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En esta teoría Eduardo García Máynez combina tres conceptos que son:
“El primer sector corresponde al concepto de un derecho formalmente válido, pero desprovisto
de positividad y validez intrínseca. Esta hipótesis sólo es admisible en relación con preceptos
jurídicos aislados. Un precepto legal, expedido de acuerdo con todos los requisitos formales que la
Constitución establece, es derecho vigente, aun cuando sea injusto y no sea cumplido ni aplicado.
El punto de vista a que aludimos deriva de lo que podría llamarse criterio oficiala estatal acerca de
lo jurídico. El Estado reconoce exclusivamente como derecho: los preceptos elabora· dos de
acuerdo con los requisitos del proceso legislativo; las normas de la jurisprudencia obligatoria; las
costumbres expresa o tácitamente admitidas por los órganos encargados de la formulación o
aplicación de la ley; los tratados internacionales en vigor y, en general, todas las normas jurídicas
individualizadas. Además, por lo que toca a los preceptos legales, declara que sólo pueden quedar
abrogados o derogados por otros posteriores que así lo indiquen o contengan disposiciones total o
parcialmente incompatibles con los primeros.”
“El sector señalado con el número 2 corresponde a preceptos que poseyendo validez formal e
intrínseca, carecen empero de eficacia. Es el caso de normas legales justas, que no son Cumplidas
por los particulares ni aplicadas por el poder púbico. Para ellas vale, según el criterio oficial, la
misma regla de que hicimos mención anteriormente. o sea, la de que su obligatoriedad no queda
destruida por el hecho de su inobservancia. Lo propio cabe decir de su valor intrínseco. Éste
subsiste incólume, aun cuando aquéllas no se cumplan.”
“El tercer caso es el ele normas o principios jurídicos ideales que el legislador no ha sancionado, y
que tampoco tienen positividad. Tales principios sólo pueden ser considerados como derecho si
los miramos desde el ángulo visual de la teoría de los dos órdenes. Para el Estado no tienen tal
carácter, precisamente por no hallarse reconocidos. A la luz de la filosofía valorativa aparecen, sin
embargo, como expresión de un deber ser ideal, y pueden servir como criterios axiológicos para el
enjuiciamiento de la ley o la costumbre. En cuanto expresión de un deber ser objetivo, fundado en
el valor de la justicia, su existencia no depende del reconocimiento oficial, ni puede tampoco
hacerse derivar de la observancia de los mismos por los miembros de una sociedad determinada.
Valen en sí y por si, pese a su desconocimiento o inobservancia. Aun cuando no sean cumplidos,
conservan la dignidad de todo paradigma, y sirven como pautas para la valoración del derecho
positivo.”
d. Derecho formalmente válido, Sin valor intrínseco, pero provisto de facticidad
“El cuarto caso es el de preceptos dotados de validez formal y de positividad, pero carentes de
valor intrínseco. Se presenta, por ejemplo, cuando una ley o una costumbre (oficialmente
reconocida)' son injustas·. Aun cuando tal cosa ocurra, la ley o la costumbre subsisten como tal es,
al menos desde el punto de vista del Estado. Del mismo modo, la regla consuetudinaria que reúne
los requisitos que señala la teoría romano canónica es, de acuerdo con ésta, derecho auténtico,
Sea cual fuere el valor de su contenido.”
El sector número 5 representa el caso ideal el de un derecho dotado. Las reglas consuetudinarias
que el Estado no admite, carecen, desde el punto de vista oficial, de significación jurídica; pero la
teoría romano-canónica ha de considerarlas como verdadero derecho, supuesto, claro está, que
en ellas concurran la inveterata consuetudo y la opinión juris seu necessilatis. Examinadas desde el
mirador en que se coloca el poder público, no son normas, sino hechos desprovistos de
obligatoriedad.
“El sexto caso corresponde a reglas consuetudinarias no reconocida por el Estado, cuyo contenido
es intrínsecamente valioso. Esta posibilidad existe tanto desde el punto de vista de la doctrina del
derecho natural como desde el que adopta la teoría romano-canónica.”
“Puede ocurrir, en efecto, que a una práctica social injusta, no reconocida por el poder público, se
halle vinculada la opinión iuris seu necessitatis. En tal supuesto, la teoría romano-canónica ti ene
que admitir, de acuerdo con las premisas en que se funda, que esa práctica es derecho, aun
cuando no tenga el reconocimiento oficial ni sea objetivamente justa. En este caso habrá una
discrepancia entre la convicción subjetiva de la obligatoriedad de la costumbre y el contenido de la
práctica consuetudinaria. De acuerdo con la filosofía de los valores. tal incongruencia debe
explicarse en función de lo que Hartmann llama "estrechez de la conciencia estimativa", La
costumbre injusta carece de valor intrínseco, aun cuando los que la practican abriguen ]a
convicción de que realiza la justicia.”
http://brd.unid.edu.mx/la-teoriade-los-tres-circulos-reexaminada-universidad-iberoamericana-de-
mexico/