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© Mario Martín Merino, 2017 

ESPARTA, ATENAS Y EL IMPERIALISMO EN EL MUNDO GRIEGO DEL SIGLO V a.C. 


 

INTRODUCCIÓN
En el presente estudio se procederá al análisis y comparación de los sistemas socio-políticos espartano y
ateniense a través de algunas de sus instituciones y de las reformas que se dieron en algunas de ellas. En el
caso de Esparta, se enfocará principalmente en su “sistema educativo”, y en lo que respecta a Atenas, en las
reformas que impulsó Solón durante el ejercicio de su arcontado a comienzos del siglo VI a.C. Además, se
hará referencia al uso de la propaganda que los griegos, y especialmente los atenienses, hicieron durante el
desarrollo de las Guerras Médicas, así como en el periodo posterior a estas, momento en el cual Atenas se
alzará como potencia hegemónica en el contexto imperialista que presidirá el mundo griego a lo largo del
siglo V a.C. 
METODOLOGÍA 
Para la realización de este estudio se procederá al análisis y posterior comparación de las consideradas como
ideas fundamentales reflejadas en una serie de fuentes secundarias propuestas a comentario:
 Del libro de C. Fornis titulado Esparta. Historia, sociedad y cultura de un mito historiográfico,
publicado por la editorial Crítica en Barcelona en 2003, las páginas comprendidas entre la 272 y 290.  
 De la obra de A. Domínguez Monedero, Solón y Atenas, también publicada por Crítica en Barcelona
en el año 2001, las páginas 39 a 99. 
 De Grecia ante los Imperios. V Reunión de historiadores del mundo griego, obra colectiva publicada
en Sevilla en el año 2011 por el Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, el
capítulo escrito por M.C. Cardete del Olmo llamado “El valor de la propaganda en la construcción
del enemigo: Atenas y las Guerras Médicas”, que comprende las páginas 119 a 130 de la mencionada
obra. 

Asimismo, y con el fin de ofrecer una mejor y más amplia exposición del tema objeto de estudio, se
utilizarán otros recursos y fuentes secundarias adicionales que serán convenientemente reflejadas en el
apartado correspondiente a la bibliografía utilizada para la realización de este trabajo. 

COMENTARIO DE LOS TEXTOS

I. Esparta: la integración del individuo en sociedad 


En las páginas propuestas a comentario de la obra de C.Fornis “Esparta. Historia, sociedad y cultura de un
mito historiográfico”, su autor realiza un análisis de las principales características, orígenes y finalidades de
tres manifestaciones institucionales propias de la cultura espartana: la agogé, la krypteia y la syssítia. 
La agogé: con este término griego, acuñado durante época helenística, se denomina al sistema educativo
espartano, cuyas particularidades le hicieron muy diferente de la otra gran tradición pedagógica griega, la
paideia. Esta institución, contemplada por la Constitución espartana (Rhetra), fue considerada como un
elemento esencial en lo que se refiere a la definición y configuración socio-política de la polis lacedemonia.
Cabe destacar la admiración que despertó en parte de sus coetáneos griegos en algunos de sus aspectos, lo
cual le hizo gozar de fama no solamente durante la Antigüedad, sino también en épocas históricas
posteriores.  
A diferencia de la educación presente en otros lugares de Grecia, la agogé se caracterizó por su
obligatoriedad, su carácter colectivo y su organización por parte del Estado espartano. El entrenamiento
militar y el ejercicio físico predominaron sobre la enseñanza de otras disciplinas, aunque no se descuidó el
aprendizaje de las letras o de la música. La significación política de la agogé fue tal, que en el caso de que
no se lograsen superar con éxito sus distintas etapas, no era posible acceder a la plena ciudadanía espartana.
Tan sólo los futuros reyes estaban exentos de realizarla, ya que, tal y como expresa Plutarco (Ages. 1,4), el
destino de estos era mandar y no obedecer. 
El fin último de la agogé no fue otro que inculcar en los futuros espartiatas la supremacía de los valores e
intereses comunitarios y atenuar en todo lo posible el individualismo. Como nos dice Jenofonte (1), se
buscaba la excelencia mediante el fomento de la competitividad entre los jóvenes (X. Lac. 4,5), pero siempre
enfocada hacia la consecución y del bien común, además de erradicar cualquier tipo de comportamiento
arrogante u ostentoso, el control de sus emociones y el respeto a las fuerzas religiosas presentes en todo
lugar en el cual se hallasen, (especialmente en campaña), para de ese modo, aspirar a la eunomía, es decir, el
“buen gobierno”. Gracias a Plutarco y a su Vida de Licurgo (16-22) y a Jenofonte en los primeros cuatro
capítulos de su República de los Lacedemonios, conocemos las distintas etapas que constituyeron la agogé. 

