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FRAGMENTOS SOBRE EL GRITO EN ¿QUÉ ES de lo que rechaza que de lo que solicita.

La indefensión primera
LOREAL? DE GÉRARD POMMIER1. (Hilflosigkeit) es menos el resultado de una impotencia
fisiológica y una dependencia total, que esa opción necesaria
[pp. 11 y ss.] Mucho antes de nacer, vivió primero en la para la existencia. El grito del lactante es menos el signo de una
ensoñación de sus padres, en ese planeta descentrado, propio de necesidad que el de un exilio que él prefiere a la dependencia.
un deseo que no era por completo ni el de su padre, ni el de su Quien quiera que se haya acercado a la cuna de un niño que llora
madre, sino un anhelo oscuro que los superaba también a ellos ha podido pensar que su desamparo se explicaba por su
(se puede comprender que el psicoanalista y el filósofo se digan impotencia total. Pero si escucha mejor aquello que esos gritos
adiós en este cruce de caminos del deseo). despiertan en él, reconocerá la violencia de su rechazo, así como
la angustia que ella hace surgir en lo más profundo de su ser. Los
En esa vida anterior a su primer vagido, él se desplazaba fuera gritos dan cuenta a un tiempo del rechazo del desamparo y del
del mundo en una dimensión ideal. Anticipadamente se conocía desamparo como tal y constituyen un testimonio a favor de la
su nombre. Su lugar y su sexo habían sido premeditados. Delante dignidad de la negación.
de él, su futuro ya estaba trazado. Pero, todavía más que todos
esos anhelos apuntando al futuro, fue el hecho mismo de su El ser más desarmado afirma su libertad paradójica y su
nacimiento el que en primer término vino a quedar por completo distancia respecto de cualquier asistencia que se pretenda
fuera de su alcance y pareció depender de un determinismo acercarle. A veces paroxística, la cólera del niño, recién nacido
absoluto. ¿No le ocurrió acaso más tarde pensar o decir que él no muestra la potencia última de la impotencia. Los gritos
había pedido nacer? ¿Cómo fue preciso que se las arreglara para significan entonces, sin duda, el desamparo en sí, pero también
desembarcar de ese astro de ensueño y tomar posición en la vida el rechazo al pedido de socorro. El ángel que habita en los
por su propia cuenta? ¿Qué condición fue la que tuvo que sueños de esas criaturas cayó a tierra cuando comenzó a decir
cumplir para dejar el Otro planeta y poner un pie en esta tierra? "no". Le fue preciso dividirse entre aquello que habría debido
Este simple requisito previo, de la existencia le exigió ya el ser (ese conjunto de determinismos) y el hecho de no poder
esfuerzo terrible de negar esa vida de antes. El ángel rechaza su suscribir a ellos (negación de esos determinismos). Tuvo que dar
paraíso y se rebela: prefiere la soledad que vale más que ese cumplimiento a esa suerte de salto del ángel que lo dejó
reino. dividido, habiendo olvidado su infidelidad a una plenitud
paradisíaca que él abandono, como traidor, pero también como
¿No ocurre con frecuencia que el vagido del lactante no ser viviente.
responda a ninguna demanda precisa, ni siquiera la de una
presencia? En ese momento testimonia más exactamente acerca [pp. 24 y ss.] Un sujeto puede siempre servirse de los sonidos
para asociarlos entre sí y de ese modo hacerlos traicionar su
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Gérard Pommier. ¿Qué es lo real? Buenos Aires: Nueva Visión.
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origen pulsional. Pero las palabras pueden rebelarse; siempre proceso primario imponga su imagen a expensas del sentido.
recuerdan su musicalidad inicial, aquella que fue su primitiva
condición salvaje. Siempre están listas para mostrar sus Naturalmente, esta evocación carnívora sólo tiene un interés
intimidades, para abandonarse al desliz sonoro, para dejar caer didáctico, ya que, de manera general, todos los vocablos son
un lapsus. Se trata de esclavos que están muy al corriente de los predadores en potencia. Cualquier palabra muerde a partir del
sistemas de protección, pero que pueden de golpe recobrar su momento en que la suelta la significación, a partir del momento
libertad. Cualquiera que hable puede bruscamente sentir que se en que se desprende de ella.
abre bajo sus pies un abismo poético, si se pueden llamar así las
oscuras relaciones establecidas por la palabra cuando ésta se [pp. 28 y ss.] En el estado de impotencia en el que se encuentra,
vuelve contra su amo. cuando el niño pide ayuda se podría creer que es simple y
llanamente a su madre de quien reclama sostén. En efecto, el
Por ejemplo, la imagen de un lobo (loup) resulta evocada por el grito parecería ser un pedido de socorro, si no fuera porque se
sonido lu, pero cuando ese sonido forma parte de otra palabra, expresa en el momento mismo del rechazo expulsivo. El niño
como louvoyer (bordear, andar con rodeos, zigzaguear), oloustic rechaza aquello que al mismo tiempo reclama. Por anticipado,
(gracioso), etc., la imagen de un lobo que pudo por un instante traiciona a aquella de quien espera una ayuda: “¡Ayúdame a
provocar un temblor, será de inmediato recubierta por la dejarte y traicionarte!”. Existe una especificidad del amor
significación a la que el sonido lu dio vida. Puede ocurrir “materno” que es puesta a prueba así por la vía de ese mensaje
también que esa represión del sonido a la que procede el sentido que implica una contradicción. Al rechazar aquello que el Otro le
ya no funcione. Es, por principio, el caso del sueño, cuando el impone, el niño niega los determinismos, el lugar de objeto
