forma distinta
en uno y otro contrato, que a su vez, estaban armados en base a distintas Leyes de Hidrocarburos que
databan de entre 1920 a 1943 y eran, a saber: La Ley de Hidrocarburos de 1920; la Ley de Hidrocarburos
de 1921; la Ley de Hidrocarburos de 1922; la Ley de Hidrocarburos de 1928; la Ley de Hidrocarburos y
demás Minerales Combustibles de 1935; la Ley de Hidrocarburos y demás Minerales Combustibles de 1936
y la Ley de Hidrocarburos de 1938.

Por tanto, había una legislación bastante fragmentada en lo que refiere a hidrocarburos y minerales
teniendo sietes leyes distintas antes de 1943, sino que también bajo estas siete leyes distintas se celebraban
infinidad de contratos distintos entre el Estado y las empresas petroleras; y lo que es más, cada uno llevaba
una cierta duración, aplicaba impuestos y regalías distintas, ofrecía beneficios distintos, y podía ser de
permanencia o no, transferible o no, y esto alteraba las previsiones de las empresas entre tanto existía una
incertidumbre porque venía una Ley tras otra que alteraba la reglas del juego (como habíamos venido
diciendo, aproximadamente una nueva cada dos años y medio), (227) a lo que a las empresas se les venía un
crecimiento del Estado, volatilizando sus incentivos y además alterando sus cuentas. El Estado también
tenía sus razones para parasitar, obviamente. Era plena Segunda Guerra Mundial y la demanda de
combustible estaba más alta que nunca por lo que a más demanda, mayores beneficios extraordinarios
para las empresas, mayores beneficios extraordinarios es equivalente a más producción, y además era
conveniente para las empresas colocar sus inversiones donde no se pudieren ver afectadas (228). Al
respecto, el ex – operador de PDVSA, ingeniero industrial y doctor en economía Ramón Espinasa relata:

''Para el momento del inicio de la guerra, Venezuela estaba de facto cerrada al otorgamiento de nuevas
áreas a la espera de mejores momentos para negociar. Las mejores condiciones se dieron con el estallido
de la guerra. Venezuela partió con una posición de fuerza y contó con la simpatía del Departamento de
Estado (de Estados Unidos), quien jugó un rol fundamental en traer a la mesa a las compañías y al
gobierno de Venezuela [...] El potencial petrolero de Venezuela quedó de manifiesto enseguida. Para
1950, el país era el segundo productor del planeta y producía más petróleo que todos los países del
Medio Oriente en su conjunto […] Por su parte, las compañías también están interesadas en negociar y
llegar a un acuerdo para homogeneizar las condiciones contractuales con varios propósitos: tratar de
contener la presión creciente del gobierno venezolano de una ley a otra; disminuir la incertidumbre
respecto a cambios en el marco contractual, y desarrollar el masivo potencial petrolero del país'' (229).
____________________________________________________________________________________________________________________________________
227. Véase la sección 5.1.1. «Corto repaso de la institucionalidad petrolera antes de 1943», especial atención a la nota 216.
228. Véase la exposición realizada en la sección 5.1. «Un poco de historia y contexto sobre el petróleo en Venezuela» acerca de ello.
229. Espinasa, Ramón. Lecciones y propuestas para la reconstrucción del sector petrolero: A 75 años de los acuerdos de 1943. Prodavinci (2018)

134
Espinasa, en su ensayo «Lecciones y propuestas para la reconstrucción del sector petrolero» dedicó
párrafos a exponer tales razones, por las cuáles tanto para el gobierno venezolano en aquella época —el
de Isaías Medina Angarita— como para las empresas era conveniente que llegasen a un acuerdo lo más
pronto posible; y quizás resulte obvio además que la paralización en la renovación de concesiones hacía
que, tarde o temprano, tuvieran que aceptar las condiciones impuestas porque de igual manera no podrían
producir. En virtud de su perspicacia como estadista, Medina Angarita prefirió dar condiciones que fueren
atractivas para las empresas, y en términos de coste de oportunidad, hacer que los empresarios tuvieran
mucho que perder si no lo hacían porque perderían bastante del potencial petrolero. Según dice Espinasa:

‘‘Todas las concesiones otorgadas hasta ese momento se renovaron por cuarenta años, con la posibilidad
de extenderlas a mitad de período por cuarenta años más. La renovación fue hecha bajo un marco legal
y fiscal homogéneo estipulado en la ley. Esto resolvió el problema del mosaico de concesiones con
distintos períodos de concesión, regalías y otras tasas, las cuales se otorgaron bajo un código de minas y
ocho leyes distintas’’ (230).

Pero este ‘‘según dice Espinasa’’ se queda obsoleto, puesto que lo que relata el profesor es cierto. En
la Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela expedida el 13 de Marzo de 1943, con el Número 31
extraordinario, donde se recoge la Ley de Hidrocarburos decretada por el Congreso, se habilitaba para tal
acción en sus artículos 26 y 80. En el artículo 26, se encuentra que una vez se aprobara la concesión a
través de una Resolución aprobatoria de los planos con los cuáles las empresas presentaban sus proyectos
al Ministerio de Fomento, el artículo manda que: ‘‘Conforme al artículo 20 y el título de explotación, confieren
al concesionario, sus herederos y cohabientes, siempre que cumplan con las disposiciones legales, el derecho
exclusivo que durará cuarenta años a partir de la fecha en que haya quedado firme la referida Resolución
aprobatoria o de aquella que entre en vigencia el título [...]’’ (231).

Después, en el artículo 80, se disponía la ‘‘condición común’’ para la extinción de las concesiones
otorgadas —ya que existían muchas maneras de extinguir un contrato, como el no llevar a cabo el proyecto,
no pagar los impuestos, no consolidar el convenio con el Ministerio de Fomento de acuerdo a los protocolos
correspondientes, condiciones que se veían desde el artículo 69 hasta el 84—. Esta condición normal decía
que las condiciones se extinguen por el vencimiento del término de su duración según sus respectivos
títulos, que sabemos que eran de 40 años, pero su Parágrafo 1 decía:

‘‘Se faculta al Ejecutivo Federal para celebrar con los concesionarios que gocen del derecho de
explotación, dentro del período comprendido desde el vigésimo hasta el trigésimo octavo año inclusive
del término de la concesión, un convenio para acordarles, por una sola vez, un nuevo plazo, que no podrá
exceder de cuarenta años y que se contará a partir de la fecha en que se publicare dicho convenio en la
Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela’’.

Y, aunque el Ejecutivo Nacional estaba facultado para renovar concesiones y por tal pareciera que
solamente los concesionarios las obtuvieran nada más si el Ejecutivo así lo deseaba, el Parágrafo 2 les
concedía un derecho bastante peculiar que limitaba la arbitrariedad del Ejecutivo:

‘‘El concesionario que nada adeudare por concepto de impuesto ni por ningún otro respecto relacionado
con la concesión, tiene por una sola vez derecho preferente, que se considerará inherente a la concesión,
de que se le otorgue nuevamente en los términos y condiciones que señale el Ejecutivo Federal, siempre
que dicha concesión estuviere en producción comercial’’ (232).
____________________________________________________________________________________________________________________________________
230. Espinasa, Ramón. Lecciones y propuestas para la reconstrucción del sector petrolero: A 75 años de los acuerdos de 1943. Prodavinci (2018)
231. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 5; Ley de Hidrocarburos de 1943 art. 26.
232. Ídem, p. 13; Ley de Hidrocarburos de 1943 art. 80, parágrafo 1° y parágrafo 2°

135
Lo que estaba indicando la Ley de Hidrocarburos de 1943 —propuesta antes a los empresarios, y por
tanto estas condiciones fueron negociadas de manera preliminar y se deben tomar como antecedentes per
se— en estos artículos tan elementales para activar los incentivos empresariales y personales de aquellos
que adquirían las concesiones, era que una vez entregada la concesión, los concesionarios poseían en estos
dos artículos varias ventajas:

1. La concesión podía ser traspasada a quien quisiera el concesionario, y por tanto, este podía
venderla si se quisiera deshacer de ella o heredarla si tenía una perspectiva muy a largo plazo;
2. El concesionario estaba plenamente habilitado, por derecho preferente, a exigir una nueva
concesión si no debía nada pero solamente por una vez, y el Estado estaba obligado por derecho
del concesionario a cedérsela (lamentablemente esto no sirvió después cuando los demócratas
decidieron no renovar más concesiones, ya que el Estado no se compromete a nada por
definición de poder soberano, por eso hacer tratos con él es como hacer tratos con Satanás) (233);
3. Como el concesionario tenía derecho a que se le renovara una concesión, el Ejecutivo estaba
facultado para concederla y señalar cómo, pero no para denegar la solicitud y rehusarse a darla,
puesto que estaba jurídicamente obligado —lo que mantenía positivos a los empresarios—;
4. El concesionario, si renovaba a mitad de período, podía extender el usufructo hasta por 60 años,
y si lo hacía hasta el último año permitido (trigésimo octavo), podía haber usufructo hasta por
78 años consecutivos, lo que daba un horizonte a muy largo plazo y amplia maniobrabilidad;
5. Esta Ley de Hidrocarburos tenía una laguna legal tal que a priori, si se heredara una concesión
durante el segundo período de 40 años, el concesionario sería otra persona, por lo que estaría
perfectamente habilitado a continuar ad infinitum con la renovación de concesiones ya que la
limitación solo se establece para el concesionario original, no para su heredero. Lo mismo si se
estableciera un traspaso de fideicomiso a otra persona, y este a otra, y este a otra.

5.1.2.1. Posibles incentivos del Estado por la Segunda Guerra Mundial

Pese a que la Ley de Hidrocarburos de 1943 aumentaba la participación estatal en, según Espinasa,
del 25% al 50% de las utilidades operacionales que arrojaba la industria en manos del sector privado, y
además establecía mayores responsabilidades para el Estado Venezolano, sabemos que el modo de
manejar los incentivos sería lo suficientemente fuerte como para que fuera irresistible negarse a contratar
con el Estado puesto que grosso modo, esta Ley ponía fin a la incertidumbre del sector privado y hacía que
el Estado del concesionario supiera de los negocios que las empresas domésticas estaban haciendo con
otro Estado… Y vamos a pensarlo bien; en pleno momento de la Segunda Guerra Mundial donde el
combustible era tan apreciado, es fuertemente dudoso que Isaías Medina Angarita hubiera querido
enfrentarse a las potencias Aliadas, más que todo cuando en Febrero, 1942 había recibido ataques a los
buques Monagas, Tía Ramona y Pedernales por parte de los Nazis y les había declarado la guerra a las
fuerzas del Eje ese mismo año, el previo a la expedición de la Ley de Hidrocarburos de 1943 (234).

Habiendo recibido ataques de la potencia militar europea más grande durante el conflicto bélico
más absolutamente mortífero en la historia de la humanidad, dependiendo sus ingresos fiscales casi
netamente de la industria petrolera, y además teniendo relaciones con las fuerzas Aliadas por sus nexos c–
_________________________________________________________________________________________________________________________
233. Alusión a mi dicho anterior en la sección 5.1.1. «Corto repaso de la institucionalidad petrolera antes de 1943» donde afirmé que hacer contratos con el
Estado era como venderle el alma al diablo. Esto se deriva del propio principio de supremacía estatal, donde el Estado no puede ser obligado a nada por nadie.
234. Balladares Castillo, Clemente. La noche de los submarinos nazis en Venezuela. Wall Street Magazine (2020)

136
–omerciales, es muy improbable que el Estado Medinista se le hubiera pasado por la mente si quiera
haberle dado malos términos a las empresas petroleras por el mero hecho de que si no se concretaba un
pacto conveniente para ambos: [1] no habría explotación petrolera por un lado, luego no habrían
impuestos que pagarle al Fisco y por simple consecuencia, el Gobierno se quedaría sin fondos; [2] no habría
combustible en Occidente, y muy posiblemente se tensarían las relaciones entre el Estado Venezolano y las
Fuerzas Aliadas, sumado a que estaba enemistado ya con las fuerzas del Eje y [3] todo esto lo tomaría sin
recursos fiscales, y probablemente con un embargo comercial y un corte de recursos, por lo que no habría
ni siquiera la posibilidad de pedir deuda. Estos resultan pues, a mi parecer, en los incentivos más plausibles
que tendría el Estado en el contexto de la Segunda Guerra Mundial profundizando en los que ya había dado
Espinasa, quien fuere Economista Jefe de PDVSA de 1992 a 1999 y experto en esta área (235)

5.1.2.2. Situación laboral: 1936, aspectos destacables y moralejas del por qué no
debemos hablar de economía sin saber de lógica
Siguiendo a Chirivella (2017), otra de las razones de parte del Estado que dio lugar a esta Ley, fue la
tensión existente entre los sindicatos de trabajadores petroleros y las empresas petroleras. En 1936 tuvo
lugar la ‘‘conocida’’ Huelga Petrolera de 1936, que duró desde Diciembre de ese año hasta Enero de 1937,
y dio origen a un decreto expedido el 22 de Enero de 1937 así como a la Confederación Venezolana de
Trabajadores (236). En el texto, cita un reportaje del periodista Eleazar Díaz Rangel titulado «El 14 de febrero
y otros reportajes» donde a partir de este explica que, según este, las empresas petroleras habían estado
presionando al presidente Eleazar López Contreras para ‘‘no reconocer ningún reclamo’’. Esto se desmintió
en el mismo espacio por el decreto que lanzó poco después. De hecho, él mismo se desmintió dos veces.

Me sorprende que una contradicción tan absurda pueda encontrar en un trabajo tan importante
como lo es una tesis de maestría, pero les voy a explicar. Vamos con el orden de los eventos descritos por
el historiador: Primero, el gobierno de López Contreras había enviado a las fuerzas de seguridad del Estado
a vigilar la situación de la huelga por si se salía de control, pero no se menciona que estos hubieren
amedrentado a los trabajadores. En todo caso, Chirivella dice:
‘‘Este hecho no impide que los huelguistas den su brazo a torcer ante las pretensiones de las empresas
petroleras, más bien, la lucha y la resistencia prevalecía en los trabajadores, en donde, lograron reunir
un congreso de sindicatos que posteriormente se le conoció como la Confederación Venezolana de
Trabajadores (CTV) [...] Contra todo pronóstico la huelga continuaba, la producción petrolera estaba
totalmente paralizada. Por esta razón, el 22 de enero de 1937 luego de más de un mes de huelga continua
y sin descanso, López Contreras se vio obligado a elaborar un decreto para poner fin a la huelga’’.

Entonces, en ese momento, sabemos dónde es que encaja el decreto del Presidente, puesto que para
intentar apaciguarla era menester hacerlo. En él, ordenó un aumento de sueldo cuya crítica es,
definitivamente, uno de los errores más grandes tanto de Chirivella como de Díaz Rangel al intentar
interpretar un hecho histórico a partir del historicismo puro y de la interpretación subjetiva sin apoyo
teórico de la ciencia económica, que es lo que corresponde utilizar. Según Díaz Rangel:

‘‘[López Contreras] Ordenó un insignificante aumento de un bolívar para quienes ganaban entre 7 y 9
bolívares diarios, y uno adicional para quienes no ocupaban viviendas de las compañías’’.

_______________________________________________________________________________________________________________________
235. Para un corto biográfico de Ramón J. Espinasa, puede verse: Pacheco, Luis Augusto. Ramón J. Espinasa Vendrell: retrato hablado. Prodavinci (2019)
236. Chirivella, Andrés. La reforma petrolera de 1943 en el marco del proyecto de modernización del Estado Venezolano. Universidad de Carabobo (2017) pp.
77 - 78

137
No está demás decir que además, esto está presente en una tesis de grado para maestría y el autor
estuvo de acuerdo con esta interpretación del evento, interpretación que desde ya me encargaré de refutar,
porque en mi conciencia no puede pesar ni un minuto más sin realizar una inferencia en contra de tal
abominable irresponsabilidad y deshonestidad intelectual de dos profesionales; profesionales en materia
de Historia y de la Comunicación Social respectivamente.

Conforme hemos venido observando a medida que esta investigación ha ido avanzando, vemos que
yo trabajo con dos tipos de precios: Los reales (constantes) y los nominales (corrientes). Los precios reales
son los precios de algún bien X ajustados a la inflación de la moneda y su devaluación, fuere por la causa
que fuere, y nos trae los precios a la actualidad, limpios de distorsiones. Los precios nominales son los
precios de un bien que estaban dados en aquél momento y no se ajustan por inflación.

La razón por la que traigo los precios a la actualidad es simple: ¿Recuerdan cuando en el 2013 una
botella de Pepsi de dos litros y medio valía apenas cerca de 140 bolívares fuertes y ahora no baja de
350.000 bolívares soberanos? Bien, ¿qué hacemos para reflejar el precio real de una botella de Pepsi ahora
en comparación a otra botella en cualquier año del pasado? Ajustamos el efecto de inflación. Como la última
reconversión monetaria le quitó cinco ceros a la moneda, debemos considerar que una botella de Pepsi de
dos litros y medio no vale 350.000 bolívares soberanos sino 3.500.000.000 de bolívares fuertes. ¿Por qué
el precio de la Pepsi habrá pasado de 143 bolívares a 3.500.000.000 de bolívares? Por la inflación, como
hemos confirmado empíricamente, y teóricamente como lo fija nuestra intuición, ya que no existe
justificación racional para un incremento tan desproporcionado de los precios (237).

Como se considera la pérdida del poder adquisitivo, para saber cuál es el aumento real de los precios
solamente solo tenemos que quitarle la inflación a esos 3.500.000.000 de bolívares. ¿Por qué no hacerlo,
entonces, para ver cuál era el poder adquisitivo de ese salario en 1938? ¿Es acaso creíble que dos bolívares en
1937 fueren lo mismo que dos bolívares en 1960, en 1998 o en 2020? No lo creo. Mi abuela me decía que en
su tiempo —y eso que ella nació en 1949— dos bolívares servían para hacer mercado con una duración de
aproximadamente dos semanas y media o un poco más, dependiendo de la austera que fuera la familia y
de cuan numerosa fuera. Y ojo, no uso esa anécdota como argumento, sino como un mero preparativo para
que se hagan si caso una remota idea de qué significaba ese aumento decretado en 1937.

Vamos con los cálculos de verdad. Los trabajadores petroleros ganaban entre 7 y 9 bolívares diarios,
que en promedio serían 8 bolívares al día. Sabiendo que en general un mes tiene 30 días, al mes son 240
bolívares mensuales. Parece una cantidad miserable, ¿no? Pues bien, si consideran que el aumento de un
bolívar se multiplica también por treinta días, sabemos que el aumento del sueldo al mes fue de 30. El
salario pasó de 240 bolívares mensuales a 270 bolívares al mes, incrementándose un 12.5%.

Un incremento así es ya de por sí grande, pero aún no he demostrado lo central: El dinero valía, y
por lo tanto ese aumento era, por lo bajo, considerable. El salario antes del aumento estaba en 240
bolívares, a un tipo de cambio de 3.38 bolívares por dólar (238) el salario valía 71 US$ a precios corrientes.
Sin embargo, un dólar en 1937 valía un 1680.97% más que el dólar 2019 (239). Saben lo que eso significa,
¿no? Si traemos el salario de un trabajador petrolero en 1937 antes del aumento del 22 de Enero a precios
de 2019 (porque no hay precios de 2020 aún, lamentablemente), estos 240 bolívares que fueron 71 US$ en
1937 vendrían a ser 1264 US$ mensuales de la actualidad. Una barbaridad.
_________________________________________________________________________________________________________________________
237. Ya se ha convenido que la última manera de que aumenten los precios de forma generalizada es a través de la pérdida del poder adquisitivo de la moneda
causada por la emisión monetaria. Véase la sección: 4.4. «La Venezuela Devaluada: Herencia socialdemócrata»
238. Las referencias se encuentran en la sección 4.4.3.2. «1965 y la muerte progresiva del bolívar» y se usan datos del BIS, de la MOxLAD y del BCV.
239. Federal Reserve Economic Data: fred.stlouisfed.org > Categories > Prices > Consumer Price Indexes > Special Indexes > Consumer Price Index for All
Urban Consumers: Purchasing Power of the Consumer Dollar in U.S. City Average

138
El error mortal de Díaz Rangel y de Chirivella fue, en efecto, ser ignorantes en economía y no traer
ese salario a presente para darse una idea del poder adquisitivo que tenía el poderoso salario de los
trabajadores petroleros. Un aumento de un bolívar al día implicaba un aumento de 30 bolívares al mes, que
se convertían en 8.87 US$ al mes al tipo de cambio de la fecha, y que traído a precios de ahora sería un
aumento de 158 US$ al mes. El salario, entonces, quedaría a precios actuales en 1422 US$ para después del
22 de Enero de 1937. Pero alto, recordemos que esto aplicaba nada más a un sector de los trabajadores
petroleros; eso era un aumento nada más para quienes no tenían beneficios de alojamiento que les daban
las empresas, puesto que los trabajadores recibían múltiples beneficios al ser empleados de estas (240).

El salario para los trabajadores ‘‘rasos’’ que no percibían estos beneficios extraordinarios de
vivienda y alojo, se duplicaba. Ya no era un incremento del 12.5%, sino del 25%. Su salario antes del 22 de
Enero de 1937 estaba en 1264 US$ actuales, pero luego de él, añadiéndole los 316 US$ que significaba una
duplicación de su salario frente al de sus compañeros los cuáles sí recibían alojo y vivienda y por tanto
solamente veían un incremento de 158 US$, este salario quedaba en 1580 US$. La pregunta ahora es:
¿Fueron de verdad insignificantes aumentos de esta magnitud? Me parece que el relato se cae, por simple
inercia de la rectificación metodológica que se le acaba de hacer a tal desmán y miopía científica. Ignorando
estos datos, Chirivella todavía siguió creyendo que el aumento era ‘‘insignificante’’ a lo que comenta que
tras cesar la Huelga Petrolera con ese —jugoso, de verdad que sí— aumento:

‘‘Cesaba la huelga petrolera para no reanudarse más, pero se deja clara la posición del gobierno frente a
las demandas de los sindicatos obreros, pues era evidente que López Contreras al igual que su antecesor
(Juan Vicente Gómez), obedecía las directrices emanadas de las por lo tanto, las garantías e intereses
económicos del capital financiero internacional estaban aseguradas por el propio gobierno nacional’’.

No obstante, esto no tiene ningún sentido. Primero que todo, si las empresas petroleras estaban tan
interesadas en resguardar su capital; ¿entonces por qué no simplemente rechazaban el aumento de los
salarios? ¿No es más lógico seguir teniendo beneficios extraordinarios a costa de mantener sus sueldos
‘‘bajos’’? Y no solamente eso. El problema no es solo que esas empresas hayan incrementado entre 158 y
316 dólares los sueldos en vez de negarse; es que el propio Chirivella de forma automática se contradice al
citar un pasaje del libro «Cabimas: Ciudad–Petróleo» de Leogovildo Riera Torres que reza:

‘‘Como resultado de la huelga del año 1936, dos años después, se construyeron escuelas para los hijos
de los obreros. La empresa Lago Petroleum Corporation construye La Escuela Concordia; la Gulf Oil, la
Escuela Miraflores; y la V.O.C., La Escuela Rafael María Baralt. Igualmente se construyeron centros de
salud para el personal obrero, llamados dispensarios por ellos. Cuando una enfermedad, dolencia o
accidente era grave, entonces eran enviados a un centro hospitalario en Maracaibo llamado Hospital de
la Caribbean o al Hospital Coromoto’’.

Para cerrar el círculo de absurdez, apenas este historiador (Chirivella) empieza el siguiente párrafo,
asegura de manera totalmente boba —y discúlpenme la expresión—, diciendo que: ‘‘De igual manera,
quedaron muy lejos de cumplirse las exigencias de los trabajadores’’ (241). Es tonto porque todo lo deduce a
partir de una asunción absolutamente errada sobre el valor verdadero que tenían los salarios de los
empleados del sector petrolero. Quizás pueda ser pasable porque no todos saben de economía, pero… ¿Por
qué dice tan convencido que las expectativas de los trabajadores no se cumplieron? Perfectamente admite
que estas empresas brindaron facilidades que bien algunas pocas brindan hoy: Salud, educación y vivienda
para los trabajadores y para su prole. Atentó, en definitiva, contra su propio razonamiento.
_________________________________________________________________________________________________________________________
240. Chirivella, Andrés. La reforma petrolera de 1943 en el marco del proyecto de modernización del Estado Venezolano. Universidad de Carabobo (2017) p.
79
241. Ídem; exactamente en esa misma página de la tesis lo dice. De ahí que me haya sorprendido que alguien se pueda contradecir tan rápido.

139
Después de llevarme mi respectiva decepción con la calidad académica que tiene este país, solo
decidí guardar ciertos datos relevantes que puedan considerarse como hechos en sí, fuera de los juicios
visiblemente nublados de este historiador. Por tal razón vemos como en dos páginas acabé por utilizar en
su contra ese hecho que, tanto él como otras personas, utilizaron para despreciar a las empresas petroleras,
y también les dejo dos moralejas a ustedes, una con mayor importancia (a mi juicio) que la otra: Primero,
no intenten hablar de economía si no tienen nociones mínimas de economía, o por lo menos de lógica.
Segundo, dense cuenta de que un aparente pequeño error puede serles totalmente contraproducentes,
como puede ser el olvidar el impacto que tiene el tiempo y la depreciación sobre el valor del dinero, que
creo esta es la lección más valiosa que se puede rescatar: saber que la más mínima cosa que digamos o
hagamos puede ser usada en nuestra contra y el argumento o narrativa se volverá, casi por arte de magia,
papel mojado. Aunque pude parecer pedante con la crítica (yo casi no dudo de que lo pareció), en realidad
soy más razonable con un espectador neutral del que no sepa nada por el anonimato y por mi incapacidad
para detectar sesgos de él, que ante una persona que echa por tierra cualquier tipo de pudor o pretensión
académica seria en el marco de algo tan relevante como lo debería ser un trabajo de grado. Simplemente
es incontenible. Las verdades no dejan de ser verdades por la forma, y en todo caso no me excedí (creo yo)
pero realizo la reiteración de que una contradicción performativa es muy grave, en especial en estos
entornos y, particularmente, en donde se pretende enseñar algo.

También recuerden lo que es obvio; si van a decir cosas que solo sirvan a su propia conveniencia
ignorando cuestiones subyacentes —aunque no deberían hacerlo ya que la mentira tiene patas cortas y es
antiético—, ¡por lo menos no se contradigan! ¡Sirvan para mentir aunque sea! De forma adicional, la
situación es curiosa porque estos beneficios de los cuáles se podían aprovechar los trabajadores petroleros
en 1937 fueron apenas distintos de los que recibían los trabajadores petroleros durante la era democrática
—que con la nacionalización de la industria debe ser del tipo de gobiernos que le agrada a Chirivella u a
otros historiadores o periodistas que preservan un sesgo estatista o de justiciero social por más que no lo
admitan explícitamente—, y si no, son diferentes pero para mal de los demócratas dado que, aunque estos
daban seguro médico (salud) y en algunos casos educación, no daban vivienda o alojamiento.

En todo caso, debió existir alguna razón fuerte para que ebullera la Huelga Petrolera de 1936. Y si
no fuerte, por lo menos debió existir alguna exigencia dada indistintamente de si fuera justificable por
sentido común o —ya siendo más refinado— un riguroso análisis técnico. Esto, sin embargo y aunque el
historiador pretendió dedicarle una sección de su tesis a la cuestión de los trabajadores petroleros, no
aparece en el material que pese a no ser objetivo, contiene bastante bibliografía y datos históricos
concretos (que es la única razón de que lo utilicé, de lo contrario no lo haría por el repelús que me da leerlo).
También, de lo que se puede recabar en Internet, la totalidad de las búsquedas dan como resultado dos
cosas: Un artículo de Wikipedia y muchas opiniones y narraciones de páginas ligadas a la izquierda política,
bien sea el mismo Gobierno, o bien de anarcosindicalistas y anarcocomunistas. Por lo que se puede obtener
de forma adicional introduciéndose en una de estas páginas (que ya digo, son de dudoso juicio) se puede
hallar que los obreros reclamaban viviendas dignas además de un aumento del salario, y también que en
este proceso hubo fuerte intervención del Partido Comunista de Venezuela, del Partido Revolucionario
Progresista y de la Federación de Estudiantes de Venezuela (242)*. Entre los materiales que he utilizado
(Espinasa; Pacheco; Chirivella; Kwan Lista; Mares y Altamirano; Darwich Osorio; Acero; Hernández), sin
embargo, no aparece nombrada la Huelga Petrolera de 1936 salvo en el de Chirivella. Tampoco es relevante
para el análisis, pero no deja de ser un dato curioso.
____________________________________________________________________________________________________________________________________
242*. Rivas, David. La huelga petrolera de 1936: 80 años de la primera gran huelga obrera (1936 - 2016). La Izquierda Diario (2016). Debo advertir que este
material es, sin duda, el menos confiable que he citado a lo largo del trabajo y aunque puede matizar lo que he venido escribiendo, esto no tiene referencias, ni
fuentes. Para determinar el sesgo del autor del material citado, es un estudiante de sociología de la UCV. Parece ser marxista, pero puede tener fundidas las ideas
de Kropotvkin o Makhno.

140
5.2. La Ley de Hidrocarburos de 1943: ¿Beneficio o inconveniente?
Se puede pensar que en 1943 solo hubo una única —valga la redundancia— Ley de Hidrocarburos
promulgada por el Congreso de la República y puesta en vigor por Isaías Medina Angarita, la realidad es
que hubo dos: Una Ley de Hidrocarburos y un Reglamento de Ley de Hidrocarburos que la puso en
funcionamiento. Me encargaré de revisar lo más relevante, que es la Ley. La Ley de Hidrocarburos del 13 de
Marzo de 1943, publicada en el número extraordinario 31 en la Gaceta Oficial de los Estados Unidos de
Venezuela abarcaba 18 páginas de la misma y poseía 107 artículos (243). Esta establecía derechos y
obligaciones de los concesionarios, sus relaciones con el Poder Ejecutivo —principalmente con el
Ministerio de Fomento— y derogaba la Ley de Hidrocarburos y demás Minerales Combustibles del 21 de
diciembre de 1938 en su artículo 107. En este artículo, la Ley de 1943 rezaba: ‘‘Se deroga la Ley de
Hidrocarburos y demás Minerales Combustibles de 21 de Diciembre de 1938 publicada en el número
extraordinario de la Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, del 6 de Enero de 1939’’ (244). Además,
acogía a primeras la regulación de los procedimientos que debían llevarse a cabo por parte de aquellos que
pretendieran realizar operaciones que se encontraran dentro de la cadena de valor del petróleo, a saber:

1. Exploración.
2. Explotación.
3. Transporte.
4. Refinación.

A cada una de estas actividades se les dedicaban secciones separadas. La sección II del Capítulo 1
servía para dictaminar como se obraba respecto a las concesiones de exploración; e iba de los artículos 12
a 21. La sección III del Capítulo 1 regía la actuación y las relaciones de las concesiones de explotación yendo
de los artículos 22 a 25. Se añadió una sección IV dentro del Capítulo 1 que establecía disposiciones para
regular de forma común ciertos aspectos de las concesiones de exploración y de las concesiones de
explotación. Los artículos que consideré valían la pena de citar y explicar están en letra roja.

En el caso del artículo 26, establecía la duración de los derechos que daba el título de explotación
y cuáles condiciones debían cumplirse para que fueran aprobados los planos que presentaría la empresa
en aras de que precisamente se les diera el título. Dictaba que duraría 40 años y daba la capacidad de
conferir al concesionario, herederos y cohabientes el derecho exclusivo de explotación, que ya habíamos
tocado antes. Habilitaba a extraer la sustancia dentro de los límites del terreno concedido y aprovecharlas,
pero fuera de esto, era bastante flexible porque además permitía construir dentro y fuera de los límites de
la concesión edificios, habitaciones, campamentos, hospitales, almacenes, depósitos para materiales y
líneas telefónicas así como lo dispone tal artículo, realizar todas las obras que se requirieran para llevar a
cabo la explotación de la sustancia (245). Este artículo está fuertemente relacionado con los 53 y 54 de esta
misma Ley, puesto que aunque se piense normalmente que era muy desventajoso para las empresas, en
realidad no lo era [tanto]. Lo que había que pagar en impuestos, se ‘‘recobraba’’ en la facilidad de operar.
_________________________________________________________________________________________________________________________
243. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 5; Ley de Hidrocarburos de 1943.
244. Ídem, art. 107.
245. Ídem, art. 26. El artículo 26 dictaba: «La Resolución aprobatoria de los planos que se diete conforme al artículo 20 y el título de explotación confieren al
concesionario, sus herederos y causahabientes, siempre que cumplan con las disposiciones legales, el derecho exclusivo, que durará cuarenta años a partir de
la fecha en que haya quedado firme la referida resolución aprobatoria o de aquella en que entre en vigencia el título, de extraer, dentro de los límites de la
concesión y aprovecharlas una vez extraídas. En consecuencia, pueden hacer allí calicatas y perforaciones y construir, dentro o fuera de los límites de la
concesión, edificios, habitaciones, campamentos, hospitales, almacenes, depósitos para materiales y efectos o para sustancias explotadas, líneas telefónicas,
sujetándose a las leyes vigentes sobre el particular, vías de comunicación y transporte, muelles y embarcaderos y, en general, ejecutar todas las obras que se
requieran para la explotación de dichas sustancias, salvo las limitaciones que la ley establezca».

141
A partir de la Sección V en el Capítulo 1, del artículo 28 al 31, se regulaban las concesiones de
manufactura o refinación. El artículo 28 consideraba que el derecho de refinación obtenido devenía de
tener el derecho de explotación. Es decir, que nada más teniendo el derecho de explotación se concedía el
derecho de refinación o manufactura. Podía ser elegido si ser usado o no. Bien tenían la opción de ser usado
por ellos mismos, o podían escoger la opción de transferir el derecho de refinación/manufactura a otra
empresa con autorización del Ejecutivo Federal, y añadía que dos o más empresas pueden ceder este
derecho a una sola empresa, lo que favorecía la especialización y la división del trabajo y del capital (246).

En la misma Sección V del Capítulo 1, dentro del artículo 29, se abría plena posibilidad a que, quienes
no tenían derechos de explotación —y por tanto no poseían derechos de refinación— podían optar por una
concesión de manufactura/refinación con derechos particulares para esta actividad sin necesidad de tener
los derechos de explotación. La concesión de este derecho [el de refinación] no era un privilegio exclusivo,
y no podía impedir que otros interesados también pidieran concesiones de refinación también, por lo que
era bastante flexible en tanto en cuanto no imponía barreras de entrada a priori. Los requisitos para optar
por esta concesión de refinación era la presentación de la solicitud al Ejecutivo Federal por vía del
Ministro de Fomento, la entrega del proyecto, planos y memoria descriptiva y especificar los lapsos de
tiempos de comienzo y término del proyecto. Donde se especificaba la duración de esta concesión de
manufactura/refinación, la Ley mandaba que: ‘‘La concesión durará cincuenta años, prorrogables por
períodos iguales a solicitud del interesado, mientras esté en funcionamiento la empresa’’ (247). Al poder durar
hasta 100 años, la duración de la concesión de refinación podría ser hasta de 22 años más que el máximo
de la concesión de explotación, que llegaba a unos 78 años (248).

Los artículos 30 y 31 especificaban que tal como con los que tenían concesiones de explotación,
aquellos que tenían derechos de refinación podían construir acueductos, estanques, depósitos, edificios
para almacenes, habitaciones, hospitales, caminos y vías férreas y estos derechos aplican tanto para
aquellos que tuvieran derechos de explotación y de refinación como de aquellos que tuvieran únicamente
derechos de refinación, por lo que la Ley seguía siendo bastante flexible (249). De hecho, se debe destacar
que la fama que recibió esta Ley no era tanto por las limitaciones que establecía al sector privado que como
seguiremos viendo, no eran muchas, sino por el aumento en la repartición equitativa de los beneficios
derivados de la explotación petrolera.

_________________________________________________________________________________________________________________________
246. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 5; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 28: «Los
concesionarios de explotación de sustancias a que se refiere esta Ley que decidan usar el derecho de manufacturar o refinar dichas sustancias, lo avisarán al
Ministro de Fomento, presentando el proyecto en las fábricas o plantas de refinación que se propongan establecer, una memoria descriptiva de ellas y de los
planos respectivos. En el parágrafo único dice: Los concesionarios de explotación pueden usar ellos mismos el derecho de manufacturar o refinar las sustancias
extraídas o cederlo a otra empresa previa autorización del Ejecutivo Federal. Dos o más concesionarios pueden hacer la cesión a una sola empresa de
manufactura o refinación».
247. Ídem, art. 29: «Quien no siendo concesionario de explotación aspire a establecer una planta para la manufactura o refinación de las sustancias a que se
refiere esta Ley, presentará su solicitud al Ejecutivo Federal por órgano del Ministro de Fomento, junto con el proyecto, una memoria descriptiva de este y los
planos respectivos, pidiendo la concesión de que trata esta Sección y determinando los lapsos de tiempo en que respectivamente dará comienzo y término a sus
trabajos. Si la solicitud fuere aceptada, se otorgará el correspondiente título conforme al artículo 9 sin que, en ningún caso, pueda darse esta concesión como un
privilegio exclusivo que impida el otorgamiento de concesiones similares a otras personas. La concesión durará cincuenta años, prorrogables por períodos
iguales a solicitud del interesado, mientras esté en funcionamiento la empresa».
248. Ídem, p. 13; art. 80, parágrafo 1°: «Se faculta al Ejecutivo Federal para celebrar con los concesionarios que gocen del derecho de explotación, dentro del
período comprendido desde el vigésimo hasta el trigésimo octavo año inclusive del término de la concesión, un convenio para acordarles, por una sola vez, un
nuevo plazo, que no podrá exceder de cuarenta años y que se contará a partir de la fecha en que se publicare dicho convenio en la Gaceta Oficial de los Estados
Unidos de Venezuela». Se habló de esto en la sección 5.1.2. «Antecedentes a la Ley de Hidrocarburos de 1943 e incentivo empresarial».
249. Ídem, art. 30: «Las empresas de manufactura o refinación que se establecieren de conformidad con el artículo 28, gozarán, durante el tiempo en que
permanecieren vigentes las concesiones de explotación respectivas, siempre que cumplan las disposiciones legales, aplicables, del derecho de manufacturar las
sustancias a que se refieren estas concesiones; acueductos, estanques, depósitos, edificios para almacenes, habitaciones, hospitales, caminos y vías férreas que
unan sus establecimientos entre sí o con los centros a donde hayan de transportarse; de instalar los aparatos que sean menester para su industria y para producir
y regenerar las materias que emplearen en sus operaciones, y, en general, de llevar a cabo las obras necesarias para la manufactura o refinación de las sustancias
extraídas de sus propias concesiones. El concesionario está también facultado para elaborar y refinar los productos de otros concesionarios». Rev. también el
art. 31: «Los mismos derechos indicados en el artículo anterior [el 31] tendrán los que obtuvieren la concesión especial [individual] de manufactura o refinación
a que se refiere el artículo 29, durante el tiempo que ella dure».

142
En la Sección VI, del artículo 32 al 37, se trataban las concesiones de transporte. En el artículo 32
decía que quienes tenían concesiones de explotación, también podían ejercer el derecho de transporte así
como el de construir y utilizar los medios de transporte que considerasen convenientes para transportar
las sustancias extraídas y que, tanto ellos como los concesionarios de manufacturación/refinación, poseían
el derecho de construir y utilizar estos medios para conducir las sustancias, los productos derivados y los
de refinación a centros de consumo, puertos de embarque o a otros puntos (250).

El artículo 34 hacía algo similar al artículo 29 pero con la actividad de transporte de hidrocarburos:
disponía que quien no tuviera concesión de explotación y por lo tanto no tuviera derechos de
refinación/manufactura ni transporte, podía optar por pedirlo de forma individual como una concesión
especial. Se le otorgaba esta concesión especial de transporte por oleoductos, vías determinadas ‘‘o
cualquier otro medio que requiera la construcción de obras permanentes, presentando el proyecto del caso,
con indicación de los medios que se usarán y su capacidad de transporte’’. Para obtenerlo, se requería que
presentaran el proyecto del caso, indicación de los medios que se usarán, informe que revelara cuál era la
capacidad para transportar, lugares en los que debían realizarse obras, sustancias empleadas y los plazos
con una memoria descriptiva adjunta. La concesión se otorgaba por cincuenta años, prorrogables por un
período igual mientras el concesionario tuviera en funcionamiento la empresa ‘‘pero en ningún caso como
un privilegio exclusivo que impida el otorgamiento de concesiones similares a otras empresas’’ (251).

El artículo 35, al igual que con las otras actividades que refieren a los hidrocarburos, dictaminaba
que la concesión de transporte confería derecho evidente a transportar las sustancias y subproductos tal
como el de explotación a explotar y aprovechar o el de refinación a manufacturar o refinar. De forma
derivada, podrían establecer, construir y manejar todas las obras permanentes (como obras especiales,
oleoductos, estaciones de almacenaje, obras portuarias, vehículos, maquinarias, acueductos, buques de
cualquier naturaleza, estaciones de bombas, depósitos de materiales y elementos de transportes, edificios,
oficinas, habitaciones, anexos y demás) (252). Sin embargo, exactamente como en las otras actividades, no
se limitaba a conferirle los derechos nada más al concesionario sino también a sus herederos y
causahabientes, por lo que al igual que en todas las demás actividades en la cadena de producción del
petróleo, se establecía un horizonte a largo plazo. La condición establecida es que sería así siempre y
cuando la empresa estuviera operativa. El artículo 36 decía que la concesión de transporte obtenida de
forma individual daba los mismos derechos que en el artículo 35 (253).

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250. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 6; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 32: Los
concesionarios de explotación de las sustancias a que se refiere esta Ley, tienen el derecho de construir y utilizar los medios de transporte que consideren
convenientes para conducir las sustancias extraídas, y tanto estos como los concesionarios que manufacturaren o refinaren, tienen el derecho de construir y
utilizar iguales medios para conducir las sustancias explotadas, sus productos derivados y los de refinación a centros de consumo, a puertos de embarque o a
otros puntos que consideren convenientes.
251. Ídem, art. 34: Cualquier persona o compañía con capacidad legal según la presente Ley, que no se hallare [a sí misma] en los casos previstos en los artículos
32 y 33, puede solicitar al Ejecutivo Federal, por órgano del Ministro de Fomento, el otorgamiento de una concesión especial de transporte, por oleoductos, vías
determinadas o cualquier otro medio que requiera la construcción de obras permanentes, presentando el proyecto del caso, con indicación de los medios que
se usarán y su capacidad de transporte, los lugares en los cuáles van a establecerse dichas obras, las sustancias que se transportarán y los plazos dentro de los
cuáles darán respectivamente comienzo y término a los trabajos. A esta solicitud se agregará una memoria descriptiva del as obras y sus planos, y también, si el
solicitante lo desea, las condiciones y tarifas de transporte, conforme a lo previsto en el artículo 37. Luego indica: Aceptada la solicitud, se expedirá el título
correspondiente, conforme al artículo 9, y se otorgará la concesión por cincuenta años, prorrogables por períodos iguales mientras el concesionario tuviere en
funcionamiento la empresa, pero en ningún caso como un privilegio exclusivo que impida el otorgamiento de concesiones similares a otras empresas.
252. Ídem, art. 35: «La concesión de transporte confiere al concesionario, sus herederos y causahabientes, siempre que cumpla con las disposiciones legales que
les sean aplicables, el derecho de transportar las sustancias y subproductos a que se refiere el título, y en consecuencia puede establecer, construir y majear
todas las obras permanentes como vías especiales, oleoductos, estaciones de almacenaje, obras portuarias, y los vehículos, maquinarias, acueductos, buques de
toda naturaleza, estaciones de bombas, depósitos de materiales y elementos de transporte, edificios, oficinas, habitaciones, anexos y otras que requieran las
operaciones de transporte limitándoselas necesariamente a las sustancias a que se refiere esta Ley, y pudiendo adquirir dichas sustancias para transportar por
su propia cuenta».
253. Ídem, art. 36: «La concesión de transporte ajena a la de explotación y a la de manufactura o refinación confiere al concesionario, por el tiempo que subsistan
las respectivas concesiones, los mismos derechos que se indican en el artículo anterior».

143
Avanzando, el artículo 37 establecía condiciones coactivas para aquellos que quisieran ejercer su
derecho de transporte —en caso de que lo tuvieran como colateral al derecho de explotación—, y para
aquellos que estuvieran interesados en optar por una concesión de transporte (en caso de que no tuvieran
concesión de explotación, y por tanto tuvieran que pedir una concesión especial de transporte). A los
transportistas en general, independientemente de cómo obtuvieran su respectiva concesión, se les imponía
la obligación de transportar las sustancias extraídas y los productos de otros concesionarios sin
discriminación de personas y ‘‘a un precio razonable que será el mismo para todos en igualdad de
circunstancias’’ a través de las vías especiales, líneas troncales, líneas laterales, anexos y oleoductos
principales. Además, las tarifas que los concesionarios de transporte introducían debían ser sometidas a
consideración del Ministro de Fomento y este podía objetar los precios, por lo que los concesionarios
debían dar las explicaciones pertinentes (254). No obstante, el artículo establecía en su parágrafo único que
no podía obligársele al concesionario a construir o establecer instalaciones adicionales para recibir o
transportar productos ajenos, ni tampoco obligársele a recibirlos o entregarlos fuera de lo que se hubiera
establecido o contratado. Teniendo en cuenta de que el Estado asumía que era dueño —o por lo menos
representante del dueño, que fuere la República aunque en realidad nada de esto sea cierto— de los
recursos naturales, y los interesados en obtener una concesión hacían contratos con él, se entendía que las
regulaciones para obtener una concesión en realidad eran una especie de disposiciones contractuales en
las cuáles estos se ‘‘asociaban’’ (255), y aunque esto es totalmente discutible —y de hecho, será discutido en
próximas líneas— lo cierto es que si se asume esta perspectiva, el sometimiento a dichas disposiciones
contractuales para obtener una concesión era voluntario hasta cierto punto, pues los empresarios se
arrodillaban con el fin de operar con los recursos de los que el Estado se creía dueño. Pero, en el caso
específico del transporte, el Estado no te estaba diciendo como trabajar con lo de él, sino que regulaba
como trabajar con lo propio tuyo, siendo una de las pocas cláusulas de este tipo a lo largo de la Ley.

5.2.1. Los impuestos al sector petrolero en la Ley de Hidrocarburos de 1943


Ya en la Sección VII del Capítulo 1, de la página 7 a la 10 de la Gaceta y desde el artículo 38 hasta el
51 se tocaba todo lo referente a impuestos. En el artículo 38 se imponía un pago de impuesto superficial
anual de dos bolívares por hectárea/fracción de hectárea que midiera el lote aplicable a los concesionarios
de exploración y explotación (256). Casi todos los impuestos enumerados ahí fueron relevantes.
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254. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 37; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 37: «Los
concesionarios a que se refieren los artículos 32, 33 y 34, en sus casos, están obligados a transportar, cuando sus instalaciones tengan capacidad para ello, las
sustancias extraídas y los productos de otros concesionarios, sin discriminación de personas y a un precio razonable, que será el mismo para todos en igualdad
de circunstancias. La presente obligación se contrae a las vías especiales y a las líneas troncales y laterales, con sus correspondientes anexos, de los oleoductos
principales, sin incluir las líneas de recolección y sus anexos, usadas por el concesionario para explotar sus concesiones. Al siguiente párrafo, da noción sobre la
regulación de tarifas: Los concesionarios a que se refiere este artículo formularán las condiciones y tarifas de transporte y las someterán a la consideración del
Ministro de Fomento. Si este las aprobare, así como lo expresará por Resolución que se publicará en la Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela dentro
del mes siguiente a la fecha de su presentación, y si tuviere objeciones que hacerles, las comunicará al interesado, quien dará las explicaciones que el caso
requiera [...]». Véase el parágrafo único: «En ningún caso podrá obligarse al concesionario a construir o establecer instalaciones adicionales para recibir,
transportar o almacenar petróleo o productos de terceros. Tampoco podrá obligársele a recibirlos ni a entregarlos sino en estaciones establecidas».
255. El profesor Ernesto Fronjosa Lasalle en su artículo «La Ley de hidrocarburos de 1943: Un complejo proceso de negociación en el ámbito global» (2013)
adopta una perspectiva estatista donde asume que es posible que la nueva esencia en las concesiones post-1943 Estado > Sector privado pudo afianzarse como
una relación entre socios. Esta es la perspectiva intra-estado y meta-política, pero sin embargo es irreal debido a las cuestiones que la propia experiencia
demostró años más tarde cuando aunque esta Ley seguía vigente, las empresas privadas eran oprimidas de manera más visible y recalcitrante por su ''socio'' el
Estado llegando a consumir este hasta el 90% de los beneficios (ya no eran partes iguales, pero el razonamiento de Fronjosa admitiría que pese a esto, con nada
más seguirse utilizando la Ley de Hidrocarburos de 1943 eran socios), y donde además, el Estado no aportaba nada puesto que toda ''propiedad'' del Estado es
de origen ilegítimo. La forma normal de los recursos naturales de cualquier tipo es la de res nullius o tierra de nadie que era adquirible por quien la empleara o
quien se adueñara de ella en forma pacífica. Como el legado de gobiernos militares devenía del de Juan Vicente Gómez, quien había llegado al Poder de forma
violenta y constituido al Estado también por la violencia (como cualquier otro) hace que no se pierda de vista que las ganancias del petróleo no correspondían
al Estado, sino a los propietarios de las parcelas y a las comunidades asentadas encima de ellos. Esto será sometido a refutación junto con otras perspectivas
filoestatistas o estatocéntricas después de acabar con la sección del petróleo, usando a una diversidad de autores.
256. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 7; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 38: «Los
concesionarios de exploración y explotación pagarán mientras la concesión se halle en el período que para la exploración concede la Ley en su artículo 17, un
impuesto de dos bolívares por año y por cada hectárea o fracción de hectárea que mida el lote».

144
En el artículo 39 se imponía un impuesto superficial inicial de ocho bolívares por hectárea o fracción
de hectárea que midiera la parcela, pero de pago único por su carácter inicial, dirigido a los concesionarios
de exploración y explotación que eligieran y demarcaran el terreno (parcela) escogido (257). Sin embargo,
llegando al artículo 40 estos impuestos superficiales no se acaban. Este fijaba un impuesto superficial
progresivo, a saber: Los concesionarios de exploración y explotación pagarían un impuesto superficial por
hectárea o fracción de hectárea de cinco bolívares anuales durante los diez primeros años (período 0 años
- 10 años); luego de diez bolívares anuales durante los cinco años siguientes (período 10 años – 15 años),
de quince bolívares durante los cinco años siguientes (período 15 años – 20 años), de veinte bolívares
durante los cinco años siguientes (período 20 años – 25 años), de veinticinco bolívares anuales durante los
cinco años siguientes (período 25 – 30 años) y de treinta bolívares durante el resto de tiempo que durara
la concesión (período 30 años – 40 años) (258). En un párrafo aparte, este artículo disponía que:

‘‘De la suma de los impuestos superficiales que en cada trimestre deba pagar cualquier concesionario
sobre el área total correspondiente a sus concesiones, se le exonerará una suma igual al monto del
impuesto de explotación que el mismo concesionario haya pagado en el trimestre anterior por los
productos de todas las parcelas que tenga en explotación. Esta exoneración sólo se acordará hasta
concurrencia de las cantidades en que los impuestos superficiales excedan de un bolívar y veinticinco
céntimos por trimestre y por hectárea’’.

Se deduce que es probable que dos de los tres impuestos superficiales que establecían montos
anuales (anual estático y anual progresivo) se distribuían entre los pagos trimestrales. Es decir, si se
pagaban doce bolívares anuales por hectárea, se dividía entre los trimestres que tiene el año [4] y el monto
anual se pagaba cada tres meses. Por otra parte, la exoneración fiscal que establecía este artículo proveía
un buen salvoconducto a las empresas al disminuir todo lo que debía pagarse en impuestos superficiales
con una compensación pagando impuestos de explotación, que fueron los que hicieron popular a esta Ley.
En el artículo 41, se establecía que los concesionarios pagarían un impuesto de explotación igual al 162/3%
(16.66%) del petróleo crudo extraído medido en el campo y podía pagarse total o parcialmente, en especie
o en efectivo si era convenido con el Ejecutivo Federal. Establecía que este impuesto podía ser rebajado si
el costo de producción era tanto que no permitía que hubiere beneficios derivados de la explotación
comercial (259). Esta técnica, de hecho, es una versión limitada de una técnica fiscal que se utiliza en Estonia,
consistente en que se exoneran impuestos a empresas en riesgo de no obtener beneficios o que tienen
pérdidas hasta que salgan de esta situación, ganen beneficios, produzcan dividendos, pasen el estado de
depresión interna y, después de todo eso, se les vuelve a cobrar impuestos. No está demás decir que Estonia
es el país con mejor sistema fiscal del mundo en la actualidad (260) (261) (262).
_________________________________________________________________________________________________________________________
257. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 7; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 39: «Los
concesionarios de exploración y explotación que hicieren la elección y demarcación conforme al artículo 18, y de los de explotación, pagarán por cada hectárea
fracción de hectárea que midan las respectivas parcelas un impuesto inicial de ocho bolívares».
258. Ídem, art. 40: «Todos los concesionarios que se indican en el artículo anterior, pagarán el impuesto superficial por cada hectárea o fracción de hectárea que
mida la parcela o lote, el cuál será de cinco bolívares anuales a contar de la fecha en que el Ministro de Fomento dictamine acerca de los planos a que se refieren
los artículos 18 y 23 de esta Ley, hasta que venzan los diez primeros años siguientes a la fecha en que quede firme la Resolución aprobatoria de los planos
prevista en el artículo 20, o los diez años siguientes a la fecha en que entre en vigencia el título otorgado de conformidad con los artículos 23 y 25; de diez
bolívares anuales durante los cinco años siguientes; de quince bolívares anuales durante los cinco años siguientes, de veinte bolívares anuales durante los cinco
años siguientes; de veinte y cinco bolívares anuales durante los cinco años siguientes; y de treinta bolívares anuales durante el resto del término de la concesión».
259. Ídem, art. 41: Todos los concesionarios indicados en el artículo 39 pagarán, además: 1° El impuesto de explotación, que será igual al 16 2/3 por ciento del
petróleo crudo extraído, medido en el campo de producción, en las instalaciones en que se efectúe la fiscalización. Este impuesto se pagará total o parcialmente,
en especie o en efectivo, a elección del ejecutivo. En su parágrafo único, indicaba que: Con el fin de prolongar la explotación económica de determinadas
concesiones, queda facultado el Ejecutivo Federal para rebajar el impuesto de explotación a que se refiere este ordinal en aquellos casos en que se demuestre a
su satisfacción que el costo creciente de producción, incluido en este el monto de los impuestos, haya llegado al límite que no permita la explotación comercial.
Puede también el Ejecutivo Federal elevar de nuevo el impuesto de explotación a rebajado hasta restablecerlo en su monto original, cuando a su juicio se hayan
modificado las causas que motivaron la rebaja.
260. Juan Ramón Rallo. ¿Por qué Estonia tiene el mejor sistema fiscal del mundo? (2019) https://www.youtube.com/watch?v=EoC9sDHWw30
261, Lárez, Pedro. Estonia tiene el mejor sistema fiscal del mundo, aquí las razones. MÁS Libertad (2019)
262. Bunn, Daniel y Asen, Elke. International Tax Competitiveness Index (2019). Tax Foundation (2019)

145
El artículo 42 reglamentaba el cobro de impuestos sobre los excedentes en el precio del
hidrocarburo extraído. Existían ocasiones en las que el empresario arrojaba un primer precio al Fisco para
calcular el impuesto, y después obtenía un excedente. Por ejemplo, podía dar un precio de ocho bolívares
en el precio de venta, pero venderlo a 10, por lo que tendría un excedente en el precio unitario igual a dos
bolívares. Esta situación se presentaba porque antes ocurría que en el yacimiento también contenía
minerales o hidrocarburos específicos que fueran distintos de los de principal explotación (petróleo,
asfalto y gas natural). En ese caso, la Ley de hidrocarburos disponía que:

‘‘Cuando el concesionario, en las ventas de petróleo, asfalto natural, gas natural y demás hidrocarburos,
obtenga un precio mayor que el señalado para el cálculo del impuesto de explotación, según las
disposiciones en esta Ley, por razón de que alguno de ellos contenga sustancias que no sean
hidrocarburos, deberá pagar a la Nación impuesto del 16 2/3 por ciento sobre el excedente en el precio.
En el caso que el concesionario se proponga extraer dichas sustancias extrañas, la industrialización y
aprovechamiento comercial de las mismas, así como la participación de la Nación sobre ellas, se fijarán
por convenio celebrado con el Ministro de Fomento’’ (263).

De ahí podemos derivar que si mi excedente era de dos bolívares, lo que pagaré en impuestos son
0.3332 bolívares por precio unitario y el resto me lo puedo embolsar. Por otra parte, el artículo 43 realizaba
una internalización de aranceles posibles. Con esto me refiero a lo siguiente: Para realizar las obras que se
necesitaban, los empresarios necesitaban importar bienes de capital al país, y al importarse se cobraba un
derecho de importación denominado arancel —que son el tipo de impuestos que se cobran con la excusa
de proteger la industria nacional, como los que hemos comentado previamente—. Ahora bien, el caso es
que en otras ocasiones, los empresarios no importaban estos bienes, sino que los producían o los tenían
guardados de antemano, y los utilizaban para concretar sus propias obras o para vender a empresas que
lo necesitaren. Este artículo dictaba que en este último caso, aplicaba lo siguiente:

‘‘Los concesionarios que ejerzan actividades de manufactura o refinación de conformidad con los
artículos 28 y 29 de esta Ley pagarán por los productos manufacturados o refinados enajenados o
utilizados para consumo interior el cincuenta por ciento de los derechos de importación que habrían
producido si hubiesen sido importados. Este impuesto no se aplicará a los productos manufacturados o
refinados que el concesionario emplee en las operaciones de su propia explotación o manufactura. Si los
productos manufacturados o refinados enajenados o utilizados para el consumo interior, fueran
exportados por sus adquirientes, se reintegrará a estos lo que por tal respecto hubieren pagado.
[Parágrafo único] Fuera del impuesto que establece este artículo y el que exigieren los Estados y
Municipalidades al ofrecerse al consumo las sustancias manufacturadas o refinadas, no se cobrará
ningún otro a las empresas de manufactura o refinación, salvo lo dispuesto en el artículo 46’’ (264).

En el artículo 44, aparecía el impuesto aplicable a las concesiones de transporte. Este era una
modesta tarifa [para estar hablando de un Estado] del 2.5% por el valor del pago que recibieran por
transporte que le realizaran a terceros (265). Posiblemente se debiera colocar así para compensar las
regulaciones sobre el transporte y sobre el monto que los transportistas cobraban. El artículo 45 fijaba el
arancel administrativo que tenían que pagar los concesionarios por entregársele una copia de los planos
de sus proyectos, que era de 100 bolívares de abono al Tesoro Nacional (266).
_________________________________________________________________________________________________________________________
263. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 7; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 42.
264. Ídem, art. 43
265. Ídem, art. 44: Los concesionarios que efectúen el transporte en las condiciones que expresa el artículo 8 de esta Ley, pagarán por el transporte que hagan
por cuenta de terceros un impuesto que no excederá el dos y medio por ciento de las cantidades que reciban en pago de dicho servicio. El monto de este impuesto
será fijado por el Ejecutivo Federal.
266. Ídem, art. 45: Los concesionarios pagarán al Tesoro Nacional cien bolívares por cada una de las copias de planos que se les entregue en cumplimiento de
esta Ley.

146
Luego de estos primeros impuestos, aparecía uno bastante crucial que da origen al peso suficiente
sobre los beneficios derivados de la explotación petrolera para aparecer el fifty–fifty split, y es el que
proporciona también bastante elogios por parte de economistas e historiadores con sesgo estatocéntrico
(dado que lo reivindican no por los beneficios subjetivos que recaían sobre los empresarios e incentivaban
la inversión, sino por el puro impulso que le proporcionaba al Fisco) aunque no se le reconozca por su
nombre: artículo 46. De todos los anteriores, era el que además de obligar a pagar los impuestos
propiamente inherentes a la concesión (por explotación, superficial, transporte, aranceles y otros
aparecidos que afectaban al sector petrolero privado), también mandaba a pagar todos los demás
impuestos generales que pagaban los particulares, como el ISLR. Este artículo señalaba que:

‘‘Además de los impuestos establecidos en los artículos anteriores, los concesionarios pagarán todos los
impuestos generales, cualquiera que sea su índole, y también pagarán por los servicios que les sean
prestados las tasas, contribuciones y retribuciones legales; pero no estarán sujetos a pagar patentes ni
otros impuestos que graven especialmente sus empresas o los productos de las mismas, fuera de los
previstos en esta Sección, ni a satisfacer por estos cantidades mayores que las establecidas en ella. Los
derechos que se consignan en este artículo se considerarán inherentes a la concesión y no podrán
menoscabarse ni alterarse mientras ella subsista’’ (267).

Los artículos 47, 48, 49 y 51 establecían los lapsos de tiempo y protocolos generales para pagar los
impuestos de exploración, de explotación, superficial, refinación y transporte respectivamente. He
decidido agruparlos así para tocar de forma más especial el artículo 50, que es diferente a estos porque
contiene disposiciones muy variadas entre sí junto a una tabla anexa. El artículo 47 establecía que el pago
de la primera anualidad del impuesto de exploración se haría en el marco de tiempo que fijaba el artículo
16 para la expedición del título de la concesión, que era de 15 días (268). Este susodicho título solo se
entregaría después de efectuar el pago. Los pagos después de la primera anualidad se pagarían por
anticipo. No había lugar a reembolso si, antes de acabarse el año, se renunciaba a la concesión o si se
presentaban los planos [es decir, los concesionarios no se podían arrepentir de nada] (269).

El artículo 48 normaba que el impuesto inicial de explotación del artículo 39 se pagaría dentro de los
quince días después de que el Ministro de Fomento haya dado su posición sobre los planos (de aprobarse),
o se pagaría en la fecha en la que haya entrado en vigencia los títulos (270). Por su parte, el artículo 49
indicaba que el pago del impuesto superficial progresivo que indicaba el artículo 40 (el que se iba
incrementando en la medida que pasaba el tiempo) sería realizado por el concesionario por trimestres
anticipados [como se dedujo anteriormente]. Tales trimestres serían contados desde el primero de Enero
de cada año y se pagaría íntegramente el impuesto correspondiente al trimestre corriente (271).

________________________________________________________________________________________________________________________
267. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 8; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 46.
268. Ídem, art. 16: «Si no hubiere habido oposición, o cuando hubiere sido declarada sin lugar, el Ejecutivo Federal, caso de que estuviere dispuesto a otorgar la
concesión solicitada, así lo declarará por Resolución del Ministro de Fomento en la cual se dispondrá a otorgar el título de la concesión dentro del lapso de
quince días a contar de la fecha de la publicación de dicha Resolución en la Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela».
269. Ídem, art 47: «El pago de la primera anualidad del impuesto de exploración se hará dentro del lapso que se fija en el artículo 16 para la expedición el título,
y este en ningún caso se otorgará sino después de hecho ese pago. Los pagos subsiguientes se harán por anualidades anticipadas y no habrá lugar a reintegro si
antes del vencimiento de cualquier año se presentaren los planos a que se refiere el artículo 18 o se renunciare a la concesión. El interesado deberá pedir la
liquidación de planilla respectiva cuando en la Dirección competente del Ministerio de Fomento no se hubiere liquidado de oficio al publicarse la Resolución
por la cual se ordene expedir el título o dentro de los diez días de haberse hecho exigible el pago de una anualidad subsiguiente».
270. Ídem, art. 48: «El impuesto inicial de explotación establecido en el artículo 39 se pagará dentro de los quince días siguientes a la fecha en que el ministro
de fomento dictamine sobre los planos conforme a lo previstos en los artículos 20 y 23 o a la fecha en que hayan entrado en vigencia los títulos otorgados
conforme al artículo 25. Los contribuyentes deberán pedir oportunamente la liquidación de las planillas correspondientes cuando estas no hubieran sido
liquidadas de oficio».
271. Ídem, art. 49: «El pago del impuesto superficial indicado en el artículo 40 lo hará el concesionario por trimestres anticipados contados desde el 1 de enero
de cada año, y pagará íntegramente el impuesto correspondiente al trimestre que estuviere corriendo cuando comenzare a causarse el impuesto. El
concesionario deberá pedir la liquidación de la planilla respectiva dentro de los primeros cinco días de cada trimestre si no se la hubiere liquidado de oficio, y
la cancelará dentro de los diez días posteriores al último de dichos cinco días».

147
Luego, el artículo 51 marcaba las condiciones de pago para lo que respectaba a las concesiones de
manufactura o refinación así como de transporte, cuyos impuestos se especificaban en los artículos 43 y
44. Este artículo (el 51) establecía que presentarían una relación de los productos refinados, enajenados o
utilizados para el consumo interior en el caso de los que tuvieren concesiones de refinación/manufactura;
y para el caso de los que tuvieren concesión de transporte se tenía que presentar las cantidades de pago que
hayan efectuado durante el mes anterior. El pago de los impuestos respectivos debía hacerse en los diez
días siguientes tras recibir las planillas correspondientes. Pero además de eso, este artículo poseía dos
disposiciones expuestas en dos parágrafos. El parágrafo 1° establecía que el Ejecutivo Federal quedaba
facultado para exonerar total o parcialmente, por el tiempo que le resultara, el impuesto de transporte que
indicaba el artículo 44 del 2.5%. Este descuento, según la disposición, podía aplicar a cualquier material
conducido a ser refinado en el país, viniera de países vecinos o fuera de origen doméstico. El parágrafo 2°
hacía alusión a la internalización de aranceles del artículo 43 y facultaba al Ejecutivo Federal a suprimirlo
o reducir sus efectos durante el tiempo que creyera conveniente, o colocar en el monto original estos
aranceles respectivos ‘‘cuando lo crea conveniente al interés público, y particularmente al fomento o
desarrollo de la agricultura y la cría en el país’’ (272).

Finalmente, podemos tocar el artículo 50. Era otro de los impuestos más elementales —junto con
los 39, 40 y 41— que se incluían en la Sección, ya que era otro más que gravaba directamente la explotación
de petróleo. Señalaba que los impuestos fijados en los ordinales 1°, 2° y 3° del artículo 41
(correspondientes a la explotación de petróleo, gas natural y asfalto natural) se liquidarían manera
mensual desde el comienzo de las operaciones de extracción de los hidrocarburos, ‘‘aunque la primera
liquidación solo abarque los días que hubieren corrido del respectivo mes [de entrada a operar]’’. Además,
introducía no una innovación —ya que no era la primera vez que se hacía, como señalaba Kwan Lista—
pero sí una flexibilidad dual tanto para el concesionario como para el Estado: el Ejecutivo Federal podía
optar por aceptar un pago total o parcial del impuesto, y podía ser tanto en especie como en dinero efectivo;
y si no lo hacía se podía asumir que lo quería total en efectivo. Si luego cambiaba de opinión para pedirlos
total o parcialmente en especie, lo notificaría al concesionario antes de hacerse la liquidación (273).

Sin embargo, lo más destacable de este artículo no era eso —aunque depende de lo que se valore
más del impuesto o de la institucionalidad fiscal—, sino que introducía múltiples protocolos agrupados en
parágrafos individuales que dejaban en rigor las reglas para hacer los pagos dependiendo de cómo se
pidieran. Por ejemplo, el parágrafo 1° de ese artículo señalaba que se tenían que seguir tres reglas (A, B y
C) para pagar los impuestos del petróleo en el caso de que el Ejecutivo Federal quisiera recibirlos en especie.
La regla A establecía que el petróleo correspondiente a la Nación se podía entregar total o parcialmente, a
opción del Ministro de Fomento y en cualquier instalación de recibo establecida en el trayecto que hubiera
entre el campo de producción y la terminal de exportación. Reconocía también un pago por servicio de
transporte por oleoducto que prestare el concesionario a la Nación, equivalente al costo, que no podría ser
mayor de medio céntimo de bolívar por metro cúbico al kilómetro junto con otro pago si además prestaba
servicios de embarque que podía cobrar también al costo a un máximo de 0.20 bolívares por metro cúbico.

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272. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 9; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 51: «A los
efectos de liquidación de los impuestos fijados en los artículos 43 y 44, los concesionarios de manufactura o refinación y los de transporte presentarán, según
el caso, al Ministro de Fomento, dentro de los primeros veinte días de cada mes una relación de los productos refinados, enajenados o utilizados para el consumo
interior o de las cantidades que hayan recibido en pago del transporte, durante el mes precedente. El pago debe hacerse dentro de los diez días siguientes al
recibo por el concesionario de las planillas correspondientes».
273. Ídem, art. 50: «Los impuestos fijados en ordinales 1°, 2°, 3° del artículo 41 y en el artículo 42 se liquidarán mensualmente desde que comiencen a extraerse
las sustancias, aunque la primera liquidación sólo abarque los días que hubieren corrido el respectivo mes. El Ejecutivo Federal notificará al concesionario si
opta por el pago total o parcial del impuesto en especie o en dinero efectivo, y mientras no lo hiciere se entenderá que opta por el pago total en efectivo. Si
posteriormente, en cualquier tiempo, decidiere percibir en especie la totalidad o parte de los impuestos que se hubieren venido satisfaciendo en dinero, o
viceversa, notificará al concesionario antes de hacerse la liquidación con la anticipación que se determinará en el Reglamento de esta Ley».

148
La regla B establecía que el volumen de petróleo correspondiente a la Nación debería ser
conservado en almacenamiento por el concesionario a su costa, quien estaba obligado a resguardarlo por
un período limitado de tiempo. Podía hacerlo en tanques separados o mezclados con su propio petróleo,
durante dos meses como máximo, y quedaba como responsable por este volumen de petróleo. El Ejecutivo
Federal podía exigir la entrega inmediata de este volumen en totalidad o en parte. La regla C, por último,
disponía que en caso de que el Ejecutivo Federal no exigiera el volumen de petróleo que le correspondía a
la Nación antes de vencerse el período de almacenaje obligatorio (dos meses), cesaría esta obligación para
el concesionario y se entendería que ese petróleo no reclamado sería vendido al concesionario de acuerdo
a reglas que fijaría el parágrafo siguiente.

El parágrafo 2° reglamentaba como se debían pagar los impuestos en el caso de que el Ejecutivo
Federal quisiera percibirlos en efectivo. Al igual que el parágrafo anterior, establecía tres reglas (A2, B2 y
C2 para distinguirlas de las anteriores). La regla A2 de este parágrafo disponía que el concesionario estaba
obligado a pagar el impuesto en efectivo en moneda venezolana de curso legal. La base del cálculo del
impuesto tomaba como referencia el valor mercantil del petróleo dentro del campo de producción. Dicho
valor no podía ser inferior a los valores mínimos establecidos en el parágrafo [que se podrán ver en breve].
Este valor, a su vez, sería convenido entre el concesionario y el Ministro de Fomento considerando cuatro
cuestiones: [1] las cotizaciones del petróleo venezolanos en el mercado, [2] equiparando el petróleo
obtenido a petróleos similares que se ofertaren en mercados amplios y que fueren aceptados como
patrones de valor en la industria, [3] los factores determinantes del precio en el puerto venezolano de
exportación y finalmente [4] adaptando los valores obtenidos a través del tipo de cambio a los que el
concesionario tuviera que vender sus divisas (274).

La regla B2, por su lado, fija una deducción fiscal al precio determinado en el puerto de exportación
que se acordaría, pero que no podría exceder medio céntimo de bolívar (0.005 bs) de aquél entonces por
metro cúbico y por kilómetro de distancia, que sería equivalente a dos céntimos de dólar por metro cúbico
y por kilómetro de distancia en la actualidad (0,02 US$). Esta tarifa deducida, que se fijaba por convenio
concesionario–Estado, tomaba en consideración la existencia de oleoductos entre el puerto y el campo de
producción. En caso de no haber, disponía que: ‘‘Cuando no existan oleoductos entre el campo de producción
y el puerto de exportación, el Ejecutivo Federal determinará las reglas para el cómputo de esa distancia’’. Por
último terminaba definiendo que el puerto de exportación sería el de más fácil acceso para los bienes desde
el campo de producción, y sería determinado por el Ejecutivo Federal también (275).

La regla C2 ya establecía cuáles eran los valores mínimos de los que no debía bajar el precio del
petróleo medido en el campo de producción como se había indicado en la regla A2. Este valor se tomaba
asumiendo que el petróleo estaba en el campo de producción, con una temperatura de 15 grados y
cincuenta y seis centésimos centígrados (15° 56C) y se mostraba en una tabla que está a continuación:
_________________________________________________________________________________________________________________________
274. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 9; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 50, parágrafo
2°, disposición A): «El concesionario está obligado a pagar el impuesto en moneda venezolana de curso legal, de acuerdo con el valor mercantil del petróleo en
el campo de producción, determinado según las normas que se establecen a continuación y el cual no podrá en ningún caso ser inferior al correspondiente valor
mínimo establecido en la letra c) de este mismo parágrafo. Dicho valor se calculará sobre las bases que se establezcan convencionalmente entre el Ministro de
Fomento y el concesionario, tomándose en cuenta las cotizaciones del petróleo venezolano en el mercado, o equiparando este a otro petróleo similar que tenga
un mercado amplio y, por lo tanto, aceptado en la industria como un patrón de valor para petróleos de calidad y características similares, y además, los factores
que sirvan para fijar ese precio en el puerto venezolano de exportación, conforme a las prácticas de la industria. Para el cálculo de estos valores, se adoptará el
tipo de cambio al que el concesionario deba vender sus divisas, según las regulaciones vigentes en Venezuela para ese momento sobre divisas extranjeras».
275. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 9; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 50, parágrafo
2°, disposición B): «Del precio fijado en el puerto venezolano de exportación, conforme a la letra anterior, solo se hará una deducción que se fijará por convenio
y que en ningún caso excederá de medio céntimo de bolívar (Bs. 0,005) por metro cúbico y por kilómetro de la distancia entre el campo de producción y el
puerto venezolano de exportación, computada sobre los oleoductos que existan. Cuando no existan oleoductos entre el campo de producción y el puerto de
exportación, el Ejecutivo Federal determinará las reglas para el cómputo de esta distancia. Se considerará puerto venezolano de exportación el de aguas
profundas de más fácil acceso para el respectivo campo de producción y será determinado por el Ejecutivo Federal».

149
Tabla 4 | Precio mínimo del petróleo que se encontraba en el campo de producción al año 1943. Se tomaba a una
temperatura de 15° 56 C, y se colocaban distintos precios dependiendo de la calidad tomando en cuenta los grados API y los
pesos; si era más pesado y menos API, menos era el precio. Fuente: Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela,
13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario, página 9.

Esos valores que se observan en la tabla 4 son probablemente los que servirían en última instancia
de no haber convenio para acordar el precio, para así calcular la base del impuesto. En todo caso, tendrían
carácter de valores mínimos estipulables para decidir un valor imputable para el impuesto correspondiente.
Antes de pasar a una parte aún más interesante que deberemos analizar para complementar con las
facilidades que se han obtenido vía impuestos, se establecían dos parágrafos más. El parágrafo 3°
facultaba al Ministro de Fomento para convenir con el concesionario a fin de establecer el valor mercantil
de las sustancias y el parágrafo 4° habilitaba al Ejecutivo Federal para vender o negociar las sustancias que
obtuviera sin formalidades legales, a través de contratos especiales (276) (277).
_________________________________________________________________________________________________________________________
276. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 9; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 50, parágrafo
3°: «Queda facultado el Ministro de Fomento para hacer convenios con el concesionario a los fines de la determinación del valor mercantil de las sustancias
objeto de esta Ley. Dichos convenios no podrán hacerse por término fijo, excepto en el caso del ordinal 3° del artículo 41, y el Ejecutivo Federal y el concesionario
quedan en libertad de denunciarlos en cualquier tiempo. En defecto de avenimiento respecto de las bases o los métodos de cálculo, las materias en discusión
serán determinadas por uno o tres expertos nombrados conforme al Reglamento de esta Ley».
277. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 9; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 50, parágrafo
4°: «El Ejecutivo Federal queda facultado para negociar o vender, sin formalidades legales previas, por órgano del Ministro de Fomento, en totalidad o en parte,
las sustancias que en especie reciba la Nación de acuerdo con este artículo y el artículo 41. La venta o negociación podrá hacerse por medio de contratos
especiales, por tiempo no mayor de dos años a precios revisables cada tres meses, y pagaderos mensualmente. El precio de toda venta o el valor de toda
negociación que efectúe el Ejecutivo Federal sobre el petróleo recibido de acuerdo con el parágrafo primero de este artículo, no podrá ser menor que el indicado
en la tabla que aparece en el parágrafo 2° del mismo».

150
5.2.1.1. ¿Por qué a los empresarios no les molestaron (tanto) los impuestos?

Aunque hubiera un considerable aumento de los impuestos, existen trampas que no vemos pero que
tuvieron incidencia en el éxito de la Ley de Hidrocarburos de 1943 ante el mundo empresarial. El Dr.
Espinasa ofrecía una razón central que daba lugar a que los empresarios no se molestaran por la cuestión
de la expansión fiscal del Estado Venezolano: ocurría que había una ‘‘inversión’’ en los papeles de los fiscos
participantes. Todos los Estados parasitan, y por esa razón los empresarios no pagaban impuestos
únicamente aquí en Venezuela, sino en Estados Unidos; allá pagaban Impuesto Sobre la Renta.

Hechas las negociaciones mediadas entre Washington y Caracas, ocurriría que en vez de pagarse el
Impuesto Sobre la Renta en sus países de origen, lo pagarían aquí. Esa era la primera razón por la cual no
les molestó el aumento de impuestos: porque lo que hacían era traspasar un pago allá y hacerlo acá. Esto
hace que la participación del fisco venezolano aumente, pero la del fisco del Estado de origen disminuyera,
sucediendo únicamente un cambio de papeles (278). Podemos citar a Espinasa, porque él mismo mejor que
nadie explicó cómo se amortiguó el impacto de la nueva composición del fisco:

‘‘Hay un par de aspectos que redujeron el impacto sobre las compañías de la mayor participación fiscal
del Gobierno venezolano. Uno de carácter cuantitativo, en la medida que las compañías pudieron deducir
el impuesto sobre la renta que pagaban en Venezuela de los impuestos que debían pagar en los Estados
Unidos. Tomando esto en cuenta, el aumento efectivo de la participación fiscal del fisco venezolano en
las ganancias de las compañías fue el aumento de la tasa de regalía desde alrededor de 1/8 [12.5%] a
1/6 [16.6%]. Sin embargo, el impuesto sobre la renta que antes pagaban las empresas en sus países de
origen pasaba ahora a ser pagado en Venezuela. [...]’’

Como he destacado anteriormente a la entrada del Arco Petrolero mientras deducía los intereses
por los cuáles esta Ley era favorable ante los empresarios (279), y el cómo el Estado Venezolano podía
conseguir fácilmente esa cesión del Impuesto Sobre la Renta en el marco de la Segunda Guerra Mundial,
fue relativamente sencillo que todos aceptaran. Cuando leí uno de los ensayos de Espinasa me encontré
con una afirmación que apoyaría esta segunda razón para que el gobierno de los Estados Unidos asintiera:

‘‘En términos de negociación el Estado venezolano se encontraba en una posición de poder, con las
fuerzas aliadas sedientas por petróleo en medio del esfuerzo de guerra. Es así como el Estado venezolano
logra equiparar las condiciones para la explotación del petróleo en el país con las más favorables para
los propietarios privados de las reservas en Estados Unidos’’.

Así las cosas entonces, los empresarios ‘‘relajaron’’ su angustia inicial por la subida impositiva que
avisaban Mares y Altamirano al inicio, al darse cuenta de que la subida de los impuestos no era ‘‘tan’’ fea
como parecía. Pero claro, si tenían esa angustia debía haber algún motivo detrás: el otro problema que
tenían los empresarios no era nada más que no quisieran que les tocaran los beneficios (mientras más
tuvieron mejor), sino que se los estaban tocando de una forma muy, digamos, descarada. ¿Aún recuerdan
que entre 1920 y 1943 se sacaba una nueva Ley de Hidrocarburos cada dos años y medio? (280)
____________________________________________________________________________________________________________________________________
278. Espinasa, Ramón. El auge y el colapso de Pdvsa a los treinta años de la nacionalización. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales [online]. 2006,
vol.12, n.1, pp. 147 – 182
279. En la sección 5.1. «Un poco de historia y contexto sobre el petróleo en Venezuela, escribí: ''[...] Como eran dos leyes que juntas gravaban sus rentas de forma
considerable [me refería al Impuesto sobre la Renta y a los impuestos de la Ley de Hidrocarburos de 1943], es de esperarse que pasara esto, pero como es lógico
preferir ceder ante el monopolio de la violencia y seguir ganando decenas de millones de dólares —porque esto se compensó con otros beneficios, antes que
perderlo todo por una nacionalización súbita de sus activos—, el derecho internacional era muy primitivo, no existían instancias judiciales a nivel internacional
que les hicieran velar sus derechos y a la postre todos sus Estados estaban ocupados en plena Segunda Guerra Mundial como para ocuparse de una problemática
que en comparación parecería más irrelevante. De hecho, tendería a ser al contrario: El combustible era esencial para movilizar los ejércitos, por lo que ganarían
más».
280. En la sección «5.1.1. [Muy] Corto repaso de la legislación petrolera antes de 1920» expuse esta cuestión.

151
Parece ser que en el ámbito internacional también pasaba algo similar, cosa que fue constatable con
los sucesos de la nacionalización de la industria petrolera en México y la creación de YPF en Argentina de
los que hemos hablado anteriormente (281). Los empresarios estaban descontentos y reacios a una nueva
Ley de Hidrocarburos al principio. Sí, es cierto (282). Habían dos motivos probables por las cuáles pasó esto
(no conozco entrevista que se les haya hecho a estos empresarios para determinar qué les molestaba más,
pero podemos intentar ponernos en sus zapatos). Primero, el avenimiento de otra Ley más podría parecer
más de lo mismo: otro levantamiento nacionalista más que era un problema para el negocio. Les había
pasado en todos lados —entre expropiaciones y ley tras ley—.

El segundo motivo probable es que también cómo les pasaba afuera, les pasaba aquí dentro con una
nueva Ley a cada rato. Quizás el miedo y la desesperación de verse presionados con pujas internas por el
control de los recursos les había puesto a la defensiva al principio, pero luego se dieron cuenta de que
quizás, someterse al parásito podría hacer que los demás parásitos se relajaran —aunque la historia les
cobró el error más tarde porque los parásitos nunca se conformaron con eso nada más, ya que lo querían
todo—. Obviando lo que está entre guiones largos, me explico: quizás si dejaban que los Estados se llevaran
el 50% de los beneficios, podrían calmar estas pujas internas. Parece plausible: «Te hago ‘‘socio’’ y tú me
dejas trabajar en paz, dándome contratos a largo plazo y permitiéndome hacer. Ambos ganamos. ¿Tenemos
trato?». Esto es (casi) exactamente lo mismo que dice el Dr. Espinasa y atribuye a la segunda razón por la
cual a los empresarios no les molestaban (casi) los impuestos; creían que podían calmar al Leviatán y así
mantener seguras sus inversiones y por lo tanto, las utilidades percibidas en el largo plazo:

‘‘El segundo aspecto es de carácter cualitativo. Tiene que ver con el hecho de que, en la medida en que la
participación fiscal osciló alrededor del 50% (al sumar la regalía y el impuesto sobre la renta), las
compañías y el Gobierno acordaron, en 1948, fijar la participación exactamente en este monto, sumando
dos componentes muy distintos en su origen conceptual. El famoso 50:50 (fifty-fifty) daba una idea de
equidad distributiva y congeló por tres lustros la presión del Gobierno por una mayor participación. El
50:50 les dio a las compañías una certeza de estabilidad fiscal que favoreció el crecimiento exponencial
de las inversiones en el país. De hecho, fueron las compañías las que se dedicaron a publicitar este
arreglo alrededor del mundo, en particular en los nuevos desarrollos del medio oriente, con la esperanza
de que la sencillez, el sentido de reparto justo y la universalización del acuerdo contuvieran la presión
de los países por una mayor participación en la renta’’ (283).

En otro trabajo, Espinasa aseguró que las mismas empresas se encargaron de llegar a estos términos
para relajar la voracidad de los Estados y seguir embolsándose ganancias absolutas bastante buenas. Sin
importar si esto pasaría o no, lo que de verdad incidía en la aprobación empresarial no era lo que en
realidad pasaría después, porque no lo podían saber, sino lo que creían que iba a pasar según su previsión:

‘‘En lo económico las compañías quedaron sujetas a la Ley de Impuesto Sobre la Renta aprobada en 1942
y, por otro lado, la Ley de Hidrocarburos fijaba una regalía de 1/6. La combinación del impuesto sobre
la renta y la regalía daba al Estado una participación de alrededor de 50% en el excedente operacional
de las compañías. Participación que quedó congelada en el famoso acuerdo de 50:50. Proporción que
daba una sensación de equidad y que las compañías se encargaron de difundir internacionalmente en
un esfuerzo por petrificar esta regla distributiva que les aseguraba considerables ganancias, en
particular en los muy productivos yacimientos del Medio Oriente’’ (284).
____________________________________________________________________________________________________________________________________
281. Se dijo en la sección «5.1. Un poco de historia y contexto sobre el petróleo en Venezuela»
282. Véase: Mares, David y Altamirano, Nelson. Venezuela's PDVSA and World Energy Markets: Corporate strategies and political factors determining its
behavior and influence. Rice University (2007).
283. Espinasa, Ramón. Lecciones y propuestas para la reconstrucción del sector petrolero: A 75 años de los acuerdos de 1943. Prodavinci (2018).
284. Espinasa, Ramón. El auge y el colapso de Pdvsa a los treinta años de la nacionalización. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales [online]. 2006,
vol.12, n.1, pp. 147-182

152
5.2.2. Derechos especiales y obligaciones adicionales al sector privado
En el capítulo II de la Ley de Hidrocarburos de 1943 se establecían los derechos y obligaciones
complementarias a los concesionarios. La Sección I sentaba los derechos complementarios, la Sección II las
obligaciones complementarias y la Sección III las cesiones o traspasos, que a su vez —y si hemos de
interpretar a rajatabla lógica la Ley volviéndonos ‘‘racionales a ultranza’’— podíamos encontrar que se
propiciaban ciertas lagunas allí, y por tanto se les dedicará una sección aparte aquí. En esta Sección de
derechos (la primera del capítulo II) aunque se les denomina ‘‘complementarios’’, existían varios aspectos
llamativos, como por ejemplo que la enumeración de derechos era mayor que la de obligaciones y los
derechos eran bastante particulares, especiales. Del artículo 52 al 58 (siete artículos) estaban los derechos
complementarios del concesionario. El artículo 52 abría la Sección y daba los derechos complementarios de
forma general, y nos dejaba ver cuáles eran estos atributos y facultades que concedían los derechos
‘‘complementarios’’ en principio, revelando que su naturaleza aunque es complementaria, ciertamente
daba facultades que hoy día serían consideradas extraordinarias e incluso inaceptables. Este rezaba:

‘‘Los concesionarios gozarán, para la cumplida realización de los derechos y obligaciones de esta Ley, de
los derechos de constitución de servidumbres, de ocupación temporal y de expropiación de los terrenos
que necesitaren según las disposiciones de la presente Sección’’. (285)

Con estas líneas se abría la Sección de derechos complementarios. Los concesionarios tenían la
facultad de expropiar si así lo demandaban al Ejecutivo Federal, amparados en este artículo y en el artículo
55 de la misma Sección. La única línea de defensa que poseían los propietarios expropiados era que se les
debería, de acuerdo a la misma Ley, dar una indemnización. Con esto, también debemos saber que además
de la expropiación estaban las servidumbres. Estas aparecían según quien se viera obligado (particulares,
Estado o nadie), y habilitaban de forma distinta al concesionario para actuar, teniendo distintos efectos
finales: Había derecho a servidumbre res nullius, y otro derecho a servidumbre para las propiedades de
privados. Técnicamente, los concesionarios tenían facultades de Estado. De acuerdo al artículo 53, estas se
podían establecer de manera gratuita siempre y cuando no hubiere mejoras de particulares —es decir,
cuando algún privado previamente no la hubiera utilizado antes para hacer algo— y por tanto, el artículo
permitía que se establecieran servidumbres de forma gratuita en tierra de nadie (res nullius; tierra que no
tiene dueño que la reclame o alternativamente conocida como terrenos baldíos) (286). ‘‘¿Y qué es la
servidumbre?’’ se podrían preguntar algunos. La servidumbre es un derecho real cuya esencia es que
permite a uno como sujeto jurídico puede disponer, temporal o permanentemente, de las propiedades
inmuebles ajenas, e incluso evitar que el legítimo propietario haga uso de sus derechos de propiedad de
forma total o parcial. Según el Diccionario Jurídico de Juan Domingo Ramírez Gronda:

‘‘Servidumbre: [Es] El derecho real constituido sobre un inmueble ajeno, a perpetuidad o


temporalmente, en cuya virtud se pueda usar de él o ejercer ciertos derechos de disposición o bien
impedir que su propietario ejerza algunos de sus derechos de propiedad’’. (287)

Esto sería como si yo tuviera el derecho a ocupar la casa de mi vecino evitando que use su cocina
mientras que yo sí pudiera disponer de ella. Esto establecería una servidumbre, ya que él no puede
aprovecharse de su propiedad, pero yo sí, y tengo un derecho a ello. Esto, en realidad, podría verse como
un privilegio ya que no existen muchas analogías con respecto al devenir natural de la servidumbre.
_________________________________________________________________________________________________________________________
285. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 10; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 52
286. Ídem, art. 53: «Todas las servidumbres que sea necesario establecer en terrenos baldíos para los trabajos, construcciones, vías de comunicación y
transporte, serán constituidos gratuitamente, salvo que en dichos terrenos hubiere mejoras de particulares, respecto de las cuales se procederá en analogía con
lo que dispone el artículo 55».
287. Ramírez Gronda, Juan Domingo. Diccionario Jurídico. Doceava Edición. Editorial Claridad (2003) p. 289

153
El artículo 55 explicaba cómo se procedía a usarse el derecho a servidumbre cuando ya esta no se
aplicaba sobre terrenos baldíos sino sobre propiedad particular. Pero si nos fijamos bien, puede ser
considerado de forma dual como creador de facultades y de obligaciones a la vez. Este decía que los
concesionarios podían establecer todas las servidumbres que necesitaran y a las que tenían derecho según
el artículo 53 pero aplicado a propiedad particular, siempre y cuando celebraran los convenios necesarios
con los dueños del inmueble sometido a servidumbre.

En caso de que no existiera tal convenio entre el concesionario y el propietario del inmueble, el
concesionario podía obtener una autorización de un juez en un tribunal civil de primera instancia con
jurisdicción en donde surgiera tal conflicto. Esta autorización se podía obtener después de que dos
expertos determinaran el monto probable a pagársele al propietario cuyo inmueble estaba siendo
sometido a servidumbre, y estos podían ser designados en razón 1/1, es decir, que el propietario del
inmueble designaba un experto y el concesionario designaba otro. Si el propietario no quería designarlo,
lo haría el tribunal. La última facultad que introducía el artículo a favor del propietario era que si
consideraba que el perjuicio causado por la servidumbre excedía el monto fijado por los expertos, este
podía ir al tribunal a encausar un juicio ordinario para que se añadieran los montos adicionales. De todos
modos el artículo no evitaba la servidumbre del inmueble si el propietario lo deseara, por lo que si los
deseos del propietario fueran a últimas las de no ceder el terreno, no se podía rehusar puesto que no se
incluían mecanismos para proteger su interés supremo, solo para minimizar el daño (288). Sin embargo,
existían ciertos espacios que si contaban con protección especial, ya que lo que si impedía en todo caso el
artículo 55 era la utilización de las casas, del patio o del jardín del dueño en contra de su voluntad (289).

El artículo 56 decía que si la concesión estaba dada sobre terrenos cubiertos o lindantes con aguas
de mar, ríos o lagos, los concesionarios tenían derecho a obtener las servidumbres pertinentes (de forma
presumiblemente gratuita, ya que el artículo no lo especifica ni tampoco ninguno del Reglamento) para el
establecimiento de muelles, almacenes, vías de transporte y comunicación, oficinas, depósitos y demás
edificios e instalaciones en las costas cercanas al terreno de su concesión, o que estuvieren dentro de este.
También disponía las mismas reglas sobre la obtención del derecho de servidumbre para propiedades de
particulares privados. En concreto:

‘‘En las concesiones sobre terrenos cubiertos por las aguas del mar, de los lagos, de las lagunas o de los
ríos, los concesionarios tienen derecho de establecer las servidumbres a que se refieren los tres artículos
anteriores en los terrenos de costa colindantes con la concesión, o de la que estuviere más cerca de esta,
para el establecimiento de muelles, almacenes, oficinas, depósitos y vías de comunicación y transporte,
y demás instalaciones y edificios, todo sin perjuicio de los que tengan derechos preferentes. Deberán
llenarse [cumplirse], respecto de los terrenos de propiedad particular, las formalidades del artículo
anterior’’ (290).

_________________________________________________________________________________________________________________________
288. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 10; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 55: «Los
concesionarios tienen el derecho de obtener las mismas servidumbres a que se refiere el artículo 53 en los terrenos de propiedad particular, celebrando con los
dueños los convenios necesarios. En el caso de que no pudieren avenirse, o de que los propietarios particulares se negaren al otorgamiento de la servidumbre,
podrá el concesionario recurrir al Tribunal de Primera Instancia en lo Civil con jurisdicción en la localidad para que este autorice el comienzo inmediato de los
trabajos. Para acordar esta autorización, se determinan previamente, por dictamen de expertos, nombrados uno por el concesionario y otro por el propietario
o por el Tribunal cuando el propietario se niegue a ello o no concurra al acto, el monto probable de los perjuicios y de una justa indemnización de ellos y el
Tribunal ordenará que se deposite la cantidad correspondiente en un banco o en una casa de comercio de reconocida solvencia, en dinero efectivo o en títulos
de deuda pública venezolano que representen dicha cantidad al valor corriente en el mercado. Cumplidas estas formalidades, podrá el concesionario comenzar
inmediatamente los trabajos. Si el depósito se hiciere en títulos de deuda, el depositante podrá percibir los intereses. En caso de que el propietario creyere que
los perjuicios resultantes de la ocupación exceden del monto probable fijado, podrá ocurrir ante el tribunal competente, para que en juicio ordinario se fijen los
perjuicios efectivamente causados».
289. Ídem, art. 55. Parágrafo único: «De conformidad con lo dispuesto en el artículo 17, no se autorizará en ningún caso, contra la voluntad de su dueño, la
ocupación de su casa ni de sus patios o jardines».
290. Ídem, art. 56

154
Más adelante, el artículo 57 habilitaba a los concesionarios a producir energía eléctrica para sus
trabajos, para el trabajo de los otros concesionarios y además, se les podía otorgar permisos para
producirla y transferirla a edificios, oficinas, instituciones, empresas o pueblos (291). El artículo 58, por
último, habilitaba al Ministro de Fomento para realizar exoneraciones fiscales, totales o parciales, de
derechos de importación (aranceles) con el objetivo de que el concesionario pudiera traer al país los bienes
de capital pertinentes para que realizara los trabajos que debiera. Según este:

‘‘El Ejecutivo Federal, por órgano del Ministro de Fomento, queda facultado para acordar, según su
prudente arbitrio, exoneraciones parciales o totales de derechos de importación de los materiales,
maquinarias, instrumentos, útiles y demás efectos que necesiten introducir al país los concesionarios,
siempre que tengan relación directa e inmediata con sus trabajos de exploración, explotación,
manufactura o refinación y transporte, o con las obras que están obligados a emprender y mantener para
sus labores o para la protección de los trabajadores y de las instalaciones’’ (292).

Siendo atentos, nos podemos dar cuenta de que este se relaciona (de forma inversa pero
complementaria) con el artículo 43, que regulaba la gestión de bienes de capital enajenados por los
concesionarios de manufactura y refinación, que de no usarlos para sus propias obras y venderlos a alguien
más, pagaban un derecho de importación de todos modos aunque no lo hubieran importado. Sin embargo
—y aquí es donde complementa— si utilizaban bienes no importados para sus propias obras, no tendrían
que pagar el derecho, y si lo exportaban, se les reintegraba aunque eso los obligaba a operar de forma doble.
El 58 exonera el derecho de importación a la hora de traer bienes de capital si y solo si estos fueran usados
para el negocio del concesionario. Si fuere a importarlos para luego venderlos a alguien más no podría
obtenerlo, así como tampoco podría quedar libre de cargos arancelarios bajo el artículo 43, por lo que
ambos funcionan claramente como disposiciones legales modificadoras de incentivos comerciales.

Pasado el artículo 58, empieza la Sección II del Capítulo II, que trata sobre obligaciones
complementarias del concesionario. Se compone de cuatro artículos y en su mayoría, las obligaciones
contraídas son bastante obvias por lo que no nos debería sorprender lo que veremos, al contrario de la
anterior sección de derechos ‘‘complementarios’’, donde se habilitaba incluso para expropiar o colocar
servidumbres en categorías de territorios que, hoy día, son considerados propiedad del Estado (o peor aún,
las entidades abstractas de la ‘‘Nación’’ o la ‘‘República’’) y sobre otros que serían considerados intocables
para explotación petrolera, ni siquiera en sus adyacencias —como en los lagos, mares y ríos—. El artículo
más largo de esta Sección es el artículo 59, que a su vez es el que dispone de las obligaciones más evidentes
porque queda claro que son acciones naturales que harían los concesionarios. Este artículo contiene nueve
ordinales, y salvo tres de ellas y una consideración, los otros seis son muy evidentes. El primero de ellos
(1°) mandaba que los concesionarios están obligados a ejecutar todas las operaciones de exploración,
manufactura o refinación y transporte. Esto es lógico porque de no hacerlo, no pueden ejecutar el negocio
y perderían tanto la inversión —incluyendo los pagos de impuestos iniciales y aranceles administrativos—
como el tiempo gastado en cumplir los requerimientos (planos, memorias, rectificaciones, convenios con
el Ministro de Fomento, entre otras) para obtener la concesión (293).
_________________________________________________________________________________________________________________________
291. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 10; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 57: «Los
concesionarios tienen el derecho de producir y utilizar energía eléctrica para sus propios trabajos o para los trabajos de otros concesionarios. El Ejecutivo
Federal podrá otorgarles permiso para que suministren energía eléctrica a otras personas o a instituciones, empresas o poblaciones».
292. Ídem, p. 10, art. 58.
293. Ídem, p. 11, art. 59, ordinal 1°: [Están obligados] «A ejecutar todas las operaciones de exploración, explotación, manufactura o refinación y transporte,
refiriéndose a los principios técnicos aplicables. Sin permiso del funcionario competente, no podrán hacerse calicatas ni otros trabajos que puedan estorbar el
tránsito a menos de cincuenta metros de vías férreas, carreteras, canales, puentes u otras obras semejantes que no fueren de uso privado de los concesionarios.
Respecto de las obras que hayan de hacerse en las inmediaciones de edificios pertenecientes a particulares, el concesionario cuidará de que los trabajos se hagan
en forma tal que no estorben al propietario el uso del edificio ni amenacen sus construcciones. Queda igualmente prohibido hacer calicatas, perforaciones u
otros trabajos a menos de quinientos metros de los puestos fortificados, sin el permiso de la autoridad competente».

155
La única restricción evidente (pero no tanto) era que si el concesionario realizaba construcciones o
trabajos cerca de propiedad particular, debía procurar no perturbar el uso de los edificios y cuidar de no
perjudicar las propiedades del otro particular. El segundo ordinal (2°) decía que están obligados a colocar
y conservar botalones de madera, de corazón, cemento, armado, mampostería o hierro de un metro de
altura, y que fueran de fácil reconocimiento en los vértices de los ángulos de sus parcelas. Esto también es
obvio, porque de lo contrario no se podría distinguir el terreno cedido de otro terreno adyacente, y habrían
confusiones entre concesionarios y propietarios donde al no existir límites habrían conflictos. Dichos
conflictos llevarían a los concesionarios y propietarios a colocar los mismos límites que debieron haber
colocado en principio y que no solamente en lo que respecta a explotación petrolera se colocan, sino
también en fincas y terrenos dedicados a la agricultura (294).

El tercer ordinal (3°) es uno de los no tan evidentes y que sí restringe considerablemente la acción
de los concesionarios, y decía que debían tomar las medidas necesarias para proteger los mantos de agua
que se encontrara (295). El cuarto ordinal (4°) era otro no tan obvio que mandaba que los concesionarios
debían tomar todas las previsiones técnicas necesarias para evitar perjuicios derivados de la explotación
petrolera a la Nación o a terceros, e informar al respecto al Ministro de Fomento (296). El quinto ordinal (5°)
disponía la obligación a los concesionarios de ejercer vigilancia para evitar pérdidas de las sustancias, tanto
producidas como obtenidas (297). Esto también es obvio porque ningún empresario le conviene tener
pérdidas dentro de su actividad, y menos cuando está invirtiendo de forma doble en extraer y producir.
Podría argumentarse de que existen empresarios que fuerzan las pérdidas para beneficiarse más todavía
si sus pérdidas pudieran recuperarse con una aseguración… Pero este no era el caso. El artículo 4 evita
perfectamente que se pudiera dar esta situación, y él mismo se explica:

‘‘Las concesiones a que se refiere esta Ley se otorgarán a todo riesgo del interesado, pues la Nación no
garantiza la existencia de las sustancias ni se obliga al saneamiento en ningún caso. Así se hará constar
en todos los títulos, en los cuáles se insertará, además, la siguiente cláusula: «Las dudas y controversias
de cualquier naturaleza que puedan suscitarse con motivo de esta concesión que no puedan ser resueltas
amigablemente, serán decididas por los tribunales competentes de Venezuela, de conformidad con sus
leyes, sin que por ningún motivo ni causa puedan ser origen de reclamaciones extranjeras»’’.

Siendo claro que desde el principio el concesionario no quiere tener pérdidas porque no puede
recuperarlas, está a su riesgo, no tiene salvaguarda ante ello y erosionaría su capital; no parece necesario
que exista una cláusula que le diga lo que ya sabe, porque es respectivo a su propio negocio y por ende de
su interés y prioridad (y podrían haber excepciones, pero las Leyes son generales). Sin embargo,
igualmente cualquier posible pérdida estaba penada de forma doble —pagando multa, y además de la
multa, un impuesto adicional— en el artículo 85 de la Ley de Hidrocarburos de 1943 (298).
_________________________________________________________________________________________________________________________
294. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 11; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 59, ordinal
2°: [Están obligados] «A colocar y conservar botalones de madera de corazón, cemento, armado, mampostería o hierro, de un metro de altura, que puedan
reconocerse fácilmente, en los vértices de los ángulos de sus respectivas parcelas de explotación. Cuando linden con concesiones ajenas, los postes deberán
indicar el nombre de la parcela y el ángulo de que se trata. Cuando dichos vértices se encuentren en lugares de difícil acceso o cuando cayeren en propiedades
sus dueños se opongan a la colocación de postes, pueden establecerse en lugares visibles postes testigos […]».
295. Ídem, p. 11, art. 59, ordinal 3°: [Están obligados] «A tomar todas las medidas necesarias a fin de proteger los mantos de agua que se encuentren durante la
perforación».
296. Ídem, p. 11, art. 59, ordinal 4°: [Están obligados] «A tomar todas las medidas que aconseje la técnica para evitar cualesquiera daños que puedan resultar a
los yacimientos en perjuicio de la Nación o de terceros, con motivo de la perforación de pozos o de su abandono, y a participar al funcionario competente del
Ministerio de Fomento todo lo que al respecto ocurriere».
297. Ídem, p. 11, art. 59, ordinal 5°: [Están obligados] «A ejercer la debida vigilancia a fin de evitar la pérdida de las sustancias producidas y a ejecutar sus
operaciones de modo que no ocurra desperdicio de esas sustancias; y serán responsables de los daños y perjuicios que por estos respectos causen a la Nación o
a terceros».
298. Ídem, p. 14, art. 85: «Cualquiera infracción a las obligaciones legales o reglamentarias de los concesionarios, que no esté especialmente sancionada, se
castigará con una multa de cien (100) a diez mil (10.000) bolívares. En caso de infracción al ordinal 5° del artículo 59, el concesionario pagará además los
impuestos correspondientes a las sustancias desperdiciadas».

156
El sexto ordinal (6°) obligaba a los concesionarios a tomar todas las medidas posibles para evitar
incendios y a informarles a las autoridades competentes así como a los concesionarios que tuvieren
parcelas cercanas de estos (299). También es evidente que naturalmente cualquier empresa —no solo
petrolera— buscaría evitar, en la medida de lo posible, cualquier incendio porque provocaría pérdidas y
depreciaría inmediatamente su capital, que debería reponer realizando una inversión más costosa aun de
lo que pudiere haber sido evitar el incendio. El séptimo ordinal (7°) creaba una obligación no tan obvia, que
era la de informar al Ministro de Fomento a informar cualquier cambio que hubiera en los representantes
de la empresas tan pronto como ocurriere, y llevar los comprobantes (300). El octavo ordinal (8°) exigía que
los concesionarios llevaran la contabilidad relacionada con sus operaciones industriales y la exigida por
los requerimientos administrativos y fiscales, que es obvio porque la contabilidad es esencial para el
cálculo económico y la previsión empresarial, y porque el impago de impuestos y la morosidad inhabilitaba
el uso de las concesiones y era motivo de anulación (301). Finalmente, el noveno ordinal (9°) obligaba que
tenían que cumplir con todas las demás leyes, ordenanzas, reglamentos y resoluciones (302).

Como vemos, la mayoría de los ordinales mandaban a realizar cuestiones que ya los empresarios
estarían predispuestos a hacer con el fin de evitar dañar por distintos motivos su propia actividad
empresarial, y en tanto fueran tan obvias, estas obligaciones son distintas de cualquier otra que pudieran
contraer, porque si van acompasadas con la naturalidad de la acción humana es dudoso que les resultara
como una carga o lo considerasen como una exigencia, no así con los derechos ‘’complementarios’’ que lo
que lograban era expandir todavía más sus facultades. El artículo 60 decía que los concesionarios debían
facilitar al Ejecutivo Federal los datos que este requiriera para conocer el desarrollo de la industria
petrolera, presumiblemente para llevar contabilidad y formar lo que hoy se conoce como Petróleo y Otros
Datos Estadísticos. Entre estos, se incluían datos geológicos, geofísicos y de pozos perforados, dando la
opción de mantenerse en reserva. Este decía que:

‘‘Los concesionarios están en la obligación de suministrar al Ejecutivo Federal, todos los datos que este
requiera para el cabal conocimiento del desarrollo de la industria petrolera del país, así como una amplia
información geológica y geofísica de las regiones estudiadas y de los pozos perforados después de
pasado un período prudencial, que no excederá de un año, de efectuados los respectivos trabajos. Dichos
datos se mantendrán en estricta reserva cuando así lo exigiere el concesionario’’ (303).

El artículo 61 obligaba a los concesionarios a dar un informe (que tendría copia triplicada) de sus
trabajos en el año anterior, con planos, fotografías y estadísticas. Tenía que contener cinco elementos: [1]
Una cuenta de las concesiones que tuviera, especificando su clase, condición y ubicación. [2] Una cuenta de
la cantidad de las perforaciones hechas. [3] Otra cuenta de las operaciones de refinación y transporte
llevadas a cabo. [4] Datos del monto total de los impuestos que han pagado en el año, especificando causas
y si tuvieran, el monto adeudado y [5] El número de empleados y obreros que tenían, las nacionalidad de
estos, sueldo o salario, asistencia médica y educación que se les daba, condiciones de vida y empleo (304).

_______________________________________________________________________________________________________________________
299. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 11; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 59, ordinal
6°: [Están obligados] «A tomar todas las medidas convenientes para evitar incendios, a participar inmediatamente los que ocurrieren a las autoridades
competentes y a los concesionarios colindantes o a sus encargados, y a requerir de ellos la cooperación necesaria».
300. Ídem, p. 11, art. 59, ordinal 7°: [Están obligados] «A informar al Ministro de Fomento sobre todo cambio que se verifique en los representantes de la empresa
en Venezuela tan pronto como esto ocurra, acompañando los respectivos comprobantes».
301. Ídem, p. 11, art. 59, ordinal 8°: [Están obligados] «A llevar en Venezuela la contabilidad relativa a sus operaciones industriales y la requerida por las
disposiciones administrativas y fiscales».
302. Ídem, p. 11, art. 59, ordinal 9°: [Están obligados] «A cumplir todas las disposiciones que les sean aplicables en leyes, reglamentos, decretos, resoluciones y
ordenanzas, sin perjuicio de los derechos que adquieren en virtud de la concesión».
303. Ídem, p. 11, art. 60.
304. Ídem, p. 11, art. 61.

157
5.2.3. Exclusiones: ¿Quiénes no podían obtener concesiones?
La Ley de Hidrocarburos de 1943 también mantenía disposiciones para evitar el abuso del Poder en
el ejercicio del mismo, y disuadir cautelarmente el aprovechamiento por parte de los funcionarios públicos
sobre las concesiones que se pudieren otorgar. Al inicio y de forma particular, coloca las restricciones a
gobiernos y Estados extranjeros. En la Sección I del Capítulo I, tratando disposiciones generales, deja
bastante en claro quiénes no podían obtener concesiones en el artículo 6. Este clamaba que:

‘‘Las personas o compañías venezolanas o extranjeras que tengan capacidad para obligarse, pueden
adquirir las concesiones a que se refiere esta Ley; pero no podrán adquirirlas, en ningún caso, ni aun por
persona interpuesta [testaferro], Gobiernos o Estados extranjeros, o corporaciones que dependan de
ellos, ni compañías extranjeras no domiciliadas legalmente en Venezuela’’ (305)*.

Pese a esto, no se limitaba a ellos. Además de Gobiernos y Estados extranjeros, corporaciones


gubernamentales y empresas no domiciliadas en Venezuela, de forma general y estricta, no podían
adquirir concesiones por sí mismos ni a través de un tercero los individuos que fueren:

1. Presidente de la República, el Secretario del Ejecutivo o los Ministros del Despacho.


2. Senadores y Diputados al Congreso Nacional.
3. Miembros de la Corte Federal y de Casación, el Procurador de la Nación, ni el
Contralor ni el Sub-Contralor General de la Nación.
4. Los miembros del Consejo Nacional de Economía.
5. Los empleados del Ministerio de Fomento ni sus agentes dependientes.
6. Presidentes y Secretarios Generales de Gobierno de los Estados, ni los Diputados a
las Asambleas Legislativas.
7. Los Gobernadores ni Secretarios del Distrito Federal y de los territorios federales, ni
los Prefectos ni Jefes Civiles de Distrito o Municipio.

No obstante, este artículo decía que las prohibiciones no podían evitar que un funcionario público
obtuviera una concesión por herencia o legado mientras estuviera en el cargo. ‘‘Las prohibiciones anteriores
no comprenden la adquisición de concesiones por herencia o legado durante el ejercicio de los expresados
cargos’’. Con esto, se formulaba una disposición bastante curiosa que entre los que han revisado esta Ley
no ha merecido suficiente atención, que es en la búsqueda de la [utópica] limitación del Estado y la toma
de precauciones contra la corrupción.

_________________________________________________________________________________________________________________________
305*. Como en ocasiones anteriores, colocaré el artículo completo aquí. Aclaro además que cuando realizo una transcripción fiel o completa, no coloco el
artículo a pie de página, pero cuando solo realizo una descripción analítica de este sin cita o parcial, se encontrará completo a pie de página o por lo
menos el texto que da pie a la interpretación. En este caso: Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario
p. 1; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 6: «Las personas o compañías venezolanas o extranjeras que tengan capacidad para obligarse, pueden adquirir las
concesiones a que se refiere esta Ley; pero no podrán adquirirlas, en ningún caso, ni aun por persona interpuesta, Gobiernos o Estados extranjeros, o
corporaciones que dependan de ellos, ni compañías extranjeras no domiciliadas legalmente en Venezuela. Tampoco pueden adquirir concesiones, en todo o en
parte, directamente o por cesión o traspaso, ni por sí ni por medio de persona interpuesta, mientras duren las funciones que desempeñen: 1° El presidente de
la República, el Secretario del mismo, los Ministros del Despacho, los Senadores y Diputados al Congreso Nacional, los miembros de la Corte Federal y de
Casación, el Procurador General de la Nación, el Contralor y el Sub-Contralor General de la Nación, los miembros del Consejo Nacional de Economía previsto en
la Constitución de la República, los empleados del Ministerio de Fomento y cualesquiera agentes especiales del ramo que se crearen. 2° Los Presidentes y
Secretarios Generales de Gobierno de los Estados, los Diputados a las Asambleas Legislativas, los Gobernadores y Secretarios del Distrito Federal y de los
Territorios Federales y los Prefectos y Jefes Civiles de Distrito o Municipio, en el territorio de sus respectivas jurisdicciones. Las prohibiciones anteriores no
comprenden la adquisición de concesiones por herencia o legado durante el ejercicio de los expresados cargos».

158
5.2.4. Traspasos, nulidad y renovaciones en la Ley de Hidrocarburos de 1943
Habíamos comentado anteriormente sobre las particularidades en los incentivos de los empresarios
para invertir en Venezuela con la Ley de Hidrocarburos de 1943. Uno de ellos se encontraba en el artículo
80 —al que ya se aludió anteriormente— que trataba sobre las renovaciones que se podían hacer de las
concesiones una vez vencidos los cuarenta años, abriendo una ventana para posibilitar explotaciones
petrolíferas de hasta por 78 años, dando así razones extra para aceptar esta Ley. Sin embargo, antes de esto
había otras razones por las cuáles era una buena razón obtener una concesión, y estas se encuentran en la
Sección III del Capítulo II, la cual contenía cinco artículos (del 63 al 67). Esta Sección abría con el artículo
63, que dejaba claro que el derecho a transferir una concesión a otra persona o compañía era un derecho
inherente a la misma (306). El requisito único era notificar al Ministro de Fomento de que iba a tener lugar
una cesión o traspaso de la concesión hacia otro particular. Pero existía una limitación, ya que este se
completaba con una disposición introducida en el artículo 64: si la empresa o persona que recibía el
traspaso tuviere otras concesiones de forma tal que entre sus tenencias aglomerara extensiones
parcelarias de entre 150.000 y 350.000 hectáreas o más, el Ejecutivo Federal podía negar el traspaso (307).

El artículo 65, aunque fuera relativamente corto, se dividía en dos. La primera parte en la que se
puede dividir clarificaba que la persona o compañía que recibía la concesión obtenía todos los derechos y
obligaciones que confería esa concesión, quedando prácticamente como un nuevo concesionario. En suma
a esa cuestión, también disponía que los traspasos o cesiones podían retrocederse —echarse para atrás—
y que las concesiones podían volver al patrimonio del cedente si así lo desearen ambos. En la segunda parte,
establecía bajo qué causas el traspaso carecía de efecto, contándose dos motivos: [1] Si el traspaso se le
realizaba a personas morales o físicas impedidas legalmente (funcionarios públicos, compañías no
domiciliadas en Venezuela, etc.) y [2] Si el traspaso no se notificaba al Ejecutivo Federal y/o no daba copia
del documento auténtico del traspaso (308). Por último, el artículo 66 normaba que un concesionario que
tuviera varias parcelas podía traspasarlas por separado, y solo debían hacerlo de acuerdo al artículo 65
subrogando (cediendo) todos los derechos y obligaciones al receptor de la concesión (309)*. Existen varias
ventajas que dan estos artículos de cesiones y traspasos de concesiones, que implican en cierta medida una
[limitada] libertad de comercio de parcelas que contuvieran yacimientos petroleros, lo que a su vez podía
favorecer una mayor especialización dentro de la cadena de valor del petróleo. Por ejemplo, una empresa
podía encargarse de obtener una concesión de exploración, evaluarla, valorarla y finalmente venderla a
otra que estuviera interesada en tal concesión y que quisiera asumir el riesgo ya reducido de explotarla.
_________________________________________________________________________________________________________________________
306. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 11; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 63: «Los
concesionarios tienen como derecho inherente a sus concesiones, el de cederlas o traspasarlas a cualesquiera personas o compañías que no estén impedidas
legalmente para adquirirlas, sin más formalidad, salvo el caso previsto en el artículo siguiente, que la de notificar la cesión o traspaso al Ejecutivo Federal, por
medio de escrito dirigido al Ministro de Fomento, firmado por el cedente y el cesionario o sus apoderados».
307. Ídem, pp. 11 - 12, art. 64: «Cuando la cesión o traspaso haya de hacerse a personas o compañías que ya tuvieren otras concesiones cuya superficie total
ascendiere a trescientas mil hectáreas, si fueren de exploración y explotación, o a ciento cincuenta mil si solo fueren de explotación, será menester la autorización
del Ejecutivo Federal, quien la otorgará o negará según lo creyere conveniente».
308. Ídem, p. 12, art. 65: «En virtud de la cesión o traspaso legalmente efectuados queda subrogado el cesionario en todos los derechos y obligaciones del cedente
respecto de la Nación, sin perjuicio de que ambos respondan solidariamente del pago de los impuestos que por la concesión se adeudaren para el día de la cesión
o traspaso. Carecerán de eficacia respecto de la Nación la cesión o traspaso que no consten de documento auténtico y no se notifiquen al Ejecutivo Federal
conforme al artículo 63 o que no sean previamente autorizados por él en el caso del artículo anterior, y asimismo la cesión o traspaso en los cuales el cesionario
no quede subrogado en todos los derechos y obligaciones del cedente. La disposición que antecede se entenderá sin perjuicio de lo dispuesto en el parágrafo
único del artículo 28 y en el artículo 33. Tampoco impedirá ella que el cedente pacte con el cesionario la retrocesión de la concesión, o entrambos establezcan
cláusulas resolutorias expresas de la cesión o traspaso. En estos casos las partes avisarán al Ministro de Fomento que la concesión ha vuelto al patrimonio del
cedente cuando así suceda, sin perjuicio de que ambos respondan solidariamente del pago de los impuestos que por la concesión se adeudaren para el día de la
retrocesión o resolución. Son nulos el traspaso, cesión o remate hechos a compañías extranjeras no domiciliadas legalmente en Venezuela, o a los funcionarios
públicos a quienes está prohibida la adquisición de concesiones y, por consiguiente, es ineficaz la notificación de tales cesiones o traspasos».
309*. No colocaré el 67 porque trata de remate judicial, así que no vale la pena. Se entiende que el artículo que yo omita es porque no me merece la pena de
análisis. Ídem, p. 12, art. 66: «Podrán ser cedidas o traspasadas, por separado, las parcelas sobre las cuales tenga derecho de explotación un mismo concesionario.
En este caso el concesionario se subrogará al cedente en todas sus obligaciones y derechos respecto de la parcela o parcelas cedidas o traspasadas en las mismas
condiciones previstas en la primera parte del artículo 65».

159
Otra ventaja que concede esta Sección, y por tanto la Ley de Hidrocarburos de 1943, es la gran
maniobrabilidad que existía en conjunto: Si una compañía ya no podía mantener o no quería una concesión
por cualquier causa (aumenta el riesgo, no hay capital, etc.) podía venderla a otra que si tuviera
condiciones, lo que daba un implícito salvaguarda ya que si algo salía mal, en última instancia podía
venderla. Ese sería a mi juicio un factor fundamental para poder disminuir los riesgos potenciales sobre la
inversión dentro de la previsión del operador, es decir, que la facultad de hacer cesiones o traspasos era
un ‘‘seguro’’ ante eventualidades inherentes a la función del empresario. Si este fallaba por cualquier causa,
podía cederla a través de una venta (o en cualquier otra forma que le beneficiara) a alguien más que supiera
manejar la situación y seguía obteniendo ganancias —o por lo menos reducía las pérdidas, lo que era mejor
que sufrir la asunción de toda la carga del desmán del que se intentaba librar—.

Entonces, la posibilidad de la venta a través de la facultad de libre contratación para ceder o


traspasar concesiones, proporcionaba un último bastión que aseguraba al empresario ante imprevistos
futuros que se originaran en sus propios errores. Ahora bien, donde no podía protegerse era de defectos
inherentes a la concesión, que hipotéticamente podrían hacer que nadie quisiera obtener la concesión
desde un principio (como que no hubiera ninguna sustancia a extraer, que la condición geográfica del área
la hiciere inoperable o que nadie quisiera trabajar allí, entre otras). En ese caso, si era asumida a todo
riesgo. Después de hacerlo, si existían recursos para hacer negocios, se conocía de un seguro a posteriori.

Una bonificación ulterior que daba esta Ley era que incluso había un ‘‘seguro contra el seguro’’, es
decir; si el concesionario original obtuviera una concesión cualquiera, la explota, obtiene ganancias, ya no
la quiere trabajar y entonces la vende a otro concesionario con un traspaso por una X cantidad de bolívares,
pero luego la quiere volver a tener, tiene oportunidad de readquirirla de forma ilimitada en lo que respecta
a limitaciones legales. Solo quedaría que convenza al cesionario de que lo haga.

Esta posibilidad para la retrocesión de traspasos y de la readquisición de concesiones otorgaba


dicha facilidad, lo que incrementaba más todavía la maniobrabilidad y la extensión de los planes
empresariales, permitiendo formular distintos escenarios y distintas acciones, incluso poder pensar en
ceder o traspasar una concesión en cierto punto de su utilización a los tantos años para volver a
readquirirla en otro, establecer divisiones del capital entre contratos con múltiples empresas para salir
todas mutuamente beneficiadas de un lote de concesiones —amparada bajo el artículo 62— entre otras
cuestiones que se podían ingeniar los empresarios e inversores.

Y es que sí, el artículo 62 de la Ley de Hidrocarburos de 1943 permitía que los concesionarios
hicieran convenios y arreglos entre ellos para explotar como quisieran sus concesiones, siempre y cuando
lo notificaran al Ministro de Fomento, solo que lo especificaba para cuando no fueran cesiones o traspasos,
pero no impedía que realizaran un acuerdo que combinara las disposiciones de este artículo y los demás
para ampararse ante cualquier objeción, ya que aunque se notificara, no dice que el Ministro de Fomento
tiene derecho a objetar, ni tampoco pondría limites a los tipos de acuerdos que pueden celebrar, ni bajo
cuáles condiciones. De nuevo y de forma efectiva, podemos volver a ver otra ventaja más concedida a los
empresarios que explicaría el éxito de esta Ley junto con el resto de normas:

‘‘Los concesionarios de explotación deberán notificar al Ministro de Fomento cualesquiera arreglos o


convenios que, no siendo cesiones o traspasos, celebraren entre sí para la explotación de sus
concesiones’’ (310).

_________________________________________________________________________________________________________________________
310. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 11; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 62

160
Las situaciones de nulidad y extinción de los derechos de los concesionarios se preveían en el
Capítulo IV en su Sección única de la Ley de Hidrocarburos de 1943, así como las de renovación de la
concesión, que se encontraban amparadas en sus parágrafos y disposiciones únicas. Esta sección abarcaba
desde el artículo 69 hasta el 84 (16 artículos), y de ellos tomamos los siguientes que se resumirán de forma
exegética a continuación. El artículo 69 anulaba la Resolución del Ministro de Fomento que realizare la
expedición de un título de concesión tal expedición no tuviera consignados los timbres fiscales y el papel
sellado vencido el lapso de un mes luego de publicada dicha Resolución. Si pasaba ese tiempo y no tuviere
los timbres fiscales y el papel sellado, quedaba sin efecto y se anulaba el título de la concesión (311).

Otra forma de quedar anulado un título de concesión (en este caso el de exploración y explotación)
se encontraba en el artículo 70, que decía que de no pagarse la primera anualidad del impuesto de
exploración, quedaba anulado el título (312). Una alternativa de anularlos la disponía el artículo 71, que
dejaba sin efecto el derecho del concesionario de un título de exploración y explotación de explotar una
parcela si no pagaba la tercera anualidad del impuesto de exploración habiéndose retardado más de seis
meses en el pago (313). Pero con esto apenas empieza el conteo de formas de quedar anulado un título de
concesión (sea cual sea). Solamente uno de los dieciséis artículos dicta la forma natural de anularse una
concesión, que es por vencimiento del plazo por el cual se entrega la concesión [extinción], y apenas hemos
tocado tres de los quince que muestran motivos de anulación no–naturales o anómalos. El artículo 72 decía
que, salvo el interesado pidiera prórroga, este perdía el derecho de obtener parcelas de explotación si no
entregaba los planos topográficos del proyecto que iba a llevar a cabo en los plazos correspondientes,
planos que se le pedían en los artículos 20 y 23 (314).

El artículo 73 explicaba que podían existir dos prórrogas distintas para evitar esta anulación de
derechos establecida en el artículo 72, y se iba a requerir una u otra dependiendo de si se trataba de un
plano general de un lote completo o de un plano de explotación de una parcela. La primera prórroga para el
plano de la parcela se le concedería nada más por seis meses si pagaba más impuestos, en concreto, si
duplicaba el pago de la anualidad del impuesto superficial de dos bolívares por hectárea o por fracción de
hectárea —lo ordenaba de forma tal que tuviera que pagar una anualidad más, lo que no dejaba de ser pago
duplicado—. La segunda prórroga aplicable a los planos generales del lote se le concedería si pagaba un
50% del impuesto superficial inicial de 8 bolívares por hectárea o por fracción de hectárea (315). El artículo
74 establecía dos escenarios distintos para dejar caduca una concesión de exploración y explotación o de
explotación, pero todos ellos devenidos de falta de pago al fisco.

_________________________________________________________________________________________________________________________
311. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 12; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 69: «Quedará
sin efecto la Resolución del Ministro de Fomento por la cual se haya ordenado la expedición del título de la concesión por no consignarse el papel sellado y los
timbres fiscales correspondientes a dicho título dentro del mes siguiente a la publicación de la expresada Resolución en la Gaceta Oficial de los Estados Unidos
de Venezuela».
312. Ídem, art. 70: «Quedará igualmente sin efecto alguno la Resolución del Ministro de Fomento por la cual se hubiere ordenado la expedición del título de la
concesión de exploración y explotación, cuando no se hubiere satisfecho, dentro del mismo lapso previsto en el artículo anterior, la primera anualidad del
impuesto de exploración».
313. Ídem, art. 71: «El derecho del concesionario a obtener las parcelas de explotación en las concesiones de exploración y explotación caduca cuando no
satisficiere el impuesto de exploración correspondiente a la segunda o tercera anualidad dentro de los seis meses siguientes a la fecha en que sean exigibles las
respectivas anualidades».
314. Ídem, art. 72: «Caducará le derecho de concesionario a obtener las parcelas de explotación en las concesiones de exploración y explotación, y quedará sin
efecto alguno la Resolución prevista en la primera parte del artículo 23 si no se presentaren en sus casos los planos topográficos a que respectivamente se
contraen los artículos 20 y 23, en los plazos establecidos para hacerlo, salvo que antes de vencerse éstos solicitaren el concesionario o el postulante, según el
caso, la prórroga a que se refiere el artículo siguiente. La Resolución que conceda la prórroga deberá dictarse dentro de los quince días siguientes al a fecha de
presentación de la correspondiente solicitud».
315. Ídem, art. 73: «La prórroga del lapso para la presentación de los planos previstos en el artículo 20 se concederá únicamente por seis meses, siempre que el
concesionario pague una anualidad más del impuesto de exploración establecido en el artículo 38. La prórroga del lapso para la presentación del plano indicado
en el artículo 23 se concederá únicamente por seis meses, siempre que el concesionario pague un cincuenta por ciento (50%) adicional del impuesto inicial de
explotación que establece el artículo 39».

161
El primer escenario daba por anulada una concesión de exploración y explotación por falta de pago
del impuesto inicial de explotación (el superficial de 8 bs/hectárea), esto en el caso de que pasara un mes
desde que entrara en vigencia la Resolución que expedía el título el impuesto no se pagara. El segundo
escenario se aprestaba a anular una concesión de explotación también por falta de pago del impuesto inicial
de explotación si se demoraba más de un mes en pagarlo tras empezarse las obras. Finalmente disponía
que: ‘‘La falta de pago del impuesto inicial de explotación dentro del mes siguiente a la fecha en que hubiere
quedado firme la Resolución aprobatoria de los planos a que se refiere el tercer aparte del artículo 23, dejará
sin efecto alguno la expresada resolución’’ (316). Más anulaciones de concesiones por motivo de falta de pago
al fisco se podían encontrar en el artículo 75. Este resolvía que si se dejaban de pagar «los impuestos
correspondientes a un año» (sin especificar si eran todos o no), el Ministro de Fomento podía hacer caduca
una concesión. Sin embargo este artículo es más interesante porque daba la opción al concesionario de
pedirle al Ejecutivo Federal que le admitiera los pagos atrasados. Si el Ejecutivo le aceptaba los pagos, el
concesionario debía pagarle estos impuestos con sus respectivos intereses en un plazo de quince días, y
habilitaba al Ministro de Fomento de pedirle ventajas especiales para la Nación (317). Funcionaría mejor
como una disposición o salvaguarda de ‘‘extorsión’’*.

Pasando de las anulaciones por falta de pago de impuestos, hay otros artículos que disponen
anulación por causales distintas entre sí y alejadas de los motivos que hacían caducas concesiones por
faltas al fisco, que de hecho, son los de menor proporción. Algunos de estos son los artículos 76 y 77, que
anulaban las concesiones por simplemente no trabajar. El artículo 76 anulaba las concesiones de
explotación si, al mismo tiempo que no se explotaba una parcela durante tres años consecutivos, también
se dejaba de pagar el impuesto superficial progresivo durante cuatro trimestres consecutivos (318). Con el
artículo 77 ocurría que las concesiones de manufactura/refinación o transporte otorgadas de manera
individual (es decir, que se entregaban por separado de la concesión de explotación) quedaban anuladas si
pasara un año sin que empezaren los trabajos, pudiendo el Ejecutivo Federal prorrogar el plazo hasta por
el doble del tiempo si lo creía conveniente (319). El artículo 78 decía que si había casos de extinción o
caducidad producidos bajo cualquiera de los artículos vistos hasta ahora, el Ministro de Fomento lo
publicaría en la Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela (320).
_________________________________________________________________________________________________________________________
316. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 13; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 74: «La
concesión de exploración y explotación caduca por la falta de pago del impuesto inicial de explotación dentro del mes siguiente al a fecha en que hubiere quedado
firme la Resolución a la que se refiere el artículo 20. La concesión de explotación caduca igualmente por la falta de pago del impuesto inicial de explotación
dentro del mes siguiente a la fecha en que hubiere entrado en vigencia el título otorgado conforme al artículo 25. La falta de pago del impuesto inicial de
explotación dentro del mes siguiente a la fecha en que hubiere quedado firme la Resolución aprobatoria de los planos a que se refiere el tercer aparte del artículo
23, dejará sin efecto alguno la expresada Resolución».
317. Ídem, art. 75: «Cuando haya dejado de pagarse los impuestos correspondientes a un año, el Ministro de Fomento puede declarar caduca la concesión, pero
mientras no se hubiere declarado la caducidad, el concesionario puede pedir al Ejecutivo Federal la gracia de que se le admita el pago de todos los impuestos
correspondientes calculados hasta la fecha de la petición, y de sus intereses, y declare extinguida la causal de caducidad, pudiendo exigirle el Ministro de
Fomento ventajas especiales para la Nación. Si el Ejecutivo Federal accediere al pedimento, el concesionario pagará los impuestos adeudados y sus intereses,
dentro del lapso de quince días a contar de la fecha en que se hubiere publicado la Resolución relativa al a aceptación o se hubiere celebrado el convenio de
ventajas especiales, y luego efectuado el pago, el Ministro de Fomento dictará la Resolución por la cual declara extinguida la causal de caducidad. En el caso de
no extinguirse la causal de caducidad conforme a lo previsto en este artículo, el concesionario solo estará obligado a pagar los impuestos atrasados
correspondientes a un año y sus intereses, cualquiera que fuere la fecha en que el Ministro de Fomento declare la caducidad de la concesión».
318. Ídem, art. 76: «La falta de explotación de la parcela por tres años consecutivos es motivo de caducidad cuando también concurriere la falta de pago del
impuesto superficial durante cuatro trimestres igualmente consecutivos, salvo los casos de fuerza mayor. Se entiende en explotación de parcela cuando se
estuvieren extrayendo de ellas las sustancias a que se refiere esta Ley, o haciéndose lo necesario para lograr su extracción mediante las obras que según el caso
fueren apropiadas a este fin».
319. Ídem, art. 77: «Las concesiones de manufactura o refinación y las de transporte especialmente otorgadas de conformidad con los artículos 29 y 34, caducan
por no comenzarse los trabajos dentro del año siguiente a la fecha que con tal objeto señale el título o por no llevárselos a cabo dentro de los lapsos que en el
mismo título se indican. El Ejecutivo Federal, si lo estima conveniente al interés público, podrá prorrogar, hasta por el doble de su duración, los plazos a que se
refiere este artículo antes del vencimiento de dichos plazos».
320. Ídem, art. 78: «Cuando ocurran los casos de extinción o caducidad previstos en los artículos 69, 70, 71, 72, 73, 74, 75, 76 y 77, el Ministro de Fomento lo
declarará así en Resolución que se publicará en la Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, a los efectos legales consiguientes».
* No me caen bien los empresarios que hacen tratos con el Estado. Cualquiera de estos concesionarios no estaba obligado a realizar actividades petroleras salvo
que aceptare la Ley. Como asumía los riesgos al optar por pedir una concesión, de tal forma que debía saber de este riesgo, no puedo considerarlo como una
extorsión cabal sino como una presión establecida dentro del mismo ‘‘contrato’’ que está aceptando. Nadie lo manda a probar su suerte con el Leviatán…

162
Luego, para terminar con los motivos de nulidad y extinción para poder avanzar con las ofertas de
renovación, nos encontramos con los artículos 79, 80 y 81. El artículo 79 extinguía las concesiones y las
daba por nulas en caso de que estas fueran adquiridas por políticos extranjeros, Estados extranjeros o
corporaciones que dependieran de estos (empresas estatales/gubernamentales) aún si hubiere una
persona interpuesta, que conocemos criollamente como «testaferro». Sin embargo, este artículo
complicaba un poco el proceso de anulación, porque la Nación intentaría un juicio a través de la Corte
Federal y de Casación (321). El artículo 81 fijaba que también se podía extinguir una concesión por mera
renuncia por parte del concesionario, renuncia que podía ser total o parcial dependiendo de si el
concesionario quería renunciar a algunas parcelas para mantener otras o conservarlas todas, y que podía
llevarla a cabo en cualquier momento. Eso de todas maneras no lo libraba del pago de impuestos (322).

Por último, el artículo 80 era el único de todos que reglamentaba la forma natural de extinción de
una concesión: la que devenía mediante el vencimiento del plazo por el cual se otorgaba (40 años). En su
estructura sentaba varios parágrafos, que daban opción a renovaciones obtenibles de distinta forma y en
principio también establecía que una vez vencido el plazo de la concesión de explotación, la Nación volvería
a readquirir sin cargos el terreno que alguna vez fue cedido, y junto con este también se tendrían todas las
obras (bienhechurías) que se hubieren erigido sobre él. Respecto de los parágrafos que generaban la
posibilidad de renovar las concesiones, el parágrafo primero y el parágrafo segundo se ven relacionados
entre sí como elementos reglamentarios de las renovaciones. El parágrafo primero dice que el Ejecutivo
Federal está facultado para celebrar con los concesionarios un convenio donde les cediera, por una vez, un
nuevo plazo para que exploten la concesión que ahora duraría cuarenta años más como máximo.

Este convenio se podía celebrar desde el vigésimo año de explotación de la concesión original (que
duraba cuarenta años) hasta el vigésimo octavo año, de forma que como habíamos comentado
anteriormente, el plazo de explotación de una concesión daba un total de hasta 78 años, abriendo un
horizonte a muy largo plazo para este negocio, siendo bastante beneficioso para el empresario. Por
contraprestación, obligaba a que una vez celebrado el convenio de renovación, el concesionario tendría
que pagar un nuevo impuesto superficial adicional de por lo menos 0.20 bolívares por hectárea y por año
que se le sume a la concesión. Si asumimos que por defecto este nuevo plazo era de cuarenta años, el
impuesto adicional sería de 7.8 bolívares (cantidad de años multiplicada por 0.20 bolívares) y se
multiplicaría por el número de hectáreas. Sin embargo, esta renovación por cuarenta años era el máximo
permitido, no era un plazo fijo que siempre se cedería; era el Ejecutivo Federal el que decidía el nuevo
plazo. El parágrafo segundo dice explícitamente que el concesionario tiene un derecho preferente a que se
le otorgue una renovación de la concesión, pero en los términos que el Ejecutivo Federal señalara y a
condición de que los impuestos que pagara tendrían que ser iguales o menores que los que había pagado
previamente y que no adeudara nada al fisco. La solicitud la llevaría a cabo el concesionario de forma
unilateral al penúltimo año del término de la concesión (año treinta y ocho) (323).
_________________________________________________________________________________________________________________________
321. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 13; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 79: «Es motivo
de extinción de las concesiones su adquisición por parte de Gobiernos o Estados Extranjeros o corporaciones que de ellos dependan, aunque la operación se
hiciere por persona interpuesta. La extinción prevista en este artículo se declarará por la Corte Federal y de Casación, mediante el correspondiente juicio que
intente la Nación. Declarada la extinción, solo surtirá efecto a partir de la fecha en que hubiere ocurrido al adquisición que la originó, y no afecta las obligaciones
del concesionario anteriores a dicha fecha».
322. Ídem, p. 14, art. 81: «También se extinguen las concesiones por la renuncia expresa que haga el concesionario en escrito presentado al Ministro de Fomento.
La renuncia puede hacerse en cualquier tiempo. Ella no liberta al concesionario de pagar los impuestos ya vencidos que adeudare al Fisco para el momento en
que la haga. El concesionario de varias parcelas de explotación provenientes de un mismo lote de exploración puede renunciar a unas y conservar otras».
323. Ídem, pp. 13 - 14, art. 80: «Las concesiones se extinguen por el vencimiento del término de su duración según sus respectivos títulos. En el caso de
concesiones de explotación, la Nación readquirirá, sin pagar indemnización alguna, las parcelas concedidas y se hará propietaria, del mismo modo, de todas las
obras permanentes que en ellas se hayan construidos. Parágrafo 1°: Se faculta al Ejecutivo Federal para celebrar con los concesionarios que gocen del derecho
de explotación, dentro del período comprendido desde el vigésimo hasta el trigésimo octavo año inclusivo del término de la concesión, un convenio para
acordarles por una sola vez, un nuevo plazo, que no podrá exceder de cuarenta años […]». El artículo sigue, pero es muy largo para colocarlo en un pie de página

163
Como no alcancé a colocar enteramente el artículo 80 en la nota a pie de página 323, decidí
transcribirlo y ponerlo aquí. Cito textualmente este artículo tal y como aparece junto con sus dos primeros
parágrafos en la Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31
extraordinario pp. 13 – 14; Ley de Hidrocarburos de 1943:

‘‘Las concesiones se extinguen por el vencimiento del término de su duración según sus respectivos
títulos. En el caso de concesiones de explotación, la Nación readquirirá, sin pagar indemnización alguna,
las parcelas concedidas y se hará propietaria, del mismo modo, de todas las obras permanentes que en
ellas se hayan construidos. Parágrafo 1°: Se faculta al Ejecutivo Federal para celebrar con los
concesionarios que gocen del derecho de explotación, dentro del período comprendido desde el
vigésimo hasta el trigésimo octavo año inclusivo del término de la concesión, un convenio para
acordarles por una sola vez, un nuevo plazo, que no podrá exceder de cuarenta años y que se contará a
partir de la fecha en que se publicare dicho convenio en la Gaceta Oficial de los Estados Unidos de
Venezuela. Las condiciones de dicho convenio serán las que el Ejecutivo Federal juzgare conveniente
pactar con el concesionario; pero en ningún caso menos favorable para la Nación que las que estuvieren
rigiendo para la concesión en la fecha del convenio. Este se considerará como complemento del título a
que se refiere y estará sometido a las mismas formalidades que para la expedición, publicación y registro
establecen los artículos 9 y 10 de esta Ley. El concesionario pagará al celebrarse el convenio un impuesto
especial no menor de veinte céntimos de bolívar (Bs. 0,20) por hectárea y por cada año de aumento del
término total de la concesión que resulte del nuevo plazo que se otorgue. Para todos los efectos legales
no previstos en esta disposición, se considerará que la concesión continúa en vigor, sin interrupción, a
partir de la publicación del convenio, por el término que se conceda.

Parágrafo 2°: El concesionario que nada adeudare por concepto de impuesto ni por ningún otro
respecto relacionado con la concesión, tiene por una sola vez el derecho preferente, que se considerará
inherente a la concesión, de que se le otorgue nuevamente en los términos y condiciones que señale el
Ejecutivo Federal, siempre que dicha concesión estuviere en producción comercial. La solicitud se hará
dentro del penúltimo año del término de la concesión. Recibida esta, el Ministro de Fomento, por una
Resolución que se publicará en la Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, dispondrá las
proposiciones que se le hagan para otorgar nuevamente la concesión, fijará el lapso de un mes para oírlas
y señalará los términos y condiciones mínimas en que esté dispuesto a otorgarla. En ningún caso los
impuestos serán menores que los pagados por el concesionario durante el año anterior a la fecha de la
solicitud. La aceptación se hará otorgando la buena pro a la proposición del concesionario, siempre que
esta se ajuste a los términos y condiciones fijados en la Resolución prevista en el aparte precedente; y
en su defecto, a la proposición que, ajustándose también a los expresados términos y condiciones, fuere,
a juicio del Ejecutivo Federal, más favorable a los intereses de la Nación. Contra la decisión que se dictare
al respecto, no habrá recurso alguno, salvo por parte del concesionario anterior, cuando se hubiere
desechado su proposición. En el caso de que las parcelas no fueren concedidas a anterior concesionario
o a un tercero, por no haber propuesta que se ciña a los términos y condiciones fijados por el Ejecutivo
Federal, este decidirá, dentro del remanente del término de la concesión, si la ofrece a licitación
nuevamente o se la reserva para loes fines previstos en el parágrafo 3° de este artículo. En ningún caso
podrá la concesión ser otorgada de nuevo a terceros, en condiciones más favorables para estos, sin que
se conceda también preferencia al anterior concesionario en el nuevo otorgamiento’’.

164
5.2.5. Sumario general de facultades que tenían los concesionarios
De acuerdo a lo analizado respecto de la Ley de Hidrocarburos de 1943, podemos bosquejar de
manera general las facultades más relevantes que tenían los concesionarios. Estas facultades, pues, nos
harán tener una idea sobre el extenso margen de acción que podían llegar a tener estos y que podía incidir
sobre la aceptación final de estos sobre la Ley de Hidrocarburos de 1943 —y más allá de eso, también sobre
la productividad y eficiencia de sus operaciones—. Así que siguiendo a Espinasa y la Ley de Hidrocarburos
de 1943 hallada en la Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela del 13 de Marzo de 1943 Número 31
extraordinario (324) (325) (326), podemos decir que obviando las formalidades legales, pero siendo permitidos
por las mismas a condición de seguir los debidos protocolos, los concesionarios podían:

1. Construir dentro y fuera de su parcela [Capítulo I, Sección II, art. 26]


2. Expropiar [Capítulo II, Sección I, art. 52 y art. 55];
3. Ocupar temporalmente propiedad particular [Capítulo II, Sección I, art. 52 y art. 55];
4. Exigir servidumbres en tierra de nadie [Capítulo II, Sección I, art. 53];
5. Exigir servidumbres en territorio de costa cercano a ríos, mares y lagos [Capítulo II, Sección
I, art. 56];
6. Obtener servidumbres de propietarios privados mientras realizaran los convenios con ellos
[Capítulo II, Sección I, art. 52 y art. 55];
7. Ser sus impuestos exonerados de forma temporal hasta recuperar pérdidas y generar beneficios
[Capítulo I, Sección VII, art. 43];
8. Recibir deducciones fiscales, ser relevados del pago de tributos impuesto al comercio [Capítulo
I, Sección VII, art. 40, art. 41, art. 43 y art. 50 - parágrafo 2 - regla B];
9. Ser aliviados de pagar el Impuesto Sobre la Renta en Estados Unidos si se pagare aquí en
Venezuela [Capítulo I, Sección VII, art. 56]
10. Producir energía eléctrica [Capítulo II, Sección I, art. 57];
11. Transferir energía eléctrica a quien o quienes quisieran [Capítulo II, Sección I, art. 57];
12. Traspasar su concesión [Capítulo II, Sección III, art. 63];
13. Heredar su concesión [Capítulo II, Sección III, art. 63];
14. Vender su concesión [Capítulo II, Sección III, art. 63];
15. Volver a tener su concesión después de traspasada [Capítulo II, Sección III, art. 65 y art. 66];
16. Celebrar los contratos que desearen con otros concesionarios con el objeto de explotar de forma
más eficiente su concesión [Capítulo II, Sección II, art. 62] y;
17. Exigir una renovación del título de su concesión por otros cuarenta años a fines de obtener un
período de explotación total que iba de 60 a 78 años [Capítulo IV, art. 80].
_________________________________________________________________________________________________________________________
321. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario, pp. 1 - 18
325. Espinasa, Ramón. El auge y el colapso de Pdvsa a los treinta años de la nacionalización. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales [online]. 2006,
vol.12, n.1, pp. 147-182
326. Espinasa, Ramón. Lecciones y propuestas para la reconstrucción del sector petrolero: A 75 años de los acuerdos de 1943. Prodavinci (2018).

165
5.2.6. Situación en el medio plazo post–Ley de Hidrocarburos de 1943
''La ley, junto con los acuerdos que la acompañaron, crearon los cimientos de la fase más duradera y
de más vigorosa expansión de la industria petrolera venezolana en toda su historia''.
Ramón J. Espinasa.

El experto petrolero Ramón Espinasa define así la consecuencia de la promulgación de la Ley de


Hidrocarburos de 1943. Pero no es el único. Alejandro Cáceres también ha dado cuentas de lo que fueron
los años siguientes a 1943 para la industria petrolera venezolana…Los años dorados. Como habíamos
comentado anteriormente, esta industria se había integrado bastante teniendo presentes todas las
actividades que se gestan en ella; exploración, explotación, refinación y transporte. Sumado a ello, se había
visto bañada en el prestigio global, al punto de que si una empresa petrolera enviaba a un empleado a ser
gerente de operaciones en Venezuela, esto era la antesala para ser el Director Ejecutivo de la empresa. Y
no solo eso, porque también como se pudo leer en «Las oportunidades desechadas ‘‘made in democracy’’»,
las empresas estaban ascendiendo a los venezolanos a posiciones gerenciales también y estaban trayendo
equipos de computación a Venezuela. Aunque esto no parece mucho, estas computadoras eran de las
primeras que entraban en Latinoamérica (327) (328). Eso significaba Venezuela para el exterior. Ahora bien,
en términos de cifras podemos encontrar una amplia variedad de indicadores que demuestran el enorme
auge, y de los beneficios que causó la Ley en parte, tanto para el Estado como para las empresas.

Cuadro 68 | Beneficios derivados de la explotación petrolera a precios reales en Venezuela desde 1947 a 1959.
Se encuentran repartidos entre Estado - Industria y los beneficios totales por año. Fuente: Petróleo y otros datos
estadísticos, serie 1959.

Según la serie 1959 del PODE (Petróleo y otros datos estadísticos) (329), la cuestión se encontraba
boyante tanto para el Estado como para las empresas. Los beneficios se encontraban bastante equiparados
entre el Estado y la industria petrolera. Esto ya sabemos le resultaba conveniente a los empresarios que la
formaban pues pensaban que podían detener con el 50:50 la expansión fiscal de los rapaces Estados.
_________________________________________________________________________________________________________________________
327. Spiritto et al. La economía venezolana en el siglo XX. Universidad Católica Andrés Bello. Primera Edición (2018) p. 56
328. Ver sección «3.3. Las oportunidades desechadas ''made in democracy''»
329. Se encuentra en la página del Ministerio del Poder Popular para el Petróleo y Minas. Es una compilación que se hace desde 1959.

166
Desde 1947 hasta 1957 la cuestión se encontraba así: los beneficios totales de la industria petrolera
pasaron de 5113 millones de dólares a los 15427 millones de dólares, a precios reales. Estos beneficios
totales se dividieron en dos: Lo que le tocaba al Estado y lo que le tocaba al sector privado. La parte de los
beneficios distribuidos hacia el Estado —porque el Estado no producía nada, solo consumía en virtud de
decirse representante del ‘‘dueño’’ de los yacimientos— pasaron de ser 2675 millones de dólares a 7946
millones de dólares. Por la parte del sector privado, los beneficios pasaron de ser 2438 millones de dólares
a ser 7480 millones. En promedio, esta producción de beneficios se triplicó desde 1947 hasta 1957, y el
trato quedó configurado como el famoso 50:50, que les estaba dando a los empresarios lo que querían para
permanecer invirtiendo, y así se hizo.

Cuadro 69 | Porcentaje de los beneficios derivados de la explotación petrolera repartidos entre el Estado y el
Sector Privado. Fuente: Petróleo y otros datos estadísticos, serie 1959.

La repartición de beneficios entre el Estado y el sector privado quedó congelada desde 1947 hasta
1957 en una repartición del 46.32% de los beneficios para el sector privado y el otro 53.68% para el Estado
(en promedio). Incluso para el estatista más rancio, esto se debe admitir como beneficioso por el bien su
propia coherencia interna en vista de que antes de la Ley de Hidrocarburos de 1943, los beneficios
derivados de la actividad petrolera que se llevaba el Estado estaban calculados en torno a un 25% (330).
Después, vemos que el promedio estaba en torno al 53.68%, un salto cuantitativo muy marcado que
duplicaba su participación. Lo siguiente que podrían lograr era quebrar a las empresas petroleras, que de
hecho, hicieron y demostramos que pasó (y no les salió para nada bien) en la sección «Expansión, apogeo y
trágica caída: Largo plazo en la industria petrolera venezolana». Una novedad que también trajo la Ley de
Hidrocarburos de 1943 fue la inversión suficiente para que las empresas privadas hicieren dos de los
complejos refinadores más grandes de la región incluso aun en la actualidad (por su capacidad potencial si
se le hicieren los trabajos correspondientes), pese a que la administración socialista los ha destruido, y la
socialdemócrata evitó que se hicieren más trabajos como estos. Hablamos de los complejos de Cardón y
Amuay, hechos por la Shell y la Creole Petroleum Corporation respectivamente (331).
_________________________________________________________________________________________________________________________
330. Espinasa, Ramón. Lecciones y propuestas para la reconstrucción del sector petrolero: A 75 años de los acuerdos de 1943. Prodavinci (2018)
331. Ídem

167
Tanto Cáceres como Espinasa coinciden en que la creación de estos complejos de refinería, más la
facultad natural amparada por Ley de las empresas para enviar a refinar sus productos con otras,
contribuyeron a que la refinación se multiplicara por diez veces desde 1944 hasta 1957. En palabras de
Espinasa podemos leer lo siguiente: ‘‘Como parte de los acuerdos, se construyeron las refinerías de Cardón y
Amuay. Durante décadas, estas dos refinerías fueron el complejo refinador más grande del mundo. [...] La
refinación local se multiplicó por más de diez en quince años’’ (332). Las de Cáceres lo siguen, no son muy
distintas pero añaden los datos exactos: ‘‘La década de los cincuenta se inicia con la inauguración de los
complejos refinadores de alta capacidad en la Península de Paraguaná al Occidente de Venezuela, donde Shell
en Cardón, y la Creole Petroleum Corporation, subsidiaria de la Standard Oil de New Jersey, en Amuay, han
construido sus respectivas refinerías, lo cual permite que la refinación suba 10 veces, de apenas 71 mil barriles
diarios en 1944 a 731 mil barriles diarios en 1958’’ (333). Aunque no tenemos estadísticas de 1944, sí tenemos
los datos que van desde el primer registro del PODE hasta 1959. Los datos nos demuestran que de forma
efectiva, tanto la capacidad de refinación como la refinación efectiva de barriles diarios crecieron
incrementalmente y con un paso sostenido.

Cuadro 70 | Barriles refinados por día (azul claro) y capacidad de refinación instalada de la industria (turquesa)
desde 1949 hasta 1959. Los barriles refinados por día son exactamente eso, y la capacidad de refinación es lo que la
industria podía refinar como máximo. Fuente: Petróleo y otros datos estadísticos.

La refinación efectiva de barriles en el país pasó de 145.383 barriles diarios en 1949 a 731.794
barriles diarios en 1957, llegando a un punto máximo de 824.043 barriles por día en 1959, creciendo así
un 466% en once años, sin quitar mérito al crecimiento del 929% que fue desde 1944 hasta 1957. Pero
esto no era el único logro durante la era dorada, porque la capacidad de refinación también venía creciendo
a la par aunque un poco más lento: en 1950 la capacidad de refinación de las empresas era apenas de
257.870 barriles diarios para llegar a los 673.000 barriles diarios en 1957, alcanzando el máximo de la
década en 1959 con 946.000 barriles diarios. Un crecimiento de la capacidad de refinación del 266.85%. El
crecimiento promedio de la refinación efectiva fue del 20.1% desde 1950 hasta 1959, y la variación
interanual promedio desde 1951 hasta 1959 de la capacidad de refinación fue del 16.4%.
_________________________________________________________________________________________________________________________
332. Espinasa, Ramón. Lecciones y propuestas para la reconstrucción del sector petrolero: A 75 años de los acuerdos de 1943 Prodavinci (2018)
333. Spiritto et al. La economía venezolana en el siglo XX. Universidad Católica Andrés Bello. Primera Edición. (2018) p. 57

168
De igual manera que con todo lo anterior, la refinación no era lo único que florecía, porque algo que
también provocó la Ley de Hidrocarburos de 1943 fueron ritmos de crecimiento bastante grandes en la
producción petrolera durante los lustros que le siguieron a la Ley, como recuerda Espinasa. El promedio de
crecimiento anual de la producción petrolera en el país se remontó al 12.39 % entre 1943 y 1959. En
especial tuvo una crecida anormalmente alta (muy por encima del promedio) en 1944, donde solo en ese
año ascendió 42.07% (tres veces y media por encima del promedio anual) (334), mostrando que la Ley no le
dio miedo a los empresarios ni mucho menos, sino al contrario: Estos estaban dispuestos a arriesgar el
capital en el país y a llevar a cabo sus obras. ¿Y cómo no? Esta Ley les daba facultades bastante buenas que
doblaban el peso de las obligaciones redundantes que eran cosas que el empresario haría de todos modos
por la naturaleza de su rol, junto con derechos variopintos que les proporcionaban una excelente base de
incentivos que, viendo que podrían multiplicar sus ingresos muchas veces —que sí lograron, elevándolos
por tres veces en comparación a 1947 y probablemente por cerca de entre cuatro y seis veces en
comparación a 1942— decidieron no molestarse, sino propugnar el mayor avance de la industria petrolera
en toda la historia del país, aun sin tener los mejores precios del barril. Tal como lograron hacer con sus
beneficios y con la refinación, también lo hicieron con la producción. De hecho, era necesario.

Cuadro 71 | Crecimiento interanual de la producción petrolera en Venezuela desde 1937 hasta 1959. Fuente: Roser y
Hitchie (2020) en base a Etemad y Luciani (1991) y a la Energy Information Administration: International Energy
Statistics. Por mi parte contextualicé la caída de 1942 por el ataque nazi a los petroleros holandeses, estadounidenses y
venezolanos con Mares y Altamirano (2020).

Salvo por una fuerte caída del 35.38% durante 1942 en la producción petrolera causada por el
pánico y la paralización de las actividades debido a constantes ataques de los nazis sucedidos en plena
ejecución de la Operación Neuland (335), la producción en casi todos los años se vio fuertemente potenciada
y sus caídas fueron nimias en comparación al impulso que recibían antes y después, que las compensaban
y dejaban anuladas en el acto. Los años siguientes a la promulgación de la Ley de Hidrocarburos de 1943
fueron aquellos donde tuvo lugar el mayor crecimiento en la producción petrolera: de 1943 a 1946 el
promedio de crecimiento interanual fue del 27%, más del doble del promedio general.
_________________________________________________________________________________________________________________________
334. Se puede consultar el artículo de investigación ‘‘Fossil Fuels’’ de Roser y Hitchie (2020) en el sitio web Ourworldindata. https://ourworldindata.org/fossil-
fuels
335. Balladares Castillo, Clemente. La noche de los submarinos nazis en Venezuela. Wall Street Magazine (2020)

169
Pero a todo esto le falta una cosa para que tenga sentido. No hay producción petrolera sin
yacimientos; no se puede sacar petróleo si no abres los pozos en la tierra… Pero el sector privado ya habría
encargado de realizar esta tarea para poder extraer el ‘‘oro negro’’ y así llegar a incrementar la producción
a niveles jamás vistos antes, y que apenas se vieron después con los demócratas —consolidando la
perspectiva que se tiene ante sus extensos errores, concediéndonos más razones para criticarlos, y no
merecen menos que eso: la crítica—. De hecho, podemos decir (y ahora sí, sin miedo a equivocarnos) que
entre 1949 y 1957 tuvo lugar el período de mayor construcción y puesta en funcionamiento de pozos
petroleros de toda la historia de Venezuela, especialmente a partir de 1951.

Cuadro 72 | Pozos petroleros completados por año en Venezuela a nivel nacional y por jurisdicción entre 1949
y 1959. Las cuatro jurisdicciones donde se extraía petróleo en aquel entonces eran Maracaibo, Barcelona, Maturín y
Barinas. Fuente: Petróleo y otros datos estadísticos, serie 1959.

A nivel nacional, en 1949 apenas se construían anualmente 548 pozos. Esto cambió para 1957,
puesto que esa cifra se habría casi triplicado: la cantidad de pozos petroleros construidos en 1957 ascendía
a los 1574: 189% más que en 1949. Además, se notaba una posición dominante de la jurisdicción de
Maracaibo, ya que en su Costa Oriental era en donde más actividad petrolera existía y para la industria
local de esta zona llegó a perforar y acomodar hasta 857 pozos en un año, que de hecho, es una curiosidad
porque es mayor que la cantidad de pozos construidos en todo el país en 1949. A Maracaibo le seguía
Barcelona (Anzoátegui) y continuados por Maturín y Barinas, que ha tenido históricamente la proporción
más baja de pozos construidos y no ha sido zonas de relevancia. Pero de todas maneras este no es el dato
relevante, si bien es el que muestra que nunca hubo más pozos terminados en la historia de Venezuela —
como seremos capaces de comprobar con el contraste a largo plazo— lo que importa es la cuestión pequeña
o ignorada. En promedio entre 1949 y 1959 se construían 924 pozos anuales, cosa que se veía todavía más
acelerada en el período comprendido desde 1951 hasta 1957, con 1078 pozos culminados por año. Solo
pensémoslo: todo un boom devino de la perforación de un solo pozo llamado Zumaque II, en una parcela,
por allá en 1922. ¿Se nota cuál es la magnitud de hacer hasta 1078 pozos por año en comparación con
1922? Y lo que es más: ¿No es relevante acaso preguntarse cuantos pozos en total se habrían construido a
final de período si cada año se construían 924? Solo saquen la cuenta…

170
Cuadro 73 | Pozos petroleros completados en Venezuela por jurisdicción en el período 1949 – 1959, total. Las
cuatro jurisdicciones donde se extraía petróleo en aquel entonces eran Maracaibo, Barcelona, Maturín y Barinas. Fuente:
Petróleo y otros datos estadísticos, serie 1959.

Si no la sacaron, yo les doy el dato: en total, desde 1949 hasta 1959 se construyeron 10.162 pozos
petroleros en las cuatro jurisdicciones donde se estaba operando. En Maracaibo se construyeron 5265
pozos, que eran el 51.81% del total, por lo que se llevaba la corona; igualmente siempre ha sido la región
petrolera por excelencia del país, o por lo menos hasta el descubrimiento de la Faja Petrolífera del Orinoco,
que no obstante, el sector privado no tuvo el placer de explotar porque ya había pasado a… Otro plano
existencial, digamos, en el momento del descubrimiento de su potencial.

Barcelona vio hacerse 4071 pozos petroleros, quedándose como la segunda zona al mando con el
40.06% de la porción. La industria local de Maturín, por su parte, construyó 751 pozos, que eran el 7.39%
del total y relegando a esta ciudad de Oriente a un puesto menor entre las jurisdicciones petroleras del
país. Por último, en Barinas se hicieron nada más 75 pozos de esos 10.162 pozos construidos a nivel
nacional. (Confieso que haciendo este trabajo fue la primera vez que vi que esta zona de mi región de los
Llanos Occidentales poseía algo relacionado a la industria petrolera, así que en mi mente se queda como
un dato curioso). Esto dejaba a la llanera con una participación del 0.73% dentro de los pozos construidos.

Ahora bien, este dato de los 10.162 pozos es importante por la siguiente razón: en 1979 (21 años
después) había 22.471 pozos capaces de producir, por lo que si asumimos que estos pozos seguían
trabajando desde por lo menos dos décadas en el pasado, aproximadamente el 45.22% de estos se habría
hecho entre 1949 y 1959, y la realización de pozos en años posteriores habría caído aproximadamente a la
mitad de su rendimiento. Ahora, incluyendo aquellos pozos que estaban abandonados y que estaban
esperando abandono, en 1979 había 30.969 pozos, por lo que al menos un tercio (1/3, que era por lo menos
el 32%) de estos se habría construido nada más entre 1949 y 1959. También es destacable que en la era
democrática empezaron a volar por los aires la cantidad de pozos abandonados: Nada más de 1957 a 1959
se abandonaron 1106 pozos petroleros. Muchos permanecieron cerrados a la espera de una renovación de
concesiones que nunca llegó… Más lo que sí llegó en democracia fue el fin de la efímera «era dorada».

171
5.3. Expansión, apogeo y alarmas de caída en democracia: Largo plazo
de la industria petrolera venezolana
‘‘En 1958 el gobierno venezolano en forma unilateral, haciendo uso de sus prerrogativas
soberanas, aumentó la tasa de impuesto sobre la renta (I/R) para las empresas petroleras,
incrementando la participación del Estado en el excedente operacional a 65%. Roto el molde del
50:50, el Estado haría uso del aumento unilateral en la tasa de I/R para incrementar su participación
en el excedente petrolero, en la medida en que las condiciones políticas así lo permitieran, hasta
estrangular a las operadoras extranjeras, llegando a una participación de 95% en los años previos a
la nacionalización’’.
Ramón J. Espinasa.

Ahorcar a los ‘‘malvados capitalistas’’ nunca fue peor idea. De la forma que relata Espinasa terminó
la época dorada de la industria petrolera venezolana para empezar la segunda más turbulenta: la que
vino con los años de democracia. Por alguna razón siempre he visto que la historia democrática de
Venezuela, y en especial todo lo que recuerda a petróleo, nunca se toca ni se somete a escrutinio por parte
de nadie… Es como si todo lo relacionado a los demócratas, la democracia y la idea de ‘‘política social’’ fuera
intocable. Debe ser porque el Dr. Juan Pablo Pérez Alfonzo (llamado Arquitecto de la OPEP, y más ferviente
partidario de la nacionalización del petróleo) era muy respetado en su tiempo y todavía hoy, especialmente
por comunistas y socialistas democráticos —aunque su carrera estuvo marcada por contradicciones y
parece ser que no tenía idea ni de donde estaba parado, que hemos de comprobar examinando el mayor
desastre del que fue artífice: la industria petrolera venezolana en democracia—, o tal vez porque el
establishment académico endógeno siempre fue socialdemócrata, ‘‘nacionalista’’ o demócrata-liberal, pero
siempre tibio viviendo en entelequias colectivistas (o si no vivieron en ellas, fueron muy serviles a su
supremacía) que se volvieron armas letales llamadas políticas públicas, que adquieren tal estatus porque:

1. Eran dogmas e idiocias resguardadas en lo más profundo de las mentes narcisistas de los
demócratas que creían tener el derecho a decirnos como vivir y como hacer, pero que salieron
a la luz aun careciendo de cualquier respaldo teórico o experimental y de paso contradiciéndolo (mi
trabajo, en realidad, solo se encarga de compilar todo aquello en lo que los demócratas fallaron
precisamente por desobedecer y contradecir de forma necia los principios de la economía, de la
lógica y del orden natural), por lo que a la postre, sería como una prueba de fe.
2. Cada cosa que hacían era un experimento fallido tras otro, desde la Reforma Agraria del 63, el
desarrollo de la sustitución de importaciones (en especial el período 1974 – 1978), las
devaluaciones que trajeron —fueren ‘‘maxidevaluaciones’’ o ‘‘minidevaluaciones’’—, CORDIPLAN,
V Plan de la Nación, El Gran Viraje (ni siquiera llegaron a ejecutarlo porque los cuervos que criaron
les sacaron los ojos con estallidos sociales como el Caracazo) y finalmente, lo que estudiamos y fue
el mayor error de estos: el estrangulamiento del sector privado, el arrebatamiento de sus
inversiones con la nacionalización para después revertir lo que provocaron, yendo de nuevo a llorar
ante los pies del sector privado (¿a alguien le suena la Apertura Petrolera?).

Pese a los beneficios indudables que trajo la Ley de Hidrocarburos de 1943 en general, tanto a la
industria petrolera nacional, regional, local; a la producción, capacitación tecnológica y continuidad de la
explotación; a la obtención de beneficios tanto del Fisco como de las empresas, el Estado no se conformó
con eso. En el cuadro 69, pudimos apreciar que tras pasarse la línea de trazos amarilla, la participación del
Estado creció de manera súbita. No pasó ni un año para que la democracia surtiera efecto.

172
5.3.1. Expliquemos el desastre: La inmundicia y fracaso de Pérez Alfonzo
La secuencia 51— 64 — 69 es la indicada para explicar esta situación, porque es el porcentaje de
participación del Estado sobre los ingresos petroleros desde 1957 hasta 1959. En nada más dos años, el
Estado Venezolano subió su participación en dieciocho (18) puntos, básicamente lo que no había subido
con la vigencia de la Ley de Hidrocarburos de 1943 y lo que no había subido jamás, lo logró subir en nada
más dos años a través de la técnica que describía Espinasa (336). Así es como paga el diablo, y así fue como le
pagó el Estado a los concesionarios. Pero el brazo del diablo que les hizo esta mala jugada tuvo un nombre:
Juan Pablo Pérez Alfonzo. Podrían preguntarse; ‘‘¿y quién es ese?’’, pues bueno, fue un político venezolano,
militante del partido Acción Democrática, quién ejerció como Ministro de Fomento en los años 1945 – 1948
y que luego trabajó como Ministro de Minas e Hidrocarburos durante el gobierno de Rómulo Betancourt.

