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Sabiduría milenaria e ideas inspiradoras para

compartir en tu mesa de Shabat

En la porción de la Torá de esta semana, comienza la historia del pueblo judío. Hasta
ahora, en las parashiot de Génesis y Nóaj, aprendimos sobre la creación del mundo y el
desarrollo de la humanidad. Ahora nos encontramos con la primera pareja judía:
nuestros abuelos Abraham y Sará.

La Torá detalla ampliamente los matices de sus vidas porque, como está escrito, "maasé
avot simán lebanim - lo que les ocurrió a nuestros patriarcas es un presagio para sus
hijos”. Por lo tanto, al estudiar sobre las vidas de nuestros patriarcas y matriarcas
podemos entender mejor el significado de nuestras propias vidas.

Nuestro patriarca Abraham fue sometido a diez pruebas que pasó con gran distinción.
Todos los desafíos y dificultades de las generaciones futuras tienen su raíz en esas
pruebas. Si a través de nuestra larga y dolorosa historia, continuamos fieles a Dios y
nunca perdimos de vista nuestra misión, es porque Abraham creó los rasgos personales
que nos permitieron lograrlo.

La primera prueba que enfrentó Abraham se encuentra en el primer versículo de la


parashá: "Lej lejá", ve para ti mismo (1). Esto significa: "Aléjate de las costumbres
inmorales del mundo, aprovecha tus recursos internos y descubre tu misión, el
propósito sublime de tu vida. Si es necesario, sé la única voz en contra del mundo, pero
permanece firme en tu compromiso con la Torá… ¡No cedas!"

Si el pueblo judío tuvo el coraje de ser esa voz solitaria a través de los siglos y vivimos
de acuerdo con nuestros ideales proclamados en el Sinaí, es porque Abraham, nuestro
patriarca, nos pavimentó el camino. Todo lo que debemos hacer es seguir sus pasos.

Encontrar nuestra fortaleza interior


Los comentaristas enseñan que cuando Abraham fue puesto a prueba, no recibió ayuda
Divina, sino que tuvo que buscar la fortaleza en su interior. Esto parece algo paradójico.
¿Acaso Dios no nos ayuda a cumplir cada mitzvá? ¿No está siempre guiándonos?

En verdad, para que una prueba cumpla su objetivo, Dios debe evitar ayudarnos, de la
misma forma en que un padre o un maestro deben evitar dar las respuestas y de esta
manera alientan a sus hijos o estudiantes a investigar y estudiar. Por lo tanto, Dios le
negó ayuda a Abraham para que él descubriera los tesoros ocultos en su interior y
creara esas cualidades personales inmortales que les permitirían a sus descendientes
sobrevivir para siempre.
Gracias a que Abraham superó esa primera prueba y salió de su país, de su lugar de
nacimiento y de la casa de su padre, también nosotros fuimos capaces de adaptarnos en
las nuevas tierras a las que el destino nos llevó a lo largo de los siglos. Debido a que
Abraham fue capaz de conservar su fe a pesar de la hambruna y la dura prueba del
secuestro de Sará, nosotros fuimos capaces de conservar la fe en tiempos de absoluta
oscuridad, cuando todo parecía perdido. Debido a que Abraham fue capaz de responder
al llamado de Dios y ofrecer en el altar a su hijo Itzjak, los padres judíos pudieron
superar las pruebas de los Hitler de cada generación. De esta forma, cada prueba que
Abraham superó se volvió parte de nuestra genética espiritual. Por eso no tenemos que
perder las esperanzas al enfrentar las diversas pruebas y dificultades de la vida, porque
contamos con las herramientas necesarias para enfrentarlas. Nuestro patriarca
Abraham nos preparó muy bien. Sólo debemos rezarle a Dios para que nos brinde Su
ayuda, juntar fuerza y acudir a nuestras reservas internas para poder superar la
prueba y triunfar.

Ser bendecido o ser una bendición


Después de bendecir a Abraham, Dios le dijo: "Heié brajá – serás una fuente de
bendición” (2). Esas palabras implican un nivel de bendición superior al simple "serás
bendecido".