La primera etapa comenzaba a los siete años, cuando tras haberse criado con su madre (anatrophé), los
niños eran separados de sus familias y su tutela era asumida por el Estado (PIu. Lyk. 16,7), aunque tal y
como parece deducirse de lo que afirma Jenofonte, se permitió el contacto de estos con sus familias (2).  
Los niños pasaban a ser distribuidos en agélai (literalmente rebaños) bajo el liderazgo de aquellos de sus
compañeros que, por sus cualidades físicas o cognitivas, descollaban sobre los demás y además lograban
infundir respeto. Durante esta etapa, que se prolongará hasta los doce años, los niños dedicaban su tiempo al
fortalecimiento de su condición física mediante diversos juegos y pruebas que realizaban completamente
desnudos y sin calzado alguno. Además, eran instruidos en lectura, escritura, oratoria, aritmética elemental y
rudimentos musicales, de danza y de poesía. En líneas generales, se puede afirmar que la educación recibida
en esta etapa no distaba de la que era facilitada a sus homólogos atenienses de la misma edad (Plu. Lyk.
16,8-11). Fue competencia de los éforos la supervisión, cada diez días, del proceso de aprendizaje de los
niños y, en el caso de que alguno de ellos mostrase trazas de una condición física deficiente o bien conductas
amaneradas, era reprobado públicamente.  
Al cumplir los doce años comenzaba la segunda etapa de la agogé, momento en el cual los muchachos eran
redistribuidos en ílai (compañías) siguiendo criterios de edad. Cada una de las ilai tenía su propia
denominación, y el paso a la siguiente se lograba tras superar con éxito una prueba ritual. En esta etapa es
cuando se procedía a asignar a los muchachos un tutor (paidonomos) de entre aquellos adultos más
respetables y distinguidos de la sociedad espartana, que velaría por la buena marcha de su proceso educativo
con la ayuda de unos jóvenes provistos de látigos (martongorofoi) que no dudarían en emplearlos para
reprimir cualquier comportamiento que estuviese fuera de lugar. Los jóvenes permanecían siempre en
grupos, y tan sólo se les permitía vestir un manto (tríbon). Las raciones de comida eran bastante frugales,
por no decir escasas. En lo que respecta al aprendizaje, en esta fase predominaba el entrenamiento castrense,
aunque se mantenían otras como la música y la danza debido a su utilidad religiosa y militar, siendo
especialmente apreciada esta última como modo de mantener la forma física e infundir sentido del ritmo en
el momento de tener que seguir los movimientos de la falange hoplita (3). 
La tercera etapa de la agogé se desarrollaba entre los catorce y los dieciséis años. Los ya adolescentes tenían
sus primeros contactos con las distintas instituciones cívicas espartanas a través de adultos jóvenes, dotados
de plena capacidad política, que se encargarían de su tutela y guía moral (X. Lac. 2,12-13; Plu. Lyk. 18,8-9)
mediante el estableciendo unos vínculos que, por lo general, acababan derivando en relaciones de tipo
homosexual, pero cuyo fin último era el ensalzamiento de la virilidad, además de presentar al adolescente un
modelo de ejemplaridad para el resto de su vida. Aunque Jenofonte no hace mención alguna a las
connotaciones homosexuales de tales relaciones, y posteriormente tanto Plutarco (Lyk. 18.4) como Eliano (4)
(V.H. 3.10) mantienen que estaban presididas por la castidad, el hallazgo de una copa laconia atribuida al
taller del Pintor de Náucratis (580-575 a.C.) que muestra lo que parece ser un ritual consistente en la
violación de unos jóvenes barbilampiños que muestran varios latigazos en la espalda, por unos adultos
barbados, muestra una realidad algo diferente (5). Parece ser que el propio Estado espartano procuraba
estimular esas relaciones pederasticas con el fin de formar ciudadanos ejemplares (6). 
(1) Jenofonte (431-354 a.C.) fue un militar, historiador y filósofo griego discípulo de Sócrates. Tomo parte en la conocida Expedición de los
Diez Mil, y relataría sus experiencias en su obra más conocida, la Anábasis. Aunque era ciudadano ateniense, era abiertamente pro-espartano,
llegando a estar al servicio del monarca espartano Agesilao II en 396 a.C. 
(2) Hodkinson 1997: 46
(3) Cartledge 2001: 86
(4) Conocido con el sobrenombre de “el Táctico”, fue un escritor griego de temática militar que habitó en Roma durante el siglo II de nuestra
era. En el año 106 escribió un tratado de veintitrés capítulos que detallaba las distintas tácticas militares griegas utilizadas por los Estados
sucesores de Alejandro Magno, que dedicó al emperador Adriano. 
(5) Powell 1998: 130-135
(6) Fornis 2003: 278
Antes de concluir esta etapa, los adolescentes debían afrontar la diamastígosis en el altar de Artemisa Ortia
(Plu. Lyk. 18,2), una flagelación ritual que ha dado lugar a diversas interpretaciones, aunque lo que parece
estar es que mediante este acto se marcaba el paso a la vida adulta bajo la admonición de esta divinidad. 
A los veinte años comenzaba la instrucción militar propiamente dicha en el seno del ejército espartano en
calidad de irenes, además de permitirles acceder al lugar en donde tenían lugar los banquetes colectivos de
los “iguales” (syssítion) y dejar crecer libremente sus barbas y cabellos (X. Lac. 11,3 ; Plu. Lyk. 22,1-2) y
cuidar de sus capas y armamento.  
La plena ciudadanía espartana se alcanzaba a los treinta años, y desde ese momento podían tomar parte
activa en la Asamblea (Apella) (Plu. Lyk. 25,1) e incorporarse a la falange hoplita, así como postularse a las
distintas magistraturas lacedemonias (X. Lac. 4,7), y en lo que respecta al ámbito privado, podían contraer
matrimonio y tomar posesión efectiva del lote de tierra (kleros) que le había sido designado. 
Aunque la agogé parezca ciertamente original en su conceptualización, algunos de sus elementos no son
ajenos a instituciones presentes en otras poleis griegas de la época, como por ejemplo la clasificación de los
sujetos de acuerdo con su edad o la celebración de ciertos rituales de paso, pero lo que realmente diferenció
a esta institución espartana fue el férreo control estatal sobre la educación de sus futuros ciudadanos. 
Pese a la impresión de inmutabilidad de las instituciones espartanas en su conjunto, algunos investigadores
como Kennel (1995) han demostrado que durante su existencia, la agogé fue objeto de diversas
modificaciones para adaptarla a las circunstancias propias de cada momento histórico, y que sus
características más conocidas no son otra cosa que resultado de la idealización que tanto en época helenística
como romana, se hizo de determinados aspectos, cuando realmente y en líneas generales no debió
diferenciarse en demasía de otras instituciones similares existentes en otras poleis. Para otros como
Cartledge (2001: 85) o Ducat (1999: 62), los datos reflejados por Jenofonte parecen sugerir cierta
continuidad de algunas concepciones de origen pre-helenístico. No obstante, las mayores modificaciones
que sufrirá la agogé serán efectuadas en tiempos de Cleómenes III (7), cuando el estoico Esfero de  
Borístenes (8) le sugiera adaptar algunos ritos de paso para asimilarla a la efebía helenística. 
La krypteia: tras la superación exitosa de este rito, los jóvenes espartanos lograban acceder definitivamente
a la edad adulta tras haber acabado con la vida de un hombre, pero en ningún caso este ritual formaba parte
de la agogé, ya que era realizado por jóvenes cuya edad oscilaba entre los veinte y los treinta años,
justamente en el momento en el que estaban a punto de convertirse en ciudadanos espartanos de pleno
derecho. Tan solo unos pocos elegidos, aquellos que pasarían a formar parte de la élite, tomaban parte en
esta prueba ritual. Los participantes eran conducidos fuera de la ciudad durante un tiempo para que cada uno
de ellos diese muerte a un hilota (9), momento en el cual volverían transmutados en adultos.  
En lo que se refiere a la naturaleza y fin último perseguido con la krypteia, existen varias interpretaciones.
Para Platón se trataba de un mero ejercicio para mejorar la capacidad física (Lg. 633 b-c), mientras que para
otros como Plutarco (Lyk. 28, 2-7), se trató de un modo de reprimir a la población hilota. Sobre la cuestión
de su carácter ritual, el hecho de contemplar ciertas restricciones a la hora de tomar parte y llevarla a cabo,
parecen ponerlo de manifiesto. Se ha intentado estudiar la naturaleza de este rito desde la etnografía
(Jeanmaire, 1913), comparando ritos de características similares a la antigua krypteia espartana que a día de
hoy permanecen en el seno de algunas comunidades indígenas de África, Indonesia o Australia, aunque
actualmente se prefiere enfocar su estudio desde la comparación con otros ritos similares que se
desarrollaron en el mundo griego.  
Estudiosos como Ducat (1997a) han puesto de relieve esas semejanzas, ofreciendo ejemplos como el
referido a una especie de krypteia presente en la ciudad de Tasos (10) así como en relación a los cuerpos de
guardia fronteriza (perípoloi) y de vigilancia de montaña (orophýlakes) presentes en numerosas poleis. 
 