Éste personaje fue polifacético, y cambiaba dependiendo de dos factores: el pasar del tiempo por un
lado, y el fracaso de sus ideas por otro. Si fallaban, simplemente se radicalizaba más e incluso llegó a decir
que la nacionalización falló no porque la nacionalización fuera mala en sí, sino porque no la hicieron a
tiempo. Según él: ‘‘La nacionalización a cámara lenta desvirtúa sus fines y propósitos. Por argumento a
contrario podría aducirse que esa lentitud es lo conveniente a las empresas y a sus acólitos’’ (337). Bueno,
digamos que eso no tiene ningún sentido porque expresamente la Ley de Reversión de 1971 y la Ley de
Reserva al Estado de 1975 hicieron todo lo que Pérez Alfonzo deseaba: Hacer una lista de todos los bienes
de capital que el Estado podía tomar, decir que si se los llevaban los iban a retener, estrangularlos hasta
que no les quedare más opción que dejarse robar y luego quitarles salvajemente sus propiedades
declarándolas como bienes públicos (más adelante analizaremos ambas Leyes).

Probablemente su don como político proselitista y camaleón le valieron más que su título de
abogado, o tal vez el título de abogado potenció su habilidad retórica y su ego. Quien sabe, hoy día solo lo
podemos desmentir avivando las llamas de su fracaso porque aunque él está muerto, todavía quedan
muchos de sus defensores rondando por ahí. Podríamos decir que fue el artífice del mayor cartel petrolero
que ha existido [la OPEP], y que de forma irónica lo creó para reaccionar ante los cárteles petroleros
privados. (Que buena idea, vamos a combatir a esos consorcios privados malitos creando un consorcio
estatal más grande que tiene todas sus características y ‘‘poder económico’’ pero directamente con los
poderes propios de un Estado, que son el político y el militar. Nosotros lo vamos a hacer bien con incluso
más poder porque nosotros sí somos buenos, ¿o no Hugüito Chávez? Los que estamos en el Estado sí somos
hombres de bien, los demás son traidores de la Patria). Y no, no es mentira mía. Según Gregorio Darwich:

‘‘[…] Hoy sabemos que a raíz de esa rebaja se generaron acontecimientos que en la década de los setenta
hicieron naufragar el predominio de las concesionarias sobre la fijación de los precios. No se imaginaron
las compañías que en el Congreso Panarábigo celebrado en el Cairo en 1959, al cual fueron invitados
países no árabes como Irán y Venezuela, se iba a firmar un pacto de caballeros que establecería una
comisión permanente de consulta para evaluar la marcha de sus asuntos petroleros. Así,
inmediatamente después de la baja de los precios, los signatarios del pacto se reunieron en Bagdad, en
septiembre de 1960, para acordar una respuesta conjunta a las compañías. Del encuentro surgió la
Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), con la participación de Irak, Irán, Kuwait,
Arabia Saudita y Venezuela, que en conjunto movilizaban el 88 por ciento del comercio internacional de
hidrocarburos y producían el 40 por ciento del petróleo global’’ (338).
____________________________________________________________________________________________________________________________________
336. Espinasa, Ramón. El auge y el colapso de Pdvsa a los treinta años de la nacionalización. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales [online]. 2006,
vol.12, n.1, pp. 147 – 182
337. Pérez Alfonzo, Juan Pablo. Hundiéndonos en el excremento del diablo. Editorial El Perro y la Rana, Segunda Edición (2010) p. 19
338. Darwich Osorio, Gregorio. Institucionalidad petrolera en Venezuela de 1959 a 1963: entre continuidades y discontinuidades. En: Cuadernos del CENDES,
año 25 n° 67, tercera época (Enero – Abril 2008) p. 41

173
Y no solamente fue artífice de esto. Él también fue creador —para rematar con las contradicciones
que tenía este hombre encima— de la política de No Más Concesiones. En su libro «Hundiéndonos en el
excremento del diablo» que, a ojos sagaces, no hace más que constatar su vida de arrepentimientos:

‘‘Por este camino la dictadura llegó hasta violar el principio de no más concesiones, aplicado por el
derrocado Gobierno democrático desde su comienzo en octubre de 1945, que posteriormente había
quedado aprobado por el primer Congreso Nacional elegido por votación directa y popular. En 1956 y
1957 la dictadura otorgó concesiones en la afamada gold lane del área petrolera nacional más prolífera,
en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo’’ (339).

Menos mal que la violaron y la rompieron. Gracias a hacerle tal ‘‘atrocidad’’ a la legislación
demócrata (que lamentablemente no fue más que un intento de retardarla, porque más temprano que tarde
esta terminó imponiendo para acabar con la industria petrolera nacional) fue que se divisaron los
beneficios a medio plazo de la Ley de Hidrocarburos de 1943, que pese a sus visibles e indelebles tintes
estatistas, fue la mejor que hubo. En cambio, la legislación petrolera de Pérez Alfonzo, quien como dice
Darwich se instaló en el Ministerio de Minas e Hidrocarburos (340) y fue el responsable de que el Estado
tuviera cada vez más y más participación, fue la que permitió que en 1975 se nacionalizara la Industria y,
a consecuencia de esto, la producción de petróleo bajó mínimos históricos con PDVSA.

Cuadro 74 | Producción de petróleo en Venezuela desde 1936 hasta 1999 (largo plazo). Fuente: Roser y Hitchie
(2020) en base a Etemad y Luciani (1991) y la base de datos International Energy Statistics.

Se ve que cuando se aprueba la Ley de Hidrocarburos de 1943, tiende a crecer exponencialmente


hasta 1957. Cuando cae Marcos Pérez Jiménez (y sube la participación fiscal), notamos que el crecimiento
se empieza a aplanar. Al llegar 1971 (cuando se aprueba la Ley de Reversión) empieza a caer… Cuando se
nacionaliza la industria cae súbitamente y de forma sostenida hasta 1988, cuando empieza la Apertura
Petrolera que no fue más que una muestra de arrepentimiento de los demócratas ante su propia política.
_________________________________________________________________________________________________________________________
339. Pérez Alfonzo, Juan Pablo. Hundiéndonos en el excremento del diablo. Editorial El Perro y la Rana, Segunda Edición (2010). p. 37
340. Darwich Osorio, Gregorio. Institucionalidad petrolera en Venezuela de 1959 a 1963: entre continuidades y discontinuidades. En: Cuadernos del CENDES,
año 25 n° 67, tercera época (Enero – Abril 2008) p. 45

174
Este sujeto era bastante extraño, la verdad. En 1943 era ferviente opositor a la Ley de Hidrocarburos
de Medina Angarita, a la que tachaba de ‘‘precipitada, arbitraria, inconstitucional e inviable’’ (341). Decir estas
memeces es disparatado, primero porque cualquier legislación estatal habida y por haber es, por defecto,
arbitraria: un Estado es un monopolio de la fuerza y ciertamente, lo quieras o no, debes acatar sus leyes
porque no es opcional, es impuesto; arbitrario (342). De todos modos él era un estatista. En segundo lugar,
porque su política de ‘‘no más concesiones’’ se originó tras un Golpe de Estado en 1945. ¿Qué Ley que se
origine justo después de un Golpe de Estado no va a ser precipitada? Y no solamente eso; ¿acaso un Golpe
de Estado no es también inconstitucional? Porque él fue partícipe, y llegó a más: fue Ministro de Fomento
de la Junta que mandó durante esos años y fue perpetradora de tal descabezamiento del Estado.

Me gustaría preguntarle eso si estuviera vivo… Tal contradicción de su parte es irresoluble hoy por
parte de su proferente (es decir, el mismo Pérez Alfonzo), así que como adquiere ese estatus y su conclusión
resulta unidireccional, es un hipócrita. No se puede criticar a una Ley por precipitada pero tú mismo hacer
Leyes en una Junta que ascendió al poder por golpe de Estado. Es como decirle tu hijo que no puede fumar,
pero fumarte delante de él cuatro cajas diarias. O todavía peor: tú no puedes acusar a una Ley de
inconstitucional y aceptar un cargo ejecutivo en un gobierno ascendido por Golpe de Estado. Eso ya es
como criticar a tu vecino porque golpea a su esposa, pero tú vas a un club donde son golpeadores
profesionales de mujeres. Algunos hablan de un «doble» Pérez Alfonzo: uno al inicio y otro en las
postrimerías, que contradecía al primero (343). Pero no tuvieron que pasar 30 años para que se contradijera;
solamente dos. Parece que durante toda su carrera tuvo esa manía de hablar para detrás y para adelante.

Lo más llamativo es que este sujeto, en su estadía en el aparato estatal como Ministro de Fomento
de la susodicha Junta que tuvo su origen en un Golpe de Estado plenamente inconstitucional —aunque
Pérez Alfonzo se decía constitucionalista para lo que le convenía, como todos los políticos—, originó lo que
se conocería después como el Pentágono Petrolero, que según Darwich:

‘‘Siendo el Trienio tiempo de cambio social y político, fue también tiempo de impulso de una política
petrolera que buscaba conquistar mejores posiciones para el Estado en su relación con las
concesionarias, y que demandaba atraer la voluntad de sectores de la sociedad a favor de una política
petrolera de defensa del petróleo nacional. Cinco fueron las acciones adelantadas: el principio de no
otorgar nuevas concesiones; la vigilancia de la participación de la nación en las ganancias petroleras,
que derivó en el reparto de las utilidades en un esquema conocido como el fifty-fifty; la defensa y
conservación del petróleo; el planteamiento de dar continuidad a la Ley de Hidrocarburos de 1943, y el
ideal de avanzar hacia la industrialización petrolera nacional’’.

¿Encuentran el error? Después de haber criticado la Ley de Hidrocarburos de 1943, asume como
Ministro de Fomento en 1945 y lo primero que hace es mantener la Ley que había criticado hacía apenas
dos años. Así cualquiera. Y no solo eso; aunque él mismo decía que era inviable, quería mantener el fifty-
fifty split, que solo había sido posible a través de la LHC de 1943 y los acuerdos convenidos con las
empresas —que estaban muy interesadas en él porque pensaban que el límite de ese 50% iba a evitar que el
Estado siguiera devorando sus beneficios—. Llegado 1958 y durante la administración de Edgar Sanabria,
llegó el momento donde empezaron a manipular el Impuesto Sobre la Renta, el 50–50 se rompió y las
empresas entraron en una crisis de confianza, respondiendo con desinversión (344).
_________________________________________________________________________________________________________________________
341. Chirivella, Andrés. La reforma petrolera de 1943 en el marco del proyecto de modernización del Estado Venezolano. Universidad de Carabobo (2017) p.
160.
342. Sobre esto se puede ver: Huemer, Michael. El problema de la autoridad política: Un estudio del derecho a la coacción y el deber de obediencia (2019)
343. Pérez Alfonzo, Juan Pablo. Hundiéndonos en el excremento del diablo. Editorial El Perro y la Rana, Segunda Edición (2010) p. 18
344. Darwich Osorio, Gregorio. Institucionalidad petrolera en Venezuela de 1959 a 1963: entre continuidades y discontinuidades. En: Cuadernos del CENDES,
año 25 n° 67, tercera época (Enero – Abril 2008) p. 45

175
Ya sé que hemos visto muchas contradicciones ajenas en apenas una página. Lamentablemente yo
no tengo el talento para insultar que tenía Marx, o que tenía Engels, que insultando a Max Stirner llegaron
a escribir más palabrería que la que el mismo Stirner había escrito en sus libros (345). Pero sí tengo buen
ojo para notar las fallas en la argumentación de un contrario y hacerlas caer, o por lo menos eso me han
dicho. Sea como sea y a mi leal posición, lo cierto es que un hombre como Pérez Alfonzo era peligroso
porque tenía más de retórica que de sustancia, y más de ideología y necedad que respaldo empírico ya que
leyendo «Hundiéndonos en el Excremento del Diablo» me di cuenta que no sabía ni siquiera analizar datos,
pese a que Darwich (que al igual que Chirivella, tampoco es de mi agrado, pero es uno de los estudiosos de
la institucionalidad petrolera nacional y quien ha dado datos históricos respecto al petróleo) lo
consideraba —o por lo menos decía que se había consagrado como— un experto petrolero (346).

Pero esto no fue lo que más llamó mi atención. Es decir, sabemos que un tipo como él, quien hablaba
hacia adelante y hacia atrás, que parecía un rebelde sin causa que hoy se podía oponer a X para poner Y,
pero mañana decía que X era la panacea a todos los males bajada a la tierra por Dios, que era alguien que
se radicalizaba año tras año en la dirección equivocada, dando vueltas sobre un mismo punto pero con una
capacidad de convencer a bobos demasiado grande… Sabemos que alguien como él no puede gobernar ni
ser asesor; ni dentro de ningún Estado o en alguna organización fuera de él, porque era capaz de destruirlo
en poco tiempo. No porque fuera el más excelso anti–sistema; no porque fue un valiente outsider que se
enfrentaba a la clase política, sino porque sus ideas mataban países y porque el resultado de sus ideas, que
llegaron a su clímax con la Nacionalización en 1975 y se efectuaran en 1976, dieron como resultado la
aniquilación sostenida de la producción petrolera desde 1975 hasta 1988. De hecho, sus ideas eran tan
malas que las pruebas ya las vimos: él mismo se arrepentía de ellas. Lo hacía bien aceptando y ejecutando
él mismo Leyes que antes había odiado, como pasó con la de Hidrocarburos de 1943, o lo hacía bien él
mismo diciendo que lo que pasó con las suyas estaba mal. Eso fue lo que dijo después de la nacionalización.

‘‘[…] Diría que es alerta a los países que se encuentran en situaciones similares a las vividas por
Venezuela para que administren sus recursos naturales y no sean víctimas del “Efecto Venezuela”. En
realidad lo que yo quise decir con “Efecto Venezuela” es “indigestión económica”. Un país de repente se
encuentra con grandes ingresos imprevistos, dinero que no ha sido producido sino “regalado” como un
maná. Mi consejo es que no se gaste alegremente, que no se dilapide como en Venezuela, que se empleen
esos fondos en forma comedida y responsable’’ (347).

Se arrepintió de su propia creación. Décadas —casi medio siglo— de decir ‘‘participación razonable’’
y de buscar ‘‘darle al Estado su puesto’’ para que cuando pasara, arrepentirse y decirles a los demás países
que no imitaran a Venezuela… Pese a que era su propio sistema. Todo lo que vino después de 1958 se llamó
la Era de Pérez Alfonzo (348), y para un hombre coherente, este arrepentimiento no debió tener lugar. Tuvo
años para rectificar, pero nunca lo hizo. Siguió con la idea de nacionalizar, de captar más y más renta, de
que el Estado multiplicara el gasto público, de que el Estado subvirtiera la industria petrolera y la
gestionara… Para que cuando se vieran los resultados de ello —pese a que él mismo estuvo presente para
sentar las directrices de lo que pasaría— venir sorprendido de la consecuencia natural de su política a decir:
‘‘no, había que nacionalizar antes’’ para después decir ‘‘esos recursos nos cayeron del cielo y eso es malo’’.
¿Para qué decía que había que nacionalizar el petróleo si al final el problema era el petróleo mismo?

_________________________________________________________________________________________________________________________
345. Las críticas que Engels y Marx le dieron a Max Stirner en las tituladas ''Saint Max'' superaron el volumen de todos los escritos de Stirner juntos hasta la
fecha.
346. Darwich Osorio, Gregorio. Institucionalidad petrolera en Venezuela de 1959 a 1963: entre continuidades y discontinuidades. En: Cuadernos del CENDES,
año 25 n° 67, tercera época (Enero – Abril 2008) p. 44
347. Lo dijo en entrevista con Joaquín Soler, que salió en ABC de la Semana bajo el título ‘‘La OPEP con fisuras y discrepancias será indestructible’’.
348. Se encuentra en la misma página 44 del ya citado trabajo de Darwich de 2008.

176
De principio a fin las ideas de Pérez Alfonzo no tenían sentido. Algunos dicen que eran ‘‘tan
profundas’’ que es burdo ser tan simplón y no saber apreciar las sutilezas y abrazar su holístico, noble y
encantador pensamiento humanista (como dijo el comunista Francisco Mieres). Yo digo que son patrañas,
meras excusas para defender sus fracasadas ideas, porque en todo momento y lugar se contradijo, sin
importar cuando ni el puesto que tuviera. Y lo peor de todo fue el sistema que heredó y la consecuencia de
sus ideas, que se consolidaron en el 75, terminaron siendo rechazadas por él ya que no había pasado como
él quería que pasara a pesar de que había luchado toda su vida para que sucediera así… Pero cual niño
malcriado —sin excusar su avanzada edad—, como un Marx cualquiera, hizo sus pataletas y rechazó sus
propios engendros. El ‘‘no era verdadera nacionalización’’ sonaba igual que el ‘‘no era verdadero
socialismo’’. En el caso de Marx fue literal, en el caso del Pérez Alfonzo ya vimos que rechazaba los efectos
de la nacionalización con el ‘‘son recursos que nos caen del cielo’’. Los mejores momentos fueron cuando el
mercado tenía confianza y se le dejaba hacer, y los resultados de no dejarle en paz fueron:

‘‘La sostenida presión fiscal, el hostigamiento político, en el contexto de los movimientos nacionalistas
de la década de los 60, el fin cierto de las concesiones en 1983, junto con la apertura de nuevas y
prometedoras provincias petroleras en el Medio Oriente y el norte de África, llevaron a las empresas
transnacionales a reducir drásticamente sus inversiones en Venezuela a lo largo de los años 60, a favor
de inversiones en otros territorios. Se llegó al extremo de transportar maquinarias y equipos del país
hacia las nuevas provincias, lo cual trajo como consecuencia la promulgación de la Ley de Reversión de
1971, para detener el proceso de desinversión [...] La contracción de la industria petrolera se reflejó no
tan sólo en la caída de la inversión sino también en la reducción drástica del personal, el cual se redujo
a la mitad, de más de cuarenta mil a finales de los años 50 a unos veinte mil a principios de los 70’’ (349).

Y es que esta institucionalidad montada por Pérez Alfonzo (¿alguien es capaz de decir que como
Ministro de Minas e Hidrocarburos no hizo nada? ¿O alguien es capaz de negar que este sujeto no quería
aumentar la participación del Fisco para lograr los objetivos que se había propuesto en su estado mental
de nacionalismo de izquierdas?) derivó en un brutal aumento de la participación del Estado, que se tradujo
de forma subsiguiente en desinversión masiva por parte de las empresas petroleras. Y es que es obvio, si
yo llego a un acuerdo con Pablo de que ambos vamos a montar un negocio y lo vamos a hacer de forma
equitativa, no puede venir Pablo (el Estado) con unos mercenarios (alguaciles, policías y militares) a
decirme que le tengo que dar el 80%. ¿Por qué debo hacerlo si no aumenta el capital que aporta? Lo racional
es que yo tome mi capital y me vaya corriendo. Muy decepcionado me sentiré, pero no voy a perder porque
Pablo es un estafador mentiroso que rompe un trato. Yo no tengo por qué cumplir mi parte si él no cumple
la suya. Efectivamente, en ese entonces las concesionarias durante el punto crítico entre 1957 y 1959,
tomaron ese aumento súbito de 18 puntos de la participación del Fisco como una amenaza. Dice Darwich:

‘‘Rebasar el umbral del 50-50 fue el inicio de un enfrentamiento con las concesionarias. Reaccionaron
disminuyendo progresivamente la inversión petrolera, pues juzgaban que se había «alterado por
completo el clima favorable para las inversiones extranjeras en Venezuela». Esa disminución impactó el
empleo en la industria petrolera, que pasó de 44.240 trabajadores en 1958 a 33.561 en 1961. La
situación de la industria petrolera venezolana era noticia en el New York Times, allí se informaba sobre
la salida del país de trabajadores petroleros extranjeros. Especialmente alarmante, dice Vallenilla
(1975), era el descenso de las reservas petroleras por la disminución de la exploración. Por esas razones,
el ciclo de expansión de la actividad petrolera local que siguió al otorgamiento de concesiones a mitad
de los años cincuenta, y a la expansión del mercado mundial, se estancó’’ (350).

_________________________________________________________________________________________________________________________
349. Espinasa, Ramón. El auge y el colapso de Pdvsa a los treinta años de la nacionalización. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales [online].
2006, vol.12, n.1, pp. 147–182
350. Darwich Osorio, Gregorio. Institucionalidad petrolera en Venezuela de 1959 a 1963: entre continuidades y discontinuidades. En: Cuadernos del CENDES,
año 25 n° 67, tercera época (Enero – Abril 2008) p. 46

177
5.3.2. Estado + la memoria corta vs. Empresas + el sentido común
¿Quién sería tan estúpido, idiota y enano mental como para matar a la gallina de los huevos de oro?
Ya no podemos hablar solamente de Pérez Alfonzo. Él fue el que sentó la institucionalidad estatal para que
esto pasara, pero no tuvo toda la culpa. Sus superiores —el Ejecutivo, los asesores del Ejecutivo, el
Vicepresidente, los asesores del Vicepresidente y el Jefe de Gabinete junto con sus respectivos asesores—
no tenían por qué hacerle caso. Los burócratas, a su vez, tampoco tenían por qué recibir órdenes de los
políticos. Pero los demócratas, especialmente los de Acción Democrática, siempre han tenido una
particularidad muy grande entre ellos. O bueno, varias particularidades. Entre el gran resentimiento que
habían tenido hacia los ricos, siendo que se hicieron plenos enemigos de las empresas y de los
terratenientes, lo cual se puede probar por un lado con el ahorcamiento fiscal a las concesionarias del
petróleo, y con la expropiación de tierras por otro lado para ejecutar su Reforma Agraria (351). El otro don
que tenían es que estos tipos lograban hacer algo que muchos socialistas hoy recomiendan hacer; infiltrar
a la burocracia con gente del Partido para que el cerebro, brazos, manos y piernas del Estado vayan en un
son único (352) (353). Esta fue una de las innovaciones que trajeron los demócratas.

Cuadro 75 | Participación del Estado sobre los beneficios derivados de la industria petrolera nacional. Fuente:
Espinasa (2006) en El auge y el colapso de PDVSA a los 30 años de la nacionalización. Basado en datos del PODE.

Junto con esta gráfica que aportó Espinasa en su ensayo «El auge y el colapso de PDVSA a los 30 años
de la nacionalización» (354) y el desarrollo del pasado, podemos razonar que no solamente Pérez Alfonzo
era el bobo dispuesto a matar a la gallina de los huevos de oro —las concesionarias—. Él no estuvo presente
en la estructura de Satanás para hacerlo. Los adecos, esta vez bajo el mando de Carlos Andrés Pérez, no se
detuvieron a reconsiderar la situación; simplemente siguieron con el plan de nacionalizar la industria.
Llegaron a quitarle hasta el 95% de los beneficios, que es lo que nos muestra la gráfica.
_________________________________________________________________________________________________________________________
351. González Medina, Edgardo. Venezuela, capitalismo de Estado, reforma y revolución. Segunda Parte (apéndice B del libro completo). Edición electrónica
de EUMED (2007) pp. 5 – 7
352. Juan Ramón Rallo. Más País: Más Chiringuito (2019). https://www.youtube.com/watch?v=ER6MGexVEcY
353. Programa autonómico de MÁS Madrid (2019). Nótese la cantidad de nuevos organismos públicos innecesarios creados de la nada. ¿Para qué será?
354. Espinasa, Ramón. El auge y el colapso de Pdvsa a los treinta años de la nacionalización. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales [online].
2006, vol.12, n.1, pp. 147–182

178
Pudieron no hacerle caso. Pudieron haber relajado la carga fiscal. Pudieron haber pensado en que a
largo plazo, les terminaría afectando porque las empresas disponen de tres cosas que el Estado no:
tecnología, adaptabilidad y competencia. Los políticos no ven más allá de sus propias narices; el día de
mañana no van a estar postrados en su sillón ejecutivo para sufrir las consecuencias de sus actos, y más
que todo cuando no hay nada que el día de mañana les asegure que sus acciones perdurarán en el tiempo.
‘‘¿Qué más da? Vivimos en democracia, solo vamos a estar allí cuatro años y después nos vamos’’. Esto tiene
una justificación teórica bastante sólida que encontramos en los libros «Socialismo y Libertad»,
«Democracia: El Dios que fracasó» y «Economía y ética de la propiedad privada» del economista y filósofo
político Hans Hermann Hoppe. Pero el desarrollo de mi trabajo va en orden de explicar las consecuencias
y después las causas. Una argumentación más general y explayada en contra del Estado, del colectivismo y
del sistema democrático en específico la encontrarán en el capítulo 8. De momento, sépase que este tipo
de cuestiones ocurren debido a la preferencia temporal que hemos visto en la explicación del interés (355).
Con la deuda gubernamental, la orientación hacia el presente se puede explicar de la siguiente forma:

‘‘[…] Quizás sea pertinente realizar una explicación sintética para intentar encapsular y hacer digerible
lo más posible el argumento. Para entender por qué aumenta el interés, tenemos que pensar en por qué
el gobierno se endeuda. La respuesta más acertada es que se endeuda porque necesita financiar pagos
presentes. Eso se identifica con que su preferencia temporal se avoca hacia el presente, es decir, que el
gobierno prefiere más los bienes ahora que los bienes en el futuro, ya que valora más el pagar sus gastos
ahora que ahorrar los ingresos futuros para destinarlos a otra cosa además de pagar la deuda que
adquiere y por la que deberá pagar un interés. Eso hace que sus preferencias estén orientadas hacia el
ahora, y esté dispuesto a perder bienes futuros por ganar bienes presentes’’.

Si el gobierno pensara encarando al futuro, simplemente no se endeudara porque sabría que la


deuda pesa. El gobierno que maneje un Estado en un punto dado solamente pagará la deuda si esto pone
en riesgo la propia permanencia de la clase en el Poder supremo. La razón es básica: Aun si fueran los
gobernantes más altruistas de la tierra, sin Poder no pueden hacer nada ni propagar su bondad a través
del ejercicio del poder estatal sobre los ciudadanos. No podrán legislar ni hacer valer leyes que beneficien
a la población. Si son malos, en cambio, perder el Poder les hace —por definición— perder supremacía y
dominio sobre los demás; pierden eminencia y estatus. No podrán oprimir, mandar, ni hacer nada. Esto se
resumiría en la frase del filósofo político y economista Anthony de Jasay en su libro «El Estado: La lógica
del Poder Político» que dice: ‘‘El más altruista de los Estados no podría perseguir otros fines que los suyos
propios’’ (356). A la clase política no le conviene en ningún caso perder el control en el corto plazo porque si
son buenos, no podrán tener Poder suficiente para hacer las cosas buenas que vayan a hacer, o incluso si
son conscientes de que alguien malo puede quedarse con el Estado, perder el Poder supremo implica que
perderían su estatus de guardianes y cualquier sociópata podría subir y hacer cosas malas, por lo que
incluso considerándolo como incorruptible sabe que si otro sube todo acaba (357). Sin embargo, como
vivimos en democracia, es muy difícil por definición establecer gobiernos a largo plazo porque si no,
rompen con la misma democracia al quedarse mucho tiempo en el Poder supremo. Entonces lo que hay
que preguntarnos ahora es: ‘‘¿Qué pasa entonces cuando un político sabe que le llegará su fin?’’ Lo primero
es que se desbaratan todos los incentivos para que actúe bien. Pierde toda razón de hacer las cosas bien
porque el resultado será indistinto de lo que haga. El largo plazo ya está dado, solo queda el presente.

_________________________________________________________________________________________________________________________
355. Ver sección «4.5.2.1. Síntesis de la explicación sobre el interés y la deuda»
356. De Jasay, Anthony. El Estado: La lógica del Poder Político. Alianza Editorial (1993) [1985] p. 76
357. Ídem, p. 43. Ahí De Jasay dice algo que aclara este asunto: ‘‘[...] No es el Estado el que desconfía de sí mismo y cree mejor no tener palancas o herramientas
poderosas para que él no abuse de ellas. Sabe que él jamás podría ser tentado para abusar del poder. Son sus rivales por el poder estatal, quienes, por la
naturaleza de su ambición, abusarían de él. (El Estado mínimo puede incluso ser consciente de que si fuera heredado por un rival que abrigara fines
inconfesables, éste necesitaría poco tiempo para implantar los rudimentos de un aparato de gobierno no mínimo. No obstante, incluso el ganar algo de tiempo,
y por tanto de esperanza, sería mejor que poner en sus manos un sistema acabado de poleas y palancas)’’.

179
La forma en que la deuda (pero no solamente la deuda, esto es un ejemplo plenamente análogo para
diversa gama de riesgos que corremos con el Estado) puede amenazar el Poder no es única. Primero que
todo, la deuda se trata de una papa caliente: todos los gobiernos que se desplacen temporalmente de B a C
pueden adquirir deuda, pero estos mismos gobiernos —conformados por distintos políticos; distinto
gabinete; distintos operadores y quizás hasta distintos burócratas que en el caso de los demócratas eran
serviles a la casta de AD— no van a pagar la deuda que adquirieron. ¿Ustedes creen que Chávez pagó su
deuda? No, ahí se murió y legó su deuda a Maduro. ¿Ustedes creen que Maduro pagará su deuda? No,
porque los remanentes mutantes del chavismo no se basan en la popularidad y en la legitimidad como
herramienta principal para gobernar, usan la represión. No les importa los efectos que pueda causar la
deuda. A ellos no les afectan las fronteras cerradas, los bloqueos navales, las amenazas de guerra o
cuestiones similares, que en la historia de este país son las que han alentado a pagar deuda (358)*.

Con los demócratas pasa algo similar que con los socialistas propiamente dichos. Betancourt no
pagó su deuda, ni Leoni, ni Herrera Campins, ni Carlos Andrés Pérez… Ninguno pagaba la deuda que
adquiría. Al contrario, la aumentaban. A partir de 1958, todos los gobiernos, incluso interinatos,
aumentaban su deuda a niveles de entre el 12% y el 40%. Hubo pocas veces en la historia venezolana donde
los niveles de deuda bajaren pero normalmente, en cualquier gobierno (con contadas excepciones) la
tendencia era a aumentar la deuda. Así mismo es como lo demuestra nuestra historia: las dictaduras
tendieron a disminuir los volúmenes de deuda, y la democracia tendió a contraer deuda y, en el extrañísimo
caso de hacerlo, tienden a disminuir muchísimo menos los volúmenes de deuda (359).

Cuadro 76 | Variación general de la deuda real en distintos períodos de gobierno desde 1936 hasta 1999. Al usarse la
mediana, se descuentan los valores atípicos y se muestra la tendencia en el cambio de la deuda. Fuente: Mauro et. al (2013)
FRED, FMI, MOxLAD, BIS.
_________________________________________________________________________________________________________________________
358*. Ese fue el caso de Juan Vicente Gómez, quien pagó toda la deuda externa —incluso montos datados desde la Guerra Federal, se podrán imaginar ustedes—
tras ser bloqueada Venezuela navalmente. O eso cuenta la leyenda. Lo cierto es que Juan Vicente Gómez tenía razones para pagar esa deuda. Él no se la podía
heredar a nadie, porque era un dictador. Hoy estaba, mañana también, en cinco años, diez... Sabía cuándo entraba pero no cuando salía y todos los efectos de la
adquisición e impago de deuda le pegarían a él. Los dictadores actuales saben que sus días están contados pero buscan maximizar la utilidad lo más posible
hasta encontrar una manera que les permita salir sufriendo lo menos posible, intentando bajar los costes. Pero como dictadores, han durado relativamente
poco: Maduro lleva 7 años en el Estado. Pese a que el proceso chavista lleve más de 20, no fue hasta hace poco que se consideró a esto como una dictadura. Juan
Vicente Gómez duró tres décadas y media gobernando este país. Al respecto: Carrillo, T y Crazut, R. Proceso Histórico de la Deuda Externa Venezolana en el Siglo
XX. Boletín de la Academia Nacional de Ciencias Económicas (1986).
359. Ver la sección 4.3. «La Venezuela Endeudada e Intervencionista, raíz de todos los males», especialmente el Cuadro 25.

180
Como Juan Vicente Gómez literalmente acabó con la deuda externa (-83% de la deuda pública),
quedamos contando con Eleazar López Contreras, Isaías Medina Angarita y con Marcos Pérez Jiménez. De
los tres, Medina Angarita fue el único que tuvo una tendencia a subir la deuda en términos reales, pero
nada más un poco: una mediana del 1.79% interanual. Los demócratas, desde 1958 hasta 1999, tenían un
promedio del 10.31% interanual con mayor prevalencia en unos períodos que en otros. Esto sería un ritmo
5.75 veces mayor que el de Medina Angarita, el único militar que tendió a subir la deuda. Entre los tres, el
promedio de variación interanual de la deuda real sería del –6.4%, muy distante del promedio demócrata;
dos mundos distintos [16.71 puntos de diferencia y pasando de números negativos a positivos]. Unos
tendían a bajar la deuda real, otros a subirla. Con los demócratas, ocurría que nada más en dos períodos
(1945 – 1948 y 1994 – 1999) de los nueve en los que gobernaron, tendieron a bajar la deuda (y por
tendencia me refiero a que, de forma general, bajen más la deuda de lo que la suben y viceversa).

Tuvimos muchos ejemplos de gobiernos democráticos y pocos de dictaduras y gobiernos militares


en general, pero la demostración general es que los más ilegítimos pero con perspectiva largoplacista
tienden a bajarla, y los más legítimos, con mano para hacer lo que quieran porque cuentan con el ‘‘apoyo
del pueblo’’ pero perspectiva a corto plazo tendían a subirla. Con el período 1958 – 1998, solo alcanzaron
a bajarla más que subirla en el período 1994 – 1999. La razón fue sencilla: acababan de salir de una crisis,
estaban deslegitimados y el sistema iba a cumplir casi década y media en colapso. No podían darse el lujo
de seguir dándole al fisco como le habían estado dando toda la vida. Y lo que es más, si no le daban al fisco,
le daban a la máquina del Banco Central. Si le daban a las dos al mismo tiempo lo que podían provocar era
un desajuste todavía peor del que ya tenían. Su legitimidad estaba en crisis y no podían comprometerla más,
porque perderían el Poder (que igual terminaron perdiéndolo, pero ya saben a qué me refiero). Tenían que
hacer lo que se tenía que hacer aunque fuera por una sola vez: ajustar. Ya todo estaba en riesgo y les había
tocado la papa caliente (de ahí que pusieran en funcionamiento la Apertura Petrolera al mismo tiempo que
intentaban, aunque fuera de forma ineficaz, sanear el fisco). Esa fue la única vez de los ocho períodos
democráticos donde lo hicieron (360). Del resto, todos los gobiernos democráticos —salvo el único que se
las vio realmente feas con una crisis— tendían a adquirir deuda, mientras que los únicos dos dictadores
que tuvo el país… Uno canceló totalmente la deuda y el otro tendió a reducirla más que cualquier otro
militar antecesor (salvo JVG) en una proporción media del 20.01% anual desde 1948 hasta 1957. Pero esto,
no obstante, estos comportamientos dispares tienen una explicación teórica bastante razonable:

‘‘Un gobernante democrático puede usar la administración en su beneficio personal, aunque no le


pertenezca. No puede enajenar los recursos del Estado ni percibir el producto de esas ventas, tampoco
transferir las posesiones del gobierno a su patrimonio personal. Dispone del uso corriente de los
recursos del gobierno, pero no de su valor capitalizado. Un presidente no maximizará la riqueza total del
gobierno -capital e ingreso corriente-, sino tan sólo este último, sin mayores miramientos y a expensas
del capital, cosa que no haría un rey. Incluso en el caso de que quisiese actuar de otro modo no podría
hacerlo, pues el carácter público de los bienes gubernamentales los convierte en inajenables y el cálculo
económico es imposible si no existen precios de mercado. Resulta pues inevitable que la titularidad
pública del gobierno agote el capital’’ Hans-Hermann Hoppe (361).

Entonces, encontramos que los fundamentos de la realidad económica que tuvieron los gobiernos
demócratas se encuentran en principios teoréticos bastante contra-intuitivos, pero razonables si lo
pensamos un poco. ¿Por qué los gobiernos democráticos acaban con déficit? ¿Qué razón tienen para no
emitir deuda si no la van a pagar? ¿Acaso no es más relevante para ellos que se les recuerde como
semidioses y próceres en vez de hacerse cargo de la deuda?... Total ellos no pagan la deuda.
_________________________________________________________________________________________________________________________
360. Recomiendo que se vea toda la sección «4.4. La Venezuela Devaluada: Herencia socialdemócrata».
361. Hoppe, Hans - Hermann. Democracia, el Dios que fracasó. Segunda Edición, Unión Editorial (2013. p. 65

181
Como todo, esto no puede ser lo único que hay que decir al respecto. El otro inconveniente es que
siempre existiendo ese aire fantasioso de legitimidad. (Claro, porque nosotros consentimos al Estado y la
democracia, y los que no, que se jodan porque su legitimación no cuenta, la legitimidad existe con o sin
ellos porque el criterio de la mayoría es la que manda por encima de cualquier otro que no sea una falacia
ad populum elevada a la enésima potencia, ¿cierto?). La masa, ‘‘el pueblo’’, olvida rápido. Para mí, la prueba
más grande de que la masa es irracional y tiene memoria corta es que siguen existiendo adecos y
simpatizantes de sus ideas (pero no solamente adecos). Obvio, no puedo ser el único que se da cuenta de
esto: ellos lo sabían. Ellos lo saben. La antigua casta conocía antes y conoce ahora que cosas como el
endeudamiento público eran irrelevantes para la masa populosa y compuesta de hedonistas políticos.
Aprovechándose de la inutilidad de la masa para cognoscer, sabían que en una reelección a ellos no se les
podría culpar de la poca salubridad fiscal y del endeudamiento masivo, solo de los efectos que causara… Y
es precisamente por eso que quien no se endeuda, paga la deuda y quien se endeuda, no la paga.

A quien le toca ‘‘pagar’’ la deuda es a quien se le va a culpar por los efectos que ocurrirán si la
situación del fisco sigue como está, por eso no puede permitir que la papa explote, y aunque los efectos
vengan de antes, lo cierto es que la masa solo recordará el hoy, el hambre y la miseria. En cambio, quien
contrae la deuda podrá hacer con ella lo que quiera por el tiempo limitado que le da la democracia:
aumentarse el sueldo, infiltrar más la burocracia, llevar programas de envergadura y masivos sin importar
si esos valen o no, y demás. Los deudores reales solo ven el coste político. Los ‘‘pagadores’’ tienen que ver
que el coste económico se correlaciona directamente con el coste político; los deudores no tienen que
preocuparse por el coste económico ya que la gente no se acordará del exceso del déficit pese a ver un
abultado presupuesto que solo desajusta más la organicidad del orden económico. La gente se va a acordar
de lo que los adecos balbucean a día de hoy: ‘‘hicieron carreteras’’, ‘‘daban leche gratis en las escuelas’’,
‘‘comprábamos mucha comida’’ ‘‘hicieron plazas, estatuas y lugares públicos’’ y ese tipo de cosas que
utilizan para legitimar una posible vuelta de sus gobernantes favoritos, como de también sus herederos
predilectos: los nuevos demócratas que no serían más que un requemado neokeynesiano de AD y COPEI
pero adaptado a los nuevos tiempos; más moderno y menos repleto de viejos dinosaurios de la política.

Ellos también se aprovechan de los bobos útiles, pues aprenden a identificar cuáles son las
preferencias de la masa: una carretera por sobre el poder adquisitivo; una dádiva por sobre la estabilidad
a largo plazo para él y sus hijos; una plaza por sobre inversión y el empleo… La bobería útil de los
hedonistas políticos amadores del Estado y de la democracia, en conjunto con el sistema democrático
potenciado por el único horizonte posible y seguro a corto plazo de los políticos, hacen que el adquirir
deuda o cometer cualquier error en el corto plazo por parte de un administrador temporal del Estado sea
simplemente nulo porque no se tendrá que hacer responsable la consecuencia venidera. El coste tiende a
0. Un dictador que piense quedarse de forma indefinida no puede hacer esa gracia, un Rey tampoco, y desde
luego tampoco un empresario (que sería el que peor la pasaría de todos). Fue un error total aumentar la
participación estatal puesto que hubo una partida doble de contraprestaciones nefastas:

1. Por un lado, mermaron de manera progresiva y de mal en peor los beneficios de las empresas,
dañando el proceso de acumulación de capital que generaría nuevas inversiones. Pero eso además
terminó acabando con la confianza y los incentivos para invertir en el país.

2. Por el otro, le dieron dinero y recursos fiscales a gente que definitivamente no tenía ninguna razón
para usarlos bien; que en la vida real no los usó bien y dejó que la producción de petróleo desde
1970) hasta 1987 cayera en 1.87 millones de barriles diarios, es decir, que de 1970 hasta 1987
cayera en un 51.54%. ¿Razones estratégicas? Conocida excusa de los cárteles.

182
No soy el primero que dice esto. Hace más de diez años Ramón Espinasa dijo que los demócratas en
cuanto a petróleo (como con cualquier otra cosa, porque con ellos siempre fue ‘‘pan para hoy y hambre
para mañana’’) tenían orientación al corto plazo. De que la tenían, la tenían. Yo solo intento explicar el por
qué tenían esa orientación, y se resume en que tienen pocos seguros para preservar cualquier cosa buena
que hagan, y porque cualquier cosa que hagan por debajo de la mesa será irrelevante porque nadie lo nota,
ya que explotará después. Además, se le suma que cualquier cosa que no hagan ahora no la podrán hacer
después, o en palabras de Hoppe: ‘‘Un presidente, custodio o fideicomisario accidental del gobierno, ni
conserva ni acrecienta su patrimonio, sino que lo consumirá lo más rápidamente que le sea posible, pues en el
futuro ya no podrá disponer de lo que no consuma ahora. Para un presidente, la moderación tan sólo tiene
desventajas [...]’’ (362). El primero que haya oído de un Estado que no tenga deuda, y por tanto se base en
vivir de superávits fiscales, que levante la mano y me diga. Ni la Tierra de Nunca Jamás ni Narnia cuentan.

Si ya lo venían intuyendo o todavía no les queda claro aún después de la cita, con el ‘‘lo que no hagan
hoy no lo podrán hacer después’’ me refiero a apropiarse de recursos públicos —o recursos robados al
público, que es técnicamente más pertinente—, o aprovecharse de estos para expandir su capital político
(haciendo campañas u obras que todos van a recordar, a costa de causar desequilibrios macroeconómicos
masivos que la masa no les va a atribuir, salvo pocos economistas y técnicos que sepan cómo funciona).

Es sentido común aquello que pensaría un político: ‘‘¿Por qué me abstendría de utilizar recursos del
fisco para levantar proyectos con y que todo el mundo me ame si, de todos modos, a nadie le importa de dónde
sale el dinero? ¿Por qué me abstendría yo de usar dinero para beneficiarme a mí mismo si nadie lo va a notar,
salvo el próximo que venga?’’. ‘‘¿Por qué me abstendría yo de beneficiarme más hoy si no lo podré hacer
después?’’. ‘‘¿Quién me va a obligar a desaprovechar la oportunidad si tengo el Poder para rechazar cualquier
otro? Yo domino el Estado, nadie me domina a mí’’. No hay razón. Menos motivos hay para ser cuidadoso.
Así piensa, en última instancia, un político. De todas formas podríamos citar a Espinasa:

‘‘Se pueden identificar dos orientaciones en la evolución del sector en el tiempo, dependiendo de cuál
actor es dominante en el diseño e implantación de la política petrolera. Una primera orientación de
política tiende a favorecer el desarrollo de la industria y el ingreso petrolero en el largo plazo. En general,
como premisa, se favorece la inversión para sostener o expandir la capacidad, aun a expensas del ingreso
fiscal en el corto plazo, para que, en la medida en que los volúmenes aumenten, también aumente el
ingreso fiscal en el más largo plazo. Una segunda orientación básica de política favorecerá el aumento
del ingreso fiscal en el corto plazo, aun a expensas de la inversión, sacrificando la capacidad de
producción presente y futura de mantenerse la presión sobre la rentabilidad y los recursos de la
industria petrolera para financiar su inversión’’ (363).

Adivina adivinador. ¿A quién se refería Espinasa? Sí, a los demócratas. A quienes solo piensan en el
ahora, en el tener más hoy, a quienes no les importa —y no les puede importar—el mañana, porque ‘‘ya lo
arreglará otro’’. Pero cuidado de querer gobernar mucho tiempo… ¿No son partidarios también de la
rotación del Poder? Nadie se puede quedar mucho tiempo gobernando de manera ininterrumpida sin que
los demócratas, por inercia, le llamen ‘‘dictador’’. Y si nadie se puede quedar mucho tiempo, ¿cómo se va a
asegurar de que las cosas buenas y prudentes que haga las va a continuar otro gobierno? No puede, es
imposible. De forma discrecional, un gobierno futuro puede echar por traste todo lo que hagan ahora, la
prudencia y reserva no serán apreciadas por la masa, incapaz de cognoscer o de razonar.

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362. Hoppe, Hans - Hermann. Democracia, el Dios que fracasó. Segunda Edición, Unión Editorial (2013) p. 65
363. Espinasa, Ramón. El auge y el colapso de Pdvsa a los treinta años de la nacionalización. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales [online]. 2006,
vol.12, n.1, pp. 147–182

183
Así le pasó a Medina Angarita, cuyo propósito con la Ley de Hidrocarburos de 1943 se vio totalmente
arruinado por la actuación demócrata con las subidas del Impuesto Sobre la Renta a las concesionarias. Lo
que no quería hacer Medina Angarita, lo hicieron los demócratas. ¿Quién le garantizaba a Medina Angarita
que otro no lo iba a arruinar? Nadie, era pura fe. Podía pasar o podía no pasar, 50/50, todo quedaba a la
suerte y el devenir de los acontecimientos futuros. Al final, su Ley perdió total sentido, se fue desvirtuando
poco a poco hasta que la reemplazaron parcialmente en 1971 y le pasaron encima con una aplanadora en
1975. A los demócratas, que no por ineptos en lo que refiere a gobernar ‘‘hacia afuera’’ significa que sean
brutos —los políticos son astutos; les sobra astucia para ser tan perros—, les pasó igual.

Todo su sistema colapsó cual narcolépsico más de veinte minutos despierto y enseguida vino
alguien llamado Hugo Rafael Chávez Frías que hasta la Constitución les cambió… Pero ellos tenían un
salvaguarda (a primeras): dejaron un ‘‘legado’’ que hoy retumba en la mente de muchas personas –hago
alusión principalmente a los adecos, asumiendo que sean gente, aunque no son los únicos– a través de sus
añoranzas de tiempos pasados. Aquí volvemos a lo que estaba diciendo hace un rato: «[…] La gente se va a
acordar de lo que los adecos balbucean a día de hoy: ‘‘hicieron carreteras’’, ‘‘daban leche gratis en las
escuelas’’, ‘‘comprábamos mucha comida’’ ‘‘hicieron plazas, estatuas y lugares públicos’’ y ese tipo de cosas
que utilizan para legitimar una posible vuelta de sus gobernantes favoritos».

Así se vive en democracia. Todos viven ‘‘pisándose la cola’’, superponiendo su obra por encima de
la de otros y tratando de aprovechar al máximo los recursos pagados por nosotros para sus propios fines,
porque al final, ni son suyos y las consecuencias no les serán descontadas: ni se pena con cárcel el tener
déficit y contraer deuda, ni tampoco será bajo su gobierno la explosión de la crisis… Solo la verán ‘‘de
lejitos’’ pero eso sí, con su segundo salvaguarda: habiéndose agarrado lo que hayan podido de los recursos
del fisco, o habiéndose aprovechado del estatus que les confería su privilegiada posición para tomar dinero
(fuera del fisco o haciendo ‘‘favorcitos’’ a terceros), porque esto no lo podían repetir, no podían postergarlo,
no podían hacerlo después porque el después no existe… Lo que no hicieran al momento que gobernaban
no podrían hacerlo después; serían simples mortales como cualquiera de nosotros.

Un demócrata fácilmente pudo haberse preguntado: ‘‘¿Y cómo nosotros le hicimos a Medina Angarita,
no podrán hacérnoslo a nosotros también?’’ para terminar respondiéndose afirmativamente, pues nada en
el sistema que él mismo instaló lo evita y que, pensándolo forma detenida y reflexiva, se da cuenta de que
el sistema democrático está diseñado para funcionar así. El límite es el escaso tiempo para usar su poder y
hacer lo que vaya a hacer, y las reglas que definen el juego democrático colocan demarcaciones bien
definidas a cuanto puede durar: si se pretende quedar mucho tiempo no hay democracia y se vuelve un
dictador. Si acata las reglas respetando el límite de tiempo que tiene para gobernar, no tiene seguros. Si no
puede gobernar después, no sufre las consecuencias de lo que hace pero no podrá asegurarse él mismo de
que sus planes actuales serán preservados en el futuro, no hay garantías de eso.

Lo más racional para él será hacer ‘‘mucho’’ en el poco tiempo para asegurarse una reelección
intercalada en el futuro si lo desea, aunque eso sea a costa de poner el fisco como baño público de una
pollera. Pero las cosas que haga serán solo disfrutables a corto plazo, aunque intensas para que se lo
recuerde, y los daños colaterales a las cuentas nacionales de todos modos no podrán ser adjudicados
precisamente a él. Los pagará el sucesor porque la economía funciona a ciclos y dándosele tiempo para la
asimilación en los procesos. Debido a que los demócratas razonan con un clásico «pa’lante que pa’tras ni
pa’ agarrá impulso» y con un «chivo que se regresa se ‘esnuca» solo harán eso, sin importarles para nada el
costo —porque no lo pagarán— pero con el mayor oprobio posible —para poder tener beneficios ahora
que no podrán tener después, y para hacerse reelegir si así lo deciden—.

184
5.3.3. ¿Eso es todo lo que tienes, democracia?: Tanto expolio y tan buenos
precios… Para nada
Los demócratas y la democracia en general, funcionando así, no pueden hacer muchas cosas buenas
que sirvan para la posteridad incluso después de que ya no gobiernen. Eso pasó con la industria petrolera.
Entenderá y verá el lector que ciertamente la volatilidad de los incentivos no es buena, y es el mayor defecto
que tienen los gobiernos, más todavía los instalados en Estados, y repotenciado el defecto en un sistema
democrático. Nadie paga por lo que hace y todos maximizan lo que pueden hacer mientras estén en el
Estado por el período de tiempo correspondiente. De ahí que a nadie le beneficie hacer a PDVSA próspera
porque el beneficio, que se verá en el medio/largo plazo, lo verá otro; no él.

Hacer esfuerzo que disfrutaría otra persona… eso es como ‘‘trabajar de gratis’’ (¿les suena
emparentado a eso de ‘‘servidor público’’?). Y vamos a que nadie trabaja gratis, por definición es algo
perjudicial para uno mismo. ¿Entonces por qué hemos de ser tan ingenuos que un político hará un trabajo
bueno de gratis? Simplemente no lo hará, ya que no le beneficia. Todos tienen intereses ocultos. Y de eso
se deriva, como vimos antes, un aumento de la participación fiscal sin asegurarse de si eso es sostenible
porque todo lo quiere para ya, aunque se base en un expolio masivo —consistente en aumentar la
proporción de renta absorbida en un 50/60/70/80/90/95% en menos de veinte años— que terminará
por acabar con la existencia del propio ingreso… ¿Pero qué importa eso si no lo va a sufrir él, sino otro? Y
por trabajo bueno no me refiero a un ‘‘ay si, dio el bono, yupi’’ o ‘‘ay sí, hizo una carretera’’. Cuando alguien
quiere argüir una defensa por ejemplo, en favor de MPJ, lo puede hacer por el desarrollo de la
infraestructura vial del país, pero eso también lo hicieron los demócratas. La defensa correcta recaería en
la gestión de los recursos que se mide a través de la sostenibilidad fiscal cosa que, como hemos examinado
antes (364), notamos que fue mucho mejor antes de la democracia que después del a democracia.

Si consideramos que el fisco de la dictadura era más sostenible, podemos combinarlo con cualquier
defensa ulterior apelando a sus obras, pero de nada vale que haya hecho como —por usar una hipérbole—
cinco millones de obras y haya provocado cuatro o cinco crisis durante su mandato por la distorsión de la
economía, por medio de los recursos que tuvo que usar (política fiscal insana y política monetaria asesina
del poder adquisitivo). Esto se puede resumir en un: ‘‘Carreteras muy bonitas, la gente en pobreza no mucho.
Qué bonito el bono, pero el desempleo... Qué bonito distribuidor de vehículos en la capital del país, ¿pero qué
vas a hacer con los ranchos? Están muy lindas tus escuelas y todo pero esos niños no pueden ni comer porque
trancaste las importaciones y sus padres no tienen dinero, bueno; si tienen, pero mataste la moneda con
inflación. Bonita la beca, pero ya no la vas a poder pagar porque quebraste a PDVSA’’.

Lo que distingue a los gobiernos, entonces, es la manera de gestionar los recursos y la planificación
de estos a corto y largo plazo (incluyendo sobre todo la medida en la que dejan en paz a la sociedad). Lo
que se deja para la posteridad es lo que importa, porque la transformación la vive la gente de hoy y la vivirá
la gente de mañana. En cambio, lo que se hace hoy y se puede disfrutar hoy, solo lo verá la gente de hoy y ya,
pero lo pagará la gente de mañana. Esto se relaciona con lo que voy a decir. Las oportunidades que se tienen
como estadista —un sujeto que tiene poderes como ningún otro en el mismo lugar— se tendrían que
aprovechar, en teoría, para ejecutar las acciones que él mismo sepa correctas… Pero con esto hay un
problema: no tiene por qué hacerlo, y normalmente no sabe cómo. Por encima de los incentivos que tienen
los políticos no puede pasar nada; ni siquiera el mayor de los privilegios, ni la mejor de las condiciones
existidas provocarán su acción en beneficio ajeno… Para el disfrute de otros.
______________________________________________________________________________________________________________________
364. Para ver por qué el fisco fue más sano antes de la democracia, se puede ir a las secciones 4.4.3.4 y 4.5 de este trabajo.

185
Por mejor que sea la situación en ese momento, los políticos permanecerán inamovibles porque
ellos no están ahí para hacer el bien. Esto lo podemos confirmar fácilmente viendo la historia, además de
la teoría, la cual profundizaremos en capítulos venideros. De momento y mientras hablemos de la cuestión
petrolera, le quisiera compartir al lector una de mis inquietudes más grandes con respecto a la era
democrática. De entre las mayores curiosidades que vi en los períodos democráticos, y que al mismo
tiempo me inspiraron a darle este título al trabajo, fue que estos tuvieron privilegios enormes en lo que se
refiere a petróleo… Pero no fueron aprovechados para nada.

Los privilegios, incomparables a cualquier administración precedente a las democráticas, se pueden


dividir en dos: 1) Por la parte de los precios y 2) Por la parte de la participación fiscal sobre los beneficios
de explotación petrolera. Hablemos primero del privilegio de los precios del petróleo que llegaron a tener
los demócratas a partir de los 70’s, y luego veamos la participación fiscal para finalizar con una crítica a la
administración petrolera demócrata. Bien, estas gráficas que procederán a ver en los cuadros
originalmente eran una rectificación del cuadro 2 que terminaron inspirando el desarrollo de toda esta
sección como expliqué anteriormente (365).

Cuadro 77 | Precios reales históricos del petróleo. West Texas Intermediate, global, negociado y canasta
referencial de la OPEP. Fuente: Statista (2020), Roser y Hitchie (2020) y Spiritto et. al. (2018)

Como vieron en el cuadro 2, yo utilicé de referencia para los precios del petróleo el precio spot
(referencial) del West Texas Intermediate para presagiar que, aunque los demócratas tuvieron los precios
más altos del petróleo en toda la historia, en pocos años la economía venezolana entró en declive y el propio
sector petrolero lo hizo. Como el West Texas no es el mismo precio spot al que cotizaba el petróleo
venezolano, pudiera venir quien me dijera deshonesto por usarlo, así que simplemente decidí hacer
gráficas nuevas para demostrar que el precio referencial del West Texas era no solamente bastante similar
al de Venezuela —y que de hecho, al usarlo, notamos crecidas más grandes en los precios del petróleo—.
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365. Ya lo expliqué en el preámbulo del interludio (sección 5). En un principio nada más irían 4 gráficas que mostraran precios del petróleo, variaciones y un
panel total, y finalmente decidí extenderme porque se podía ahondar más. Creí que solo bastaría con la revisión de precios más adecuados a los del petróleo
venezolano para rechazar cualquier posible crítica por la utilización del precio spot del West Texas Intermediate, pero a medida que revisaba más indicadores
del petróleo, la crítica a los demócratas podía ser más amplia, sobre todo al extraerse indicadores derivados (como variación, precios reales, brecha de consumo,
remuneraciones reales anuales, gasto compuesto, etc.)

186
Tal cuál vemos en el cuadro 77 Venezuela efectivamente tuvo grandes saltos en los precios del
petróleo hacia la década de los 70’s, e incluso después del desplome de los precios en los 80’s, de todas
maneras fueron sustancialmente más altos que antes de la llegada de la democracia. Interanualmente no
se verían muy grandes, pero los grandes saltos se dieron en períodos de 3 años corridos (1972, 1973 y
1974; 1978, 1979 y 1980). Tales años fueron 1972 y 1974 donde los precios reales del petróleo —en
dólares constantes de 2019— crecieron un 392%, pasando de 11 dólares a 54 dólares con 49 centavos. Ese
salto cuántico que casi quintuplicó el precio del crudo fue seguido pocos años después por otro del 118%
que se dio entre los años 1978 y 1980: pasó de 48 dólares con 49 centavos a 105 dólares con 73 centavos.

Cuadro 78 | Variación interanual de los precios reales del petróleo 1921 – 1959, West Texas Intermediate,
Global y negociado. Fuente: Statista (2020), Roser y Hitchie (2020) y Spiritto et. al. (2018).

Pero antes deberíamos tener claras algunas nociones previas sobre cómo se maneja el tema de los
precios del petróleo. Antes de 1960 —año de creación de la OPEP— había dos formas de acordar los precios
en los que cotizaba el petróleo venezolano: la primera era uniendo de referencia el spot global (en cuyo
caso usamos de referencia los datos proporcionados por Geraldine León [2007] y los de Roser y Hitchie
[2020] basados en la fuente de British Petroleum) (366) (367) o bien negociando los precios con los
concesionarios (en este caso usamos los datos proporcionados por Cáceres (2018) en la sección de la que
se encargó en la obra ‘‘La Economía Venezolana en el Siglo XX’’ pero llevando los precios corrientes que
colocó a precios constantes) (368) (369).

Para aquellos años que comprendían el período entre 1920 (que por supuesto databa de mucho
antes, pero la fiabilidad de los datos no es suficiente para retroceder tanto en el tiempo), Venezuela no tuvo
amplias variaciones como tendría después. Esas amplias variaciones, por supuesto, incluyen variaciones
alcistas que elevarían los precios ‘‘por las nubes’’. Los precios no subían más del 60% en un año y no caían
más del 40%. Eventualmente, la reducción de los precios dominó. Aunque esto se repitió en democracia,
ciertamente llegaron a tener precios más altos y con mayores alzas (como veremos en el cuadro 80).
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366. León, Geraldine. Tendencia histórica de los precios del petróleo 1860 - 2004. Revista de Memoria Política #11 (2007) pp. 163 - 192
367. Roser, Max y Hitchie, Hannah. Fossil Fuels. Ourworldindata (2020).
368. Spiritto et al. La economía venezolana en el siglo XX. Universidad Católica Andrés Bello. Primera Edición. (2018). p. 55 - 62
369. Se hace la conversión a precios constantes para eliminar los efectos distorsivos por inflación y devaluación. Ver secciones A1 a A4 para ejemplos.

187
Cuadro 79 | Variación interanual de los precios reales del petróleo 1961 - 1999, West Texas Intermediate y
Global. Fuente: Statista (2020), Roser y Hitchie (2020) y Spiritto et. al. (2018).

Aquí vemos que durante la mayor parte de la década de los 60’s tuvo una variación por debajo del
0%, que en promedio fue del -8% interanual. Los precios fueron generalmente más bajos que los de la
década anterior (aunque el Estado tenía una participación fiscal más alta y no disminuyeron de forma
consecuente los ingresos percibidos, por lo que no está demás decir que ni Betancourt ni Leoni se
enfrentaron a una dura situación comparados con sus predecesores debido a los bajos precios del petróleo
crudo) (370) y estaban bastante sintonizados con la baja del West Texas. Podemos ver que en realidad, los
precios del barril de crudo de la OPEP variaban de forma muy similar a la del West Texas.

Existen dos distinciones en la variación: 1) En la poca sincronía con variaciones menores, y 2) Los
precios de la OPEP —que aplicaban a la cotización del crudo venezolano— también crecían de manera
exagerada, pero sus caídas también resultaban extremas en comparación al WTI. Por tal motivo, sus precios
fueron más volátiles. Por ejemplo, cuando se vio el primer boom de precios de los 70’s en 1974 (atribuido
al Embargo Árabe derivado de la Guerra de Yom Kippur, quienes aprovecharon la OPEP para llevar el rol
de cartel y aumentar unilateralmente los precios) (371), el precio del barril OPEP aumentó un 263% en ese
año nada más, mientras que el West Texas aumentó un 130% (poco menos de la mitad). En ese momento,
el West Texas había subido a 55.28 US$ de 2019 y el barril de crudo OPEP a 54.49 US$.

Lo mismo se repetía al ocurrir las recuperaciones de precios entre el 86 y el 88. El West Texas había
caído en 1986 un 41%, en 1987 subió el precio un 2.7% y al siguiente año cayó otro 9%. El OPEP primero
sufrió una caída del 50.25% en 1986, en 1987 se recuperó un 25% y al siguiente año cayó un 23%. En 1979
cuando ocurrió el segundo boom de precios (en el marco de la Revolución Iraní, después de la cual la
producción de Irán cayó en 3.3 millones de barriles diarios, forzando una escasez artificial que llevó a una
apreciación del petróleo en los mercados) (372) el West Texas se apreció en un 93% y el barril de crudo
OPEP se apreció en un 101%.
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370. La sección siguiente explica por qué no lo hicieron. La cuestión es simple: la producción de petróleo no disminuyo, por la rotación de capital (ventas)
compensaba la caída en el precio. Lo segundo fue que aumentaron la participación fiscal sobre las utilidades por lo que las arcas fiscales se engrosaron.
371. León, Geraldine. Tendencia histórica de los precios del petróleo 1860 - 2004. Revista de Memoria Política #11 (2007) pp. 166 – 169 y pp. 172 – 173
372. Ídem, p. 168, constatado por Roser, Max y Hitchie, Hannah. Fossil Fuels. Ourworldindata (2020). La caída fue de 3 millones 300.000 barriles.

188
Como observamos en los cuadros 78 y 79, los booms en los precios del petróleo durante la era
democrática fueron muy altos en comparación a cualquier aumento previo existido. Los valores máximos
en la variación de los precios (es decir, las subidas máximas) antes de 1958 fueron dos —pero a estas
crecidas no se les podría considerar booms— y con mucha separación temporal entre sí: en 1921 con el
57.52% y en 1947 con el 55.66%. Adicionalmente, estas crecidas tan solo recuperaban una caída anterior
del precio —solo eran subidas compensatorias— ya que nunca se vio un incremento imprevisto ni extremo
de los precios. Los booms ‘‘legítimos’’ (aumentos gigantescos sin caída previa) no se vieron sino hasta 1974.

Cuadro 80 | Precios del barril de petróleo venezolano [spot global, negociado y OPEP] (eje derecho) y variación
interanual (eje derecho). Fuente: Statista (2020), Roser y Hitchie (2020) y Spiritto et. al. (2018).

Sin embargo, en la era democrática los precios no tendían a subir nada más. Los precios al crecer
mucho, se sometían a una intensa volatilidad que también los hacía caer de forma más profunda y frecuente.
En el cuadro 80 —que es la integración de los indicadores de precios para Venezuela vistos cuadros 68, 69
y 70— podemos ver bastantes cosas para entender por qué el título de esta sección es exactamente ese.
Verán, yo había señalado mucho antes que una de las mayores fatalidades de los demócratas es que aunque
tuvieron los precios más altos del commodity elemental del país, el sistema terminaría colapsando poco
después de todos modos.

Y esa es precisamente la gracia: veremos que solamente a excepción de los años 60’s, los demócratas
tuvieron los precios más altos del petróleo de todo el Siglo XX, siendo su precio promedio desde 1960 hasta
1999 de 38.89 US$ a precios reales mientras que antes de 1960 fue de 18.60 US$. Por tanto, su época tuvo
un precio del barril, en general, el doble de caro que antes. También se ve que justo en las décadas previas
al colapso del sistema democrático (los 70’s y los 80’s), un barril de petróleo crudo llegó a alcanzar los
48.36 US$ de precio promedio en los 70’s y de 66.09 US$ en los 80’s, mientras que el precio promedio del
barril durante la década de los 50’s había sido el más bajo desde 1920, que había sido de apenas 18.06 US$
a precios constantes, representando apenas 1/3 del precio promedio obtenido los 70’s y 1/4 del precio
promedio de los 80’s. De manera definitiva y muy notoria, los demócratas fueron privilegiados por los
precios, pero pese al privilegio, no es que hayan sabido qué hacer con él.

189
Pero a ese privilegio por la parte de los precios se le suma la otra cara: el privilegio por la parte de
la participación fiscal. Como se ha visto antes, los demócratas también habían alcanzado una altísima
participación fiscal del Estado (tan alta que ni siquiera le dejaban fondos a PDVSA para operar) (373) por lo
que solo hay que deducir lo obvio. ¿Qué pasa si además de llevarse casi todos los beneficios del petróleo,
hay altos precios del barril? Como es lógico, si el barril está muy caro hay más dinero entrante, pero si
además ellos aumentan la parte de los beneficios que les toca del 50% al 95%, eso acrecentará por doble
partida los ingresos fiscales del Estado con la fórmula: 𝑨𝒍𝒕𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒊𝒄𝒊𝒑𝒂𝒄𝒊ó𝒏 𝒇𝒊𝒔𝒄𝒂𝒍 +
𝒂𝒍𝒕𝒐𝒔 𝒑𝒓𝒆𝒄𝒊𝒐𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝒑𝒆𝒕𝒓ó𝒍𝒆𝒐 = 𝑰𝒏𝒈𝒓𝒆𝒔𝒐𝒔 𝒇𝒊𝒔𝒄𝒂𝒍𝒆𝒔 𝒎𝒂𝒔𝒊𝒗𝒐𝒔.

Cuadro 81 | Distribución de los beneficios petroleros en Venezuela, 1947 – 1999. Fuente: Petróleo y otros datos
estadísticos (PODE) series de 1969, 1975, 1979, 1985, 1989 y 1999. Ministerio del Poder Popular Para el Petróleo.

En 1957, la participación fiscal del Estado sobre los beneficios petroleros era del 51.52%. Su
participación promedio desde 1947 fue del 53.68%, y como máximo habría alcanzado el 55% de beneficios
apropiados antes de la llegada de la democracia. Al llegar el orden democrático en 1958, la participación
aumentó al 64.82% y en 1959 alcanzó el 69.26%, aunque no fue hasta 1969 que alcanzó el 70%. Desde
1958 hasta 1968, la captación de renta petrolera del Estado habría sido en promedio del 66.59%, casi 13
puntos más alto que en la década anterior. Rápidamente empezaron a aumentar su participación cada vez
más, disminuyendo la participación empresarial existente —que a partir de 1975 correspondía a la misma
PDVSA ya que era una empresa estatal regida y actuante bajo ‘‘derecho privado’’—, pasando del 70% en
1969 al 94.26% al momento de la nacionalización.

Los 70’s fueron la década con mayor participación fiscal sobre los beneficios petroleros, llevándose
el Estado en promedio el 83.66% de las utilidades generadas por la industria, dejando muy atrás el 53.68%
de los 50’s. Este aumento de la participación fiscal sobre los beneficios, en unión con el incremento anual
de la producción petrolera de 69.900 barriles diarios —llegándose a aumentar la producción petrolera
para 1970 en 908 mil barriles diarios en comparación con 1957— lograron que el impacto al Estado por la
caída en los precios del petróleo fuera amortiguado.
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373. Según el PODE, y por el mero hecho de que si la industria petrolera está nacionalizada la participación empresarial no puede ser privada, esta incluía a
PDVSA. Por tanto, cuando la participación empresarial fue del 5%, eso implicaba que PDVSA se estaba llevando apenas el 5% de los beneficios petroleros.

190
5.3.3.1. No, adeco: Los 60’s no golpearon los ingresos fiscales por los precios del
petróleo

El hecho del por qué la caída fue amortiguada es simple. Supongamos que yo vendo chancletas. Las
chancletas al principio tienen un precio de 20 US$ el par, y del ingreso que generan yo me llevo el 53%, por
lo que mi beneficio unitario es de 10.6 US$ por par vendido. Existe una primera temporada donde vendo 1
millón 968 mil pares de chancletas, lo que genera ingresos brutos de 39.370.000 US$, de los cuales me llevo
el 53% en participación, lo que me da 20.866.100 US$ de beneficios.

Mi negocio va bien, hasta que el precio en la temporada siguiente me pasa de 20 US$ por par a 13.5
US$ por par, sufriendo una reducción del precio unitario del 32.5% (la misma reducción que sufrió el precio
promedio del barril de petróleo en Venezuela pasando de la década de los 50’s a la década de los 60’s).
Pero por suerte tengo dos factores que hacen que mis beneficios no disminuyan si no que más bien, crezcan:
1) Pasé de vender 1.968.000 pares de chancletas a 3.188.000 pares. Es decir, mientras que el precio cayó
un 32.5%, se aumentó la venta en un 62% para aumentar la rotación de capital, mejor conocida la estrategia
como ‘‘vende barato pero vende mucho’’. 2) Ya no me estoy llevando el 53% en beneficios sobre los ingresos,
sino el 66.59%. El otro 33.41% se asigna a pagar costos, dar dividendos a otros accionistas e invertir.

Al pasar a vender 3.188.000 de pares con precio de 13.5 US$, estoy recibiendo un ingreso bruto de
41.444.000 US$, y como ahora en vez de llevarme el 53% de esos 41 millones me llevo el 66.59%, voilà:
mis beneficios particulares serán ahora de 27.597.559 US$, lo que aumenta mis beneficios en un 32.1% en
comparación a la temporada anterior, pese a que los precios se desplomaron. Prácticamente lo mismo les
pasó a los demócratas. Aunque los precios del petróleo habían estado más bajos en comparación a la década
(temporada) anterior, las empresas petroleras habían aumentado la producción de forma paulatina a lo
largo de la década (ver cuadro 74), teniendo un incremento de 69.900 barriles diarios cada año.

Los números de pares de chancletas vendidos son exactamente los números de barriles de petróleo
producidos en la década de los 50’s y en los 60’s: De 1.968.000 barriles diarios en los 50’s y de 3.188.00
barriles diarios en los 60’s. Por lo tanto, el ejemplo es ilustrativo de que si los precios bien son un factor
importante a la hora de especular sobre los ingresos que obtendrá un negocio, no son el único factor que
existe ni mucho menos el único hecho circundante que los determina. Los precios fueron un plus durante
los 70’s, donde todo funcionó al contrario de cómo funcionó a los 60’s, pero en los 60’s en realidad no
hicieron daño alguno sobre los ingresos fiscales si no que de hecho, estos crecieron. (En los 60’s aumenta
la producción para vender más a un precio más bajo y mantener los beneficios, pero en los 70’s aumentaban
los precios y eso compensaba el impacto de la caída en la producción sobre los beneficios).

Si la fórmula de los 70’s con el boom de los precios fue 𝐴𝑙𝑡𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑖𝑐𝑖𝑝𝑎𝑐𝑖ó𝑛 𝑓𝑖𝑠𝑐𝑎𝑙 +
𝑎𝑙𝑡𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑒𝑐𝑖𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑙 𝑝𝑒𝑡𝑟ó𝑙𝑒𝑜 = 𝐼𝑛𝑔𝑟𝑒𝑠𝑜𝑠 𝑓𝑖𝑠𝑐𝑎𝑙𝑒𝑠 𝑚𝑎𝑠𝑖𝑣𝑜𝑠, la fórmula de los 60’s aplicada a la producción
fue 𝐴𝑙𝑡𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑖𝑐𝑖𝑝𝑎𝑐𝑖ó𝑛 𝑓𝑖𝑠𝑐𝑎𝑙 + 𝑎𝑙𝑡𝑎 𝑝𝑟𝑜𝑑𝑢𝑐𝑐𝑖ó𝑛 𝑝𝑒𝑡𝑟𝑜𝑙𝑒𝑟𝑎 = 𝐴𝑙𝑡𝑜𝑠 𝑖𝑛𝑔𝑟𝑒𝑠𝑜𝑠 𝑓𝑖𝑠𝑐𝑎𝑙𝑒𝑠. No es que esta
fórmula produjera precisamente ingresos fiscales masivos; nada se comparó a los ingresos provenientes
de la renta petrolera desde 1974 hasta 1976, y claro, extendidos en picos vistos hasta 1984 por el increíble
expolio y los altos precios, pero de todos modos no es que fueran malos ni mucho menos como para
considerar que la administración demócrata se encontró en desventaja frente a predecesores tales como
Marcos Pérez Jiménez, Carlos D. Chalbaud, los mismos del Trienio Adeco o Isaías Medina Angarita, puesto
que los demócratas ingresaron más beneficios petroleros pese a los bajos precios utilizando la estrategia
expuesta. En realidad, no tiene mucho misterio. Con total confianza podríamos decir que el ‘‘liderazgo
adeco’’ vitoreado por el ‘‘saber manejar la situación con precios bajos’’ es una mentira.

191
Cuadro 82 | Renta petrolera captada por el Estado vía ingresos fiscales, por tipo de impuesto. Fuente: Petróleo y otros
datos estadísticos (PODE) series de 1969, 1975, 1979, 1985, 1989 y 1999. Ministerio del Poder Popular del Petróleo.

Los factores de expolio y alta producción, al final, terminaron por evitar que los demócratas
sufrieran una resaca fiscal causada por la caída de los precios del crudo. Prueba de ello es que tal como
vemos en el cuadro 82, los beneficios petroleros percibidos por el Estado no pararon de crecer por lo menos
hasta 1964, pese a que como vimos en los cuadros 77 y 80, los precios se empezaron a desplomar a partir
de 1958. La explicación del por qué pasó esto ya la sabemos (la expliqué en la página previa), ahora queda
preguntarse: ¿Y recibieron mucho más ingreso que los militares, o solo de forma moderada? La respuesta
dependería de qué es lo que consideres como moderado y lo que consideres como ‘‘mucho más’’.

El dato inicial es que en 1947 el Estado percibía US$ 2675.5 millones a precios constantes de 2019,
cantidad que se empezó a incrementar rápidamente a partir del año 1951 cuando ya adquiría US$ 4205.7
millones (aumento del 57.19%). Ya en 1957 la cantidad de renta percibida por el Estado fue de US$ 7059.5
millones pero, demostrando lo contrario a lo que muchos adecos arguyen sobre una supuesta pésima
situación fiscal derivada de los bajos precios del petróleo, en 1958 ingresaron US$ 7097.1 millones, en
1959 se llevaron US$ 8234.1 millones, en 1960 fueron US$ 7536.6 millones, en 1961 otros US$ 8070
millones, en 1962 lo hicieron por US$ 7930 millones, en 1963 alcanzaron US$ 8715.9 millones y en 1964
terminaron ingresando beneficios petroleros de US$ 11509.6 millones.

Lo ‘‘curioso’’ es que aunque en 1964 el Estado captó un 63% más beneficios petroleros de los que
captó en 1957 —por eso no tiene sentido que dijeran que había crisis fiscal debido a los bajos precios—,
los precios del petróleo en ese año eran de 11.91 US$ constantes, mientras que en 1958 los precios fueron
de 22.17 US$ constantes, es decir, lograron alcanzar casi 2/3 más de beneficios a pesar de que el barril de
petróleo había disminuido su precio por la mitad en apenas siete años. De hecho, podemos ver el siguiente
dato para reconfirmar que los demócratas no se estaban enfrentando a ninguna crisis fiscal por los bajos
precios del petróleo, o por lo menos no una donde estos hayan sido factor determinante: el promedio de
beneficios petroleros captados por el Estado desde 1950 hasta 1959 fue de US$ 5321 millones, mientras
que el mismo promedio desde 1960 hasta 1969 fue de US$ 8870 millones (aumento del 66.69%).

192
Este dato nos permite conocer que, por lo menos por el lado de la industria petrolera, los gobiernos
demócratas no se enfrentaron precisamente a una depresión de sus ingresos causada por la baja en los
precios, ya que esta se vio compensada por —como ya convenimos— aumentos en la producción petrolera
y en el porcentaje de beneficios que ‘‘les tocaba’’. Esto se agravó durante la época de los 70’s, donde gracias
a una participación promedio del 83.66% de beneficios expoliados a la industria petrolera y dos booms de
precios consecutivos, lograron ingresar en promedio durante esa década unos US$ 21654.13 millones (2.4
veces más que en la década inmediatamente anterior, y 4 veces más que en la década de los 50’s). El año
donde más ingresaron fue 1974, como era de esperarse y como demuestran los picos de ingresos: teniendo
una participación del 95% sobre los beneficios, y previamente existidas dos explosiones drásticas en el
precio que lo habrían incrementado en un 392%, lograron que el Estado alcanzara un máximo apogeo
jamás visto en los beneficios fiscales captados con US$ 45389 millones de dólares. Esto definitivamente
permitió al Estado expandir de manera masiva el gasto público pero, paradójicamente, no detuvo su
endeudamiento ni la consecuente crecida de los tipos de interés (374)*. Pero no acaba ahí: Durante los 80’s
hubo también picos consecutivos en los ingresos petroleros. Todos sabemos, si leímos todo el temario
precedente a esta sección, que el colapso del sistema democrático se hizo visible en los 80’s.

Por allá en 1980 y 1981, y luego de nuevo en 1984, el Estado logró alcanzar cantidades más o menos
cercanas a las ingresadas en 1974, con la diferencia de que esta vez la producción era mucho menor (lo que
trancaba el potencial de la rotación de capital, es decir, la venta posible). Sumando los beneficios captados
de 1980 y 1981, la cifra alcanzó los US$ 76072.6 millones ya que en 1980 ingresaron US$ 38139.4 millones
y en el 81 ingresaron US$ 37933.1 millones. En 1984 captaron US$ 36221.8 millones. Aunque las
cantidades de renta captada eran inferiores al máximo histórico de 1974, la persistencia con la que
ocurrían los abultados ingresos de utilidades lograron que el promedio de beneficios captados por el
Estado durante los 80’s fuera de US$ 19943.9 millones, equivalente al 90% del promedio de los 70’s.

Los 20 años corridos que comprenden el período de 1970 y 1989 fueron una maravilla para los
demócratas en lo que respecta a expolio fiscal masivo, llenando las arcas como nunca antes por el ingreso
oprobioso que generaba el petróleo a costa de ir matando la industria lentamente. Incluso, como vimos ya
en la página anterior, esto venía desde 1960. Siempre estuvieron privilegiados por los precios, o por los
niveles de producción, o bien por el uso del aparato estatal para aumentar la confiscación productiva de la
renta petrolera generada por capital ajeno. Sin embargo, al final terminaron «sin el chivo y sin el mecate»
porque, pese a que sí recibieron fabulosos beneficios derivados del petróleo —presentes estos desde la
década de 1960 pero viendo su apogeo entre la década de 1970 y la década de 1980—, tal privilegio no
detuvo un eventual colapso del sistema democrático… No supieron qué hacer con los recursos. A lo que
me refiero en concreto es a que aunque aumentaron los ingresos fiscales, quedando los beneficios
petroleros percibidos muy por encima de los recibidos en los 50’s (entre 3 o 4 veces por encima
dependiendo de si eran los 80’s o los 70’s), no solamente no estuvieron en crisis ni siquiera en los 60’s con
una baja de los precios —ya que los beneficios petroleros estaban un 66% por encima de los recibidos la
década pasada—, sino que tuvieron un fisco en apariencia fuerte por los grandes recursos que financiaban
lujosos pseudo-planes gubernamentales, pero débil en el fondo porque al mismo tiempo que el Estado
resplandecía, la ciudadanía iba a entrar en un ciclo de aumento de pobreza, caída de la productividad,
hambrunas, devaluaciones consecutivas y aumento de la deuda. (Aunque no debió haber sido así. ¿Si ya
tienes muchos petrodólares, para qué quieres deuda?). Mientras el Estado brillaba, la ciudadanía moría.
_________________________________________________________________________________________________________________________
374*. Ya examinamos esto en las secciones 4.4.3.4. y 4.5. Para el período concreto de los 70's y los 80's que fue cuando hubo mayor bonanza fiscal por los
enormes beneficios petroleros que captaba el Estado, en 1970 la deuda cómo % del PIB era del 10.56%. En 1979 alcanzó el 15.39%. Para 1989, ya ese porcentaje
era del 70.35%. Lo mismo pasó con los rendimientos: Para 1970, los rendimientos eran del 2.85% del a deuda, luego en 1979 alcanzó el 9.8% y ya en 1989 había
bajado ''un poco'' al 6.09%. Ninguna de estas dos cosas debió haber pasado, puesto que si ya tienes un ingreso masivo más o menos orgánico (el petróleo) no
tienes por qué abarrotarte de deuda. Igualmente lo hicieron y ya sabemos cómo terminó.

193
La posibilidad de que alcanzaran tales niveles de expolio con un rápido crecimiento de la
participación fiscal sobre los beneficios petroleros se debió a, como señalaba Espinasa, un aumento
dramático del Impuesto Sobre la Renta. Justo la frase está al principio de esta parte (sección 5.3) y rezaba:
«En 1958 el gobierno venezolano en forma unilateral, haciendo uso de sus prerrogativas soberanas, aumentó
la tasa de impuesto sobre la renta (I/R) para las empresas petroleras, incrementando la participación del
Estado en el excedente operacional a 65%. Roto el molde del 50:50, el Estado haría uso del aumento unilateral
en la tasa de I/R para incrementar su participación en el excedente petrolero, en la medida en que las
condiciones políticas así lo permitieran, hasta estrangular a las operadoras extranjeras, llegando a una
participación de 95% en los años previos a la nacionalización».

Cuadro 83 | Aporte porcentual de cada impuesto a los ingresos petroleros del Estado. Fuente: Petróleo y otros datos
estadísticos (PODE) series de 1969, 1975, 1979, 1985, 1989 y 1999. Ministerio del Poder Popular del Petróleo.

El cuadro 83 ilustra de manera detallada esto. Antes de 1958, las regalías y otros tipos de impuestos
tales como derechos de exportación e importación, aportaban entre el 60% y el 70% de los beneficios
petroleros que percibía el Estado. Las regalías eran las que mayor participación tenían, dando al fisco entre
el 50% y el 58% de la renta petrolera que recibía. El impuesto sobre la renta apenas y tenía parte, dando
generalmente cantidades en torno al 35%. Para 1958, inmediatamente esa participación del ISLR pasó del
35.56% al 44.70%, para nunca dejar de crecer hasta que empezare la Apertura Petrolera —cuando después
de tanto meter la pata, los demócratas decidieron rectificar—.

Ya a partir de 1960 los roles del ISLR y de las regalías se igualaron, teniendo el ISLR una
participación de entre el 43% y el 52% durante la década, y promediando el 48%. Las regalías tenían una
participación que iba del 46% hasta el 54%, promediando en un 50.3%. En los 70’s, los roles de las regalías
y del ISLR se invirtieron, pasando a tener las regalías el mismo rol que el ISLR antes de 1958 y el ISLR
pasando a tener el mismo rol que las regalías antes de 1958. Las regalías promediaban un 31.5% de
participación bajando en años hasta el 24.5%, mientras que el ISLR promediaba el 67.8% ascendiendo
hasta al 75.8%. Para los 80’s fue peor: Las regalías promediaban el 17.03% del aporte llegando a mínimos
del 12.05% mientras que el ISLR promediaba 81.04%, llegando a máximos del 87.62%.

194
A partir de los 60’s, como vemos en la gráfica, el aporte al fisco de los otros impuestos se volvió
insignificante, prácticamente desapareciendo en los 70’s y reapareciendo a partir de 1988. En la década de
los 90’s y gracias a la Apertura Petrolera los papeles de los impuestos pasaron a tomar el orden anterior a
1958, con el ISLR reduciéndose y las regalías tomando el puesto correspondiente, y los otros tipos de
impuestos recobrando participación llegando a superar el 20%. Esto no duró mucho ya que la llegada de
Chávez pasó a revertir —otra vez— lo poco que se había logrado con la Apertura Petrolera para retomar
el orden que hubo después de 1958, particularmente copiando los mecanismos de los 70’s y los 80’s, con
la diferencia de que el curso tomado terminó por llevar la industria petrolera a donde está hoy.

5.3.4. ¿Administración del petróleo demócrata = Administración del petróleo


chavista?
Existen diferentes cuestiones que me hacen pensar que la administración adeca del petróleo y del
fisco petrolero fue prácticamente igual a la chavista, si no muy parecida. ¿Es acaso siquiera comparable una
cosa con la otra? En lo que a mí respecta, sí. Eso se diluye en cuestiones bastante simples por lo que creo
que la sección no se desarrollará más allá de esta misma página, o cuando mucho, hasta terminar la próxima
o menos. Puntualizaré y argumentaré las similitudes:

1. Tanto el chavismo como la democracia tuvieron booms de precios del crudo increíbles, pero no
obstante, no desarrollaron el potencial petrolero aumentando la producción. Siendo racionales y
competentes, la fórmula pudo haber pasado de 𝐴𝑙𝑡𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑖𝑐𝑖𝑝𝑎𝑐𝑖ó𝑛 𝑓𝑖𝑠𝑐𝑎𝑙 + 𝑎𝑙𝑡𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑒𝑐𝑖𝑜𝑠 =
𝐼𝑛𝑔𝑟𝑒𝑠𝑜𝑠 𝑓𝑖𝑠𝑐𝑎𝑙𝑒𝑠 𝑚𝑎𝑠𝑖𝑣𝑜𝑠 a una combinatoria que fuera del tipo: 𝐴𝑙𝑡𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑖𝑐𝑖𝑝𝑎𝑐𝑖ó𝑛 𝑓𝑖𝑠𝑐𝑎𝑙 +
𝑎𝑙𝑡𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑒𝑐𝑖𝑜𝑠 + 𝑎𝑙𝑡𝑎 𝑝𝑟𝑜𝑑𝑢𝑐𝑐𝑖ó𝑛 = 𝐼𝑛𝑔𝑟𝑒𝑠𝑜𝑠 𝑓𝑖𝑠𝑐𝑎𝑙𝑒𝑠 𝑠𝑢𝑝𝑒𝑟𝑚𝑎𝑠𝑖𝑣𝑜𝑠. Normalmente, cualquier
empresa puede explotar los márgenes mínimos de beneficio al bajar mucho los precios para no ir a
pérdidas a través una compensación en otro factor (en este caso, aplicando la de ‘‘vende barato pero
vende mucho’’). Esa fue una de las estrategias aplicada por los demócratas.
2. En la situación extraordinaria durante los 70’s y más todavía durante los 80’s con los altísimos
precios del crudo, una empresa al detectar los shocks de precios se hubiera lanzado a proveer
petróleo para explotar la mayor parte posible de la cuota de mercado satisfaciendo la demanda, y
de ahí extraer los mayores beneficios sencillamente porque se puede vender mucho y se puede
vender caro. Esto bajará los precios eventualmente, pero se podía aprovechar la circunstancia para
tomar la demanda existente y extraer altísimos beneficios porque el valor alto del petróleo
implicaba un aumento del precio de venta, no un aumento del coste de producción, por lo que la
consecuencia hubiere sido que podían explotar los precios superiores hasta que se estrechara el
margen de beneficios y de ahí reducir la oferta, habiéndose llevado altos beneficios vendiendo
mucho con altos precios y reduciendo la producción a tiempo, equilibrando de nuevo los precios. En
vez de ocurrir eso, el chavismo destruyó la industria petrolera y los demócratas estuvieron a punto
de hacerlo, ninguno supo aprovechar los booms y en vez de aumentar la producción para
incrementar las ventas, la redujeron a mínimos históricos.
3. Aunque ambos tuvieron altísimos ingresos fiscales logrando expandir de manera masiva el gasto
público mediante amparo de la renta petrolera, igualmente aumentaron la expansión de la deuda,
incrementaron los tipos de interés y devaluaron la moneda para maximizar los ingresos del Estado,
fuera por la vía diabólica de emisión monetaria, fuera por deuda o fuera por sablazo fiscal. Aunque
no debieron hacerlo porque la renta petrolera por sí sola les daba suficientes ingresos corrientes
para hacer lo que ningún mandatario anterior hizo, de todos modos continuaron con vías
inorgánicas de renta mediante el riesgo de causar desequilibrios macroeconómicos.
195
4. Ambos, aunque perfectamente sí ingresaron mucha renta del petróleo, igual no solamente corrieron
con el riesgo de causar desequilibrios macroeconómicos masivos, si no que efectivamente los
causaron. Los demócratas desde 1980 hasta 1999 incrementaron el índice de precios en un
18.048% y el tipo de cambio bolívar/dólar se elevó un 19243% desde 1957 hasta 1999. Nada más
desde 1985 hasta 1999 lograron cortar el poder adquisitivo de la población por la mitad. Con Chávez
fue mucho peor, pero en realidad ninguna de estas situaciones a tales ingresos debió haberse
suscitado —incluso desde una perspectiva estatólatra de papi Estado lo puede todo—.
5. Tanto los demócratas como los chavistas utilizaron la renta petrolera para centrarse en expandir el
gasto de forma masiva dirigido a proyectos estatales sumamente improductivos, que terminaron
siendo un vertedero de inversión muerta y no evitaron el colapso de sus sistemas: el
socialdemócrata a partir de 1983 hasta 1999, aunque ya en 1978 la caída de la productividad tocaba
los tambores de una crisis estructural sin precedentes; y el socialista desde 2013 hasta la actualidad.
La diferencia es que los demócratas invirtieron parcialmente en infraestructura, mientras que la
cúpula socialistoide concentró los ingresos en mantener una burocracia enorme y bien pagada.
Nada de eso sirvió para evitar los colapsos. De hecho, ambos son idénticos en causas y trasfondo,
pero los efectos del actual son mucho peores. Eso debería dejar constancia que la inversión estatal
falla de manera muy seguida y no hay razón para pensar que una nueva administración no cometerá
los mismos errores que las anteriores, siendo que se decían ‘‘muy distintas’’ pero tuvieron
resultados cualitativos similares. La nueva administración —neodemócrata, con el tándem VP/PJ—
podrá decirse también muy distinta de las anteriores, pero no dejaría de ser una mentira.

Estos cinco causales se resumen en: 1) gestión ineficiente de los recursos y desaprovechamiento de
las oportunidades, 2) inevitabilidad de una crisis auto-infligida con inyección de capital público, 3)
expansión del gasto público ineficiente, 4) asunción del riesgo de desequilibrios macroeconómicos para
financiar gasto público y, finalmente, 5) generación de los desequilibrios y desajustes anticipados en riesgo,
solamente para cumplir los fines del Estado. Todos estos factores estuvieron presentes tanto en la
administración del petróleo demócrata —y especialmente adeca, como pudimos ver— como en la
administración del petróleo chavista. En la próxima sección veremos una de estas similitudes en detalle.

Al final, ambas terminaron siendo muy similares en las formas de gestión, en los objetivos
(aparentemente buenos, pero en el fondo apuntaban a causar desastres bestiales) y en los resultados, que
aunque los actuales son peores, no quita que los anteriores también fueran malos ni que ambos se
materializaran en un colapso de los sistemas implantados por los ‘‘revolucionarios’’, fueran demócratas —
mejor conocidos como «socialistas light»— o chavistas. Dirección similar, resultados iguales (aunque unos
más profundos que otros), mismos riesgos, mismas consecuencias, errores casi iguales, estatismo con
ganas de omnipotencia (pero por la boca muere el pez) y alto grado de incompetencia presente, y pese a
ser más prevalente en los socialistas, no es que faltare en los demócratas y particularmente en los adecos.

A modo de conclusión para esta pequeña sección, no sé qué tanto pueda convencer al lector de que
ambas situaciones fueron muy similares. Espero que, por lo que hemos vivido en los últimos años y por lo
que he explicado hasta el momento —así como también por lo que continuaré explicando a lo largo de las
próximas líneas—, el lector pueda establecer una comparación entre ambas administraciones fallidas, y
vea las similitudes de ambos períodos, esencialmente en los resultados provocados. Personalmente tengo
la expectativa de que la vivencia experimental de los fallos del socialismo del siglo XXI combinada con el
desarrollo y las pruebas que se han venido dando a lo largo del libro bastarán para lograr eso.

196
5.3.5. El Petro–Estado demócrata siempre estuvo destinado al fracaso
El ensayo de Espinasa donde se narró el auge y caída de la industria petrolera venezolana debido a
la nacionalización (375) nos lleva a un paper suyo elaborado junto a Lenin Balza llamado «Oil Sector
Performance and Institutions: The Case of Latin America» (376), en el cual se expone que los países que tienen
un sector petrolero eficiente son normalmente los que institucionalizan la industria a partir de la
propiedad privada y los mercados abiertos, contrastando la ineficiencia de los que tienen un monopolio
estatal sobre el sector —como el que tocó a la puerta en 1971 para el advenimiento monopolístico estatal,
y que entendiendo esta sección sabremos por qué fracasó—, o como los que tienen una agencia reguladora
que controla las operaciones. El estudio es relativamente sencillo y se divide en dos partes. Primero crean
un marco analítico donde se postula la existencia de cuatro modos de arreglos institucionales generales
para la organización del sector petrolero. Estos son ordenados de mayor intervención estatal a menor, los
dos primeros girando en torno al Estado y los dos últimos en torno al mercado:

I. Sector petrolero nacionalizado y la empresa estatal que opera el sector es parte del gobierno. Un país
ejemplar es Venezuela en la actualidad, cuya SOE es PDVSA y está bajo control total del Estado.
II. Sector petrolero nacionalizado pero la empresa estatal operadora se sujeta a derecho privado, aunque
el gobierno es el único accionista. Teóricamente, Venezuela desde 1975 hasta 1999 es ejemplo esto,
aunque en realidad era un híbrido bastardo entre este arreglo y el anterior.
III. Sector petrolero basado en un orden de mercado, pero con intervención gubernamental a través de
una agencia especializada o departamento ministerial. Ejemplos son Brasil, Perú o Colombia.
IV. Sector petrolero basado en un orden de mercado, de competencia abierta, libre empresa y entrada
libre. El ejemplo por antonomasia para este arreglo —dado que el subsuelo está bajo propiedad
privada en ese país— es Estados Unidos.

Durante la formación del marco analítico, también se dan múltiples razones para desconfiar de
ciertos arreglos institucionales, o bueno… Específicamente de los dos primeros. Con el primer arreglo
(nacionalizado + empresa estatal + gobierno) el gran problema es que la administración empresarial y los
objetivos de la empresa no necesariamente son económicos o comerciales, y muchas veces terminan siendo
políticos. Los intereses de la empresa, al ser una extensión más del gobierno, se extinguen y se vuelven los
intereses de la clase política que domina el Estado. Además, normalmente se le obligará a la empresa a
subsidiar cuestiones que nos resultarán muy familiares, como el combustible (¿se acuerdan de nuestra
gasolina barata?); gasto en infraestructura o el gasto en salud (377).

Además, el Estado tenderá a mezclar las cuentas de ambas entidades, se eliminará la transparencia
y será difícil someter a las empresas a escrutinio de cualquier tipo, evitando ser auditada. Como si fuera
poco, no habrá ninguna referencia doméstica de eficiencia por parte de los poseedores de una empresa del
mismo tipo; el Estado carecerá de presión y no tendrá incentivos para mantener la empresa en buen
funcionamiento dado que no tiene competidores. Del mismo modo, la ausencia de competencia elimina los
incentivos para la creación de nuevas tecnologías —sean estas para abarcar más mercado o sean estas para
disminuir costes— y elimina de por sí el acceso a nuevas tecnologías, ya que no ingresan en el mercado
empresas que las tengan disponibles porque, por definición, hay un monopolio en el sector (378).
_________________________________________________________________________________________________________________________
375. Espinasa, Ramón. El auge y el colapso de Pdvsa a los treinta años de la nacionalización. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales [online]. 2006,
376. Balza, Lenin y Espinasa, Ramón. Oil Sector Performance and Institutions: The Case of Latin America. Inter-American Development Bank (2015)
377. Ídem, pp. 16 - 17
378. Ídem, p. 18

197
El primer arreglo institucional termina siendo uno donde se eliminan tanto el carácter económico
de la empresa como los incentivos empresariales, que evitarían en la mayoría de los casos el mal manejo
de una organización empresarial. Se designarían los cargos en función de los intereses del Estado en vez
de apuntar a la rentabilidad y bienestar de la empresa buscando calidad de mano de obra (y por lo tanto
sostenibilidad), la repartición de los beneficios puede o no ser lo suficientemente moderada para no
atropellar los beneficios autónomos de la empresa y producir flujos de caja que financien inversión y
formen ahorro, no hay referencias para mimetizar la eficiencia a menos que se mire en otro país, no hay
incentivos a desarrollar tecnologías porque no hay incentivo empresarial, se altera el sistema de precios
porque la empresa estatal es la única que provee los bienes salidos del sector energético de combustibles
fósiles y, al no tener competencia, elige discrecionalmente el precio sin tener un precios referenciales en el
mercado doméstico. Al existir tal volatilidad, se descarta como arreglo óptimo.

El segundo arreglo institucional (nacionalizado + empresa estatal + ‘‘gerencia privada’’) es el que


tuvimos aquí en Venezuela, pero tiene prácticamente las mismas problemáticas que en el anterior, las
cuales pasaremos a detallar. ¿Por qué la estatización del petróleo falla? Independientemente de si la
empresa se rige bajo derecho privado o si es parte del Estado, los arreglos han tendido a fallar porque:

I. ‘‘Gerencia como si fuera privada’’ ≠ El Estado respetará la gestión empresarial. Ya vimos en el cuadro
81 que durante los años de la nacionalización, el Estado llegó a llevarse entre el 90% y el 95% de
los beneficios que producía el sector petrolero y, en los años posteriores hasta finales de los años
80, el Estado absorbía entre el 80% y el 85% de estos beneficios. Apenas PDVSA alcanzaba a
mantener un margen mínimo de ganancias pese a ser parte del Estado, incluso aunque
técnicamente no fuera controlada por el Gobierno. En definitiva, no se respetaban los intereses
comerciales de la empresa, dada la aniquilación de sus beneficios.
Si se rige por derecho privado o si pasa a ser parte del Estado resulta indiferente. La constitución
empresarial bajo derecho privado no garantiza que el Estado no vaya a aumentar su participación,
consecuentemente destruyendo los beneficios y también, al final, los incentivos empresariales, el
ahorro y la inversión (y por tanto la gestión en sí). De hecho, incluso antes de la nacionalización —
cuando todavía el sector petrolero estaba operado por privados— el Estado había ido aumentando
su participación cada vez más hasta el 83%, destrozando los beneficios producidos por las
empresas. Si el Estado ya le pasaba por encima al sector privado, ¿por qué hemos de creer que no le
pasaría por encima a una empresa que es de su propiedad?
II. ‘‘Empresa bajo derecho privado’’ ≠ El Estado respetará la autonomía de la empresa. El hecho de que
una empresa estatal se constituya bajo el derecho privado no implica que el Estado se abstenga de
interferir en ella. Para que funcione tienen que existir además: 1) Un marco legal operativo y limpio;
2) Contrapesos y auditoría externa y; 3) Independencia Judicial.
Pensar que el simple hecho de que una empresa se constituya bajo derecho privado es suficiente
para que en realidad vaya a actuar como una empresa privada, es como pensar que porque la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999) dice que tenemos un Estado de
Derecho, somos un país que en serio tiene un Estado de Derecho y no un Narcoestado. La realidad
es otra distinta a la que inventa la legislatura.
También está el detalle de que al final el único accionista en este arreglo actúa en representación
de un poder del Estado, por lo que este poder selecto es el que termina decidiendo como actúa la
empresa. ¿Es un paso intermedio entre el despotismo absoluto y una gestión más o menos decente?
Sí, pero es solo eso, un paso intermedio. Al final termina —y terminó— igual.

198
III. El origen y la motivación de una empresa estatal siempre fue político, nunca netamente comercial. La
nacionalización del petróleo siempre correspondió a intereses políticos y nacionalismos
variopintos sobre la posesión y sentido de pertenencia sobre los recursos; pero jamás se
correspondió con una necesidad de reestructuración real en la gestión. El sector privado siempre
maximizó rentabilidad —y por lo tanto protegió la supervivencia de la empresa— y supo responder
a las señales del mercado. ¿El Estado? Jamás.

Al final es el mismo gobierno termina decidiendo y presionando para que la actuación empresarial
le sea favorable a sus intereses, sin importar si estos son comerciales o no —en vista de que son los
accionistas únicos, y por lo tanto los dueños de la empresa estatal—, eventualmente anulando las garantías
contra la intervención política sobre los asuntos administrativos de la empresa. Lo que existe es una
intermediación o proxy, que sería el CEO o Presidente de la empresa, que filtraría esos intereses para
compaginarlos como se pueda con los objetivos comerciales de la empresa (asumiendo que tenga intereses
distintos del gobierno). Sin embargo y como lo ha demostrado la experiencia petrolera en Venezuela
experimentando ambos arreglos institucionales —el primero desde 1975 hasta 1998, y el segundo desde
1999 hasta la actualidad—, igual se ha tenido rotundos fracasos con ambos.

En suma, y según los autores, aun en un arreglo institucional donde la empresa estatal se maneja
bajo un esquema gerencial privado, y se ''sujeta'' —supuestamente— al derecho privado como cualquier
otra empresa comercial, este arreglo seguirá siendo sensible a las siguiente problemáticas: 1) A la
discrecionalidad de la intervención gubernamental en los la distribución de renta; 2) A recargos del Estado
a la empresa en temas que no le competen —como dar subsidios—; 3) Al mismo juicio del accionista (el
Estado), en tanto este quisiera intervenir mucho en los asuntos administrativos y designar a quien quiera
en la Junta Directiva de la empresa; 4) A la falta de competencia, careciendo tanto de referencias de
modelos empresariales, referencias de estrategias de comercialización y referencias en eficiencia
productiva, escaseando además la presión para el desarrollo de tecnologías, faltando la transferencia de
tecnologías por ausencia de operadores que importen las tecnologías que han desarrollado o comprado, y
finalmente faltando los incentivos. Mientras menos se comporte la empresa estatal como una empresa
privada; mientras mayor intervención estatal exista en el manejo de la empresa y mientras más criterios
políticos (de cualquier tipo) intervengan en su manejo, peor desempeño habrá (379).

Dentro de los primeros dos arreglos institucionales (que poseen disfuncionalidades) encaja un
grupo analítico de países que llamaremos grupo 1. Espinasa y Balza utilizaron a dicho grupo para comparar
el desempeño del sector petrolero y se conforma por Venezuela, Argentina, Ecuador y México, equivalentes
a más Estado y menos empresa privada dentro del sector petrolero, teniendo estos todas las características
politiqueras e indeseables que se han explicado —en resumen—. Luego nos quedan los dos últimos
arreglos institucionales, los cuáles giran en torno a la organización de la propiedad privada en el sector
petrolero y sus relaciones con el Estado, definiendo así al grupo 2. Este grupo está compuesto por Brasil,
Colombia y Perú, los cuáles —aunque no a la perfección— poseen sistemas parecidos al que estaba en
Venezuela durante la presidencia de Isaías Medina Angarita (aunque muchos años tarde, pues Venezuela
en su tiempo y a pesar de todo, era un país bastante adelantado), bastante receptivos a la operación
petrolera por parte de empresas privadas aunque unos más que otros. Todos estos países, como la mayoría
de los países del mundo salvo Estados Unidos, poseen un arreglo institucional que contiene una de dos
cosas; o bien una Agencia Nacional especializada en regular el sector petrolero privado, o el ejercicio del
rol regulatorio mediante un Ministerio (de Petróleo o de Minas e Hidrocarburos).

_________________________________________________________________________________________________________________________
379. Balza, Lenin y Espinasa, Ramón. Oil Sector Performance and Institutions: The Case of Latin America. Inter-American Development Bank (2015) pp. 16 – 20

199
Este arreglo resulta en la fórmula: sector privado + regulación estatal. Según Espinasa y Balza, la
regulación estatal debería ser, en la medida de lo posible y si existiere, ejercida por la Agencia Nacional
especializada y no por un Ministerio. Los directivos de esta Agencia deberían ser elegidos por parte de
varias instancias gubernamentales disímiles para que el posible daño de la intervención gubernamental
fuera disminuido. En el caso de un Ministerio, al este ser una extensión del Poder Ejecutivo se facilitaría la
intervención sin contrapesos y unidireccional del Presidente para favorecer sus intereses. Aunque no hay
garantías de que la Agencia no termine igual, dado el fenómeno de la Captura del Poder Político (380), lo
cierto es que hipotéticamente actuaría como un filtro para los intereses gubernamentales. Sus roles serían:

1. Contabilizar los yacimientos y sus características geológicas, asesorar a las empresas o prestarles
apoyo —como hacía la Ley de Hidrocarburos de 1943, y como disponía el Reglamento de la Ley de
Hidrocarburos de 1943, solo que se hacía a través del Ministerio de Fomento—; (381)
2. Realizar estudios y prospectos geológicos de territorios utilizando diferentes escalas de evaluación;
3. Preparar lotes de yacimientos, realizar subastas crear mecanismos de asignación de yacimientos,
seleccionar ganadores y asignar los lotes así como firmar los contratos de concesión;
4. Vigilar que se cumplan los contratos, auditar productos, costes de producción, y que se cumplan
todas las normas dispuestas por la Ley.

Al Estado le interesaría regular la actividad petrolera privada por una razón central y dos razones
secundarias según los autores (382). Nosotros creemos que sí es muy probable que la razón central sea
aplicable a los escenarios prácticos; pero las razones secundarias en realidad se han visto superadas por la
realidad dado que, al final, el Estado no ha terminado solamente regulando la actividad sino que
directamente se encarga de ella:

1. La razón principal es para poder controlar de cerca el desempeño de la extracción de petróleo y


asegurarse de que está obteniendo la máxima renta posible derivada de la actividad, por
especificaciones que aluden al valor añadido que tiene el petróleo (por la localización, por la calidad
del petróleo, facilidad de transporte, etc.)
2. La segunda razón es para asegurarse de que el petróleo se está explotando de la mejor manera
posible desde una perspectiva geológica, maximizando la recuperación del petróleo y minimizando
los daños ecológicos y sociales (cosa que no sucede).

_________________________________________________________________________________________________________________________
380. De forma sucinta, el fenómeno de Captura del Poder Político desde un punto de vista teórico nos indica que todos los grupos que aspiran al Poder que posee
el Estado, quieren capturarlo por completo y no por partes, de modo que buscarán llenar todos los espacios posibles con gente afín a tal grupo. Los grupos
suelen ser los Partidos Políticos, y el fenómeno nos explica por qué los Partidos lanzan candidatos a todos los niveles de administración del Estado (nacional,
estatal y local) y no simplemente lanzan candidatos a un nivel a la vez, como por ejemplo postulando candidatos al Parlamento o a la Presidencia, en vez de
lanzarlos al mismo tiempo: logran obtener más Poder capturando dos instancias que una sola. Profundizaré más al respecto en la sección 6.
381. El artículo 100 del Reglamento de la Ley de Hidrocarburos de 1943 dispone que: «La Oficina Técnica de Hidrocarburos llenará las siguientes funciones, las
cuales se distribuirán entre los Departamentos Técnicos de acuerdo con las necesidades del servicio: tramitación de solicitudes de concesiones de exploración
y explotación y de concesiones de explotación; catastro de concesiones; organización y manejo de archivos de hidrocarburos; recopilación de datos relativos a
exploraciones superficiales, bien geológicas o geofísicas; estudio de los planos de las concesiones; mapas de conjunto de concesiones; copias heliográficas y
fotostáticas; investigación de los costos de operación en general; determinación del valor mercantil de los hidrocarburos naturales y de sus productos derivados
y fijación de los precios según los cuales se liquidarán los impuestos respectivos; averiguación del monto y procedencia de los capitales invertidos en la industria
petrolera venezolana y estudio de las relaciones de ésta con las de otros países; exoneraciones de derecho arancelados en las importaciones relacionadas con
la industria petrolera; tarifas de transporte; tramitación de concesiones de refinación y de transporte; intervención técnica respecto a los métodos de
explotación, manufactura o refinación y transporte; medidas de conservación; estudio técnico de aquellos proyectos que legalmente deban los concesionarios
someter a la consideración del Ministerio de Fomento; cálculo de las reservas de hidrocarburos del país y evaluación de terrenos petrolíferos y asfaltiferos en
sus etapas de exploración, explotación y terminación de las concesiones; fiscalización de la producción de hidrocarburos; fiscalización de productos derivados;
tramitación de servidumbre; localización de pozos e instalación de tanques y de sus anexos; inspecciones de hidrocarburo; y cualesquiera otras que en materia
de hidrocarburos sean de la competencia del Ministerio de Fomento».
382. Balza, Lenin y Espinasa, Ramón. Oil Sector Performance and Institutions: The Case of Latin America. Inter-American Development Bank (2015) p. 21

200
3. La tercera razón es para maximizar el impacto productivo del sector petrolero en la economía
nacional a través del empleo y la provisión de bienes y servicios. Como veremos en la sección 5.4,
incluso aunque ellos mismos manejaran directamente el sector teniendo la máxima intervención
posible, hicieron todo lo contrario a esto. Actualmente también ocurre.

Finalmente, queda un último arreglo institucional, que es el de inversión privada libre y sin
regulación específica que se resume en privatizado + sin regulación estatal. En este caso, el Estado
solamente interviene para extraer la renta que cree que le corresponde y para determinar cómo se van a
distribuir los beneficios entre el dueño del yacimiento, la empresa operadora y él mismo. El marco no
excluye la operación de empresas estatales en el sector petrolero, pero las somete a competencia con el
sector privado, además la institucionalidad es mucho más fresca porque ya no hay sometimiento a las
inestabilidades de la intervención gubernamental y los autores creen que este arreglo es el preferible (383).
Se sabe que la regulación existiría, pero no es específica, sino que se somete a la misma que cualquier otra
empresa comercial. Lo único específico serían los impuestos a pagar.

1. En esencia, las empresas privadas obtendrán acceso a los territorios de manera competitiva
ofreciendo más dinero y mejores planes que puedan beneficiar tanto al dueño del territorio donde
se encuentra al yacimiento como al Estado (si este es el dueño del subsuelo);
2. Las empresas privadas tendrán por objetivo rentabilizar la actividad y no poseerán criterios
políticos de por medio (ya que es sumamente contraproducente), de modo que la actividad siempre
será sostenible y exenta de inestabilidades auto–inducidas;
3. Las empresas privadas querrán maximizar la utilidad que tengan, innovando de manera constante
y creando tecnologías para aumentar la productividad en relación a los costos (384). De forma
derivada, transfieren tecnologías a los mercados domésticos.
4. Las empresas privadas competirán entre sí por captar el mejor personal posible compuesto de
topógrafos, economistas, geólogos, geógrafos e ingenieros petroleros para asegurarse el mejor
rendimiento posible de la actividad sobre el capital invertido, y por supuesto, para no perderlo.
5. En caso de que existe una empresa estatal que opere en el sector, esta estará sometida a la presión
competitiva de las empresas privadas y también se tendrá que esforzar por captar mejor personal;
no obstante, el Estado la puede beneficiar para que esté por delante de otras operadoras. En esta
situación el arreglo institucional se extingue y pasa a ser como el tercero, aunque el planteamiento
hipotético de Balza y Espinasa es interesante.
6. La distribución de los beneficios es el punto de referencia clave y es lo que define la estabilidad
institucional de forma más clara desde la perspectiva del inversor. Por lo tanto, para mantener
inversiones, el Estado deberá a su vez mantener estable la distribución de beneficios para que no
ocurra como ocurrió a finales de los 50’s aquí en Venezuela (385).
7. Si el objetivo es mantener este arreglo institucional, el Estado apuntará a no crear inestabilidad
política para no ahuyentar las inversiones, ya que este es otro punto de referencia sobre la
estabilidad, ya que los factores políticos son los afectan por sobre todo a la actividad del sector (386).

_________________________________________________________________________________________________________________________
383. Balza, Lenin y Espinasa, Ramón. Oil Sector Performance and Institutions: The Case of Latin America. Inter-American Development Bank (2015) pp. 20 – 26
384. Ídem, pp. 24 – 25
385. Ídem, p. 23. También se puede revisar la sección 5.3.2. «Estado + la memoria corta vs. Empresas + el sentido común»
386. Balza, Lenin y Espinasa, Ramón. Oil Sector Performance and Institutions: The Case of Latin America. Inter-American Development Bank (2015) p. 13

201
Venezuela antes de 1958 tenía un sistema que se basaba en una combinación del tercer arreglo
(regulación y asesoramiento estatal) y el cuarto de (libertad de inversión). Por un lado se parece al tercer
arreglo porque se cumplían dos funciones regulatorias a través del Ministerio de Fomento: había registro
de los datos y características de los yacimientos y la industria (como número de pozos construidos, número
de pozos activos, reservas de petróleo, capacidad de refinación, número de empresas operadoras, etc.),
había asesoría, el Ministro de Fomento era el que firmaba los convenios y colocaba requisitos.

En segundo lugar, el Estado vigilaba que se cumplieran los contratos y que se le diera su parte pero
sin embargo, también se le daba participación a los dueños particulares de tierras donde hubieren
yacimientos para que se les pagara; por lo que reconocían también que no había propiedad estatal del
subsuelo sin propiedad privada de la superficie ya que se tenían que establecer servidumbres para llevar
a cabo adecuadamente la actividad, cuestión que vimos en los artículos 53 y 55 de la Ley de Hidrocarburos
de 1943. Por tanto, ejercía regulación estatal… Pero esta era muy laxa, inespecífica y daba muchas
facilidades a las empresas, además de que el Estado carecía de su propia empresa estatal. Por ejemplo, los
privados podían obligar al Estado a que le establecieran servidumbres gratuitas sobre tierra de nadie (art.
53); podía existir división del trabajo (arts. 28 – 37), los impuestos no eran discrecionales sino fijos (arts.
38 – 49), podían darse exoneraciones (art. 51, art. 50, art. 41), cualquier persona podía realizar actividades
exploratorias de forma libre salvo estuvieran ya bajo concesión (art. 2), cualquier particular o empresa,
salvo fuere un empleado público o empresa pública, podía adquirir concesiones de explotación (art. 6) e
incluso podían expropiar terrenos (art. 55).

Eso, sumado a que el Estado no podía ejercer control directo sobre el sector petrolero porque
carecía de su propia empresa estatal, hacía que el sistema se asemejara mucho al último arreglo
institucional, pero como de todas formas había regulación (aunque fuera mínima), movía a este sistema a
ser —como ya se ha planteado— un híbrido entre ambos arreglos. Pese a ser un sistema hibridado, lo cierto
es que funcionó bastante bien puesto que como ya hemos visto y decía Espinasa, fue la ‘‘fase más duradera
y de más vigorosa expansión de la industria petrolera venezolana en toda su historia’’. En contraste con este
exitoso (pero mejorable) arreglo institucional que tuvo Venezuela, estuvieron los otros dos estatistas que
claramente fracasaron. Para evaluar el fracaso del Petro–Estado demócrata, lo compararemos con
evidentes fracasos estatistas de la actualidad, pero antes necesitamos un marco conceptual.

Cuadro 84 | Brújula política estándar.

202
¿Alguien reconoce ese cuadro que introduje arriba? Es la clásica brújula política. Cuenta con dos ejes
(X – Y) donde se denota el grado de intervención estatal (eje autoritario–libertario) y modo de organización
económica (eje izquierda–derecha). Si recordamos a los dos grupos de países de los que hablé
anteriormente, los más receptivos con el mercado y con la inversión privada dentro del sector petrolero —
grupo 2, compuesto por Brasil, Colombia y Perú— y los menos receptivos pero más estatistas —grupo 1,
compuesto por Venezuela, Argentina, Ecuador y México—, estos estarán ordenados dentro de la brújula
política (o espectro político, como lo quieran llamar) ya que Espinasa y Balza lo hicieron, pero considero
que utilizaron de forma innecesaria dos gráficas para exponer el asunto, cuando se puede usar una sola, y
estoy seguro de que exponerlo usando la brújula política es más intuitivo que hacerlo con el diagrama
cartesiano que hicieron en su paper original (387).

Cuadro 85 | Ubicación en la brújula política: Países con monopolio estatal e intromisión estatal en el sector petrolero
(grupo 1) y países receptivos al mercado y a la inversión privada dentro del sector petrolero (grupo 2). Los ejes son
dos: Existencia de un monopolio estatal (eje Y) y grado de intervención estatal (eje X). Fuente: Balza y Espinasa (2015).
_________________________________________________________________________________________________________________________
387. Aparecen en: Balza, Lenin y Espinasa, Ramón. Oil Sector Performance and Institutions: The Case of Latin America. Inter-American Development Bank
(2015) p. 27 (figura 3), p. 40 (figura 15) y p. 44 (figura 16). Se pueden revisar los anexos V, VI y VII para ver los originales.

203
Como vemos, los países del grupo 1 están ubicados en el cuadrante superior-izquierdo, denotando
que tienen mayor intervención gubernamental junto con un monopolio estatal sobre el sector petrolero;
mientras que los países del grupo 2 no tienen monopolio estatal, pero sí poseen cierta intervención
gubernamental (v. anexos V, VI y VII). Espinasa y Balza dedicaron una sección de testeo empírico (en la parte 2
de su trabajo, titulada «empirical evidence») demostrando que los países que son más receptivos al mercado
y poseen menos intervención gubernamental tienen un sector petrolero más eficiente que los que no (388).
De allí, salieron dos cuadros que muestran el desempeño promedio del sector petrolero en los países del
grupo 1 y en los países del grupo 2, que traduje al español y a los que coloqué ciertas indicaciones gráficas.
Este panel nos mostrará la clara diferencia.

Cuadros 86 y 87 | Panel izquierdo: Desempeño de la oferta y la actividad perforadora ante un shock de precios del
grupo 1 (México, Venezuela, Ecuador y Argentina). Panel derecho: Desempeño de la oferta y la actividad perforadora
ante un shock de precios del grupo 2 (Brasil, Colombia y Perú). Fuente: Espinasa y Balsa (2015).

Una industria petrolera eficiente, en el momento de captar un aumento de los precios del crudo,
debe responder con un aumento de la inversión —referenciada en el aumento de los pozos petroleros en
operación— y también en un mejor desempeño de la oferta —atendiendo a la demanda emergente que
empuja los precios hacia arriba, pero también explotando los beneficios extraordinarios que aparecen—.
Sin embargo, vemos reacciones disímiles entre el grupo 1 y el grupo 2 observados en los cuadros 86 y 87,
a pesar de que ambos enfrentan el mimo aumento de precios.

Al existir un aumento de precios, los países del grupo 1 —la Venezuela de Chávez entre ellos—
reaccionan de forma deficiente ya que los pozos activos apenas crecen en menos de un 50% aunque los
precios se van disparando en más del 400%. El desempeño de la oferta, contrario a elevarse para atender
la oferta y explotar los beneficios extraordinarios que se están generando en el mercado, permanece
estático y de hecho empieza a caer a partir de 2007, lo que no tiene sentido en vista de que está
perjudicando la sustancia comercial de la empresa y perdiendo la oportunidad de obtener más renta. Los
países del grupo 2, en cambio, aumentan la actividad de los pozos de forma aparejada con el aumento de
precios y el desempeño de la oferta también mejora a medida que crecen los precios.

________________________________________________________________________________________________________________________
388. Balza, Lenin y Espinasa, Ramón. Oil Sector Performance and Institutions: The Case of Latin America. Inter-American Development Bank (2015) pp. 28 – 46

204
¿Qué tiene de especial esto? ¿Acaso me desvié? ¿Por qué estoy hablando del comportamiento
reciente de la industria petrolera si esto es una crítica a la era democrática? A ese punto quería llegar.
Teóricamente, la literatura nos muestra que el sector petrolero monopolizado por el Estado, vaciado de
competencia y sin entrada de inversión privada tenderá a ser más deficiente que uno basado en el mercado
y la inversión privada. Empíricamente, vemos que se cumple lo que la teoría establece. Sin importar dónde
o en qué momento, el Estado tenderá a fracasar en el manejo del sector petrolero porque los
comportamientos a los que responde —los cuales recoge la teoría— son inescapables. Recordemos que la
lógica puede invalidar la observación, pero no al revés.

Cuadro 88 | Actividad perforadora y precios en Venezuela: actuación y desempeño. Serie 1949 - 1999. Fuente: Spiritto
et al. (2018), Roser y Hitchie (2020), Petróleo y otros datos estadísticos series: 1959, 1969, 1979, 1989 y 1999, FRED.

Esto, por supuesto, no exime al sector petrolero en los años democráticos, y la razón por la cual esta
cuestión petrolera de antaño cayó en los mismos fallos cometidos por el chavismo es simple: esta estaba
asentada sobre los mismos principios que el sector petrolero chavista, y por tanto, estaba condenada al
fracaso. El cuadro 80 es el resultado de copiarme de los métodos usados por Balza y Espinasa para el
análisis empírico… Armé dos índices; uno de precios del petróleo y otro de pozos petroleros operativos,
capté el desarrollo de las tendencias (tanto del número de pozos operativos como de los precios del crudo)
y determiné el momento en donde ocurrieron los shocks de precios.

Como vemos, el índice de precios aumenta dramáticamente en 1972 hasta 1974, y luego volvió a
dar un gran salto desde 1978 hasta 1980, y se ve que los precios crecieron de manera sostenida durante
ese período de tiempo (como lo muestra su tendencia). Sin embargo, el índice de pozos activos no reaccionó
de ninguna forma al primer shock (1972 – 1974), y de hecho, el número de pozos petroleros se redujo al
ocurrir el primer shock de precios —actuando justamente al contrario de cómo debió actuar— y creció de
forma leve con el segundo shock de precios —apenas reaccionando—. Este pobrísimo desempeño de la
industria petrolera demócrata ante los aumentos de precios acerca a nuestros demócratas al
comportamiento del grupo 1, que hoy día son identificados como unas pobres tragedias… Como «países
bananeros» y no como ejemplos a seguir (¿se puede extraer algo bueno de Argentina, México, Ecuador o
Venezuela?). Sí, el comportamiento del sector petrolero en garras demócratas fue igual de bananero.
205
5.4. La injustificada y trágica caída: ¿Por qué vino al mundo?
Estas tragedias, por supuesto, no carecen de explicación. Todo el desastre tiene un cuando, un cómo
y un por qué: tal como la Ley de Hidrocarburos de 1943 explicó la era dorada de la industria petrolera
venezolana, encontramos marcadores institucionales clave que provocaron su caída a través del tiempo. El
primer marcador que contribuyó a poner fin a la antaño gloriosa industria fue el aumento de la
participación estatal en los beneficios derivados del petróleo, muy beneficioso para la casta política
venezolana pero que ya hemos evaluado (389). A este marcador se le suman otros dos: la Ley de Reversión
de 1971 y la Ley de Reserva de 1975, las cuales crearon la institucionalidad petrolera que, como se ha
subrayado en la sección anterior, condenó a fracasar al Petro-Estado que configuró desde su nacimiento.

Los resultados empíricos totalmente trágicos del sector petrolero en manos de los demócratas
encuentran su explicación en esa trinidad: aumento de la participación estatal sobre los beneficios (ya
visto), la Ley de Reversión de 1971 y la Ley de Reserva de 1975. Antecedentes a estas se cernieron al frente,
no obstante, con el Decreto Presidencial 260 del 19 de abril del año 1960 que daba dos fuertes golpes: no
más concesiones y la creación de la Corporación Venezolana del Petróleo, elementales para abrir camino
hacia la nacionalización. Lo cierto es que esto pudo tomar otro camino; nunca debió haber sido así. Por eso
la caída fue injustificada: nunca se debió a necesidades reales, solo a los caprichos de los políticos.

Mi última aseveración se ampara en que como hemos evaluado en esta extensa parte, pese a que los
demócratas tuvieron muchísimos beneficios estratégicos durante la época, muchísimos recursos fiscales,
muchísima participación sobre las utilidades e incluso llegaron a nacionalizar la industria (para luego
matarla, claro), Venezuela no llegó a ser la sombra de lo que alguna vez. A su vez vimos que, aun careciendo
de todos estos privilegios y con todas sus fallas, Venezuela durante la época pre-democrática llegó a ser
líder mundial y a competir con los pesos pesados del mundo entero mientras que estando mucho más
privilegiada en democracia, apenas era referencia de Latinoamérica… Que tampoco es que sea orgullo
mayor. Es mejor ser referente mundial que ser líder de una región repleta de países subdesarrollados.

5.4.1. Antecedentes al desastre: ‘‘No Más Concesiones’’


La mentada política de «No Más Concesiones» fue uno de los cinco puntos contenidos en el Pentágono
Petrolero de Juan Pablo Pérez Alfonso, personaje del cual ya hemos hablado (aunque poco) a lo largo de
esta sección, cimentador de la política petrolera democrática (390) y cuyo legado se puede catalogar como
un desastre in extremis. Aunque se le cataloga como un ideólogo y reformador nacionalista elevado incluso
hasta la categoría de un revolucionario (391), lo cierto es que la política de «No Más Concesiones», al igual
que sus demás componentes hermanos del Pentágono, causó estragos en el marco institucional que
delimitaba los incentivos de los agentes económicos. Como es natural, los efectos de este ‘‘switch’’ en las
reglas del juego aparecieron; pero lo impresionante es que estos incluso se presentaron en el corto plazo
como veremos en las próximas páginas (esta sección no cierra sin mostrar las pruebas). El Pentágono
Petrolero se componía se los siguientes puntos: (i) mantener la Ley de Hidrocarburos de 1943; (ii) no
otorgar nuevas concesiones; (iii) cuidar de la conservación de los yacimientos; (iv) vigilar la participación
de la Nación; (v) procurar la industrialización del petróleo venezolano. Podemos criticar de forma sucinta
y adelantada cada uno de estos pilares, y el lector verá antes, durante y después que ningún pilar tenía
sentido, dadas las pruebas empíricas que aportamos en este trabajo.
_________________________________________________________________________________________________________________________
389. Véanse las subsecciones 5.3.3.1 y 5.3.4. La descripción gráfica de esto se puede ver en los cuadros 81, 82 y 83.
390. Academia Nacional de Ciencias Económicas. Vigencia del Pensamiento de Juan Pablo Pérez Alfonzo. ANCE (1990) p. 71
391. Ídem, p. 77

206
Aunque no parecerá tener sentido argüir sobre todo lo demás, esta crítica se hace para que el lector
vea brevemente que nada se podía esperar del Pentágono Petrolero, todo fue un desastre y también podrá
ir deduciendo cómo será el argumento específico que se usará en contra de la política de «No Más
Concesiones», dado que no dejó absolutamente nada bueno para el futuro de la industria petrolera
venezolana. En primer lugar, anteriormente sostuvimos que el primer pilar no debería tener ningún
sentido para Pérez Alfonzo porque como ya señalamos, este la criticó por ‘‘precipitada, arbitraria,
inconstitucional e inviable’’ (392) pero después, mágicamente, decide mantenerla como si nada... Y no
bastando con mantener lo que juró destruir, fue hipócrita en su crítica inicial, puesto que él llegó a puestos
de poder (como Ministro de Fomento desde 1945 a 1948 y como Ministro de Minas e Hidrocarburos
durante la presidencia de Rómulo Betancourt) gracias a dos golpes de Estado que son precisamente
inconstitucionales y arbitrarios (393). El segundo pilar es lo que trata esta subsección, por lo que
dedicaremos un repaso más hilado en unos momentos, por ahora seguiremos criticando el resto.

En tercer lugar, no existe ninguna razón para ser conservadores con los yacimientos de petróleo
dado que disponemos de las reservas probadas más cuantiosas del mundo (394), solo que Pérez Alfonso y
muchos intelectuales de la época lo ignoraban por, precisamente, no tener formación, experiencia,
conocimiento técnico ni datos de primera mano (y aun así se atrevían a legislar y mandar sobre la materia,
craso error). En cuarto lugar, nunca se vigiló la participación de la ‘‘Nación’’ sobre los beneficios, sino que
se elevó desaforadamente al punto de volverse asfixiante hasta para la mismísima empresa estatal,
vaciando la industria de recursos y produciendo efectos mortales sobre la inversión que veremos más
adelante. En quinto lugar, las políticas petroleras demócratas no industrializaron el petróleo venezolano,
sino todo lo contrario: solo hay que ver los efectos sobre el crecimiento de la producción petrolero, la
capacidad ociosa de las refinerías, el desplazamiento de Venezuela como segundo productor del mundo y
primer exportador, las nuevas inversiones, el acervo de capital empleado, los recursos financieros totales
que estaban destinados a desarrollar la industria y un largo etcétera de variables que se vinieron abajo con
las recetas de panadería que fueron hijas del Pentágono Petrolero.

¿En qué consistió esto? Sencillamente en no dar nuevas concesiones ni renovar los contratos ya
existentes. ¿Cuál es el punto especialmente malo de la política de No Más Concesiones? No hay uno en
específico, pero en cambio podemos hablar sobre dos puntos que develan su calaña e impacto. El primer
punto fue su accidentado nacimiento durante el período 1945 – 1948: la razón por la que esta medida nació
fue por la incapacidad de los demócratas para evitar la corrupción generada por su propia ideología, como
nos dicen el ingeniero petrolero Luis Roberto Rodríguez y el economista Pedro Luis Rodríguez (395). Como
Betancourt, Pérez Alfonzo y sus allegados querían usar la renta petrolera para financiar el consumo
privado y créditos industriales, esto suponía el traspaso de fondos públicos a manos privadas, lo que abría
la posibilidad de creación de redes clientelares a partir del interés de los funcionarios públicos de obtener
rentas adicionales y el interés de los lobbies privados de obtener concesiones, cosa que efectivamente les
sucedió por los incentivos que había creado la institucionalidad petrolera socialdemócrata (396). Como no
podían evitar la corrupción que ellos mismos causaron, decidieron no ceder más concesiones.

_________________________________________________________________________________________________________________________
392. Chirivella, Andrés. La reforma petrolera de 1943 en el marco del proyecto de modernización del Estado Venezolano. Universidad de Carabobo (2017) p.
160
393. Recomiendo revisar la crítica completa en la subsección 5.3.1 «Expliquemos el desastre: La inmundicia y fracaso de Pérez Alfonzo»
394. Country Comparisson: Crude Oil – Proved Reserves. CIA World Factbook (última estimación 2018). https://www.cia.gov/library/publications/the-world-
factbook/fields/264rank.html
395. Rodríguez, Pedro y Rodríguez, Luis. El petróleo como instrumento de progreso. Segunda Edición, Ediciones IESA (2013) pp. 159 – 160
396. Hernández, José Ignacio. La apertura petrolera o el primer intento por desmontar el pensamiento estatista petrolero en Venezuela (2020) p. 3

207
Esto, como era de esperarse, les hizo ver como héroes a aquellos que sufren del sesgo favorable al
nacionalismo de recursos (ya que las medidas tomadas por estos políticos eran afines a las ideas de
intelectuales como Cesar Balestrini, Francisco Mieres o Salvador de la Plaza) pese a que tal perspectiva
oculta la bochornosa realidad detrás de la naturaleza del «No Más Concesiones», frase que pasaría a definir
la década de los sesenta (397). Antes de instaurarse durante la mencionada década donde floreció el germen
de la democracia, la política de No Más Concesiones fue desechada por Marcos Pérez Jiménez y Carlos D.
Chalbaud (398) durante la dictadura que rigieron después del golpe de Estado a Rómulo Gallegos en 1948,
tirada a la basura junto con otros elementos de política petrolera que tenían los socialdemócratas.

Naturalmente, esta acción económicamente correcta explica el buen desempeño de la industria y el


monumental desarrollo que tuvo en nada más una década, creciendo en términos de refinación efectiva,
capacidad de refinación, pozos operativos, pozos en capacidad de operar, abastecimiento y acervo de
capital todo lo que no había crecido desde el génesis de la industria, por allá en 1914 (399). Cuando se volvió
a restituir, se plantó como un acto de reafirmación nacionalista y democrática, acompañándose su
implantación con una campaña política en contra de las empresas concesionarias para asociarlas con dos
cosas: dictaduras y robo de la riqueza popular (400). Esta medida, dañada desde su nacimiento y disfrazada
bajo consignas populistas de nacionalismo y democracia, trajo consigo altos costos para la industria
petrolera puesto que al alterar el marco institucional, alteró los incentivos y —junto a la alcista presión
fiscal— produjo un período de desinversiones que duró diecisiete años: desde 1959 hasta 1976.

De hecho, aunque muchos dicen que Venezuela se rezagó gracias a las medidas coordinadas de la
OPEP donde la producción bajaba adrede y no por incapacidad técnica, lo cierto es que mientras los demás
países de la OPEP incrementaban exponencialmente su producción y crudo exportado, Venezuela se
quedaba cada vez más atrás gracias al desaprovechamiento de las relaciones con el sector... ¿Qué fue lo que
sucedió? Mientras que el Estado Venezolano ahuyentaba la inversión con un marco fiscal inestable y
negando totalmente la posibilidad de obtener o renovar concesiones, el resto de países OPEP se volvieron
atractores de lo que el Estado trataba como basura; así que ellos crecieron mientras que Venezuela se
estancaba (401). Sin reconocer el valor del papel que ejercía el sector privado en la industria petrolera, los
actores netamente políticos del país sellaron su fracaso; fracaso que fue puesto en marcha con esta medida.

A la postre, aunque se considera que la introducción de los contratos de servicio llegó a sustituir la
política de «No Más Concesiones» (reforma parcial de la Ley de Hidrocarburos de 1967), el uso de dichos
contratos no era tan necesario a priori puesto que ya se habían creado las empresas básicas del Estado,
muy particularmente la Corporación Venezolana de Petróleo (402). De hecho, estos contratos no tuvieron
ninguna importancia sino hasta el comienzo de la Internacionalización de PDVSA, en 1985. En un escenario
donde esta ‘‘novedosa’’ figura no se empleaba para nada, no hubo alguna sustitución de la negación en la
cesión o renovación de concesiones por la utilización de contratos de servicio- Por consiguiente, todo lo
que seguiría hasta entonces sería el camino recto hacia la nacionalización, allanado por las fuerzas
democráticas tanto dentro como fuera del Estado y comenzado mucho antes de que se lograran consolidar.

_________________________________________________________________________________________________________________________
397. Darwich, G. Petróleo en Venezuela en el siglo XX: De la inexperiencia institucional a la pericia. Cuadernos del CENDES, vol. 32, núm. 88 (2015) p. 161
398. Rodríguez, Pedro y Rodríguez, Luis. El petróleo como instrumento de progreso. Segunda Edición, Ediciones IESA (2013) pp. 160 - 162
399. Todas las secciones posteriores muestran no solamente los efectos directos a nivel industrial de las políticas demócratas, sino también el estado de variables
clave por período a nivel de inversión y capital empleado para producir, las cuales tuvieron un ascenso bestial durante la época de los cincuenta y una trágica
caída a partir de los años sesenta. Véase la subsección 5.4.4. «Consecuencias económicas e industriales de las Leyes del desastre», la subsección 5.5.3.1. «Razón
subyacente #1: El desplome del stock de capital» y la subsección 5.5.3.2. «Razón subyacente #2: Falta de inversión + Malogro del capital».
400. Rodríguez, Pedro y Rodríguez, Luis. El petróleo como instrumento de progreso. Segunda Edición, Ediciones IESA (2013) p. 161
401. Ídem, p. 162
402. Viloria, Enrique. 100 años de la industria petrolera venezolana: de las concesiones a las empresas mixtas. UNIMET (2014) pp. 9 - 1

208
5.4.2. Ley de Reversión de 1971: Formación del desastre
A esta Ley, sinceramente, no le haré una revisión analítica tan extensa y quirúrgica como a la Ley de
Hidrocarburos de 1943 (que tiene más de 20.000 palabras). Aviso que tampoco lo haré con la Ley de
Reserva al Estado que se promulgó en 1975. Esta Ley es excesivamente simple, pues apenas tiene 23
artículos —de los cuales poco más de la mitad son verdaderamente importantes— mientras que la de 1943
tenía 107 y era una obra de legislación destacada. Solamente me ocuparé de revisar los artículos más
importantes a efectos económicos que, complementándose con un análisis de la Ley de Reserva al Estado
de 1975, explicará la tormenta desatada dentro de la industria en años posteriores, así como también daré
nociones generales sobre la misma. La razón por la cual no le atribuyo mayor importancia es muy simple:
Esta normativa es un claro ejemplo del dicho «lo que construyes con las manos lo destruyes con las patas».

5.4.2.1. Características generales de la Ley de Reversión

El nombre con el cual se promulgó esta Ley fue «Ley Sobre Bienes Afectos a Reversión en las
Concesiones de Hidrocarburos», publicada en Gaceta Oficial N° 29.577 del 6 de Agosto de 1971 por el
Congreso de la República de Venezuela durante la administración de Rafael Caldera. Todos los artículos de
la Ley de Reversión carecían de ordinales, pocos tenían parágrafos únicos (solamente tres de los 23 que
tenía la Ley) y no disponía de protocolos. Constaba de un compendio de 23 artículos y fue firmada por el
Presidente del Congreso de la República, José Antonio Pérez Díaz, el Vicepresidente del Congreso Antonio
Léidenz, los Secretarios del Congreso Héctor Carpio Castillo y José Rivera Oviedo; firmada y refrendada por
el Ministro de Hacienda Pedro Tinoco (h) y firmada por el Presidente de la República, Rafael Caldera. La
mayoría de ellos eran socialcristianos provenientes de COPEI (403).

5.4.2.2. Contenido, análisis ético–jurídico y críticas a la Ley de Reversión

El prospecto general que bajo mi análisis ha resultado arroja que esta Ley tuvo un carácter bastante
autoritario, intervencionista y socialista. Fue totalmente restrictiva en cuanto a la capacidad de gestión y a
la maniobrabilidad del capital perteneciente a aquellos que poseían concesiones petroleras y bienes de
capital con objetivo de explotar el recurso aquí en Venezuela. Como si fuera poco, cedió un control magno
al Estado (en particular al Poder Ejecutivo) sobre los negocios petroleros y lo habilitó a expropiar más
renta de la que debería exigiendo cuestiones injustas —en concreto, un Fondo de Garantía para la
‘‘reposición de capital’’—. Sin embargo, y aún más, todavía hizo que ya no solamente el petróleo en sí mismo
fuera materia de «utilidad e interés público» y por tanto sometidos a legislación, sino también a los bienes
de capital que fueron concebidos mediante inversión privada utilizados para explotarlo.

Esto es como si porque ustedes o yo tuviéramos petróleo debajo de nuestra casa, el Estado declarase
que nuestras casas y las cosas que hay dentro de ellas (más allá del petróleo) están sujetas a legislación y
son materia de «utilidad pública», prácticamente expropiándolas de facto si así lo considerase el político
de turno. Recuerda que quien expropia es la institución estatal, no tus vecinos. Tus vecinos (en general) no
declaran espontáneamente que quieren lo que hay en tu casa y determinan que es materia de utilidad e
interés público, porque ellos no saben lo que es el interés público ni creen saberlo, además de que piensan
en ti y todo lo que tuviste que hacer y lo que tuviste que esperar para tener tu casa. El Estado simplemente
viene, dice ‘‘que bonito, esto es materia de utilidad pública’’ y pasa a usar tu casa como le da la gana. Algo
parecido ocurrió con la Ley de Reversión de 1971, y sin embargo me quedo corto.
_________________________________________________________________________________________________________________________
403. Novoa Monreal, Eduardo. La nacionalización del petróleo en Venezuela. UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas (2016) [1979] p. 122

209
Aunque me he ensañado particularmente con Acción Democrática —y no dejaré de hacerlo, puesto
que debieron estar muy encantados con esta Ley—, COPEI fue el Partido que puso el trampolín para
alcanzar este paso definitivo en la nacionalización del petróleo. Me quedé corto de palabras para resumir
el carácter de esta norma porque no solamente es que esta Ley obligaba a las empresas a pagar más renta
de la que debían, no solamente hacía a los bienes de capital materia de utilidad pública y los expropiaba de
facto… Esta Ley disponía de forma explícita que, finalmente el yacimiento concedido regresare al Estado
llevándose como bonificación algo que no estaba ahí (es decir, los bienes de capital), tal descarada
expropiación del patrimonio no recibiría ninguna indemnización al finalizarse el proceso (404).

Además, también la Ley ordenaba que los concesionarios no podían enajenar, gravar, destruir,
desmantelar, trasladar o disponer de los bienes de capital que habrían de ser expropiados ‘‘sin previa
autorización escrita del Ministerio de Minas e Hidrocarburos’’ por lo que, no estando conformes los
socialcristianos con expropiar los bienes, también querían impedir a toda costa que los dueños se los
pudieran llevar para evitar la confiscación. ¿Quién no se asustaría con tal crimen legalizado? Antes de
evaluar las consecuencias que tuvo, debemos ver primero qué ordenaban los artículos para que puedan
entender por qué la Ley era, en efecto, una ordenanza que autorizaba al Estado para apropiarse de cosas
que no le corresponden. Examinaremos los artículos 1, 2, 3, 5, 6, 7, 8, 9, 12, 13, 15, 16 y 18.

El artículo 1 de la Ley explicaba lo que yo decía al inicio de esta parte: que los bienes de capital
utilizados para explotar una concesión serían objeto de utilidad pública y se regirían por la misma Ley. Este
artículo sería el primero de varias «normas trampa» que encapsulan la capacidad de agencia de quien tiene
una concesión. Se les denomina como normas trampa dado que la Ley lo que hace es disponer una premisa
que rige todo lo demás, basada en una petición de principio y que no da opciones a los propietarios de
actuar amparados en ninguna otra norma, si no solo en ella misma, pero porque ella misma lo dispone. Los
bienes confiscados incluyen tierras, obras permanentes, instalaciones, accesorios, equipos, bienes
adquiridos para realizar trabajos de explotación, exploración, transporte, refinación y manufactura:

‘‘Artículo 1. Las tierras, obras permanentes, incluyendo las instalaciones, accesorios y equipos que
formen parte integral de ellas; y los bienes adquiridos con destino o afectos a los trabajos de exploración,
explotación, manufactura, refinación o transporte en las concesiones de hidrocarburos, o al
cumplimiento de las obligaciones que de ellas se derivan, es materia de utilidad pública, y, a los efectos
de la reversión, se regirá por la presente Ley. Cualesquiera otros bienes corporales e incorporales
adquiridos, se reputa que lo han sido con destino a las concesiones de las cuales es titular el adquirente,
salvo prueba en contrario hecha por el concesionario a satisfacción del Ejecutivo Nacional, antes de
realizar la adquisición del bien, de ejecutar alguno de los actos a que se refiere el artículo 8 o al momento
de la extinción de la concesión’’

5.4.2.2.1. ¿Confiscación socialcristiana o socialista?

Pero la cosa se pone intensa y ‘‘rara’’ es a partir del artículo 2. El artículo 2 lo que hace es
básicamente decir que los bienes de capital e infraestructura mencionados arriba (obras permanentes,
instalaciones, accesorios, equipos y bienes adquiridos para realizar trabajos de explotación, exploración,
transporte, refinación y manufactura), al momento de extinguirse la concesión, pasarían al patrimonio
nacional, sin gravámenes, cargos o indemnización hacia propietario. El problema es que la disposición, en
efecto, está legitimando un robo: lo que le pertenece a la Nación es el petróleo (que está en el subsuelo), no
los bienes de capital porque ella no los puso. ¿Por qué, entonces, hay que darle el capital?
_________________________________________________________________________________________________________________________
404. Además de en los anexos de este trabajo, se puede ver una copia de la Ley Sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos en Novoa
Monreal, Eduardo. La nacionalización del petróleo en Venezuela. UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas (2016) [1979]. pp. 117 – 122

210
Cuando el artículo dice que los bienes pasarían al patrimonio nacional, no solamente está pidiendo
que los concesionarios devuelvan ‘‘lo que tomaron prestado’’ que es el yacimiento, sino que también cedan
todos los bienes de capital que ellos generaron a través de una inversión intensiva que les pertenece a ellos,
no al Estado. Lo que le pertenece al Estado —desde la óptica estatista— sería el petróleo, puesto que es lo
único que el Estado ‘‘aporta’’ como socio y que se encarga de explotar y redituar el concesionario a través
del uso de bienes de capital… Si el Estado no invierte y solo aporta el petróleo, ¿por qué exige que se le
transfieran también esos bienes? Es como si un socio aportara un 20% de capital y al salir se quisiera llevar
el 50%. El petróleo es apenas un componente de lo que genera beneficios, ¡si el Estado solo aporta el
petróleo no tiene por qué llevarse también lo invertido! Eso de meter dos y sacar cinco se llama ROBO:

‘‘Artículo 2. Los bienes a que se refiere el artículo anterior, salvo los indicados en el único aparte del
artículo 3, pasan al patrimonio nacional, libres de gravámenes y cargas y sin indemnización alguna, al
extinguirse por cualquier causa las concesiones respectivas y en consecuencia, deben ser conservados y
mantenidos por los concesionarios en comprobadas condiciones de buen funcionamiento, según los
adelantos y principios técnicos aplicables, con el fin de asegurar la continuidad y eficiencia de las
actividades concedidas y de garantizar el derecho de la Nación a resumirlas en condiciones que permitan
su adecuada prestación o ejecución’’

Lo peor es que dice que se transferiría libre de gravámenes o cargos, y de paso el Estado no
indemnizaría al dueño. Es un robo a todas miras. El Estado aporta el petróleo, sacaba el 70% de los
beneficios producidos por la industria privada, ahora se quiere salir unilateralmente del trato y no
solamente quiere el petróleo de vuelta si no toda la empresa completa y encima pide que lo conserven en
buena forma para robárselo a gusto… Que vivo, eh. Creemos que para evitar este notable abuso, la Ley de
Hidrocarburos de 1943 nada más requería al concesionario que devolviera las tierras junto con las obras
permanentes, más no literalmente todos los bienes de capital empleados (según su artículo 80) (405). En la
vieja Ley, las obras permanentes se devolverían junto con el área concedida porque obviamente no se
puede sacar de la tierra una casa, un local o un inmueble de ese estilo; pero maquinaria, equipos, accesorios,
vehículos y demás sí se pueden trasladar o incluso vender. En esta nueva Ley fueron bloqueados y exigidos.

El artículo 3, diametralmente opuesto al espíritu de la Ley de Hidrocarburos de 1943, el cual


permitía utilizar bienes terceros enajenados o celebrar convenios entre concesionarios para explotar
eficientemente una o más concesiones —e incluso obligaba a los concesionarios de transporte a realizar
servicios a los concesionarios de explotación, manufactura y refinación— (406), terminó por obstruir la
división de trabajo que existía dentro de la cadena de valor del sector petrolero restringiendo la posibilidad
de usar bienes de terceros. Esto, desde luego, impedía la maniobrabilidad y capacidad de operación de los
concesionarios, así como también destruía posibilidad de especialización de las empresas dentro del sector
(caprichos socialdemócratas al fin):

‘‘Artículo 3. Los concesionarios de hidrocarburos no podrán utilizar en las concesiones bienes de


terceros, cualquiera que sea el título por el cual posean o usen tales bienes. En casos especiales, o cuando
así se justifique, podrá el Ejecutivo Nacional autorizar el uso de bienes de terceros en una proporción no
mayor al diez por ciento (10%) del valor del activo fijo neto de los bienes a que se refiere el
encabezamiento del artículo 1 de esta Ley’’.
_________________________________________________________________________________________________________________________
405. Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, 13 de Marzo de 1943 Número 31 extraordinario p. 5; Ley de Hidrocarburos de 1943. Art. 80: Las
concesiones se extinguen por el vencimiento del término de su duración según sus respectivos títulos. En el caso de concesiones de explotación, la Nación
readquirirá, sin pagar indemnización alguna, las parcelas concedidas y se hará propietaria, del mismo modo, de todas las obras permanentes que en ella se
hayan construido.
406. El artículo 62 de la Ley de Hidrocarburos de 1943 habilitaba a los concesionarios a realizar arreglos o convenios entre ellos para explotar sus concesiones,
siempre y cuando no fueran cesiones o traspasos de la misma concesión. El artículo 37 de la misma Ley obligaba a los concesionarios de transporte a transportar
las sustancias de terceros. Se pueden revisar los análisis y los pies de página en la sección «5.2. La Ley de Hidrocarburos de 1943: ¿Beneficio o inconveniente?»

211
El artículo 5, por su parte, establecía una especie de Gran Hermano sobre las empresas petroleras y
sus actividades. Habilitaba al Ministerio de Minas e Hidrocarburos para inspeccionar y controlar las
actividades de los concesionarios con respecto a los bienes —y por tanto a controlar cualquier actividad
no financiera, porque esta Ley regula al capital, y sin el capital no hay actividad empresarial—, también
extendía un derecho para solicitar toda la información que ‘‘estimara necesaria’’, es decir, que se le
antojara, sobre el uso de los bienes, el destino y el estado de conservación. El resto lo pueden leer abajo:

‘‘Artículo 5. Los bienes a los que se refiere el artículo 1 y el único aparte del artículo 3, están sujetos al
control y vigilancia de la Nación. El Ministerio de Minas e Hidrocarburos inspeccionará y controlará las
actividades de los concesionarios concernientes a los bienes a que esta Ley se refiere y estará facultado
para solicitar toda la información que estime necesaria sobre el uso, destino y estado de conservación,
así como prohibir toda actividad, trabajo o acto que contravenga las disposiciones de esta Ley u ordenar
lo que sea necesario para su cumplimiento’’.

El artículo 6 era la cereza sobre el pastel. Como si fuera poco literalmente robar a los empresarios,
esta norma obligaba a quien tuviera concesión a crear un fondo de garantía del 10% del costo aceptado por
la administración del Impuesto Sobre la Renta para cubrir la depreciación de los bienes. El Estado quería
robar, pero quería robar cosas en buen estado y además obligar a la víctima a pagar su mantenimiento
(más caprichos socialdemócratas):

‘‘Artículo 6. Los concesionarios de hidrocarburos, a los efectos de garantizar lo dispuesto en los


artículos 2 y 4, formarán un Fondo de Garantía hasta alcanzar el diez por ciento (10%) del costo aceptado
por la administración del Impuesto sobre la Renta a los fines de la depreciación de los activos sujetos a
reversión. En cuanto a la parte no depreciada de los activos, el Fondo se formará mediante aportes
equivalentes al diez por ciento (10%) de las cuotas anuales de depreciación. La parte depreciada,
contribuirá a la formación del referido Fondo mediante depósito de cinco a diez cuotas iguales, anuales
y consecutivas, según lo establezca el Reglamento de Esta Ley’’.

Otros problemas con el artículo 6 eran que: A) Era el mismo Estado el que determinaba el costo en
torno al cual se iba a pagar la cuota el 10% (a través de la administración del ISLR), por lo que técnicamente
podría no aceptar ningún costo inferior al que quisiera que se le pagara, indistintamente de si fuere justo
o no, y así obtener el valor que quisiera de dinero pagado dentro de la cuota y; B) Obligaba a pagar también
por la parte no depreciada del capital —sí, extraño, ¿no?— por lo que no solamente pagaba la parte
deteriorada del activo, sino también por lo que no se dañaba. Esto interpreta como un pedimento a los
concesionarios a pagarle la inversión al Estado, es decir, a cubrir riesgos de inversión ajenos.

Ahondando en el carácter de Gran Hermano conferido por el artículo 5 a la Ley de Reversión de


1971, el artículo 7 obligaba a los concesionarios de informar sobre los bienes de capital que adquirieran y
estuvieran destinados a emplearse en las concesiones. Daba un plazo de 90 días desde el momento de
adquisición para hacerlo. Además, obligaba a suministrar toda información que les pidiera el despacho del
Ministerio de Minas e Hidrocarburos en un tiempo no mayor a 30 días.

‘‘Artículo 7. Los concesionarios de hidrocarburos, sin perjuicio de las disposiciones legales que les
imponen la obligación de solicitar aprobación de proyectos, están obligados a informar al Ministerio de
Minas e Hidrocarburos de todos los bienes que adquieran con destino a las concesiones, que se afecten
a ellas o que utilicen conforme a lo dispuesto en el único aparte del artículo 3, dentro de un plazo de
noventa (90) días contados a partir de la fecha de la adquisición, afectación o convenio, y a suministrar
cualquier información que sobre tales bienes requiera dicho Despacho, en un plazo no mayor de treinta
(30) días contados a partir de la fecha de solicitud’’.

212
A modo de remate sobre toda la seguidilla de artículos anterior, el artículo 8 lo que hacía era
‘‘bloquear’’ los bienes de capital para que no se pudieran trasladar. Estos bienes ‘‘bloqueados’’ no se podían
transferir, movilizar, enajenar ni disponer de ninguna forma por parte de los concesionarios, de forma que
estos tenían impedido realizar retiros de capital con objetivos de protegerlo —porque como digo, esto es
a todas luces un robo— y se verían obligados de forma última a cumplir con la Ley:

‘‘Artículo 8. Los concesionarios no pueden efectuar sobre los bienes a que se refiere esta Ley ningún
acto de enajenación, gravamen, destrucción, desmantelamiento, modificación, y en general ningún otro
acto de disposición, desafectación a la concesión o cambio de función o de lugar, sin previa autorización
escrita del Ministerio de Minas e Hidrocarburos, quien podrá otorgarla siempre que el acto sea necesario
para el trabajo de las concesiones o redunde en beneficio del interés público, teniendo en cuenta el
derecho de reversión que goza la Nación

Parágrafo único: Las donaciones que sean autorizadas según este artículo, no serán deducibles a los
efectos del Impuesto Sobre la Renta’’.

Teniendo en cuenta que el empresario probablemente querría sacar el capital de la concesión al ver
que sería sometido a control, que se le podría pedir cualquier tipo de información, que tendría que pagar
el capital depreciado y no depreciado —aunque eso ni tuviera sentido porque no se tiene por qué pagar
algo que no se daña— y que desde el inicio tendría que dar al Estado algo que no le corresponde, sería
lógico que para evitar una fuga se colocase este artículo, pues si los bienes no se podían trasladar, enajenar,
modificar o siquiera disponer de ellos, es imposible que un empresario retirase el capital. No obstante,
estas razones no son las únicas que harían a los empresarios querer evacuar sus capitales, porque todavía
falta la otra mitad de artículos que agravan y reafirman la situación confiscatoria de la Ley.

El caso del artículo 9 es uno de reafirmación que redunda sobre lo mismo que el artículo 2, pero
lanzando un grito de advertencia para que a los empresarios ni se les ocurriera contrariar la disposición
anterior: los bienes de capital utilizados en la concesión (que no le pertenecen al Estado, ya que hemos
quedado en que lo único que le pertenece es el petróleo, el capital lo puso el empresario y por tanto le
pertenece indistintamente de si se acaba o no la concesión) pasarían en la desafección a patrimonio
nacional, y los legítimos dueños no serían indemnizados por ello. Si intentan desvincular de la concesión a
los bienes usados por ellas, las nuevas reglas del juego indican que quedas automáticamente expropiado.
La reafirmación socialista de los socialcristianos se hace sentir:

‘‘Artículo 9. Los bienes a que se refiere el artículo 1 de esta Ley y que se desafecten del servicio de las
concesiones pasarán en plena propiedad a la Nación, libres de gravámenes y cargas, sin indemnización
alguna.

Parágrafo único: Cuando bienes de los indicados en esta Ley hayan sido desafectados del servicio de las
concesiones, el Ministerio de Minas e Hidrocarburos la determinará mediante Resolución, señalando en
ella los hechos en que se fundamenta y enviará copia de la misma a la Oficina de Registro
correspondiente, a los fines de su protocolización y para que se estampen las notas marginales a que
hubiere lugar, procediéndose en todo caso a tomar posesión del bien o bienes desafectados’’.

Después, todavía quedan más obligaciones absurdas. Como si fuera poco expropiar a la gente,
obligarles a mantener las cosas buen estado para robarlos y decirles que si intentan protegerlas se las vas
a robar en seco, el artículo 12 carga todavía más esto. Este dice, de forma corta, que los concesionarios
estaban en la obligación de seguir haciendo exploraciones aunque ya no pudieran explotar aquello que
consiguieran, por lo que para ellos no tendría sentido… Pero bueno, más caprichos socialdemócratas.

213
‘‘Artículo 12. Los concesionarios de hidrocarburos tienen la obligación de explorar, según los principios
técnicos aplicables, las áreas que les han sido otorgadas en concesión, a fin de determinar los
yacimientos que allí pudieren existir, y deben cumplir las disposiciones y programas que al respecto
dicte el Ministerio de Minas e Hidrocarburos, con el propósito de mantener un adecuado nivel de
reservas para la explotación que garantice la continuidad y eficiencia de la actividad concedida’’.

Las exploraciones, no tenían ningún objetivo comercial por razones obvias al ya no existir más
concesiones, así que no hacían sentido para los concesionarios. Eran trabajos forzados del Estado. No
siendo esto suficiente, el artículo 13 directamente decía que si el concesionario (por razones lógicas) se
negaba a seguir explorando, tenía que devolver la concesión, siendo expropiado de forma automática.
Entonces para recapitular: si realizabas exploraciones lo hacías en beneficio del Estado, no por ti; si te
negabas a hacerlo porque no tenía sentido hacerle trabajo gratis a otro, el Estado te expropiaba todo…
Aunque de todos modos si no te lo expropiaba todo ahora, te expropiaba el 10% de lo que pagabas en ISLR
más el 1/10 de ese 10% que pagabas de ISLR, hasta que te expropiara todo de verdad en unos años:

‘‘Artículo 13. Los concesionarios de hidrocarburos que no cumplan su obligación de explorar las áreas
que les han sido otorgadas en los términos indicados en el artículo anterior, deberán restituirlas a la
Nación, a cuyo efecto el Ministerio de Minas e Hidrocarburos podrá dictar Resoluciones con
señalamiento de los hechos que configuren el incumplimiento y la extensión de las áreas a restituir, las
cuales podrán ser menores que la extensión de la respectiva concesión’’.

El artículo 15, en lo que a mí respecta, es el más confuso, ambiguo, arbitrario, ineficiente y extraño
de todos. Solamente véanlo ustedes mismos y lo procederemos a evaluar juntos:

‘‘Artículo 15. El Ejecutivo Nacional, cuando así convenga al interés público, podrá exigir la restitución
de los campos cuya explotación haya llegado a ser antieconómica para el concesionario, los cuales serán
restituidos a la Nación junto con todas las instalaciones, equipos y bienes a ellos afectos, a cuyo fin el
Ministerio de Minas e Hidrocarburos dictará Resoluciones con señalamiento de los hechos y la extensión
de las áreas a restituir, las cuales podrán ser menores que la extensión de la respectiva concesión’’.

A ver, la confusión y extrañeza vienen a escena por dos cosas: en primer lugar, no se detalla cual es
la definición de un campo que es ‘‘antieconómico’’, y segundo, ¿por qué interesaría al «interés público»
encargarse de un campo petrolero que ha resultado ser ‘‘antieconómico’’? Aquí hay gato encerrado:

1. Si definiéramos lo que es ‘‘antieconómico’’ como un campo que produce pérdidas, ¿por qué sería
beneficioso para el pueblo asumir las pérdidas de ese campo? Es más bien contraproducente. El
hecho de que el Estado se encargue del campo que produce pérdidas es, a todas luces, contrario a
cualquier noción de bienestar público. Eso invalida la misma existencia del artículo.
2. En cambio, si el campo ‘‘antieconómico’’ no incurre en la generación de pérdidas, ¿entonces qué se
supone que tiene de antieconómico? ¿Por qué se expropiaría un campo productivo bajo la excusa
de que es antieconómico? ¿Quién define lo que es un campo antieconómico? ¿Lo define el
Presidente? ¿Lo define el concesionario?
a) Si lo define así el Presidente; ¿eso no lo podría usar para declarar cualquier campo como
antieconómico y de este modo revocar concesiones antes de tiempo?
b) Si lo define así el concesionario; ¿por qué diría que el campo es antieconómico si no produce
pérdidas? Es decir, no le van a indemnizar nada por entregar el campo, y si sigue siendo
productivo, no tiene sentido que lo entregue porque más bien estaría perdiendo dinero.

214
En definitiva, el artículo 15 perjudica a uno de dos: o perjudica al pueblo —quien va a cargar en
última instancia con la socialización de pérdidas— o perjudica al concesionario —porque es quien sufriría
la arbitrariedad socialista del Ejecutivo—. La ambigüedad tampoco ayuda en nada a resolver este problema.
De penúltimo, el artículo 16 redundaba sobre el artículo 9, que a su vez redundaba sobre el artículo 2, ya
que terminaba la posibilidad de enajenar o disponer de los bienes de capital utilizados para explotar la
concesión mediante una orden a las autoridades de no aceptar, protocolizar, reconocer, autenticar u
otorgar documentos que reconocieran tales actos de emancipación sobre los bienes:

‘‘Artículo 16. Los Registradores, Notarios, Jueces y cualquier otra autoridad, se abstendrán de dar
entrada, protocolizar, reconocer, autenticar u otorgar, documentos en los cuales se pretenda efectuar
actos de enajenación o gravamen o imponer carga sobre los bienes a que se refiere esta Ley, o de alguna
manera menoscabar los derechos que la misma otorga a la Nación, si no se acompaña autorización
escrita del Ministerio de Minas e Hidrocarburos para tales actos, los cuales, sin esa autorización, son
nulos y sin ningún efecto con respecto a la Nación’’.

Finalmente, el artículo 18 determinaba las sanciones de carácter tributario por infringir la Ley. En
realidad, no detenía procesos administrativos, ni civiles ni penales que se pudieran tomar en contra del
concesionario por infringir la Ley, solamente decía que además de tener que aguantarse esto, también tenía
que pagar entre 50 mil bolívares y 1 millón de bolívares... Premio doble. Para 1971, con el tipo de cambio
de 4.45 bolívares por dólar, la cantidad a pagar era de entre 11.235 US$ y 224.719 US$, que a precios de
hoy serían de entre 70.188 US$ y 1.403.772 US$.

‘‘Artículo 18. Las infracciones a las disposiciones de la presente Ley serán sancionadas con multa de
cincuenta mil a un millón de bolívares, que impondrá el Ministerio de Minas e Hidrocarburos, mediante
Resolución, sin perjuicio de las acciones civiles, penales o administrativas que la infracción ocasione o
de las medidas policiales administrativas que deban tomarse para restituir la situación legal infringida
o para impedir la infracción’’.

5.4.2.2.2. Resumen sintético de restricciones socialistas y conclusiones sobre la LSBAR

Después de esta breve revisión de la Ley, hemos de darnos cuenta ahora de su carácter autoritario
y, ciertamente, bastante socialista. En síntesis, la Ley colocaba disposiciones para sacarle la mayor cantidad
de ‘‘huevos de oro negro’’ a la ‘‘gallina’’ que fue la industria petrolera privada hasta ese momento, ya que
para el momento de su lanzamiento Venezuela habría alcanzado un pico histórico de producción jamás
visto ni antes ni luego de 1971. Podemos dividir los aspectos fundamentales de esta Ley en tres:

1. Primera parte sobre los métodos de expolio del Estado en la LSBAR de 1971: El Estado podía conseguir
ingresos de dos formas garantizadas que fueron: i) La obligación para los concesionarios de crear
un fondo con objetivo de reponer la depreciación de su capital e incluso financiar actividades ajenas
con la parte no depreciada y; ii) A través de la reversión forzosa de todos los activos fijos vinculados
con las concesiones para la explotación de hidrocarburos. Además de estas dos vías, disponía de
una forma insegura: el pago de indemnizaciones por incumplimiento de la Ley.
2. Segunda parte sobre las trampas para obtener obediencia plena en la LSBAR de 1971: Para asegurarse
de que el expolio tuviera el máximo de captación de renta y posibles, el Estado colocó trampas para
que a los concesionarios no les quedara más remedio que obedecer. Ejemplos: i) si estos se negaban
a seguir explorando el área concedida, el Estado los expropiaba; ii) bloqueaba la posibilidad de los
concesionarios de poder trasladar sus activos o venderlos, o iii) mandaba a las autoridades a no
reconocer la disposición o enajenación sobre los bienes.

215
3. Tercera parte sobre las reversiones antes de tiempo de la LSBAR de 1971: Otra línea de aspectos
generales de esta Ley es que la misma colocaba disposiciones que permitían al Estado revertir las
concesiones antes de tiempo y si así lo quería. Estas podían darse por cuestiones compartidas en
otros aspectos como por no explorar las concesiones; o por el mismo tema que ya vimos de la
reversión bajo motivos de campos antieconómicos, analizados y declarados como incongruentes
por valencia a doble pérdida en el artículo 15.

5.4.2.2.3. ¿Tenía sentido revertir los bienes de capital en la LSBAR de 1971?

Finalmente, hay un aspecto clave de esta Ley que se distingue de los otros tres y que los sustenta al
mismo tiempo, y merece ‘‘especial’’ atención. Como ya había dicho antes, el Estado no estaba justificado
para revertir los bienes afectos a las concesiones de explotación de hidrocarburos porque el Estado no los
aportó, solo aportó el bien commodity (el petróleo), lo demás lo puso la parte privada. En tanto el Estado
nunca aportó capital, no se puede ver legitimado a confiscarlo. Sin embargo, esto puede seguir resultando
confuso para algunos (ejem, socialdemócratas y socialistas) así que lo explicaré con manzanas.

Imagina que yo tengo una propiedad tuya dentro de mi casa. Digamos que tengo un televisor de tu
propiedad prestado, y ahora lo quieres de vuelta. Bien, si quieres sacar el televisor, ¿qué es lo que debes
hacer? Sacar nada más el televisor, ya que fue lo único que me prestaste. ¿Por qué te tienes que llevar
también mi casa completa? Eso no tiene sentido: si nada más me prestaste el televisor tienes derecho a
pedirme nada más el televisor, pero no otras cosas más allá de lo que te pedí prestado. Ahora si
montásemos un negocio, lo lógico es que si tú aportas una cuota de capital fijo y te quieres retirar del
negocio, nada más te lleves el equivalente a la cuota de capital que aportaste.