La mayoría de las personas busca bendiciones para sí mismas y, si se les diera la


posibilidad de elegir, preferirían ser bendecidos antes que ser una fuente de bendición.
Es decir, preferirían recibir en lugar de dar, ser servidos en lugar de servir. Pero la
Torá nos enseña exactamente lo contrario: alcanzaremos un nivel superior de
satisfacción si aspiramos a ser una bendición para los demás. Nuestro zeide, HaRav
HaGaón Abraham Haleví Jungreis, ztz´l, solía decir en ídish: "zolst eemer kenen
gueibon, un kein mol nisht darfen beiten - que Dios siempre te permita estar en posición
de dar y nunca necesites pedir (ayuda financiera)". Si tenemos esto en mente, no
sentiremos una carga cuando se nos pida ayuda y nos convertiremos en una bendición
una diferencia en el mundo y realmente seremos bendecidos.

La orden de Dios o nuestro deseo


Sorprendentemente, la Torá nos presenta a Abraham de una forma muy humilde,
diciéndonos simplemente que Dios le ordenó salir de su tierra. (3)

En contraste, en la parashá anterior Nóaj, el padre de la humanidad, es presentado


como "recto y perfecto (de corazón)". Esto es muy sorprendente, sobre todo si
consideramos las maravillosas y milagrosas historias que conocemos de los primeros
años de Abraham, como cuando salió sin un rasguño del horno ardiente al que Nimrod
lo había arrojado. ¿Por qué la Torá no relata esas historias? La respuesta a esta
pregunta define la esencia de nuestro judaísmo.
¿Quién es más grandioso? ¿Quién hace una acción recta porque Dios se lo ordenó o
quien la hace porque eso es lo que desea su corazón? A primera vista podríamos pensar
que la segunda persona es superior. Sin embargo, nuestros Sabios nos enseñan que
quien actúa motivada por un mandamiento de Dios está en un nivel superior, porque
somete su voluntad a la del Creador. Más aún, cuando las acciones de la persona se
basan en sus deseos, siempre está sujeta a un cambio de opinión, porque quizás hoy
encuentre placentero hacer cierta cosa, pero es posible que mañana lo aborrezca. Su
acto no tiene permanencia.

En cambio, cuando alguien está motivado por la orden de Dios, su compromiso


permanecerá constante más allá de su situación de vida, de los desafíos que se le
presenten, de su situación económica o de su salud. Lo que ocurrió durante los primeros
años de Abraham fue resultado de sus propios pensamientos y sentimientos, no de la
orden de Dios. Por lo tanto, al delinear su carácter, la Torá no hace referencia a ello.
Nuestra parashá presenta a Abraham con las palabras más simples pero también más
conmovedoras: "lej lejá, vete para ti mismo". El primer judío recibió la orden de
observar su interior, de atreverse a ser diferente, de desafiar al mundo y vivir de acuerdo
con la palabra de Dios.

Al igual que Abraham, nosotros cumplimos las mitzvot porque Dios las ordenó, y cada
generación se fortalece sabiendo que tenemos la capacidad para hacerlo porque
Abraham nos allanó el camino. Pero hay una pregunta que sigue sin responder. En los
primeros versículos de la parashá, Dios le promete a Abraham: "Te convertiré en una
gran nación y prosperarás".(4) La pregunta obvia es: Si Dios promete que el Patriarca
se beneficiará, ¿por qué se considera que obedecerle es cumplir con Su voluntad?

Aprendemos que incluso cuando Dios le prometió grandes bendiciones por el


cumplimiento de los mandamientos, Abraham actuó exclusivamente por amor a Dios y
nunca se interesó en un beneficio personal. Como está escrito: "Entonces Abram hizo
como Dios le había hablado…"(5) Este es el elemento clave en el servicio a Dios: la
capacidad de superar las necesidades y los deseos personales y someterse a Su voluntad.
Este rasgo de nuestro patriarca Abraham se integró a nuestra psiquis. Sin importar
adónde la vida nos llevó como pueblo, tanto al sufrir el yugo de la esclavitud y la
opresión o al vivir en libertad y tener que luchar contra la asimilación, siempre nos
aferramos a nuestra Torá y a las mitzvot. Esa fe y esa capacidad para sublimar nuestra
voluntad ante la de nuestro Creador fue lo que nos permitió sobrevivir durante siglos y
continuar siendo judíos en contra de todas las probabilidades.

