Está en la página 1de 6

Fe religiosa y la razón

“La ciencia tiene evidencias, pero no está segura de todo.


La religión está segura de todo, pero no tiene evidencias”
Ashley Montagu

1.- INTRODUCCIÓN.
Es imposible tratar ambos temas, la fe y la razón, sin considerar la postura laicista
de una confrontación racional, que implica a la Filosofía de la Religión. Un pensamiento
que se caracteriza por someter el tema religioso a un estudio crítico, abierto, riguroso y no
confesional, es decir, una reflexión filosófica sobre el fenómeno religioso, libre de ataduras
dogmáticas. (Fraijó. 1994)
Se intenta debatir la relación polémica que existe entre el dogma (Fe) y la lógica de
la razón, es decir, efectuar un breve estudio sobre las contradicciones y/o coincidencias
entre la religión y la filosofía, asumiendo que ambas cumplen, o han cumplido un rol
importante al interior de la sociedad. Ambas posiciones, tanto de la fe religiosa, como de la
lógica de la razón, fueron y son protagonistas en un proceso histórico acerca del desarrollo
del ser humano, destinado a desplegar el pensamiento crítico, en un plano ético y moral,
sobre aspectos que, según nuestra postura, deben ser mirados con la luz de la razón.
En relación al tema, se descubrió una extensa bibliografía, que abarca numerosas
investigaciones en torno a la fe religiosa versus razón, desde los antiguos filósofos griegos
hasta pensadores contemporáneos, entre los que destacan muchos intelectuales de
origen alemán, que influyeron notablemente en eruditos e incluso, estudiantes que, en la
actualidad, desarrollan estos contenidos, como tesis de grado.

2.- DESARROLLO

Iniciando la búsqueda de antecedentes con el concepto de la Fe, es evidente que,


las religiones presentan al hombre un conjunto de creencias para ser aceptadas, lo cual
es, el fundamento del dogma; sin embargo, tales creencias religiosas no dejan de tener un
aspecto práctico, que lo lleva por medio de la praxis por el camino hacia Dios y a la
verificación del auténtico saber religioso, según la religión interesada, lo que nos conduce
al pensamiento de Aristóteles, quien nos indica al respecto que: “para saber lo que debemos
hacer, hemos de hacer lo que queremos saber” lo que un proselitista religioso interpretaría al
respecto como: el conocimiento religioso no se aprende sólo con lecciones teóricas, sino
que debe llevarse a la práctica y a la observación personal, para apreciar lo que sea
necesario corregir, para así, lograr la “salvación” del ser objetivo (Conesa, F. 2001)

Es interesante la postura de I. Kant en un análisis racional de la religión, ya que


armoniza la fe y la razón a partir un racionalismo ilustrado, que se enfoca desde la
posición de un hombre profundamente religioso, pero que decidió prescindir de una visión
teológica en particular, y tal vez por eso, nos indica que, la religión no es un apéndice de la
vida del Hombre o de la Filosofía, sino que es una parte existencialmente importante, ya
que todo conocimiento y posterior acción, están ordenados a que el hombre sea pleno, y
esta plenitud solo se entiende si se concibe a la ley moral como mandato divino, pues solo
así el hombre puede albergar la esperanza de que sus acciones morales trasciendan la
acción fenoménica. Esto, nos lleva a pensar, en ¿qué clase de Dios es aceptable en la
filosofía de Kant? Sin embargo, y para no profundizar demasiado, debemos tener presente
que la religión para él, no es una relación interpersonal, sino más bien una continuación de
la ética, pero, que incluye una esperanza que sólo la figura de Dios puede ofrecer.
(Aquino, María I. 2013)

Por otro lado, y pensando en la relevancia que tiene I. Kant en la historia de la


filosofía moderna según los aspectos metafísicos, gnoseológicos y éticos, apreciamos que
también su pensamiento es importante en la filosofía de la religión, lo cual está basado en
su libro “La religión en los límites de la mera razón” en donde practica el hacer filosofía de la
religión, repercutiendo con su estilo en diversos filósofos que le precedieron. Parece ser
que, en algún momento de su etapa religiosa, Kant quedó saturado a disgusto de prácticas
religiosas de tono sentimental, lo que indudablemente influyó en hacerle buscar como
antídoto, un camino racional más sobrio y, encaminado a la “ sublime y divina” moral del
cristianismo, prefiriendo ir más bien por el camino del teísmo frente al del deísmo; y, por lo
tanto optará por cambiar el concepto deísta del “ Ser necesario e infinito”, por el de “Ser
inteligente y libre”, lo que lo lleva a buscar atributos en la Moral Cristiana según el
pensamiento: “Dios, es el Supremo Bien”, pensando al respecto que, es más importante
creer que demostrarlo, y que la fe, se basará en la buena conducta y no a la inversa,
especialmente cuando nos indica que: “Dios no es susceptible de demostración teórica, sí de
fe moral”, sin embargo, la controversia de su fe religiosa, con el racionalismo, se ve
expresada en lo que quiso decir al indicar que: “debí destruir la ciencia para hacer lugar a la
fe”. Sin embargo, se advierte en él, un temor a que la religión practique estrategias de
inmunización frente a la filosofía, ya que advirtió contundentemente que, una religión que
declare la guerra a la razón, no podrá a la larga, salir victoriosa. (Gómez, J. 1994)