Si en un principio aportaste un 40% de capital, nada más te tienes que llevar al final del negocio un
equivalente al 40% del capital que hay ahora. El Estado, pues, al considerarse socio, solo era eso; un socio,
y como nada más aportaba el petróleo que se consideraba el 50% del trato, solo tendría que haberse llevado
el 50%. ¿Te quieres llevar lo tuyo? Agárrate tu petróleo, ¿pero por qué dejarías a tu socio sin nada? El
Estado no era dueño de los bienes de capital, solamente era el dueño del petróleo, y como tal, únicamente
podía exigir que se le devolviera la concesión que en sus entrañas almacenaba el oro negro, no podía exigir
una reversión de todos los bienes utilizados para explotarlo porque no se le pueden ‘‘devolver’’ al Estado
bienes de los cuáles nunca fue dueño… Lo reitero, si me prestas un televisor, solo puedes sacar el televisor
de mi casa, no puedes expropiarme la casa. Si le doy un uso comercial al televisor, debes calcular la porción
del activo fijo que estás aportando a la empresa y así calcularemos tus dividendos y la proporción de tu
aporte; de tal forma que si tú te quieres retirar, retires solamente lo que te corresponde en la medida que
aportaste y no me dejes sin nada. El Estado, sin embargo, se llevó todo.

De hecho, en realidad se llevó demasiado porque hay que contar también todos los beneficios
petroleros que le dio el sector privado con su inversión por tantos años —durante la democracia hasta el
momento de expedida la Ley de reversión, sumarían unos 123.456 millones US$—. De igual forma, el
Estado hizo como si el sector privado nunca existió en la industria petrolera, pensó que nunca aportó, y en
su delirio megalómano de creer que era el centro del mundo (cuando no los socialcristianos) creyó de
verdad que podía hacerse dueño de capital ajeno… ¿Entonces son demócratas cristianos o socialistas?
Parece ser que los copeyanos, en el fondo, tampoco se llegaron a distinguir mucho de sus ‘‘rivales’’ de
Acción Democrática… Estos últimos lanzaron la Reforma Agraria, mientras que los primeros impulsaron
esta Ley. Toda la vida se quisieron hacer ver como el agua y el aceite, pero la realidad es que siempre fueron
dos gotas de agua: igual de confiscadores, expropiadores y socialistas disfrazados de héroes del pueblo.

216
5.4.3. Ley de Reserva de 1975: Desastre precisado, confirmado y detonado
Los efectos económicos inmediatos a la Ley de Reversión de 1971 fueron por ya sabidas razones,
profundamente nefastos, pero desde una perspectiva histórica, resulta más interesante analizar tales
efectos incluyendo el marcador institucional de la Ley de Reserva de 1975 (407). Por eso las consecuencias
se mostrarán en la sección siguiente. Pero; ¿por qué es importante esta Ley? Es importantísima por el
simple hecho de que esta fue la Ley que nacionalizó la industria petrolera. Pero, antes de analizarla,
procederemos a esbozar brevemente un repaso de los antecedentes a la llegada de esta Ley.

5.4.3.1. Antecedentes a la Ley de Reserva – Consecuencias políticas de la LSBAR


Según el iusfilósofo y abogado Eduardo Novoa Monreal (1979) y lo que hemos visto ya con la
desgracia del posicionamiento de Juan Pablo Pérez Alfonso en la palestra pública, la idea de nacionalizar
databa desde hacía largo tiempo, por lo menos desde hacía cuatro décadas en el pasado. A ver, intentaré
no tardarme: la izquierda venezolana ya hablaba de nacionalización desde 1938 —cuando se nacionalizó
la industria petrolera mexicana— de acuerdo al fundador de Movimiento al Socialismo, Pompeyo Márquez
(408). El que más defendió la nacionalización a ultranza, no obstante, fue Juan Pablo Pérez Alfonzo de Acción

Democrática, especialmente en 1943 al ‘‘alegar’’ (si es que sus declaraciones se podían considerar
argumentos) en contra de la Ley de Hidrocarburos expedida ese año. Ya sabemos que sus quejidos no
tenían mucho sentido por su exquisito nivel de incongruencia (409).

Al acabarse el Trienio Adeco en 1948 y reanudar el gobierno la dictadura liderada por Carlos D.
Chalbaud y Marcos P. Jiménez, la situación con la industria volvió a su estado normal y no se habló más de
nacionalización, posiblemente porque a la dictadura no se le pasó por la mente estatalizar la industria (o
tal vez sí, pero les tembló el pulso por el desastre que causaría). Al ser derrocada la dictadura en 1958, y
especialmente al ser elegido Rómulo Betancourt como presidente en 1959 colocando a Juan Pablo Pérez
Alfonzo en el puesto de Ministro de Minas e Hidrocarburos, el camino a la nacionalización, por medios
legales o no, se puso en marcha a través del aumento pujante y bullicioso de la participación estatal sobre
los beneficios petroleros. Los empresarios reaccionaron a ese aumento con desinversión.

En respuesta a la desinversión, COPEI emite la Ley de Reserva de 1971. Paradójicamente, lo que


hizo fue provocar más desinversión e incluso abandono de actividades pese a que los bienes quedaron ahí
—sintiéndose con la inactividad de los pozos petroleros que empezaron a abandonarse definitivamente, o
bien a quedar inactivos pero en capacidad de operar; y también con la caída sostenida en la producción de
petróleo—. En efecto, parece que los concesionarios tras la aprobación de esta Ley abandonarían sus
concesiones antes de tiempo. Según Novoa Monreal, este comportamiento era esperado:

‘‘[...] Las poderosas empresas transnacionales que disfrutan de las concesiones de hidrocarburos
conocen un término fijo a sus actividades, con pérdida total de todas sus instalaciones, accesorios y
equipos que destinan a sus faenas; esto se traduce en que estas empresas muestren desinterés por la
exploración, incurren en desinversión, falta de renovación de equipos y aun en desmantelamiento, ante
la proximidad de la reversión, pese a las medidas legales adoptadas. Hasta se llega a temer que
abandonen la explotación antes de que concluyan sus concesiones’’ (410).
_________________________________________________________________________________________________________________________
407. Aunque bien se puede revisar la sección 5.3, algunos datos rápidos son: Nada más de 1971 a 1974, la producción de barriles de petróleo cayó en 1.184.928
de barriles diarios (-34.05%). Tan mala fue la situación que el nivel de producción era similar al de Irán durante la Revolución Iraní, pero nosotros no estábamos
en guerra civil. Otro dato fue que en 1971 aproximadamente el 59.4% de los pozos eran no operativos. Para 1975, ya era el 75.15% (+15.7 puntos).
408. Novoa Monreal, Eduardo. La nacionalización del petróleo en Venezuela. UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas (2016) [1979]. pp. 41 – 42
409. Respecto a esto, se pueden revisar las secciones 5.3.1 y 5.3.2 del presente trabajo.
410. Novoa Monreal, Eduardo. La nacionalización del petróleo en Venezuela. UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas (2016) [1979]. p. 40

217
Yo suscribo a que tal comportamiento no era de extrañarse porque tras darse la Ley de Reversión
no tenía sentido que los tenedores de concesiones siguieran haciendo trabajos. El Estado les estaba
forzando pérdidas y ya la máquina les decía que los iba a expropiar, siendo nada más cuestión de tiempo
para que esto ocurriera. No había futuro para ellos en este país, y reinaba su desilusión con él pues los
concesionarios no tenían modo de anticipar la llegada de la Ley de Reversión desde un punto de vista legal,
porque como ya vimos, la Ley de Hidrocarburos de 1943 solamente ordenaba la expropiación de obras
permanentes por razones totalmente obvias, mientras que la LSBAR mandaba la expropiación de cualquier
activo no financiero —sería el colmo que además expropiasen las carteras de inversión— vinculado con
las concesiones de explotación. No se habían esperado un salto cuántico así.

Esto generó no solamente un presunto ‘‘temor’’ a las élites políticas e intelectuales porque se
avizoraba un abandono de actividades, que eventualmente terminaría por derrumbar el estatus petrolero
de Venezuela y por tanto las arcas públicas acabarían reduciendo sus ingresos (aunque fuera por su propia
culpa), sino que también esto les daba la excusa perfecta para hacer lo que en realidad querían:
nacionalizar. Una opinión pública favorable se estaba formando, porque de manera ecuánime, los dos
grandes partidos políticos y casi todos sus miembros estaban a favor de nacionalizar, pero se le sumaban
también los intelectuales y académicos venezolanos de ‘‘élite’’, de los cuáles ninguno se pronunció en
contra de la nacionalización, y tenemos constancia de que varios se pronunciaron a favor (411).

Entre estos intelectuales y políticos estaban Domingo Felipe Maza Zavala, quien en 1971 y luego en
1973 se pronunció a favor, arguyendo además que debía realizarse lo antes posible. Rubén Sader Pérez no
se quedó atrás: defendió la nacionalización abiertamente en 1971 y luego en 1972 con un libro titulado
«Hacia la nacionalización petrolera»; también estuvo Rafael Caldera quien habría firmado la LSBAR de
1971 pero ya en 1974, durante su Mensaje a la Nación por motivo de Año Nuevo, confirmó su posición pro-
nacionalización diciendo que se necesitaban adelantar las reversiones. Sin embargo, también Hugo Pérez
la Salvia, Ministro de Minas e Hidrocarburos durante la administración de R. Caldera, se habría mostrado
a favor de la nacionalización inmediata en el mes de Agosto de 1973. Carlos Andrés Pérez, en ese mismo
año, utilizó el discurso de la nacionalización del petróleo como una promesa de campaña. Finalmente
dentro de esta élite, y aunque parezca increíble porque pocos años después se mostró en contra de esto,
Juan Pablo Pérez Alfonzo también estuvo mostrándose partidario de una nacionalización inmediata justo
el año anterior a la nacionalización (412). Según Novoa Monreal:

‘‘[...] Juan P. Pérez Alfonzo, quien comentando el mensaje de año nuevo de 1974 del presidente Caldera,
en el que se propone una reversión anticipada, defiende la nacionalización plena, que viene sustentando
desde antes. Las opiniones de Pérez Alfonzo contrarias a una reserva y partidarias de una
nacionalización inmediata, son recordadas por el senador Brito Villarroel en sus intervenciones en el
Senado durante la discusión de proyecto de Ley sobre Reserva al Estado de la industria y comercio de
los hidrocarburos [...] Sin embargo, Pérez Alfonzo se refiere con términos irónicos a las declaraciones
del presidente Caldera, del 1° de Enero de 1974, sobre el adelanto de la reversión, pues ésta tiene lugar
precisamente cuando va a dejar el mando; califica a estas declaraciones de «inesperadas», sugiere que
habría existido mejor oportunidad y forma para hacerlas y critica la «extrema moderación» que
caracterizó la política petrolera de ese mandatario’’.

Recordemos que pocos años después, en 1976, Juan Pablo Pérez Alfonzo ya se había arrepentido de
la nacionalización y la acusó de todos los males del país, pese a que como estamos viendo justo ahora, la
defendió hasta 1974 (413). ¿Otro error más? Yo no sabría decir si fue un error o no, pero él había dicho esto:
_____________________________________________________________________________________________________________________ ___________________________________________________________________________________________
411. Novoa Monreal, Eduardo. La nacionalización del petróleo en Venezuela. UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas (2016) [1979]. pp. 41 - 42
412. Ídem.
413. Ver la sección 5.3.1 de este trabajo «Expliquemos el desastre: La inmundicia y fracaso de Pérez Alfonzo» y el próximo pie de página.

218
‘‘La nacionalización a cámara lenta desvirtúa sus fines y propósitos. Por argumento a contrario podría
aducirse que esa lentitud es lo conveniente a las empresas y a sus acólitos. Es lo obtenido por ellos en el
hierro. Esa nacionalización chucuta que dejó tan amarga conciencia en el gobierno, como para inducirlo
a una propaganda desmedida y que por su insistencia y circunstancias demostró a los venezolanos todo
lo contrario de lo que se pretendía. Pues bien, para el petróleo las circunstancias son todavía más claras
de que cualquier gradualidad es mala, absolutamente injustificada’’ Juan Pablo Pérez Alfonzo, 1976 en
entrevista con Joaquín Soler (414).

Curiosamente, este detalle no lo señaló cuándo se seguía mostrando partidario de la nacionalización


plena e inmediata hacía apenas dos años antes. Más que un error inocente, parecía otro fracaso de Pérez
Alfonzo por intentar disfrazar sus fallidas ideas, simplemente cambiándolas como si se cambiara de ropa
interior. No se equivocó aquél que dijo por primera vez que los políticos son los mercenarios de la
diplomacia al mejor postor y carecen de virtudes y principios —cosa que excedía a Pérez Alfonzo ya que
no era el único que se comportaba así, pero es uno de los mejores ejemplos que tenemos porque su figura
es una trampa cazabobos, tal cual lo fuere Chávez—. Todo esto que sucedió terminó sentando un ambiente
de ‘‘debate’’ propicio para proponer adelantar la nulidad de las concesiones, y por tanto su reversión.

La reversión, para el momento en que se hizo (1976), supuso adelantar por lo menos en ocho años
la extinción de las concesiones dado que originalmente vencían, como mínimo, en 1983. Las que se
hubieren obtenido después de 1943 también fueron extintas en 1976 y sentenciadas a muerte en 1975.
Con tal ambiente público donde todos estaban a favor de la nacionalización (que conllevaría a una
expropiación ladrona según lo previsto en la LSBAR de 1971) llevaría a una guerra frontal entre las
empresas y el Estado en donde hubo acusaciones de lado y lado, que ciertamente acaba con el mito de que
el proceso de nacionalización no fue traumático (415) (416).

5.4.3.1.1. Se crea la Dirección de Bienes Afectos a Reversión (1972)

En medio de todo este proceso que legitimaba la nacionalización, se afianzó la LSBAR de 1971 en el
año siguiente de expedida con la Ley que crea la Dirección de Bienes Afectos a Reversión en el Ministerio
de Minas e Hidrocarburos de 1972, todavía bajo la administración de Rafael Caldera. La Ley constaba de
apenas dos artículos y salió publicada en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela, n° 29.877. El
artículo 1 literalmente decía ‘‘se crea la Dirección de bienes afectos a reversión en el Ministerio de Minas e
Hidrocarburos’’ y el artículo 2 describía sus funciones, entre las que se encontraban realizar estudios
realizados con el proceso de reversión; establecer las normas y procedimientos relacionados con la
disposición, utilización y función de los bienes afectos a reversión; establecer relaciones y actividades con
otros organismos estatales relacionados con el proceso de reversión; ejercer la vigilancia y control sobre
los bienes afectos a reversión; centralizar la información dada por los concesionarios, entre otras (417).

La creación de un órgano de administración pública con el único objetivo de encargarse


especializadamente del proceso de reversión selló de forma definitiva las intenciones de nacionalizar en el
corto plazo, como también empezó el mid-stage del fin de la industria petrolera venezolana privada. De ahí
en adelante, todo fue para peor… Y pocos años después se terminaría consolidando con la creación de la
Comisión Asesora Presidencial bajo la administración de Carlos Andrés Pérez, en 1974.
_________________________________________________________________________________________________________________________
414. Pérez Alfonzo, Juan Pablo. Hundiéndonos en el excremento del diablo. Editorial El Perro y la Rana, Segunda Edición (2010) p. 19
415. Espinasa, Ramón. Lecciones y propuestas para la reconstrucción del sector petrolero: A 75 años de los acuerdos de 1943. Prodavinci (2018)
416. Novoa Monreal, Eduardo. La nacionalización del petróleo en Venezuela. UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas (2016) [1979]. pp. 43 - 45
417. Gaceta Oficial de la República de Venezuela, 11 de Agosto de 1972 Número 29.877; Ley que crea la Dirección de Bienes Afectos a Reversión en el Ministerio
de Minas e Hidrocarburos. Art. 2: La Dirección de bienes afectos a reversión tendrá las siguientes atribuciones: 1º - Realizar los estudios relacionados con el
proceso de la reversión; 2º - Establecer las normas y procedimientos relativos a la disposición, utilización y función de los bienes y equipos afectos a reversión;

219
5.4.3.1.2. Se crea la Comisión Asesora Presidencial (1974)

De acuerdo a Novoa Monreal (1979), en 1974 el Presidente Carlos Andrés Pérez crea por decreto
una Comisión Asesora con el objetivo de adelantar el proceso de reversión, analizando estrategias para
llevar a cabo de revertir los bienes afectos a las concesiones de hidrocarburos y, a su vez, aplicar una
política energética que suplantase la actual con participación privada lo antes posible (418). Tenemos
entendido que se creó a través del Decreto número 10, del 22 de Marzo de 1974 y que posiblemente se
haya publicado tal Decreto en la Gaceta Oficial N° 30.358 del 22 Marzo de 1974 (y si no lo hizo, lo hizo en
la N° 30.359 del 23 Marzo de 1974), pero lamentablemente las Gacetas no están digitalizadas ni tampoco
hemos logrado encontrarlas en su formato físico, por lo que se ha resuelto en abandonar la búsqueda para
el análisis de contenido, por lo menos para esta primera edición. Por el momento, seguiremos con Novoa.

Su creación oficial fue el mismo día de emisión del Decreto, que fue el 22 de Marzo de 1974, apenas
10 días después de asumir Carlos Andrés Pérez como Presidente de la República de Venezuela. La Comisión
incluía, según Novoa, a técnicos y operadores de alto nivel en la industria petrolera; a representantes de
cada partido político ‘‘que hacía vida pública en Venezuela’’; representantes sindicales; representantes
universitarios y de ‘‘los cuerpos sociales del país’’.

El jurista también explica que se dividió en cinco subcomisiones de trabajo para que esta pudiera
llevar a cabo sus operaciones. Estas subcomisiones fueron la técnico-operativa, la técnico-organizativa, la
financiera, la comercial y la laboral. Entre otras cosas, la Comisión Asesora tenía encargado entregar un
informe en un plazo de seis meses así como presentarle al Presidente un Proyecto de Ley (documentos que
fueron entregados en Noviembre y recibidos en Diciembre) (419). El contenido de sus propuestas era un
golpe mortal para las empresas por dos motivos principales:

1. En primer lugar, resolvía de forma definitiva que la recomendación era reservar al Estado la
industria y el comercio de hidrocarburos y planeaban estructurar las empresas estatales que se
encargasen de ello, asumiendo como muerto al sector privado petrolero en el momento de
proyectarse desde el comienzo a las empresas estatales sin siquiera nacionalizar primero.
2. En segundo lugar, proponía también la ocupación material de todos los bienes, instalaciones,
plantas y equipo general de las empresas concesionarias sin hacer depósitos por indemnización
como lo preveía la LSBAR de 1971. Sin embargo se abrió posibilidad para juicios de indemnización,
pero en caso de no haber acuerdo sobre el monto a indemnizar, ‘‘perdía’’ la empresa, dado que la
determinación sería resuelta por un Tribunal (420). En ese entonces, los mecanismos de defensa en
el derecho mercantil eran primitivos por lo que las empresas no tenían alternativa (421) (422) (423).

_________________________________________________________________________________________________________________________
3º - Coordinar sus actividades con otros organismos de la Administración Pública relacionados con el proceso de reversión; 4º - Ejercer las actividades de
vigilancia, inspección y control determinados en la “Ley sobre bienes afectos a reversión en las concesiones de hidrocarburos”; 5º - Centralizar la información
que los concesionarios de hidrocarburos deben suministrar de conformidad con la indicada Ley; 6º - Tramitar las solicitudes de autorizaciones y permisos
previstos en la antedicha Ley, que los concesionarios de hidrocarburos deben introducir ante el Ministerio de Minas e Hidrocarburos; 7º - Sustanciar los
expedientes levantados con motivo de infracciones a las disposiciones de la señalada Ley y; 8º - Las demás atribuciones conferidas al Ejecutivo Nacional por la
“Ley sobre bienes afectos a reversión en las concesiones de hidrocarburos” y su Reglamento, y las que les atribuyen otras leyes y sus respectivos reglamentos.
418. Novoa Monreal, Eduardo. La nacionalización del petróleo en Venezuela. UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas (2016) [1979] pp. 46 – 47
419. Ídem, p. 46 – 48
420. Ídem, p. 48
421. Al momento de darse el golpe definitivo, el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI) llevaba nueve años de creado
(1966) y este no se hizo se uso popular sino hasta 1997. (Para bibliografía específica de esto, ver la nota 405). Por otra parte, la Comisión de las Naciones Unidas
para el Derecho Mercantil Internacional (CNUDMI) se había creado también hacía nueve años antes, pero se consolidó de forma parcial el 15 de Diciembre de
1976 con la creación del Reglamento de Arbitraje de la CNUDMI, pues ni siquiera tenían normativa (Para bibliografía específica de esto, ver la nota 406 y 407).
422. Convenio CIADI, Reglamento y Reglas. Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (2006)
423. Reglamento de Arbitraje de la CNUDMI. Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (2010)

220
Con la creación de la Comisión, Carlos Andrés Pérez prepara un ‘‘encomiable’’ discurso donde
termina por aclarar cualquier duda que haya quedado y para, finalmente, sentar el proceso hacia la
nacionalización del petróleo y de los hidrocarburos. Ahí, dice que ‘‘Venezuela inicia la etapa final hacia el
dominio soberano y definitivo de su recurso natural fundamental que constituye a la vez la actividad
económica esencial, la gran riqueza de la cual depende integralmente la suerte de nuestra Patria’’. Al
respecto, Novoa Monreal guardó un espacio en su libro para hacer referencia a esta declaración:

‘‘El propio presidente de la República solemniza la instalación de la Comisión, anunciando que con ello
Venezuela inicia la etapa final hacia el dominio soberano y definitivo de un recurso natural fundamental,
pues ya se han conformado las condiciones internas y externas para la toma de la decisión suprema: el
inmediato rescate de las concesiones petroleras que habrán de revertir al Estado venezolano en las
décadas de los años 80 y 90, sin esperar que se cumplan los plazos establecidos. Con ello proclama, según
sus propias palabras, la nacionalización de la industria y comercio de los hidrocarburos’’ (424).

Así fue como entonces pagó el diablo a quienes bien le sirvieron. No hubo final feliz, tampoco hubo
moraleja para ellos (en apariencia), pero ciertamente queda para nosotros una historia que sí puede dar
reflexiones interesantes. He de suponer a estas alturas que ninguno de los concesionarios previó que esto
pasaría, ignorando (como todos hoy día) la naturaleza del Estado, o teniéndola en cuenta para usarla en su
propio beneficio; y que cualquiera de estos casos hubiera sido irrelevante porque el resultado fue el mismo.
Al parecer, el costo de la ignorancia es el mismo que el de la malevolencia.

5.4.3.2. Características generales de la Ley de Reserva de 1975


La que llamamos ‘‘Ley de Reserva’’ tuvo por nombre oficial «Ley Orgánica que Reserva al Estado
La Industria y el Comercio de Hidrocarburos», saliendo publicada en la Gaceta Oficial Número 1769
Extraordinario del 29 de Agosto de 1975. Tenía una constitución y forma relativamente más complejas que
la Ley de Reversión de 1971 porque esta sí disponía de ordinales, parágrafos y protocolos, adquiriendo una
extensión textual tres veces más amplia. Disponía de 28 artículos y fue firmada por el Presidente del
Congreso Gonzalo Barrios; el Vicepresidente del Congreso Oswaldo Álvarez Paz; y los Secretarios Andrés
Eloy Blanco (h) y Mazzini Maio Negrette en representación del Poder Legislativo y del Poder Ejecutivo; fue
firmada por el Presidente de la República Carlos Andrés Pérez y refrendado por el Ministro de Relaciones
Interiores; el Ministro de Relaciones Exteriores; el Ministro de Hacienda; el Ministro de Defensa y el
Ministro de Fomento. La mayoría de ellos provenía de Acción Democrática.

5.4.3.3. Contenido, análisis jurídico y problemas de la Ley de Reserva

En líneas generales, la Ley de Reserva de 1975 tenía una triple partida de objetivos contenida en su
gama de artículos. La primera partida consistía en dar por extintas las concesiones de hidrocarburos que
existían en el país (ocho años antes de lo establecido); la segunda en dar facultades a los órganos del Estado
para encargarse de la materia y ordenar los asuntos en las industrias de petróleo, gas y minerales; y la
tercera en ‘‘arreglar’’ con los concesionarios todos los asuntos pendientes y fijar montos de indemnización
para empezar a trabajar con la industria, comenzando por ocupar los inmuebles y bienes de capital que
estos últimos usaron. La terminación de las relaciones con los concesionarios a través de los ‘‘arreglos’’,
desde luego, era totalmente favorable al Estado y las condiciones en las que se determinaban los montos
de indemnización permitía rebajarlos mediante múltiples deducciones, siendo descaradas algunas
deducciones implícitas (como veremos más adelante). Los artículos que analizaremos irán del 1 al 18.
_________________________________________________________________________________________________________________________
424. Novoa Monreal, Eduardo. La nacionalización del petróleo en Venezuela. UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas (2016) [1979]. p. 47

221
El artículo 1 decretaba la reserva al Estado —es decir, que solo el Estado puede realizar dichas
actividades— de la exploración dentro del país en busca de petróleo, asfalto y demás hidrocarburos; la
explotación de sus yacimientos; la manufactura y refinación; el transporte por vías especiales; el
almacenamiento, el comercio interior y exterior de hidrocarburos y la realización de obras. También
extinguía, en razón de esta disposición, las concesiones existentes. Este artículo finiquitaba la participación
privada en el sector petrolero y de hidrocarburos en general, aunque en el artículo 5 permitía al Estado
celebrar convenios con privados. Esto, en combinación con el artículo 4 y mediante un triángulo normativo,
creaba un mercado captivo en manos del Estado.

‘‘Artículo 1. Se reserva al Estado, por razones de conveniencia nacional, todo lo relativo a la exploración
del territorio nacional en busca de petróleo, asfalto y demás hidrocarburos; a la explotación de
yacimientos de los mismos, a la manufactura o refinación, transporte por vías especiales y
almacenamiento; al comercio interior y exterior de las sustancias explotadas y refinadas, y a las obras
que su manejo requiera, en los términos señalados por esta Ley. Como consecuencia de lo dispuesto en
este artículo, quedarán extinguidas las concesiones otorgadas por el Ejecutivo Nacional y la extinción se
hará efectiva el día 31 de diciembre mil novecientos setenta y cinco

Se declaran de utilidad pública y de interés social las actividades mencionadas en el presente artículo,
así como las obras, trabajos y servicios que fueren necesarios para realizarlas’’.

Pese a que se permitía a empresas privadas operar en el sector, recordemos que lo hacían bajo
contrato, orden y supervisión del Estado; y que al hacerse de ‘‘utilidad pública e interés social’’ las
actividades en la cadena de producción, la industria perdía su carácter privado (que ya se venía
desvirtuando desde la Ley de Reversión de 1971). Esto fue profundizado por el artículo 2, que reservaba
al Estado el comercio exterior de hidrocarburos, señalando que este estaría bajo su exclusivo control.

‘‘Artículo 2. El comercio exterior de los hidrocarburos estará bajo la gestión y el control exclusivos del
Estado, quien lo ejercerá directamente por el Ejecutivo Nacional o a través de los entes estatales creados
o que se crearen para realizar los fines de la presente Ley’’.

5.4.3.3.1. Mercados (más) cartelizados y (más) captivos: triangulación 1 – 4 – 5

Los primeros artículos estatizaban la industria instrumentalizando una reserva, de modo que ahora
nada más el Estado podría encargarse de todas las actividades relacionadas con la explotación y comercio
de hidrocarburos (entre los que por supuesto se encontraba el petróleo), y también instrumentalizando
una extinción de las concesiones, de forma que pueda ejecutarse en la práctica la reserva —no puedes
reservarte una industria para ti solo si estás compartiendo actividades con otro—.

Sin embargo, aunque algunos denominan (de forma errada) a esta Ley como la de ‘‘nacionalización
chucuta’’, lo cierto es que iba más allá de una simple nacionalización: era una especie de supraestatización
del sector petrolero nacional ya que lo ponía en consonancia con el de otros Estados… Recordando que
existe la OPEP, no es de extrañar que se crease un cártel multiestatal que no bastando con nacionalizar
buscase híper-estatizar, centrando todas las actividades en el Estado. Esto era lo que permitía el artículo 4:

‘‘Artículo 4. En las negociaciones para vender hidrocarburos en el mercado exterior, el Ejecutivo


Nacional o los entes estatales podrán utilizar, reservándose los derechos de comercialización, diversos
medios y formas orientados preferentemente a establecer transacciones regulares con los Estados o
entes estatales de los países consumidores, para la captación y conservación de mercados directos de
los hidrocarburos venezolanos’’.

222
¿Por qué es malo? Primero; el Estado al reservarse los derechos de comercialización implica que
nadie más puede participar en la actividad, creándose un monopolio legal. Segundo; el artículo orienta la
preferencia de venta regular de hidrocarburos hacia los Estados de los países consumidores, por lo que se
crea un oligopolio internacional compuesto exclusivamente de Estados en los mercados de hidrocarburos.
Tal disposición, al reservar al Estado los derechos de comercialización, contribuye a crear mercados
captivos porque promueve la monopolización comercial mediante la creación de barreras de entrada a
otros agentes que puedan competir y descentralizar la provisión de bienes. Tal acción, como ya vimos en
secciones anteriores, termina sembrando la semilla de la propia destrucción de la industria petrolera.

El artículo 5, cerrando la triangulación, asienta la captura de los mercados de hidrocarburos


permitiendo al Estado ejercer las actividades en la industria de hidrocarburos a decisión discrecional:
directamente por medio del Ejecutivo Nacional, o a través de entes propiedad del Estado (empresas
operadoras). De acuerdo al juicio del Estado, fuera mediante intervención del Ejecutivo Nacional o fuera
mediante las empresas operadoras estatales que ahora ejecutan las actividades del sector petrolero,
podrían celebrar convenios de asociación con entes privados pero ‘‘con una participación tal que garantice
el control por parte del Estado y con una duración determinada’’.

‘‘Artículo 5. El Estado ejercerá las actividades señaladas en el artículo 1 de la presente Ley directamente
por el Ejecutivo Nacional o por medio de entes de su propiedad, pudiendo celebrar los convenios
operativos necesarios para la mejor realización de sus funciones, sin que en ningún caso estas gestiones
afecten la esencia misma de las actividades atribuidas.

En casos especiales, y cuando así convenga al interés público, el Ejecutivo Nacional o los referidos entes
podrán, en el ejercicio de cualquiera de las señaladas actividades, celebrar convenios de asociación con
entes privados, con una participación tal que garantice el control por parte del Estado y con una duración
determinada. Para la celebración de tales convenios se requerirá la previa autorización de las Cámaras
en sesión conjunta, dentro de las condiciones que fijen, una vez que hayan sido debidamente informadas
por el Ejecutivo Nacional de todas las circunstancias pertinentes’’.

Esto finalmente acabaría por restringir toda participación privada hasta que no sea autorizada por
el Estado incluso filtrando de manera doble. (Por orden del Ejecutivo o de las empresas estatales, y luego
teniendo el Parlamento que aprobar los convenios). Siendo el Estado quien elige al que entra o al que sale,
puede ‘‘aclimatar’’ el ambiente del mercado como crea conveniente y permitir ingresar a empresas para
operar o no, bajo los términos que indique, controlando su actuación y limitando el tiempo de su actividad.
De esta manera, existe una triangulación de normas que habilita al Estado y a sus homólogos en otras partes
del mundo para capturar los mercados a través de una reserva de la comercialización, y en el peor de los
casos, sumando también una reserva de la totalidad de la industria.

5.4.3.3.2. Nueva organización, estatus operativo y objetivos de la Industria

Las tres cuestiones tocadas se articulan en los artículos 6, 7, 8 y 9 de la Ley Orgánica que Reserva al
Estado La Industria y el Comercio de Hidrocarburos, pero también se desarrollan en el Decreto N° 1123 de
30 de agosto de 1975 mediante el cual se creó PDVSA, que fue denominada como ‘‘una empresa estatal,
bajo la forma de sociedad anónima que cumplirá la política que dicte en materia de hidrocarburos el Ejecutivo
Nacional, por órgano del Ministerio de Minas e Hidrocarburos en las actividades que le sean encomendadas’’.
Tanto la partida de artículos como el Decreto sentaron nuevos objetivos y estructura (425).
_________________________________________________________________________________________________________________________
425. Brewer Carías, Allan. Consideraciones sobre el régimen jurídico-administrativo de Petróleos de Venezuela S.A. Revista de Hacienda, N° 67, Ministerio de
Hacienda Caracas (1977) pp. 79–99.

223
El rol que cumplía el artículo 6 era el de instruir, a través de bases, cómo se organizaría el aparato
empresarial del Estado en materia de hidrocarburos. Tenía cinco bases que indicaban de forma general las
facultades que tenía el Ejecutivo Nacional para crear empresas, fusionarlas, asociarlas, modificar objetos y
propósitos, extinguirlas, liquidarlas y transferir capitales entre estas; crear una empresa ‘‘holding’’ o
‘‘paraguas’’ con el objetivo de controlar a las demás (que sería PDVSA); convertir en sociedad mercantil la
Corporación Venezolana de Petróleo, crear agencias con el objetivo de adelantar el proceso de
nacionalización que al culminar este por medio de la extinción de las concesiones pasarían a ser propiedad
de la empresa ''holding'' y, finalmente, ordenar a las empresas estatales que ejercieran las actividades
relacionadas con la materia de hidrocarburos a depositar a la empresa controladora o ‘‘holding’’ el 10% de
sus ingresos netos, estando exento del pago de impuestos nacionales, deduciéndoles además el ISLR:

‘‘Artículo 6. A los fines indicados en el artículo anterior, el Ejecutivo Nacional organizará la


administración y gestión de las actividades reservadas conforme a las siguientes bases:

Primera: creará, con las formas jurídicas que considere convenientes, las empresas que juzgue
necesario para el desarrollo regular y eficiente de tales actividades, pudiendo atribuirles el ejercicio de
una o más de estas, modificar su objeto, fusionarlas o asociarlas, extinguirlas y liquidarlas y aportar su
capital a otra u otras de esas mismas empresas. Estas empresas serán de la propiedad del Estado, sin
perjuicio de lo dispuesto en la base Segunda de este artículo, y en caso de revestir la forma de sociedades
anónimas, podrán ser constituidas por un solo socio.

Segunda: atribuirá a una de las empresas las funciones de coordinación, supervisión y control de las
actividades de las demás, pudiendo asignarle la propiedad de las acciones de cualesquiera de esas
empresas.

Tercera: llevará a cabo la conversión en sociedad mercantil de la Corporación Venezolana del Petróleo
creada mediante Decreto N° 260 del 19 de Abril de 1960.

Cuarta: a los solos fines de agilizar y facilitar el proceso de nacionalización de la industria petrolera, el
Ejecutivo Nacional constituirá o hará constituir las empresas que estime convenientes, las cuales, al
extinguirse las concesiones, pasarán a ser propiedad de la empresa prevista en la base Segunda de este
artículo.

Quinta: a los fines de proveer a la empresa prevista en la base Segunda de recursos suficientes para
desarrollar la industria petrolera nacional, las empresas operadoras constituidas conforme a las bases
Primera, Tercera y Cuarta, según sea el caso, entregarán mensualmente a aquella una cantidad de dinero
equivalente al diez por ciento (10%) de los ingresos netos provenientes del petróleo exportado por ellas
durante el mes inmediatamente anterior. Las cantidades así entregadas están exentas del pago de
impuesto y contribuciones nacionales y serán deducibles para las empresas operadoras a los fines del
impuesto sobre la renta’’.

De esta forma, la norma aquí vista da instrucciones para la constitución de empresas operadoras
propiedad del Estado que, dada la situación de reserva y la extinción de concesiones, suplantarían al sector
privado que otrora habría operado en la industria a través de la realización de la totalidad de actividades
que este hacía; pero también muestra cuáles son las facultades del Ejecutivo para cumplir los designios
fijados por la —en ese tiempo— reciente Ley e indica cómo serían de primera mano las relaciones
financieras entre las empresas estatales operadoras que estaban próximas a formarse (y vemos que
permitía mezclas y cruces de los capitales de las operadoras a voluntad del Ejecutivo cuando este ‘‘lo
considerase conveniente’’). El artículo, por lo tanto, creaba los cimientos nueva organización y fijaba parte
del estatus operativo de la ahora estatal industria petrolera
224
El artículo 7 lo que hacía era reglamentar el comportamiento de las empresas estableciendo un
marco normativo al cual atenerse (o la posibilidad de crear componentes que lo integraran). Decía que las
empresas operadoras se regirían por la Ley Orgánica que Reserva al Estado La Industria y el Comercio de
Hidrocarburos, los reglamentos de esa Ley, por los estatutos de las empresas operadoras, por lo que
ordenare el Ejecutivo Nacional y por las de derecho común.

Algunos ejemplos de disposiciones de derecho común serían las normas del Código de Comercio, en
tanto fueren sociedades mercantiles y estuvieran bajo derecho privado. Establecía también que aunque las
transferencias a la ‘‘empresa holding’’ (PDVSA) estaban exentas de pago de impuestos estaban ‘‘sujetas al
pago de los impuestos y contribuciones nacionales establecidos para las concesiones de hidrocarburos’’. No
obstante, las eximía del pago de impuestos estadales o municipales.

‘‘Artículo 7. Las empresas a que se refiere el artículo anterior se regirán por la presente ley y sus
reglamentos, por sus propios estatutos, por las disposiciones que dicte el ejecutivo nacional y por las del
derecho común que le fueren aplicables. Además, quedarán sujetas al pago de los impuestos y
contribuciones nacionales establecidos para las concesiones de hidrocarburos, así como, en cuanto les
sean aplicables, a las otras normas que respecto a éstas contengan las leyes, reglamentos, decretos,
resoluciones, ordenanzas y circulares, y a los convenios celebrados por los concesionarios con el
Ejecutivo Nacional. No estarán sujetas a ninguna clase de impuestos estadales y municipales’’.

Pese a que esto último pudiera parecer una salvaguarda para los ingresos autónomos que generasen
las empresas operadoras, hay dos elementos que anulan este aparente ‘’alivio’’ que concedía la Ley: 1) De
todos modos, apenas les quedaban beneficios; 2) Al eximirse el pago de impuestos estadales o municipales,
los recursos petroleros se desvían de los niveles administrativos territoriales —que es a donde de verdad
debieron y siempre deberán ir, dado que la redistribución nacional fomenta el parasitismo rentista del
petróleo que producen ciertas zonas— centralizándose en manos del Poder Central (426) (427).

Otra parte del estatus operativo se definía con el artículo 8, esta vez en materia laboral. Este
simplemente distinguía a los trabajadores de las empresas operadoras (directivos, administradores,
empleados y obreros) de los de la Administración Pública, disponiendo que estos primeros no serían
considerados como empleados públicos, incluyendo a los que trabajaren en la CVP una vez esta fuera
transformada en sociedad mercantil, dándole una carácter especializado a los trabajadores de la industria:

‘‘Artículo 8. Los directivos, administradores, empleados y obreros de las empresas a que se refiere el
artículo 6 de la presente Ley, inclusive los de la Corporación Venezolana del Petróleo, una vez convertida
en sociedad mercantil, no serán considerados funcionarios o empleados públicos.

Parágrafo único.— Sin perjuicio de lo dispuesto en este artículo, a los directivos o administradores a que
el mismo se contrae, se les aplicarán las disposiciones de los artículos 122 y 124 de la Constitución’’.

_________________________________________________________________________________________________________________________
426. Al respecto, podemos revisar la sección 5.3.3. «¿Eso es todo lo que tienes, democracia?: Tanto expolio y tan buenos precios… Para nada», específicamente
el cuadro 73. En una breve revisión de lo que pasó, el mismo año de la expedición de la Ley Orgánica que Reserva al Estado La Industria y el Comercio de
Hidrocarburos, el Estado solo le dejó a la industria un 5.7% de los beneficios petroleros producidos ese año. En promedio desde 1975 hasta 1988, la industria
petrolera, por más que fuera propiedad del Estado, solo obtuvo el 17.1% de los beneficios producidos por ella misma y el resto fueron enviados al Fisco, por lo
que el efecto de la quita de impuestos municipales y estadales fue depreciable por razón de que la Administración Central seguía expoliando al sector petrolero.
427. Son contadas las regiones dentro del país que tienen potencial en materia de hidrocarburos, y la propiedad de estos pertenece legítimamente a los
propietarios que forman comunidades establecidas en los territorios donde existe tal potencial. No tiene sentido que Sucre, sin producir una sola gota de
petróleo, se beneficie de forma redistributiva del petróleo que sí producen Barinas o Zulia, por ejemplo. Los recursos tienen que permanecer en las regiones
para permitir la formación de capital y la integración económica de las mismas como para que también los dueños puedan disfrutar de su riqueza, no fomentar
el parasitismo para que unas comunidades políticas territoriales, llámense estado o municipio, vivan a costa de otras, porque estas no producen el petróleo; ni
lo compran, solo se aprovechan de las dádivas que les arroja el Poder Ejecutivo a costa de desangrar las regiones productivas.

225
5.4.3.3.3. Discrecionalidad y centralismo oportunista

Del artículo 9 al artículo 18 se acumula una cantidad grande de disposiciones y mandatos arbitrarios
desde el Estado hacia los concesionarios, que al darles una repasada resultan ser no solamente
antieconómicos, sino también anti-éticos y centralizados. El artículo 9 crea la Comisión Supervisora de la
Industria y Comercio de Hidrocarburos, que trabajaría para el Ministerio de Minas e Hidrocarburos. Ésta,
según el artículo 10, tendría la capacidad de fiscalizar y controlar el proceso de nacionalización,
afectándose la planificación, prácticas operacionales, prácticas financieras, las dinámicas comerciales e
inclusive podrían controlar costes (428). Igualmente, ejercería la representación del Estado en todas las
actividades de los concesionarios, finiquitando el intervencionismo transitorio en la industria privada.

La Comisión Supervisora sería integrada por nueve miembros, dos de los cuáles serían elegidos por
el Presidente de una lista de tres personas presentada por el Congreso o por la Comisión encargada por
este último, y siete directamente por el Ejecutivo, sin restricciones y en nada más 10 días a partir de la
promulgación de la Ley. Los únicos límites impuestos son las obligaciones que establece la misma Ley al
respecto: que dos de los siete designados directamente serían escogidos por el Ejecutivo de una lista de
cinco personas presentada por el mayor cuerpo sindical. De este modo el Presidente podría elegir, de
manera cuasi-discrecional, a prácticamente a todos los miembros de la Comisión con una restricción
moderada en nada dos de los nueve integrantes y otra restricción leve en otros dos de los nueve.

‘‘Artículo 9. Se crea la Comisión Supervisora de la Industria y Comercio de los Hidrocarburos, adscrita


al Ministerio de Minas e Hidrocarburos, integrada por nueve miembros, dos de los cuáles serán
designados por el Presidente de la República, de una terna que al efecto le presentará el Congreso de la
República, o en su defecto la Comisión Delegada del Congreso, y siete directamente por el Ejecutivo
Nacional, todo dentro de un plazo de diez días contados a partir de la promulgación de la presente Ley.

Dos de los siete miembros designados directamente por el Ejecutivo Nacional serán escogidos de una
quinaria presentada por la central sindical mayoritaria. La Comisión Supervisora tendrá por objeto
ejercer la representación del Estado en todas las actividades de los concesionarios, a los fines de
fiscalización, control y autorización, hasta tanto las empresas estatales previstas en esta Ley asuman el
ejercicio de la industria reservada. La Comisión Supervisora se constituirá, a más tardar, dentro de los
cinco días siguientes al vencimiento del plazo indicado en la primera parte de este artículo; sesionará
válidamente con la asistencia de no menos de siete de sus miembros y adoptará sus decisiones por la
mayoría de los miembros presentes’’.

El artículo 11 permite la intervención y acceso irrestricto de cualquiera de los miembros Comisión


de Supervisión a las instalaciones y oficinas del concesionario, y también otorga a la misma Comisión el
acceso indiscreto a los datos de los concesionarios, a sus órganos directivos, a su contabilidad y archivos,
además de que obliga a los concesionarios a prestar las ‘‘más amplias facilidades’’ a la Comisión para el
‘‘cabal desempeño de sus funciones’’. El artículo, por cómo está estructurado, tiene como fin acelerar el
proceso de reversión interviniendo y ocupando desde el momento de su promulgación a las empresas.

_________________________________________________________________________________________________________________________
428. Gaceta Oficial Número 1769 Extraordinario del 29 de Agosto de 1975. Ley Orgánica que Reserva al Estado La Industria y el Comercio de Hidrocarburos.
Artículo 10: El Ministro de Minas e Hidrocarburos, mediante resolución que se publicará en la Gaceta Oficial, determinará, dentro de un plazo de diez (10) días
contados a partir de la promulgación de la presente Ley, las materias que deben ser objeto de fiscalización y control por parte de la Comisión Supervisora de la
Industria y el comercio de Hidrocarburos, así como los actos y decisiones de los concesionarios que, para su adopción, requerirán la previa autorización de la
Comisión. La fiscalización y control se ejercerá, primordialmente, sobre la planificación y prácticas operacionales, financieras y comerciales de las empresas y
sobre los sistemas y prácticas laborales de las mismas, así como sobre los costos de la industria petrolera. Las funciones de autorización se ejercerán,
primordialmente, sobre los contratos de venta y de intercambio de crudo y de productos, las remisiones de fondos y pagos al exterior, los presupuestos de
inversiones y los contratos relativos a la transferencia de tecnología. Esta enumeración no restringe las facultades que en la materia tiene el Ejecutivo Nacional
por las leyes existentes o las que puedan ser determinadas por el Ministerio de Minas e Hidrocarburos en cumplimiento de la presente Ley.

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‘‘Artículo 11. Para el mejor cumplimiento de sus funciones, la Comisión Supervisora de la Industria y el
Comercio de los Hidrocarburos, así como con la debida autorización de la Comisión, cualquiera de sus
miembros y los funcionarios auxiliares que a proposición de la Comisión designe al Ministro de Minas e
Hidrocarburos, tendrán libre acceso, sin restricción alguna, a todas las instalaciones y oficinas del
concesionario, a sus organismos directivos y administrativos y a su contabilidad y archivos.

Los concesionarios deberán prestar a la Comisión, a sus miembros y a los indicados funcionarios
auxiliares, las más amplias facilidades para el cabal desempeño y cumplimiento de sus funciones’’.

5.4.3.3.4. ‘‘Indemnización como yo quiero, y si no te gusta te jodes’’

Del artículo 12 al artículo 18 es donde se acumula la mayor cantidad de disposiciones antiéticas y


bastante convenientes para el Estado, pero totalmente perjudiciales para el concesionario, que aunque si
bien podría recibir indemnización, no podría objetar ni recuperar el valor real de su activo debido a la
enorme cantidad de restricciones en el proceso conciliatorio, y no está demás decir que este procedimiento
está completamente desvirtuado y viciado por la naturaleza de su aplicación (429) (430). El artículo 12,
primeramente, limita el tiempo bajo en el cuál se podría dar una oferta de indemnización a los
concesionarios propietarios de bienes de capital a 45 días a partir de la promulgación de la Ley, la cual
sería realizada por el Ejecutivo mediante el Ministerio de Minas e Hidrocarburos.

El concesionario tendría un tiempo limitado de 15 días para contestar la oferta, muy inferior al que
tendría el ejecutivo para ofertar. Al avenirse (o sea, al llegar a un acuerdo) (431) se crearía una Acta donde
constare, suscrita por el Procurador General bajo instrucciones del Ejecutivo y del concesionario. Dicha
acta tendría que ser aprobada por ambas cámaras en sesión conjunta en un tiempo no menor a 30 días
después de la recepción del Acta. Por tanto, el proceso de indemnización para todos los concesionarios
tendría un plazo límite —asumiendo que se tarden lo máximo— no mayor a los 90 días de promulgada la
Ley. De estos 90 días, los concesionarios tendrían una ventana de solo 15 días (16.6% del tiempo) para
responder. De vencerse el plazo, el artículo 13 resolvería que se iniciarían juicios de expropiación. Otra
característica es que sujetaba a cualquier tercero contratista a los mismos efectos que a los concesionarios.

‘‘Artículo 12. El Ejecutivo Nacional, dentro de los cuarenta y cinco días continuos y subsiguientes a la
fecha de promulgación de esta Ley y por órgano del Ministro de Minas e Hidrocarburos, hará a todos los
concesionarios formal oferta de una indemnización por todos los derechos que tengan sobre los bienes
afectos a las concesiones de las cuales sean titulares, indemnización calculada conforme a lo establecido
en el artículo 15 de esta Ley y para ser pagada según lo dispuesto en los artículos 16 y 17 de ella.
_________________________________________________________________________________________________________________________
429 La naturaleza verdadera de los medios alternativos de solución de conflictos o MASCs —que son aquellos donde se enmarca el avenimiento y son los cuáles
se utilizan para resolver el asunto de la indemnización—, configura a estos como instituciones de derecho natural, no como instituciones de derecho positivo.
Además de ello, tales instituciones de basan en el derecho consuetudinario, la costumbre, los principios generales del derecho y, sobre todo, en el principio de
autonomía de la voluntad; ateniéndose también a los principios de imparcialidad, neutralidad e independencia dado que los Tribunales formados bajo la
institución de MASCs trabajan para ambas partes, teniendo normas propias y considerando el bien de ambas, aplacando entonces cualquier cuestión subyacente
que pudiera favorecer a una u a otra. Una ''cuestión subyacente'' que podría favorecer a una de las partes sobre otra —y por tanto anular los principios en los
que se sostienen los MASCs— es que esta dicha parte favorecida pueda colocar las reglas que desee para resolver el conflicto a conveniencia, y que su contraparte
las tenga que acatar. Claramente y como hemos visto en las últimas páginas, la Ley Orgánica que Reserva al Estado La Industria y el Comercio de Hidrocarburos
favorecía al Estado, por lo que no habría de extrañarse que este también pusiera a las instituciones de conciliación a trabajar para él. Estos artículos (del 12 al
18), de hecho, son artículos que el Estado coloca como normas para resolver el conflicto por un MASC, buscando puntos en común. El Estado poniendo a
conveniencia las normas que funcionarán para reglamentar el proceso, simplemente toma (y tomó) ventaja por sobre el concesionario. Si tú pones las reglas,
puedes hacer lo que quieras. Esto no es lo que ocurre en un MARC, puesto que ninguna parte puede reglamentar el proceso de antemano, y por lo tanto no puede
sacar ventaja. Además de eso, el Estado escogía también a los jueces y a la mayoría de peritos (a dos de tres) que participarían en el proceso, destruyendo la
neutralidad del mismo. Esto será analizando sucintamente en las siguientes páginas, pero es un señalamiento de por dónde van los tiros.
430. Sobre lo anterior, recomiendo la lectura de: Ortiz, Carlos. Medios de impugnación de laudo arbitral. Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la
Universidad Central de Venezuela (2014). Así mismo, recomiendo la revisión de los Reglamentos de Arbitraje, Conciliación y Mediación mencionados en las
notas 411 y 412. El proceso de resolución de conflictos aplicado por el Estado a la reversión de la industria petrolera fue un completo agravio para los
concesionarios y un insulto a las instituciones que, de manera escueta, inepta y malévola, el Estado buscó emular,
431. Según el Diccionario Jurídico de la RAE, «avenir» se define como: ‘‘Acordar, ponerse de acuerdo’’.

227
El concesionario contestará la oferta dentro de los quince días continuos siguientes a haber recibido la
comunicación del Ejecutivo Nacional. El avenimiento, si lo hubiere, se hará constar en Acta suscrita por
el procurador General de la República, conforme a las instrucciones que al efecto le imparta el Ejecutivo
Nacional por órgano del Ministro de Minas e Hidrocarburos, y el respectivo concesionario, con efecto
para la fecha de extinción de las concesiones según se prevé en el artículo 1 de la presente Ley. El
Ejecutivo Nacional, por órgano del Ministro de Minas e Hidrocarburos, deberá someter inmediatamente
esta Acta a la consideración y aprobación de las Cámaras en sesión conjunta, las cuales deberán
pronunciarse dentro del término más breve posible, que en ningún caso podrá ser superior a treinta
(30) días continuos contados a partir de la fecha de recepción.

El Acta contentiva del avenimiento servirá al Estado de título de propiedad de los derechos y bienes
objeto de avenimiento.

Parágrafo único. Las personas que hubieren celebrado convenios de operación mancomunada de
concesiones o de participación, con empresas concesionarias de hidrocarburos, quedan sujetas a todas
las disposiciones de esta Ley, y para sus efectos se considerará los mismos derechos y obligaciones
inherentes a los concesionarios’’.

Como se señaló, si no ocurría este proceso correspondiendo al ‘‘debe ser’’ de la Ley, en donde el
concesionario no se aviniere, se abrirían juicios de expropiación de acuerdo a lo que dictaba el artículo 13
de la Ley. Dicho sea de paso, hay variadas y justificadas razones para no avenirse, entre ellas que no
necesariamente el monto que le ofrezca el Ejecutivo Nacional tiene que ser el correcto y por ende un
concesionario no tendría que concordar con lo ofrecido porque sí, y de hecho, como veremos en las
próximas páginas, la Ley desfiguraba totalmente el valor del capital por lo que prácticamente estaba
diseñada para pagar mal al concesionario.

El artículo 13 literalmente facultaba al Estado para demandar al concesionario por no avenirse,


aperturando dichos juicios de expropiación mediante una solicitud de expropiación enviada por el
Procurador General a la Corte Suprema de Justicia. Para regular el procedimiento, el artículo dispondría
varias opciones al concesionario para participar en un juego que no podría ganar… A menos que estuviera
de acuerdo con el Estado. Los problemas centrales del procedimiento para el punto de vista del
concesionario, es decir, el supuesto ‘‘socio’’ del Estado, son:

A) No podría rechazar los montos del Estado —matriz de todos los problemas, en realidad—.
B) Si contestare la solicitud de expropiación (o sea, la demanda), esta contestación solamente aludiría
al término del monto. No podría presentar argumentos de negación o dudas. Lo tomas o lo dejas.
C) El procedimiento no da la posibilidad de objetar la solicitud en caso de no haber acuerdo, e incluso
se puede asumir que si se apelaba, el Estado la interpretaría como discordancia, y por lo tanto como
que el concesionario no se avendría, permitiendo al Estado avanzar con una demanda.
D) Si no hay avenimiento, el Estado por medio de la Corte designaría tres peritos, dos de los cuales
serían designados por él (vía Corte Suprema y vía Procurador General directamente ordenado por
el Ejecutivo) y solamente uno por el concesionario, pérdida obvia para este último al tener
participación minoritaria.
E) Si el concesionario no contestare la solicitud de expropiación (ahora en razón del obvio desbalance
en el equipo de peritos), el Estado lo interpretaría de todas maneras como una aceptación del monto
de indemnización según el literal f del artículo.

228
F) Ni siquiera había necesidad de indemnizar como requisito para expropiar, dada la existencia de una
laxitud en el literal a) donde expresa que puede haber o no indemnización, al decir que la solicitud
de expropiación deberá señalar el monto de la indemnización en ‘‘caso de que la hubiere’’,
entendiéndose por tanto de que puede o no haber indemnización de por medio.
G) En la tercera audiencia siguiente al acto de contestación (de haberlo) o vencido el plazo dado para
el informe de los peritos, no haría falta ni siquiera que se presentara el informe pericial para que se
liquidara el monto de indemnización… Así es, podía existir indemnización sin avalúo de por medio.

La solicitud de expropiación sería hecha por el Procurador General a la Corte Suprema en su Sala
Político–Administrativa. Dicha solicitud tendría que ser admitida por mandato de la misma Ley, contenido
en el literal b) del artículo 13. Esto quiere decir que la solicitud no podría ser rechazada por la Corte
Suprema, ya que tal acto sería contrario al ordenamiento jurídico. Una vez admitida la solicitud, se le haría
un llamado público al concesionario demandado por medio de una publicación en un ‘‘diario de reconocida
circulación’’ de la ciudad de Caracas, cuestión que no se detalla y que en esta situación generadora de
incertidumbre por su naturaleza ambigua podría impedir que el concesionario se enterase de la solicitud,
evitando su respuesta y ocurriendo la situación que señalé previamente en el problema E.

‘‘Artículo 13. De no lograrse el avenimiento previsto en el artículo anterior, el Ejecutivo Nacional, dentro
de los treinta (30) días continuos y subsiguientes a la fecha en que el concesionario haya comunicado su
decisión de no avenirse, o a la del vencimiento del plazo dado para ello sin haber contestado la oferta,
instruirá, por órgano del Ministro de Minas e Hidrocarburos, al Procurador General de la República para
que, dentro de los treinta (30) días continuos siguientes, intente por ante la Corte Suprema de Justicia,
Sala Político-Administrativa, los juicios de expropiación de todos los derechos que tengan los
concesionarios sobre los bienes afectos a las concesiones de las cuales sean titulares, conforme al
siguiente procedimiento especial:

a) La solicitud de expropiación deberá señalar el monto de la indemnización respectiva, caso de que la


hubiere, a los fines del avenimiento de dicho monto;

b) La Corte, en la misma audiencia o en la siguiente de haber recibido la solicitud, la admitirá y emplazará


al concesionario para el acto de contestación, mediante la publicación de la solicitud y el auto de
emplazamiento en un diario de la ciudad de Caracas de reconocida circulación. Esa publicación deberá
hacerse dentro de un lapso no mayor de tres días contados a partir de la audiencia en la cual se reciba la
solicitud;

c) La contestación a la solicitud de expropiación versará únicamente sobre el monto de la indemnización


propuesta y tendrá lugar en la tercera audiencia siguiente a la fecha de la publicación antes indicada;

d) Si el concesionario conviniere en el monto de la indemnización contenido en la solicitud de


expropiación, el procedimiento expropiatorio se dará por concluido y la Corte así lo declarará mediante
sentencia, en la oportunidad que indica en el literal g) se este artículo.

e) De no lograrse el avenimiento, la Corte, si lo estimare conveniente, acordará la designación de peritos


según se indica a continuación, a los fines de la experticia contable de los bienes objeto de expropiación.
Se señalará una hora de audiencia siguiente a la del acto de contestación, para la designación de los
peritos: uno por el Procurador General de la República, otro por el concesionario y el tercero por la Corte.
En la misma audiencia, la Corte ordenará la notificación de los peritos nombrados, notificación que
deberá hacerse dentro de los tres días siguientes a dicha audiencia y les indicará que deberán concurrir
ante ella, en audiencia siguiente al vencimiento del término anterior, a los fines de aceptación y

229
juramento de ley. Si alguno o algunos de los peritos se excusare o no pudiere ser notificado, la Corte, por
una sola vez, en la audiencia siguiente a la fijada para la aceptación del cargo y juramentación de ley,
nombrará los correspondientes sustitutos, siguiéndose en tal caso el procedimiento de notificación antes
señalado. Los peritos juramentados, cualquiera que sea su número consignarán su informe dentro de los
veinte días siguientes a la fecha de la última aceptación y juramentación;

f) La no comparecencia del concesionario al acto de contestación equivale a un convencimiento en la


solicitud de expropiación respectiva;

g) La Corte, en la tercera audiencia siguiente al acto de la contestación, cuando hubiere avenimiento o


no hubiere comparecido el concesionario; o dentro de la décima audiencia siguiente al acto de
presentación del informe pericial, o al vencimiento del término indicado en el literal e) para la
presentación del informe pericial, sin que este hubiere sido presentado, según fuere el caso, declarará
mediante sentencia la expropiación, determinará el monto de indemnización y ordenará su pago en la
forma prevista en la solicitud de expropiación.

La decisión de la Corte por la cual se declare concluido el juicio expropiatorio o consumada la


expropiación servirá al Estado de título de propiedad de los derechos y bienes objeto de la
expropiación’’.

Esta oleada de problemas de jurisprudencia que no solamente —en resumidas cuentas— impedían
al concesionario objetar los montos o tomar una vía para resguardar su patrimonio de retribuciones
arbitrarias e injustas, sino que también habilitaban al Estado para no dar ninguna indemnización e incluso
presumir aceptación del concesionario a sus términos incluso cuando no existiera, nada más por el hecho
de no contestar (cosa agravada por la ambigüedad de la parte de ‘‘diario de conocida reputación’’),
empeoraba con una disposición lapidaria contenida en el artículo 14.

El problema con este es que si ya de por sí se hacía imposible no concordar con el Estado, este
artículo decía que si un concesionario no acordaba el monto de indemnización, la Corte, por solicitud del
Procurador General, tendría que acordar ocupación previa de las instalaciones y bienes del concesionario
sin existir constancia de que se efectuó la indemnización.

Esto vendría a significar que si un concesionario, no concordaba con el monto de indemnización por
la razón que fuera, quedaba expropiado de forma automática prácticamente sin quedar indemnizado,
puesto que el artículo 14 indica que en este caso donde no hubiera avenimiento el Ejecutivo Nacional
tendría la ocupación previa acordada sin necesidad de mostrar a la Corte la debida indemnización.

‘‘Artículo 14. El Procurador General de la República, en la solicitud de expropiación a que se refiere el


artículo anterior, pedirá a la Corte Suprema de Justicia, en Sala Político-Administrativa, que acuerde la
ocupación previa de los bienes objeto de la expropiación en el caso de que el respectivo demandado, en
el acto de contestación a la demanda, no conviniere en el monto de la indemnización o se produjere la
extinción de las concesiones conforme a lo previsto en el artículo 1° de la presente Ley.

A los efectos de la ocupación previa, se seguirá el procedimiento especial siguiente:

a) De no lograrse el avenimiento o de haberse producido la extinción, en el mismo acto de la


contestación, acordará la ocupación previa de los bienes, sin que el Ejecutivo Nacional tenga que
depositar ante la Corte el monto de la correspondiente indemnización ofrecida en la solicitud de
expropiación;

230
b) Acordada la ocupación previa, la corte en la audiencia siguiente, comisionará a un juez competente
en la jurisdicción donde el demandado tenga su sede principal en el país, para que proceda a ejecutarla
y ponga en posesión de sus bienes al ente estatal que el Ejecutivo Nacional señale al efecto.

En la fecha en que dicho ente tome posesión de esos bienes dejarán de surtir efecto las concesiones de
hidrocarburos objeto del respectivo proceso y que no se hubieren extinguido conforme a lo previsto en
el artículo 1° de la presente Ley.

Los jueces comisionados deberán ejecutar la medida a que se refiere el presente artículo con preferencia
a cualquier otro asunto. Aquellos que incumplan esta obligación responderán penal, civil o
administrativamente y les podrán ser aplicadas las sanciones disciplinarias a que hubiere lugar’’.

Técnicamente, si el Ejecutivo ofrecía a los concesionarios cualquier cantidad por sus derechos sobre
los bienes de capital afectos a las concesiones; independientemente de si eran 100 bolívares o 100.000
millones, estos no podían rechazar la oferta sin quedar expropiados porque caerían en el no avenimiento.
Entonces, si no se avenían, sus bienes quedarían ocupados y no tendría ni siquiera que habérsele
depositado para ello. Si los concesionarios no respondían para evitar no avenirse, el Estado asumía que el
concesionario estaba de acuerdo con el monto. Si el concesionario quiere objetar, la Ley no prevé un
procedimiento de apelación y además dice que únicamente puede hablar sobre el monto que le ofrece el
Ejecutivo. Si se establecen peritos para avaluar, el Estado elige dos y el concesionario elige uno… Y así el
concesionario no tiene ninguna posibilidad de hacer valer sus intereses, sin más remedio que someterse a
los designios estatales porque así está configurada la Ley; ¿pero al final a quién le importa, si no es más que
un sucio capitalista? Ya saben chicos, lo de siempre: los empresarios no son personas, no nos tiene que
importar lo que tengan para decir y debemos buscar parasitarlos a toda costa (432).

A esta seguidilla de ultrajes a la propiedad, el artículo 15 le añadía otro más, uno sumamente sucio,
puesto que daba razones a los concesionarios para no avenirse y daba un módico precio al Estado para
indemnizar y expropiar los bienes a bajo costo. Básicamente lo que decía era que el monto a indemnizar
no podía ser superior al valor de adquisición de los bienes menos el monto acumulado de depreciación,
deduciéndose además el valor total de los bienes que se encuentren en las situaciones de desafectación o
expiración; que sean poseídos por concesionarios que no cumplieren su obligación de explorar las
concesiones —por motivos bastante obvios— o que estén dirigidos a labores de explotación
antieconómicas (artículos 9, 13 y 15 de la Ley Sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de
Hidrocarburos). Por tanto, en esos casos, los concesionarios tendrían pérdidas absolutas.

En donde no tuvieran pérdidas absolutas, se le deduciría al valor de adquisición (𝑽𝑨) de los bienes:
el valor del petróleo extraído (𝑽𝑷𝑬) fuera de los límites de sus concesiones, el monto de las prestaciones
sociales no pagadas (𝑷𝑺𝑵𝑷), la depreciación de los bienes de capital (𝑫𝑨) y la deuda del concesionario al
Estado (𝑫𝑬). Además, debemos tener en cuenta que este artículo no está contando el Fondo de Garantía
(𝑭𝑮) equivalente al 10% del activo fijo neto, fondo que el concesionario tenía que financiar según lo
previsto en la Ley Sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos. Por tanto,
además de toda la hilera de deducciones anteriores, el concesionario también veía deducido de la
‘‘retribución’’ el Fondo que estaba obligado a financiar. Por tanto, la indemnización era equivalente a:

𝑰𝒏𝒅𝒆𝒎𝒏𝒊𝒛𝒂𝒄𝒊ó𝒏 = 𝑽𝑨 − 𝑽𝑷𝑬 − 𝑷𝑺𝑵𝑷 − 𝑫𝑨 − 𝑫𝑬 − 𝑭𝑮


_________________________________________________________________________________________________________________________
432. Exactamente por esta ironía de la vida es que mucho antes de esta sección, hace casi doscientas notas atrás, dije que hacer negocios con el Estado es como
venderle el alma al diablo. Como puse en la nota 233, esto es porque ‘‘el Estado no puede ser obligado a nada por nadie’’. Al final, el Estado hizo lo que le dio la
gana terminando por expropiar a los empresarios, aquellos que tiempo atrás confiaron en que tal situación jamás llegaría, nada más por distribuir
equitativamente la renta petrolera… Pobres ilusos.

231
Aunque existen varias deducciones que desde una óptica estatólatra tendrían sentido, ciertamente
no hay razón en la asunción del valor de adquisición como referencial para la indemnización de los bienes,
ya que el valor de los bienes referencial debería ser el valor de mercado, no el de adquisición. Así, si un
concesionario compró un bien hace 10 años, aumenta su valor y ahora el Estado lo quiere tener, con esta
Ley el Estado simplemente pagará un precio inferior al que vale en la actualidad, detallito que aplica en
este caso al saberse que si se indemniza a partir del valor de adquisición, no se está tomando en cuenta la
apreciación que se adquiere por inflación —que sube, en general, el precio nominal de todos los bienes y
servicios de la economía, incluyendo los de capital—.

Si los bienes de capital ‘‘aumentan’’ su precio por efectos de la inflación, pero el Estado nada más
indemniza el valor de adquisición, el Estado aprovecharía la devaluación de la moneda para pagar un monto
muy inferior al valor real de mercado que tiene el bien expropiado. En síntesis, el Estado se tragaría el
diferencial entre el valor de adquisición —pagando el mismo precio que antes, pero con una moneda mucho
más depreciada— y el valor de mercado a precios reales. Mientras antes se haya adquirido un bien, menor
sería la indemnización real por los bienes de capital expropiados; por lo que los concesionarios más
afectados negativamente serían, irónicamente, los que hubieran invertido antes apostando por el país.

Cuadro 89 | Poder adquisitivo del bolívar, 1943 – 1999. Se calcula en base al índice de precios vía deflactor del PIB.
Fuente: MOxLAD.

Para ilustrar mejor mi punto, trataré de darles un ejemplo. Supongamos que tenemos a un
concesionario llamado Rafael que adquirió bienes de capital para explotar una concesión petrolera por
valor de 100 bolívares. El valor de adquisición (𝑽𝑨) para Rafael es, entonces, de 100 bolívares. Ocurre que
existe el fenómeno de la inflación, y este devalúa la moneda al paso del tiempo haciendo parecer que los
bienes y servicios suben su precio (433). Por tanto, aunque él haya adquirido un valor de 100 bolívares en
bienes de capital, esos bienes de capital aumentarán su precio porque como esos bienes se compran con
dinero y el dinero se hace más barato, tales bienes se hacen ‘‘más caros’’. Al llegar 1975 (cuando se le
expropian sus bienes de capital) el Estado decide darle una indemnización monetaria equivalente al 𝑽𝑨.
Como la indemnización es en dinero, le devolverá 100 bolívares. Tal acto es, a todas luces, un robo.
_________________________________________________________________________________________________________________________
433. Ver la sección 4.4. «La Venezuela Devaluada: Herencia socialdemócrata» para encontrar explicaciones al fenómeno inflacionario.

232
El truco detrás de esto es que él adquirió esos bienes a 100, por lo que se devuelven 100 al momento
de expropiar, pero debido a la inflación esos 100 bolívares habrán disminuido muchísimo su poder
adquisitivo. El cuadro 89 muestra el valor real de 100 bolívares a través del tiempo desde 1943 hasta 1999,
y como vemos, en 1975 —año de la expropiación— el bolívar tenía casi apenas una quinta parte su valor,
por lo que aunque un concesionario hubiera comprado bienes de capital por 100 bolívares en 1943, al
momento de indemnizársele eso en 1975 se le estarían devolviendo el equivalente a 23.01 bolívares,
sabiendo ello si contamos la devaluación de la moneda. El Estado, en efecto, estaría poniéndole un monto
máximo a indemnizar del 23.01% del valor de adquisición real de los bienes.

Devolverle al concesionario 100 bolívares nominales con un valor real de 23 bolívares respecto al
momento de adquisición (es decir, 33 años en el pasado) restaría un 76.99% dentro del valor a indemnizar.
Así que, como mucho, el concesionario sería indemnizado con un 23.01% del valor de adquisición real de
su capital. Esta dinámica aplica para cualquier otro momento antes de 1975, aunque no en la misma
magnitud. Ahora bien, recordemos que el valor de adquisición es el monto máximo que se puede retribuir,
así que como el Estado no está conforme con pagar ese miserable 23%, le hará también al concesionario
una cantidad de deducciones por los conceptos mencionados anteriormente. La fórmula quedaría como:

𝑰𝒏𝒅𝒆𝒎𝒏𝒊𝒛𝒂𝒄𝒊ó𝒏 𝒓𝒆𝒂𝒍 = 𝟐𝟑%𝑽𝑨(𝒎𝒂𝒙) − 𝑽𝑷𝑬 − 𝑷𝑺𝑵𝑷 − 𝑫𝑨 − 𝑫𝑬 − 𝑭𝑮

Donde 𝟐𝟑%𝑽𝑨(𝒎𝒂𝒙) sería el 23% del valor de adquisición tras pasarlo a poder adquisitivo, a lo
que se le resta el 𝑽𝑷𝑬 que es el valor del petróleo extraído, 𝑷𝑺𝑵𝑷 que son las prestaciones sociales no
pagada, 𝑫𝑨 que es la depreciación de capital, 𝑫𝑬 que es lo que deba el concesionario al Estado y 𝑭𝑮 que es
el Fondo de Garantía que el concesionario tenía que armar para cubrir la depreciación, por mandato de la
Ley Sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos.

Para imaginarte esa situación, tan solo piensa que yo te expropie un teléfono que te compraste en
2015 y valía 100.000 bolívares, pero ahora para indemnizarte te quiero dar los mismos 100.000 bolívares
que en la actualidad no te sirven ni para pagar ni siquiera un pasaje en buseta. Así fue, en resumidas
cuentas, lo que pasó en 1975. Si contamos que el valor de adquisición reduce su precio por sí solo nada más
con pasar el tiempo, la deducción por depreciación de capital resulta en doble cobro, y en conjunto con el
Fondo de Garantía, sería un triple cobro por el mismo concepto, impreso una vez tras otra.

‘‘Artículo 15. A todos los efectos de esta Ley, inclusivo a los fines de la experticia contable que trata el
literal e) del artículo 13, el monto de indemnización de los derechos sobre los bienes expropiados no
podrá ser superior al valor neto de las propiedades, plantas y equipos, entendiéndose como tal, el valor
de adquisición, menos el monto acumulado de depreciación y amortización, para la fecha de la solicitud
de expropiación, según los libros usados por el respectivo concesionario a los fines del impuesto sobre
la renta.

Del monto de dicha indemnización se harán las siguientes deducciones:

a) El valor de los bienes afectos a las concesiones que a juicio del Ministro de Minas e Hidrocarburos, se
encuentran en las situaciones a que se refieren los artículos 9, 13 y 15 de la Ley sobre Bienes Afectos a
Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos y sobre los cuales aún no hayan sido dictadas las
resoluciones que ordenen a los concesionarios entregarlos a la Nación;

b) El valor del petróleo extraído por los concesionarios expropiados, fuera de los límites de sus
concesiones, de acuerdo con los volúmenes establecidos en los convenios de explotación unificada de

233
yacimientos celebrados con la Corporación Venezolana del Petróleo. Cuando no se hubieren celebrado
dichos convenios, el Ejecutivo Nacional determinará las cantidades a deducir por este concepto;

c) El monto de las prestaciones sociales y demás derechos a que se refiere el artículo 23 de esta Ley en
el caso de que no hubiese sido depositado conforme lo dispone dicho artículo;

d) Las cantidades que el respectivo concesionario adeudare al Fisco Nacional y demás entidades de
carácter público, y cualesquiera otras que fueren procedentes de acuerdo con la Ley, salvo las que
correspondan al Impuesto Sobre la Renta para el ejercicio del año 1975, las cuales deberán ser
canceladas en efectivo

Parágrafo único. Quedan a salvo los derechos litigiosos del Fisco, así como los de los trabajadores en
contra de los concesionarios. Las cantidades que los concesionarios llegaren a adeudar al Fisco y a los
trabajadores por virtud del ejercicio de dichos derechos, también serán deducidos por los pagos
correspondientes a la indemnización o del Fondo de Garantía a que se refiere el artículo 19 de esta Ley’’.

El artículo, definitivamente, condenaba a los concesionarios a dos escenarios finales al momento de


ser indemnizados: o a una pérdida total de sus activos sin indemnización alguna, o bien a una pérdida casi
total que, dependiendo del momento de adquisición de los bienes, sería de entre el 77.14% y el 44.01% del
valor de adquisición real de su activo. De acuerdo a lo visto, la fórmula de indemnización real quedaría en:

𝑰𝒏𝒅𝒆𝒎𝒏𝒊𝒛𝒂𝒄𝒊ó𝒏 𝒓𝒆𝒂𝒍 = 𝟒𝟒. 𝟎𝟏%𝑽𝑨(𝒎𝒂𝒙) − 𝑽𝑷𝑬 − 𝑷𝑺𝑵𝑷 − 𝑫𝑨 − 𝑫𝑬 − 𝑭𝑮

Después de casi haber dejado sin pantalones a los concesionarios por el tremendo robo que
reglamentaba el artículo 15, el artículo 16 profundizaba más este crimen institucionalizado al permitir
diferir (es decir, retrasar) (434) por un período de diez años el pago a los concesionarios de la indemnización
bajo los términos reales que hemos desnudado ya, permitiendo que se devalúe todavía más el monto y
haciendo que el Estado pagase todavía menos de lo que ya estaba pagando.

Permitía también que se pagara la indemnización en bonos de deuda pública, pero limitaba el
interés anual al 6%. La inflación promedio entre 1975 y 1984 fue del 13.6% anual (435), por lo que los
intereses apenas alcanzarían en todo caso para cubrir el 44.1% de la devaluación del monto a indemnizar,
devaluación que desde luego, era infligida por el mismo Estado a través del Banco Central… El cuento
clásico de: ‘‘te rompe las piernas pero te da las muletas’’ pero dirigido al sector empresarial.

Artículo 16. El pago de la indemnización menos las deducciones hechas, podrá ser diferido por tiempo
determinado, no mayor de diez (10) años o cancelarse en títulos de la Deuda Pública, en términos
convenientes al interés nacional, según lo determine el Ejecutivo Nacional, previa consulta con el Banco
Central de Venezuela. El interés devengado por los Títulos de Deuda Publicano será superior al 6% anual.

El artículo 17 ya no es tan interesante como el resto (a menos que nunca te haya gustado esto, y por
lo tanto todo te parecerá igual de aburrido). Solo creaba una especie de disposición confirmatoria sobre la
exigibilidad del Estado para deducir del monto de indemnización las cantidades de deuda que el
concesionario tuviera con el Fisco Nacional, la administración pública y las procedentes de acuerdo a Ley
si estos pagos no estaban previstos en el artículo 15, o inclusive si esta deuda se generase después de la
expropiación. La deducción sería realizada por el Ejecutivo Nacional al momento de realizarse el pago.
_________________________________________________________________________________________________________________________
434. El Diccionario del Español Jurídico de la RAE define la palabra «diferir» como: ‘‘Dejar para un momento o fecha posteriores a los inicialmente fijados la
realización de una cosa’’.
435. Banco Mundial. data.worldbank.com > Inflation, GDP Deflator (annual %) - Venezuela, RB.

234
‘‘Artículo 17. El Ejecutivo Nacional podrá, en la oportunidad de realizar el pago de la indemnización de
que trata el artículo 15 de esta Ley, deducir de su monto las cantidades que el respectivo concesionario
adeudare al Fisco Nacional y demás entidades de carácter público, y cualesquiera otras que fueren
procedentes de acuerdo con la ley, y que, por cualquier razón, no hubieran sido incluidas en las
deducciones previstas en dicho artículo 15, o que se hubieran hecho exigibles con posterioridad a la
publicación de la sentencia de expropiación. En todo caso, el Ejecutivo Nacional podrá imputar al Fondo
de Garantía a que se refiere el artículo 19, cualquier cantidad que el concesionario adeudare’’.

5.4.3.3.5. Afirmativo para ladronería

Finalmente, el artículo 18 nos trae una confirmación del análisis que se le había realizado al artículo
15 junto con un desprendimiento de las responsabilidades que tenía el concesionario con terceros. Pero
vamos por partes. En primer lugar, aclaraba que el Estado no asumiría obligaciones por pasivos con
terceros ni dentro ni fuera del país, dando a entender que le gusta disfrutar de lo que ya está hecho pero
no hacerlo (por razones obvias). Es totalmente fácil disfrutar de las mieles del capital ya construido por
una empresa sin haber asumido los riesgos, y además afirmar que no asumirás ninguna obligación por ello.
La casta política, desde luego, ignora que para poder adquirir los bienes afectos que estaban robando
expropiando, muchos concesionarios debieron endeudarse con terceros. Ahora el Estado se queda con los
bienes, pero el concesionario con la deuda y sin los bienes por los cuáles se endeudó; ¡qué cosa tan bonita!

La única cobertura de pasivos que asumiría es una de responsabilidad social compartida entre el
Estado y el concesionario para con los trabajadores petroleros, que respectaba al pago de las prestaciones
sociales previstas en el artículo 23 (436). Ahora bien, el segundo párrafo del artículo 18 era el que
confirmaba las intenciones ya avizoradas en el análisis del artículo 15, donde el Estado no pagaba los bienes
a precios de mercado, sino que lo hacía al valor de adquisición con una moneda ya devaluada. Este decía
que a fines de determinar el valor neto de los bienes expropiados, las revalorizaciones que hayan hecho los
concesionarios no tendrían efecto. ‘’¿Cambió de valor por obvias razones? No te lo voy a pagar, te voy a pagar
al precio al que lo compraste hace 30 años’’. El Estado estaba admitiendo, de forma inconfundible, que
ciertamente no iba a pagar el precio real de los bienes expropiados. Me impactó tanto que lo marqué todo
en negritas, ya que no había revisado este artículo al momento de hacer el análisis del artículo 15.

‘‘Artículo 18. El Estado, salvo lo previsto en el artículo 23 de la presente Ley, no asumirá obligación
alguna por pasivos que los concesionarios tengan con terceros, dentro o fuera del país. Cuando sobre los
bienes transferidos al Estado conforme a la presente Ley existan créditos privilegiados o hipotecarios,
tales créditos se trasladarán a la indemnización, una vez hechas las deducciones previstas en los
artículos 15 y 17 de esta Ley, en las misma condiciones en que dicha indemnización haya de ser pagada
a los concesionarios expropiados.

No tendrá ningún efecto, a los fines de determinar el valor neto de los bienes expropiados a que
se refiere el artículo 15 de esta Ley, las revalorizaciones de cualquier naturaleza que hayan
efectuado los concesionarios durante el tiempo anterior a la promulgación de esta Ley’’.
_________________________________________________________________________________________________________________________
436. Gaceta Oficial Número 1769 Extraordinario del 29 de Agosto de 1975. Ley Orgánica que Reserva al Estado La Industria y el Comercio de Hidrocarburos.
Artículo 23: Las prestaciones sociales de los trabajadores petroleros señaladas en la legislación laboral y la contratación colectiva son derechos adquiridos. El
monto de las prestaciones sociales correspondientes a cada trabajador, no constituido en fideicomiso conforme a la Ley del Trabajo o los planes establecidos de
común acuerdo entre las empresas y sus trabajadores para el momento de la promulgación de esta Ley, deberá ser depositado en el Banco Central de Venezuela
a nombre de cada trabajador, por la respectiva empresa, dentro de los 15 días siguientes a dicha promulgación. Las prestaciones sociales deberán ser calculadas
sobre la base del salario del trabajador y para la fecha en que, sin solución de continuidad de la relación laboral, ocurra la sustitución de patrono, la cual se
producirá cuando se extingan o dejen de surtir efecto las concesiones o en la oportunidad que se fije en el acta de avenimiento. De acuerdo con la Ley de Trabajo
las indemnizaciones serán entregadas al finalizar la relación laboral. El fondo constituido en el Banco Central de Venezuela se regirá por la reglamentación que
al efecto se dicte y su capital podrá ser colocado únicamente con autorización de sus beneficiarios en inversiones seguras, rentables y de alta liquidez. Las
ganancias que produzcan las inversiones mencionadas serán distribuidas en proporción al saldo acreedor que tenga cada trabajador en el fondo, y a opción de

235
5.4.4. Consecuencias económicas e industriales de las «Leyes del desastre»
Tanto de la propia configuración legal creada con la Ley Sobre Bienes Afectos a Reversión en las
Concesiones de Hidrocarburos y la Ley Orgánica que Reserva al Estado La Industria y el Comercio de
Hidrocarburos, como de sus consecuencias políticas, se obtuvieron resultados económicos nefastos. Los
resultados se dividen en tres aristas: 1) Producción petrolera y crecimiento; 2) Operatividad de la industria
y; 3) Eficiencia petrolera. Los tocaré en orden, mostrando gráficas que muestran datos del estatus de la
Industria en cada período, permitiéndonos desentrañar las deplorables consecuencias que trajo la
legislación democrática, intentando visibilizarlas con precisión al distinguir los períodos.

Cuadro 90 | Producción de petróleo en Venezuela desde 1961 hasta 1999 (mediano plazo). Fuente: Roser y
Hitchie (2020) en base a Etemad y Luciani (1991) y la base de datos International Energy Statistics.

La producción petrolera durante la era democrática, aunque si bien llegó a máximos históricos en
1971 llegando a producirse 3.641.846 barriles diarios, superando en un 33.24% los 2.733.133 barriles
diarios en el último año de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (ver cuadro 74), lo hizo a duras penas por
las condiciones que hemos señalado hasta ahora y por otras que veremos en el siguiente punto. Bástese
por lo menos hasta el siguiente punto con recordar que los beneficios que permanecían en la industria
luego de impuestos había pasado de 48.48% en 1957 —honrando el fifty-fifty split— al 21.92% en 1970,
por lo que cada vez existía menos disponibilidad de fondos para invertir dada la persecución fiscal.

También, los precios del petróleo durante toda la década fueron sustancialmente más bajos que
durante los 50’s (ver cuadro 80), con el precio real promedio del petróleo durante los 50’s estando a 18.06
US$ por barril y durante los 60’s a 12.19 US$, o séase, un 48% inferior a la década pasada. Durante los 60’s,
incluso la mediana de variación de los precios del petróleo llegó a ser del -6.88% interanual, por lo que los
productores se vieron obligados a producir más para compensar el efecto de la caída de los precios (437).
_________________________________________________________________________________________________________________________
cada trabajador, acumuladas o distribuidas. Los fondos fiduciarios instituidos con las prestaciones sociales de los trabajadores, no pierden su naturaleza y en
consecuencia nor forma parte de la prenda común de los acreedores del fideicomitente. El trabajador podrá garantizar con el saldo de su cuenta, obligaciones
contraídas con bancos y otras instituciones de crédito establecidas legalmente en el país, cuando hayan sido contraídas o se contraigan para financiar la
adquisición, ampliación o mejoras de la vivienda, el equipamiento del hogar, la educación de los hijos y el mantenimiento de la salud de la familia.
437. Para entender cómo un aumento de la producción compensa el efecto de una caída de precios sobre los beneficios, ver la sección 5.3.3.1 de este trabajo.

236
Aunque la situación fiscal —que progresivamente le hubiere llegado a reducir su captación de
beneficios producidos en un 48%— no facilitaba esta tarea, con todo en contra las empresas petroleras
llegaron a máximos de producción en 1970. Aprobada la Ley de Reversión en 1971, la producción petrolera
caería en una aniquilación que duraría hasta 1987. Entre 1970 y 1987, Venezuela redujo su producción en
1.877.155 de barriles diarios, es decir, al 51.54%. Tal cuestión no fuere un asunto menor dado que
Venezuela había logrado tasas record de crecimiento hasta 1958. A partir de esa fecha, el crecimiento
empezó a experimentar reducciones bastante notables en comparación a los períodos anteriores; y para
observar las tasas de crecimiento históricas de la producción, veamos el cuadro 91.

Cuadro 91 | Crecimiento interanual de la producción petrolera en Venezuela desde 1937 hasta 1999. Fuente:
Roser y Hitchie (2020) en base a Etemad y Luciani (1991) y a EIA: International Energy Statistics.

Antes de la Ley de Hidrocarburos de 1943, el promedio de crecimiento de la producción petrolera


en Venezuela era, exceptuando la caída de 1942 causada artificialmente por motivos bélicos (438), del 8.5%
interanual. Desde el momento de la aprobación de la Ley de Hidrocarburos de 1943 hasta el último año de
gobierno del dictador Marcos Pérez Jiménez, el crecimiento fue del 14.05% interanual, teniendo su auge
en los primeros cuatro años de aprobada con un crecimiento del 27.10% interanual. La tasa de crecimiento
entre 1943 y 1957 era 65% más alta que la de anterior a la aprobación de la Ley de Hidrocarburos de 1943.

Como bien se aprecia en el cuadro 91, existe un cambio sustancialmente ‘‘radical’’ a partir de la
llegada de la democracia en 1958. Desde ese año hasta el año anterior a la Ley de Reversión de 1971, la
tasa de crecimiento promedio era de apenas el 2.31% interanual; equivalente a una cuarta (1/4) parte del
crecimiento obtenido anterior incluso a 1943 y de una octava parte (1/8) del crecimiento que hubo entre
1943 y 1957. A partir de la aprobación de la Ley de Reversión de 1971 hasta el año anterior a la aprobación
a la Ley de Reserva de 1975, todo empeoró notablemente consiguiendo un crecimiento negativo en tres de
los cuatro años, promediando un -5.12% de caída interanual. Esto se debía, probablemente, al shock
causado a los concesionarios al verse extintas prontas sus concesiones; (i) al verse disminuida su capacidad
de inversión; (ii) al implementarse restricciones a su maniobrabilidad, (iii) al romperse la división del
trabajo y (iv) al aparecer un duro intervencionismo, declarándose al sector como de ‘‘interés público’’.
_________________________________________________________________________________________________________________________
438. Balladares Castillo, Clemente. La noche de los submarinos nazis en Venezuela. Wall Street Magazine (2020).

237
Desde la nacionalización petrolera hasta el año anterior del inicio de la gesta denominada Apertura
Petrolera, es decir, el período comprendido entre 1975 y 1987, la cosa no mejoró mucho. El ritmo de
crecimiento seguía siendo negativo, con caída del -3.52% interanual. La producción petrolera nacional
estaba cayendo en cada cuatro de cinco años; por lo que no es un período especialmente entrañable (ni
siquiera para algunos cuantos). El punto crítico, aquél que debió provocar una reflexión de los demócratas
que sonara como ‘‘¿qué estoy haciendo con el país?’’ fue cuando como había señalado anteriormente, la
producción cayó con este paso a 1.764.691 barriles diarios tras 17 años de caídas.

Sin embargo, no señalé que este nivel de producción fue el mínimo histórico hasta que fue superado
en dos ocasiones: por el contexto del paro petrolero en 2002 durante el gobierno de Hugo Rafael Chávez
Frías (i), y por el deterioro natural de la industria bajo el socialismo (ii) bajo la administración de nada más
ni nada menos que el mismísimo Nicolás Maduro Moros, cuando en 2018 —hace nada más dos años— tuvo
el ‘‘honor’’ de hacer caer la producción a 1.6 millones de barriles diarios en el primer trimestre. Sí, eso no
ocurría desde que Jaime Lusinchi, de Acción Democrática, gobernó el país. Al parecer y cómo ya les venía
diciendo, los socialistas ‘‘rodilla en tierra’’ y los demócratas no son muy distintos entre sí (439) (440).

Cuadro 92 | Producción de petróleo: top 5 después de EE.UU. a nivel global 1936 - 1999 (largo plazo). Fuente:
Roser y Hitchie (2020) en base a Etemad y Luciani (1991) y la base de datos International Energy Statistics.

Esto provocó que a nivel económico Venezuela redujera su competitividad como país productor de
petróleo frente a otros productores a nivel mundial pertenecientes al top 5 (después de Estados Unidos).
En 1957, Venezuela producía más petróleo que la URSS, Arabia Saudí, Irak e Irán, posición que no le duraría
mucho tiempo pues pasó al segundo lugar en 1961. A partir de la aprobación de la Ley de Reversión de
1971, mientras que los productores más competitivos aumentaban su producción drásticamente,
Venezuela caía, siendo superada por Irán y Arabia Saudí ese mismo año. De hecho, durante varios años
(1975 – 1990) la producción petrolera venezolana fue bastante similar a la de Irak.
_________________________________________________________________________________________________________________________
439. Sandis, Emily. Venezuelan crude oil production falls to lowest level since January 2003. US Energy Information Administration (2019).
440. En las secciones 5.3.4. «¿Administración del petróleo demócrata = Administración del petróleo chavista?» y 5.3.5. «El Petro–Estado demócrata siempre
estuvo destinado al fracaso» señalé que tanto los demócratas como los chavistas cometieron errores increíblemente similares, y así mismo tenían una
configuración del sector petrolero muy parecida en cuánto a gestión y resultados prácticos. Por tanto, no es de extrañarse que sucediera esto.

238
A tales efectos, Venezuela habría entrado en decadencia, pasando de ser el segundo mayor
productor a nivel mundial en 1957 al quinto en 1975. Venezuela no era en definitiva una Venezuela Saudí,
porque a diferencia de nosotros, Arabia Saudí sí tenía una industria petrolera pujante, funcional y con
crecimiento sostenido y estable; mientras que Venezuela no paraba de caer, disfrazando la grave situación
estructural que pasaba la industria con mucho dinero para financiar obras públicas, haciendo como que
todo estaba bien mientras que obviamente, el sector petrolero estaba muriendo.

Cuadro 93 | Número de pozos petroleros en Venezuela, por tipo (1949 - 1999). Fuente: Petróleo y Otros Datos
Estadísticos (PODE) series 1959, 1969, 1989 y 1999. Ministerio del Poder Popular para el Petróleo.

En el repaso que se podría hacer al aspecto operativo ‘‘neto’’ de la industria para probar su
lamentablemente muerte podemos dividir los elementos analíticos en dos; además, claro, de la producción
petrolera: evolución de los pozos petroleros (i) y capacidad industrial de refinación (ii). Así podremos
evaluar dos aspectos importantes de la operatividad más allá de la típica producción… Que como ya vimos,
andaba bastante mal. Pues bien, comenzando el repaso, la década de los 50’s entró con un rápido
crecimiento en la cantidad de pozos petroleros activos y cerrados. Los pozos activos, por un lado, pasaron de
6257 en 1949 a 10107 en 1957, incrementándose de forma considerable

Aunque el aumento de pozos cerrados puede parecer negativo, en realidad no se debe confundir la
situación para mal, pues estos pozos habían sido construidos para ser abiertos después de las renovaciones
que los concesionarios esperaban hacer a mediados de los 60’s; dado que se vencían los primeros 20 años
de concesión tras la Ley de Hidrocarburos 1943, pero después de la guerra fiscal y política que les hizo el
Estado Venezolano, quedaron frustrados (441) (442) (443) (444). Esto explicaría, por cierto, el enorme
crecimiento de pozos petroleros cerrados a partir de 1956 a 1962 viéndose una forma de ‘‘cuello de
botella’’ en la franja amarilla. ¿Lo notan? Bien, eso es un aumento del 124% en los pozos cerrados, que
pasaron de 3299 a 7415. Esto explicaría además, el paulatino crecimiento de los pozos abandonados.
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441. Darwich Osorio, Gregorio. Institucionalidad petrolera en Venezuela de 1959 a 1963: entre continuidades y discontinuidades. En: Cuadernos del CENDES,
año 25 n° 67, tercera época Enero - Abril 2008 (2008). p. 41
442. Espinasa, Ramón. Lecciones y propuestas para la reconstrucción del sector petrolero: A 75 años de los acuerdos de 1943. Prodavinci (2018).
443. Revísese la sección 5.3.3. «¿Eso es todo lo que tienes, democracia?: Tanto expolio y tan buenos precios… Para nada» para entender la «guerra fiscal».
444. La política de no más concesiones se retomó en 1959 por parte de J.P. Pérez Alfonzo. Esta fue una herramienta que formó parte de la «guerra política».
Ver: Hernández, José Ignacio. La regulación de los hidrocarburos en Venezuela: Situación actual y propuestas de reforma. UCAB (2014) pp. 4 – 6

239
En la franja anaranjada del cuadro 93 podemos observar que a partir de 1957 se empieza a abrir
otro ‘’cuello de botella’’, creándose una ruptura en la tendencia que traía. Desde ese año hasta 1969,
terminando la segunda administración demócrata de Raúl Leoni y empezando la administración de Rafael
Caldera, el número de pozos abandonados pasó de 2712 a 6342; aumentando un 133%. En el mismo
período de tiempo, los pozos activos aumentaron su número nada más en un 16.67%, pasando de 10107 a
solamente 11792. Este problema se debió a los pocos beneficios petroleros que quedaban en la industria
que servían para reinvertir, puesto que se necesita un nivel estable de inversión para poder mejorar la
infraestructura de los pozos para hacerla más productiva en el sentido de ‘‘hacer más con menos’’, con
objetivo de compensar el agotamiento natural del yacimiento y que este no quedara abandonado (445).

Se afirma el problema de los pocos beneficios petroleros ya que el pedazo de la torta que tocaba a
la industria petrolera nacional, en términos porcentuales, había bajado del 48.48% en 1957 al 29.06% en
1969, que apenas un año después, en 1970, bajaría todavía más al 21.92%. El sablazo fiscal dejó menos
recursos para reinvertir, por tanto la infraestructura no se mejoraría, y esto tendría como ‘‘daño colateral’’
pozos menos productivos, llegando al extremo de abandonarse al hacerse inviable seguir extrayendo
petróleo crudo de estos. Al darse fallas mecánicas en los pozos y al agotarse los recursos que se encuentran
más cerca de la superficie, es lógico que para solucionar estos problemas se necesita mejorar la
infraestructura, pero para eso se necesita invertir más, y si te dejan menos, invertir más es imposible.

Cuadro 94 | Índice de pozos petroleros, por tipo (Venezuela, 1949 – 1999). Fuente: Petróleo y Otros Datos
Estadísticos (PODE) series 1959, 1969, 1989 y 1999. Ministerio del Poder Popular para el Petróleo.

El problema, obviamente, no terminaría al llegar 1970. Oh no, por supuesto que no, lo que hizo fue
empeorar. Al aprobarse la Ley de Reversión en 1971, el país contaba con 8420 pozos cerrados (+61.52%
con respecto a 1957) y 6937 pozos abandonados (+155.7% con respecto a 1957). Para 1975, año de la
nacionalización petrolera, los pozos cerrados se dispararon a 13781 y los abandonados a 7578. Aunque
quizás habrá personas que podrían decir, con algo de sentido, que esto se debió a que en el proceso de
reversión es imposible que los pozos operen, por lo que es lógico que se cierren, se puede arrojar un dato
abrumador que nos indicaría que de todos modos, los pozos cerrados aumentaron a 16155 en 1985.
_________________________________________________________________________________________________________________________
445. Balza, Lenin y Espinasa, Ramón. Oil Sector Performance and Institutions: The Case of Latin America. Inter-American Development Bank (2015) p. 12

240
Y es que, efectivamente, la cantidad de pozos cerrados después de la nacionalización de 1975 hasta
la Apertura Petrolera de 1988, promedió una cantidad de 12128 pozos cerrados, muy similar a la cantidad
de 1975. De hecho, si contamos además el período de la Apertura Petrolera, esta cantidad asciende a los
13157 pozos petroleros cerrados; tal que en 1999 esta cantidad era de 15461, superando por un 12.19%
la cantidad de pozos cerrados de 1975. Esta barbarie era un hecho que no había tenido un precedente
histórico, pues como muestra el cuadro 94 y tal confirma el cuadro 93, hasta 1957 la cantidad de pozos
operativos mostraba un crecimiento superior a la de pozos cerrados, superándolo en 1.5 puntos por año, y
que no fue hasta la llegada de la democracia que el crecimiento de los pozos cerrados llegó a superar al de
pozos activos, aumentando ahora el doble de rápido entre 1958 hasta el inicio de la Apertura Petrolera en
1988. Por tanto, el argumento del cierre temporal por la reversión resulta absurdo ante los datos. Eso sin
contar, claro, que los pozos abandonados en 1988 se triplicaron con respecto a 1957…

Cuadro 95 | Pozos petroleros por tipo cómo % del total (Venezuela, 1949 – 1999). Fuente: Petróleo y Otros Datos
Estadísticos (PODE) series 1959, 1969, 1989 y 1999. Ministerio del Poder Popular para el Petróleo.

Eso encuentra su origen en la rapidez del crecimiento de los pozos cerrados y de los pozos
abandonados, que crecían al 3.54% y al 3.03% respectivamente cada año durante la etapa pre-reversión
(1958 – 1970). Este suceso, como ‘‘daño colateral’’, alteró la composición estructural de los pozos petroleros
que había en el país. Estos porcentajes de crecimiento anual llegaron a más-que-duplicar el crecimiento
anual de los pozos operativos, que era del 1.45% durante el mismo período de tiempo. Este problema se
agravó durante las etapas de la reversión y la nacionalización (1971 – 1987).

Durante ese período los pozos operativos crecían al 2.10% anual, mientras que los pozos cerrados
—que no está demás decir que nunca abrieron— aumentaban al 6.14% anual, y los abandonados se
incrementaban al 1.57% anual. Como los pozos no-operativos estaban cerrados, obviamente se iba a
reducir el peso de los pozos operativos cómo % del total. Los pozos se categorizaban en operativos,
cerrados, abandonados y esperando abandono. El cuadro 95 nos muestra esta degeneración histórica de la
actividad de los pozos petroleros, mostrando que a cada año que pasaba, había menos pozos activos dentro
de la estructura: En 1956 el 61.76% de los pozos estaba operativo; en 1970 lo estaba el 45.37%; en 1974
lo estaba el 42.82%, y en 1999 nada más el 37.58% estaba activo.
241
En el período comprendido entre 1956 y 1962 podemos ver, de hecho, un ‘‘cuello de botella’’ en la
franja amarilla. ¿Lo notan? Esta franja, —que representa la cantidad de pozos cerrados cómo % del total—
se expande más entre esos años, y vemos que lo hace de forma desproporcionada. Mientras los pozos
cerrados pasan a hacerse mayoría dentro de todos los pozos que hay en el país, la franja azul —que
representa la cantidad de pozos operativos cómo % del total— empieza a caer de forma brutal a través del
tiempo… Y vemos que también los pozos abandonados aumentan su participación en la estructura de pozos
silenciosamente en desmedro de que los importaban: los activos.

En 1956, nada más el 19.21% de los pozos totales estaban cerrados. Para 1962, ya eso se había
agrandado desproporcionadamente al 32.52%. En 1970, ya eran del 27.07%, pero pasarían a crecer al
28.69% en 1974 y al 47.73% en 1975. Aunque pueden haber algunos que dirían que era imposible que el
Estado pudiera operar esos pozos en pleno proceso de reversión, es un hecho que en promedio de 1975 a
1987 los pozos cerrados promediaban el 37.06% de los pozos totales mientras que los pozos operativos
eran nada más el 35.83%... Y si te lo estás preguntando, sí: durante el jueguito de la nacionalización
petrolera llegaron a haber más pozos cerrados que pozos abiertos. Entre esos años (1975 – 1987) el
número de pozos cerrados era de 12145 (37.06%/total), y los pozos activos eran 11649 (35.83%/total).

Cuadro 96 | Promedio de pozos petroleros por tipo cómo % del total (Venezuela, 1949 – 1999). Fuente: Petróleo y
Otros Datos Estadísticos (PODE) series 1959, 1969, 1989 y 1999. Ministerio del Poder Popular para el Petróleo.

Para mostrar cuál fue la composición estructural de los pozos petroleros a lo largo de la última mitad
del siglo XX, hice el cuadro 96. Podemos ver cuánto peso tenía cada categoría de pozos cómo % del total en
5 etapas distintas: militares, pre-reversión, reversión, nacionalización y apertura. Estas etapas son las
mismas que se han usado en los cuadros 94, 93 y 90 con el objetivo de hacer una mejor comparación de la
industria petrolera nacional entre las fases que ha experimentado.

Pues bien: en promedio durante la etapa de los militares, el 62.18% de los pozos totales estaban
operativos. Esto bajó al 46.3% en la fase democrática pre-reversión y alcanzó su mínimo histórico durante,
precisamente, la nacionalización. Experimentando etapa de la reversión ocurrida durante el primer
mandato de Rafael Caldera, los pozos abiertos como % del total habían rondado el 42.22% y en la etapa de
apertura alcanzaron el 35.93%, un poco más que en la etapa de nacionalización.
242
Los pozos cerrados —como no podía ser de otro modo dada la ineptitud de los políticos—
experimentaron la tendencia inversa: en vez de decrecer durante la democracia, aumentaron. Durante la
etapa de los militares, estaban muy por debajo de los pozos operativos puesto que apenas llegaban al
20.37% del total. En la democracia pre reversión, alcanzaron el 29.51%. En la época de la reversión bajaron
un poco al 28.62%, pero una vez llegada la nacionalización petrolera subieron al 37.06% superando de
manera histórica (y poco reconocida) al porcentaje de pozos operativos. No obstante, durante la fase final
de la apertura petrolera, se incrementó el porcentaje de pozos cerrados hasta el 37.21% del total.

La industria petrolera de nuestro país había reducido de forma brutal su potencial, viviendo uno de
sus momentos más turbios en la historia —posiblemente uno de los más turbios hasta la llegada de
Chávez—. Por más que los demócratas (especialmente los de Acción Democrática) reivindiquen el máximo
de producción petrolera de 1970, en realidad eso se lo debemos a la fortaleza del sector privado, quien
estuvo resistiendo desde 1958 la guerra fiscal y política que le hizo el Estado Venezolano. Pero, aun incluso
con esto, todos sabemos que con menos pozos operativos y una creciente cantidad de pozos abandonados
y cerrados —cantidad que no solamente iba en auge sino que lo hacía a una velocidad estelar—, el máximo
de producción histórica era insostenible. Con menos pozos activos no se mantiene una industria funcional.

5.4.4.1. Refinación y procesamiento: ¿Al menos eso se salvó?

Bien podemos haber repasado ya las consecuencias económicas e industriales de las medidas
estatistas de los gobiernos demócratas de AD y COPEI, pero… ¿No se salvó nada? ¿Nada de nada? ¿Todo fue
así de malo como se describe? Ya sabemos que fueron ineficientes en cuanto a manejo de mercado;
producción; manejo de los yacimientos y demás, pero hay un punto que no he tocado: la refinación, cosa
que sí toqué antes para determinar la efectividad de la Ley de Hidrocarburos de 1943 (446). Pero si me
permites hacerte un spoiler, en realidad eso tampoco se salvó. Es ciertamente aceptable que se diga que
fue (si acaso) lo menos malo dentro de todo lo que se puede criticar, pero logró eximir. Para explicar el por
qué no se salvó bajo la democracia, se puede enumerar una serie de motivos que detallaremos adelante:

1. La refinación efectiva (447) y la capacidad de refinación (448) de la industria petrolera crecieron


justamente hasta 1975, año en el que se procede a ‘‘revertir’’ al Estado todo lo concerniente a
petróleo, y por tanto, desaparece la actividad privada de la industria petrolera nacional. Se puede
interpretar ello como un aguante industrial frente a las ansias confiscatorias demócratas, haciendo
lo que se podía para mejorar al sector pese al Estado.
2. Derivado del primer punto, la refinación efectiva y la capacidad de refinación procedieron a caer de
forma sostenida desde 1975 hasta 1987, creciendo un poco a partir de 1988. Un análisis que
respondería a este fenómeno es uno al estilo Espinasa (449) pero más duro: El Estado no tenía
disponibilidad de tecnología de punta, ni capacidad de inversión, gestión, especialización y recursos
humanos como para poder hacer funcionar el sector. Por estos motivos lo destruyeron.
3. Este último punto es un acto de benevolencia hacia los críticos. Aunque asumamos que el aumento
de la capacidad de refinación y de la refinación efectiva se debieron al Estado —no sé ni cómo podría
ser posible, pero asumamos que sí—, los promedios de crecimiento en ambos indicadores fueron
muy deplorables en comparación a los que existieron antes.
_________________________________________________________________________________________________________________________
446. Refinación efectiva: se refiere a los barriles de petróleo diarios que en la práctica han sido refinados.
447. Capacidad de refinación: Es el máximo de barriles diarios que la industria puede refinar de acuerdo a los medios instalados.
448. Revisar la sección 5.2.6. «Situación en el medio plazo post–Ley de Hidrocarburos de 1943».
449. Me refiero a las nociones que adoptó Ramón Espinasa en el ensayo «El auge y el colapso de Pdvsa a los treinta años de la nacionalización» complementado
con el marco analítico que postuló en el paper «Oil Sector Performance and Institutions: The Case of Latin America».

243
Cuadro 97 | Capacidad de refinación diaria y barriles refinados al día (Venezuela, 1949 – 1999). Fuente: Petróleo y
Otros Datos Estadísticos (PODE) series 1959, 1969, 1989, 1993, 1995, 1996, 1997, 1998 y 1999. MPPPE.

Como en la mayoría de las series, dada la limitación de los datos provenientes del PODE, nos
remontamos a 1949 (450). Para ese año, Venezuela contaba con una capacidad de refinación de nada más
133470 barriles diarios. Ese número nos dice hoy que la industria petrolera venezolana podía procesar
nada más el 10.37% de los barriles que producía, ya que la producción de ese año fue de 1.286.290 barriles
diarios en promedio. La capacidad de refinación, tal como muestra el cuadro 97, creció muy rápidamente
a lo largo de la primera etapa. Ya en 1953, la capacidad de refinación había subido a los 520970 barriles
diarios, pudiéndose procesar el 30.16% del crudo producido domésticamente. Para 1957, la capacidad de
refinación llegó a los 883500 barriles diarios, pudiéndose procesar hasta el 32.32% de la producción.

Ahora bien, de forma efectiva, tenemos los barriles refinados que se llegaron a procesar en la vida
real, trayendo a cuentas lo que de verdad pasó, más allá de lo que la industria podía —en teoría— refinar.
En la seguidilla 1949 – 1953 – 1957 que tocamos con la capacidad de refinación, la refinación real (o
efectiva) arrojó números de 145380, 412850 y 688550 barriles refinados por día respectivamente. Para
estos años, la industria petrolera venezolana llegó a refinar el 11.30%, el 23.90% y el 25.19% de su
producción doméstica. La capacidad de refinación, tal como nos contaba Espinasa, se incrementó por 6.6
veces mientras que la refinación real se multiplicó por 4.7 veces (casi quintuplicándose).

Aunque los rendimientos de la refinación real y la capacidad de refinación podrían parecernos


aumentos minúsculos, entendamos un dato clave para entender por qué no lo es: Venezuela, aumentaba
durante esos años de forma estratosférica su producción petrolera. Como la producción petrolera estaba
disparada, es lógico que haya más barriles de petróleo que refinar, por lo que si la producción petrolera
crecía de forma estratosférica; tanto la capacidad de refinación como la refinación efectiva tenían que
crecer mesosféricamente para poder manejar la gran cantidad de petróleo que llegaban a las refinerías de
la industria, por lo que más bien, el trabajo del sector privado fue titánico para lograr aumentar el
aprovechamiento de ese modo, superando la tasa de crecimiento de la producción petrolera.
_________________________________________________________________________________________________________________________
450. El PODE tiene limitaciones en cuanto a indicadores de pozos, participación fiscal empleados, remuneraciones, refinación y gasto social, entre otros
indicadores más, ya que empieza a mostrar resultados a partir de 1947 o 1949, pero no antes.

244
Cuadro 98 | Crecimiento de la capacidad de refinación petrolera (Venezuela, 1949 – 1999). Fuente: Petróleo y
Otros Datos Estadísticos (PODE) series 1959, 1969, 1989, 1993, 1995, 1996, 1997, 1998 y 1999. MPPPE.

Para probar esto, podemos comenzar por comparar el crecimiento de la producción petrolera (ver
cuadro 91) y el crecimiento de la capacidad de refinación, que vemos en el cuadro 98. ¿Ya fuiste a ver la
tasa de crecimiento de la producción de petróleo en el cuadro 91? Asumiré que sí. Bien, el crecimiento
máximo que tuvo la producción petrolera durante la primera etapa fue del 13.51% en 1953, y el
crecimiento de la producción promediaba ( ) un 10.02% por año.

La capacidad de producción, en cambio, tuvo un máximo de crecimiento del 93.20% en 1950 con
tasas de crecimiento del 39%, del 28% o del 23% al año, tanto así que el crecimiento de la capacidad de
refinación llegó a promediar el 29.2% durante el período de los militares, cuando estaba en vigencia fiel la
Ley de Hidrocarburos de 1943. Por tanto, para poder lograr los aumentos marginales en el rendimiento de
la capacidad de refinación, se necesitó más que duplicarla. De hecho, el incremento en la capacidad de
refinación casi triplicaba el aumento de la producción petrolera, así que imagínese. Todo cambió, por
supuesto, con la llegada de la democracia, pues la segunda etapa que viviría había comenzado.

En estos años cayó por primera vez en la historia la capacidad de refinación durante finales de la
administración de Raúl Leoni y comienzos de la administración de Rafael Caldera. ¿Por qué dos presidentes
compartirían una misma caída? Bueno, estimado, es porque no fue una sola: la capacidad de refinación
cayó de forma consecutiva durante dos años; en 1969 (-2.56%) y 1970 (-2.63%). Durante la segunda etapa,
la tasa de crecimiento promedio de la capacidad de refinación pasó del 29.2% al 3.01%, cayendo dicho
crecimiento de forma lamentable a cerca de una décima parte de lo que alguna vez fue.

Las cosas no mejoraron cuando avanzó la tercera etapa (de reversión), pues en estos años la
capacidad de refinación no creció de manera sustancial como para llegarle siquiera a los talones de la
primera etapa, pues solo se creció al 13.8% en un solo año de los cuatro. El resto permanecía en un
crecimiento inferior al 0.5%, por lo que no es de extrañar que el promedio de crecimiento haya sido del
3.56%, más bien es generoso. Todo empeoró con la nacionalización: hubo seis años con caídas en la
capacidad de refinación, otros cinco con crecimiento nulo y solo dos con incrementos… De menos del 3%.
245
En la nacionalización, los años donde había caída literalmente triplicaban los años en donde hubo
aumento, mientras que también abundaba el tiempo sin crecimiento. Por tanto, no es de extrañarnos que
el crecimiento promedio durante la nacionalización no haya existido, sino que hubo en su lugar un
descenso generalizado en esta cuarta etapa equivalente al 1.17% anual. Parecer ser que a medida que
vamos profundizando en las características del sector petrolero nacional de antaño, vemos que los
demócratas no tenían nada de lo que enorgullecerse. Esta vergonzosa situación se remedió un poco en la
cuarta etapa (de apertura), donde el crecimiento promedio era del 0.13% anual. Pero aún hay más…

Cuadro 99 | Crecimiento de la refinación del sector petrolero venezolano (Venezuela, 1949 – 1999). Fuente:
Petróleo y Otros Datos Estadísticos (PODE) series 1959, 1969, 1989, 1993, 1995, 1996, 1997, 1998 y 1999. MPPPE.

Sucede que con la refinación efectiva —es decir, lo que en realidad se refinó—, la cosa fue mucho
peor con el ‘‘gran orgullo’’ estatista de los demócratas: tanto con la nacionalización petrolera y con su
respectivo precedente necesario, que fuere la etapa regresiva comenzada en 1971 con la Ley de Reversión
(orgullo específicamente copeyano). La primera etapa de crecimiento en la refinación tiene un promedio
alto del 22.71%, llegando a tener un crecimiento máximo hasta del 71.83% que resulta un poco más bajo
que el de la capacidad de refinación, pero igualmente bestial en comparación con lo que le siguió. En la
segunda etapa, durante los primeros años de democracia, la tasa de crecimiento cayó al 5.06%, que fue un
poco más alto que la tasa de crecimiento promedio en la capacidad de refinación, pero hasta cinco veces
menor que el promedio de la etapa pasada.

Esto lógicamente —y al igual que pasó con el crecimiento en la capacidad de refinación— no mejoró
con la tercera etapa: ahí hubo caídas en tres de los cuatro años y un solo crecimiento del 15.82%, dejando
como promedio una tasa del 1.4%. La cuarta etapa fue la peor de todas: con la nacionalización hubo caída
en seis de los trece años, mientras que nada más en tres años de los trece tuvo lugar un incremento superior
al 2%, pues el resto fue despreciable. Como resultado, los oscuros años de nacionalización nos trajeron una
tasa de crecimiento de un -2.08% anual. Esto se recuperó, como es obvio, nada más con la gestión habida
durante la cuarta etapa de apertura petrolera. De lo contrario, muy seguramente hubiera seguido siendo
un desastre como en los años de la nacionalización más pura, únicamente comparable dentro de nuestra
historia más reciente con la gestión chavista.
246
Cuadro 100 | Evolución de la capacidad de refinación y de la refinación efectiva (Venezuela 1949 - 1999). Fuente:
Petróleo y Otros Datos Estadísticos (PODE) series 1959, 1969, 1989, 1993, 1995, 1996, 1997, 1998 y 1999. MPPE.

Para sintetizar y observar de mejor manera la evolución histórica de la capacidad de refinación y la


refinación real, podemos ver el cuadro 100. Este mismo incluye el rendimiento de la refinación, que es una
medida que nos indica el aprovechamiento de la capacidad de refinación. Con esto me refiero a cuantos
barriles se refinan al día de los que se pueden refinar aprovechándose todo el potencial instalado (451). Si
lo pudiera expresar como una ecuación algebraica, nuestra fórmula resultaría en:

𝑹𝒆𝒇𝒊𝒏𝒂𝒄𝒊ó𝒏 𝒓𝒆𝒂𝒍
𝑹𝒆𝒏𝒅𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐 = [ ] × 𝟏𝟎𝟎
𝑪𝒂𝒑𝒂𝒄𝒊𝒅𝒂𝒅 𝒅𝒆 𝒓𝒆𝒇𝒊𝒏𝒂𝒄𝒊ó𝒏

En términos de desarrollo, el mejor punto en toda la historia reciente fue desde 1949 hasta más o
menos 1958, por dos motivos: 1) La capacidad de refinación crecía acompasada con la refinación real y; 2)
En general, durante este período ambos indicadores se cuadriplicaron, como nos lo muestran sus
respectivos índices en el cuadro 100. A partir de 1958 – 1959, el crecimiento de los indicadores por
excelencia de refinación tuvieron un ‘‘aplanamiento’’, es decir, crecían menos. No obstante, estos no
empezaron a caer de forma considerable sino a partir de 1971 (que fue cuando cayó la refinación efectiva)
y 1974 (año donde empezó a declinar la capacidad de refinación).

El resurgimiento de ambos indicadores no se dio de nuevo sino hasta 1988 (para la refinación
efectiva) y 1989 (para la capacidad de refinación), en plena etapa de apertura y con Venezuela a punto de
entrar en crisis por muchas otras cuestiones —especialmente de carácter financiero, monetario y fiscal—,
por lo que atribuirle tal recuperación netamente a los demócratas (la cual fue bastante despreciable por
cierto) sería un error. Para el rendimiento de la refinación, no obstante, el mejor momento no fue en la
primera etapa del sector petrolero, si no en la segunda etapa durante plena democracia anterior a la Ley de
Reversión de 1971. Fue justamente en 1970, año anterior a la aprobación de esta nefasta Ley, que se
alcanzó el máximo de rendimiento llegando al 92% de la capacidad de refinación.
_________________________________________________________________________________________________________________________
451. Para más detalles, revisa los anexos metodológicos en la sección A.

247
5.4.4.2. Abastecimiento perdido…

A consecuencia de todo lo anterior, Venezuela llegó a perder también gran parte de su capacidad
para abastecer su demanda interna de combustible. Así, pues, evaluamos la cuarta arista: se llama eficiencia
petrolera, medida como la capacidad del país para producir lo que consume. Esta medición se compone de
dos indicadores que hacen ambas partes de la ecuación que se han extraído de la base de datos del
economista Max Roser (452), provista en su artículo ‘‘Oil Fuels’’. Estos indicadores son, por un lado, la
producción de petróleo crudo, y por otro, el consumo de petróleo crudo para hacer productos refinados:

𝑷𝒓𝒐𝒅𝒖𝒄𝒄𝒊ó𝒏 𝒅𝒆 𝒑𝒆𝒕𝒓ó𝒍𝒆𝒐
𝑬𝒇𝒊𝒄𝒊𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂 𝒑𝒆𝒕𝒓𝒐𝒍𝒆𝒓𝒂 = [ ] × 𝟏𝟎𝟎
𝑪𝒐𝒏𝒔𝒖𝒎𝒐 𝒅𝒆 𝒑𝒆𝒕𝒓ó𝒍𝒆𝒐

Cuadro 101 | Brecha petrolera producción/consumo (Venezuela 1965 - 1999). Fuente: Roser y Hitchie (2020)
en base a Etemad y Luciani (1991) y la base de datos International Energy Statistics.

De este pequeño cálculo aplicado a todos los años entre 1965 y 1999 (porque lamentablemente no
hay datos de consumo de petróleo en la base de datos utilizada sino desde 1965), obtenemos el cuadro
101. En 1965, en la segunda etapa que vivió la industria petrolera en la historia reciente, la producción
petrolera era suficiente para satisfacer hasta el 1894% del consumo interno. Ya para 1971, cuando empezó
la tercera fase de la industria, la producción petrolera podía suplir nada más el 1690% del consumo interno.

Llegada la cuarta fase con el año 1975, año de la nacionalización, la producción ahora solo podía
satisfacer el 872.1% del consumo interno porcentaje que continuó cayendo hasta 1987 donde la
producción solo alcanzaba para satisfacer el 475.94% del consumo del país. Desde 1987 y hacia 1999, este
porcentaje de cobertura logró subir hacia el 646% del consumo interno, repuntando en picos del 853% en
1996 y del 873% en 1997. Aunque si bien había suficiente producción para suplir varias veces el consumo
interno, téngase en cuenta que en el último año de la ‘‘nacionalización pura’’ (1987), la producción solo
tenía 1/4 de la cobertura que ofrecía 1965… En retrospectiva, entonces, la cosa es distinta. En el largo plazo,
esta cobertura habría caído un 65.84% y la cobertura per cápita descendió un 60.61%.
_________________________________________________________________________________________________________________________
452. Parte de la base de datos privada elaborada para hacer este trabajo se basa en: Roser, Max y Hitchie, Hannah. Fossil Fuels. Ourworldindata (2020)

248
5.5. Remuneraciones obreras y gasto social del sector petrolero
A razón de la disparatada afirmación en el trabajo de Chirivella (453) y la comparación de sueldos
hecha por Pacheco (454), se despertó la curiosidad dentro de mí y surgieron varias preguntas que solo
respondería una sección como esta. Estos cuestionamientos eran del tipo: ¿De verdad el sector petrolero
venezolano pagaba una miseria a sus empleados? ¿De verdad eran tan codiciosos y avaros como
periodistas e historiadores le retrataron ayer y hoy? ¿En tiempos democráticos, esto mejoró? Y si mejoró;
¿cuánto mejoró? ¿Por qué se presentan quejas contra la industria privada pero no contra la estatizada?
Como por supuesto esto es un trabajo revisionista enfocado en los aspectos económicos y políticos de la
era democrática, es lógico que me tocaría a mí, por mis medios, encontrar las respuestas a estas preguntas.
Por lo tanto, lo que decidí hacer fue tomar dos ejes de evaluación para verificar o falsear estas
premisas: el gasto social del sector petrolero (i) y las remuneraciones a los trabajadores del sector
petrolero (ii). Las respuestas a los planteamientos realizados me llevarían a descubrimientos que, en sí
mismos y advierto de una vez, no son tan interesantes ya que siguen la misma modalidad de mito
construido–mito derribado, así que en este proceso de aprendizaje donde se le presenta al lector una serie
de desastres demócratas bien documentados no resultaría tan interesante encontrar otro desastre… Una
raya más pal’ tigre, dirían. No obstante, el proceso de búsqueda de estos datos me llevaría a encontrarme
con dos cuestiones, cuando menos, llamativas:

1. No existen datos de remuneraciones a trabajadores del sector petrolero en la base de


datos de Petróleo y Otros Datos Estadísticos (PODE) a partir de 1993. Curiosamente, los
pagos a precios reales destinados a los trabajadores del sector petrolero habrían sufrido una
fuertísima depresión a partir de 1985, que resultó en una recuperación nula (455).

2. No existen datos de gasto social del sector petrolero en la base de datos de Petróleo y
Otros Datos Estadísticos (PODE) a partir de 1995. Resulta que el gasto social del sector
petrolero habría caído a mínimos históricos por muchos años a partir de 1985 (456). ¡Qué
casualidad que los datos desaparezcan cuando las cosas van mal!

Como no me resulta ni mucho menos extraño que los demócratas hubieran ocultado los datos, ya
que como vimos, lo más plausible es que la ‘‘deuda flotante’’ de Pérez Jiménez haya sido un chivo expiatorio
para ocultar obligaciones que ellos mismos adquirieron (e incluso se inventaron un informe y todo), me
resulta pertinente decir que no es mi culpa que los datos de las series que presentaré en las próximas
secciones se terminen entre 1993 y 1995, y que la razón de tal corte es que los datos no aparecen.
Las secciones enteras que aparecían en el libro de datos del PODE, de hecho, se esfumaron. Este
problema, tal como ocurrió con el del interés de la deuda (457), no me resulta conveniente pues limita el
alcance (y por lo tanto, el valor) de mi base de datos privada. Al ser una de las pocas cosas que me dieron
problemas al revisarse, haré unas pequeñas clarificaciones metodológicas e intentaré dar el porqué de cada
cosa. Así, espero narrar el desarrollo de los hechos investigativos de modo que sea entendible.
_________________________________________________________________________________________________________________________
453. Me refiero a lo que critiqué en la sección 5.1.2.2 de este trabajo a raíz de lo encontrado en: Chirivella, Andrés. La reforma petrolera de 1943 en el marco del
proyecto de modernización del Estado Venezolano. Universidad de Carabobo (2017) p. 77 - 78
454. Pacheco, Luis Augusto. PDVSA 1998: Antes de la tormenta. Prodavinci (2019)
455. Las remuneraciones por hora a los trabajadores del sector petrolero cayeron a un nivel equivalente al 67% de 1957. Para 1988, ya había caído al 26.54%
—poco más de la cuarta parte de los pagos que se hacían más de 30 años en el pasado—. Para 1988 el sueldo básico había descendido a una novena parte del
existente en 1957, y las remuneraciones totales cayeron a una quinta parte para ese mismo año. Como veremos más adelante, todo empieza en 1985.
456. El gasto social total del sector petrolero habría caído a una décima parte del nivel de gasto social que había en 1957. En 1988 cayó a mínimos históricos:
apenas llegaba al 4.6% del nivel de 1957. Aunque los niveles paupérrimos se venían produciendo desde hacía tiempo, jamás se había llegado a esos niveles.
457. Revisar sección 4.5. «Re–evaluación del fisco: Intereses de deuda, gasto público y Venezuela en comparación con el mundo» especialmente el cuadro 46.

249
5.5.1. Aclaraciones preliminares
Para este trabajo se están usando dos bases de datos distintas pero no contrapuestas entre sí, sino
más bien complementarias: 1) La del economista anglo–germano Max Roser, que realizó en colaboración
con Hannah Ritchie para su artículo de investigación ‘‘Fossil Fuels’’ y; 2) La del Ministerio del Poder Popular
del Petróleo, que está contenido en la serie de informes titulados ‘‘Petróleo y Otros Datos Estadísticos’’,
también conocidos como PODE. De estas dos bases de datos se extraen todas las anotaciones y se elabora
una base de datos propia de la cual se derivan todos los datos que han visto hasta ahora. Ahora bien, de la
base de datos de Roser se han extraído datos como precios del petróleo, producción de petróleo, consumo
de petróleo y se calculó la brecha producción/consumo, mientras que del PODE se han extraído todos los
demás datos: distribución de los beneficios petroleros, estado de los pozos, pozos construidos, refinación,
fisco petrolero y lo que ahora se quiere introducir: gasto social del sector petrolero y remuneraciones a los
trabajadores del sector petrolero.

Para construir la base de datos con el PODE se tomaron las series que iban a partir de 1959 hasta
1999, revisando todas las series separadas entre sí por una década (por ej. 1959 – 1969 – 1979 – 1989 –
1999) ya que el alcance de los datos estaba limitado a un período concreto. Esto significa que si veo los
datos en el PODE de 1999 (por ejemplo) podré ver los datos que hay entre 1999 y 1990, así que para ver
los datos entre 1949 y 1959 debería buscar los datos del PODE de 1959. Además, los datos en el PODE
están organizados por un índice, el cual asigna un número a cada sección donde se pueden encontrar los
datos que se necesitan. Con la base de datos de Roser no es necesario hacer este trabajo, pues las hojas de
datos están individualizadas e incluyen todos los años hasta donde exista disponibilidad, a diferencia del
PODE. Los datos que buscamos de remuneraciones a los trabajadores del sector petrolero, aparecen en
todos los PODE en ‘‘VOLUMEN OCUPACIONAL Y REMUNERACIÓN EN LA INDUSTRIA PETROLERA’’ hasta
1993. Luego, en 1994, no aparece por ningún lado.

Cuadro 102 | A la izquierda: PODE de 1993. En este screenshot se puede ver que si se busca la palabra ''remuneraciones'' se
encuentran dos secciones donde aparecen. A la derecha: PODE de 1994. Se puede ver que si se busca la palabra
''remuneraciones'', no hay resultados de búsqueda.

250
Después de una exhaustiva búsqueda a lo largo de todo este documento, y obviamente también
luego de buscar en el resto de archivos desde 1995 hasta 1999, no se pudo encontrar datos de
remuneraciones a los trabajadores del sector petrolero. Cómo les dije, justo en esos años todo fue para
peor con las remuneradores a los trabajadores del sector petrolero. Aunque no implica necesariamente
que haya ocultamiento intencional de datos, no sería la primera vez que lo harían, y tampoco tiene mucho
sentido una desaparición repentina de estas cuestiones elementales. Dejo a juicio del lector el veredicto del
por qué no aparecieron estos datos en el PODE a partir de 1994. Si no me cree, puede buscar usted mismo
en la bibliografía de este trabajo el link a las series del PODE, y si le cuesta, se lo dejo a pie de página (458).

Con el asunto del gasto social del sector petrolero todo fue más extraño. A lo largo de las series del
PODE desde 1959 hasta 1993, el gasto social se dividía en tres secciones: aportes a la educación,
contribuciones a la sanidad y asistencia social e inversiones en construcción de viviendas y otros servicios
sociales. Siempre se trataron como cuestiones separadas. En 1994, todo el gasto social se trata en una sola
sección llamada ''APORTES DE LA INDUSTRIA PETROLERA POR SECTORES''. Esto duró así hasta 1995, y
en 1996 ya no había nada. Para probarlo, adjunto el cuadro 103.

Cuadro 103 | A la izquierda: PODE de 1995. Es notorio que si se busca la palabra ''aporte'', aparece una sección. A la
derecha: PODE de 1994. Si se busca la palabra ''aporte'', no aparece nada.

Del mismo modo, si se busca en la series del PODE de 1997, 1998 y 1999, no hay datos de gasto
social del sector petrolero para esos años. Y si se lo preguntan, sí, busqué usando sinónimos pero no
apareció nada, por lo que tuve que revisar todo el archivo a ver si aparecía a algo (porque como les dije, me
conviene) pero pude encontrar nada. ¿Qué pasó? ¿Ocultamiento de datos? ¿Conspiración? ¿Control de
daños? No lo sé. Es probable que sea ocultamiento de datos, pero no me atrevo a dar ninguna afirmación
tajante sobre lo que ocurrió en realidad. Solo me puedo limitar a entender que la desaparición ‘‘en
circunstancias misteriosas’’ de esos datos limita el alcance de mi base de datos y, por tanto, lo que les puedo
mostrar. Como escapa de mi control, solo me puedo limitar a decirle esto para que no me tomen por loco.
_________________________________________________________________________________________________________________________
458. Busque con el link: http://www.minpet.gob.ve/index.php/es-es/comunicaciones/pode#pode-anos-1999-al-1990 o a través de la ruta: Ministerio del
Poder Popular del Petróleo > Comunicaciones > Petróleo y Otros Datos Estadísticos.

251
5.5.1.1. Clarificación metodológica #1: Composición de las remuneraciones a los
trabajadores del sector petrolero

Ya aclarado el por qué las gráficas mostrarán datos que no llegan hasta el clásico final de 1999,
procedo a realizar dos aclaraciones más con el objetivo de que entiendan cómo funciona lo que voy a
mostrar en las siguientes páginas. Normalmente los historiadores, periodistas e ingenieros —como pasó
con Andrés Chirivella, Eleazar Díaz Rangel o el mismo Luis A. Pacheco—, pero también (rara vez) alguno
que otro economista, utilizan el sueldo básico como referencia de remuneración. Incluso, han llegado en
varias ocasiones a usarlo como sinónimo. Esto es un error frecuente entre aquellos que no saben mucho
de economía o de contabilidad, ya que los conceptos son distintos y muestran cosas distintas.

Modernamente, el significado de remuneración es la compensación total. ¿Por qué? Pues porque a


los trabajadores no se les paga únicamente el sueldo básico, sino también un montón de extras que se
tienen que contar dentro de su ‘‘pago final’’. Incluso —como veremos más adelante—, varias veces el
salario básico de los trabajadores del sector petrolero no ha resultado ser la principal fuente de ingresos.
Hacer esta distinción se hace más necesario con trabajadores tan cualificados y especializados como los
del sector petrolero, ya que a estos se les hacen multitud de pagos que quedan por fuera del sueldo básico.

¿Cuáles son estos pagos? Además del sueldo básico (𝑺𝒃), en nuestro país se le han realizado pagos a
los trabajadores del sector petrolero por conceptos de: utilidades (𝑼𝒕), vacaciones (𝑽𝒄𝒔), indemnizaciones
(𝑰𝒏𝒅), antigüedad (𝑨𝒏𝒕), subsidios y primas (𝑺𝒚𝑷), contribución de estímulo al ahorro (𝑨𝒉) y otros (𝑶).
Contando con el salario básico, se les han realizado pagos por ocho partidas distintas. Por tanto, las
ganancias totales (𝑮𝒕) de los trabajadores del sector petrolero son equivalentes a la sumatoria del valor de
los pagos por concepto de esas ocho partidas. Expresado en una fórmula, sería:

𝑺𝒃 + 𝑼𝒕 + 𝑽𝒄𝒔 + 𝑰𝒏𝒅 + 𝑨𝒏𝒕 + 𝑺𝒚𝑷 + 𝑨𝒉 + 𝑶 = 𝑮𝒕

Ahora bien, el problema con esta fórmula es que el PODE considera los pagos totales, es decir, todos
los pagos a todos los trabajadores de la industria. Entonces no estaríamos viendo lo que se le paga a cada
trabajador, si no lo que se le pagó a todos los trabajadores. Por tanto, nosotros tenemos que buscar el
número de trabajadores que hay y calcular una remuneración total per cápita (𝑮𝒕𝒑𝒄 ), a fines de determinar
lo que gana cada trabajador en promedio. Solo es cuestión de dividir las ganancias totales entre el número
de trabajadores, y tendremos esto:

𝑮𝒕
= 𝑮𝒕 𝒑𝒆𝒓 𝒄á𝒑𝒊𝒕𝒂
𝑵ú𝒎𝒆𝒓𝒐 𝒅𝒆 𝒕𝒓𝒂𝒃𝒂𝒋𝒂𝒅𝒐𝒓𝒆𝒔

Así mismo, podemos establecer un sueldo básico per cápita (𝑺𝒃𝒑𝒄 ), pagos por utilidades per cápita
(𝑼𝒕𝒑𝒄 ), pagos per cápita por vacaciones (𝑽𝒄𝒔𝒑𝒄 ), pagos per cápita por indemnizaciones (𝑰𝒏𝒅𝒑𝒄 ) pagos per
cápita por antigüedad (𝑨𝒏𝒕𝒑𝒄 ), subsidios y primas per cápita (𝑺𝒚𝑷𝒑𝒄 ), contribución de estímulo al ahorro per
cápita (𝑨𝒉𝒑𝒄 ), y pagos por otros conceptos per cápita (𝑶𝒑𝒄 ). Solo es cuestión de dividir cualquier tipo de
pago entre el número de trabajadores, reemplazando 𝑷𝒂𝒈𝒐 𝑿 por cualquiera de las ocho partidas:

𝑷𝒂𝒈𝒐 𝑿
= 𝑷𝒂𝒈𝒐 𝑿 𝒑𝒆𝒓 𝒄á𝒑𝒊𝒕𝒂
𝑵ú𝒎𝒆𝒓𝒐 𝒅𝒆 𝒕𝒓𝒂𝒃𝒂𝒋𝒂𝒅𝒐𝒓𝒆𝒔

252
5.5.1.2. Clarificación metodológica #2: Composición del gasto social del sector
petrolero

Respecto al gasto social, no existen muchos puntos que aclarar al respecto. Como dije antes, la
industria petrolera nacional en manos privadas cumplía una función de benefacción social ‘‘neta’’ a través
de contribuciones monetarias de diversa índole. ¿Por qué ‘‘neta’’? Porque este dinero no pasaba por el
Estado ni tampoco requería de redistribuciones para invertirse, simplemente la industria petrolera
nacional invertía en gasto social de forma directa. Este rol a partir de 1958 —y especialmente a partir de
1975— pasó a corresponderle al Estado Venezolano. El gasto social de la industria petrolera está
compuesto por tres partidas: salud y asistencia social (𝑮𝑺𝒚𝑨𝒔); viviendas, comedores y casas de abasto
(𝑮𝑽𝒉) y educación, centros de recreación y deporte (𝑮𝑬𝒅). Por tanto, el gasto social total (𝑮𝑺𝒕) sería:

𝑮𝑺𝒚𝑨𝒔 + 𝑮𝑽𝒉 + 𝑮𝑬𝒅 = 𝑮𝑺𝒕

Sin embargo, podemos obtener además un dato esencial: el gasto social per cápita. Para ello, pensé
en dos variables por las cuales dividir el gasto social: 1) la población total de Venezuela o 2) los
trabajadores totales del sector petrolero. Al final, elegí la población total de Venezuela porque el gasto
social va dirigido a la sociedad venezolana, no a los trabajadores (ya a estos se les pagan las ochos partidas
remunerativas que vimos anteriormente), así que no tendría sentido hacer el indicador con el número de
trabajadores. Una vez elegida la población, para calcular cualquier partida de gasto social per cápita de
forma sencilla tendríamos el siguiente conglomerado de fórmulas:

𝑮𝑺𝒚𝑨𝒔 𝑮𝑽𝒉 𝑮𝑬𝒅


⟨ × 𝟏𝟎𝟎 = 𝑮𝑺𝒚𝑨𝒔𝒑𝒄 | × 𝟏𝟎𝟎 = 𝑮𝑽𝒉𝒑𝒄 | × 𝟏𝟎𝟎 = 𝑮𝑬𝒅𝒑𝒄 ⟩
𝑷𝒐𝒃𝒍𝒂𝒄𝒊ó𝒏 𝑷𝒐𝒃𝒍𝒂𝒄𝒊ó𝒏 𝑷𝒐𝒃𝒍𝒂𝒄𝒊ó𝒏

A través de una sumatoria de los tres resultados derivados de dividir las partidas de gasto social
entre la población, obtenemos el gasto social total per cápita (𝑮𝑺𝒕𝒑𝒄 ). Se puede expresar así:

𝑮𝑺𝒚𝑨𝒔𝒑𝒄 + 𝑮𝑽𝒉𝒑𝒄 + 𝑮𝑬𝒅𝒑𝒄 = 𝑮𝑺𝒕𝒑𝒄

Pero además, también podemos crear un índice para determinar la evolución del gasto social a
través del tiempo. Esto también se lo apliqué a las remuneraciones per cápita de los trabajadores del sector
petrolero para poder obtener una forma más fácil de ver sus avances y retrocesos, pero también par
compararlos. Para armar un índice, tenemos simplemente que saber qué es lo que queremos medir, porque
podemos hacer un índice para cualquier cosa. Lo que sea que queramos medir, será la variable (𝑿). La
variable tendrá dos estados temporales, uno T y otro B.

El estado T será el del año de referencia, uno con el cual compararemos todo desarrollo anterior y
posterior de la variable, y este año será el que más nos guste. En mi caso, normalmente comparo todo
contra 1957. El Estado B será cualquier momento anterior o posterior de T. Como resultado, tendremos
una variable en el momento T (𝑿𝑻 ) y una variable en el momento B (𝑿𝑩 ) y el índice será una relación entre
la variable en el momento T y la variable en el momento B:

𝑿𝑻
( ) × 𝟏𝟎𝟎 = 𝑿𝑻𝑩
𝑿𝑩
Como la variable en un lado es estática, pero en el otro es dinámica, nosotros lo que hacemos al
relacionarlas entre sí es comparar si la variable en el punto B era mayor o menor que en el punto T.

253
5.5.2. Contexto de la industria petrolera al momento de datarse los salarios
Es relativamente complicado hablar de remuneraciones al sector petrolero si no entendemos los
inicios que tuvo la industria. Primero que todo y como hemos señalado al principio (459) aunque bien se
había descubierto el petróleo en exploraciones de geólogos norteamericanos y británicos entre 1912 y
1914, lo cierto es que los puntos de referencia para el desarrollo de la industria fueron 1917 (con el
reventón del Zumaque I) y 1922 (con el reventón del Barrosos II). La industria era incipiente y bastante
disfuncional antes de esos, especialmente antes del segundo punto. Edwin Lieuwen (2016) cuenta que el
Estado Venezolano puso trabas al desarrollo de la industria petrolera con entregas y quitas constantes de
concesiones que impedían el desenvolvimiento de las actividades, incluso llegando a decir aunque estaban
en contexto de plena Primera Guerra Mundial, el conflicto bélico no era considerado causa de fuerza mayor
para retrasar el inicio de las operaciones y se amenazaba a las empresas con reversiones (460).

El Estado no permitía demoras en el comienzo de los trabajos, aunque había problemas por la
Primera Guerra mundial por un lado, y por la falta de infraestructura por otro. El mismo sector privado
tuvo que arreglar los problemas de infraestructura, llegando incluso a crear un sistema de comunicaciones
para dar comienzo a sus trabajos. Además, como era plena Primera Guerra Mundial, había sendas
restricciones en la importación de maquinaria —ya que los bienes de capital se tenían que importar, pues
Venezuela no era un país industrializado—. Toda esta problemática causó estragos al comienzo:

‘‘Los primeros explotadores se enfrentaron con muchos problemas en el desarrollo de las zonas vírgenes
de Venezuela. El gobierno no concedía ninguna clase de ayuda. Las compañías tenían que importar
maquinaria y alimentos, construir carreteras, suministrar asistencia sanitaria, construir centrales
eléctricas y establecer campamentos. Todos los técnicos tenían que venir del extranjero, y aunque se
contrató a algunos peones locales, pagándoles salarios más altos que los corrientes en la agricultura,
había escasez y esta hubo que compensarla importando trabajadores de las Indias Occidentales. El
transporte constituía la mayor dificultad. Llevar la maquinaria al emplazamiento del pozo y el petróleo
a puerto eran los principales problemas. Todo el sistema de comunicaciones tuvo que ser sacado de la
nada. Una barra de arena en la entrada del lago de Maracaibo, que impedía el paso de los grandes buques,
obligaba a transbordar los suministros a barcos de escaso calado. Por añadidura, el desarrollo del
petróleo venezolano empezó, precisamente, a comienzos de la Primera Guerra Mundial. La escasez de
transporte y las restricciones a la exportación impuestas por los países beligerantes impidieron que las
compañías obtuviesen maquinaria y otros suministros. Por ejemplo, cuando en 1916 la VOC encontró
petróleo al este del lago de Maracaibo, no pudo conseguir el equipo necesario para exportarlo, viéndose
de esta manera forzada a suspender la perforación hasta que terminó la guerra’’ Edwin Lieuwen (461).

A la postre, las concesiones obtenidas entre 1907 y 1912 por parte de Rafael M. Valladares y Andrés
J. Vigas para empresas petroleras no pudieron ser explotadas sino hasta 1919, habiendo por debajo varias
re-negociaciones, impedimentos legales (como los posicionados por el Código Minero de 1916),
reversiones arbitrarias y problemas causados por las restricciones de la Primera Guerra Mundial. Por ello,
la industria se infradesarrolló, teniendo un crecimiento lentísimo hasta 1919 (462). Estos últimos habían
afectado especialmente al desenvolvimiento de dos concesiones de la Royal Dutch Shell… Sin contar,
además, todo estaba dificultado más aun por las labores de infiltración, espionaje y tácticas sucias entre
empresas, de gobiernos y del Estado Venezolano para imponer sus intereses sobre el resto (463).
_________________________________________________________________________________________________________________________
459. Revisar la sección 5.1. «Un poco de historia y contexto sobre el petróleo en Venezuela»
460. Lieuwen, Edwin. Petróleo en Venezuela, una historia (1° Edición Digital). El Perro y la Rana (2016) pp. 34 – 35
461. Ídem, pp. 32 - 33
462. Ídem, pp. 24 - 33
463. Ídem, pp. 38 - 47

254
Aunque Lieuwen se mostraba partidario de las reversiones de las concesiones al Estado, la realidad
es que este plan no tenía sentido. Y no, no es por la óptica actual para la revisión de los hechos pasados,
sino por pura lógica (además; Lieuwen estudió los hechos unos 35 años después de que pasaron, por lo
que tampoco se salva). Primero, el Estado no tenía capital, tecnología ni recursos humanos para llevar las
obras por sí mismo. Apenas salieron de los bloqueos navales a principios de siglo y tenían una complicada
situación financiera; ¿qué le hacía pensar a Lieuwen que podría emprender la explotación? (464)

En el segundo punto se podría argumentar, por supuesto, que el gobierno podía volver a vender las
concesiones a otro oferente, pero los contratos eran igual de restrictivos porque el período de exploración
y para el comienzo de obras era de un año incluso con la nueva Ley de Hidrocarburos de 1920 (465). También
se conoce el dato que señala que algunas empresas tuvieron que abandonar la explotación de ciertas
parcelas porque no podían cumplir con los impuestos (466). Toda esta hilera de problemas condujo a un
grave rezago en el desarrollo de la industria petrolera que, por supuesto, tampoco se arregló en 1920.

De hecho, si antes había problemas para levantar la industria, ahora hay más. Si antes las empresas
tuvieron que abandonar las parcelas por no verse en capacidad de tributar, la Ley de Hidrocarburos de
1920 duplicó el impuesto superficial, subió el ‘‘canon’’ (pago de regalías) en un 25% y se añadió un nuevo
impuesto de explotación. Esta Ley era el equivalente a querer solucionar un incendio echándole gasolina
premium. Evidentemente, las compañías opusieron resistencia presentando una serie de quejas que
derivaron en la creación de dos leyes más (en 1921 y 1922) y abriendo la posibilidad de que estas, por
medio de su representante legal, participaren en la formación de la Ley (467). Las problemáticas fueron:

‘‘[…] No existía garantía de que una vez terminados los trabajos de exploración, el Congreso aprobara
los de explotación. Creían que eran demasiado reducidas las parcelas de 200 hectáreas, que el mínimo
de 60.000 hectáreas era muy limitado, que los títulos por treinta años eran muy cortos, que los
impuestos de superficie y los cánones eran demasiado elevados, que las limitaciones sobre traspasos
eran muy severas y la lista de elementos exentos de derechos de importación era demasiado restringida.
Lo que más se criticó fue el artículo 50, que concedía solamente tres años para seleccionar las parcelas
y comenzar la explotación. Se consideraba una imposibilidad, tanto física como financiera, que una nueva
compañía pudiese enviar maquinaria de perforación desde el extranjero, construir un sistema de
transporte al emplazamiento de los pozos, instalaciones de almacenaje y campos, estaciones de bombeo
y oleoductos, sistemas de energía y muelles, y conseguir poner en explotación cada una de sus parcelas
en tres años’’ Edwin Lieuwen.

Una vez que se apenas se pusiera a funcionar un marco capaz de arreglar estas problemáticas, por
fin se pudo poner a funcionar la industria. Justamente por estos problemas, Venezuela entra de forma
tardía en escena internacional a partir de 1923 (468). Como era de esperar, si se quedaron trabados desde
1907 hasta 1922 para avanzar con los trabajos, no hubo acumulación de capital suficiente en ese período
como para dar unos salarios excelsos. Y es que en realidad, los salarios en el sector petrolero al principio
no fueron exactamente los mejores, por lo menos en comparación a lo que vino después. Sin embargo, sí
eran los mejores que se ofrecían dentro del mercado laboral venezolano para atraer mano de obra (469)
(470), igualmente al evaluarse la situación de los salarios, no se consideran las problemáticas que estaba

afrontando la industria para, aunque sea, pensar el por qué no se podía pagar salarios más altos.
_________________________________________________________________________________________________________________________
464. Hernández Delfino, Carlos. Del caos de la deuda a su extinción. Prodavinci (2015)
465. Lieuwen, Edwin. Petróleo en Venezuela, una historia (1° Edición Digital). El Perro y la Rana (2016) p. 50 – 51
466. Ídem, p. 35. Fue el caso de la Caribbean Petroleum Company, que tuvo que abandonar 3/5 partes de las parcelas seleccionadas.
467. Ídem, p. 53
468. Spiritto et al. La economía venezolana en el siglo XX. Universidad Católica Andrés Bello. Primera Edición (2018) p. 52
469. Straka, Tomás (ed.) La Nación Petrolera: Venezuela, 1914 - 2014. Universidad Metropolitana (2016) pp. 239 - 241
470. Lieuwen, Edwin. Petróleo en Venezuela, una historia (1° Edición Digital). El Perro y la Rana (2016) p. 93

255
Quizás te preguntes a qué me estoy refiriendo. De momento, nadie ha dicho nada de que los salarios
de los trabajadores petroleros eran malos o algo así; y es cierto, pero quería que considerases el punto de
insipiencia de la industria petrolera para entender por qué los salarios eran criticados de igual manera por
detractores en aquél momento que daban argumentos, a la luz de los datos, absurdos. Tanto el historiador
Edwin Lieuwen (2016) en «Petróleo en Venezuela, una historia» como el economista Brian McBeth, cuyos
datos del pasado fueron compilados por el historiador Tomás Straka (2016) en «La Nación Petrolera:
Venezuela, 1914 – 2014», nos proveen de información útil para determinar la cuantía de los salarios antes
del establecimiento de una serie estable, en 1948 (que es la principal que usaremos después).

Lieuwen señala que en 1925 hubo una primera protesta petrolera, donde se hubiera pedido un
aumento salarial en contraposición a un salario fijo de cinco bolívares diarios (471). Sin embargo, McBeth
dice que los trabajadores en 1924 percibían un salario de seis bolívares diarios. Según narra: «En marzo de
1924, por ejemplo, se relataba que trabajadores petroleros recibían Bs. 6 por día, «circunstancia que por otra
parte perjudica a la agricultura, pues los campesinos están abandonando el campo para trabajar con las
compañías» (472). Dado este hecho, los salarios en el sector petrolero eran suficientemente atractivos como
para provocar migraciones a los ejes petroleros. En cuanto a la variación leve en los datos, se asume que
como era un salario fijo, este estaba presente desde por lo menos desde 1922 (año en el que además
McBeth señala que había compatibilidad entre el salario de un trabajador petrolero y el salario promedio
urbano) (473). No obstante, Lieuwen y McBeth coinciden en una cosa: el salario hacia 1925 aumentó a siete
bolívares. Lieuwen calificó la primera huelga petrolera de 1925 como ‘‘embarazosa’’ en las inmediaciones
de estas líneas de su libro:

‘‘[…] En julio de 1925, los trabajadores de la industria petrolera declararon una embarazosa huelga en
los campos costeros de Bolívar. Era una protesta contra el costo de la vida, que crecía constantemente
en oposición al salario diario fijo de cinco bolívares (alrededor de un dólar). Cuando la mano de obra
agrícola emigró a los campos petrolíferos, las mercancías corrientes en la localidad se encarecieron, y
los trabajadores contemplaron que sus “elevados salarios” eran apenas suficientes para comprar sus
alimentos. Gómez inauguró la actitud normal del gobierno frente a las huelgas en la industria petrolera
al enviar tropas “para mantener el orden”. Los huelguistas se mantuvieron firmes dos semanas; después
volvieron al trabajo con el aumento de uno a dos bolívares’’ Edwin Lieuwen (474).

Sin embargo, el que Lieuwen dijera que Gómez envió tropas para ‘‘relajar’’ la situación muestra que
los autores no se ponen de acuerdo es en el cómo reaccionó el Estado ante las huelgas. McBeth relata una
situación que, a ciencia cierta, es más complicada. Según el economista, los problemas originalmente no
eran nada más una fricción entre laboristas y gerentes, sino entre pobladores y empresas. Las actividades
habían empezado a provocar incendios fuera de las concesiones, pero estas se negaban a pagar
indemnizaciones por daños. Lieuwen además confirma que los trabajadores y capataces norteamericanos
e ingleses tendían al vicio y trataban con desprecio abierto a los trabajadores venezolanos y pobladores, lo
que desencadenó numerosas peleas, reprendas y arrestos. Pero también —de manera no explicable del
todo— los venezolanos resentían de los trabajadores negros traídos del exterior (475) (476). Una de las
acusaciones centrales de los trabajadores venezolanos, de hecho, era que había cierta preferencia por los
trabajadores de las Indias Occidentales por sobre los trabajadores venezolanos, aunque esta gama
específica de extranjeros solo representaban el 10% de la mano de obra no especializada.
_________________________________________________________________________________________________________________________
471. Lieuwen, Edwin. Petróleo en Venezuela, una historia (1° Edición Digital). El Perro y la Rana (2016) pp. 89
472. Straka, Tomás (ed.) La Nación Petrolera: Venezuela, 1914 - 2014. Universidad Metropolitana (2016) p. 235
473. Ídem, p. 243
474. Lieuwen, Edwin. Petróleo en Venezuela, una historia (1° Edición Digital). El Perro y la Rana (2016) pp. 89 – 90
475. Ídem, pp. 90 - 92
476. Straka, Tomás (ed.) La Nación Petrolera: Venezuela, 1914 - 2014. Universidad Metropolitana (2016) pp. 258 – 259

256
En el reclamo original recuperado por McBeth se leía que la razón de la huelga era ‘‘por su modo de
imposición, por la ninguna equidad que guarda para sus obreros i por las desconsideraciones i modo
despectivo que para con el pueblo tienen los representantes de esta compañía’’ haciendo alusión a la
Venezuelan Oil Concessions Ltd. (477) McBeth, además, explica que no hubo presencia militar activa en las
huelgas. Se supone que la huelga había empezado el 4 de Julio afectando a la Venezuelan Oil Concessions
Ltd. y luego se extendió a la Lago Petroleum Corp. y la Venezuelan Gulf Oil Co. llegando a afectarse 2500
obreros. El resto de obreros de la Venezuelan Oil Concessions Ltd. que no estaban en huelga, se declararon
en huelga dos semanas después. Aunque debieron haber sido más, si nos quedamos nada más con los 2500
paralizados iniciales, esto hubiera representado como mínimo el 20.5% del personal empleado de toda la
incipiente y maltratada industria petrolera (478). Para intentar ‘‘remediar’’ el asunto, ocurrió lo siguiente:

‘‘Las compañías acudieron al general (Isilio) Febres Cordero quien indicó que podía mandar 30 soldados
para proteger los campos petroleros. No obstante, las compañías pidieron directamente la ayuda de
Gómez, pero debido a que estaba ocupado en Caracas atendiendo un número de huelgas en la capital
declaradas por la Caracas Tramway Co. y la Caracas Valencia Railway Co., no le fue posible corresponder
a esas llamadas. Por lo tanto, las compañías tuvieron que entenderse con Febres Cordero, acordando
subir el salario mínimo a Bs. 7 por día’’ Brian McBeth (479).

Aunque el ‘‘aumento de uno a dos bolívares’’ de Lieuwen y el ‘‘acordando subir el salario mínimo a
Bs. 7 por día’’ de McBeth recaen en el mismo punto de que el salario para 1925 habría quedado en siete
bolívares diarios, lo que hay que considerar es que este pudo haber sido más alto si las empresas hubieran
podido desarrollar sus actividades con normalidad —y consecuentemente acumular capital— antes de
1922; preferiblemente cuando pidieron las concesiones. El recordatorio se hace porque Lieuwen
argumenta que los salarios eran pobres, especialmente en relación a los precios. Para pruebas, un botón:

‘‘[…] Los trabajadores contemplaron que sus “elevados salarios” eran apenas suficientes para comprar
sus alimentos’’ Edwin Lieuwen (480).

‘‘[…] Los adversarios se quejaban de que solo un pequeño segmento de la población se benefició de la
industria, que el petróleo era una maldición para el país, que las compañías extranjeras desangraban a
Venezuela de su riqueza natural y obtenían grandes beneficios en el proceso, que los precios
aumentaban más rápidamente que los salarios […] ’’ Edwin Lieuwen (481).

Especialmente ese último punto hace alusión a lo que la oposición demócrata decía de la industria
petrolera nacional que se estaba formando. Curiosamente, esta misma gente —como ya hemos visto a lo
largo de esta sección— vivió parasitando al capital privado y cuando lo expropió, terminó por destruirlo
enteramente. Pero dejando de lado la hipocresía demócrata, lo cierto es que todavía podemos tener un
punto más (de muchos tantos que hemos tocado) por refutar: ¿eran salarios de miseria o no? ¿Qué tan
cierto era esto? ¿Es cierto que los precios aumentaban más rápido que los salarios? Para dilucidar la verdad
tras esto, simplemente vamos a hacer lo lógico: comparemos el aumento de la inflación contra el aumento
de los salarios. Sabemos que los salarios nominales de un trabajador petrolero estuvieron, entre 1922 y
1937, en 5 bolívares diarios (1922), 6 bolívares diarios (1924), 7 bolívares diarios (1925), 7 bolívares
diarios (1936) y 9 bolívares diarios (1937); ¿pero de cuánto fue la inflación?

_________________________________________________________________________________________________________________________
477. Straka, Tomás (ed.) La Nación Petrolera: Venezuela, 1914 - 2014. Universidad Metropolitana (2016) pp. 259 – 260
478. Ídem, p. 236; pp. 254 – 259
479. Ídem, p. 260 específicamente.
480. Lieuwen, Edwin. Petróleo en Venezuela, una historia (1° Edición Digital). El Perro y la Rana (2016) p. 90
481. Ídem, p. 90

257
Para determinar esto, voy a hacer dos cosas. A un lado, pondré un índice de salarios nominales de
los trabajadores del sector petrolero para ver su evolución junto con dos índices de precios: generales y al
consumidor. Así, pues, veremos si es cierto que los salarios no crecían más que los precios para los años en
donde tenemos datos de los salarios, originando el cuadro 104. (Por si no recuerdan de donde salieron los
nueve bolívares diarios, recuerden el trabajo de Chirivella que criticamos precisamente por entender el
aumento de dos bolívares como ‘‘insatisfactorio’’, igualmente refutando a Díaz Rangel) (482).

En el cuadro 105, se mostrará la evolución de los salarios reales por dos vías: 1) Ajustando los
salarios nominales a precios reales a bolívares constantes de 1989 mediante deflactor del PIB, aportado el
dato de deflactor por la MOxLAD (483) y 2) Ajustando los salarios nominales a precios reales con doble
bypass: por conversión de bolívares nominales a dólares nominales por tipo de cambio (i) y los nominales
a precios constantes de 2019 por medio de un índice del poder adquisitivo del dólar estadounidense (ii).
El tipo de cambio viene de los datos de la MOxLAD, y el índice de poder adquisitivo se obtiene de la Federal
Reserve Economic Data (484) (485).

Cuadros 104 y 105 | A la izquierda: Evolución salarial (nominal) de los trabajadores petroleras vs. evolución de los
precios, Venezuela (1922 - 1937). A la derecha: Salario de los trabajadores petroleros a precios reales, Venezuela
(1922 - 1937). Fuente: Lieuwen (2016), Straka et. al (2016), MOxLAD, FRED.

Como resultado, podemos ver el gráfico de panel de arriba. Primero, es mentira que los precios
subieran más que los salarios: hoy por hoy sabemos (ahora sí) que los salarios para los trabajadores del
sector petrolero aumentaron en el corto plazo (1922 – 1924) un 20%, mientras que los precios generales
—deflactor del PIB— se incrementaron en un 15%, y los precios al consumidor en Venezuela (lo que
afectaría más rápidamente a los obreros) nada más crecieron un 5.36%. En el mediano plazo (hacia 1937)
los salarios se habrían cuasi-duplicado mientras que los precios literalmente cayeron.
_________________________________________________________________________________________________________________________
482. Ver la sección 5.1.2.2. «Situación laboral: 1936, aspectos destacables y moralejas del por qué no debemos hablar de economía sin saber siquiera de lógica»
donde se critica duramente la interpretación del aumento salarial de 1937. En concreto, se critica lo descrito en Chirivella, Andrés. La reforma petrolera de 1943
en el marco del proyecto de modernización del Estado Venezolano. Universidad de Carabobo (2017) pp. 77 - 78
483. Sitio web de la MOxLAD > Base de datos > Producto Interno Bruto > PIB total (1970 = 0) > Deflactor del PIB (1970 = 100)
484. Sitio web de la MOxLAD > Base de datos > Financiero y Monetario > Monetario > Tipo de cambio nominal (UML vigente/US$)
485. fred.stlouisfed.org > Categories > Prices > Consumer Price Indexes > Special Indexes > Consumer Price Index.

258
Segundo; en términos reales (o dicho de otra forma: descontando el aumento de precios y la
devaluación de la moneda) los salarios se dispararon entre 1922 y 1925. Si llevásemos los salarios
nominales a precios constantes de 1989 y por lo tanto ya considerando el aumento general de los precios
que tanto reclamaba la oposición demócrata, sabemos que de 1922 a 1924 se incrementaron a un 4.09%
pasando de 5154 Bs. reales/mes a 5374 Bs. reales/mes. Si nos vamos a un salario en dólares a precios
constantes de 2019 ajustado por doble bypass, sabemos que los salarios en el mismo período de tiempo
pasaron de 427 US$ reales/mes en 1922 a 497 US$ reales/mes en 1924 (+16.33%). Para 1925, el ascenso
fue a 6027 Bs. reales por mes y a 584 US$ reales por mes, teniendo un incremento del 16.33% y del 36.76%
respectivamente, dependiendo de cómo ajustemos.

Entonces, ya sabemos que ni los precios aumentaron más que los salarios de los trabajadores de la
industria petrolera (gracias al cuadro 104), y que viendo el aumento de los salarios reales bajo dos ópticas
distintas, los salarios reales de los trabajadores resultaron no ser apabullados de ninguna manera: ni por
la devaluación de la moneda frente al dólar, ni por la devaluación del mismo dólar, ni tampoco por el
aumento de los precios internos. ¿Entonces cómo se explica la protesta? Mira, en lo que respecta a lo que
pienso, creo que la protesta no tuvo sentido a priori.

Quizás esto se haya generado por dos motivos. A) Bien efectivamente hubo súbitos aumentos de
precios frente a un salario estático, pero no obstante, los trabajadores no consideraron que por la
competencia entre productores y comerciantes que querían explotar el mercado habría una oferta de
bienes que al poco tiempo habrían aplanado la curva de incremento de precios. Tampoco vieron que a la
larga, habrían terminado por disminuir los precios, como ya vimos. B) El peso de los demás problemas fue
el verdadero catalizador de la protesta, como ya ponía de manifiesto la queja del sindicato obrero (486), pero
los políticos de oposición tergiversaron el objeto de la protesta, exagerando el asunto salarial. C) Algo más.

¿Y qué es ese algo más? Déjame hacerte un breve repaso. Primero, los ‘‘súbitos‘’ aumentos de precios
o no existieron, no fueron fuertes o la percepción fue exagerada. De lo contrario, habrían sido captados
entre 1922 y 1924 por el deflactor del PIB o por el índice de precios al consumidor. Esto nos lleva a lo
segundo: probablemente la oposición demócrata exageró e hizo demasiado énfasis en el salario, ya que la
evidencia no nos muestra incrementos de los precios más rápidos que de los salarios, y además, la queja
principal de los obreros no fue el asunto salarial si no de trato. Ya veíamos que el reclamo decía que era
‘‘por su modo de imposición, por la ninguna equidad que guarda para sus obreros i por las desconsideraciones
i modo despectivo que para con el pueblo tienen los representantes de esta compañía’’.

‘‘Bien, eso ya lo sabemos, Pedro’’ me podrán decir, pero aún no he acabado. Acontece que de acuerdo
a un libro escrito precisamente por una de las figuras principales (Manuel Taborda) del sindicato que
armó la huelga, además de estudiosos socialistas sobre el tema, dicho sindicato recibió mucha influencia
del Partido Comunista de Venezuela (487). Sabemos que, además, las figuras principales de la oposición
demócrata no le tenían asco a la izquierda, sino que habían nacido en su seno. ¿Te parece extraño que el
reclamo de los salarios haya ocurrido a pesar de que no tenía razón de ser? ¿Justo en medio de un conflicto
de intereses y con comunistas involucrados? Es mucho más plausible que el reclamo salarial haya sido una
treta política que otra cosa, ya que desde el vamos fue hecho por figuras políticas y no por los mismos
obreros, sin contar que la razón nunca existió de forma tangible… Pero lo dejo a tu criterio.

_________________________________________________________________________________________________________________________
486. Straka, Tomás (ed.) La Nación Petrolera: Venezuela, 1914 - 2014. Universidad Metropolitana (2016) pp. 259 – 260
487. Esto se pone de manifiesto en: Taborda, Manuel. Petróleo y Clase Obrera: Orígenes de la clase obrera venezolana. Primera Edición, UNERMB (2016)

259
Terminada la revisión a la situación de los salarios entre 1922 y 1925, mi desconfianza y
escepticismo ante las huelgas dobla su proporción con la llegada de la Huelga Petrolera de 1936. ¿Por qué?
Pues porque además de ser un elemento que es reivindicado por la izquierda y fue apoyado por la
Federación Venezolana de Estudiantes (que era de izquierda), los salarios reales habían aumentado
todavía más si se comparaba contra 1925. Por ejemplo, aunque si bien los salarios diarios quedaron a 7
bolívares diarios, hubo una caída en los precios y en el tipo de cambio, lo que mediante la apreciación del
bolívar, terminó por elevar el poder adquisitivo en un 35.30% si tomamos como referencia el salario real
mensual en bolívares a precios constantes de 1989 (que pasó de 6027 Bs. en 1925 a 8155 Bs. en 1936), o
en un 68.19% si tomamos el salario real en dólares a precios constantes de 2019 al que le aplicamos doble
bypass (que pasó de 584.9 US$ reales en 1925, a 983 US$ reales en 1936).

Esta elevación del poder adquisitivo, por supuesto, no fue menor. Recordemos que después de
terminada la huelga en 1937 el salario habría pasado a 1422 US$ a precios de 2019, y además las empresas
asumían un coste de subsistencia, brindando servicios básicos y alojamiento a los trabajadores (488). A estos
efectos, se entiende el por qué entonces los trabajadores opusieron tan poca resistencia aunque no se les
cedieron todos los pedimentos: porque los ‘‘problemas’’, en realidad, no eran tan graves y se solucionaban
a medida que la industria prosperaba; pues todos los involucrados prosperaban con ella. Esto se demostró
en los años posteriores, que hemos de analizar para ver qué tal lo hizo la oposición una vez tuvo control
del Estado en comparación con los gobiernos militares —sus enemigos a muerte—.

5.5.3. Remuneraciones en democracia: ¿Mejores o peores?


El título representa la gran incógnita que pretendemos resolver. En otro trabajo titulado «Petróleo
en Venezuela en el siglo XX: De la inexperiencia institucional a la pericia», Gregorio Darwich decía que los
trabajadores petroleros que estaban empleados antes de la nacionalización no se sentían seguros de que
el Estado tomara los negocios del sector (489). De hecho, él mismo aseveró que la institucionalidad petrolera
formada en el marco de la nacionalización no pudo resolver las discrepancias generadas por ella misma, lo
que nos daría a entender que terminó siendo un fracaso (de no serlo, lo que conocemos hoy como apertura
petrolera no hubiera sido necesaria). En palabras de Darwich:
‘‘La nacionalización se simplificó al delimitarse el patrón de funciones del Ministerio de Energía y Minas
y de la empresa petrolera nacional Petróleos de Venezuela. Pero lo complicado fue: negociar la
expropiación y las indemnizaciones; afrontar dudas de trabajadores petroleros que desconfían de la
capacidad del Estado para operar la industria; hacerse cargo del complejo industrial sin tener un
desarrollo tecnológico endógeno ni manejar los hilos del negocio petrolero; aceptar convenios
tecnológicos y comerciales forzosos; enfrentar desacuerdos entre sectores políticos, grupos
profesionales y círculos académicos que impugnan aspectos del acuerdo nacionalizador. El arreglo dejó
la impronta de dos visiones de la nacionalización en patente conflicto. Al cabo de tres lustros, ya
consolidada la industria, se hace patente que la institucionalidad petrolera no pudo encauzar los
conflictos sobre el arreglo nacionalizador’’ Gregorio Darwich.