(7) Cleómenes (260-219 a.C.) era hijo y sucesor de Leónidas II, y reinó en Esparta entre el 235 y el 222 a.C. Durante su gobierno emprendió
varias reformas legislativas para modernizar su sistema político.
(8) Esfero (285-210 a.C.) fue un filósofo estoico, discípulo de Zenón de Citio y posteriormente de Cleantes, que ejerció como consejero del
monarca espartano Cleómenes III. Gozó de gran reputación entre los estoicos por sus acertadas definiciones.
(9) Nombre dado a los descendientes de las comunidades campesinas de Mesenia sometidas al poder espartano, cuyo estatus socio-político
aparece definido tras las reformas de Licurgo como siervos del Estado espartano.
(10) Isla localizada en el mar Egeo septentrional, próxima a las costas de la antigua Tracia. Fue colonizada por los griegos, en donde fundaron
hacia el 680 a.C. una ciudad al norte de la isla con el mismo nombre.
Esencialmente, todas esas instituciones comparten entre si la estructura de la krypteia espartana, pero en el
caso de esta última se mantuvo más pura, lo cual daría explicación a su carácter personal y la ausencia de un
fin material, así como a su dimensión ritual.  
Aquellos jóvenes espartanos que tomaban parte en este ritual, únicamente podían vestir una túnica pese a
desarrollarse bajo los rigores invernales, y portar un puñal. Debían vagar entre las montañas sin ser
descubiertos, ya que en caso contrario, serían severamente castigados, y por lo tanto optaban por permanecer
ocultos durante el día. Tan pronto como caía la noche, descendían de las montañas para acabar con la vida
de algún hilota y procurarse de alimento, que obtenían mediante el robo de los mismos. Puede que el
asesinato de los hilotas fuese planeado previamente, para acabar con algunas personalidades destacadas en
su seno, pero de ser así, la krypteia se vería despojada de su significación ritual y se limitaría a una mera
matanza selectiva, pero en líneas generales, se podría afirmar que se trataba de algo más que un rito, una
prolongación de la agogé destinada a estimular a los mejores de entre los futuros espartiatas que formarán
parte de la élite de la polis lacedemonia (11). 
La syssitía: se trataba de una comida comunitaria diaria que tenía lugar al anochecer (Plu. Lyk. 15,6) y que
reunía a todos los espartiatas de pleno derecho, con el objetivo de fortalecer sus lazos de unión, y gracias a
ello mantener su predominio sobre la gran masa hilota (12).  
La syssitía estaba estrictamente regulado por una serie de normas, siendo una de ellas la obligación que
todos y cada uno de los “iguales” tenían de procurar sustento a la mesa comunal, bien con alimentos o con
aportaciones económicas. De no hacerlo, podrían ser castigados con la pérdida de sus derechos políticos e
incluso ser despojados de la condición de homoioi. La asistencia a estas comidas comunitarias era
obligatoria para todos los espartiatas, a menos que se encontrasen cazando o realizando algún ritual
religioso, pero esto no les eximía de tener que aportar a la mesa común con parte de las capturas realizadas o
del sacrificio. Aunque no se ingerían grandes cantidades de alimento, en relación con otras poleis griegas y
según manifiesta Heródoto, la ingesta de los homoioi se encontraba por encima de estas (Hdt. 9,82). El
consumo de vino estaba terminantemente prohibido, ya que se consideraba que corrompía el
comportamiento que todo buen homoioi debía mantener (Plu. Lyk. 12,14; 15,6; X. Lac. 5,4-7).  