proceso primario (que asocia percepciones como los sonidos) fálico que se le asigna. Pero al mismo tiempo demanda ser
ocupa un primer plano. reconocido como aquel que niega, es decir, como sujeto.
Soportar los gritos de un niño es aceptar ser rechazado como
Otro tanto ocurre en los estados alucinatorios durante la vigilia, Otro todopoderoso.
en especial aquellos de la psicosis. En esas ocasiones, el sonido
lu puede asociarse a la imagen del lobo, que será investida Es el Otro materno quien provoca la angustia y el rechazo: la
pulsionalmente o rechazada hacia afuera. De modo que ese especificidad del amor materno consiste en reparar aquello que él
sonido, incluso cuando se lo encuentra en una frase sin relación mismo provoca. Ese amor no se asemeja a ningún otro, puesto
con el animal de rapiña (por ejemplo: “Encontré a Louis cuando que viene a calmar momentáneamente lo provocado por ese
iba a Louvre en un auto alquilado (louée)”, puede dar vida amor como tal. Lo anima una piedad infinita ante la caída en
bruscamente a la alucinación del lobo (loup). El lobo puede abismo por él provocada, piedad tan insondable como la de ese
llegar desde cualquier bosque de palabras, por poco que el abismo.
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La voz que parlotea, aquella que convida a la repetición
[pp. 38 y ss.] Pero ¿cómo habría podido aprender a establecerlo melódica, subjetiva la pulsión invocante. La amenaza de los
de no haber existido alguien que le mostrara la punta por donde gritos despertando el recuerdo de gritos más antiguos, no era
atrapar un aullido? El grito significaba el rechazo expulsivo y el entonces más que eso: ruido con el que es posible reír, divertirse
amor materno pudo dar sus primeros pasos gracias a las haciendo música. El juego con los sonidos enciende el
inflexiones de la lengua, a su materialidad sonora. La piedad ante contrafuego del incendio pulsional. El juego fue el primer
el desamparo se manifestó, primero, soportando los gritos del tratamiento de un real traumático, y la misma materia sonora fue
rechazo expulsivo, su loca libertad y más aún: consagrándose a su pretexto mucho antes de que llegaran a serlo los objetos
domesticarlos sirviéndose de ellos. A esta mujer convertida en prensibles. Cuando todavía la mano no estaba en condiciones de
madre no le bastó consolar a su hijo viéndolo debatirse en la atrapar nada, los labios domesticaban ya los aullidos, tratando
puerta de entrada al mundo humano, desarmado ante lo con desdén los sonidos, esos rebrotes del grito que hasta ayer
impersonal de la presencia materna. Además, recordó el tiempo todavía despertaban el recuerdo inmemorial de los gritos
en el que también ella ignoraba cómo hacer con esta lengua que precedentes. El recuerdo de los llantos hacía llorar mucho más
retornaba en todas partes, con esos ruidos violentos que ella que su motivo actual. La causa tan lejana como inmemorial y su
misma había rechazado y que era necesario soportar: repetición eran más torturantes que las razones del momento.
Cada grito angustia más que su causa aparente, porque despierta
“Te veo a ti, hijo mío, hundirte, debatirte a lo largo de tus poco a poco el recuerdo de aquellos anteriores, hasta alcanzar el
noches demasiado pobladas de amenazas aún sin nombre. primero, aquel que reclamaba todo, a la manera de un rapaz
Escúchame: ¡sigue mi tarareo! Arrúllate como yo lo hago, dispuesto a arrojarse sobre la carne.
corazón, escucha bien mi canción, ésta que entona quien
deseó que vinieras a este mundo feroz. Desarmada, yo soy Domar el grito es tanto más urgente en la medida en que no se
también tú. Repite conmigo estos sonidos todavía sabe, en un primer momento, cuál es su campo de pertenencia, si
desprovistos de sentido que te exigen obediencia respecto se trata de un amigo o de un enemigo, si está afuera o adentro.
de algo que no sabes en qué consiste. Puedes atraparlos Inmediatamente después de que lo emitió la boca, el grito
por las puntas de su sonido: ya verás, es fácil, harás penetra en el cuerpo por el otro agujero, la oreja, fragmentándolo
canciones con ellos. ¡Atrápalos, hazle dar a sus ruidos una como si aquella emisión vocal ya no fuera la suya. Cuando los
vuelta de campana, como se mata a un pulpo poniéndolo sonidos parten de los labios y se desprenden, es la oreja del niño
del revés su bolsa de tinta! ¡Lo escrito, escrito está: tus la que los acoge e ignora entonces si se trata de su propia
gritos ahora cantan! Esta melodía que puedes repetir es lo demanda –que escapa al niño– o de la demanda del Otro que
primero que habremos compartido tú y yo.” vuelve hacia él. Esta impersonalidad lo desorienta, lo dispersa,
disemina su cuerpo cuyo reclamo se vuelve entonces tan exterior
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como el grito. trata del júbilo del sujeto que mantiene a raya lo real, que logra
mantenerlo a su merced. Y después, cuando la pulsión de saber
Es este espacio transitivo que la subjetivación del juego con los empuje, todavía un punto más allá la colonización de lo real, será
sonidos pone en orden de una vez: es posible divertirse con la en primer lugar mediante el juego que sus fronteras serán
materia salvaje de aquellos, cuando son los labios quienes la retrocedidas.
atrapan y cuando se la canturrea. Esos sonidos tragan entonces
sus dientes, se transforman en miel: parloteos, balbuceos,
primeros objetos que, si bien pertenecen al exterior, pueden ser
transformados en un espacio lúdico.