Estas dudas, desde luego, eran bastante razonables. No obstante, siendo que se supone que los
políticos ‘‘representaban’’ a los trabajadores petroleros desde hacía bastante tiempo (recordemos que
estos personajes presentaban quejas sobre los salarios y condiciones laborales en nombre de los obreros),
es bastante curioso que los mismos ‘‘representados’’ desconfiaran de la capacidad de los políticos para
manejar la industria petrolera. La nacionalización, más bien, debió haber despertado alegría.
_________________________________________________________________________________________________________________________
488. Chirivella, A. La reforma petrolera de 1943 en el marco del proyecto de modernización del Estado Venezolano. Universidad de Carabobo (2017) p. 79
489. Darwich, G. Petróleo en Venezuela en el siglo XX: De la inexperiencia institucional a la pericia. Cuadernos del CENDES, vol. 32, núm. 88 (2015) pp. 166 – 167

260
La desconfianza de los trabajadores, no obstante, tuvo bastante razón para existir puesto que como
hemos visto en secciones anteriores, el manejo efectuado por el Estado fue sumamente catastrófico. En
realidad —y si se analiza detalladamente— podríamos ver que al captar cada vez más renta, el Estado logró
promover una extracción desmesurada de recursos que pudo haber sido destinada a remuneración de
factores y/o gasto social por parte del mismo sector petrolero. Una tesis sostenida mucho antes que
nosotros hiciéramos este trabajo va en consonancia con nuestra idea: el Estado depredaba recursos que,
de otra forma, pudieron haberse utilizado de una manera más eficiente o justa (en este caso pagándosele
más a los trabajadores petroleros o dándoles más protagonismo dentro de los destinos de la renta).

Dicha tesis fue abanderada a nivel nacional por el economista Maxim Ross, quien posicionó
teoréticamente al Estado como un predador en contraposición al imaginario de masas donde el predador
sería el ‘‘capitalismo salvaje’’ (sea lo que sea que signifique ‘‘capitalismo salvaje’’), según nos dice Maria
Salas-Bourgoin en su trabajo «Sociedad, Estado y renta petrolera en Venezuela» (490). Es bastante plausible
creer que el Estado era el verdadero depredador por una cuestión muy sencilla: ¿quién fue el que aumentó
su participación hasta el 95%? ¿El Estado o el sector privado? Fue, como vimos anteriormente, el Estado
(491). El Estado era tan sucio que ni siquiera le dejaba una cantidad suficiente de recursos a sus propias

empresas operadoras, a tal extremo que durante los años de nacionalización «pura» (1975 – 1987) las
utilidades netas percibidas por la ahora estatalizada industria eran de apenas el 17.1% de los beneficios
totales, que no estaría demás decir que eran producidos por ella misma —a pesar de todos los males—.

Cuadro 106 | Distribución de la renta y gastos del sector petrolero como % del total, por faceta. Fuente: Petróleo y
otros datos estadísticos series 1959, 1969, 1979, 1985, 1989 y 1993. Ministerio del Poder Popular para el Petróleo.

Por esta razón no es tan difícil imaginar que el Estado, al obtener cada vez más participación,
estuviera quitándole espacios a las rentas potenciales que irían destinadas a gasto social o a remunerar
más a los trabajadores petroleros. Para comprobarlo, solo hice el cuadro 106 donde se muestra la
participación de la renta petrolera al fisco, la renta petrolera a la industria, las remuneraciones obreras y el
gasto social del sector petrolero como % de la suma de rentas y gastos del mismo sector.
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490. Salas-Bourgoin, María. Sociedad, Estado y renta petrolera en Venezuela. Revista Geográfica Venezolana, vol. 57, núm. 2 (2016) p. 19
491. Ver la sección 5.3.2 y Espinasa, Ramón. El auge y el colapso de Pdvsa a los treinta años de la nacionalización. Revista Venezolana de Economía y Ciencias
Sociales [online]. 2006, vol.12, n.1, pp. 147-182

261
Como vemos, la creciente participación del Estado durante mediados de los años 60’s y principios
de los años 70’s presionó —al punto de casi extinguir— las rentas distribuidas de forma neta a la industria
petrolera, pero dicha presión también terminó impactando las remuneraciones recibidas por los
trabajadores, de forma que el Estado en 1975 logró conseguir una extracción de renta equivalente al 90%
de los beneficios totales + los gastos por concepto de inversión social y pago a trabajadores. No es difícil
imaginar esta situación donde el Estado se llevaba casi todo lo que ingresaba (e incluso gastaba) el sector
petrolero, puesto que el mismo Espinasa advertía que la industria se estaba desgastando debido a la falta
de inversión, que a su vez se debía a la falta de ingresos del sector privado en conjunto con los pocos
incentivos que se ofrecían para seguir invirtiendo (492). Si se quiere, este razonamiento que predice la caída
de las remuneraciones es un augurio de que, efectivamente, estas fueron peores en democracia.

Si no habían recursos ni siquiera para darle continuidad a la propia existencia de la actividad


petrolera, no es descabellado que no hubiera capital para demandar más mano de obra y
consecuentemente aumentar su valor; o para incrementar la productividad existente —lo que también
influye sobre el precio de la mano de obra, ya que acrecenta valor no por su escasez relativa al capital, sino
por su utilidad marginal—. Un detalle notorio es que después de 1957, al margen de la participación
incremental y desmesurada del Estado sobre los beneficios petroleros, empezó a haber una reducción
contínua en el número de trabajadores petroleros como también en las remuneraciones totales.

Cuadros 107 y 108 | A la izquierda: Número de trabajadores en el sector petrolero venezolano, 1948 – 1999. A la
derecha: Remuneraciones totales a los trabajadores del sector petrolero en precios reales, 1948 – 1993. Fuente:
PODE, series 1959 - 1969 - 1975 - 1979 - 1985 - 1989 - 1993 y 1999, BIS, BCV, MOXLAD y FRED.

A partir de 1957 se empezó a reducir de forma dramática el número de trabajadores petroleros que,
aunque ya venía en declive desde 1948, no había caído tan duramente. La cantidad había pasado de 45652
trabajadores en 1957 a 25102 en 1978, siendo despedidos 20550 trabajadores en 22 años como podemos
observar en el cuadro 107. Mientras que en el período 1948 – 1957 el promedio de variación de
trabajadores era de -1.84%, este ya había caído al -2.74% para el período 1958 – 1978. A la postre, esta
reducción de personal vino acompañada por una reducción sustancial en las remuneraciones totales.
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492. Se recuerda a lo largo de Espinasa, Ramón. El auge y el colapso de Pdvsa a los treinta años de la nacionalización. Revista Venezolana de Economía y Ciencias
Sociales [online]. 2006, vol.12, n.1

262
En 1957, el total de pagos a los trabajadores del sector petrolero por conceptos de sueldo básico,
utilidades, antigüedad, indemnizaciones, subsidios y primas, vacaciones, contribuciones de estímulo al ahorro
y otros sumó unos 2758 millones de US$ a precios constantes de 2019 —descontándonos los efectos de la
inflación y la devalación del bolívar—. En 1979, el total de pagos que resultaba de sumar estos mismos
conceptos había bajado a 1749 millones de US$ a precios constantes de 2019, teniendo así las
remuneraciones una reducción del 36.57% con respecto a 1957. Para el caso del número de trabajadores
petroleros, la tendencia se rompió en 1979 cuando se logró sumar 4543 trabajadores en un solo año.

Con las remuneraciones de los trabajadores petroleros, la tendencia quebró en 1980 donde 1003
millones de US$ reales fueron sumados a los pagos, volviendo de esta manera a la ‘‘normalidad’’. Sin
embargo, la reducción paralela del valor de los pagos y del número de trabajadores nos demuestra que si
las remuneraciones por trabajador se lograron mantener (493), lo hicieron a costa de despidos, pues ya
sabemos qué hubiera pasado si los pagos totales disminuyeran mientras que el número de trabajadores
incrementaran, o incluso se mantuvieran. Una torta más pequeña para la misma gente… O incluso para más.
Si el número de trabajadores no hubiere tendido a reducirse por a lmitad desde 1957 hasta 1976, las
remuneraciones obreras per cápita fueran colapsado en mucho menos tiempo.

Cuadros 109 | Salarios y remuneraciones mensuales per cápita a en US$ a precios reales, Venezuela (1948 –
1993). Fuente: PODE, series 1959 - 1969 - 1975 - 1979 - 1985 - 1989 y 1993, BIS, MOXLAD, BCV y FRED.

Si fuimos atentos a los cuadros que vinieron antes de este, nos dimos cuenta de los efectos que tiene
una torta más pequeña para más gente: aunque desde 1979 el número de trabajadores iba creciendo año
a año, el valor de los pagos no lo hacía. De hecho, viendo de nuevo el cuadro 108 observaremos que en 1985
hubo una tercera ruptura en la tendencia de las remuneraciones totales a los trabajadores del sector
petrolero pero no para subir, sino para caer en picada de una manera terrible. Como el valor de los pagos
era cada vez menor y estaba dirigido a un número cada vez mayor de trabajadores, había menos que pagar
per cápita, dando como resultado la desgracia que vemos en el cuadro 109. Nada más de 1984 a 1986, el
monto de las remuneraciones totales a precios reales (cuadro 108) cayó en un 80.15%.
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493. Con remuneraciones per cápita me refiero a los pagos realizados a los trabajadores del sector petrolero divididos entre el número de trabajadores

263
Esta caída, si la extrapolamos a la realidad de un trabajador petrolero común, habría significado un
descenso de las remuneraciones hacia dicho trabajador de 6699 US$ mensuales a 1369 US$: una caída en
sus ingresos del 79.55%. Como nos resultará evidente si observamos el cuadro 109, la magnífica depresión
en las remuneraciones a los trabajadores petroleras continuó hasta por lo menos 1993, que es el último
año del cual tenemos datos por las razones que se han explicado antes (494). No obstante, a partir del año
de la apertura las remuneraciones lograron tomar un pequeño impulso del 28.2%.

Cuadro 110 | Índice de remuneraciones totales a los trabajadores del sector petrolero venezolano, por tipo (1948 –
1993). Fuente: PODE, series 1959 – 1969 – 1975 – 1979 – 1985 – 1989 y 1993, BIS, MOXLAD, BCV y FRED.

El comportamiento de cada tipo de pago a lo largo de la última mitad del siglo XX (exceptuando el
período 1994 – 1999 por obvias razones) lo podemos ver en el cuadro 110. La respuesta a: ‘‘¿Las
remuneraciones petroleras durante la democracia fueron mejores o peores?’’ se encontraría de acuerdo al
indicador que estemos tomando. Por ejemplo, si tomamos las remuneraciones totales a precios reales,
habrán sido sustancialmente peores ya que tendían a reducirse anualmente —cosa que podemos ver en el
cuadro 108— en un promedio del 5.4% hasta 1988.

Pero en cambio, si tomamos las remuneraciones per cápita a precios reales notaremos que los pagos
individualizados a los trabajadores (mostrado en el cuadro 109) se mantuvieron al mismo nivel e incluso
levemente por encima de los niveles que hubieron en 1957… Hasta que el valor de las remuneraciones
obreras se deprimió en 1985, y por tanto los demócratas dejaron a la deriva a 38401 trabajadores en aquél
momento. Las remuneraciones recibidas eran de apenas 1/5 respecto a 1957.

Como se ha dicho anteriormente, en el cuadro 110 tendremos un índice que nos mostrará el
comportamiento de las remuneraciones: que tipo de pagos se deprimieron más, cuáles se recompusieron
más rápidos, en qué medida lo hicieron y, por supuesto, también deja ver los niveles de pagos obreros en
comparación a 1957. Notaremos que las remuneraciones totales per cápita durante la democracia se
mantuvieron sustancialmente por encima, que calculando el promedio resultaría en un 17.25% si
excluímos la depresión de las remuneraciones. Contándola, en realidad el nivel habría estado por debajo.
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494. Si no sabe por qué, revise la sección 5.5.1 «Aclaraciones preliminares».

264
¿Cuán por debajo estuvieron las remuneraciones obreras en democracia si vemos todo el
panorama? Yendo al grano, las remuneraciones totales per cápita estuvieron, en promedio desde 1958
hasta 1993, un 5% por debajo del nivel de 1957. Responder la pregunta de si las remuneraciones fueron
mejores o peores, en definitiva, dependerá del indicador y el período evaluado; pero si tomamos
concretamente el promedio del total de pagos que se le hacían a un trabajador petrolero común durante casi
toda la era democrática, podemos decir que estuvo ese 5% por debajo. Si hablásemos del promedio de los
pagos totales que se le hacían a todos los trabajadores petroleros, el resultado sería mucho peor pues en vez
de estar contando con una caída del 5%, tenemos a una del 33.19%. En ambos casos —independientemente
de si hablamos de las remuneraciones a un trabajador o de todos los pagos a todos los trabajadores— existe
un perjuicio frente a 1957. Solamente si excluimos intencionalmente la depresión en el valor de las
remuneraciones a partir 1985 con el objetivo de proteger la imagen de los demócratas es que podríamos
encontramos resultados positivos para los trabajadores petroleros en materia salarial. Si por el bien de
nuestra honestidad decidimos no ocultar el momentum oscuro para las remuneraciones (ya que no
debemos que sacrificar la verdad por hacerle un favor a los demócratas), los datos que evidencian un
perjuicio en el valor que recibían los trabajadores por su trabajo son, como mínimo, irónicos.

Antaño, el discurso político promovido desde los pocos espacios dominados por los demócratas y
sus aliados de la izquierda se centraba en representar al obrero petrolero que estaba siendo ‘‘explotado’’
por las malvadas transnacionales. Una vez estos guerreros de la justicia social llegaron a copar todos los
puestos dentro del Estado, los resultados producidos por las políticas implementadas fueron a ciencia
cierta perjudiciales para los mismos trabajadores que alguna vez fueron utilizados por los demócratas
como excusa para sembrar un odio irracional contra el sector petrolero privado. Dicho de otra forma, si los
demócratas hubieran abogado de forma real y bienintencionada por los trabajadores petroleros, lo lógico
es que los resultados producidos durante sus gobiernos hubieran beneficiado a dichos trabajadores.
Contrario a este hipotético caso, vimos que los resultados fueron detrimentales para los trabajadores en
tanto hubo reducciones sustanciales en los pagos por su trabajo: si tomamos la que correspondió a un
trabajador promedio fue del 5%, y del 33.19% si tomamos todas las remuneraciones enviadas. ¿Cómo te
dices defensor de los trabajadores del trabajador, pero sus remuneraciones netas se reducen de todas
formas durante tu gobierno? ¿Cómo es que diciéndote su representante, tu gobierno no logró nada
beneficioso para ellos? Parece ser que después de todo la memoria demócrata es corta, y que tan pronto
como entraron a gobernar se desentendieron de sus representados del pasado… Aunque estos hayan sido
un pilar fundamental para catapultarlos al Poder, como ya sabemos gracias a Edwin Lieuwen (495). Saliendo
de la contestación a la primera pregunta, podemos evaluar cómo fue la recuperación de las remuneraciones
después de que la tormenta amainara. Primero que todo, las remuneraciones que recibía un trabajador
promedio del sector petrolero cayeron a mínimos en 1988, y se empezaron a recuperar desde el año
siguiente hasta 1993. El mínimo de remuneración total al que se llegó fue de 1067.87 US$ mensuales,
ascendiendo lentamente hasta 1506.79 US$ mensuales en el final de la serie, recuperándose así el nivel de
pagos a los trabajadores petroleros en un 41.1%. No obstante, este nivel todavía era muy bajo, puesto que
para todo el período anterior a la depresión salarial (incluso durante la democracia) la remuneración
promedio por mes era de 5364 US$. En segundo lugar, los pagos que recuperaron más rápido fueron los
que se hicieron por concepto de utilidades, vacaciones y estímulo al ahorro.

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495. Además de lo que ya hemos visto al comenzar con esta sección, el mismo Lieuwen —que no fue liberal ni libertario— decía que los diputados demócratas
y comunistas sobredimensionaban la gravidez de los problemas, e incluso personajes dentro del Poder Ejecutivo durante las administraciones militares post-
Gómez le hicieron la vida imposible a las compañías, llegando a producir efectos nefastos como incrementos artificiales del petróleo crudo (lo que tendería a
encarecer el precio de los combustibles). Pero eso se queda corto con el hecho de que tanto los conservadores como los demócratas se pusieron de acuerdo con
ahorcar a las empresa extranjeras, puesto tanto en el Senado, en el Congreso como en el Poder Ejecutivo, desde López Contreras hasta Rómulo Gallegos, existía
un resentimiento profundo contra ellas, fuere por su origen anglosajón o fuere por su carácter capitalista, ambos los cuales eran vistos como una amenaza para
el pueblo venezolano. Se puede ver Lieuwen, Edwin. Petróleo en Venezuela, una historia (1° Edición Digital). El Perro y la Rana (2016) pp. 130 - 142

265
Aunque esta recuperación fue positiva —y menos mal que lo fue—, también se caracterizó por estar
profundamente limitada ya que a final de cuentas no llegó ni siquiera a 1/5 del nivel anterior a la depresión
salarial; es más, la recuperación ni siquiera habría alcanzado 1/3 del nivel que había en 1957. Por
consiguiente, recordemos en primer lugar que la recuperación no fue más que eso: una recuperación, no
una bendición que le habría caído del cielo a los trabajadores por obra del todopoderosísimo Estado (de
hecho, la recuperación tuvo lugar en el marco de la re–privatización del sector petrolero); y en segundo
lugar tengamos presente que la recuperación fue bastante mediocre de todos modos.

Hay cuatro razones que explican por qué la recuperación fue pequeña, pero aquí explicaremos dos:
1) Históricamente, el sueldo básico ha representado el 51.92% de las remuneraciones que se le hacen a los
trabajadores petroleros siendo el tipo de remuneración con más peso, pero el sueldo básico no se recuperó,
así que la recuperación de las remuneraciones totales no tuvo fuerza y; 2) Los tipos de remuneraciones
que empezaron a recuperarse hacia sus niveles anteriores durante la fase post–depresión fueron tres de
ocho, que juntos suman nada más el 20.53% de la composición históricas a los trabajadores del sector
petrolero. El otro 79.47% —la gran mayoría— permanecería deprimido.

Cuadros 111 y 112 | A la izquierda: Composición promedio de las remuneraciones en el sector petrolero (1948 – 1993).
A la derecha: Variación en las remuneraciones per cápita y en los trabajadores del sector petrolero, (1943 – 1993)
Fuente: PODE, series 1959 – 1969 – 1975 – 1979 – 1985 – 1989 y 1993, BIS, MOXLAD, BCV y FRED.

En el cuadro 111 podemos ver cuál fue la composición promedio de las remuneraciones a los
trabajadores del sector petrolero venezolano durante los años 1948 y 1993, mientras que en el cuadro 112
podemos ver cual fue la variación interanual en dos indicadores fundamentales: número de trabajadores
del sector petrolero y valor de las remuneraciones totales per cápita para los mismos trabajadores. Se
puede ver en la gráfica de la izquierda que la composición histórica de las remuneraciones totales va en el
siguiente orden: sueldo básico (51.92%), utilidades (11.65%), antigüedad (7.56%), vacaciones (6.07%),
otros (5.68%), indemnizaciones (5.47%) y contribución de estímulo al ahorro (2.81%), por lo que no es
ninguna sorpresa que el nivel de remuneraciones no se haya podido recuperar tras la depresión nada más
impulsando al 20.53% de la estructura. A la derecha, en el otro gráfico, podemos ver que en los años
posteriores a las líneas rojas (que indican rupturas desfavorables) y líneas azules (que indican rupturas
favorables) existen cambios de tendencia en las tasas de crecimiento del empleo y de las remuneraciones.
266
Más allá de todo esto, quizás te puedas estar preguntando cuál es la razón concreta por la que los
salarios reales de los trabajadores del sector petrolero se deprimieron. Económicamente una razón
bastante fuerte que explica dicha caída: la devaluación del bolívar. Pero ojo, no es la única porque también
hay razones encontradas en el seno de la industria. Quizás en este momento te encuentres parcialmente
confundido porque, tal vez, para ti una mera depreciación del valor de la moneda no debería haber causado
una caída masiva del 68.73%en las remuneraciones obreras... Pero sí, lo hizo. Si viéramos los pagos a los
trabajadores del sector petrolero en moneda nacional a precios corrientes (sin ajustar por inflación), nos
daremos cuenta de que nunca tuvieron una contracción, pues esta solo aparece si expresamos los salarios
de dos maneras: a precios corrientes dólares estadounidenses, o bien a precios constantes.

Cuadro 113 | Diferencias en la evolución de las remuneraciones per cápita del sector petrolero por tipo de
precio. Fuente: PODE, series 1959 – 1969 – 1975 – 1979 – 1985 – 1989 y 1993, BIS, MOXLAD, BCV y FRED.

El cuadro 113 nos que la diferencia entre los distintos tipos de precios es enorme. Si vemos la
evolución de las remuneraciones per cápita en bolívares a precios corrientes (línea color rosa pálido)
notaremos que la tendencia es ascendente; no existe ninguna ruptura. Es como si siempre se les pagara
más a los empleados del sector petrolero. En cambio, si vemos tanto la evolución de las remuneraciones per
cápita en dólares a precios corrientes (línea color fucsia) como la evolución de las remuneraciones per cápita
en dólares a precios constantes (línea color fucsia rojizo) se observará que sí existió una disrupción. Aunque
estamos viendo un mismo indicador —remuneraciones a los trabajadores del sector petrolero— de tres
maneras diferentes, lo que establece la diferencia entre las ópticas es el cómo se trata el indicador, en
nuestro caso siendo el precio en el que lo ponemos (pagos en dólares o en bolívares).

Ciertamente no tiene ningún sentido hacer un aumento salarial si, a final de cuentas, el poder
adquisitivo del trabajador será licuado por la inflación. Por lo tanto, a pesar de que nominalmente las
remuneraciones en bolívares que percibían los trabajadores petroleros siempre fueron en aumento, si se
les quita la inflación de encima notaremos que en realidad el poder adquisitivo de los trabajadores se
terminó reduciendo. Para ver la prueba simplemente podemos ver las tendencias de la línea rosa palo y de
la línea de fuscia rojizo en el cuadro 113: mientras que las remuneraciones per cápita reales en US$ a precios
constantes tendieron a caer, las remuneraciones per cápita nominales en bolívares a precios corrientes
tendieron a crecer; es decir, los dos resultados del mismo indicador adoptaron tendencias opuestas.

267
Yo creería que a estas alturas de la crisis actual, no es necesario que diga por qué es mejor contar
cualquier indicador en dólares que en bolívares, ya sea un indicador de consumo, inversión, producción o
pagos (especialmente si se expresa en dólares a precios constantes), salvo que los precios se expresen en
bolívares a precios constantes. En moneda local es probable que Venezuela tenga el mayor salario mínimo
de toda Latinoamérica, pero si transformamos dicho salario a dólares para comparar el poder adquisitivo
internacionalmente con otros países de la región, volvemos a realidad de que tenemos el menor salario
mínimo econ apenas 1.5 US$. ¿Acaso sirve de algo que el salario mínimo sea de 1.200.000 bolívares al mes?
No, porque es un número de una moneda sin valor que no alcanza para comprar mucho, mientras que otros
salarios en la región que son menos cuantiosos en moneda local tienen mayor poder adquisitivo.

El dólar nos permite quitarnos el dolor de cabeza de soportar las fluctuaciones en monedas tan
volátiles como el bolívar, y es que si revisamos un poco en secciones pasadas (496) recordaremos que a
partir de 1985 —justo cuando hubo la depresión salarial— se empezó a disparar el tipo de cambio
bolívar/US$ y empezaron a generarse las famosas espirales inflacionarias. Al igual que ahora, por más que
a los trabajadores petroleros les hubieran incrementado los pagos en moneda local, estos aumentos se
licuaban con la inflación y la devaluación generada al mismo tiempo. De ahí que haya una divergencia entre
los precios de las remuneraciones, y por tanto aunque los demócratas hayan intentado rescatar los salarios
y otros pagos de los trabajadores petroleros, hayan fracasado estrepitosamente en el intento.

Cuadro 114 | Participación de las remuneraciones como % del total, por tipo. Fuente: PODE, series 1959 –
1969 – 1975 – 1979 – 1985 – 1989 y 1993.

En el cuadro 114 se muestra la participación de cada tipo de remuneración dentro del total de
remuneraciones pagadas por año a los trabajadores del sector petrolero. Estos datos son la base para
elaborar el promedio histórico que vimos en el cuadro 111. Aquí se observa lo que dije hace unas líneas:
aunque el sueldo es una remuneración elemental, no es la única cuestión que se le paga a un trabajador y,
de hecho, a lo largo del tiempo ha perdido su estatus como pago indispensable/principal pues su
participación se redujo del 70% en 1948 a menos del 30% en 1993.
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496. Ver la sección 4.4 «La Venezuela Devaluada: Herencia socialdemócrata» pero más específicamente la subsección «1965 y la muerte progresiva del bolívar».

268
5.5.3.1. Razón subyacente #1: El desplome del stock de capital

Hasta el momento he explicado tres razones por las cuáles las remuneraciones a los trabajadores
del sector petrolero se deprimieron o bien tardaron en recuperarse: i) El salario básico, siendo el tipo de
remuneración con más peso dentro de los pagos totales, no se recuperó y por lo tanto no se pudo impulsar
debidamente la recuperación de las remuneraciones; ii) La recuperación fue impulsada por tres tipos de
remuneraciones que juntas no tuvieron más del 21% de peso, así que tampoco se pudo impulsar
debidamente una recuperación y; iii) La depresión salarial solo atacó a las remuneraciones a precios reales
y corrientes en moneda extranjera, ya que en bolívares los salarios seguían subiendo y, por tanto, no habían
signos de una aparente crisis laboral en términos domésticos. En bolívares todo parecía en orden. Además
de todo esto, había varias «razones detrás de las razones» que motivaron la depresión salarial e hicieron
que esta se prolongara durante más tiempo del que pudo durar.

Cuadros 115 y 116 | Izquierda: Inversión bruta real acumulada en activos fijos (IBAAF) del sector petrolero
venezolano, 1947 – 1999. Derecha: IBAAF real del sector petrolero venezolano per cápita, por
departamento, 1947 – 1999. Fuente: PODE, BIS, BCV, MOXLAD, FRED.

En el gráfico de panel de arriba hay dos cuadros: la inversión bruta acumulada en activos fijos del
sector petrolero a precios reales [IBAAF] y la IBAAF por trabajador, que encarnan los cuadros 115 y 116
respectivamente. Ambos están puestos en esta página por dos razones sencillas que son mutuamente
complementarias: en primer lugar, dentro de la literatura económica es bastante fácil encontrar que el
stock de capital y el ratio capital/mano de obra están relacionados con la productividad y las
remuneraciones —explicaré brevemente el porqué de esto más adelante—, y en segundo lugar, tanto la
IBAAF como la IBAAF per cápita siguen las mismas tendencias que tuvieron las remuneraciones a los
trabajadores del sector petrolero (véanse los cuadros 108, 109, 119 y 120). Sabiendo ambas cosas, es decir; teniendo
presentes la existencia de una relación teórica bastante plausible y el hecho de que probablemente las
variables estén cointegradas (497), es menester traer aquí al desplome del stock de capital no solamente
como un problema en sí mismo (porque muestra el debilitamiento de la inversión real), sino también como
un propulsor del deterioro de las remuneraciones a los trabajadores petroleros en Venezuela.
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497. La integración es una característica que se presenta en dos variables siempre y cuando estas presenten una tendencia común. Notaremos que existe una
tendencia compartida entre remuneraciones totales del sector petrolero e inversión bruta acumulada en activos fijos y otra entre remuneraciones per cápita d-

269
Pero como no puedo dejar las cosas sin explicar, hay que argumentar la relación entre la inversión
y las remuneraciones a los trabajadores, no solamente del sector petrolero venezolano en el período de
tiempo que estamos estudiando, sino en general siguiendo los principios de la teoría económica. Hay dos
motivaciones básicas y orgánicas por las cuales aumentan las compensaciones que se les hacen a los
trabajadores en contraprestación por sus servicios. La primera motivación se debe puramente a
incrementos en la productividad, pero a su vez desprende dos características que influyen en las
remuneraciones a pagar: en primer lugar, trabajadores más productivos son intrínsecamente más valiosos
dado que producen más bienes en menos tiempo, por lo que serán más deseables para los empleadores
(498) y en segundo lugar, una mayor productividad conlleva a liberar más recursos, por lo que se reduce la

presión sobre la distribución de capital.

Esto último se debe a que para poder realizar cualquier incremento salarial es necesario que existan
más recursos disponibles para financiar dicho incremento, pero también porque una menor presión sobre
los recursos debe existir para que existan incentivos que propicien su ‘‘compartimiento’’ entre los actores
involucrados, presumiendo que una mayor cantidad de recursos para el mismo número de personas
(empleados y empleadores) podrá disminuir la conflictividad que exista entre estos, y consiguientemente
sean más propensos a compartir el excedente de dichos recursos o, por lo menos, no disminuirlos.
Regresando a lo primero, aunque existen organizaciones y personas que sostienen que no existe ninguna
relación entre productividad y salarios (499), economistas como Michael Strain, Martin Feldman o James
Sherk han demostrado que en realidad la relación existe, es persistente y bastante extendida (500) (501) (502).

Resumiendo los hallazgos de estos economistas, el problema que tienen las estimaciones e
inferencias de quienes sostienen que no hay relación entre productividad y salarios se puede dividir en
cuatro partes: primero, ignoran la teoría económica (específicamente que los mercados laborales suelen
ser competitivos); segundo, comparan variables que han sido pasadas por diferentes deflactores (503) por
lo que dicha comparación resulta en un típico enredo de comparar manzanas con peras; tercero, tienen un
enredo conceptual confundiendo salarios con compensaciones —que por fortuna ya nosotros resolvimos
en las aclaraciones metodológicas— (504), lo que les lleva a ignorar a estas personas hechos importantes
como que las remuneraciones no-monetarias (seguro de salud, beneficios educativos, entre otros) se han
vuelto formas de pago más atractivas tanto para empleados como para empleadores en Estados Unidos ya
que están libres de impuestos (505); y por último, utilizan medidas que los lleva a sobre-estimar la
productividad ya que se basan en la producción bruta en vez de la producción neta (Sherk estima que el
44% del error se debe al mal uso de deflactores, el 35% se debe al intercambio de salario promedio y
remuneración total y el 21% restante se debe a la sobre-estimación de la productividad).

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-el sector petrolero e IBAAF per cápita, por lo que parece que hay cointegración y ambas variables tienen una relación estable a largo plazo, pero eso no lo puedo
comprobar en este momento debido a mi limitación de conocimientos en estadística. Posiblemente haga la prueba de cointegración en una segunda edición.
498. Hay varias formas de definir la productividad. Por un lado está la salida de valor en bienes y servicios (output) por unidad de tiempo —como coloqué en la
sección 3.2. «Productividad laboral: Producción aniquilada en democracia»—, por otro lado está la salida de valor en bienes y servicios por unidad de trabajo o
de población —como típicamente resulta en los indicadores de PIB per cápita—, una combinación de ambos o, por último, la salida de valor en bienes y servicios
frente por unidad de capital. Cual es más deseable dependerá de la disponibilidad de capital de quien ejecute el plan empresarial y de su orden de preferencias.
499. La controversia de este tópico se agravó por la famosa gráfica que se muestra en: The Productivity–Pay Gap. Economic Policy Institute (2019). Desde
entonces grupos de la izquierda tan divergentes como los socialdemócratas, los progresistas, los anarco-comunistas y comunistas se han puesto de acuerdo en
utilizar dicha gráfica (con obvias relaciones espurias por los motivos mencionados) en los debates.
500. Kearny, Melissa (ed.) Expanding Economic Opportunity for More Americans. Aspen Institute (2019) pp. 173 – 178
501. Feldman, Martin. Did wages reflect growth in productivity? National Bureau of Economic Research (2008) p. 2 – 6
502. Sherk, James. Productivity and Compensation: Growing Together. Heritage Foundation (2013) pp. 9 – 14
503. Un deflactor es lo que se utiliza para convertir los precios nominales a precios reales ajustando por inflación. En mi caso utilizo un deflactor de doble bypass
pasando de bolívares nominales a dólares nominales y luego de dólares nominales a dólares reales (para más información ver Sección A. «Sobre la metodología
del cálculo» o la subsección 5.5.2. «Contexto de la industria petrolera al momento de datarse los salarios»), pero existen múltiples formas de ajustar a precios
reales: ajustando por paridad internacional de precios (conocido como dólares PPP), por deflactor de PIB en moneda nacional, etc.
504. Ver subsección 5.5.1.1. «Clarificación metodológica #1: Composición de las remuneraciones a los trabajadores del sector petrolero».
505. Sherk, James. Productivity and Compensation: Growing Together. Heritage Foundation (2013) p. 5

270
Viendo estos trabajos y los ajustes de estos economistas a las variables (ajustes basados en las
cuestiones que mencioné), veremos de forma muy simple que las remuneraciones totales a los
trabajadores y la productividad laboral han crecido de forma muy estrecha. ‘‘¿Cómo entra el capital en esta
ecuación?’’ te podrás estar preguntando después de toda la explicación anterior. El capital impacta
directamente de forma positiva a la primera motivación para el incremento de salarios —la de la
productividad— en la medida que un acceso adecuado al capital evita los efectos indeseables de la Ley de
Rendimientos Decrecientes (506) sobre la productividad, ya que se evita la saturación del capital por parte
de la mano de obra. Por ejemplo, un solo tractor para un trabajador aumenta la productividad ya que lo
dota de maquinaria para realizar más eficientemente sus tareas, un solo tractor para dos trabajadores
produce un nulo efecto sobre la productividad, y un solo tractor para para 200 trabajadores declinará la
productividad ya que se saturará el acceso a la maquinaria al punto de que nadie la podrá usar.

Pero más allá de la Ley de Rendimientos Decrecientes, también está el hecho de que un mayor
acervo de capital per cápita indica que hay una profundización o intensificación de capital (se le puede
buscar en la literatura a este fenómeno como capital deepening y a la característica en sí misma se le
denomina capital intensity), por lo que hay mayor dotación de equipamiento, maquinaria y recursos en
general para los trabajadores (y consiguientemente puede haber mayor productividad) (507). Y no
solamente el capital afecta la productividad de estas dos maneras, sino que el capital mismo en la medida
que crece puede disminuir la presión sobre sí mismo para, por consiguiente, permitir que se incrementen
los salarios (como ya se ha postulado anteriormente). Por si te lo estás preguntando, la relación entre el
capital per cápita —intensificación de capital— y la productividad es una relación bastante intuitiva en
economía pero es argumentada de forma simple por economistas como Michael Owyang y Hannah Shell,
mientras que la disminución de la presión sobre el capital es un tema discutido desde hace varias décadas
y que se puede inferir de los modelos de negociación colectiva y sus conclusiones. El agregado de estas
cuestiones ha llevado a sostener a multitud de economistas que los problemas salariales y de desempleo
se deben a disminuciones en el acervo de capital y a la falta de inversión (508).

De todo esto se puede extraer que el capital influye indirectamente sobre los salarios mientras
impacte positivamente sobre la productividad —o como dice Hans–Hermann Hoppe: si A es parte de B y B
es parte de C, A es parte de C—, pero estas explicaciones no acaban aquí. De momento solo he explicado las
relaciones teoréticas (y sin modelos matemáticos por ahora) entre el capital y la productividad, y a su vez
de la productividad sobre las compensaciones laborales… Pero recordemos que hay una segunda
motivación por la cual las remuneraciones laborales se incrementan y no he explicado. Esta motivación
representa una influencia directa del capital sobre los salarios, y esencialmente se remite al principio
básico de la oferta y la demanda: cuando se hace una demanda por mano de obra, lo que se está ofreciendo
para conseguir dicha mano de obra es capital. Por tanto, cualitativamente la demanda de mano de obra
está en términos de capital, y cuantitativamente la demanda de mano de obra son cantidades de capital.
¿Qué sucede cuando hay una mayor demanda frente a una oferta igual o menor de cualquier cosa? El precio
de esa cosa sube, como ya hemos visto varias páginas atrás (509).

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506. La Ley de Rendimientos Decrecientes nos dice que los incrementos en un factor de producción (tierra, trabajo o capital) conducirá a aumentos de la
productividad hasta que termine por reducirse debido a un exceso, mientras que se mantenga la condición de que los demás factores estarán constantes. Por
esto, el ejemplo del tractor se puede invertir: un trabajador puede operar un tractor y aumentará su productividad; no habrá ningún cambio si hay dos tractores
y si tiene 200 tractores su productividad disminuirá ya que habrá menos tierra cultivable porque se usará el espacio para estacionar los tractores. Por eso el
efecto de la profundización de capital sobre la productividad es limitado, pero no deja de ser prevalente.
507. Owyang, Michael y Shell, Hannah. How Capital Deepening Affects Labor Productivity. Federal Reserve Bank of St. Louis (2018)
508. Arestis, Philip; Baddeley, Michelle y Sawyer, Malcolm. The relationship between capital stock, unemployment and wages in nine EMU countries. Bulletin of
Economic Research (2007) pp. 128 – 133
509. Ver las subsecciones 4.5.1. «Explicaciones al incremento de los intereses de deuda durante la era democrática y pruebas empíricas de irresponsabilidad»
y 4.5.2. «La contraparte de la demanda de deuda: la demanda de liquidez».

271
La razón detrás de esto es simple: el precio de cualquier mercancía se determina por la escasez en
su respectivo mercado, por lo que en la medida que hay capital más relativamente abundante frente a una
mano de obra relativamente más escasa, la mano de obra es lo que se tenderá a apreciar. Ahora que he
explicado las dos razones, ¿se han acabado las explicaciones? Me temo que no. Un detalle adicional que se
debe traer a colación (esta vez endógeno) es que la industria petrolera venezolana en el siglo XX ha
asignado una porción de su inversión bruta real en activos fijos que ha resultado ser bastante estable a lo
largo del tiempo. Desde 1950 hasta 1993, las remuneraciones totales a precios reales para los trabajadores
del sector petrolero representaban en promedio un 5.8% de la inversión bruta acumulada real en activos
fijos, y a lo largo del mismo período solo se desviaba, en general, 1.5 puntos.

Esta «asignación presupuestaria» (510) al ser tan estable nos indica que la disminución del acervo de
capital conducirá necesariamente a una disminución de las remuneraciones totales. Si se asigna de forma
estática un 5.8% de la inversión para resolver los pagos a los trabajadores, ese 5.8% se mantiene
independientemente de las variaciones en el acervo. Para ser didáctico pondré un ejemplo. Supongamos
que en el momento A tenemos una inversión acumulada [ 𝑲 ] de 100 US$ y se asigna el 5.8% a
remuneraciones totales [𝑹𝒕], por lo que el monto destinado para compensar a los trabajadores es de 5.8
US$. Luego, en el momento B, la inversión acumulada pasa a ser de 150 US$ pero las empresas siguen
asignando el mismo 5.8% para saldar las cuentas con los trabajadores, por lo que los pagos totales dirigidos
hacia estos totalizan unos 8.7 US$ que resultan ser un 50% más que en el momento A, por lo que las
remuneraciones obreras resultan estar beneficiadas de forma absoluta al incrementarse como
consecuencia de un aumento en el acervo de capital.

Cuadro 117 | Simulación del efecto que tienen variaciones en el acervo de capital sobre las remuneraciones totales
bajo una asignación presupuestaria constante.

Pero, alternativamente, en vez de tener un momento B podríamos tener un momento C donde la


inversión acumulada en vez de ser 150 US$ será de 50 US$. En este caso y con la misma «asignación
presupuestaria» del 5.8%, el monto destinado a pagar las remuneraciones de todos los trabajadores del
sector petrolero ya no será de 8.7 US$ si no de 2.9 US$, cayendo un 50% frente al momento A y un 66.6%
frente al momento C. Siendo un dato fáctico que la porción del acervo de capital destinada a pagar a los
trabajadores del sector petrolero fue bastante estable, podemos decir que en el caso de Venezuela
cualquier disminución en el acervo de capital lastimó necesariamente a las remuneraciones de los
trabajadores petroleros. Aunque la realidad no es perfecta, las pruebas empíricas confirman el ejercicio.
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510. La asignación presupuestaria se entiende en este caso como el % de la inversión que se destina a costear toda la mano de obra del sector petrolero.

272
Cuadros 118 y 119 | Izquierda: Evolución de las remuneraciones totales y de la IBAAF total del sector petrolero
(Venezuela, 1948 - 1993). Derecha: Evolución de las remuneraciones per cápita y de la IBAAF per cápita del
sector petrolero (Venezuela, 1948 - 1993). Fuente: PODE, BIS, BCV, MOXLAD, FRED.

En los cuadros 118 y 119 podremos ver una característica bastante particular que me hizo presumir
que las variables de remuneraciones e IBAAF (tanto totales como per cápita) están cointegradas: las
tendencias que han seguido las remuneraciones y la inversión bruta acumulada a lo largo de la última mitad
del siglo XX son bastante parecidas. Sin embargo, especialmente las tendencias que siguen las
remuneraciones totales y la inversión bruta acumulada del sector petrolero (cuadro 119) son las más
sorprendentemente parecidas de ambos cuadros, lo que confirma el ejercicio que realizamos en la página
anterior. A pesar de que las variables expuestas en el cuadro 118 no han fluctuado exactamente del mismo
modo debido a las variaciones en la tasa de asignación presupuestaria (que se desviaba 1.5 puntos en
promedio y por consiguiente se producía un desacople mínimo entre remuneraciones e IBAAF, porque la
realidad no es perfecta como dije), sus tendencias a largo plazo sí lo han hecho.

Con el cuadro 119 ocurre de forma similar aunque más divergente. Las tendencias no se siguieron
de forma exacta porque a partir de 1958 se empezó a mantener artificialmente el nivel de remuneraciones
con el uso de despidos (511), y como las compensaciones estaban dadas por la manipulación del empleo, la
organicidad de su determinación mediante la productividad o cambios en la demanda de mano de obra
quedaba rezagada. Sin embargo, podemos que los patrones son parcialmente coincidentes y en el largo
plazo determinan actuando de forma similar, especialmente cuando tuvo lugar la recuperación durante la
apertura petrolera. En cualquier caso e incluso ignorando estos resultados, es bastante fácil intuir —
yéndonos al más crudo sentido común— que los desplomes en la inversión bruta acumulada en activos fijos
que ocurrieron durante la era democrática fueron indeseables, indistintamente de si afectasen a la mano
de obra o no (aunque sí lo hicieron). En concreto, la IBAAF real alcanzó los 42680 millones de US$ reales
en 1957 y para 1964 llegó a 48736 millones, pero al año siguiente bajó a 37270 millones para empezar un
lento y doloroso descenso hasta caer a 26754 millones en 1976, llegando a ser casi la mitad del nivel que
tenía en 1964. El motivo del acervo lastimado lo veremos en la siguiente subsección.
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511. Los despidos repudian la oferta laboral y a su vez envían una señal de que la demanda de trabajo va a la baja. Eso puede reducir fácilmente el valor de la
mano de obra.

273
5.5.3.2. Razón subyacente #2: Falta de inversión + Malogro del capital

Ya sabemos que la caída de la inversión bruta acumulada en activos fijos puede producir efectos
contraproducentes sobre las remuneraciones. Y lo puede hacer por una serie relativamente extendida de
motivos que se explicaron en la sección anterior. Pero… ¿Por qué cae en primer lugar la inversión bruta
acumulada en activos fijos? Si queremos evitar la caída de las remuneraciones es razonablemente deseable
evitar la depreciación del stock de capital, pero para evitar que se deprecie el stock de capital tenemos que
saber por qué lo hace y en qué medida lo hace.

El stock de capital se puede depreciar por falta de niveles de inversión adecuados y sostenidos;
porque los activos más ‘‘líquidos’’ sufren los efectos de la inflación y devaluación de la moneda —por
ejemplo, si una porción de tu capital está en términos monetarios y existe una corrida inflacionaria, esa
parte de tu capital habrá perdido valor como consecuencia de la inflación— o porque no existe inversión
nueva destinada a cubrir la parte «muerta» del capital (la que perdió valor) y a cubrir la depreciación del
capital físico (gastos que se suscitan cuando la maquinaria, equipos, planta y terreno se deterioran).

Cuadro 120 | Estado del activo total y del capital empleado a precios reales y nominales en US$. Fuente: PODE,
BIS, BCV, MOxLAD, FRED.

Lo que habría ocurrido en Venezuela fue una combinación de las tres razones. La manifestación de
estas problemáticas en la industria petrolera venezolana no solamente afectaron a la inversión bruta
acumulada en activos fijos (ver cuadros 115 y 116), sino también al activo total y al capital empleado en la
industria petrolera. El activo total había estado creciendo a pasos agigantados desde 1948 hasta 1957 al
8.7% interanual, pero se fue ralentizando ante el ascenso demócrata cayendo a un promedio de
crecimiento del 3.3% interanual entre 1958 y 1959... Para finalmente empezar a decrecer entrada la década
de los 60's. El activo total había alcanzado un valor de 35091 millones de US$ reales en 1959, pero como
vemos en el cuadro 121, se redujo gradualmente durante los próximos 16 años cayendo el valor del activo
hasta los 16449 millones de US$ en 1975 —el valor bajó atrozmente un 53.01%—. El capital físico
empleado también había sufrido una reducción más grave: En 1960 el capital promedio había sido de
26207 millones de US$ reales, mientras que en 1975 fue de 7442 millones (sablazo del 71.6%).
274
Tal como estamos viendo ahora, entre 1959 y 1960 comenzaron a aparecer los primeros síntomas,
manifestados en cortes del activo puesto a disposición para invertir y del capital puesto a disposición para
trabajar, lo que explicaría los recortes profundos en el acervo de capital… ¿Pero por qué? en el momento
donde ocurrieron dos cosas cruciales: el aumento de la presión fiscal dirigida hacia el sector petrolero y la
implementación de la política de ‘‘No Más Concesiones’’. Por un lado, la presión fiscal reducía la utilidad
operacional de la industria dejando menos recursos para invertir; y por otro lado la política de ‘‘No Más
Concesiones’’ quitaba razones para arriesgar capital en Venezuela, es decir, desincentivaba la inversión.

Denle gracias a Juan Pablo Pérez Alfonzo, pues ambas cosas fueron sus ideas (512). Sin suficientes
recursos (porque se los robó el Estado con la creciente presión fiscal), no se alcanzaron niveles adecuados
de inversión. Con los empresarios sin razones para invertir, no se podía esperar que se destinaran grandes
cantidades de nueva inversión para cubrir la parte del capital desgastada —lo que se traducía también en
que la industria no podía alcanzar niveles adecuados de inversión, mezclándose ambos problemas en uno
solo—. Además de eso, al comienzo de la presidencia de Rómulo Betancourt empezaron las primeras
devaluaciones del bolívar (513), lo que depreció la parte del activo que estuviera en moneda nacional y, por
consiguiente, contribuyó a destruir el valor del activo invertido en el país durante años.

Cuadro 121 | Nuevas inversiones en activos fijos del sector petrolero a precios reales, por sector (Venezuela,
1947 - 1999). Fuente: PODE, BIS, BCV, MOxLAD, FRED.

Los períodos de auge, apogeo y desgracia relativos a las inversiones del sector petrolero pueden
verse en el cuadro 121, que contiene el valor de las nuevas inversiones en activos fijos (514) del sector
petrolero en millones de US$ constantes de 2019. Así, pues, obtenemos el monto real de las inversiones
que realizó el sector petrolero en bienes muebles e inmuebles necesarios para mantenerse operativo y
producir rendimientos decentes. Descriptivamente les puedo explicar el trasfondo de la gráfica. Hacia 1948
se había terminado el primer «ciclo de inversiones» (515) encontrado, puesto que se alcanzó un pico de
4638.3 millones de US$ reales y luego la inversión empezó a descender.
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512. La participación razonable y la política de ‘‘No más concesiones’’ fueron los pilares 1 y 2 del «Pentágono Petrolero».
513. Ver la subsección 4.4.3.2 «1965 y la muerte progresiva del bolívar»
514. Un activo fijo es un tipo de bien (tangible o intangible) que tiene una vida útil de por lo menos tres años, se puede inventariar, tiene un alto valor de compra
y se clasifica en equipo de transporte, maquinaria, herramientas, equipos de medición, software, mobiliario y equipo de oficina, gastos de investigación, etc.
515. Un ciclo de inversiones es un período de tiempo en donde una empresa invierte e incrementa periódicamente el monto de la inversión.

275
Este monto puede considerarse el término del ciclo de inversiones empezado en 1943 con la Ley de
Hidrocarburos de Medina Angarita. Los siguientes ciclos fueron el de 1954 – 1958 durante la presidencia
de Marcos Pérez Jiménez y el primer año de democracia; el ciclo de inversiones de PDVSA que tuvo lugar
desde 1976 hasta 1985 y pretendió reactivar la industria petrolera sin tener éxito; y el ciclo de inversiones
1988 – 1997 al margen de la Apertura Petrolera, el cual tuvo participación de capitales extranjeros y
aportaba sumas que no tuvo en su momento el Estado Venezolano durante el ciclo anterior. ¿Qué es lo que
tiene de raro la gráfica que muestra los niveles de inversión? Si eres observador, te habrás dado cuenta de
que entre 1959 y 1976 los niveles de inversión estuvieron bajísimos.

Desde el génesis de la democracia hasta los años posteriores a la promulgación de la LSBAR (516), la
inversión promedio fue tan decadente que era de apenas un tercio de la que había en 1957… Ni siquiera
llegaba a la mitad de las nuevas inversiones promediadas del período 1948 – 1958. Te daré el dato exacto
para que compares tú mismo: el monto de inversiones de 1947 fue de US$ 4913 millones a precios reales,
el promedio de 1948 a 1958 fue de US$ 3275 millones mientras que, por los años de la democracia antes
de la nacionalización, la inversión se había reducido a US$ 1668 millones. Los recortes profundos en las
inversiones del sector petrolero son bastante visibles en el cuadro 121… Pero pensemos en una dimensión
alternativa donde esto pudo evitarse.

Cuadro 122 | Capital salvado a precios nominales y reales si se hubiera mantenido la distribución 50/50
(Venezuela, 1947 - 1999). Fuente: PODE, BIS, BCV, MOxLAD, FRED.

La dimensión alternativa donde esto pudo haberse evitado es una donde el Estado no hubiera roto
el fifty–fifty split; aquella donde se hubiera mantenido una distribución de beneficios perfectamente
equitativa de tal forma que la industria petrolera hubiera podido recibir más recursos para invertir. Estos
recursos que alternativamente hubieran permanecido para uso o disfrute de la industria —
independientemente de si estuviere privatizada o estatalizada— los denomino capital salvado: aquél que
resulta de restar el excedente de participación estatal (cualquier cantidad que supere el 50%) a la utilidad
total generada. Como resultado aparece el cuadro 122 con el objetivo de mostrar cuanto se pudo haber
salvado si el Estado no hubiera excedido su participación por encima del 50%.
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516. LSBAR = Ley Sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos (1971).

276
En los años de gobierno militar el capital salvado hubiera sido bajo. La razón es evidente: no había
mucho que salvarse porque la participación fiscal estaba relativamente equilibrada (ver cuadro 81). Tan poca
hubiera sido la cantidad que en promedio desde 1947 hasta 1948 se hubieran salvado por año apenas
154.1 millones de US$ reales, mientras que el promedio de capital salvado anualmente para el período
1958 - 1970 fuere sido de 1528 millones de US$ reales, casi 10 veces más. Y es que en la gráfica superior
podemos ver que la cantidad fue despreciable durante el primer período mencionado, tan baja que ambas
líneas se ven en el ‘‘piso’’ de la gráfica, pero hubo una ruptura abrupta al inicio de la democracia: mientras
que en el año anterior el capital salvado fuere sido de apenas 120 millones de US$ en términos reales, el
capital salvado para 1958 hubiera sido de 1169 millones de US$ reales. La diferencia de casi 10 veces entre
la cantidad de capital que se pudo resguardar es infaliblemente abismal. El capital salvado empezó a
incrementarse al principio de la era democrática porque fue durante esta que el Estado empezó a exceder
su cuota de participación sobre los beneficios petroleros, chupando gratuitamente cual sanguijuela
recursos que eran generados por el sector privado.

Esto trajo consigo una pérdida de niveles de inversión adecuados y, al final del camino, un deterioro
del activo y del capital empleado por falta de renovación. El fracaso de esta política parásita que estaba
matando lentamente a la industria fue eventualmente reconocido por los demócratas, quienes terminaron
ejecutando la Apertura Petrolera debido principalmente a la falta de capital. Los mismos demócratas
terminaron reduciendo la presión fiscal sobre las utilidades producidas por la industria, testimonio que
trae Ramón Espinasa diciéndonos que «[…] Se planteó la reducción de la carga tributaria como reforma
necesaria para expandir la capacidad de producción nacional en el tiempo» (517). Si se hubiera reducido antes
la presión fiscal, estimo que hacia 1973 el capital salvado acumulado hubiera superado a las nuevas
inversiones acumuladas si tomamos como punto de partida 1958. Esto quiere decir que si desde el principio
los demócratas hubieran respetado la distribución del 50%, la cantidad de capital que se lograría salvar
hubiere sido superior al monto de inversiones que en realidad se realizaron.

Cuadro 123 | Capital salvado acumulado vs. Nuevas inversiones acumuladas en el sector petrolero a partir de
1958 (Venezuela, 1958 - 1999). Fuente: PODE, BIS, BCV, MOxLAD, FRED.
_________________________________________________________________________________________________________________________
517. Espinasa, Ramón. El auge y el colapso de Pdvsa a los treinta años de la nacionalización. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales. 2006, vol.12,
n.1, p. 159

277
Un dato curioso es que durante el ciclo de inversión de PDVSA, el capital que se pudo haber salvado
de eliminarse el excedente de participación estatal sumaba 89876.6 millones de US$ a precios reales… Por
otro lado, las inversiones que en realidad se realizaron durante dicho ciclo sumaron duramente 50458.3
millones de US$. De este modo, técnicamente, el capital salvado de haberse reducido la voracidad estatal
era un 78% superior a las inversiones que el mismo Estado realizó a través PDVSA. Tal es así que si
compramos las inversiones acumuladas desde 1958 contra el capital salvado acumulado desde la misma
fecha, encontraremos que el capital salvado hasta 1980 hubiera sido 1.9 veces más alto que la cantidad de
inversiones realizadas desde 1958 hasta la fecha. En términos más criollos: sin el Estado tan gustoso de
parasitar, los recursos rescatados hubieran sido muy superiores a los que se invirtieron en la dimensión
en la que estamos, en la que de verdad pasaron las cosas. Interesante, pero sobre todo escalofriante.

Cuadros 124 y 125 | Izquierda: Tasas de inversión como % del activo total, del capital empleado y de la IBAAF +
promedio general. Derecha: Escenarios de la inversión que se pudo haber realizado con diferentes cantidades
de capital salvado. Fuente: PODE, BIS, BCV, MOxLAD, FRED.

Ahora, quedarían por resolverse dos preguntas antes de proseguir: A) ¿Qué tan bajas fueron las
inversiones para sumar más valor al acervo de capital? B) ¿De cuánto hubiera sido la inversión si se le
hubiera añadido el capital salvado? Respondiendo la pregunta A, en el cuadro 125 podemos ver las tasas
de inversión (518) cómo % del activo total, cómo % del capital empleado y cómo % de la inversión bruta
acumulada en activos fijos. Las tasas de inversión se mantuvieron relativamente volátiles desde 1947 hasta
1950, pero durante el resto del período militar permanecieron estables en rangos del 10% al 20%
dependiendo del indicador; pero en promedio tornaban del 8% al 15%. Llegada la democracia, las tasas de
inversión se desplomaron del 15% al 3.8% para 1962, siendo la menor tasa de inversión que se había visto
en la historia de Venezuela antes y después. Las tasas de inversión se en general entre el 4% y el 20%, pero
promediando un 7.4% en los años antes de la Ley de Reversión: poco menos de la mitad respecto a la que
hubo durante los años de gobierno militar. Siendo que las nuevas inversiones eran pocas y no aportaban
mucho al stock de capital y al patrimonio, el período de democracia pre–reversión fue bastante oscuro.
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518. Las tasas de inversión son las nuevas inversiones cómo % de distintas formas contables de representar el capital empleado o el patrimonio, en este caso el
activo total, el capital empleado, la IBAAF y un promedio de los tres.

278
No solamente era que las tasas de inversión estaban por el piso, sino que ni siquiera podían
aumentar a pesar de que se reducía el stock de capital. La cuestión era sencilla: si se reduce el stock del
capital en el cual estás invirtiendo, es fácil elevar las tasas de inversión si mantienes los mismos niveles de
inversión o si los elevas un poco más. (Si inviertes un bolívar con respecto a un stock de capital de 10
bolívares, la tasa es del 10%; pero si inviertes un bolívar con respecto a un stock de capital de 8 bolívares
entonces la tasa se eleva artificialmente al 12.5%). Los demócratas, sin embargo y debido a su profunda
hambre de capital inmerecido, hicieron que las tasas de inversión permanecieran bajas y no se pudieran
aumentar ni siquiera artificialmente. Todo por darles el gusto de tragarse entre el 75 y el 90% de los
beneficios generados por la industria petrolera.

Esto se pudo haber evitado si, por supuesto, sencillamente se le hubieran dejado suficientes
recursos a la industria como para que invirtiera. La solución era demasiado sencilla pero la ambición de
los políticos demócratas era proporcional: entre más sencilla la solución, más eran sus ganas de tomar
recursos para financiar proyectos que fueren eventualmente inservibles y que, al final, tampoco pudieron
evitar el [no tan] trágico final de su sistema. Pero para escribir estas páginas tuve que pensar por un
momento lo que hubiera pasado si por tan solo unos cuantos años los demócratas se hubieran abstenido
de creer que la política lo podía todo y que el Estado —encarnado por ellos— era un Dios. ¿Qué hubiera
pasado si se les mantuviera a raya? Bueno, para eso se diseñó el cuadro 126.

Supongamos que es 1948, y ese día se empieza a invertir en el sector petrolero. La sumatoria de
todas las inversiones hechas a partir de ese momento (1948) es lo que se denomina «nueva inversión
acumulada base» (519), y tiene por objetivo representar lo que en realidad pasó. Ya todos sabemos qué es el
capital salvado, que no es más que el valor de los recursos de la industria petrolera que se hubieran
ahorrado si el Estado se hubiera quedado quieto. Ya saben, el «capital sobrante» de eliminarse cualquier
excedente de participación estatal (520). Ahora, si le sumamos el capital salvado a la nueva inversión
acumulada base podemos estimar qué tanto se hubiera invertido. Como la nueva inversión acumulada es
lo que se invirtió de todos modos a pesar de la asfixia estatal, se deja como escenario ‘‘base’’. Tenemos
varias cantidades de capital salvado para añadirle a dicho escenario: se le puede sumar un tercio (1/3), un
medio (1/2), dos tercios (2/3) y tres cuartos (3/4) que equivalen a 33.3%, 50%, 66.6% y 75% de capital
salvado respectivamente.

No se coloca un escenario de 100% puesto que algo tiene que sobrar para pagar dividendos a los
accionistas. Lo que sobra para pago de dividendos, pudiera ser del 66.7%, 50%, 33.3% o 25% dependiendo
del escenario, que a su vez representa las diversas ganas de los accionistas de llevarse más para sí mismos
o dejar más para la inversión directa. Ahora vamos al grano. Durante los años de gobiernos militares, el
escenario base se mantenía acorde a los diferentes escenarios de inversión ya que no había casi «capital
salvado» que añadir. Dicho fenómeno se debía a los bajos excedentes de participación estatal. El diferencial,
como se puede notar el cuadro 126, se empieza a expandir a partir de 1958 pero de forma más notable a
partir de 1972. En el peor de los escenarios, la nueva inversión acumulada con 33.3% de capital acumulado
(dejando lo restante para pago de dividendos y ‘‘reinversión opcional’’) hubiera casi llegado a duplicar la
inversión bruta acumulada en activos fijos, incluso estando en su mejor momento (ver cuadro 116). Si te lo estás
preguntando, no hablamos ni siquiera de las inversiones acumuladas desde 1948, sino de literalmente todo
el acervo de capital bruto (521) que se había acumulado desde la explosión del Zumaque I en 1914.
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519. La nueva inversión acumulada es la cantidad de nuevas inversiones que se va acumulando desde 1948. ¿Por qué 1948? Simplemente porque es el primer
año del que se tienen datos. A esta no se le restan los montos destinados a cubrir la amortización, depreciación y desgaste del capital físico. Sin embargo, para
ver cuáles fueron los potenciales de inversión es un indicador razonable porque toma la inversión que en realidad se hizo.
520. El excedente de participación estatal se toma a partir del 51%. O sea, el excedente es cualquier punto de participación que supere el 50%.
521. El acervo de capital bruto es el que no toma en cuenta la depreciación, amortización y desgaste.

279
Para 1984, la IBAAF era de 58565 millones de US$ reales, mientras que apenas un tercio del capital
salvado era de 51850 millones de US$ reales. Si se le sumaba dicha cantidad de «capital salvado», la IBAAF
se hubiera incrementado a 110.415 millones de US$ reales, un 88.5% más que el monto que en realidad
alcanzó. Sí, eso se hubiera logrado nada más con un tercio del capital excedente que se llevó el Estado. No
estamos hablando de una inversión total del capital excedente ni mucho menos creando escenarios
pensando en el qué hubiera pasado si se redujera la presión sobre los beneficios a menos del 50% —es
decir, si la balanza se hubiera inclinado a favor de la industria petrolera—.

Las potencialidades en los demás escenarios son muy superiores. Lo que sucedería reduciendo la
presión fiscal a menos del 50% es algo difícilmente digerible. Todo es apenas inteligible no por la dificultad
que conlleva la interpretación de datos ni su diseño, sino por lo duro de procesar los resultados alternativos
en el caso de que los hechos históricos se hubieran suscitado de forma diferente (interprétese como aquél
donde los demócratas no hubieran sido tan miopes y parásitos, por no decir otra cosa) (522). En el escenario
‘‘central’’ donde los inversores o PDVSA (dependiendo de si es antes o después de 1975) se guardan un
50% de la utilidad neta de la industria para ellos y reinvierten el otro 50%, el capital salvado para 1984
sumaba 77603 millones de US$ reales mientras que la IBAAF, como ya se ha dicho anteriormente, era de
58565 millones de US$ reales. Si al acervo de capital bruto se le hubiera sumado ese 50% de capital salvado,
en vez de totalizar 58565 millones de US$ reales hubiera totalizado 136168 millones de US$ (+132%).

Nada más la mitad del ingreso excedente que se había robado el Estado durante tantos años era un
41.6% superior respecto a la mayor cantidad de capital empleado un solo año por parte de la historia
petrolera del siglo XX; 32.5% superior a la inversión bruta acumulada en activos fijos desde 1914 y, a la
postre, era 6.5% mayor al total el activo que manejaba la industria completa: mientras que el activo total
era de 72806 millones de US$ reales, un 50% del capital salvado arroja un monto de 77603 millones de
US$ reales. Esta barbaridad solamente hablando de la mitad de un excedente. Por eso les digo que es
parcialmente difícil afrontar esos escenarios. ¿Cómo es posible que nada más la mitad del capital salvado
puede ser mayor a todas las posesiones que tiene una industria completa? Y aún peor: ¿Cómo es posible
que haya superado el valor de todas las propiedades de la mayor industria del país? Pero como podrás
deducir, eso no termina allí. Vamos a imaginar algo más: ¿Qué tanto pudieron crecer las inversiones? El
período con mayor cantidad de excedentes de ingreso para el Estado (y por tanto con más capital salvado)
fue el de 1958 – 1987. Durante esos años, el Estado tuvo una participación dentro de la utilidad neta igual
al 76.55%, es decir, tuvo un excedente promedio del 26.5% durante casi 30 años.

En ese mismo período de tiempo, las nuevas inversiones promediaron 2896 millones de US$ reales
al año. Si estas hubieran incorporado un tercio de ese excedente, hubieran promediado 4675 millones de
US$ y, en consecuencia, hubieran subido un 61.42%. Sumándoles la mitad del excedente, se incrementarían
un 92.2% ascendiendo hasta 5567 millones de US$. Con dos tercios hubiera aumentado un 122.8% (a 6454
millones de US$) y con tres cuartos se repotenciaren a un 138% (138.3%). Por supuesto, estos ejercicios
de acercamiento no pueden adjudicarse una predicción exacta de lo que hubiera sucedido
alternativamente de respetarse el 50/50 y la formación de capital en la industria. Lo que sí se puede inferir
es lo obvio: la inversión se hubiera mantenido en niveles adecuados, pues solo una pequeña parte del
excedente (33.3%) era necesaria para casi duplicar la inversión bruta acumulada en activos fijos. La
distribución temporal del capital salvado está encomendada a quienes saben de negocios, pero con
ingentes recursos —que pasaban por igualar o superar al capital empleado, al activo total y a la inversión
acumulada dependiendo del caso— era posible ubicar mayores inversiones en momentos de necesidad.
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522. Se me ocurre una lista bastante extensa de insultos. El capital salvado no es otra cosa que el excedente de participación estatal. ¿No es acaso absurdo que
apenas un tercio de ese exceso de robo haya logrado igualar toda la inversión acumulada desde 1914 hasta 1984?

280
No sé si soy el único que lo asume, pero las empresas operadoras jamás habrían perjudicado sus
propios intereses si no tenían razón para hacerlo. Se dejó de invertir porque no había recursos para hacerlo
(la violación al 50/50 les quitó un equivalente a tres veces todas sus inversiones realizadas hasta la fecha),
pero tampoco había en qué invertir. Al fin y al cabo, el horizonte a largo plazo desapareció en cuanto el No
Más Concesiones se volvió política de Estado… Llevándose no solamente la oportunidad de obtener
concesiones, sino también los incentivos empresariales. Si hubiere existido una renovación de concesiones
y respeto por el acuerdo del 50/50, se lograrían conseguir niveles adecuados de inversión teniendo los tres
ingredientes principales: estabilidad institucional, incentivos empresariales y capital.

Con niveles de inversión adecuados no se hubiera malogrado el capital, no hubiera caído la IBAAF,
habría chance para sustituir el capital muerto, no se hubieren desempleado a decenas de miles de personas
puesto que la industria jamás hubiera sufrido el recorte de recursos que motivó los despidos por
incapacidad de pago (ver cuadros 107, 108, 119 y 120), la productividad demacrada por una intensidad de capital
escasa no se habría suscitado y, por último, habría más capital en relación a la mano de obra, aumentando
su valor en el mercado (ver la subsección 5.5.3.1). Quizás, si las condiciones hubieran sido más favorables para la
industria que para los actores políticos, todo fuere sido distinto para el sector petrolero y sus trabajadores.

5.5.3.3. Razón subyacente #3: Caída generalizada de la rentabilidad

¿Puede haber otra razón que haya contribuido a la decadencia de los pagos a los trabajadores del
sector petrolero? Sí, la hay. Ya sabemos que el problema principal recae en el stock de capital, pero sobre
esta variable influyen algo más por fuera de la inflación, la devaluación, el desgaste del capital físico o la
falta de inversión… Hablamos de la rentabilidad. La rentabilidad es ‘‘lo que rinde’’ que el activo o el capital
en un año contable; muestra los beneficios producidos en relación a lo que se mantiene invertido. El
rendimiento tanto del capital como del activo total se muestra en el cuadro 126, y lo primero que
notaremos es que la rentabilidad general de la industria petrolera empezó a caer a partir de 1957.

Cuadro 126 | Rentabilidad de la industria petrolera venezolana: rendimiento del capital (ROC) y rendimiento del
activo total (ROA), Venezuela 1947 - 1999. Fuente: PODE, BIS, BCV, MOxLAD, FRED.

281
Los rendimientos sobre el activo total (ROA) durante los gobiernos militares, como es de costumbre,
se posicionaron en niveles bastante decentes y año tras año escalaban. Para 1957, los beneficios
proporcionados por la utilidad neta fueron del 22.73% del activo total. Un año después, el ROA se redujo
drásticamente hasta el 12.83%. Durante los años siguientes, estos beneficios se mantendrían
relativamente volátiles, variando entre desde el 9.9% (rendimiento conseguido en 1959) hasta el 26%
(rendimiento conseguido en 1968), que en gran parte no se debían al auge de beneficios del sector
petrolero (ya que el Estado por esos años había incrementado su participación fiscal) sino a la reducción
sostenida del activo empleado... Simplemente puedes obtener más rendimientos reduciendo
artificialmente tu capital —cosa que no pasó antes de la democracia, puesto que tanto los rendimientos
sobre el activo total como los rendimientos sobre el capital empleado iban al alza— (ver cuadro 121). Sin
embargo, los rendimientos no tocarían fondo sino hasta mucho después.

Cuadros 127 y 128 | Izquierda: Promedio de rentabilidad en ROA y ROC, por fase de la industria petrolera
(Venezuela, 1947 – 1998). Derecha: Promedio de tasas de inversión, por fase de la industria petrolera
(Venezuela, 1947 – 1998). Fuente: PODE, BIS, BCV, MOxLAD, FRED.

Pese a mantenerse volátiles, también fueron relativamente decentes a pesar de que no producían
beneficios absolutos como cuando el 50/50 prevalecía. Llegada la época de reversión, los rendimientos
sobre el activo promediaron 12.8% y durante la nacionalización ocurrieron varias cosas curiosas. En
general, el ROA durante todo el período de nacionalización fue del 14.58% mientras que el del capital (ROC)
fue del 21.89%, pero si regresamos al cuadro 126 veremos que hubo un descenso bastante fuerte de los
beneficios en algún momento... ¿Ven cuál es este momento? Sí, es el que coincide con la caída del IBAAF, del
activo total, del capital empleado, de las remuneraciones totales y de las remuneraciones per cápita (ver
cuadros 108, 109, 115, 116, 118, 119 y 120). En ese momento específico que comprendía los años que iban de 1984 a

1987, el ROA promedió un 9.1% (rendimiento un 60.2% inferior al obtenido durante toda la época de
nacionalización) y cayó a mínimos históricos en 1986, tocando un fondo de 5.7%. El ROC también se vio
afectado, promediando un 11% y alcanzando un mínimo histórico del 6.5%. La estatización progresiva de
la industria petrolera, al agotarse irremediablemente, no solamente la privó de sin fin de oportunidades
sino que también la hizo más ineficiente. La rentabilidad se recuperó una vez llegada la apertura petrolera.
282
5.5.5. Gasto social del sector petrolero y el magnífico declive
Liquidado el tema que precedía a esta parte del trabajo, ¿qué podría ser peor que la disminución del
poder adquisitivo de los trabajadores petroleros? A estas alturas, nada que no hayamos visto ya. La corta
revisión que se ha hecho sobre el motivo vislumbró los motivos por los cuáles los trabajadores petroleros
sufrieron un súbito recorte en sus compensaciones reales, lo que nos hizo ver dos cosas de manera implícita
que por la naturaleza de este trabajo, me he encargado de hacer explícita. Primero, vimos la hipocresía
sostenida por los políticos demócratas. Al principio de sus carreras, el apoyo que recibían de los obreros
petroleros era vital para mantener respaldo y legitimidad popular al momento de legislar sobre el petróleo.

Pero de forma irónica, contradictoria y totalmente trágica, cuando a los demócratas les tocó
gobernar parece que hicieron todo lo posible para empeorar la situación del trabajador petrolero en tanto
estancaron las compensaciones que recibían dichos trabajadores por su trabajo y, eventualmente, sus
gobiernos produjeron el recorte más monstruoso que haya recibido el poder adquisitivo de estos obreros
que en el pasado habían sido sus fieles aliados. En segundo lugar, los motivos que produjeron dicho recorte
eran un mero reflejo de la infinidad de debilidades estructurales que atravesaba la industria petrolera
debido a las pésimas políticas ‘‘industriales’’ de los gobiernos de Acción Democrática y COPEI

Cuadro 129 | Gasto social total de la industria petrolera venezolana a precios reales, por destino de gasto
(Venezuela, 1948 – 1995). Fuente: PODE, BIS, BCV, MOxLAD, FRED.

Recortes del gasto social (fuentes secundarias de ingresos) no pueden superar de forma alguna la
destrucción de las compensaciones laborales que recibían los trabajadores petroleros (fuentes primarias
de ingresos), pero sí pueden añadir «un clavo más al ataud». Como ya había expuesto anteriormente, el
sector petrolero anterior a la llegada de la democracia era una fuente importante de gasto social al punto
de que ofrecía de manera gratuita viviendas y comedores; construía centros educativos, estadios y canchas;
y también construía hospitales y sanatorios… Algo que Chirivella mencionó en su tesis de manera
contraproducente puesto que admitía que el sector petrolero no era indiferente a la sociedad como lo
mencionaba, y menos contra los trabajadores a quienes les ofrecía múltiples beneficios (523).
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523. En la subsección 5.1.2.2 mencionaba que los historiadores y periodistas que estudiaron la situación laboral de los trabajadores petroleros entre 1936 y
1937 no solamente ignoraron el hecho de que el salario a precios reales antes de 1937 ya estaba fijado en 1264 US$ al mes, sino que también ignoraron que las
empresas daban alojamiento, comida, educación y servicios sanitarios.

283
Bástese con saber que nada más entre 1948 y 1957, el sector petrolero gastó dos mil cuatroscientos
ochenta y tres millones de dólares a precios reales (2483 millones de US$ a precios constantes del año
pasado), de los cuales 1082 millones (43.57%) se fueron en construcción de viviendas, comedores y casas
de abasto, 1104 millones se fueron en gastos de salud y asistencia social (44.46%) mientras que los
restantes 295 millones se asignaron a educación, centros de recreación y deporte (11.88%). En promedio,
se invertían 248.24 millones de US$ a precios reales, acumulando a final de período miles de millones
gastados a cambio de ningún beneficio. A partir de 1966 y en medio de una batalla contra una presión
estatal cada vez más alta, el sector petrolero empezó a declinar cada vez más su gasto social, al punto de
que no fue sino hasta el segundo ciclo de inversiones de PDVSA que se recuperó; entre 1964 y 1976 el gasto
social a precios reales era de apenas 124 millones de US$ reales en promedio —la mitad con respecto al
promedio anterior a la época democrática— y no lograron acumular más de 1.5 mil millones de US$.

Cuadro 130 | Gasto social per cápita del sector petrolero a precios reales (Venezuela, 1948 – 1995).
Fuente: PODE, BIS, BCV, MOxLAD, FRED.

Como resultado de la reducción sistemática del gasto social (finales de los 50's y principios de los
60's) y el aumento constante de la población, el impacto que tenía el gasto social del sector petrolero era
cada vez menor. Durante los 50's, el gasto social total del sector petrolero por habitante estaba en torno a
los 30 US$ a precios reales por año, pero a medida que pasaba el tiempo, el gasto social se estancaba
(durante mediados de los 60's hasta finales de los 70's) y la población crecía, lo que resultaba en un
empequeñecimiento del gasto social per cápita que luego de permanecer más de una década estancado, se
recupera a finales de los 70’s al margen del nuevo ciclo de inversiones de PDVSA.

Aquella recuperación no solamente era un error, sino que era un error que sería corregido de
manera tardía y que restituiría de manera poco notable y por poco tiempo el pasado rol de la industria
petrolera venezolana. El error yacía en dos puntos centrales: i) Como ya señalaron Balza y Espinasa, las
empresas tienden a ser más ineficientes si se le subordina a asumir roles no correspondidos ya que se
sustraen recursos para cumplir fines ajenos a los de la empresa (524) y; ii) Se supone que la clase política
había asumido la «función subsidiaria» al instaurarse el Estado de Bienestar con la llegada de la democracia,
¿o por qué se subieron los impuestos al punto de dejarle a PDVSA nada más el 5% de sus utilidades?
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524. Balza, Lenin y Espinasa, Ramón. Oil Sector Performance and Institutions: The Case of Latin America. Inter-American Development Bank (2015) pp. 16 - 24

284
Pero… Si estaba mal que la industria petrolera asumiera un rol activo de «benefacción social» (525)
porque tiende a ser más ineficiente, además de ser redundante porque la existencia del Estado ya ‘‘supone’’
que este tendrá dicho rol activo de benefacción (526) que no debe tener la industria petrolera, ¿entonces
cual fue la razón de que la industria petrolera tuviera tanto gasto social al principio? Porque, hasta el
momento, parece que hay más razones por las cuales no debió tener este comportamiento que razones por
las que debió tenerlo. Bien, según Alejandro Cáceres en su artículo «De las concesiones a la nueva PDVSA:
Cien años de industria petrolera» (527), en ese momento Venezuela tenía un marco institucional que
mantenía un entorno de negocios agradable para las empresas y, al mismo tiempo, estas emprendieron
iniciativas de responsabilidad social para que pudieran ser ‘‘percibidas como parte de los venezolanos y
no como agentes extranjeros’’ (528).

Por eso invirtieron en deporte, ciencia, educación, agricultura y cultura, y lo siguieron haciendo en
cantidades decentes mientras supieran que tendrían el negocio seguro (es decir, mientras les dieran
razones para invertir). Presumiblemente, estos proyectos de las empresas para agradar a la población
fueron un intento unificado de toda las empresas petroleras para aplacar el «resource nationalism» (529)
que desde hacía mucho tiempo había estando perturbando las relaciones industriales a nivel de empresa –
trabajador y empresa – sociedad. Pero como ocurrió con todas las demás variables, esto se acabó en el
momento que el marco institucional se comenzó a deformar, cuando la presión fiscal empezó a ahogar a
las empresas, cuando la incertidumbre atacó y cuando el ritmo de las devaluacion aumentó. Tras la caída
de los índices de gasto social, lo único que sobrevivió fue el gasto en salud y asistencia social.

Cuadros 131 y 132 | Izquierda: Índices de gasto social per cápita real del sector petrolero por tipo (Venezuela, 1948
– 1995). Derecha: Distribución del gasto social del sector petrolero, por tipo (Venezuela, 1948 – 1995). Fuente:
PODE, BIS, BCV, MOxLAD, FRED.
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525. El solo hecho de producir valor, satisfacer demanda y generar rentas destinadas a consumo e inversión ya te hace benefactor social, pero invertir de forma
filantrópica lo hace más visible.
526. Pongo el «supone» entre comillas porque ya sabemos que el Estado puede tomar tal rol o no, y que su capacidad para mantenerlo es volátil.
527. El artículo se encuentra en la obra colectiva «La Nación Petrolera: Venezuela, 1914 - 2014» compilado por el historiador Tomás Straka.
528. Straka, Tomás (ed.) La Nación Petrolera: Venezuela, 1914 - 2014. Universidad Metropolitana (2016) pp. 307 – 308
529. El término «resource nationalism» es un anglicismo que alude al sentimiento de pertenencia que tiene una ‘‘nación’’ sobre lo que consideran ‘‘sus’’ recursos,
así como la intensidad en la que se expresa dicho sentimiento.

285
Salvo por ese tipo de gasto en concreto, todos los demás índices de gasto social (educación,
recreación y deporte; viviendas, comedores y casas de abasto en conjunto con el agregado de gasto social)
se desplomaron de forma persistente a partir de 1957 como muestra el cuadro 131. Los índices no se
recuperaron no fuere sino hasta que comenzó el ciclo de inversión 1976 – 1985 de PDVSA, momento en el
que alcanzaron niveles similares al promedio de los años cincuenta. Los mínimos alcanzados en todos los
indicadores tuvieron como año común 1974, puesto que la desinversión social del sector petrolero duró
desde que comenzó la época democrática hasta que se nacionalizó la industria. No obstante y como ocurrió
con todos los indicadores, la presión de la falta de inversión aunada con las alzas inflacionarias y
devaluaciones del tipo de cambio, el gasto social real se carcomió una vez llegado 1985.

Cuadro 133 | Remuneraciones sociales como % de las utilidades netas del sector petrolero, Venezuela (1948 -
1993). Fuente: Fuente: PODE, BIS, BCV, MOxLAD, FRED.

Mientras que durante los 60's el nivel de gasto social promedio perteneciente a los tres sectores
era equivalente a la mitad del nivel que hubo durante los años cincuenta, ya para 1974 el colapso del gasto
social fue tan enorme que ya había pasado a ser de poco más de un tercio. La rama de gasto más afectada
fue la de viviendas, comedores y casas de abasto que apenas eran de una centésima parte del nivel que
había en 1957, seguida por la educación y cultura, con un nivel de un quinto respecto al nivel de 1957 y un
sexto si se compara con el promedio de los años cincuenta. Eso condujo a la volatilidad de lo que denomino
remuneraciones sociales (530), cuyo comportamiento podemos ver en el cuadro 133.

Durante la mayor parte de la era democrática pre–reversión, la industria acostumbró a reducir el


gasto social y las remuneraciones en relación a sus beneficios presumiblemente para ahorrar o para
conseguir mayores dividendos, cosa que se acabó llegada la Ley de Reversión de 1971 que forzó la
igualación de utilidades y remuneraciones sociales… No por medio de un incremento del gasto social o de
las remuneraciones, sino mediante una disminución de los beneficios empresariales generados (531). Dicho
esto, la razón por la cual las «remuneraciones burguesas» (utilidades) y las «remuneraciones sociales» se
igualaron no fue porque los obreros o el ‘‘pueblo’’ recibieran más ingresos, sino porque los empresarios
recibían menos… Generándose una dinámica típicamente asociada al socialismo: la igualación hacia abajo.
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530. Las remuneraciones sociales son: gasto social del sector petrolero + remuneraciones totales a los trabajadores del sector petrolero.
531. Ver los cuadros 108, 109, 110, 112, 130, 131 y 132. Ni los pagos a trabajadores ni el gasto social aumentaron en términos absolutos.

286
5.6. Reflexiones finales y apertura petrolera: Un fracaso demócrata
admitido
«No sólo se planteó la reducción de la carga tributaria como reforma necesaria para expandir
la capacidad de producción nacional en el tiempo, sino también la necesidad de abrir el sector
petrolero a la inversión privada por más de una razón. Primero, para aumentar las fuentes de
financiamiento más allá de la capacidad de ahorro de Pdvsa; segundo, tener acceso a
tecnologías especializadas y nichos de mercado, en particular en la transformación y
disposición de la muy amplia base de crudos extrapesados del país; y, tercero, ampliar la
capacidad de ingeniería más allá de la propia de PDVSA».
Ramón J. Espinasa

La «Apertura Petrolera» fue una fase que atravesó la industria petrolera entre 1988 y 1998, que
tenía como precedente inmediato el proceso de internacionalización de PDVSA y cuyos padres fueron Luis
Giusti (presidente de PDVSA) y Rafael Espinasa (economista jefe de PDVSA), la cual tuvo como logro insigne
la ampliación de la producción en aproximadamente un millón y medio de barriles diarios, pasando de 1.66
millones de barriles diarios en 1985 a 3.23 millones de barriles diarios en 1998 (532) (533). Como ya sabemos,
la fase de nacionalización fue la más turbia que atravesó la industria petrolera durante la segunda mitad
del siglo XX porque estaban emergiendo los aspectos del camino que se tomó para llegar a ella a partir de
1958: la industria había pasado por una cantidad significativa de años con recortes sustanciales de las
inversión que promediaron un 49.06%, cada vez había menos trabajadores en el sector petrolero dado que
entre 1958 y 1978 el número de empleados se reducía en un 2.74% interanual, el activo financiero empleado
para financiar las inversiones cayó en un 53.01% entre 1959 y 1975, mientras que el valor de los bienes de
capital utilizados para producir cayó en un 71.6%, la cantidad de pozos abandonados creció un 179.4%
mientras que los pozos cerrados crecieron un 163.6%, las tasas de crecimiento en la refinación pasaron del
29.2% durante los años cincuenta al 3.01% durante los sesenta y, después, terminaron en una tasa negativa
del -1.17% que se compaginó con un intenso desplome en la producción entre 1970 y 1985, donde se
perdieron 1.97 millones de barriles diarios en producción.

Pero después de todo, esta descripción de la industria petrolera no explica a fondo los retos a los
que se enfrentó PDVSA en aquél momento: Alejandro Cáceres nos cuenta que en aquél momento PDVSA se
encontraba superestratificada con 14 filiales, sin planes ni proyectos de reactivación, sin personal
experimentado para diagnóstico y desarrollo de proyectos y, a la postre, carencia de equipos (bienes de
capital), lo que se resolvió en primera instancia con la Internacionalización y re-estructuración de PDVSA.
También estaba el reto de la comercialización internacional del petróleo, dado el limitado acceso a los
mercados internacionales que tenía PDVSA después de haberse reservado el comercio de hidrocarburos
en 1975 pero, más allá de los retos, PDVSA estaba quebrando al poco tiempo de su nacimiento el pilar de
la autonomía financiera, debido a que la caída de los ingresos petroleros después del boom de precios 1978
– 1980 había desinflado las arcas públicas y las presiones inflacionarias, la reversión de concesiones, las
devaluaciones del tipo de cambio y la incertidumbre que generaba la institucionalidad democrática
venezolana provocaron una fuga de capitales por lo que, para evitar más devaluaciones de la moneda, el
BCV y el Ministerio de Haciendo realizaron un convenio cambiario donde utilizaron a PDVSA como su caja
chica para cubrir la escasez de reservas internacionales que abastecieran el mercado de divisas (534).

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532. Monaldi, Francisco. Ramón Espinasa: mentor, pensador y hombre de acción. Prodavinci (2019)
533. Roser, Max y Hitchie, Hannah. Fossil Fuels. Ourworldindata (2020)
534. Straka, Tomás (ed.) La Nación Petrolera: Venezuela, 1914 - 2014. Universidad Metropolitana (2016) pp. 311 – 313

287
No siendo suficiente con toda esta hilera de problemáticas, el nepotismo y la intromisión política
estaban ganando terreno en los asuntos industriales tras la designación de Juan Chacín —familiar de Jaime
Lusinchi— como ejecutivo de PDVSA. Las soluciones se encontraron en: i) creación de grupos de trabajo
ad-hoc, ii) la simplificación en CORPOVEN, MARAVEN y LAGOVEN como únicas filiales, iii) transferencia de
ejecutivos de primera línea, iv) empleo de personal local y extranjero con experiencia y apalancamiento en
el INAPET, v) contratos de asistencia tecnológica con las ex–concesionarias, con consultoras locales y
extranjeras, vi) expansión de operaciones hacia Escocia, Bélgica, Suecia, Bahamas y admisión de
contratistas provenientes de Estados Unidos, Dinamarca, Francia y Alemania, vii) asentar la participación
generalizada de capital privado proveniente de inversionistas extranjeros intensificando los esfuerzos
para hacerla realidad y, finalmente; viii) la aceptación de que el Estado era un depredador y que, por tanto,
se tenía que apuntar a crear compromisos con empresas extranjeras para que el marco institucional se
modificase de forma que el Estado no pudiera ser tan voraz con los ingresos petroleros (535) (536).

La decadencia de la industria petrolera en el marco de la democracia venezolana fue admitida por


los demócratas, quienes al verse presionados terminaron por aceptar implícitamente los errores de política
industrial... Aunque otros lo aceptaron de forma explícita. Asdrúbal Baptista en su artículo «Visiones del
Petróleo: Historia, capitalismo rentístico y tiempo en ciernes» capturó una frase bastante comprometedora
del mismísimo Juan Pablo Pérez Alfonso, artífice de todo el desastre que terminó conduciendo a los mismos
demócratas a la Apertura Petrolera: ‘‘Nadie puede discutir ni sostener que lo que se recibió se gastó bien. Se
gastó mal, como todo lo que hemos recibido’’ (537), lo que nos demuestra que el sujeto saltó del barco mucho
antes de contradecirse dentro de su obra «Hundiéndonos en el excremento del diablo». Razón de
arrepentimiento no le faltó al hombre. Incluso los recursos no dirigidos a gasto corriente sino a fondos de
ahorro y estabilización macroeconómica fueron totalmente malgastados.

Este caso fue el que ocurrió con el Fondo de Inversiones de Venezuela (FIV), institución creada
en Junio 1974 por decreto ejecutivo al marco de la consigna vociferada por el presidente Carlos Andrés
Pérez para, supuestamente, administrar la riqueza con criterio de escasez. La cuantía de los fondos
dirigidos a el FIV era equivalente 50% de los beneficios fiscales recibidos por el Estado (incluyendo el
ISLR), con los cuales cumpliría su objetivo de ‘‘la realización de colocaciones e inversiones rentables en el
exterior que propendan a la preservación del valor de sus activos’’. El problema fue que, como típicamente
ocurre con cualquier cosa hecha por el Estado, los políticos no quisieron relajar la autonomía financiera ni
empresarial de la institución para no perder el control sobre esta. El financiamiento de esta no solo
dependía de lo que le aportara el Estado —quien era el verdadero tenedor de los fondos—, sino que
también las decisiones de inversión debían ser aprobadas por nueve de los quince miembros de la
Asamblea General, órgano donde el 60% de sus integrantes designados por el Presidente, lo que llevó a
analistas mucho menos críticos que yo hacia la conclusión de que esto garantizaba total control del fondo
por parte del Presidente... Sin contar que todos los miembros directivos del FIV fueron elegidos por el
mismo Ejecutivo. El FIV no hizo sino empeorar la rentabilidad de los activos colocados en el exterior al
barajarse por criterios políticos en vez de técnicos: los excedentes que se le destinaron se extinguieron, las
inversiones se tuvieron que financiar con deuda externa debido a la falta de recursos propios y la
rentabilidad era inexistente ya que las inversiones se hacían a pérdida; el rendimiento durante sus
primeros diez años fue del -2.0% interanual (538).

_________________________________________________________________________________________________________________________
535. Straka, Tomás (ed.) La Nación Petrolera: Venezuela, 1914 – 2014. Universidad Metropolitana (2016) pp. 313 – 314
536. Rodríguez, Pedro y Rodríguez, Luis. El petróleo como instrumento de progreso. Segunda Edición, Ediciones IESA (2013) pp. 162 – 163
537. Straka, Tomás (ed.) La Nación Petrolera: Venezuela, 1914 – 2014. Universidad Metropolitana (2016) p. 90
538. Rodríguez, Pedro y Rodríguez, Luis. El petróleo como instrumento de progreso. Segunda Edición, Ediciones IESA (2013) pp. 70 – 71

288
El fracaso multidimensional de los demócratas no se podía ocultar más tiempo. Aunque, más allá de
lo que he mostrado y he dicho, generalmente se justifica la Apertura por motivos menos críticos que el
cúmulo de fracasos que sabemos y existieron. Estos motivos típicos o mainstream son la obtención de
tecnologías, acceso a mercados extranjeros, tener canales alternativos de inversión que cubrieran lo que el
Estado no pudo, aumentar la capacidad de producción, captación de socios estratégicos, establecimiento
de límites al Estado obligándolo a tomar compromisos y eximir al Estado de riesgos permitiendo que la
función empresarial volviera a donde siempre debió estar (539) (540) (541). Pero, en realidad, estos motivos
mainstream no son contradictorios con los que he dicho, sino más bien complementarios: la única
diferencia que hay es el nivel de especifidad que hay al momento de describirlo.

Todos los motivos que se mencionan siempre son la consecuencia obvia del mal manejo de los
recursos, de la voracidad del Estado, de la institucionalidad deficiente para la generación de incentivos
favorables a la actividad económica, de la falta de inversión y a la escasez de fondos, que marginaban a los
decisores políticos a ser más cuidadosos con su manejo ya que el próximo error les podría acarrear altos
costos políticos, por lo que decidieron que sería mejor que otros arriesgaran capital en vez de ellos. Sea
como sea, entre 1985 y 1989, empezaron las primeras maniobras de internacionalización y apertura de la
industria petrolera venezolana tras haber estado tanto tiempo a la sombra, lo que rápidamente inició un
nuevo ciclo de inversión donde se acumularon 58839 millones de US$ a precios reales entre 1988 y 1998,
lo que superaba con un diferencial decente (16.6%) el monto acumulado durante el ciclo de inversión de
PDVSA 1976 – 1985, que juntaba 50458 millones de US$ a precios reales. El proceso de apertura fue tan
potente que aproximadamente el 62% de la composición del crecimiento económico durante los primeros
años de la Era Chávez (1999 – 2008) es efectivamente atribuible al peso de las inversiones que se habían
realizado durante el período anterior (1988 – 1998) (542).

El crecimiento económico promedio era del 3.4%, del cual un 2.5% se debía a las variables
petroleras —que a su vez se podían mantener en esas condiciones debido al impulso y renovación que trajo
la Apertura—. De hecho, tuvo tanto impacto que la industria petrolera entró en declive durante la
instauración del socialismo gracias a que los nuevos actores políticos le dieron marcha atrás: el economista
Francisco Monaldi menciona que aproximadamente se despidió a la mitad de los empleados que estaban
operando (de los cuales gran parte fueron contratados entre 1978 y 1998); el Estado aumentó
drásticamente su arbitrariedad con la renegociación unilateral de contratos que el Estado tenía con
compañías extranjeras, elevó impuestos y nacionalizó activos, lo que condujo a anular los canales de fondeo
por medio de inversión extranjera por la reputación negativa que el país iba adquiriendo; algunas
compañías eficientes fueron estatizadas y transferidas a la operación de la división de servicios de PDVSA
y, para rematar, el chavismo usó a PDVSA como su propia «caja chica» y le sacó una cantidad excesiva de
recursos que la empresa necesitaba para financiar sus inversiones (543)... Chávez nos había llevado de nuevo
a las condiciones industriales de 1971. Chávez, aunque los demócratas le detestaban, tenía más similitudes
que diferencias con ellos en cuanto a las medidas que adoptó, puesto que son las mismas que sus
predecesores habrían impulsado durante la mayor parte de su gobierno. Como dato curioso, Chávez era
tan endiabladamente parecido a los demócratas que incluso replicó el desastre del Fondo de Inversiones
de Venezuela, solo que con el Fondo de Inversión y Estabilización Macroeconómica (FIEM) (544).
_________________________________________________________________________________________________________________________
539. Espinasa, Ramón. El auge y el colapso de Pdvsa a los treinta años de la nacionalización. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales. 2006, vol.12,
n.1, p. 159
540. Hernández, José Ignacio. La apertura petrolera o el primer intento por desmontar el pensamiento estatista petrolero en Venezuela (2020) pp. 8 – 9
541. Key, Ramón y Villarroel, Claudia. El petróleo será insuficiente: el colapso de la industria petrolera y la crisis venezolana. Debates IESA, Volumen XXIII, N° 2,
Abril – Junio (2018) pp. 27 – 28
542. Ídem pp. 29 - 30
543. Monaldi, Francisco. Después del colapso: ¿Cómo revitalizar la industria petrolera venezolana? Prodavinci (2017)
544. Rodríguez, Pedro y Rodríguez, Luis. El petróleo como instrumento de progreso. Segunda Edición, Ediciones IESA (2013) p. 72

289
La Apertura fue, con bastante justificación, una victoria de los predicamentos del liberalismo
económico sobre los preceptos de la socialdemocracia; llegando a ser un pequeño rayo de luz de lo que
Asdrúbal Baptista decía que necesitaba Venezuela: una élite intelectual liberal criolla (545), puesto que
aunque esta élite nunca llegó a surgir, quienes encabezaron el renacimiento del sector petrolero sin duda
articularon las reformas bajo preceptos liberales (por eso fue un pequeño rayo de luz). Ni siquiera tuvieron
que aparecer los liberales, sino que los mismos socialdemócratas cayeron bajo el peso de su propio sistema
maldito desde el nacimiento, por lo que tuvieron que renunciar a él ya que, por sí mismo, nunca fue ni será
capaz de sobrevivir sin un capitalismo al cual parasitar.

El propio padre de las políticas petroleras que perjudicaron a la industria por tanto tiempo —al
punto de hacerla insensible a las fortísimas inversiones de PDVSA— terminó renunciando a su engendro,
admitió que los recursos fueron desperdiciados, y quienes osaron a intentar reformar la industria
utilizando mecanismos de inversión y estabilización macroeconómica centrados en el Estado lo que
hicieron fue empeorar la situación… Como le sucedió a Carlos Andrés Pérez y después a Chávez (546) (547),
demostrando que las medidas estatistas siempre fracasan independientemente de quien las aplique e
independientemente del sistema: no importa si es Chávez o Pérez, no importa si es el socialismo o la
socialdemocracia, el peso de la realidad económica siempre caerá encima de quienes hacen las políticas y
los obligarán, con mayor o menor admisión del error, a renunciar de lo que implantaron una vez.

Simplemente no hay mayor ejemplo del fracaso de la administración demócrata del petróleo que la
mera existencia histórica de la «Apertura Petrolera». Ni siquiera todo lo que he llegado a colocar en este
capítulo se llega a comparar con el simple hecho de que, estando en democracia, a la industria no le pudo
ir mejor sino cuando el Estado le entregó al mercado su operación, no porque el Estado quisiera hacerlo,
sino porque el peso de sus errores lo obligó. ¿Qué creen que hubiera pasado si la Apertura Petrolera no
hubiera traído otro ciclo de inversiones? ¿Cómo hubiere podido sobrevivir la industria con los promedios
de inversión que había estado trayendo desde 1958? ¿Acaso los pozos se hubieran reactivado, o la
producción se hubiere podido disparar? Para que se hagan una idea, probablemente lo que hubiese
ocurrido de no darse la «Apertura Petrolera» sería lo que está pasando desde 2013 con PDVSA.

El sector petrolero estaba al borde del colapso. Nosotros sabemos que sí, porque todo esta sección
ha dado un largo recorrido de pruebas para demostrar que sí. Esa situación (la de la industria a punto de
implosionar) amenazó las rentas captadas por el Estado y este, sabiéndose inútil para la administración de
negocios, se la dio al mercado —que sí conoce de negocios— a cambio de mantener el flujo parasitario de
rentas. Si eso no hubiere estado ocurriendo y el curso de las cosas era exitoso para la industria,
simplemente se hubieran mantenido fieles a los inútiles principios del Pentágono Petrolero. Si su modelo
de gestión y las dinámicas transferidas desde el Estado hacia la industria eran tan buenas, ¿entonces por
qué tuvieron que ceder de nuevo ante el sector privado? No tiene ningún sentido ceder ante el mercado si
el Estado es tan bueno. Reconocieron que no lo era y aceptaron que no podían manejarlo. Pero, por más que
la simple existencia de la Apertura demuestra que los demócratas se arrepintieron de sus políticas pasadas
(porque tuvieron que renunciar a múltiples principios que adoptaron desde el inicio de sus gobiernos y
llevaban defendiendo por décadas, incluso desde la época de Juan Vicente Gómez) (548), nunca reconocieron
abiertamente su error, y tampoco nadie lo denunció de forma explícita. Yo, pese a todo, sostengo que esta
reforma contradictoria a la vez que beneficiosa es la mayor muestra de su fracaso... Uno admitido.

_________________________________________________________________________________________________________________________
545. Straka, Tomás (ed.) La Nación Petrolera: Venezuela, 1914 - 2014. Universidad Metropolitana (2016) p. 101 – 104
546. Ídem, p. 91
547. Rodríguez, Pedro y Rodríguez, Luis. El petróleo como instrumento de progreso. Segunda Edición, Ediciones IESA (2013) pp. 70 – 72
548. Lieuwen, Edwin. Petróleo en Venezuela, una historia (1° Edición Digital). El Perro y la Rana (2016) pp. 89 –

290
6. La falla del capital: ¿Otra raíz de los males?
‘‘Un Estado mínimo no tiene que dedicarse a arrebatarles violentamente su dinero a los
contribuyentes para entregárselo a empresas que no han hecho nada para obtenerlo por medios
voluntarios en el mercado: son los contribuyentes, en su papel de consumidores o inversores, quienes
deben decidir si los bienes y servicios que les ofrecen los distintos planes empresariales son
merecedores, o no, de su capital. Si lo son, el Estado será innecesario para hacerles llegar esos fondos’’

Juan Ramón Rallo

La cita que abre esta sección ya fue utilizada en páginas anteriores, pero su contenido simboliza el
enfrentamiento a uno de las grandes fallas que ha tenido la economía venezolana antes, durante y
probablemente después del chavismo (si no detenemos a la socialdemocracia, por supuesto). Antes de
empezar cualquier cosa debo realizarte una pregunta que aunque no me la contestarás presencialmente,
servirá para aclarar conceptos y, de este modo, tener un punto de partida claro. ¿Qué es lo que entiendes
por capital? El «Diccionario de la Lengua Española» de la Real Academia Española incluye tres acepciones
para definir lo que es el capital en términos económicos: La primera es ‘‘conjunto de activos y bienes
económicos destinados a producir mayor riqueza’’, la segunda acepción lo determina como un ‘‘valor de lo
que, de manera periódica, rinde u ocasiona renta, intereses o frutos’’ mientras que la tercera simplemente
lo engloba como una ‘‘hacienda, caudal o patrimonio’’ (549).

El capital expresado como un ‘‘conjunto de activos y bienes económicos destinados a producir mayor
riqueza’’ no es más que la faceta del capital como factor de producción, que comparte lugar en los
procesos productivos con los otros dos factores clásicos (tierra, trabajo) y con otro factor cada vez más
relevante, que es la tecnología. ¿Qué hay de la segunda definición? El capital visto como un ‘‘valor de lo que,
de manera periódica, rinde u ocasiona renta, intereses o frutos’’ lo que percibe es, de forma correcta pero
literariamente y sin mucha precisión, la cara del capital como generador de renta. Ya estas distinciones
entre las facetas del capital los tenía claro el primer economista que realizó avances sólidos y certeros en
la teoría del capital: Eugen von Böhm–Bawerk. En 1889, dejó unas notas introductorias en su memorable
«Teoría positiva del capital» para pedir tratamientos diferentes para ambas facetas:

Por lo regular, en todas las exposiciones sistemáticas de la Ciencia Económica necesitamos ocupamos
del término «capital» y de la teoría del capital en dos áreas del conocimiento separadas y distintas.
Primero tenemos que hacerlo cuando estudiamos la producción de bienes y segundo cuando
examinamos su distribución. En el primer caso el capital se nos presenta como un factor o instrumento de
producción, como una palanca de la que los hombres se valen para poder extraer de la naturaleza, de
manera más provechosa, distintas clases de bienes. En el segundo caso el capital se nos presenta con una
fuente de renta, como un fondo que produce «ganancias»’’ Eugen von Böhm–Bawerk (550).

¿Y qué hay de la tercera acepción, la que dice que es una ‘‘hacienda, caudal o patrimonio’’? Esta
visión del capital, aunque bien se acerca más al capital desde la óptica netamente financiera, podría
aproximarse a lo que es el «stock de capital». Como hemos visto anteriormente, el «stock de capital» no es
más que el acervo de capital: aquél que se ha ido acumulando dentro de una industria o economía y que
engloba tanto los recursos pecuniarios que se destinan a financiar la inversión como al valor de los bienes
que se emplean directamente para producir bienes y servicios para la sociedad (551).
_________________________________________________________________________________________________________________________
549. Diccionario de la Lengua Española. Edición del Tricentenario. Actualización 2019. Real Academia Española (2019). Palabra: Capital.
550. von Böhm–Bawerk, Eugen. Teoría Positiva del Capital [1889]. Traducción de José A. Aguirre. Edición digital de Titivillus, ePUB Libre (2015) pp. 23 – 24
551. Se habló de las definiciones y utilidad del stock de capital en las subsecciones 5.5.3.1 y 5.5.3.2 del capítulo 5.

292
6.1. ¿Cómo empleamos el capital? Entre definiciones y usos prácticos
Las dos primeras acepciones —las que realmente merecen nuestra atención puesto que la última es
un mero elemento colateral de ellas— tienen el mismo origen y están interrelacionadas, como bien
demostró von Böhm–Bawerk en otra de sus obras fundamentales titulada «Historia y crítica de las teorías
del interés» (552), la cual proporcionó abundantes críticas que dieron suficiente noción teórica a Böhm–
Bawerk para que naciera la ya mencionada «Teoría positiva del capital». El capital como factor de
producción genera nuevos bienes distintos de él (denominados bienes de consumo), que luego son
vendidos a un determinado precio de mercado el cual generalmente es mayor que el de los costes de
producción. El diferencial entre los costes de producción y el precio de mercado es da el origen a un
excedente o beneficio puramente material, que el capitalista se embolsa.

En vista de este proceder tan lógico, la existencia del capital como generador de renta es
dependiente de la faceta del capital como factor de producción dado que sin empleo productivo del
capital, no hay bienes para vender en el mercado; y sin bienes a la venta no existe remuneración alguna.
Por esa perspectiva tan aparentemente racional, el capital como factor de producción es lo que
frecuentemente se pone como lo verdaderamente relevante de la naturaleza del capital y se suele satanizar
al capital como generador de renta. Consciente de esto, von Böhm–Bawerk empezó su resolución de la
‘‘cuestión del interés’’ razonando como quien desprecia al capital como generador de renta: ‘‘El interés del
capital es independiente de cualquier actividad del personal del capitalista; éste de beneficia con él aun
cuando no mueva ni un dedo de la mano para hacer que se produzca, razón por la cual parece, en verdad,
como si el mismo capital lo produjese, como si el capital pariese el interés [...] ¿De dónde y por qué obtiene el
capitalista ese aflujo interminable de bienes, sin esfuerzo alguno de su parte?’’ (553).

La respuesta que consiguió Böhm–Bawerk al porqué el interés existe sentó las bases para que los
neoclásicos avanzaren con otros puntos no descubiertos. Sucede que si la faceta del capital como
generador de rentas no existiera, los capitalistas no participarían dentro de la actividad productiva
puesto que no se les da ningún motivo para que lo hagan. En efecto, si el capital no genera rentas, el capital
no producirá. Las rentas derivadas lo que hacen es satisfacer la prima de riesgo —costo no tangible que los
hombres de negocios ven en la participación económica— y la prima temporal —condición que debe
sufragarse para que los empresarios tengan el incentivo mínimo de invertir, de modo que no crean que
están perdiendo el tiempo— como bien resumió Juan Ramón Rallo en su lección de economía citada
anteriormente: «La teoría del interés y el capital: Apuntes de la historia de las doctrinas monetarias» (554).

La prima de riesgo se paga debido a que los empresarios asumen un riesgo al entrar a los procesos
de producción y comercialización: comienzan aportando el plan de negocios que ha de utilizar empresa, se
enfrentan a la incertidumbre (que puede variar dependiendo de la industria en la que operen y del mercado
al que quieran llegar), asumen de forma total las pérdidas que se sufran en caso de que su esquema no
funcione y de todos modos deberán hacer frente a las obligaciones contractuales que adquirieron con sus
empleados al momento de contratarlos; independientemente de las pérdidas deben pagarles. Este
concepto es tan poderoso que sus repercusiones las vemos siempre cuando los capitalistas intentan
disminuir los riesgos que adquieren —o las pérdidas que puedan resultar de los ellos— apalancándose en
subsidios estatales, protecciones de la competencia, tratos por debajo de la mesa con los políticos, créditos
baratos, condiciones monopsónicas para dominar los términos contractuales, entre otras.
_________________________________________________________________________________________________________________________
552. von Böhm–Bawerk, Eugen. Capital e interés: Historia y crítica de las teorías sobre el interés. Fondo de Cultura Económica, Segunda Edición (1986).
553. Ídem, p. 27
554. Rallo, Juan Ramón. Lección 7 – La teoría del interés y el capital: Apuntes de la historia de las doctrinas monetarias (2014).

293
Por otra parte, la prima temporal es lo mínimo indispensable que la renta debe satisfacer. Nadie (a
menos que esté loco) invertiría 100 US$ hoy para recuperar los mismos 100 US$ mañana, es una acción
que no tiene ningún sentido. Estando en un momento inicial, ejecutas una acción que lo único que hace es
llevarte de vuelta al mismo momento inicial; lo único que logras es perder el tiempo, de forma que esto
supone dejarte una pérdida neta. Si hago una acción 𝐴, se asume que lo hago esperando que me lleve de un
estado 𝑍 a un estado 𝑋 que mejoraría mi propia condición. Ahora cambiemos el valor 𝐴 por ‘‘invertir’’, el
valor 𝑍 por ‘‘menos rico’’ y el valor 𝑋 ‘‘por más rico’’. Si un empresario es menos rico, invertirá para pasar
a un estado donde sea más rico, objetivo que se logra a través de la sustracción rentística de dividendos (o
sea, los dividendos se generan por las rentas del capital, y a su vez los empresarios sustraen dichos
dividendos), puesto que no tiene sentido invertir para tener el mismo nivel de riqueza —puesto que solo
habría perdido el tiempo, y nadie actúa para quedar en el mismo estado—.

De aquello se deduce la máxima de Mises en su clásico «La Acción Humana» donde el hombre solo
actúa para pasar de un estado menos satisfactorio a otro que le sea más satisfactorio: ‘‘El hombre, al actuar,
aspira a sustituir un estado menos satisfactorio por otro mejor. La mente presenta al actor situaciones más
gratas, que éste, mediante la acción, pretende alcanzar. Es siempre el malestar el incentivo que induce al
individuo a actuar. El ser plenamente satisfecho carecería de motivo para variar de estado. Ya no tendría ni
deseos ni anhelos; sería perfectamente feliz. Nada haría; simplemente viviría’’ (555). La razón por la cual el
hombre de negocios arriesga capital es porque, con la información que tiene disponible, cree que puede
mejorar su propia situación a través de los beneficios que consiga actuando.

Si no se satisface la prima temporal entonces no se resuelve la condición indispensable para que el


empresario invierta, puesto que no invertirá pensando que no va a recibir ninguna bonificación a su estado
actual por eso. Por consiguiente, el capital como generador de renta es lo que proporciona los incentivos
para que aparezca la faceta del capital como factor de producción, ya que si no hay renta no hay motivos
para invertir —y sin inversión no hay recursos para producir—, pero si no hay producción tampoco hay
renta —puesto que no habrán productos para vender—. Ambas caras del capital son, de nuevo,
complementarias y parte de su naturaleza, cosa que no debe ser ignorada para entender la importancia de
los derechos de propiedad, la inversión privada y las instituciones que los protegen (556).

En cuanto a los usos del capital, podemos deducir de sus acepciones que: 1) El capital se usa
siempre en para producir bienes y servicios y; 2) El capital es un «valor» que se aporta para generar
beneficios empresariales que son proporcionados por el interés que tiene el titular al emplearlo en un
proceso productivo de forma directa (caso de los bienes de capital) o indirecta (en el caso de los recursos
que se le proporcionan a las empresas en forma de préstamos a través de los canales que existen en los
mercados financieros), pero también por los riesgos que asumen. No obstante, algunos usos alternativos
frecuentes del capital son el empleo y remuneración de otros factores productivos; su utilización para
aumentar el ratio capital–trabajo con el objetivo de conseguir incrementos en la productividad y el
desarrollo de nuevas tecnologías. Para los valores que se vinculan a la inversión de capital, usamos la
antonomástica «formación bruta de capital fijo» que se define como la inversión permanente dirigida a:
‘‘mejoras a la tierra (cercas, zanjas, desagües); la compra de equipos y maquinaria; y la construcción de
fábricas, carreteras, vías férreas, y demás infraestructura; así como las escuelas, oficinas, viviendas
residenciales privadas, hospitales y edificios comerciales e industriales’’ (557) (558).
_________________________________________________________________________________________________________________________
555. von Mises, Ludwig. La Acción Humana [1949]. Traducción de Joaquín Reig Albiol. Edición digital de Loto y Leviatán, ePUB Libre (2014) p. 48
556. Un libro donde se explica bien la relación entre las instituciones y los incentivos es «Por qué fracasan los países» (Deusto, 2012) de los economistas Daron
Acemoglu y James Robinson.
557. World Bank Data Catalog. Gross Fixed Capital Formation (Current US$). Consultado el 24/09/2020.
558. Serebrisky et al. La inversión y el ahorro en América Latina y el Caribe: ¿Cómo se relacionan? BID (2015) p. 9

294
6.2. Inversiones aniquiladas en democracia: niveles múltiples
Calculé tres indicadores que miden los niveles de inversión duradera. El primer indicador expone
la formación bruta de capital fijo en dólares a precios corrientes, expresando así la inversión anual en bienes
de capital a largo plazo en una divisa extranjera de uso internacional. En segundo lugar, el otro indicador
muestra la formación bruta de capital fijo en dólares a precios constantes de 2019, ajustando la variable
anterior a los efectos de la pérdida del poder adquisitivo interno del dólar. Por último, el tercer indicador
expresa la formación bruta de capital fijo real per cápita en dólares a precios constantes de 2019, de forma
que existe una ratio entre las inversiones reales a largo plazo y la población venezolana (559).

Los datos primarios de la formación bruta de capital fijo vienen del documento «Series estadísticas
de Venezuela Tomo I – A (1950 – 1998)» hecho por el Banco Central de Venezuela (560). El tipo de cambio
proviene de una serie propia elaborada a partir de múltiples fuentes tales como la Montevideo–Oxford
Latin American Database (561), el Bank for International Settlements (562) y el BCV (563). El deflactor para el
poder adquisitivo doméstico del dólar se toma del indicador «Purchasing Power of the Consumer Dollar in
U.S. City Average» (debido a que es el más apropiado para series históricas) (564).

Cuadro 134 | Formación bruta de capital fijo en millones de dólares a precios corrientes (Venezuela,
1950 – 1999). Fuente: BCV, BIS, MOxLAD.

Lo que vemos arriba es el gráfico de la primera medida de lo que llamaremos inversión a largo plazo
o inversión durable, término intercambiable con lo que se está mostrando en ellas: la formación bruta de
capital fijo (FBCF). El economista Miguel Ángel Santos en su artículo «La inversión privada y el
empobrecimiento sostenido de Venezuela» bien sentó que la FBCF y la inversión bruta [durable] pueden ser
términos intercambiables (566). Nosotros adoptaremos la misma postura de uso, ya que significan lo mismo.
_________________________________________________________________________________________________________________________
559. Como veremos a continuación, cada indicador ajusta de manera radical al otro dando resultados muy diferentes al anterior, pero más precisos y útiles.
560. Series estadísticas de Venezuela Tomo I – A (1950 – 1998). Banco Central de Venezuela (2018).
561. moxlad.cienciassociales.edu.uy > Base de datos > Sector financiero y monetario > Monetario > Tipo de cambio nominal (UML vigente/$).
562. Sitio web del BIS > Estadísticas > Sector externo > Tipo de cambio de referencia > Tipo de cambio de referencia. Serie 1985 - 1996.
563. Series estadísticas de Venezuela, Tomo I – B, Balanza de Pagos (serie 1940 – 1999). Banco Central de Venezuela (1999).
564. fred.stlouisfed.org > Categories > Prices > Consumer Price Indexes > Special Indexes > Consumer Price Index for All Urban Consumers: Purchasing Power
of the Consumer Dollar in U.S. City Average
566. Santos, Miguel Ángel et. al (eds.) Venezuela: Un acuerdo para alcanzar el desarrollo. Primera Edición. UCAB - IIES (2008) p. 311

295
Podemos notar en el gráfico es que, aparentemente, los niveles de inversión durante los años
cincuenta y principios sesenta se mantuvieron bajos. Entre 1950 y 1959 la formación bruta de capital fijo
privado era de apenas 956 millones de US$ corrientes, el público era de 453.55 millones de US$ y la
inversión bruta total llegaba apenas a los 1409 mil millones anuales en promedio. Luego, entre 1960 y
1969, estos valores eran, en promedio, de 1213 millones de US$ 524 millones de US$ y 1737 millones US$
respectivamente, siendo la inversión generalmente un 21.91% mayor que la década anterior: a pesar de
que los niveles se mantenían bajos, la democracia todavía logró conseguir mejores resultados que los
militares. Naturalmente, esto haría que me tragara todas mis subestimaciones a los gobiernos demócratas.

Pero esos resultados se dispararon cuando llegó 1978: la formación bruta de capital fijo privado fue
de 9644.52 millones de US$ (creciendo un 823% frente a 1957), el público fue de 7100 millones de US$
(+871% respecto de 1957) y el total alcanzó unos majestuosos 16745 millones de US$ (+843% comparado
con 1957). Eso hace parecer que los demócratas lograron llevar a Venezuela a toda una bonanza sin límites
bajo su ala, donde la inversión se disparó a niveles estratosféricos que superaron con creces los resultados
de los nefastos gobiernos militares. Además, la bonanza demócrata nunca se acabó; apenas se detuvo un
poco cuando los precios del petróleo se desplomaron entre 1980 y 1985 (567), lo que llevó a recortes de
inversión moderados entre 1985 y 1989, pero para colmo de nuestra ignorancia, en menos de una década
la inversión logró recuperarse como si nada sucediere… Por supuesto, todo lo que digo es sarcástico.

Cuadro 135 | Formación bruta de capital fijo en millones de dólares a precios constantes de 2019
(Venezuela, 1950 – 1999). Fuente: BCV, BIS, MOxLAD, FRED.

Bajando de la nube la bonanza socialdemócrata ajustando la inversión bruta durable a los efectos
de la devaluación interna del dólar, se corrige gran parte de la interpretación pasada. Primero, podemos
notar que la bonanza socialdemócrata tuvo una caída mucho más dura en términos reales que en términos
nominales. Por ejemplo, la ‘‘caída corta’’ en los niveles de inversión entre 1978 y 1985 según el cuadro 134
es de un 67.03% para todas las variables de formación bruta de capital fijo (privado, público y total),
mientras que la caída mostrada aquí tiene cuatro características radicalmente distintivas: i) No es corta, a
precios corrientes la recuperación comienza en 1986 mientras que a precios reales la recuperación
comienza en 1990; ii) La caída no solamente es sustancialmente más larga, sino que también es mucho más
_________________________________________________________________________________________________________________________
567. León, Geraldine. Tendencia histórica de los precios del petróleo 1860 - 2004. Revista de Memoria Política #11 (2007) pp. 166 – 169 y 172 – 173

296
fuerte ya que a precios nominales los recortes promedio son, como ya hemos dicho, del 67.03% para el
período comprendido entre 1978 y 1985, pero a precios reales el golpe incrementa su potencia en 12.55
puntos más, alcanzando el 79.59% de disminución en la inversión en todos los niveles; iii) Ya no solamente
el declive era más largo y fuerte, sino que también comienza antes. Nominalmente, los niveles de inversión
de 1982 eran bastante parecidos a los de 1978 (la diferencia era de apenas un insignificante 2.76%), el
radical crecimiento en la formación bruta de capital fijo público —que aumentó 73.56%— habría
compensado la caída en la inversión privada durable —que cayó 51.81%—. Por tanto, la caída parece ser
súbita e iniciada en 1983. Pero, en términos reales, la caída comenzó en 1979 y la diferencia de la inversión
entre 1982 —año en el que se comienza a ver una pequeña caída— y 1978 ya no era de un 2.76%, sino de
35.09%. Eso nos quiere decir que la caída comenzó realmente tres años antes y para el momento cuando
se empezó a notar ‘‘algo’’ de decremento, la caída era unas doce veces más grande de lo que se veía
facialmente en la contabilidad nacional y; iv) a diferencia del cuadro 134, aquí la formación bruta de capital
fijo nunca recupera su estado anterior. En 1998 la formación bruta de capital fijo seguía lastimada en todos
los sentidos: frente al máximo año de auge (1978), la privada se redujo en un 59.01%; la pública estaba en
un 52.52% menos y la inversión total decreció en un 56.26%.

Cuadros 136 y 137 | Izquierda: Índice de formación bruta de capital fijo nominal (Venezuela 1950 – 1998).
Derecha: Índice de formación bruta de capital fijo real (Venezuela 1950 – 1998). Fuente: BCV, BIS, MOxLAD, FRED.

Las diferencias del desarrollo de la formación bruta de capital fijo según el tipo de precios al que se
muestren se pueden apreciar más claramente en los cuadros 136 y 137. A precios nominales, la inversión
privada durable se pudo multiplicar por 9.2 veces a su punto máximo desde 1957 hasta 1978; pero si
traemos la cifra a precios reales, el desarrollo en realidad fue, como mucho, de 3.8 veces. De hecho, si vemos
las escalas que traen los gráficos, podemos notar que los «puntos base» (568) se miden en miles cuando
tratamos la medida nominalmente (izquierda, escala 0 – 1600), pero cuando se opera en términos reales
ya la escala necesita apenas un par de cientos (derecha, 0 – 450). ¿Qué implica eso? Implica que el
crecimiento de la formación bruta de capital fijo es mucho menor a precios reales.
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568. El índice se escala en puntos base (con año 1957 como año de referencia), con los que se puede determinar el desempeño de una variable en el tiempo y
hacerla comparable con el desarrollo de otras, poniéndolas en los mismos términos (ya que todas parten técnicamente del mismo punto).

297
Les doy otros ejemplos. La formación bruta de capital fijo privado para 1998 explotó en un
crecimiento del 815% frente a 1957, pero solo si tomamos la variable nominal. A precios reales, la inversión
en realidad creció un bastante más pequeño 58%: el crecimiento verdadero fue 92% menor cuando se
ajustó a los efectos de la pérdida de poder adquisitivo del dólar. Del mismo modo se puede aplicar lo mismo
a la formación bruta de capital fijo público: a precios nominales se echó un reventón del 1015% cuando se
compara con el nivel que había en el último año de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. A precios reales,
el crecimiento se minimiza al 93.63%, reduciéndose el impacto del crecimiento en casi 11 veces. El mismo
ejercicio se puede aplicar a la formación bruta de capital fijo total: mientras que a precios nominales crece
897.6%, poniéndolo a precios reales el aumento se reduce a un 73.17% (minimizándose por 12 veces).

Esa es la importancia de ajustar los valores por medio de deflactores —para tomar en cuenta los
efectos que tiene el nivel de precios sobre ellos— y, a su vez, es la razón por la cual preferiría morirme que
intentar utilizar no irónicamente los precios nominales para describir series históricas. Esa es la razón por
la cual muchos todavía quieren interponer la noción de ‘‘bonanza democrática’’ utilizando medidas infladas
(porque precisamente no consideran estos efectos), luciéndose como ganadores y victoriosos sin
considerar cosas tan básicas como eso: la mera inflación. Otros muestran datos ‘‘sueltos’’ fuera de contexto
y sin mostrar ninguna tabla o gráfica (tal como hace Mario Buffone) (569) además de no estar deflactados
(por lo que ya tuvimos que corregir a Andrés Chirivella) (570). Este tipo de cosas, aunque a nivel técnico
sean una nimiedad porque nada cuesta deflactar, hacen una gran diferencia cuando se trata de revelar
datos a la población para describir procesos económicos o hacer comparaciones de períodos, cosa que les
corresponde tradicionalmente a los historiadores pero nos han decepcionado ya varias veces.

Pero todavía queda algo que tomar en cuenta para perfeccionar aún más el cálculo. ‘‘Según la teoría
neoclásica de crecimiento, la productividad laboral puede crecer por tres vías. La primera es por medio, de un
incremento del capital físico por trabajador. Un obrero con un tractor puede mover mucha más tierra que un
obrero con una pala’’ (571) nos dicen Pedro Luis Rodríguez y Luis Roberto Rodríguez, economista e
ingeniero, padre e hijo y dos escritores que nos recuerdan lo mismo que nos dijeron Michael Owyang y
Hannah Shell: para que el capital nos diga algo verdaderamente relevante, tenemos que ponerlo
necesariamente en relación con las unidades de mano de obra (trabajadores) que hay, razón por la cual
hice cálculos de la inversión bruta en activos fijos del sector petrolero per cápita (572) (573).

La forma más básica, pues, de incrementar la productividad es incrementando la intensidad de


capital que hay dentro de una industria al dotársele de bienes que pueden volver su labor más eficiente,
pero no solamente eso; sino que además una mayor cantidad de capital por unidad de mano de obra
permite en primer lugar que se emplee a los trabajadores: debe haber disponibilidad de capital para que
se invierta y, consecuentemente, un trabajador sea contratado. Es por esto que dentro de la literatura es
un consenso que «los problemas de desempleo son, en última instancia, un problema de inversión» (574) y
durante las crisis europeas en los años ochenta y noventa, aún donde no existían inflexibilidades ni
fricciones dentro del mercado laboral, el desempleo se mantenía y aumentaba: esa variable empezó a
depender del ratio capital/mano de obra. Por eso, lo correcto es que calculemos la formación bruta de
capital fijo per cápita a precios reales (US$ constantes), para medir la disponibilidad efectiva de capital.
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569. Mario Buffone es un historiador partidario de Acción Democrática que lleva el blog Obras de la Democracia con el cual he tenido roces por tratar la cuestión
petrolera públicamente. No he recibido réplicas hasta el momento.
570. A Chirivella le corregimos ciertas inverosimilitudes por mala interpretación de datos en la subsección 5.1.2.2.
571. Rodríguez, Pedro y Rodríguez, Luis. El petróleo como instrumento de progreso. Segunda Edición, Ediciones IESA (2013) p. 90
572. Owyang, Michael y Shell, Hannah. How Capital Deepening Affects Labor Productivity. Federal Reserve Bank of St. Louis (2018)
573. Esta corrección se hizo en la subsección 5.5.3.1 «Razón subyacente #1: El desplome del stock de capital»
574. Arestis, Philip; Baddeley, Michelle y Sawyer, Malcolm. The relationship between capital stock, unemployment and wages in nine EMU countries. Bulletin of
Economic Research (2007) pp. 128 – 133

298
Cuadro 138 | Formación bruta de capital fijo per cápita a precios reales en US$ constantes de 2019 (Venezuela,
1950 – 1998). Fuente: BCV, BIS, MOxLAD, FRED.

Ajustando el cálculo a efectos de devaluación, pérdida de poder adquisitivo interno del dólar y
población —lo que yo llamaría un triple bypass— encontramos, a mi juicio resultados muy demoledores
para los demócratas. Anteriormente, si nada más tomábamos la formación bruta de capital fijo a precios
nominales veíamos que entre 1957 y 1978 esta se multiplicó por 9.2 veces; si la llevábamos a precios
constantes nada más crecía 3.2 veces; pero si ahora además de hacer correctamente la deflactación también
consideramos que la inversión bruta durable (575) debe crecer más de lo que crece la población, el
crecimiento de la inversión es nada más de 1.9 veces: De 2377 US$ reales per cápita a 4489. ¿Qué significa
esto? Pues que si utilizamos la variable correctamente considerando en ella todo lo necesario (devaluación,
pérdida de poder adquisitivo y población), el ‘‘apogeo de inversión’’ contrae su impacto en un 79.34%. Por
supuesto, el efecto de minimización no es lo único que esta gráfica tiene que mostrar.

A precios reales, la inversión durable privada durante la década de los sesenta era un 13.31% mayor
que el promedio que hubo entre 1950 – 1957 (últimos años de la dictadura militar). Aparte, la inversión
durable pública era un 20.18% mayor y la total era un 15.38% superior. Nominalmente, esta secuencia era
considerablemente mayor: la formación bruta de capital fijo privado creció 34.60%, la pública aumentó
42% y la total 36.84%. Pero cuando consideramos los efectos definitivos de la población para que la
variable cobre significado, la formación bruta de capital fijo no solo tuvo nulo crecimiento, sino que
disminuyó —cosa frecuentemente ignorada en nuestra casi nula historia económica e historiografía—. La
inversión durable privada cayó un 21.60% en la década de los 60’s con respecto al promedio de 1950 –
1957, la pública cayó 14.98% y la total cayó 19.63%. La realidad metodológica imponiéndose sobre
abstracciones contables que los historiadores utilizan para defender regímenes obsoletos nos muestra que,
en la práctica, tal endiosamiento a ciertos años gloriosos son ciertamente injustificados: no lograron
superar siquiera a los años de dictadura; solo lo pueden pintar en el aire utilizando erróneamente los datos.

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575. Inversión durable, inversión bruta a largo plazo, formación bruta de capital fijo e inversión bruta son términos que se refieren a la misma variable y, como
se dispuso anteriormente, son completamente intercambiables.

299
Cuadro 139 | Índice de formación bruta de capital fijo real per cápita (Venezuela, 1950 – 1998). Fuente: BCV,
BIS, MOxLAD, FRED.

Durante la democracia, el único período donde la formación bruta de capital fijo en general logró
superar los niveles de 1957 tuvo lugar entre 1975 y 1982. La vasta cantidad de años restantes que
permaneció vigente el modelo socialdemócrata, los niveles de inversión bruta durable por habitante
yacieron en niveles menores que a los del apogeo durante la dictadura militar: el total de formación bruta
de capital fijo permanecía en niveles inferiores a 1957 en cuatro de cada cinco años en democracia. A eso
se añade algo peor: antes del corto período donde hubo un diluvio de capital (1975 – 1982) la formación
bruta de capital fijo total permaneció en 28.44% menor a 1957; la privada fue menor pero en un 16.49% y
la pública decreció 43.4% en promedio. Eso quiere decir que si no fuera por las «esteroides» de la bonanza
petrolera de la Venezuela Saudí, la era democrática hubiere dado peores resultados que la dictadura militar
de Marcos Pérez Jiménez que contaba con precios del petróleo más bajos (576) y menor producción (577).

Eso empeoró cuando el apogeo terminó, como se aprecia en el cuadro 139. Después de que todos
los niveles de formación de capital fijo cayeron definitivamente en 1985 (abatiéndose primero la formación
privada en 1981, la total en 1983 y la pública para 1985) hubo un período de contracción en la inversión
que duró hasta 1989, año en el que se comenzó a recuperar levemente la formación de capital pero a pesar
de eso, aún estaba a niveles muy inferiores respecto de 1957. Entre esos años la formación bruta de capital
fijo decreció de forma mucho más intensa que durante el génesis de la democracia. La total fue un 67.42%
menor, la privada fue un 73.27% menor y la pública cayó 56.44%. Esto nos suministra tres claves que
desbaratan el mito democrático de crecimiento: i) Durante los años de génesis democrático la economía
disponía de niveles de inversión inferiores a los de la dictadura militar, por lo que no hubo más abundancia
de capital debilitándose la economía a largo plazo; ii) Los únicos años en los que la inversión general se
remontó a niveles superiores respecto a 1957 fueron ocho de los cuarenta y dos. El resto del tiempo la
disponibilidad de capital no superaba niveles previos, lo que hace dudoso que la economía se hiciera más
productiva de forma duradera y; iii) Los costos finales de la socialdemocracia aparecieron con un colapso
de la inversión, la cual se achicó de forma general en un 67.42% comparado con 1957.
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576. Roser, Max y Hitchie, Hannah. Fossil Fuels. Ourworldindata (2020).
577. León, Geraldine. Tendencia histórica de los precios del petróleo 1860 - 2004. Revista de Memoria Política #11 (2007) pp. 166 – 169 y pp. 172 – 173

300
Después de ver todo esto, parece más que claro que durante la era democrática disminuyó la
intensidad de las inversiones, lo que a su vez llevó a reducir la sostenibilidad del crecimiento económico
dada la fuerte relación que existe entre ambas cuestiones, mientras que a la par aguardaba la caída de la
productividad resultante de una menor disponibilidad de capital por unidad de mano de obra. Pero tal vez,
solo tal vez, quedaría un argumento inventariado para disfrazar el desplome del capital en Venezuela como
un suceso más bien benéfico. ¿Cómo podría ser eso posible? Sosteniendo que la ‘‘capacidad de absorción’’
de la economía no era suficiente como para recibir un flujo de inversiones desmesurado, por lo que a pesar
de que la inversión era menor, quizás este nivel era el óptimo para que la economía no sufriera de una
‘‘indigestión’’ por tanto capital que estaba recibiendo.

El argumento consta básicamente de trasladar el dicho ‘‘todo en exceso es malo’’ a la ciencia


económica y de ahí argumentar que no fue malo que los niveles de formación bruta de capital fijo cayeran,
sino que más bien pudo contribuir al bienestar de la economía. Por más inverosímil que parezca, este es el
tipo de defensa que Juan Pablo Pérez Alfonzo esgrimió de forma pionera en su libro «Hundiéndonos en el
excremento del diablo», donde difundió un postulado del economista Colin Clark (579) con el objetivo de
justificar que, al contrario de todo lo que hemos venido desarrollando a lo largo del trabajo, el problema de
la economía venezolana no yacía en sus rampantes defectos sino en su fortaleza: la abundancia de la renta
petrolera. El problema no era la nefasta política monetaria, la irresponsabilidad fiscal, el endeudamiento
intensivo con altos intereses, la dependencia de la economía de una variable tan volátil como lo es el gasto
público, la glotonería rentística del Estado, los conflictos institucionales, la asfixia tributaria, los recortes
imponentes en la productividad o la baja eficiencia del tejido empresarial. Nada de eso era un problema. El
problema real fue simplemente que ‘‘éramos’’ muy ricos y la economía no podía absorber tanto capital.

Así, Pérez Alfonzo llegó a sostener celebres afirmaciones como ‘‘La verdad no se quiere comprender
en toda su profundidad no obstante las repetidas demostraciones que el despilfarro es un efecto o
manifestación causado por los excesos de divisas generadas en cierta forma fuera de la actividad económica,
propia del país. El fenómeno de excesos de capital se ha reconocido por algunos como de indigestión
económica [...] Sea como fuere, la verdad demostrada por la experiencia es que mientras no se reduzcan los
niveles de ingresos de divisas hasta ciertas proporciones razonables, en su relación con los niveles de actividad
económica de Venezuela, no se harán los esfuerzos necesarios para reinvertir los ingresos provenientes de la
liquidación de un activo nacional como el petróleo’’ (580). A partir de las posiciones de Pérez Alfonzo, algunos
autores, intelectuales e investigadores le dieron fe a su tesis, ejemplos sobran: Asdrúbal Baptista y Bernard
Mommer en «El petróleo en el pensamiento político venezolano» o María Salas–Bourgoin en «Sociedad,
Estado y renta petrolera en Venezuela» ya que, recordando las palabras de Gregorio Darwich, Pérez Alfonzo
era (y todavía es) considerado un experto en este tipo de asuntos, influenciando hasta el día de hoy (581).

Tal tesis podría, en apariencia, solucionar la ‘‘problemática artificial’’ que tendría lugar si criticamos
los bajos niveles de inversión que hubo durante la democracia. Simplemente pensemos la increpación
socialdemócrata del siguiente modo. ‘‘Si la formación de capital cayó durante la democracia y aun el país
no lo podía absorber, ¿para qué diantres quieres mayores niveles de inversión, niño imberbe? ¿Acaso
quieres matar la economía?’’. Pero para esto hay una refutación fácil: el argumento asume que hay un
exceso de capital, pero no menciona cuáles son los niveles adecuados de formación de capital para que la
economía no sufra. Si no conocemos cuál es el ideal de formación de capital, no podemos averiguar si hay
un exceso porque no sabemos en qué punto debemos parar (y por tanto no sabremos cuándo se desborda).
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579. Pérez Alfonzo, Juan Pablo. Hundiéndonos en el excremento del diablo. Editorial El Perro y la Rana, Segunda Edición (2010) pp. 146 – 154
580. Ídem
581. Darwich Osorio, Gregorio. Institucionalidad petrolera en Venezuela de 1959 a 1963: entre continuidades y discontinuidades. En: Cuadernos del CENDES,
año 25 n° 67, tercera época (Enero – Abril 2008) p. 44

301
Si no sabes conoce es el nivel adecuado de agua que debe tener una bañera, no puedes saber si está
muy llena o muy vacía porque careces de un punto de referencia. El déficit y el exceso son conceptos
relativos a una situación de equilibrio donde una magnitud está por encima o por debajo del nivel adecuado
o ideal. Si la magnitud está por encima del nivel adecuado, entonces decimos que hay un exceso. En el caso
de que esté por debajo, decimos que hay un déficit o una falta en su haber. Pero si no sabemos cuál es el
equilibrio, ¿cómo podemos determinar si algo sobra o falta? Resolutivamente no se puede decir, porque no
tenemos la información esencial para juzgar si aquello abunda de manera dañina, o si escasea.

Afortunadamente para todos, en este trabajo sí decimos cuáles son los niveles adecuados de
inversión que debe tener un país para crecer de manera sostenida y relativamente rápida a lo largo del
tiempo sin ahogarse, precisamente porque nosotros tenemos puntos de referencia para poder evaluar si el
capital se desborda o si falta. Para ello utilizaremos las tasas de formación bruta de capital fijo. En su
monografía titulada «La inversión y el ahorro en América Latina y el Caribe: ¿Cómo se relacionan?» los
economistas Tomás Serebrisky, Diego Margot, Ancor Suárez-Alemán y María Cecilia Ramírez repasan la
literatura y mencionan muchos hechos respecto a la inversión y su relación con el crecimiento, puesto que
esta permite cambios tecnológicos, desarrollar la capacidad productiva y la reasignación de recursos hacia
sectores de mayor valor agregado, lo que justificaría esa relación más que confirmada dentro de la ciencia
económica. La mayoría de las experiencias de países que han crecido considerablemente se asocia a altos
niveles de inversión, particularmente las que son de tipo fijo en maquinaria, planta y equipos (582).

Adicional a este dato, también dan a conocer que ya se ha determinado el mínimo de inversión
compatible con el crecimiento a largo plazo: los países que más crecieron a largo plazo (1950 – 2008)
tuvieron unas tasas de formación bruta de capital fijo total superiores al 25% del PIB, lo que no es el nivel
adecuado sino en mínimo necesario para crecer de forma sostenida en el tiempo. ¿Entonces qué quiere
decir eso? Que el nivel adecuado de inversión está más allá del 25% del PIB, y los niveles sub-óptimos o
que representan un déficit están por debajo de ese 25%. Para determinar los niveles adecuados
simplemente tenemos que tomar como referencia aquellos países que más han hecho crecer sus
economías: las economías asiáticas de alto crecimiento (EAAC) presentan una formación bruta de capital
público de aproximadamente el 10% del PIB, un 15% en el privado y cerca de un 25% del PIB para el total
de inversión bruta. Las economías de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS) tuvieron un 8% del PIB
en la inversión fija pública, un 17% del PIB en la inversión privada y alcanzan el 25% del PIB para el total.
Las economías avanzadas (EA) por otra parte, tuvieron tasas que rozan un 4.5% del PIB en la formación
bruta de capital fijo público, 19% del PIB en el privado y 24% del PIB para el total (583).

El procedimiento es sencillo. Como los niveles adecuados y el mínimo necesario no son expresados
en índices o en cantidades monetarias sino en tasas de formación bruta de capital fijo (como porcentaje del
producto interno bruto), fijaremos esos niveles observando referencias. Por ejemplo, sabemos que los
países que probaron ser experiencias exitosas de crecimiento tuvieron tasas de inversión que superaban
el 25% del PIB, por lo que asumiremos que el mínimo necesario es exactamente ese 25% y supondremos
que nivel adecuado está entre ese mínimo necesario (25%) y el 30% del PIB. Los escenarios óptimos
restantes constan de mínimos y máximos siguiendo los resultados presentados por las EAAC, las EA y las
economías BRICS: el nivel ideal para la formación bruta de capital fijo privado está entre el 15% – 20% del
PIB a la vez que el adecuado para la pública está entre el 5% – 10%. Así no solamente podemos conocer en
qué años nuestra economía estuvo ‘‘bien’’ en cuanto a disponibilidad de capital, sino que además
podríamos calcular cuándo y en qué magnitud sobraba o faltaba este factor.
_________________________________________________________________________________________________________________________
582. Serebrisky et al. La inversión y el ahorro en América Latina y el Caribe: ¿Cómo se relacionan? BID (2015) pp. 7 – 8
583. Ídem, pp. 13 – 14

302
Cuadro 140 | Tasa de formación bruta de capital fijo cómo % del PIB real, Venezuela, 1950 – 1998. Fuente:
Serebrisky et al. (2015), BCV, BIS, MOxLAD y FRED.

En el cuadro 140 podemos ver las tasas de formación de capital fijo inversión bruta, inversión fija
o inversión durable; todo es lo mismo) cómo % del PIB dependiendo del sector institucional que invierte
—público, privado o el total de ambos—. Es observable que durante la década de los cincuenta las tasas se
mantuvieron en sus niveles adecuados para que no hubiere ni un déficit ni un exceso: del 5 – 10% para la
FBCF pública, del 15 – 20% para la privada y del 25% al 30% para la tasa de FBCF total. Sin embargo, a
partir de la década de los sesenta las tasas empiezan a caer; la formación bruta de capital fijo total pasa a
estar en los niveles donde debería estar la FCBF privada mientras que la privada pasa a estar en unos
niveles sub–óptimos con un déficit de aproximadamente el 2% del PIB para que llegase al mínimo
necesario y del 5% para el nivel óptimo promedio (584) (585).

Llegado 1964 las tasas de formación bruta de capital fijo se empezaron a recuperar en todos los
sectores institucionales, pero pese a ello no lograron impulsar la tasa de inversión bruta total al mínimo
necesario compatible con el crecimiento a largo plazo sino hasta 1975. Desde ese año hasta 1978 la
formación bruta de capital fijo se disparó volátilmente hasta niveles que, según los argumentos de Pérez
Alfonzo, ‘‘saturarían la economía’’ porque no se podría aguantar tanto capital: la formación bruta de capital
fijo total excedió en un 41.6% el nivel adecuado máximo para 1978, la privada superó su límite en un 22%
mientras que la pública fue la más atrancada de todas: 80.1% de exceso. Este crecimiento repentino de la
inversión se debió en su mayor parte al impulso del sector público (su respectiva tasa de inversión pasó
del 6 al 18% entre 1973 y 1978, por lo que se triplicó), que a su vez se debió al incremento brutal en los
precios del petróleo [i] y al control total sobre la principal industria del país [ii], lo que proporcionó
enormes ingresos al sector público que destinó a la inversión. Sin embargo, comenzó un ‘‘período de
sequía’’ cuando terminó el auge estatal, en el cual las tasas de inversión volvieron a contraerse tan
bruscamente como ascendieron. ¿El enorme auge de inversión 1973 – 1978 alcanzó a saturar la economía
debido al exceso? ¿Pérez Alfonzo tenía razón? ¿O acaso fueron más predominantes los déficits de capital?
________________________________________________________________________________________________________________________
584. El mínimo necesario es aquella tasa de formación bruta de capital fijo total que es marginalmente compatible con el crecimiento a largo plazo.
585. El nivel óptimo promedio es aquel que está ubicado en un rango. El óptimo promedio de la formación bruta de capital fijo público es del 7.5% (su rango
es de 5% – 10%), en el privado es del 17.5% (rango 15% – 20%) y para el total es igual o superior al mínimo necesario.

303
6.2.1. Mal utilización de los factores productivos
Empezando y para que lo tengan claro, es muy dudoso que Pérez Alfonzo (y sus sucesores) hayan
tenido razón. Las crisis que se atribuyen al muy mentado ‘‘Efecto Venezuela’’ no se debieron a que la
economía haya tenido una mala digestión por los influjos de capital, sino más bien al descenso en la
productividad total de los factores, es decir; a la disminución de la eficiencia en el manejo de los recursos,
de la innovación, de la estructura administrativa del tejido empresarial y de las mejoras tecnológicas. El
economista independiente Luis Hernández en su paper «La renta petrolera y su impacto en el crecimiento
económico de Venezuela» nos indica que: ‘‘Salvo algunos repuntes en los años ochenta y noventa, la
productividad de los factores no ha alcanzado los niveles observados en los cincuenta, sesenta y parte de los
setenta. Lo descendente se corresponde con un menor nivel de capital por trabajador y un incremento en la
capacidad ociosa, lo cual se traduce en uso ineficiente de los factores productivos’’ (586).

Cuadros 141 y 142 | Izquierda: Productividad total de los factores, en términos reales y nominales (Venezuela,
1954 – 1999). Derecha: Excesos y déficits en la formación bruta de capital fijo cómo % del PIB (Venezuela,
1950 – 1998). Fuente: Feenstra, Inklaar y Timmer (2015), Serebrisky et. al (2015), FRED, BCV, MOxLAD.

Esto coincide con lo que reseña el economista Miguel Ángel Santos sobre el boom de inversión de
los años setenta. Santos explica que una vez consolidada la contracción en la formación bruta de capital fijo
en 1983, todo lo que siguió fue un crecimiento en la ociosidad de la maquinaria, la industria solo ha
invertido para cubrir costos de depreciación manteniendo la capacidad instalada de producción
prácticamente fija y dejando una porción considerable de la maquinaria ociosa en períodos de
contracciones en los precios del crudo. La situación escaló a un punto donde se considera que entre 1983
y 2004 prácticamente no hubo inversiones (587). Aquello narrado por Santos no es lo único que confirma el
postulado de Hernández, sino también la evidencia provista en cuadro 141 donde se ve que la
productividad total de los factores disminuyó 45.67% entre 1970 y 1999 —lo que implica necesariamente
un incremento proporcional en la ineficiencia del uso de los recursos—. Eso daría una segunda versión de
los hechos: la crisis se debió, aunque sea parcialmente, a una mala gestión de los factores de producción.
_________________________________________________________________________________________________________________________
586. Hernández, Luis. La renta petrolera y su impacto en el crecimiento económico de Venezuela. Problemas del desarrollo, vol. 37, n°145 (2006) pp. 148 – 149
587. Santos, Miguel Ángel; España, Luis Pedro; González, Marino y Villasmil, Ricardo (eds.) Venezuela: Un acuerdo para alcanzar el desarrollo. Primera Edición.
UCAB - IIES (2008) pp. 312 – 314

304
Obviamente, la explicación de Pérez Alfonzo y la nueva no son mutuamente excluyentes, así que no
estoy refutando la tesis de la ‘‘indigestión económica’’ y por consiguiente el «Efecto Venezuela» seguiría
vivito y coleando. Un derroche de lo abundante es perfectamente imaginable coexistiendo con mucho
capital ineficientemente utilizado, y por lo tanto altamente improductivo. Al fin y al cabo, el mismo Pérez
Alfonzo admitió una mala gestión de los recursos exclamando ‘‘Nadie puede discutir ni sostener que lo que
se recibió se gastó bien. Se gastó mal, como todo lo que hemos recibido’’ (588). Lo único que podría sostener
a partir de lo anterior, a lo mucho, es que la crisis se pudo matizar en una combinación de mucho dinero
que sale de la nada y poca responsabilidad en su administración… Y eso ya lo sé, pero sucede que estoy
plenamente consciente de que sacar el de la productividad de los factores no es suficiente.

Es exactamente por lo anterior que traigo a la mesa más evidencia. Aquello que nos ilumina para
refutar el argumento de Pérez Alfonzo se puede conseguir en el cuadro 142. Examinando la gráfica vemos
que entre 1960 y 1965 —período previo al gran diluvio de capitales que causarían la supuesta ‘‘indigestión
económica’’ de la que advertía el abogado— hubo una seguidilla persistente y profunda de insuficiencias
en la formación de capital, donde la falta de inversión general promediaba anualmente el 8% del PIB que,
acumulado a seis años, sumó un déficit de inversiones equivalente a la mitad de todo un producto interno
bruto para un lapso muy corto de tiempo. La mayor porción de este déficit (3/4 partes) se debía a la falta
de inversión privada, cuyo déficit promediaba 5.1% del PIB mientras que la inversión pública no sufrió
mucho (589); su déficit promediaba el 2.93% del PIB y sería la más rápida en recuperarse. Esta primera
‘‘oleada’’ de inversiones recortadas e incompatibles con el crecimiento a largo plazo fue una de tres (590).

Para 1966 hubo un equilibrio casi perfecto en las tasas de inversión, pero después los problemas
volvieron a llegar (pero no de una forma tan grave como el período anterior). Aquí comenzó la segunda
oleada, en ese momento donde regresaron las carencias después de una paz aparente. En el período que
comprendía 1967 – 1974 hubo una alternancia entre déficits y equilibrios, pero los déficits terminaron
imponiéndose. La inversión pública promedió un déficit mínimo del 0.11% del PIB que acumulado apenas
sumó un despreciable 1.06%, la inversión privada se llevó un golpe más duro con una media del 1.87% del
PIB y acumulaba un 16.88% mientras que el déficit general de inversión tenía unos valores respectivos del
1.99% en su promedio y del 17.9% acumulado. Sabiendo que la interrupción entre persistencias en el
déficit de inversión fue de apenas un año, podemos sumar los valores de ambas oleadas. ¿Para qué vamos
a sumar todo eso? Si sumamos las insuficiencias en las tasas de inversión podemos ir averiguando cuánto
necesitaba el país para disminuir su diferencia con los niveles correctos de formación de capital.

Sumando las primeras dos oleadas, el déficit acumulado de capital privado alcanzaba el 47.5% del
PIB mientras que promediaba el 3.16% anual; el déficit de capital público sufría mucho menos con un
acumulativo del 18.67% del PIB y contando con un promedio del 1.24% del PIB (la mitad de la brecha
privada que necesitaba satisfacerse para alcanzar una tasa compatible con el crecimiento a largo plazo)
mientras que, en general, se necesitaba el 66.1% del PIB (4.4% interanual) para cubrir la insuficiencia
general de inversión. Venezuela sin duda alguna sufría de una carencia enorme de inversión para poder
montarse en una senda de crecimiento a largo plazo. Cuando terminó la segunda oleada y ya arrastrando
el peso de una inversión casi muerta, vino el diluvio de capitales. Tras una sequía casi absoluta de
inversiones, se puede decir que los excesos en la formación de capital servirían más para compensar todos
los años donde no hubo inversiones que para darle dolor de estómago a la economía.
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588. Straka, Tomás (ed.) La Nación Petrolera: Venezuela, 1914 – 2014. Universidad Metropolitana (2016) p. 90
589. En los cuadros 143 y 144 verás que el sector público fue el único que no solo mantuvo sino que hizo crecer sus tasas de inversión, y aun así no logró sacar
a flote la economía. ¿Por qué sería?
590. Primera oleada: 1960 - 1965. Segunda oleada: 1967 – 1974. Diluvio de capital: 1975 – 1979. Tercera oleada: 1980 – 1999. A pesar de que la inversión se
volvió a desplomar en 1980, todo se volvió más grave a partir de 1983, por lo que en ese año se consolidó definitivamente la ruina del capital en Venezuela.

305
Esta interpretación mucho más contextual y adecuada de la función de los excesos de inversión
(compensar los déficits previos de inversión) es un punto para atacar a Pérez Alfonzo: no hay indigestión
económica si la economía necesitaba los capitales para reponer todo lo que faltó antes. Ya con esto nos
bastaría para responder la tesis de Pérez Alfonzo y sus seguidores puesto que, a la luz de la evidencia, su
hipótesis aplicada al caso venezolana yacía en una visión distorsionada del rol que cumplirían los excesos
futuros de formación de capital y, por lo tanto, todo se construye sobre una falacia que tergiversó la
realidad aparente para adaptarla a la ideología. Aun cuando podríamos cerrar esto aquí limitándonos a
revisar las oleadas de faltas de inversión anteriores a la ‘‘indigestión económica’’, ciertamente la cuestión
no termina aquí porque resulta que aun contando los enormes flujos de capital derivados de la renta
petrolera, todavía no fue suficiente para compensar toda la escasez anterior de capital.

Sí, es un gran giro de la trama pero fue algo real. Entre 1975 y 1979 tuvo lugar lo que yo denomino
‘‘diluvio de capital’’, y allí las tasas de inversión se dispararon muy rápida e intensamente. El exceso de
formación bruta de capital fijo privado anualmente sumaba tasas del 2.84% del PIB y acumuló 14.21%,
mientras que el sector público fue al que más la sobró inversión con un promedio anual del 6.24% del PIB
(más que duplicando el exceso del sector privado) y aglomeró el 31.24%. Todo esto hizo que la inversión
general acaudalara un 45.4% del PIB a un ritmo anual del 9.09% interanual... Pero eso apenas alcanzaba
para cubrir 2/3 de la brecha para llegar al mínimo necesario. La inversión privada fue la más afectada, dado
que el superávit que alcanzó durante la bonanza petrolera solo alcanzaría a cubrir 1/3 de la insuficiencia
acumulada de inversión privada hasta 1974.

Curiosamente, el único que lograría saldar su brecha de inversiones sería el sector público, el cual
de ahí en adelante siguió acumulando superávits año tras año. Entre 1980 y 1998, hubo una tercera oleada
que regresaba a Venezuela a la escasez de inversión, pero con una característica diferente. Las
insuficiencias generales de la inversión en ese momento eran casi igual de peores en términos
comparativos respecto de la primera oleada: anualmente alcanzaban un promedio del 5.49% del PIB y,
para los diecinueve años que transcurrieron, lograron acumular un déficit histórico del 104% del PIB para
alcanzar el nivel mínimo necesario. Sí, el único problema no era que la renta petrolera no había bastado
para cubrir las necesidades económicas (como ya los economistas han convenido) (591), sino que sumado a
que no se lograba cubrir los déficits de inversiones previos, ahora llegaron unos mucho más potentes.

Este déficit general de inversión fue 31.63% menos profundo que el de la primera oleada, pero
indiscutiblemente la falta de inversión acumulada fue mucho más grande. La falta de inversión privada,
por otra parte, era la que más sufría y en este caso su situación si era la peor que se había visto en la historia
moderna de Venezuela: la insuficiencia promedio de capital privado era del 8.39% del PIB (64.5% peor que
en la primera oleada) y abría una brecha donde lo necesario para cubrir la inversión faltante era
representado por el 159% del PIB. Por si te lo estás preguntando, sí: se necesitaba un PIB y medio para
cubrir el déficit de formación bruta de capital fijo generado entre 1980 y 1999. Al respecto, Miguel Ángel
Santos aseguró que esta ‘‘incapacidad del Estado venezolano para generar un ambiente propicio para la
inversión y la actividad económica privada, han terminado por ensamblar efectivamente una máquina de
producir pobres en Venezuela’’ (592), y quien también sostiene que solucionando la brecha de inversión
insuficiente Venezuela pudo haber crecido a largo plazo, resolviendo que el capital perdió productividad
desde los años sesenta y no tuvo perjuicios a corto plazo gracias a la poca competitividad del país (593).

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591. Santos, Miguel Ángel; España, Luis Pedro; González, Marino y Villasmil, Ricardo (eds.) Venezuela: Un acuerdo para alcanzar el desarrollo. Primera Edición.
UCAB - IIES (2008) pp. 321 – 322 y pp. 336 – 337
592. Ídem, pp. 308 – 309
593. Ídem, pp. 319 – 320

306
Cuadros 143 y 144 | Izquierda: Balance acumulativo en la formación bruta de capital fijo a precios reales. Derecha:
Balance acumulados en la formación bruta de capital fijo cómo % del PIB. Fuente: Serebrisky et. al (2015), FRED,
BCV, MOxLAD.

Durante la década de los cincuenta, la brecha absoluta entre la formación bruta de capital fijo y el
nivel compatible con el crecimiento a largo plazo era pequeña en todos los sectores, razón por la cual todas
las líneas permanecen ‘‘planas’’. En el período 1950 – 1957 la brecha arrojaba un exceso de 2.56 mil
millones de US$ a precios reales, lo cual aunque superaba el objetivo de formación bruta de capital fijo, no
sería tan dañino como un déficit (sumado a que no era tan desbordado). Al comenzar la democracia, esta
‘‘brecha apaciguada’’ solo se pudo mantener así durante los primeros tres años, porque después
empezarían a manifestarse la primera oleada de escasez de inversiones (594) que iniciarían a extender el
diferencial cada vez más hasta niveles en principio insospechados, como vemos en el cuadro 143. Es
pertinente señalar que en los años democráticos donde la diferencia se mantenía ‘‘plana’’ por el equilibrio
aparente, esto nada más era posible por una compensación de los capitales públicos, puesto que el déficit
de inversiones empezó en 1956 y se agravó en 1958, cosa que es notable en el cuadro 144.

Entre la primera oleada, faltaron en promedio 6 mil millones de US$ reales por año para cerrar la
brecha que hubo con respecto del valor objetivo de formación bruta de capital fijo. En total, el déficit sumó
36 mil millones de dólares en apenas cinco años (63.39% de la carencia se debía a la falta de inversión
privada) en esa primera fase. La segunda oleada comprendía los años 1967 – 1974 y abrazó un déficit
mínimo de inversión pública de apenas 1.8 mil millones de US$ a precios constantes de 2019, el cual tuvo
como contraparte un déficit máximo de inversión privada, que sumó 14.79 mil millones de dólares. Esta
combinación de sufrimiento privado máximo con un sufrimiento estatal mínimo logró que la falta de
inversión privada fuera el 88.7% de la falta de inversión general. La falta de formación de capital adecuada
entre esas dos oleadas ya sumaba 37.9 mil millones de dólares en el sector privado, 14.6 mil millones de
dólares en el sector público y 52.6 mil millones de dólares destinados a inversión general solamente para
cubrir la brecha de inversiones que separaba la formación de capital efectiva y el objetivo de inversión.
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594. La primera oleada de escasez capitalista comprende 1960 - 1965, de acuerdo a los déficits mostrados en el cuadro 142.

307
El auge de cinco años (1974 – 1979) que separó las dos primeras olas de la tercera (logró aportar
unos excesos relativamente moderados pero no obstante insuficientes para cerrar totalmente la brecha
que se abrió durante el principio de la democracia, tiempo en donde no tuvieron que pasar ni siquiera tres
años para empezar un camino al subdesarrollo que terminaría siendo asombroso por la terribilidad de su
contenido y lo nefasto de sus resultados (595). Durante este interludio previo a reanudarse el continuum del
desastre anterior, hubo unos sobrantes de 21.38 mil millones de dólares en inversión privada, 46.55 mil
millones de inversión pública y 67.9 mil millones de excedentes general respecto al punto de equilibrio. El
sobrante de inversión privada apenas cubría poco más de la mitad de las sequías pasada, pero la inversión
pública no solamente cubría sino que además todavía le sobró 31.92 mil millones de US$.

Desde 1978 hasta 1983 y gracias al impulso de los capitales públicos, hubo un excedente total de
inversión valorado en 98.6 mil millones de dólares. Esto coincide perfectamente con la fecha que da Miguel
Ángel Santos para referirse al ensamble de la máquina de pobres. ¿Entonces por qué digo que el auge
terminó en 1979? Pues porque en ese año las inversiones privadas a largo plazo —que nunca lograron
compensar totalmente sus recortes previos— volvieron a acumular escaseces año tras año; provocando un
«efecto arrastre» sobre la formación bruta de capital total y terminó por llevarla a una debacle a largo plazo
al punto de que para 1999 se estima que el monto neto necesario (596) para cubrir el déficit acumulado de
inversión general (pública + privada) era de 95.8 mil millones de dólares a precios constantes de 2019

Es fácil argumentar que la falta de inversión privada fue la que explicó por completo la expansión
posterior de la brecha por dos motivos: i) A partir de 1983 el déficit en la inversión general empezó a
dispararse, pese a que la inversión pública mantuvo unos excesos de 4 mil millones de dólares en promedio
hasta 1999 y que, con todo acumulado, logró arrojar sobrantes de 80.1 mil millones de dólares pese a que
la formación bruta de capital total tuvo un déficit bruto (597) de 101.3 mil millones de dólares. Si la inversión
pública sobraba e igual faltaba mucha inversión total, ¿entonces qué podría explicar ese faltante si no era la
ausencia del sector privado? ii) La caída en la inversión privada explica estadísticamente en un 97.2% la
expansión deficitaria de la brecha de la inversión total. De hecho, te pregunto: si miras el cuadro 143
titulado «Balance acumulativo en la formación bruta de capital fijo a precios reales», ¿a qué línea se
asemeja el balance de inversión total luego de 1979? ¿A la del balance privado o a la del balance público?

La tendencia del balance público era literalmente todo lo opuesto a la del total. Mientras el exceso
acumulativo de la formación bruta de capital fijo pública se expande de 10.8 mil millones de US$ reales en
1977 a 106.7 mil millones de US$ en 1998, la formación bruta de capital fijo total sufría todo lo contrario
pasando de un déficit de 16.1 mil millones de US$ en 1977 a 91.3 millones de US$ en 1998. Al mismo
tiempo, el sector privado estaba experimentando la misma tendencia donde su brecha deficitaria en la
formación bruta de capital pasó de 26.9 mil millones de US$ en 1977 a 198 mil millones de US$ para 1998.
En efecto, para cubrir el déficit de inversión privada durante la democracia se hubieren necesitado 198 mil
millones de dólares a precios del año pasado (8438 US$ por habitante), y digo ‘‘hubieren’’ porque esta
apremiante necesidad de capitalismo jamás se satisfizo sino que se minimizó gracias a las cohortes de
intelectuales paradójicamente ignorantes que pululaban en la época. Distinto a la tesis de Pérez Alfonzo
donde el problema de Venezuela era el exceso de capital, lo único que sobraba era inversión pública.
Faltaba mucho capital privado, causando que el monto que cubriría la falta acumulada de capital para 1998
totalizara 91.3 mil millones de dólares, ya que el capital público —de lo único que medio sabían los
intelectuales venezolanos y Pérez Alfonzo— nunca logró resolver la necesidad de capital privado. Nunca.
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595. Una población descontenta por el desempleo, el hambre, la falta de poder adquisitivo y una incipiente escasez que hizo posible el posicionamiento electoral
y la posterior presidencia de Chávez, por ejemplo.
596. Monto neto necesario = falta de inversión que hubo únicamente durante la democracia, sin importar los balances entre 1950 y 1957
597. Déficit bruto = falta de inversión si contamos los balances antes de la democracia.

308
6.2.2. Anomalía comparativa
En retrospectiva, alguien podría decir algo como ‘‘okay, sí, Venezuela volvió un asco su estructura de
capital pero no fue el único país que lo hizo. ¿Qué hay de la crisis latinoamericana de deuda en los 80’s, donde
todos los países estuvieron mal? Estás sesgado, chico’’ pero esto no tiene sentido y existen, como mínimo,
dos razones para que no lo haya. En el pasado (no en este trabajo) hablé de la crisis latinoamericana de
deuda para explicar cómo Chile se manejó bien durante las crisis desarrollistas de los ochenta donde los
Estados tuvieron un «reventón» de deuda, a diferencia de otros países como Brasil, Venezuela, Colombia,
Bolivia o Perú. Ahora, ¿puede este hito regional excusar la deplorable situación de Venezuela? En primer
lugar, la crisis latinoamericana (o desarrollista, que sería lo más adecuado) de deuda se debió a la
irresponsabilidad fiscal generalizada de todos los gobiernos latinoamericanos.

El desarrollismo, que tenía al Estado como eje central para el avance económico, incentivaba la
inversión e intervención estatal en casi todos los aspectos de la economía para lograr el tan preciado
desarrollo. Los Estados, sin contar con recursos propios en abundancia para financiar sus irrisorios
proyectos (ni Venezuela podía hacerlo siendo un país petrolero, demostrado por la Gran Venezuela),
tuvieron que sustraer empréstitos enormes de los mercados financieros nacionales e internacionales que
después no pudieron pagar con sus [inexistentes] ahorros. Eso causó que a partir de la emisión monetaria
utilizada para liquidar la deuda (598) se generasen tasas de inflación increíbles a las cuales sobrevivió
solamente Chile: Argentina mantuvo una inflación máxima del 3.079%, Bolivia del 11.749%, México
tornaba el 50%... Venezuela tuvo una del 84.46% y Chile nada más mantuvo una del 32% (599).

Siendo que estas crisis fueron culpa de los mismos Estados (del cual el único disciplinado en esa
época fue Chile), no se puede decir que la causalidad del derrumbe de los capitales ni los déficits de
inversión tuvo su origen en las crisis latinoamericanas de deuda. ¿No quieres corridas inflacionarias ni
incertidumbre entre los agentes económicos? Disciplínate. ¿No puedes hacerlo y los capitales huyen?
Asume las consecuencias y no culpes a otros. Desde el comienzo de la democracia hasta 1984, Venezuela
hizo crecer la deuda en un 157.848% pasando de 50.4 millones de US$ a 79.64 mil millones, cosa que el
Estado no pudo pagar debido a sus sucesivos y profundos déficits fiscales (600) que entre 1958 y 1984
promediaron un 3.1% de los ingresos del gobierno, liquidando el saldo positivo en las cuentas
gubernamentales que pudo servir para pagar los préstamos. Al no poderlo pagar debido a la insuficiencia
de recursos (no por nada había un déficit fiscal cada tres de cinco años), empezó la emisión monetaria que
causó lo que ya sabemos. Eso es netamente culpa del Estado, no de causas externas. Chile logró salir
adelante mientras todos estaban en crisis, ¿por qué Venezuela no?

La crisis latinoamericana de deuda es el único colapso generalizado y más o menos sistemático que
hubo en la época, así que dudo que pueda surgir otra causa externa que se pueda usar como línea de
defensa para justificar lo injustificable. En segundo lugar, asumiendo que la crisis latinoamericana de deuda
provocó totalmente los recortes de inversión en Venezuela, este hito generalizado y más o menos
sistemático tuvo su aparición en los años ochenta. Antes de esa disrupción que supuestamente pudo
reducir muchísimo el potencial de inversiones en Venezuela, el país había pasado por dos oleadas de
inversiones ‘‘chucutas’’ que sumaban 37.9 mil millones de US$ reales en el sector privado (2.961 US$ reales
per cápita), 14.6 mil millones en el sector público (846 US$ reales per cápita) y 52.6 mil millones en total
(3842 US$ reales per cápita). ¿Cómo causa la crisis de deuda cosas que pasaron antes de ella?
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598. Ver la sección 4.4. «La Venezuela Devaluada: Herencia socialdemócrata», especialmente los cuadros 27 y 28.
599. Lárez, Pedro. ¿Son el legado económico y el milagro de Chile estafas históricas? Mises Report (2018)
600. Ver la subsección 4.5.4. «La última y nos vamos: Una historia de ingresos, superávits, déficits y la imposibilidad (última) de la deuda flotante».