Los jóvenes espartiatas podían asistir a estos banquetes una vez hubiese superado con éxito la última etapa
de su proceso educativo, es decir, cuando contaban con entre veinte y treinta años. Con su asistencia se
buscaba seguir formándoles en aspectos cívicos que probablemente aún desconocían por razón su edad.
Como ejemplo edificante, en ocasiones algunos hilotas eran llevados al syssítion, permitiéndoles beber vino
en abundancia hasta emborracharse y, de ese modo, mostrar a los jóvenes los nocivos efectos que
comportaba la falta de moderación (Plu. Lyk. 28,8-9), al tiempo de dejarles clara su superioridad moral y
social frente a estos (Ducat, 1974). 
II. Las reformas de Solón
A lo largo de las páginas propuestas de la obra de Domínguez Monedero, el autor hace una detallada
exposición de las distintas medidas propuestas por el célebre legislador ateniense Solón para acabar con la
stasis que afectaba a la polis ateniense.  
El texto comienza haciendo referencia a Dracón, cuyas medidas acabarían por mostrarse ineficaces para
resolver los problemas socio-económicos presentes en la Atenas del momento, por lo que los numerosos
enfrentamientos sociales que se producían entre las distintas facciones, así como el mantenimiento del poder
económico y ciudadano en manos de los eupátridas (13), no harán más que incrementar el descontento
existente en amplios sectores de la sociedad ateniense. 
Con el objetivo de solventar definitivamente la compleja situación socio-política, Solón fue nombrado
arconte en 594 a.C. gracias al prestigio que había alcanzado en 612 a.C. tras haber logrado restablecer la

 
(11) Fornis 2003: 284
(12) Fornis 2003: 285
(13) Término griego utilizado para designar a la aristocracia del Ática, cuyo significado literal sería “bien nacidos”. 
soberanía ateniense en Salamina frente a Mégara (14), así como su apoyo a las reivindicaciones de los
sectores más desfavorecidos de Atenas.  

El mejor testimonio que tenemos sobre el pensamiento ideológico y político de Solón nos lo proporciona él
mismo gracias a sus poemas, que utilizó como medio para llamar la atención de sus conciudadanos sobre
algunas actitudes y comportamientos, así como para poner de relieve los problemas que aquejaban a la polis
ateniense. A lo largo de sus poemas, es posible apreciar su reivindicación de la eunomía, llamando a los
aristócratas a dejar a un lado su orgullo y los abusos sobre el demos, y a estos últimos a que se conformasen
con los derechos que obtendrían gracias a las reformas que emprenderá durante su arcontado. Aunque Solón
tuvo en consideración el peso que tanto la tradición y la religiosidad tenían en Atenas, su enfoque racional y
formación intelectual le conminaron a buscar la justicia social, logrando en cierto modo y por vez primera,
separar la influencia religiosa de las cuestiones de tipo civil.  
Por medio de sus medidas, Solón buscó aplicar el sentido común para resolver los problemas atenienses, así
como otorgar a sus ciudadanos una libertad “reglada” de acuerdo a una serie de leyes que fuesen mostradas
y conocidas por todos. Para ello promovió varias reformas legislativas que la gran mayoría de la sociedad
pudiese considerar como justas y equitativas, al tiempo que trató de desterrar en la medida de lo posible, los
abusos sobre los más desfavorecidos y templar la oposición de los más poderosos al verse privados de parte
de sus privilegios. Teniendo esos objetivos en mente, Solón promovió varias modificaciones que incidirán
en los planos económico, social y legislativo de Atenas.  
En el ámbito social, las reformas solonianas se centraron en tres puntos: la abolición de deudas (seisachteía),
una nueva división de los atenienses en clases sociales y la adopción de un conjunto de disposiciones legales
que afectarán a los campos del derecho público y de familia.  
Entre las reformas de carácter legislativo emprendidas por Solón, destacaron las encaminadas a suprimir el
derecho que los padres tenían sobre la vida de sus hijos legítimos, la promulgación del derecho a herencia de
los hijos naturales, la prohibición de que los progenitores utilizasen a sus vástagos para la mendicidad o
pudiesen venderlos, estableciendo en su lugar el deber de estos de procurarles una educación y de enseñarles
un oficio.