Si lo deseamos
Dios le dijo a Abraham: "Vete… de tu tierra, de tus parientes y de la casa de tu padre
a la tierra que te mostraré".(6) Abraham parte y llega a la tierra de Canaán, como está
escrito: "Abram tomó a su esposa… y partieron para ir a la tierra de Canaán, y llegaron
a la tierra de Canaán".(7) De las palabras partieron y llegaron podemos aprender una
lección que puede ayudarnos durante toda la vida. Si demostramos que tenemos la
voluntad de cumplir la voluntad de Dios, no hay nada que pueda interponerse en
nuestro camino y con seguridad lograremos nuestro objetivo.

Las tres esferas de influencia


Para crear una relación con Hashem, lo primero que necesitas abandonar es la
influencia de tu sociedad en general; tus creencias no pueden ser simplemente un
resultado del lugar en el que naciste. Tienes que volverte sumamente independiente y
aprender a pensar por ti mismo. Tienes que dejar detrás las ideas falsas que has
heredado de la sociedad en la que estás sumergido, ya sea la civilización secular
occidental o la sociedad politeísta en la que fue criado Abraham.

El paso siguiente es dejar tu lugar de nacimiento. Esto es más difícil. Significa dejar
atrás los valores que absorbiste de tu sociedad más cercana, de tu escuela y de los medios
que te rodean. ¿A quiénes respetan tus amigos? ¿Cómo definen el éxito? Eso ya no
determina a quién tú respetas y cómo tú defines el éxito.

Y, por último, debes dejar atrás el impacto de la casa de tu padre. Esto no significa
abandonar a tus padres y cortar relaciones con ellos. Significa dejar atrás la identidad
que te dieron, las limitaciones que pueden haber puesto en ti y las expectativas que no
necesariamente son para tu mejor interés. Analiza todo eso. Sé independiente. Lej lejá
significa ‘vete para ti mismo’, descubre quién eres y en qué crees realmente. No
renuncies a tus aspiraciones y a obtener claridad sobre lo que es correcto.

Al entender la prueba de Hashem a Abraham como el desafío de alcanzar la


independencia, podemos apreciar por qué es una prueba seria. No fue sólo abandonar
físicamente un país. Dios le dijo a Abraham que reevaluara por completo todos sus
valores y la forma en que percibía al mundo y a sí mismo, para volverse completamente
independiente. No es una tarea fácil.

Por qué no menciona Ur Kasdim?


Hay otra pregunta respecto a la primera prueba de Abraham. De acuerdo al Midrash
(Bereshit Rabá 38:13), antes de que Hashem se le apareciera a Abraham para decirle
que abandonara su país, Abraham había destruido los ídolos de su padre y comenzado
a enseñar monoteísmo. Nimrod, el rey de Shinar, percibió esto como una amenaza y le
dio a Abraham un ultimátum: o se reverenciaba ante los ídolos o era arrojado a un
horno ardiente.

¿Qué habrías hecho? Podrías haber salvado tu vida reverenciándote ante unos ídolos.
Después de todo, es sólo una acción exterior; en tu corazón sabrías que no tiene sentido.

Pero Abraham entendió, incluso antes de que la Torá fuera entregada, que la obligación
de Kidush Hashem (santificar el nombre de Dios) requería que uno diese su vida antes
que cometer cualquiera de las tres transgresiones cardinales: idolatría, asesinato y
relaciones ilícitas (Pesajim 25a). La prohibición en contra de idolatría incluye incluso
acciones externas de idolatría ante un ídolo en el cual no crees.