309
En tercer lugar, las tendencias de Venezuela en lo que se refiere a formación bruta de capital fijo no
cuadran en nada con las que tuvieron otros países en una situación similar de desarrollo. Por eso este país
fue una «anomalía comparativa», un territorio freak, rarito e inadaptado con respecto a sus pares porque
mientras en otros lugares fue común tener ciertos retrocesos temporales durante el fin de los ciclos
económicos, Venezuela parecía vivir en recesión todo el tiempo. Podemos ver varios ejemplos de países
no solamente similares, sino que tenían menor formación de capital por habitante que Venezuela al inicio
e igualmente no sufrieron de un fenómeno como el nuestro. Singapur tuvo un estancamiento leve en su
formación bruta de capital fijo durante cinco años entre 1974 – 1978 y luego entre 1985 – 1989, pero a
largo plazo logró extender su FBCF per cápita desde los 350 US$ a precios constantes de 2019 a los 13013
US$. Su parálisis en la inversión bruta per cápita duró cinco años en cada fase y su último desplome fue
durante la Crisis Asiática de 1998 (evento externo). Corea del Sur, por otra parte, tuvo un estancamiento
de seis años entre 1980 y 1985, pero a largo plazo su formación bruta de capital fijo pasó de 153 US$ reales
en 1960 a 8090 US$ reales en 1996. Hong Kong tuvo un retroceso de cuatro años entre 1967 – 1970 y luego
otro de cinco años entre 1982 – 1986 mientras que a largo plazo su formación bruta de capital fijo per
cápita pasó de 868 US$ reales a 12325 US$ reales (1998). En general, todos los períodos de contracciones
duraron cerca de cinco años cada uno, pero Venezuela era diferente (601).

Cuadro 145 | Formación bruta de capital fijo per cápita a precios reales (US$ constantes de 2019) en Venezuela
y algunos países de Asia. Fuente: Banco Mundial, FRED, BCV, MOxLAD.

Venezuela tuvo un estancamiento en la formación bruta de capital fijo per cápita de 17 años entre
1958 y 1974 donde los niveles eran inferiores a los de 1957, y luego otro de 18 años entre 1979 y 1996 de
estancamiento (de los cuales 12 fueron de caída libre). Esto quiere decir que los estancamientos en
Venezuela duraron más de tres veces el promedio. En 1961, Venezuela tenía una formación bruta de
capital fijo per cápita de 846 US$, siendo más alta que la de Chile, Hong Kong, Singapur y Corea del Sur en
un 155% al promedio de estas naciones. 37 años después, la formación bruta de capital fijo promedio per
cápita de Chile, Hong Kong, Singapur y Corea del Sur era de 6699 US$, 566% mayor que la que tuvimos en
1998. El país arrancó en una posición privilegiada respecto al resto de países pero, como se aprecia en el
cuadro 145, se quedó rezagado a largo plazo… Yendo directo al subdesarrollo.
_________________________________________________________________________________________________________________________
601. Si vemos la evidencia aportada en esta subsección, nos daremos cuenta de que el caso de Venezuela es muy disonante. La sección 6.1. «¿Cómo empleamos
el capital? Entre definiciones y usos prácticos» servirá para entender con mayor claridad que Venezuela era un total desastre.

310
Si elaboramos un índice de formación bruta de capital fijo real per cápita con base al año 1967,
veremos que en 1961 Venezuela estaba 30 puntos del índice por encima del promedio, mostrando que en
efecto era un país aventajado con respecto a otras naciones que hoy día son prósperas (y llevan un tiempo
considerable siéndolo). Sin embargo, Venezuela se rezagó a largo plazo de forma que para el final de la era
democrática ya el promedio de formación bruta de capital fijo correspondiente a los países que estamos
comparando (Chile, Hong Kong, Singapur y Corea del Sur) era 10.21 veces superior al de Venezuela. De
nuevo, esto no hace más que confirmar que Venezuela era un país anómalo, desviado y antinatural en lo
que respecta a los ciclos de formación de capital, cuya penosa caracterización se adquirió en democracia.

Cuadro 146 | Índice de formación bruta de capital fijo per cápita a precios reales (US$ constantes de
2019) en Venezuela y algunos países de Asia. Fuente: Banco Mundial, FRED, BCV, MOxLAD.

No queda mucho que decir al respecto, la comprobación de la posición de Venezuela a comienzos


de la democracia y a su final es simplemente demoledora en tanto nos hace ver que Venezuela estaba muy
lejos de ser lo que nuestros antecesores nos decían, y estaba todavía más lejos de ser aquél país
reivindicado por los líderes políticos socialdemócratas modernos y su conjunto de influenciadores. No es
posible que un país tan bonito como ese que pintan en la imaginación de la gente haya arrancado con mucha
ventaja en relación a países hoy desarrollados y luego, al final de la vía, se quedase estancado. Ese país
pintado fue pura estética y manipulación narrativa para legitimar una ideología destructora (602).

¿Cómo es posible que estuvimos por encima de países de la talla de Hong Kong, Singapur o Corea
del Sur para luego languidecer en el largo plazo? ¿Cómo es posible que Venezuela tuviera ciclos
completamente distorsionados? ¿Cómo es posible que los recortes de inversión en Venezuela durasen 3 o
4 veces más que en otros países en vías de desarrollo? ¿Cómo es posible que se tuvieran que pagar 196 mil
millones de US$ nada más para compensar la falta de inversión de inversión privada? ¿Cómo se dio todo
esto —y lo demás que hemos visto— si el socialismo es un sistema implantado recientemente? Pues he
ahí el truco de la socialdemocracia. Consiste en hacer creer que son cosas distintas, cuando lo único
distinto que tienen es la vida del sistema y que la manipulación de la socialdemocracia es menos notoria.
_________________________________________________________________________________________________________________________
602. A estas alturas dudo que alguien todavía crea que la socialdemocracia es una ideología salvable. De no ser así, esa persona debería releer el libro.

311
Pero si Venezuela estaba remotamente lejos de encontrarse siquiera a la par de países que estaban
peor que ella al principio, es una locura afirmar que Venezuela era un país desarrollado. Esta peligrosa
mitificación puede ser encontrada si busca pone ‘‘cuando Venezuela era’’ en Google. Aparecen artículos
afirmando que los venezolanos fueron ricos sin saberlo hasta 1998. Otros intentando desentrañar
(espuriamente) el cómo era Venezuela cuando ‘‘era un país rico’’, o que Venezuela al inicio de la democracia
estaba tan desarrollada como Noruega (603) (604). Contrastando con esta versión de los hechos donde se
muestra una cara parcial de la historia (en el mejor de los casos), podemos con toda la razón decir que
Venezuela era un país rico sin actuar como los países ricos, especialmente en algo tan fundamental como
lo son las tendencias de inversión. Esta es una de las razones razón la cuales no duraría mucho tiempo
como un ‘‘país rico’’; sufría de una falla crítica en uno de los factores de producción básicos: el capital.

Cuadros 147 y 148 | Izquierda: Formación bruta de capital fijo per cápita en países desarrollados a precios constantes
(1961 – 1999). Derecha: Índice de formación bruta de capital fijo a precios reales en países desarrollados (1961 –
1999). Fuente: Banco Mundial, FRED, BCV, MOxLAD.

Como era de esperarse (y perdón si no te sorprendí), Venezuela no se parecía en nada a un país


desarrollado en cuanto a sus niveles de inversión. Todos los países crecieron en el largo plazo, pero
Venezuela no lo hizo y, de hecho, terminó peor que al principio. Para rematar, los recortes de inversión en
el grupo selecto de países (Estados Unidos, Australia, Francia y Reino Unido) duraban bastante más poco
que en Venezuela: seis años por cada uno en promedio. Estos seis años siguen estando muy alejados de los
17 años de duración de cada estancamiento. Si contásemos los años de caída en la inversión, Venezuela
quedaría todavía peor parada. Nada más viendo los cuadros 146 y 147 caeremos en cuenta de forma
bastante sencilla —pero dolorosa si es que nos importa el devenir del país— que Venezuela no estuvo ni
cerca de comportarse como una economía madura en algo tan básico como la inversión bruta (605). Ahora
bien, también notaremos que Venezuela tenía en su inversión una tendencia bastante extraña donde «subía
y bajaba a lo loco». Resulta que la inversión no era exclusivamente escasa y anómala: también fue volátil.
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603. Rodríguez, Holman. En 1998, los venezolanos eran ricos y no lo sabían. El Tiempo (2018).
604. Marcano, Patricia y López Hurtado, Pablo. Venezuela era tan rica como Noruega en los 60. ¿Qué ha pasado? El Español (2016)
605. Frecuentemente se enaltece la era democrática por los ‘‘logros sociales’’. Pensar que esta clase de nimiedades tienen más relevancia en la construcción de
los países que los elementos económicos fundamentales como la inversión es como pensar que una casa de construye por el techo.

312
6.3. Volatilidad: Insostenibilidad en la generación de capital
Otro de los grandes problemas del capital en Venezuela durante la segunda mitad del siglo XX fue la
enorme volatilidad contraída, que estaba más allá de su escasez y formación anómala ya observadas. Es
sabido que allá donde hay mayor volatilidad en la formación de capital tiende a prevalecer un crecimiento
económico menor a largo plazo, por lo que al presentarse esta característica en Venezuela ya se hace menos
extraño intentar imaginar por qué el sistema implantado por los socialdemócratas colapsó la economía y,
por consecuencia obvia, consigo mismo también. La volatilidad en la formación de capital, a su vez, contiene
implícitos varios rasgos negativos que contribuyen al deterioro de la economía, al ser por un lado
reflectores de la inestabilidad macroeconómica y, por otro lado, generadores de desequilibrios a nivel
agregado. A nivel teórico es, por tanto, totalmente indeseable tener volatilidad en la inversión. Empíricamente
se sabe que para una muestra de 133 países de los cuales se disponen datos de formación bruta de capital
fijo y PIB (provenientes del World Economic Outlook del FMI), cada reducción de 0.1 puntos en el
coeficiente de variación se tradujo en aumentar las tasas de inversión en un 0.7% del PIB (606).

Aquella relación se puede invertir: cada aumento de 0.1 puntos en el coeficiente de variación hace
que las tasas de inversión decrezcan en un 0.7% del PIB, efecto solamente visible en el largo plazo pero
que, visto de forma comparativa entre países y bloques de economías, es bastante presente cuando se
aprecian los efectos últimos de los procesos económicos. La tendencia de «a más volatilidad, menos
inversión» fue confirmada por Serebrisky, Margot, Suárez-Alemán y Ramírez cuando compararon los
niveles de volatilidad de siete bloques económicos: China, las economías asiáticas de alto crecimiento, las
economías avanzadas, Asia Central y zonas de Europa en desarrollo, África Subsahariana y otras economías
asiáticas (607). ¿Cuál fue la situación de Venezuela en cuanto a la volatilidad en la formación de capital? La
respuesta a esta interrogante depende de la época en la que esta se haya medido. En la década de los
cincuenta, la volatilidad en las tasas de inversión totales (público + privado) era inferior a las que tuvieron
las economías avanzadas, las economías asiáticas de alto crecimiento y China entre 1980 y 2012. La
formación bruta de capital fijo fue, generalmente, extremadamente estable (durante ese decenio).

Ya para los años sesenta la volatilidad se duplicó y se asemejaba a la que tuvieron las economías
asiáticas de alto crecimiento entre 1980 y 2012 (también nada más durante ese decenio). Pero
desgraciadamente y a forma de contratiempo, la inversión pública era altamente volátil llegando a un punto
de riesgo bastante considerable. Para cuando se dieron los booms en los precios del petróleo la volatilidad
general en las tasas de inversión se triplicó respecto de la que hubo en los años cincuenta y entró en un
nivel riesgoso llegando a los niveles promedio de América Latina y el Caribe; la región con menos
inversiones de todo el mundo después de la África Subsahariana. Para colmo de males, la inversión pública
llegó a un nivel en extremo dañino: 136% más alto que en la década de los cincuenta. Para los años ochenta
se intentaba regresar a una volatilidad general estable, pero la volatilidad sectorial en el capital público
todavía era dañina mientras que la volatilidad en la inversión privada llegó a ser riesgosa; de hecho, alcanzó
su punto más alto en la segunda mitad del siglo XX —lo que no ayudó en nada a intentar recobrar la senda
de crecimiento sostenido a largo plazo—. El re-encarrilamiento se alcanzó durante los noventa, donde se
regresó a niveles de volatilidad sectoriales y generales decentes... Pero el daño ya estaba hecho (608).
_________________________________________________________________________________________________________________________
606. Serebrisky et al. La inversión y el ahorro en América Latina y el Caribe: ¿Cómo se relacionan? BID (2015) pp. 13 - 14
607. Ídem, p. 13 (figura 7)
608. La volatilidad en la tasa de inversión total llegó a su máximo en la década de los 70's con 26.30% de variación respecto a su media. Durante los 50's ese
valor fue de 9.3% y en los 60's fue del 18.7%, mientras que en décadas posteriores (80's y 90's) fue del 15.39% y del 12.47% respectivamente. No obstante, la
volatilidad del sector público fue considerablemente más alta: en los años setenta era del 42% (15.7 puntos por encima de la volatilidad general) y todavía
durante los ochenta era del 32.12%. El sector privado, aunque no tuvo una volatilidad tan dañina como la del sector público, la mantuvo creciendo hasta los
ochenta; mientras que en los setenta la variación contra su media fue del 19.3%, en los ochenta fue del 26.34%.

313
Cuadro 149 | Volatilidad en la formación bruta de capital fijo real en Venezuela, por década y por sector
institucional. Fuente: Serebrisky et al. Banco Mundial, FRED, BCV, MOxLAD.

En el cuadro 149 podemos constatar visualmente lo dicho anteriormente, y quizás también a


entender una nueva faceta de lo que se ha llamado aquí «la falla del capital». A rasgos moderadamente
minuciosos, es visible que la volatilidad en las tasas de inversión pública y total comienza a crecer desde
los años sesenta (nacimiento y consolidación de la democracia) hasta finales de los años setenta. (Cuando
empieza el declive del modelo económico implantado por los socialdemócratas, mismo momentum donde
se invierten los papeles de la inversión privada y la inversión pública, coincidente con los incrementos
consecutivos en los precios del petrolero además de interceptar la apertura en el déficit acumulativo de
capital). Luego de eso y ya entrada la década de los ochenta la volatilidad se empieza a ‘‘corregir’’
empezando a caer en las tasas de inversión pública, pero la inestabilidad siguió presente y avanzando en
la tasa de inversión privada, entrando en un nivel riesgoso. El grueso de la volatilidad que podríamos
denominar como ‘‘dañina’’ estaba localizado en las tasas de inversión pública (609).

La única explicación plausible para el por qué la inversión más volátil era estatal radica en que los
ingresos petroleros eran captados por el Estado; los agentes privados solo podían beneficiarse
indirectamente y de manera residual después de que los agentes estatales se hubieren repartido sus
respectivas rentas y ejecutasen sus programas previstos, que en aquél momento vendrían a ser los
derivados de la faraónica entelequia ‘‘La Gran Venezuela’’ (610). Esto por supuesto no quita que el sector
público haya trasladado los efectos de la volatilidad hacia el agregado macroeconómico de formación bruta
de capital fijo, dado que es un componente de él, ni tampoco quita que al volatilizarse la economía por los
desequilibrios provocados por el sector público también se haya volatilizado el mismísimo sector privado
de manera colateral debido al desbarate en los incentivos y las expectativas; pero tampoco aminora la
cuestión de que en definitiva es totalmente indeseable tener inestabilidad macroeconómica, menos en la
inversión y que pese a esto, los demócratas fueron pioneros en causarla con uno de sus caprichos más
polémicos: la obtención de la industria petrolera doméstica, alguna vez privada y estable.
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609. La tasa de inversión pública (barra anaranjada) llegó a tener un coeficiente de 0.42 en la década de los 70's, lo que indica que era tan inconsistente que las
tasas de inversión variaban, en promedio, un 42% con respecto de su media cada año. Eso se puede considerar dañino debido al descalce que hay en la inversión.
610. Como es de esperarse, estos procesos de distribución y gasto de renta que derraman recursos sobre el sector privado tardan tiempo.

314
6.3.1. [In]eficiencia en la generación de capital
Ya en este momento es conveniente resolver que la falla del capital no era una sola; sino más bien
varias contenidas en una sola problemática general que en la era democrática atañía a la cuestión del
capital y las inversiones. Digo conveniente porque hemos visto que el problema no era uno solo, sino
muchos que iban desde la escasez relativa hasta la inestabilidad de un factor de producción
importantísimo. Los problemas eran: i) La formación de capital fijo per cápita a precios reales declinó
durante la democracia, lo que provocaría a largo plazo una caída en la productividad (611); ii) La
productividad total de los factores (PTF) también cayó debido a su utilización ineficiente, lo que combinado
con la caída del capital llevaría a comerse todavía más la productividad a largo plazo (612); iii) La formación
bruta de capital fijo privada estaba a un nivel sub-óptimo durante los primeros años de democracia, lo que
se agravó cada vez más hasta llegar a un déficit acumulativo de 198 mil millones de US$ reales. El profundo
agujero causado por la falta de inversión privada era tan gravoso que incluso la inversión pública no pudo
cerrarlo pese a que contaba un abultado exceso de 106.7 mil millones de US$, por lo que el déficit de capital
total compatible con el crecimiento a largo plazo fue de 91.3 mil millones de US$ (613); iv) La inversión no
solamente fue totalmente vapuleada en democracia con reducciones, déficits y mal utilización, sino que
multiplicó su volatilidad a niveles riesgosos en el mejor de los casos, y en el peor llegó a niveles totalmente
dañinos a razón de un aluvión de capital público excesivo e inconsistente (614) y v) Lo que pasaba en
Venezuela no tenía parangón; era inédito y no respondía a los comportamientos de países desarrollados ni
en vías de desarrollo que estuvieron en una situación similar (615).

A todo esto se le suma otro problema: la formación bruta de capital fijo también era ineficiente. Pero
a ver, ¿ineficiente cómo? ¿En qué sentido es ineficiente? En los términos que se utiliza acá, la ineficiencia
aparece cuando las inversiones son menores ante un mismo nivel de volatilidad, es decir, cuando la
formación bruta de capital fijo implica niveles innecesarios de riesgo. Por tanto, debe saberse que aquí la
ineficiencia se asume como insostenibilidad y no cómo otra cosa. Hay muchas otras formas de medir la
ineficiencia de la inversión, como la productividad total de los factores o la rentabilidad sobre el activo,
pero no existe un medidor de la ineficiencia momento de generarse la inversión; no existe un indicador ex–
ante sobre la buena utilización y, sobre todo, la sostenibilidad de la inversión. Para esta sección se calculó la
elasticidad en la formación bruta de capital fijo: una ratio entre la tasa de formación bruta de capital fijo
(como % del PIB) y el cociente de variación (es decir, la volatilidad). La elasticidad 𝞫𝒓, valor que viene a
representar el grado de eficiencia con el cual se forma la inversión, es un resultado de la relación entre los
puntos de volatilidad 𝑪. 𝑽𝒀 %𝑴𝒀 y la tasa de formación bruta de capital fijo 𝑭𝑩𝑪𝑭𝒀 %𝑷𝑰𝑩𝒀 , que expresado
𝑭𝑩𝑪𝑭𝒀 %𝑷𝑰𝑩𝒀
en una fórmula sería = 𝞫𝒓 (616). Podría objetarse que ya tuvimos un acercamiento a la
𝑫𝑬𝑺𝑽𝒀 %𝑴𝒀
insostenibilidad en la inversión en la medición pura de la volatilidad, pero podríamos decir que, tal vez, en
los momentos de mayor volatilidad se generó tanto capital que el riesgo ‘‘valía la pena’’. Lo que trata de
medir este indicador es justamente si valía o no la pena el capital generado si se tomaba en cuenta la
volatilidad que implicaba. A más elasticidad, más valedero sería el capital incluso con el riesgo contraído.

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611. Ver sección 6.2. «Inversiones aniquiladas en democracia: niveles múltiples», especialmente los cuadros 138 y 139. Los datos clave son: el general, la
formación bruta de capital fijo total por habitante cayó a un 67.42% [i] y durante la democracia cada 4 de 5 años la formación bruta de capital fijo privado estuvo
en niveles inferiores a los de 1957.
612. Ver subsección 6.2.1. «Mal utilización de los factores productivos», especialmente los cuadros 141 y 142.
613. Cuadros 143 y 144.
614. Los excesos de capital público y la volatilidad en su formación se pueden observar en los cuadros 143 y 149 respectivamente. La volatilidad es, en este caso,
sinónimo de inconsistencia.
615. Ver sección 6.2.2. «Anomalía comparativa».
616. Para más detalles, revisar la sección A5. «Elasticidad FBCF cómo % del PIB – volatilidad».

315
Cuadro 150 | Elasticidad entre la formación bruta de capital fijo total como % del PIB y la volatilidad, por
década. A mayor elasticidad, mayor eficiencia. Fuente: Serebrisky et al. Banco Mundial, FRED, BCV, MOxLAD.

El cuadro 150 muestra de forma definitiva cuáles fueron los períodos con formación de capital más
eficiente (donde se forma más capital respecto a un punto de volatilidad, es decir, donde hay mayor
elasticidad) y también, adversamente, cuáles fueron los tiempos con formación de capital menos eficiente
(allí cuando se forma menos capital respecto a cada punto de volatilidad, o séase, situación en la cual el
valor de la elasticidad es menor). Ya asentados las premisas de donde partiremos para analizar los datos,
es asegurable que la década de los cincuenta fue la etapa con mayor eficiencia implícita dentro de la
formación bruta de capital fijo que se ha visto durante la historia reciente de Venezuela, teniendo una ratio
equivalente al 2.79% del PIB en inversión bruta total por cada 1% de volatilidad. Aunque pueda parecer
una pequeñez o incluso si sonare inentendible, estamos hablando de que la formación bruta de capital fijo
total triplicaba el cociente de volatilidad, por lo que definitivamente el capital bruto añadido (617) era
bastante cuantioso en relación al riesgo… Lo superaba y lo valía con un amplio margen de diferencia.

Aquello se redujo bastante en el principio de la democracia —donde la eficiencia se fue totalmente


al traste—. Entre 1960 y 1969 el ratio cayó a un miserable 1.03% del PIB en formación bruta de capital fijo
por cada 1% de volatilidad… La inversión bruta vio opacada su eficiencia de la década anterior (valor
positivo que se redujo en un -63.08%) al punto de que cada 1% de capital formado afrontaba un riesgo
cada vez mayor y que se hacía bastante imponente. Simplemente hay que pensarlo: ¿Acaso es eficiente
asumir tanto riesgo en la inversión? Evidentemente, no lo es porque no vale la pena y en el génesis
democrático estuvo casi a punto de llegar a un punto muerto (618), uno donde si los inversores hubieran
podido apreciar de forma cuantitativa la inestabilidad macroeconómica, las inversiones muy
probablemente no se hubieran producido en lo absoluto. De hecho, sabiendo lo que todos sabemos ahora
es difícil pensar que la ruptura en la tendencia de la formación bruta de capital fijo a partir de 1958 fue una
mera casualidad y no se debió a la incertidumbre asociada al auge demócrata (619).
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617. Otro sinónimo más para referirse a la formación bruta de capital fijo total, inversión bruta agregada o inversión bruta total.
618. El punto muerto se haya donde el % de formación bruta de capital fijo total iguala al % de volatilidad. El riesgo sería tan grande que sencillamente nadie
pondría capital en Venezuela, y de hacerlo probablemente su estructura se quebraría rápidamente al muy poco capital para mucho riesgo.
619. Solo debemos ver el cuadro 139 para constatar la baja en la tendencia de formación bruta de capital fijo. Se prolongó hasta finales de los años sesenta

316
Terminada la década de los sesenta, el problema de la baja elasticidad en la formación bruta de
𝑭𝑩𝑪𝑭𝒀 %𝑷𝑰𝑩𝒀
capital fijo no se solucionó. El valor promedio del cociente durante la era democrática fue de
𝑫𝑬𝑺𝑽𝒀 %𝑴𝒀
1.22% en la tasa de inversión 𝑭𝑩𝑪𝑭𝒀 %𝑷𝑰𝑩𝒀 por cada 1% de volatilidad 𝑫𝑬𝑺𝑽𝒀 %𝑴𝒀 , mostrando que de
forma general la inversión realizada no compensaba los descomunales niveles de inestabilidad y riesgo
que, al final, terminaron mostrando sus mortíferos efectos en la misma época afianzando la «máquina de
producir pobres» de la que hablaba Miguel Ángel Santos (620). Al margen de una altísima volatilidad y duda
sobre el futuro de la economía venezolana, el 1978 se desmoronan las tasas de inversión privadas y la
formación bruta de capital fijo privado hasta 1983, reduciéndose a apenas una quinta parte de lo que era
antes (transitando su valor de 36569.84 millones de US$ reales a solamente 7699). En aquella década, la
elasticidad era de 1.08% de formación bruta de capital fijo total como % del PIB por cada 1% de volatilidad;
61.12% menos que en la década de los 50's, 10.95% menos que el promedio de todo el período bipartidista
y apenas se recuperó 2% frente a la década de los 60's. Para rematar, los niveles de volatilidad en los
capitales agregados y del sector público eran los mayores en toda la historia reciente de Venezuela (621).

Cuadro 151 | Elasticidad entre la FBCF como % del PIB y la volatilidad, por década y por sector institucional. A
mayor elasticidad, mayor eficiencia. Fuente: Serebrisky et al. Banco Mundial, FRED, BCV, MOxLAD.

La poca compensación de la inversión para los niveles de riesgo (que luego producirían fugas
masivas de capitales y déficits de inversión colosales) no solamente se quedó en el agregado de capitales,
sino que también se extendió a su estructura por apartado institucional. Como vemos en el cuadro 151,
durante la era democrática el sector privado siempre resultó más perjudicado en la medida que su nivel de
inversión relativo a la inestabilidad bajaba por cada década que pasaba —y por lo tanto, existiendo la
relación negativa entre inversión y volatilidad, explicaría por qué nunca se recuperó debidamente la
formación de capitales privados— mientras que la elasticidad de los capitales públicos sufrió una enorme
descompensación durante los años sesenta y setenta. No obstante logró recuperarse para el final de la
época democrática recabando un nivel decente de eficiencia, mientras que la generación privada de
recursos pasaba por su momento más negro e infame.
_________________________________________________________________________________________________________________________
620. Santos, Miguel Ángel; España, Luis Pedro; González, Marino y Villasmil, Ricardo (eds.) Venezuela: Un acuerdo para alcanzar el desarrollo. Primera Edición.
UCAB - IIES (2008) pp. 308 – 309
621. Llegada la década de los ochenta (donde hubo la menor elasticidad en la FBCF privada) el déficit de inversión privada se agrandó como nunca.

317
6.4. Fuga masiva de capitales: el aspecto final de la falla
‘‘La inversión privada se detuvo cuando la economía entró en recesión a finales de la década de
los 70, y esto a su vez desencadenó un proceso que se autorreforzó, porque la anticipada caída
en la tasa de crecimiento desalentó la inversión privada doméstica, la baja acumulación de
capital físico obstaculizó a su vez el crecimiento económico y disminuyó el rendimiento en
activos domésticos, lo cual animó a los inversionistas a invertir sus ahorros en el exterior. [...] El
argumento central aquí gira en torno al hecho de que cuando el crecimiento económico se
detuvo, en 1978, esto condujo a los inversionistas potenciales a adoptar una actitud de ver y
esperar, y puesto que las decisiones sobre formación de capital fijo son al menos parcialmente
irreversibles, y en algunos casos totalmente irreversibles, la fuga de capital se vio estimulada
debido a la incertidumbre sobre la pronta recuperación de la economía no petrolera’’.

Emilio Medina Smith.

En 2004, Emilio J. Medina Smith culminó un trabajo titánico merecedor del Premio Ernesto Peltzer
en el cual se explicaba la situación de la fuga de capitales en Venezuela durante el período 1950 – 1999, las
razones empíricas detrás del fenómeno, una revisión teórica de lo que puede causar la huida de la
inversión, la magnitud de su impacto en nuestro país y, por supuesto, la metodología de la estimación. En
este espacio no podremos abarcar a cabalidad toda la brillantez de su trabajo original. (Por razones de
tiempo y de escasez bibliográfica para contrastarlo, algo bastante necesario en la medida que el trabajo
solo pretendió dar a fondo con el valor de los capitales que salieron de Venezuela en la última mitad del
siglo XX haciendo un énfasis menor en los demás aspectos. En palabras de Medina Smith: ‘‘Su esfera se
restringe a la estimación del monto de capitales que huyó de Venezuela y además a la relación con los
determinantes macroeconómicos de la FC para el período 1950–1999, por los cuales los resultados
empíricos no se deben utilizar para ningún otro propósito’’). Pero pese a eso, sí se puede afirmar que en
ese trabajo se encontrarían las bases para representar el «aspecto final» de la falla (622).

La conclusión que encontramos antes de llegar a este final (y que nos servirá de premisa ahora) es
que lo que he llamado falla del capital no es una falencia monolítica, unidimensional o cerrada; sino que
es más bien un cúmulo de problemas interrelacionados que afectaron negativa y gravemente la inversión
de Venezuela, condenándola a ser una máquina de producir pobres mucho antes de que Chávez llegara a
la presidencia y modificara de forma aún más retardataria el sistema. Además de todos los problemas ya
mencionados (baja formación bruta de capital fijo por habitante, caída de la productividad, mal utilización
del capital, inestabilidad persistente en las tasas de inversión y especialmente en la que correspondía al
sector público, nivel de formación de capital muy alejado del punto adecuado para crecer a largo plazo,
inversión no-compensatoria frente a los niveles de riesgo y por lo tanto doblemente ineficiente, y quizás
algunos detalles secundarios que se me deben estar olvidando en este momento), podemos dedicar una
sección para revisitar uno que se suma a la lista y agrava los problemas relativos a la escasez de capital en
tanto desvía la inversión a otros lugares. Medina Smith calculó que para 1999 los venezolanos tenían un
volumen de capital en el exterior de 111.503 millones de US$ a precios de 2004, equivalente a 150486
millones de US$ en términos reales a precios de 2019 (623) (624). Esta ingente cantidad de capital era
suficiente para saldar la deuda externa de Venezuela dos veces (625), de hecho, ya para 1987 la fuga
acumulada alcanzaba para pagar la deuda externa una vez y representó el 25% del stock de capital (626).
_________________________________________________________________________________________________________________________
622. Medina Smith, Emilio. La Fuga de Capitales en Venezuela, 1950 - 1999. Banco Central de Venezuela (2005).
623. Ídem, pp. 127 - 128
624. Nuestra deflactación se hace aplicando una corrección teniendo en cuenta la devaluación acumulada del dólar desde 2004 hasta 2019.
625. Medina Smith, Emilio. La Fuga de Capitales en Venezuela, 1950 - 1999. Banco Central de Venezuela (2005) pp. 127
626. Ídem, p. 19

318
6.4.1. Motivaciones teóricas, causas de la fuga en el caso venezolano y definición

En 2015, Miguel Ángel Santos y Carmen Reinhart publicaron un paper titulado «From financial
repression to external distress: the case of Venezuela» que contiene anotaciones bastante interesantes sobre
el episodio de fuga de capitales ocurrido entre 1984 y 2013 (627). El primer punto a destacar es que si bien
ellos anotaron una cifra bastante grande de fuga acumulativa (259.913 millones de US$), cuando la cifra
fue actualizada por Santos en 2020 incluyendo el período 2014 - 2018, la fuga durante 19 años de chavismo
(1999 – 2018) ascendía a 229.750 millones de dólares (628) (629). La fuga durante la mayor parte del período
democrático exceptuando la llegada de Chávez (1958 – 1998) alcanzó los 185.741 millones de dólares a
precios constantes de 2019, esto quiere decir que los demócratas, en más o menos el doble de tiempo,
lograron causar una fuga de capitales con un impacto del 80.84% respecto al causado por Chávez. Pero de
manera más crucial y correcta tomando en cuenta la diferencia poblacional del período democrático y
ahora, la fuga de capitales per cápita acumulada en democracia fue de 12.912 US$ a precios reales (314
US$ por año) mientras que la del chavismo fue de 9002 US$ a precios reales (473.8 US$ por año).

La fuga de capitales en democracia fue peor, pero si incluimos en el juicio el tiempo en el cual ambos
males causaron sus respectivos desastres a la estructura de capital, entonces quizás la fuga no haya sido
tan mala como en el chavismo, pero estuvo muy cerca de serlo y sólo era cuestión de tiempo para que
agarrase el ritmo de destrucción característico del socialismo. En segundo lugar, Santos y Reinhart explican
que las causas de la fuga de capitales en el colapso de la democracia fueron la represión financiera en forma
de tipos de interés negativos donde los ahorristas y tenedores de bonos tenían pérdidas netas al tener
rendimientos sobre sus inversiones u ahorros inferiores a la inflación. Exceptuando los años 1984, 1985,
1986 y 1999, el rendimiento de los bonos eran inferiores a la inflación efectiva (630), por lo que el
rendimiento real era negativo, es decir, había un impuesto inflacionario que sustraía de forma neta fondos
de los tenedores de bonos y ahorristas (que desde luego causó desequilibrios bastante potentes en el
sistema financiero). A esto se le llamó inflationary tax (impuesto inflacionario) porque taxativamente los
fondos, incentivando a las personas a sacar el dinero del sistema financiero venezolano.

En tercer lugar, la alta inflación que corría por la época estimulaba la fuga de capitales y la
sustitución monetaria (para proteger los activos pasando de bolívares a otra moneda más estable). La
represión financiera, por el contrario, aunque podría ayudar a controlar la fuga de capitales pero crearía
mercados captivos que serían depredados por las ansias parasitarias del Estado con tipos de interés
negativos, donde literalmente los ahorristas e inversores le pagarían al Estado por prestarle (631). En cuarto
lugar, Medina Smith postula que la convención económica tiene tres argumentos principales que
explicarían teóricamente la fuga de capitales en Venezuela: el riesgo político, las devaluaciones–inflación,
los móviles impositivos y los factores externos (632). Debido a los extremadamente bajos tipos de interés
que se mantenían negativos provocando pérdidas efectivas a los ahorristas e inversores (ya investigado
más detalladamente por Santos y Reinhart) los capitales domésticos se vieron atraídos en principio por las
_________________________________________________________________________________________________________________________
627. Santos, Miguel Ángel y Reinhart, Carmen. From financial repression to external distress: The case of Venezuela. NBER (2015)
628. Actualizan cifra de fuga de capitales en Venezuela: Entre 1999 y 2018 se llevaron 229.750 millones de dólares. Contrapunto (2020).
629. Miguel Ángel Santos hizo una publicación en Twitter con una gráfica adjunta. La descripción era: Actualicé el cálculo de fuga de capital que @carmenreinhart
y yo usamos en nuestro paper sobre #Venezuela (2016): En 20 años de chavismo (1999-2018) se fugaron $229,750 millones (según balances
@BCV_ORG_VE ). El control no paró la fuga, pero les permitió escoger quién se fugaba. https://twitter.com/miguelsantos12/status/1266179518269665283
630. Santos, Miguel Ángel y Reinhart, Carmen. From financial repression to external distress: The case of Venezuela. NBER (2015) p. 20, figura 4
631. Ídem, p. 28. Ambos explican que ‘‘sin controles al tipo de cambio, la alta inflación estimula la fuga de capitales, sustitución monetaria y conlleva a una
contracción en la demanda de moneda nacional (y de activos financieros denominados en moneda nacional que están imperfectamente indexados), creando la
base para la represión financiera (en el caso de los sustitutos). En la misma vía, los controles cambiarios crean mercados captivos por activos sujetos al impuesto
de represión financiera (cuasi-default), la cual lleva a las autoridades a depender del financiamiento derivado del impuesto inflacionario que de otro modo
hubiera prevalecido (en el caso de los complementos)’’.
632. Medina Smith, Emilio. La Fuga de Capitales en Venezuela, 1950 - 1999. Banco Central de Venezuela (2005) pp. 36 - 37

319
tasas de retorno de los bonos estadounidenses que habrían actuado como un imán para los capitales (633).
El sistema financiero venezolano al estar tan escasamente desarrollado y provocando pérdidas, tenía
muchos defectos comparativos con cualquier otro en la región; pero el más atractivo fue en última instancia
el norteamericano. Además, el profundo endeudamiento y el aumento nominal de los rendimientos
aumentarían el servicio de deuda. Medina Smith confirmó empíricamente que la variación de la deuda
externa estuvo correlacionada de forma positiva y significativamente en el sentido estadístico; lo que
implicaría que el endeudamiento tuvo un papel preponderante en la fuga de capitales (634). De forma
explicativamente plausible, el economista atribuye la fuga al cambio en los incentivos de los agentes
económicos: Para pagar esa deuda, los inversionistas y ahorristas pensaron que el Estado terminaría
efectuando alzas impositivas futuras para aumentar la recaudación, creando expectativas de que en el
horizonte se avizoraría un incremento en la carga tributaria doméstica. Para proteger sus activos del
«guamazo fiscal», los inversores y ahorristas sacaron su dinero de Venezuela y lo enviaron a otro lado con
un marco tributario más atractivo, generándose así la fuga. A esto se le añade el problema que trajeron las
expectativas de devaluaciones futuras.

Durante el boom petrolero a mediados de los 70's y debido al ingreso masivo de dólares
provenientes de las exportaciones petroleras (que luego se liquidarían en gasto público), el tipo de cambio
real se sobrevaluó. A principios de 1979, los agentes económicos estaban conscientes de la sobrevaluación
empezaron a correr rumores de una futura devaluación (635), perturbando sus nociones sobre el valor
futuro de activos y provocando que los capitales huyeran por este otro motivo. En sus conclusiones, Medina
Smith dijo que las causas de la fuga de capitales se explicaban mayormente por la inflación, las expectativas
de devaluación y la deuda externa (que al aumentar daba la impresión de que luego aumentarían los
impuestos). La inflación, como es de esperar, influenció la sobrevaluación del tipo de cambio (debido a que
el valor del bolívar frente a otras monedas no se reduce al ritmo de las corridas inflacionarias) y también
los tipos de interés reales (que quedarían en términos negativos debido a que el interés ofrecido no lograba
compensar la pérdida de poder adquisitivo).

El autor aseguró que durante la masificación de la fuga de capitales, el BCV solía fijar los tipos de
interés por debajo de la tasa de inflación prevista; con la baja inflación de los años 50’s y 60’s no se
estimulaba la fuga de capital, y durante los 90's, cuando la inflación empezó a reducirse, también lo hizo la
fuga de capitales (637). En definitiva, podría decirse que la inflación era el factor detrás de los otros males y
en el cual los demócratas eran pioneros. Estos serían los motivos dentro de la convención que explicarían
bastante bien el fenómeno de la fuga de capitales durante la era democrática venezolana, puesto que
aunque el autor estudió todo el período 1950 – 1999, él mismo enfatizó que la verdadera fuga empezó
cuando el modelo económico impuesto por la socialdemocracia empezó a colapsar con una paralización
sustancial en la inversión privada a finales de los años 70, anticipando una caída en el crecimiento
económico, lo que a su vez disminuyó la rentabilidad general de los activos domésticos, que a su vez
incentivó a sacar los capitales del país para invertirlos en el exterior, y así sucesivamente en un círculo
vicioso, provocando un fenómeno auto–reforzado y fundamentalmente vicioso (637).
_________________________________________________________________________________________________________________________
633. Medina Smith, Emilio. La Fuga de Capitales en Venezuela, 1950 - 1999. Banco Central de Venezuela (2005) p. 130. Medina Smith dice que: «[…] La evidencia
empírica obtenida permite responder a ese comentario. De hecho, la misma revela que la fuga de capitales respondió a ambas variables: riqueza y tasas de
retorno; sin embargo, fue más sensible a las variaciones de las tasas de interés en el extranjero medidas por la tasa de interés de las letras de los bonos del
Tesoro de EEUU (tbr). Esto indica que aunque en el largo plazo el ambiente económico doméstico es primordial, no obstante, debe indicarse que factores
foráneos fueron igualmente responsables de la fuga de capitales. En efecto, las variaciones de las tasas de interés en los Estados Unidos actuaron como un férreo
imán que ciertamente atrajo ingentes sumas de capital desde Venezuela». Termina sugiriendo que para cerrar el orificio por donde se fugan los capitales, el
sistema financiero venezolano debe desarrollarse y aumentar su capacidad para proveer servicios financieros y fondear inversiones privadas.
634. Ídem, 113 - 114
635. Ídem, 132 – 133
636. Ídem, págs. 105 - 107, 115 - 116, 121, 130
637. Ídem, 131

320
En este punto y antes de proceder con una evaluación de la gravedad respectiva a la fuga de capitales
durante los gobiernos democráticos, debemos aclarar lo que es y no es la fuga de capitales. Primero: la
fuga de capitales no es necesariamente ilegal; aunque comúnmente se asocia la fuga de capitales a los actos
delictivos, en realidad la fuga se puede efectuar por canales lícitos (638). Por ejemplo, si una empresa decide
vender su planta, locales y bienes permanentes a otra empresa y salir del país con lo que se ha re-
embolsado para invertirlo en otro lado como le está ocurriendo a Argentina en este momento con la
escapada de multinacionales desde Junio de este año (639), eso no implica que lo que hacen sea ilegal. Los
capitales se van, pero la ida no es ilícita. Medina Smith coloca como ejemplos la fuga de capitales que hubo
hasta principios de la década de los ochenta aprovechando la libre convertibilidad de la moneda, la fuga
ocurría pero sin embargo los canales eran legales. En segundo lugar, el término fuga de capitales no es uno
que sea científico o concretamente definido. En realidad es bastante común leer o escuchar el término sin
que antes de emplearse se defina exactamente a qué alude.

Por causas metodológicas, la acepción más ‘‘correcta’’ y convencional (aunque no es exactamente la


que se utilizará aquí) de la fuga de capitales es igual a la formación de activos en el extranjero. Los activos
que comúnmente son vectores de la fuga de capital (o sea, que se obtienen en el extranjero para sacar el
capital del país host) son las acciones de empresas, los bonos, los depósitos de efectivo, lotes o
construcciones, crédito comercial y efectivo (640). En tercer lugar, el asentamiento de una teoría de la fuga
de capitales viene desde la década de los treinta pero no se ha desarrollado por la insipiencia en la
construcción de datos, de la propia ciencia económica, la ausencia de una definición integral y porque como
es un aspecto de la movilización de capitales, normalmente se adscribe a teorías más complejas. En cuarto
lugar, las definiciones más certeras de la fuga de capitales comenzaron a tener aproximaciones también en
la década de los treinta, cuando Charles Kindleberger distinguió dos tipos distintos de salidas de capital:
en el contexto de la época, la salida común de capitales se debía a pagos del servicio de deuda proveniente
de los gastos de guerra, reparaciones y desembolsos por préstamos mientras que la anormal —lo que
normalmente entendemos como fuga de capitales— comprendía una re-colocación de capitales impulsada
por la ausencia de seguridad patrimonial que percibían los agentes económicos, es decir, la fuga de
capitales verdadera ocurría cuando los tenedores de capital no se sentían seguros estando en un lugar (641).

Más tarde en 1987, Ingo Walter extendería esa definición añadiendo la connotación moralmente
negativa de la fuga de capitales al decir que cuando la fuga de capitales ocurre, existe una violación por
parte de las autoridades a un contrato social implícito. Con esto se podría decir que la fuga de capitales,
aun cuando bien podrían beneficiar al prófugo siendo una buena decisión para proteger sus activos, los
funcionarios del Estado podrían simplemente no compartir eso y demonizarla (aun cuando ellos fueran los
causantes). En el mismo año, Donald Lessard y John Williamson sentaron una definición simple e
integradora de todo el bagaje anterior, diciendo que la fuga de capitales es aquel flujo de capitales que huye
al percibir riesgos anormales en el país. Bajo esta definición, estadísticamente la fuga de capitales sería un
producto residual obtenido de la diferencia entre la cantidad de salidas de capitales comunes y las que no.
De todo lo anterior, Medina Smith termina definiendo a la fuga de capital que estudió en su trabajo (y que
nosotros traeremos a este) como: ‘‘todos los flujos privados hacia activos extranjeros hechos por cualquier
residente de un país en desarrollo, propiciado por la inestabilidad económica interna’’ (641). El punto en
común que tienen es la asunción de que la fuga de capital ocurre cuando los tenedores de capital ven a las
alternativas domésticas de inversión como poco atractivas en términos de riesgos y tasas de retorno (642).
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638. Medina Smith, Emilio. La Fuga de Capitales en Venezuela, 1950 - 1999. Banco Central de Venezuela (2005) p. 29
639. Lárez, Pedro. Huida masiva de capitales en Argentina: 10 multinacionales más se van. MÁS Libertad (2020)
640. Bellingi, Guillermo. Fuga de capitales: un concepto vago al que han hecho trabajar. Entrelínea de Política Económica N°4 - Año 4 / Abril de 2010 pp. 13 - 14
641. Medina Smith, Emilio. La Fuga de Capitales en Venezuela, 1950 - 1999. Banco Central de Venezuela (2005) pp. 30 - 32
642. Ídem, p. 35

321
En literatura un poco más reciente, como «La fuga de capitales: historia, presente y perspectivas» de
Gaggero, Casparrino y Libman (2007) se explica de acuerdo a la esquematización de la economista alemana
Benu Scheider que las definiciones de la fuga de capital en la literatura económica, en vez de converger así
como lo hacen en la usada por Medina Smith, se dividen en tres tipos: la definición amplia, la fuga de capital
como reacción al tratamiento discriminatorio del capital local y la fuga de capital como un acto delictivo.
En el primer caso, la definición amplia entiende que toda salida de capital es igual a una fuga. El imaginario
subyacente a esta afirmación construye la idea de que toda salida de capital provoca una pérdida de
bienestar social en el país de origen, y que si se quedara en el país en manos de residentes podría generar
una tasa social de retorno superior a la que se generaría yéndose (643). La definición es bastante vaga en
tanto la diversificación de portafolio y las inversiones hechas por multinacionales bajo esta definición
serían una fuga de capital cuando en realidad solo expanden operaciones o contribuyen al financiamiento
de planes empresariales de no-residentes sin necesidad de provocar una pérdida de bienestar en el país
(como lo harían Zara, Apple o McDonalds), aunque al mismo tiempo generan bienestar en el lugar a donde
se destinan los fondos. Además, en este caso la fuga de capitales sería un mero sinónimo de flujos salientes
de capital y no tendría ninguna razón o conjunto de razones concretas para su existencia, lo que dificultaría
más teorizar sobre ella. La segunda definición es la que hemos venido aceptando y que empleó Medina
Smith, la cual es más adecuada en relación a: i) la idea general de lo que es la fuga de capitales, y ii) tener
un concepto cerrado y específico. En este segundo caso, la fuga de capitales entiende nada más los flujos
salientes de capital motivados por el riesgo asimétrico, la incertidumbre económica, jurídica o política. Los
autores simplifican la definición con la una frase de Gerald Epstein donde la fuga de capitales se debería a
el temor a la confiscación de la riqueza, los incrementos en los impuestos a la riqueza o la imposición de
regulaciones que limitan las prerrogativas de tenedores de activos.

En este segundo caso, Schneider (y también Gaggero, Casparrino y Libman) siguen a la definición
clásica de Kindleberger donde la fuga de capitales no sería más que un flujo unidireccional provocado por
la incertidumbre. Para el caso que estamos trabajando aquí se añade otro factor asociado a la inestabilidad
e incertidumbre: las variación negativa e insistente tanto en la tasa de retorno de los activos domésticos
como en las tasas de interés presentes en el mercado financiero (más concretamente los rendimientos que
se obtienen sobre la deuda gubernamental doméstica). En 2003, Schneider dijo que la definición más
adecuada de la fuga de capitales debería ser capaz de explicar las entradas de capitales al mismo tiempo
que existe un entorno inestable y volátil, para lo cual las salidas anormales se podrían explicar por “cambios
en la percepción del riesgo y retorno influenciados por la incertidumbre no capturada por la teoría del
portafolio” así como por “cambios en la composición de la cartera en respuesta al deterioro inusual en el
perfil de riesgo/retorno asociado a los activos localizados en un país particular’’ (644). Si se utiliza la
segunda definición con la refinación de Schneider, el conglomerado de razones que explican la fuga de
capital sería mucho más óptimo al no contraponer la salida y entrada de capitales. Por ejemplo, el riesgo
asimétrico (el riesgo distribuido de forma desigual entre agentes económicos) podría recaer más sobre un
sector de la economía que sobre otro, por lo que dónde más se recarga el riesgo es de donde saldrían los
capitales y viceversa. En el caso del «deterioro inusual en el perfil de riesgo/retorno» la disimilitud entre las
tasas de rentabilidad también puede explicar por qué entran capitales al mismo tiempo que salen. Si en la
industria petrolera hay una rentabilidad efectiva del -10% al año (o sea, que invertir en petróleo te causa
pérdidas) pero en la industria acerera puedes sacar una rentabilidad efectiva del 25% anual (o sea, que por
cada 100 que inviertes sacas 25), los capitales perfectamente saldrían del sector petrolero en ‘‘fuga’’ y
entrarían para el sector acerero en forma de inversión extranjera directa.

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643. Gaggero, Jorge; Casparrino, Claudio y Libman, Emiliano (eds.) La fuga de capitales: Historia, presente y perspectivas. CEFIDAR (2007) p. 8
644. Ídem, pp. 8 - 9

322
6.4.2. La magnitud, los efectos y el final

Ya aclarado todo lo relativo al aspecto último de la falla, podemos proceder a analizar


cuantitativamente la magnitud de la falla: qué tanto capital se fugaba, en qué años se fugaba más, cuál era
el impacto de la fuga en relación a otras variables (como la formación bruta de capital fijo o cómo el ahorro
nacional bruto) y su resultado final; que vendría a ser el monto acumulado de capitales que se habría
fugado desde 1950 y 1998. La presentación de las características anteriores inherentes a la fuga de
capitales no se hará precisamente en ese orden, será sucinta debido a que no existen muchos datos al
respecto y mostraremos un panel de las tasas de retorno efectivas sobre las inversiones ya que, por el
contrario de todas las otras causas de la fuga de capitales (devaluación, inflación, volatilidad e
inestabilidad) esta es la única que no cuenta con una representación propia en este volumen. Por
consiguiente, cuando en el desarrollo de esta subsección vea el momento adecuado, le dedicaré una página.

Cuadro 152 | Fuga de capitales privados en Venezuela a precios reales y nominales (1950 – 1998).
Fuente: Medina Smith (2005), FRED.

Durante los años cincuenta no fugas de capitales que fueran considerables; las cantidades fueron en
realidad bastante mínimas. Por ejemplo, hasta el último año de gobierno de Marcos Pérez Jiménez la fuga
acumuló a duras penas 209 millones de US$ a precios de la época, que vendrían a ser 2198 mil millones de
US$ a precios reales (constantes de 2019). Sin embargo, nada más en 1958 —primer año de transición
democrática— la fuga fue de 561 millones de US$ en la época (3122 millones de US$ reales a precios del
año pasado). Si a esto le contamos las fugas de 1959 (1817 millones de US$ reales), 1960 (4885 millones),
1961 (4286 millones), 1962 (1276 millones), 1963 (2187 millones) y 1964 (1971 millones) podemos decir
perfectamente que sin lugar a dudas todos los primeros años de democracia que comprendían la transición
democrática y el gobierno de Rómulo Betancourt vieron pasar fugas multimillonarias de capitales que
escalaron hasta los casi 20 mil millones de dólares en siete años, cantidad acumulada unas ocho veces más
alta que la vista durante el período de la dictadura militar. El promedio por año durante esta fase inicial de
la fuga fue de 2792 millones de dólares a precios reales que huyeron del país.

323
Sin embargo, aunque esta cifra es considerablemente grande (estamos hablando de 19.5 mil
millones de dólares), a final de cuentas no vendría a ser más que una mera introducción a lo que la
socialdemocracia es capaz de provocar. Después de que entre 1965 y 1966 se repatriaran apenas 1003
millones de US$ reales (5.13% de lo que se fugó anteriormente), la escapada de capitales durante el
gobierno de Raúl Leoni continuó durante cuatro años pero en niveles discretos que promediaban los 485
millones de US$ reales... Hasta 1971, año en el que se produjo un récord de fuga para un solo año: 4728 mil
millones de dólares a precios constantes de 2019, que superaba en un 69.34% el promedio de fuga
frenética en los primeros años democracia y en un 874.8% el promedio de los cuatro años anteriores; lo
que definitivamente fue algo totalmente precipitado y duro.

Al año siguiente, se repatriaron 223 mil millones de US$ reales y posteriormente se procedió a
continuar discretamente la fuga de capitales por nada más cuatro años (fuga promedio de 564 millones de
dólares reales por año) hasta que en 1977 y todavía gobernando Carlos Andrés Pérez se produce una fuga
todavía más grave que la de 1971: nada más y nada menos que 7502 mil millones de dólares. A partir de
ahí en adelante hubo una ruptura en la tendencia pasando de fugas moderadas a fugas increíblemente
caras. Entre 1977 y 1983 se fugó la ‘‘módica’’ cantidad de 99.7 mil millones de dólares a precios reales (14.2
mil millones de dólares por año en promedio), una ingente cantidad de capital que definitivamente no tuvo
parangón ni precedentes en la historia económica reciente. El único período que lo puede rebatir es el
periodo de «era Chávez» (645). Luego de las devaluaciones de 1983 y la imposición de controles en los
mercados de divisas, los capitales se siguieron fugando pero en menor cantidad.

En 1984 se fugaron 3.89 mil millones de US$, en 1985 la cantidad bajó a 312 millones y para 1986
hubo una pequeña estabilización en los 462 millones de US$. Una vez se aligeró la fuga, empezaron a
repatriarse capitales de forma considerable por primera vez desde la dictadura militar: para el período
1987 - 1989 se reincorporaron al país 4.83 mil millones de dólares a precios constantes de 2019, que a
pesar de no poder remendar ni de cerca toda la fuga del pasado (esta llevaba acumulados 131.6 mil
millones de dólares en fuga, por lo que este episodio de repatriaciones apenas podría reparar el 0.3% del
enorme agujero negro), era una especie de pequeña victoria de los demócratas porque fue la primera vez
donde se repatriaron capitales de forma ininterrumpida por más de dos años seguidos. Esto, como es de
esperarse (porque nada bueno en democracia fue permanente), no prevaleció mucho tiempo y en 1990 se
fugaron capitales que equivalen a un monto de 12.8 mil millones de dólares reales, aperturando de nuevo
una serie ininterrumpida de fugas durante la década de los noventa que sumaron 58.9 mil millones de US$.

De 41 años que comprende la era democrática en esta serie de tiempo, en 32 de ellos hubo una fuga
de capital. Lo anterior quiere decir que cuatro de cada cinco años en democracia estuvo presente la huida
de capitales, siendo increíblemente frecuente este fenómeno. Si traemos a colación la frecuencia de la fuga
de capitales en dictadura militar, caería a dos de cada cuatro años puesto que la mitad de tiempo había una
repatriación y la mitad del tiempo había una fuga). Ahora bien, tras saber cuánto capital se fugó en la
segunda mitad del siglo XX nos quedan por resolver tres cosas: a) impacto, b) fuga acumulada durante el
período de tiempo estudiado y c) distribución a lo largo del tiempo. Yendo directo a la primera cuestión, el
impacto se puede medir de dos formas: comparándolo con «variables positivas» y midiéndolo en términos
per cápita dada la relación positiva entre disponibilidad de capital por habitante y bienestar (646) (647) (648).
_________________________________________________________________________________________________________________________
645. Recordemos que la actualización del trabajo de Miguel Ángel Santos y Carmen Reinhart «From financial repression to external distress: The case of
Venezuela», la fuga de capitales acumulada por el chavismo entre 1999 y 2018 ascendía a 229.750 millones de US$, mientras que la acumulada por los
demócratas nada más entre 1977 y 1983 acumulaba 99764 millones. El chavismo es el único régimen ideológico en nuestra historia que por el daño sus políticas
públicas le pudo hacer competencia a la socialdemocracia, aunque fuera en otro siglo. Ver notas 627 y 628.
646. Owyang, Michael y Shell, Hannah. How Capital Deepening Affects Labor Productivity. Federal Reserve Bank of St. Louis (2018)
647. Arestis et al. The relationship between capital stock, unemployment and wages in nine EMU countries. Bulletin of Economic Research (2007) pp. 128 – 133
648. Rodríguez, Pedro y Rodríguez, Luis. El petróleo como instrumento de progreso. Segunda Edición, Ediciones IESA (2013) p. 90

324
Cuando hablo de variables positivas me estoy refiriendo a datos económicos que representan algo
esencialmente bueno por sí mismo: algo que le hace bien al país. Ejemplos de variables positivas son el
producto interno bruto, la renta per cápita o la inversión. En este caso, las variables positivas serán la
formación bruta de capital fijo privado (FBCF o inversión bruta privada) y el ahorro nacional bruto, dato
que muestra la parte del ingreso nacional que no se ha gastado (649). Lo anterior supone que el ingreso
doméstico que no gasta termina siendo ahorrado, y en la literatura se suele aceptar al ahorro como la base
de la inversión. En el caso donde el ahorro es inferior a la formación bruta de capital fijo, necesariamente
la financiación debe venir de ahorro externo (650). En la dirección que usamos estas variables, cuando se
compara la fuga de capitales con la formación bruta de capital fijo privada estamos viendo cuánto
porcentaje de la inversión bruta del sector privado se está perdiendo, la cual alternativamente pudo
emplearse en potenciar la inversión. En este primer caso, la fuga de capitales se ve como un desperdicio de
inversión potencial (651). En cambio, cuando la fuga de capitales es puesta en relación con el ahorro nacional
bruto (ANB), se ve un desperdicio de ahorro necesario (652) para el financiamiento de la inversión doméstica
siempre que se considere deseable no depender de ahorro externo.

Cuadros 153 y 154 | Izquierda: Fuga de capitales privados como % del ANB y la FBCF privada (Venezuela, 1950 –
1998). Derecha: Posición general de la fuga de capitales como % del ANB y la FBCF privada por período
gubernamental (Venezuela, 1950 – 1998) Fuente: Medina Smith (2005), FRED, BCV, BIS, MOxLAD.

Los cuadros 153 y 154 muestran la fuga de capitales como % de la formación bruta de capital fijo
privado (i) y el ahorro nacional bruto (ii). La diferencia entre ambos es que el gráfico de la izquierda
muestra los datos anuales—capturando todos los movimientos—, mientras que el gráfico de la derecha
expone la mediana de la fuga por período gubernamental, mostrando nada más cuáles fueron las
administraciones con mayores huidas de capital. Es notable que las fugas más perjudiciales en los términos
señalados en el párrafo anterior (desperdicio de inversión potencial + desperdicio de ahorro necesario)
aparecieron en plena década de los ochenta con unos porcentajes de capitales fugados bastante altos.
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649. World Bank Data Catalog. Gross National Savings (in LCU). Consultado el 28/10/2020.
650. Serebrisky et al. La inversión y el ahorro en América Latina y el Caribe: ¿Cómo se relacionan? BID (2015) p. 7
651. Si la inversión se va del país por medio de la fuga de capitales, el país se está quedando directamente sin inversión. No hay mucho que discutir aquí.
652. Si el ahorro nacional se canaliza en el exterior a través de la fuga de capitales, el país se está vaciando internamente de fondos que puedan financiar la
inversión doméstica. Eso obliga a los inversores a depender de otras fuentes de inversión financiadas en última instancia por activos externos.

325
En 1977, año donde comenzó el outbreak de capitales más fuerte de todo el siglo XX (653), la fuga de
capitales representaba el 21.15% de la formación bruta de capital fijo privado. En 1979 ya el porcentaje se
posicionó al 43.5%, para 1980 se cuasi-duplicó al 82.04%, al año siguiente la fuga de capitales superó la
formación bruta de capital fijo al significar el 107.1% de la inversión privada bruta y cuando llegó 1983, la
fuga ascendió hasta un modestísimo porcentaje del 335.8%. Durante estos años transitorios entre el
gobierno de Carlos Andrés Pérez y el de Luis Herrera Campins, la fuga promedio representaba un 97.6%
de la formación bruta de capital fijo, lo que quiere decir que la inversión privada pudo duplicarse de no
haber existido fuga de capitales. Si vemos la fuga de capitales como % del ahorro nacional bruto, caeremos
en cuenta que siguieron la misma tendencia de la formación bruta de capital fijo y que por lo tanto su
ascenso brutal también tuvo lugar en el mismo período de siete años: para 1977 la fuga de capitales era
igual al 19.21% del ahorro nacional bruto. En 1979 esto aumentó al 31.36%, después en 1980 pasó al
41.04%, luego al 47.50%, posteriormente al 50.83% y para 1983 esto habría llegado al 142.06% del ahorro
doméstico con un promedio del 49.6% anual para el período transitorio.

Ahora bien, aunque fue un golpe bastante duro y que muestra crudamente el impacto de la fuga de
capitales provocada por la inestabilidad y el «artificialismo económico» (654) de la socialdemocracia
venezolana, no fue el único. El festín de capitales y ahorros drenados al exterior se reanudó en 1990 (seis
años más tarde), donde en un solo año la fuga de capitales llegó a ser igual al 301% de la formación bruta
de capital fijo; la fuga de un solo año literalmente triplicaba toda la inversión hecha en el país tal como
ocurrió pocos años atrás. El episodio se estaba repitiendo. Durante el resto de los años noventa, la fuga
alcanzaba un 91.35% de la formación bruta de capital fijo privado o para ponerlo en términos más claros:
de cada 10 dólares que se invertían, 9 se iban al exterior. Venezuela se había convertido en una pesadilla
para la inversión y la indisponibilidad del capital sumada a la inversión paupérrima y la enorme brecha de
inversión, llevaron a un colapso del stock de capital que como ya podrás deducir, redujo la calidad de vida
de los venezolanos ayudando a catalizar y amplificar todos los problemas existentes, llevando de forma
última a intentar cambiar el sistema justificadamente; aunque la elección no haya sido la mejor (655).

Si cambiamos el objeto de análisis y pasamos al ahorro nacional bruto, en 1990 la fuga de capitales
representó el 77.2% del ANB (casi 8 de cada 10 dólares ahorrados se ahuyentaban) y durante la década
promedió el 42.5% (4 de cada 10 dólares ahorrados se lanzaban al exterior). Si queremos irnos a una
observación más general y centrada en el impacto de la fuga de capitales durante cada gobierno, lo ideal es
ver el cuadro 154. Al empezar la serie, notaremos que entre 1950 y 1957 el impacto de la fuga de capitales
era casi nulo: de apenas el 1.84% de la inversión bruta privada y el 2.38% del ahorro nacional bruto.
Inmediatamente llegada la transición y el gobierno de Rómulo Betancourt, la fuga de capitales en relación
a nuestras variables positivas escogidas se multiplicó diez veces en promedio. Poquito, ¿no? En el caso de
la fuga como % de la formación bruta de capital fijo privado, pasó del 1.84% al 22.93% multiplicándose
casi doce veces y media. Respecto a la fuga como % del ahorro nacional bruto, esta aumentó del 2.38% al
21.41%; un crecimiento de nueve veces. Durante el gobierno de Raúl Leoni (1964 – 1969) se presenció el
menor impacto del fenómeno fugitivo durante la era democrática con porcentajes del 6.18% de la
formación bruta de capital fijo privado y del 5.36% del ahorro doméstico.

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653. Hace un par de páginas mencioné que en esos años hubo una fuga de capitales que alcanzó la terrible suma de 103.6 mil millones de dólares a precios
constantes del año pasado. De hecho, es definitivo que es la única suma que es capaz de hacerle alguna clase de competencia a la generada por el chavismo (ver
nota 645). La cantidad de capitales que huyeron al extranjero en ese período de tiempo tan relativamente corto era tan grande que representó el 53.71% de la
fuga de capitales acumulada durante la era democrática venezolana. Nada se le comparó.
654. Desde que las élites socialdemócratas buscaron legitimar el intervencionismo económico dentro del orden natural de la sociedad y particularmente el del
mercado, quisieron construir artificialmente a las personas a través de una guía inexistente y malaventurada del Estado causando mucho más daño que bien, y
para pruebas tenemos 325 páginas hasta el momento donde se construye un argumentario que lo prueba (aunque nada más el sólido cúmulo de evidencia
expuesta en este volumen del libro es suficiente).
655. Chávez no era la mejor opción que pudieron elegir los votantes, pero no se puede esperar mucho de la democracia estatalizada.

326
En el primer gobierno de Rafael Caldera (1969 – 1974) los porcentajes también se mantuvieron
bajos al 12.69% y 7.73% respectivamente, aunque luego durante la primera presidencia de Carlos Andrés
Pérez (1974 – 1979) las tasas de fuga se empezaron a incrementar de nuevo al 17.02% y el 10.94%... Hasta
que todo terminó de reventar en la presidencia de Luis Herrera Campins (1979 – 1984) cuando pasaron a
verse fugas ingentes del 81.47% de la formación bruta de capital fijo privado (8 dólares escapados por cada
10 dólares invertidos) y al 44.43% del ahorro nacional bruto (4 dólares escapados por cada 10 dólares
ahorrados). Durante los años de Jaime Lusinchi (1984 – 1989) y encontrándose un alivio temporal a las
frenéticas huidas de capitales durante los gobiernos pasados hubo una repatriación de capitales —nótese
que es una de las pocas veces que digo la palabra repatriación en esta subsección— que era igual al 2.33%
de la inversión bruta privada y al 1.77% del ahorro doméstico. Comenzada la segunda presidencia de Carlos
Andrés Pérez (1989 – 1993) todo se volvió a ir por el caño al regresar ingentes salidas de capital,
caracterizadas por no bajar del 52.81% de la formación bruta de capital fijo y que, como máximo, llegaron
al 77.38% durante la segunda presidencia de Rafael Caldera (1994 – 1999).

Cuadro 155 | Fuga per cápita de capitales privados en Venezuela a precios reales y nominales (Venezuela,
1950 – 1998). Fuente: Medina Smith (2005), FRED, MOxLAD.

De forma alternativa a las tasas de fuga, el impacto también se puede medir en términos por
habitante dándonos una interrogante: ¿Qué tanto capital se fugó por persona durante la última mitad del
siglo XX en Venezuela? La respuesta a la pregunta no haría más que seguir extendiendo nuestros
argumentos ya de por sí bastante consolidados contra la socialdemocracia venezolana debido a su
negligencia en el tratamiento de los capitales en Venezuela. La ilustración de la réplica a la interrogante
está encarnada dentro del cuadro 155, orientándonos en una aproximación al segundo tipo de impacto
evaluado. Durante los últimos años de la dictadura militar, la frecuencia de las fugas y las repatriaciones
de capital eran iguales (656), pero las fugas eran un poco más intensas a la par que despreciables dado que
en términos reales el promedio de fuga anual era de 56.4 dólares per cápita a precios constantes de 2019.
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656. Como dije hace unas páginas atrás, la mitad del tiempo en dictadura había una fuga de capital y la otra mitad había una repatriación. Para ocho años, en
cuatro (1951, 1955, 1956, 1957) hubo repatriaciones y en cuatro (1950, 1952, 1953, 1954) hubo fugas. Las fugas eran más pesadas que las repatriaciones.

327
Como máximo de repatriación se lograron traer de vuelta al país voluntariamente 219.62 dólares
por persona en 1951 mientras que el máximo de fuga fue de 409.2 dólares por persona en 1950, todo lo
anterior a precios del año pasado. Si excluyéramos el año 1950 y solo promediáramos la fuga per cápita
entre 1951 y 1957 esta sería muchísimo menor con un piso mínimo de 6.1 dólares por habitante en
términos reales. Para el segundo año de Rómulo Betancourt, el demócrata batió los records de fuga de
capitales alcanzando 644 dólares por persona en 1960 y viendo ninguna repatriación durante el período
1958 - 1964. Entre la transición democrática y la culminación del gobierno de Betancourt el promedio de
fuga fue de 360.3 dólares per cápita, un nada despreciable 538.82% más que en el período anterior. Dos
repatriaciones se vieron al principio de la presidencia de Raúl Leoni en los años 1965 y 1966, pero fueron
de apenas 15.95 y 91.24 dólares por persona, mientras que de 1967 en adelante hubo solamente fugas que
promediaron los 48.42 dólares por venezolano, el menor promedio de toda la era democrática. Al margen
de la Ley de Reversión (657), en el primer gobierno de Rafael Caldera se fugaron 426.24 dólares por persona
(1971) y las fugas se volvieron a intensificar, pasando de un promedio de 163.41 dólares per cápita durante
el gobierno de Caldera a 291.6 dólares per cápita durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez.

Cuadro 156 | Stock de la fuga de capitales desde 1950 a precios reales, en términos absolutos y por
habitante (Venezuela, 1950 – 1998). Fuente: Medina Smith (2005), FRED, MOxLAD.

Todavía con Pérez en 1977 se volvió a ver la mayor fuga de capitales por persona desde el gobierno
de Raúl Leoni alcanzándose los 549.2 dólares, y para 1979 (final de su presidencia) el gobierno de Acción
Democrática volvió a batir los récords de fuga en la historia económica reciente de Venezuela con 874.1
dólares por habitante, que vino a ser 35.72% que el récord de Rómulo Betancourt. Un dato curioso que nos
revela esto es que los gobiernos de Acción Democrática fueron los primeros en romper el punto máximo
de fuga de capitales (con Rómulo Betancourt) y la segunda vez que se superó esa primera marca fue porque
ellos mismos se superaron (con Carlos Andrés Pérez). Bajo esta luz, fueron los primeros en maximizar la
fuga de capitales y en superarse a sí mismos haciéndolo por segunda vez de forma consecutiva. Satíricame-
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657. La Ley Sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos, apodada aquí Ley de Reversión de 1971, fue la ley antecesora a la
nacionalización petrolera que ayudó a conformar el desastre e incentivaba la fuga debido a sus cláusulas confiscatorias y depredadoras (del artículo 2 al 18). La
sección 5.4.2. «Ley de Reversión de 1971: Formación del desastre» analiza la norma viendo sus postulados tal cual estaban escritos, pudiéndose confirmar
viendo la Sección D. «Sobre el contenido entero de las Leyes analizadas en los anexos».

328
nte, podríamos comentar que en ese momento Acción Democrática y COPEI estaban compitiendo para ver
qué partido gobernante lograba provocar más fugas. Ya después bajo el gobierno de Jaime Lusinchi y al
marco de la formación bruta de capital fijo por el piso y en caída libre desde 1978 (658), la fuga de capitales
por persona promedió los 2.82 dólares. Sin embargo, si nada se invertía y nada se generaba poco era lo que
se podía fugar (ya que lo que se podía fugar se fugó y no había mucho más que se pudiera fugar), así que es
dudable que hubiera sido un éxito propio más allá de las circunstancias que estaban dadas en aquél
entonces. Cuando Carlos Andrés Pérez volvió al poder para un segundo round en 1989, las fugas volvieron
a hacerse sentir con una cantidad de 649 dólares por persona para 1990, y de ahí en adelante no pasó
mucho más con las cartas ya echadas: el sistema estaba destinado al fracaso y solo era cuestión de tiempo
para que esto sucediera. Para el segundo gobierno de Rafael Caldera la fuga de capitales promedió los 310.6
dólares por persona y llegó a un punto máximo de 402.1 US$ en 1997.

Cuadros 157 y 158 | Izquierda: Rentabilidad y tipo de interés en términos nominales (Venezuela, 1950 – 1995).
Derecha: Rentabilidad y tipo de interés en términos efectivos (Venezuela, 1950 – 1995). Fuentes: Mauro et. al
(2013), FMI, MOxLAD, FRED y Baptista (1997).

El resultado de todas estas corridas de capitales fue que para 1998, último ‘‘año puro’’ de
democracia, se encontrara un stock de fondos en el exterior producto de la fuga de capitales desde 1950
que sumó 187.940 mil millones de US$ a precios reales (72.315 millones de US$ para la época). El 98.83%
de este inventario de activos fugitivos se generó entre 1958 y 1999; es decir, la enorme mayoría de ellos se
fugaron exclusivamente en democracia comportándose de esta forma el aspecto final de nuestra falla. Si lo
vemos desde una perspectiva cuantitativa por habitante, la fuga de capitales acumuló 12.912 US$ a precios
reales para 1998 (4259 dólares de la época). Los puntos decisivos donde se oficializa un cambio de
tendencia estuvieron en 1958 al comenzar la democracia y empezar a descender el nivel de repatriación
(o subir el nivel de fuga, que es lo mismo), en 1977 donde se hicieron sentir las expectativas de devaluación
y la acentuación de presiones inflacionarias que mencionó Medina Smith (659) y que ya habían comenzado
a cortar el valor del bolívar en 1974 (660).
_________________________________________________________________________________________________________________________
658. Ver cuadro 138, aunque Santos mencionó que en 1978 fue que se ensambló la máquina de producir pobres (ver notas 592 y 620).
659. Medina Smith, Emilio. La Fuga de Capitales en Venezuela, 1950 – 1999. Banco Central de Venezuela (2005) p. 130.
660. Ver cuadro 82.

329
Para echarlo más a perder y como avizoraremos en los cuadros 1957 y 1958, la rentabilidad bruta
del capital disminuyó de manera sostenida a lo largo de la era democrática, lo que desincentivaba la
inversión al hacerlo más rentable mientras que, de forma paralela, los rendimientos agregados de la deuda
gubernamental empezaron a alzarse. La rentabilidad bruta del capital fue medida por Asdrúbal Baptista
(1997) y es el único proxy para la rentabilidad de los activos domésticos que encontré para esta edición,
pero que igual ilustra el punto principal. El cálculo de esta variable, según Baptista, resulta de considerar
la relación entre el excedente de explotación y el monto del capital neto a precios corrientes (661). Por su
parte, el interés de la deuda como % del stock de deuda fue algo que ya calculamos antes y resulta de
relacionar los intereses de deuda con el valor de la deuda que tiene el país, asumiendo que toda la deuda
que tiene el gobierno es un activo (capital) de otros agentes económicos y que les será devuelto en un
momento determinado y que rinde un interés, tal como una rentabilidad del capital cualquiera.

Ahora bien, si pasamos estas rentabilidades a términos efectivos contando el efecto de la inflación,
lo que resulta va más allá de un simple cambio en las rentabilidades aparentes. Es mucho más fuerte.
Mientras que en términos nominales había un cambio de rentabilidades, lo que podría desincentivar la
inversión directa en activos fijos para financiar planes productivos (dado que la rentabilidad bruta del
capital cayó) para mover los fondos a manos del Estado y financiar su gasto corriente (ya que el interés
sobre la deuda gubernamental estaba subiendo), en términos efectivos —encarando la inflación— toda
rentabilidad e interés entró al terreno de tipos negativos a partir de mediados de los 70's. ¿Qué significa
eso de tipos negativos? Te podrías preguntar, pero la respuesta es fácil: si hay tipos negativos de interés y
rentabilidad, tus inversiones en vez de darte beneficios te provocan pérdidas.

La inflación sopesaba y provocaba una carga desproporcionada y absurda sobre el interés de los
mercados financieros y sobre el rendimiento del capital, dando una idea de que el rendimiento de los
activos domésticos estaba totalmente por los suelos desde antes que Miguel Ángel Santos y Carmen
Reinhart lo midieran (662). Al haber rentabilidad e intereses negativos de forma general, ninguna inversión
(en promedio) es atractiva para los inversores, lo que desata la fuga de capitales en busca de mejores
oportunidades de negocios. El primer golpe devaluatorio de 1974 y las expectativas de devaluaciones
cambiarias en 1977 hicieron que la tendencia de la fuga se rompiera por segunda vez y el stock de capital
prófugo pasara de 3671 US$ per cápita en 1976 a 10166 US$ per cápita en 1983; un aumento anómalo y
absurdo. Las consecuencias que provocó lo que hicieron fue prolongar la duración del fenómeno e
intensificarlo, ya que la fuga de capital agrava los motivos que la trajeron en primer lugar, causando una
espiral de efectos considerablemente devastadora cuando no se hace nada para evitarlo.

Y más allá de no hacer nada, ciertos autores como Miguel Rodríguez (1987) especificaron que la
fuga de capitales durante los ochenta fue un producto intencional de la política ejecutada por el Banco
Central (663), la cual estaba compuesta por dos ejes: i) El mantenimiento de las tasas de interés por debajo
de la que prevalecía en otros lugares (especialmente en Estados Unidos) y ii) Devaluación de la moneda
nacional o, como mínimo, generar la expectativa de que habrá una inminente (que ya hemos visto). El
presunto objetivo era causar pérdidas en las reservas internacionales a través de la compra de dólares para
resecar los mercados cambiarios de bolívares, pese a que esto puede ser perjudicial en tanto fuerza a los
gobiernos a recurrir a préstamos en el exterior, los cuales imponen una limitación adicional a los ejecutores
de las políticas económicas en el mediano y largo plazo. Además, Medina Smith también especifica que el
fenómeno implica razonablemente la reducción de la disponibilidad de recursos financieros para la invers-

_________________________________________________________________________________________________________________________
661. Baptista, Asdrúbal. Bases cuantitativas de la economía venezolana 1830 - 1995. Fundación Polar (1997) pp. 139 y 146
662. Santos, Miguel Ángel y Reinhart, Carmen. From financial repression to external distress: The case of Venezuela. NBER (2015) p. 20
663. Medina Smith, Emilio. La Fuga de Capitales en Venezuela, 1950 – 1999. Banco Central de Venezuela (2005) p. 78

330
ión doméstica, lo cual tiene un efecto nocivo en la tasa de crecimiento económico actual y disminuye el
potencial de crecimiento futuro (664). En base a estos dos efectos principales se crea un círculo vicioso
porque previendo una caída en la tasa de crecimiento se desalienta la inversión, lo que a su vez sigue
reduciendo las expectativas de crecimiento futuro por la baja acumulación de activos fijos, que a su vez
forma una profecía autocumplida reduciéndose efectivamente la tasa de crecimiento y por lo tanto
disminuyendo la rentabilidad del capital al verse menos productivo por cuanto la renta total (dependiente
del crecimiento económico) es menor.

Esto incentiva a los inversionistas a retirar los capitales del país y colocarlos en el exterior. Además,
si se toma en cuenta la caída de reservas internacionales, los desequilibrios externos provocan más
inseguridad y el retiro masivo de divisas de la economía a través de la fuga de capitales reduce la oferta de
moneda extranjera frente, lo que deshabilita el intento de secar los mercados de bolívares y provoca el
efecto contrario: si hay menos dólares porque se fugaron y la liquidez monetaria está creciendo (665),
entonces debemos esperar una devaluación. Las expectativas de devaluación también provocan la fuga de
capitales porque hacen dudar a los inversores de la seguridad de sus activos dentro del país, y si se fugan
los capitales hay menos inversión, si hay menos inversión hay menos crecimiento, si hay menos
crecimiento hay menos rentabilidad, si hay menos rentabilidad hay más capitales salientes, si hay más
capitales salientes hay menos oferta de divisas, si hay menos oferta de divisas hay más expectativas de
devaluación, si hay más expectativas de devaluación más fuga hay, si hay más fuga hay menos inversión...
Y así sucesivamente ad-infinitum (666).

Cuadros 159 | Distribución anual de la fuga de capitales durante la segunda mitad del siglo XX
(Venezuela, 1950 – 1998). Fuente: Medina Smith (2005).

Por estas interrelaciones, la magnitud de la fuga y principios teóricos no debería sorprendernos que
este fuera un fenómeno decisivo (aunque también se valía como un reflejo de las catastróficas condiciones
económicas y el aciago entorno de inversión que primó durante la era democrática) en la decadencia del
modelo económico implantado por la clase política socialdemócrata.
_________________________________________________________________________________________________________________________
664. Medina Smith, Emilio. La Fuga de Capitales en Venezuela, 1950 – 1999. Banco Central de Venezuela (2005) p. 41
665. La expansión de la base monetaria se muestra en la sección 4.4.3. «Es el keynesianismo, estúpido» específicamente en el cuadro 30.
666. Medina Smith, Emilio. La Fuga de Capitales en Venezuela, 1950 – 1999. Banco Central de Venezuela (2005) pp. 131 - 133

331
De hecho, durante aquél período en el cual se ensambló la «máquina de pobreza» y el sistema
empezó a ir cuesta abajo (1977 – 1984) se localizó el 55.1% de la fuga vista en la serie de tiempo analizada.
La segunda mayor concentración de fugas tuvo lugar durante toda la década de los noventa con un 31.33%
del capital fugado y, por último, la tercera mayor concentración tuvo lugar fue durante el período de
transición democrática y la presidencia de Rómulo Betancourt (período 1958 – 1964) con un 10.4%. Entre
estos tres períodos se fugó el 96.83% del stock de capital prófugo, la práctica totalidad. ¿Pero quienes
somos nosotros para juzgar? Al final y desde la perspectiva de los políticos, no somos más que la plebe;
meras ovejas, meros súbditos, que deben ser mandados y pastoreados a pesar de que históricamente la
ruta por la que nos han llevado no ha sido más que la misma a la perdición, al abismo más obscuro, sombrío
y con olor a conflicto, muerte, zozobra, chisme, traición, ranciedad, obsolescencia y megalomanía... Propio
de los viejos dinosaurios de la política venezolana y sus sucesores.

Ellos creen que no somos más que la generación a la que le tocó cargar con las consecuencias de una
élite inoperante, inepta, incompetente, incapaz, torpe, estúpida, tarada e incapaz de reconocer sus errores
porque siendo ‘‘personas’’ con un mínimo de autocrítica el camino correcto que debieron tomar es el de
llamarse a silencio eterno y dejar de persistir con mentiras y promesas falsas apelando a años dorados que,
como he demostrado paso a paso en estas 332 páginas y tal como verán las próximas 160 que ha escrito
mi compañero Samuel Colina, nunca existieron. Hay que dejar de seguir aceptando la narrativa de la clase
política, la cual emana de la noción fundamental de que nosotros, el pueblo, somos seres infantiles,
ignorantes e insuficientes. Es un deber moral destronar tanto a la élite corrupta, vil y mentirosa como a sus
ideas igualmente malvadas, divisoras y dañinas. Debemos hacerlos circular. El primer paso ya lo dimos:
construir una sólida narrativa rival basada en la verdad para hacerles frente y deslegitimarlos tanto a ellos
como a sus propuestas, por ser profundamente empobrecedoras, humillantes y fuente de desequilibrios
que se hacen eternos. Es lo que nos tocó; nadie más hará este trabajo por nosotros. La pregunta es: ¿Estás
dispuesto a reconocer todos los enemigos verdaderos y actuar en su contra con ímpetu y sin retroceder?

332
Libro segundo: «Sobre Venezuela y las Élites»
Samuel Colina
_______________________________________________________________________________________________________________________

Cuando escogí la Ciencia Política como carrera, hace ya muchos años, lo hice con una clara
convicción de que nuestro país necesita una razón de Estado nueva y de hombres y mujeres dispuestos a
prepararse y entregar todo por la nación. Yo tome esa idea como propia y bajo su egida se ha guiado toda
mi vida.

No pretendo con este texto que tienes en tus manos proclamar verdades absolutas o una versión
nueva de la historia. Este texto se ha realizado con la intención de invitar a la profunda reflexión a ti, lector,
porque Venezuela requiere, y merece, ser pensada, conocida, estudiada y sentida por quienes deseamos
enrumbarla a un mejor mañana. Para lograr esto debemos entender a nuestros compatriotas y responder
a sus necesidades, a las de nuestra nación, por medio de un nuevo Estado definido para perdurar y que,
habiendo aprendido de los errores del pasado y en medio de la agonía que hemos vivido, garantice nuestra
supervivencia como pueblo en los siglos venideros.

Todo eso requiere formación, estudio y conocimiento, pero más que todo, experiencia viva y
compartida en este nuestro país. No podemos enorgullecernos de lo que no respetemos y no podemos
respetar lo que no conocemos, por lo que, además de todo lo que se consagra en este breve texto, invito al
lector a salir y ver por sus propios ojos las maravillas que Venezuela encierra en su territorio y en su gente,
quienes, a pesar de todo, considero que siguen siendo prestos a ayudar a quienes lo necesitan y en su
mayoría bondadosos. Nuestro pueblo me ha mostrado esa bondad en carne propia y por eso confió
profundamente en que esa forma de ser, jamás será borrada del inefable gentilicio criollo.

Pero, no nos desviemos, eso ya es para otro libro. Hoy, nos ocuparemos de desentrañar
someramente nuestro pasado, para entender las bases del sistema que hoy nos oprime y cuyo origen se
encuentra en los errores, desventuras, buenas y malas intenciones de los líderes que marcaron el siglo XX
venezolano. Ciertamente existe un componente cultural mucho más antiguo que ha condicionado, al menos
hasta cierto punto, que las cosas se hayan dado de esta manera, pero ese tema no será tratado a
profundidad dentro del libro.

La intención que tengo es clara, comprender a través de la visión de historiadores y otros


profesionales los antecedentes y el contexto bajo el cual surgió y se consolido el régimen chavista en
detrimento del puntofijismo, como su propio sistema de reparto político y económico (construido por las
elites identificadas con el Pacto de Punto Fijo) condujo a este último a su colapso y cuál podría ser nuestra
alternativa a futuro para construir esa Venezuela que mencione al principio de esta pequeña nota personal.

Espero les sea de utilidad, pero, sobre todo, por favor, les pido que consideren todas las opciones
posibles para este país, y sobre todo comprender, que no podemos ver solo la Venezuela de hoy, sino la de
mañana y la de los siguientes siglos. Se los pido por nuestra nación, por nuestros futuros hijos y los hijos
de ellos y más allá, pues solo cimentados en un ideal que nos conduzca a la superación, podremos
garantizar la supervivencia de quienes amamos.

334
1. Introducción: El ciclo sin fin
Durante mucho tiempo, de hecho, desde que tengo conciencia, me han dicho que el pasado fue
siempre mejor que nuestro presente. Mi padre, mis profesores y otros tanto mayores que yo me hablaban
de una Venezuela de oro, bañada en la riqueza del petróleo, en la cual todos éramos ricos y no lo sabíamos,
hasta que llego el destructor de Chávez a echar a perder el hermosísimo sueño venezolano. Crecí
escuchando esto de todos aquellos que me rodeaban, pero a medida que paso el tiempo, aproximadamente
a la edad de 13 años, luego de la derrota de Capriles en las elecciones fraudulentas de 2013, comencé a
cuestionarlo todo, fue allí cuando mis indagaciones darían inicio.

Los siguientes años fueron de arduo estudio de nuestra historia y de los procesos sociales que
llevaron a Venezuela a la ruina, sumido entre mi adolescencia, la gran crisis nacional que afectaba
especialmente a mi natal Maracaibo y el sin fin de circunstancias que significaba ser venezolano en el siglo
XXI. Aprendí muchísimas cosas, llegando a un punto hoy, a mis 20 años, en el que he decidido escribir estas
líneas sobre una época que sirvió de antesala y trampolín para quienes hoy nos oprimen. El chavismo nunca
debe ser visto simplemente como una causa, el chavismo, la Venezuela de hoy y nuestro sufrimiento, es el
resultado de cuarenta años de desperdicio y normalización de un Estado gigantesco e incapaz.

Nuestra actualidad es la consecuencia de un país que carecía de una dirección, de un ideal como lo
describía Henry Kissinger (1), y que, además, gastaba y gastaba como si no hubiera mañana. El gasto público
alcanzo niveles exorbitantes a partir de los años sesenta. La laureada democracia, que termino siendo un
reacomodo más de las elites políticas en nuestra historia, hizo añicos las bases del trabajo que se venía
realizando desde 1936, con la gradual apertura y democratización que dirigieron Medina Angarita y López
Conteras, interrumpida por hombres con una alta sed de poder.

Nuestras desgracias tienen su origen en la necesidad de los lideres venezolanos de cambiar


constantemente todo a su medida, sin un plan sólido para la nación de por medio. Los políticos desde
Rómulo Betancourt hasta Caldera y Carlos Andrés Pérez se ocuparon de que el país en vez de encaminarse
hacia una dirección concreta, con visión de futuro, terminara en un endeble Estado de bienestar que se
volvió una bomba de tiempo que estallo en 1989 con el Caracazo y la crisis económica acentuada que se
vivió a partir del gobierno de Campins.

Esa necesidad patológica de imponer su visión se ve en el Plan de Barranquilla (2) y el desempeño


de AD y COPEI. Estas instituciones partidistas cuya actuación estudiaremos brevemente en el desarrollo
de este trabajo, fueron las catalizadoras que permitieron asaltar el poder del recién consolidado Estado
venezolano, solo para desmembrarlo y ponerlo al servicio de unas pocas personalidades que lo trataron
como si fuera su hacienda personal, a pesar de haber luchado contra Gómez, quien también hacia lo mismo,
pero con “su propia marca”. Acción Democrática desarrollo casi todo, COPEI más bien se ajustó al paso al
que iba Betancourt con AD, cosa que Jóvito Villalba y la Unión Republicana Democrática (URD) no quiso
hacer luego del Pacto de Punto Fijo (3). Por eso hablo de un ciclo de concentración de poder, exclusión de
elites y destrucción de cualquier posibilidad de tener una razón de Estado que no tiene fin, pues nunca han
logrado pensar a Venezuela bajo un esquema que la pueda volver una potencia.

_________________________________________________________________________________________________________________________
1. Henry Kissinger. 2001. Diplomacia. México: Fondo de Cultura Económica. Págs. 1 – 30
2. Agrupación Revolucionaria de Izquierda (ARDI). 1931. El Plan de Barranquilla. Colombia: Memoria Política. Nueva Etapa. FCJP-UC
3. Documento virtual del Pacto de Punto fijo, Universidad de Carabobo (2010): http://servicio.bc.uc.edu.ve/derecho/revista/idc22/22-10.pdf

335
Todos los gobiernos de aquella época (1958–1998) cometieron errores que jamás les serán
perdonados por la historia, al haber sido deliberados y guiados por su misma ceguera desesperada en un
absurdo intento de concentrar el poder aún más tal y como se había hecho en el pasado (4). Ignoraron a los
mejores intelectuales de la época en cuanto a sus recomendaciones para desarrollo, evaluación e
implementación de políticas públicas orientadas a fortalecer a Venezuela con las ganancias del petróleo,
ellos prefirieron seguir su propia intuición orientada al gasto exorbitante, de regalar a todo el mundo y de
llenarse los bolsillos con las riquezas del Estado. Cuando escucharon a los expertos, ya era muy tarde.

Mi generación es la que está pagando las consecuencias, desagravios y pecados ajenos (5), los cuales
hoy sus energúmenos partidos políticos que les rinden pleitesía a ellos aún después de muertos, tal como
los romanos lo hacían con sus emperadores, pretenden seguir prolongando en un eventual nuevo gobierno
después de la caída del chavismo.

¿Cómo podemos pretender seguir aplicando las mismas pautas que nos llevaron a este desastre?
Este comportamiento, despegado de la realidad solo puede definirse como “LOCURA”, porque no se puede
pensar que aplicando los mismos procedimientos una y otra vez se van a obtener resultados diferentes,
nuestros resultados solo arrojaron algo claro “FRACASO” ¿por qué insistir en lo mismo? Solo puede ser
para saciar la sed de poder y dinero de unos pocos dirigentes “nacionales”, porque el problema en
Venezuela hoy en día, es uno de egos, y eso es algo que no se quiere reconocer de parte de muchos políticos
que no han tenido nada de altura para el momento histórico que pasamos.

Pero, para poder encaminar a Venezuela hacia otro destino y sobre todo poder dar con una
verdadera posibilidad de cambio, debemos conocer nuestra historia. En este trabajo me doy a esa tarea, a
través de la visión de reconocidos autores y profesionales de nuestra historia reciente, es mi intención
sentar la una parte de la base para el desarrollo de una visión diferente. Este trabajo, es un humilde aporte
de un joven estudiante al cual le queda mucho por aprender y recorrer.

En nuestro país se cuece una cruenta batalla entre la vida y la muerte que ha trascendido las
ideologías y que debe verse como un resultado de un proceso histórico (6). Nos quitaron nuestros derechos
poco a poco y este proceso comenzó mucho antes de 1998. El chavismo solo llevo a una vulgar exageración
lo que ya ellos (Acción Democrática y COPEI) estaban haciendo con la sociedad, culminaron su destrucción.

La República ya no es lo que era, y estará en manos de la nueva generación de este país llevarlo hacia
un mejor rumbo y reconstrucción. Pero que nunca jamás se olvide el cómo, cuándo, porque y quienes nos
dejaron sin el chivo y sin el mecate, aprendamos de sus errores y forjemos un mejor mañana.

_________________________________________________________________________________________________________________________
4. Juan Carlos Rey. 1991. La Democracia Venezolana y la crisis del sistema populista de conciliación. Venezuela: Revista de Estudios Políticas “Nueva Época”
5. Anne Applebaum. 2020. Venezuela Is the Serie Endgame of Modern Politics. Estados Unidos: The Atlantic Daily
6. Humberto García Larralde. 2020. Venezuela, entre la vida y la muerte. Venezuela: Diario Tal Cual

336
2. El manejo del cambio para que nada cambie
Los gobiernos que conformaron el régimen del Pacto de Punto Fijo, tuvieron una serie de patrones
recurrentes que arrojan luz sobre la configuración social, política y económica que derivaría en el ascenso
al poder del chavismo, debido a que ninguno de ellos logro cambiar el autoritarismo o concentración del
poder en unos pocos y el rentismo o prevalencia del reparto de recursos o de favores, la recolección,
especulación o búsqueda del retorno a corto plazo, de hecho, profundizaron todo eso.

Para entender cómo y porque estos gobiernos terminaron por ser la plataforma de base del
fenómeno chavista, partimos del concepto de “La Dictadura de las Inteligencias de Ives Lecerf y Eduard
Parker” y de los instrumentos identificados por ellos para explicar cómo se puede manejar el cambio de
manera que no cambie la esencia de las aspiraciones de las elites gobernantes e influyentes en cuanto a
concentrar el poder y la riqueza, a pesar de que pueda parecer que sus intenciones giren alrededor del
“avanzar”, y, que la población en general, perciba que “si” hay cambios estructurales.

Aplicamos este esquema conceptual a los proyectos de cambio del Pacto de Punto Fijo y
referencialmente, de la V República para mostrar cómo, en vez de cambiar, hemos profundizado el
autoritarismo y rentismo, que, a su vez, se heredó del régimen de Gómez, y este, del anterior. Entonces,
este trabajo parte de la premisa que también es aplicada al resto de los regímenes de nuestra historia:

‘‘Instaurado el nuevo orden (Pacto de Punto Fijo), más que un verdadero cambio del QUÉ y el CÓMO
se hace política para avanzar hacia la inclusión de las mayorías, lo que más se ha observado, sin
excepción, es el cambio de QUIEN dirige el sistema y el establecimiento de un nuevo régimen
excluyente, que, a su vez, será desplazado por otro régimen que repetirá el ciclo. Los cambios
observados en la historia venezolana no son tanto de contenido, o sea, en las instituciones y formas
de gobernar, sino de quien gobierna y usufructúa el poder de decisión’’ (7).

Los autores de la teoría que expone Gil Yepes, Ives Lecerf y Eduard Parker en su libro “La Dictature
D´Intelligentsias” afirman que es común el manejo del cambio social de manera insincera; bajo la apariencia
de grandes reformas y reivindicaciones pero que, a fin de cuentas, resultan en la sustitución de unos
privilegiados por otros en el mantenimiento de los privilegiados existentes.

Según estos autores, el concepto de la dictadura de las inteligencias, consiste en la apropiación en


exceso de los bienes sociales, principalmente del poder de decisión, por parte de grupos educados y
organizados. Dichos grupos reclaman beneficios para el colectivo; pero, a fin de cuentas, utilizan esa
agitación para lograr los supuestos cabios que los posicionan en condiciones beneficiosas para sí mismos.
Primeramente, profundizaremos en los conceptos y mecanismos de la teoría para explicar estos fenómenos
para luego, habiendo hecho un breve recorrido sobre la historia entre 1958 y 1998, podamos enmarcar
estos conceptos a la realidad venezolana y a través de ellos, identificar la raíz del problema que hoy vivimos
y, lo más importante, como enfrentarlo.

______________________________________________________________________________________________________________________
7. José Antonio Gil Yepes. 1978. El Reto de las Elites. Madrid, España: Editorial Tecnos. Págs. 2-5

337
3. La Teoría de la Dictadura de las Inteligencias
El desarrollo de este trabajo va a estar enmarcado en los conceptos que los autores de esta teoría
ofrecen para poder explicar los procesos sociales, políticos y económicos dinámicos en torno a la
apropiación y empleo del poder, no se trata de lejos de una determinante absoluta que pretenda explicar
con precisión objetiva la realidad venezolana, pero que, nos permite arrojar luz sobre ella y encaminarnos
hacia un verdadero cambio. De la misma forma, recomiendo encarecidamente que antes de continuar, el
lector investigue las diferentes concepciones del “Poder” como bien social.

Yves Lecerf y Eduard Parker desarrollaron en el contexto de la Francia de inicios de los años 80´s
una teoría para enmarcar los procesos de apropiación de poder por grupos de interés que denominaron
“elites”; la proposición de Lecerf y Parker podría encapsularse en los siguientes términos, tomando lo dicho
en cuenta lo dicho hasta este momento:

‘‘Todo grupo de personas altamente educados y orientados hacia la vocación del poder como medio
para hacer realidad los cambios y reformas en los que creen y han sido educados, inequívocamente, se
organizara para buscar apropiarse en exceso de los bienes sociales, especialmente del poder de decisión.
Dichos grupos en la historia venezolana han comúnmente clamado hacer esto por el beneficio colectivo, sin
embargo, se ha demostrado a lo largo del tiempo, que utilizan la constante movilización social de las masas
venezolanas para su propio beneficio’’ (8).

Para poder “ejercer” este control y “movilizar” a las masas en torno a sus ambiciones de poder, las
elites recurren a diversos métodos, que Lecerf y Parker tipificaron las siguientes herramientas para
esquematizar el proceder de las elites:

- El Complot.

- El Irrealismo.

- El Pretotalitarismo o manipulación de la opinión pública mediante la desinformación.

- El Lifting, refrescamiento o relanzamiento del sistema.

- La Implosión o destrucción del sistema por sí mismo.


Las condiciones generales de cualquier sociedad para aplicar los mecanismos antes listados parten
de la existencia de las elites y de sus respectivas ideologías y de verdaderos complots o conspiraciones
entre dichas elites para mantenerse o alcanzar poder y de una sobre apropiación de los recursos de la
sociedad.

A continuación, exploraremos el concepto de elites y de cada uno de los elementos mencionados.

______________________________________________________________________________________________________________________
8. Yves Lecerf y Eduard Parker. 1983. La Dictature D´Intelligentsias. París, Francia: Presses Universitaires de France. Pág. 19

338
4. Conceptos Clave
4.1. Élites
Las definiciones de este concepto suelen variar dependiendo del autor, sin embargo, Pareto (1935)
aporto una caracterización que ha sido generalmente aceptada en el campo de la sociología y extrapolada
al de las Ciencias Políticas. Dice el autor entonces que las elites son:

“Todos aquellos grupos o personas que manifiestan unas cualidades excepcionales o dan pruebas
de aptitudes eminentes en su dominio propios, así como un alto nivel educativo” (9).

Pareto define la elite en términos muy parecidos a como se entiende generalmente, le atribuye un
valor cualitativo muy especial. Lecerf y Parker lo establecen muy claramente cuando definen a las elites
como grupos altamente educados, organizados y con vocación de poder, siendo estas sus principales
cualidades y la razón por la cual inciden y controlan el devenir de sociedades enteras.

Por lo demás, a la luz de esta noción, es muy importante comprender la teoría de la circulación de
las elites del mismo Pareto, que dice que la pertenencia a una elite no es necesariamente hereditaria, pues
no todos los hijos tienen las cualidades eminentes de sus padres (10). A consecuencia de esto, que es
aplicable a los partidos políticos y los regímenes de la historia venezolana, se vuelve inevitable que las
elites antiguas sean sustituidas por nuevas elites mejor estructuradas, mas organizadas, con otras
ambiciones de poder, con diferentes ideas y con mayor educación. El cambio entre las elites garantiza que
haya fluidez en las ideas que influyen en una sociedad, sin embargo, Lecerf y Parker señalan un problema,
y es que, cuando las elites no generan ideas nuevas para cambiar al sistema, que es lo que sería más sano,
si no para perpetuarlo de una manera diferente con el fin de garantizar exclusivamente su beneficio
personal.

Es en ese punto cuando empieza la atrofia de las sociedades y la degeneración de sus Estados, como
sucede en Venezuela, donde las elites a pesar de que se han ido refinando en todos los aspectos con el paso
del tiempo, no han dado el salto hacia un nuevo orden político, social y de producción económica desde
hace más de un siglo (11).

______________________________________________________________________________________________________________________
9. Vilfredo Pareto. 1935. The Man and Society. New York, Estados Unidos: Harcourt Brace and Company Press
10. Gaetano Mosca. 1939. The Ruling Class. Westport, Estados Unidos: Greenwood Press
11. José Antonio Gil Yepes. 2016. Escenarios de Venezuela 2017-2030. Caracas, Venezuela: Ediciones de la Asociación Civil Centro Democracia

339
4.2. Inteligencia
El término inteligencia proviene del latín intelligentia, que a su vez deriva de inteligere. Esta es una
palabra compuesta por otros dos términos: intus (“entre”) y legere (“escoger”). Por lo tanto, el origen
etimológico del concepto de inteligencia hace referencia a quien sabe elegir: la inteligencia posibilita la
selección de las alternativas más convenientes para la resolución de un problema. De acuerdo a lo descrito
en la etimología, un individuo es inteligente cuando es capaz de escoger la mejor opción entre las
posibilidades que se presentan a su alcance para resolver un problema (12).

Entonces, se puede asimilar este concepto como la capacidad de absorber mucha información del
entorno y analizarla para tomar una decisión rápida efectiva, es una capacidad cognitiva donde todos los
sentidos entran en juego. El ser humano, el Homo Sapiens, por ser el animal con mayor evolución es
(obviamente) el animal más inteligente del planeta Tierra. Para no usar ejemplos odiosos, basta decir que
entre dos personas con la misma capacidad cerebral será más inteligente la tenga mejor visión por un
hecho simple, quién ve más absorbe más información (13).

En segunda instancia, una vez obtenida la información la capacidad de analizarla es fundamental.


Del mismo modo anterior, la mera capacidad cerebral no basta, allí entran en juego el conocimiento y la
experiencia; por ello tendemos a pensar que todas las personas estudiadas son inteligentes y todos los
ancianos son sabios. Es parte de nuestra neuroprogramación.

En última instancia, la decisión rápida efectiva donde, al igual que las instancias anteriores, la mera
capacidad cerebral no basta; el carácter, la determinación y el coraje definen mucho en proceso de toma
de decisiones, sobre todo su velocidad. En este aspecto no hablamos solo de la velocidad del pensamiento,
también, de la capacidad de superar dudas y miedos que limitan la decisión efectiva.

Las élites acumulan inteligencia propia y ajena, pasada y presente y generan nueva información y
conocimientos. Esa capacidad de nuclear inteligencia colectiva es el estado más puro de la inteligencia,
porque se trata entonces de un grupo que, altamente educado y con ideas construidas, acumulan la
suficiente información, la procesan rápidamente, desarrollan planes y los ejecutan de manera eficiente y
eficaz, de esta manera es que las minorías logran mantener el control sobre la mayoría.

Esto nos abre las puertas al siguiente concepto y que es fundamental para entender la batalla de las
elites políticas en nuestro país. Si la inteligencia es entonces definida en términos básicos como “la
capacidad de acumular información, procesarla rápidamente y tomar decisiones adecuadas en consecuencia”,
¿Qué será la contrainteligencia?

______________________________________________________________________________________________________________________
12. Aloysius Maich. 1995. A Hobbes Dictionary. Estados Unidos: Blackwell Press
13. Vicente Bermejo. 1992. Inteligencia y Psicología Evolutiva. Madrid, España: Editorial Complutense

340
4.3. Contrainteligencia
Tomando en cuenta lo anteriormente dicho, el uso de la inteligencia supone la toma de conciencia
del “otro”, de la diversidad de intereses y de interpretaciones de la realidad, con toda la información
generada que eso conlleva. La inteligencia es fruto de la subjetividad del ser humano y es usada como una
herramienta contra el/los adversarios. Y este es el origen de la contrainteligencia, concebida como la
protección de los intereses propios ante los esfuerzos de otros por conseguir los suyos, y de las actividades
realizadas para maximizar la situación propia con respecto a la de los demás. Las elites que triunfan en
lograr que sus ideas y aspiraciones se concreten, son expertas en esto (14).

La contrainteligencia es, por definición, la fase superior de la inteligencia, es la capacidad de alterar


las variables para inducir una decisión en el “Inteligente”. Esa decisión va desde lo individual hasta las
masas porque es la suma de muchas decisiones individuales (15).

Entonces, si la Inteligencia “es la capacidad de absorber mucha información del entorno y analizarla
para tomar una decisión rápida y efectiva”, entonces, la Contrainteligencia “es la capacidad de proporcionar
mucha información del entorno y/o alterarlo, sembrando dudas para una decisión lenta y ajustada a los
designios del contrainteligente”; por supuesto, también hay contrainteligencia colectiva y de acumulación
histórica

En síntesis, la inteligencia y contrainteligencia son caras de una misma moneda, fundamentales para
comprender como y porque las elites actúan y emplean los mecanismos que Lecerf y Parker describen. La
apropiación excesiva de bienes sociales, los procesos de circulación de elites, cambios de regímenes y
tonalidades políticas en nuestra historia se ven definidas por la capacidad de estos grupos de absorber
información, utilizarla en su favor y lograr que el adversario tome decisiones equivocadas, para de esta
manera, definir cómo será la distribución de poder de una sociedad.

______________________________________________________________________________________________________________________
14, 15. Juan Bautista Sánchez Gamboa. 2016. Inteligencia: Un enfoque integral. Madrid, España: Escuela Superior de las Fuerzas Armadas. Págs. 15-27

341
4.4. El Complot
El complot se define como la conspiración para alcanzar el poder. Se llama complot porque lo que
se plantea abiertamente es reivindicar a la elite o a un sector o sectores específicos de la población. Por lo
tanto, este mecanismo, involucra un proceso de animación que pretende inspirar el interés de la población,
mientras que, simultáneamente, le genera dependencia, angustia e inseguridad; quedando, por lo general,
insatisfechas sus expectativas. Lo que la elite que maneja la movilización no comunica, es su aspiración a
incrementar sus cuotas de poder. Este aspecto es lo más secreto de un complot, pero a su vez, poder ser en
ocasiones el más evidente para las otras elites y los que analizan el proceso político (16).

4.5. El Irrealismo
El irrealismo se origina en las exageradas aspiraciones de cada elite, se concreta en la ideología que
adopta dicha elite y que le sirve para explicar el mundo en función de una interpretación que le justifica un
lugar preferencial en el reparto del poder. Entre otras cosas, según Lecerf y Parker, las ideologías y la
desinformación les sirven a las elites para intentar que unos temas tengan visibilidad mientras que otros
permanezcan desapercibidos (17). De esta manera, la realidad es simplificada y sustancialmente
reinterpretada de tal manera que pierde su carácter objetivo. Las ideologías se convierten así en las
principales fuentes de “realismo”, o sea, de inspiración del complot que anima la denuncia y la voz de
mando. Las ideologías sirven para reclutar y consolidar las clientelas o seguidores de cada elite organizada.

4.6. Pretotalitarismo y Totalitarismo


La concentración del poder es, a fin de cuentas, el objetivo de toda elite en cualquier parte del mundo
y esta puede ser totalitaria o pretotalitaria. En el caso de la concentración de poder por vía totalitaria,
predomina el uso o la amenaza del uso de la coerción física y sus ejecutores son caracterizados por ser
dictadores, militares o paramilitares. En cambio, bajo un régimen pretotalitario, el instrumento principal
de poder es la desinformación, guiada, a su vez, por la ideología de la elite. El blanco de la desinformación
es controlar la mente y la cultura de la población. El blanco del totalitarismo duro es someter las conductas
del individuo. Debido a que los complots, el irrealismo y el Pretotalitarismo son disonantes con los valores
utilizados por las elites para justificarse, la desinformación generalmente se centra en demostrar que el
régimen que aúpa tiene, en abundancia aquello de lo que más adolece (18).

El Pretotalitarismo se ejerce mediante la movilización de la opinión pública, de la agitación, la


denuncia, el reclamo constante. Siendo una herramienta del complot, el Pretotalitarismo es irreal,
ideológico, se ejerce manipulando la opinión, haciendo uso de la desinformación. El objetivo de la
desinformación es hacer que la población, en cuanto a clientela política se trata, adopte una cultura
prefabricada por otros. La libertad de expresión, la propiedad de los medios y su uso son claves en la
movilización de la opinión y, por lo tanto, esenciales en el ejercicio del Pretotalitarismo. De allí los intentos
de poseerlos, controlarlos, influenciarlos o someterlos a la auto-censura por parte de los regímenes de
turno y de cualquier grupo no oficial que tenga los medios para hacerlo.

______________________________________________________________________________________________________________________
16. Yves Lecerf y Eduard Parker. 1983. La Dictature D´Intelligentsias. París, Francia: Presses Universitaires de France. Págs. 21–38
17. Ídem, págs. 39–57
18. Ídem, págs. 57–72

342
4.7. Reflexión Rápida: ¿Los demócratas cometieron acciones
similares a las de sus predecesores?
Para responder esta pregunta recurriré a un brevísimo análisis histórico del proceder de los
regímenes anteriores, los cuales, de acuerdo a las investigaciones realizadas por algunos reconocidos
historiadores, al menos en esencia, si lo hicieron. Se parte lo que estableció Gil Yepes en su libro sobre
este tópico.

La secuencia de regímenes políticos que han tenido vigencia en Venezuela se puede caracterizar por
los siguientes rasgos (19) (20) (21) (22) (23):

- Predominio de uno o pocos líderes, en competencia con el papel de las instituciones; con la
excepción del régimen del Pacto de Punto Fijo.

- Predominio de la exclusión sobre la inclusión en el manejo de la toma de decisiones y de la


participación económica y social durante cada régimen.

- A su vez, la concentración del poder se ha justificado en función de la desconfianza entre los


sectores, asumiendo que, de alcanzar los no gobernantes a tener suficiente poder, podrían atentar
contra la estabilidad del régimen instituido.

- Aunque no podemos excluir que algunos de esos auto proclamados revolucionaros (siglo XIX
y principios del XX, retomado con Chávez) hayan albergado, junto con su proyecto de poder, ciertas
intenciones reivindicativas para la población, tampoco se puede dejar de notar que, a medida que
transcurrieron sus regímenes, se fueron volcando hacia un afán de concentrar el poder y de
mantenerlo en beneficio del pequeño grupo gobernante y en contra de presiones ejercidas por
sectores organizados y la masa general.

- La exclusión se ha fundamentado en la concentración del poder político en el grupo


gobernante, sea este militar o civil.

- Las decisiones excluyentes se caracterizan por privilegiar los intereses y criterios de los
gobernantes, por encima de los intereses de los grupos no gobernantes.

- Esta discriminación se exacerba por el contraste entre la corrupción sin sanción entre
representantes del gobierno de turno y la clientela política versus la pobreza de las mayorías.

- La concentración del poder viene, necesariamente, asociada a la corrupción administrativa,


ya que el poderoso disfruta de liberalidades en la disposición de los bienes públicos, puede evadir
la rendición de cuentas y, si se le exigen, puede manipular la administración de justicia a su favor.

_________________________________________________________________________________________________________________________
19. Antonio Arellano. 1973. Breve Historia de Venezuela 1492-1958. Caracas, Venezuela: Imprenta Nacional
20. Asdrúbal Aguiar. 2009. De la revolución restauradora a la revolución bolivariana: la historia, los ejes dominantes y los personajes. Caracas, Venezuela: Universidad
Católica Andrés Bello, Diario el Universal.
21. José Antonio Gil Yepes. 2016. Escenarios de Venezuela 2017-2030. Caracas, Venezuela: Ediciones de la Asociación Civil Centro Democracia
22. Gene Biegler. 1981. La política y el capitalismo de Estado en Venezuela. Madrid, España: Editorial Tecnos
23. Mary Floyd. 1992. Política y Economía en tiempos de Guzmán Blanco Centralización y Desarrollo 1870-1888. Artículo del libro Política y Economía de Venezuela 1811-
1991. Caracas, Venezuela: Editorial de la Fundación Boulton.

343
- Intentos del grupo gobernante por controlar a los demás grupos, en algunos casos desde
adentro, es decir, colonizándolos, a través de la penetración de sus organizaciones con personeros
de confianza de quienes gobiernan. En particular se destaca que el propio Estado es colonizado por
el grupo gobernante de manera que sus instituciones no representan a la nación, sino los intereses
de la elite minoritaria que gobierna. Entre las manifestaciones de este síndrome se encuentran la
perdida de personalidad propia del Estado (Se le empieza a identificar automáticamente con el
gobierno y quienes lo administran, no como un ente macro organizacional con una dirección
propia); sus representantes deben sustituir los principios los principios tecnocráticos con que
deberían operar para lograr sus fines (por ejemplo, producir petróleo, curar enfermos, educar
niños, entre otros) por fines políticos partidarios y clientelistas (por ejemplo, adoctrinar o
privilegiar a los allegados del grupo gobernante).

- Las frustraciones de las mayorías excluidas han dado lugar a movimientos reivindicadores que
siempre han partido de una oferta de inclusión de los excluidos y de exclusión de la elite gobernante
saliente. Estas promesas son formuladas por una elite emergente.

- Las ofertas revolucionarias promueven el odio entre sectores; por ejemplo, entre ricos y
pobres. Casos evidentes: la declaración de la Guerra a Muerte por Simón Bolívar; las proclamas de
José Tomas Boves; los llamados de la Guerra Federal de pobres contra ricos y de gente de color
contra los blancos; las proclamas durante el Trienio de Acción Democrática y los planteamientos
del chavismo contra los ricos y, veladamente, contra los blancos.

- Con la excepción del surgimiento de la V República, todos los cambios de régimen político que
han ocurrido en Venezuela han sido logrados por mecanismos ajenos a las constituciones,
instituciones y leyes vigentes, es decir, por rupturas o por la fuerza, como en el caso de la
desaparición de la Gran Colombia.

- Instaurado un nuevo orden, en lugar de un verdadero cambio del que, y del cómo se hace la
política para avanzar hacia la oferta de la inclusión hecha a las mayorías, lo que más se ha observado,
sin excepción, es el cambio de quien dirige el sistema y el establecimiento de un nuevo régimen
excluyente que, a su vez, repetirá el ciclo descrito. Los cambios observados en la historia venezolana
son tanto de contenido, o sea, en las instituciones y políticas públicas sino de quien gobierna y
usufructúa el poder de decisión.

- Todo régimen de concentración del poder tiende a dejar fuera los intereses de quienes no
gobiernan. Esta exclusión genera frustraciones que deben ser explicadas o descalificadas por el
régimen de turno. Una típica estrategia en este sentido es culpar a algún sector de la sociedad de los
errores o iniquidades del régimen. Esto es lo que se conoce como identificar un chivo expiatorio.
Generalmente, el chivo expiatorio escogido tiende a ser algún sector al cual conviene debilitar
porque, de otra forma, pudiera convertirse en un competidor por el poder. Esto explicaría por qué
el típico chivo expiatorio de los regímenes de partidos pseudodemocráticos es el empresariado y el
de regímenes militares es el sector de los partidos políticos. Entre los chivos expiatorios, el
gobernante puede escoger a sus propios administradores. Esta combinación de culpables entre
ajenos y propios fue común en el discurso del presidente Chávez.

344
- Aplicación de fórmulas no–formales para sacar del poder al gobernante mediante golpes de
Estado. Las excepciones en la lista de regímenes por las cuales ha pasado el país han sido la salida
constitucional de Pérez en 1993 y la entrega del poder a Hugo Chávez por el Pacto de Punto Fijo en
1999.

- Predominio de la oferta de inclusión (versus exclusión) para legitimar la propuesta del grupo
que trata de sustituir al régimen vigente. Sin embargo, se ofrece inclusión para todos menos para
los gobernantes de turno. A estos se les saca del poder, se les destruye moralmente, se les expropia
y se les exilia o deben autoexiliarse.

- El establecimiento de un nuevo régimen, bajo el mismo patrón anterior, es decir, que no cumple
con la inclusión prometida, si no que gobierna bajo un esquema de relativa concentración del poder.

- Corta duración de cada régimen.

Debe reconocerse que durante la Independencia y las presidencias de Eleazar López Contreras e
Isaías medina Angarita se originaron cambios moderados en la distribución del poder político y económico.
Sin embargo, dichos cambios no lograron los niveles de confianza y alcance suficientes para estabilizar
ninguno de estos regímenes.

Aparte de esas dos presidencias, las otras tres ocasiones cuando se intentó avanzar moderadamente
en la distribución del poder político fueron: el Trienio Adeco (1945-48), el Pacto de Punto Fijo (1958-
1998), en su inicio y, por último, en la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez (1989-1992). Este
último intento de cambio fue el más significativo pues reducía la vigencia de todos los mecanismos
institucionales de concentración del poder; Presidencialismo, Estatismo, Centralismo, Partidismo,
Populismo y Rentismo Petrolero.

Finalmente, acabado este recorrido, resulta evidente que si bien, las equivocaciones, intencionales
o no, además de las políticas implementadas durante los gobiernos del pacto de Punto Fijo responden en
cierta medida a que, durante muchísimo tiempo, no se ha conocido una forma de distribución de poder
diferente en nuestro país, lo que conlleva evidentemente a una pregunta a la que daré respuesta al final de
la obra.

¿Cómo debe ser el verdadero cambio en Venezuela? Y, ante todo, ¿es posible lograrlo?

345
5. Técnicas de Desinformación
Continuando con la explicación de los mecanismos de los que las elites políticas se valen para
alcanzar y concentrar el poder, este punto es fundamental para el estudio del origen, auge y caída del
régimen del Pacto de Punto Fijo.

La teoría de la dictadura de las inteligencias describe a las técnicas de desinformación como un pilar
fundamental para que las elites puedan alcanzar el poder en el mundo de la actualidad, y es por ello, que
Lecerf y Parker le dedican todo un apartado a este tema.

La primera constatación histórica del empleo del término desinformación se produjo a inicios del
siglo XX. Los rusos que emigraron a Francia al acabar la Primera Guerra Mundial relataron que la policía
política bolchevique utilizaba la expresión “desinformatzia” para referirse a todas aquellas acciones
dirigidas desde el interior y exterior del país destinadas a impedir la consolidación del régimen comunista
en Moscú (24) (25) (26) (27) (28).

En esos primeros años, el término estaba al alcance de un reducido número de personas, casi todas
ellas miembros del ejército ruso o de la Administración. Poco a poco, su uso empezó a ser más frecuente y
acabó por incorporarse a las enciclopedias y diccionarios del país. El primero en hacerlo fue el Diccionario
de la Lengua Rusa, editado en 1949. En él, se definía sucintamente la desinformación como “la acción de
inducir al error por medio de informaciones mentirosas” y se ponía como ejemplo “la desinformación de la
opinión pública llevada a cabo en los países capitalistas” (Volkoff, 1986: 167–168). Sin embargo, el término
adquirió verdadera carta de naturaleza tres años más tarde, en 1952, cuando pasó a formar parte de la
Gran Enciclopedia Soviética. La desinformación quedó definida entonces como la distorsión que los
Estados Unidos ejercían sobre la opinión pública mundial a través de su enorme potencial informativo
(Jacquard, 1988).

En consecuencia, podemos asomar que este concepto siempre trata de ratificar que el grupo propio
tiene la razón y de denunciar al grupo ajeno, destacando que no la tiene e incluso, facilitándole información
falsa para que tome decisiones erróneas.

En el proceso de desinformar se utilizan planteamientos ideológicos que no revelan la realidad o


que omiten realidades evidentes con el fin de que los inteligentes (es decir, toda la población, entendiendo
que todos los seres humanos poseen capacidad de razonar y tomar decisiones con ciertas excepciones)
escojan el camino que se plantea, difundiendo información falsa o mezclada con verdades. Por ejemplo,
George W. Bush gana su campaña de reelección como Presidente de los Estados Unidos con base en una
campaña electoral enfocada a explotar el miedo de la población al terrorismo. En la utilización de este tema,
el presidente Bush apela a las motivaciones más elementales de su pueblo y del ser humano, que se
condensan en “sobrevivir” (29).

______________________________________________________________________________________________________________________
24. Roberto Rodríguez Andrés. 2017. Fundamentos del concepto de desinformación como practica manipuladora de la comunicación política y las relaciones
internacionales. Madrid, Venezuela: Ediciones Complutenses.
25. Henri Pierre Cathalar. 1986. Le Temps de la désinformation. París, Francia: Editorial Stock.
26. Vladimir Volkoff. 1986. Le désinformation armee de guerre. París, Francia: Editorial Julliard. Pág. 167-168
27. Roland Jacquar. 1988. La desinformación: Una manipulación del poder. Madrid, España: Editorial Espasa Calpe
28. Guy Durandin. 1995. La Información, la Desinformación y la Realidad. Barcelona, España: Editorial Paidós.
29. José Antonio Gil Yepes. 2016. Escenarios para Venezuela 2017-2030. Caracas, Venezuela: Ediciones de la Asociación Civil Centro-Democracia. Pág. 83

346
El uso de una palabra, “terrorismo” provoca reacciones automáticas y emotivas en quien la escucha,
apelando así a su irracionalidad y respuesta espontánea. En este caso, dicha respuesta sería: “vota por mí
que yo te protejo del terrorismo”. Con el uso insistente del terrorismo como tema de campaña, se observa
que dicho tópico opaca otros asuntos o “issues” que pueden ameritar más atención, como la fragilidad de la
economía, la accesibilidad a la salud o el desempleo (30).

Un ejemplo a nivel internacional de desinformación y complot de élites es el caso de la Guerra de las


Malvinas. La campaña electoral de 1982, en la cual estaba en juego la primera reelección de Margaret
Thatcher, confrontaba el hecho de que su gobierno no era suficientemente popular como para asegurar
una nueva victoria. Se necesitaba un factor que elevara su popularidad. Ese factor fue la Guerra de Las
Malvinas. Hasta allí no podría hablarse de desinformación. Pero es harto conocido que expertos británicos
advirtieron con antelación a la Primer Ministro británica que no debía seguir reduciendo el personal militar
de ese país en dichas islas, a riesgo de un intento de la dictadura argentina de Leopoldo Galtieri, por
retomar la posesión de ese territorio que Argentina reclama como propio (31).

No obstante, el gobierno británico continuó la reducción de la presencia militar y el ataque argentino


se produjo, Gran Bretaña ganó la contienda y la Sra. Thatcher su reelección, ignoro las recomendaciones
para usar un eventual conflicto a su favor. También cabe aquí destacar que a la dictadura argentina le
convenía esa guerra como issue de distracción de su carácter dictatorial, de la corrupción, de las
persecuciones, asesinatos políticos y de su fracaso económico, su fracaso, significo su fin.

Retomando el hilo principal, entre las principales técnicas de desinformación se encuentran las
siguientes: la Información Teletónica y la Triangulación.

5.1. Información Teletónica


Dentro del proceso de desinformación, juega un papel importante la información «teletónica» o
aquella que es transmitida a través de palabras timbres o “buzz words” que generan reflejos condicionados
(32), o sea, que producen una reacción motivacional y conductual automática, irracional e inevitable en

quienes las escuchan. Entre estas palabras timbres se destacan: comunismo, anticomunismo, liberalismo,
corruptos, corrupción, capitalismo salvaje, vamos bien, privatización, gasto público, demagogos, recursos
naturales, feminismo, ecológico, revolución, pueblo, la derecha, antiecológico, etc.

Al imputar éstas y cualquier otra etiqueta capaz de producir los efectos automáticos antes descritos,
se puede sobre calificar o descalificar a actores u objetos sociales, políticos y económicos más allá de lo que
los datos de la realidad pudieran explicar. Por ello, estas etiquetas teletónicas son parte de un complot, del
irrealismo ideológico y de la desinformación, que, a su vez, son piedra angular de la contrainteligencia que
utilizan las elites en su constante guerra por el poder.

______________________________________________________________________________________________________________________
30. William Saletan. 2003. The Buzzwords of George W. Bush. Washington, Estados Unidos de América: Slate News and Politics
31. Pablo Alarcón. 2018. Guerra de las Malvinas: La Guerra que forjo a la Dama de Hierro. Madrid. España: Diario ABC.
32. Viera Žúborová. 2016. Buzzwords in Politics?. Estados Unidos de América: Journal for Universal Excellence. September 2015. Volume 4. Issue 3. Str. A12-
A30

347
Los antídotos contra la desinformación son muy costosos, por lo que es mayor la tendencia a aceptar
la información manipulada que procesarla con sentido crítico:

- Informarse implica complejidad por el esfuerzo de comprenderla.

- Informarse implicar intentar alcanzar la objetividad y el estar dispuesto a sacrificar las propias
creencias.

- La objetividad implica desconfiar de las simplificaciones de la ideología.

- Objetividad implica desconfiar de los criterios propios y tolerancia hacia el grupo ajeno.

- Informarse y lograr objetividad implican abandonar los mitos que ofrecen la promesa populista, las
ideologías y la desinformación.

Se debe combatir la desinformación es a través del ejercicio de la búsqueda del conocimiento y la


cordura para analizar la información que se recibe, así como también, dosificar la cantidad, puesto que los
propósitos de estas estrategias son: 1. Saturar con tantos datos a tantas personas que simplemente se
inmovilizan y no toman decisiones a tiempo o 2. Alienar a sectores de la población para que se plieguen al
proceso oficial y no lo cuestionen (33). Venezuela es hoy en día un laboratorio para este tipo de estrategias
y, la verdad, han resultado extremadamente útiles para sus fines (34).

5.2. Triangulación
La triangulación es una técnica de la desinformación mediante la cual el acusado (y, en principio,
responsable) devuelve la acusación recibida en contra de su acusador (35). Por ejemplo, el tema del aumento
del gasto público y de los impuestos en el Reino Unido, acusación hecha por el Partido Conservador en
contra de la propuesta programática del Partido Laborista (36) durante la década de los ochenta y principios
de los noventa, la cual se revertió al verse forzado el Ministro Major a mediados de los noventa a aumentar
las tarifas impositivas, violando sus promesas y sacrificando la confianza de su electorado, lo que fue
aprovechado por el próximo primer ministro Tony Blair para capitalizar votos, principalmente dentro de
la clase media, que tradicionalmente el Partido Laboral estaba lejos de controlar.

Básicamente, la triangulación es un método mediante el cual se pueden desviar las acusaciones de


la cual un grupo en particular es señalado, estableciendo que el sector acusador o un tercero, son los que
originaron los problemas que trajeron como consecuencia las acusaciones que se dirigen hacia el grupo
que aplica esta técnica.

Hasta ahora se ha hablado sobre los métodos que utilizan las elites para conseguir poder, consolidar
su control o asaltar el poder y desplazar al régimen anterior, pero, existen otros dos conceptos íntimamente
ligados a la supervivencia de las elites en el poder y, de acuerdo a Lecerf y Parker, son dos. El Lifting y la
Implosión, cuya diferenciación es la línea entre la vida y la muerte para quienes ostenten el poder.

______________________________________________________________________________________________________________________
33. Raúl Magallón Rosa. 2019. Diez claves para combatir la desinformación en la campaña electoral. Estados Unidos: The Conversation Journal
34. José Gregorio Silva. 2020. Los mecanismos del régimen venezolano para imponer su narrativa en medios y redes. Caracas. Venezuela: El Diario.
35. José Antonio Gil Yepes. 2016. Escenarios para Venezuela 2017-2030. Caracas, Venezuela: Ediciones de la Asociación Civil Centro-Democracia. Pág. 84
36. Dick Morris. 2003. Juegos de Poder. Buenos Aires, Argentina: Editorial Ateneo. Pág. 291-294.

348
5.3 El Lifting
En la medida que los sistemas fracasan, por no cumplir lo que prometieron, se presentan tensiones
que, de no ser resueltas por más desinformación (pretotalitarismo) o represión (totalitarismo), conducen
a plantear un autolimpiado del sistema a través del lifting.

El lifting, término tomado por Lecerf y Parker de la cirugía estética, es un proceso movilización que
ofrece grandes cambios sociales, de allí que se le denomine renovaciones rousseaunianas porque se supone
que irían a implantar los mejores valores de los pueda ser capaz el ser humano en sustitución de la
situación frustrante que confronta la sociedad.

Estos procesos equivalen a grandes limpiezas del sistema, a ser realizadas por nuevas élites o por
derivaciones de las élites existentes y, a fin de cuentas, no son sino cambios de apariencia y actualizaciones
de viejas ideologías, tal y como establecen Lecerf y Parker (1987):

“Todo Estado dirigido por elites (…) es fundamentalmente complotador, irrealista y pretotalitario
por excelencia, y eso si todavía no se ha convertido en completamente totalitario (…). Estas
afirmaciones parecen estar en contradicción con el sistema de valores, la pureza, la generosidad
(…) de las élites (…). De allí, que, del análisis de grandes irrealismos recientes oferentes de grandes
cambios, modernizaciones, se encuentre que tales cambios no son reales, si no cambios de
apariencia o simples “liftings” de viejas ideologías, en vez de cambios reales y de estructuras en
profundidad” (36).

En La Dictadura de las Inteligencias, Lecerf y Parker destacan varios ejemplos de lifting:

- El movimiento liderado por Jimmy Carter en los Estados Unidos (1976-1980) se puede
catalogar de lifting en la medida que el entonces presidente Carter llevó a ese país a reducir su papel
protagónico mundial, conduciéndolo hacia un aislacionismo en función de valores típicamente
tenidos como cristianos, tales como la justicia, y la libre determinación de los pueblos. Según Lecerf
y Parker, a fin de cuentas, este movimiento puso en peligro intereses vitales de los Estados Unidos
(37).

- La reacción de Ronald Reagan en el sentido contrario al de su antecesor Jimmy Carter, por el


énfasis que puso en ganar la Guerra Fría y el papel que jugó en ello el llamado proyecto de La Guerra
de las Galaxias o carrera armamentista que dejó exhausta a la entonces Unión Soviética en un
movimiento pendular en contra de la pérdida de protagonismo mundial que implicó la política
aislacionista del ex presidente Carter. (38).

______________________________________________________________________________________________________________________
37. Yves Lecerf y Eduard Parker. 1983. La Dictature D´Intelligentsias. París, Francia: Presses Universitaires de France. Pág. 72-73
38. Ídem, Pág. 94
39. Manuel Trillo. 2018. Ronald Reagan, el Líder que gano la Guerra Fría. Madrid, España: Diario ABC.

349
- Durante los dos primeros años de la administración del gobierno socialista de Francois
Mitterrand en Francia, los valores explotados por el lifting que Mitterrand y su equipo trataron de
darle a Francia estaban orientados por las viejas banderas de la extrema izquierda: igualdad,
anticapitalismo, estatizaciones, mejores condiciones para el obrero, aunque, simultáneamente, se
desestimulara la inversión en la austeridad, la moralidad, etc. Las consecuencias de este movimiento
según Lecerf y Parker, fueron la caída de la inversión y producción privada, la pérdida de
competitividad de las exportaciones francesas y el desempleo, junto a insatisfacción social en la
población (40).

- Otros casos de lifting, notables por su inconsistencia, son los del movimiento del Ayatolá
Khomeini en Irán y el de Pol Pot en Camboya. Este último consideró que una condición clave de su
revolución era la vuelta a la naturaleza. Bajo ese postulado, quemó y arrasó poblados enteros para
obligar a sus conciudadanos a vivir en el campo, en un estado natural rousseauniano (41).

- En el caso de Khomeini, se observa que lanzó la amenaza de matar a los diplomáticos


norteamericanos en su país, etiquetándolos como espías del Gran Satán; pero, luego hizo una purga
a través de asesinatos de iraníes y terminó desafiando y envolviéndose en una guerra con Irak, para
justificar la reducción de libertades en el nuevo Irán.

5.4 La implosión
La Implosión es una explosión desde adentro, o sea, generada por el propio sistema. Esto ocurre,
curiosamente, a través de una de sus élites, o facciones de éstas, en su afán de desplazar a otras para
alcanzar el poder. Esto último ya vimos que se basa, generalmente, en una oferta de auto limpieza, lifting o
refrescamiento basado en valores altruistas y posiciones muy generosas, las cuales pueden allanarle el
camino a una nueva élite para alcanzar el poder, aunque ello sólo sea para luego autodestruirse, es decir,
implosionar, en muchas ocasiones, darle paso a una dictadura (42).

Un caso notable de implosión fue el Acuerdo de Yalta, a finales de la Segunda Guerra Mundial. En
esa ocasión, los aliados occidentales, Estados Unidos, Francia y el Reino Unido, desorientados por el deseo
de la fraternidad, o sea por posiciones altruistas, generosas... rousseaunianas, acordaron con la Unión
Soviética repartirse a Europa en dos grandes zonas de influencia.

Esa ilusión altruista fue el origen de la dictadura soviética sobre los países de Europa Oriental y de
la Guerra Fría que duraría hasta 1991. El caso de Camboya, bajo el régimen de los Jemeres Rojos, ya referido
como ejemplo de lifting, terminó en un genocidio y en una implosión en la que el líder, Pol Pot fue asesinado
por sus propios seguidores (43).

______________________________________________________________________________________________________________________
40. Yves Lecerf y Eduard Parker. 1983. La Dictature D´Intelligentsias. París, Francia: Presses Universitaires de France. Págs. 95-98
41. Ídem. Pág. 99

350
42. Ídem, Pág. 20
43. Ídem, Págs. 104-105
En consecuencia, con lo ya descrito en esta y páginas anteriores se puede determinar que para que
el proceso que Lecerf y Parker describen (de apropiación excesiva de bienes sociales) se lleve a cabo,
interactúan tres elementos principales que se subdividen en varios otros. Elites, ideologías y complots, que
se valen de los mecanismos ya mencionados de la siguiente manera:

1. Cada elite o inteligencia se organiza y moviliza con base a una ideología, según la cual se
explica cómo está organizada la sociedad, define lo bueno y lo malo, los buenos y los malos, y los
premios y castigos. Mientras más extrema es la ideología, más decepcionante termina siendo su
aplicación porque termina siendo más excluyente y frustrante para la mayoría, a la vez que se
maximizan los beneficios para la elite que la promueve. En este punto, el beneficio de la circulación
de las elites se anula porque no innovan de fondo, si no que buscan perpetuar los beneficios que
ofrece el sistema, pero para sí mismos.

2. Las ideologías incluyen creencias, conceptos, rituales, amigos, enemigos, mitos, santones, lógica
sectorial, lógica de ascenso y jerarquía, lenguaje y léxico o sea palabras clave o teletónicas “buzz
words” para disparar conductas automáticas, irreflexivas.

3. Las ideologías de las diferentes elites en una misma sociedad tienden a ser opuestas o
excluyentes. Esta genera una sociedad en la cual sus actores se descalifican mutuamente
dependiendo de su historia y circunstancias recientes. En el caso de Venezuela, esta actitud ha sido
constante.

4. Las elites se caracterizan por tener un nivel educativo elevado además de económico,
inclusive obteniendo estudios en el extranjero, lo cual las lleva a tener niveles de aspiraciones que,
en el caso venezolano, comúnmente los han hecho simplemente querer trascender en la historia
más que traer beneficios al país.

5. Las frustraciones de las elites o inteligencias que no están en el poder las conducen a
organizarse para desarrollar mecanismos de sobre–apropiación de elementos de poder,
tales como presupuestos, cargos, salarios, dinero o control de partidos, sindicatos, organizaciones
burocráticas, gremios, grupos de interés, medios de comunicación, et. Las elites o inteligencias
organizadas y las organizaciones a través de las cuales operan, se convierten en conspiradores
permanentes para incrementar su propio acceso al poder o a la riqueza mediante denuncias
(complots) que descalifican a otras elites.

6. Si bien esas elites organizadas pugnan entre sí a través de los diversos mecanismos antes
listados y explicados, en ningún caso tratan de cambiar el sistema al punto de eliminarlo, solo
quitan a quien está arriba en el orden social, pero nunca atentan contra los patrones que les
permiten mantener la concentración del poder o, si ese fuere el caso, inventan otros, como la
sustitución del zarismo por el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), del Emperador por
el Partido Comunista Chino (PCCh) o como la sustitución de la partidocracia y los ladrones de AD y
COPEI por la nomenklatura y los criminales el chavismo (los cuales, muchos de ellos, habían
pertenecido a AD y COPEI, véase el ejemplo de Aristóbulo Isturiz o José Vicente Rangel).

351
Ahora bien, ya estudiados los métodos bajos los cuales las elites políticas compiten por el poder en
Venezuela y en todos los rincones del mundo, se debe dar un contexto adecuado, sustentado en las
evidencias de la historia, que den validez a cada uno de estos conceptos, esto lo profundizaremos en los
siguientes capítulos.

La teoría de la dictadura de las inteligencias es un marco muy importante que permite analizar el
proceso histórico venezolano desde 1958 como una amalgama, un todo claramente secuenciado en el cual
la corrupción, el progresivo desgaste de las instituciones y la negligencia de la elite gobernante en ceder o
redistribuir el poder condujeron a que el chavismo, como fuerza política encabezada por una nueva elite
dirigida por Hugo Chávez irrumpiera en el poder y empezara a deconstruir lo que se había logrado hasta
entonces.

El Estado venezolano, desmembrado, inoperante, forajido y criminal como lo es hoy, solo puede
comprenderse si se comprende al chavismo como proceso histórico, político, social, económico y jurídico,
pero a su vez, no es posible arrojar luces sobre el si no se conocen los cuarenta años que lo precedieron y
le otorgaron el combustible para conseguir intentar un golpe de Estado y conseguir aun así el poder en
1998.

La historia venezolana no puede comprenderse en términos de buenos y malos, o en percepciones


generales de que “antes éramos felices y no lo sabíamos” si no en la medida de cómo se configuraron los
procesos de toma y distribución del poder, así como a los actores implicados, sus intereses y el conjunto de
sucesos que determinaron que los acontecimientos siguieran una forma determinada.

Para poder avanzar hacia la creación de un mejor país, el cual está actualmente diezmado, se debe
empezar por saber cómo se conformó el sistema que oprime a la población para no repetir los mismos
errores de quienes precedieron a la actual generación, solo de esta forma se puede dar pie a que se piense
al país en términos completamente diferentes a los cuales se le ha pensado desde su nacimiento, esa es una
titánica tarea que empieza por saber y después, crear, como se piensa hacer después del siguiente
recorrido.

352
6. La Venezuela Partidista
Lo que mal comienza, mal termina y Venezuela tiene su historial de malos comienzos que terminan
en desastre (44).

Partiendo de esta idea, teniendo en cuenta todo lo ya dicho y ante el rotundo fracaso generacional
del régimen chavista o de la V República, nuevamente está planteado, no solo un cambio de gobierno, sino
también de sistema político-económico en Venezuela. Sin embargo, la eventual salida del régimen criminal
y las maneras en las cuales el Estado venezolano va a ser reestructurado son material para otro libro, hoy,
nos ocuparemos de las causas y razones por las cuales estamos en este punto, y ello, parte de entender a la
Venezuela Partidista en el marco de la Teoría de la Dictadura de las Inteligencias (45).

Si tales cambios, mencionados en el párrafo anterior, se cumpliesen, estaríamos hablando de


escenarios diferentes para el país. Pero, esas diferencias entre regímenes político-económicos no han sido
evidentes en nuestra historia republicana (46), llena de cambios aparentes, pero que no han sido tan
evidentes como pareciese en la medida de que lo que definitivamente ha cambiado es quien o quienes
ejercen el poder, pero no las políticas económicas ni las reglas legales que han causado su salida del poder,
en un sentido amplio.

Es, en este sentido, que se hace referencia al mito del cambio en Venezuela, esa promesa constante
y bajo la cual se moviliza a la masa crítica de este país. Por eso es posible que dichos cambios parezcan
haber sido demasiados, pero en la realidad, por no haber sido verdaderos cambios, han conducido a
fracasos muy parecidos por las mismas razones. La hipótesis central de este capítulo y en la cual se justifica
(además de otras razones de carácter práctico) la necesidad de refundar el Estado venezolano, es que los
regímenes, haciendo énfasis especial en los gobiernos del Pacto de Punto Fijo, han sido solo otra versión
de autoritarismo político y rentismo económico, y que el cambio real y efectivo estaría en lograr establecer
un régimen democrático-pluralista y de producción, basada en inversión a largo plazo (47).

Para dimensionar este fenómeno, debemos partir de la génesis de las elites que desplazaron al
gomecismo y que luego de su intento fallido de llevar a cabo su ideología de manera irrealista, consiguieron
nuevamente el poder, de manera definitiva, en 1958, dando inicio a una nueva distribución del poder que
terminaría excluyendo a más sectores, generando frustración y descontento que, junto a la corrupción
institucionalizada impulsada por Acción Democrática y COPEI, terminaría por desgastar su régimen y dar
paso a uno que profundizaría aún más sus errores, el chavismo.

Hay que conocer a la Venezuela Partidista, de la cual heredamos la debacle del chavismo.

______________________________________________________________________________________________________________________
44. Frase emitida por la página de Instagram Venezuela Inmortal (@venezuela_inmortal). Recuperado de: https://www.instagram.com/p/CFhYLVRD4U9/
45. Samuel Colina. 2020. ¿Es posible un cambio político en Venezuela?. Barcelona, España: Diario Elipse.
46. José Antonio Gil Yepes. 2016. Escenarios para Venezuela 2017-2030. Caracas, Venezuela. Editorial de la Asociación Civil Centro Democracia. Pág. 79.
47. Ídem, Pág. 87.

353
6.1. Antecedentes de los Partidos Políticos en Venezuela
Han transcurrido sesenta y tres años desde que se inició en Venezuela el modelo de democracia que
conocemos, y más de setenta años desde que los primeros partidos políticos modernos se hicieron
presentes en la vida nacional (48). Ellos, a través de su participación en el aparato del Estado han sido los
principales actores del proceso de transformación de Venezuela en el país que es hoy. El objetivo de este
nuevo régimen formulado hace casi nueve décadas, y compartido con las elites militares que les disputaron
la hegemonía política, tuvo su desgaste definitivo en la década de los noventa, con la crisis de
institucionalidad y corrupción que, desde el inicio del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, dio
muestras muy evidentes de su gravedad.

La alegría que vivieron muchos sectores de la población venezolana el 23 de enero, se vio


reemplazada por el descontento, la indiferencia y en algunos casos, el odio de gran parte de los ciudadanos,
viendo los partidos descender rápidamente su legitimidad, estando ante una implosión inevitable.
Debemos revisar la historia para comprender lo sucedido.

Juan Vicente Gómez gobernó Venezuela durante 27 años con puño de hierro, a su muerte, el 17 de
diciembre de 1935, dejaba un país relativamente rico en comparación a la condición que tenía a finales del
siglo XIX, las actividades económicas se habían empezado a concentrar en la exportación de petróleo y la
agricultura había pasado a un segundo plano, sin embargo, Venezuela seguía siendo sumamente rural y
prácticamente analfabeta de cultura política, la elite gobernante del momento integrada por militares
tachirenses encabezados por Eleazar López Contreras quien había sido designado como sucesor por Gómez
se encontraba ante una gran diatriba entre profundizar las instituciones gomecistas o avanzar hacia la
consolidación de un Estado capitalista moderno y democrático, Contreras optaría por la segunda opción y
a través de una nueva constitución abriría las puertas a reformas destinadas a democratizar Venezuela y
abrirla al mundo y la política contemporánea, haciendo salvedades puntuales, especialmente con los
comunistas, cuya organización partidista, el Partido Comunista de Venezuela, se mantendría ilegalizada
hasta 1945 (49).

Por otro lado, la elite política que buscaba el poder, representada por los estudiantes, ahora
profesionales y con trayectoria, de la generación del 28 estaba preparando sus mejores cartas para asaltar
los restos del régimen gomecista, con exigencias como la realización de elecciones libres, universales y
secretas, el voto femenino, educación gratuita, entre otras ideas plasmadas en el Plan de Barranquilla, entre
estos líderes, destacan personalidades como Rómulo Betancourt, Rafael Caldera, Raúl Leoni, Jóvito Villalba,
Miguel Otero Silva y Gonzalo Barrios. Bajo este contexto de efervescencia política, nuevas libertades y el
intento minimizar la influencia del comunismo, se forjaría el sistema político que Venezuela ha heredado,
pero, todo lo que mal empieza, mal termina.

En aquel momento, las pocas fuerzas políticas del país coincidieron en un horizonte común: la
modernización de Venezuela. Se trata de superar las condiciones pre-capitalistas de Venezuela para
convertirla en un Estado moderno, capaz de aprovechar las inmensas riquezas materiales del territorio en
función de los intereses del gran capital nacional e internacional.

______________________________________________________________________________________________________________________
48. Ramón Rodríguez. 2015. Partidos políticos en Venezuela en los siglos XIX y XX. Artículo publicado en la web:
http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0253-92762015000100007
49. Samuel Pérez. 1996. Los Partidos Políticos en Venezuela II. Caracas, Venezuela: Editorial de la Fundación Centro Gumilla. Págs. 3-5

354
Durante esta etapa, las elites vinculadas al poder impulsan una política económica cuya prioridad
era invertir los recursos provenientes de los ingresos petroleros en la creación acelerada de un Estado
capitalista moderno, para lo cual había que fomentar la expansión de la banca y el comercio, así como
también de la infraestructura, prácticamente inexistente en el país. Era un objetivo primordial capacitar
rápidamente a la población desde el punto de vista técnico, para incorporarla a un proceso económico. Sin
embargo, esa capacitación no debía incluir el aspecto político, ya que las masas, según esta elite, aún no
estaban preparadas para el ejercicio de las libertades políticas, así que debían ser ellos mismos quienes
guiaran el proceso.

A pesar de este pensamiento, el horizonte de la Venezuela moderna dio lugar a varios proyectos
políticos que proponían caminos y sujetos distintos. Si bien solo a partir de 1936 el debate político toma el
escenario de lo público, el proceso venia configurándose desde mucho antes, al calor de las luchas contra
el gomecismo. Son estos años de la génesis de organizaciones como el Partido Revolucionario Venezolano
(PRV) y la Alianza Revolucionaria de Izquierda (ARDI), que servirán de embrión a los partidos políticos
que suscribirán el Pacto de Punto Fijo (50).

Desde el fracaso de la invasión del Falke en 1929, los progresivos desalientos que provocan las
remotas posibilidades de entrar a Venezuela por las armas hacen que, a principios de 1931, este grupo
abandone el esquema del mero activismo por la larga y progresiva tarea de formular un programa
doctrinario que oriente la acción de un grupo político organizado. Es en este momento que nace la elite del
régimen del Pacto de Punto Fijo.

Esa labor es la que da origen a la ARDI en 1931. No se trató propiamente de un partido; su distancia
física de la realidad venezolana y la posibilidad pospuesta de entrar al país por la fuerza, hace de esta
organización un lugar para la formación de líderes, la discusión ideológica y el diseño de un programa. El
ambiente para la génesis de un complot estaba servido.

Rómulo Betancourt plante un debate ideológico desde la perspectiva del pensamiento de Carlos
Marx, al abrir la polémica con quienes realizaban análisis anticientíficos de la realidad venezolana, a la luz
de conceptos más apegados a las corrientes políticas venezolanas del siglo XIX, pero también tuvo polémica
con el Partido Revolucionario de Venezuela (PRV), al afirmar que un partido solo de la clase obrera no
podría triunfar en la empresa de la transformación política de Venezuela, sobre todo, porque esa clase
obrera era inexistente en un país donde la mayoría de los habitantes eran campesinos y trabajadores del
campo, no de la industria.

Betancourt propuso por primera vez la creación de un amplio frente policlasista y revolucionario,
capaz de oponerse al conjunto de intereses nacionales e internacionales que representaba Juan Vicente
Gómez. Surgirá así el llamado Plan Barranquilla, acta de nacimiento de ARDI, que al correr los años se
transformará en ORVE, luego en el PDN y finalmente en Acción Democrática. Betancourt, Leoni, Valmore
Rodríguez y Ricardo Montilla, entre otros, concretan con este plan una descripción de la realidad
venezolana y proponen un programa mínimo de acción para cuando regresen al país y tomen el poder (51).

______________________________________________________________________________________________________________________
50. Samuel Pérez. 1996. Los Partidos Políticos en Venezuela II. Caracas, Venezuela: Editorial de la Fundación Centro Gumilla. Págs. 5-6
51. Rómulo Betancourt. 1932. Con quién estamos y contra quién vamos. New York, Estados Unidos: Revista Venezuela Futura, Nº3.

355
El Plan Barranquilla, redactado por Betancourt junto a otros once exiliados el 22 de marzo de 1931,
y una de las más claras expresiones de las pretensiones de esta naciente elite, constituye la primera
expresión de un análisis estructural de la sociedad venezolana y de su proceso histórico, vinculado a un
proyecto político. El plan como tal, se compone en dos partes. La primera es el análisis de la situación
venezolana desde los orígenes de la República y de sus caudillos, análisis realizado bajo las categorías del
marxismo, con el propósito de articular la compresión materialista de la estructura socioeconómica del
país. Desde esa perspectiva se caracteriza a Venezuela como una nación de rasgos semi-feudales, en una
relación de dependencia neo colonial con la estructura imperialista del capitalismo internacional (52).

Lo interesante de este texto es la increíble similitud que su narrativa tiene con la empleada por el
régimen chavista durante sus alocuciones en la actualidad, especialmente en su retórica en contra de la
estructura imperialista del capitalismo internacional, identificada con Estados Unidos, dejando en
evidencia que se trata un reciclaje muy ingenioso de un discurso antiguo, desfasado y que, además, había
sido creado por la misma elite que había desplazado.

La segunda parte expone un “Programa Mínimo” de acción inmediata: hombres civiles deben ser los
encargados del manejo de los asuntos públicos, con expresa exclusión de todo elemento militar del aparato
administrativo, en concordancia con la propuesta de lucha frontal contra el militarismo caudillista; puesta
en práctica de toda clase de garantías para la libre expresión, hablado y escrito y para los demás derechos
individuales; confiscación inmediata de los bienes de Gómez, sus familiares y sus servidores ; creación de
un Tribunal de Salud Pública, evidentemente inspirado en el de la Revolución francesa a fin de investigar y
sancionar los delitos cometidos durante el régimen; intensa campaña de alfabetización y promoción de la
enseñanza técnica-industrial y agrícola; proclamación inmediata de la autonomía universitaria; revisión
de los contratos y concesiones celebrados por la nación con el capitalismo nacional y extranjero;
nacionalización de las caídas de agua y control por el Estado o los municipios de todos los servicios
públicos; convocatoria en un plazo de no más de un año de una Asamblea Constituyente para que eligiera
un gobierno provisional, reformara la Constitución, revisara las leyes que lo necesitaran con mayor
urgencia y elaborara las necesarias para resolver los problemas políticos, sociales y económicos que
surgieran de la revolución.

El Plan de Barranquilla fue a su vez el “manifiesto-programa” de ARDI, fundada formalmente pocos


días después por los firmantes del documento. Su publicación genero fuerte polémica entre el grupo de
exiliados venezolanos. Miguel Otero Silva lo critico fuertemente destacando la incongruencia entre la
radicalidad del análisis marxista de la realidad venezolana y el contenido del “programa”, que para él no
pasaba de ser una posición socialdemócrata moderada (53).

Para el mismo año, el PRV se convierte en el Partido Comunista de Venezuela, anunciado como tal
el 1 de Mayo, y se presenta oficialmente como la “Sección Venezolana de la Internacional Comunista”. Desde
hace tiempo estos dos grupos en el exilio han mantenido ciertas disputas sobre lo que deberían hacer en la
lucha antigomecista en cuanto a su contenido y orientación ideológica. Ciertamente muchos de los ahora
miembros del ARDI se han opuesto virulentamente al PRV, al que llegan a denominar “Perros Rabiosos
Venezolanos”, por los ataques de estos a la alianza (54).

______________________________________________________________________________________________________________________
52. María Leal. 2008. Plan de Barranquilla y el Proyecto Político de Rómulo Betancourt. Caracas, Venezuela: Revista Tiempo y Espacio Vol. 18 Nº49
53. Ubaldo Ruiz. 2007. El Plan de Barranquilla o el oportunismo vestido de socialdemocracia. San Juan de los Morros, Venezuela.
54. Víctor Jeifets. 2015. La inserción internacional de la izquierda comunista antigomecista en el exilio venezolano. Santiago, Chile: Revista Izquierdas Nº25.

356
Las discrepancias perduraran, y a pesar del cambio de estrategia de 1931 y la fuerte influencia del
pensamiento de Marx, Lenin y Trotsky tiene en ellos, ARDI nunca se fusionará con el PCV. De hecho, cuando
a finales de 1935 ambos grupos puedan regresar al país tras la muerte de Gómez, constituirán
organizaciones políticas distintas.

Por su parte, los sectores católicos comienzan también a involucrarse en el debate político, visto el
precario estado de salud del General Gómez y el avance del pensamiento marxista. En 1933 estos sectores
estimulan la asistencia del para entonces joven bachiller Rafael Caldera en compañía de Pedro José Lara
Peña al Congreso de la Juventud de Acción Católica en Roma. Allí se acuerda la necesidad de fundar en los
países latinoamericanos partidos que representen el ideario cristiano y se enfrenten al movimiento
comunista que comienza a monopolizar las universidades y núcleos obreros y campesinos (55).

Es entonces de esta manera que, en la oposición a Gómez estará la génesis de los partidos políticos
modernos y sus líderes, oposición que tomo variados matices, que van desde la tradicional lucha caudillista
por la apropiación del poder hasta la aparición de nuevas ideologías e incipientes grupos que modificaran
la forma de hacer política.

El General Eleazar López Contreras, ministro de Guerra y Marina durante la etapa final del régimen
gomecista, es designado por el gabinete en funciones, de acuerdo con lo previsto en la Constitución de
1931, como encargado del Poder Ejecutivo en la madrugada del 18 de diciembre de 19354, pasando a
ocupar la Presidencia de la República con un cuadro administrativo heredado del gomecismo. López
Contreras tiene entonces que enfrentar el estallido de violencia popular que se desata en diversos sitios
del país, encarando las primeras movilizaciones sociales que exigen una apertura democrática en
Venezuela, según las corrientes en boga.

Es en ese entonces que también, otro personaje de gran importancia para la historiografía de
nuestro país aparece en escena como Jefe de la Policía de Maracay, Pedro Estrada, quien controlaría en
febrero de 1936, sin casi pérdidas humanas los estallidos de dicha ciudad, que habían degenerado en
saqueos espontáneos y un ambiente gran inestabilidad. Durante este tiempo se perdieron objetos de
invaluable valor que habían pertenecido anteriormente a Gómez y los suyos (56).

Retomando el hilo de los hechos, esta presidencia interina que ejerce López Contreras debía durar
hasta el mes de abril de 1936, fecha en la que culminaba el nuevo periodo presidencial iniciado por Gómez
en 1931. El 19 de abril de ese año, López Contreras dirige un mensaje al Congreso, anunciando la
finalización del periodo, pero poco tiempo después y en vista de la situación imperante durante las sesiones
ordinarias, lo ratificarían en el cargo, siendo juramentado el 26 de abril.

La respuesta de López Contreras ante la situación evidencia un cambio de actitud frente a la gente,
con respecto a lo que había sido la política estricta de Gómez. Aparentemente con la intención de abrir
ciertos cauces democráticos y a diferencia de casi todos los gobiernos que le han precedido, López no apela
a la represión o la persecución. Muy por el contrario, impulsa una política de reconciliación nacional y
utiliza el dialogo con los sectores movilizados, usando con frecuencia la negociación y la búsqueda de
acuerdos basados en las concesiones mutuas. Prueba de ello se encuentra en la legalización de nuevas
organizaciones políticas y la formulación de un programa de gobierno de corte modernizador: El Programa
de Febrero.

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55. Ariadna Ejuri y Rebeca Navarro. 2014. COPEI: El gran declive de una fuerza política. Caracas, Venezuela: Tesis publica por la UCAB.
56. Agustín Blanco. 1983. Pedro Estrada Hablo. Caracas, Venezuela: Editorial José Martí. Págs. 41-44.

357
Los aspectos más resaltantes de ese programa fueron: Adaptación a las condiciones del país de la
legislación internacional del trabajo; adopción de un gran plan de higiene pública, con especial atención a
la asistencia social; se consagra la protección a la madre y al niño; se otorga a la educación máxima
prioridad en todos sus niveles; y se desarrolla un vasto plan agrícola y pecuario. Con el Programa de
Febrero, por primera vez en la historia contemporánea, el Estado venezolano asume expresamente un
compromiso en el campo de lo social (57).

Ya como presidente constitucional, López Contreras impulsa la promulgación de una nueva


Constitución, que amplia enormemente los derechos políticos y civiles de los venezolanos y consagra
vastas garantías para el sector laboral. Igualmente, se promulgan ese año la nueva ley del trabajo y la ley
del seguro social obligatorio.

De esta forma, el gobierno de López inaugura un nuevo sistema de relaciones entre el Estado y la
sociedad. A la par que se atacan los problemas sociales, el ordenamiento jurídico va adquiriendo mayor
solidez, ampliándose el espacio para la acción política.

Durante los primeros meses del nuevo régimen, regresan al país lo dirigentes estudiantiles
desterrados desde 1928. Esos líderes, que ya habían tomado las iniciativas políticas que se han venido
estudiando, se incorporan rápidamente al incipiente movimiento de masas que ha surgido en Caracas y
otras zonas del país, especialmente en las áreas vinculadas a la explotación petrolera. Para ellos, es el
momento de presentar sus proyectos políticos, sus ideologías para transformar al país y cumplir las
aspiraciones que como elite habían desarrollado, a fin de darle un carácter más orgánico a la, hasta ese
momento, espontanea protesta.

Se gestan entonces las más importantes agrupaciones políticas, que, en el desarrollo del proceso,
darán lugar a los partidos políticos que regirían por cuarenta años nuestra política, a través del Pacto de
Punto Fijo.

El PCV y ARDI regresan al país en 1936 y, luego de algunos intentos por presentar una opción
unitaria de oposición a López Contreras, toman caminos distintos para formar partidos políticos
independientes. La FEV se reestructura, cobrando un perfil político más claramente definido; poco tiempo
después ARDI se disuelve y el grupo de Rómulo Betancourt pasa a formar parte del Movimiento de
Organización Venezolana (ORVE), fundado por Mariano Picón Salas como un intento de organizar las
movilizaciones populares. Por su parte, el antiguo PCV de 1931 se reorganiza como partido a su llegada al
país bajo el nombre de Partido Republicano Progresista en el mismo año. Con este calificativo pretende
ocultar su inspiración marxista-leninista, dada la prohibición constitucional del aclamado Inciso Sexto (58),
que impide la actuación legal de los partidos comunistas.

En este punto, es importante notar como una elite que nació unificada en torno a la lucha estudiantil
contra Gómez, ahora se fragmenta en dos facciones que en el futuro serán sumamente antagónicos, pero
que, de fondo, tienen el mismo origen y comparten, hasta cierto punto, ideas parecidas.

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57. Samuel Pérez. 1996. Los Partidos Políticos en Venezuela II. Caracas, Venezuela: Editorial de la Fundación Centro Gumilla. Págs. 7-8
58. Brigitte Bernard. 1994. Nacimiento y escisión del Movimiento Popular Venezolano. Maracaibo, Venezuela: Revista Fronésis Vol. 1 Nº1. Págs. 19-54.

358
La intención de ambos se dirige a crear una organización unitaria que desplace del poder a la elite
militar, percibida por ellos, como heredera del régimen de Gómez y que, además, estaban en contra de sus
pretensiones y aspiraciones como elite organizada. Así, ORVE, el PRP y otros grupos políticos minoritarios
(Unión Nacional Republicana y, en el Zulia, el Bloque Nacional Democrático) constituyen el llamado Bloque
de Abril (59), con el fin de presionar al gobierno para que llame a elecciones y se elija un nuevo Congreso.
Esta propuesta no es aceptada por el Congreso, ampliamente dominado por el ahora llamado “lopecismo”
(60) pero logra movilizar a los sectores más politizados de la capital y de otras ciudades del país, lo que

provoca la agudización de la oposición contra López Contreras.

Durante esta fase comienza a cohesionarse el movimiento sindical, que ya había dado algunos pasos
hacia su consolidación (61) en la fase final de la dictadura gomecista; se suscitan numerosos conflictos
laborales en los principales centros obreros y campesinos de la nación, dominados por miembros del
Partido Comunista y de los grupos que más adelante constituirían a Acción Democrática. Ejemplo de la
organización alcanzada por el movimiento obrero en este periodo, es la famosa huelga petrolera a finales
de 1936.

En Agosto, el Bloque de Abril intenta crear un partido único de izquierda: El Partido Democrático
Nacional (PDN del año 1936). A pesar de la apertura, esta situación motiva cierto endurecimiento del
régimen, el cual comienza a perseguir, amparado en la disposición constitucional del inciso sexto, a
dirigentes del Partido Comunista y de los grupos organizados en el PDN. Este partido, plenamente
enfrentado con el gobierno lopecista, vio negada su legalización y, con su participación en la huelga
petrolera del 36 y otras manifestaciones en la calle, hace que el gobierno decida disolver todas las
organizaciones políticas existentes. El PDN pasa entonces a actuar en la clandestinidad hasta 1939,
momento en el cual vuelve con nuevos estatutos y programa.

En 1937 el PDN-36 se divide tras la salida de los miembros del PRP (Que recuerden, estaban
afiliados al comunismo). Esta decisión tomada por los comunistas se sustenta en el deseo de estos de
formar un partido clasista y afiliado a la III Internacional Comunista. Con la salida de ellos, el PDN quedara
en manos de Rómulo Betancourt y su grupo, quienes se encargarán de organizar al partido a nivel nacional,
formando lo que será otro PDN, el de 1939, que no tiene nada que ver con el de tres años atrás. Se diferencia
básicamente por la eliminación de todo contenido y militancia comunista en el partido, y por su programa
e ideología que tiende más a la socialdemocracia (62).

Sin duda, el artífice del PDN-39 será Betancourt, quien, actuando dentro del país, pero en la
clandestinidad, crea un partido político organizado y con presencia nacional en solo tres años. Su programa
y contenido doctrinario ha de ser considerado como el mismo que llevara a la fundación de Acción
Democrática en 1941. El programa del PDN-39 presenta dos partes: una donde hace un análisis serio de la
realidad socioeconómica del país; señalando sus problemas y las situaciones que deben transformarse; y
otra, sustentada por la primera, en la que se formulan los lineamientos para la acción y el llamado a la base
social cuyos intereses pretende representar.

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59. Luis España. 1994. El pensamiento democrático en las organizaciones políticas que precedieron al partido Acción Democrática. Caracas, Venezuela: Temas de
Coyuntura Nº30 – Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB. Págs. 9-23
60. Congreso de la República de Venezuela. 1983. Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras, El pensamiento político venezolano del siglo XX
Vol. 17. Caracas, Venezuela: Ediciones Conmemorativas del Bicentenario del Natalicio del Libertador Simón Bolívar. Pág. 89
61. Rolando Díaz. 2009. Los Sindicatos en Venezuela, de la Negociación a la Confrontación. Caracas, Venezuela: Revista sobre Relaciones Industriales y Laborales
Nº49. Págs 92-93
62. Ídem. Págs. 9-23

359
En el análisis que Betancourt hace del país señala a este como una sociedad atrasada, limitada por
una economía agroexportadora y de relaciones semi-feudales donde el latifundio hace que solo un reducido
sector social se beneficie de esa actividad. En lo sociopolítico, una estructura compuesta por latifundistas
y clientes del imperialismo petrolero se empecinaba en mantener el atraso de la sociedad venezolana. El
resto de grupos sociales lo componen la incipiente burguesía, las capas medias urbanas y el campesinado.
Todo este conjunto de sectores sociales tan heterogéneos estará llamado a ser la base social del PDN, dado
que ellos representaban las fuerzas de la industrialización y democratización burguesa, a ojos de Rómulo.

En cuanto al programa, sus objetivos son básicamente tres: el desarrollo de una economía prospera,
industrializada y en la que participen los grupos progresistas nacionales; la transformación profunda del
Estado para modificar la estructura que favorece a los grupos conservadores; y la inclusión de los intereses
de la mayoría, para lo cual el partido se define como policlasista. Para alcanzar estos objetivos se proponen
medidas orientadas a implantar un régimen democrático donde el pueblo elija directa, secreta y
universalmente; cambios profundos en la tenencia de la tierra; revisar los contratos de concesión con las
transnacionales; impulsar desde el Estado la aparición de industrias privadas; reformar la banca y el
sistema fiscal; reformar las leyes laborales y desarrollar políticas gubernamentales ambiciosas en áreas
como la salud y la educación que fortalezcan el capital humano del país.

Así, el PDN se propone como un partido político aglutinador de los sectores sociales interesados en
la modernización. Se trata por tanto de un proyecto nacional de tipo reformista, ajustado a las aspiraciones
de una elite diversa, pero impulsada y manejada por intereses personales muy particulares, es policlasista
y modernizador hasta cierto punto. Con este proyecto de Betancourt se prefiguran en el país los rasgos de
un enfoque que será definitivo en la futura conformación del sistema político venezolano: el populismo (63).

Los procesos que tienen lugar en la América Hispana durante las décadas del 20 y 30 van a dar lugar
al surgimiento de industrias nacionales, la expansión de los mercados internos y la aparición de las clases
medias urbanas. Esto generara el progresivo debilitamiento de las oligarquías, especialmente las
terratenientes. Tales procesos sociales encontrarán su expresión política en regímenes que tendrán como
característica común la captación de las clases bajas y medias urbanas surgidas de los procesos migratorios
internos, y de los sectores medios profesionales incipientes.

Así, estos regímenes no desarrollaran definiciones ideológicas claras, a fin de poder representar a
sus tan heterogéneas bases sociales, más allá de un cierto sesgo nacionalista-revolucionario (más inclinado
hacia el reformismo) del proceso de modernización. Se propone, entonces, la justicia social
(por medio de la redistribución de la riqueza) y la industrialización acelerada, sin afectar las relaciones
capitalistas de producción (64).

Estos regímenes constituirán una difusa alternativa entre el capitalismo y las ideas comunistas, en
franca expansión en ese momento. Para lograrlo, probablemente influenciados por el positivismo, estas
expresiones políticas se basan casi siempre en la figura de un líder carismático, capaz de movilizar a las
masas. Como quiera que tales masas están integradas por esa heterogénea base social que hemos
mencionado se elabora toda una conceptualización en torno a la categoría “Pueblo”.

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63. José Hidalgo. 2011. Dos visiones sobre sobre la modernización de la sociedad venezolana (1936-1945). Trujillo, Venezuela: Revista AGORA Año 14, Nº28 Julio
– Diciembre. Págs. 121-150
64. Ídem.