También puso fin a la obligación que tenían las herederas epícleras (15) de contraer matrimonio con el
pariente vivo más próximo de su esposo fallecido con el fin de conservar el patrimonio, para lo cual dispuso
que en tal caso, la herencia debería pasar a su familia y no a su esposo.  

Asimismo debe mencionarse la regulación de los grandes fastos funerarios a los que eran muy dados los
aristócratas atenienses, así como otras muchas destinadas a regular la moralidad y el orden cívico para
mejorar la convivencia en el seno de la polis. 

En el plano constitucional, Solón abordó el problema de la participación política activa del conjunto de la
ciudadanía ateniense en las distintas instituciones, siendo algunas de ellas objeto de modificaciones al
tiempo que se crearon otras nuevas. Algunas de esas instituciones fueron:
 el Arcontado: que estará conformado por nueve miembros (16) elegidos anualmente por sorteo de
entre los miembros de la primera clase (pentakosiomedimnoi), mientras que para las demás
magistraturas podrán postularse, siendo elegidos también por sorteo anual, miembros de las tres
primeras clases (pentakosiomedimnoi, hippeis y zeugitai). Este sistema de elección será desechado
durante la tiranía de Pisístrato, pero será utilizado de nuevo, aunque con ciertas modificaciones, en
487 a.C. 
 
 
 
(14) Polis dórica situada en el golfo de Égina, frente a la isla de Salamina. Conoció un importante auge en los siglos VIII y VII a.C., momento en
el cual llegó a realizar varias fundaciones coloniales en Sicilia y en el Mediterráneo Oriental. Durante el siglo V a.C. su importancia fue tal que
llegó a rivalizar con Atenas y Corinto, pero tras la Guerra del Peloponeso, entrará en decadencia. 
(15) Término griego, especialmente usado en Atenas, para denominar a las mujeres que en el momento de la muerte de su padre, no tenían
hermanos varones. En Atenas, como en otras poleis, las mujeres no tenían derecho a poseer bienes en su propio nombre.  
(16) Basileus, polemarco, arconte epónimo y seis legisladores (thesmothetai). 
 La Ekklesía: asamblea formada por miembros de las cuatro clases censitarias que era reunida
frecuentemente debido a que se trataba del órgano institucional encargado de conocer sobre los
asuntos más importantes de la polis, así como de dar su aprobación en lo que respectaba a la elección
de los arcontes y el refrendo de las leyes.
 La Boulé: consejo de cuatrocientos miembros (cien por cada una de las cuatro tribus atenienses)
elegidos anualmente por sorteo. Este órgano era el encargado de preparar las sesiones de la Ekklesía,
así como velar por la correcta aplicación de las leyes y el mantenimiento del orden público.
 La Heileia: tribunal popular de seis mil miembros elegidos por sorteo entre todos aquellos
ciudadanos mayores de treinta años. Junto a la Boulé, estaba considerado como la base del poder del
demos. Conocía de todos aquellos juicios que no eran competencia del Areópago.  
En la esfera judicial, gracias a las medidas impulsadas por Solón, cabe destacar, entre otras, la posibilidad
que tenía todo aquel ciudadano de emprender acciones legales en favor de terceros y el derecho de apelación
frente a un tribunal popular contra la decisión de un determinado magistrado. Gracias a esto se posibilitó que
las víctimas pudieran defenderse adecuadamente, así como reducir la preponderancia de la cual gozaban los
magistrados eupátridas.
En lo que respecta al ámbito económico ateniense, la labor política de Solón se centró en tres aspectos: el
establecimiento de un sistema de pesos y medidas y de amonedación, una reforma agraria encaminada a
modificar el tradicional sistema agrícola de cultivos con el fin de conseguir un mejor intercambio comercial
de excedentes, y solventar el problema del abastecimiento alimentario de Atenas, así como un decidido
impulso a los sectores artesanos y comerciales de la polis.
Pese a que la gran labor reformista de Solón intentó lograr el equilibrio entre los intereses de la aristocracia
y las aspiraciones del demos, esta acabaría por mostrarse ineficaz para resolver los problemas de Atenas, y
pronto volverían las luchas entre las distintas facciones aristocráticas que hicieron del Arcontado un
constante foco de disputas. El malestar del campesinado continuaría, y la crisis se estableció una vez más en
la polis ateniense. Esa vuelta a la inestabilidad acabará dando al traste con el sistema político soloniano y
conducirá al establecimiento de un régimen de gobierno de corte tiránico encarnado por Pisístrato.
III. Lo griego frente a lo bárbaro: la utilización de la propaganda
En el tercer y último texto propuesto a análisis, su autora, Cardete del Olmo, afirma que las Guerras Médicas
(492-478 a.C.), así como la posterior Guerra del Peloponeso (431-404 a.C.), constituyen dos excepcionales
ejemplos del empleo de la ideología y de la propaganda con el fin de denigrar conscientemente al enemigo y
justificar las acciones político-militares efectuadas en su contra.
El empleo del término “bárbaro”, cuyas primeras referencias parecen remontarse a tiempos de Homero y
fue utilizado simplemente para denominar a individuos o culturas de habla no griega. En época de las
Guerras Médicas, fue popularizado por autores dramáticos como Esquilo en su tragedia Los Persas (17) , pero
será utilizado peyorativamente para designar a todos aquellos pueblos que por sus particularidades
culturales, no eran ni podían ser considerados griegos al carecer de las virtudes y valores que se presuponía
definían a estos en contraposición a los “otros”. Muchas obras dramáticas de otros autores del momento,
como por ejemplo Eurípides, serán utilizadas por los griegos, y especialmente los atenienses, como elemento
propagandístico para lograr ganar la guerra fuera de los campos de batalla y elevar sus acciones a la
categoría de mitos.  
 