Abraham se rehusó a reverenciarse y fue arrojado al fuego. Esperaba morir, dado que
sabía que uno no debe apoyarse en milagros. Pero Dios hizo un milagro y salió del horno
ardiente con vida.

Este fue un acto increíble de mesirut néfesh (autosacrificio). Abraham estuvo dispuesto
a morir por lo que creyó correcto. Sin embargo, la Torá no menciona una palabra sobre
esta historia. ¿Por qué? ¿No es esta prueba mucho más grande que la de dejar Ur
Kasdim, mencionada al principio de esta parashá?

Morir por una causa versus vivir por una causa


Es indudable que la predisposición de Abraham a morir antes que reverenciarse ante
ídolos fue una muestra de un compromiso tremendo. Pero, ¿qué es más difícil, morir
por una causa o vivir por una causa?

Muchas personas están dispuestas a dar la vida para hacer lo correcto. En 1967, cuando
la existencia de Israel se vio amenazada, salieron judíos vaya uno a saber de dónde para
ser voluntarios y luchar, arriesgando sus vidas. Incluso hoy, si se te ordenara matar a
cien niños o ser asesinado, ¿los matarías o elegirías morir?

Todos entendemos que hay valores y creencias que son más importantes que la vida
misma.

¿Pero reconocer que una causa es lo suficientemente importante como para morir por
ella te insta a dedicar tu vida a esa causa? Si te importa el pueblo judío lo suficiente
como para morir por ellos, ¿no significa esto que deberías estar dispuesto a abandonar
todo para dedicar tu vida a salvarlo?

Ser moser néfesh, ‘dar tu vida’ por Hashem, es un acto grandioso, pero sigue siendo una
elección de una sola vez. Mucho más difícil es enfrentar la lucha constante de vivir cada
momento del día de acuerdo a lo que Dios nos ordena.

Muchas personas están dispuestas a dar su vida por una causa (a menudo falsas, como
la yihad). Pero hay pocos héroes que dedican toda su vida a la causa por la cual están
dispuestos a morir.

La voluntad de Abraham de morir en el horno al kidush Hashem no es mencionada en


la Torá ni está incluida en la lista de diez pruebas porque ‘morir por una causa’ no es
lo que la Torá quiere que enfaticemos. El ideal es ‘vivir por una causa’. La prueba de
Lej Lejá fue un desafío mucho mayor que la dura experiencia de Ur Kasdim, porque
exigió que Abraham se volviera independiente y dedicara completamente su vida a
Hashem. Esta es la primera prueba para todo judío, y fue el primer paso de Abraham
en su camino a convertirse en el padre del pueblo judío
nseñanzas de vida seleccionadas de la parashá semanal y de las fuentes de nuestros
sabios.

El Talmud describe la vida después de la muerte como "un mundo al revés". Esto
significa que muchas personas que recibieron poco respeto aquí, en la tierra, recibirán
grandes honores en el Mundo Venidero. Por el contrario, muchas personas que eran
prominentes en esta vida allí recibirán muy poca atención. En otras palabras, desde
nuestro punto de vista en este mundo, no podemos saber cuál es la verdadera rectitud
de una persona.

Rav Arie Levine, conocido como el "Tzadik de Jerusalem", contó sobre un zapatero al
que veía todos los días en el mercado de Jerusalem. Aunque nunca habían conversado,
cada vez que Rav Arie pasaba junto al zapatero algo lo llevaba a poner un poco de
dinero en la alcancía de caridad que tenía en su tienda. Un día, el zapatero invitó al
rabino a participar de una comida especial para celebrar la finalización del estudio de
un tratado de Talmud.

La noche siguiente, durante la celebración, el zapatero enseñó a un grupo de judíos


ancianos el último pasaje del Zóhar, el texto fundamental del misticismo judío. Al oír la
discusión, Rav Arie, que era un gran cabalista, se emocionó ante la profundidad y el
entendimiento de cabalá que tenía el grupo. A la mañana siguiente, Rav Arie fue a
buscar al zapatero. Pero cuando llegó a su negocio, encontró las puertas cerradas. El
zapatero había fallecido la noche anterior.