360
El pueblo es el todo social, la sociedad en su conjunto. Como esta categoría no está construida desde
una perspectiva clasista, para oponerse a la ideología marxista, “el pueblo” en su totalidad es el objeto de la
injusticia y de la dominación, casi siempre impulsada por potencias extranjeras, de acuerdo a la narrativa
de Betancourt. El pueblo, según Betancourt, lo constituye toda la nación que debe encontrar su lugar en la
historia mediante un gran proyecto, obviamente nacional. Por esto, estos regímenes empiezan a ser
conocidos como populistas (65).

Las promesas de inclusión estaban a la orden del día y, los discursos radicalizados dirigidos a
consolidar “cambios profundos” en la nación venezolana tomaron toda la escena, aunque el proyecto de esta
elite encabezada por Betancourt era bastante claro en sus intenciones de tomar el poder y de alguna
manera redistribuirlo para crear un nuevo equilibrio de poder favorable a los intereses de cada grupo que
lo acompañaba, cosa que, como se verá más adelante, resulto en un total fracaso, porque Betancourt no
pensó a Venezuela más allá de sus clases ni de sus fronteras, pensó en consolidar un sistema que
beneficiara a él y a los dirigentes de la generación del 28, con un velado discurso popular atorrante que
hasta la actualidad, todos los partidos se han apropiado y que le ha costado una gran atrofia a la sociedad
venezolana.

Retomando el hilo, Betancourt a través de su visión policlasista, expresada en el Plan de Barranquilla


y en el PDN, incorpora a Venezuela a las corrientes del populismo. Esta manera de ver la política permeará
de un modo u otro a todas las agrupaciones políticas del país y se convertirá en otro de los elementos
principales de nuestra cultura política.

Por su parte, la elite que iba a ser desplazada, conformada por los vestigios del régimen de Gómez y
se mantenía en el poder en estos años, no se organiza en agrupaciones propiamente políticas dispuestas a
captar el apoyo de las masas. Sin embargo, los avances de la oposición organizada políticamente, harán que
aparezcan tímidas agrupaciones de carácter para-partidista y pro-oficial para crear mediaciones entre las
masas y el gobierno. Así, se crean las Agrupaciones Cívicas Bolivarianas (ACB) como instrumento político
oficial (66).

Las Cívicas Bolivarianas pretenderán ajustarse al nuevo modo de hacer política y ser interlocutores
de las organizaciones opositoras al gobierno, con un mensaje nacionalista y bolivariano que justifique el
proyecto del gobierno y haga frente a otras doctrinas y corrientes políticas, sin embargo, como estableció
el propio Estrada:

“Combatimos ideas con procedimientos, llamémoslos, tradicionales. Y eso es imposible. Las ideas
no se combaten sino con las ideas. Quizás, si nosotros hubiésemos permanecido más tiempo en el
poder (Referenciando tanto el periodo de López y Medina como el de Chalbaud y de Pérez
Jiménez) hubiéramos podido hacer llegar el mensaje al pueblo venezolano a través de su propio
bienestar, y de toda una serie de medidas que lo hubieran favorecido” (67).

______________________________________________________________________________________________________________________
65. David Ruiz. 2020. La Revolución Democrática de Rómulo Betancourt. Recuperado de: https://prodavinci.com/la-revolucion-democratica-de-romulo-
betancourt/
66. Samuel Pérez. 1996. Los Partidos Políticos en Venezuela II. Caracas, Venezuela: Editorial de la Fundación Centro Gumilla. Págs. 11-12
67. Agustín Blanco. 1983. Pedro Estrada Hablo. Caracas, Venezuela: Editorial José Martí. Págs. 58-61

361
Con estas palabras, se maqueta entonces que el fracaso de la elite previa al Pacto de Punto Fijo
residió en su capacidad de adaptación y quizás ingenio, realizaron un análisis erróneo de la sociedad
venezolana y de cómo estimularla para que se articulara hacia un proceso particular, por eso, Betancourt
y los suyos ganaron esa batalla, a pesar de que, su proyecto fuera insuficiente y con aspiraciones desfasadas
para el momento histórico que vivieron.

En síntesis, bajo este contexto fue que nacieron los partidos políticos que darían paso a la modernidad
venezolana, a pesar de las dificultades confrontadas por sus dirigentes y que, sus constantes luchas
internas darían lugar a visiones de país completamente diferentes, pero que, de fondo, no transformarían
al país, si no que perpetuarían el caudillismo del siglo XIX, eliminado por Gómez, a través de una compleja
y evolucionada forma, el populismo partidocrático venezolano.

“A 25 años (De la institución del Pacto de Punto Fijo) todavía no ha aparecido algo como la
democracia. No apareció cuando Medina ni cuando López Contreras, no nos engañemos. No se
puede juzgar la democracia de Medina y López Contreras por liberar presos políticos y no tenerlos.
En esa época se hicieron grandes negocios y la oligarquía se afianzo. Betancourt y su grupo con la
paz gomecista y postgomecista no tenían mucha oportunidad de llegar al poder, ellos venían
presididos de la fama comunista desde Costa Rica y todas esas cosas. No se les veía con buenos ojos.
De tal manera que el poder gomecista que quedaba no contaba con ellos. Busquen el decreto de
expulsión de esas personas, fue acogido por todo el mundo. Y cuando digo todo el mundo, digo las
clases que pensaban que se habían salvado de un momento dramático del país, en el cual el mismo
hubiese caído en manos del comunismo. Busquen los firmantes del decreto y los que lo apoyaron
en la Corte Federal y en el Congreso. Se van a encontrar que sus descendientes son anticomunistas
hasta hoy. Si Betancourt en algún momento dijo que debían conservarse las instituciones, aunque
fuese con el “pañuelo en la nariz”, lo hizo para salvarse, para cuidarse el de lo que vino después, es
decir, aquietando los espíritus para permanecer en el país. Cuidándose para evitar la expulsión.
Sin embargo, le llegara el día de la salida. Con Medina regresa Betancourt al país y mira lo que le
hizo.” (68)

- Dr. Pedro Estrada (1906 – 1989) en París, 1983.

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68. Agustín Blanco. 1983. Pedro Estrada Hablo. Caracas, Venezuela: Editorial José Martí.

362
6.2. Trienio Adeco (1945–1948)
El General Isaías Medina Angarita sucedió al General Eleazar López Contreras en 1941, durante su
gestión profundizo el proceso de democratización hasta el punto de que bajo su mandato se creó el sistema
de partidos políticos que aun hoy tiene vigencia en Venezuela, se respetaron los intereses de la Iglesia, las
huelgas de trabajadores y la propiedad privada. El reto del gobierno de Medina era como salir de la formula
vigente desde el inicio de este régimen mediante la cual quien fuese Presidente debía ser militar y
tachirense; de otra manera, no existiría confianza en él. El intento negociado por el general Medina Angarita
con Acción Democrática y el Alto Mando Militar de pasar la Presidencia a un civil, que debía seguir siendo
tachirense, se deslegitimo por la misteriosa enfermedad mental de su candidato a sucederle en la
Presidencia, Diógenes Escalante (69).

Esa fue la justificación que utilizo Acción Democrática para promover el golpe de Estado de octubre
de 1945. AD tuvo como aliados en este golpe a militares tachirenses que, en 1948 pusieron en evidencia
que todavía no habían aceptado la transición propuesta por Medina de entregarle el poder a un civil.

Al Trienio se le llama así porque duro tres años. Los dos primeros, bajo una Junta Cívico-Militar
dirigida por el líder de ese partido, Rómulo Betancourt y el ultimo bajo la Presidencia de Rómulo gallegos.
Acción Democrática cumplió su palabra de establecer el voto universal, directo y secreto en elección de
primer grado del Presidente de la República; convoco a elecciones de otros cargos públicos, con lo cual
imprimió un franco avance a algunos ideales de la democracia ofrecida, pero simultáneamente mantuvo
un clima de agitación constante en contra de los intereses militares (Esto se vio mediante la agresividad y
lo violentos ataques de los “Cabilleros de Acción Democrática”, comparables con las milicias de Chávez),
empresariales (huelgas y amenazas a la propiedad privada) y en contra de la educación privada ofrecida
por los colegios de la Iglesia Católica, además de dirigir un gobierno sumamente sectario, lo cual, junto con
las otras políticas mencionadas, genero descontento en muchos otros actores de la política y de la sociedad
venezolana (70).

Así, el gobierno de Rómulo Gallegos fue derrocado por un golpe de Estado perpetrado en 1948 por
sus antiguos aliados, los militares de rango medio, con la aquiescencia de los partidos de oposición y otros
sectores.

Resulta considerablemente irónico que habiendo llegado al poder señalando como incompetentes
y corruptos a sus antecesores, hayan sido sus mismos aliados militares, quienes al ver que primeramente
la Junta de Gobierno y luego durante los ocho meses de presidencia de gallegos, el gigantesco sectarismo
de los adecos que nada tenía que envidiarle al de los recientemente derrotados fascistas europeos, tomaran
las armas de nuevo para ponerle fin a la aventura de los partidos políticos.

Sin embargo, antes de avanzar un poco más en el desempeño de este periodo, hay que hablar un
poco sobre sus orígenes. Si bien las banderas del grupo civil y militar que se insurrecciona contra Medida
Angarita llevaban los colores de las elecciones directas, secretas y universales, no deja de ser aquel un
alzamiento militar contra un Estado constitucionalmente establecido.

______________________________________________________________________________________________________________________
69. Luis Buttó. 2002. Síntesis histórica de los cambios ocurridos en el Índice de Desarrollo Humano en Venezuela entre 1936 y 1945. Caracas, Venezuela: Revista
de Investigación y Postgrado Vol. 17 No. 2. Universidad Pedagógica Experimental Libertador.
70. Rafael Arráiz Lucca. 2011. El Trienio Adeco y las Conquistas de la Ciudadanía. Caracas, Venezuela: Editorial Alfa.

363
Además, el gobierno de Medina Angarita y López Contreras había estado encaminando a Venezuela
hacia una democracia consolidada a través de un proceso estable y sin mayor violencia, se refleja esa
modernización del Estado venezolano a través de algunos hechos sociales y económicos resaltantes de esa
época como los siguientes:

- En materia de saneamiento, es importante resaltar que para 1941 se habían construido 52


acueductos y 27 estaban en construcción, a la par de la inversión en cloacas por un monto de
18.000.000 bolívares, cuando los ingresos fiscales mensuales entre diciembre de 1935 y abril de
1941 alcanzaron los 31.122.491 mensuales. El problema de la incomunicación vial, que dificultaba
en grado sumo la prestación de servicios, también recibió un tratamiento especial, a tal punto de
contarse con 4.895 kilómetros de carreteras construidas y/o reconstruidas para el año final del
gobierno en cuestión. Desde una óptica global, la magnitud de estas obras puede valorarse si se
considera que de 1936 a 1941, el gobierno nacional destinó a obras públicas (sin incluir la obra de
las gobernaciones de estado) el 23% de sus ingresos fiscales, mientras entre 1870 y 1935 apenas se
gastó el 14% de los mismos (71).

- El nivel de detalle puesto en las medidas sanitarias fue considerable. Por citar dos ejemplos, en la
prensa de la época, en El Heraldo y en El Universal, respectivamente, se reflejaron casos como un
proyecto de 1937 acordado entre productores y gobierno para proveer a Caracas de leche en
condiciones tales que impidiera la contaminación patógena de los consumidores, y la resolución del
Ministerio de Sanidad para establecer en enero de 1939 la obligatoriedad de utilizar vasos de papel
para bebidas, en aquellos establecimientos sin recursos para esterilizar los vasos y tazas de vidrio
o loza (72).

- En 1941, el porcentaje de inscritos del total de la población en edad escolar (720.000 almas), alcanzó
41,03% (73), lo cual contrastó abiertamente con la relación existente en 1935. Las cifras de la
Dirección General de Estadísticas mostraron un descenso de la tasa de analfabetismo en la
población de 15 años y más, pues ésta se ubicó en 1941 en un 57,2% (74).

Con se puede comprobar que se observó, en términos globales, una modificación sustancial y
positiva del índice de desarrollo humano del venezolano promedio, durante el gobierno de Eleazar López
Contreras, contrario a lo que Betancourt decía a la gente del país, siendo el “atraso significativo” y las
“trabas para avanzar” junto a otros intereses particulares de las petroleras y los militares, los que
impulsarían el golpe de octubre del 45.

______________________________________________________________________________________________________________________
71. Luis Buttó. 2002. Síntesis histórica de los cambios ocurridos en el Índice de Desarrollo Humano en Venezuela entre 1936 y 1945. Caracas, Venezuela: Revista
de Investigación y Postgrado Vol. 17 No. 2. Universidad Pedagógica Experimental Libertador.
72. Ídem.
73. Ídem.
74. Ídem.

364
En cuanto al gobierno de Medina Angarita (1941-1945) se puede resolver en esencia lo siguiente:

- La utilización masiva del DDT en la campaña anti–malaria ideada y dirigida por Arnaldo Gabaldón,
cuyo punto de partida puede colocarse en 1945, en la población de Morón, estado Carabobo (75).

- En el 8° Censo General de Población de 1950, se registraron 5.034.838 habitantes, lo cual significó


1.184.067 personas más que en 1941, e indicó una tasa de crecimiento en 1950 de 3,4 por cada
1.000 habitantes. En 1950, la tasa de mortalidad se había reducido a 13,7 por 1.000 habitantes y la
esperanza de vida al nacer se incrementó hasta alcanzar los 52,8 años para los hombres y 54,8 años
para las mujeres (76).

- En educación primaria, la matrícula se mantuvo en cifras similares a las dejadas por el gobierno de
López Contreras, pero se incrementó la de bachillerato en un 101%, pues de 5.762 inscritos en este
nivel para 1940, pasaron a ser 11.598 en octubre de 1945 (77). Esto fue posible pues las edificaciones
destinadas al segundo ciclo de la educación de aquel entonces, crecieron un 27,16%, pasando de 28
en 1940, a 97 en octubre de 1945. Los institutos de formación de maestros fueron elevados de 19
en 1940, a 24 a finales del gobierno medinista (78). Durante esta administración se iniciaron los
trabajos de construcción de la Ciudad Universitaria de Caracas y de la Escuela de Agricultura de la
UCV, en Maracay.

En conclusión, referente a las gestiones de Medina y López, puede aceptarse que los cambios
experimentados en los indicadores más relevantes del índice de desarrollo humano (salud y educación,
fundamentalmente) del venezolano promedio, entre 1936 y 1945, como realmente significativos, por lo
positivo de los mismos y dado el lapso tan pequeño en que ocurrieron, apenas 9 años. Con base en ello
puede afirmarse, sin peligro de incurrir en exageración alguna que la ocurrencia de estos cambios marcó
un hito en el tránsito de una Venezuela pre-moderna a una Venezuela parada con ahínco a las puertas de
la modernidad. Compárense, por ejemplo, las tasas de mortalidad de la población venezolana en 1945 y
1950, con las de otros países latinoamericanos en 1950, como Brasil (20,0), Colombia (19,0), Perú (21,0),
Ecuador (22,5), Bolivia (22,5) y República Dominicana (22,5), y se tendrá el punto de referencia necesario
para comprender el planteamiento (79).

Lógicamente, este proceso de cambios no significó la transformación del país subdesarrollado a uno
desarrollado. Nada más lejos de la realidad. Pero, este no es el punto a debatir, sino reconocer que este
período estaba encaminando el acercamiento de la población venezolana a niveles de vida mayores,
alcanzados como resultado de un proceso de mejoras producido en magnitudes y a velocidades
importantes, consecuencia directa de la acción desplegada en materia de sanidad y educación por los
gobiernos de Medina y López, cosa que fue interrumpida por Acción Democrática y el golpe de 1945. Aquí
es donde reside el irrealismo de la ideología que estaba movilizando Betancourt y AD para usurpar el
poder, el proceso había comenzado, pero como no eran ellos quienes estaban al mando, no era suficiente.

______________________________________________________________________________________________________________________
75. Luis Buttó. 2002. Síntesis histórica de los cambios ocurridos en el Índice de Desarrollo Humano en Venezuela entre 1936 y 1945. Caracas, Venezuela: Revista
de Investigación y Postgrado Vol. 17 No. 2. Universidad Pedagógica Experimental Libertador.
76. Ídem.
77. Ídem.
78. Ídem.
79. Ídem.

365
Ahora, retomando los hechos de la revolución de Octubre, Los conjurados no hacen de manera
inmediata una exposición de los motivos del alzamiento militar, siendo el 30 de octubre la primera
alocución de gran peso, donde uno de los líderes, explica al país los impulsos y objetivos principales de la
denominada Revolución de Octubre. Pasemos a continuación al análisis de aquel discurso pronunciado por
Rómulo Betancourt (80).

Con un carácter altisonante inicia la declamación, dejando en claro un elemento fundamental para
el buen desarrollo político de los nuevos guías de la república. Las relaciones exteriores, estas
representaban la aceptación o rechazo de la comunidad internacional hacia el grupo artífice de la
revolución. En este sentido, Rómulo Betancourt expone con fulgor como se han reanudado las relaciones
con las naciones del mundo, un mundo representado por los Estados triunfantes de la segunda guerra
mundial y los países de América Latina.

“Con legitimo alboroto venimos a anunciar a la Nación en nombre de la Junta revolucionaria y del
Gabinete Ejecutivo, que han reanudado sus relaciones diplomáticas con el gobierno de los Estados
Unidos de Venezuela los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido de la Gran Bretaña, Francia,
Ecuador, Paraguay, Cuba, Bolivia, Guatemala, Panamá, México, Haití, Chile, Perú, Colombia,
Argentina y Uruguay.” Rómulo Betancourt, 30 de Octubre de 1945 (81).

La importancia otorgada a las relaciones diplomáticas con cada una de estas naciones posee varias
interpretaciones, en primer lugar, el apoyo por decirlo de alguna manera de la comunidad internacional, le
aseguraba a la Junta Revolucionaria de Gobierno una significativa reducción de planes desestabilizadores
en su contra orquestados desde el exterior, en segundo lugar, se despojaban del calificativo golpista o
insurrectos, otorgándose la revolución y la bandera democrática a través del respaldo de un sector
importante de naciones, que incluye a los Estados Unidos.

Salvado el tema de las relaciones internacionales, punto vital para quienes intentan “reconstruir una
nación”, el discurso pasa a la exposición y explicación de los objetivos que motorizaran la revolución.
Partiendo de la calma social imperante en la República a pesar de la convulsión inevitable de un
movimiento contra el statu quo. Así describe Rómulo Betancourt la situación del país:

Nadie que arribara hoy a Venezuela podría imaginar que, en este país, donde todas las actividades
económicas, comerciales y administrativas se están desenvolviendo con sincrónico ritmo, se realizó
hace apenas doce días una revolución política y social llamada a enderezar el torcido rumbo que
veníamos trajinado desde los mismos días iniciales de nuestra era republicana. Rómulo
Betancourt, 30 de Octubre de 1945 (82).

______________________________________________________________________________________________________________________
80. Edgardo Mondolfi et al. 2018. Aproximaciones al siglo XX venezolano: Una mirada crítica desde la maestría en Política y Gobierno de la Universidad
Metropolitana. Caracas, Venezuela: Comisión Editorial de la UNIMET.
81. Luis Castillo. 2014. El heraldo octubrista. Rómulo Betancourt, motivos y objetivos de la revolución de 1945. Caracas, Venezuela: Revista Tiempo y Espacio Vol.
32, Nº61.
82. Ídem.

366
Dos elementos se desprenden de lo citado arriba, en primera instancia es preciso para los intereses
de la Junta Revolucionaria de Gobierno dibujarle al pueblo y narrarles una situación de total tranquilidad,
reflejándose además la revolución de octubre como la acción esperada por décadas. En este sentido, existe
una carga mesiánica por parte de Betancourt al expresar que la revolución octubrista enderezará una
ondulante historia política republicana de más de cien años.

En segundo lugar, ¿quiénes serán los encargados de enderezar “ciento quince años de políticas
desacertadas” ?, sería esta una interrogante entre aquellos que escuchan la declamación del dirigente de
AD. Los hombres llamados a la restauración de la nación, son descritos como “honestos”, “comprometidos”
con el momento histórico que protagonizan y “desligados” de las viejas intenciones carroñeras de los
caudillos decimonónicos:

“No eran demagogos improvisados, sino hombres con una filiación, con una fe y con un abrumador
lote de compromisos con la democracia venezolana y americana, gozosamente aceptados, quienes
habían asumido la responsabilidad de estructurar un orden de cosas serio, honesto, responsables,
sobre los escombros de un régimen repudiado por la conciencia de todos los venezolanos libres”.
Rómulo Betancourt, 30 de Octubre de 1945 (83).

Más allá de los elogios endulzantes expuestos por Rómulo Betancourt hacia el grupo principal que
depone a Medina Angarita de su cargo como primer magistrado, es preciso enfocarnos en la última oración
cuando se refiere al gobierno depuesto como régimen repudiado por la conciencia de todos los venezolanos
libres. ¿Hasta qué punto fue el mandato de Medina repudiado por todos los venezolanos?, teniendo en
cuenta que aquel representaba el lapso de mayor apertura en los últimos treinta años.

Y es aquí donde entra en la grave contradicción con los hechos, resaltando su mentira, Venezuela
hasta ese momento no había visto un crecimiento tan acelerado, los números y estadísticas no mienten,
pero los adecos sí.

Ahora bien, bajo el Gobierno provisional de la Junta Revolucionaria que se instaura tras los hechos
previamente comentados, cuya responsabilidad fue asumida por el partido AD, se van a eliminar las
restricciones que anteriormente existían para la participación electoral y para la competencia entre
partidos. El nuevo régimen electoral rebaja la edad para votar de los veintiuno a los dieciocho, extiende el
derecho de voto a las mujeres y a los analfabetos (es decir, se implanta un verdadero sistema de sufragio
universal) y establece la elección directa no sólo de los diputados y senadores, sino también del presidente
de la República. Durante esta época se funda Unión Republicana Democrática (URD) (1945), partido de
orientación liberal creado por personalidades asociadas al Gobierno del presidente Medina (84), y se funda
también el Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI) (1946), partido de inspiración
socialcristiana y encabezado por el ya más experimentado Rafael Caldera (85).

______________________________________________________________________________________________________________________
83. Luis Castillo. 2014. El heraldo octubrista. Rómulo Betancourt, motivos y objetivos de la revolución de 1945. Caracas, Venezuela: Revista Tiempo y Espacio Vol.
32, Nº61.
84. Frank Torres y Braulio Rojas. 2008. La conformación de los partidos políticos en Venezuela (1928-1948): un espejo del presente. Mérida, Venezuela: Revista
Fermentum Vol. 18 Nº51. Págs. 129-147
85. Arturo Sosa. 1986. ¿Qué tipo de Partido es COPEI?. Caracas, Venezuela: Centro Gumilla, Recuperado de:
https://www.gumilla.org/biblioteca/bases/biblo/texto/SIC1986481_12-15.pdf

367
Mientras se mantuvieron las condiciones de sufragio restringido, elecciones indirectas y falta de
participación popular, partidos como el PDV creados por el Gobierno de Medina Angarita, formados por
funcionarios y sin ningún arraigo en las masas, podían controlar las elecciones, pero tan pronto como se
estableció el sufragio universal y directo estaban condenados al fracaso junto al proceso estabilizador hacia
una democracia menos corruptible. Pues el nuevo orden que se trataba de implantar tras la “Revolución de
octubre” significaba un cambio radical en las reglas de juego que hasta entonces habían regido la política,
e implicaba la introducción de nuevos medios de intervención y nuevos jugadores y la irrupción de las
masas en la misma. En adelante, los recursos para el éxito político no serán ya las relaciones o influencias
personales de tipo tradicional, sino la capacidad para persuadir, organizar y movilizar a las masas.

Esto llevará al desplazamiento de las élites tradicionales y a su sustitución por los modernos
partidos políticos de masas, que pasarán a ser las únicas organizaciones apropiadas para participar
exitosamente en dicho “juego”. Es comprensible, por tanto, que una buena parte de los sectores sociales
más conservadores, que se veían desplazados por la nueva situación, la rechazaran pura y simplemente,
desconociendo la legitimidad de unas reglas de juego que, en la práctica, los convertían en perpetuos
perdedores, y pasaran directamente a la conspiración.

En cuanto a los otros partidos, si bien aceptaron inicialmente las nuevas reglas, incluso con
entusiasmo, pronto se produjeron graves tensiones, que se manifestaron, por ejemplo, en los duros
enfrentamientos ideológicos que caracterizaron los debates de la Asamblea Constituyente en 1946- 1947
y en las reservas con respecto a las reglas de juego básicas del orden político que iban a ser consagradas
en la Constitución de 1947 (86). Esto es comprensible si tenemos en cuenta que, de los cuatro partidos
existentes, dos (el PCV y COPEI) representaban ideologías y aun concepciones totales del mundo
radicalmente contrapuestas (marxismo y catolicismo, respectivamente).

AD, que, aunque no se declaraba expresamente marxista, había sufrido la influencia de tal tipo de
pensamiento, se caracterizaba por una fuerte orientación ideológica y por una intensa y permanente
movilización emocional de sus militantes contra los enemigos (reales o supuestos) de la “revolución”. Sólo
URD escapaba de este cuadro general con una posición que, frente a las radicales declaraciones ideológicas
de los otros, tenía que aparecer como incolora.

Por otro lado, el proyecto de AD, aunque, desde una perspectiva actual, puede parecer moderado,
representaba en la Venezuela de la época una verdadera revolución política y social (en el sentido de la
manera en que se realizaba un desplazamiento de los grupos y clases que hasta entonces detentaban el
poder). Ideas tales como la organización y participación de las masas en la política, la exclusión de la
intervención militar, el acceso popular a la educación, los derechos sociales de los trabajadores, la creación
de una fuerza sindical organizada, la destrucción del poder político, social y económico tradicional en el
campo, mediante la reforma agraria y la organización de los campesinos, etc., tenían que contar con la
oposición más enconada de los sectores tradicionales, que las consideraban como criptocomunistas, y a la
vez con la del PCV, para el que eran medidas meramente reformistas, y veía en AD su principal competidor
entre los trabajadores.

______________________________________________________________________________________________________________________
86. Oláguer Chacón. 2004. La regulación sobre la propaganda en la legislación electoral venezolana en el siglo XX. Caracas, Venezuela: Revista Politeia Nº32-33
Enero-Diciembre. Págs. 43–59

368
Por otra parte, el partido COPEI (por su inspiración católica y por hallarse en el momento más cerca
de la derecha en el espectro de los partidos políticos venezolanos) se convirtió en centro de atracción de
muchos grupos conservadores, que lograron infiltrarse en la organización, y para los cuales el objetivo
fundamental era desplazar a AD del poder, sin importarles los medios para lograr ese fin, aunque al final,
terminarían aliándose.

Por otro lado, AD era el único partido que, a través de un prolongado esfuerzo, iniciado a la muerte
de Gómez, había logrado desarrollar una organización política que abarcaba a la totalidad del país, hasta
los más remotos caseríos de modo que cuando se produce la “Revolución de octubre” era, en realidad, el
único partido de masas realmente existente (ésta es precisamente la razón principal por la que los jóvenes
militares que conspiraban contra Medina decidieran solicitar la colaboración de ese partido y confiarle la
responsabilidad del Gobierno provisional).

Frente a él, el antiguo PCV no lograba irradiar su influencia más allá de un pequeño grupo de
intelectuales y de un reducido sector del movimiento obrero y campesino, y las otras dos organizaciones
que pronto se crearon (URD y COPEI) no pasaron de ser, durante el trienio, partidos de cuadros, con una
militancia muy reducida.

Además, junto a su muy superior desarrollo organizativo, AD gozaba de las ventajas derivadas de
los recursos del Gobierno provisional, que utilizó para adelantar su proyecto político. Como consecuencia
de todo ello, los resultados de los sucesivos procesos electorales celebrados durante el trienio
constituyeron abrumadoras victorias para ese partido, que aparecía, de esta manera, como dominante o
hegemónico. Así, en las elecciones de 1946 para la Asamblea Nacional Constituyente, AD obtuvo el 78,42%
de los votos válidos; en las elecciones nacionales de 1947, el 74,47% de los votos válidos para presidente
de la República y el 70,83% de los votos válidos para los “cuerpos deliberantes” (Congreso nacional y
Asambleas legislativas de los Estados), y en las elecciones municipales de 1948, el 70,82% de los votos
válidos (87).

La aplastante superioridad de AD contribuía a complicar la situación, pues llevaba a ese partido a


identificar su propia voluntad con la voluntad de la nación o (de acuerdo a la tradición predominante en la
cultura política venezolana) con la “voluntad general” roussoniana, de modo que se creía autorizado para
imponerla, sin respetar los derechos de las minorías, y tendía a considerar que la oposición a las políticas
del Gobierno no era la expresión de opiniones o intereses legítimos, sino la manifestación de un espíritu
faccioso, antinacional y éticamente reprobable, que debía, por tanto, ser destruida.

En cuanto a los partidos de oposición, divididos entre sí en diversas materias, tenían el sentimiento
común de que el Gobierno estaba abusando del poder, de que no se respetaban sus legítimos derechos
como minorías y de que eran objeto de persecuciones, y, a la vez, una sensación de asfixia ante la hegemonía
“adeca” y un justificado pesimismo acerca de la posibilidad de superar algún día su aplastante mayoría.

_________________________________________________________________________________________________________________________
87. Luis Castillo. 2014. El heraldo octubrista. Rómulo Betancourt, motivos y objetivos de la revolución de 1945. Caracas, Venezuela: Revista Tiempo y Espacio Vol.
32, Nº61.

369
De esta manera, frente a la pretensión de AD de ser el adalid de la “voluntad general”, quienes se
sentían amenazados por la “Revolución de octubre” identificaban el dominio de ese partido con la oclocracia
o la tiranía de la mayoría. AD había impuesto un estilo político “plebeyo”, que implicaba una constante
participación (un tanto estridente y desordenada) de las masas en la vida pública y su movilización
emocional contra los enemigos de la “revolución”; de modo que los sectores más conservadores veían en
ella, ni más ni menos, que la resurrección de la siempre temida “pardocracia”, es decir, de la tiranía de la
mayoría no blanca, sin cultura ni propiedad, que amenazaba los cimientos mismos de la sociedad (88).

Uno de los argumentos que se utilizó para tratar de justificar el derrocamiento del presidente
Gallegos, en 1948, fue la acusación de que AD pretendía implantar un régimen comunista. Se trata de una
imputación totalmente falsa, pero para los sectores conservadores de la sociedad venezolana de esa época
el término “comunista” se aplicaba por igual a todos los que pretendían alterar las bases políticas o sociales
del orden que existía antes de la “Revolución de octubre”. Por lo demás, tal acusación sirvió para concitar el
apoyo del Gobierno norteamericano a los planes para el derrocamiento.

De esta manera se fue produciendo una progresiva y acelerada alienación, por parte de los más
diversos sectores, con respecto al sistema y a sus reglas de juego, que consagraban ese estado de cosas, de
modo que a los tres años de haberse producido la “revolución”, cuando la nueva Constitución apenas había
cumplido año y medio de vida, y el nuevo presidente no había completado diez meses en el ejercicio de su
cargo, un golpe militar ejecutado sin derramamiento de sangre, y que contó con la aprobación de todas las
fuerzas vivas (incluyendo a la Iglesia católica) y de los dos principales partidos de la oposición (COPEI y
URD), derrocó al Gobierno electo y abrió paso a una dictadura militar, que duraría diez años (89).

_________________________________________________________________________________________________________________________
88. Oscar Battaglini. 2009. El betancourismo1945-1948: rentismo petrolero, populismo y golpe de Estado. Caracas, Venezuela: Monte Ávila Editores.
89. Ramón Rivas. 2003. Venezuela en la década militar de 1948-1958: Geopolítica de Posguerra, Petróleo y Diplomacia. Mérida, Venezuela: Revista Procesos
Históricos Vol. II Nº3.

370
6.3. La Junta de Gobierno y el Pacto (1958–1959)
Luego del Golpe de 1948 al gobierno de Acción Democrática, se instituyo una Junta Militar de
Gobierno comienza con un triunvirato liderado por el Teniente Coronel Carlos Delgado Chalbaud junto a
German Suarez Flamerich y Marcos Pérez Jiménez. La primera sorpresa que dio Chalbaud fue que no le
hizo el juego a la clientela típica de todos nuestros regímenes para conseguir contratos y posiciones
ventajistas de dudosa honestidad, con lo cual alieno a algunos civiles. La segunda sorpresa fue que este
militar se proponía a acelerar unas elecciones para pasarle la Presidencia a un civil, con lo cual entro en
conflicto con algunos de sus compañeros de armas que pretendían seguir en el poder indefinidamente.
Como era de esperar, este líder tendría un final violento, el más trágico de todos porque representa el único
Jefe de Estado y Gobierno asesinado en ejercicio en Venezuela (90). A partir de allí el poder la Junta Militar
de Gobierno pasa a manos del entonces Teniente Coronel Marcos Pérez Jiménez, quien convoco a
elecciones (de segundo grado) para diciembre de 1952. Pero su partido, el FEI o Frente Electoral
Independiente, no gano la mayoría de los diputados que debían elegirlo Presidente. La victoria fue URD,
partido liderado por un civil, Jóvito Villalba, quien se convertiría en Presidente de la República.

Pérez Jiménez desconoció los resultados, exilio a Villalba y se hizo nombrar por el Congreso
Presidente para el periodo 1953-1958. La dictadura de Pérez Jiménez extremo la exclusión con respecto a
los intereses empresariales a través del estatismo, de los controles de precio y del miedo. Varios partidos
políticos fueron ilegalizados, pasando algunos de sus representantes a la clandestinidad. Los sindicatos no
oficialistas también fueron ilegalizados y perseguidos, excepto aquellos, como los llamados “comunistas
negros” que se plegaron al régimen para quitarle poder a los sindicatos adecos. Contrario a lo que se cree
y se denomina “dictadura de derecha”, la dictadura de Pérez Jiménez fue estatista, dada su desconfianza
sobre el crecimiento del empresariado, por lo que no puede denominarse de derecha, ya que esto implicaría
un énfasis en la protección de la propiedad privada y promoción del crecimiento del empresariado.
Cumplido su término, Pérez Jiménez convoco un plebiscito amañado que se realizó en diciembre de 1957,
siendo derrocado por un golpe cívico-militar mes y medio más tarde, el 23 de enero de 1958 por una
coalición de los sectores excluidos: militares acosados por Seguridad Nacional, los empresarios,
sindicalistas, AD, COPEI, URD y el PCV organizados en la Junta Patriótica desde junio del 57 y la Iglesia
Católica (91). Luego de estos acontecimientos, se instala oficialmente ese mismo día la Junta de Gobierno
Provisional con la siguiente declaración y conformación (92):

‘‘Las Fuerzas Armadas Nacionales en atención al reclamo unánime de la nación y en defensa del
supremo interés de la República, que es su principal deber, han resuelto poner término a la
angustiosa situación política par que atravesaba el país a fin de enrumbarlo hacia un Estado
democrático de Derecho y, en consecuencia’’

Acuerda:

Artículo 1.- Se constituye una Junta Militar de Gobierno integrada por cinco miembros, a saber:
Contralmirante Wolfgang Larrazábal, Coronel Abel Romero Villate, Coronel Roberto Casanova,
Coronel Carlos Luis Araque y Coronel Pedro José Quevedo. La Presidencia de la Junta la ejercerá
el Contralmirante Wolfgang Larrazábal’’.

90. Reinaldo Gómez. 2019. A 69 años del asesinato de Carlos Delgado Chalbaud, el recuento de los hechos. Articulo publica en el Diario El Informador.
91. Naudy Suarez. 2006. Punto Fijo y otros puntos, los grandes acuerdos políticos de 1958. Caracas, Venezuela: Fundación Rómulo Betancourt
92. Acta Constitutiva de la Junta de Gobierno. 1958. Recuperado de: https://es.wikisource.org/wiki/Acta_Constitutiva_de_la_Junta_de_Gobierno_de_1958

371
La Junta de Gobierno deberá sortear, como todo régimen de facto, dos obstáculos: el
desbordamiento de la calle y las tentativas de reacción, mayormente militares. Lo primero no será
demasiado difícil, puesto que los partidos políticos, resurgidos con un gran poder después de dos lustros
de clandestinidad, son respetados y acatados, especialmente AD, y sus líderes conservan intacto su
prestigio (93).

Por otra parte, el presidente de la Junta, el contralmirante Wolfgang Larrazábal, goza de una gran
popularidad entre las masas caraqueñas y su sola presencia logra aquietarlas con facilidad. Sin embargo,
el gobierno pasa un momento de extrema dificultad cuando, el 13 de mayo de 1958, el vicepresidente de
Estados Unidos, Richard Nixon, decide visitar a Venezuela como parte de un viaje por América Latina,
donde ya habían ocurrido varios incidentes, particularmente en Lima.

Los acontecimientos caraqueños son mucho más graves: la multitud apedrea y patea el automóvil
de Nixon en el trayecto desde Maiquetía a Caracas y le escupe junto con su esposa. El presidente de Estados
Unidos, Dwight Eisenhower, deja entender que prepara una operación de rescate en caso de que fuese
necesario, pero la cosa no pasa de allí. El recibimiento a Nixon acelera un proceso de reacción, sobre todo
militar, que es mucho más peligroso para la estabilidad de la Junta, porque la inquietud castrense encuentra
un vocero en la persona del propio ministro de la Defensa, general Jesús María Castro León; pero el
gobierno logra copar la conjura, gracias no sólo al respaldo del sector institucionalista de las Fuerzas
Armadas, sino esta vez también gracias a una multitudinaria respuesta que organizaron los partidos a
través de movilizaciones callejeras que prácticamente impone al final la salida de Castro León del gobierno,
el 23 de julio de 1958. Seis semanas después, el 7 de septiembre, se insurrecciona la Policía Militar, pero se
repite el proceso anterior. A partir de ese momento, comienza a desarrollarse, sin demasiadas distorsiones,
un proceso político que ha condicionado la historia de Venezuela hasta los momentos (94).

Es en este contexto que se desarrolló un acontecimiento muy importante en este reacomodo de las
elites, cuando finalmente todo rastro del antiguo régimen militar comienza a ser destruido por estos grupos
que se habían organizado casi treinta años antes para este fin y se reúnen sus representantes más
importantes para sellar, de una vez por todas, el funcionamiento del sistema que aspiraban imponer para
siempre en el país, el de sus partidos.

Es así como el 31 de Octubre de 1958 en la residencia doméstica de Rafael Caldera máximo dirigente
del partido COPEI, la quinta “Punto Fijo” en la urbanización Delicias de Sabana Grande, en Caracas, la
dirigencia de los partidos AD, URD y COPEI, (excluyendo al PCV por ser tachado de extremista) aprueban
el acuerdo ante la proximidad de las elecciones del 7 de Diciembre de ese año; su intención es la de proteger
y consolidar la Democracia como sistema de gobierno, y se cristaliza el “Pacto de Punto Fijo” (95) que se
nombra así por el sitio donde se concretó y cuyos puntos más importantes se resumen en:

a. El respeto a los resultados electorales, cualquiera que estos fuesen. Los votos de todos los partidos
se considerarían como de respaldo al sistema de gobierno establecido.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
93. Dimitri Briceño. 2017. Historia Política Venezolana: Reflexiones Breves: 1959-1973. Trujillo, Venezuela: Revista AGORA Año 20 Nº40 Julio-Diciembre. Págs.
107-131
94. Milagros Socorro. 2015. El día que Nixon fue escupido y zarandeado en Caracas. Caracas, Venezuela: Archivo de Fotografía Urbana.
95. Los puntos siguientes fueron tomados del texto íntegro del pacto publicado por la Revista de Artes y Humanidades de la UNICA en su Vol. 6 Nº13 de Mayo-
Agosto de 2006. Págs. 237-246

372
b. El compromiso de los partidos de participar en un gobierno unitario sin predominio de ninguno de
ellos en el gabinete (desde luego, mientras se estabilizaba el régimen y perduraran las amenazas
contra el proyecto democrático iniciado en enero de 1958). De ésta manera “se trataron de
establecer las bases sociales y políticas sobre las que pudiera descansar la Democracia Representativa”
(96)

Otro acontecimiento, en el marco del pacto y que se relaciona con las promesas de inclusión y
democracia, es la decisión de AD como Partido de Gobierno de liberar al Presidente electo de toda disciplina
partidista y que tenía como objetivo, mostrar la amplitud del organismo político, para evitar que se
repitiera la antigua acusación, “que sirvió de pretexto en 1948 para derrocar al presidente Gallegos, de que
se había implantado un gobierno que seguía las órdenes de AD, y no un gobierno de todos los venezolanos”
(97).

Los partidos políticos habían aprendido que el enemigo de su sistema había que ubicarlo en el
sector militar y en los grupos de presión económica, y que la lucha fundamental por la supervivencia del
régimen surgido del Pacto de Punto Fijo y que tendría su piso legal en la constitución del 61 no estaba entre
ellos. Por ello convinieron en poner de lado el sectarismo que caracterizó la lucha partidista entre 1945 y
1948, y particularmente AD comprendió que el exclusivismo en el juego político no era la mejor vía para la
conducción del gobierno.

Con tal fin se trató de lograr un amplio consenso entre los principales actores políticos y sociales
(los “factores reales de poder” de Lasalle), en torno a unas “reglas de juego” básicas del orden político, que
permitiera a los Gobiernos elegidos por el voto popular contar con el apoyo moral y/o material necesario
para no ser derrocados y para poder movilizar con éxito el conjunto de recursos sociales y colectivos
requeridos para hacer efectivas sus decisiones. Ese consenso se materializo en el Pacto de Punto Fijo.

¿Cómo fue esto posible? Los primeros estudios sobre el sistema político venezolano, que se llevaron
a cabo en la década de los sesenta, eran muy pesimistas acerca de la capacidad de funcionamiento efectivo
del nuevo régimen democrático que se trataba de implantar en el país, pues a partir de la constatación de
la existencia de un alto grado de “heterogeneidad social y cultural” entre su población, concluían en la
imposibilidad de lograr un consenso básico que hiciera posible estabilizar la democracia (98).

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
96. Allan Brewer-Carias. 2014. Instituciones Democráticas de Derecho en la Constitución de 1961, Colección Tratado de Derecho Constitucional Tomo IV. Caracas,
Venezuela: Editorial Jurídica Venezolana. Págs. 142-155
97. Heinz Sonntag. 1984. Estado y Desarrollo Político en Venezuela. Caracas, Venezuela: Cuadernos del CENDES Nº4, Universidad Central de Venezuela.
98. Juan Carlos Rey. 1991. La Democracia Venezolana y el Sistema Populista de Conciliación. Caracas, Venezuela: Revista de Estudios Políticos Nueva Época.

373
La gran debilidad de estos análisis era que no tuvieron en cuenta el papel fundamental que podían
desempeñar las estructuras, instituciones y mecanismos políticos (99), conscientemente diseñados para la
creación de ese consenso, y que éste podía ser el resultado no ya de una comunidad de valores y
orientaciones normativas, sino del funcionamiento efectivo de ciertos mecanismos de tipo utilitario (100).
Pues cuando (como ocurría en Venezuela en 1958) la legitimidad de un régimen político no está
generalmente aceptada en base a razones normativas, es posible que logre mantenerse si es capaz de
generar, a corto plazo, apoyos basados en razones utilitarias; de esta manera se puede producir, a medio o
largo plazo, un proceso de aprendizaje o socialización en el que los distintos actores, al ver satisfechos sus
intereses utilitarios, lleguen a desarrollar un sentimiento de legitimidad con respecto a tal régimen (101)
Con tal fin fue creado lo que Juan Carlos Rey (102) ha denominado un sistema populista de conciliación de
elites, que está constituido por un complejo sistema de negociación y acomodación de intereses
heterogéneos, en el que los mecanismos de tipo utilitario iban a desempeñar un papel central en la
generación de apoyos al régimen y, por consiguiente, en el mantenimiento del mismo.

Si atendemos solamente a las constituciones escritas no podremos entender cabalmente este


sistema, pues las nuevas “reglas de juego” del Pacto de Punto Fijo no se expresaban sólo, ni principalmente,
en el texto de la Constitución de 1961 (que, por lo demás, en buena medida se inspira en el de la
Constitución de 1947), sino, sobre todo, en un conjunto de reglas y arreglos institucionales, muchas veces
no formalizados ni explícitos, que forman lo que podríamos llamar la Constitución informal, pero real (103).

Estos “arreglos” son diferentes a los de la Constitución jurídico-formal, pero no necesariamente


contrarios a ella, pues vienen dados más bien por un conjunto de mecanismos y reglas informales a través
de los cuales las normas abstractas, generales y programáticas de la Constitución escrita adquieren
concreción y especificación práctica.

Es entonces que para la toma de decisiones políticas concretas (y, por tanto, para la eventual
actualización de los principios generales y abstractos y de las normas programáticas de la Constitución) se
adoptó un conjunto de reglas informales y arreglos institucionales que Juan Carlos Rey designo como
sistema populista de conciliación (104), que se instauró a partir de 1958, a través del Pacto y se basó en el
reconocimiento de una pluralidad de intereses heterogéneos, tanto de la mayoría como de las minorías, y
en la creación de un complejo sistema de negociación y acomodación entre ellos, que se expresa en un
conjunto de mecanismos y reglas peculiares para la toma de decisiones obligatorias para el conjunto de la
sociedad.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
99. Juan Carlos Rey. 1989. El Futuro de la Democracia en Venezuela. Caracas, Venezuela: Colección IDEA.
100. Ídem.
101. Ídem
102. Juan Carlos Rey. 1991. La Democracia Venezolana y el Sistema Populista de Conciliación. Caracas, Venezuela: Revista de Estudios Políticos Nueva Época.
103. Juan Carlos Rey. 1986. Los 25 años de la Constitución y Reforma del Estado. Caracas, Venezuela: Venezuela 86, Vol. 2. Págs. 26-34
104. Juan Carlos Rey. 1972. El Sistema de Partidos Venezolano. Caracas, Venezuela: Revista Politeia, Vol. 1. Págs. 175-230

374
Mediante tal sistema se trataba de lograr el necesario consenso social en torno a las reglas básicas
del orden político, conciliando dos necesidades de las que dependía el mantenimiento del régimen
democrático: por un lado, garantizar a los sectores minoritarios poderosos que sus intereses
fundamentales no se verían amenazados por la aplicación de la regla de la mayoría en la toma de decisiones
gubernamentales, y por otro, asegurar la confianza de la mayoría de la población en los mecanismos de la
democracia representativa, como medio idóneo para satisfacer sus aspiraciones de libertad, justicia y
bienestar. Pues el proyecto político nuevo tuvo que luchar simultáneamente en dos frentes: inicialmente
contra los peligros de un golpe militar de derecha, pero pronto también (como consecuencia de la
influencia de la Revolución cubana) contra la amenaza de la acción insurreccional y de la guerrilla de
extrema izquierda (105).

Es de esta manera que se sella definitivamente, el marco normativo que daría rienda suelta al
funcionamiento de lo que alguna vez, personalidades como Betancourt, Raúl Leoni, Jovito Villalba y en
menor medida Rafael Caldera, habían visualizado para el país, el antiguo régimen había sido desplazado y
se inauguraba una nueva época.

Pero, como dije varias páginas atrás, todo lo que mal empieza (A través de una visión de país que
continuaba siendo sectaria y excluyente, cosa que se demostraría en el gobierno de Betancourt) mal
termina (Colapso por su propio peso en 1998).

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
105. Juan Carlos Rey. 1991. La Democracia Venezolana y el Sistema Populista de Conciliación. Caracas, Venezuela: Revista de Estudios Políticos Nueva Época.

375
6.4. Rómulo Betancourt, un inicio opaco (1959–1964)
El período presidencial se inició el 13 de febrero de 1959 e inmediatamente se constituyó un
gobierno de coalición formado por el partido ganador Acción Democrática, el partido Unión Republicana
Democrática (URD) y el partido social cristiano COPEI. La lucha que mantenía Betancourt en este punto era
para sostener al nuevo gobierno lo más posible, para llegar hasta las siguientes elecciones y garantizar el
funcionamiento del sistema puntofijista (106).

Acción Democrática se reservó 2 ministerios: Relaciones Interiores y el Ministerio de Minas e


Hidrocarburos que desempeñó Juan Pablo Pérez Alfonzo. URD obtuvo 3 ministerios, y COPEI obtuvo los
ministerios de Fomento y Agricultura.

URD no duro mucho en el gobierno, pues el ministro de Relaciones Exteriores Ignacio Luis Arcaya,
asistió como representante de Venezuela a la VII Reunión de Cancilleres de la OEA, los días del 22 al 29 de
agosto de 1960, en la ciudad de San José de Costa Rica, en la cual se acordaron medidas contra el proceso
revolucionario cubano. El canciller Arcaya se opuso a cualquier tipo de intervención en asuntos internos
de Cuba, ni de otro país, y se negó a firmar la Resolución de la OEA, posición que sustentaba su partido pero
que era contraria a la posición de Betancourt.

Al regresar, el canciller Arcaya renunció a su cargo y poco después se retiraron del Gobierno todos
los urredistas. La coalición quedó reducida a AD y Copei. El partido URD pasó a la oposición.

Desde la salida de URD del Pacto de Punto Fijo, se conformó dentro del juego político venezolano el
denominado bipartidismo, por el predominio exclusivo de dos partidos políticos: Acción Democrática y
Copei. Ellos, además de turnarse la presidencia de la República, constituyeron durante cuatro décadas la
primera y la segunda fuerza política en el Congreso (hoy Asamblea Nacional) y en la vida política del país.

Durante esta época, se iniciaron los estudios para redactar una nueva Constitución que amparara
legalmente y de una manera definitiva la gestión de gobierno, las reglas del juego del nuevo pacto, la
formulación de una política de reforma agraria y una reforma económica a mediano plazo, destinada a
incentivar una economía que, a raíz de la inestabilidad política y la falta de transparencia de Betancourt,
comenzaba a ser caótica. La constitución seria finalmente aprobada el 16 de enero de 1961 (107).

De igual modo, Betancourt propició un diálogo con diversos sectores de la vida nacional: los
sindicatos, empresarios, militares y la Iglesia a fin de lograr apoyos a la labor oficial y se instrumentó una
política exterior para defender los precios y el mercado del petróleo venezolano y la estabilidad de la
democracia, tal como se expresó previamente, el nuevo sistema populista de conciliación había entrado en
vigencia por lo que había que contentar a muchos sectores.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
106. Luis Dávila. S/F. Rómulo Betancourt, Volumen VII de Antología Política, Cronología del Periodo 1959-1964. Mérida, Venezuela: Universidad de los Andes.
107. Allan Brewer-Carias. 2015. Golpe de Estado Constituyente, Estado Constitucional y Democracia. Caracas, Venezuela: Fundación de Derecho Público, Editorial
Jurídica Venezolana.

376
La labor emprendida se verá amenazada por continuos rumores de golpe de Estado y reuniones
conspirativas de grupos que se negaban a aceptar las reglas del juego político y la concreción de una mala
situación económica del país.

Estas amenazas se verían concretadas en varios levantamientos armados que obligarían a


distanciarse sumamente a Betancourt de su pasado comunista y marcar un divorcio definitivo entre él y el
ala radical izquierdista de AD, que daría lugar a formaciones como el Movimiento Izquierda Revolucionaria.

Es así como el 20 de abril de 1960, el General retirado Jesús María Castro León, quien fuera ministro
de la Defensa en tiempos de la Junta de Gobierno, en 1958 y luego, conspiraría contra ella, se alza en la
frontera con Colombia, acompañado por otros ex oficiales. Castro León se ve derrotado y huye hacia las
montañas andinas, siendo detenido por campesinos leales al gobierno en el pueblo tachirense de Capacho,
en el momento en que el Ejecutivo recibe un solidario apoyo de toda Venezuela frente al movimiento
reaccionario (108).

Luego, el 24 de junio el régimen va a recibir otro ataque; ese día, el Presidente viajaba en su
automóvil oficial rumbo al paseo Los Próceres donde se tenía programado en horas de la mañana un desfile
militar en ocasión de celebrarse un aniversario de la batalla de Carabobo.

Durante el trayecto, entrando al paseo, se produce un estallido proveniente de una bomba colocada
en un carro estacionado a la derecha que alcanza el automóvil presidencial dejando sin vida al Coronel
Armas Pérez, produciendo graves quemaduras en las manos del Presidente e hiriendo a las demás personas
(109).

En los últimos meses del año se dictan medidas económicas de emergencia aplicándose una política
de control de cambios y la rebaja del sueldo de los empleados públicos en un 10%. También se propone la
devaluación del Bolívar.

En este contexto Betancourt proyecto un amplio esquema económico basado en la profundización


de la política de industrialización por la vía de la sustitución de importaciones, el control de cambios, la
reorganización de la administración pública, la creación de la Corporación Venezolana del Petróleo.

Es a partir de 1961 hasta el final de su mandato que es posible encontrarse con muchísimas otras
muestras de alzamientos contra el nuevo sistema puntofijista, seria en esta época donde recrudecería en
gran manera la represión política y la centralización del poder.

Cabe resaltar el saldo que dejaría otra sublevación de alto impacto en los inicios del gobierno de
Betancourt, el Barcelonazo del 26 de junio de 1961. En estos tiempos “disparen primero y averigüen
después” (110) famosa frase atribuida al propio Rómulo, regiría todo el proceder de las fuerzas de seguridad
venezolana, la supervivencia de la gobernabilidad puntofijista era la prioridad a toda costa, sin importar
cuanto costara mantenerla en cuanto a vidas.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
108. Fundación Polar. 1988. Diccionario de Historia de Venezuela Tomo I. Caracas, Venezuela: Editorial de la Fundación Polar. Pág. 632
109. Francisco Suniaga. 2018. El atentado a Rómulo Betancourt. Caracas, Venezuela: Recuperado de: https://prodavinci.com/el-atentado-a-romulo-betancourt/
110. Agustín Muñoz. 1981. La conspiración cívico-militar: Guairazo, Barcelonazo, Campanazo y Porteñazo. Caracas, Venezuela: Editorial Ateneo de Caracas.

377
En aquel momento, los militares tomaron en armas las instalaciones del Cuartel Pedro María Freites
y del Batallón de Fusileros Mariño en horas de la madrugada. Sin embargo, no contaron con el respaldo de
otras fuerzas.

El Gobierno retomó el control y el movimiento fue derrocado. Cuando aún no era ni mediodía, los
militares principales fueron detenidos, además de un grupo significativo de civiles. El mismo día se
produjeron otros movimientos en La Guaira y en Ciudad Bolívar, para intentar conseguir lo que quería el
primero, pero, sin embargo, fracasaron y sus líderes también fueron detenidos.

Pero sin duda, el evento más emblemático, en cuanto a sublevaciones contra el nuevo régimen, fue
el Porteñazo de 1962, en el cual, se sembraría la semilla que daría origen a las justificaciones del chavismo
para destruir la obra de Betancourt. La madrugada del día sábado 2 de junio del año 1962, un grupo de
oficiales de mediana graduación, comandados por el Capitán de fragata Pedro Medina Silva y el Capitán de
Navío Manuel Ponte Rodríguez, se adueñaron de la Base Naval Nº 1 en Puerto Cabello (111).

Los insurgentes tomaron por asalto todas las dependencias militares, policiales y gubernamentales
de Puerto Cabello, tales como el Cuerpo Técnico de Policía Judicial, la Digepol, Comandancia de Policía
Municipal, Prefecturas, sedes del Partido de Gobierno al igual que tomaron la Emisora Radio Puerto Cabello
1290 AM, donde comenzaron a emitir mensajes y consignas en contra del gobierno de Rómulo Betancourt
e invitando a la población a respaldar la “Rebelión Libertadora”.

Tan pronto el gobierno nacional se entera del intento de golpe, envía efectivos de la Fuerza Aérea y
del Ejército que bombardean y rodean la ciudad, produciéndose el combate frontal entre las fuerzas
insurrectas del batallón de infantería de marina General Rafael Urdaneta (que se habían sumado a la
sublevación de los oficiales y efectivos de la base naval y grupos civiles armados por éstos) y la tropa del
batallón Carabobo que se había trasladado desde Valencia, al mando del coronel Alfredo Monch, en el desde
entonces famoso y trágico sitio de La Alcantarilla.

Finalmente, el Ministerio de Relaciones Interiores anunció que, desde el amanecer, las Fuerzas
Armadas leales al gobierno habían puesto fin a la rebelión con un saldo de más de 400 muertos y 700
heridos. Tres días después, luego de ser capturados los jefes del alzamiento, cae el último reducto de los
insurrectos, en el Fortín Solano.

Sumado a las sublevaciones, es importante salvar un hecho, y es que, el nuevo régimen no estuvo
exento de cometer los mismos crimines que todos los que los antecedieron también cometieron en mayor
o menor medida, por ello, también hay que traer a colación la masacre del liceo Sanz de 1962 (112).

El 4 de mayo de 1962 ocurre la masacre del Liceo Miguel José Sanz, asesinando a los estudiantes
Alberto César Millán y José Rafael Guerra. La práctica de detención contra el silencio y el olvido. Por la
verdad y la justicia de estudiantes menores de edad y sus trasladados a cárceles se hizo común, violando
toda normativa vigente.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
111. Agustín Muñoz. 1981. La conspiración cívico-militar: Guairazo, Barcelonazo, Campanazo y Porteñazo. Caracas, Venezuela: Editorial Ateneo de Caracas.
112. Gabriela Ramírez. 2012. Guerra y Millán, la masacre del Liceo Sanz. Maturín, 1962. Caracas, Venezuela: Defensoría del Pueblo.

378
Esta práctica de las masacres fue desarrollada sistemáticamente entre 1958 y 1998, destacando
aparte de la del liceo Sanz: la Masacre de la Victoria (3/06/1972), la Masacre de Cantaura (4/10/1982), la
Masacre de Yumare (8/05/1986), la Masacre del Amparo (29/10/1988), la Masacre de Plaza Tiuna (1989),
entre otras, como la de Valencia (19/04/1975), que, si bien no tuvieron motivación política, también son
demostrativas de las prácticas de terrorismo de Estado. A estos crímenes se les suman numerosos
asesinatos masivos que son concreciones de esa misma política terrorista, empleada a partir de este
periodo por Betancourt (113).

Con esto el presidente fue bastante honesto, pero si profundizamos la lupa hacia la gestión pública
de Betancourt, se entiende porque hay varias personas incluso entre los historiadores que lo definen como
“el padre de las mentiras”, pues, teniendo ya el precedente de lo acontecido con Medina y lo expresado por
Pedro Estrada, se podría esperar todo menos clara honestidad de parte del ex presidente y fundador de
AD.

En este mismo marco de ideas, la Contraloría General de la República, en las Memorias rendidas
anualmente ante el Congreso Nacional, presentaba regularmente la misma queja referente a la indiferencia,
culpable o negligente, ante su reiterada denuncia de las evidencias del mal manejo de los fondos públicos
y el poco caso que hacían los funcionarios administradores de las normas legales de control establecidos
para todos los Despachos Ejecutivos e Institutos Autónomos. Esa cantinela sigue hoy día resonando,
igualmente inane e ineficaz; pero la Contraloría, con perseverancia digna de mejor destino, persiste en
proclamarla en sus citados informes, precedidos siempre por condolidas palabras del Contralor que
constituyen la verdadera voz de la consciencia nacional (114).

En las Memorias de 1958 y 1959, debido a la euforia democrática del primer año de gobierno de
Rómulo Betancourt, la Contraloría no realizó investigación alguna de los nuevos administradores del
Erario Público. Todo su esfuerzo, así como el de la Fiscalía, durante esos años y mucho de los posteriores,
fueron dirigidos a inculpar a los funcionarios perezjimenistas, llegando a sustanciar un centenar de casos
(115).

En la de 1960 se publicó una relación de expedientes, 58 en total, correspondientes al período


comprendido desde el 1 de febrero de 1958 hasta el 31 de diciembre de 1960, los cuales habían sido
pasados a los tribunales competentes. Demás está decir que allí quedaron impávidos hasta ser sobreseídos
la mayor parte de ellos.

En 1961 la cosecha disminuyó. Se sustanciaron solamente 17 expedientes y se abrieron 4


investigaciones especiales: 1) En el INOS; 2) relacionados con la adquisición de terrenos vecinos al
aeropuerto de Maiquetía; 3) irregularidades ocurridas en la práctica de avalúos en 182 obras públicas y en
la construcción de la autopista Tejerías-Valencia y 4) robo en la Contraloría General de la República; es
decir, en el mismo Despacho investigador. En ese año se empezaba a hablar de los sobreprecios en la
adquisición de fincas para la Reforma Agraria, pero ninguno de los organismos contralores intervino en
ello, aunque se hizo público y notorio. El desarrollo de nuestra agricultura pudo continuar así su solemne
e inalterable marcha hacia el fracaso (116).

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
113. Comisión por la Justicia y la Verdad. 2017. Contra el Silencio y el Olvido, Informe Final. Caracas, Venezuela: Comisión de Estado por la Justicia y la Verdad.
Ministerio Público.
114. Consorcio Capriles. 1989. Diccionario de la Corrupción en Venezuela Vol. I 1959-1979. Caracas, Venezuela: Consorcio de Ediciones Capriles.
115. Ídem.
116. Ídem.

379
En 1962, no aparece relación de investigaciones efectuadas. El gobierno luchaba por su
supervivencia contra la subversión y así poco caso podía prestarle a ese otro tipo de delincuencia (117).

En 1963 se produce el destape. La Contraloría abre e instruye 445 expedientes: por peculado, 168
expedientes; por robo, 18; por lucro indebido de funcionarios, 60; por otros delitos contra la cosa pública,
94. Los restantes 105 expedientes se refieren a irregularidades administrativas de diferente orden (118).

En 1964 se inician y sustancian 239 expedientes y se examinan 505 iniciados antes de dicho año.
Son resueltos 173 en la siguiente forma: sobreseimiento, 52; culpabilidad, 23; pasadas a la Fiscalía, 66; a
los Tribunales, 2; corte en providencia, 10; PTJ, 4; CIEI, 1; y solamente 15 absoluciones (119).

A ese ritmo prosiguió extendiéndose la corrupción en los niveles medios y bajos de la


administración pública, estimulada e incentivada tanto por la evidencia de la impunidad para los grandes
escándalos como por el ejemplo ofrecido por los altos niveles del Poder Ejecutivo y dirigencia política
nacional, de lo cual, Betancourt seria especialmente participe y promotor.

Como muestra del tipo de la abundancia de este tipo de actos durante el gobierno de Betancourt,
se puede citar el del Instituto Agrario Nacional (IAN). En julio de 1963, José Jesús Álvarez formuló
denuncias acerca de irregularidades administrativas en el Instituto Agrario Nacional (IAN). El Congreso
designó una Comisión Especial para investigar dicha denuncia, la cual entregó su informe él 14 de agosto
de 1963. En diciembre del mismo año, la vieja guardia de Acción Democrática obtuvo mayoría
parlamentaria y procedió a archivar el informe.

En 1968, cuando J.J. Álvarez fue nombrado Secretario General de la CIEI, presentó un nuevo
informe del caso IAN denunciando 25 casos de fraudes a la nación en la venta de tierras al IAN y expresando
que durante el gobierno de Betancourt el IAN fue el organismo oficial donde se registraron más casos de
peculado, a través de la sobrevaluación de los fundos que este organismo adquiría para los asentamientos
campesinos del programa de la Reforma Agraria. Entre los 25 casos denunciados, se encontraban:

- Caso Hacienda El Vapor: comprada al ciudadano José Chacín (conocido como el "Negro Chacín",
popular dirigente adeco en el estado Carabobo). Dicha hacienda, ubicada en el municipio Salom,
distrito Nirgua del Estado Yaracuy, fue adquirida por la cantidad de Bs.2.500,000, habiéndose
cancelado de contado millón y medio de bolívares y el resto, en bonos de clase "C". Esta cantidad fue
pagada por una superficie de 950 hectáreas, pero el levantamiento topográfico realizado por los
técnicos del IAN arrojó la suma de 531 hectáreas con 1.500 metros; es decir, 418 hectáreas con
1.500 metros de diferencia. Una nota aparte merece el hecho de que el ciudadano José Chacín
adquirió dicha finca el 7 de agosto de 1957 en 300 mil bolívares, obteniendo en escasos tres años,
cinco meses y diez días la ganancia de Bs.2.300.000 (120).

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
117. Consorcio Capriles. 1989. Diccionario de la Corrupción en Venezuela Vol. I 1959-1979. Caracas, Venezuela: Consorcio de Ediciones Capriles.
118. Ídem.
119. Ídem
120. Alejandro Andrade. 2020. La Corrupción en el gobierno de Rómulo Betancourt 1959-1964. Recuperado de: https://venezuelainmortal.com/la-corrupcion-
en-el-gobierno-de-romulo-betancourt-1959-1964/

380
- Caso Fundo La Valerana: este fundo o, como también se llamaba, fundo Las Mercedes, estaba
ubicado entre el distrito Escuque del Estado Trujillo y el distrito Sucre del Estado Zulia y fue
comprado por el IAN por Bs.2.011.080,30. La propietaria, Sra. Abreu de Martínez, declaró una
extensión de 3.000 hectáreas, mientras los peritos del IAN declararon 1.587 hectáreas con 9.115
metros; sin embargo, fueron canceladas las 3.000 hectáreas (121).

- Caso Fundo El Palenque: ubicado en el Estado Lara, comprado por Bs.2.077.833; la vendedora,
Dolores Lara declaró que el fundo tenía 1.300 hectáreas, teniendo en realidad 1.153 hectáreas.
Además, ese fundo estaba en disputa como consecuencia de un juicio de divorcio (122).

- Caso Fundo Palo Negro: el vendedor, José Félix Peña era pariente del diputado Luis Augusto
Dubuc. El fundo estaba ubicado en el municipio Pampanito, distrito Trujillo del mismo Estado y fue
vendido el 23 de febrero de 1962 por Bs.1.655.848 (123).

- Caso Finca de la Compañía APISA: este terreno, donde se construyó la represa de Las Majaguas,
fue avalado por la Comisión de Riego del MÓP, por el Ministerio de Agricultura y Cría y por el mismo
IAN en poco más de 5 millones de bolívares; sin embargo, se pagó por ella más de 11 millones de
bolívares (124).

Al recibo del nuevo informe de José Jesús Álvarez sobre las irregularidades encontradas en los
avalúos de fundos, la CIEI dictó auto de proceder. Ese mismo año, al regresar de vacaciones, José Jesús
Álvarez fue destituido por presunta "extracción de documentos". Finalmente, el caso del IAN fue olvidado y
archivado.

Así se inauguraba el funcionamiento de la nueva y flameante democracia que, con la constitución


del 61, asentó el piso legal de sus nuevas reglas y dinámica de elites, pero que, lamentablemente, resulto
insuficiente para un país con gravísimas contradicciones que nunca fueron abordadas. La democracia
resulto en una ilusión y una nueva forma de represión se había instituido. El Padre de las Mentiras había
triunfado.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
121. Consorcio Capriles. 1989. Diccionario de la Corrupción en Venezuela Vol. I 1959-1979. Caracas, Venezuela: Consorcio de Ediciones Capriles.
122. Ídem.
123. Ídem
124. Ídem.

381
6.5. Raúl Leoni, el auge de las desapariciones (1964–1969)
El gobierno de Betancourt logro su cometido principal, darle continuidad al sistema recién
constituido y culminar su periodo de gobierno para llegar a las siguientes elecciones. Durante todo este
proceso de consolidación democrática, AD jugo un papel dominante por registrar el mayor respaldo
popular gracias a su extensa organización, de la cual, no escapo municipio, distrito o estado del país, a pesar
de sus problemas iniciales en la región central, de acuerdo al mismo Betancourt (125).

Para AD, como nueva elite gobernante junto a COPEI y un cada vez más distante URD, el momento
de las segundas elecciones tendrá el mismo objetivo básico que el gobierno de Betancourt, sostener y
consolidar al sistema. Las elecciones a Presidente de la República fueron convocadas y se realizaron el 1
de diciembre de 1961, venciendo el adeco Raúl Leoni con el 32,7% de los votos, con un margen del 12%
sobre Rafael Caldera. Igualmente, Leoni va a tener que enfrentar situaciones conflictivas y fuerte oposición,
aunque contaría con el llamado apoyo “de ancha base”. En este periodo se daría la cumbre de la violencia
política puntofijista y también, de las desapariciones forzadas debido a la radicalización en la lucha con el
grupo excluido del reparto de poder: El PCV y otras organizaciones de izquierda radical, que
históricamente habían denunciado a Betancourt y los otros líderes que le acompañaban como reformistas
y traidores de la lucha obrera (126).

Las elecciones del 63 conocieron un elevado número de candidatos, y el Congreso que resulto de
ellas conto con la más variada gama de representantes partidistas. De estas elecciones fueron excluidos los
partidos de izquierda más radical debido a su ilegalización en los meses anteriores como consecuencia de
la lucha armada. La jornada electoral definió el rumbo del sistema representativo en Venezuela, la tarea de
Leoni encaminaría al país hacia la estabilidad del puntofijismo al superar los riesgos de caer en una
dictadura militar con la supresión de cualquier sublevación y también al reducir notablemente la fuerza de
los movimientos guerrilleros al derrotar a los cubanos en la invasión de Machurucuto, con esto, la antesala
de la época de gloria puntofijista estaría servida.

Con Leoni, aumentaría la represión contra quienes adversaban al régimen, lo que conduciría a un
número sumamente elevado de desapariciones forzadas ampliamente documentadas por los sectores de
izquierda radical que estaban intentando desestabilizar al régimen. Raúl Zurita afirma, en su libro Víctimas
de la democracia representativa en Venezuela (127), que durante el mandato de Leoni se dio la represión más
violenta que han sufrido los venezolanos durante la democracia representativa, pues "aplicó de manera
cabal el Plan de las Américas, diseñado por Estados Unidos para contrarrestar las protestas de los diferentes
países del continente". Esto consistió en detener, torturar y asesinar a quienes disentían del gobierno.

Además, activó los teatros de operaciones a escala nacional, en los que efectivos militares detenían,
torturaban y fusilaban a quienes eran señalados de actuar contra los intereses del régimen. Zurita explica
que Leoni también le dio plenos poderes a las Fuerzas Armadas Nacionales (FAN), por lo que estas
actuaban sin el control del gobierno, eran plenipotenciarias, usaban su poder para reprimir en cualquier
instancia (128).

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
125. Erik Rodríguez. 2013. La democracia representativa Raúl Leoni 1964 – 1969: procesos políticos, económicos, sociales y culturales. Recuperado de:
https://historiadevenezuelaerik.blogspot.com/2013/05/la-democracia-representativa-raul-leoni.html
126. Manuel Caballero. 2000. La Gestación de Chávez, cuarenta años de luces y sombras en la democracia venezolana. Caracas, Venezuela: Editorial Catarata
127. Raúl Zurita. 2006. Víctimas de la democracia representativa en Venezuela. Caracas, Venezuela: Editorial Haciendo Justicia.
128. Pierina Arvelo. 1971. Yo, denuncio. Caracas, Venezuela: Editorial Felipe Serrano.

382
Por supuesto, resulta claro que, a la luz de la política actual de Venezuela, que este tipo de
testimonios han sido notablemente exagerados ante la imposibilidad de acceder a referencias
bibliográficas lo suficientemente imparciales para aseverar con verdadera precisión el alcance de la
represión puntofijista, que ojo, existió y fue bastante dura con sus adversarios para consolidar y
mantenerse en el poder, pero que sería más sofisticada en sus métodos y en la justificación de los mismos
ante el pueblo con respecto a los regímenes que los precedieron.

Es por eso que debo hacer una salvedad en el marco que estamos estudiando el proceso del Pacto
de Punto Fijo, puesto que la represión es un elemento necesario para estas elites combatir la insurrección
de los comunistas del PCV, el MIR y las FALN, además de asegurar el control interno. Había muchos temores
de que lo que tanto les había costado conseguir se les saliera de las manos como paso en 1948.

Y, con esto, tampoco busco de alguna manera justificar a uno u a otro, sino señalar que, en esencia,
tanto el régimen del Pacto como los anteriores compartieron muchas cosas, sobre todo en el trato hacia su
oposición y en las formas de manejar el poder, concentrándolo lo más posible en un grupo o una persona.
El Puntofijismo solo fue más amplio con respecto a otros procesos anteriores.

Ahora bien, mirando hacia la gestión de Leoni, es pertinente ahondar en el mal patológico de este
régimen, la corrupción. En junio de 1967, el Dr. Gilberto Morillo, Presidente de la Comisión Investigadora
contra el Enriquecimiento Ilícito (CIEI), convocó a una rueda de prensa para exponer su angustia en torno
al incremento de delitos contra la cosa pública. En esa ocasión entregó una lista de 8 cuartillas de
funcionarios investigados. En ella aparecían 121 personas, de las cuales 34 correspondían al Ministerio de
Comunicaciones, el cual de esta manera exhibía el mayor porcentaje de delincuencia administrativa, debido
a sus múltiples dependencias distanciadas del control directo del Despacho, tales como correos, telégrafos,
tránsito, líneas aéreas. Morillo, muy alarmado por la situación, mencionó el caso del Contralor Delegado de
la Contraloría General, quien, investigando las irregularidades del Ministerio de Comunicaciones, se enredó
en ellas y fue inculpado en las mismas (129).

Como en la actualidad con el chavismo se ha súper dimensionado el delito administrativo (y muchos


otros), alcanzando cifras otrora impensables, involucrándose en él desde el presidente de la República
hasta el último funcionario, no puede apreciarse bien la alarma expresada por Morillo cuando relató a los
periodistas las diversas formas de cometer el delito. Hoy, cuando los procedimientos para delinquir se han
vuelto mucho más complejos, aquellos de entonces son causa de risa o, a lo sumo, objeto de baladí
interpretación. La mayoría de los funcionarios investigados, cuando se han visto acorralados (explicaba el
Presidente de la CIEI) han dicho que tomaron el dinero porque tenían una

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
129. Consorcio Capriles. 1989. Diccionario de la Corrupción en Venezuela Vol. I 1959-1979. Caracas, Venezuela: Consorcio de Ediciones Capriles.

383
Por esa misma fecha, la Fiscalía General de la República mostró también su preocupación por el
problema de la corrupción administrativa. Al rendir su informe para el año 1967 y anunciar la apertura de
125 juicios por delitos contra la cosa pública, que venían a sumarse a otros 215 casos pendientes, se refirió
a lo que se institucionalizaría como el procedimiento oficial para amparar a los culpables: la prescripción
de la acción, último recurso cuando el caso pasaba a los Tribunales sin que los involucrados pudiesen
detener la acusación en sus comienzos. El Fiscal apuntó que ello "trae como consecuencia no sólo la
impunidad del delincuente, sino también la confirmación de daño patrimonial a los intereses económicos de
la nación" (130).

Sin embargo, como solía suceder, los casos con el tiempo fueron archivados por el Congreso.
Durante el periodo de Leoni, resaltan escándalos de corrupción como los siguientes, extraídos del
diccionario de Corrupción 1959-1979 (131):

CASO: CAJA DE AHORRO DE LA POLICIA DE PETARE

PRESIDENCIA: Raúl Leoni (1964-1969)

FECHA SUCESO: 1964

FECHA DE DENUNCIA: 1965

DENUNCIANTES: Oropeza, Domingo (abogado demandante de la CIEI) y la Comisión Investigadora contra


el Enriquecimiento Ilícito

INVOLUCRADOS: Solazar. Candelario (ex-Prefecto de Petare); Rodríguez. Octavio (hermano de Simón


Rodríguez, representante de la Corte Suprema de Justicia en la CIEI)

INVESTIGADORES: Comisión Investigadora contra el Enriquecimiento Ilícito

DENUNCIA: Malversación de fondos MAGNITUDES: Bs.71.000 en 56 letras de cambio

MATERIA: Ahorros de la Policía de Petare

HISTORIA

El 12 de febrero de 1965, el prefecto Candelario Salazar (AD), entrega el cargo a Manuel Salvador
Becerra (FDP) y se reorganiza la Caja de Ahorro de la Policía de Petare, para lo cual se llama a una comisión
de la Comisión Investigadora contra el Enriquecimiento Ilícito (CIEI) para que se hiciera cargo de 56 letras
de cambio encontradas en dicha Caja. Posteriormente, las letras desaparecieron de la CIEI, siendo
responsable de ello, por acción u omisión, el Sr. Octavio Rodríguez, hermano de Simón Rodríguez,
representante de la Corte Suprema de Justicia en la CIEI. Esas letras habían sido firmadas por Candelario
Salazar y avaladas por los señores Joao Gonçalves, Panagicte Sapikas, Ramiro Jiménez Valdés y Nicola
Canferra. Luego de eso, se archivó el caso.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
130. Consorcio Capriles. 1989. Diccionario de la Corrupción en Venezuela Vol. I 1959-1979. Caracas, Venezuela: Consorcio de Ediciones Capriles.
131. Ídem.

384
CASO: CARRETERA Y AEROPUERTO DE LA HACIENDA "PUEDPA"

PRESIDENCIA: Raúl Leoni (1964-1969)

FECHA SUCESO: 1965-1966

FECHA DENUNCIA: 1969

DENUNCIANTES: No se formuló denuncia concreta ante ningún organismo contralor, quedando la


acusación a nivel de la opinión pública

INVOLUCRADOS: Leoni, Raúl (Presidente de la República)

INVESTIGADORES: No se realizó investigación formal

HISTORIA

La hacienda "Puedpa" era una finca algo aislada e insignificante, propiedad del Dr. Raúl Leoni y de
su esposa Menea. Hasta el momento de la ascensión del primero a la Presidencia de la República, estaba
unida a El Manteco por un camino de tierra; a partir de ese momento, y con toda diligencia, el Ministerio
de Obras Públicas, el de Comunicaciones y el de la Defensa procedieron, cada cual, en su ámbito, al
acondicionamiento de un aeropuerto en la población de El Manteco y la construcción de una amplia
carretera asfaltada comunicando a éste con la hacienda. También construyeron viviendas y un cuartel, que
valorizaron la propiedad, transformándola en una finca modelo. Todos los gastos, maquinaria utilizada,
materiales de construcción, asistencia técnica, pago de obreros, etc., así como el traslado de éstas a ese
lejano rincón, fueron costeados por los despachos oficiales que intervinieron, estimándose su monto en
unos 40 millones de bolívares.

RESULTADO

La muerte del Dr. Raúl Leoni poco después de dejar la Presidencia, inhibió toda acusación por
concusión o peculado que hubiere podido formulársele. Además, su esposa, Doña Menea, copropietaria de
la finca, se había ganado el cariño de los venezolanos por su labor en favor de los menesterosos y en
especial de los niños desvalidos. Tampoco se formuló acusación alguna contra los titulares de los
despachos ministeriales que intervinieron en la realización de esas obras.

385
CASO: DIEX – Dirección de Identificación y Extranjería

PRESIDENCIA: Raúl Leoni (1964-1969)

FECHA SUCESO: 1968 (aproximadamente)

FECHA DENUNCIA: 1970

DENUNCIANTES: Betancourt Oteiza, Luis (Director de la DIEX); Valdés, Juan (Periodista de la revista Elite)

INVOLUCRADOS: Funcionarios de la DIEX

INVESTIGADORES: Nuevas autoridades de la DIEX

DENUNCIA: Soborno y abuso de autoridad

MAGNITUDES: Imprecisas

MATERIA: Visas de transeúnte y residente

HISTORIA

Se cobraban grandes sumas de dinero para expedir visas de transeúnte y residente. Este negocio
tenía sus "tarifas" estipuladas: 20 mil bolívares para ciudadanos chinos, 8 a 9 mil bolívares para árabes y 7
mil bolívares para portugueses. Este negocio tenía su núcleo en la sede principal de la Dirección Nacional
de Identificación y Extranjería (DIEX) ubicada en la avenida Baralt. Llegó a negársele visas a ciudadanos
que llenaban todos los requisitos exigidos, sólo para cobrarles la mencionada "comisión". En este negocio
participaron funcionarios de todas las categorías, tanto altas como bajas. Se llegó al caso de falsificar
cédulas de identidad; durante la investigación se encontró en la sede de la DIEX una fábrica de éstas, iguales
a las que se expedían oficialmente, elaboradas con las mismas máquinas de la DIEX. Se comprobó que
dentro de Extranjería había funcionarios que practicaban lo que se llamó "limpieza de antecedentes
penales". Esta operación variaba de tarifa de acuerdo a los "antecedentes" del interesado. De toda la gama
de delitos, la opinión pública consideraba que era éste el más peligroso, por incluir órdenes de entrada y
salida a personas que de otra manera nunca lo hubieran logrado y que no beneficiaban al país.

RESULTADO

Al asumir la dirección, el Dr. Luis Betancourt Oteiza hizo un despido de personal que suscitó gran
animadversión y un conflicto laboral; se dijo que se trataba de un subterfugio del gobierno de Copei para
"limpiar" la DIEX de funcionarios adecos. Finalmente, el Dr. Luis Betancourt O. aclaró la situación
explicando que no serían reenganchados los funcionarios a quienes se les comprobó participación en los
mencionados "negocios".

386
CASO: HOTEL TAMANACO

PRESIDENCIA: Raúl Leoni (1964-1969)

FECHA SUCESO: Octubre 1968

FECHA DENUNCIA: Julio 1969

DENUNCIANTES: Brillembourg, David (Jefe de la Fracción Parlamentaria Independiente en la Cámara de


Diputados); Briceño Salas, Hugo

INVOLUCRADOS: Casanova, Aura Celina (Ministro de Fomento); Comisión de Avalúos de Ministerio de


Fomento; Mendoza, Francisco (Ministro de Hacienda en el momento en que se concretó la venta); Páreles,
Pedro Miguel (Presidente de la Corporación Venezolana de Fomento)

INVESTIGADORES: Comisión Delegada del Congreso Nacional

DENUNCIA: Negligencia en avalúo o cobro de comisiones

MAGNITUDES: Bs.65.000.000

MATERIA: inmueble propiedad de la nación

HISTORIA

El Hotel Tamanaco C.A., estimado en un valor real de 90 millones, sin incluir muebles y demás
enseres, fue vendido a la Intercontinental Hotels Corporation por un valor neto de 25 millones de bolívares.
La venta se había efectuado sin apertura de licitación, vendiéndose a un consorcio extranjero un inmueble
que en los últimos años daba al Estado un ingreso neto de 4 millones anuales. El Hotel Tamanaco era una
de las pocas empresas estatales que daba utilidad. Las primeras acciones de venta habían sido anunciadas
en noviembre de 1967 por el Dr. Francisco Mendoza, entonces Presidente de la CVF, y Ministro de Hacienda
cuando se concretó la venta. A principios de agosto, la CVF había decidido no vender el inmueble, pero dos
semanas más tarde el Consejo de Ministros decidió hacer la transacción a través del Ministerio de Fomento
y no de la CVF como hubiera sido lo correcto. Además, se les notificó a los accionistas privados que el mismo
no pagaría dividendos en los próximos siete años, aparentemente para acaparar acciones a precios
favorables.

RESULTADO

En 1969 el contralor general de la República, Dr. Manuel Vicente Ledezma, pasó el expediente del
Tamanaco a la Comisión Investigadora contra el Enriquecimiento Ilícito (CIEI). Por su parte, el gobierno
nacional designó una comisión especial, encabezada por la ministra de Fomento, Dra. Haydee Castillo. Este
grupo de trabajo recomendó, y así fue aprobado por el Gabinete, que no se debían readquirir las acciones
del Tamanaco, pues a juicio del Ejecutivo Nacional se debía dar prioridad a otros problemas
nacionales. En junio de 1971, la CIEI recibió el informe de la Subcomisión encargada, donde se
recomendaba archivar el expediente, por estimar que la negociación había sido normal. La CIEI aprobó
dicho informe, con el voto salvado de su presidente, Dr. José Antonio Cova, y del representante de Cruzada
Cívica Nacionalista, Sr. Juan Bautista Méndez.

387
CASO: Ministerio de Obras Públicas - MOP

PRESIDENCIA: Raúl Leoni (1964-1969)

FECHA SUCESO: 1964-1966

FECHA DENUNCIA: 1966

DENUNCIANTES: Pietri, Luis Alberto (Contralor General de la República); Orozco, Orlando (Copei); Neri
Mago, Nerio (Diputado de FDP); Baldó Casanova, Alfredo (Diputado independiente); Olavarría, Jorge
(Diputado independiente); Miquilena, Luis; Mendoza Estrella, Marcial y González, Manzo (diputados del
PRIN)

INVOLUCRADOS: Sucre Figarella, Leopoldo (Ministro de Obras Públicas, accionista de la constructora


ESPEELIMER); Petricca, Humberto (de la empresa PEVECA) INVESTIGADORES: Contraloría General de la
República;

Cámara de Diputados DENUNCIA: Tráfico de influencias en el otorgamiento de contratos; malversación del


gasto público

MAGNITUDES: Bs. 674.43 3 .000 aproximadamente.

MATERIA: Contratos ventajistas; fondos del MOP que debían ser reintegrados a la Tesorería Nacional

HISTORIA

En agosto de 1966 se promovió una investigación del gasto público bajo el gobierno de Raúl Leoni
pues había llegado a conocimiento de la opinión pública denuncias de los diputados Orlando Orozco
(Copei), Nerio Neri Mago (FDP), Alfredo Baldó Casanova (independiente), Jorge Olavarría (independiente)
y otros, sobre corrupción relacionada con el Ministerio de Agricultura y Cría (MAC), el Instituto Venezolano
de Petroquímica (IVP) y, especialmente con respecto al Ministerio de Obras Públicas (MOP), el cual recibía
una de las mayores asignaciones del Presupuesto Nacional (un 20,54% del presupuesto de 1966).

El Contralor Pietri envió un memorándum al Congreso denunciando que recientes auditorías


efectuadas al MOP, al cierre del primer semestre de 1966, habían revelado irregularidades por cifras
"brutales" que eran "un signo de saqueo", en propias palabras del Contralor.

Según los informes de Contraloría, el Ministerio de Obras Públicas debía reintegrar al Tesoro
Nacional, según la Ley Orgánica de la Hacienda Pública, ingresos y remanentes de sus fondos por un valor
de Bs.674.433.000 acumulados entre los años 1963-1966. Señaló el Contralor la serie de irregularidades
del MOP en una retahíla de cifras correspondientes a: comprobantes sin especificación del concepto de
gasto, comprobantes no imputables al presupuesto al que pertenecían, fondos utilizados con finalidades
distintas a las señaladas en las órdenes de pago, ausencia de comprobantes en el gasto, comprobantes sin
la firma de beneficiario, comprobantes faltantes, etc. etc. En el debate abierto en la Cámara de Diputados,
los diputados del PRIN, Luis Miquilena, Mendoza Estrella y Manzo González denunciaron el otorgamiento
de contratos ventajistas a la empresa ESPELIMER, constructora a la que estaba vinculada la Sra. Sofía
Fernández, cuñada del Presidente Raúl Leoni, y que pertenecía al mismo ministro Leopoldo Sucre Figarella,
principal representante del grupo que rodeaba al Presidente Leoni y que fue denominado "grupo Guayana".

388
Manzo González observó que la empresa de Petricca (PEVECA) había recibido del MOP en tres años,
de 1962 a 1965,17 contratos, por valor de 51 millones de bolívares. Según los diputados, dichas empresas
privadas fueron financiadas por el Estado, a través de tráfico de influencias.

RESULTADO

El ministro Sucre Figarella retó a los acusadores a un debate público y asistió a interpelación de la
Comisión de Contraloría de Diputados. Allí leyó su defensa, argumentando que la ausencia de firmas de los
receptores de erogaciones del MOP se debía a un viejo sistema administrativo ya desechado, mediante el
cual el obrero firmaba sólo unas tarjetas de control semanal de las que los funcionarios elaboraban luego
listas de las sumas pagadas. Con respecto a las cantidades faltantes, el Ministro adujo que "todo
administrador público o privado está expuesto a perjuicios que en ocasiones le son causados por delincuentes
comunes, por desfalcos o apropiación indebida o a consecuencia de otros hechos dolosos".

Añadiendo que su Ministerio había procedido activamente en esos casos. Con respecto a los
anticipos a contratistas, explicó que era usual que el gobierno adelantara sumas a contratistas del gobierno
que se encontraban en situación de carencia de numerario, debido a que sus contratos estuviesen todavía
en tramitación o hubiesen sido objetados por Contraloría; pero en todo caso, las entregas anticipadas
siempre eran menores que el valor de las obras contratadas. Si bien es cierto, añadió el Ministro, que
corresponden a una forma no ortodoxa de pagos, eran realizados para remediar "situaciones de emergencia
para la Administración Pública".

Sucre Figarella consideró normales las deudas del Ministerio y en cuanto a los sobregiros bancarios
explicó que, si la Contraloría hubiese efectuado su, auditoría en fecha posterior, no hubiese encontrado
tales sobregiros por haberse repuesto el montante al llegar la orden de pago correspondiente.

Estos extraños argumentos del Ministro parecían razón suficiente para justificar la magnitud de la
malversación señalada, pero su discurso fue interrumpido por el debate surgido, dentro del debate
fundamental, sobre la validez de que el Ministro leyera su intervención en lugar de improvisar como debía
hacerse en la Cámara.

A pesar de las denuncias del Contralor y el debate en la Cámara de Diputados, no se abrió una
investigación oficial y exhaustiva ni se destituyó de sus cargos a los señalados en el uso de tráfico de
influencias. El debate sobre el MOP formó parte del cuestionamiento global efectuado al Gasto Público
creciente del Gobierno del Presidente Leoni en ministerios, institutos autónomos, gobernaciones y
empresas del Estado y se diluyó, junto con los otros casos, en un infructífero debate político general.

389
CASO: PETROQUIMICA 66

PRESIDENCIA: Raúl Leoni (1964-1969)

FECHA SUCESO: 1965

FECHA DENUNCIA: 1965-1966

DENUNCIANTES: Prieto Oliveira, Luis (Gerente de Administración del Instituto Venezolano de


Petroquímica); Faraco, Francisco (Miembro de la Comisión de Minas e Hidrocarburos del Senado);
Hernández, Antonio (Diputado del FDP)

INVOLUCRADOS: Ledezma Lanz, Antonio (Director ejecutivo del instituto Venezolano de Petroquímica)

INVESTIGADORES: Comisión de Minas e Hidrocarburos de la Cámara de Diputados

DENUNCIA: Firma indebida de contratos

MAGNITUDES: Bs. 139.000.000

MATERIA: Plantas de ácido sulfúrico y polietileno

HISTORIA

Según el informe del ex-gerente de Administración del IVP, Luis Prieto Oliveira, el director general
de la Petroquímica, Antonio Ledezma Lanz, firmó sin la anuencia de la Junta Directiva del Instituto dos
contratos. Uno de 9 millones de bolívares para la construcción de dos plantas de ácido sulfúrico y otra de
130 millones de Bolívares para una planta de polietileno. El contrato de 9 millones fue otorgado a la
AMERICAN CONSULTING CO. que no había sido seleccionada en la licitación original y tenía solamente 20
mil bolívares de capital líquido. El contrato de 130 millones se le otorgó a la UNION CARBIDE, el cual, aparte
de diversas violaciones legales, era evidentemente perjudicial para Venezuela. Se le otorgaba a la Unión
Carbide el monopolio exclusivo de la importación de polietileno para el mercado nacional durante la
construcción de la planta, lo cual le daba, de entrada, beneficios por 27 millones de bolívares. También se
le daba el control de la producción, acordándose que el precio del polietileno en el mercado interno
continuaría a Bs.2.900 la tonelada métrica, es decir en niveles similares al importado, mientras que la Unión
Carbide podía exportar a precios inferiores a los nacionales (Bs. 1.600 TM) estableciendo así un dumping.
El consumidor venezolano subsidiaba de esta manera las ganancias de la Unión Carbide.

Los parlamentarios que a mediados de 1966 integraron la comisión encargada de investigar el gasto
público en el IVP, entre ellos Nicomedes Zuloaga, señalaron, tras analizar los datos suministrados por la
misma Petroquímica, una diferencia en los ingresos de 8 millones de bolívares y un déficit en dicho
instituto de Bs.525.000.000, sin incluir 46 millones faltantes en una 242 transferencia que por 160 millones
hizo el IVP al Instituto Venezolano del Petróleo, el cual acusaba recibo solamente de 114 millones de
bolívares. Además, la Corporación Venezolana del Petróleo se había negado reiteradamente a recibir la
Petroquímica de Morón por 33 millones de bolívares por la simple razón de que, según los estimados, esa
refinería no valía más de 7 millones; ello agregaba un déficit de 27 millones más para un déficit total
mínimo de 597 millones. Declaró Nicomedes Zuloaga que la industria petroquímica daba pérdidas cercanas
a 30 millones de bolívares anuales, pero era un negocio de las mil y una noches: la Petroquímica agregaba

390
$112 al precio de la tonelada de productos (cuando el factor mundial era de $8 por tonelada) para hacer
desaparecer el 60 por ciento de la inversión hecha en esa industria por el presupuesto nacional.

RESULTADO

En octubre de 1965 Luis Pietro Oliveira, hijo de Luis Beltrán Prieto Figueroa y Gerente de
Administración del Instituto Venezolano de Petroquímica, quien se oponía y denunció los contratos con la
Unión Carbide y la American Consulting Co., advirtiendo sobre las irregularidades en la dirección del IVP,
fue separado de su cargo. La prensa dijo que este asunto fue uno de los factores contribuyentes a la
separación del MEP de Acción Democrática. No se obtuvo información sobre los resultados de la
investigación.

391
CASO: PLANTAS DESULFURADORAS

PRESIDENCIA: Raúl Leoni (1964-1969)

FECHA SUCESO: 1968

FECHA DENUNCIA: 1970

DENUNCIANTES: Álvarez Chacín, Francisco; Pérez Alfonso, Juan Pablo

INVOLUCRADOS: Estado Venezolano y la Creole Petroleum Corporation

INVESTIGADORES: Juan Pablo Pérez Alfonso DENUNCIA: "Desfalco contra los intereses de la nación, desde
el inmaterial y sagrado de la soberanía hasta los meramente fiscales" (según Álvarez Chacín)

MAGNITUDES: Bs,500.000.000 (aprox.) MATERIA: Plantas desulfuradoras

HISTORIA

El 5 de enero de 1968, el Estado venezolano y la Creole Petroleum Corporation, firmaron un contrato


para la instalación de una planta para la desulfuración de combustibles pesados en la zona de Amuay,
Estado Falcón.

Para la formalización del contrato firmaron por Venezuela el ministro de Minas e Hidrocarburos,
Dr. José Antonio Mayobre, y el titular de Hacienda, Dr. Benito Raúl Losada; por la Creole Petroleum firmó
su presidente, Leo Lowry, quien estuvo acompañado por los directivos Guillermo Rodríguez Eraso, Neil
Griffin y Robert May. Los ministros estuvieron acompañados por el director de Economía Petrolera, Alirio
Parra; el director de Impuesto sobre la Renta, García Hércules; el director general de Minas, Julio César
Arreaza y otros altos funcionarios.

El objetivo de la instalación de la planta era producir combustibles con bajo contenido de azufre
para la exportación; especialmente a Estados Unidos, país donde a partir de octubre de 1979 entraría en
vigencia una ley que restringiría el uso de combustibles con alto contenido sulfúrico, debido a sus efectos
contaminantes.

Hasta el momento, los combustibles pesados que tradicionalmente habían exportado las refinerías
del Caribe contenían un promedio de 2,6% de azufre. Dichas exportaciones se dirigían principalmente a la
Costa Oriental de Estados Unidos, por lo cual era de esperarse que, con las medidas restrictivas, las
exportaciones disminuyeran notablemente. Por ello, la proposición de la Creole de establecer en el país
una planta desulfuradora parecía providencial.

Esta planta tendría un costo total de 528 millones de bolívares ($120.000.000) con una capacidad
superior a 100.000 barriles diarios de combustible desulfurado de un contenido máximo de azufre de 1%.
La Creole se comprometió, como parte de esta inversión, a gastar en el país 200 millones de bolívares por
concepto de sueldos y salarios y de adquisición de equipos y materiales en relación con la construcción de
la planta.

392
Aunque se trataba de instalaciones industriales, se requería poco personal, estimándose que el
proyecto ocuparía unas 2.000 personas durante las fases de construcción e instalación y unas 250 personas
en la operación normal de la planta. La Creole Petroleum Company propuso un proyecto complementario
al de Amuay, como era el de desulfurar combustibles obtenidos a partir de crudos venezolanos en la
refinería de Aruba, con el fin de mantener la posición de Venezuela en los mercados mundiales.

Esta planta requeriría también gas venezolano para la producción de hidrógeno; este gas sería
llevado a la isla mediante un gasoducto que se construiría desde Amuay. El gas, que se destinaría
únicamente a la desulfuración, pagaría las regalías y los impuestos correspondientes. Cualquier beneficio
que produjera la refinería de Aruba por la utilización del gas natural venezolano, se reflejaría en los
ingresos del Fisco Nacional a través de las ganancias de la Creole.

Este proyecto se iniciaría después del de Amuay, y produciría un mínimo de 75.000 barriles diarios
de combustible desulfurado. De esta manera, el Estado venezolano se comprometía a financiar y pagar las
plantas desulfuradoras y el gasoducto que regentaría la Creole.

El Dr. Francisco Álvarez Chacín introdujo ante la Corte Suprema una petición de nulidad de dicho
contrato, denunciando la inconstitucionalidad de que fuera la nación venezolana quien pagara las plantas
de desulfuración y no la compañía contratante, principal beneficiaría del proyecto. En sus Cartas Secretas,
el Dr. Álvarez Chacín expresó: "Lo que ha ocurrido aquí fue un desfalco contra los intereses de la nación,
desde el inmaterial y sagrado de la soberanía hasta los meramente fiscales".

La inversión total de la planta se había estimado en 440 millones de bolívares; para la fecha de la
firma del contrato (1968) este costo había aumentado a 528 millones, y para el año 1970 se señaló en 540
millones; precio exagerado, según diversos estudios de costos hechos por el denunciante. Por otra parte,
las exoneraciones ilegales que se concedieron a la empresa contratante sobre el impuesto de explotación
del gas natural totalizaban en 15 años unos 80 millones de bolívares aproximadamente. Se aclaró que el
argumento de que el gas natural era indispensable para la desulfuración era sólo un falso pretexto con el
fin de sacarle al Estado venezolano la autorización para construir el mencionado gasoducto internacional
desde Amuay hasta Aruba.

RESULTADO

Se desconoce el curso de la petición de nulidad introducida por el Dr. Francisco Álvarez Chacín ante
la Corte Suprema de Justicia. Puesto que fueron instaladas las plantas desulfuradoras, es de suponer que la
petición de Álvarez Chacín no recibió mucha atención. Simultáneamente a esta denuncia, el Dr. Juan Pablo
Pérez Alfonzo (fundador de la OPEP) publicaba un informe acerca del contrato de desulfuración y el
gasoducto impugnado, manteniendo casi las mismas posiciones del denunciante. El informe de Pérez
Alfonzo (132) era un bien documentado trabajo donde su valiente figura clamaba por un poco de justicia
para Venezuela. Sin embargo, parece que no aró totalmente en el mar, porque el gasoducto desde la
refinería de Amuay hasta Aruba nunca llegó a construirse, para bien de la nación venezolana pues esa
aparecía como la parte más desventajosa de la negociación para Venezuela.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
132. Juan Pablo Pérez Alfonso. 1976. EL DESASTRE. Caracas, Venezuela: Vadell Hermanos Editores.

393
CASO: SIDOR

PRESIDENCIA: Raúl Leoni (1964-1969)

FECHA DEL SUCESO: 1967

DENUNCIANTES: Olavarría, Jorge (Diputado del Partido Liberal); Aguilar, Pedro Pablo (Diputado de
COPEI); Mesa Espinoza, Salom; Mendoza Estrella, Marcial

INVOLUCRADOS: Alcalá Vásquez, Héctor; Pocaterra, Julio; Leoni, Raúl

INVESTIGADORES: Comisión designada por la Cámara de Diputados

DENUNCIA: Manejo en torno a licitaciones para cobro de comisiones

MAGNITUDES: Bs.700.000.000 (monto de la licitación)

MATERIA: Construcción de una planta de laminados planos de acero y otra de hojalata

HISTORIA

El 10 de noviembre de 1967 la empresa estatal Siderúrgica del Orinoco (SIDOR) abrió una licitación
para la construcción en el Estado Bolívar de una planta de laminados de acero y otra de hojalata, que
tendrían un costo aproximado de 700 millones de bolívares. Al llamado concurrieron 10 empresas, muchas
de las cuales gozaban de alta calificación internacional. El Ejecutivo Nacional designó una comisión
encargada de calificar a los participantes, con representantes de los ministerios de Hacienda, Obras
Públicas, Fomento, Corporación de Guayana, Colegio de Ingenieros y SIDOR.

Esta comisión fue designada mientras se encontraba en Europa el ingeniero Héctor Alcalá Vásquez,
directivo de SIDOR, en gestiones y contacto con algunas de las empresas licitantes. A su regreso de Europa,
el Presidente de la República, Dr. Raúl Leoni, decidió incorporar a Alcalá Vásquez en esa comisión, para
"aligerar y coordinar los trabajos del proceso de licitación", sin que sus miembros supieran el significado,
límites y alcances de tales funciones, por demás muy originales, puesto que la Comisión estaba ya
nombrada.

Alcalá Vásquez, cuñado del secretario de la Presidencia, Manuel Mantilla, y pariente de la esposa de
aquél, doña Menea de Leoni, había sido indiciado, dos años antes, de "haber cometido hechos delictuosos
durante su ejercicio del cargo de Director General del Ministerio de Obras Públicas" según veredicto de la
Contraloría General de la República en expediente N° 154 del 6-7-65, en relación con la compra y
suministro de materiales de construcción para el Distribuidor "La Araña".

El expediente respectivo estaba pendiente en el Juzgado Tercero de Instrucción del Dto. Federal,
bajo el N° 8738. Bajo la directa intervención de Alcalá Vásquez, la Comisión descartó a 6 de las 10 empresas
concurrentes, entre las cuales estaban las más calificadas internacionalmente para realizar las obras
requeridas: Innocenti y el Consorcio Ítalo-Americano, que incluía a la Mesta Machine Company, la más
competente en cuanto al aspecto eléctrico, que constituía un factor importante para la modernización del
nivel técnico de los laminadores. Las 4 empresas seleccionadas, como comprobó después la Cámara de

394
Diputados, estaban íntimamente vinculadas entre sí por nexos financieros y técnicos, con lo cual se
desvirtuaba la competencia entre concurrentes, objeto fundamental de una licitación.

Entre las empresas admitidas se encontraba la UNITED, empresa que dio las instrucciones técnicas
para la construcción de la planta de laminación, dos concesionarios de la misma United, y una empresa
japonesa concesionario de una empresa rechazada. El diputado Pedro Pablo Aguilar acusó a altos
funcionarios del partido de gobierno de proteger a la empresa escogida a cambio de una cuantiosa
comisión, pidiendo investigar la relación de la Comisión de Licitación, antes de los estudios y el llamado a
licitación, con las empresas que iban a concurrir a licitación, tomando en cuenta un "viaje de negocios" que
en el año 67 habían hecho a Suiza Héctor Alcalá Vázquez, Julio Pocaterra y Carlos Andrés Pérez. A raíz de
este viaje, el nombre de Julio Pocaterra había sido vinculado a la empresa inglesa David and United
Engineering Company y a la preferencia del gobierno adeco en el sentido de darle la licitación
correspondiente a dicha compañía. En aquella oportunidad, se supo que Pocaterra y Alcalá Vásquez
tuvieron estrecha relación con Raymond Smith, agente de la compañía metalúrgica.

Mediante proceso de investigación se confirmó que, efectivamente, hubo irregularidades, puesto


que las empresas postulantes no se acogieron a las condiciones del llamado y las empresas seleccionadas
pertenecían a una misma casa matriz, corriéndose el riesgo de que fueran ellas quienes impusieran las
condiciones y no al contrario; amén de que no existió comparación de técnicas puesto que las empresas
portaban la misma patente. Un representante de una de las empresas descalificadas declaró a Argenis
Gamboa, Presidente de SIDOR, que Alcalá Vásquez le había pedido una comisión para permitir la
concurrencia de su compañía. La Cámara de Diputados envió una comisión a Italia para interrogar al
declarante, pero éste no confirmó su declaración. No pudo, por consiguiente, verificarse la veracidad de la
denuncia.

RESULTADO

En marzo de 1968, cuando estaba a punto de culminar el proceso licitatorio movido por evidentes
intereses que lo habían mediatizado, el partido Acción Democrática perdió su dominio mayoritario en la
Cámara de Diputados, como consecuencia de la disputa interna por la candidatura presidencial del Partido
entre los seguidores del Dr. Prieto Figueroa y los del Dr. Gonzalo Barrios. Gracias a ello, se pudo designar
una Comisión investigadora de todo el proceso licitatorio, que al cabo de acaloradas discusiones falló que
la designación de Alcalá Vásquez había sido irregular y su actuación no se había ajustado a la Ley. Por
consiguiente, se debía proceder a otra licitación; esta vez dentro de parámetros legales y bajo la
supervisión de la Cámara. El plazo acordado se pautó para mediados el año 1969, bajo la supervisión del
nuevo Presidente de la República.

395
CASO: TRACTORES DEL IAN DE MARACAIBO

PRESIDENCIA: Raúl Leoni (1964-1969)

FECHA SUCESO: 1966

FECHA DENUNCIA: Noviembre 1966

DENUNCIANTES: Diario Crítica de Maracaibo

INVOLUCRADOS: Martínez, Siuberto (Presidente Asamblea Legislativa del Estado Zulia)

INVESTIGADORES: Diario Crítica. No se realizó investigación oficial

DENUNCIA: Tráfico de influencias y aprovechamiento indebido de bienes de la nación

MAGNITUDES: Es difícil estimarla porque no se conoce cuánto tiempo trabajaron los tractores en la finca
y la totalidad de la obra realizada. El IAN se negó a presentar los récords correspondientes, informar
salarios pagados, etc.

MATERIA: Tractores propiedad del IAN de Maracaibo

HISTORIA

En noviembre de 1966 el diario Crítica de Maracaibo denunciaba en su "Columna de Ulises" que el


Presidente de la Asamblea Legislativa del Estado Zulia, Sr. Siuberto Martínez, se había llevado tractores del
IAN para trabajos de deforestación, vías de penetración, jagüeyes, etc., en una finca de su propiedad situada
en el Km. 175 de la carretera Maracaibo-Perijá. La "Columna de Ulises" había cobrado gran fama por su
denuncia de la corrupción administrativa, pero no se sabía el verdadero nombre de quien la escribía. Por
lo que se dedujo entonces, dicha sección era escrita por el director del diario, Carlos Capriles Ayala, y el
periodista Junio Pérez Blasini. Requerido por el juez Nectario Andrade Labarca y el abogado Quintero
Luzardo, conocidos en el Estado Zulia por ser usualmente utilizados por Acción Democrática, Capriles no
quiso revelar quién había escrito la columna ese día, fundamentando su actitud en el principio de la libertad
de expresión y el derecho de los periodistas a no descubrir la fuente de la noticia. Capriles fue encarcelado
por la policía política del régimen (Digepol) a la salida del entierro de un hermano, y no por la PTJ pues
ésta se negó a ejecutar la arbitraria medida que, con toda clase de chanchullos y terrorismo judicial, lo
mantuvo detenido por varios meses sin que pudiera dársele al juicio un curso legal

RESULTADO

La Corte Suprema de Justicia ordenó al Juez pasar el expediente a la circunscripción judicial del
Estado Lara en la cual casi de inmediato se sentenció a favor de Capriles, 306 ordenándose su liberación.
El caso tuvo repercusión nacional y fue determinante en el resultado del cercano proceso electoral, pues la
campaña realizada por el diario Crítica, denunciando todas las corruptelas y arbitrariedades de las
autoridades políticas, administrativas y judiciales del Zulia, inclinaron la balanza electoral en ese Estado,
donde por primera vez Acción Democrática perdió su mayoritario predominio. Como la denuncia sobre los
tractores llevados a la hacienda del Presidente de la Asamblea del Estado Zulia se trastocó en la demanda
a los denunciantes del periódico Crítica, y en la detención de su director, la irregularidad original no fue

396
investigada. Al salir de la cárcel, Carlos Capriles declaró que no pretendería ningún resarcimiento
económico por la arbitrariedad cometida, pues consideraba lo sucedido como un incidente de la lucha
política, donde se dan y reciben golpes.

La breve muestra que se ha hecho en las páginas anteriores es solo la punta del iceberg de los
profundos tentáculos de corrupción, poca transparencia y apropiación de todas las instituciones del Estado
venezolano durante los albores del puntofijismo. Raúl Leoni es un presidente recordado positivamente
entre los venezolanos, pero cuyo legado que se ve plasmado en la ola de desfalcos creciente que empezó a
dispararse durante su gobierno más las desacertadas políticas económicas que desarrollo y que son
estudiadas a profundidad en el primer tomo de este libro redactado por Pedro Lárez.

Las arcas del país empezarían a llenarse muchísimo más en los setenta, pero, para infortunio del
país, el dinero no será empleado para el desarrollo integral de la nación, si no para la perpetuación de un
modelo desfasado, primitivo, caudillista y desastroso.

397
6.6. Rafael Caldera, el Pacificador (1969–1974)
En 1968 fue electo Rafael Caldera para ejercer el cargo de Presidente de la República de Venezuela,
con una diferencia de 30.000 votos, respecto a su contendor Gonzalo Barrios, militante de Acción
Democrática, lo que da paso a la ruptura del mito de que el gobierno no pierde elecciones, y con ello, a la
transferencia pacífica del poder, de un presidente a otro, aun siendo militantes, de partidos políticos
diferentes. En este punto reside una de las más grandes fortalezas que tuvo el sistema puntofijista en
contraposición a los regímenes que le precedieron y que, por eso, duro más que muchos de ellos, el acuerdo
entre las elites expresado a través del sistema populista de conciliación y la unidad en torno a un proyecto
político serian bastiones del éxito del pacto.

A inicios de su gobierno Venezuela estaba signada en el plano político y militar por la violencia y la
intolerancia generada por la lucha armada, cuyas arremetidas estaban destinadas a fomentar la guerra de
guerrillas y el terrorismo. Para erradicar los focos guerrilleros que operaban en territorio venezolano, el
gobierno de Rafael Caldera decretó una amplia amnistía para los líderes que habían comandado las
arremetidas contra el régimen representativo instaurado en Venezuela desde 1958.

Aunado a ello hay que reseñar que las fuerzas guerrilleras que operaban en Venezuela se
encontraban al inicio del mandato presidencial del Dr. Caldera derrotadas desde el punto de vista político
y desde el punto de vista militar, sin embargo, a dichas fuerzas no se les había planteado claramente la
alternativa de reincorporarse a la vida legal y, en consecuencia, los grupos guerrilleros continuaban su
actuación tanto en las zonas urbanas como en las rurales (133).

A este respecto, Toro Hardy (134) al analizar la gestión del Presidente Caldera, afirma que en su
opinión fueron tres los elementos que determinaron el quinquenio 1969–1974: la pacificación, el equilibrio
de los poderes públicos y la disciplina fiscal.

Estos tres elementos serian vitales para poder sellar definitivamente la permanencia de los planes
trazados por el Pacto de Punto Fijo, el cual el mismo Caldera había suscrito, pues, eliminados
definitivamente los enemigos inmediatos, comunistas y militares perezjimenistas, no había nada que
pudiera impedir a la nueva elite consolidar un régimen estable donde la distribución del poder entre los
grupos que habían sido incluidos en el pacto, mantenía el equilibrio de la política nacional.

______________________________________________________________________________________________________________________
133. Miriam Rincón y María Fernández. 2006. La democracia venezolana vista desde la relación triangular: fuerza, poder y derecho. Caracas, Venezuela: Revista
Frónesis, Vol. 13 Nº2.
134. Alfredo Toro. 1986. Venezuela, Democracia y Política Exterior. Caracas, Venezuela: Editorial Pro Imagen.

398
Con esta oportunidad a la mano, Caldera dio rienda suelta a las ideas que lo habían formado,
distanciándose de esta forma de la doctrina Betancourt y de la política activa e intervencionista en países
no democráticos del continente, cosa que resaltan María Fernández, Jorge Morales y Hudilu Rodríguez:

“Este gobierno establece como lineamiento de su política exterior el Pluralismo Ideológico, a través
del cual y, a diferencia de la Doctrina Betancourt, Venezuela expresaba su deseo de entablar
relaciones con todos los países del continente sin importar su ideología o la manera como habían
llegado al poder.” (135)

En otro orden de ideas, con el trabajo realizado por Betancourt y Leoni, que habían superado intentos
graves de sublevación como el Porteñazo y la invasión de Machurucuto, las fuerzas comunistas ya estaban
estratégicamente derrotadas, por lo que su inclusión en la vida pública y la amnistía fue una manera del
Dr. Caldera para acabar definitivamente con las intentonas armadas en la República, pero que, sin embargo,
abriría la puerta al nacimiento de un nuevo complot que tiene sus orígenes en aquella vieja y ya lejana
reyerta que nació con el Plan Barranquilla en 1931, cuando los comunistas no se plegaron a las ideas de
Betancourt.

A pesar de la oposición de AD a esta propuesta, se había logrado con la desmovilización de las


principales fuerzas guerrillera, los partidos históricos que las respaldaron fueran legalizados (PCV: 1969,
MIR: 1973) (136) e incorporados a la vida civil y política. El gobierno de Caldera dio el primer paso para que
los antiguos guerrilleros fueran parte de la vida nacional, acción que permitió que dichas personas
pudieran empezar a organizarse en un nuevo complot, pero desde lo político, para tomar el poder. Sin
quizás haberlo considerado detenidamente, el presidente Caldera había abierto una grieta en el edificio
puntofijista junto a la de la corrupción y la poca transparencia administrativa, creadas por Betancourt y
Leoni. Pero esta grieta tocaría uno de los pilares del nuevo régimen muy pronto, la institucionalidad militar.

La Digepol (policía política), protagonista de numerosos atropellos a los derechos humanos, fue
eliminada. Se decretó la amnistía de los líderes guerrilleros (137). Sobre esta la pacificación el historiador
Diego Bautista Urbaneja señala:

“La decisión de Caldera de ampliar y llevar hasta su término la pacificación es de gran importancia
y requirió el despliegue de interesantes formas de “artesanía política", así como grandes dosis de
voluntad y continuidad” (138).

Las desapariciones y homicidios en condiciones inhumanas se redujeron considerablemente en su


periodo respecto a los dos anteriores, siendo señal del mejoramiento de las condiciones políticas de la
nación, pero también del agotamiento de los medios tradicionales de los grupos rivales que aspiraban el
poder, que aprovecharon la indulgencia de Caldera para infiltrarse dentro de las universidades, el Estado
y la política en una fase inicial.

_________________________________________________________________________________________________________________________
135. María Fernández et al. 2003. La democracia venezolana vista desde su política exterior: Un enfoque ético-político. Maracaibo, Venezuela: Revista Frónesis,
Vol. 10, Nº1. Págs. 94-128.
136. Gehard Cartay. 1978. Caldera y Betancourt, constructores de la democracia. Caracas, Venezuela: Editorial Centauro. Págs. 320-325
137. Ídem.
138. Diego Urbaneja. 2000. Gobierno de Rafael Caldera, Diccionario Multimedia de Historia de Venezuela. Caracas, Venezuela: Fundación Empresas Polar.

399
A pesar de haber pacificado las guerrillas Caldera tuvo algunos desaciertos considerables, como su
política educativa represiva. La población rechazó el allanamiento y violación arbitraria de la autonomía
universitaria, específicamente de la UCV, en octubre de 1969, autorizada por el presidente Caldera, quien
era conocido como una persona de amplia formación universitaria que hablaba de su política de
“pacificación”. La violencia del Estado represor (militares de las Fuerzas Armadas de Cooperación-FAC, de
Infantería de Marina, el Cuerpo de Cazadores del Ejército , Policía Metropolitana -PM; Dirección Sectorial
de los Servicios de Inteligencia y Prevención – DISIP; la Dirección de Inteligencia Militar - DIM), arremetió
contra estudiantes universitarios en lo que se denominó “Operación Canguro” y cerró la Universidad, como
estrategia de sometimiento al Movimiento de “Renovación Universitaria” (1968-1969) conformado por
estudiantes y docentes de inclinación marxista que exigían mayores libertades políticas y el avance hacia
un sistema más cercano al socialismo (139).

Con la consigna “La universidad es del pueblo, no de la oligarquía”, estos estudiantes enfrentaron las
respuestas represivas del gobierno del universitario presidente Caldera. Este movimiento estuvo
influenciado por la ola de movimientos sociales de la década de los 60 del siglo XX así como otros eventos
que tuvieron lugar entre esa década y la de los 50: el mayo francés (1968), el poder joven, el movimiento
hippie y la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos en Estados Unidos, la Primavera de Praga,
la revolución cubana, la guerra de Vietnam, la descolonización del continente africano, el movimiento joven
en Japón, las guerrillas latinoamericanas, la Teología de la Liberación, entre otros (140).

Otro hecho sorprendente de la política educativa de este gobierno, lo constituyó la promulgación


del decreto 120 emitido por el entonces ministro de Educación, a través del cual se estableció la Educación
Diversificada y el proceso de bachillerización de las Escuelas Técnicas, las cuales representaban una opción
de educación de calidad para los jóvenes de sectores populares que resultaron en profesionales de alta
calificación.

_________________________________________________________________________________________________________________________
139. Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información. La Represión Estudiantil durante el Puntofijismo, Hemeroteca. Caracas, Venezuela:
Imprenta Nacional.
140. Gioconda Espina. 2017. Lo que queda de la Renovación de 1969. Caracas, Venezuela: Revista Tribuna del Investigador, Vol. 18 Nº2.

400
Finalmente, mirando un poco más aguas adentro a la gestión de Caldera, se pueden encontrar los
siguientes casos de corrupción, documentados por el Diccionario de Corrupción de Venezuela (141):

CASO: CHATARRA MILITAR

PRESIDENCIA: Rafael Caldera (1969-1974)

FECHA SUCESO: 1973-1974

FECHA DE DENUNCIA: Febrero 1974

DENUNCIANTES: Faull, Herbert Simón (Ingeniero de Aviación Militar); Jiménez Vivas, Humberto (ex Jefe
de Inteligencia Militar); Mirabal Borges, Rafael

INVOLUCRADOS: Vanni Pocci, Adolfo; Montserrate Pérez, Eduardo (Coronel de las Fuerzas Armadas);
Arriojas Arredondo, Luis Enrique (Coronel); Granados Castillo, Ramón (Mayor)

INVESTIGADORES: Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (SIFA); Contraloría General de la


República; Comisión Investigadora contra el Enriquecimiento Ilícito (CIEI); Comisión de Defensa del
Senado

DENUNCIA: Fraude a la nación

MAGNITUDES: Bs.29.905.000

MATERIA: Material de Guerra

HISTORIA

El ingeniero de aviación militar, Simón Herbert Faull, elevó un informe al Presidente Dr. Rafael
Caldera y al Ministro de Defensa, general Gustavo Pardi Dávila, denunciando que se había vendido como
chatarra cierto material de guerra en buen estado a un ciudadano italiano de nombre Adolfo Vanni Pocci.
En la denuncia, el ingeniero Faull informa que dicho material estaba evaluado en 30 millones de bolívares
y se vendió por 110 mil bolívares.

La venta fue efectuada después de un estudio efectuado por el mayor de aviación Ramón Granados
Castillo, quien según Faull, no tenía los conocimientos técnicos como para juzgar sobre una venta de esa
categoría. En el mismo informe también se denunció la venta de aviones F-86K como chatarra, cuando en
realidad estaban en condiciones de ser utilizados con pequeñas refacciones.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
141. Consorcio Capriles. 1989. Diccionario de la Corrupción en Venezuela Vol. I 1959–1979. Caracas, Venezuela: Consorcio de Ediciones Capriles.

401
El depósito de "chatarra" militar, ubicado entre Charallave y Cúa había sido denunciado por la
prensa antes de lo que se llamó el "Informe Faull". La Dirección de Justicia Militar, a través del general
Joaquín de Odena Meza, había abierto las averiguaciones.

En los primeros días de febrero de 1974 fue decomisado en un depósito perteneciente al Sr. Antonio
Romano y alquilado a Vanni Pocci, un material de guerra en buen estado y con muestras de no haber sido
utilizado. Entre las irregularidades comprobadas se encontraron: a) Vanni Pocci había servido de asesor a
la "Comisión de Avalúos" integrada por el mayor de la FAV, Ramón Granados Castillos, un piloto del grupo
NEG que no tenía mayores conocimientos de mecánica; b) el material fue entregado a Vanni Pocci seis días
antes de que la Contraloría verificase los costos en base al "informe técnico" presentado por la FAV; c) la
transacción fue realizada 26 días antes de ser abiertos los sobres contentivos de las ofertas de compra. Se
conoció también, a través del Sr. Eloy Marrero, vigilante del depósito donde Vanni Pocci almacenó la
"chatarra", que "había grandes cantidades de piezas nuevas, casi intactas y otras embaladas, aún sin abrir".

RESULTADO

En agosto de 1973, el ministro de Defensa Gustavo Pardi Dávila, acusó a quien hizo la denuncia,
ingeniero Simón Herbert Faull, por la presunta comisión de hechos delictivos relacionados con la venta de
material de guerra de desecho. Posteriormente, el 4 de enero de 1974, el juez y capitán de Corbeta Freddy
Rivas Pacheco dictó auto de detención a Faull, por dar "informaciones lesivas a personalidades e
instituciones". Al ser avisado por algunos funcionarios militares, amigos o preocupados por la injusticia, el
ingeniero logró asilarse en la Embajada de México y salió del país. Los únicos oficiales que prestaron
atención a las denuncias de S.H. Faull y denunciaron que lo vendido no era chatarra fueron castigados. Eran
el coronel Rafael Mirabal Borges, a quien "exilaron" al Perú como agregado militar, y el coronel Humberto
Jiménez Vivas, a quien trasladaron al Alto Apure como Jefe de Reclutamiento, lo que se considera un puesto
de castigo. Ambos eran altos funcionarios del Departamento de Inteligencia y Estrategia Militar del Estado
Mayor. A los pocos meses, Jiménez Vivas murió en el Alto Apure, aparentemente de un infarto, aunque
algunos órganos de prensa señalaron circunstancias misteriosas: un rapto previo durante el cual fue
torturado para hacerle prometer el silencio y del cual fue liberado para que atrajera a los otros
denunciantes a la zona; como no hiciera lo ordenado, fue muerto presuntamente por una potente dosis de
curare.

La Comisión Especial del Senado presentó un Informe Secreto que fue rechazado por todas las
fracciones excepto la de Copei, que había elaborado el informe. La Comisión Especial decidió entonces
pasar el expediente a la Contraloría General. Tanto ésta como la Fiscalía General de la República
encontraron indicios suficientes para un juicio contra los presuntos implicados. Se comprobó que Vanni
Pocci compró en 95 mil bolívares (y no en 100 mil bolívares) el material bélico que valía 10 millones. Se
aclaró también que no se trató de aviones F-86K, sino de aviones F-86F, parte de los cuales fueron vendidos
a Bolivia y algunos otros rescatados por el Ministerio de la Defensa y depositados en la Base Aérea
Libertador de Maracay.

Posteriormente, el Consejo de Guerra Permanente revocó el 10 de julio de 1974 el auto de detención


que había dictado el Juzgado Militar contra el Ingeniero Faull. En diciembre de 1974, la Contraloría General
de la República, a través de su contralor José Muci Abraham, declaró responsables administrativamente a
los coroneles Eduardo Montserrat Pérez, Luis Enrique Arriojas Arredondo y el mayor Ramón Granadillo
Castillo, sin derecho al recurso de reconsideración. El fiscal general, José Ramón Medina, ordenó al Fiscal
Undécimo solicitase ante un Tribunal la apertura de un juicio contra los militares acusados. En marzo de

402
1974 había muerto en el Hospital Clínico Universitario, el ciudadano italiano Vanni Pocci. Durante los dos
años siguientes el Ing. Faull siguió dudando de la justicia divina e insistió repetidamente que Vanni Pocci
no había muerto y se encontraba en Italia, alegando que los restos enterrados eran de otra persona. La
prensa también había informado que Pocci había sido visto vivo y en buena salud en Livorno, Italia. En
cualquier caso, Vanni Pocci no llegó a ser enjuiciado.

Los Tribunales Militares absolvieron a los oficiales de la Fuerza Aérea involucrados en el caso de la
chatarra y el 9 de junio de 1976, el juez Superior Segundo de Hacienda, Constantino Valera, los declaró
inocentes, considerando forzoso concluir que no existía responsabilidad administrativa. Con este
dictamen, los abogados defensores dieron por terminado el caso, aunque todavía correspondió a la Corte
Suprema ratificar el veredicto. Faull siguió denunciando en solitario y escribió un libro revelando los
caminos seguidos por la "chatarra" vendida. Sin embargo, los misterios y las circunstancias extrañas
señaladas quedaron, evidentemente, guardados en el archivo de los secretos.

403
CASO: COMISIONES MARACUCHAS

PRESIDENCIA: Rafael Caldera (1969-1974)

FECHA SUCESO: 1969-1974

FECHA DE DENUNCIA: 1978

DENUNCIANTES: Perozo Zambrano, Ciro (Senador copeyano por el Estado Zulia)

INVOLUCRADOS: Cardozo, Hilarión (ex- Gobernador del Estado Zulia); Guanipa Matos, Manuel (Secretario
General y luego Presidente de Copei en el Estado Zulia); Ferrer, Leonardo (ex-funcionario del MOP y
Diputado)

INVESTIGADORES: Cámara de Diputados

DENUNCIA: Compra de votos en la Asamblea Legislativa; cobro de comisiones y otorgamiento de contratos


sin licitación

MAGNITUDES: Desconocidas

MATERIA: Partida secretas del Ministerio del Interior, comisiones y descuentos a trabajadores

HISTORIA

El 15 de febrero de 1978, en carta de renuncia al partido dirigida a Luis Herrera Campins, para
entonces candidato a la Presidencia, Ciro Perozo hizo una serie de denuncias en contra de Hilarión Cardozo,
gobernador del Estado Zulia y Leonardo Ferrer (ex-funcionario del Ministerio de Obras Públicas y diputado
por Copei). En la misma los acusaba, sin presentar pruebas, de pedir comisiones para el partido, a empresas
que efectuaban obras para el gobierno regional o para el MOP hasta por la cantidad de 400 mil bolívares.
Perozo Zambrano denunció en su carta (publicada en los diarios El Mundo y El Vespertino de Maracaibo el
14 de abril de 1978) que Hilarión Cardozo había utilizado una partida secreta para "comprar las
consciencias" de cinco diputados de la Asamblea Legislativa del Estado Zulia por un monto de 500. mil
bolívares.

Otro abuso denunciado fue el cometido en el servicio del Aseo Urbano del Distrito Maracaibo, a
cuyos trabajadores les descontaban arbitrariamente, como cuotas partidistas, 5 bolívares semanales y
hasta un día de trabajo completo. También fueron acusados los mencionados copeyanos de otorgar
contratos por cifras fabulosas sin licitación; como en el caso del contrato otorgado a la empresa Galpones
Industriales para la construcción de unos galpones del Aseo Urbano por la cantidad de 9 millones de
bolívares. Se dijo que el Presidente del partido Copei en el Zulia tenía grandes intereses económicos en
dicha empresa contratista; también señaló Ciro Perozo el contrato otorgado a la empresa de Julio Berger
para construir la nueva red de gas de la ciudad de Maracaibo por 160 millones de bolívares, sin licitación.

Cabe señalar que el Concejo anterior había contratado con la misma empresa, sin licitación, obras
por 10 millones de bolívares. Perozo afirmaba que dicha denuncia ya había sido hecha por él cuando Rafael
Caldera era Presidente y como respuesta obtuvo el haber sido sometido a Tribunal Disciplinario, mientras
al gobernador Cardozo lo condecoraban con la "Orden Libertador". Según varios copeyanos de la región

404
zuliana, Ciro Perozo había mantenido rencilla con miembros de su propio partido desde 1968, cuando era
primer concejal de Copei en el Distrito Maracaibo, Estado Zulia, y se preparaban las planchas de concejales
para las próximas elecciones.

Los copeyanos de la región informaron que, para 1973, ellos habían recibido noticias de que Perozo
hacía campaña en contra del mismo candidato presidencial de Copei y en contra de Hilarión Cardozo,
suponiendo que Ciro Perozo tenía una alianza secreta con los adecos; sospecha que se vio reforzada cuando
Ciro Perozo salió de las filas de Copei y se fue a Acción Democrática a trabajar por la candidatura de Piñerua
Ordaz.

RESULTADO

El 18 de abril de 1978 Ciro Perozo Zambrano fue expulsado del Partido Copei, por unanimidad del
Comité Nacional, por el supuesto delito de alta traición al partido. La prensa informó que, en julio del mismo
año, la Juez de Instrucción de la Circunscripción del Estado Zulia, Dra. Ida de Martínez, abrió las
averiguaciones sumariales; pero no se supo más del asunto y los mismos involucrados por Ciro Perozo no
tuvieron noticia de que se hubiese abierto un sumario sobre el caso.

405
CASO: CONSEJO SUPREMO ELECTORAL

PRESIDENCIA: Rafael Caldera (1969-1974)

FECHA DEL SUCESO: 1971,1973

FECHA DEDENUNCIA: Julio 1971; septiembre 1973

DENUNCIANTES: Echegaray, Ramón (Diputado- Dirigente de Fuerza Democrática); Segnini La Cruz, Pedro
(FND)

INVOLUCRADOS: Rumbos, Ornar (de URD y miembro del CSE); Espinoza Prieto, Antonio (del MEP y
miembro del CSE)

INVESTIGADORES: Contraloría General de la Nación (contralor Manuel Vicente Ledezma); Comisión


Especial asignada por el Congreso, formada por los doctores José Rodríguez Iturbe (Copei); Neri Mago,
Nerio (independiente) y el Sr. Borregales, Germán (MAP)

DENUNCIA: Irregularidades de licitación; cobro de comisiones

MAGNITUDES: Bs.7.000.000 (en 1971); Bs.5.000.000 (en 1973)

MATERIA: Equipos de registro electoral

HISTORIA

El diputado Ramón Echegaray denunció en 1971 presuntas irregularidades en la licitación abierta


por el CONSEJO SUPREMO ELECTORAL (CSE) para la adquisición de equipos de registro y procesamiento
de datos que serían utilizados en el proceso electoral de 1973. Se mencionó la cifra de 7 millones de
bolívares en comisiones ofrecidas en esta negociación. Además, el diputado Echegaray denunció que la
compañía ganadora de la licitación, la empresa MAI DE VENEZUELA, no existía legalmente en Venezuela y
ni siquiera había presentado el requisito de fianza para optar a la licitación, pues la mencionada empresa
se encontraba en estado de quiebra. Para avalar su denuncia, Echegaray presentó documentos de una
auditoría hecha por una empresa norteamericana, donde se confirmaba la quiebra; presentó, además, una
copia del Impuesto sobre la Renta de dicha empresa, donde se declaraba en quiebra. Para Echegaray, el
mayor peligro estribaba en que dichas irregularidades ponían en tela de juicio la pureza del proceso
electoral. Luego, se cambió el contrato a favor de la compañía AUTOMATIC VOTING MACHINES
CORPORATION (AVM). En el mes de abril de 1973, llegaron a Venezuela dos prototipos de las máquinas a
utilizarse en el proceso electoral, las cuales cambiarían el sistema convencional de votación por tarjeta por
uno totalmente automatizado. Nuevas denuncias produjeron una nueva investigación en tomo a las
negociaciones; pero ésta se hizo muy difícil por cuanto los testigos eran casi siempre los mismos indiciados,
quienes se esmeraban en no dejar huellas. Sin embargo, a pesar de las investigaciones, el CSE continuó en
negociaciones con la AVM hasta que en 1973 se hizo pública una demanda en Miami contra la misma
compañía por cobro de comisiones. En el expediente de 1.600 folios aparecieron comprometidas
numerosas personas que intentaban cobrar comisiones por un monto global de 5 millones de bolívares, de
los 83 millones que costaban las máquinas electorales.

406
RESULTADO

El caso fue cerrado definitivamente con la devolución al Procurador General de la República de un


cheque por Bs.12.517.179,83, contentivo del adelanto recibido por la Automatic Voting Machines
Corporation, correspondiente al 15 por ciento del valor de 10.000 máquinas. Así quedó archivado este caso
y los venezolanos volvimos a votar con las clásicas tarjetas.

407
CASO: COVENITRO-NITROVEN

PRESIDENCIA: Raúl Leoni (1964-1969) Rafael Caldera (1969-1970)

FECHA DEL SUCESO: 1967 - 1970

FECHA DE DENUNCIA: 1970 - 1972

DENUNCIANTES: Revista Elite; Bernardoni, Jesús (Diputado Copei); Segnini La Cruz, Pedro (FND)

INVOLUCRADOS: Gordon, John Donald (Funcionario de IDI y Director de Nitroven); Ledezma Lanz, Antonio
(primer Director del IVP y Nitroven); Acosta Hernández, Eduardo (segundo Director del IVP y Nitroven);
Mariani, Domingo (Director y primer Vicepresidente para 1970); Sosa Pietri, Andrés (Asesor legal); Reni,
Faciano R. (Asesor técnico); Pérez Luciani, Gonzalo (Asesor legal); Martínez, Oscar (Asesor financiero);
Pérez Norzagaray, Carlos

INVESTIGADORES: Contraloría General de la República

DENUNCIA: Malversación de fondos y negligencia en concesión de licitaciones. Sobreprecios

MAGNITUDES: Bs. 157.500.000

MATERIA: Plantas químicas de urea y amoníaco

HISTORIA

En 1964, una firma establecida en las Bahamas, la International Development and Investment
Company Ltd. (IDI), se asocia a capital colombiano y funda Petroquímica del Atlántico S.A. (PASA) para la
instalación de una planta de amoníaco en la región del Magdalena, poniendo como condición que la obra
se le adjudicase a la C&I Gildler International (CIGI), a la cual estaba ligada. Transcurre más de un año y
PASA no había hecho nada por falta de financiamiento exterior. La CIGI se moviliza y gestiona un crédito
por 27 millones de dólares a través de la firma española de ingenieros Heredia y Moreno S.A. (HYMSA).
Contando con este crédito, PASA firma un contrato con la CIGI (febrero 1966) por $45.227.000 para la
instalación de una planta de amoníaco de 900 TM/día; una de urea 400TM/día, almacenamiento para
60.000Tm de amoníaco; un gasoducto; una planta eléctrica; un muelle; un edificio; una vía de acceso y las
obras complementarias denominadas off-sites. También se obligaba a suministrar repuestos y un avión.
No obstante, de los 27 millones en créditos prometidos, lo concedido se redujo a $7.162.000 para financiar
parte del proyecto en Barranquilla.

Al mismo tiempo, IDI comienza a promover en Venezuela, conjuntamente con el Instituto


Venezolano de Petroquímica (IVP), una planta petroquímica similar a la colombiana. Se dijo que el Sr.
Carlos Pérez Norzagaray, un colombiano en combinación con el grupo económico, también colombiano,
Torresi, logró influir en el Presidente Leoni para la compra de plantas de urea y amoníaco. En marzo 1967,
IDI establece un convenio con IVP para fundar NITROVEN, con participación en partes iguales de un capital
de un millón de bolívares. Una vez más, IDI hace que se contrate a CIGI y se le encomienda a ésta un estudio
preliminar por valor de 300 mil dólares (Bs. 1.350.000).

408
El gobierno colombiano, al enterarse de que la IDI promovía en Venezuela una planta petroquímica
similar a la del Magdalena, se pone en contacto con Venezuela. El Presidente Lleras apeló a su colega Leoni
y comenzaron a mezclarse los capitales. Para garantizar un mercado conjunto, en abril de 1967 se suscribe
un acuerdo de mutua participación de capitales entre PASA y el IVP, adquiriendo cada cual el 20 por ciento
de acciones del otro. En el aumento de capital a 6 millones de bolívares, la Petroquímica del Atlántico
(PASA) adquiere entonces el 20 por ciento de Nitroven. Sin embargo, en noviembre de ese mismo año se
decide que no era rentable la instalación de dos plantas idénticas en una misma zona y se acuerda trasladar
el proyecto de Barranquilla a El Tablazo, Venezuela. Con el fin de hacerse cargo del proyecto "PASA" en
Venezuela, en enero de 1968 se funda en Caracas la compañía COVENITRO, con participación a partes
iguales del IVP, IDI y PASA. El objetivo fundamental de la empresa era desarrollar en Venezuela la
producción de fertilizantes y productos químicos en general y la venta de los mismos, tanto en el país como
en el exterior.

Covenitro se hace cargo de las deudas de PASA que ascendían a $7.163.000, que los españoles
habían prestado a los colombianos para la instalación de la planta en el Magdalena. El personal de las
empresas IDI fue determinante en la selección de los proveedores y en la subrogación de los contratos
previamente suscritos por PASA.

Las empresas seleccionadas estaban vinculadas al mismo grupo IDI. Después de fundada Covenitro,
el Presidente del IVP (quien era también Presidente de Nitroven y Covenitro) firma en Europa con CIGI una
carta convenio para el diseño, ingeniería, adquisición e instalación de dos grupos de plantas químicas,
integradas cada uno por una unidad de síntesis de amoníaco de 900TM/día y una de urea de 1200TM/día,
las cuales operarían en el área de El Tablazo, Estado Zulia.

En febrero de 1968 Covenitro firma un contrato con CIGI por US$50.000.000 (Bs.225.000.000), el
cual, si bien aumentaba la capacidad de la planta de urea, sufría un deterioro con respecto al primitivo
contrato de Barranquilla, al cual sustituía, por excluir varias de las instalaciones y servicios proyectados, y
reduciendo la capacidad de almacenamiento. A pesar de ello, el contrato se firmó por $4.773.000 más, es
decir, Bs.21.478.500 más del que había suscrito PASA por mayor cantidad de obras.

Los proveedores europeos se negaron a traspasar a Covenitro los contratos suscritos con PASA, ya
que el gobierno colombiano no estaba dispuesto a sustituir las garantías de ésta a favor de Covenitro. Por
ello y otras dificultades, Covenitro no logró su propósito y en mayo de 1968 se traspasan las acciones a
Nitroven, asumiendo ésta todas las obligaciones con aval de la CVF.

Con la desaparición de Covenitro y el traslado a manos del Estado colombiano de las instalaciones
hechas en el Magdalena Venezuela perdió la cantidad de las deudas de PASA ($7.163.000) que había
asumido Covenitro. En septiembre de 1968, Nitroven firma otro contrato con CIGI por las restantes dos
unidades a un costo de 42 millones de dólares. De esta forma, la planta de El Tablazo quedó contratada a
un costo de 92 millones de dólares (Bs.414.000.000). Cuando Caldera asumió la Presidencia de la República
en 1969, ordenó el viaje de una misión venezolana a Londres para renegociar con la firma Power Gas los
contratos que le había traspasado PASA. La misión descubrió entonces que la deuda de $7.163.000 asumida
por Venezuela correspondía en realidad a las plantas instaladas en Colombia y no en El Tablazo.

La Dirección de Empresas Mixtas del IVP, en un análisis del costo de las plantas de Nitroven, estimó
un sobreprecio que oscilaba entre 18 y 22 millones de dólares. El 19 de enero de 1970, bajo nueva
administración, Nitroven ordena a la Compañía Parra, Ramos y Parra un estudio comparativo entre los

409
proyectos de El Tablazo y el Monómeros de Barranquilla; dicho estudio arrojó como resultado un
sobreprecio de $16.897.000 (Bs.76.036.500). El contrato CIGI-PASA incluía un tanque de almacenamiento
para 60.000TM de amoníaco, un tanque de almacenamiento para 400TM de urea, un gasoducto, servicios
auxiliares, un muelle, la vía de acceso a la planta, suministro de repuestos y un avión. En el contrato
venezolano, por el contrario, la CIGI se obligó únicamente a instalar las unidades y un tanque de
almacenamiento para 6.888TM de amoníaco, sin otras obras suplementarias.

Por otra parte, la compañía que hizo el estudio expresó que por un precio mucho menor (alrededor
de 57 millones de dólares), y con calidad probada, se hubiera construido una planta de amoníaco y otra de
urea. Por tanto, el sobreprecio estimado fue de unos 35 millones de dólares (Bs.157.500.000). A pesar de
este informe (ordenado por la misma Nitroven), donde se denuncia el sobreprecio y se cuestiona la
capacidad de CIGI, en febrero de 1970 la junta directiva del mismo organismo firma un nuevo contrato con
dicha empresa, con Heredia y Moreno y Dragados Construcciones S.A. Según se dijo, la firma de este nuevo
contrato era necesaria para asegurar el inicio de la producción luego de su construcción, pues los contratos
CIGINITROVEN no habían incluido todo lo necesario. Para la adquisición de servicios auxiliares y repuestos
para las baterías de las plantas se contrató montos que ascendían a 9 millones de dólares y para otros
equipos, que Nitroven adquiría directamente de CIGI y Heredia y Moreno, se contrató un valor aproximado
de 12 millones de dólares (Bs.54.000.000).

RESULTADO

El Informe de la Contraloría General de la República correspondiente al año 1970 concluyó que los
contratos, los cuales no eran sometidos a licitación, incluían sobreprecios a pesar de las rebajas en el
acuerdo de Cincinnati en enero de 1970. Dicho sobreprecio ascendía a 35 millones de dólares. Por otra
parte, las empresas del grupo IDI obtuvieron sustanciales ventajas en perjuicio de Nitroven, a través del
control que su personal tenía en la ejecución de El Tablazo, así como también en la selección y aprobación
de proveedores y contratos, pues directores de Nitroven y encargados de la adquisición de equipos eran a
su vez altos funcionarios de IDI.

A pesar de otras irregularidades, como la sustitución de obligaciones con intereses más altos o la
falta de documentación probatoria en cuanto a gastos pre operacionales en el proyecto inicial de
Barranquilla, el mismo informe dictamina que ninguno de los contratos suscritos con CIGI fue sometido a
licitación; posiblemente obedeciendo a la condición establecida por la empresa IDI al asociarse con el IVP
en Nitroven, de que los contratos fuesen adjudicados a CIGI, empresa a la cual estaba ligada por intereses
económicos.

Este informe concluye elocuentemente: "Dada la amplitud de las limitaciones que entorpecieron el
alcance de la intervención y la incertidumbre sobre la justedad y razonabilidad de los elementos mínimos de
prueba relativos a la contratación y ejecución del proyecto de Nitroven, no es posible emitir opinión sobre el
Balance General presentado por esa empresa al 31-12-69". El Tablazo se inaugura en 1972 sin estar en
condiciones de operar, alcanzando un costo cercano a 1.200 millones de bolívares, el cual había sido
previsto en 400 millones de bolívares. Según cálculos hechos por economistas, en 1975 se calculaba que el
valor real de las instalaciones era de 800 millones de bolívares. El inicio de actividades para el primer
trimestre de 1975 debió suspenderse por irregularidades encontradas en las tuberías (ver caso El Tablazo
1974).

410
CASO: CARIVEN

PRESIDENCIA: Rafael Caldera (1969-1974), Carlos Andrés Pérez (1974-1979)

FECHA SUCESO: 1974-1975

FECHA DENUNCIA: 1976-1979

DENUNCIANTES: Álvarez Domínguez, Luis (ex- Presidente de la CVF); Curiel, Marcel (ex- Presidente CVF);
Samanes Carranza, Francisco (Presidente de la CVF 1979)

INVOLUCRADOS: Gascue Ríos, Federico (ex- Presidente de Cariven); Sosa,

Carmen Amalia (accionista principal Cariven); Lozada Provenzali, José Ángel (ex-Presidente encargado
CVF); Sosa Ríos, Ricardo (ex- Comandante de la Marina, ex-Presidente de Cariven); Coronil Hartmann,
Alfredo

INVESTIGADORES: Encargados del informe confidencial de la CVF; Agudo Freites, Esteban (ex-Director de
la Consultorio Jurídica de la Fiscalía General de la República)

ACUSACION: Sobreprecio; estafa consumada

MAGNITUDES: Bs.50.000.000

MATERIA: Adquisición de barcos para cruceros

HISTORIA

En marzo de 1974, pocos días antes de la entrega de gobierno del Dr. Rafael Caldera, el Consejo de
Ministros autorizó a la Corporación Venezolana de Fomento para otorgar un aval por 50 millones de
bolívares (Bs. 50.000.000) a la Corporación Venezolana de Cruceros del Caribe (CARIVEN). El directorio de
la Corporación Venezolana de Fomento, según resolución N° 0344 resolvió conceder dicho aval con el
objeto de garantizarle el financiamiento requerido para la adquisición de dos barcos cruceros que serían
destinados a la realización de cruceros por el Caribe.

Las especificaciones en los documentos establecían que los barcos debían tener 800 toneladas de
peso, capacidad para 800 pasajeros, hacer 20 nudos de velocidad y ser de construcción reciente. Los barcos
adquiridos posteriormente, sin embargo, fueron dos cruceros obsoletos, el Santa Rosa y el Bahama Star,
ambos fuera de especificaciones. Después de todas las reparaciones, la capacidad máxima llegaba apenas
a 350 pasajeros. Uno de ellos tenía más de 15 años de servicio; y estando en deplorable situación se
encontraba en reparación en un astillero de los Estados Unidos y fue posteriormente rematado en Nueva
York a precio de chatarra por 300 mil dólares (alrededor de Bs. 1.200.000,oo). Dadas sus precarias
condiciones, los dos cruceros juntos no valían más de 3 millones de bolívares. Eso motivó que los propios
abogados de la CVF en los Estados Unidos recomendaran que los barcos fuesen rematados como material
de desecho o chatarra; puesto que éstos tenían también ciertas restricciones de uso por parte del
Departamento de Comercio de los Estados Unidos.

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La adquisición de estas naves se realizó a pesar de que el Ministro de Transporte había negado la
autorización para que Cariven las adquiriera. Informes presentados ante el directorio de la Corporación
Venezolana de Fomento señalaron la responsabilidad de los ex-presidentes de Cariven, Federico Gascue
Ríos, y contralmirante Ricardo Sosa Ríos. Este último demostró, sin embargo, que él había sido Presidente
de la empresa solamente once días ya que renunció porque el directorio era contrario al informe que
presentó sobre los barcos. Las operaciones financieras se aceleraron en 1975 con la aceptación de pagarés
a favor de The Merban Corporation, la cual a su vez abrió rápidamente cartas de crédito en el Security
Pacific International Bank a favor de Vintero Sales Corporation, vendedora de los barcos. Los pagarés
fueron avalados con la firma del dirigente sindical José Ángel Lozada Provenzali, presidente encargado de
la CVF. La operación de financiamiento fue investigada por la Contraloría General de la República desde
enero de 1976 y luego por la Fiscalía General de la República.

RESULTADO

En agosto de 1976, la Dirección de la Consultoría Jurídica de la Fiscalía General de la República, a


cuyo cargo se encontraba el Dr. Esteban Agudo Freites, dictaminó que la Junta Directiva de Cariven había
incurrido en el delito de estafa consumada, tipificada en el artículo 370 del Código de Comercio.

Las intervenciones de la Contraloría y la Fiscalía procedieron a raíz de una denuncia efectuada por
el Dr. Luis Álvarez Domínguez, cuando presidió la Corporación Venezolana de Fomento durante el gobierno
de Carlos Andrés Pérez. En medios políticos se dijo posteriormente que el énfasis dado a la actuación de
Álvarez Domínguez en el Caso Sierra Nevada se debió a esta acusación a Cariven y, concretamente, contra
Alfredo Coronil Hartmann, diputado e hijastro del ex-Presidente Rómulo Betancourt. No obstante, se dijo
que, para el momento de la operación fraudulenta, Coronil no era representante en Cariven, siendo el
Presidente de esta empresa Federico Gascue Ríos. En Resolución N° 212 del 2 de marzo de 1976 la CVF
acuerda demandar a Cariven, The Merban Corporation y Vintero Sales Corporation ante los tribunales de
Venezuela y contratar al abogado Jay Schafrann de Nueva York para representar a esta corporación ante
los tribunales en Estados Unidos. En Resolución N° 0529 del 31 de julio de 1979, fue aceptado el
advenimiento entre la CVF y los bancos, como resultado de las negociaciones conducidas por los
apoderados del instituto y en consecuencia se aprobó el pago de $6.663.292,53 por capital e intereses
adeudados a los bancos al 31 de agosto de 1979.

En 1979 la Fiscalía volvió a llamar la atención sobre la estafa, señalando que Cariven había obtenido
el aval de la CVG por 50 millones de bolívares presentándole a esta Corporación un acta fraudulenta que
testificaba un aumento ficticio de capital para que la empresa norteamericana The Merban Corporation (la
misma del caso FUNDALARA) otorgara dos créditos por 5 millones de dólares cada uno, para comprar los
barcos Santa Paula (luego Bahama Star) y Santa Rosa. Estas denuncias del año 1979 tampoco arrojaron
mayores resultados. Según la administración de Samanes, se había comprobado suficientemente que
Cariven había adquirido dos barcos viejos y en mal estado que no tenían las características y condiciones
estipuladas. De la compra de los dos buques, uno de ellos fue liquidado en Nueva York por deudas y el otro
estaba para esa fecha 70 en proceso de remate, siendo la recaudación de tan poco valor que, al decir de
Samanes, no ameritaba acción alguna.

412
Para concluir esta sección, es en estas condiciones, luego de una brutal campaña electoral, donde
Venezuela seria testigo de los grandes avances en marketing político para la época, que Rafael Caldera
terminaría su período, su adversario Carlos Andrés Pérez señaló al momento del acto de investidura: “hoy
me entrega (el gobierno) con sus manos limpias el ilustre venezolano Rafael Caldera” (142). Ya será tarea del
lector crear un juicio sobre la veracidad de esa afirmación.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
142. Gaceta del Congreso de la República de Venezuela. 1974. Tomo IV: Discurso de Toma de Posesión de Carlos Andrés Pérez. Caracas Venezuela: Congreso de la
República. Pág. 30.

413
6.7. Carlos Andrés Pérez, la Venezuela Saudita (1974–1979)
Con el apoyo de Betancourt, que atajó los rumores que auguraban su retorno al primer plano de la
política, AD postuló a Pérez para recuperar el poder en las elecciones del 9 de diciembre de 1973. Enérgico,
extrovertido y jovial, el tachirense desarrolló una campaña triunfalista y centró su programa electoral en
el debate del momento: el total control por el Estado de la extraordinaria riqueza petrolera, que había
hecho de Venezuela el país de América del Sur con los mayores ingresos por habitante (143).

Una de las ideas del candidato que más impactó al público fue la concepción del petróleo como el
instrumento de presión de las naciones en desarrollo para arrancar del primer mundo desarrollado un
orden económico internacional más justo, que democratizara el acceso a las nuevas tecnologías y librara
de hipotecas a los esquemas de desarrollo que cada país quisiera implantar de acuerdo con sus
especificidades.

El lema acuñado por Pérez “Democracia con Energía” hizo fortuna, y el ya popularmente conocido
como CAP (por las iniciales de su nombre compuesto y apellido) se impuso al candidato del oficialismo
copeyano, Lorenzo Fernández. A mucha mayor distancia quedaron Jesús Ángel Paz Galarraga, del
Movimiento Electoral del Pueblo (MEP, una escisión izquierdista de AD) y apoyado por el PCV, José Vicente
Rangel Vale, por el Movimiento al Socialismo (MAS) y apoyado por el MIR, y el veterano Jóvito Villalba
Gutiérrez, líder de la centroderechista Unión Republicana Democrática (URD). Además, AD salió triunfante
de las elecciones a las dos cámaras del Congreso y de la mayoría de los comicios a las asambleas legislativas
de los estados y los concejos municipales. La participación en las presidenciales, elevadísima, alcanzó el
96,5% del censo (144).

Estas elecciones tuvieron varios aspectos interesantes, en primer lugar, resaltaron el proceso de
decadencia de varios partidos venezolano, unos de larga tradición, como URD, otros con una trayectoria
más breve, como el FND, y otros de vida fulgurante, como el caso del MEP que tanta importancia llego a
tener en las elecciones de 1968.

En segundo lugar, aparecieron dos partidos dominando la escena política, muy por encima de
cualquier otro competidor, Acción Democrática y COPEI, como tradicionalmente había sido. Entre ambos
obtuvieron en esta ocasión el 85% de los votos para presidente y el 75% de los votos para el Congreso
Nacional. Más precisamente, Pérez obtuvo 2.130.743 votos para un 48,70% y Lorenzo Fernández saco
1.605.628 votos para un 36,70%. Paz Galarraga obtuvo 221.827 votos, para un 5,07% y José Vicente Rangel
saco 186.255 votos, para un 4,26%

Se consolida así un periodo de bipartidismo que durara hasta las elecciones de 1988. Acción
Democrática obtuvo para el Congreso 1.955.439 votos, un 44,44% y COPEI saco 1.330.514 votos, para un
30,24%. Algunos de los otros partidos confirman su decadencia definitiva como URD, el FDP y el FND, otros
descienden abruptamente, como el MEP que pasa de 475.909 votos a 218.192, hasta el PCV ve reducida su
leal votación a 52.754 sufragios, un 1,20%. La abstención llego a su mínimo histórico: 3,07% (145).

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
142. Roberto Ortiz. 2012. Carlos Andrés Pérez Rodríguez. Barcelona, España: Recuperado de:
https://www.cidob.org/biografias_lideres_politicos/america_del_sur/venezuela/carlos_andres_perez_rodriguez#2
144. Consejo Supremo Electoral. S/F. Elecciones Presidenciales, Cuadro Comparativo 1958-2000. Caracas, Venezuela: Dirección de Estadísticas Electorales.
145. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 54
Nota: A partir de este punto, el relato histórico partirá en gran medida de lo escrito por el historiador Diego Urbaneja.

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En tercer lugar, es importante destacar que son estas las primeras elecciones donde se ponen en
práctica técnicas sofisticadas de Marketing Político, con presencia importante de asesores extranjeros
contratados al efecto. En particular, CAP es objeto de una importante transformación de imagen, que
equivalía casi, en el terreno político, a una cirugía plástica. Había sido Pérez Ministro del Interior de
Betancourt, en lo más duro de la lucha antiguerrillera, y tenía la imagen lúgubre de ministro responsable
de la represión, nada exenta de desmanes como ya hemos visto que entonces, tuvo lugar, y a la cual
contribuía un Pérez de poco agraciados fluses grises y pelo ralo. Esa imagen fue transformada en una
juvenil, colorida, dinámica y moderna, con patillas y sacos a cuadros, tremendamente efectiva. Este énfasis
publicitario de las campañas electorales no hará sino aumentar, perfeccionarse y encarecerse en las
siguientes campañas electorales, por lo menos hasta las de 1998 (146).

En cuarto lugar, el MAS inicia un intento de difusión creciente de su mensaje de socialismo


democrático, esfuerzo que tenía que tratar de romper la asociación mental existente entre la mera idea y
palabra de “socialismo” con la de dictadura soviética o cubana, violencia armada, fusilamientos y campos
de concentración. Para ello era adecuada la imagen de su candidato, José Vicente Rangel, nombre vinculado
a la defensa de los derechos humanos y de la democracia y quien fue también objeto de una transformación
de imagen, al aparecer en la propaganda del MAS dibujado de una forma que de alguna manera recordaba
a la figura venerable de José Gregorio Hernández. El MAS logra obtener en las elecciones de 1973 una
votación de 232.756 votos, un 5,29%, votación que, si estaba muy alejada de los dos partidos más fuertes,
los coloca como un potencial tercera fuerza con perspectivas promisoras (147).

En todo caso, el resultado electoral significaba que el nuevo presidente, Carlos Andrés Pérez, llegaba
al poder con el respaldo de una amplia mayoría electoral (una ventaja de doce puntos porcentuales sobre
su más inmediato seguidor) y una fuerza en el Congreso que con un pequeño complemento se convertiría
en mayoría parlamentaria.

Venezuela es testigo entonces de la puesta en acción por cuarta vez consecutiva, del reparto y
distribución de poder en base a las premisas del Pacto de Punto Fijo, donde los dos grandes partidos
compartirán las altas cuotas de respaldo popular, que, en este caso, convergieron en un presidente con un
porcentaje de apoyo y ventaja como no se había visto desde la creación del régimen en 1958.

Esta situación de partida iba a concurrir con otra línea de acontecimientos que ocurría en el frente
petrolero. En el Medio Oriente se planteaba una situación de extrema conflictividad que condujo a un alza
de los precios petroleros que tuvo impacto mundial. Los países de la OPEP impusieron un aumento que
llevo al barril de petróleo a romper la barrera de los diez dólares (148).

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
146. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 55
147. Ídem. Pág. 55
148. Ídem. Pág. 56

415
Eso significaba que el nuevo gobierno iba a contar con un volumen de recursos mucho mayor que
el nivel de ingresos con los cuales había venido operando. Para que se tenga una idea de las magnitudes
implicadas, veamos unas cifras. Los precios del barril de petróleo venezolano habían oscilado desde 1950
alrededor de los dos dólares por barril. En 1970 estaba en 1,85 dólares. Para 1975 ese precio había saltado
a 10,99 dólares. Los ingresos fiscales del país eran en 1960 de 6.147 millones de bolívares, y para el 70
habían llegado a 10.252 millones. En el 75 esos ingresos serian de 40.370 millones de bolívares. En divisas,
Venezuela recibió 2.700 millones en 1970, y salto a 13mil millones en 1974 (149).

Para completar el trazado del contexto en el cual va a operar el nuevo gobierno, y esto es importante
para entender porque en aquella época se habló de la Venezuela Saudita, digamos que esta inyección
extraordinaria de ingresos, que mi colega Pedro Lárez examina a profundidad en el análisis económico de
la socialdemocracia dentro de este mismo libro, tiene lugar en una situación en la cual la paralización de
actividades de exploración en la que había caído la industria petrolera desde que en 1961 se había
anunciado la política de no más concesiones, había venido acortando el horizonte temporal de las reservas
petroleras del país. Esto traía como consecuencia, por un lado, la necesidad de relanzar la actividad
exploratoria y de fortalecer la industria petrolera, que tanto se había venido debilitando. Por el otro, la de
acelerar la construcción de una base económica alternativa, que pudiera compensar, y en ultimo termino
reemplazar, la industria petrolera como fuente recursos económicos para el país.

La fuerte base política del nuevo gobierno, su fortaleza financiera, la magnitud de los retos
planteados y las posibilidades que tenía para enfrentarlos, inducen un conjunto desbalance en el
funcionamiento del régimen puntofijista. A nivel de funcionamiento, que pudiéramos llamar el del
funcionamiento normal del Estado, de sus ministerios, institutos autónomos, de las principales políticas
que venían de atrás, las reglas básicas del reparto y de decisión siguen operando, consumiendo una
proporción determinada de los ingresos del Estado. Los partidos participan en el poder del Estado de
acuerdo a las cuotas que permite la fuerza electoral de la que han hecho gala y sus correspondientes
representaciones en los órganos deliberantes y en los que dependen de estos. Las reglas generales del
Pacto de Punto Fijo siguen funcionando, tanto que también se dispone de más recursos para satisfacer la
multiplicidad de intereses necesarios para que el régimen se mantenga estable y sano. Las fuentes de
conflictos se habían ido eliminando, los militares fueron institucionalizados, los guerrilleros pacificados y
los únicos que quedaban fuera del reparto eran los comunistas (150).

Pero a otro nivel, se dispara la discrecionalidad del Poder Ejecutivo, del Presidente, que se
convierte en el gran motor de un activismo estatal de una intensidad muy alta. Para construir una nueva
base económica no petrolera, el gobierno se lanza a la creación de nuevos entes y empresas estatales, que
se convierten en fuente de futuros compromisos e intereses, que habrán de ser integrados a las rondas de
la contabilidad del consenso. Grandes empresas, grandes proyectos, por donde circulan inmensas
cantidades de dinero, era la cumbre de un sistema (151).

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149. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 56
150. José Antonio Gil Yepes. 1978. El Reto de las Élites. Madrid, España: Editorial Tecnos.
151. Moisés Naim y Ramón Piñango. 1985. El caso Venezuela: Una Ilusión de Armonía. Caracas, Venezuela: Ediciones IESA.

416
Claro, este aspecto de la actividad gubernamental no contradice, aunque pudiera parecerlo, las
grandes reglas del pacto, puesto que de ningún modo ponen en peligro los niveles de apoyo a la democracia,
sino más bien lo contrario. Pero si ocurre que escapan al ejercicio consensuado de la renta petrolera,
porciones muy altas que pasan a ser manejadas por un poder ejecutivo hiperactivo y con un alto grado de
control sobre el apoyo parlamentario, para cuando este hiciera falta.

Esta independencia del Ejecutivo se ve acentuada por otro rasgo peculiar del estilo democrático
presidencialista: la incorporación a su gabinete y en cargos de gran peso, de ministros no pertenecientes a
AD, y con una extracción social, trayectoria política e inclinaciones ideológicas verdaderamente extrañas a
las típicas de los “compañeros del partido”. Aquí, estaría el origen del “Entorno de Pérez” y su
distanciamiento de AD (152).

Pero, sin duda, el que será el acontecimiento que marcara la primera gestión de CAP es la
estatización de la industria petrolera, más conocida como la nacionalización, ocurrida el primero de enero
de 1976. Si bien el grueso de las concesiones se debía revertir al Estado en 1984, la maduración de la
nacionalización se aceleró en esos años hasta el punto que el mismo Lorenzo Fernández, candidato del
partido COPEI, le pide a Caldera que sea el, el que de ese paso antes de dejar la presidencia.

Caldera no acogerá esa sugerencia y será durante los primeros dos años del gobierno de Pérez que
se negocia con las compañías y se discuten los términos de la ley de estatización que será finalmente
aprobada y promulgada el 29 de agosto de 1975 con el nombre de “Ley que reserva al Estado de la industria
y el comercio de los Hidrocarburos”. Los montos de la indemnización que habría que pagarle a las compañías
y el articulado de la ley dieron lugar a intensos debates, en particular el controvertido artículo quinto, que
abría la puerta a la presencia de las compañías petroleras en la operación de la industria estatizada, en la
modalidad de socias y no simplemente de contratistas, bajo la figura de convenios de asociación, es decir
convenios donde eran socios. Aquí nació Petróleos de Venezuela S.A. o la ampliamente conocida PDVSA
que se consagra como la empresa venezolana por excelencia para la extracción y exportación de petróleo
(153).

Dese el punto de vista de la política nacional, tal como la estamos enfocando, la estatización de la
industria petrolera tiene varios significados. En primer lugar, es el cumplimiento de una de las líneas del
programa que se planteó Rómulo Betancourt cuarenta y cinco años antes; el manejo por parte del Estado
de los recursos naturales básicos del país, en este caso, el principal.

Ya en 1974 había tenido lugar la estatización del hierro, otro de los grandes recursos que es
costumbre llamar “estratégicos” del país y que hasta entonces había sido explotad por dos empresas
norteamericanas.

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152. José Antonio Gil Yepes. 2016. Escenarios para Venezuela 2017-2030. Caracas, Venezuela: Ediciones de la Asociación Civil Centro Democracia.
153. Congreso de la República de Venezuela. 1975. Ley Orgánica que Reserva al Estado la Industria y el Comercio de Hidrocarburos. Caracas, Venezuela: Gaceta
Oficial.

417
Luego, es la incorporación al sistema de reparto de renta de un poderoso demandante, como lo es
la misma industria que la genera. Tanto más perentoria su demanda, cuanto que la industria requería
grandes inyecciones de recursos para su propia recuperación.

Esto se tradujo en la aparición de un poderoso actor, dentro del mismo Estado, en cuanto a los
procesos de generación y administración de la renta. Hasta ese entonces las compañías petroleras eran
entes externos al Estado, en una relación en la que el Estado fijaba la política petrolera, controlaba,
supervisaba y cobraba impuestos a las compañías, sobre todo por intermedio de un ministerio, el de Minas
e Hidrocarburos, el cual, para llevar a cabo esas exigentes tareas estaba en obligación de mantener un alto
nivel de calidad y fortaleza, para poder ser contraparte de tan poderosos interlocutores (154).

Ahora esos entes han entrado a formar parte del Estado mismo, aunque ya habían sido incluidos en
la repartición puntofijista, pues el sector empresarial tuvo un papel importante en el golpe de 23 de enero.
El ministerio ha de controlar a la que será la Empresa del Estado venezolano por excelencia.

El caso es que en los hechos empieza un proceso por el cual esta empresa estatal toma cada vez más
fuerza, en detrimento del ministerio, y juega un papel cada vez más predominante en las decisiones de
política petrolera, en todos sus aspectos. Tal proceso está lleno de incidencias, no es ni muchos menos un
camino recto y expedito, y menos aún un proceso que tuviera que ocurrir fatalmente. Su culminación
tendrá lugar unos cuantos lustros más tarde, pero las cosas se harán del modo que terminara por ocurrir
porque el germen de la justificación de sectores como el empresariado para dinamitar el régimen de
Betancourt, se encuentra en este evento acontecido en 1976. Ya nada fue lo mismo después de aquello (155).

En la visión que se tiene del desarrollo histórico de esta etapa de la política venezolana, es frecuente
ubicar en el primer gobierno de Carlos Andrés, una especie de quiebre histórico a partir del cual, la
construcción de Betancourt, que venía con resultados un poco positivos, tuerce su rumbo y lo pierde, para
entrar, luego de terminado ese gobierno, en un declive del que no podrá salir hasta su final, en 1998. Lo
que al respecto sostiene el escritor Diego Urbaneja (156) es que la abundancia de recursos libres, no
comprometidos con los programas en funcionamiento rutinario y que sobrepasaban los canales por los
cuales hasta entonces había corrido renta petrolera, administrados en la forma en que lo fueron por este
primer gobierno de Pérez, dieron lugar a que el régimen fuera colocado en un nuevo piso de
funcionamiento, con el cual habría de habérselas, sin tener el Estado venezolano ni el régimen puntofijista
la capacidad institucional para ello, una vez que pasara el estilo personalista de gobierno que uso con alta
discrecionalidad tales recursos, con el resultado mencionado.

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154. Tomas Straka. 2014. La Nación Petrolera. Caracas, Venezuela: Universidad Metropolitana.
155. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 59
156. Ídem. Pág 62

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Es de esta manera que pueden reinterpretarse, más allá de su significado obvio, las palabras con la
cual el ganador de las siguientes elecciones, en su discurso de toma de posesión, describió la situación en
que recibía la conducción del país. “Recibo un país hipotecado”.