Para Tucídides (18), el término “bárbaro” no era utilizado en tiempos homéricos con esa acepción peyorativa
para identificar a los griegos y sus virtudes en contraposición a otros pueblos y culturas (Th. I 3,3), sino que
únicamente hacía referencia a gentes de habla “no griega”, e incluso llega a reconocer que en aquellos
lejanos tiempos, el modo de vida griego y el de los “bárbaros” no se diferenciaban en demasía (Th. I 6,5).  
 
(17) Esquilo (525-456 a.C.) fue uno de los dramaturgos griegos más destacados y es considerado uno de los primeros y más representativos
autores de tragedias junto a otros posteriores como Eurípides o Sófocles. En Los Persas, tragedia compuesta en 472 a.C, ambientada tras la
victoria naval griega en Salamina en 480, muestra la desazón de los persas tras su derrota. 
(18) Tucídides (460-396 a.C.) fue un militar e historiador ateniense cuya obra más célebre es la Historia de la Guerra del Peloponeso (431-404
a.C.), que muestra el desarrollo del conflicto hasta el 411 a.C. 
Posteriormente, Estrabón (19) coincidirá con Tucídides y también remontará el origen del término a los
tiempos de Homero (Str. XIV 2,28) pero, pese a no contar con claros indicios sobre ello, no duda en
utilizarlo para elaborar una geografía que se adecuase a las pretensiones imperialistas romanas, defendiendo
una acepción del término como sinónimo de lo incivilizado frente a lo civilizado, es decir, de lo romano, con
el fin de justificar ideológicamente la política expansionista romana. 
El hábil uso de la propaganda por parte griega, y más concretamente ateniense, durante las Guerras Médicas,
sirvió de base para la elaboración de un discurso etnicista basado en la existencia de una lengua, religión e
historia comunes a todos los griegos pese a las particularidades de cada polis, y se presentará el
enfrentamiento contra el Imperio Aqueménida (20) como una lucha de carácter étnico entre “lo griego” frente
a aquello que no podía ser considerado como tal. Conviene recordar que esa supuesta imagen de solidez y de
unión inquebrantable entre los griegos frente a la amenaza persa en muchos casos no fue tal. Es indudable
que la irrupción de los persas provocará que las poleis más poderosas aúnen sus fuerzas para enfrentarse a
ellos, pero no debe olvidarse que muchas poleis mantenían provechosas relaciones con ellos. 
Esa configuración y posterior utilización de una propaganda anti-persa resultará de gran utilidad para
Atenas, que tras lograr alzarse con la victoria en las Guerras Médicas, incrementará su poder y se hará con el
liderazgo de la Liga Délica, llegando a identificarse como guardiana de los valores y esencias más
puramente griegas (cuando realmente se debería decir atenienses) y no dudará en calificar a todo aquel que
ose enfrentarse a ella, como enemigo de la razón y de la libertad, y en definitiva, de “lo griego”. 

ANÁLISIS CRÍTICO DE LOS TEXTOS


De un modo similar al de la agogé espartana, el proceso de integración social en Atenas era esencialmente
similar en su concepción y objetivos, contemplando igualmente unos ritos previamente establecidos, que tras
su superación, conducirán a la efectiva integración de los futuros ciudadanos en el seno de la comunidad
cívica ateniense. 
Considerada como el ideal formativo que todo niño y joven debería recibir para convertirse en ciudadano de
pleno derecho, la paideia, preveía el aprendizaje del uso de las armas, así como de otras disciplinas como la
poesía y la música, con el fin de obtener un eficiente soldado y un buen ciudadano, es decir, un individuo
dotado de fortaleza física y de una mente cultivada dotada de armonía moral y autocontrol (kalokagathía),
además de hacer énfasis en la búsqueda del interés colectivo frente a las ambiciones personales.  
En general, la educación griega estaba configurada como una sucesión de etapas bien definidas cuyo
objetivo no era otro que la efectiva inserción social de los futuros ciudadanos, incluida la institución de la
pederastia, que se encontraba regulada por estrictas convenciones sociales y cuya importancia no puede ni
debe desdeñarse. El camino hacia la vida adulta estaba perfectamente reglado desde sus primeros momentos,
y de superarse con éxito en todas sus etapas, culminaba con el reconocimiento socio-político del individuo,
que prácticamente era considerado imprescindible en el mundo griego para los varones.
A mediados del siglo V a.C., y coincidiendo con el auge del sistema democrático ateniense, la areté será
objeto de una redefinición conceptual por parte de los sofistas (21), que llegará a cuestionar los propios
principios de cohesión socio-política vigentes en Atenas hasta el momento. Tras la crisis del modelo de
ciudad-estado, los diversos proyectos de reforma política harán especial énfasis en la educación, que se
convertirá en uno de los pilares esenciales en lo que se refiere a la definición del concepto de ciudadanía,
que al mismo tiempo, conducirá a una reconsideración de lo que debería de ser la polis. 
 