La tradición judía enseña que en cada generación hay “36 tzadikim ocultos”, 36
personas cuya presencia justifica la existencia del mundo. Es posible que ese zapatero
haya sido una de ellas.

Entonces, ¿cuál es el primer mandamiento de Dios para Abraham y, en esencia, la primera


orden de Dios para cada judío? Dios le dice a Abraham: "Vete a ti, de tu tierra, de tu lugar
de nacimiento y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré" (Génesis 12:1).

A primera vista, esto es difícil de entender. ¿Qué quiere decir Dios con "vete a ti"?

Dios le dice a Abraham que deje atrás las influencias que han dado forma a su sistema de
valores: su tierra - su sociedad, su lugar de nacimiento - su grupo de amigos, la casa de su
padre - su familia. Dios le dice a Abraham: No permitas que estas influencias determinen
tus creencias en la vida. No te transformes en un simple producto de tu entorno, más
bien: "Vete a ti". Vuelve a ti mismo, Abraham. Mira en tu interior y descubre quién eres.
Y no dejes que nadie te diga lo contrario. Confía en ti mismo, porque al final eso es lo
único en lo que tienes que confiar.

La “verdad”, le dice Dios a Abraham, se encuentra dentro de cada uno de nosotros. Pero
por lo general estamos tan ocupados buscándola en el exterior, que no nos damos cuenta
de que está justo ahí, en nuestro interior.

Conceptos prácticos y relevantes de la parashá semanal por Rav Shraga Simmons.

Un pescador estaba pescando sentado a la orilla de un río. Vino un hombre rico y miró
con asombro como cada pocos minutos él pescador sacaba con su caña un pez bastante
grande. Después de sólo una hora, el pescador comenzó a empacar sus cosas para
marcharse. El hombre rico corrió hacia él y le preguntó: "¿Por qué te vas después de tan
poco tiempo?".

"Bueno", dijo el pescador, he atrapado suficientes peces para toda una semana y la verdad
es que no necesito más. Ahora voy a casa a estudiar Torá y a pasar tiempo con mi familia".

"Pero piensa lo que podrías hacer con más pescados", imploró el hombre rico. "Se puede
vender el pescado extra, se puede usar ese dinero para invertir en más cañas de pescar y
entonces podrías comprar una embarcación y contratar a otras personas para que realicen
la pesca, mientras que tu supervisarías la operación".

"¿Y cuál es el objetivo de todo esto?", preguntó el pescador.

"Bueno", respondió el hombre rico, "después podrías contratar a alguien para que se
haga cargo de tu negocio y así podrías retirarte para hacer lo que realmente quieres en la
vida".

Con esas palabras, el pescador se despidió del hombre rico y le dijo, "muchas gracias,
¡pero ya estoy haciendo eso!".

Desprenderse
¿Cuál es el secreto de la increíble fuerza de Abraham, y cómo podemos integrar esta
lección en nuestras vidas hoy?

La respuesta se encuentra en el primer verso de la parashá. Dios se le aparece a


Abraham y le dice: " Ve para ti mismo ("Lej Lejá"), lejos de tu país, de tus familiares,
y de la casa de tu padre". Dios le dice a Abraham que para llegar a ser verdaderamente
grande, deberá "cortar el cordón umbilical", y embarcarse en un viaje de crecimiento
y de auto-descubrimiento, lejos de la rutina familiar.

Nos atascamos en una rutina de presión ejercida por nuestros pares. Viejos amigos.
Viejos hábitos. Padres autoritarios. Cuando yo era pequeño, tenía un amigo que
siempre había deseado ser abogado. Pero sus padres querían que él fuera un médico,
para poder decir "Mi hijo el doctor". Él insistió en convertirse en un abogado, ellos
insistieron en que fuera médico. La presión se hizo tan grande que él pasó 10 años en la
escuela de medicina sólo para satisfacer a sus padres. (Una vez terminada la carrera, se
fue a la escuela de derecho, y después combinó los dos campos y se convirtió en abogado
de casos de negligencia médica). Pero el punto es que él no tuvo la fuerza para romper
la presión y vivir su propia vida.