¡Fortuna (bonheur) propia de la utilización de esos ruidos que,


apenas un instante, eran infortunio (malheur)! El grito se
convierte más rápido en parloteo en la medida en que escucha la
canción del Otro materno, cuyo llamado, mientras era
impersonal, dejaba sin recurso. La melodía convierte los sonidos
en fortuna lúdica. El desamparo (détresse) ante la cualidad sin
fondo de la demanda se convierte en alborozo (allégresse).

La subjetivación de lo real reclama una subjetivación del Otro,


quien la precede y la autoriza: es lo que ocurre cuando esta
mujer, soporte de la impersonalidad de la demanda materna,
murmura que no es sino una suplente de aquélla; que ella
conoció la misma angustia cuando era niña y que hoy puede tan
sólo tararear al recordarlo. La nostalgia de esa melodía la divide,
abre la vía (voie) a la voz (voix) que pone al grito del revés. Su
música no libera tanto gracias a un sentido que todavía no tiene,
sino en función de la conquista que habilita respecto de aquél. El
juego con los sonidos y, más tarde, con la melodía de las frases,
autoriza una libertad inmensa, embriagadora, sin objeto, puro
sujeto. Esta libertad no es la que ofrecería el saber sabiéndose
(pesada liberación del sabio de la que se ocupa Spinoza). No se
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