 
(19) Estrabón (64 a.C.- 24 d.C) fue un geógrafo e historiador de origen griego conocido por su Geografía. 
(20) Nombre del primer y más extenso imperio forjado por los persas. Su fundación ocurrió en el 550 a.C. bajo el reinado de Ciro II, y alcanzó
su máximo esplendor hacia el 500 a.C. acabaría por caer en el 330 con la muerte de su último emperador, Darío III, que había sido derrotado en
varias ocasiones anteriores por Alejandro III de Macedonia.
(21) Corriente de pensamiento presente en la Atenas del siglo V a.C. que frente al pensamiento presocrático, hacen del hombre y la sociedad en
la que se desenvuelve, objeto de su pensamiento filosófico. Fueron criticados por Platón debido a su formalismo y dialéctica, ya que
pretendieron enseñar cuales eran las virtudes que definían al hombre.
Algunos como Sócrates y su discípulo Platón (22), se opondrán a los planteamientos sofistas sobre la
educación, proponiendo en su lugar una paideia filosófica que estuviese regulada por el Estado y que se
extendiese a todas las etapas de la vida del ciudadano con el fin de alcanzar el bien supremo (23). Esta
propuesta tendrá indudables repercusiones políticas, y se considerará como el único medio posible para
aspirar a un Estado ideal, aunque se debe tener en consideración que esa educación integral propugnada,
estaría enfocada hacia las élites, mientras que para el resto sería suficiente con algunos rudimentos más o
menos extensos. Asimismo, y posiblemente a consecuencia de la admiración por algunos aspectos de la
idiosincrasia lacedemonia, se propondrá incluso la regulación de los simposios para hacer de estos algo más
que un momento para reunirse y beber en común, sino también para educar en la moderación y en las
virtudes morales.  
Isócrates (24) también hará su aportación al concepto de la paideia griega que, según él, debería dotar a los
ciudadanos de autocontrol, algo especialmente necesario en el ámbito público. También es importante
señalar que para Isócrates, el concepto de griego iba más allá del origen étnico y de los elementos socio-
culturales propios de cada pueblo, admitiendo que todos aquellos que adoptasen la paideia griega como
modelo educativo, ya sólo por eso, deberían ser considerados griegos. Por último, y del mismo modo que su
casi coetáneo Platón, abogó por una formación integral para la élite ateniense durante toda su vida. 
En el caso de Esparta, su sistema socio-político era un claro reflejo de los tradicionales mecanismos de
integración del individuo en sociedad, que bajo la inspiración de unas leyes que eran percibidas como
inmutables y que habían sido otorgadas por ilustres y prestigiosos ancestros (como por ejemplo Licurgo), en
algunos momentos serán objeto de tímidas reformas, tal y como sucedió con la agogé en tiempos de
Cleómenes III. Esa inmutabilidad espartana contrasta con el sistema político ateniense, mucho más abierto a
la participación ciudadana y a posibles reformas.  
Para los espartanos, las leyes eran temibles y únicamente aquellos que hubiesen logrado sobrevivir con éxito
al proceso educativo instaurado por la agogé podían ser considerados homoioi, es decir, “iguales”. Desde un
punto de vista socio-político, el régimen espartano se esforzó en conseguir una igualdad forzada, y porque
no decirlo, forzosa, que no originase una subclase superior dentro de la supuesta igualdad existente entre
todos los homoioi, para lo cual se adoptaron algunas medidas, como por ejemplo, la prohibición de poder
vender su lote de tierra o dividirlo como consecuencia de un reparto de herencia. Paradójicamente, esa
incesante búsqueda de la igualdad provocará que el poder económico se concentre en una élite espartiata,
además de poner de manifiesto la rigidez e incapacidad del sistema espartano para adaptarse a los distintos
cambios socio-políticos de cada momento histórico, que se hará especialmente patente tras la Guerra del
Peloponeso.  
Las referencias a la eunomía como elemento cohesionador y esencial para la constitución del orden social
espartano, fuertemente basado en la tradicional concepción del nomos, quedó reflejada en su marcada
estratificación, tanto social como económica. Las reformas legislativas atribuidas a Licurgo hicieron de
Esparta una “rara avis” dentro del mundo griego, al menos en lo que respecta a su organización y cohesión
internas.  

El sometimiento de la individualidad a los intereses comunitarios, que no era ni mucho menos un rasgo
exclusivamente espartano, y la denominación que se dieron los espartiatas de “iguales”, así como el intenso
entrenamiento y educación militar que recibieron, son claros ejemplos de la peculiar configuración socio-
política de Esparta, que se mostró muy reticente a los cambios.  
En contraposición al modelo socio-político espartano, el ateniense sería alabado y extendido a otras partes
del mundo griego gracias al acertado uso de la propaganda literaria y a su expansionismo político y
comercial. Del mismo modo que en Esparta, en Atenas, la concepción de la ciudadanía era esencial, y tan
solo eran considerados ciudadanos aquellos atenienses que hubiesen superado exitosamente su educación y
entrenamiento militar tras la efebía, logrando tras esto, el pleno goce de todos los privilegios que la polis les
brindaba en su condición de ciudadanos de pleno derecho.

