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Introducción:
En este trabajo de monografía nos ocuparemos de esbozar brevemente los rasgos generales de
la tendencia artística del nacionalismo musical, las formas musicales que como vehículo utiliza,
las figuras históricas que dieron lugar a su aparición, tanto individual como grupalmente.
“El nacionalismo cultural es una realidad del siglo xix, producto del ideario romántico.”
(Suarez Urtubey, 2007, p. 260), así se remontaba a los fundamentos estéticos e históricos de
dicha corriente, la musicóloga Pola Suarez Urtubey. Se hace presente en la historia una tendencia
que evocan paisajes sobre los días laboriosos y sencillos de los campesinos, los trabajadores, y
los elementos de los estratos sociales inferiores en general que la tierra vernácula de cada
compositor ha visto nacer, crear y perecer. El brío con que cada compositor estudia la
producción musical de los paisanos de su tierra y se hace con ella, sus producciones literarias
acerca de esta nueva estética, y sus consideraciones personales respecto a dichas composiciones
folclóricas de carácter espontáneo, dan cuenta del grado de atracción y del respeto de estos
genios creadores hacia la obra de los pueblos. Estamos, según Cesar Cui, ante: “El índice de una
de las fuerzas creadoras de la nación (…). La obra musical de un pueblo resume en el tiempo y el
espacio, la producción de todo un grupo étnico, de una serie entera de seres, feliz o
poderosamente dotados. Sin duda se puede atribuir a esta colaboración universal el recio carácter
de afirmar que estas canciones son el fruto natural de la inspiración libre. El arte propiamente
dicho no cuenta para nada, la independencia de sus formas desdeña toda teoría y esto es en ellas
una fuente viva de originalidad, de fuerza y de sabor.” (Cui, 1947, La música en Rusia).
Bajo la presión inercial de la maduración de los estados nacionales con sus rasgos modernos
la contradicción entre la pujanza de las políticas imperialistas ejercidas por Italia y Francia
subsecuente) y la pujanza de las fuerzas sociales que sostuvieron como base granítica a las
revoluciones burguesas en el viejo continente, se sientan las condiciones para la formación de los
elementos foráneos a las músicas de los países oprimidos (y con posterioridad a los más
será producto de la acción conjunta de compositores de una misma escuela que se formará en
Rusia bajo la tutela de Mikhail Glinka (1804-1857) y Aleksandr Dargomijsky (1813-1869). Los
discípulos de dichos maestros cargaron con la tarea histórica de recopilar con precisión
documental, en algunos casos, y en otros de estudiar con gran tesón la diversa producción de los
pueblos de uno de los territorios más extensos del planeta con el fin de dominarla a voluntad;
estos se llamaban Mily Balakirev (1837-1910), el “legítimo jefe del grupo” (Suarez Urtubey,
2007, p. 260); Aleksandr Borodin (1834-1887), el antes nombrado César Cui (1835-1918),
patriótico abierto por Chopin, se encuentran: Stanislaw Moniuszko (1819- 1872); Henryk
polaca luego del genio chopiniano, Karol Szymanowski (1882-1937). En Bohemia, Celakovsky
resulta ser uno de los primeros en apreciar el arte popular para el crecimiento de los nuevos aires
nacionalistas, realizando una recopilación de los cantos populares. Bedrich Smetana y Antonin
Dvorak, se ubicarían luego como los compositores bohemios por excelencia, fundiendo los
principios formales europeos con los elementos del folclore de su tierra. Edvard Grieg en
Noruega, Jean Sibelius en Finlandia (cuya música de retratos paisajisticos resulta “(…)
ricamente evocativa de un sentido particular de tiempo y lugar.” (Grimley, 2011, p. 9)), Niels
Gade en Dinamarca, Fredrik Lindblad en Suecia, dan cuenta del alcance continental de los
en la España del siglo xix, se trazan en la historia los nombres de Felipe Pedrell (1841-1922), un
hombre de “espíritu científico” (Suarez Urtubey, 2007, p. 271), y los grandiosos Isaac Albéniz y
Rasgos de su estética
El nacionalismo musical avanza en el proscenio histórico con toda la fuerza de sus compositores
más célebres, revistiendo un doble carácter: por un lado, nacionalista en cuanto a la construcción
de su lenguaje, tomando cada creador elementos del folclore vernáculo, e internacionalista por
forma, que les han legado las tendencias musicales anteriores, de manera que las utilizan
mezclándolas con los elementos de la producción nacional. Se comprueba lo fructífero de las
grandes y las pequeñas formas, habiendo creado tanto óperas y sinfonías de temática nacional,
oyente como pequeños cuadros paisajísticos sobre la vida nacional. Las formas antes nombradas
forman parte de un patrimonio general del nacionalismo musical del cual se nutren en forma más
o menos equilibrada, y de forma más o menos semejante, todos los compositores del estilo.
La documentación minuciosa de los cantos, el conocimiento de las danzas, las tradiciones, las
formas populares, y todo lo que hace a la vida de un pueblo, se convierte en deber de los nuevos
músicos patriotas.
modo alguno por las formas novedosas del Impresionismo musical, el Expresionismo, o el
Atonalismo. Sus remanentes históricos se depositaron bajo la corriente de las nuevas tendencias
como piedras en el fondo de un arroyo, dando un distintivo color de fondo a cada compositor.
Así, muchos de los nuevos compositores experimentaron por momentos el influjo nacionalista en
Ha sido una de las primeras tendencias artísticas seculares que dominara la escena a nivel
internacional capaz de documentar con precisión científica los modos de expresión populares.
general, timbres, etc.) los compositores dieron lugar a su vez, no solo a nuevas sonoridades, sino
grandes compositores quedarán plasmados con sus obras en los anales de la historia y el alma de
los pueblos.
Bibliografía:
Historia de la música, Pola Suarez Urtubey, 3ª. Ed. – Buenos Aires: Claridad, 2007.
Jean Sibelius And His World, Daniel M. Grimley, 1st edition. - New Jersey: Princeton University
Press 2011.