Para insistir en este punto, Urbaneja (157) estableció a manera de ilustración del modo cómo
funcionan las cosas, lo siguiente, digamos que un aspecto del Estado que adquiere una gran expansión en
estos años es la Administración Pública Descentralizada, es decir la constituida por Institutos Autónomos
y sobre todo por empresas del Estado, que se crean o se expanden para hacerse cargo de todos esos
costosos proyectos que proliferan durante este gobierno. En esos cinco años se crearon 163 entidades
descentralizadas, mientras que, en los tres gobiernos anteriores, sumados, habían creado 143 (158). Estas
empresas tienen mucha mayor agilidad y autonomía gerencial que los entes de la Administración Pública
Centralizada, los ministerios básicamente. Ahora bien, esas empresas estatales son elementos muy
importantes del sistema puntofijista, porque a través de ellas podían atender las demandas de los distintos
sectores a los que había que mantener contentos para que el consenso sobre el que se construyó el pacto y
expresado a través del sistema populista conciliación de elites pudiera mantenerse, minimizando sus
conflictos y en ultimo termino con la renta petrolera solventar sus problemas y los costos de sus decisiones.

En lo inmediato, por ejemplo, pueden endeudarse sin mayores impedimentos, con bancos en el
exterior, para enjugar sus déficits, resolver deudas laborales, absorber mano de obra innecesaria por
necesidad clientelar de los partidos, pero, llegaría un punto en que esta sobredimensión del Estado sería
insostenible, he ahí uno de los orígenes de la deuda externa que le explotara en la cara a todos los
venezolanos en 1983, cuando el famoso viernes negro.

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157. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 63
158. Diego Urbaneja. 1995. Pueblo y Petróleo en la Política venezolana del siglo XX. Caracas, Venezuela: Editorial Monteávila.

419
Para finalizar nuestro recorrido por el primer gobierno de Carlos Andrés, al igual que en los
anteriores, a continuación, se apuntan algunos de los casos de corrupción de mayor envergadura de esta
administración, no exenta de polémica y que debido a los altísimos ingresos con los que conto, tuvo más
espacio para que estos hechos se suscitaran. De acuerdo al Diccionario de Corrupción de Venezuela (159)
podemos encontrar los siguientes:

CASO: AUTOBUSES IKARUS Y LEYLAND

PRESIDENCIA: Carlos Andrés Pérez (1974-1979)

FECHA DEL SUCESO: 1975

FECHA DE DENUNCIA: Septiembre 1979

DENUNCIANTES: Ferrer, Leonardo (Presidente de la Comisión de Contraloría de la Cámara de Diputados);


Rey, Luis Esteban (Periodista de El Universal, militante de AD); Olavarría, Jorge (revista Resumen)

INVOLUCRADOS: Arria Salicetti, Diego (ex- Gobernador del Distrito Federal)

INVESTIGADORES: Comisión de Contraloría de la Cámara de Diputados

DENUNCIA: Compra apresurada de autobuses sin licitación ni autorización de los organismos pertinentes;
fraude a la nación MAGNITUDES: Bs. 106.400.000 (valor total de autobuses IKARUS); Bs.75.095.200
(sobreprecio en autobuses Leyland) MATERIA: Autobuses

HISTORIA

A finales de 1974 y principios de 1975, la empresa estatal INVERSIONISTAS DEL TRANSPORTE


adquirió en Europa más de 1.200 autobuses sin que las autoridades municipales, supuestamente
encargadas del servicio público de transporte, estuvieran enteradas y sin que ninguna comisión de
contraloría estudiara el ofrecimiento ni investigara las ventajas o desventajas de los autobuses. Los
accionistas principales de Inversionistas del Transporte eran el Centro Simón Bolívar (CSB) y la
Corporación Venezolana de Fomento CVF); pero fue el gobernador de Caracas, Diego Arria, quien llevó
adelante, personalmente y sin consulta, las negociaciones de compra de los autobuses.

El 31 de mayo de 1974, Daniel Ficht había ofrecido a la Cámara Nacional del Transporte la cantidad
de 800 autobuses húngaros, marca IKARUS, al precio de Bs.133.000 cada uno, al contado y puestos en La
Guaira; ofreciendo la alternativa de venderlos a crédito, mediante financiamiento del gobierno húngaro,
con una cuota inicial de un 10% y el resto pagaderos en 5 años, con un interés de 7,5%. La Cámara del
Transporte no aceptó la oferta, quizá considerando otras ofertas; pero el Gobernador de Caracas no sólo la
aceptó precipitadamente, sino que al hacerlo violó los procedimientos usuales y legales para la gestión de
tales adquisiciones.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
159. Consorcio Capriles. 1989. Diccionario de la Corrupción en Venezuela Vol. I 1959-1979. Caracas, Venezuela: Consorcio de Ediciones Capriles.

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El Gobernador no convocó a licitaciones, saltó la aprobación de la Contraloría General de la
República para la adquisición y violentó las normas del Banco Central girando más de 100 millones de
bolívares de la cuenta corriente que tenía Inversiones de Transporte en el Banco Industrial de Venezuela;
en su veloz carrera, ni siquiera convocó a la Junta Directiva de Inversiones de Transporte, la cual era
presidida por él mismo, en su condición de encargado del Centro Simón Bolívar.

Los 800 autobuses fueron comprados de contado por Bs.133.000 cada uno; siendo estimado
posteriormente su valor en Bs.79.000 la unidad. En enero de 1975 se anunció, con gran despliegue
publicitario, el viaje que emprendía hacia Londres el gobernador de Caracas, Diego Arria. Desde la capital
británica llegaron despachos anunciando que Venezuela había encargado a la firma British Leyland 400
autobuses, junto con piezas de repuesto, por un monto aproximado de $26.400.000 de acuerdo a un
contrato firmado por el gobernador del Distrito Federal y Lord Stokes, presidente de Leyland. Los
despachos internacionales agregaban que el contrato venezolano ayudaría a la British Leyland a superar
dificultades financieras que le habían obligado, en diciembre de 1974, a pedir ayuda al gobierno inglés; no
habiendo superado sus dificultades, la negociación venezolana contribuía a impedir la quiebra. Mientras
tanto, en Caracas nada se sabía del asunto, las informaciones internacionales menearon el avispero de los
autobuses Ikarus y Leyland, simultáneamente.

Los organismos institucionales competentes (Congreso Nacional, Municipio y Contraloría)


manifestaron su desconocimiento en torno a lo pactado e insistieron en que no se cumplieron los trámites
imprescindibles para gestionar contratos de esta naturaleza. Se le reprochó al primer mandatario de la
Gobernación el haber marginado al Concejo Municipal del Distrito Federal, omitido la fiscalización de las
entidades contraloras y no haber consultado la calificada opinión de técnicos y asesores. La negociación
resultó especialmente extraña porque el gobernador Arria había informado que los autobuses Leyland
cumplirían servicio para el Instituto Municipal de Transporte, empresa agonizante de la municipalidad,
dependiente en ese momento del CSB. Arria explicó que, como el IMTC había sido prácticamente liquidado
durante la administración anterior, él había propuesto un plan para la creación de una nueva EMPRESA
METROPOLITANA DEL TRANSPORTE para sustituirlo. Aunque el proyecto había sido aprobado por el
Ayuntamiento, la nueva empresa no había sido constituida todavía, así que los autobuses serían comprados
por Inversiones del Transporte y entregados a la administración del IMTC hasta tanto estuviera formada
la nueva EMT. El Gobernador alegó en su defensa que los fondos utilizados para la adquisición de los
autobuses eran nacionales y, por tanto, no necesitaba la aprobación del Concejo Municipal.

Ante las noticias internacionales y las quejas de los concejales, Leonardo Ferrer, presidente de la
Comisión de Contraloría de la Cámara de Diputados, pidió que se abrieran las investigaciones y propuso
citar a Diego Arria, quien declaró ante la Comisión que no había firmado ningún contrato en Londres y que
su labor había consistido en asegurar un compromiso de adquisición sujeto a las condiciones que
estableciese el contrato a celebrarse, previa discusión y aprobación de la empresa adquiriente. Añadió el
Sr. Arria que toda empresa del Estado, al diligenciar cualquier operación no tenía por qué contar con el aval
de la Contraloría hasta tanto no se decidiese la negociación. Sin embargo, el proyecto de contrato no pasó
por Contraloría y se hizo la compra precipitada de los mencionados autobuses Leyland, disponiéndose
también de la misma cuenta de Inversiones del Transporte en el BIV. Cuando salió el escándalo a la luz
pública, la Waine International División se dirigió al Contralor de la República, sorprendida por no haber
sido llamada a licitación para ofrecer sus unidades autobuseras de 60 pasajeros, a Bs.90.062 por unidad y
puestas en la Guaira. El asombro de la Waine ratificó la desconfianza en la negociación, pues además de
ofrecer cotizaciones más baratas, que permitieron estimar el sobreprecio en la compra de los otros

421
autobuses, esa firma era una de las más solicitadas en el mercado venezolano, con más de 40 años de
experiencia en motores aclimatados, y ofrecía disponibilidad inmediata de repuestos en el país.

RESULTADO

Ante la Comisión de Contraloría de la Cámara de Diputados, Arria argumentó, para justificar la


compra precipitada de los autobuses, que él se había visto presionado por las empresas autobuseras del
Distrito Federal que reclamaban la compra de nuevas unidades de transporte colectivo. Con respecto a los
autobuses Leyland, y a pesar del escándalo, el único resultado fue la recomendación efectuada al Ejecutivo
Nacional por la Comisión Delegada, de que en el futuro la compra de unidades de transporte se hiciera a
través de licitaciones, teniendo en cuenta la producción nacional. Con respecto a los Ikarus, el caso no fue
investigado a pesar de que los autobuses resultaron ser de calidad fraudulenta. El piso de los mismos era
de cartón piedra el cual, para mayor tragedia, estaba podrido, causando la caída y muerte de un niño que
viajaba en uno de los autobuses.

La Inversionista del Transporte intentó repartir los autobuses concediendo préstamos de millones
de bolívares sin cumplir con las prácticas habituales de préstamos e ignorando la capacidad de pago de las
empresas transportistas. La Cámara de Transporte informó que los transportistas habían sido obligados a
comprar los autobuses, pues ellos preferían los vehículos Reo, Blue Hird y Mercedes Benz, mejor adaptados
al clima tropical, de mayor potencia y con disponibilidad de repuestos en el país. Además, los mismos
autobuses que habían sido ofrecidos a la Cámara del Transporte por 133 mil bolívares, fueron vendidos a
las empresas autobuseras de Caracas por Bs. 189.659 cada uno, valor que ascendía a Bs.256.591, si se
cuentan los intereses y gastos de cobranza establecidos, arrojando un sobreprecio de Bs. 123.591 por
unidad. Aunque fuese una estafa a los autobuseros, ello hubiera sido un buen negocio para el CSB si los
autobuses no hubieran resultado de mala calidad y se hubiese podido recuperar los créditos concedidos.
En los meses subsiguientes, los autobuses Ikarus fueron arrinconados como chatarra en los terrenos del
Instituto Municipal de Transporte en La Yaguara, donde todavía pueden ser vistos cuando uno baja por la
Panamericana, como expresivo testimonio de un delito sin responsables.

422
CASO: AVION PRESIDENCIAL

PRESIDENCIA: Carlos Andrés Pérez (1974-1979)

FECHA DEL SUCESO: 1976

FECHA DE DENUNCIA: Noviembre 1979

DENUNCIANTES: Petkoff, Teodoro; Olavarría, Jorge; Pérez, Carlos Andrés

INVOLUCRADOS: Pigna Santamaría, José Antonio; Gral. Paredes Bello, Fernando (ex- Ministro de la
Defensa)

INVESTIGADORES: Ministro de Justicia (Echeverría, Juan Martín)

DENUNCIA: Cobro de comisiones en adquisición de avión presidencial

MAGNITUDES: $500.000 MATERIA: Avión Boeing 737

HISTORIA

En 1975 la nación adquirió un avión Boeing 737 para uso de la Presidencia de la República; previo
rechazo de una oferta de otro avión comparable, de la firma Douglas, a un precio menor en 3 o 4 millones.
Se dijo que el Estado venezolano no había negociado directamente, sino por intermedio de los señores
Raymond Smith (inglés) y Julio Pocaterra, pero nunca se ofreció más información sobre la participación
real de estos señores en la negociación.

La información sobre el caso salió a la luz a raíz de un juicio iniciado en Estados Unidos contra la
Boeing, al que fueron citados David Morales Bello y el ex-ministro de Justicia Juan Martín Echeverría. José
Antonio Pigna fue acusado de corrupción en la compra a la Boeing del avión presidencial. A Carlos Andrés
Pérez, Juan Martín Echeverría y David Morales Bello se les reprochó encubrimiento, pues no revelaron la
información que les fue suministrada en Estados Unidos. Sin embargo, en un programa televisado el día
miércoles 31 de octubre de 1979, Carlos Andrés Pérez afirmó que él mismo había denunciado a los señores
José Antonio Pigna y Julio García Vallenilla como responsables de corrupción, acusándolos de hacer
negocios turbios y recibir comisiones; el primero en la compra del avión presidencial y el segundo en la
adquisición de los aviones Douglas por Aeropostal (véase el caso). Insistió el ex-Presidente Pérez que, a
pesar de sus denuncias, los tribunales no los habían sancionado.

Posteriormente se supo que el Departamento de Estado norteamericano, por mano de Cyrus Vanee,
había entregado en el mes de julio de 1978 al ministro de Justicia, Juan Martín Echeverría, los expedientes
levantados por ellos contra la Boeing, donde se incluía el negocio del avión presidencial. Se comentó
también que el Presidente Luis Herrera Campins había recibido un informe que vinculaba a José Antonio
Pigna con el Gral. Fernando Paredes Bello a quien, según se dijo, el primero servía de testaferro. Corrió el
rumor entre corrillos que dicho informe contenía copias de cheques recibidos por el General Paredes Bello.

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RESULTADO

Nunca se supo qué pasó con los documentos del Departamento de Estado norteamericano; si
pasaron a la Fiscalía General de la República o se engavetaron o si se los quedó el ex-Presidente Pérez.

El nuevo Presidente Luis Herrera Campins no reveló públicamente el contenido del informe sobre
el avión presidencial, ni las copias de los cheques que involucraban al ex-Ministro de la Defensa, Paredes
Bello, quien fue postulado como Embajador en Francia. Ello causó gran extrañeza y comentario en la
opinión pública sobre las razones para que el gobierno de Luis Herrera postulase a un militar para un cargo
diplomático sin requerimientos castrenses.

En enero de 1979, los tribunales penales declararon terminada la averiguación sumarial seguida al
ciudadano José Antonio Pigna Santamaría, funcionario de la línea aérea VIASA, por acusación de recibir
una comisión de 500 mil dólares en la compra del avión presidencial Boeing 737. La averiguación sumarial
fue iniciada el 10 de enero de 1977 por orden del Presidente Carlos A. Pérez. El expediente fue conocido
por el Juez Octavo de Instrucción, Dr. Luis Armando García Sanjuán, cuya decisión asentó claramente que
no se había demostrado el cuerpo del delito, declarando terminada la investigación por cuanto los hechos
no revestían carácter penal. Esta decisión la conoció la Juez de Primera Instancia en lo Penal, Dra. Delia
Estaba Moreno, y el Tribunal Superior Séptimo en lo Penal, por la Dra. Carmen Beatriz Romero, quienes
confirmaron la decisión del Instructor. Como no fue presentado recurso de casación, este juicio quedó
definitivamente cerrado.

424
CASO: BANTRAB

PRESIDENCIA: Carlos Andrés Pérez (1974-1979)

FECHA DEL SUCESO: 1975

FECHA DE DENUNCIA: 1979

DENUNCIANTES: Olavarría, Jorge (revista Resumen)

INVOLUCRADOS: Arria Salicetti, Diego; Delfino, Enrique; Malavé Villalba, Augusto (dirigente obrero);
Pulido, Manuel Antonio

INVESTIGADORES: Ingenieros Sucre Figarella, Leopoldo y Miranda, Euclides

DENUNCIA: Sobreprecio de Bs. 190.000.000 MAGNITUDES: Bs. 190.000.000

MATERIA: Obras urbanísticas del Metro de Caracas

HISTORIA

Augusto Malavé Villalba, a nombre del Banco de los Trabajadores de Venezuela (BTV), y Camilo
Daza, a nombre de CENTRO SIMON BOLIVAR (CSB), ordenaron en 1977 la evaluación de los proyectos y
obras urbanísticas en torno a las licitaciones del Metro en terrenos del CSB. La evaluación fue efectuada
por los ingenieros Sucre Figarella y Euclides Miranda, quienes concluyeron que existía sobreprecios por el
orden de 72 millones de bolívares en los proyectos y obras contratadas. La evaluación reveló que los
sobreprecios provenían del cobro de estudios y proyectos (sísmicos, de suelos, de supervisión
arquitectónica, de administración y organización, etc.) que se cobraban por separado, aun cuando estaban
incluidos en el convenio original para la ejecución de todo el desarrollo urbanístico. Otra fuente de
sobreprecio fue el proyecto de un edificio que se repetía 42 veces y era cobrado cada vez como un proyecto
original. Lo usual en esos casos es que el proyectista cobre por el proyecto original y luego un porcentaje
por la repetición del mismo proyecto, su adaptación al terreno y su supervisión.

La evaluación de los ingenieros puso sobre el tapete los contratos del CSB y una empresa privada
BANTRAB. La prensa reveló que Diego Arria había firmado el 26 de septiembre de 1975 un contrato con la
empresa BANTRAB mediante el cual acordaron que el Centro Simón Bolívar aportaría los terrenos y
BANTRAB asumiría el financiamiento de los estudios, proyectos, construcción, inspección y administración
de las obras urbanísticas en terrenos circunvecinos a las estaciones del Metro, comenzando por las de La
Hoyada, Parque Carabobo y Plaza Morelos (hoy Bellas Artes).

BANTRAB había sido constituida el día anterior por los siguientes accionistas: Banco de los
Trabajadores (BTV), con el 50% de las acciones; Inmobiliaria La Florida, de Enrique Delfino, con el 30%; y
el economista Manuel Antonio Pulido con el 20 por ciento.

Poco después, BANTRAB contrató con su propio accionista, Inmobiliaria La Florida, representada
por su director, ingeniero Enrique Delfino, un contrato por 160 millones de bolívares para la elaboración
del proyecto. Luego, Diego Arria, en nombre del CSB, firmó contratos por 92 millones de bolívares con
cuatro empresas del grupo de Delfino para la supervisión arquitectónica de los edificios en torno a las

425
estaciones La Hoyada y Parque Carabobo, y otro contrato para la "coordinación y administración" de las
obras por Bs.272.800.000. Con la firma ORCAVEN, Arria contrató los estudios de suelos por Bs.68.800.000.
La prensa hizo estimaciones más atrevidas que los valuadores, calculando que los sobreprecios llegaban a
más de 190 millones de bolívares.

BANTRAB canceló sus obligaciones con los subcontratistas, emitiendo pagarés aceptados para ser
pagados a su vencimiento por el CSB.

Cuando en marzo de 1974 ascendió Carlos Andrés Pérez a la Primera Magistratura nacional, designó
a Diego Arria como Gobernador del Distrito Federal y Presidente del Centro Simón Bolívar. Hasta ese
momento prevalecía el criterio técnico del MOP de que el Metro fuera subterráneo, desde que en julio de
1968 el Congreso Nacional había autorizado las operaciones de crédito público para financiamiento del
proyecto. Entonces surgió intempestivamente un intento de paralización de ese plan para que se
considerara un proyecto japonés de "aerocarril" superficial, similar al existente en Tokio, preconizado por
el nuevo Gobernador de Caracas, argumentándose que era más barato y podía extenderse hasta el Litoral
Central. Este proyecto estaba representado por Enrique Delfino y tuvo en Diego Arria su principal defensor.

Se levantó en torno a él una gran polémica periodística y confrontación de intereses, pues la nueva
opción daba al traste con todos los estudios realizados hasta la fecha por la Oficina Ministerial del
Transporte y estaba en contra de todas las recomendaciones y opiniones de los asesores de dicha oficina y
de todos los expertos nacionales e internacionales invitados en diferentes oportunidades para evaluar la
solución escogida.

Tal consideración retrasó la obra más de lo que ya lo había sido, pero cuando el Colegio de
Ingenieros en asamblea plena, se pronunció categóricamente por la solución subterránea, el Presidente de
la República tomó la decisión de continuar el proyecto original subterráneo, concediéndose la buena pro
al consorcio francés, en 1978. Se dijo entonces en los altos niveles financieros y políticos, que, como
compensación a la pérdida de ese negocio, se le concedió al proponente del "aerocarril" los negocios a que
se refiere la anterior información.

RESULTADO

Según el Informe de Contraloría de 1979, el convenio CSB-BANTRAB se estableció para la ejecución


conjunta del desarrollo urbanístico de los terrenos propiedad del CSB situados alrededor y en zonas
adyacentes a las estaciones del Metro de Caracas: Bellas Artes, Parque Carabobo y La Hoyada; dicho
convenio consta en documento de fecha 26 de septiembre de 1975, modificado en julio de 1976 y
noviembre de 1977. El convenio de julio de 1976 establecía en su cláusula 25 que el pago de los contratos
por inspección técnica y supervisión de proyectos estaría a cargo de BANTRAB; sin embargo, que el CSB
efectuó el pago de las valuaciones de supervisión, presentadas por las empresas QUEPREVEN, C.A.,
MANORCA, C.A., TABASA, S.A. y EDIFICACIONES STORNI, C.A.

Para 1980, como resultado del análisis practicado al convenio con BANTRAB se derivaron las
conclusiones siguientes: el contratista presentó, con cargo al contrato, valuaciones correspondientes al
lapso 2-76 a 3-79 por un total de Bs. 1.760.394,50 y le fueron otorgados por el CBS Bs.1.455.856,50,
quedando pendiente un pago por Bs.47.577, así como la devolución de retenciones por la cantidad de
Bs.264.052,35.

426
Respecto a los trabajos realizados, el Informe de Contraloría señaló que el estado de los mismos no
permitía formarse una opinión sobre el alcance de las actividades y, en consecuencia, no se podía constatar
si se había dado efectivo cumplimiento a las obligaciones establecidas en el contrato. Según la fecha de las
últimas valuaciones presentadas por BANTRAB, las obras debían haber sido concluidas en enero de 1979;
pero los informes quincenales que la empresa debía entregar entre los meses de junio 1978 y marzo de
1979 no fueron presentados.

La Contraloría recomendó verificar si el contratista había dado cumplimiento a sus obligaciones e


igualmente precisar los trabajos realizados en el lapso febrero 1978 a marzo 1979 que justificaran las
valuaciones pagadas, y, de acuerdo a los resultados, se procedería al reintegro de retenciones y cancelación
de valuaciones pendientes. En octubre de 1980, el CSB notificó su decisión de no realizar pago alguno hasta
tanto no se diera cumplimiento a las recomendaciones de la Contraloría. En el Informe de Contraloría
correspondiente al año 1981 y siguientes no aparece ninguna referencia al convenio CSB- BANTRAB.
Tampoco se conocieron otros resultados.

427
CASO: CORDIPLAN

PRESIDENCIA: Carlos Andrés Pérez (1974-1979)

FECHA DEL SUCESO: 1974,1975,1976

FECHA DE DENUNCIA: Diciembre 1977

DENUNCIANTES: Azpúrua Marturet, Lorenzo (Ministro de Cordiplan)

INVOLUCRADOS: Tineo Solazar, Helly (Viceministro de Planificación); Matos Núñez, Yerovi (ex-Director de
Administración); Briceño Navas, Napoleón Ramón; Sosa de Terán, L. Josefina

INVESTIGADORES: Comisión Investigadora contra el Enriquecimiento. Ilícito (CIEI) y el Tribunal XI de


Primera Instancia en lo Penal.

DENUNCIA: Peculado; sustracción de dinero de la caja de ahorro de los empleados y obreros del Ministerio
de Planificación MAGNITUDES: Bs.3.000.000

MATERIA: Ahorros de obreros y empleados

HISTORIA

En diciembre de 1977, el ministro de CORDIPLAN, Lorenzo Azpúrua Marturet, denunció


irregularidades en ese Ministerio, en perjuicio de los presupuestos de Cordiplan correspondientes a los
años 1974,1975,1976, bajo la administración del ministro Gumersindo Rodríguez. El nuevo ministro
Azpúrua Marturet declaró que había detectado sustracción de dinero de la caja de ahorros de los
empleados y obreros, uso irregular de las partidas del presupuesto de ese despacho y cobro injustificado
de cheques. Azpúrua Marturet informó sobre dichas anormalidades al Presidente de la República, Carlos
Andrés Pérez, quien ordenó proseguir las investigaciones hasta dar con los culpables. De acuerdo con las
auditorías efectuadas en la Caja de Ahorros y el Departamento de Administración de Cordiplan, se informó
que las cantidades faltantes ascendían a 3 millones de bolívares. La Comisión Investigadora contra el
Enriquecimiento Ilícito (CIEI) procesó el expediente sobre dichas irregularidades involucrando a los
funcionarios de Cordiplan, ciudadanos Helly Tineo Salazar (ex-viceministro de Cordiplan y miembro de AD,
grupo piñeruista); Yerovi Matos Núñez (exdirector de Administración de Cordiplan); Napoleón Briceño
Navas y L.J. Sosa de Terán. Encontrando responsabilidad administrativa, el caso pasó a los Tribunales
Nacionales.

428
RESULTADO

El 2 de diciembre de 1977, el Juez Sexto de Primera Instancia en lo Penal, Dr. Antonio Guevara
Sifontes, dictó auto de detención contra los implicados de peculado en Cordiplan. Fueron impuestos los
autos de detención a los ciudadanos: Napoleón Briceño Navas, Yerovi Matos Núñez y Laura Sosa de Terán.
Al ciudadano Helly Tineo 1 no le fue impuesto porque se encontraba en el exterior.

En marzo de 1978, el Juez Superior Tercero en lo Penal, Dr. Juan Pablo Izquierdo, declaró terminado
el caso Cordiplan, revocando el auto de detención y declarando fuera de toda implicación al Dr. Helly Tineo
Salazar y al Dr. Napoleón Navas. Al Dr. Yerovi Matos Núñez se le declaró incurso en peculado atenuado
(cuando el perjuicio no es grave o es enteramente reparado antes de ser sometido a juicio el acusado), el
cual, según el artículo 195 del Código Penal, es castigado con prisión de 3 a 21 meses. La misma sentencia
le fue dictada a la ex-secretaria Sosa de Terán, como cooperadora del delito.

429
CASO: FRAGATAS ITALIANAS

PRESIDENCIA: Carlos Andrés Pérez (1974-1979)

FECHA DEL SUCESO: 1975

FECHA DE DENUNCIA: 1975,1979

DENUNCIANTES: Muci Abraham, José (Contralor General de la República);

Ferrer, Leonardo (Presidente de la Sub-Comisión de la Comisión de Contraloría de la Cámara de


Diputados); Murillo Font, Francisco (Diputado del MEP); Monagos, Aquiles (Jurista en ejercicio de la Acción
Popular)

INVOLUCRADOS: Aoún, Alberto (Agente Operacional de la Cantieri Navall Reunit); Pérez, Carlos Andrés
(Presidente- de la República); Matos, Cecilia

INVESTIGADORES: Comisión de Contraloría del Congreso Nacional; Contraloría General de la República;


Juez V de Instrucción; Tribunales Militares.

DENUNCIA: Sobreprecio y cobro de comisión en compra de fragatas.

MAGNITUDES: Bs.3.650.000.000 ($341.000.000 de recargo sobre el valor de las fragatas por cláusula de
escalada de precio según inflación)

MATERIA: Fragatas

HISTORIA

A finales de 1975 ocupó la atención pública el asunto de la compra de 6 fragatas efectuada en Italia
por la Marina de Guerra venezolana. El entonces Contralor General de la República, Dr. José Muci Abraham,
intervino en el asunto, presentando diversas objeciones entre las cuales se encontraba especialmente la
objeción a cierta cláusula de "escalada de precio", que aceptaba el derecho de la firma vendedora a subir
los precios de acuerdo a la inflación, desde la firma del contrato de encargo de las fragatas hasta la fecha
de su entrega. Según el Contralor» ello significaba que los precios convenidos en el momento del contrato
no tenían ninguna validez, puesto que podían ir subiendo de acuerdo al arbitrio de los vendedores y a una
rata de inflación italiana, pues en Venezuela no existía inflación para ese momento. Se trataba,
evidentemente, de una cláusula leonina, alegando el Contralor que el precio de las fragatas podía duplicarse
o triplicarse. El diputado Leonardo Ferrer se hizo eco de las objeciones del Contralor y presentó en el
Congreso un cuestionamiento del contrato rechazado por Muci Abraham.

A pesar de las objeciones del Contralor y de la denuncia parlamentaria, fue firmado el contrato y
aceptada la cláusula de escalada de precio.

Efectivamente, las fragatas costaron, a la larga, mucho más que el precio convenido originariamente.
La CANTÍERI NAVALE RIUNITI DI RIVA TRICOSO (empresa vendedora), subió los precios sin proporción
con ningún índice de inflación: el precio original de las fragatas había sido 507 millones de dólares
($480.000.000, precio básico de las fragatas, más $27.362.000 correspondiente a repuestos); para el mes

430
de julio de 1978, la firma vendedora agregó dos partidas adicionales por concepto de escala de precio,
montantes a $18.000.000 y $323.000.000; es decir, un total de $341.000.000 como recargo del precio
original cuyo costo ascendía así, para julio de 1978, a $848.000.000, lo cual equivale, a precios del 78, a
3.650 millones de bolívares.

En 1977, el Ministro de la Defensa advirtió en declaraciones a los medios de comunicación, y en un


comunicado publicado en todos los diarios, que se abriría juicio militar contra los periódicos y periodistas
que hablaran del asunto, convirtiéndolo así en un tema tabú. Con tal amenaza se produjo la erradicación
del tema de las páginas de la prensa hasta el momento en que un artículo de prensa italiana, en 1979,
promovió una investigación parlamentaria que generó un nuevo escándalo público.

En efecto, el 25 de marzo de 1979, la revista italiana L’Espresso, de circulación internacional, publicó


un extenso reportaje, "Un escándalo Génova-Caracas" del periodista Gabriel Invernizzi, donde éste
denunciaba graves irregularidades perpetradas durante los últimos meses de gobierno del Sr. Carlos
Andrés Pérez, implicando al ex Presidente y a Cecilia Matos en la venta de las fragatas italianas a la Marina
Venezolana. Según el periodista italiano, en dicha negociación hubo un sobreprecio de 60 millones de
dólares, de los cuales 40 millones habían sido para Cecilia Matos.

En Abril de 1979, las revelaciones del escandaloso artículo de L’Espresso fueron llevadas a la
Cámara de Diputados por el diputado Murillo Font de la fracción del MEP (Movimiento Electoral del
Pueblo). Dada la gravedad de las acusaciones a nivel internacional, y ante denuncia formulada por el jurista
Dr. Aquiles Monagas, para que se investigara si había existido sobreprecio por $21.000.000, y si éste estaba
bien causado o implicaba la comisión de un hecho punible, la Cámara de Diputados declaró urgente una
investigación exhaustiva sobre la compra de las 6 fragatas hechas por la Marina de Guerra en Italia. La
Cámara designó una sub-comisión presidida por Leonardo Ferrer, acompañado por los investigadores
Homero Parra; Carlos Altimari; Gustavo Mirabal y Juvencio Pulgar. Esta investigación llevó el sonado
asunto de nuevo ante la opinión pública.

RESULTADO

Los ex-presidentes Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez fueron citados a la Comisión de la
Contraloría de la Cámara de Diputados a fin de precisar cuándo comenzaron realmente las negociaciones
sobre fragatas y misiles. Caldera negó ser el iniciador de las negociaciones y la Comisión no encontró
vinculación directa del ex-Presidente Pérez y su amiga, Cecilia Matos, en el negocio de las fragatas. El 2 de
mayo de 1979, el ministro de la Defensa, general Fernando Paredes Bello, fue interpelado por la Comisión
de Contraloría de la Cámara de Diputados sobre la compra de las fragatas italianas para la Marina de
Guerra, declarando que ningún oficial de las Fuerzas Armadas había estado involucrado en el cobro de
comisiones.

Por unanimidad, la comisión parlamentaria encargada de investigar el millonario negocio de las


fragatas italianas, concluyó que no había sobreprecio y que había un sólo culpable: el comisionista Alberto
Aoún, quien aceptó haber cobrado como intermediario de la operación con la firma constructora italiana,
más de $1.250.000, equivalente al 0,25% del monto básico de la negociación. El Presidente de la Cantieri
Navale, Enrico Boccini, reconoció ante la comisión parlamentaria, haber pagado a Alberto Aoún, una
comisión de Bs.8.997.000 equivalente a al 0,25% del valor de las seis fragatas ($480.000.000) y Bs.720.000
equivalentes al 0,30% del valor de los misiles (Bs.240.000.000) por su participación como agente

431
operacional sin poder y por el uso de sus oficinas, télex, viajes a Italia, etc. a lo largo de las negociaciones
con el Estado Venezolano.

El abogado Aquiles Monagas, ejerciendo la acción popular, solicitó la apertura de una averiguación
sobre el negocio de las fragatas. El Juez IV Penal, Guillermo Tell Aveledo, remitió el expediente al Juez V de
Instrucción, Dr. Ricardo Vera Delgado, quien solicitó y obtuvo del Presidente del Congreso, Dr. Godofredo
González, todos los recaudos relacionados con esta operación investigada por el Congreso de la República.
El fiscal general de la República, Pedro J. Mantellini González ofició al ministro de la Defensa, general Luis
E. Rangel Bello, solicitando la apertura de un juicio militar para determinar si hubo pago de sobreprecio u
otras irregularidades, ya que, a criterio del Ministerio Público, los dineros invertidos en la compra de las 6
fragatas fueron fondos militares, por lo que tal competencia debería ser de los tribunales militares. Tanto
los tribunales militares como los ordinarios concluyeron que no había sobreprecio, a excepción de la
comisión cobrada por Alberto Aoún y que podía considerarse como pago de servicios.

432
CASO: FRAUDE DE LA LECHE

PRESIDENCIA: Carlos Andrés Pérez (1974-1979)

FECHA DEL SUCESO: 1973; 1977-1979

FECHA DE DENUNCIA: Febrero 1979; noviembre 1973

DENUNCIANTES: En 1973: Cardozo, Hilarión (Gobernador del Zulia); González, Godofredo (del partido
COPEI; Ministro de Fomento). En 1977-1979: Vegas Benedetti, Luis (Gobernador del Distrito Federal); Osío
Sandoval, Miguel (ex- Presidente del INN); Bermúdez Chaurío, Luis (Presidente del INN).

INVOLUCRADOS: García Rodríguez, José Domingo (ex-Jefe de Proveeduría del INN-1978); Cubillan, Ramón
de Jesús (Departamento de Asuntos Sociales de la Prefectura del Dpto. Libertador-1978) y su adjunto:
Bazurco, Manuel Enrique; Gómez, Guido (Gerente de Llapeca y dirigente de AD en 1973). Altos funcionarios
del Instituto Nacional de Nutrición; dirigentes de Acción Democrática, jefes civiles y representantes de
Juntas Comunales del Distrito Federal y del Edo. Zulia.

INVESTIGADORES: PTJ; Comisión de la Policía; Oficina Regional de Protección al Consumidor; Consultor


Jurídico de la Gobernación del Zulia y el Prefecto de Maracaibo

DENUNCIA: Enriquecimiento ilícito; acaparamiento con fines electorales

MAGNITUDES: Bs. 160.000.000 (denuncia de 1979)

MATERIA: Leche en polvo popular

HISTORIA

Siete días antes de la toma de posesión de Luis Herrera Campins, el gobernador del Distrito Federal,
Luis Vegas Benedetti, puso en conocimiento del ministro del Interior, Manuel Mantilla, y de otros altos
funcionarios gubernamentales, la comprobación de irregularidades efectuadas con la leche en polvo
popular y los programas de distribución. Al encargarse el nuevo presidente del Instituto Nacional de
Nutrición (INN), Luis Bermúdez Chaurío denunció la desaparición de toneladas de leche del INN destinadas
a los programas de distribución a niños de escasos recursos. El presidente del INN involucraba en su
denuncia a su antecesor, Miguel Osío Sandoval, quien respondió revelando que él había hecho 22 sucesivas
denuncias a la Policía Judicial, la Gobernación del Distrito Federal y a la Prefectura de Caracas sobre los
robos de leche popular; pero que ninguno de esos organismos procedió a investigar y aplicar sanciones.

El Dr. Osío presentó oficios desde junio de 1977 hasta comienzos de marzo de 1979, dando cuenta
de fraudes en el programa de leche en polvo ocurridos en los estados Nueva Esparta, Guárico, Yaracuy,
Zulia, Mérida, Lara, Aragua, Caracas y la misma sede del INN. Añadía Osío en su defensa que tanto el
Presidente Carlos Andrés Pérez como el gobernador Mantilla conocían de los fraudes y robos de leche
popular y que lo habían alentado a denunciarlos; pero, excepto las dos últimas denuncias, reveladas luego
por el gobernador Vegas Benedetti, todas las demás fueron archivadas. La impunidad fue tal, según Osío,
que cuando él, por supuesto fraude, destituyó del INN a un militar retirado, el militar fue acreditado a un
consulado en Estados Unidos. Luego de varias averiguaciones efectuadas por el nuevo gobierno, se

433
comprobó que la leche era sacada de los depósitos de distribución popular y enviada a las residencias de
algunos dirigentes parroquiales de A.D.

Se habló de sustracción y comercialización ilícita por valores cercanos a 150 millones de bolívares.
Las primeras investigaciones revelaron pérdidas millonarias en Caracas, Zulia, Carabobo, Sucre. En otros
estados, como Mérida, Guárico, Nueva Esparta, Monagas, Portuguesa, etc., las cantidades eran menores,
pero ascendían a cientos de miles de bolívares. En lugar de ser entregada a los destinatarios del programa
popular, la leche era distribuida con fines políticos y clientelistas o para consumo personal y familiar de los
dirigentes adecos; o era comercializada en abastos y supermercados; o licuada como leche pasteurizada
fraudulenta. Se descubrió que, en Barquisimeto, Zulia y en la región Capital se efectuaba adulteración hasta
por tres veces la cantidad de leche original. También se descubrió reciclaje de la leche en polvo popular y
su conversión en queso.

Tanto la leche adulterada como este producto derivado eran llevados principalmente a Colombia
donde, por la escasez, había mercado para tales productos irregulares. La PTJ descubrió y decomisó 80
cajas de leche con el sello del INN en una residencia particular en Chapellín de un miembro de la Junta
Comunal. Detuvieron a 7 personas, integrantes de la Junta Comunal de El Recreo, como responsables de la
tenencia de leche robada. La PTJ investigó a los integrantes de la mayoría de Juntas Comunales y Jefaturas
Civiles, encargados de la repartición de leche popular, encontrando irregularidades tales como
abultamiento de las listas de beneficiarios, obteniendo excedentes que eran comercializados en abastos y
supermercados, donde fueron decomisadas cerca de 2.000 cajas de leche del INN. Aunque el escándalo fue
levantado en 1979, se expresó como una anormalidad regular cometida con el producto de consumo básico
durante la administración de Carlos Andrés Pérez.

Ya en noviembre de 1973, Hilarión Cardozo (gobernador del Zulia), Godofredo González (ministro
de Fomento), y los medios de comunicación de Maracaibo habían acusado a Guido Gómez, gerente de
Llapeca y dirigente de AD, por permitir o facilitar el acaparamiento de 100.000 Kg. de leche en polvo con
fines electorales. Movilizada la opinión y algunos organismos tales como la Oficina Regional de Protección
al Consumidor, la Consultoría Jurídica de la Gobernación del Estado Zulia y la Prefectura de Maracaibo, se
destacó a una comisión policial que encontró 100.000 Kg. De leche en polvo popular en un depósito donde
funcionaba un taller de propaganda de AD.

RESULTADO

En el caso denunciado en 1973, la comisión policial decomisó y redistribuyó los 100.000 Kg. de leche
en polvo encontrados en un taller de propaganda de Acción Democrática. Los Ministerios de Fomento y de
Sanidad y Asistencia Social anunciaron la intervención de Llapeca el 18 de noviembre de 1974, para
constatar las condiciones de calidad y sanidad en el proceso de producción de la leche y revisar los
mecanismos de comercialización.

Con respecto a las denuncias efectuadas en 1979, la PTJ se encargó de las averiguaciones. Fueron
investigados 16 exjefes civiles, 7 integrantes de Juntas Comunales y tres exfuncionarios: Sr. José Domingo
García Rodríguez (ex-jefe de Proveeduría del INN.); Ramón de Jesús Cubillan (del Departamento de
Asuntos Sociales de la Prefectura del Departamento Libertador) y su adjunto, el Sr. Manuel Enrique
Bazurco. El expediente fue remitido al Juez VII Penal, Héctor Marcano Batistini, a cuyas órdenes quedaron
los detenidos. Finalmente se supo que los autos de detención fueron revocados sin que pudiera
identificarse a los responsables e implicados directos de este llamado "fraude" a la necesidad popular

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CASO: MISILES

PRESIDENCIA: Carlos Andrés Pérez (1974-1979)

FECHA DEL SUCESO: 1977

FECHA DENUNCIA: 1979

DENUNCIANTES: Murillo Font. Francisco (Diputado por el MEP); Petkoff, Teodoro (Diputado del MAS)

INVOLUCRADOS: Aoún, Alberto

INVESTIGADORES: Comisión de la Contraloría de la Cámara de Diputados (Congreso Nacional).

DENUNCIA: Compra de armamento sin seguridad de su eficacia; cobro de comisiones; soborno

MAGNITUDES: Bs.240.000.000

MATERIA: Misiles "Otomat MK2"

HISTORIA

Todos estaban a la expectativa. Corría abril de 1979 y Venezuela estrenaba el nuevo gobierno de
Luis Herrera Campins, el cual se disponía a probar el poderoso sistema balístico, adquirido por el anterior
gobierno de Carlos Andrés Pérez, para armar las flamantes fragatas encargadas y compradas en Italia. El
día de la prueba de los misiles, mar afuera, estaba el Presidente, los parlamentarios, los representantes de
la Marina. A la orden de fuego... no pasó nada, el blanco permaneció intacto. Desde entonces, nos hemos
preguntado ¿qué pasó?

La Comisión de Contraloría de la Cámara de Diputados abrió inmediatamente una averiguación en


la que participaron activamente los diputados Teodoro Petkoff (MAS), Leonardo Ferrer (COPEI) y
Francisco Murillo Font (MEP). Se reveló que Venezuela había adquirido unos misiles OTOMAT MK2 que se
hallaban en fase experimental, sin seguridad sobre la eficacia del armamento. La adquisición del
armamento a la firma Otto Melara había sido comprometida en un contrato anterior efectuado entre el
gobierno de Venezuela y los astilleros Cantieri Navale Riunite, para la orden y adquisición de unas fragatas
(véase el caso Fragatas). Cantieri fabricaría las fragatas y Otto Melara el avanzadísimo armamento y su
sofisticado sistema electrónico de control. Ya en abril de 1975, el entonces Contralor Dr. José Muci Abraham
había hecho serias objeciones al contrato de las fragatas y el sistema de armamento: "La parte más
importante de los buques, (decía el Contralor en Informe Secreto N° D- 131-75) su armamento principal, es
decir, los misiles, quedan prácticamente fuera del contrato, porque están sujetos a que el sistema sea primero
aceptado o adoptado por la Marina Italiana; de no suceder esto se instalaría otro sistema, en reemplazo del
original, estipulación ésta que no presenta la claridad debida. El reembolso por la no instalación de ese
sistema, por otra parte, no guarda relación con el importante costo de cada buque puesto que la mayor parte
de dicho costo está representada por el armamento y sus sistemas electrónicos de alta sofisticación".

El ministro de la Defensa, Homero Leal Torres, contestó contundentemente al Contralor: primero,


el sistema de i armamento y electrónica es un 30% del precio total de los buques; de ese porcentaje sólo
un 7% corresponde a los misiles y otro tanto (que el Ministro no especificó) al sistema electrónico. El resto

435
del porcentaje corresponde a armas convencionales como un cañón Otomelara, lanzacohetes, lanza-
torpedos, ametralladoras, radares, etc.; segundo, la cláusula 58 del contrato establecía con "meridiana
claridad" que el constructor se obligaba a sustituir el sistema balístico que el Ministerio eligiese en
reemplazo de los Otomat-MK2, según precios y plazos acordados por acuerdo entre las partes; tercero, el
armamento contratado era el más moderno y efectivo, el más deseable por las fuerzas armadas más
importantes del mundo. Así que, como se dice en criollo, no le "pararon" al Contralor y, como fue revelado
en 1979 por el diputado Teodoro Petkoff, tampoco le "pararon" a los informes escritos por técnicos de la
Marina venezolana que recomendaban no comprar los misiles OTOMAT MK2; pues, habiendo viajado a
Italia como comisionados para investigar los misiles, habían conocido del fracaso de los mismos en pruebas
efectuadas en Italia. El Ministro de la Defensa advirtió a los periodistas y a la opinión pública en 1975 que
la adquisición de las fragatas y los misiles constituía secreto militar y que, por lo tanto, iría preso quien se
atreviera a hablar de ello. El contralmirante Edgard Sénior fue removido apenas manifestó por escrito su
desacuerdo con la inversión en los misiles y al contralmirante Brito Ascanio, quien produjo un informe
donde se oponía a dicha operación, le fue negado el ascenso. El silencio militar se mantuvo hasta el fracaso
de los misiles, cuando Petkoff le pide a la Cámara de Diputados abrir averiguación presentando los
informes técnicos de los contra-almirantes y la denuncia de que la empresa Otto Melara había pagado una
comisión, porcentual sobre el valor de los misiles, al ciudadano venezolano Alberto Aoún; comisión que,
según el diputado, también ascendería junto con el precio de misiles de acuerdo a la rata inflacionaria. La
Comisión de Contraloría de la Cámara nombra una subcomisión presidida por Leonardo Ferrer para
investigar el caso.

RESULTADO

Los ex-presidentes Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez fueron citados a la Comisión de la
Contraloría de la Cámara de Diputados a fin de precisar cuándo comenzaron realmente las negociaciones
sobre fragatas y misiles. Caldera negó ser el iniciador de las negociaciones.

La sub-comisión parlamentaria comprobó en Italia que se habían dado comisiones cercanas a los 10
millones de bolívares, cobrados por Alberto Aoún. El presidente de la Cantieri Navale, Enrico Boccini,
reconoció ante la comisión parlamentaria, haber pagado a Alberto Aoún una comisión de Bs.8.997.000
equivalente al 0,25% del valor de las seis fragatas ($480.000.000) y Bs.720.000 equivalentes al 0,30% del
valor de los misiles (Bs.240.000.000) por su participación como agente operacional sin poder y por el uso
de sus oficinas, télex, viajes a Italia, etc. a lo largo de las negociaciones con el Estado venezolano. El Informe
de la Comisión de Contraloría verificó, finalmente, la inexistencia de documentación relativa a
especificaciones de licitación o al procedimiento requerido de solicitud de ofertas.

Hasta allí llegó la indagatoria, resultando Alberto Aoún, en apariencia, el único responsable y
beneficiado. La nación, ciertamente, no fue beneficiada: los misiles no funcionaron. Se hicieron dos pruebas
más, pues Luis Herrera Campins había expresado que no se pagarían los misiles de superficie hasta no
comprobar su efectividad; pero ambas exhibiciones terminaron en fracaso. Sin embargo, la opinión pública
no llegó a tener noticia de que los misiles hubiesen sido devueltos o de que hubiesen aplicado la famosa
cláusula 58° del contrato para cambiarlos por otro sistema. Los misiles permanecieron sobre las fragatas
y hemos de suponer que estaban sobre ellas cuando se dirigieron raudas a enfrentarse con la colombiana
fragata Caldas; a la cual, afortunadamente, no fue preciso hundir.

Sobre la cuestión de los misiles se rumoró mucho por prensa y conversaciones de corrillo. Se habló
mucho de un viaje efectuado por David Morales Bello y el ex-ministro de Justicia, J.M. Echeverría, a Estados

436
Unidos, por órdenes del Presidente de la República, para impedir la aparición de un reportaje en el New
York Times y en otros diarios, con la información relativa a presuntos sobornos de la Westinghouse,
relacionados con los misiles.

Aparentemente, los misiles habían sido desarrollados con tecnología de la Westinghouse, filial de la
Gulf Oil Corp; pero no se estableció la conexión de la Westinghouse con las comisiones pagadas por la
Otomelara ni se conoció el verdadero propósito del viaje, aunque se especuló mucho sobre el mismo y
sobre lo que ofreció el gobierno venezolano a cambio del silencio norteamericano. Queda para la historia
como un enigma, porque ese viaje se vinculó también a los asuntos de los aviones Douglas, al avión
presidencial, a Playa Moreno y al asesinato de Carmona.

La revista italiana L’Espresso publicó un artículo que dio inicio a muchos de estos escándalos, el cual
arrancaba vinculando a Campetti, personaje clave del caso de Playa 205 Moreno, a la negociación de las
fragatas y sugiriendo la participación de Cecilia Matos en esos complejos flujos de influencia y negociados.
Sin embargo, ninguno de esos rumores fue comprobado.

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CASO: SIERRA NEVADA

PRESIDENCIA: Carlos Andrés Pérez (1974-1979)

FECHA DEL SUCESO: 1977

FECHA DE DENUNCIA: 1979

DENUNCIANTES: Díaz Bruzual. Leopoldo (Presidente del Fondo de Inversiones) INVOLUCRADOS: Pérez,
Carlos Andrés (Presidente de la República); Hatchweli Toledano, Maurice; Hatchweli Toledano, Jack
(accionistas principales de HICE); Bendahan, Sidney (asesor técnico de HICE); Hayoz, Franz (representante
judicial de HICE); Chocrón Cohen, José (representante de HICE); Raphael, John (Presidente CVF); Octavio,
Andrés (Contralor General de la República); Álvarez Domínguez, Luis (Ministro de Fomento); López
Oquendo, Anselmo (Director de Tráfico Marítimo Min.Com.); Peña Dávila, Rómulo (Director General CVF);
Peñaloza, Eduardo (Contralor Delegado en N.Y.); Cova Arria, Luis (asesor legal de CVF); Alfonso Contreras,
Luis F. (Consultor Jurídico de CVF)

INVESTIGADORES: CIEI; Comisión de Ética de Acción Democrática; Contraloría General de la República;


Comisión Especial de la Cámara de Diputados, Tribunal VII de Primera Instancia en lo Penal

DENUNCIA: Responsabilidad política, moral y administrativa en el sobreprecio en la compra de un buque


refrigerado, que posteriormente fue considerado innecesario, resultó inútil y se volvió chatarra anclado en
Ciudad Bolívar.

MAGNITUDES: Bs.34.038.972 ($7.916.040 por sobreprecio); Bs.86.000.000 ($20.000.000 el valor total del
buque perdido)

MATERIA: Buque frigorífico apto para navegación

HISTORIA

Las negociaciones para la compra del barco frigorífico se inician a principios de mayo 1977. El 4 de
mayo, la firma HICE, S.A. (empresa constituida en Friburgo por el Sr. Frank Hayoz, nunca registrada en
Venezuela, teniendo como Director General a Mauricio Hatchwell Toledano, factor del grupo de empresas
Hatchwell Toledano que operaban en Venezuela), hace la oferta al Ministro de Fomento venezolano de "un
barco refrigerado, el cual podría ser utilizado como almacén refrigerado entre tanto, y servir luego de
transporte marítimo". La oferta del Ragni Berg, por 23 millones de dólares, es suscrita por el Sr. Sidney
Bendahan quien además comenta sobre la necesidad venezolana de almacenaje refrigerado y le fija plazo
al Gobierno para su respuesta hasta el 10 de mayo.

En el Acta del Consejo de Ministros del 10 de mayo de 1977, se asienta la oferta del buque
refrigerado y la decisión de enviar una Comisión a inspeccionarlo el día 16 de mayo, fecha en la cual dicho
buque estaría en Long Beach, California. Según declaraciones posteriores del ministro de Fomento, Dr. Luis
Álvarez Domínguez, en esa misma reunión del Consejo de Ministros, el Presidente Carlos Andrés Pérez le
insistió que actuara con toda celeridad, instruyéndole que procediese sin más dilaciones.

Por ello, el Ministro de Fomento se dirigió el mismo día al Presidente encargado de la Corporación
Venezolana de Fomento, Sr. John Raphael: "Según instrucciones del señor Presidente de la República debo

438
transmitir a Ud. El interés del Ejecutivo Nacional en adquirir, a la mayor brevedad, un barco refrigerado que
sirva de transporte marítimo y de almacén en frío a los fines de las tareas de abastecimiento que se emprendan
para satisfacer las situaciones del mercado nacional".

A continuación, le participa la oferta del Ragni Berg por la HICE, S.A., así como le informa de sus
comunicaciones al Contralor General de la República, José Andrés Octavio, y al director de Tráfico Marítimo
del Ministerio de Comunicaciones, Dr. Anselmo López Oquendo, para que procediesen a la calificación de
la oferta. En la misma comunicación se autorizó a la Corporación Venezolana de Fomento para gestionar
con alguna entidad bancaria un préstamo por un monto igual al exigido en la primera oferta de la HICE; es
decir, 23 millones de dólares. El barco sería adquirido por la Corporación Venezolana de Fomento, en el
entendido de que ésta lo transferiría en el futuro a la C.A. Venezolana de Navegación, según comunicaciones
del Ministerio de Fomento al Presidente encargado de la CVF y al Contralor General de la República.

La comisión delegada enviada a Long Beach estuvo integrada por: el Dr. Rómulo Peña Dávila
(director general de la CVF.); el Dr. y capitán de Altura, Anselmo López Oquendo (del Ministerio de
Transporte y Comunicaciones); el Dr. Eduardo Peñaloza (delegado especial de la Contraloría). Por la HICE
estaban los Sres. Sidney Bendahan y Jack Hatchweli Toledano; participaron, además: el Sr. Berg,
representante de los astilleros y constructores del barco, y el Sr. Paul Kingston, de una firma de arquitectos
navales GIBBS AND COX, quienes, aunque no eran expertos en avalúos de barcos, habían sido llamados
como expertos.

El 16 de mayo la comisión se efectuó el avalúo del barco. Según el Sr. Kingston, dado el número de
los misionados, terminaron haciendo la inspección el Dr. Peñaloza y él; y habiendo sido interpelado por el
primero sobre si consideraba que el barco valía los 23 millones de dólares, Kingston contestó que podía
ser un precio equitativo pero que consultaría con un amigo de Nueva York. Luego de esa consulta, Kingston
informa al Dr. Peñaloza que el precio del Ragni Berg bien podía ser 20 millones de dólares, pero le aconseja
simultáneamente consultar con una firma especialista en avalúos. Era inexplicable, por consiguiente, la
presencia de ese valuador para justificar la adquisición.

Sin embargo, el 23 de mayo, los comisionados informan a sus respectivas dependencias que, aunque
Venezuela no tiene antecedentes para avaluar el precio de la nave, el cálculo usual, por desplazamiento en
rosca, arrojaba un estimado equivalente a $21.315.000. Agregaba el informe que el Ragni Berg era el único
barco refrigerado disponible y que convenía la adquisición del mismo, dadas las necesidades urgentes de
abastecimiento. Lo cual no resultó cierto pues cuando la Contraloría General de la República, antes de
emitir su estimado, indagó sobre la existencia de otros barcos disponibles, recibió el 31 de mayo
información de los corredores navieros Simpson, Spence and Young, sobre la existencia de otros buques
refrigerados con precios oscilando entre 12 y 16 millones de dólares. Según el Dr. Álvarez Domínguez, el
Presidente Pérez lo instó a llamar al contralor Octavio para que apurara su veredicto. Este se apuró, pero
no suficientemente pues cuando emitió su veredicto, el 3 de junio, fijando como precio máximo para la
adquisición del Ragni Berg la cantidad de 20 millones de dólares, ya la operación estaba hecha. No tuvo
siquiera tiempo de analizar las otras ofertas.

Los otros se habían apurado mucho más: preparándose para la conclusión del negocio, Mauricio
Hatchwell Toledano, aunque estaba en Caracas, había otorgado el 20 de mayo, una carta-poder privada, ni
notariada ni registrada, al Dr. José Chocrón para la firma del contrato con la CVF. El 24 de mayo el Dr. John
Raphael solicita - la Contraloría autorización para la compra del barco en 23 millones de dólares, y el 25 de
mayo informa al director de la CVF que "siguiendo instrucciones del Ministro de Fomento por instrucciones

439
del Presidente de la República” se está procediendo a la compra del Ragni Berg. El día 26 Raphael le lleva el
contrato al Ministro de Fomento quien, como Presidente del Consejo Nacional para el Desarrollo de la
Industria Naval, autoriza la compra del barco.

El mismo día 26 de mayo, la firma de corredores de barcos Hjalmar Bjorge, de Noruega, solicita al
Ministro Real de Comercio y Navegación noruego, en nombre y representación de Shipping Engagement y
Dramen, la verdadera dueña del barco, permiso para vender el barco Ragni Berg por $11.853'000. El 27 de
mayo, el Ministro Real de Comercio y Navegación da la autorización del gobierno noruego para vender el
barco en dicha suma. Simultáneamente, en Caracas se firma, el mismo 27 de mayo de 1977, el contrato
entre la HICE, S.A., representada por el doctor José Chocrón, y la CVF, representada por John Raphael, para
la compra del Ragni Berg. El precio convenido en el contrato es de 22 millones de dólares sujeto a la
aprobación de la Contraloría General de la República. El mismo día, el Dr. Raphael abre una carta de crédito
irrevocable y transferible de la Unión de Bancos Suizos en Nueva York, y confirmada por Kristiania Bank y
Kreditkasse de Oslo, por la suma de 22 millones de dólares, sujeta a la aprobación de la Contraloría.

Tres días después, la firma C.Q. Keefe Ltd. de Londres publica en su boletín de mayo la noticia de la
venta a Venezuela del buque Ragni Berg por 11 millones de dólares, agregando que dicho barco había sido
comprado unos años antes por la Shipping Engagement en $3.150.000. Similar información dio
posteriormente el Daily Freight Register, un diario londinense especializado en cuestiones marinas, carga,
compra-venta de barcos y en general el negocio de transporte marítimo, publicando una nota referente al
Ragni Berg: "una motonave refrigerada de 9.218 toneladas DW 6682 bruto construido en Drammen 1972
vendido por AS Shipping Engagement Oslo a intereses venezolanos por un precio de 11 millones de dólares".

Como el 3 de junio la Contraloría emite su autorización máxima por 20 millones de dólares, la


empresa HICE escribe a la CVF, ese mismo 3 de junio en la mañana, una contraoferta por $20.500.000; el
Ministro de Fomento solicita a la Contraloría aceptar la nueva oferta pero, milagrosamente, en la tarde del
mismo día en que pasó todo, la HICE se ablanda y hace una última oferta por 20 millones de dólares, que
es aceptada por todos procediéndose ese mismo 3 de junio a la redacción y suscripción de un nuevo
contrato compra-venta del Ragni Berg (rebautizado en Venezuela "Sierra Nevada") entre la HICE y la CVF,
acordándose, ese mismo día, modificar la respectiva carta de crédito.

La modificación de esta carta de crédito se hace el día 7 de junio y en ella se omite el precio de
compra-venta del buque a Venezuela, habidas cuentas de que ya había aparecido en los boletines navieros
internacionales el valor de venta por parte de la Shipping Engagement. El abogado y jurista, Luis Cova Arria,
quien había sido llamado como Asesor General y Especial para la formalización legal de la negociación,
efectúa junto con los consultores jurídicos y abogados de la CVF dicha modificación. Posteriormente
informó que le pareció extraño, pero creyó que respondía a cuestiones de evasión de impuestos en Noruega
por parte de la Shipping.

El 17 de junio, el Ministro de Fomento solicita al Presidente de la República que lo exima del


instructivo presidencial N° 24 sobre licitaciones y obtiene en seguida la autorización del Presidente para
eximir la operación del proceso de licitación, cuando la operación estaba evidentemente cerrada desde
hacía varios días. La distribución de la carta de crédito efectuada por el Cristiania Bank og Kreditkasse de
Oslo el 4 de julio de 1977, se hace conforme a instrucciones de la HICE S.A. de la siguiente manera:

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-A.S.Shipping Engagement (representada por Peter Berg) recibió $11.853.959

-HICE S.A. recibió $3.100.000 (representada por F. Hayoz y en una cuenta en el Chase Manhattan Bank, de
Ginebra-Suiza)

-Establecimiento para el Comercio Internacional de Materiales de Construcción recibió $4.816.040


(Depositados en una cuenta bancaria Suiza)

-Cristiania Bank og Kreditkasse recibió $80.000 (comisión bancaria)

TOTAL:

$20.000.000

En el certificado de comercio o construcción que reposa en el expediente administrativo de la


compra del barco, aparece que el costo del Ragni Berg era de $6.532.465 y algunos de los intervinientes en
la negociación se habían seguramente enterado del verdadero precio de venta a Venezuela. De manera que
resultaba inexplicable, según esta información, que este barco hubiera sido comprado por Venezuela en 20
millones de dólares. Pero hubo silencio respecto al barco durante los siguientes meses hasta que su pobre
destino lo trajo de nuevo al interés público, como cuerpo insepulto del delito.

El buque había llegado a la Guaira por primera vez el 30 de agosto de 1977, con dos cargamentos de
pollo refrigerado recogidos en Hamburgo y Vigo en su primer viaje a casa. Esa carga, que representaba
solamente la cuarta parte de su capacidad, resultó casi el único servicio prestado por el buque. Desde su
arribo hasta el 17 de diciembre permaneció anclado e inactivo, fecha en la cual es chocado por una
motonave griega, causándole serios daños. Una vez reparado, el buque, que empezaba a ser oneroso e
Inútil, fue llevado lejos de la visión público al río Orinoco en Ciudad Bolívar. Aparentemente la pretensión
inicial de usarlo como silo refrigerado flotante era inadecuada pues era imposible cargar un barco de tal
capacidad anclado en muelle; y hacerlo en bahía también resulto oneroso. Aunque en septiembre de 1977
el Presidente de la CVF había intentado traspasarlo a la CAVN para que el buque fuera usado como
transporte marítimo como correspondía a una buena motonave y como había sido previsto desde el
principio, el traspaso no se había hecho. Se supo después que el intento de Raphael por traspasar el barco
le costó el puesto en la CVF y convertirse en chivo expiatorio de todo el asunto.

En mayo de 1978, el periodista Ennio J. Peñalver publicó en la revista Impacto Económico la primera
denuncia sobre comisiones cobradas en la compra del Sierra Nevada. En dicha denuncia, quizá tirando palo
de ciego en la bruma amortiguadora que había rodeado la negociación, el 270 periodista involucra
especialmente a Luis Álvarez Domínguez, por lo cual éste lo pasó a tribunal disciplinario de AD y lo
demandó por difamación e injuria ante un tribunal que le dictó auto de detención (no ejecutado pues Ennio
Peñalver no se puso a derecho). Posteriormente, en septiembre de 1978, el diputado Leonardo Ferrer hizo
también denuncias sobre el caso, pero no hicieron mella en el ambiente electoral.

El triunfo de Luis Herrera Campins en las elecciones presidenciales de 1978 cambió el panorama. El
nuevo Presidente de la CVF, Francisco Samanes Carranza propuso a Luis Cova Arria, nuevo Vicepresidente
de la CAVN, cumplir un instructivo presidencial anterior en el cual se le ordenaba a CVF transferir el buque
a la CAVN, a la cual realmente le correspondía haber comprado el barco. Pero el Dr. Cova sabía o había visto
mucho y, preocupado por el patrimonio de su nueva responsabilidad, propone que se haga un avalúo antes
de aceptar el traspaso. Se contrató a la firma Rach Jackes & Yerol Ganzon, la cual hizo el avalúo por

441
$7.500.000. De ello informa Cova Arria al Dr. Díaz Bruzual, Ministro-Presidente del Fondo de Inversiones
de Venezuela. Y es Díaz Bruzual quien revienta el escándalo por primera vez, entregando documentación
a la opinión pública y dando origen a una investigación por parte de la Comisión Investigadora contra el
Enriquecimiento Ilícito de Funcionarios y Empleados Públicos; que sería seguida por la averiguación de la
Comisión de Ética de Acción Democrática, la Contraloría General de Venezuela y el Congreso de la
República, entre otras instancias de averiguación.

Al principio de la polémica en torno al Sierra Nevada, se pensó que los responsables de dicha
negociación habían sido los señores John Raphael, de la Corporación Venezolana de Fomento, José Andrés
Octavio, ex- Contralor General de la República, y Luis Álvarez Domínguez, ex-Ministro de Fomento. Al paso
de los días, cartas enviadas a la prensa por los nombrados, y efervescentes comentarios de corrillo
cambiaron el tema de rumbo y se atribuyó la responsabilidad de la compra al ex-Presidente Carlos Andrés
Pérez. No obstante, tantas discusiones, el núcleo de beligerancia fue el sobreprecio de 8 millones de dólares
y a dónde fueron a parar. Se puso en la mira, especialmente, al grupo de empresas Hatchweli Toledano que
había vendido a Venezuela, a lo largo del gobierno de Carlos Andrés Pérez, una gama variadísima de cosas:
barcos refrigerados, muelles flotantes, leche en polvo, cemento (véanse casos respectivos). Según se
minoró entonces, esa preferencia se debió a su vinculación con la Sra. Cecilia Matos, lo cual cobró cuerpo
cuando la Revista Resumen publicó que una de esas empresas había pagado los gastos de pasaje y
alojamiento de ella y sus acompañantes en un viaje a Europa; información que no fue comprobada, aunque
el mismo director de la revista, Jorge Olavarría, la llevó posteriormente ante el Congreso.

RESULTADO

El 27 de septiembre de 1979, Carlos Andrés Pérez envía una carta pública al Dr. Ramón J. Velázquez,
Director de El Nacional, adelantándose al veredicto que estaba por emitir la Comisión de Ética de Acción
Democrática que había sometido el caso Sierra Nevada a una averiguación exhaustiva. En dicha carta y en
otra posterior al CEN de AD, el entonces ex-Presidente de Venezuela se desembaraza de toda
responsabilidad sobre la compra del buque. Sus argumentos fundamentales pueden ser resumidos así:

1. Sus instrucciones al Ministro de Fomento y al Presidente de CVF fueron relativas exclusivamente a


la necesidad de proveer almacenamiento para solucionar el problema de desabastecimiento,
hablándoles de adquirir algún "barco viejo que sirviera de silo flotante". En tal sentido, dichos
funcionarios son los responsables por adquirir un barco distinto al señalado en sus instrucciones.
2. Nunca presionó a dichos funcionarios para que adquirieran ningún barco específico; sólo para que
solucionaran el problema de almacenamiento.
3. El Presidente se enteró de la oferta específica de un barco noruego, apenas el 10 de mayo de 1977
y volvió a tener conocimiento de la materia sólo el 17 de junio, cuando a petición del Ministro de
Fomento firmó la resolución eximiendo a la CVF de licitación.
4. Su decisión se fundamentó en la confianza puesta en sus funcionarios y, especialmente, en la
aprobación dada a la operación por la Contraloría General de la República, dadas las evaluaciones
efectuadas por las firmas GIBB & COX para la Contraloría y SIMPSON SPENCER & YOUNG para la
Corporación Venezolana de Fomento.

5. Por todo lo antedicho, y en cuanto el Presidente acepta la existencia de irregularidades en la


negociación al declarar: “No pretendo con ello esquivar la evidente circunstancia de la equivocada o
negligente adquisición del barco Sierra Nevada..." traspasa toda la responsabilidad a las espaldas de
los funcionarios: José Andrés Octavio, Luis Álvarez Domínguez y, especialmente, John Raphael.

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Ante la carta de CAP a Ramón J. Velázquez, y su expresa aceptación de irregularidades, el nuevo
contralor, Manuel Rivero, ordena el mismo 27 de septiembre la apertura de averiguaciones en la
Contraloría General de la pública: "habida consideración de que el error y la negligencia son circunstancias
que comprometen la responsabilidad administrativa..."

Es así como también, el 11 de octubre de 1979, la Comisión de Ética de AD, integrada por Marcos
Falcón Briceño, Blas Bruni Celli, Andrés Eloy Blanco Iturbe, Luis González Herrera y Juan Herrera, terminó
sus investigaciones acerca del caso Sierra Nevada y decidió por unanimidad emitir un informe dictaminado
que la operación se había efectuado precipitadamente, sin la licitación necesaria para una compra de tal
magnitud, sin haber considerado otras licitaciones u ofertas y sin haber indagado referencias de la empresa
HICE S.A., la cual no estaba registrada en Venezuela, ni había presentado ninguna referencia "inercial ni
bancaria”. La Comisión de Ética consideró "incidentes” las declaraciones efectuadas ante ella por los
ciudadanos Luis Álvarez Domínguez, John Raphael y J.A. Octavio, mientras que consideró tener
documentación suficiente para demostrar que "la realidad fue otra" a la narrada por Carlos Andrés Pérez,
especialmente en lo relativo a su orden de comprar un barco viejo en lugar de uno que sirviera también
como transporte marítimo y en cuanto a su desconocimiento total del Ragni Berg hasta el 17 de junio.

Finalmente, la Comisión de Ética declara la posibilidad de que haya habido sobreprecio y la


"convicción moral” que la compra del buque refrigerado SIERRA NEVADA fue apresurada y en gravísimo
perjuicio de los intereses nacionales. Quienes decidieron esa compra no actuaron como buenos
administradores, no solicitaron otras ofertas y, por lo contrario, la operación tenía nombre propio desde
que se inicia. "Tampoco se llevó a Consejo de Ministros..., no hubo licitación y, en fin, se compró un barco que
no se ha utilizado". "Esta responsabilidad moral y administrativa recae, a nuestro juicio, en el ex- Presidente
de la República Sr. Carlos Andrés Pérez; en el ex-ministro de Fomento, Dr. Luis Álvarez Domínguez y, en menor
grado, en el Dr. John Raphael, porque aun cuando cumplió las instrucciones del Ministro de Fomento, ha
debido ser más diligente en lo relativo al análisis y evaluación de la oferta"

El dictamen de la Comisión de Ética de AD. Generó inmediatamente cartas y declaraciones de los


responsabilizados. Carlos Andrés Pérez insistió en culpar a sus ministros y funcionarios, llenó
cuestionarios, acudió a interpelaciones, escribió cartas; dio declaraciones ambigüedades e inexactitudes
que efectuaron un acto de magia: la desaparición del panorama del Presidente que había sido uno de los
más presidencialistas en la historia de Venezuela; la desaparición de la responsabilidad del Jefe del Estado
con respecto a una administración típica de un gobierno por decreto presidencial. Según la defensa del
Presidente, durante los acelerados movimientos para cerrar el negocio del Sierra Nevada, él se había
mantenía totalmente inocente, sin información y al margen de una negociación cuyo perjuicio a la nación,
ahora reclamaba opinión pública.

Por su parte, John Raphael, José Andrés Octavio y Luís Álvarez Domínguez cargaron sobre sus
espaldas las responsabilidades que les soltó su Presidente. No podían evitarlas porque ellos sí firmaron
documentos oficiales suscribieron contratos, tomaron decisiones sobre el papel. Ante la opinión pública
tuvieron a su favor el haber dado explicaciones coincidentes entre los tres; además, las declaraciones de
los tres fueron consistentes y sin contradicciones en todas las interpelaciones a las que acudieron
(Contraloría, CIEI, Comisión Especial, Congreso, etc.) También narraron reiteradamente la presión ejercida
sobre ellos por el Presidente de la República, por la cual procedieron a cumplir órdenes.

443
Las averiguaciones e interpelaciones produjeron otros veredictos además del de la Comisión de
Ética de AD. La Contraloría General de la República levantó un expediente a través de la Dirección de
Averiguaciones Administrativas concluyendo que había responsabilidad civil y administrativa en contra
de quienes ordenaron la negociación y la ejecución. Con quienes la ordenaron, la Contraloría encontró
error, negligencia y omisión por: a) no haber obtenido los estudios técnicos sobre la verdadera necesidad
de adquirir un barco frigorífico; b) No haber realizado alguna investigación sobre la HICE; c) haber
instruido a la CVF la compra del banco no obstante que, por estatutos reglamentarios, ella no era
competente para eso; d) haber saltado el instructivo presidencial sobre licitaciones, puesto que la
autorización del Presidente se produce después que la operación estaba dada; e) específicamente al
Ministro de Fomento, por haber autorizado la compra como Presidente del Consejo Nacional para el
Desarrollo de la Industria Naval, sin haberlo sometido a consideración a consideración de dicho concejo.
En cuanto a la CVF, ejecutora de la operación, el Informe de Contraloría encontró error, negligencia y
omisión por: a) ser incompetente para efectuar la operación; b) no haber hecho ningún estudio sobre la
operación contentándose con seguir instrucciones superiores.

Concluye el informe de Contraloría considerando la inversión de 20 millones de dólares en la


adquisición del Sierra Nevada como un perjuicio para la nación dadas las circunstancia: a) que el barco
realizó sólo un viaje, de Noruega a Venezuela, con una carga que no alcanzó a la cuarta parte de su
capacidad; b) que la CAVN tenía capacidad ociosa para carga frigorífica y, por tanto, no era necesario el
buque refrigerado (debe agregarse, además que CORPOMERCADEO había tomado medidas respecto a la
necesidad de almacenamiento y estaba construyendo para esa época el frigorífico de Tazón y ampliando el
de Cagua, obras terminadas en 1978; c) que luego de su arribo a La Guaira, el buque fue utilizado sólo
esporádicamente para almacenamiento en frío por un lapso que no alcanzó los tres meses y en un
porcentaje mínimo de su capacidad; d) que el 26 de noviembre de 1977 finalizó este tipo de operaciones
quedando totalmente inactivo desde esa fecha.

Por su parte, la Comisión Investigadora contra el Enriquecimiento Ilícito de Funcionarios o


Empleados públicos declara investigados a los siguientes ciudadanos: Carlos Andrés Pérez, Luis Álvarez
Domínguez, John Raphael, Rómulo Peña Dávila y otros. Así mismo acordó solicitar a las autoridades
judiciales competentes la prohibición de enajenar y grabar bienes pertenecientes a las personas
investigadas, así como la prohibición de salida del país. La Comisión acordó también dejar abierta la
investigación en relación a todos los demás funcionarios públicos y personas naturales y jurídicas del
sector privado que en una u otra forma intervinieron en las negociaciones del Sierra Nevada. Fue nombrada
una subcomisión especial compuesta por Gilberto Morillo, Simón Jiménez Salas y Guillermo Salazar
Meneses.

El 1 de noviembre de 1979, la Cámara de Diputados inicia la discusión sobre la adquisición del


buque y nombra una comisión especial para llevar adelante la investigación compuesta por Ramón Tenorio
Sifontes, Anselmo Natale, Leonardo Ferrer, Pedro Tábata Guzmán y Miguel Bellorín quienes declaran que
en el proceso de negociación y ejecución del contrato de compra-venta del Ragni Berg, la oferente HICE,
S.A. realizó una serie de maniobras engañosas con daño patrimonial a la nación venezolana. La comisión
exige a la Cámara de Diputados el establecimiento de la responsabilidad política, administrativa, moral y
penal de Carlos Andrés Pérez, Luis Álvarez Domínguez, John Raphael y José Andrés Octavio, quienes
cooperaron en distinto grado y manera en la adquisición. También reclama la comisión especial declarar
la responsabilidad política, moral y administrativa de Rómulo Peña Dávila y Anselmo López Oquendo. Con
respecto a los representantes de la HICE, la Comisión pide la Cámara exhortar al Ejecutivo para que se haga
justicia y se evite la evasión de Franz Hayoz, Mauricio Hatchweli toledano, José Chocrón Cohen y Sidney

444
Bendahan, requeridos por un Tribunal de la República. Salvan su voto en el dictamen de esta Comisión, los
diputados de Acción Democrática, Pedro Tábata Guzmán y Miguel Bellorín, cumpliendo instrucciones del
CEN de AD.

Durante más de seis meses, los diputados, primero, y luego el Congreso en pleno, efectuaron amplia
indagatoria y discusión de la documentación y declaraciones de los inculpados, encontrando, además de
las irregularidades ya mencionadas, una serie de hechos extraños relacionados con la operación. Primero,
se estableció que no era cierto tu que había dicho el Presidente Pérez con respecto a la Intervención de la
SIMPSON SPENCER & YOUNG como valuadora del buque, puesto que esa firma sólo había dado información
a la Contraloría sobre la existencia de otros barcos frigoríficos a menor precio; información une, por otra
parte, no fue tomada en cuenta. Los diputados encontraron otras inexactitudes en las Aclaraciones del ex-
Presidente y, especialmente, contradicciones con respecto a la información suministrada por sus ministros
y funcionarios, quienes, unánime y moradamente, desmintieron su alegato de desconocimiento y
desinformación sobre el tipo de barco adquirido y alrededor de las irregularidades cometidas en la
negociación, puesto que todas las comunicaciones de Fomento y CVF mencionaban las instrucciones
directas del Presidente de la República, así como la explicación de un barco refrigerado para transporte
marítimo y silo flotante. Asimismo, fue considerada la responsabilidad directa del ex presidente al eximir
del requisito de licitación a la CVF para una negociación que se había cerrado 14 días antes.

Finalmente, cuando se obtuvo la documentación referente a la distribución de la carta de crédito, se


descubrió no sólo la magnitud exacta del sobreprecio ($7.916.040 millones y la tajada cobrada por la HICE),
sino que se supo además que una empresa misteriosa, la ETABLISSEMENT POUR LE COMMERCI
INTERNATIONAL DE MATERIAUX DI CONSTRUCTION, la cual no había aparecido para nada durante la
negociación, había recibido casi 5 millones de dólares.

Las indagaciones de los diputados los llevaron tras la pista del ciudadano colombiano Carlos Pérr
Norzagaray, de quien el rumor y algunos órganos de prensa decían que era no sólo amigo personal de
Carlos Andrés Pérez, sino también su testaferro y socio en muchos negocios. No obstante, la única relación
establecida fue una llamada de Pérez Norzagaray a Luis Álvarez Domínguez, en abril de 1977, preguntando
si el gobierno estaba interesado en la compra de un buque frigorífico, llamada que Pérez Norzagaray
desconoció públicamente contestando de manera insolente a Luis Álvarez Domínguez, quien en ningún
momento lo había acusado. Igualmente siguieron la pista de la amiga y también posible testaferro del ex-
Presidente, Cecilia Matos, pues se había publicado información sobre un viaje a Ginebra que la misma había
realizado en septiembre de 1977, acompañada por Elizabeth de Valery Norzagaray y Gladys López de
Vásquez (ex-Directora General del Ministerio de la Secretaría de la Presidencia) que fue pagado por Franz
Hayoz, Presidente de la HICE S.A.

Por declaraciones de Jorge Olavarría a la Comisión Especial de Diputados, fue interpelada en la


Cámara la Dra. López de Vásquez, quien negó enfáticamente haber realizado ese viaje, alegando estar en
Venezuela en septiembre de 1977; lo cual podía ser corroborado pues en esa misma fecha se había
efectuado la fiesta de cumpleaños de una hija suya. El diputado Tenorio mostró a los diputados y ofreció a
la prensa documentación de la DIEX comprobando el movimiento migratorio de las damas en cuestión.
Pero cuando dicha documentación fue requerida en la Cámara como evidencia, había desaparecido
misteriosamente.

El Juez Séptimo de Primera Instancia en lo Penal, Dr. Héctor Marcano Battistini, sentenció que hubo
estafa en el caso Sierra Nevada porque se simuló la necesidad del buque, y decretó auto de detención

445
judicial como autores de los hechos a los ciudadanos John Raphael Franklin, Anselmo López Oquendo,
Rómulo H. Peña Dávila, José Chocrón Cohen, Sidney Bendahan M., Maurice Franklin Hatchwell Toledano y
Franz Hayoz por la comisión de delito de estafa a la Nación. El Tribunal se abstuvo de dictar
pronunciamiento respecto a Carlos A. Pérez, Luis Álvarez Domínguez y José Andrés Octavio, por
considerarse incompetente para ello.

Sin embargo, acuerda proseguir la investigación con respecto a: Luis D. Cova Arria, Erwin K. Thomas
Chacón, Pastor Delgado Fernández, Luis F. Alfonso Contreras, Simón Rodríguez Mazzillo, José A. Lozada
Provenzal, Miguel F. Briceño Dunn, Pedro S. Conde R. y Celia de Lima Alvarado.

En Mayo de 1980, el diputado Ramón Tenorio Sifontes presenta en el Congreso una serie de
recaudos concernientes a la repartición de la carta de crédito. La documentación establece fechas y
nombres creando un círculo vicioso del capital que se hace invisible; indicios más que evidencias, como
suele acontecer en investigaciones de esta naturaleza.

1. Para la fecha en que se efectúa la negociación del Ragni Berg, la HICE S.A. ordenó al Kristiania Bank
y Kreditkasse, Oslo, transferir entre otras, la suma de $4.816.000 al WERWAR FINGAND PRIVATE
BANK, en una cuenta a nombre de ETABLISSEMENT POUR LE COMMERCE INTERNATIONAL DE
MATERIAUX DE CONSTRUCTION.

2. Para junio y julio de 1977, Mauricio Hatchwell Toledano era miembro del Consejo de
Administración de esa empresa, con firma autorizada única conjunta con el Dr. Emil Heins Batlier.

3. El 27 de julio de 1978, ya realizada la negociación del Ragni Berg, el Sr. Hatchwell Toledano es
desincorporado del Consejo de Administración y Heinz Batlimer es la única firma autorizada.

4. El 30 de julio de 1979, se desincorpora Batlimer y se designan como firmas autorizadas conjuntas a


Betty Fole y Lorez Giglio, residentes en Ginebra.

5. Emil Heinz Batlier y Lorez Giglio forman parte del Werwar Fingand Prívate Bank.

6. A partir de agosto de 1977, el Chase Manhattan Bank de Ginebra hace cuatro transferencias al Banco
Mercantil y Agrícola de Venezuela, a favor de Mauricio Hatchwell Toledano, por la cantidad total de
$1.900.000. El 30 de julio de 1979, el mismo banco emite una orden de pago a favor del mismo
personaje, por la cantidad de $500.000.

7. De esa cuenta en el Banco Mercantil y Agrícola reciben cheques por cantidades de más de 6 dígitos:
Sidney Bendahan, Alberto Belezen, Moisés Benzaquén, Alan Hatchwell Toledano, Mauricio
Hatchwell Toledano, Equipos Electrónicos G-2E, Banco de la Construcción y de Oriente e Inversora
NIFCO.

Parece claro que la evidencia presentada por Tenorio, (al menos en su intervención en el Congreso;
no sabemos si los recaudos presentados añadían alguna información que no fue expresada verbalmente)
no esclarece la distribución de los $4.816.000 de la cuenta del Werwar Fingand Prívate Bank. La
distribución hecha en Caracas a través del Banco Mercantil y Agrícola debía corresponder a los 3 millones
obtenidos por la HICE y depositados en su cuenta del Chase Manhattan en Ginebra.

446
No llegó otra información al Congreso antes de emitir sus conclusiones. Dadas, oídas, discutidas y
estudiadas las declaraciones, informaciones e indicios, el 8 de mayo de 1980 el Congreso votó de la
siguiente manera sobre la responsabilidad política, moral y administrativa de los principales involucrados
en el asunto Sierra Nevada:

CARLOS ANDRÉS PÉREZ


Si No Abstención Total Resultado
Responsabilidad 132 4 102 238 APROBADA
Política

Responsabilidad 115 10 113 238 NEGADA


Moral
Responsabilidad 119 8 111 238 NEGADA
Administrativa
JOSÉ ANDRÉS OCTAVIO (CONTRALOR)
Si No Abstención Total Resultado
Responsabilidad 115 13 110 238 NEGADA
Política

Responsabilidad 113 13 112 238 NEGADA


Moral
Responsabilidad 115 13 110 238 NEGADA
Administrativa
LUIS ÁLVAREZ DOMÍNGUEZ (MINISTRO DE FOMENTO)
Si No Abstención Total Resultado
Responsabilidad 132 0 106 238 APROBADA
Política

Responsabilidad 115 8 115 238 NEGADA


Moral
Responsabilidad 121 5 112 238 APROBADA
Administrativa
JOHN RAPHAEL (PRESIDENTE CVF)
Si No Abstención Total Resultado
Responsabilidad 132 4 102 238 APROBADA
Política

Responsabilidad 115 10 113 238 NEGADA


Moral
Responsabilidad 119 8 111 238 APROBADA
Administrativa
RÓMULO PEÑA DÁVILA
Si No Abstención Total Resultado
Responsabilidad 130 0 108 238 APROBADA
Política

Responsabilidad 114 7 117 238 NEGADA


Moral

447
Responsabilidad 121 4 113 238 APROBADA
Administrativa
ANSELMO LÓPEZ OQUENDO
Si No Abstención Total Resultado
Responsabilidad 130 4 102 238 APROBADA
Política

Responsabilidad 114 10 113 238 NEGADA


Moral
Responsabilidad 121 8 111 238 APROBADA
Administrativa
LUIS COVA ARRIA
Si No Abstención Total Resultado
Responsabilidad 129 0 109 238 APROBADA
Política

Responsabilidad 115 7 116 238 NEGADA


Moral
Responsabilidad 122 1 115 238 APROBADA
Administrativa

Cuadro 1 | Votación del Congreso sobre la responsabilidad de los involucrados en el caso del Sierra Nevada – 08
de Mayo de 1980

El diputado Arturo Hernández Grisanti dejó constancia del voto salvado de la fracción parlamentaria
de Acción Democrática por mandato del Comité Ejecutivo Nacional del mismo partido. Así se clausuró la
memorable y larga sesión permanente del Congreso.

La responsabilidad administrativa de Carlos Andrés Pérez se hubiera producido con sólo un voto
más afirmativo, lo cual le habría inhabilitado para volver a ser Presidente de la República. Ese hecho no
fortuito se produce gracias a la ausencia del Dr. Rafael Caldera y del Dr. David Brillembourg; las
abstenciones (voto en blanco) de José Vicente Rangel, Américo Martín, Alonso Ojeda Olachea, Moisés
Moleiro, Héctor Pérez Marcano, Pedro Ramón Romera, Armando de Armas Silva, Andrés de Armas Silva y
Juan Simón Gandica y los votos negativos de las 8 únicas personas que consideraron "inocente" al ex-
Presidente: Antonio Machado, Tirso Tosta, Ángel Ramón La Rosa, Rafael Marrero Fernández, Nelson Luis
Martínez, Víctor Sierra y los representantes de URD, Amílcar Gómez y Ángel Brito Villarroel. Es significativo
el hecho de que solamente 8 diputados hayan considerado inocente al ex-Presidente. Los adecos adoptaron
una comprensible actitud de abstención, pues por solidaridad partidista no podían condenar a su
copartidario, a pesar de la sentencia condenatoria de su Comisión de Ética. El resultado podía considerarse
un empate: 119 afirmativos y 111 salvados más 8 negativos. De acuerdo al artículo 80 del Reglamento del
Senado y el 82 de la Cámara de los Diputados procedía realizar una nueva votación.

Pero la Fiscalía General de la República cerró el caso Sierra Nevada el 13 de junio de 1980. El Informe
de la Fiscalía fue firmado por el fiscal Dr. Víctor Ortega Mendoza (encargado por la ausencia del Fiscal
General, Dr. Pedro Mantellini, quien salió de viaje repentinamente poco después de una visita efectuada
por el Presidente del Congreso y el Presidente de la Corte Suprema de Justicia que fue reseñada por la
prensa). El Informe de la Fiscalía fue redactado en tiempo récord, con apenas unas horas de estudio, pues
la Fiscalía recibió el Informe del Congreso en la mañana del 13 de junio de 1989 y ese mismo día dio a
conocer a la opinión pública la decisión de la Fiscalía General, confirmadora de la decisión parlamentaria.
448
La opinión pública denominó ese Informe relámpago de la Fiscalía "el Canachazo", pues los medios
de comunicación revelaron que Canache Mata había llevado él mismo los documentos al Fiscal encargado,
a pocas horas de la decisión del Congreso y sin haber cumplido los requisitos exigidos por la ley de filiación
y certificación de los documentos.

El 11 de junio de 1981, el ciudadano Luis Álvarez Domínguez solicitó a la Corte Suprema de Justicia
la anulación de la decisión emanada de la Contraloría, el 16 de diciembre de 1980, confirmatoria de la
dictada por la Dirección de Averiguaciones Administrativas de la Dirección General de Control de la
Administración Descentralizada del 25 de julio de 1980.

El 6 de junio de 1985, la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia declaró con


lugar la solicitud de nulidad interpuesta por el Dr. Álvarez Domínguez por la incompetencia del órgano que
condujo la averiguación administrativa. La Corte anuló la decisión dictada por el Contralor General de la
República y anuló parcialmente, en cuanto refiere al recurrente, la decisión emanada de la Dirección de
Averiguaciones Administrativas de la Dirección General de Control de la Administración Descentralización
de la Contraloría General de la República. El Ciudadano Rómulo Peña Dávila también introdujo ante la Corte
Suprema demanda de nulidad de la decisión de la Contraloría. La editorial Capriles, a cargo de la redacción
del diccionario de Corrupción de Venezuela de la cual el autor ha extraído estos casos, no pudo obtener la
sentencia de la Corte, pero podemos suponerla similar a la emitida con respecto al ciudadano Luis Álvarez
Domínguez.

Habiendo finalizado nuestro recorrido por el polémico, agraciado y ampliamente discutido gobierno
de Carlos Andrés Pérez, las puertas de la decadencia del sistema que con tanto esmero Betancourt junto a
sus aliados había construido, empezaba a mostrar signos preocupantes de debilidad. Pérez al entregar el
gobierno a Campins dejo muchísimas deudas adquiridas por el Estado venezolano, en su espiral de gasto
desmesurado, abordada por Pedro Lárez en este mismo libro. Al haberse multiplicado los intereses por
cubrir, veremos cómo poco a poco empieza a desmoronarse aquella obra salida del Plan de Barranquilla.

Pérez había iniciado un proceso que no pararía hasta que el sistema se consumiera a sí mismo y fuera
desplazado por una nueva elite que ya estaba dentro del tejido de la sociedad venezolana, en los pasillos
de las universidades y en los cuarteles, preparándose para dar la estocada final (160).

“Cuando reviso mi actuación, al frente de la Seguridad Nacional, y la comparo con las represiones
de los años sesenta y setenta, realmente me siento un niño de pecho, especialmente al lado de
Carlos Andrés Pérez. Cuando veo que se pasean en el exterior y en Venezuela y en todos partes
verdugos conocidos, con crímenes a cuestas no sé qué pensar. Pero, al hacer análisis de los hechos,
estos señores nunca han sido sancionados. Porque ese es un país de cómplices, y el hecho de
pertenecer a un partido los pone al abrigo de todo esto. Las pruebas abundan; el horroroso crimen
del profesor Alberto Lovera ha desaparecido hasta el expediente.” (161)

- Dr. Pedro Estrada (1906-1989), en París. 1983.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
160. Domingo Irwin e Ingrid Micett. 2011. Logias Militares Venezolana y Conspiración 1972-1992. Caracas, Venezuela: Revista Argos Vol. 28, Nº54.
161. Agustín Muñoz. 1983. Pedro Estrada Hablo. Caracas, Venezuela: Editorial José Martí. Pág. 193.

449
6.8. Luis Herrera Campins, la Venezuela Hipotecada (1979–
1984)
Para las elecciones de 1978, los dos principales candidatos son Luis Herrera Campins, por COPEI,
principal partido de Oposición y Luis Piñerua Ordaz, del partido del Gobierno, Acción Democrática.

Ambas candidaturas son significativas, desde el punto de vista de la vida interna de esos dos
partidos. Por una parte, Luis Herrera era la cabeza de la tendencia que en COPEI rivalizaba con la corriente
del líder máximo del partido, Rafael Caldera. Una paciente labor interna, así como la circunstancia de que
Caldera no podía ser candidato ni podía su corriente presentar un nombre que pudiera competir con el
prestigio y trayectoria de Herrera Campins, despejaron a este dirigente el camino a la candidatura (162).

Piñerua Ordaz representaba el triunfo de la tendencia que en AD encabezaba Betancourt,


severamente critica del gobierno de Pérez, en especial en lo referente a la corrupción, que fue, por cierto,
tema central de la campaña de Piñerua. Tanto en AD como en COPEI, la fractura interna entre las
mencionadas tendencias (herrerismo y calderismo, betancourismo y perecismo) se intensificó,
especialmente en el partido blanco (163).

Mientras tanto, el MAS insistió con la candidatura de José Vicente Rangel, luego de un traumático
debate interno que preparo el futuro alejamiento de ese dirigente de la tolda naranja y profundizo también
las divisiones internas de ese partido, que, en este caso, se bautizaron con apelativos de zoológicos: perros,
tucanes, alacranes y halcones.

La lista de otros candidatos será muy larga: el MEP volvió a lanzar a Prieto Figueroa, el MIR lanzo a
Américo Martin, un nuevo partido llamado Causa Común lanzo a Diego Arria, llamativo gobernador de
Caracas bajo el gobierno de Pérez (164).

Las elecciones las gano el candidato de COPEI, Luis Herrera Campins, con 2.469.042 votos, para un
46,63%, por sobre Piñerua que obtuvo 2.309.577 votos para un 43,31% (165).

Los resultados electorales volvieron a reafirmar que los preceptos del pacto de punto fijo y su pilar
fundamental, el bipartidismo, se seguían manteniendo estables. Entre Herrera Campins y Piñerua
obtuvieron el 97% de los votos mientras que AD y COPEI sumaron el 79,5% de los votos para el Congreso.
En el otro extremo, candidatos como Rangel obtuvieron 5,14%, Prieto Figueroa el 1,10%, el MEP el 2,20%
para el Congreso mientras que el MAS consiguió el 6,08% y así una lista extensa de porcentajes menores.
La abstención da un salto: pasa a 12,43% del electorado.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
162. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 64
163. Fernando Coronil. 2016. El Estado mágico: Naturaleza, dinero y modernidad en Venezuela. Caracas, Venezuela: Editorial Alfa.
164. Consejo Supremo Electoral. S/F. Elecciones Presidenciales, Cuadro Comparativo 1958-2000. Caracas, Venezuela: Dirección de Estadísticas Electorales.
165. Ídem.

450
También se consolido la tecnificación y marketización de las campañas electorales, con el uso más
intenso y más decisivo de muy costosos asesores y agencias extranjeras. El manejo de los slogans, los temas,
las imágenes, pegados todos de un seguimiento diario de las encuestas, se impusieron como asuntos
cruciales en el manejo de las campañas electorales.

En este mismo marco de ideas, es de destacar otra tendencia que se desarrolla en el seno de los
partidos. Su conversión en aparatos burocráticos y, a su vez, la conversación de esos aparatos en
maquinarias electorales. Los órganos de dirección central (El CEN de AD, el Comité Nacional de COPEI)
concentran cada vez más poder y controlan la designación de los candidatos que el partido presentara en
cada elección (166).

Eso significa que para un dirigente regional es más importante estar bien con las autoridades de su
partido (que son quienes pueden designarlo como candidato) que cualquier otra cosa lo cual deteriora
seriamente las bases por las cuales se creó el sistema de la democracia representativa que habían creado
AD y COPEI. Las técnicas de las luchas internas por los cargos burocráticos dentro del partido y por las
postulaciones para los cargos electivos en las elecciones; las técnicas publicitarias para la promoción de las
figuras en pugna; el desarrollo paralelo del clientelismo como recurso para la construcción de los apoyos
necesarios para ambas cosas; el crecimiento de las nóminas de militantes inscritos en los registros de los
dos principales partidos, como importante recurso que usaban muchos venezolanos para acceder a
diversos tipos de ventaja… todo junto y en interacción deriva en la construcción de esas grandes
maquinarias burocráticas, electoralistas y clientelares en que se convirtieron AD y COPEI. Adquirieron en
todo ello, por cierto, un alto grado de perfección técnica, muy al día con los adelantos informáticos
disponibles. Pero esto también significo que los partidos empezaron a perder contacto con la realidad viva
del país, esa misma que utilizaron para crear el sistema puntofijista, los partidos y sus dirigentes se
encerraron en sí mismos y en su juego interno, la aplicación de las reglas del juego tomaron un carácter
mecánico, todo lo cual disminuye la capacidad del régimen de acoger nuevos actores y satisfacer otros
intereses, además de apreciar la emergencia de nuevas corrientes e inquietudes en el cuerpo social. Los
códigos de lectura se simplifican, y los partidos y sus dirigentes son cada vez menos capaces de “leer” nada
que no sea votos tangibles y de interesarse en otra cosa que no sean las técnicas para adelantar en la
competencia intrapartidista y para asegurar y obtener los votos el día de las elecciones.

Urbaneja (167) establece que, para este momento de la vida política, se ha venido produciendo, ya
desde el gobierno anterior, una evolución en el funcionamiento del puntofijismo. Ello es que, desde las
elecciones de 1973, el sistema había superado todas las pruebas que tenía que superar para tenerla como
una democracia consolidada. De modo que el objetivo rector, que daba sentido a las reglas de decisión, la
repartición del poder y el sistema populista de conciliación, ya podía darse por alcanzado. Pero eso no
significo que las reglas de decisión perdieran vigencia o se procediera a su revisión para readaptarlas,
proceso que debió darse correlativamente a una reformulación del objetivo rector, precisamente, esa
dirección nacional de la que hable en la introducción de esta parte del libro, sin la cual, el sistema quedaba
sin ningún tipo de propósito de fondo para la nación y se entregaba al ínterin electoral y burocrático.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
166. Edgar Córdova. 2007. Los modelos de administración pública y espacios de participación ciudadana en Venezuela. Caracas, Venezuela: Revista Reflexión
Política Vol. 9 Nº18. Págs. 100-116.
167. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 66

451
Mientras tanto se había ido tejiendo una tupida red de intereses, dentro y fuera del Estado,
acostumbrados a operar dentro de este sistema de reglas, trayendo como consecuencia que demasiados
sectores tuvieran expectativas altas de recompensa sustentadas en las bases que daban funcionamiento al
puntofijismo.

Evidentemente, tal sistema no podía desmontarse solo porque los objetivos bajos los cuales se
formuló se hubieran alcanzado. Si se hacía, así como así de pronto, se recreaba el problema que se tenía
por superado. Pero tampoco podía dejarse tal cual estaba, porque ya esas reglas estaban generando
expectativas que no iban a poder ser cumplidas y que traerían como consecuencia, la pérdida de
credibilidad del sistema.

A falta entonces de una revisión profunda del proyecto puntofijista, emprendida entre todos los
actores significativos, lo que ocurre es que las reglas siguen funcionando de una manera rutinaria, ya sin el
control del objetivo al cual apuntaron y sin ningún otro tipo de propósito más que mantener a la elite que
las había creado en el poder. Había que seguir satisfaciendo intereses, porque ya eso era todo un estilo de
toma de decisiones, porque siempre se había hecho así.

Esto hace que cada gobierno vaya heredando una carga de compromisos cada vez mayor, y en este
caso particular, el gobierno de Pérez le dejo a Herrera Campins una cantidad muy grande de compromisos
de todo tipo (168). Estos compromisos son los que derivan de la operación rutinaria de las reglas de decisión
del pacto, más los que derivan de los costosos programas puestos en acción por CAP, lo cual, vale recordar,
se agregan los intereses de los sectores que en su momento apoyaron al pacto, de manera que las
reivindicaciones gremiales, sindicales, corporativas, habituales, algunas de ellas provenientes de gremios
gigantescos y con un tremendo poder de presión, como el ya mencionad sector magisterial, hay que agregar
las que derivan de todos los proyectos que se emprenden desde el gobierno, como por ejemplo, el plan IV
de SIDOR, que tiene demandas financieras, sindicales, gerenciales, etc. Particulares, Herrera Campins no va
a tener la capacidad de echar para atrás todo este proceso, y es con esto, que el sentido de su frase lapidaria
con la que recibe la banda presidencial, toma un sentido bastante tétrico.

Durante este tiempo, el país tuvo una segunda bonanza petrolera, ocasionada por una nueva crisis
en el Medio Oriente, con la guerra entre Irán e Irak (169). Los precios subieron a niveles que llegaron a
superar los treinta dólares por barril (170). Pero, teniendo, como tuvo lugar, en una economía atosigada por
los compromisos adquiridos y los que se seguían adquiriendo, no sirvió esta nueva oleada de petrodólares
para algún intento consistente de reorientación o relanzamiento. Por lo demás, ya habían pasado las
angustias sobre el agotamiento del petróleo, se habían descubierto nuevas reservas en grandes volúmenes
en la faja del Orinoco, pero eran de un bitumen difícil de explotar por los momentos, pero con las cuales se
podía contar, gracias al adelanto tecnológico.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
168. Emmanuel Borgucci y Jennifer Fuenmayor. 2013. Antecedentes del debilitamiento institucional en Venezuela durante el gobierno de Luis Herrera Campins.
Guadalajara, México: Revista Espiral Vol. 20, Nº56.
169. Peyman Asadzade. 2019. War and Religion: The Iran-Iraq War. New York, Estados Unidos: Oxford University Press.
170. Geraldine León. 2007. Tendencia Histórica de los Precios del Petróleo 1860-2004. Valencia, Venezuela: Revista de Memoria Política Nº11.

452
De modo que, y es lo que Urbaneja (171) logra constatar, había pasado la urgencia de dotar al país de
una base económica nueva, diferente de la renta petrolera.

Para hacer frente a sus múltiples compromisos, tanto los heredados como los que sus propias
políticas generaban, el gobierno de Luis Herrera decidió “echar mano” (172) de las reservas financieras que
PDVSA guardaba a base de lo que le “sobraba” una vez que le pagaba al Fisco los impuestos que le debía.
Esas reservas habían engordado mucho, hasta alrededor de cinco mil millones de dólares (173) a causa del
alza de los precios ocurrida entre 1979 y 1980. En algunas interpretaciones de las relaciones entre el
Estado y la industria venezolana, este hecho tuvo importantes consecuencias, pues produjo en la empresa
petrolera estatal un reflejo defensivo frente al Estado central que la había “despojado” de sus reservas para
gastarlas en quien sabe qué, debilitando a PDVSA financieramente y entorpeciendo así los planes de
inversión que la tecnocracia petrolera acariciaba.

Según la interpretación que Urbaneja comenta (174), esto sería muy influyente en el futuro régimen
de Hugo Chávez, ya que tendría cuidado esa tecnocracia, con mucho disimulo, de hacer las cosas, de modo
que eso no volviera a ocurrir, tratando en lo delante de pagar al Fisco lo menos posible e invertir cuanto
pudiera en su propio fortalecimiento y crecimiento como empresa, para lo cual, por cierto, ya le venía muy
bien el proceso de debilitamiento del ministerio y el fortalecimiento correlativo de PDVSA (175).

Entre todos estos acontecimientos, resulta inevitable abordar el que es quizás, uno de los
acontecimientos más relevantes de esta administración, pues fue el fiel testimonio público de que la
democracia estaba fallando en algo. Siguiendo la al parecer idiosincráticas convicciones del enérgico y
temperamental presidente del Banco Central de Venezuela, Leopoldo Díaz Bruzual, se adoptó una política
monetaria y de tasas de interés que, junto con una percepción de que el futuro de la economía era muy
incierto, produjo una monumental fuga de capitales, que se intensifico en el año 1982. Llego el momento
en que el bolívar sobrevaluado que se cambiaba a una tasa de 4,30 por dólar, era insostenible. El 18 de
febrero de 1983, que pasa a la historia como el “viernes negro” (176), el gobierno anuncio al país el fin de la
libre convertibilidad del bolívar, su devaluación en un 30% y el establecimiento de tasas de cambios
múltiples.

Más allá de las explicaciones y los aspectos técnicos, que son abordados por Pedro Lárez, es
necesario subrayar su importancia política y simbólica. El bolívar de 4,30 era una de las principales formas
a través de las cuales el Estado venezolano procedía a una repartición genérica e indiscriminada de renta
petrolera al conjunto de la sociedad. Los impactos sectoriales de esa sobrevaluación eran desiguales. Por
ejemplo, dificultaba grandemente las posibilidades exportadoras de la industria nacional, el efecto general
era el de favorecer el nivel de vida de la mayoría.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
171. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 68
172. Emmanuel Borgucci y Jennifer Fuenmayor. 2013. Antecedentes del debilitamiento institucional en Venezuela durante el gobierno de Luis Herrera Campins.
Guadalajara, México: Revista Espiral Vol. 20, Nº56.
173. Ramón Espinasa. 2006. El Auge y Colapso de PDVSA a los treinta años de la nacionalización. Caracas, Venezuela: Revista Venezolana de Economía y Ciencias
Sociales Vol. 12 Nº1.
174. Ídem. Pág. 68
175. Andrés Sosa. 1990. La Respuesta de la Industria Petrolera a la Venezuela de hoy. Carcas, Venezuela: Petróleos de Venezuela S.A.
176. Alejandro Pincay. 2014. Documental Radiofónico: Claves para interpretar el fracaso de la Venezuela Saudita (1974-1984). Caracas, Venezuela: Tesis publicada
por la UCAB.

453
Con la decisión del viernes negro se ponía fin a ese importante mecanismo de creación de consenso
y de apaciguamiento de conflictos sociales. El bolívar y su tasa de cambio estaría en lo adelante sujeto a
constantes manipulaciones, con las cuales, los sucesivos gobiernos trataban de obtener beneficios de
diferentes plazos, y la devaluación del bolívar seria desde entonces la tendencia dominante, irreversible
más bien (177).

Desde un punto de vista simbólico, el viernes negro se considera la campanada general por la cual
el país se enteró de que la manera en que había venido viviendo y funcionando no podía continuar y de que
era necesario buscar otra. La idea genérica de que, por un lado, los venezolanos habían estado viviendo por
encima de sus posibilidades y de que había llegado la hora de pagar las cuentas, que había llegado el fin del
venezolano botarate a cuyas costillas tantos chistes se habían creado. Complementariamente a esto, la idea
de que quienes habían conducido este país habían despilfarrado un ingreso gigantesco, y de que todos
tenían ahora que pagar por esa enorme incompetencia y la corrupción que la había acompañado. Aun así,
para ese momento, nada concreto se sacó de esos mensajes, ni en cuanto a la necesidad de cambio ni en
cuando a la necesidad de castigo, era algo difícil de procesar.

Junto al viernes negro, a lo largo del gobierno de Luis Herrera Campins, tienen lugar varios episodios
que es importante tener en cuenta para denotar que esas pequeñas grietas que habían comenzado a abrir
Caldera, Leoni y Betancourt y expandidas muchísimo más por Pérez, empezarían a ser preocupantemente
evidentes, y los problemas, más frecuentes.

Al menos dos de estos hechos han de ser ubicados en el contexto de la situación de debilidad y
división en la que se ha quedado AD. El primero se refiere al juicio que se le intenta seguir a Carlos Andrés
Pérez, por el caso del “Sierra Nevada” previamente reseñado a través de la explicación del Diccionario de
Corrupción de Venezuela. En tal intento, que se desarrolla en los primeros meses de 1980, concurren el
gobierno de Herrera y los grupos adversarios de Pérez dentro de Acción Democrática, grupos vinculados a
Rómulo Betancourt y que controlan el Comité de Ética.

La suerte de Pérez se juega en una votación en el Congreso en mayo de 1980, en la cual se decidía si
aprobar o no un informe de la comisión parlamentaria que pedía responsabilizar política, moral y
administrativamente a CAP por la irregular adquisición.

Pérez salió librado por un voto de la condena administrativa, que era la que podía tener
consecuencias judiciales muy graves, de modo que salió ileso de una gran amenaza para la continuidad de
su vida política. De haber sido responsabilizado administrativamente, no hubiera podido volver a
postularse a la presidencia (178).

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
177. Hugo Contreras. S/F. La Deuda Pública Venezolana. Mérida, Venezuela: Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la ULA.
178. Luis Fidhel. 2020. 40 años del caso Sierra Nevada. Caracas, Venezuela: Recuperado de: https://www.analitica.com/opinion/40-anos-del-caso-sierra-
nevada/

454
Una segunda secuencia tiene que ver con la intensificación de las luchas sindicales en el país. Esto
tiene una razón propiamente sindical, de defensa de los niveles salariales ante las perspectivas de una
economía en crisis, pero tiene también un aspecto político. Después de las dos derrotas electorales (En las
presidenciales del 78 y en las elecciones de concejales, las primeras de la historia moderna, en el 79)
sufridas por AD, su poderoso sector sindical aparecía como el principal baluarte partidista verdaderamente
en pie. La CTV, controlada por el buró sindical de Acción Democrática y a caballo entre su rol sindical y su
filiación política, se convirtió en el principal protagonista de la oposición social y política al gobierno de
Luis Herrera (179).

Un tercer episodio se refiere al litigio que, por la delimitación de las aguas marinas y submarinas
del golfo de Venezuela, el país tenía en pie con Colombia desde el gobierno de Raúl Leoni. Fue el caso que
las comisiones negociadoras de ambos países adelantaron en un proyecto de acuerdo, cuya principal
versión se conoció con el nombre de “Hipótesis de Caraballeda”, que se elaboraba de un modo que las FAN
consideraron inconsulto y violatorio del implícito poder de veto que tenía en este tipo de materias y que
produjo en su seno un importante malestar que ya existía en los rangos medios y bajos. Es el momento de
mayor riesgo que el sistema había vivido desde 1959 de ser derribado por las Fuerzas Armadas. Olfateando
el peligro, el gobierno dejo caer los proyectos y por decirlo así, “no se habló más del asunto” (180).

Estas situaciones conflictivas Urbaneja (181) las resalta propósito para hacer una puntualización
sobre el tema del consenso y el conflicto, cosa que compete y es muy importante para los fines de este libro.
El hecho de que, en aras de la consolidación democrática, el régimen puntofijista se hubiese caracterizado
por una obsesión por el consenso y una aversión al conflicto, claro, esto no quiere decir que solo hubiera
de lo uno y no hubiera de lo otro.

Ya resalte en su momento el conflicto de alta intensidad vivido en la década de los sesenta, cuando
se organizó el movimiento guerrillero y se eliminaron las últimas lealtades a Pérez Jiménez en las Fuerzas
Armadas. Pero incluso por debajo de ese nivel de alta confrontación, en la democracia venezolana no
escasearon las situaciones conflictivas.

El gobierno de Betancourt tuvo una fuerte oposición parlamentaria una vez que URD se fue del
gobierno y que AD sufrió su segunda división. El gobierno de Leoni enfrento la oposición copeyana, la del
partido de Ramos Jiménez y al final la del MEP. Durante el gobierno de Caldera hubo roces importantes con
el sector estudiantil y empresarial, específicamente con FEDECAMARAS. La oposición a COPEI al primer
gobierno de CAP, así como la del MAS y lo que quedaba del MEP, fue recia. La calle fue todo el tiempo
escenario de protestas de todo tipo, que no pocas veces fueron reprimidas con violencia. El caso es que eso
no estuvo de ningún modo ausente.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
179. Rolando Díaz. 2009. Los Sindicatos en Venezuela, de la Negociación a la Confrontación. Caracas, Venezuela: Revista sobre Relaciones Industriales y Laborales
Nº49. Pág. 95
180. Rafael Ruano. 2011. El Golfo de Venezuela. Aspectos Geopolíticos y Jurídicos (Periodo 1922-1980). Caracas, Venezuela: Trabajo de solicitud de Ascenso a la
Categoría de Profesor Asistente. Universidad Central de Venezuela.
181. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 71.

455
Lo que es importante subrayar entonces es que estaba claro para la gran mayoría de los actores
políticos que el nivel de conflicto no debía llegar a una altura que pusiera en riesgo la estabilidad del
régimen puntofijista, y que había que estar muy atento a que el nivel de satisfacción de los intereses con
poder desestabilizador estuviese en los grados suficientes para ello. Es en la aplicación de tal regla de
decisión que los actores políticos y sociales llegaron a tener una gran maestría. Excesiva, puede decirse al
ver hacia atrás desde el presente, pero que les costaría muchísimo (182).

Dentro de ese cuadro de rutinización del problema del que se habló más arriba, a medida que la
democracia se daba al público por “consolidada”, los actores políticos y sociales se permitían entrar en
niveles de conflictividad a los que no se hubieran atrevido en situaciones previas. Por ejemplo, el
movimiento sindical controlado por AD desarrollo frente a Luis Herrera un grado de activismo y protesta
que no hubiera sido posible (y no tuvo lugar) en la todavía novel democracia del primer gobierno de
Caldera

Las fisuras se habían expandido, y sería cuestión de pocos años para la democracia fuera herida de
muerte. Herrera Campins no pudo hacer nada para evitarlo.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
182. Juan Carlos Rey. 1991. La Democracia Venezolana y el Sistema Populista de Conciliación. Caracas, Venezuela: Revista de Estudios Políticos Nueva Época.

456
6.9. Jaime Lusinchi (1984–1989)
Para las elecciones de diciembre de 1983, se presentan las candidaturas de Jaime Lusinchi, por
Acción Democrática, Rafael Caldera por COPEI, Teodoro Petkoff, por el MAS, además del PCV y el MEP lanza
a José Vicente Rangel.

Las elecciones las gana Jaime Lusinchi con una apreciable ventaja sobre Caldera, que obtiene
segundo lugar. Lusinchi consigue 3.775.501 votos, es decir, 56,72%, por sobre 2.286.272 y 34,54% de
Caldera. Petkoff se ubica en tercer lugar, con 276.126 votos, lo que significa un 4,17% de los votos, lo que
quedo consagrado en los corrillos de la política venezolana como “el cinco por ciento histórico del MAS”, en
referencia humorística a una especie de barrera invisible o máximo techo que ese partido era incapaz de
superar, ni siquiera con la figura que se suponía más prestante. Rangel obtiene 220.798 votos para un
3,34% (183).

Urbaneja señala (184) que, de acuerdo a estos resultados, el bipartidismo aun no daba muestras de
estar en crisis. Los dos principales partidos sumaban entre ambos el 91,30% de los votos y habían sacado
entre ellos el 78,6% de los votos para el Congreso, un ligero retroceso en relación al 79,4% de 1978, pero
nada grave. La abstención incluso desciende un poco respecto a las elecciones previas, al situarse en un
12,25%.

El partido del Presidente contaba por si solo con mayoría parlamentaria. Así pues, a pesar der
viernes negro y del gran desprestigio con el que llego el gobierno de Luis Herrera a diciembre de 1983, y
que permitió a Lusinchi una victoria tan amplia como la que obtuvo, quien no quisiera ver mayores
síntomas de crisis, contaba con elementos objetivos para desechar la idea de que el régimen puntofijista
necesitaba reformas importantes.

Sin embargo, en parte importante de los grupos dirigentes del país se planteaba la necesidad de
introducir cambios de significación en la democracia venezolana para canalizar las tensiones que veían
acumularse. Durante el gobierno de Lusinchi, y para atender a tales exigencias, se creó una Comisión para
la Reforma del Estado, COPRE, compuesta por un conjunto de dirigentes políticos, intelectuales y
académicos, dirigentes sociales y miembros de la Iglesia, que tendría como tarea llevar a cabo las consultas,
los estudios y las discusiones necesarias para elaborar un conjunto orgánico de propuestas de reforma del
Estado venezolano (185).

Durante el mismo gobierno de Lusinchi no se hizo mayor caso de las propuestas que la Comisión iba
produciendo, lo cual ha dado pie para pensar que en cabeza del Presidente la creación de la COPRE era un
saludo a la bandera, un gesto simbólico a reclamos de elites, una manera de dar salida a presiones de la
opinión pública, sin que nada de ello significara una verdadera voluntad de reformas o cambios decisores
reales.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
183. Consejo Supremo Electoral. S/F. Elecciones Presidenciales, Cuadro Comparativo 1958-2000. Caracas, Venezuela: Dirección de Estadísticas Electorales.
184. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 73.
185. Edith Cuñarro. 2004. Modernización Reflexiva y Democratización en Venezuela. Maracaibo, Venezuela: Revista de Ciencias Humanas y Sociales Vol. 20 Nº43.

457
De todos modos, la COPRE trabajo con constancia, denuedo y sentido de misión. Cumplió a cabalidad
la tarea que se le había encomendado y plasmo su trabajo en un conjunto de volúmenes que contenían el
compendio de las reformas que proponía y cuya suma venía a ser toda una propuesta de cambio integral
del Estado, la política y la economía. Entre esas exigencias destaca la elección directa de los gobernadores
de los estados, que había venido siendo designado por el Presidente de la República.

Urbaneja (186) estableció que esto se resalta porque del reservorio de propuestas que la COPRE
elaboro, esta de la descentralización y de la elección directa de gobernadores y alcaldes, es la que va a tener
dentro de pocos años realización y consecuencias, sin embargo, serían insuficientes. La COPRE surgió como
el inicio del intento de Lifting que acabaría en fracaso con Caldera.

Por ahora, a pesar de todos los sucesos señalados, escándalos de corrupción y graves reveses que
había tenido, el régimen puntofijista permanecía a simple vista imperturbable. El esquema bipartidista
adquiere más que nunca su forma clásica: un partido de gobierno y un partido principal de oposición,
mientras se mantiene un archipiélago de pequeños partidos que subsisten protegidos por la
representación de las minorías garantizada en la Constitución. Las practicas reales dentro de los partidos
y dentro del gobierno son más centralistas que nunca. Las autoridades centrales o nacionales de los
partidos concentran cada vez más poder, sus secretarias de organización perfeccionan al máximo el control
de las actividades de la militancia, la carrera política dentro del partido depende cada vez más de las
decisiones de un pequeño grupo de dirigentes, que se conocerán con el nombre del “cogollo” de los
partidos.

Es así como se hace más patente que nunca una de las rigideces centrales del régimen. El excesivo
poder de decisión puesto en manos de los partidos políticos, hace que sean ellos los que puedan decidir si
instaurar reformas que invariablemente significaran para ellos una pérdida de poder. Las nacientes
organizaciones de ciudadanos se cansarán de exponer sus ideas de reformas ante los organismos de
dirección partidista, donde serán oídos con cortes atención. Pero mientras tengan ellos que decidir en las
reuniones normales de sus comités nacionales, lo más probable es que las reformas se pospongan,
condenadas a esperar alguna situación propicia para que puedan “colarse”, como de hecho ocurrió con la
de la elección de gobernadores (187).

Para Urbaneja (188) es pertinente hacer aquí un señalamiento valido para todo lo que antecede. Se
trata de que, tanto por el objetivo rector adoptado, como por las reglas de decisión señaladas, como por el
hecho de que el Estado estaba ocupado por los partidos políticos, no pudieron establecerse en Venezuela
instituciones con un fuerte espíritu de cuerpo, con una doctrina propia, con continuidad funcional,
administrativa y doctrinaria y con una influencia autónoma en las decisiones que hubiesen de adoptarse
en el área respectiva como, respondiendo a la especificad de sus propias historias, si ocurrió en otros países
de la región como Colombia, Brasil o Chile.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
186. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 74.
187. Miriam Rincón y María Fernández. 2006. La democracia venezolana vista desde la relación triangular: fuerza, poder y derecho. Caracas, Venezuela: Revista
Frónesis, Vol. 13 Nº2.
188. Ídem. Pág. 76

458
Esta ausencia fue especialmente notoria en el área económica, donde nunca ha podido hablarse, por
ejemplo, de un poderoso Ministerio de Hacienda, poderoso en cuanto estuviere dotado de una tecnocracia
con una tradición y un cuerpo de pensamiento desarrollado a lo largo del tiempo. Por eso las políticas
económicas de los gobiernos pueden variar tanto, pues obedecen, o a las exigencias del sistema o a las ideas
particulares del ministro de turno (189).

A parte de todo esto, la vida política transcurre de una manera aparentemente apacible, con los
partidos de oposición atacando a un gobierno defendido por el partido que lo respalda. Se preparan sin
embargo hechos de futura significación.

En COPEI, cuya Secretaría General está en manos de Eduardo Fernández, supuesto favorito de
Caldera, se cocina el dominio del partido por parte de Fernández y la corriente cada vez más identificada
con él, ya más que con Caldera, y que se dispone a rebelarse contra el máximo dirigente de siempre.

Tanto Caldera como Fernández han mostrado sus aspiraciones a ser el candidato de COPEI para las
elecciones de 1988, y será en torno a ese punto que se dilucidara quien tiene el dominio del partido. Así
ocurre cuando en la correspondiente convención de COPEI, se postula la candidatura de Fernández, contra
las aspiraciones de Caldera, el cual es derrotado abrumadoramente y tratado de modo humillante (190).

En Acción Democrática también se prepara una lucha de importancia. El gobierno de Lusinchi


pone todo su peso a favor de la candidatura de Octavio Lepage, dirigente tradicional del partido. Por su
parte, Carlos Andrés Pérez manifiesta su aspiración de ser el candidato presidencial de AD, jugando la carta
de su popularidad y de las mayores garantías de triunfo electoral que ofrece, frente a la figura menos
atractiva de Lepage.

Para mantener la popularidad de Lusinchi, por un lado, y para aumentar las posibilidades del
triunfo de AD por el otro, el gobierno de Lusinchi mantiene una política de gasto destinada a evitar
sensaciones de estrechez en el grueso del electorado. Desde el punto de sus objetivos tal política, así como
la política informativa y de propaganda del gobierno, tiene éxito. Lusinchi se despide del gobierno contando
con un índice de aprobación del 60& de los venezolanos, abriendo la puerta a la victoria de Carlos Andrés
en 1988.

Sin embargo, a esta altura del régimen puntofijista, habría un detalle muy importante que
marcaría también pauta para su colapso en los años noventa; La percepción negativa del Poder Judicial,
que se le evaluaba como sometido a los partidos políticos, lento y socialmente injusto. Esto será un
ingrediente más de esa masa explosiva que se va preparando para estallar en la próxima década con
consecuencias irreversibles (191).

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
189. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 77.
190. Luis Fidhel. 2020. Rafael Caldera: Conflicto Generacional. Caracas, Venezuela: Recuperado de: https://elestimulo.com/rafael-caldera-conflicto-
generacional/
191. Rogelio Pérez. 1993. Crisis Política y Sistema Judicial en Venezuela. Caracas, Venezuela: Revista del Centro Estudios Constitucionales del IESA.

459
6.10. Carlos Andrés Pérez, el fin de una ilusión (1989–1992)
Pérez se erigió en el hombre-providencia, en el estadista con buenas credenciales que ofrecía una
última oportunidad para confiar en un modelo de partidos y en una forma de hacer política que después
de tres décadas ya estaba haciendo evidente su desgaste, no obstante haber sido él una pieza fundamental
del sistema.

Los infortunios económicos del presente tenían su origen en la dependencia masiva del petróleo,
cuyos precios eran de nuevo reducidos; con los ingresos muy mermados, el Estado no podía hacer frente a
los pagos de la deuda externa, crecida a los 34.000 millones de dólares, y las mismas importaciones de
alimentos estaban en crisis. Además, la fuerte devaluación del bolívar en 1986 había desencadenado una
ola inflacionista sin precedentes (192).

En 1988 el índice de precios creció un 35%. El legado económico de su compañero de partido,


Lusinchi, no tenía nada de positivo, pero el 4 de diciembre de 1988 Pérez se impuso al copeyano Eduardo
Fernández con el 54,6% de los votos. Era la segunda vez que se presentaba a unas elecciones presidenciales
y en los dos intentos había ganado con una confortable mayoría (193).

Según el historiador Diego Urbaneja (194) se ha especulado mucho sobre las causas del triunfo de
CAP. Es moneda corriente de estas especulaciones la afirmación de que Pérez evoco la imagen de la
bonanza de su primer gobierno, así como la de su dinamismo personal. Bonanza y dinamismo, cuenta
Urbaneja en su obra sobre los gobiernos del Pacto de Punto Fijo, formaban una pareja indisoluble en eso
que llaman “la memoria colectiva”. En esto ha de haber parte de verdad. Pero quedaría incompleta la
explicación del historiador si trajera a escena la presencia de un gigantesco partido y una maquinaria muy
bien aceitada, que brindaba la base para las movilizaciones del incansable candidato y la consolidación de
los efectos de su gran actividad.

Es importante traer a colación que el contexto de América Latina en este tiempo era el de los años
finales de la “década perdida”, que estuvo caracterizada por la crisis de la deuda que hizo mella en varias
economías de la región y por la presencia de los programas de reajuste económico que los organismos
multilaterales como el FMI, exigían a los gobiernos para proceder con la emisión de asistencia económica
que eran su razón de ser (195).

Venezuela para ese momento no había adoptado ninguna de esas recomendaciones o programas,
dando la impresión que se pensaba que la apuesta era que algún evento fortuito volviera a disparar los
precios del petróleo, estaban “corriendo la arruga” mientras tanto.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
192. PROVEA. 1991. Deuda Externa y Derechos Humanos. Bruselas, Bélgica: Red Europea sobre Deuda y Desarrollo. Pág. 16.
193. Pedro Palma. 1989. La Economía Venezolana (1974-1988): ¿Últimos años de una Economía Rentista?. Caracas, Venezuela: Fundación Eugenio Mendoza. Págs.
157-248
194. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 82.
195. Ídem. Pág. 82.

460
En el instante que CAP llega a la primera magistratura, está plenamente convencido de que las
coyunturas económicas nacionales requieren que la aplicación de un programa de ajuste económico
aupado por la asistencia de organismos multilaterales, como el FMI. Los números con lo que se consigue
Carlos Andrés son muy alarmantes, empezando porque las reservas internacionales apenas tienen unos
cuantos cientos de millones de dólares mientras que, por ejemplo, la deuda externa llega a los 29mil
millones de USD (196).

A esta convicción llego CAP durante el desarrollo de su campaña, y gracias a los enfoques e
información que le es facilitada por quienes se alistaban para ser su equipo de gobierno.

Los componentes habituales de lo que se llamaba “la receta” de esos organismos multilaterales eran
bastante simples a primera vista, pero de altísima envergadura: eliminación de los subsidios de las tarifas
de los servicios públicos y por lo tanto, encarecimiento de ellas, sinceramiento de los precios de productos
subsidiados, devaluación de la moneda y adopción de algún sistema que impidiera la sobrevaluación,
privatización de empresas en manos del Estado, reducción del déficit fiscal, disminución de aranceles y
apertura de la economía. ¿No suena duro verdad? Pues para esa época, eso era suficiente para poner a un
buen número de elites con las manos a la cabeza (197).

En realidad, Carlos Andrés Pérez concebía su misión como la de algo más que sacar al país de
algunos atolladeros económicos mediante la aplicación de algunas recetas técnicas de moda o consideradas
correctas por el pensamiento económico dominante de ese momento. Pérez se da la misión de poner al
país a caminar por un nuevo rumbo, con un nuevo sistema de objetivos y nuevas reglas decisión. El objetivo
para Pérez ya no es consolidar la democracia si no encausar el desastre económico que los gobiernos
previos, incluyendo el suyo, venían fabricando inconscientemente, con el fin de crear una economía
productiva y más diversificada, o al menos eso es lo que historiadores como Diego Urbaneja, establecen
sobre las intenciones de Pérez.

Las reglas no han de ser las de satisfacer el mayor número de intereses políticamente significativos,
sino las de asignar los recursos de la renta el modo económicamente eficiente. Por eso fue que pudo llamar
a su gobierno el del “Gran Viraje” (198).

La toma de posesión de la presidencia del segundo gobierno de Pérez fue la más apoteósica de la
historia de este régimen, con muy notables gobernantes de todas partes haciendo acto de presencia. El
coloquio popular llamaría a este evento como “La Coronación”. A los muy pocos días, CAP anuncia “el
paquetazo económico” que resulto sorpresivo para el país, por lo contrario que resultaba respecto a las
expectativas que implícitamente se habían sembrado durante la campaña electoral.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
196. Juan Romero. 2008. Democracia y Conflicto en Venezuela: Del Consenso al cambio Radical. Guadalajara, México: Seminario Internacional “Dilemas
latinoamericanos actuales de cara al desarrollo y la democracia”.
197. Miguel Purroy. S/F. Evaluación del Programa Económico. Caracas, Venezuela: Revista SIC – Centro Gumilla.
198. Ídem.

461
Pero, pocos días después, una cadena peculiar de circunstancias (aumento del pasaje del transporte
público a finales de mes cuando la gente tenía sus bolsillos vacíos, la ausencia de Pérez de la capital y la
tardanza en informarse de los acontecimientos, la lentitud en reaccionar, el efecto desinformante de los
medios) condujeron a que lo que empezó siendo una protesta en Guarenas y otros lugares de la capital por
el aumento de los pasajes, se transformara en una gigantesca e incontrolable ola de saqueos en zonas
populares y medias de Caracas, en la que participaron decenas de miles de personas (199).

Esa situación había dado inicio el 27 de febrero, que será el día que marcará el chavismo como
efeméride más adelante, y durará hasta el 2 de marzo. A mitad de esos días, Pérez llamo al ejército para
controlar la situación y ello significo una represión masiva con armas de fuego, en la que murieron una
cantidad de personas cuya cifra exacta es de amplia discusión entre académicos, oscilando entre los
centenares según la versión oficial hasta cinco mil o seis mil según estimaciones abultadas (200).

Indiferentemente, este acontecimiento era el ejercicio de represión más grande la historia del país
hasta esa fecha, pasando a la historia como “el Caracazo”. Su fantasma quedara gravitando en los años
siguientes, condicionando en los años sucesivos, implícitamente y de una manera bastante complicada de
determinar, las decisiones de política económica, que tendrá como uno de sus criterios “que no se produzca
un nuevo veintisiete de febrero” (201).

En lo inmediato, el Caracazo represento una gran perturbación para el recién puesto en marcha
gobierno de CAP. Es difícil dimensionar las consecuencias, pero constituyo un hecho de grandes
dimensiones, que estuvo presente como un permanente cuestionamiento al gobierno de Pérez. La
naturaleza de los cambios que CAP quería instaurar en la conducción económica del país requería que ellos
contasen con el mayor respaldo social posible, y lo ocurrido ese día, demostraba que eso no iba a ser
posible.

Este evento será reinterpretado, diez años más tarde, dentro de la reestructuración de la historia a
la que procederá Chávez ya en el poder, será reinterpretado como una protesta señera del pueblo contra
el predominio de la “ideología neoliberal” que “trato de imponer” en Venezuela “el imperio norteamericano”
y del cual CAP y su gobierno eran, según esa versión de las cosas “dóciles vasallos” (202).

Es así como empezaría su gobierno, nuevamente, no exento de polémicas. Como ya se ha visto antes,
CAP tiene una propensión a rodearse de personas ajenas a AD. Esta tendencia se acentuó en este gobierno.
La participación de hombre de su partido fue muy reducida, y desde luego la orientación central de las
principales políticas estuvo en otras manos.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
199. José Honorio. 2008. Causas e Interpretaciones del Caracazo. Ciudad de México, México: Revista HAOL, Nº16. Págs. 85-92.
200. Paula Vázquez. 2013. El Caracazo veinte años después. Caracas, Venezuela: Revista Cuadernos Metropolitanos de la Universidad Metropolitana.
201. Margarita López-Maya. 2000. Venezuela después del Caracazo. South Bend, Estados Unidos: The Kellogg Institute for International Studies.
202. Héctor Escalante. 2010. Desde el Valle – Presidente Hugo Chávez: “El Caracazo fue la chispa que encendió la revolución bolivariana”. Recuperado de:
http://www.correodelorinoco.gob.ve/presidente-chavez-el-caracazo-fue-chispa-que-encendio-motor-revolucion-bolivariana/

462
Es así como llamó Pérez a integrar su gobierno a hombres provenientes de la empresa privada y de
círculos académicos, hombres de una orientación ideológica muy distinta a la de Acción Democrática. En
especial, del Instituto de Estudios Superiores de Administración, IESA, por lo cual recibieron varios de sus
ministros el apelativo de los “IESA boys” (203).

Esa forma de componer su equipo respondía en Pérez a una muy baja valoración que tenía el
Presidente de la capacidad técnica y ética de los hombres de su partido y de sus dirigencias gremiales y
sindicales, y mucho más si las juzgaba de cara a las difíciles transformaciones que juzgaba que había que
llevar a cabo.

El estilo personal, trayectoria, la formación de esos gerentes, empresarios y profesores de economía,


con postgrados en prestigiosas universidades norteamericanas, contrastaban con el estilo y las rutinas de
los políticos de carrera, formados en la cultura puntofijista de constante movilización social creaban una
gran distancia entre unos y otros, así como entre aquellos hombre de gobierno y la dirigencia gremial y
sindical perteneciente a los grandes partidos, entrenados también en la cultural del consenso.

Urbaneja arroja una ilustrativa anécdota de este hecho (204): Un ministro de una importante cartera,
completamente nuevo en lides políticas, desconocido para el mundo sindical que opera en su campo, asiste
a un evento conmemorativo, donde tendrá oportunidad de relacionarse e intercambiar con los poderosos
dirigentes del gremio, adecos curtidos.

Pero el ministro llega, dice unas apresuradas palabras, y a los veinte minutos se va, pues tiene alguna
cita importante que atender. Cuestión de no saber quedarse “por no tener tiempo” a tomarse un güisky y
comer tequeños para estrechar relaciones, con el moreno dirigente gremial de su ramo ministerial, al que
apenas conoce, después de un acto conmemorativo cualquiera, con lo útil que eso podrá ser para tantas
futuras circunstancias.

De esta anécdota, se puede ilustrar con facilidad el aura de exclusión que emitían dichos
funcionarios y que desde CAP I venia caracterizando a un régimen cada vez más desconectado de la
realidad, estos pequeños detalles eran síntomas de un sistema enfermo.

Con esta serie de acontecimientos, acompañados por unas desastrosas primeras elecciones de
gobernadores que tuvieron un 54% de abstención, vino a confluir otra línea que venía desarrollándose
desde hacía algunos años atrás. Para 1983, un grupo de oficiales se había puesto de acuerdo para eliminar
el sistema puntofijista. Parte de ellos estaba bajo la influencia de los viejos grupos guerrilleros de los
sesenta que Caldera había pacificado. Allí hay un complicado entramado de influencias, reclutamiento y
adoctrinamiento, cuyos detalles y efectos tendrán uno de sus momentos cumbres, el 4 de febrero de 1992
(205).

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
203. Arturo Almandoz. 2020. CAP: Del Tranco a la Coronación. Caracas, Venezuela: Recuperado de: https://prodavinci.com/cap-del-tranco-a-la-coronacion/
204. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 86.
205. Daniel García. 2017. Un fracaso militar, un éxito político: Dos visiones opuestas del golpe de Estado fallido que creo la figura de Hugo Chávez hace 25 años.
Caracas, Venezuela: Recuperado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-38863571

463
Se puede decir que los grupos iniciales de conspiradores se fueron ampliando, mediante un
cuidadoso sistema de reclutamiento, en el cual estuvieron involucrados grupos con diversas motivaciones
para desear un cambio de orden político. Igualmente, se fue extendiendo la red de contactos con grupos
políticos de extrema izquierda e izquierda en general, ahora ampliamente vinculados a la lucha estudiantil,
sindical y docente.

De acuerdo a las fuentes históricas (206), para este grupo de oficiales de rango medio, la experiencia
del Caracazo, en la cual miembros de las FAN recibieron la orden de disparar sobre los venezolanos que
estaban protestando, significo un trauma que generaría la determinación de dar al traste con el régimen
existente y acelero los plazos de la conjura, que, además, iba de mano con otros sectores descontentos y
que habían sido excluidos del reparto puntofijista por las reformas de CAP.

Los organismos de inteligencia recabaron la información que precisaba la existencia del grupo
conspirador, y la identidad de sus cabecillas, pero, por razones que no se saben, para los momentos
decisivos, esos oficiales estaban a cargo de importantes comandos de tropas.

Desde febrero del 89 y a lo largo de todo el año 1990, el gobierno de Pérez enfrento numerosas
críticas referidas a casos de corrupción, el tratamiento de la disputa limítrofe con Colombia, en el contexto
de un malestar social que los resultados positivos que mostraban los indicadores económicos, como efecto
del paquetazo, no lograban disminuir, pues no habían tenido tiempo de “permear” a las capas más pobres
de la población.

En tal ambiente, y dado que se acumulaban las pistas en torno a la conspiración, los oficiales
conjurados del MBR-200, deciden dar su golpe de Estado el 4 de febrero del 92. El intento fracasa. A pesar
de que los conspiradores tenían a cargo misiones en Maracaibo, Valencia, Maracay, el aeropuerto de La
Carlota logran importantes objetivos, el objetivo primordial es tomar Miraflores y capturar a Carlos Andrés
Pérez, no pudo ser alcanzado.

El oficial a cargo de esta misión era el teniente coronel Hugo Chávez, quien había establecido su base
de operaciones en el Museo Militar de la Planicie y monitoreaba desde allí el curso de las operaciones sobre
Miraflores. Fracasa la operación, se rindió y fue detenido (207).

Ocurrió entonces uno de esos pequeños hechos que tienen una desproporcionada incidencia
histórica. Para evitar combates innecesarios, se le dio a Chávez la oportunidad de dirigirse a sus
compañeros alzados en otras partes del país, comunicándoles que los objetivos en Caracas no se habían
logrado, que por lo tanto el golpe había fracasado y que, en consecuencia, para evitar sacrificios inútiles,
rindieran las armas. La alocución fue hecha con firmeza y se le aderezaron dos expresiones que extendieron
como la pólvora su prestigio: “Asumo la responsabilidad de la derrota” “Por ahora, los objetivos no han sido
alcanzados” (208). De esta manera irrumpía la figura que destruiría el sistema puntofijista.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
206. Domingo Irwin e Ingrid Micett. 2011. Logias Militares Venezolana y Conspiración 1972-1992. Caracas, Venezuela: Revista Argos Vol. 28, Nº54.
207. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 92.
208. Archivo Dichiara. 2013. Hugo Chávez, golpe de Estado en Venezuela (1992). Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=t40oa9Ohhm0

464
El golpe tenia numerosas ramificaciones, y estaba comprometido en él un importante número de
oficiales. Como con frecuencia pasa, unas cuantas espoletas de la conspiración quedaron sin explotar. Lo
harían diez meses más tarde, el 27 de noviembre de ese mismo año, cuando tuvo lugar una segunda
intentona, esta vez comandada por oficiales de mayor rango (generales y contraalmirantes) que fue
sofocada rápidamente.

El mismo 4 de febrero tiene lugar una sesión en el Congreso Nacional, para condenar el intento de
golpe de Estado. Todos los partidos están de acuerdo y la sesión se va a cerrar sin otra cosa digna de reseñar
que la resolución unánime de condena. Pode la palabra inesperadamente, Rafael Caldera, senador vitalicio.
Después de hacer unas objeciones formales a la resolución parlamentaria, termina de un modo vibrante y
con voz trémula, diciendo que no se le puede pedir al pueblo que defienda la democracia, si el pueblo está
pasando hambre, y por ahí se fue todo por el bajante (209).

Para el inicio del 92, se encontraba Caldera forcejeando con pocas posibilidades de éxito, por el favor
del partid COPEI para la próxima nominación como candidato presidencial, nominación que se veía muy
apetitosa dadas las múltiples tribulaciones del gobierno de Pérez. A partir de su discurso ese día, la
popularidad de Caldera se disparó, dejando a Fernández muy atrás, y cambiando por completo el cuadro
electoral. No sería Caldera el candidato de COPEI, pero si el próximo presidente.

Sin duda, los efectos del 4F sobre el gobierno de Pérez fueron muy profundos. La supervivencia
política se convirtió en primera prioridad para esta administración. Hubo, de cierta manera, un retroceso
a los tiempos de los albores de la democracia representativa, cuando el sistema estaba constantemente
amenazado, se volvía al primer criterio explícito de decisión, sobrevivir a toda costa y mantener los pilares
puntofijistas sin importar lo que suceda. Es de esta manera que, aunque el programa de ajusta de
económico, en la medida que había empezado a aplicarse, estaba dando resultados positivos según los
indicadores, continuarlo paso a segundo plano, pues luego de haber atravesado un evento como un intento
de golpe de Estado junto a las lapidarias palabras de Caldera, no podían seguir adelante con esas reformas
sin suicidarse políticamente (210).

Como una manera de aliviar tensiones, y ya fijada la meta de sobrevivir hasta las elecciones del 93,
Carlos Andrés Pérez, como forma de aliviar tensiones, nombro un consejo consultivo, compuesto por
intelectuales y dirigentes políticos de peso, para estudiar y recomendar las reformas políticas que se
consideraran necesarias para paliar la situación. En marzo, COPEI entra al gobierno. Lo ideal para CAP
hubiera sido una rápida reestabilización política, pera reanudad las reformas del paquetazo en el tiempo
que le quedase. Pero tal estabilización no pudo tener lugar (211).

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
209. Luis Castro. S/F. Dos Discursos. Caracas, Venezuela: Enciclopedia de Historia y Cultura del Caribe.
210. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 93.
211. Ídem.

465
El reclamo de la opinión pública y popular contra el gobierno no paro. Apareció además un grupo
de opinión llamado “Los Notables”, encabezado por Uslar Pietri (212), y compuesto por conocidos políticos
e intelectuales que recibió mucha atención informativa. Dirigentes de la política muy importantes de los
principales partidos propusieron medidas muy radicales, como la convocatoria a una Asamblea
Constituyente (213). En COPEI se oyen exigencias para que el partido salga del Gobierno, habiendo entrado
a penas en él.

Manifestaciones muy ruidosas de descontento empezaron a verse en las grandes ciudades, en este
tiempo se pusieron de moda los “cacerolazos” (214) algunos de ellos fueron en verdad estruendosos. El tema
eventual de la renuncia de CAP se puso con muchísima fuerza en el tapete.

Es así como los eventos no harían más que empeorar para el presidente Pérez, pues, en 1993, se
introdujo de nuevo en la ocasión o el pretexto para llevarlo a Juicio (215). La Fiscalía General de la República
a cargo de Ramón Escovar Salom, abrió una averiguación en torno a una operación cambiaria realizada por
el gobierno. El destino de ese dinero era el de contribuir con los servicios y gastos de seguridad de la
presidente de Nicaragua, Violeta Chamorro. El caso es que por allí se abría la posibilidad de establecer la
responsabilidad de Pérez en un hecho irregular, de mano con la elite de AD resentida de su exclusión en el
gobierno. Esto ameritaría un juicio y, por lo tanto, su destitución, tal como ocurriría.

Los partidos incluido AD, creían percibir que la mera presencia de Pérez en la presidencia de la
República era una amenaza para la estabilidad democrática, en vista del enquistamiento que día tras día se
acumulaba contra él y la caída en picada de su respaldo popular.

Incluso se llegó a decir por esta época que, si no hubiera una causa judicial para destituir a Pérez,
había que inventarla. El 20 de mayo de 1993, la Corte Suprema sentencio que había méritos para enjuiciar
al Presidente, y el Senado autorizo la continuación del juicio, como lo requería la constitución, y nombro al
presidente del Congreso, Octavio Lepage, como presidente provisional.

En este punto, ya la crisis del puntofijismo es casi irreversible, Pérez tiene una alta cuota de
responsabilidad en ella, desde su primer gobierno. Es esta la crisis de un modo de organizar el reparto de
la renta petrolera en la cual la relación entre lo que se produce y lo que se recibe es muy tenue. El criterio
del reparto al que el país estaba acostumbrado era primariamente político, no económico ni mucho menos
social. Ese criterio fue perdiendo su valor y esencia desde el primer gobierno de CAP cuando perdió su
razón de ser.

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212. Romhy Cubas. 2016. La leyenda de "Los Notables" en Venezuela ¿Convocados o autoconvocados?. Caracas, Venezuela: https://elestimulo.com/la-leyenda-
de-los-notables-en-venezuela-convocados-o-autoconvocados/
213. Rafael Arráiz Lucca. 2019. Entrevista a Arturo Uslar Pietri: ajuste de cuentas. Caracas, Venezuela: Recuperado de: https://prodavinci.com/entrevista-a-
arturo-uslar-pietri-ajuste-de-cuentas/
214. Archivo Digiara. 2017. Cacerolazo en Venezuela luego del intento de golpe de Estado – Carlos Andrés Pérez (1992). Caracas, Venezuela: Recuperado de:
https://www.youtube.com/watch?v=JDeQY3ZvZwY
215. José Comas. 1993. El Supremo venezolano procesa por Corrupción a Carlos Andrés Pérez. Caracas, Venezuela: Recuperado de:
https://elpais.com/diario/1993/05/21/internacional/737935217_850215.html

466
Carlos Andrés quiso establecer una nueva forma de hacer política en el marco de renovadas reglas
para el juego del pacto, con mayor inclusión y un enfoque dirigido a diversificar la economía y la
descentralización, pero lo hizo de modo tal que se exacerbó el rechazo de muchos, tanto a lo que ya estaba
pasando como a lo que el proponía. De manera tal, que el país se puso a buscar culpables febrilmente y
creyera encontrarlos con facilidad: los corruptos, los políticos y en particular: Carlos Andrés Pérez (216).

Puede decirse entonces, que CAP bajo esta interpretación que se propone bajo la visión de Diego
Urbaneja (217) pago las cuentas de un régimen que se había agotado, habiendo jugado un papel importante
en ese agotamiento en su primer gobierno. No podía hacer nada para detener un problema estructural que
nadie entendía bien en ese momento y lo único que logro hacer, como si fuera cosa del destino, fue pagar
los platos que el mismo había roto.

Y es así, como se abren las «Puertas del Hades» para la creación de Betancourt, Villalba y Caldera.

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216. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 98.
217. Ídem.

467
6.11. Ramón J. Velásquez, un breve respiro
Luego de la breve pasantía de Octavio Lepage por la presidencia, el Congreso nombro como
presidente provisional, para culminar el periodo presidencial de Carlos Andrés, al Doctor Ramón J.
Velásquez, intelectual, historiador y político de una extensa trayectoria que le había valido el respeto
general del país.

Velásquez se encarga del gobierno el 6 de junio de 1993. Un gobierno que iba a durar escasos meses
en funciones, tenía en aquellas circunstancias, dos misiones imposibles. Una, manejar una vidriosa
situación política sin permitir que se quebrara, hasta llegar a las elecciones. Atravesar, como dijo el mismo
Velásquez, “el puentecito de madera” que separaba junio de diciembre. La otra, adelantar en cuanto fuera
posible en aquellas medidas que había que ir tomando para encarar los problemas pendientes del país (218).

Es necesario precisar, que al tiempo que los todavía dos partidos principales del país, AD y COPEI,
le ofrecían al Dr. Velásquez la presidencia provisional, tomaban la decisión de no integrar ese gobierno. No
tenía para ellos sentido electoral hacerlo, pues no podían esperar ningún beneficio de la participación en
un gobierno que asumía sus funciones en condiciones tan precarias. De modo que el presidente Velásquez
tuvo que armar a toda carrera, haciendo uso de su prestigio y extensas relaciones, un gabinete de
personalidades independientes que estuviesen dispuestos a acompañarlo en aquel breve interinato. Para
allanarle al gobierno un margen de acción en materias específicas, aprobó el Congreso Nacional una Ley
Habilitante, que le permitía a Velásquez legislar por decreto en aquellas materias incluidas en tal ley (219).

Velásquez cumplió a cabalidad el primero de los objetivos mencionados. Los meses de su gobierno
estuvieron llenos de rumores, acechanzas y momentos delicados, per el veterano político pudo ir sorteando
todas las situaciones críticas que se fueron presentando, o el clima critico más bien, pues no se presentó
ningún evento que significara un riesgo inminente de golpe de Estado o cosa equivalente. Las elecciones
tuvieron lugar en diciembre, como estaba previsto, Ramón J. Velásquez le había hecho al país un gran
servicio.

En cuanto al segundo objetivo, el gobierno de Velásquez se encontraba en una situación paradójica.


Por un lado, el hecho de que no tuviera que cuidarse de las consecuencias electorales de sus decisiones, lo
ponía en condiciones de tomar medidas que a un gobierno normal le resultarían más difíciles, y más con
unas elecciones en puertas. Por otro lado, su mismo carácter interino y excepcional le ponía el límite de no
tomar decisiones que invadieran la esfera del próximo gobierno debidamente electo, en el entendido
además que el próximo gobierno podría dejar sin efecto lo que el gobierno provisional decidiera.

Dentro de esos parámetros, el gobierno de Velásquez llevo tan adelante como pudo cierto tipo de
medidas fiscales con lo que pensaba que aliviaba al próximo gobierno de la carga de tener que tomarlas él.
En tal sentido, por ejemplo, dio pasos para establecer el Impuesto al Valor Agregado, IVA, que había hasta
entonces tenido grandes dificultades de ser implantado (220).

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
218. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 99.
219. Ídem.
220. Allan Brewer-Carias. 2003. Ramón J. Velásquez: El gobernante descentralizador. Caracas, Venezuela: Recuperado de: https://allanbrewercarias.com/wp-
content/uploads/2007/08/466.-II-4-433.-RAM%C3%93N-J.-VELASQUEZ.-Gobernante-Descentralizador.-2003.pdf

468
6.12. Rafael Caldera, la implosión del pacto (1994–1999)
Las elecciones celebradas en 1993 darían testimonio de la gran fractura que estaba viviendo el
bipartidismo puntofijista. En el plano nacional, ya AD y COPEI habían perdido el predominio que
demostraron tener hasta las elecciones de 1988, pero seguían siendo dos partidos de peso, de modo que
sus respectivos candidatos eran contendientes con posibilidades de victoria. AD lanzo a Claudio Fermín y
COPEI a Osvaldo Álvarez Paz. Los otros candidatos fueron Rafael Caldera y Andrés Velásquez (221).

En este proceso había tres rasgos novedosos, de acuerdo a Urbaneja (222). En primera instancia,
Caldera había dejado COPEI para lanzarse como candidato por fuera del statu quo puntofijista. Fue
respaldado por un partido, Convergencia, creado en torno a su candidatura y compuesto básicamente por
los copeyanos que acompañaron a Caldera en su salida del partido que fundo, y por un grupo de partidos
de izquierda, de los cuales sin duda el más relevante era el MAS. Entre el surtido de los otros pequeños
partidos, estaban apoyos tan sorprendentes como el del MEP y el PCV. Tal agrupación de pequeños partidos
se conoció con el nombre de “Chiripero” y la figura de la “chiripa” debidamente embellecida, fue importante
imagen en la campaña de Caldera (223).

El segundo rasgo novedoso lo constituyo el crecimiento de La Causa R, que lanzaba a candidato a


Andrés Velásquez, quien como gobernador del estado Bolívar había adquirido un gran prestigio nacional y
que se presentaba a la contienda como un candidato con reales posibilidades de triunfo, cosa impensable
en 1988 cuando obtuvo el 0,37% de los votos.

La tercera novedad ocurre con COPEI. Ese partido determino que el método para escoger su
candidatura sería el de unas elecciones directas y abiertas, en las que pudiera votar todo venezolano,
perteneciese o no al partido. Este nuevo, discutido y muy discutible método dio como resultado que el
triunfador en esas primarias abiertas fuera Osvaldo Álvarez Paz y no el candidato que contaba con el apoyo
de los cuadros del partido y posiblemente de la mayoría de la militancia que fue a votar en esos comicios.
La esencia de la situación resultante la resumió muy bien un dirigente de COPEI que Diego Urbaneja cita:
“Ahora tenemos un partido sin candidato y un candidato sin partido”.

Los resultados de estas elecciones fueron muy ajustados, Caldera consiguió 1.710.722 votos para
un 30,46%, Claudio Fermín obtuvo 1.304.849 votos para un 23,2%, Osvaldo Álvarez Paz saco 1.282.645
sufragios, un 22,11% y Andrés Velásquez logro 1.241.853, lo que fue un 21,97%. Los dos partidos
históricamente dominantes pasaron de conseguir el 92% de los votos presidenciales en 1988 a solo
conseguir el 45% de ellos en este proceso. El régimen estaba muy herido, pero Caldera tenia posibilidad de
salvarlo y aplicar un intento de lifting (224).

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221. Consejo Supremo Electoral. S/F. Elecciones Presidenciales, Cuadro Comparativo 1958-2000. Caracas, Venezuela: Dirección de Estadísticas Electorales.
222. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 100.
223. Víctor Amaya. 2016. Rafael Caldera, de ilustrísimo a chiripa. Caracas, Venezuela: Recuperado de: https://elestimulo.com/climax/caldera-el-saturno-de-
copei/
224. Consejo Supremo Electoral. S/F. Elecciones Presidenciales, Cuadro Comparativo 1958-2000. Caracas, Venezuela: Dirección de Estadísticas Electorales.

469
En este periodo, la pervivencia de la democracia es prioridad absoluta para Caldera, se vuelve el
nuevo criterio bajo el cual las decisiones se toman, junto a toda la cantidad de compromisos que se tienen
que cumplir con otros sectores para que así fuera, y que, desde Lusinchi habían estado teniendo muchos
problemas para poder cumplirse.

Para lograr esto, Caldera cuenta con su experiencia y prestigio personal, que son elementos que en
gran medida llevaron a los venezolanos a votar por él, buscando en su figura un guía que sacara al país del
atolladero y devolviera estabilidad a la democracia.

Así como Pérez se asignó para su segundo gobierno la tarea de hacer que el país diera un gran viraje,
Caldera se asigna la misión de gran estabilizador de la democracia, que en las circunstancias que se vivían
venía a ser como un gran salvador. El contraste era bastante grande entre la visión de Caldera y la de CAP,
pues el primero no buscaba llevar al país a una determinada dirección, si no mantener el sistema y
reestrenarlo, lavarle la cara, aplicarle lo que Lecerf y Parker definieron como un Lifting.

Esa tarea de redireccionar el sistema puntofijista seria responsabilidad de quienes gobernaran


después de él, a quienes entregaría un sistema estabilizado y consolidado, preparado para resistir más
tiempo.

Según esta visión, que expresan historiadores como Diego Urbaneja y juristas como Arráiz Lucca
(225) seránla capacidad de conducción y maniobra del propio Caldera, junto a su prestigio y credibilidad, el
principal recurso de gobierno con el que el presidente cree contar. Por lo tanto, este recurso había de poder
ser usado bajo los criterios que se creyeran necesarios, sin nada que lo atara, de modo que Caldera tuviese
las manos libres para enfrentar las situaciones que se fuesen presentando, de la manera que el considerase
adecuada para sacar la nave de la democracia de turbulencias en las que estaba involucrada, y darle
estabilidad al sistema. Esto es lo que juega el papel de regla de decisión, que más tosca y escueta no puede
ser: se hará lo que Caldera considere en cada caso conveniente para la supervivencia de la democracia
representativa.

A dicha situación se le debe sumar el encuadre político resultante de las elecciones. Caldera había
ganado con menos de un tercio de la votación. No contaba con un partido consolidado, pues Convergencia,
que había recibido la gran mayoría de los votos, era un partido electoral y momentáneo que, además, se
apoyó en un archipiélago de pequeños partidos de izquierda. Todos habían alcanzado una baja votación
parlamentaria que los otros tres partidos habían capitalizado, AD, COPEI y La Causa R estaban en la
oposición, lo que dificultaría en gran manera los acontecimientos. Caldera no contaba ni con mayoría
parlamentaria ni con una maquinaria partidista que lo respaldase (226). La distribución del Congreso
parecía la repartición de una torta de cumpleaños infantil, sumamente fragmentada: COPEI tenía 53
diputados y 14 senadores, AD 55 y 16, La Causa R 40 y 9, Convergencia 26 y 6, y el MAS 24 diputados y 5
senadores (227).

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
225. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 101.
226. Miriam Kornblith. 1996. Crisis y transformación del sistema político venezolano: nuevas y viejas reglas de juego. Caracas, Venezuela: Instituto de Estudios
Políticos de la Universidad Central de Venezuela.
227. Consejo Supremo Electoral. S/F. Elecciones 1989, 1992, 1993, 1995, 1998, 1999 y 2000. Caracas, Venezuela: Dirección de Estadísticas Electorales.

470
Esa situación y criterios conducirían a una política casuística, pensada para mantener el prestigio
de Caldera, entendido a su vez como pilar central de la estabilidad política que se tenía y que se quería
consolidar. Quien toma las decisiones sobre qué cosas había que hacer era Caldera, y todo giraba en torno
a cuál era la opción más adecuada en cada caso para mantener la imagen prestigiosa del presidente, y en el
peor de los casos, minimizar su descenso.

Urbaneja (228) establece que ese enfoque estuvo muy presente en la forma en que el gobierno de
Caldera abordó a una profunda crisis bancaria que se presentó al inicio de su gobierno (229) y que afecto a
varios de los más importantes bancos del país. El gobierno para evitar una debacle en los ahorristas, puso
en marcha una masiva política de rescate bancario que tuvo un costo financiero enorme, calculado en
alrededor del 10% del PIB (230). Caldera soltaba así una posible caída de su credibilidad popular, pero
también asimilaba un golpe financiero que dejaba a su gobierno en malas condiciones para acometer
políticas de buena envergadura y coherencia.

Lo que quedaba del régimen puntofijista eran residuos del otrora vigoroso sistema. El programa
democrático que venia del Plan Barranquilla o se había realizado, como es el caso del control sobre los
recursos básico; o no se había logrado llevar a cabo, como sucedió con la industrialización por sustitución
de importaciones; o había disminuido mucho, como en el caso de la educación y salud; así como su
capacidad de satisfacer los intereses sociales generales y los intereses de las elites de cada sector. Esto echo
por tierra la vigencia de la idea de maximizar el consenso por la vía de satisfacer la mayor gama posible de
intereses significativos, a través de un sistema decisorio armado para ello. Claro, dicha cuestión no significa
que no se hicieran esfuerzos meritorios para elevar la situación de la educación o salud, como lo intento el
Ministro de Educación Antonio Luis Cárdenas (231).

Un primer intento de sustitución del viejo esquema por uno nuevo, había sido el del segundo
gobierno de CAP, pero la suerte que corrió fue fatal. En esta operación salvamento, que de acuerdo al
enfoque de Urbaneja (232), inspiraba la conducción de Caldera en su segundo gobierno, el consenso y el
sistema populista de conciliación fueron desbaratados para transformarse en el casuismo de ir viendo caso
por caso que conviene hacer para mantener el sistema puntofijista a flote y salir de la zona de peligro en la
que se encontraba atascado desde finales de los ochenta.

Esta forma de tomar decisiones paso una altísima factura, ya que impedía precisamente salir de esa
zona de peligro, ya que, no existía un rumbo claro más allá de lograr la permanencia de un sistema que
estaba colapsando por su propio peso. El lifting de Caldera para tener éxito debía poner en marcha
procesos firmes de estabilización y con propósitos claros y a largo plazo, como los que dieron origen a este
régimen. El signo más visible de las nuevas dificultades que generaba la percepción que se iba sin una
dirección clara, fue la inflación. Esta alcanzo entre 1995 y 1996 niveles nunca vistos en Venezuela, de entre
80 y 100% (233), cosa que se venía acumulando perennemente desde el viernes negro. Ante lo que parecía
un nuevo fracaso, varias voces de significación en la opinión pública hablaban de la posible renuncia del
presidente(234).

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
228. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 103.
229. José Ayesteran et al. S/F. Crisis y Poder: El Caso del Sistema Financiero. Mérida, Venezuela: Revista Económica Nº11 de la Universidad de los Andes.
230. Carlos Chirinos. 2008. Cuando la banca venezolana colapso. Caracas, Venezuela: Recuperado de:
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/business/newsid_7670000/7670117.stm
231. María Bello. 2003. Reforma Educativa en Venezuela: Análisis del Discurso Oficial. Caracas, Venezuela: Revista Sapiens Vol. 4, Nº2.
232. Ídem. Pág. 104.
233. Margo López y Adriana Olivares. 2013. Comportamiento de la inflación y del índice nacional de precios al consumidor bajo medidas de control de precios en
Venezuela. Caracas, Venezuela: Revista del Instituto Internacional de Costos Nº11.
234. Heinz Sonntag. 1997. Venezuela. El difícil curso de la transición. Caracas, Venezuela: Revista Nueva Sociedad Nº151. Págs. 17-26.

471
En otro plano, el choque político entre el Ejecutivo y el Poder Legislativo que estaba en manos
mayoritariamente de la oposición, llego a momento de mucha intensidad.

Tanto fue, que oliendo con su olfato veterano la posibilidad de que el sistema que tanto le costó
crear y consolidar estuviera otra vez en serio peligro, AD junto a COPEI y otros partidos tradicionales,
decidieron desescalar el conflicto, para no llegar a choques desestabilizadores con el gobierno. Más en
general, AD llego a una especie de pacto con el Presidente, mediante el cual, AD proveería al gobierno de la
colaboración parlamentaria indispensable y mantener el tono opositor en límites aceptables y decentes,
mientras el gobierno se comprometía a respetar las posiciones e intereses de AD en la administración
pública y en el movimiento sindical y gremial (235).

Para el año de 1996, emergía como figura de gran atractivo para las elecciones de 1998 la de la
alcaldesa de Chacao, Irene Sáez, quien había sido Miss Universo en el año 1981, y cuya labor en esa Alcaldía
había sorprendido por su eficacia y su capacidad de innovación en la gestión municipal, hasta el punto de
que esa zona de la gran Caracas se conocía popularmente como “Irenelandia” (236). En la bella alcaldesa y
en las posibilidades de victoria que para ese momento ofrecía, tenía puestos en sus ojos el grupo
mayoritario de COPEI, encabezado por Luis Herrera. Mientras tanto, a lo interno de AD se debatía la
posibilidad de repetir la candidatura de Claudio Fermín o lanzar a Luis Alfaro Ucero, quien controlaba
férreamente el aparato del partido, cuyo poder sobre el partido se expresaba con el apodo de “El Caudillo”
(237). Henrique Salas Römer anunciaba desde la gobernación de Carabobo sus aspiraciones a la primera

magistratura y organizaba nacionalmente su organización regional que de Proyecto Carabobo pasaba a


llamarse Proyecto Venezuela (238). Por último, Hugo Chávez recorría el país, mientras sus partidarios
debatían si concurrían a las elecciones adoptando así la ruta electoral o si insistían en la abstención que
habían tenido en las elecciones de gobernadores del 95 y apostaban a otra vía de acceso al gobierno (239).

De ahí salió, según cuenta Urbaneja (240), el cuadro electoral de 1998. Irene Sáez seria la candidata
de La Causa R, Factor Democrático, un partido pequeño y nuevo, del propio movimiento aluvial y electoral
surgido en torno a su figura, conocido como Movimiento Irene, y finalmente COPEI, en el cual Herrera
Campins impondría a Irene como candidata. Luis Alfaro Ucero sería el candidato de AD. Salas Römer el de
su partido Proyecto Venezuela. Chávez seria lanzado por el Movimiento V República, MVR, apoyado por un
racimo de partidos pequeños de izquierda: el MAS, el PPT, el PCV, el MEP y otros más pequeños que juntos
crearían el llamado Polo Patriótico.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
235. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 104.
236. Mario Valdez. 2017. Irene Sáez: La Reina, vuelve a Chacao. Caracas, Venezuela: Recuperado de: https://htr.noticierodigital.com/2017/12/mario-valdez-
irene-saez-la-reina-vuelve-a-chacao/
237. Luisana Colomine. 2016. Las Traiciones de Henry. Caracas, Venezuela: https://cotayorosebud.wordpress.com/2016/01/08/las-traiciones-de-henry/
238. Luis Lander y Margarita López-Maya. 1999. Venezuela. La Victoria de Chávez. El Polo Patriótico en las Elecciones de 1998. Caracas, Venezuela: Revista Nueva
Sociedad, Nº160.
239. Mirna Pérez y Liliana Velásquez. 1999. La dimensión populista del discurso político en la campaña presidencial de 1998. Caracas, Venezuela: Tesis publicada
por la UCAB.
240. Ídem. Pág. 108.

472
Es especialmente en la segunda mitad de 1998 que ese cuadro electoral experimentaría a una
dinámica bastante peculiar. Para inicio de ese año, la candidatura de Irene punteaba cómodamente en las
encuestas (241), mientras que otras candidaturas, o no estaban todavía definidas, o estaban con muy bajo
puntaje en los sondeos. A medida que avanzó el año, sin embargo, y una vez que los diferentes candidatos
entraron en la arena, se apreció una sostenida tendencia descendente de la candidatura de Irene (242), un
igualmente sostenido ascenso de Chávez y un ascenso más moderado de Salas Römer junto a una
popularidad estacionaria de bajo porcentaje de la candidatura de Alfaro Ucero.

Los partidos tradicionales, AD y COPEI, hicieron esfuerzos muy grandes para detener el aumento de
popularidad de Chávez y Salas Römer, que aparecían como adversos, de distinto modo, al viejo statu quo
administrado por esas dos organizaciones y que despuntaban por sobre los candidatos respaldados por
estas.

Para ello, los dos partidos decidieron adelantar las elecciones parlamentarias, así como las de
gobernadores y alcaldes (243), todas previstas para realizarse el 6 de diciembre del 98, al mismo tiempo que
las presidenciales. La nueva fecha escogida fue la del 8 de noviembre. Urbaneja dice (244) que pensaban que
esas elecciones, donde la efectividad de las maquinarias electorales pesaba mucho, los recién creados
partidos que respaldaban a Salas y a Chávez no saldrían muy bien parados, lo cual pudiera cambiar el
cuadro final de las elecciones presidenciales que se tendrían un mes después. La alianza de partidos que
apoyaba a Chávez gano ocho de las gobernaciones, AD gano otras ocho, COPEI cuatro, Proyecto Venezuela
una y Convergencia una (245).

En cuanto al Congreso, el Polo Patriótico obtuvo 18 senadores y 75 diputados, AD 20 senadores y


62 diputados, COPEI 7 senadores y 27 diputados, Proyecto Venezuela 3 senadores y 22 diputados. La
abstención fue de 47,56% (246).

Los resultados eran muy difíciles de interpretar. En pleno ascenso de la candidatura de Chávez, sus
partidos llegaban a un total de 1.750.985 votos, mientras que sumados AD, COPEI, Proyecto Venezuela,
Convergencia, La Causa R e Irene, los partidos contrarios llegaban a los 2.700.000 votos. En tal sentido,
Chávez sufrió un impacto negativo, y también Salas, en mayor medida incluso, puesto que su partido obtuvo
solo unos 520.000 votos (247). Pero nada de esto detuvo la tendencia a que la elección tuviera a Chávez y
Salas como principales contendientes. Esto llevo a los dos partidos creadores del pacto de Punto Fijo junto
al ya casi inexistente URD a tomar medidas desesperadas: retirar el apoyo a Irene y Alfaro Ucero, y
respaldar a Salas Römer.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
241. Otro fenómeno político en América Latina. De miss Universo a Candidata a la Presidencia de Venezuela. 1998. Entrevista publicada por el diario La Nación.
Recuperado de: https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/de-miss-universo-a-candidata-a-la-presidencia-de-venezuela-nid90959/
242. IPS Correspondents. 1998. VENEZUELA: Albright reitera rechazo a otorgar visa a Chávez. Caracas, Venezuela: Recuperado de:
http://www.ipsnoticias.net/1998/06/venezuela-albright-reitera-rechazo-a-otorgar-visa-a-chavez/
243. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 109.
244. Ídem. Pág. 108.
245. Consejo Supremo Electoral. S/F. Elecciones 1989, 1992, 1993, 1995, 1998, 1999 y 2000. Caracas, Venezuela: Dirección de Estadísticas Electorales.
246. Ídem.
247. Ídem.