La primera pregunta que cada uno de nosotros debe preguntarse es: ¿De dónde
proviene mi "filosofía de vida"?. ¿Es esencialmente un enfoque griego de la vida?,
¿Romano?, ¿Oriental?, ¿Judío? Intenta preguntarte a ti mismo lo siguiente: "Si yo
hubiese nacido en una familia de fundamentalistas musulmanes en Irán, ¿qué estaría
haciendo hoy con mi vida?". Porque si no lidias con esta cuestión, entonces hay
bastantes posibilidades ¡de que si serías un musulmán fundamentalista!

Así como Dios le dijo a Abraham: "Ve para ti mismo, lejos de tu país, de tus familiares,
y de la casa de tu padre". No lo instó a rechazar automáticamente los valores de la
sociedad. Sino que lo instó a que con inteligencia examinara sus méritos.

Ideas relevantes de la parashá semanal acerca de cómo vivir una vida feliz y
significativa.

Diez generaciones habían pasado desde la muerte de Noaj. El mundo había comenzado
nuevamente a adorar todo tipo de ídolos y existía un completo desprecio ante cualquier
punto de vista monoteísta; todo el mundo a excepción de un hombre llamado Abraham.
Después de pensar e investigar profunda y significativamente, Abraham llegó a la
conclusión de que había un solo Dios y comenzó a enseñar esta creencia, radicalmente
diferente, a cualquiera que quisiera escucharlo. Cuando Dios vio lo interesado que
Abraham estaba en difundir este mensaje, Dios se le apareció y le dijo...

“Vete para ti mismo de tu tierra... a la tierra que yo te mostraré... Así que Abraham fue,
tal como Dios le había ordenado”. (Génesis, 12:1-4)

Una lección de vida


Según las encuestas, cambiarse de lugar es una de las cosas más estresantes que una
persona puede hacer en su vida. Una razón para esto es que los seres humanos somos
criaturas de hábito y no nos gusta alejarnos de las cosas que son familiares y cómodas.

Dios no sólo le dijo a Abraham que se mudara, sino que ni siquiera le dijo hacia donde
iría. Ciertamente esta parece una situación doblemente estresante. Pero no fue así.

Cuando alguien deja lo familiar y lo cómodo en búsqueda de una causa más valiosa y
elevada, entonces, el estrés involucrado en el traslado se reduce dramáticamente. Y
como Abraham estaba dejando su casa para difundir la palabra de Dios, el estrés
involucrado se redujo prácticamente a cero.

Supongamos que un doctor decide cerrar su práctica privada, empaca sus valijas, y se
muda a un país tercermundista para ayudar a gente que necesita desesperadamente de
sus conocimientos. El estrés del doctor de dejar su medio familiar es reemplazado por
excitación y propósito. Pero si en cambio, el doctor se estuviera mudando a otra ciudad
porque simplemente desea una casa más lujosa y más grande, entonces la mudanza
estaría llena de ansiedad y preocupación.

Como “criaturas de hábito” tendemos a comprar en las mismas tiendas, a tener el


mismo círculo de amigos y a comer los mismos tipos de comida. Siempre disfrutaremos
la comodidad de lo familiar versus la ansiedad de lo desconocido. Pero cuando lo
desconocido es por un propósito más valioso y elevado, entonces, la ansiedad se diluye
en el mar del propósito.

Cuando marcamos una diferencia en el mundo, estamos actuando consistentemente de


acuerdo a cómo Dios nos creó. Por lo tanto, si nos trasladamos desde la comodidad hacia
lo desconocido —pero lo desconocido hará que el mundo sea mejor— entonces,
prácticamente todo el estrés quedará atrás. La razón por la cual el estrés de lo
desconocido desaparecerá, es porque lo desconocido ahora es conocido para ti ¡Tu
propósito más elevado te está esperando!

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