Claudia Masin
Email: claudiamasin@hotmail.com
La plenitud
Primera edición, Buenos Aires - Hilos Editora, 2010.
52 páginas: 14 cm x 22 cm
ISBN 978-987-25844-36
CDD V861
Impreso en imprenta San Carlos
500 ejemplares
hilos editora
Ante la mirada de una tercera persona, el deseo es un breve
paréntesis. Desde dentro, una inmanencia y una entrada
en la plenitud. Normalmente la plenitud se considera una
acumulación. El deseo revela que es un despojamiento: la
plenitud de un silencio, de una oscuridad.
John Berger
No se puede amar lo que tan rápido fuga.
-Ama rápido, me dijo el sol.
José Watanabe
la chispa
Ya lo lloré, decía, tenía que llorar porque no hay palabra así, no hay.
Cuando yo buscaba esa, la perfecta, capaz de hacer
resucitar los muertos, venía el viento y no dejaba nada en pie.
No hay modo de remediar en el pensamiento ni en el corazón
lo que ocurre en el mundo, te lo dice cada una
de las hierbas del romero, alzando sus ramitas orgullosas
en su época de esplendor, las mismas que van a quebrarse, míseras,
maltratadas por el sol al poco tiempo. Quizás no importa nada
advertir cualquier belleza, quizás importaría
si esa atención puesta por un momento sobre ella
pudiera salvarla. Pero el deterioro es la fuente,
el agua de la que todos bebemos: amantes, animales, raíces,
11
el caracol dormido al que la marea le arrebata el caparazón
en la tormenta. Si amor es lo que nunca se deteriora,
lo que se entierra y vuelve, deberá ser ahí donde busquemos,
no en los rituales conocidos del grito
y el lamento, sino en ese silencio previo al sonido humilde
con que se enciende un tronco de madera tocado por una chispa,
e inicia el fuego que responde al encuentro de dos fuerzas, es decir,
a la atracción indestructible de las partículas del universo
las unas por las otras, nosotros mismos perdidos entre ellas.
12
la gracia
13
la estela
15
cierta clase de belleza, dar con ella, estar despiertos
cuando cruza por delante de nosotros, no para atraparla,
sino para quedarnos a vivir en la estela que deja?
16
la corteza
17
de la propia vida, demasiado pequeña para abarcar
la intensidad del mundo, tan extrema
que sólo se soporta en compañía.
18
la lluvia
19
soñaste con la noche en que el rayo finalmente nos alcance,
descalzos bajo la luz, como esperando saber algo
que sólo el impacto de una fuerza sobre el cuerpo
podría revelarnos? Pero el rayo no cae, no cayó
y al día siguiente todo sigue a salvo en el mismo lugar.
Ese es el mayor desastre que conozco: haber estado al borde,
una noche, de que nos fuera concedida una verdad
extraordinaria, y al amanecer darnos cuenta
de que somos los mismos y no sabemos nada
que no supiéramos ya.
20
el hálito
21
la helada
23
el nudo
25
donde el calor se expanda sin quemar e irradie
su resplandor sobre la vida, como una hoguera modesta,
hecha con pocos leños, pero duradera.
26
la sombra
27
el mundo
29
el tesoro
31
el alud
33
los cimientos de la pequeña cueva que hemos construido,
sin lugar para la luz, la compañía de los otros,
haría falta un derrumbe que llegue súbitamente
y nos sorprenda? Quizás no podría ser de otra manera: el alud,
desprendido de miles de pequeños hechos y sensaciones
que hemos dejado pasar con indiferencia, cuando se desencadena
no deja nada en pie: es nuestra propia fuerza,
la del apego irrenunciable al mundo, la que retorna con él,
es la mirada, el tacto que recién empieza a conocer los objetos,
son nuestro asombro y atención los que vuelven,
transmutados en violencia,
porque apartar el cuerpo de lo que le trae felicidad,
dejar incluso de verlo, es causar una herida
en la frágil corteza del universo, mucho más sensible
que nosotros, mucho más indefensa.
34
el talismán
35
la tierra
37
el descanso
39
el pozo
41
para poder cruzar a la otra orilla. ¿Una casa hubiera curado
nuestra herida? Es que creíamos que una casa era la herida misma,
los muros entre los cuales la fealdad crecía como una flor venenosa,
y soñábamos desde la infancia con un viaje que nos salvara, una isla
desconocida y cálida, el resguardo imaginario que hacía falta
para sobrevivir en el aislamiento de los ermitaños o los monjes.
No existía el ansia de la dicha, nunca existe cuando la principal
urgencia es escapar. Contra la propia fuerza de la vida
que impulsa a la reunión, contra la gracia que invariablemente
les espera a los que han sido demasiado heridos,
huimos una y otra vez como si el afecto humano fuera una amenaza,
una nueva lastimadura, desconocida esta vez y por eso
más peligrosa todavía, frente a la cual no sabríamos
de qué manera defendernos. Nada está solo. Y separarnos
los unos de los otros no nos da la soledad, más bien
nos acerca a los terrores del origen,
que van a acompañarnos de allí en más,
porque quien no construye su propia casa vuelve a las ruinas
de la que tuvo, como las bestias perseguidas y cansadas regresan
al lugar donde reconocen un tenue rastro de calor:
las brasas de la fogata que devastó el bosque en que nacieron,
las cenizas que aún siguen encendidas.
42
el ancla
Tocar
es resplandecer
Margaret Atwood
43
como si fuéramos los unos para los otros
distantes, raras constelaciones
que se escapan de la vista apenas la noche acaba.
44
el calor
45
la plenitud
A Mercedes Araujo
47
de una fuerza que no pueda doblegarse y se sostenga
en lo que acumula año tras año. Sin embargo,
imagino que no debe existir nada más hermoso de ver
que ese momento de plenitud, cuando la materia que parece vencida
ofrece todo su poder de una vez a un mundo
que no lo necesita ni lo espera, para después retirarse,
como si el bosque fuera un cuerpo amado
e indiferente al que va liberando suavemente de su abrazo.
Yo quisiera ser así, capaz de soportar la plenitud
sin anhelar la abundancia. Que eso sea todo:
el puro deseo de dejar lo poco o mucho que se tiene
a quien se ama, aunque no le haga falta,
y vivir por un rato rodeada de las cosas que realmente le importan:
las tormentas, los animales feroces, la exuberancia del verano.
48
Índice
la chispa 11
la gracia 13
la estela 15
la corteza 17
la lluvia 19
el hálito 21
la helada 23
el nudo 25
la sombra 27
el mundo 29
el tesoro 31
el alud 33
el talismán 35
la tierra 37
el descanso 39
el pozo 41
el ancla 43
el calor 45
la plenitud 47
Se terminó de imprimir en los Talleres Gráficos San Carlos
Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Agosto 2010