 
(22) Platón desarrolla su idea de paideia en su República, y de forma más detallada en las Leyes.  
(23) Hernández de la Fuente, D. La civilización griega, Alianza Editorial, Madrid (2014) p.95. 
(24) Isócrates (436-338 a.C.) fue un retórico y educador griego al que se le atribuye la idea del concepto de panhelenismo.
Los pilares del sistema democrático ateniense, asentados por Solón gracias a las diversas reformas que
emprendió durante su arcontado para dar solución a los problemas de Atenas, posibilitarán el acceso de las
clases más desfavorecidas a los mecanismos de participación política de la polis, lo cual dará lugar a una
nueva concepción de la ciudadanía, haciendo que se pase a una comunidad de ciudadanos imbuidos de una
idea democrática y de igualdad, aunque la aristocracia seguirá disfrutando, aunque en menor proporción, de
algunos privilegios.  
Durante el gobierno de Clístenes (25), y ya sumidos en plenas Guerras Médicas, las resonantes victorias
griegas en Maratón y en Salamina sirvieron para cohesionar internamente Atenas, lo cual ayudará a
solventar los conflictos sociales que en el pasado habían sumido a la polis en una inestabilidad ciertamente
perniciosa, además de producirse el desarrollo del sistema democrático ateniense, que coincidirá con su
expansión militar.  
Previamente, Atenas había comenzado a dar forma a una intensa campaña propagandística que provocará el
surgimiento de una “conciencia griega” que será utilizada por la polis ateniense para erigirse en máximo
exponente de los valores típicamente griegos frente a los persas, que en aquellos momentos fueron
presentados como el mejor ejemplo de lo “no griego” o “bárbaro”. Con el fin de servir a sus intereses
políticos, Atenas no dudará en identificar su enfrentamiento con los persas con el mito troyano, elevando sus
acciones a la categoría de miticas. 
Durante la denominada Pentacontecia (26) se producirá el ascenso de Atenas como potencia y la definitiva
consolidación del sistema democrático que, en líneas generales, trató de equilibrar las pulsiones sociales
existentes, pero acabará provocando un conflicto de grandes dimensiones que dividirá al mundo griego
debido a la excesiva arrogancia y falta de tacto mostradas por los atenienses en su política exterior, sin
mencionar las excesivas exigencias fiscales a las que sometió a sus aliados en la Liga de Delos, que
acabarán por costear los gastos derivados del mantenimiento del aparato bélico ateniense, y por extensión, a
la propia Atenas. 
La ambición imperialista ateniense acabará llevando al resto del mundo griego a enzarzarse en una cruel
lucha fratricida (la Guerra del Peloponeso), y Atenas no dudará en utilizar, una vez más, la propaganda que
había venido desplegando desde las Guerras Médicas, manipulando mitos como el troyano o el concepto de
“bárbaro” para legitimar su acción política y liderazgo en la Liga Délica. A diferencia de las Guerras
Médicas, en donde el término se había usado expresamente para referirse a los persas, más tarde y durante la
Guerra del Peloponeso, además de ser empleado para denominar a otros pueblos “no griegos”, también lo
será para denigrar a otros griegos, a los cuales les atribuirá, como ocurrió con Esparta, características propias
de “bárbaros”. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
(25) Clístenes (570-507 a.C.) fue un noble alcmeonida considerado como el introductor de la democracia en Atenas hacia 508 a.C. tras reformar
su constitución. Su principal innovación fue el establecimiento del principio de isonomía, la igualdad de todos los ciudadanos atenienses ante la
ley. 
(26) Término acuñado por Tucídides para denominar al periodo de cincuenta años existente entre la victoria griega en las Guerras Médicas y el
inicio de la Guerra del Peloponeso en el 431 a.C. 
Conclusión
Como breve conclusión a este estudio, se podría decir que, pese a las evidentes diferencias entre los sistemas
socio-políticos espartano y ateniense, en diversos aspectos institucionales y en los fines no lo fueron tanto.
En el caso de la agogé espartana como de la paideia griega, la concepción y fin último de ambas no era otro
que formar ciudadanos “ejemplares” y lograr alcanzar el “buen gobierno” en sus respectivas poleis. Pese a
que en ambos casos se trató de fomentar la eunomía y la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley
(isonomía) a través de las instituciones, paradójicamente en el caso espartano, no se logrará la completa
igualdad entre los homoioi pese a las escasas disposiciones legales que promulgaron en ese sentido, siendo
conocida la inmutabilidad y rigidez de su sistema-socio-político, que a la postre, no les permitirá adaptarse a
las circunstancias históricas de cada momento, a diferencia de Atenas, más abierta a los cambios y a la
participación de un mayor número de ciudadanos, y en su caso, los aristócratas, que pese a haber perdido
parte de sus privilegios como consecuencia de las diversas modificaciones socio-políticas llevadas a cabo
por Solón o posteriormente por Clístenes, seguirán gozando de ciertas prerrogativas en virtud de su
condición. 
En lo que respecta al uso de la propaganda por parte ateniense, durante las Guerras Médicas se revelará
como una importante arma al servicio de la causa común griega frente a la amenaza persa, pero tras la
rotunda victoria griega, que los atenienses consideraron como propia y lograda en su mayor parte gracias a
ellos, les hará identificarse como los portadores de las más puras esencias de lo griego en contraposición a
los demás, los denominados peyorativamente como “bárbaros”, y “lo griego” llegará a ser mostrado como
sinónimo de “lo ateniense”. Su ascenso como potencia y la arrogancia mostrada contra buena parte de sus
aliados en la Liga de Delos, acabará provocando el estallido de un gran conflicto, la Guerra del Peloponeso,
que dividirá al mundo griego y conllevará una nueva identificación de lo que se consideraba hasta entonces
como “bárbaro”, que en este momento llegará a ser utilizado para identificar a otros griegos como tales. 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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