473
El que AD y COPEI realizaran semejante acción, tan alejada de las costumbres políticas que habían
caracterizado al régimen puntofijista, para impedir el triunfo de Chávez, tiene como explicación la forma
en la que se planteaba y era percibida por esos sectores lo que Chávez significaba para ellos. Este hombre
era un militar golpista cuyos planes de gobierno, en caso de haber tenido éxito en 1992, hubieran sido de
carácter extremista y radical, iba a barrer con todo tal y como ellos anteriormente lo habían hecho con
Medina Angarita, López Contreras y Pérez Jiménez. Además, Chávez venía acompañado por el respaldo de
todos los grupos de extrema izquierda que habían sido excluidos del puntofijismo, y que veían ahora la
oportunidad de pasarle factura a ese régimen por los crímenes cometidos en los años sesenta y principios
de los setenta. El núcleo central de este grupo lo conformaron militaristas duros, con tendencia
mayoritariamente de izquierda alimentada por las palabras de los académicos y ex guerrilleros pacificados
que predicaban el socialismo en las universidades y todos los espacios donde pudieran para hacer crecer
las grietas del régimen, también había otros de tipo nacionalista, pero en ningún caso buscaban
conciliación. Querían acabar con ese sistema (248).

El discurso que usaban era uno furibundamente anti-status político, su blanco preferido,
obviamente eran AD y COPEI junto a sus organizaciones afines como la CTV. La promesa electoral central
era la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente (249), que significaría el final de la construcción
de Betancourt, al desplazar la constitución del 61. Había suficientes razones para que AD y COPEI junto a
los otros partidos que estaban de su lado vieran en Chávez una amenaza que había que detener, lo cual
justifico que tomaran las decisiones más extremas con tal de sobrevivir.

A pesar de esta extrema situación, no estaba contemplada entre esas decisiones, cuenta Urbaneja
(250), la de desconocer los resultados electorales. En particular el presidente Caldera fue completamente

claro en establecer que tales resultados serían reconocidos. Estos resultados favorecieron a Hugo Chávez,
que obtuvo 3.673.685 votos, para un 56,2% por sobre Salas Römer, que obtuvo 2.613.161 votos, para un
39,97%. La abstención fue del 36,2% (251).

De esta manera queda sellada, sin un tiro, la muerte del Pacto de Punto Fijo, sin mayor resistencia y
bajo la mirada perdida de un ya viejo y atolondrado Caldera, incapaz de hacer frente con fuerza a la
amenaza que destruiría definitivamente el sistema había creado junto a Betancourt y Jóvito Villalba
cuarenta años antes. Tal y como pasó con López Contreras, Medina Angarita y Pérez Jiménez, pasó con ellos
en su incapacidad de darle dirección al Estado y a la bestia burocrática que habían creado. Un final
tristemente poético para un régimen que quedaría en pañales ante la barbarie, corrupción y destrucción
del Estado de la que seriamos testigos en los veintidós años siguientes, pero eso es para otro libro.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
248. Domingo Irwin e Ingrid Micett. 2011. Logias Militares Venezolana y Conspiración 1972-1992. Caracas, Venezuela: Revista Argos Vol. 28, Nº54.
249. Carlos García. 2017. ¿Cómo fue el proceso constituyente de 1999?. Caracas, Venezuela: Recuperado de: https://historico.prodavinci.com/blogs/como-fue-
el-proceso-constituyente-de-1999-por-carlos-garcia-soto/
250. Diego Urbaneja. 2009. La Política Venezolana desde 1958 hasta nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Fundación Centro Gumilla. Pág. 110.
251. Consejo Supremo Electoral. S/F. Elecciones Presidenciales, Cuadro Comparativo 1958-2000. Caracas, Venezuela: Dirección de Estadísticas Electorales.

474
7. El complot en Venezuela
Tomando en cuento todo lo ya planteado, resulta pertinente asevera que los factores que explican
la evolución de Venezuela en el periodo del régimen del Pacto de Punto Fijo y los que se refieren a la
conformación de la elite que daría paso a ese sistema, y que, han sido previamente explicados a través de
un recorrido histórico en el cual gracias a los aportes de distintos autores relacionados con el estudio de la
historia en Venezuela se hace una síntesis de lo vivido en esta época, se puede determinar que se
corresponden estrechamente con los conceptos de la tesis de Las Dictaduras de las Inteligencias,
previamente definidos por Ives Lecerf y Eduard Parker (252).

Partiendo de la definición de complots ofrecida por Lecerf y Parker (Que se explicó al principio de
este tomo) como aquellos procesos de agitación que pretenden presentarse como defensores del interés
de la población, pero que están, más bien, orientados a asegurar la permanencia o consecución del poder
por parte de una elite; la gesta del puntofijismo abundo en complots al igual que la del régimen chavista.
Las principales ofertas de esos complots son precisamente: Democracia, pluralismo, inclusión,
participación, separación de poderes y acceso a la justicia, pero, en la práctica, estos tanto el puntofijismo
como el chavismo se han caracterizado, como ya hemos visto previamente, por rasgos, más bien,
excluyentes descritos a lo largo del estudio de los procesos políticos de cada presidencia del país entre
1958 y 1998, y que se abordan con más detalle en el libro Poder, Petróleo y Pobreza, de José Gil Yepes (253),
siendo estos rasgos, los siguientes:

- Presidencialismo, por encima de la separación de poderes.


- Centralismo, por encima de la descentralización.
- Estatismo, por encima de la libertad de emprendimiento y del mercado.
- Partidismo (1958-1998) o Autocracia (1998-Actualidad), por encima del pluralismo.
- Paternalismo, por encima de autogestión y participación política
- Rentismo petrolero, por encima de producción diversificada y empleo.

Todas estas reglas del juego político inciden en dirección contraria a la oferta democrática con la
cual han movilizado a la población ambos regímenes. Las frustraciones que infringen estas reglas del juego
y que se manifiestan claramente como clientelismo, pobreza y corrupción, son fruto de que esas reglas de
juego inhiben las iniciativas de la población y su participación en procesos de toma de decisiones en las
políticas públicas. De allí que todo régimen político tenga tres opciones a largo plazo: cumplir sus promesas
y estabilizarse; no cumplir y dejar el poder; o no cumplir y reprimir. Sin embargo, existe una cuarta opción,
desinformar, que ha servido para prolongarle la vida a regímenes insatisfactorios (254).

El complot de la riqueza petrolera permitió alimentar esperanzas de reparto y compensación de las


frustraciones que ocasionan las ineficiencias que causan las inhibiciones propias de todo esquema
concentrador de poder.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
252. José Antonio Gil Yepes. 2016. Escenarios para Venezuela 2017-2030. Caracas, Venezuela: Ediciones de la Asociación Civil Centro Democracia.
253. José Antonio Gil Yepes. 2015. Poder, Petróleo y Pobreza. Caracas, Venezuela: Ediciones de la Asociación Civil Centro Democracia.
254. Ídem.

475
La misma política de la OPEP, fundamento de este complot, es presentada desde 1973 hasta la fecha
como un instrumento reivindicativo de los pueblos oprimidos por los grandes países consumidores de
hidrocarburos. Pero, en los términos del análisis realizado en el presente libro y en Poder, Petróleo y
Pobreza se observa que la supuesta riqueza petrolera ha sido utilizada más como un instrumento de
dominación de las élites políticas venezolanas, desde la dictadura de Juan Vicente Gómez hasta hoy, que
como un instrumento de generación de riqueza duradera para la población. Mediante esa política, el Estado
o, mejor dicho, el pequeño grupo que lo controla, asegura elevados ingresos fiscales en función del alto
precio del petróleo, pero los usan más para el reparto clientelista y populista que para empoderar a la
población.

En la movilización del complot de las élites para hacerse de una cuota extra de poder se destaca el
uso de planteamientos ideológicos. Así, el Pacto de Punto Fijo tomó como bandera la democracia
representativa, mientras que Chávez para hacerla añico planteo una “democracia participativa y
protagónica” para barrer la Constitución del 61.

Vale reconocer que el Modelo del Pacto de Punto Fijo logró arraigar en la población la Democracia,
entendida como elección directa de gobernantes y legisladores, libertad de expresión y, en menor grado,
como libre empresa, cierto grado de autonomía de los poderes públicos y de descentralización. Sin
embargo, las limitaciones al pluralismo impuestas por la élite de los partidos que tenían demasiado poder,
resultaron en un régimen apodado "partidocrático" porque dichos partidos se apropiaron de cuotas extras
de poder a través de la colonización de diversos procesos, de toma de decisiones y de espacios
institucionales públicos y privados.

El chavismo se presentó como un cambio revolucionario que tiene como fin desmontar la
Democracia Representativa como una forma insuficiente de democratización, para darle paso a una
supuesta Democracia Participativa. Esta oferta implicaba acabar con la partidocracia, cosa que con los
enormísimos fracasos que habían tenido en los ochenta y noventa, le arreglo el terreno a Chávez para
barrer todo el panorama.

Pero, en lugar de corregir el vicio del exceso de concentración de poder en los partidos, el chavismo
es aún más concentrador de poder y menos pluralista, porque se trató de una autocracia, durante la
existencia de Chávez, y ahora de un gobierno cívico-militar que viola impunemente la constitución y comete
crímenes de lesa humanidad (255).

Por su parte, el concepto de participación con el chavismo se orienta a comunicación en una sola
vía, como parte de una relación directa líder-masa, en la que el líder habla a la población a través de los
medios de comunicación de masas, pero su interlocutor, el pueblo, no puede dialogar, sino que se le incita
a seguir las voces de mando que recibe (256).

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
255. Human Rights Watch. 2012. Venezuela: Concentración y Abuso de Poder. Recuperado de: https://www.hrw.org/es/report/2012/07/17/concentracion-y-
abuso-de-poder-en-la-venezuela-de-chavez
256. Carlota Salazar. 2015. Cambio y Orden Social en Venezuela durante el Chavismo. Madrid, España: Tesis Doctoral publicada por la Universidad Complutense
de Madrid.

476
Para que se produjera un diálogo o vínculo participativo, sería necesario, más bien, fortalecer las
instituciones intermedias entre los ciudadanos y el Estado, tales como la división de la Jefatura de Estado
y Gobierno, así como el aumento de la autonomía de las gobernaciones, las alcaldías y las parroquias. Pero,
en la revolución chavista, estas instituciones o nunca existieron (como es en el primer caso mencionado de
las jefaturas) o fueron completamente disminuidas y sustituidas por equipos burocráticos, sean estos
ministerios, programas de subsidio o movilizaciones militares dirigidas central y presidencialistamente.

Todo esto sucedió como una reacción a las fallas que había tenido el sistema del pacto, pero, lo
contradictorio reside en que no han hecho más que profundizar esos mismos fallos llevándolos a su
expresión más hiperbólica posible.

A pesar de estos irrealismos, hay que reconocer que el puntofijismo tuvo como consecuencia
beneficiosa el arraigo profundo de la Democracia en la conciencia ciudadana, con la forma de elegir
gobierno, y en lo referente a la separación de poderes, aunque esas promesas tuviesen componentes
irreales por no ser suficientemente pluralista ni participativas. Sin embargo, su sistema de repartición de
recursos y cumplimiento de intereses era insostenible en el largo plazo, el Estado no puede consolidarse
sin tener un objetivo claro más allá de la estabilización de un sistema, debe dotarse de un propósito para
la nación, un ideal como el que Kissinger describe (257), para movilizar al pueblo a alcanzar su máxima y
más poderosa expresión y que tenga, sobre todo, como consecuencia, un sistema político duradero
apoyado en nuevas tradiciones y nuestra cultura.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
257. Henry Kissinger. 2001. Diplomacia. México: Fondo de Cultura Económica. Págs. 1 – 30.

477
7.1. El Irrealismo y las ideologías en Venezuela
El planteamiento central de las ideologías de las élites del puntofijismo y del chavismo para justificar
que a ellas les debe tocar una cuota extra de poder es la desconfianza inter sectorial. Desconfianza que
se deriva de la sospecha, fundada o infundada, de que las élites que no controlan el poder pueden intentar
desplazar a la élite de turno que lo controla. El ropaje más utilizado para justificar, agitar y sembrar temor
en la población con esta preocupación es el de evitar la concentración de la riqueza fuera del Estado porque
al margen de éste, no habría oportunidad de repartirla equitativamente y sobre todo daría espacio a que
otro grupo usufructúe el poder, excluyendo al anterior. El chavismo ha reforzado este principio puntofijista
con el ataque a una supuesta oligarquía (258), término utilizado con todo el peso del concepto teletónico
antes definido.

Si prestaron atención durante la lectura de lo que el Dr. Urbaneja contaba sobre el trato que tenían
los IESA Boys del gobierno de CAP con respecto a los sindicalistas, podrán tener una dimensión bastante
aproximada al origen de esa desconfianza, había recelo y cada sector juzgaba a partir de sus prejuicios.

Si por oligarquía entienden los voceros del chavismo que se refieren constantemente a ella como los
adinerados, la realidad venezolana indica que este grupo ha estado fuera del control directo del poder
desde que Monagas los apartara de esas esferas en 1848 (259). En el caso venezolano, el verdadero
adinerado es el Estado y la oligarquía es compuesta por quien lo controle. Encontramos también que la
mayor concentración de capital y propiedad está en la industria petrolera, propiedad del Estado,
controlada su vez, por una élite que se comporta como un grupo ideológico con intereses propios, mas no
con una ética de servicio civil en sintonía con los intereses de los venezolanos, que a su vez se vio obligada
a actuar de esta manera por la falta de ética y consideración de los mismos gobernantes del puntofijismo,
especialmente Herrera Campins, que al tomar de las reservas de la empresa estatal para tapar las grietas
del viernes negro y de la primera administración de Pérez, consolido estas fricciones y comportamiento

A través de estos irrealismos se evita que la atención de las mayorías caiga sobre lo que sería un
verdadero cambio a favor de dichas mayorías. Ese cambio de fondo y estructura estaría enfocado en una
dirección contraria a la que han ido todos los complots e irrealismos de los dos últimos regímenes.

PUNTOFIJISMO CHAVISMO
Centralismo Más Centralismo
Presidencialismo Presidencialismo
Estatismo Más Estatismo
Partidocracia Autocracia

Pluralismo Limitado Pluralismo Inexistente


Rentismo Petrolero Más Rentismo
Reparto Paternalista Reparto Paternalista
Economía de Demanda movida por Gasto Economía de Demanda movida por Gasto Público
Público degenerada en una Economía Criminal
Cuadro 2 | Características compartidas por el Régimen del Pacto de Punto Fijo y el Chavismo (260)

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
258. Javier Castillo. 2003. Hugo Chávez y los medios de comunicación. Madrid, España: Revista de Historia y Comunicación Social de la UCM Nº8.
259. David Ruiz. 2012. La Construcción de la República 1830-1850. Caracas, Venezuela: Revista Tiempo y Espacio Vol. 22 No. 58.
260. José Antonio Gil Yepes. 2016. Escenarios para Venezuela 2017-2030. Caracas, Venezuela: Ediciones de la Asociación Civil Centro Democracia. Pág. 91

478
La diferencia en los patrones de comportamiento (mostrados en el cuadro) de las elites puntofijistas
y chavistas, ante las frustraciones e incoherencias de sus respectivos irrealismos, radica en que parte de la
elite del puntofijismo trata de retomar los rasgos más concentradores de poder del Pacto de Punto Fijo.
Este último intento una reforma del Estado, la descentralización y el desarrollo de una economía de
mercado, pero fracasó estrepitosamente. Esto lo hizo tarde, lenta e incoherentemente, de una forma que
no le resulto suficiente para sobrevivir. Mientras que la elite chavista esta ideológicamente radicalizada, de
forma que no ve otra alternativa que revertir hasta las más primitivas reformas del Pacto de Punto Fijo e
incluso más allá, de los regímenes gomecistas y caudillistas del siglo XIX por el nivel de barbarie alcanzado,
para profundizar el esquema irreal de mayor concentración de poder posible.

Las grandes diferencias entre la percepción general positiva y las percepciones muy negativas sobre
el manejo de asuntos específicos muestran una situación incoherente e inestable, pero también señalan
que es posible hacer que la población opine de ciertas formas no coherentes, al menos en el corto y mediano
plazo, y es por ello que la forma de democracia directa en la que Venezuela se encuentra actualmente, la ha
hecho tan susceptible de abusos y fracasos continuados.

479
7.2. Pretotalitarismo y el Pacto de Punto Fijo
El pretotalitarismo se refiere a la utilización de la comunicación política orientada a la
desinformación como instrumento para asegurar la concentración del poder político por parte de las elites
dominantes. Eso ya lo vimos previamente (261).

En este sentido, el modelo puntofijista fue marcadamente pretotalitario en sus primeros 25 años.
Los primeros movimientos sociales (Democracia y Sustitución de Importaciones) abundaron en el uso de
la política comunicacional para estabilizar un régimen, pero ese régimen distaba de ser democrático en el
sentido pluralista del término.

Una herramienta efectiva en las movilizaciones de opinión pública es el uso de la información


Teletónica, o sea, de las mencionadas buzz words o palabras timbres que provocan una reacción emocional
al ser escuchadas por la población. En este sentido, el Pacto de Punto Fijo fue un profuso comunicador,
utilizando términos como Unidad, Libertad, Democracia, Compre Venezolano; atacando al militarismo que
había recién salido del poder con expresiones como Peculado y descalificando a los golpistas mediante
frases como “Venezolano siempre, comunista nunca” (262).

Aunque tales campañas de comunicación política lucen reales y positivas para todo aquel que
apoyara el retorno a la democracia, no puede dejar de notarse cierto contenido irrealista en algunas de
ellas. Por ejemplo, en el caso de la campaña “Compre Venezolano”, la justificación a ultranza de la compra
de lo producido en el país también involucraba ciertos beneficios por parte del comercio importador y de
la población que debía acogerse a la preferencia por artículos manufacturados localmente, aunque tuviesen
niveles de calidad y precios no competitivos (263). Pero tampoco se comunicó que los productos nacionales
estarían sujetos a una desgravación arancelaria progresiva para obligar a la industria local a hacerse
competitiva. Sin embargo, esta segunda fase de la política de sustitución de importaciones no se llevó a
cabo. Los altos aranceles se perpetuaron y la población tuvo que soportar el privilegio industrial
indefinidamente; como ocurrió en el resto de la América Hispana. El nivel de desinformación en este caso
llego al extremo de que aparecieron unos culpables de estos sacrificios y no fueron otros que los
proponentes de la política en cuestión, la propia Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y su
director para esa época, Raúl Prebisch (264).

Estos fueron responsabilizados de haber propuesto una tesis que protegió en exceso a las industrias
locales en la región. Sin embargo, la tesis de la sustitución de importaciones de la CEPAL siempre estuvo
acompañada por el compromiso de la desgravación automática. El no cumplimiento de esta segunda fase
se debió a las relaciones clientelistas entre las elites industriales y gobernantes, y no a errores de quienes
formularon la política en la CEPAL.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
261. Yves Lecerf y Eduard Parker. 1983. La Dictature D´Intelligentsias. París, Francia: Presses Universitaires de France. Págs. 57-72
262. Orlando Avendaño. 2020. Elogio a Rómulo Betancourt desde la Derecha. Caracas, Venezuela: Recuperado de: https://panampost.com/orlando-
avendano/2020/04/30/elogio-a-romulo-betancourt-desde-la-derecha/
263. Paula Markous. 2018. La Venezuela Saudita: Como era vivir en el país del “dame dos”. Buenos Aires, Argentina: Recuperado de:
https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/la-venezuela-saudita-como-era-vivir-pais-nid2180765
264. Nicolás Oliva. 2017. El Heredero de Raúl Prebisch. Caracas, Venezuela: Recuperado de: https://www.celag.org/el-heredero-de-raul-prebisch/

480
La desinformación pretotalitaria también jugó un papel importante en el desmontaje de la política
de sustitución de importaciones en 1989, cuando nuevos grupos elitistas enfatizaron el mito contrario, el
de los bajos aranceles y la eliminación de mecanismos para-arancelarios, como parte de la política de
apertura y liberación de la economía. Este nuevo complot estuvo enfocado a transferir enormes cuotas de
poder de la industria y del gobierno al comercio y al consumidor, quienes podrían entonces adquirir
mejores bienes a mejores precios, aunque dicho consumidor pudiera también perder su trabajo por exceso
de importaciones.

Así, bajo la conseja de la necesidad de aplicar reformas por vía de “shock”, o sea, rápidamente,
porque, de lo contrario, se corría el riesgo de no aplicarse, la industria venezolana quedó súbitamente
desprotegida, debiendo enfrentar un entorno macroeconómico desequilibrado y volátil, el
desconocimiento su deuda externa al tipo de cambio antes pactado y asimétricamente desasistida frente a
los programas de apoyo gubernamental que sí disfrutaban sus competidores extranjeros.

Los extremos a los que se llevaron tanto la política de protección industrial como la contraria, de
apertura de la economía, ejemplifican lo engañoso que pueden ser los movimientos de cambio social:
complot, irrealismo, ideologías, desinformación y lifting. Estos términos nos permiten entender cómo los
representantes de diversas élites pueden, montar escenarios irreales y manipulativos a través de los cuales
ofrecen mejorar a la población, le crean angustia para movilizar su apoyo, le distraen su atención de
algunos aspectos inconvenientes para la movilización y terminan perjudicando a los movilizados.

Pero en el uso de la comunicación para legitimar cambios realistas también se observa que se ha
cometido el error contrario, como no informar suficientemente cambios como la pacificación de la guerrilla
en 1971, la liberación de precios en el gobierno Luis Herrera Campins en 1979, y la apertura y liberación
de la economía en 1989-1993.

Esta escasez comunicacional limitó severamente la aceptación de un nuevo orden y contribuyó a la


preparación de la implosión del régimen en 1998 (265).

Curiosamente, quienes sí hicieron un uso intensivo de la desinformación fueron los contrarios al


desarrollo de una economía de mercado (1979 y 1989) y de la descentralización político-administrativa
(1989). Lo primero que hizo la oposición a las reformas fue acuñar un término teletónico para denominar
y descalificar el programa económico del ex presidente Pérez. De allí surgió el remoquete del paquete o
paquetazo. Tal etiquetamiento aludía a algo malo y escondido o con carácter de estafa.
Complementariamente, a uno de los ministros más representativos de dicho programa, Miguel Rodríguez,
titular de Planificación, se le adjudico el alias de paquetico Rodríguez, como parte de la teletonía intentada
para descalificar y provocar un rechazo emocional y automático hacia el cambio de modelo económico (266).

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
265. Vladimir Petit. 2010. Aprendiendo del Paquetazo. Caracas, Venezuela: Catedra de Macroeconomía del IESA.
265. Miguel Purroy. S/F. Evaluación del Programa Económico. Caracas, Venezuela: Revista SIC – Centro Gumilla.

481
Entre los planteamientos de desinformación que se utilizaron para bloquear el intento de acercar la
economía venezolana a un modelo de economía de mercado se pueden mencionar los siguientes:

- La liberación de precios eleva el costo de vida.


- La propiedad del Estado de las empresas básicas asegura la distribución equitativa de la riqueza.

En el extremo ideológico contrario, se encuentra, en la época que analizamos, una frase hecha
famosa por otro de los ministros del segundo gobierno de Pérez y que también sirve como ejemplo de
desinformación (266):

- La intervención del Estado en la economía es contraproducente y se corrompe (por lo tanto, hay


que evitarla).

La realidad es que la intervención del Estado en la economía puede ser desfavorable al desarrollo
de la economía de mercado, cuando insiste en tales cosas como el proteccionismo exagerado, controles de
precios y del tipo de cambio. Pero, la intervención del Estado está presente en la mayoría de las economías
de los países desarrollados a través de incentivos al desarrollo tecnológico, al adiestramiento del personal,
a las exportaciones, a la inversión en ciertas actividades o áreas geográficas, creación o mantenimiento de
fuentes de empleo, etc. En el caso de la frase antes referida, la exageración ideológica del ministro en
cuestión y de algunos empresarios que apoyaban la liberación económica a ultranza llego al extremo de
negarse a aceptar que el Estado debía formular políticas económicas sectoriales y de incentivos; aun, a
pesar de que sus competidores de países desarrollados, tenidos como ejemplos de la liberación y de la
economía de mercado, estaban y están, fuertemente, subsidiados y promovidos por sus respectivos
gobiernos.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
266. Carlos Blanco. 2020. CAP: Un hombre para la historia. Caracas, Venezuela: Recuperado de: https://www.elnacional.com/opinion/cap-un-hombre-para-la-
historia/

482
7.3. La implosión del Pacto de Punto Fijo
Tal vez la frase teletónica de mayor impacto en contra de la estabilidad del segundo gobierno del ex
presidente Pérez fue: El entorno de Pérez (267).

Este apelativo se refería a un supuesto grupo de allegados que se estarían beneficiando de manera
privilegiada en la toma de decisiones públicas para lograr contratos, permisos, etc., que los enriquecían; a
la vez que las grandes mayorías debían confrontar el empobrecimiento causado por los errores que se
cometieron en la forma como se plantearon los ajustes macroeconómicos, por vía de shock, y las reformas
de mercado, también por vía drástica. El uso insistente de la frase el entorno de Pérez formaba parte de
todo un movimiento de Lifting liderado o capitalizado por el entonces candidato a la Presidencia de la
República, Rafael Caldera, quien se presentó al electorado en 1993 como el abanderado anti-paquete y
anticorrupción, es decir, como el líder del retorno al modelo inicial del Pacto de Punto Fijo. Pero la
aplicación de su política casuística, como explico Urbaneja, echaría al traste esta pretensión.

Estos elementos contribuyeron con la remoción de Carlos Andrés Pérez de la Presidencia de la


República en mayo de 1993. Para completar el cuadro de factores desencadenantes de tal remoción, se
utilizó más desinformación. Se acusó al entonces Presidente de tener unas cuentas mancomunadas con la
Sra. Cecilia Matos y del manejo indebido de la partida secreta (268). Esto último, a pesar de que se sabía que
los dineros de dicha partida ido habían sido enviados a Violeta Chamorro, recién electa Presidente de
Nicaragua para desarrollar su sistema de seguridad.

Por su parte, el entonces presidente Pérez no movilizo adecuadamente sus hilos de poder para
defenderse y superar el ataque. Terminó siendo removido por el voto de censura del Congreso de la
República, obviamente, contando con los votos de su partido, Acción Democrática y del otro partido
mayoritario miembro del oligopolio político de la época, COPEI. Sin que esto haya terminado allí porque
casi treinta años más tarde, todavía los representantes de dichos partidos distraen la atención del público
insistiendo en que al ex presidente Pérez lo sacaron del poder las críticas de los medios privados de
comunicación (269).

Si aplicamos los conceptos de pretotalitarismo a este caso, se observa una total coincidencia con el
caso de la remoción de Pérez:

- Se trató de un complot, arriba definido como una conspiración, colusión de voluntades, a veces
secreta, para alcanzar el poder. Se le denomina complot porque lo que se plantea abiertamente es
reivindicar a la elite o a la población. Por lo tanto, este mecanismo involucra un proceso de
animación que pretende inspirar el interés de la población, mientras que simultáneamente le genera
dependencia, angustia e inseguridad; siendo, por lo general, insatisfechas tales expectativas. Lo que
la élite que maneja la movilización no comunica, es su aspiración a incrementar sus cuotas de poder.
Este aspecto es lo más secreto de un complot.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
267. José Antonio Gil Yepes. 2016. Escenarios para Venezuela 2017-2030. Caracas, Venezuela: Ediciones de la Asociación Civil Centro Democracia.
268. Nicola Kedzo y Juan Rincón. 2007. Análisis crítico del juicio por los 250 millones de la partida secreta del Ministerio de Relaciones Interiores al Ex Presidente
Carlos Andrés Pérez (1993). Caracas, Venezuela: Tesis publicada por la Universidad Metropolitana.
269. Alexandra Toro y Vanessa Zabala. 1994. Golpes y Juicios a un Sistema en Crisis: Treinta y seis años de historia en Venezuela. Caracas, Venezuela: Tesis
publicada por la UCAB.

483
- El proyecto alternativo ofrecido refleja irrealismo. El irrealismo se origina en las aspiraciones
exageradas de cada elite y se concreta en la ideología que adopta dicha elite y que le sirve para
explicar al mundo en función de una interpretación que le justifica un lugar preferencial en el
reparto del poder y la riqueza. Entre otras cosas, según Lecerf y Parker, las ideologías y la
desinformación les sirven a las elites para para intentar que unos temas tengan visibilidad mientras
otros permanecen desapercibidos.

- Las acusaciones contra Pérez por corrupción representan el aspecto de la desinformación propio
del pretotalitarismo del Pacto de Punto Fijo, pues estas acusaciones, que, si bien podrían haber
estado bien fundadas, no se hicieron como manera de preservar la integridad del Estado, si no como
método de castigo a quien estaba impulsando políticas contrarias a los valores tradicionales del
sistema político venezolano. Recordemos: “Bajo un régimen pretotalitario, el instrumento principal
de poder es la desinformación guiada por la ideología de la elite”.

- Debido a que los complots, el irrealismo y el pretotalitarismo son disonantes con los valores
utilizados por las elites ara justificarse, la desinformación generalmente se centra en demostrar que
el régimen vigente o el ofrecido tiene, en abundancia aquello de lo que más adolece.

- El pretotalitarismo se ejerce mediante la movilización de opinión pública, de la agitación, la


denuncia, el reclamo constante. Como el complot es irreal, ideológico, se ejerce manipulando la
opinión, haciendo uso de la “desinformación”. El objetivo de la desinformación es hacer que la
población, en cuanto clientela política, adopte una cultura prefabricada por otros.

Todos los conceptos planteados por Lecerf y Parker coinciden con estos acontecimientos y con todo
lo sucedido en Venezuela, sobre como las elites tradicionales lograron descarrilar el mayor proyecto de
transformación modernizadora que ha ocurrido en el país. Lo hicieron con Medina Angarita en 1945, y con
Carlos Andrés Pérez entre 1989 y 1993, como acabamos de ver.

Las medidas económicas de Pérez fueron revertidas por el gobierno de Caldera y la


descentralización se estancó. Una vez llegado Caldera a su segunda Presidencia, la reinstalación de la
desconfianza como patrón de relaciones gobierno-empresa desemboco en un estancamiento de la
inversión privada, en la salida de capitales que se tradujo en la crisis bancaria de 1994, la devaluación
acelerada y el crecimiento de la inflación. De allí que, en su primer año de gobierno, el ex presidente Caldera
regresase a los controles de precio y del tipo de cambio, por lo que se planteó inmediatamente un debate
entre su gobierno y los voceros del gobierno anterior, imputándole estos últimos al nuevo gobierno que la
aplicación de controles de precios y del tipo de cambio estaba resultando en situaciones peores a las que
supuestamente estaban dirigidos a subsanar. La respuesta del ex presidente Caldera fue notoria:

“Las viudas del Paquete son traidores a la Patria” (270) (271).

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
270. Luis Alcalá. 1994. Tiempo de Proponer. Caracas, Venezuela: Recuperado de: https://doctorpolitico.com/tag/rafael-caldera/page/3/
271. Pérez Zambrano. 1994. Las viudas del paquete perecista son traidores a la Patria. Caracas, Venezuela: Diario El Universal. 6 de Diciembre, Primera Página.

484
Sin embargo, el no escuchar a los que le estaban diciendo que las medidas que estaba aplicando
conducían a un desastre, Caldera y los venezolanos debieron pagar muy caro. No solo se trató de una severa
crisis económica, sino la de un sistema confundido que iba a implosionar en las elecciones presidenciales
de 1998 por no tener respuesta ante el agotamiento del intervencionismo económico y el estatismo.

Las experiencias de los controles de precio y de cambio durante los años 1994-1996 fueron tan
negativas que obligaron al gobierno a retomar la liberación de precios y del tipo de cambio a partir de abril
de 1996 bajo la política denominada “La Agenda Venezuela”. Este nombre fue una forma de maquillar que
se trataba de un acuerdo más con el Fondo Monetario Internacional cuyas medidas, obviamente se
asemejaban a las de Pérez II.

En la medida que esa “Agenda” no fue aplicada en toda su extensión, la inversión privada se mantuvo
en niveles bajos, insuficientes para crear los puestos de trabajo y los niveles de exportación y de
diversificación de la economía que dicha agenda planteaba. De allí un clima socioeconómico negativo, al
cual se sumaba la percepción popular de que el gobierno del ex presidente Caldera no había cumplido
tampoco con la lucha anticorrupción. En ese ambiente caen los precios del petróleo, se profundiza la crisis
socioeconómica y surge la candidatura presidencial de Hugo Chávez. Al ganar este ultimo la elección bajo
una clara promesa de instaurar una revolución que cambiaría el sistema político por un nuevo régimen es
evidente que el Pacto de Punto Fijo implosionó y le dio paso a un nuevo mito.

El riesgo que corren las sociedades con las implosiones y las revoluciones que estos fenómenos dan
paso a un nuevo mito, que quita la atención de lo que hay que cambiar para mejorar racionalmente.

485
8. Pero y entonces, ¿Cómo salimos de esto?
Los cambios de fondo y estructura que Venezuela requiere son bastante complejos y profundos. El
sistema heredado del puntofijismo y que el chavismo ha llevado hasta el extremo de sus deficiencias está
completamente desgastado, derruido y sin capacidad real de operar de alguna manera en favor de los
venezolanos.

El Estado que hoy tenemos es el fruto de las malas decisiones de quienes, orientados quizás por una
fervorosa necesidad de acumulación o por orgullo, interrumpieron el proceso natural de democratización
del país durante la época de Medina Angarita, para hacer las cosas a su grotesco y vulgar modo.

El resultado que tenemos es un Estado criminal, ocupado por quienes ellos persiguieron y que, en
cooperación con elementos extranjeros, han hecho del sagrado suelo de la patria, la nueva hacienda de un
grupo de criminales dispuestos a llevar al máximo la miseria nacional con tal de permanecer el mayor
tiempo posible en la cima del Estado.

Nuestras instituciones nunca lograron consolidarse de manera firme, hubo un disimulo de ellas que
al final, resulto insuficiente para poder darle continuidad al sistema puntofijista y al Estado venezolano de
manera sana.

La ausencia de objetivos, la falta de interés por algo más allá del establecimiento de su propia visión
de país, la corrupción y la desconfianza intersectorial arrojaron a la elite puntofijista en una espiral sin fin
de la cual no pudieron salir nunca, sus propios fantasmas expresados en la hoy lúgubre imagen de Chávez
se encargaron de ponerles fin, para dar rienda a una época llena de miseria, abusos, muerte y frustración
desde 1998 hasta nuestros días.

Pero es posible ver una luz, en medio de todo este sombrío panorama. Nuestra nación debe
desarrollar un ideal nuevo, objetivos por los cuales regir y justificar la existencia de nuestro Estado. En
Venezuela debe encaminarse un nuevo proceso que una elite encause, pero con objetivos a un plazo
muchísimo mayor que el de simplemente estabilizar el sistema que surja de esa elite, ese plazo debe mirar
a cien, doscientos y hasta trescientos años en el futuro.

Necesitamos verdaderos hombres de Estado, así es como saldremos de esto. Necesitamos objetivos
nacionales comunes, necesitamos un ideal que esparcir al resto del mundo desde nuestras ricas tierras,
necesitamos ganarnos a pulso ese lugar que durante dos siglos se nos ha reservado entre el concierto de
las naciones.

Pero para eso, hay que reformar, hay que reestructurar y reconocer sobre todo nuestro pasado y los
errores cometidos.

La República ya no es lo que era, ni lo será de nuevo.

486
8.1. ¿Es necesario cambiar el sistema político?
Resulta totalmente necesario, con el fin de avanzar hacia la consolidación de verdaderas
instituciones y un nuevo Estado, que el sistema político cambie junto al de gobierno. Betancourt y su
generación supieron que para avanzar hacia la visión incompleta y limitada de la Venezuela que querían,
debían dinamitar todo rastro institucional y político del gomecismo y los regímenes anteriores, por lo que,
la elite que asuma el cambio que Venezuela verdaderamente necesita, deberá dinamitar lo que ellos
hicieron, de igual forma.

Para avanzar hacia la inclusión de los sectores y alcanzar una sociedad donde la negociación y el
pluralismo sean la base fundamental de todo el accionar político, se deben crear instituciones nuevas para
transformar al Estado, instaurando nuevas reglas del juego.

Para esto, hay que desconcentrar el poder de las instituciones reformándolas, creando nuevas y
eliminando algunas.

Resulta necesario entonces, que la forma de gobierno del Estado venezolano avance hacia un nuevo
estadio que le permita vislumbrar la estabilidad de la que ha carecido durante toda su existencia, siendo
esto posible a través del parlamentarismo.

Sin embargo, ¿Porque cambiar el acostumbrado sistema republicano que ha sido constante en
nuestro país durante sus 200 años como Estado independiente? Básicamente por las mismas razones que
continuar con las mismas reglas del juego que han sido adoptadas por regímenes como los del Pacto de
Punto Fijo y el chavismo (estatismo, presidencialismo, centralismo, partidismo, populismo y rentismo
petrolero) resulta contraproducente y catalizador de la perpetuación de Venezuela como una sociedad
subdesarrollada, es decir, no se puede pretender propiciar el verdadero cambio aplicando las mismas
formas y maneras que se han aplicado todo el tiempo, pues realizar una misma acción una y otra vez de
diferentes maneras que conllevaran lógicamente al mismo resultado trae como consecuencia que el país
sea mistificado en torno al tan anhelado cambio, mientras las elites de los sectores de la sociedad siguen
en una pugna constante por controlar el poder y someter a los demás.

Es imposible pensar en la posibilidad de que Venezuela sea un Estado exitoso, con una economía
prospera, una sociedad de vanguardia y líder en innovación tecnológica si no se redirecciona el camino que
siempre hemos tomado.

Teniendo todo esto en cuenta, resulta imperiosa la necesidad de transformar la República,


adoptando una forma de gobierno más apegada a la realidad cultural de nuestra nación, por la particular
característica que posee el pueblo venezolano de aupar a los políticos de turno de un aura mesiánica y
cuasi-religiosa (272), fenómeno que hemos presenciado tanto con el difunto Hugo Chávez como con otros
personajes en nuestra historia.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
272. María Pinho. 2019. ¿Sacralización Política o Mesianismo?. Puebla, México: Revista Tla-melaua Vol. 13 Nº47.

487
En las actuales circunstancias, se acercará pronto el momento oportuno para este cambio de sistema
político, no solo como una alternativa frente al autoritarismo que nos gobierna, sino porque es necesario
un cambio de fondo como sociedad política.

La crisis ha llegado a tal extremo y se ha alargado de tal manera el conflicto de gobernabilidad, que
sería irresponsable no seguir planteando el problema del presidencialismo centralista venezolano y la
necesidad de cambiar ese sistema por una democracia parlamentaria.

Estoy plenamente convencido de que, si debatimos públicamente la idea, propuesta será acogida y
recibirá el apoyo mayoritario del pueblo, es más, esta idea puede ser rápidamente comprendida y asimilada
por la clase media y por el mundo popular venezolano. Este aspecto es crucial, pues si bien lo poco que
queda de la clase media y las clases bajas no conocen otra cosa que el sistema presidencialista, hay un
sentimiento general favorable a que la democracia cambie y se modernice (273).

La gran mayoría de los venezolanos están ansiosos de un cambio político que el presidencialismo
centralista no les puede ofrecer, mientras que pueden encontrar el nuevo rumbo que andan buscando
desde hace mucho tiempo en la democracia parlamentaria. No es difícil pensar que cuando se conozca en
que consiste el parlamentarismo, probablemente recibirá un apoyo mayoritario, definitivo, entusiasta y
multidinario del pueblo.

Muchas veces he escuchado decir que al pueblo le gusta el presidencialismo, que le gusta seguir a
un hombre a caballo. Yo pienso que ya no es así. Importantes estudios sobre el mundo popular venezolano,
llevados a cabo por el distinguido profesor Alejandro Moreno Olmedo de la Universidad de Carabobo (274),
indican otra cosa: que el venezolano es propicio a la vida política colectiva, a la decisión en asamblea, a
sentir su identidad en los términos de una relación familiar.

La estructura de la familia popular venezolana refleja una determinada forma de organización social
y por ello, estoy convencido, que el venezolano se adaptaría con facilidad, como ocurre en la trama popular,
a la democracia parlamentaria como forma de gobierno.

Venezuela puede llegar a ser una gran democracia parlamentaria como España, Portugal o Italia,
para mencionar países con estrechas raíces culturales e idiosincráticas compartidas con nosotros, y,
también como Bélgica, Reino Unido o Noruega o como la mayoría de las naciones desarrolladas de
occidente (275).

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
273. El derrumbe de la llamada “Cuarta República”, tuvo su causa más importante en la crisis del sistema político presidencial, que al estar sostenido en el
reparto del Sistema Populista de Conciliación que describe Juan Carlos Rey, no tuvo la capacidad de reinventarse para sobrevivir. Pero lo peor es que la
constitución del 99 profundizo muchísimo más todos los problemas que ya traía la del 61, porque consagro una especie de hiper-presidencialismo que se ha
traducido en el desmonte del Estado venezolano y su conversión en una estructura criminal al servicio de un conglomerado de personalidades políticas que
subsisten a través de estas actividades.
274. Alejandro Olmedo. 2008. El Aro y la Trama. Estados Unidos: Convivium Press
275. Todos los países desarrollados del hemisferio occidental con la excepción de Estados Unidos y Francia (sistemas semi-presidenciales), son democracias
parlamentarias. Fuente: Henry Manzanares. 1970. El Régimen Parlamentario en Europa Occidental. España: Artículo publicado por la Revista de Estudios
Políticos. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1957424

488
El parlamentarismo es el gobierno parlamentario. Está basado en el principio de la separación de
poderes cuya historia es la misma del parlamentarismo (276) de donde surge el concepto de que el
parlamentarismo constituye un régimen de separación flexible de poderes en tanto que el presidencialismo
se aprecia como una separación rígida, pero a su vez, endeble, de los poderes.

El parlamentarismo responde a la expresión bien conocida en la escuela francesa, que para explicar
su marco institucional formulo el profesor Georges Bordeau “dos poderes, tres órganos”. “Los dos poderes
legislativo y ejecutivo, se encuentran repartidos entre el Parlamento, el Jefe de Estado y el gobierno” (277).

Ahora, el problema del poder político se refiere específicamente a las relaciones entre el poder
ejecutivo y legislativo. En la historia se ha producido una evolución del parlamentarismo dualista al
monista (278).

El criterio fundamental del parlamentarismo es el principio de la responsabilidad política del


Gobierno ante el Parlamento, lo que significa, por un lado, una estructura institucional compuesta por tres
órganos fundamentales: el parlamento, el gobierno y el Jefe de Estado; y por dos poderes: el ejecutivo y el
legislativo. Estructura que funciona, por otro lado, mediante los mecanismos propios y muy conocidos del
sistema parlamentario, que, para mantener la estabilidad del gobierno, permiten el equilibrio entre el
poder de censura que tiene el parlamento y el poder de disolución que tiene el gobierno. Las instituciones
parlamentarias funcionan bajo la aplicación del principio mayoritario, lo que le da una gran legitimidad al
sistema.

El parlamento es la expresión de la soberanía parlamentaria, de un poder político que lo transforma


en la casa de la política y como el centro del debate nacional (279).

Es la institución que, según la conocida expresión de Hans Kelsen, permite la formación de la


voluntad del Estado por un órgano colegial elegido por el pueblo. De ahí que sea la expresión de la
legitimidad del consentimiento político. El parlamento es el eje de la representación política, lo que le da
toda la funcionalidad institucional y política como la expresión más acabada del concepto de democracia.
El gobierno parlamentario se entiende como la dirección colectiva del Estado y del ejercicio del poder,
mediante una estructura institucional y un juego funcional que permite esa dirección colectiva.

Hemos dicho que el criterio fundamental para definir el parlamentarismo es que el gobierno sea
responsable ante el parlamento, lo que permite tener una visión del gobierno parlamentario dentro de un
concepto de separación de poderes, propio de un régimen de separación de las funciones del Estado, pero
sometido a una idea de colaboración donde la democracia juega como lógica fundamental de la acción y la
vida política.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
276. Dominique Turpin. 1997. Le regime parlamentaire. París, Francia: Editorial Dalloz.
277. Philippe Lauvaux. 1990. Le parlamentarisme. París, Francia: Editorial PUF. Pág. 45.
278. Jacquez Leruez. 2001. Le systeme politique britnique. París, Francia: Editorial Armand Colin. Pág. 17.
279. Philippe Lauvaux. 1990. Le parlamentarisme. París, Francia: Editorial PUF. Pág. 46.

489
Particularmente, el parlamentarismo se fundamenta en el sistema de partidos políticos. No puede
haber sistema parlamentario sin partidos y esta valorización fundamental del sistema de partidos políticos
como razón profunda de su ser institucional es una de las cuestiones más significativas del
parlamentarismo, como estructura político-institucional para organizar y encauzar el ejercicio del poder y
la vida política. La circunstancia de que los partidos sean los actores fundamentales del sistema
parlamentario, demuestra su naturaleza fundamentalmente política, que le permite organizar el juego en
el sistema y constituirse en la expresión más acabada de la democracia. Por ello no constituye una sorpresa
cuando se constata el respeto a las minorías políticas en los países con regímenes parlamentarios, ya que,
si bien el ejercicio del poder político resulta de una mayoría política, esta se constituye y funciona con las
diferentes configuraciones de mayorías políticas que pueden conformarse; partido único, bipartidismo o
pluripartidismo.

La dirección política en el parlamentarismo está montada sobre la conducción colectiva. La


dirección colectiva constituye el desarrollo de una lógica de la política que toma en cuenta la diversidad, la
pluralidad, las muchas sensibilidades políticas en el ejercicio del poder. La dirección colectiva se
transforma en el elemento indispensable a la facilitación, efectividad y estimulo del principio de la
participación política, que también responde a esta orientación. Lo que hace que la idea de la participación
sea indisociable de la representación política, por lo que uno no puede existir sin el otro. Todo lo cual hace
que el sistema político este sometido a una gran tensión e intensidad y a la inteligencia y lucidez política.
En la realidad parlamentaria los instrumentos y herramientas fundamentales de la acción y el
comportamiento político son el acuerdo, el dialogo, la negociación y la participación.

Es por esto que se debe iniciar un periodo de transición política (280) hasta que, una vez sea aprobada
la nueva Constitución parlamentaria, se convoquen las elecciones al nuevo Parlamento, del cual surgirá el
primer gobierno parlamentario de nuestra historia republicana. Una vez instalado el nuevo gobierno,
termina la transición y comenzará una nueva era política para Venezuela.

La democracia parlamentaria debe ser el proyecto de unidad y reconciliación nacional para el


futuro, los líderes opositores que ocuparán el sitio del chavismo no podrán reinventar adecuadamente el
sistema ya que carecen de una visión real de Estado, a los hechos me remito, el fracaso del marco de la
transición desarrollado y explicado por el Dr. José I. Hernández en su libro sobre este tópico (281) es
testimonio de la incapacidad generacional de pensar la Venezuela de los siguientes tres siglos, para esa
tarea debemos prepararnos la generación de relevo que además carga con la responsabilidad de
reconstruir el país luego de que la plaga chavista sea derrotada.

Este proyecto debe ser el espacio político para el debate, la confrontación y la discusión de ideas,
debe ser la nueva fuente de legitimidad para el ejercicio del poder, donde los hombres y mujeres dedicados
a la vida política tengan un nuevo escenario, donde su dinamismo y su voluntad de servicio a Venezuela
adquieran la posibilidad de ser realmente aprovechadas, y puedan actuar de manera moderna y
democrática, donde se creen las condiciones para que todos los dirigentes políticos venezolanos tengan la
oportunidad de participar activamente en la vida pública, a través de las nuevas instituciones.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
280. Eladio Hernández. 2008. Transición en Democracia. Caracas, Venezuela: Universidad Central de Venezuela.
281. José Hernández. 2020. Bases Fundamentales de la Transición en Venezuela: El Reconocimiento del Presidente de la Asamblea Nacional como Presidente
Encargado de Venezuela. Caracas, Venezuela: Editorial Jurídica Venezolana.

490
Y recordar, particularmente, que la democracia parlamentaria ha sido el sistema político que más
ha tomado en cuenta a los trabajadores en la historia del movimiento obrero, y el que ha permitido a los
sindicatos, partidos y movimientos representativos de los trabajadores llegar al poder y tener una
presencia fundamental en la vida y las decisiones del Estado (282). Sin olvidar, además, que el mejor legado
que puede dejarles esta generación a la juventud venezolana es cambiar el actual régimen político
presidencial y centralista.

La democracia parlamentaria como una visión de futuro para Venezuela está llamada a crear desde
hoy mismo un gran impacto en la sociedad venezolana. No nos asombremos cuando se vea como la
actividad económica comenzara a recuperarse, pues con esta propuesta se está enviando un mensaje
positivo para el futuro que los operadores económicos y los mercados van a captar, lo que creara una
dinámica de confianza y seguridad. También verán como el mundo popular venezolano, a medida que se
desarrolle la discusión pública, se ira adhiriendo a la democracia parlamentaria y dará un respaldo
mayoritario al cambio político. En fin, la sociedad toda, en la medida que se le expliquen los cambios que
se proponen, conozca los detalles y entienda el alcance de la transformación institucional, va a sentir una
esperanza muy grande y un sentimiento de seguridad y optimismo en el futuro de Venezuela.

Igualmente veremos, también, como este gran cambio político que vendrá tarde o temprano, va a
permitir que la diáspora regrese, y aquí en esta tierra llena de gracia, podrán vivir y desarrollar todas sus
capacidades y llevar una vida honorable y segura a la vez que construyen una nación prospera y poderosa,
capaz de imponer su propio destino por encima de los intereses de las potencias.

Venezuela está ante un reto histórico gigante, a la altura del que enfrentaron los libertadores de la
patria. Venezuela puede transformarse en la primera gran democracia parlamentaria de América Latina y
otros países observaran con atención lo que aquí ocurrirá.

Venezuela se va a abrir, seguramente, una nueva ruta a la democracia latinoamericana y será un


ejemplo de mucha significación y poder. Estamos ante una encrucijada, donde tenemos la oportunidad de
que el pueblo venezolano sea parte finalmente de algo trascendental que forjara al mundo hacia otro
rumbo. Hay que propiciar todas las condiciones necesarias para este, el verdadero cambio y cuando se
produzca, nuestro poder y prestigio alcanzaran hasta los últimos rincones de la Tierra y la bóveda celeste.

Y así, habrá paz.

Venezuela debe sobrevivir.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
282. Henry Manzanares. 1970. El Régimen Parlamentario en Europa Occidental. España: Artículo publicado por la Revista de Estudios Políticos. Recuperado de:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1957424

491
9. Conclusión: El velo debe ser rasgado y arrojado a
las llamas
Luego de haber hecho todo este recorrido, pensar un país como Venezuela resulta una titánica tarea
y, sobre todo, una gran responsabilidad para los jóvenes que, como yo, nos hemos interesado en el devenir
de nuestra patria.

La teoría de la dictadura de las inteligencias y sus conceptos clave nos permiten entender la historia
de este país y sus procesos de cambio de una manera muy diferente a la que la historiografía oficial nos
ofrece. Precisamente mi intención era dar una óptica distinta sobre cómo llegamos hasta donde estamos
hoy, ya que, para enfrentar a una bestia tan gigante como el chavismo y todos sus derivados que se
configuran tal Hidra, hay que saber primero como se originó y porque las elites que estaban al mando en
ese momento nos fallaron.

Es una lección, una lección del pasado para el futuro, que nunca más debe repetirse, si queremos
que la nación avance y sobreviva en los siglos por venir. De todos aquellos políticos debemos aprender a
no actuar como ellos lo hicieron, reconocer sus aciertos y asumir sus errores para no caer en este hueco
nuevamente.

Este ejercicio exige una amplia madurez, que es necesaria para pensar en la Venezuela del mañana,
el alma de la nación que queremos que sobreviva y brille a través de los siglos.

La desestabilización del sistema generara la enorme oportunidad de cambiar algo que


históricamente no ha podido constituirse a sí mismo para perdurar. La mejor opción para romper con esta
trayectoria se acercará luego de que quienes están en la oposición asuman el poder y empiecen el proceso
degenerativo que caracteriza a las instituciones puntofijistas que claramente piensan retomar (283).

Pero para lograr todo lo que acabo de mencionar, Venezuela debe desarrollar una dirección propia,
justo aquello que les falto a los puntofijistas, pensar en nuevos objetivos para que el país se supere a si
mismo continuamente con el fin de perfeccionarse, crecer, consolidarse y fortalecerse en todos los sentidos
para perdurar, para que nuestra identidad como venezolanos no se desvanezca en el tiempo sin importar
lo que suceda.

Esa dirección debe ser impulsada por un ideal que los jóvenes venezolanos deben cimentar, y ese es
el llamado de mi generación. Ese ideal Venezuela debe expandirlo a todos sus rincones y luego de eso a
todos los sitios donde sea posible, con el fin de que nuestra gente pueda sentirse orgullosa, sea prospera y
al fin, viva en paz.

El velo que impusieron a nuestra política AD, COPEI y todos los actores participes del pacto debe
ser finalmente rasgado, lanzado a las llamas de la historia y recordado con respeto, para nunca olvidar los
errores de nuestro pueblo, y así, tras ese velo, nos espera un futuro brillante y glorioso.

Pero eso es algo que solo trabajando juntos, podremos lograr.

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
283. Reinaldo Aguilera. 2020. Ni Pacto de Punto Fijo, Ni Pacto de Guaido. Caracas, Venezuela: Recuperado de: https://talcualdigital.com/ni-pacto-de-punto-fijo-
ni-pacto-de-guaido-por-reinaldo-j-aguilera-r/

492
Anexos
Sección A. Sobre la metodología del cálculo
A1. Sobre el cálculo de deuda real y las fórmulas
Paso 1. Para convertir deuda cómo % del PIB en deuda nominal en precios corrientes en moneda
local (reversión):

Los economistas del FMI que armaron la base de datos sobre la deuda gubernamental cómo % del
PIB utilizan el indicador de PIB nominal a precios corrientes en moneda local para calcular la deuda cómo
% del PIB 1. Si el indicador de deuda cómo % del PIB muestra cuanta porción del PIB representa el valor
de obligaciones que necesitan pagos futuros contraídos por un gobierno, primero se asume:

A) Que la deuda cómo % del PIB efectivamente representa el valor de las obligaciones como % del PIB.
B) Que por tanto se puede realizar una ecuación para convertir el porcentaje (término relativo) en
valor de precios (término absoluto).

Entonces tenemos que eso se puede convertir como:


𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚
[ ] × 𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 = 𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒏𝒙𝒚
𝟏𝟎𝟎

Donde:

1. 𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el PIB nominal de un año X en la moneda de un territorio Y.


2. 100 es el porcentaje.
3. 𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es la deuda en el año X como porcentaje del PIB nominal en el año X en la moneda
de un territorio Y.
4. 𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒏𝒙𝒚 es la deuda nominal en el año X en la moneda de un territorio Y.

Paso 2. Para convertir deuda nominal en precios corrientes en moneda local, a deuda nominal a
precios corrientes en dólares (conversión):

Se toma el tipo de cambio nominal en dólares de un año X (𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 ) 2 para convertir el valor de la
deuda nominal en precios corrientes en moneda local para el mismo año X a deuda nominal en precios
corrientes en dólares para ese año X. Entonces:
𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒏𝒙𝒚
= 𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒏𝒅𝒙
𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙

Donde:

1. 𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒏𝒙𝒚 es la deuda nominal en el año X en la moneda de un territorio Y.


2. 𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 es el tipo de cambio nominal referencial (libre) de la moneda local a dólares en un año X.
3. 𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒏𝒅𝒙 es la deuda nominal en dólares para el año X.
_________________________________________________________________________________________________________________________
1. Mauro, P; Romeu, R; Binder, A y Zaman, A. A modern history of fiscal prudence and profligacy. International Monetary Fund (2013). p. 8
2. Revisar sección 4.4.3.2. y las referencias 113, 114 y 115 para datos sobre el tipo de cambio

495
Paso 3. Para convertir deuda nominal en dólares a precios corrientes > deuda real en dólares a
precios constantes (deflactación).

Primero, se debe buscar un índice de precios. La calculadora de pérdida del poder adquisitivo del
Bureau For Labor Statistics (BLS) 4 que se usa para convertir, por ejemplo, el poder adquisitivo de un dólar
en 1950 al poder adquisitivo que tendría en 2020 (1 dólar en 1950 = 11 dólares en 2020) utiliza el
Consumer Price Index for All Urban Consumers - Purchasing Power of the Consumer Dollar in U.S. City Average
para calcular la pérdida de valor. Este indicador arroja valores desde 1914 hasta la actualidad, por lo que
es el más ideal para aplicar a una serie histórica. Por tanto, es el indicador que se usará y lo llamaremos
índice del poder adquisitivo del dólar [iPAd] que al usarse en años corrientes será 𝒊𝑷𝑨𝒅𝒙 .

Lo segundo es que se debe buscar un año de referencia. Esto es porque los precios serán constantes,
y para observar el cambio real descontando los efectos de la inflación (razón por la cual se convierte de
precios nominales a reales) se debe referenciar con un año único. Elegimos 2019. Eso nos da un valor fijo
de referencia que es el índice de poder adquisitivo del dólar 'benchmark' [𝒊𝑷𝑨𝒅𝒃 ]

Lo tercero es que debemos obtener un nivel de devaluación [𝒏𝒅], es decir, la diferencia que tiene el
poder adquisitivo de un dólar en el pasado con el poder adquisitivo que tiene el dólar con nuestro año de
referencia, que es 2019. Esta diferencia da un porcentaje que se le debe sumar a la deuda nominal en
dólares porque es toda la porción de valor que ha perdido el dólar desde aquél año.

Si:

1. 𝒊𝑷𝑨𝒅𝒙 = Índice de poder adquisitivo al año X


2. 𝒊𝑷𝑨𝒅𝒃 = Índice de poder adquisitivo al año benchmark (2019).
3. 𝒏𝒅 = nivel de devaluación.

Tenemos:

(𝒊𝑷𝑨𝒅𝒙 − 𝒊𝑷𝑨𝒅𝒃 )
[ ] × 𝟏𝟎𝟎 = 𝒏𝒅
𝒊𝑷𝑨𝒅𝒃

Entonces, para convertir deuda nominal en dólares al año X [𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒏𝒅𝒙 ] en deuda real a precios
constantes de 2019 [𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝑹 ]:
𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒏𝒅𝒙
𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒏𝒅𝒙 + { } = 𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝑹
𝟏𝟎𝟎 × 𝒏𝒅
La fórmula unitaria para calcular la deuda real, es decir, la fórmula que permite resolver el cálculo
de la deuda real sacando todos los pasos intermedios, sería:

𝑃𝐼𝐵𝑛𝑥𝑦 𝑃𝐼𝐵𝑛𝑥𝑦
[( ) × (𝑑𝑒𝑢𝑑𝑎𝑥 %𝑃𝐼𝐵𝑛𝑥𝑦 )] ( ) × (𝑑𝑒𝑢𝑑𝑎𝑥 %𝑃𝐼𝐵𝑛𝑥𝑦 ) (𝑖𝑃𝐴𝑑𝑥 − 𝑖𝑃𝐴𝑑𝑏 )
100 100
{ } + {[ ÷ 100] × [ × 100]} = 𝑑𝑒𝑢𝑑𝑎𝑅
𝑇𝑐𝑛𝑑𝑥 𝑇𝑐𝑛𝑑𝑥 𝑖𝑃𝐴𝑑𝑏

_________________________________________________________________________________________________________________________
3. Ver sitio web del Bureau for Labor Statistics: data.bls.gov > data > CPI Inflation Calculator
4. Ver sitio web: Federal Reserve Economic Data: fred.stlouisfed.org > Categories > Prices > Consumer Price Indexes > Special Indexes > Consumer Price Index
for All Urban Consumers: Purchasing Power of the Consumer Dollar in U.S. City Average

496
A2. Sobre el cálculo de las reservas internacionales a precios reales
A2.1. Vía para los datos del Banco Mundial y valor de reservas en oro
Paso 1. Comprensión de los datos:

El Banco Mundial tiene dos indicadores de reservas: Reservas totales incluyendo oro (Total reserves,
including gold) 5 y reservas totales menos oro (Total reserves, minus gold) 6. Estas, respectivamente, dan
dos formas de reservas de las arcas ‘'públicas'’: Reservas totales en divisas (sin contar el oro) y reservas
totales en divisas + valor en oro (incluyendo oro). Ambas vienen a precios corrientes, por lo que si se
quieren obtener valores reales en precios actualizados, hay que deflactar.

Paso 2. Encontrando el valor de las reservas en oro:

Como el primer indicador da el valor de divisas + oro y el segundo da el valor de divisas solamente,
el valor que quede después de restarlos debe darnos el valor del oro nada más. ¿Por qué? Porque siempre
el valor de las reservas totales de oro + divisas va a ser superior que el valor de las reservas totales en
divisas, y el valor de las reservas en divisas (excluyendo oro) nos van a dejar nada más las divisas. Si en un
valor encontramos las divisas pero no el oro, y en el otro encontramos ambas, la diferencia entre las dos es
que en una el oro está y en la otra no, por lo que la diferencia entre las dos es también, matemáticamente, el
valor del oro. Entonces:

1. Tenemos las reservas totales de divisas + oro en un momento X. Eso lo dejamos como 𝑹𝒕𝑫+𝑶
𝑿

2. Tenemos las reservas de divisas sin el oro en un momento X. Eso lo dejamos como 𝑹𝑫
𝑿

3. Queremos el valor de las reservas en oro sin las divisas en un momento X. Se representa como
𝑹𝒕𝑶
𝑿

Como el valor del oro es su diferencia (es decir, la diferencia entre RtD+OX. y RtDX.), entonces la fórmula
queda como:

𝑹𝒕𝑫+𝑶
𝑿 − 𝑹𝒕𝑫 𝑶
𝑿 = 𝑹𝑿

Paso 3. Encontrando el valor real de las reservas de oro de acuerdo a datos del Banco Mundial.

En último lugar, para encontrar el valor real del valor en reservas en oro 𝑹𝒕𝑶 𝑿 es necesario que
deflactemos utilizando el nivel de devaluación que se consigue a través de la fórmula
(𝒊𝑷𝑨𝒅𝒙 − 𝒊𝑷𝑨𝒅𝒃 )
[ ] × 𝟏𝟎𝟎 = 𝒏𝒅 que hemos visto en el punto anterior. Si hemos visto la fórmula de 𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒏𝒅𝒙 +
𝒊𝑷𝑨𝒅 𝒃
𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒏𝒅𝒙
{ 𝟏𝟎𝟎 ×𝒏𝒅 } = 𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝑹 aplica el mismo procedimiento. Solo debemos intercambiar los términos. Entonces
nos daría reservas (R) en oro (O) en un año X en términos reales (r):

𝑹𝑶
𝑿
𝑹𝑶
𝑿 +{ } = 𝑹𝑶
𝑿𝒓
𝟏𝟎𝟎 × 𝒏𝒅

_________________________________________________________________________________________________________________________
5. Ver: data.worldbank.org > Total Reserves (including gold)
6. Ver: data.worldbank.org > Total reserves minus gold (current US$)

497
A2.1.1. Fórmula final unitaria para calcular reservas en oro a precios reales

(𝑹𝒕𝑫+𝑶
𝑿 − 𝑹𝒕𝑫
𝑿)
(𝑹𝒕𝑫+𝑶
𝑿 − 𝑹𝒕𝑫
𝑿) +[ ] = 𝑹𝑶
𝑿𝒓
𝟏𝟎𝟎 × 𝒏𝒅

A2.2. Vía para los datos del BCV y las reservas a precios reales

Paso 1. Encontrar los datos de las reservas a precios corrientes.

Esta vía es más simple porque el Banco Mundial ya da el valor de las reservas internacionales del
país en dólares a precios corrientes 7 por lo que simplemente debemos buscar el documento del Banco
Central «Series estadísticas de Venezuela Tomo I - B Balanza de Pagos (serie 1940 - 1999)». En el capítulo II
titulado «Reservas internacionales, ingresos y egresos de divisas y mercado cambiario» obtenemos las
Reservas Internacionales Brutas a precios corrientes. Se eligieron las reservas internacionales brutas a
precios corrientes del Banco Central.

Por tanto, no que calcular tenemos las reservas internacionales brutas nominales del Banco Central
en un año X, que se puede expresar como 𝑅𝑖𝑏𝑛𝑋 porque ya se conocen. En resumen: El mismo Banco Central
proporciona el dato de las reservas internacionales a precios corrientes. A nosotros solo nos toca deflactar.
Entonces, sabemos que:

Reservas Internacionales Brutas Nominales del Banco Central en un año X = 𝑹𝒊𝒃𝒏𝑿

Paso 2. Deflactar las Reservas Internacionales Brutas Nominales.

Para deflactar 𝑹𝒊𝒃𝒏𝑿 tenemos que utilizar el mismo nivel de devaluación 𝒏𝒅 que se obtiene con la
fórmula [(𝒊𝑷𝑨𝒅𝒊𝑷𝑨𝒅
𝒙 − 𝒊𝑷𝑨𝒅𝒃 )
] × 𝟏𝟎𝟎 = 𝒏𝒅 Al deflactar las reservas internacionales brutas expresadas como 𝑹𝒊𝒃𝒏𝑿
𝒃

pasan a ser reservas internacionales a precios reales, expresada como 𝑹𝒊𝒃𝑹𝑿. Para obtener los valores
reales de las reservas internacionales, colocamos:
𝑹𝒊𝒃𝒏𝑿
𝑹𝒊𝒃𝒏𝑿 + { } = 𝑹𝒊𝒃𝑹𝑿
𝟏𝟎𝟎 × 𝒏𝒅

_________________________________________________________________________________________________________________________
7. Ver: Series estadísticas de Venezuela Tomo I - B Balanza de Pagos (serie 1940 - 1999) p. 48

498
A3. Para cálculos relativos a la formación bruta de capital fijo
A3.1. Formación bruta de capital fijo cómo % del PIB
La formación bruta de capital fijo es un indicador que en las cuentas nacionales se utiliza para medir
la inversión. También es uno de los componentes principales de la demanda agregada interna 8, 9. El Banco
Mundial define que este indicador tiene en cuenta. El Banco Mundial define que esta inversión tiene en
cuenta mejoras en la tierra (como alambrado, creaciones de drenajes, construcción de vallas y demás),
compras de fábricas, maquinaria y equipo, construcción de caminos, vía férreas, carreteras, construcción
de escuelas, oficinas, hospitales, inmobiliaria privada, construcciones comerciales e industriales 10. Desde
1993, también se considera que la adquisición de objetos valiosos es formación de capital.

Se le denomina ‘‘fijo’’ porque estas inversiones son a mediano – largo plazo, es decir, pretenden
mantenerse por más de un año. Por eso se distingue de lo que se denomina «inversión residencial». En el
caso de la Formación Bruta de Capital Fijo (FBCF) como % del PIB, indica cuanta porción del PIB representa
la inversión bruta. Así, si la Formación Bruta de Capital Fijo es de 1 y el PIB fuera de 10, eso significa que la
Formación Bruta de Capital Fijo representa el 10% del PIB. Su fórmula se expresa de la siguiente manera:

𝑭𝑩𝑪𝑭𝑿
[ ] × 𝟏𝟎𝟎% = 𝑭𝑩𝑪𝑭𝑿 %𝑷𝑰𝑩𝑿
𝑷𝑰𝑩𝑿

Donde:

1. 𝐹𝐵𝐶𝐹𝑋 = Formación Bruta de Capital Fijo en el año 𝑋.


2. 𝑃𝐼𝐵𝑋 = Producto Interno Bruto en el año X.
3. 𝐹𝐵𝐶𝐹𝑋 %𝑃𝐼𝐵𝑋 = Formación Bruta de Capital Fijo en el año X cómo porcentaje del Producto
Interno Bruto en el año X.

En el trabajo tenemos tres FBCF cómo % del PIB debido a que hay tres sectores institucionales, y se
desdobla en: FBCF cómo % del PIB en el sector privado, FBCF cómo % del PIB en el sector público y FBCF
total cómo % del PIB, que responde a una suma de las dos anteriores.

Tanto el PIB como la FBCF, al ser valores históricos, están ajustados por tipo de cambio (es decir, el
valor está en dólares estadounidenses) y a su vez, ajustados a la inflación del dólar, o sea, todo esto está
derivado en valores reales. Esto nos da los valores reales de la FBCF de cada sector y también el valor real
del PIB. Ambos se obtienen mediante un proceso similar a los observados en los incisos A.1 y A.2.

_________________________________________________________________________________________________________________________
8. Serebrisky et al. La inversión y el ahorro en América Latina y el Caribe: ¿Cómo se relacionan? Monografía del Banco Interamericano de Desarrollo #389. BID
(2015) p. 9
9. Series estadísticas de Venezuela Tomo I – A (1950 – 1998) por el Banco Central de Venezuela (2018). Sección «Demanda agregada interna» > Componente
«Formación bruta de capital fijo».
10. World Bank Data Catalog. Gross Fixed Capital Formation (Current US$). Consultado el 22/03/2020.

499
A3.2. Formación bruta de capital fijo total
Como se mencionó anteriormente, hay tres FBCF dependiendo del sector institucional que efectúe
la inversión: Del sector privado, del sector público y total. Asumiendo que tenemos los valores de
Formación Bruta de Capital Fijo del Sector Privado y Formación Bruta de Capital Fijo del Sector Público –que
explicaremos cómo se obtienen más adelante– para sacar la Formación Bruta de Capital Fijo Total
tendríamos una fórmula de suma simple:

𝑭𝑩𝑪𝑭𝒓𝑿,𝑺𝑷𝑹𝑰𝑽 + 𝑭𝑩𝑪𝑭𝒓𝑿,𝑺𝑷𝑼𝑩𝑳 = 𝑭𝑩𝑪𝑭𝒓𝑿,𝑻𝑶𝑻𝑨𝑳

Donde:
1. 𝑭𝑩𝑪𝑭𝒓𝑿,𝑺𝑷𝑹𝑰𝑽 = Formación Bruta de Capital Fijo real para el año X en el Sector Privado.
2. 𝑭𝑩𝑪𝑭𝒓𝑿,𝑺𝑷𝑼𝑩𝑳 = Formación Bruta de Capital Fijo real para el año X en el Sector Público.
3. 𝑭𝑩𝑪𝑭𝒓𝑿,𝑻𝑶𝑻𝑨𝑳 = Formación Bruta de Capital Fijo real total para el año X.

Estos valores se encuentran en términos reales; a precios constantes.

A3.3. Valor real de la Formación Bruta de Capital Fijo (FBCF)


Este proceso está basado en los últimos dos pasos para convertir deuda cómo % del PIB en deuda
real a precios constantes de 2019 11. No se necesita transformar la Formación Bruta de Capital Fijo cómo
% del PIB a Formación Bruta de Capital Fijo nominal (ya que tenemos el valor dado)12. El BCV nos da la
Formación Bruta de Capital Fijo para tres sectores: Privado, público y total. Pero, el problema con esto son
los precios –tal como ocurrió con las reservas y con la deuda– ya que están a precios corrientes, y lo que es
peor, está en bolívares. Por tanto, debemos hacer dos cosas:

Paso 1. Pasar de Formación Bruta de Capital Fijo nominal en bolívares a precios corrientes a
Formación Bruta de Capital Fijo nominal en dólares en precios corrientes (conversión). Esto ajusta el valor
a una moneda de valor universal y considera la devaluación de la moneda doméstica. Para lograr tal fin se
utiliza el tipo de cambio nominal.

𝑭𝑩𝑪𝑭𝒏𝒙𝒚
= 𝑭𝑩𝑪𝑭𝒏𝒅𝒙
𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙

Donde:

1. 𝑭𝑩𝑪𝑭𝒏𝒙𝒚 = Formación Bruta de Capital Fijo nominal (precios corrientes) en un año X en la moneda
de un territorio Y.
2. 𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 = Tipo de cambio nominal referencial (libre) de la moneda local a dólares en un año X.
3. 𝑭𝑩𝑪𝑭𝒏𝒅𝒙 = Formación Bruta de Capital Fijo nominal (precios corrientes) en un año X en dólares
estadounidenses.

________________________________________________________________________________________________________
11. Ver Inciso A1. Sobre el cálculo de deuda real y las fórmulas, paso 2. Página 88 [presente trabajo].
12. Series estadísticas de Venezuela Tomo I - A (1950 - 1998) por el Banco Central de Venezuela (2018). Sección «Formación neta de capital según sectores
institucionales» > Componente «Formación bruta de capital fijo».

500
Paso 2. Se efectúa la deflactación, convirtiendo Formación Bruta de Capital Fijo nominal en dólares
a precios corrientes > Formación Bruta de Capital Fijo real en dólares a precios constantes. Recordemos que
aunque ya se pasó la parte de convertir los valores a una moneda de uso internacional y estable, esta
también pierde valor en el tiempo. Para esto, debemos recordar que ya tenemos nuestro respectivo nivel
de devaluación establecido páginas atrás 13 pero podemos citar la explicación de nuevo.

‘‘Primero, se debe buscar un índice de precios. La calculadora de pérdida del poder adquisitivo del
Bureau For Labor Statistics (BLS) que se usa para convertir, por ejemplo, el poder adquisitivo de un dólar
en 1950 al poder adquisitivo que tendría el 1950 (1 dólar en 1950 = 11 dólares en 2020) utiliza el Consumer
Price Index for All Urban Consumers - Purchasing Power of the Consumer Dollar in U.S. City Average para
calcular la inflación, y este indicador arroja valores desde 1914 hasta la actualidad, por lo que es el más
ideal para aplicar a una serie histórica. Por tanto, es el indicador que se usará y lo llamaremos índice del
poder adquisitivo del dólar [iPAd] que al usarse en años corrientes será iPAdx.

Lo segundo es que se debe buscar un año de referencia. Esto es porque los precios serán constantes,
y para observar el cambio real descontando los efectos de la inflación (razón por la cual se convierte de
precios nominales a reales) se debe referenciar con un año único. Elegimos 2019. Eso nos da un valor fijo
de referencia que es el índice de poder adquisitivo del dólar 'benchmark' [iPAdb]

Lo tercero es que debemos obtener un nivel de devaluación [nd], es decir, la diferencia que tiene el
poder adquisitivo de un dólar en el pasado con el poder adquisitivo que tiene el dólar con nuestro año de
referencia, que es 2019. Esta diferencia da un porcentaje que se le debe sumar a la deuda nominal en
dólares porque es toda la porción de valor que ha perdido el dólar desde aquél año’’.

Entonces podemos decir que:

1. iPAdx = Índice de poder adquisitivo al año X


2. iPAdb = Índice de poder adquisitivo al año benchmark (2019).
3. nd = nivel de devaluación.

Y tenemos:

(𝒊𝑷𝑨𝒅𝒙 − 𝒊𝑷𝑨𝒅𝒃 )
[ ] × 𝟏𝟎𝟎 = 𝒏𝒅
𝒊𝑷𝑨𝒅𝒃

El nivel de devaluación 𝒏𝒅 lo utilizaremos para pasar a términos reales el valor de la Formación


Bruta de Capital Fijo nominal 𝑭𝑩𝑪𝑭𝒏𝒅𝒙 con la fórmula:

𝑭𝑩𝑪𝑭𝒏𝒅𝒙
𝑭𝑩𝑪𝑭𝒏𝒅𝒙 + { } = 𝑭𝑩𝑪𝑭𝒓𝑿
𝟏𝟎𝟎 × 𝒏𝒅

Donde 𝑭𝑩𝑪𝑭𝒓𝑿 es la Formación Bruta de Capital Fijo real para el año X, expresado en dólares
estadounidenses de 2019. El año X es cualquier año que elijamos, y la misma fórmula se puede aplicar para
conseguir los valores reales en la Formación Bruta de Capital Fijo en distintos sectores institucionales.

_________________________________________________________________________________________________________________________
13. Ver Inciso A1. Sobre el cálculo de deuda real y las fórmulas, paso 3. Página 89 [presente trabajo]

501
A3.4. Valor real del Producto Interno Bruto (PIB)
El procedimiento para conseguir el valor real del Producto Interno Bruto es exactamente el mismo
que para conseguir el valor real de la Formación Bruta de Capital Fijo. Lo que cambia es la variable (FBCF
antes, PIB ahora). El compilatorio del Banco Central de Venezuela titulado Series estadísticas de Venezuela
Tomo I - A (1950 – 1998) contiene el Producto Interno Bruto, pero en las mismas condiciones que la
Formación Bruta de Capital, es decir, la ofrece en términos nominales expresado en bolívares a precios
corrientes 14. Ergo, repetimos los mismos pasos que antes:

Paso 1. Pasar de Producto Interno Bruto nominal en bolívares a precios corrientes a Producto
Interno Bruto nominal en dólares en precios corrientes (conversión). Esto ajusta el valor a una moneda de
valor universal y considera la devaluación de la moneda doméstica. Para lograr tal fin se utiliza el tipo de
cambio nominal.

𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚
= 𝑷𝑰𝑩𝒏𝒅𝒙
𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙

Donde:

1. 𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 = Producto Interno Bruto nominal (precios corrientes) en un año X en la moneda de un


territorio Y.
2. 𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 = Tipo de cambio nominal referencial (libre) de la moneda local a dólares en un año X.
3. 𝑷𝑰𝑩𝒏𝒅𝒙 = Producto Interno Bruto nominal (precios corrientes) en un año X en dólares
estadounidenses.

Paso 2. Se efectúa la deflactación, convirtiendo Producto Interno Bruto nominal en dólares a precios
corrientes ---> Producto Interno Bruto real en dólares a precios constantes. Para esto necesitamos tener un
nivel de devaluación 𝒏𝒅 que se utilizará para deflactar. El nivel de devaluación se obtiene con la fórmula:

(𝒊𝑷𝑨𝒅𝒙 − 𝒊𝑷𝑨𝒅𝒃 )
[ ] × 𝟏𝟎𝟎 = 𝒏𝒅
𝒊𝑷𝑨𝒅𝒃

Y finalmente, para obtener el Producto Interno Bruto real en dólares a precios constantes se utiliza la
fórmula:

𝑷𝑰𝑩𝒏𝒅𝒙
𝑷𝑰𝑩𝒏𝒅𝒙 + { } = 𝑷𝑰𝑩𝒓𝒙
𝟏𝟎𝟎 × 𝒏𝒅

Donde 𝑷𝑰𝑩𝒓𝒙 es el Producto Interno Bruto real en dólares a precios constantes en un año X. Con estos
datos resultantes es que se hacen las fórmulas previas.

_________________________________________________________________________________________________________________________
14. Series estadísticas de Venezuela Tomo I - A (1950 – 1998) por el Banco Central de Venezuela (2018). Sección «Producto y Gasto Interno Bruto» >
Componente «Producto Interno Bruto».

502
A4. Tipo de cambio nominal
La razón por la que utilizamos el tipo de cambio nominal y no el clásico tipo de cambio de equilibrio
es que no necesitamos ajustar a la paridad del poder adquisitivo puesto que no estuvimos haciendo
comparaciones profundas, además de que tampoco los productos de otros países se adquieren a un ‘‘tipo
de cambio de equilibrio’’, determinando el «precio justo» en el «deber ser» que busca obtener su fórmula.
De no buscar este objetivo sino tan solo de reflejar la variación que tendrá el tipo de cambio a través del
flujo de reservas, esto determina tipos de cambio futuros, no actuales.

Si nosotros fuéramos a comprar un producto en el extranjero (independientemente de si viajamos


o si nos lo traen a casa), pero tenemos moneda nacional en vez de moneda extranjera pase una de dos cosas
que nos llevan a exactamente el mismo punto:

I. El oferente reciba la moneda nacional de acuerdo al precio que tiene su propio producto,
convirtiendo el valor del bien que ofrece a través del tipo de cambio nominal (porque a los agentes
económicos no les importa el tipo de cambio de equilibrio). De esta manera si un producto que
vende este oferente cuesta 20$ y el tipo de cambio está a 3.35 bolívares por dólar, el oferente
multiplicará el precio de su producto por el tipo de cambio y cobrará 67 bolívares por él. Asumimos
que están implícitos costes de transferencia. Es probable que muchos hayamos hecho ventas o
compras de esta forma.
II. Nosotros como consumidores adquirimos moneda extranjera comprada con moneda nacional
para comprar el producto, que pasa por precisamente el tipo de cambio. Así, si el producto cuesta
20$ y el tipo de cambio está a 3.35 bolívares por dólar, entonces adquiriremos los 20$ para comprar
el producto, que de nuevo resultan en 67 bolívares. Asumimos que están implícitos costes de
transferencia. Esta forma de compra es mucho más común que la anterior, pero recae en
exactamente el mismo punto.

Esta forma de adquisición de bienes transables no ha cambiado en mucho tiempo. Es una vía común
para comprar bienes extranjeros y vender bienes locales o de saber a qué precio adquirirían los
consumidores un bien que tiene un valor dado en moneda nacional de un país X si lo convierten a su propia
moneda nacional. Eso es en lo que nos centramos.

Como la moneda de uso para operaciones en comercio internacional y para referencia de valores en
cuentas nacionales es el dólar estadounidense (US$), usamos este. Lo que usamos para obtener el tipo de
cambio nominal bolívar/dólar se basa en una construcción de varias fuentes confiables, entre ellas el Banco
Central de Venezuela, el Bank for International Settlements y la Montevideo – Oxford Latin American
Database 15, 16, 17. Para el tipo de cambio en otras monedas (como la libra esterlina en el caso de Inglaterra)
se utilizó al Banco Mundial 18.

_________________________________________________________________________________________________________________________
15. Reportes anuales del BIS desde 1949 hasta 1961.
16. Series del BCV sobre el tipo de cambio de referencia bolívar > dólar (1985 – 1996 y 1996 – 2019).
17. Datos de la MOxLAD para el período 1935 - 1949 y 1962 a 1984).
18. Datos del Banco Mundial (data.worldbank.org) > Official exchange rate (LCU per US$, period average).

503
A5. Elasticidad FBCF cómo % del PIB – volatilidad
La elasticidad entre la Formación Bruta de Capital Fijo cómo % del PIB y el coeficiente de variación,
también denominada como elasticidad de la FBCF cómo % del PIB – volatilidad, es un indicador que
cuantifica la Formación Bruta de Capital Fijo cómo % del PIB que existe por cada porcentaje de coeficiente
de variación. Los economistas del Banco Interamericano de Desarrollo Tomás Serebrisky, Diego Margot,
Ancor Suárez-Alemán y María Cecilia Ramírez realizaron una monografía titulada «La inversión y el ahorro
en América Latina y el Caribe: ¿cómo se relacionan?» sobre el que se ha expuesto y hablado previamente en
el presente trabajo. Allí trataban el período de tiempo 1980 – 2013. Para nuestro caso con la FBCF, tratamos
el período 1950 – 1998.

En su trabajo original dieron a conocer cuestiones bastante relevantes. Lo primero es que según la
Comisión para el Crecimiento y el Desarrollo, la Formación Bruta de Capital total en países con experiencias
exitosas de crecimiento económico estaba en un nivel del 25% del PIB, y por ello es recomendable que los
países tengan esta tasa de formación de capital dado que la FBCF y el crecimiento están estrechamente
vinculados 19. Lo segundo es que aquellos países con un mayor cociente de variación en el FBCF cómo %
del PIB tendían a tener menor inversión 20 y que este cociente de variación podía servir, a su vez, para
medir la volatilidad. Lo tercero fue que los países que pudo imitar Venezuela en su momento (tal y cómo lo
vimos antes, ya que nuestro país estaba a su altura), aquellos que integraban las Economías Avanzadas o
las Economías Asiáticas de Alto Crecimiento, tenían rangos de FBCF por sector bastante definidos:
1. Para la Formación Bruta de Capital Fijo total, el rango va entre el 25% y el 30% del PIB y es
recomendable que tenga ese mismo nivel o más.
2. Para la Formación Bruta de Capital Fijo del sector privado, el rango va entre el 15% y 20% del PIB o
más.
3. Para la Formación Bruta de Capital Fijo del sector público, el rango va entre el 5% y 10% del PIB.
El problema es que de nada sirve tener altos niveles de FBCF si la volatilidad se va a cargar el terreno
donde está desarrollándose la inversión, llevándose la inversión consigo. Por eso agrupamos la FBCF por
décadas, sacamos la desviación estándar para cada década, su cociente de variación, lo transformamos a
Coeficiente de Variación (multiplicando por 100%) y así se encuentran en igualdad de condiciones: Tanto
la Formación Bruta de Capital Fijo (% del PIB) como el Coeficiente de Variación están en porcentajes.

Por una parte, el Coeficiente de Variación nos dice qué tanto varían los datos –es decir, cómo se
distribuyen– respecto a su media en un determinado período de tiempo, que en nuestro caso es una década.
Eso nos indica la volatilidad, y mientras más volatilidad, más probable es que la inversión esté cayendo o
caiga de forma proporcional a la subida de la volatilidad, es decir, que a mayor volatilidad, más insostenible
el ambiente de inversión. Por otra, la Formación Bruta de Capital Fijo (% del PIB) es la media de la FBCF
cómo % del PIB durante la década. Si dividimos esto entre la volatilidad —o séase, el Coeficiente de
Variación ya que en este contexto el Coeficiente de Variación se entiende cómo lo mismo que volatilidad—
obtenemos un indicador simple que expresa eficiencia en la Formación Bruta de Capital Fijo.

(𝑭𝑩𝑪𝑭𝒀 %𝑷𝑰𝑩𝒀 )
⁄(𝑫𝑬𝑺𝑽 %𝑴 ) = 𝞫𝒓
𝒀 𝒀

________________________________________________________________________________________________________________________
19. Serebrisky et al. La inversión y el ahorro en América Latina y el Caribe: ¿Cómo se relacionan? Monografía del Banco Interamericano de Desarrollo #389. BID
(2015) pp. 13 - 14

504
Donde:

1. 𝑭𝑩𝑪𝑭𝒀 %𝑷𝑰𝑩𝒀 = Formación Bruta de Capital Fijo en un período Y, expresado cómo % del PIB del
mismo período Y.
2. 𝑪. 𝑽𝒀 %𝑴𝒀 = Coeficiente de Variación en un período Y, expresado cómo % de la media de un conjunto
de datos pertenecientes a ese mismo período Y.
3. 𝞫𝒓 = Elasticidad relativa.

Cada valor porcentual (o sea, cada 1%) en el Coeficiente de Variación 𝑪. 𝑽𝒀 %𝑴𝒀 es denominado
punto de volatilidad, y tiene por función medir cuánto varía la FBCF cómo % del PIB con respecto a su media
en un período Y, que en nuestro trabajo este período Y igual a una década (usados los períodos 1950 –
1959; 1960 – 1969; 1970 – 1979; 1980 – 1989 y 1990 – 1999). Mientras más alto sea el valor porcentual
del coeficiente de variación, es más alta la volatilidad. Si es más alta la volatilidad, será más inestable e
insostenible el nivel de inversión, y en el largo plazo este nivel de inversión tenderá a caer.

La elasticidad relativa 𝞫𝒓, en cambio, mide la relación entre la FBCF (como % del PIB)
[𝑭𝑩𝑪𝑭𝒀 %𝑷𝑰𝑩𝒀 ] y los puntos de volatilidad [𝑪. 𝑽𝒀 %𝑴𝒀 ]. Si hay mayor elasticidad, eso quiere decir que hay
más formación bruta de capital fijo para el mismo nivel de volatilidad (que por defecto de la división, esta
volatilidad es siempre 1%).

Esto es bueno porque nos muestra que se logra mayor inversión con el mismo nivel de riesgo. Si hay
menor elasticidad, hay muy poca inversión para un mismo nivel de riesgo, por lo que hay menos eficiencia
económica a la hora de invertir en el periodo donde dicha elasticidad sea baja. En concreto: La elasticidad
relativa 𝞫𝒓 expresa cuánta formación bruta de capital fijo (como % del PIB) hay por cada 1% de volatilidad
–o séase, cuánta formación bruta de capital fijo hay por cada 1% de coeficiente de variación.

Si hay mayor elasticidad, hay más inversión teniendo en cuenta el riesgo (el valor supera al riesgo).
Si hay poca elasticidad, hay poca inversión en relación al riesgo (el riesgo supera al valor). Si crece la
elasticidad, que se mantengan los niveles de inversión en el mismo rango es poco riesgoso. Si baja la
elasticidad, que se mantengan los niveles de inversión en el mismo rango es más riesgoso. Mientras más
baje la elasticidad, más riesgoso se hace mantener los niveles de inversión donde están. Siendo esto así, la
elasticidad relativa 𝞫𝒓 nos muestra que tan eficiente fue la generación de las inversiones durante un
período de tiempo específico.

(𝑭𝑩𝑪𝑭𝒀 %𝑷𝑰𝑩𝒀 )
⁄(𝑪. 𝑽 %𝑴 ) = 𝞫𝒓
𝒀 𝒀

𝑭𝑩𝑪𝑭𝒀 %𝑷𝑰𝑩𝒀
= 𝞫𝒓
𝑪. 𝑽𝒀 %𝑴𝒀

505
A6. Sobre el cálculo del gasto público real
Los datos de gasto público se obtienen exactamente bajo la misma fórmula vista en el apartado A1.
En principio, comenzamos con datos de gasto público como % del PIB que extrajimos de la base de datos de
Max Roser, en el trabajo «Government Spending» de su sitio web Ourworldindata.com 20. Estos datos, a su
vez, están basados en los cálculos de los economistas Paolo Mauro, Rafael Romeu, Ariel Binder y Assad
Zaman en su propia base de datos derivada de su paper «A modern history of fiscal prudence and profligacy»
21 y que el FMI guarda en su set de datos «Fiscal Prudence and Profligacy database» 22. A su vez, estos

economistas afirmaron en su paper que los datos de PIB nominal a precios corrientes (para elaborar tanto
el indicador de deuda cómo % del PIB así como también gasto público como % del PIB) lo sacaron de la
Montevideo Oxford Latin American Database 23 24. Teniendo toda esta información a la mano, solo nos
queda realizar una devolución de las fórmulas con exactamente los mismos pasos que hemos visto
anteriormente, solo que sustituyendo todo lo que se refiera a ‘‘deuda’’ por ‘‘gasto público’’.

Paso 1. Para convertir gasto cómo % del PIB en gasto público nominal en precios corrientes en
moneda local (reversión):

Primero se asume:

I. Que el gasto público cómo % del PIB efectivamente representa el valor del gasto gubernamental
cómo % del PIB.
II. Que por tanto se puede realizar una ecuación para convertir el porcentaje (término relativo) en
valor de precios (término absoluto).

Entonces tenemos que eso se puede convertir como:

𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚
[ ] × 𝑮𝑷𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 = 𝑮𝑷𝒏𝒙𝒚
𝟏𝟎𝟎
Donde:

5. 𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el PIB nominal de un año X en la moneda de un territorio Y.

6. 100 es porcentaje.
7. 𝑮𝑷𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el gasto público en el año X como porcentaje del PIB nominal en el año X en la
moneda de un territorio Y [que ya sabemos es la moneda local, o sea, los bolívares].
8. 𝑮𝑷𝒏𝒙𝒚 es el gasto público nominal en el año X en la moneda de un territorio Y [bolívares,
correspondiendo a Venezuela]. Este resultado es el de gasto público a precios corrientes en moneda
local para cada año que tengamos en la serie de tiempo.

_________________________________________________________________________________________________________________________
20. Roser y Ortiz-Ospina. Government Spending. Ourworldindata (2020). Consultado en: https://ourworldindata.org/government-spending o usando la ruta:
Ouworldindata.com > Government Spending
21. Mauro, P. Romeu, R; Binder, A y Zaman, A. A modern history of fiscal prudence and profligacy. International Monetary Fund (2013).
22. Sitio web del FMI > IMF Data Mapper > Datasets > Public Finances in Modern History > Fiscal Prudence and Profligacy database
23. Mauro, P; Romeu, R; Binder, A y Zaman, A. A modern history of fiscal prudence and profligacy. International Monetary Fund (2013). p. 8
24. MOxLAD Facultad de Ciencias Sociales (moxlad.cienciassociales.edu.uy) > Base de datos > Producto Interno Bruto > Producto Interno Bruto a precios
corrientes

506
Paso 2. Para convertir gasto público nominal a precios corrientes en moneda local, a gasto público
nominal a precios corrientes en dólares (conversión):

Se toma el tipo de cambio nominal en dólares de un año X (𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 ) para convertir el valor de la deuda
nominal en precios corrientes en moneda local para el mismo año X a deuda nominal en precios corrientes
en dólares para ese año X. Entonces:

𝑮𝑷𝒏𝒙𝒚
= 𝑮𝑷𝒏𝒅𝒙
𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙

Donde:

1. 𝑮𝑷𝒏𝒙𝒚 es el gasto público nominal en el año X en la moneda de un territorio Y.

2. 𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 es el tipo de cambio nominal referencial (libre) de la moneda local a dólares en un año X.
3. 𝑮𝑷𝒏𝒅𝒙 es el gasto público nominal en dólares a precios corrientes para el año X.

Paso 3. Para convertir gasto público nominal en dólares a precios corrientes en gasto público real
en dólares a precios constantes (deflactación):

Como se ha hecho previamente 25 procederemos a tomar un índice de precios, preferiblemente uno


de poder adquisitivo de la moneda que ya hemos convenido previamente en otros cálculos será el
Consumer Price Index for All Urban Consumers - Purchasing Power of the Consumer Dollar in U.S. City Average
26 para traer los precios del pasado al presente. Esto se hace para ajustar nuestras cuentas a los cambios

provocados por inflación y devaluación, que pudieran ocultar los cambios reales no solamente en el gasto
público sino también en cualquier otro indicador económico; como la deuda, la inversión o las reservas.
Como ya hemos ajustado por [1] devaluación de la moneda convirtiendo de bolívares a dólares, tenemos
los precios del gasto público conversos, pero el dólar también sufre de inflación —solo que lo hace a tasas
interanuales estables y bajas, por lo que no se aprecia mucho, sola que en el largo plazo sí establece
diferenciales bastante grandes—, debemos que ajustar por [2] pérdida de poder adquisitivo de la nueva
moneda. Ya conociendo nuestro nivel de devaluación 𝒏𝒅 27 podemos calcular:

𝑮𝑷𝒏𝒅𝒙
𝑮𝑷𝒏𝒅𝒙 + { } = 𝑮𝑷𝑹
𝟏𝟎𝟎 × 𝒏𝒅
Donde:

1. 𝑮𝑷𝒏𝒅𝒙 = gasto público nominal en dólares a precios corrientes para el año X.


2. 𝒏𝒅 = nivel de devaluación desde el año X hasta el año de referencia de precios a donde queremos
‘‘traer’’ o devolver los precios. En mi caso, como quiero traer los precios a 2019, es el nivel de
devaluación que hay desde el año X hasta 2019.
3. 𝑮𝑷𝑹 = gasto público real en dólares a precios constantes de 2019.

_________________________________________________________________________________________________________________________
25. Ver el apartado A1. «Sobre el cálculo de deuda real y las fórmulas»
26. Ver sitio web Federal Reserve Economic Data: fred.stlouisfed.org > Categories > Prices > Consumer Price Indexes > Special Indexes > Consumer Price Index
for All Urban Consumers: Purchasing Power of the Consumer Dollar in U.S. City Average
27. Ver el paso 3 del apartado A1.

507
A7. Sobre el cálculo de los ingresos gubernamentales a precios reales
Además de indicadores sobre la deuda cómo % del PIB y el gasto público como % del PIB, la base de
datos del FMI elaborada por Paolo Mauro, Rafael Romeu, Ariel Binder y Asad Zaman también contiene el
indicador ‘‘government revenue as a % of GDP’’ 28. Ya sabiendo que estos economistas sacaron el dato de
PIB de la base de datos de la MOxLAD —como constatan en su paper— 29, procederemos a realizar los
pasos que hemos venido haciendo con el resto de indicadores que parten como un porcentaje del PIB 30.
Si hemos visto los demás procesos, sabremos el proceso para conseguir cualquier variable a precios
reales precisa de tres pasos: reversión, conversión y deflactación.
Paso 1. Para convertir ingresos gubernamentales cómo % del PIB en ingresos gubernamentales
nominales a precios corrientes en moneda local (reversión):

Primero se asume:

I. Que el ingreso gubernamental cómo % del PIB efectivamente representa el valor del ingreso
gubernamental cómo % del PIB.
II. Que, por tanto, se puede realizar una ecuación para convertir el porcentaje (término relativo) en
valor de precios (término absoluto).

Entonces tenemos que eso se puede convertir como:

𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚
[ ] × 𝑰𝑮𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 = 𝑰𝑮𝒏𝒙𝒚
𝟏𝟎𝟎

Donde:

1. 𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el PIB nominal de un año X en la moneda de un territorio Y.

2. 100 es porcentaje.
3. 𝑰𝑮𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el ingreso gubernamental en el año X como porcentaje del PIB nominal del año X
que está expresado en la moneda de un territorio Y [que ya sabemos es la moneda local, o sea, los
bolívares].
4. 𝑰𝑮𝒏𝒙𝒚 es el ingreso gubernamental nominal en el año X expresado en la moneda de un territorio Y
[bolívares, correspondiendo a Venezuela]. Este resultado es el de ingresos gubernamentales a
precios corrientes en moneda local para cada año que tengamos en la serie de tiempo.

_________________________________________________________________________________________________________________________
28. Sitio web del FMI > IMF Data Mapper > Datasets > Public Finances in Modern History > Fiscal Prudence and Profligacy database
29. Mauro, P; Romeu, R; Binder, A y Zaman, A. A modern history of fiscal prudence and profligacy. International Monetary Fund (2013). p. 8
30. Los indicadores de deuda gubernamental, gasto público, interés de la deuda y saldo primario gubernamental han pasado por este procedimiento y se
explicarán en los siguientes literales.

508
Paso 2. Para convertir ingreso gubernamental nominal a precios corrientes en moneda local, a
ingreso gubernamental nominal a precios corrientes en dólares (conversión):

Se toma el tipo de cambio nominal en dólares de un año X (𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 ) para convertir el valor de la deuda
nominal en precios corrientes en moneda local para el mismo año X a deuda nominal en precios corrientes
en dólares para ese año X. Entonces:

𝑰𝑮𝒏𝒙𝒚
= 𝑰𝑮𝒏𝒅𝒙
𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙

Donde:

1. 𝑰𝑮𝒏𝒙𝒚 es la el ingreso gubernamental nominal en el año X en la moneda de un territorio Y.

2. 𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 es el tipo de cambio nominal referencial (libre) de la moneda local a dólares en un año X.
3. 𝑰𝑮𝒏𝒅𝒙 es el ingreso gubernamental nominal en dólares a precios corrientes para el año X.

De este modo, como en los procesos anteriores, retiraremos el efecto de la devaluación externa de
la moneda, limpiando a la variable de una parte de los efectos distorsivos de la inflación monetaria. Pero,
por otro lado, queda un último paso para corregir los efectos de la inflación del mismísimo dólar
estadounidense, que aunque muchos creen que no tiene inflación, la realidad es que este se devalúa tal
como cualquier otra moneda, solo que más despacio.

Paso 3. Para convertir ingreso gubernamental nominal en dólares a precios corrientes en ingreso
gubernamental real en dólares a precios constantes (deflactación):

Para cumplir este paso, debemos crear un nivel de devaluación como el que creamos en el paso 3
del literal A1 a través de un índice de poder adquisitivo del dólar estadounidense 31. El nivel de precios lo
que hace es captar el valor perdido del dólar a través del tiempo, por lo que al sumárselo al valor de ingreso
gubernamental en dólares a precios corrientes podremos conocer el valor real de la variable, quitándole el
efecto de la devaluación interna del dólar. Como ya he explicado cómo calcular el nivel de devaluación en
tres ocasiones 32 procederé a formular cómo deflactar directamente:

𝑰𝑮𝒏𝒅𝒙
𝑰𝑮𝒏𝒅𝒙 + { } = 𝑰𝑮𝑹
𝟏𝟎𝟎 × 𝒏𝒅
Donde:

1. 𝑰𝑮𝒏𝒅𝒙 = ingreso gubernamental nominal a precios corrientes para el año X.


2. 𝒏𝒅 = nivel de devaluación desde el año X hasta el año de referencia de precios a donde queremos
‘‘traer’’ o devolver los precios. En mi caso, como quiero traer los precios a 2019, es el nivel de
devaluación que hay desde el año X hasta 2019.
3. 𝑰𝑮𝑹 = ingreso gubernamental real a precios constantes de 2019.

_________________________________________________________________________________________________________________________
31. Ver paso 3 en la sección A1. «Sobre el cálculo de deuda real y las fórmulas»
32. Además de en la sección A1, también se ha explicado cómo conseguir el nivel de devaluación en la sección A3.3. «Valor real de la Formación Bruta de Capital
Fijo (FBCF)» y en la 4.4.3.4.1. «Cálculos, relaciones, argumentos y refutación».

509
A8. Sobre el cálculo del saldo fiscal primario a precios reales
Para el tema de los déficits y superávits fiscales, la base de datos del FMI elaborada por Mauro,
Romeu, Binder y Zaman durante la última década, también incluye un el dato de saldo fiscal primario cómo
% del PIB 33. El saldo fiscal primario, según el glosario del Monitor Fiscal del FMI, se define como la
diferencia entre los ingresos y egresos gubernamentales, exceptuando aquellos recibidos o pagados por
concepto de servicio de deuda 34. Si la diferencia es positiva, hay superávit; de ser negativa, hay déficit.

Esto, a la larga, ocultaría efectos del refinanciamiento de la deuda, que es el diferencial entre saldo
fiscal primario y saldo fiscal total 35. Al igual que el resto de indicadores, consta de tres partes para
conseguirse su valor real: reversión, conversión y deflactación.

Paso 1. Para convertir saldo fiscal primario cómo % del PIB en saldo fiscal primario nominal a
precios corrientes en moneda local (reversión):

Primero se asume:

I. Que el saldo fiscal primario cómo % del PIB efectivamente representa el valor del saldo fiscal
primario cómo % del PIB.
II. Que, por tanto, se puede realizar una ecuación para convertir el porcentaje (término relativo) en
valor de precios (término absoluto).

Entonces tenemos que eso se puede convertir como:

𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚
[ ] × 𝑺𝑭𝑷𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 = 𝑺𝑭𝑷𝒙𝒚
𝟏𝟎𝟎

Donde:

1. 𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el PIB nominal de un año X en la moneda de un territorio Y.

2. 100 es porcentaje.
3. 𝑺𝑭𝑷𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el saldo fiscal primario en el año X como porcentaje del PIB nominal del
año X que está expresado en la moneda de un territorio Y [que ya sabemos es la moneda
local, o sea, los bolívares].
4. 𝑺𝑭𝑷𝒙𝒚 es saldo fiscal primario nominal en el año X, expresado en la moneda de un territorio
Y [bolívares, correspondiendo a Venezuela]. Este resultado es el de saldo fiscal primario a
precios corrientes en moneda local para cada año que tengamos en la serie de tiempo.

_________________________________________________________________________________________________________________________
33. Sitio web del FMI > IMF Data Mapper > Datasets > Public Finances in Modern History > Fiscal Prudence and Profligacy database
34. El saldo primario del gobierno o «primary balance» es el saldo fiscal excluyendo pago de servicio de deuda. El saldo es la diferencia entre ingresos y egresos
del Estado. Ver: International Monetary Fund. Glossary, Fiscal Monitor (April 2016). IMF (2016).
35. Revisar la sección 4.5.4.1. «De déficits que parecían imposibles, pero pasaron» para entender por qué el diferencial entre saldo primario y saldo total indica
pesos sobre el refinanciamiento. Del mismo modo, para entender por qué deuda pesa sobre el interés —y por tanto por qué la deuda tiende a elevar los pesos
del déficit sobre el saldo total— véase la sección 4.5.1. «Explicaciones al incremento de los intereses de deuda durante la era democrática y pruebas empíricas
de irresponsabilidad».

510
Paso 2. Para convertir saldo fiscal primario nominal a precios corrientes en moneda local, a saldo
fiscal primario nominal en dólares (conversión):

Se toma el tipo de cambio nominal en dólares de un año X (𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 ) para convertir el valor de la
deuda nominal en precios corrientes en moneda local para el mismo año X a deuda nominal en precios
corrientes en dólares para ese año X. Entonces:

𝑺𝑭𝑷𝒙𝒚
= 𝑺𝑭𝑷𝒅𝒙
𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙

Donde:

1. 𝑺𝑭𝑷𝒙𝒚 es la el saldo fiscal primario nominal del año X en la moneda de un territorio Y.

2. 𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 es el tipo de cambio nominal referencial (libre) de la moneda local a dólares en un año X.
3. 𝑺𝑭𝑷𝒅𝒙 es el saldo fiscal primario nominal en dólares a precios corrientes para el año X.

Paso 3. Para convertir saldo fiscal primario nominal en dólares a precios corrientes en saldo fiscal
real en dólares a precios constantes (deflactación):

Cómo ya se explicó, si se realiza el paso 2 lo que conseguimos es eliminar los efectos de la


devaluación externa sobre el valor real de la variable que estamos procesando —que en este caso es el
saldo fiscal primario—. Para eliminar por completo los efectos de la distorsión inflacionaria, tenemos que
aplicar un nivel de precios 𝒏𝒅 para cumplir el objetivo, que ya se han explicado varias veces como calcular.

Si obtenemos el nivel de precios 𝒏𝒅, podemos deflactar el saldo fiscal primario nominal en dólares
a precios corrientes para convertirlo en saldo fiscal primario real en dólares a precios constantes. Esta
tarea se realiza a través de la siguiente fórmula:

𝑺𝑭𝑷𝒅𝒙
𝑺𝑭𝑷𝒅𝒙 + { } = 𝑺𝑭𝑷𝑹
𝟏𝟎𝟎 × 𝒏𝒅
Donde:

1. 𝑺𝑭𝑷𝒅𝒙 = saldo fiscal primario nominal en dólares a precios corrientes para el año X.
2. 𝒏𝒅 = nivel de devaluación desde el año X hasta el año de referencia de precios a donde queremos
‘‘traer’’ los precios. En mi caso, como quiero traer los precios a 2019, es el nivel de devaluación
que hay desde el año X hasta 2019.
3. 𝑺𝑭𝑷𝑹 = saldo fiscal primario real en dólares a precios constantes de 2019.

511
A9. Cálculo del saldo fiscal total a precios reales
Ahora bien, si leyeron la nota 35 de esta sección y entienden por qué el saldo fiscal primario no es
una medida confiable, sabrán entonces que se tiene que buscar otra medida que pueda tener en cuenta
todas las marañas financieras en las que se haya metido el Estado al momento de querer jugar a ser Dios,
pero teniendo los bolsillos rotos. Dado que el saldo fiscal primario no toma en cuenta los efectos de la deuda
sobre el déficit, se puede conseguir el saldo fiscal total para aliviar las deficiencias del saldo fiscal primario.

La diferencia entre el saldo fiscal primario y el saldo fiscal total es que mientras el saldo fiscal
primario excluye ingresos y egresos gubernamentales por concepto de servicio de deuda, el saldo fiscal
total incluye absolutamente todos los ingresos y absolutamente todos los egresos del Estado, generando
un balance totalizado de sus cuentas que considere todos los movimientos financieros que haya hecho.

Para calcular el saldo fiscal total, primero se asume que los datos de ingreso gubernamental que
provee el FMI incluyen todos los ingresos gubernamentales, y así mismo se asume que los datos de gasto
gubernamental (también publicados por el mismo FMI) incluyen todos los gastos gubernamentales.
Existen dos métodos para hacer el cálculo, y ambos deben tener esa asunción. Se explicará el usado para
calcular el saldo fiscal total desde 0, que consta de tres partes, dos de las cuales contienen tres sub-partes:

Paso I. Calcular el gasto público real.

A) Convertir gasto cómo % del PIB en gasto público nominal en precios corrientes en moneda local
(reversión):

Primero se asume:

I. Que el gasto público cómo % del PIB representa totalmente el valor del gasto gubernamental
cómo % del PIB.
II. Que por tanto se puede realizar una ecuación para convertir el porcentaje (término relativo)
en valor de precios (término absoluto).

Entonces tenemos que eso se puede convertir como:

𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚
[ ] × 𝑮𝑷𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 = 𝑮𝑷𝒏𝒙𝒚
𝟏𝟎𝟎
Donde:

1. 𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el PIB nominal de un año X en la moneda de un territorio Y.

2. 100 es porcentaje.
3. 𝑮𝑷𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el gasto público en el año X como porcentaje del PIB nominal en el año X en
la moneda de un territorio Y [que ya sabemos es la moneda local, o sea, los bolívares].
4. 𝑮𝑷𝒏𝒙𝒚 es el gasto público nominal en el año X en la moneda de un territorio Y [bolívares,
correspondiendo a Venezuela]. Este resultado es el de gasto público a precios corrientes en
moneda local para cada año que tengamos en la serie de tiempo.

512
B) Convertir gasto público nominal a precios corrientes en moneda local, a gasto público nominal a
precios corrientes en dólares (conversión):

Se toma el tipo de cambio nominal en dólares de un año X (𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 ) para convertir el valor de la deuda
nominal en precios corrientes en moneda local para el mismo año X a deuda nominal en precios corrientes
en dólares para ese año X. Entonces:

𝑮𝑷𝒏𝒙𝒚
= 𝑮𝑷𝒏𝒅𝒙
𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙

Donde:

1. 𝑮𝑷𝒏𝒙𝒚 es el gasto público nominal en el año X en la moneda de un territorio Y.

2. 𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 es el tipo de cambio nominal referencial (libre) de la moneda local a dólares en un año
3. 𝑮𝑷𝒏𝒅𝒙 es el gasto público nominal en dólares a precios corrientes para el año X.

C) Convertir gasto público nominal en dólares a precios corrientes en gasto público real en dólares a
precios constantes (deflactación):

Tal como se ha hecho previamente, procederemos a tomar un índice de precios, preferiblemente


uno de poder adquisitivo de la moneda que ya hemos convenido previamente en otros cálculos será el
Consumer Price Index for All Urban Consumers - Purchasing Power of the Consumer Dollar in U.S. City Average
36 para traer los precios del pasado al presente. Esto se hace para ajustar nuestras cuentas a los cambios

provocados por la inflación interna del dólar, que pudieran ocultar los cambios reales bajo el disfraz
inflacionario. Como ya hemos ajustado por [1] devaluación de la moneda convirtiendo de bolívares a
dólares, tenemos los precios del gasto público conversos, pero el dólar también sufre de inflación —solo
que lo hace a tasas interanuales estables y bajas, por lo que no se aprecia mucho, sola que en el largo plazo
sí establece diferenciales bastante grandes—, tenemos que ajustar por [2] pérdida de poder adquisitivo de
la nueva moneda. Ya conociendo nuestro nivel de devaluación 𝒏𝒅 36 podemos calcular:

𝑮𝑷𝒏𝒅𝒙
𝑮𝑷𝒏𝒅𝒙 + { } = 𝑮𝑷𝑹
𝟏𝟎𝟎 × 𝒏𝒅
Donde:

1. 𝑮𝑷𝒏𝒅𝒙 = gasto público nominal en dólares a precios corrientes para el año X.

2. 𝒏𝒅 = nivel de devaluación desde el año X hasta el año de referencia de precios a donde


queremos ‘‘traer’’ o devolver los precios. En mi caso, como quiero traer los precios a 2019,
es el nivel de devaluación que hay desde el año X hasta 2019.
3. 𝑮𝑷𝑹 = gasto público real en dólares a precios constantes de 2019.

_________________________________________________________________________________________________________________________
36. El nivel de devaluación ha sido calculado en las secciones A1. «Sobre el cálculo de deuda real y las fórmulas», A3.3. «Valor real de la Formación Bruta de
Capital Fijo (FBCF)» y en la 4.4.3.4.1. «Cálculos, relaciones, argumentos y refutación». El nivel de devaluación mide la diferencia entre el poder adquisitivo que
tenía una moneda en el pasado y el poder adquisitivo que tiene la moneda en el presente.

513
Paso II. Calcular el ingreso gubernamental real.

A) Convertir ingresos gubernamentales cómo % del PIB en ingresos gubernamentales nominales a


precios corrientes en moneda local (reversión):

Primero se asume:

I. Que el ingreso gubernamental cómo % del PIB efectivamente representa el valor del ingreso
gubernamental cómo % del PIB.

II. Que, por tanto, se puede realizar una ecuación para convertir el porcentaje (término relativo)
en valor de precios (término absoluto).

Entonces tenemos que eso se puede convertir como:

𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚
[ ] × 𝑰𝑮𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 = 𝑰𝑮𝒏𝒙𝒚
𝟏𝟎𝟎

Donde:

1. 𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el PIB nominal de un año X en la moneda de un territorio Y.

2. 100 es porcentaje.
3. 𝑰𝑮𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el ingreso gubernamental en el año X como porcentaje del PIB nominal del
año X que está expresado en la moneda de un territorio Y [que ya sabemos es la moneda
local, o sea, los bolívares].
4. 𝑰𝑮𝒏𝒙𝒚 es el ingreso gubernamental nominal en el año X expresado en la moneda de un
territorio Y [bolívares, correspondiendo a Venezuela]. Este resultado es el de ingresos
gubernamentales a precios corrientes en moneda local para cada año que tengamos en la
serie de tiempo.

B) Convertir ingreso gubernamental nominal a precios corrientes en moneda local, a gasto ingreso
gubernamental nominal a precios corrientes en dólares (conversión):

Se toma el tipo de cambio nominal en dólares de un año X (𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 ) para convertir el valor de la deuda
nominal en precios corrientes en moneda local para el mismo año X a deuda nominal en precios corrientes
en dólares para ese año X. Entonces:

𝑰𝑮𝒏𝒙𝒚
= 𝑰𝑮𝒏𝒅𝒙
𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙

Donde:

1. 𝑰𝑮𝒏𝒙𝒚 es la el ingreso gubernamental nominal en el año X en la moneda de un territorio Y.

2. 𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 es el tipo de cambio nominal referencial de la moneda local a dólares en un año X.


3. 𝑰𝑮𝒏𝒅𝒙 es el ingreso gubernamental nominal en dólares a precios corrientes para el año X.

514
C) Para convertir gasto público nominal en dólares a precios corrientes en gasto público real en
dólares a precios constantes (deflactación):

Para cumplir este paso, debemos crear un nivel de devaluación como el que creamos en el paso 3
del literal A1 a través de un índice de poder adquisitivo del dólar estadounidense. El nivel de precios lo que
hace es captar el valor perdido del dólar a través del tiempo, por lo que al sumárselo al valor de ingreso
gubernamental en dólares a precios corrientes podremos conocer el valor real de la variable, quitándole el
efecto de la devaluación interna del dólar. Ya que he explicado cuatro veces cómo deflactar, procederé
directamente a formular:

𝑰𝑮𝒏𝒅𝒙
𝑰𝑮𝒏𝒅𝒙 + { } = 𝑰𝑮𝑹
𝟏𝟎𝟎 × 𝒏𝒅
Donde:

1. 𝑰𝑮𝒏𝒅𝒙 = ingreso gubernamental nominal a precios corrientes para el año X.


2. 𝒏𝒅 = nivel de devaluación desde el año X hasta el año de referencia de precios a donde
queremos ‘‘traer’’ o devolver los precios. En mi caso, como quiero traer los precios a 2019,
es el nivel de devaluación que hay desde el año X hasta 2019.
3. 𝑰𝑮𝑹 = ingreso gubernamental real a precios constantes de 2019.

Paso III. Calcular el saldo fiscal total

Cómo ya se han calculado tanto el ingreso gubernamental real en dólares a precios constantes, como
también el gasto público real en dólares a precios constantes, procedemos a restarlos para obtener el saldo
fiscal total, también conocido como balance fiscal total. Si ambos representan por una parte la totalidad
de los ingresos gubernamentales —con el ingreso gubernamental real en dólares a precios constantes—, y
por otro la totalidad de los gastos gubernamentales —con el gasto público real en dólares a precios
contantes—, entonces tendremos un resultado que considera todos los ingresos y egresos del Estado:

𝑮𝑷𝑹 − 𝑰𝑮𝑹 = 𝑺𝑭𝑻𝑹

Donde:

1. 𝑮𝑷𝑹 = gasto público en dólares a precios constantes de 2019.


2. 𝑰𝑮𝑹 = ingreso gubernamental en dólares a precios constantes de 2019.
3. 𝑺𝑭𝑻𝑹 = saldo fiscal total real en dólares a precios constantes de 2019

Si el resultado de la resta es positivo, tenemos un superávit fiscal: el Estado gastó menos de lo que
ingresó, por lo tanto ahorró. Pero si resulta negativo, tenemos un déficit fiscal: el Estado gastó más de lo
que ingresó, por lo tanto hicieron falta más recursos para pagarlo; y en este caso tuvo que adquirir deuda
o bien utilizar emisión monetaria.

515
A10. Brecha fiscal del saldo primario
De la relación entre el ingreso gubernamental real y los saldos fiscales a precios reales, se calculan
las brechas fiscales. Las brechas fiscales pueden tener dos significados dependiendo de si hay déficit o de
si hay superávit: 1) En el caso del déficit, la brecha fiscal representa el % de ingresos gubernamentales que
faltarían para pagar el gasto extra que hubo. 2) En el caso del superávit, la brecha fiscal representa el % de
los ingresos gubernamentales sobrantes.

En esta sección, procederemos a calcular desde el principio la brecha fiscal primaria (también
llamada brecha fiscal del saldo primario), que expresa la diferencia entre el superávit o déficit fiscal
primario y los ingresos gubernamentales. El procedimiento consta de: I) El cálculo del ingreso
gubernamental real en dólares a precios constantes; II) El cálculo del saldo fiscal primario real en
dólares a precios constantes y III) El cálculo de la brecha fiscal del saldo primario.

Paso I. Calcular el ingreso gubernamental real en dólares a precios constantes.

A) Convertir ingresos gubernamentales cómo % del PIB en ingresos gubernamentales nominales a


precios corrientes en moneda local (reversión):

Primero se asume:

I. Que el ingreso gubernamental cómo % del PIB efectivamente representa el valor del ingreso
gubernamental cómo % del PIB.
II. Que, por tanto, se puede realizar una ecuación para convertir el porcentaje (término relativo)
en valor de precios (término absoluto).

Entonces tenemos que eso se puede convertir como:

𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚
[ ] × 𝑰𝑮𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 = 𝑰𝑮𝒏𝒙𝒚
𝟏𝟎𝟎

Donde:

1. 𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el PIB nominal de un año X en la moneda de un territorio Y.

2. 100 es porcentaje.
3. 𝑰𝑮𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el ingreso gubernamental en el año X como porcentaje del PIB nominal del
año X que está expresado en la moneda de un territorio Y [que ya sabemos es la moneda
local, o sea, los bolívares].
4. 𝑰𝑮𝒏𝒙𝒚 es el ingreso gubernamental nominal en el año X expresado en la moneda de un
territorio Y [bolívares, correspondiendo a Venezuela]. Este resultado es el de ingresos
gubernamentales a precios corrientes en moneda local para cada año que tengamos en la
serie de tiempo.

516
B) Convertir ingreso gubernamental nominal a precios corrientes en moneda local, a ingreso
gubernamental nominal a precios corrientes en dólares (conversión):

Se toma el tipo de cambio nominal en dólares de un año X (𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 ) para convertir el valor de la deuda
nominal en precios corrientes en moneda local para el mismo año X a deuda nominal en precios corrientes
en dólares para ese año X. Entonces:

𝑰𝑮𝒏𝒙𝒚
= 𝑰𝑮𝒏𝒅𝒙
𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙

Donde:

1. 𝑰𝑮𝒏𝒙𝒚 es la el ingreso gubernamental nominal en el año X en la moneda de un territorio Y.

2. 𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 es el tipo de cambio nominal referencial (libre) de la moneda local a dólares en un año X.
3. 𝑰𝑮𝒏𝒅𝒙 es el ingreso gubernamental nominal en dólares a precios corrientes para el año X.

De este modo, como en los procesos anteriores, retiraremos el efecto de la devaluación externa de
la moneda, limpiando a la variable de una parte de los efectos distorsivos de la inflación monetaria. Pero,
por otro lado, queda un último paso para corregir los efectos de la inflación del mismísimo dólar
estadounidense, que aunque muchos creen que no tiene inflación, la realidad es que este se devalúa tal
como cualquier otra moneda, solo que más despacio.

C) Convertir gasto público nominal en dólares a precios corrientes en gasto público real en dólares a
precios constantes (deflactación):

Para cumplir este paso, debemos crear un nivel de devaluación a través de un índice de poder
adquisitivo del dólar estadounidense. El nivel de precios lo que hace es captar el valor perdido del dólar a
través del tiempo, por lo que al sumárselo al valor de ingreso gubernamental en dólares a precios
corrientes podremos conocer el valor real de la variable, quitándole el efecto de la devaluación interna
del dólar. Ya que en reiteradas ocasiones he explicado cómo deflactar, procederé a formular:

𝑰𝑮𝒏𝒅𝒙
𝑰𝑮𝒏𝒅𝒙 + { } = 𝑰𝑮𝑹
𝟏𝟎𝟎 × 𝒏𝒅
Donde:

4. 𝑰𝑮𝒏𝒅𝒙 = ingreso gubernamental nominal a precios corrientes para el año X.


5. 𝒏𝒅 = nivel de devaluación desde el año X hasta el año de referencia de precios a donde queremos
‘‘traer’’ o devolver los precios. En mi caso, como quiero traer los precios a 2019, es el nivel de
devaluación que hay desde el año X hasta 2019.
6. 𝑰𝑮𝑹 = ingreso gubernamental real en dólares a precios constantes de 2019.

517
Paso II. Calcular saldo fiscal primario.

A) Convertir saldo fiscal primario cómo % del PIB en saldo fiscal primario nominal a precios corrientes
en moneda local (reversión):

Primero se asume:

I. Que el saldo primario cómo % del PIB efectivamente representa el valor del saldo fiscal
primario cómo % del PIB.
II. Que, por tanto, se puede realizar una ecuación para convertir el porcentaje (término relativo)
en valor de precios (término absoluto).

Entonces tenemos que eso se puede convertir como:

𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚
[ ] × 𝑺𝑭𝑷𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 = 𝑺𝑭𝑷𝒙𝒚
𝟏𝟎𝟎

Donde:

1. 𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el PIB nominal de un año X en la moneda de un territorio Y.

2. 100 es porcentaje.
3. 𝑺𝑭𝑷𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el saldo fiscal primario en el año X como porcentaje del PIB nominal del
año X que está expresado en la moneda de un territorio Y [que ya sabemos es la moneda
local, o sea, los bolívares].
4. 𝑺𝑭𝑷𝒙𝒚 es saldo fiscal primario nominal en el año X, expresado en la moneda de un territorio
Y [bolívares, correspondiendo a Venezuela]. Este resultado es el de saldo fiscal primario a
precios corrientes en moneda local para cada año que tengamos en la serie de tiempo.

B) Convertir saldo fiscal primario nominal a precios corrientes en moneda local, a saldo fiscal primario
nominal en dólares (conversión):

Se toma el tipo de cambio nominal en dólares de un año X (𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 ) para convertir el valor de la deuda
nominal en precios corrientes en moneda local para el mismo año X a deuda nominal en precios corrientes
en dólares para ese año X. Entonces:

𝑺𝑭𝑷𝒙𝒚
= 𝑺𝑭𝑷𝒅𝒙
𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙

Donde:

1. 𝑺𝑭𝑷𝒙𝒚 es la el saldo fiscal primario nominal del año X en la moneda de un territorio Y.

2. 𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 es el tipo de cambio nominal referencial de la moneda local a dólares en un año X.


3. 𝑺𝑭𝑷𝒅𝒙 es el saldo fiscal primario nominal en dólares a precios corrientes para el año X.

518
C) Para convertir saldo fiscal primario nominal en dólares a precios corrientes en saldo fiscal primario
real en dólares a precios constantes (deflactación):

Cómo ya se explicó, si se realiza el paso 2 lo que conseguimos es eliminar los efectos de la


devaluación externa sobre el valor real de la variable que estamos procesando —que en este caso es el
saldo fiscal primario—. Para eliminar por completo los efectos de la distorsión inflacionaria, tenemos que
aplicar un nivel de precios 𝒏𝒅 para cumplir el objetivo, que ya se han explicado varias veces como calcular.

Si obtenemos el nivel de precios 𝒏𝒅, podemos deflactar el saldo fiscal primario nominal en dólares
a precios corrientes para convertirlo en saldo fiscal primario real en dólares a precios constantes. Esta
tarea se realiza a través de la siguiente fórmula:

𝑺𝑭𝑷𝒅𝒙
𝑺𝑭𝑷𝒅𝒙 + { } = 𝑺𝑭𝑷𝑹
𝟏𝟎𝟎 × 𝒏𝒅
Donde:

1. 𝑺𝑭𝑷𝒅𝒙 = saldo fiscal primario nominal en dólares a precios corrientes para el año X.
2. 𝒏𝒅 = nivel de devaluación desde el año X hasta el año de referencia de precios a donde
queremos ‘‘traer’’ los precios. En mi caso, como quiero traer los precios a 2019, es el nivel de
devaluación que hay desde el año X hasta 2019.
3. 𝑺𝑭𝑷𝑹 = saldo fiscal primario real en dólares a precios constantes de 2019.

Paso III. Calcular la brecha fiscal del saldo primario

Una vez teniendo el ingreso gubernamental real en dólares a precios constantes de 2019 (𝑰𝑮𝑹 ) y
el saldo fiscal primario real en dólares a precios constantes de 2019 (𝑺𝑭𝑷𝑹 ), procederemos a realizar un
cálculo simple que mide el porcentaje de ingresos gubernamentales que faltan o sobran, dependiendo de
si hay déficit primario o superávit primario —primario porque no tiene en cuenta ingresos ni egresos
gubernamentales por concepto de servicio de deuda— 37. Esta sería:

𝑺𝑭𝑷𝑹
× 𝟏𝟎𝟎 = %𝑩𝑭𝑺𝑷
𝑰𝑮𝑹

Donde:

1. 𝑺𝑭𝑷𝑹 = saldo fiscal primario real en dólares a precios constantes de 2019.


2. 𝑰𝑮𝑹 = ingreso gubernamental real en dólares a precios constantes de 2019
3. %𝑩𝑭𝑺𝑷 = brecha fiscal del saldo primario (%).

Un ejemplo práctico sería que si yo tengo un saldo primario de -1 (déficit) con un ingreso
gubernamental de 20, si divido -1 entre 20 y lo multiplico por 100, tendré una brecha fiscal del saldo
primario del -5%, es decir, un déficit del 5% de mis ingresos gubernamentales.

_________________________________________________________________________________________________________________________
37. Revisar la sección A8. «Sobre el cálculo del saldo fiscal primario a precios reales». También ver: International Monetary Fund. Glossary, Fiscal Monitor (April
2016). IMF (2016).

519
A11. Brecha fiscal del saldo total
Por la misma razón que se calcula el saldo fiscal total, también se debe calcular la brecha fiscal del
saldo total, pues esta tiene en cuenta una integración más amplia de las cuentas gubernamentales que la
que tiene el saldo primario. El procedimiento para poder la brecha fiscal desde el principio hasta el fin,
consta de cuatro pasos: 1) Cálculo del gasto público real; 2) Cálculo del ingreso gubernamental real; 3)
Cálculo del saldo fiscal total y; 4) Cálculo de la brecha fiscal total.

La idea de hacerlo desde el inicio es que todas las secciones de estos anexos puedan ser leídas de
manera independiente entre sí. Si ya sabes cómo calcular el saldo fiscal total porque leíste el literal A9,
entonces puedes saltar al paso IV (como podrías haberlo hecho en cualquier otra sección).

Paso I. Calcular el gasto público real.

A) Convertir gasto cómo % del PIB en gasto público nominal en precios corrientes en moneda local
(reversión):

Primero se asume:

I. Que el gasto público cómo % del PIB efectivamente representa totalmente el valor del gasto
gubernamental cómo % del PIB.
II. Que por tanto se puede realizar una ecuación para convertir el porcentaje (término relativo)
en valor de precios (término absoluto).

Entonces tenemos que eso se puede convertir como:

𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚
[ ] × 𝑮𝑷𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 = 𝑮𝑷𝒏𝒙𝒚
𝟏𝟎𝟎
Donde:

1. 𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el PIB nominal de un año X en la moneda de un territorio Y.

2. 100 es porcentaje.
3. 𝑮𝑷𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el gasto público en el año X como porcentaje del PIB nominal en el año X en
la moneda de un territorio Y [que ya sabemos es la moneda local, o sea, los bolívares].
4. 𝑮𝑷𝒏𝒙𝒚 es el gasto público nominal en el año X en la moneda de un territorio Y [bolívares,
correspondiendo a Venezuela]. Este resultado es el de gasto público a precios corrientes en
moneda local para cada año que tengamos en la serie de tiempo.

B) Convertir gasto público nominal a precios corrientes en moneda local, a gasto público nominal a
precios corrientes en dólares (conversión):

Se toma el tipo de cambio nominal en dólares de un año X (𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 ) para convertir el valor de la deuda
nominal en precios corrientes en moneda local para el mismo año X a deuda nominal en precios corrientes
en dólares para ese año X. Entonces:

520
𝑮𝑷𝒏𝒙𝒚
= 𝑮𝑷𝒏𝒅𝒙
𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙

Donde:

1. 𝑮𝑷𝒏𝒙𝒚 es el gasto público nominal en el año X en la moneda de un territorio Y.

2. 𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 es el tipo de cambio nominal referencial (libre) de la moneda local a dólares en un año
3. 𝑮𝑷𝒏𝒅𝒙 es el gasto público nominal en dólares a precios corrientes para el año X.

C) Convertir gasto público nominal en dólares a precios corrientes en gasto público real en dólares a
precios constantes (deflactación):

Tal como se ha hecho previamente, procederemos a tomar un índice de precios, preferiblemente


uno de poder adquisitivo de la moneda que ya hemos convenido previamente en otros cálculos será el
Consumer Price Index for All Urban Consumers - Purchasing Power of the Consumer Dollar in U.S. City Average
para traer los precios del pasado al presente. Esto se hace para ajustar nuestras cuentas a los cambios
provocados por inflación y devaluación, que pudieran ocultar los cambios reales en cualquier indicador.
Como ya hemos ajustado por [1] devaluación de la moneda convirtiendo de bolívares a dólares, tenemos
los precios del gasto público conversos, pero el mismísimo dólar también sufre de inflación, por lo que
tenemos que ajustar por [2] pérdida de poder adquisitivo de la nueva moneda. Ya conociendo nuestro nivel
de devaluación 𝒏𝒅 podemos calcular:

𝑮𝑷𝒏𝒅𝒙
𝑮𝑷𝒏𝒅𝒙 + { } = 𝑮𝑷𝑹
𝟏𝟎𝟎 × 𝒏𝒅
Donde:

1. 𝑮𝑷𝒏𝒅𝒙 = gasto público nominal en dólares a precios corrientes para el año X.

2. 𝒏𝒅 = nivel de devaluación desde el año X hasta el año de referencia de precios a donde


queremos ‘‘traer’’ o devolver los precios. En mi caso, como quiero traer los precios a 2019,
es el nivel de devaluación que hay desde el año X hasta 2019.
3. 𝑮𝑷𝑹 = gasto público real en dólares a precios constantes de 2019.

Paso II. Calcular el ingreso gubernamental real.

A) Convertir ingresos gubernamentales cómo % del PIB en ingresos gubernamentales nominales a


precios corrientes en moneda local (reversión):

Primero se asume:

I. Que el ingreso gubernamental cómo % del PIB efectivamente representa el valor del ingreso
gubernamental cómo % del PIB.

II. Que, por tanto, se puede realizar una ecuación para convertir el porcentaje (término relativo)
en valor de precios (término absoluto).

521
Entonces tenemos que eso se puede convertir como:

𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚
[ ] × 𝑰𝑮𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 = 𝑰𝑮𝒏𝒙𝒚
𝟏𝟎𝟎

Donde:

1. 𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el PIB nominal de un año X en la moneda de un territorio Y.

2. 100 es porcentaje.
3. 𝑰𝑮𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el ingreso gubernamental en el año X como porcentaje del PIB nominal del
año X que está expresado en la moneda de un territorio Y [que ya sabemos es la moneda
local, o sea, los bolívares].
4. 𝑰𝑮𝒏𝒙𝒚 es el ingreso gubernamental nominal en el año X expresado en la moneda de un
territorio Y [bolívares, correspondiendo a Venezuela]. Este resultado es el de ingresos
gubernamentales a precios corrientes en moneda local para cada año que tengamos en la
serie de tiempo.

B) Convertir ingreso gubernamental nominal a precios corrientes en moneda local, a gasto ingreso
gubernamental nominal a precios corrientes en dólares (conversión):

Se toma el tipo de cambio nominal en dólares de un año X (𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 ) para convertir el valor de la deuda
nominal en precios corrientes en moneda local para el mismo año X a deuda nominal en precios corrientes
en dólares para ese año X. Entonces:

𝑰𝑮𝒏𝒙𝒚
= 𝑰𝑮𝒏𝒅𝒙
𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙

Donde:

1. 𝑰𝑮𝒏𝒙𝒚 es el ingreso gubernamental nominal en el año X en la moneda de un territorio Y.

2. 𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 es el tipo de cambio nominal referencial de la moneda local a dólares en un año X.


3. 𝑰𝑮𝒏𝒅𝒙 es el ingreso gubernamental nominal en dólares a precios corrientes para el año X.

C) Para convertir gasto público nominal en dólares a precios corrientes en gasto público real en dólares
a precios constantes (deflactación):

Para cumplir este paso, debemos crear un nivel de devaluación como el que creamos en el paso 3
del literal A1 a través de un índice de poder adquisitivo del dólar estadounidense. El nivel de precios lo que
hace es captar el valor perdido del dólar a través del tiempo, por lo que al sumárselo al valor de ingreso
gubernamental en dólares a precios corrientes podremos conocer el valor real de la variable, quitándole el
efecto de la devaluación interna del dólar. Ya que he explicado cuatro veces cómo deflactar, procederé
directamente a formular:

𝑰𝑮𝒏𝒅𝒙
𝑰𝑮𝒏𝒅𝒙 + { } = 𝑰𝑮𝑹
𝟏𝟎𝟎 × 𝒏𝒅

522
Donde:

1. 𝑰𝑮𝒏𝒅𝒙 = ingreso gubernamental nominal a precios corrientes para el año X.


2. 𝒏𝒅 = nivel de devaluación desde el año X hasta el año de referencia de precios a donde
queremos ‘‘traer’’ o devolver los precios. En mi caso, como quiero traer los precios a 2019,
es el nivel de devaluación que hay desde el año X hasta 2019.
3. 𝑰𝑮𝑹 = ingreso gubernamental real en dólares a precios constantes de 2019.

Paso III. Calcular el saldo fiscal total

Cómo ya se han calculado tanto el ingreso gubernamental real en dólares a precios constantes, al
igual que el gasto público real en dólares a precios constantes, procedemos a restarlos para obtener el
saldo fiscal total, también conocido como balance fiscal total. Si ambos representan la totalidad de los
ingresos gubernamentales —con el ingreso gubernamental real en dólares a precios constantes—, y la
totalidad de los gastos gubernamentales —con el gasto público real en dólares a precios contantes—,
entonces tendremos un resultado que considera todos los ingresos y egresos del Estado:

𝑮𝑷𝑹 − 𝑰𝑮𝑹 = 𝑺𝑭𝑻𝑹

Donde:

1. 𝑮𝑷𝑹 = gasto público real en dólares a precios constantes de 2019.


2. 𝑰𝑮𝑹 = ingreso gubernamental real en dólares a precios constantes de 2019.
3. 𝑺𝑭𝑻𝑹 = saldo fiscal total real en dólares a precios constantes de 2019

Paso IV. Calcular la brecha fiscal del saldo total

Ahora que tenemos el saldo fiscal total, volveremos a realizar el mismo procedimiento para calcular
la brecha del saldo fiscal primario solo que sustituyendo 𝑺𝑭𝑷𝑹 por el ya obtenido 𝑺𝑭𝑻𝑹 y cambiando
consecuentemente su resultado, de modo que quede así:

𝑺𝑭𝑷𝑹 𝑺𝑭𝑻𝑹
× 𝟏𝟎𝟎 = %𝑩𝑭𝑺𝑷 → × 𝟏𝟎𝟎 = %𝑩𝑭𝑺𝑻
𝑰𝑮𝑹 𝑰𝑮𝑹

En donde ahora:

1. 𝑺𝑭𝑻𝑹 = saldo fiscal total real en dólares a precios constantes de 2019.


2. 𝑰𝑮𝑹 = ingreso gubernamental real a precios constantes de 2019
3. %𝑩𝑭𝑺𝑻 = brecha fiscal del saldo total (%).

A diferencia de la brecha del saldo fiscal primario, la brecha del saldo fiscal total nos muestra cuanto
% del ingreso gubernamental real hace falta para cubrir todo el déficit, en vez de nada más el déficit
primario. Así mismo, mostraría cuanto % del ingreso gubernamental sobra en caso de haber superávit
total, en vez de solamente mostrar el superávit primario.

523
A12. Intereses pagados sobre la deuda gubernamental a precios reales
Otro dato que debemos calcular porque solo aparece su variable proxy —que en realidad, así
aparecen casi los datos en la base de datos de Mauro, Romeu, Zaman y Binder— es el de interés pagado
sobre la deuda gubernamental a precios reales. En los datos históricos del FMI de la base de datos utilizada,
llamada «Fiscal Prudence And Profligacy Database» está el indicador llamado ‘‘Interest paid on public debt,
percent of GDP’’, que tal como todos los demás datos cómo % del PIB, debemos someter al mismo
procedimiento de reversión, conversión y deflactación. Empezamos:

Paso 1. Para convertir interés de la deuda gubernamental cómo % del PIB a interés de la deuda a
precios corrientes en moneda local (reversión):

Primero asumimos las dos cuestiones obvias:

I. Que el interés de la deuda gubernamental cómo % del PIB de verdad representa el interés de la
deuda gubernamental cómo % del PIB.

II. Que, por tanto, se puede realizar una ecuación para convertir el porcentaje (término relativo) en
valor de precios (término absoluto).

Entonces, aplicamos la fórmula típica de reversión pero sustituyendo los valores:

𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚
[ ] × 𝑰𝑫𝑮𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 = 𝑰𝑫𝑮𝒏𝒙𝒚
𝟏𝟎𝟎
Donde:

1. 𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el PIB nominal de un año X en la moneda de un territorio Y.

2. 100 es porcentaje.
3. 𝑰𝑫𝑮𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el interés de la deuda gubernamental en el año X como porcentaje del PIB
nominal en el año X en la moneda de un territorio Y [que ya sabemos que son los bolívares]
4. 𝑰𝑫𝑮𝒏𝒙𝒚 es el interés de la deuda gubernamental nominal, en el año, expresado en la moneda de
un territorio Y [bolívares, correspondiendo a Venezuela]. Este resultado es el interés de la deuda
gubernamental a precios corrientes para cada año que tengamos en la serie de tiempo.

Paso 2. Para convertir interés de la deuda gubernamental nominal en bolívares a precios corrientes,
a interés de la deuda gubernamental nominal en dólares a precios corrientes (conversión):

𝑰𝑫𝑮𝒏𝒙𝒚
= 𝑰𝑫𝑮𝒏𝒅𝒙
𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙

Donde:

1. 𝑰𝑫𝑮𝒏𝒙𝒚 = interés de la deuda gubernamental nominal al año X en la moneda de un territorio Y.

2. 𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 = tipo de cambio nominal referencial de la moneda local a dólares en un año X.

524
3. 𝑰𝑫𝑮𝒏𝒅𝒙 = interés de la deuda gubernamental nominal en dólares a precios corrientes para el año
X.

Paso 3. Para convertir el interés de la deuda gubernamental nominal en dólares a precios corrientes
a interés de la deuda gubernamental real en dólares a precios constantes de 2019 (deflactación):

Una vez convertido el interés de la deuda gubernamental cómo % del PIB al sistema de precios a
través del paso 1, y luego siendo extraído el efecto de la devaluación externa a través del paso 2, vamos a
limpiar la variable ahora de la devaluación interna del dólar estadounidense mediante el paso 3. De este
modo, traeremos la variable a precios reales como se ha hecho con todas las demás hasta el momento. Tal
tarea se logra, en este caso, con la siguiente fórmula:

𝑰𝑫𝑮𝒅𝒙
𝑰𝑫𝑮𝒏𝒅𝒙 + { } = 𝑰𝑫𝑮𝑹
𝟏𝟎𝟎 × 𝒏𝒅
1. 𝑰𝑫𝑮𝒏𝒅𝒙 = interés de la deuda gubernamental nominal en dólares a precios corrientes para el año
X.
2. 𝒏𝒅 = nivel de devaluación desde el año X hasta el año de referencia de precios a donde queremos
‘‘traer’’ o devolver los precios. En mi caso, como quiero traer los precios a 2019, es el nivel de
devaluación que hay desde el año X hasta 2019.
3. 𝑰𝑫𝑮𝑹 = interés de la deuda gubernamental real en dólares a precios constantes de 2019.

A13. Rendimiento agregado de la deuda gubernamental


A este indicador le he dado diferentes nombres a lo largo del trabajo. Le he llamado ‘‘rendimiento
agregado’’, ‘‘tipo de interés de la deuda’’ o simplemente ‘‘interés de la deuda cómo % del valor de la deuda’’,
pero por el mismo motivo: es capaz de representar todas estas cuestiones en ausencia del indicador
original que sería el de ‘‘Real long term government bond yield’’, que aparece en la «Fiscal Prudence And
Profligacy Database» pero no muestra datos para Venezuela.

El indicador que calcularemos es, básicamente, una relación entre el interés pagado sobre la deuda
gubernamental y el valor de la deuda gubernamental adquirida, mostrando cuál es el peso de los intereses
totales sobre la deuda total. Para calcularlo desde el principio, realizaremos tres pasos: 1) Calcular la deuda
gubernamental a precios reales; 2) Calcular los intereses pagados sobre la deuda gubernamental a precios
reales y; 3) Calcular el rendimiento agregado.

Paso I. Calcular la deuda real

A) Convertir deuda cómo % del PIB en deuda nominal en precios corrientes en moneda local
(reversión):

Los economistas del FMI que armaron la base de datos sobre la deuda gubernamental cómo % del
PIB utilizan el indicador de PIB nominal a precios corrientes en moneda local para calcular la deuda cómo
% del PIB. Si el indicador de deuda cómo % del PIB muestra cuanta porción del PIB representa el valor de
obligaciones que necesitan pagos futuros contraídos por un gobierno, primero se asume:

525
I. Que la deuda cómo % del PIB efectivamente representa el valor de las obligaciones como % del
PIB.
II. Que por tanto se puede realizar una ecuación para convertir el porcentaje (término relativo)
en valor de precios (término absoluto).

Entonces tenemos que eso se puede convertir como:


𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚
[ ] × 𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 = 𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒏𝒙𝒚
𝟏𝟎𝟎

Donde:

1. 𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el PIB nominal de un año X en la moneda de un territorio Y.


2. 100 es el porcentaje.
3. 𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es la deuda en el año X como porcentaje del PIB nominal en el año X en la
moneda de un territorio Y.
4. 𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒏𝒙𝒚 es la deuda nominal en el año X en la moneda de un territorio Y.

B) Convertir deuda nominal en precios corrientes en moneda local, a deuda nominal a precios
corrientes en dólares (conversión):

Se toma el tipo de cambio nominal en dólares de un año X (𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 ) para convertir el valor de la deuda
nominal en precios corrientes en moneda local para el mismo año X a deuda nominal en precios corrientes
en dólares para ese año X. Entonces:

𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒏𝒙𝒚
= 𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒏𝒅𝒙
𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙

Donde:

1. 𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒏𝒙𝒚 es la deuda nominal en el año X en la moneda de un territorio Y.


2. 𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 es el tipo de cambio nominal referencial de la moneda local a dólares en un año X.
3. 𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒏𝒅𝒙 es la deuda nominal en dólares para el año X.

C) Para convertir deuda nominal en dólares a precios corrientes > deuda real en dólares a precios
constantes (deflactación).

Realizado el paso 2, se logran retirar los efectos de devaluación externa. Ahora bien, si hemos
calculado previamente el nivel de devaluación (𝒏𝒅), que ya he explicado varias veces como calcular en
otras secciones anteriores 38, hemos de aplicarlo directamente a la recién obtenida deuda nominal en
dólares a precios corrientes (𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒏𝒅𝒙 ) para limpiarla de efectos por devaluación interna.

Para aplicarlo, convertimos deuda nominal en dólares al año X (𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒏𝒅𝒙 ) en deuda real a precios
constantes de 2019 [𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝑹 ] con la siguiente fórmula, completando el primer paso:
_________________________________________________________________________________________________________________________
38. Ha sido calculado en las secciones A1. «Sobre el cálculo de deuda real y las fórmulas», A3.3. «Valor real de la Formación Bruta de Capital Fijo (FBCF)» y en
la 4.4.3.4.1. «Cálculos, relaciones, argumentos y refutación».

526
𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒏𝒅𝒙
𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝒏𝒅𝒙 + { } = 𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝑹
𝟏𝟎𝟎 × 𝒏𝒅

Paso II. Calcular los intereses reales pagados sobre la deuda gubernamental

A) Para convertir interés 39 de la deuda gubernamental cómo % del PIB a interés nominal de la deuda
a precios corrientes en moneda local (reversión):

Primero asumimos las dos cuestiones obvias:

I. Que el interés de la deuda gubernamental cómo % del PIB de verdad representa el interés de
la deuda gubernamental cómo % del PIB.

II. Que, por tanto, se puede realizar una ecuación para convertir el porcentaje (término relativo)
en valor de precios (término absoluto).

Entonces, aplicamos la fórmula típica de reversión pero sustituyendo los valores:

𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚
[ ] × 𝑰𝑫𝑮𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 = 𝑰𝑫𝑮𝒏𝒙𝒚
𝟏𝟎𝟎
Donde:

1. 𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el PIB nominal de un año X en la moneda de un territorio Y.

2. 100 es porcentaje.
3. 𝑰𝑫𝑮𝒙 %𝑷𝑰𝑩𝒏𝒙𝒚 es el interés de la deuda gubernamental en el año X como porcentaje del PIB
nominal en el año X en la moneda de un territorio Y [que ya sabemos que son los bolívares]
4. 𝑰𝑫𝑮𝒏𝒙𝒚 es el interés de la deuda gubernamental nominal, en el año, expresado en la moneda
de un territorio Y [bolívares, correspondiendo a Venezuela].

B) Para convertir interés de la deuda gubernamental nominal en bolívares a precios corrientes a


interés de la deuda gubernamental nominal en dólares a precios corrientes (conversión):

𝑰𝑫𝑮𝒏𝒙𝒚
= 𝑰𝑫𝑮𝒏𝒅𝒙
𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙

Donde:

1. 𝑰𝑫𝑮𝒏𝒙𝒚 = interés de la deuda gubernamental nominal al año X en la moneda de un territorio


Y.
2. 𝑻𝒄𝒏𝒅𝒙 = tipo de cambio nominal referencial de la moneda local a dólares en un año X.
3. 𝑰𝑫𝑮𝒏𝒅𝒙 = interés nominales de la deuda gubernamental en dólares a precios corrientes para
el año X.

_________________________________________________________________________________________________________________________
39. No se distingue entre ‘‘interés’’ e ‘‘intereses’’ de la deuda gubernamental. Se utilizan como sinónimos.

527
C) Para convertir el interés de la deuda gubernamental nominal en dólares a precios corrientes a
interés de la deuda gubernamental real en dólares a precios constantes de 2019 (deflactación):

Una vez convertido el interés de la deuda gubernamental cómo % del PIB al sistema de precios a
través del paso 1, y luego siendo extraído el efecto de la devaluación externa a través del paso 2, vamos a
limpiar la variable ahora de la devaluación interna del dólar estadounidense mediante el paso 3. De este
modo, traeremos la variable a precios reales como se ha hecho con todas las demás hasta el momento. Tal
tarea se logra, en este caso, con la siguiente fórmula:

𝑰𝑫𝑮𝒅𝒙
𝑰𝑫𝑮𝒏𝒅𝒙 + { } = 𝑰𝑫𝑮𝑹
𝟏𝟎𝟎 × 𝒏𝒅

1. 𝑰𝑫𝑮𝒏𝒅𝒙 = interés nominales de la deuda gubernamental en dólares a precios corrientes para


el año X.
2. 𝒏𝒅 = nivel de devaluación desde el año X hasta el año de referencia de precios a donde
queremos ‘‘traer’’ o devolver los precios. En mi caso, como quiero traer los precios a 2019,
es el nivel de devaluación que hay desde el año X hasta 2019.
3. 𝑰𝑫𝑮𝑹 = interés reales de la deuda gubernamental en dólares a precios constantes de 2019.

Paso III. Calcular el rendimiento agregado de la deuda gubernamental

Ya que tenemos el valor de la deuda gubernamental a precios reales (𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝑹 ) y el valor de los
intereses reales de la deuda gubernamental (𝑰𝑫𝑮𝑹 ) obtenidos en los dos pasos anteriores, procederemos
a calcular el ‘‘rendimiento agregado’’, ‘‘tipo de interés de la deuda’’ o ‘‘interés de la deuda cómo % del valor
de la deuda gubernamental’’ —diferentes términos que apuntan a lo mismo—. Esto se hace a través de la
siguiente fórmula sencilla:

𝑰𝑫𝑮𝑹
[ ] × 100 = 𝑹𝑨𝑫𝑮%𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝑹
𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝑹

Donde:

1. 𝑰𝑫𝑮𝑹 = interés reales de la deuda gubernamental en dólares a precios constantes de 2019.


2. 𝒅𝒆𝒖𝒅𝒂𝑹 = deuda real a precios constantes de 2019.
3. 𝑹𝑨𝑫𝑮 = Rendimiento agregado de la deuda gubernamental (% del valor de la deuda real).

528
A14. Índices y niveles
Los índices y los niveles [los niveles como yo los defino en este trabajo] representan, en realidad, la
misma cosa. La diferencia es que en lo que a mí respecta, utilicé el índice para apreciar mejor la variación
proporcional de cierta variable en el tiempo, y lo que llamé nivel fue utilizado para ver cómo se multiplicaba
otra variable en el tiempo respecto a un valor base (que normalmente era 1957, pero podía ser 1980 o
1955). La diferencia entre ambos es que uno se multiplica por 100 y el otro no.

A13.1. Concepto general y fórmula


La RAE en su séptima acepción de índice, lo define como: ‘‘Expresión numérica de la relación
entre dos cantidades’’ y coloca como ejemplos el índice de población activa o de inflación 28. Al índice
también se le conoce como número índice. También se le define como ‘‘una medida estadística que permite
comparar una magnitud simple o compleja en dos situaciones diferentes respecto al tiempo o al espacio
tomando una de ellas como referencia’’ 29.

En mi caso, yo tomé magnitudes complejas como la inflación, el gasto público, la deuda o el interés,
pero aplicándolo en un índice simple, que es nada más referirse a esa magnitud y a ninguna más. Por
ejemplo, si yo inventara un índice de sostenibilidad fiscal que considerara deuda e interés y asigno los
pesos equitativamente, estoy tomando magnitudes complejas pero al mismo tiempo estoy ponderando,
por lo que el índice pasa de ser simple a ponderado 30. Si lo hiciera de modo que el índice solo toma el
interés y compara el interés en el tiempo, estoy construyendo un índice simple. Si este índice simple
compara el interés en el tiempo respecto a un año base, para ver como evoluciona, se le dice índice simple
de referencia, y si compara el interés con respecto al año anterior, se le llama de cadena.

Normalmente se suelen usar nada más índices simples de referencia (y es básicamente todos los
índices que armé son de este tipo) donde se compara el valor de una variable X en un año T con respecto a
la misma variable X en un año B. Este año B es un año base, de referencia y es fijo. El año T en cambio son
todos los años que no sean B, y la variable X tiene un valor determinado para cada año T. Por ejemplo;
digamos que quiero ver cómo evoluciona la producción de pan. Tengo varios años, 1970, 1971, 1972, 1973
y 1974. En esos años se producen 10 panes, 20 panes, 30 panes, 25 panes y 20 panes respectivamente.
Decido ver cómo se comporta la producción en relación a 1972, donde noto que hay mayor pan producido
de este conjunto. Para ello, armo un índice donde el año de referencia es 1972, como he dicho. Lo que hago
es dividir la producción de panes en todos los demás años entre la producción de panes en 1972, multiplico
por 100, y el resultado es que sé que se produjeron 33.33 puntos en 1970, 66.66 puntos en 1971, 100
puntos en 1972. 83.33 puntos en 1973 y 66.66 puntos en 1974.

¿Qué son esos puntos? En 1972 hay 100 puntos, por lo que en 1972 se produjo un 100% de pan en relación
a 1972, en 1970 se produjo un 33.33% de pan en relación a 1972, en 1971 se produjo un 66.66% de pan
en relación a 1972 y así sucesivamente. Es como si quisiéramos medir cuanto producimos en los demás
años en comparación al año donde más se produjo, o donde menos; todo dependiendo de lo que queramos
estimar, pero el resultado que arroja un índice es cuánto hay de una variable en un año dado en relación a
cuánto había de una variable en el año de referencia. De esta forma podemos ver como varía la variable
antes y después de ese año concreto.
_________________________________________________________________________________________________________________________
28. Diccionario de la Lengua Española. Edición del Tricentenario. Actualización 2019. Real Academia Española (2019). Palabra: Índice.
29. De la Fuente Fernández, Santiago. Números índices. Universidad Autónoma de Madrid; Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. S/f. p. 1
30. De la Fuente Fernández, Santiago. Números índices. Universidad Autónoma de Madrid; Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. S/f. pp. 1 - 2

529
De esta forma, sabemos que si por ejemplo, hay 300 puntos de gasto público en 1974 en
relación a 1950, eso nos quiere decir que el gasto público en 1974 es del 300% del gasto público
que había en 1950. Eso, en resumidas cuentas, es el índice como tal. Con los precios funciona también de
esa forma; si el año de referencia de un índice de precios es 2010 y tiene un valor de 100, y luego en 2020
el valor del índice es de 150, eso nos indica que en 2020 los precios se han incrementado en un 50% en
comparación a 2010 y que además, los precios en 2020 son el 150% del valor de 2010. Eso cumple el
objetivo central del índice, que es establecer relaciones entre una variable en dos puntos temporales distintos.
Se obtiene en índice con la fórmula:

𝑿𝑻
( ) × 𝟏𝟎𝟎 = 𝑿𝑻𝑩
𝑿𝑩
Donde:
𝑋 = Variable. Puede ser gasto público, precios, deuda, interés, producción, etc.

𝑋𝑇 = Variable en el año 𝑇. El año 𝑇 puede ser cualquier año distinto del año de referencia 𝐵. Solo
llega a ser el mismo año 𝐵 cuando el índice es igual a 100.
𝑋𝐵 = Variable en el año de referencia 𝐵. El año de referencia 𝐵 debe ser un solo año concreto.
𝑋𝐵𝑇 = Variable en el año 𝑇 con respecto al año 𝐵.
100 = Escala. La escala para los índices puede ser 1, 10, 100, 1000 y como lo decida quien construye,
pero normalmente los valores se asignan en torno a 100. Esto es una ventaja porque permite saber cuál es
la proporción porcentual de una variable en un momento dado en relación a la misma variable en otro, en
este caso con respecto al año de referencia.

Anexo A1. | Ejemplo de un índice.

En esta imagen vemos que 1957 es la base, que es 100. Cuando se nota la primera flecha que indica un
aumento del 51%, es porque el valor pasa de 100 a 151. Cuando vemos que el índice en 1981 llega a 510,
es porque el valor del gasto público en 1981 era equivalente al 510% del gasto público que había en 1957,
y de esta manera se aprecia la evolución del gasto público con respecto a 1957. Su uso es bueno sobre todo
cuando la variable que llevamos a índice es tan cuantiosa que la evolución pierde matices.

530
Sección B. Sobre las rutas de búsqueda de los datos y transparencia
A lo largo del trabajo habrás podido ver en los pies de página varias ‘‘rutas’’ de búsqueda, que
también son visibles en los pies de imagen de los cuadros que se han estado incorporando en el trabajo al
paso de las páginas. Muchas personas que vean el trabajo y encuentren estas rutas no entenderán que es
lo que está pasando o qué son esas cosas que pongo: quizás, no logren entender cuál es la relación entre
una referencia como por ejemplo (1) y lo que se encuentran cuando revisan la nota, que es algo como:

1. ‘‘fred.stlouisfed.org > Categories > Prices > Consumer Price Indexes > Special Indexes > Consumer
Price Index for All Urban Consumers: Purchasing Power of the Consumer Dollar in U.S. City Average’’.

Quizás parezca raro, pero esto sirve como modo de acceso a los datos que he utilizado para elaborar
las gráficas o realizar los cálculos (explicados, por cierto, en la sección justo antes de esta). Y se
preguntarán: ‘‘¿Y por qué no pones un link?’’ Bueno, hice eso al principio pero recordé varias
eventualidades que me sucedieron en el pasado a dejar links para acceder a los datos que había usado, y
cuando se volvían a usar unos meses después, ya estos no estaban vigentes. Simplemente los trasladaron
de una dirección a otra. Sin embargo, no cambia su título, ni la ruta de búsqueda dentro de la página. Al
buscar en Google la ruta de búsqueda que tendría en la página, sí aparece el mismo indicador.

Prueba en ruta de búsqueda I | Ruta: fred.stlouisfed.org > Categories > Prices > Consumer Price Indexes > Special
Indexes > Consumer Price Index for All Urban Consumers: Purchasing Power of the Consumer Dollar in U.S. City
Average

531
Este proyecto inició el 19 de Diciembre de 2019 y hoy es 2 de Abril de 2020, por lo que las rutas no
han necesitado cambiarse desde entonces y en efecto, aunque cambien los links a estos datos, la ruta para
conseguirlos no lo hace y es más segura usarla. En la imagen «Prueba de acceso I» vemos que buscando el
primer ejemplo que les puse, podemos encontrar fácilmente en Google los datos referenciados utilizando
simplemente las rutas que dejo al pie de página.

Otro ejemplo puede ser la búsqueda de documentos del Bank for International Settlements (BIS).
En el libro primero se citan varios informes que ha realizado esta institución desde por lo menos la década
de los 30’s del siglo pasado, y existe una ruta para buscar estos informes. En varios pies de página puede
ser que veamos esta ruta (2).

2. ‘‘Sitio web del BIS > Research & Publications > Annual Economic Report > BIS annual reports 1931 to
1996’’

Prueba en ruta de búsqueda II | Ruta: Sitio web del BIS > Research & Publications > Annual Economic Report >
BIS annual reports 1931 to 1996

Si buscamos esta ruta del mismo modo que la anterior, se encuentran los datos que he utilizado en
el trabajo. Y es que yo mismo he probado todas las rutas de prueba que he puesto y funciona exactamente
del mismo modo, pues los buscadores son lo suficientemente eficientes como para conseguir los datos que
coloco así sea enrutados con flechas (>), e irónicamente este método de búsqueda resultó ser más eficiente
y estable que la colocación de links directos.

532
Otras rutas populares que usé fueron para buscar datos del Banco Mundial. Una bastante conocida
debería ser la de búsqueda de inflación junto con la de búsqueda para las reservas de oro, y que aparecerían
como (3) (4).

3. Data.worldbank.com > Inflation, GDP Deflator (annual %) - Venezuela, RB.


4. Data.worldbank.org > Total reserves minus gold (current US$) - Venezuela RB.

Prueba en ruta de búsqueda III | Rutas: Data.worldbank.com > Inflation, GDP Deflator (annual %) -
Venezuela, RB (izquierda) y Data.worldbank.org > Total reserves minus gold (current US$) - Venezuela
RB (derecha)

Aquí tenemos ejemplos para ambas rutas para el acceso a datos del Banco Mundial. A la izquierda
tenemos para buscar la inflación de acuerdo al deflactor del PIB, y a la derecha para buscar las reservas
totales menos oro en dólares a precios corrientes, que aparecen si se buscan con las rutas que hemos dejado
en los pies de página.

En cualquier caso, en la bibliografía se dejará el link correspondiente para acceder a estas páginas
pero se recomienda utilizar las rutas en vez de los links y, de usarse los links y no servir, se pueden utilizar
las rutas. Estas rutas también se encuentran para buscar datos en el sitio web Federal Reserve Economic
Data, del BCV, de la Montevideo – Oxford Latin American Database y en el sitio web del Banco Mundial.

El proceso de búsqueda en documentos con rutas es diferente. En el documento de Series


estadísticas de Venezuela Tomo I - A (1950 - 1998) se colocan rutas, que en este trabajo pueden aparecer
como: ‘‘Series estadísticas de Venezuela Tomo I - A (1950 - 1998) por el Banco Central de Venezuela (2018).
Sección «Demanda agregada interna» > Componente «Formación bruta de capital fijo»’’. Esto se hace
debido a que el documento no tiene las páginas numeradas. La forma correcta de interpretar esta ruta es
que hay que introducirnos en el documento y buscar el elemento referido.

533
Sección C. Sobre las imágenes anexas

Anexo I | Representaciones de los niños por su situación de peso y estatura. Aquellos que son
considerados normales, tienen un peso normal y una altura normal. Aquellos que padecen ‘‘wasting’’
son más delgados de lo normal. Los que padecen ‘‘stunting’’ son más pequeños de lo normal. Por último,
aquellos que tienen ‘‘stunting’’ y ‘‘wasting’’ al mismo tiempo son más delgados y pequeños de lo normal.

Anexo II | Aquí vemos a dos niños: Miranto, con los zapatos de Mickey Mouse y gorra (a la
izquierda desde nuestra perspectiva) y Sitraka, quien no lleva zapatos (derecha). Ambos son
dos niños malgaches (gentilicio de Madagascar) y a pesar de que Sitraka tiene casi la mitad del
tamaño de Miranto, ambos tienen la misma edad: 5 años. De hecho, ambos nacieron el mismo día y en
la misma aldea. Esto pasa debido a que Sitraka padece de ‘'stunting'’.

534
Anexo III | El ‘‘wasting’’ se puede representar así. En el lado izquierdo de la imagen, tenemos a
una niña que padece de la condición alimentaria que llamamos ‘wasting’ y al lado derecho de la
imagen tenemos a la misma niña 6 meses después con una alimentación regular. Es lo que podríamos
ver como una comparación real entre una persona normal y la misma persona con ‘‘wasting’’.

Anexo IV | Tweet de Bernabé Gutiérrez del 7 de Febrero de 2020.

535
Anexo V | Diagrama cartesiano original. Consta de dos ejes: de grado de intervención
gubernamental (X) y de existencia de monopolio estatal (Y). En mi diagrama adaptativo, se
adapta a la brújula política tradicional para facilitar la asociación.

Anexo VI | Posición original de los países del grupo 1 (monopolio estatal + intromisión
gubernamental en el sector petrolero) en el trabajo de Lenin Balza y Ramón Espinasa.

536
Anexo VII | Posición original de los países del grupo 2 (países receptivos al mercado y a la
inversión privada dentro del sector petrolero) en el trabajo de Lenin Balza y Ramón Espinasa.

537
Sección D. Sobre el contenido entero de las Leyes analizadas
Debido a lo dificultoso que resultó conseguir las Leyes referentes a hidrocarburos que fueron
necesarias para analizar las cuestiones jurídicas más relevantes subyacentes al sector petrolero, no
solamente dejaré los links de las fuentes donde las obtuve, sino que también las dejaré anexas en este
trabajo para que sea más fácil encontrarlas.
Las Leyes se pueden empezar a ver desde la siguiente página.

538
Ley de Hidr ocarb ur os de 1943

539
540
541
542
543
544
545
546
547
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Ley Sobr e Bienes Afecto s a Re ver sión en las concesiones de Hidr ocarb ur os de 1971

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Ley Org ánica que Reser va al E stado L a Industr ia y el Comercio de Hidr ocarbur os

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Sección E. Sobre las listas de desaparecidos y asesinados durante la
represión del régimen puntofijista.
La represión para mantener la estabilidad del nuevo régimen nacido del golpe de 1958 alcanzo
niveles brutales principalmente durante el gobierno del Dr. Raúl Leoni, este hecho ha sido ampliamente
documentado por quienes se oponían a la democracia representativa de la época, por lo que, las fuentes
consultadas sobre este asunto provienen en muchas instancias, de afectos a la extrema izquierda y el sector
chavista que en su momento fueron víctimas y hoy son victimarios.

Sin embargo, a criterio propio, creo que por el hecho de que quienes estén actualmente en el
gobierno sean mucho más sanguinarios, mentirosos y con pocos escrúpulos que aquellos que ocuparon
Miraflores en la década de los sesenta, no hace que las investigaciones y denuncias que se han acumulado
y publicado a través de la Comisión de la Justicia y la Verdad, no deban ser, por lo menos, consideradas
como un punto de partida estadístico aproximado sobre las cifras de las violaciones a los Derechos
Humanos de aquellas épocas.

Por lo tanto, aunque la fiabilidad de estas fuentes que provienen del Ministerio Público y en cuya
realización estuvieron involucrados personajes tan polémicos y opacos como Tarek William Saab y Luisa
Ortega Díaz, pueden tener sesgos políticos y errores metodológicos, nosotros cumplimos con el hecho de
mostrar al menos en parte, ambas visiones de la historia de aquella época. Quedará como tarea para los
historiadores y otros expertos en el área determinar si las listas que se mostraran a continuación y que se
encuentran completas en el documento de la Comisión que es facilitado junto a este libro son lo
suficientemente confiables.

Cabe aclarar en este sentido que lo que se va a mostrar a continuación es solo un extracto de una
lista muchísimo más larga que se encuentra en el mencionado informe de la Comisión de Estado por la
Justicia y la verdad, encargada de esas averiguaciones, las cuales, arrojaron un total de 10.071 víctimas
entre desaparecidos, asesinados y torturados por sus inclinaciones políticas y acciones guerrilleras.

La violencia, venga del lado que venga, no puede ser tolerada.

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