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Las prácticas de prevención y promoción de la salud y su concepción como

espacios educativos. ¿Pero desde qué perspectiva?

Claudia M. Lomagno
2010. Mimeo
2011 Ficha de Cátedra.

El campo de la prevención y promoción de la salud ha sido siempre heterogéneo


en sus prácticas y enfoques. Las prácticas en el ámbito de la salud, en general, y las que
se identifican como preventivas - promocionales, en particular, son una construcción
social y como tales productoras de símbolos sociales. Las políticas generales y
específicas, han afectado, a través del tiempo, al sistema de salud y a sus instituciones
en su estructura, identidad y función social. Por lo tanto, es imposible hablar de la
prevención y promoción de la Salud en un vacío histórico. La investigación social en
salud ha indagado en las concepciones de salud-enfermedad, en distintos momentos
históricos, y ha identificado distintas modalidades de intervención y de acciones con la
comunidad, que se relacionan con las concepciones de hombre y sociedad, planteadas
como deseables en cada momento histórico y con las variaciones de los procesos de la
intervención del Estado en Salud.
Las ideas de prevención y promoción de la salud no son recientes y pueden ser
analizadas en diversos momentos históricos, contextualizadas por diferentes
determinantes políticos, culturales, económicos y sociales. Se observa la evolución de la
legitimación de estas prácticas, asidos a las distintas concepciones de salud en el devenir
histórico: desde un énfasis en la asistencia a la enfermedad en sí, pasando gradualmente
a un abordaje positivo de la salud, vinculado a condiciones de equilibrio social y
bienestar, hasta devenir en una concepción de salud como fenómeno social.
Los modelos de prevención y la promoción de la salud están imbricados con
modelos comunicacionales y educativos que se han propuesto y han predominado en
cada momento histórico y su análisis ayuda a comprender el contexto actual.
Así, a fines del siglo XVIII prevalece la promoción de cambios de
comportamiento para corregir actitudes y hábitos socialmente nocivos, en la dirección
de una buena vida, honesta, pacifica, acrítica, y saludable, en donde la perspectiva de la
educación y de la comunicación estaba centrada en la “transmisión” al individuo de una
cultura correcta, porque ella estaba científicamente iluminada 1 ; se concentraban en un
proyecto de transformación de la sociedad por intermedio de una visión moralizadora
que se advierta como exclusivamente educacional. Algunos autores contemporáneos 2
plantean la reactualización de esta postura en el campo de la salud desde la utilización
de las nuevas tecnologías que aplican el mismo paradigma de comunicación y
educación vertical: los individuos deben ser instruidos como consumidores de
información para el auto cuidado; en el estado neo liberal, el compromiso con la salud
de los ciudadanos se convierte en un proyecto individual.
A mediados del siglo XX, las concepciones de salud comienzan a vincularse al
equilibrio social y bienestar y ponen en el centro la idea de armonía y equilibrio de las
personas entre sí y con su medio; enfatizan la necesidad de encuentro intersubjetiva de
sujetos para coordinar las acciones La idea de responsabilidad colectiva para la
superación de adversidades se fundamenta en conceptos más amplios de promoción de
la salud inaugurados en la carta de Ottawa 3 , en donde se comienzan a admitir como
condicionantes de la salud, además de los bienes materiales, de la educación y la
alimentación, otros bienes sociales como igualmente importantes: los recursos
sustentables, un ecosistema estable, la paz, la justicia social y la equidad; se incorpora la
dimensión de la calidad de vida. Los modelos de comunicación y educación en salud,
desde este punto de vista, deben tener en cuenta no sólo recursos para las
modificaciones del medio sino también con la comprensión de los factores
potenciadores de la salud contenidos en las relaciones humana; contemplan acciones
que impliquen el conocimiento desde los significados de la enfermedad y los
condicionantes socioeconómicos y culturales de la salud, perfeccionando la
comunicación entre sujetos como racionalidad coordinadora; en este sentido son
procesos que facultan a las personas con alternativas para aumentar y mejorar el control
que tienen sobre su salud. Proponen modelos de educación y comunicación en salud

1
En Rocha, H.P. (2003) Imágenes del analfabetismo: La educación desde la perspectiva del saber
médico en el Brasil de los años 20 (tesis de maestría. Facultad de Educación UNICAMP. San Pablo), el
autor plantea que el propósito de la pedagogía de una buena higiene, que nace y cree en sociedades con
demanda de empleo y producción de bienes, sería el de concentrase en un rol de disciplinas que actuasen
técnica y moralmente sobre determinados desvíos de comportamiento, vinculados a problemas de higiene
y salud; Los ortopedistas morales se ocuparían no sólo de la diseminación de las técnica sanitarias sino
también de la corrección de los malos hábitos y de las adquisición de los principios de la moral burguesa
como el “amor al trabajo, el respeto por los superiores en general, las nociones del bien y del mal, de
orden y desorden, de civilización y barbarie”
2
Ver Castiel, L. y Vasconcellos- Silva, P. (2005) Precariedades del exceso: información y
comunicación en Salud Colectiva. Bs. As. Lugar Editorial.
3
Organización Mundial de la Salud. (1986) Carta de Ottawa I Conferencia Internacional de Promoción
de la Salud. Canadá. 1986
fundados en el diálogo crítico en el cual un proceso comunicacional abierto se torna
central, no solo para atravesar las barreras que existe entre los grupos, sino también para
exponer e identificar los diversos intereses a partir de los cuales cada grupo estructura
su conocimiento. 4
A partir de la década del 60 y el 70, movimientos de salud alternativos
inspirados en un pensamiento latinoamericano, dieron lugar a los modelos de la
medicina social y la salud colectiva, desarrollando una tradición crítica propia,
nutriéndose de la teoría social crítica y la hermenéutica y configurando un
posicionamiento científico y político que estudió las relaciones entre Salud y Sociedad,
caracterizando procesos económicos y políticos, propios de situaciones de gran
desigualdad social. Se trata de un planteo que propone un abordaje histórico y social. El
proceso de salud-enfermedad está determinado por el grupo social y por el lugar que la
persona tiene en el proceso de producción. Tiene que ver con cómo se distribuye el
trabajo y el “no-trabajo”. Se instalan en el estudio de las condiciones de vida y de
trabajo suscitando acciones técnicas, políticas, culturales, organizadas como prácticas
sociales. Los modelos de comunicación alternativa y de la educación popular 5 son los
que acompañan esta concepción en sus tareas preventivas y promocionales. Las mismas
están inmersas en su oposición a lo dominante y en su ejercicio de participación en la
militancia política. Muchos de sus investigaciones participativas se entroncan con el
estudio de las culturas populares.
El enfoque de promover los cambios en los estilos de vida fue evidenciando sus
límites. Las conceptualizaciones en torno a la Medicina Social ayudaron a visualizar
que los estilos de vida y los problemas de salud no son elecciones individuales,
separadas de las condiciones de vida de cada grupo social. Se pasó de declamar un
modelo centrado en la promoción de comportamientos saludables y prevención de

4
En este desarrollo es definitorio la influencia de Habermans con su concepto de racionalidad
comunicativa, comprendida en el conocimiento intersubjetivo entre personas que definen el mundo en el
campo simbólico para coordinar sus acciones; la transferencia del poder individual hacia el poder
colectivo, comienza a ser planteado como motor del cambio y del ascenso social. La acción comunicativa
auxiliaría a la sociedad en el proyecto de desconstrucción de sistemas de pensamientos cerrados,
diferenciando objetivos y significados corporativos de un interés social más alto. Habermans reemplazó la
razón centrada en la conciencia por una razón centrada en la comunicación en la interacción entre sujetos
a través del proceso de comunicación, en la triple constitución del mundo, en sus dimensiones cultural,
personal y social. Ver Habermas, J. (1997) Teoría de la acción comunicativa: complementos y
estudios previos. Cap. 11. Madrid. Cátedra.
5
Madriz, Ma. F. De los "puntos marginales" a los "mapas nocturnos" En Anuario Ininco. Vol 1 -N
1 . Pag 81, en http://revele.ing.ucv.ve/humanitas2/Indice/RIA.
enfermedades, a enunciar la promoción de la salud como la creación de las condiciones
sociales y ambientales que favorezca la Salud y el desarrollo de la comunidad.

Desde nuestra perspectiva, el análisis de este devenir histórico es


imprescindible, para delimitar las prácticas comunitarias de salud. Entendemos como
prácticas comunitarias en salud a las destinadas a la población, priorizando la
reflexión y el análisis de los problemas de salud, entendiendo a la comunidad como
sujeto histórico y social común a dicha práctica. En el primer nivel de atención, desde
la perspectiva de salud colectiva y desde la estrategia de la Atención Primaria de la
Salud, concebimos que las prácticas de prevención y promoción contribuyen a
facilitar y generar condiciones que garanticen aprendizajes saludables a lo largo de
toda la vida, permitiendo a las personas hacerse cargo de su salud y cobrar el
protagonismo que su cuidado requiere. En estos espacios de construcción de
conocimiento toma relevancia la identificación de necesidades y la construcción de
demandas en el que se encuentran involucrados múltiples aprendizajes sean o no
intencionales. Las necesidades y demandas son entendidas en su devenir dinámico y
dialéctico en las que están implicados diversos factores y aspectos, entre ellos, los
educativos. Partimos de la conceptualización integral de las necesidades como un
sistema en el que se interrelacionan necesidades "obvias" y "no tan obvias" en una
dialéctica entre carencia y potencia, individual y colectiva. En esta trama interactúan
necesidades objetivas y necesidades subjetivas o reconocidas. Este proceso incluye la
construcción de la demanda desde el reconocimiento mismo de la necesidad, su
expresión individual e incluso la posibilidad de su transformación en objeto de
reclamo colectivo y de conversión en asunto de debate público a través de prácticas
participativas, tanto a nivel institucional como en el nivel de las políticas públicas. 6

6
Sirvent, M. T.; Toubes, A.; Santos, H.; Llosa, S. y Lomagno, C. (2007) Necesidades y demandas
educativas de jóvenes y adultos en sectores populares y en movimientos sociales emergentes.
Cuadernos de Publicaciones de la Facultad de Filosofía y Letras. OPFYL – UBA. Bs. As., Argentina.

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