En el ámbito de las ideas religiosas, Albert Einstein reconoció dos cosas


fundamentales para él: por un lado, él no es un especialista del tema, y, por otro lado,
indica que, siendo un científico de la física teórica, se siente un hombre profundamente
religioso. Él, estima que, en el origen del pensamiento religioso, hay un conjunto de
variadas emociones que se relacionan principalmente con la satisfacción de necesidades
que conducen al propósito de mitigar el dolor causado por dichas emociones. Mirando el
tema con una visión evolutiva, planteó la posibilidad de establecer tres orígenes en la
religión: (a) miedo, (b) sentido moral y, (c) sentido cósmico. La primera, principalmente en
el hombre primitivo y sus miedos derivados de necesidades insatisfechas (hambre,
enemigos, enfermedades, muerte, etc.) algo no creado por sacerdotes, pero sí usado por
ellos para defender su casta e intereses. La segunda, basada en impulsos sociales, ante
el deseo de una guía paternal, de amor, seguridad y apoyo, con un Dios proveedor y
protector que recompensa los esfuerzos humanos; finalmente, el sentido cósmico, surge
de la comprobación de pequeñez del ser humano frente a la Naturaleza y la inmensidad
del Universo, que lo lleva a una visión panteísta de Dios, el Dios de Spinoza (Ramírez, R
2012), declarando que las tradiciones confesionales, sólo le interesan desde un punto de
vista histórico y psicológico, pero sin significado en lo personal. (Adaros. W, 2002)
Coincide con Kant, asegurando que fe y razón se necesitan mutuamente.

Una religión revelada es aquella cuyas doctrinas se presentan como originadas de


una manifestación o comunicación directa de la divinidad a los hombres. Esto plantea un
problema a la razón. ¿Cómo podemos estar seguros de que lo declarado procede
genuinamente de la divinidad? Y no, por ejemplo, un producto del deseo de engañarnos, o
bien, de la fantasía de los individuos que la proclaman. El cristianismo, para satisfacer esa
racional duda, creó la imagen del milagro, es decir, un hecho sobrenatural que transgrede

2
las leyes de la naturaleza, y por lo tanto fuera del alcance de ser ejecutada por humanos;
la persona que los realice debería ser reconocida como depositaria de un poder que sólo
procedería de Dios. La pregunta es, ¿tenemos que aceptar tales testimonios sin existir
pruebas de su veracidad? Algo ampliamente registrado en el Nuevo Testamento y
planteado por David Hume en la sección “De los Milagros” en su Enquiry concerning Human
Understanding, en donde el autor insiste en que un milagro es un suceso contrario a toda
nuestra experiencia pasada y, por lo tanto, de carácter improbable y lejos de toda
credibilidad. (G. López. 1994)

Savater (2007), en su libro “La vida eterna” nos plantea como duda fundamental:
cómo es posible que, en la época en que vivimos, luego de un Darwin, un Nietzsche, un
Freud, y tras el espectacular desarrollo del conocimiento científico y tecnológico, e
instaladas ya hace dos siglos las conquistas sociales y políticas de una ilustración
racionalista, siga habiendo creyentes en Dios (representado como un Súper Padre
Justiciero e Infinito), en la resurrección de los muertos y en la vida eterna; e indica además
que, a la preocupación definitiva por cada uno de nosotros, la llamamos salvación y así,
las creencias religiosas son, una especie de tecnologías de salvación, agregando que,
ante la certidumbre de la muerte se nos empuja a la fe religiosa, ya que nos ofrece la
inmortalidad. El ansia de la inmortalidad, constituye el motivo esencial de la fe en los
dogmas religiosos, al menos en los monoteísmos que prometen al creyente una salvación
personal; o, como sostiene Ludwig Feuerbach, “el hombre no cree en la inmortalidad porque
cree en Dios, sino que cree en Dios porque cree y desea la inmortalidad, ya que, sin la fe en Dios,
no es posible aportar un fundamento a la fe en la existencia de la inmortalidad ”. (en Rodríguez
2016)

Para Nietzsche, la filosofía concibió ciertamente a Dios como una resultante de la


teoría de los afectos, y situado más allá de toda subjetividad y de todas las concepciones
relativas de los humanos, como un ser capaz, a la vez, de penetrar con su mirada en el
corazón y en la raíz de los afectos; en otras palabras, Dios fue concebido por los filósofos
religiosos como absolutización de un esquema gramatical básico de la teoría y de la
posición del espectador no participante. Este, es el Dios contra el que Nietzsche se dirige
y cuya muerte anuncia; un Dios pensado como causa origen de todas las cosas, o como
prolongación del esquema de nuestras explicaciones y simplificaciones, en la que
reducimos todo a “casos idénticos” y a leyes; un Dios que, siendo el resultado de la
absolutización de un esquema, lo es de la fe, si se prefiere, en la gramática de nuestro
pensamiento como forma de una verdad absoluta. (en, Muñoz, J. 1994)

Según Nietzsche, el cristianismo ha encarnado la defensa de todos los humanos


débiles, bajos y malogrados; ha hecho un ideal del repudio de los instintos de
conservación de la vida pletórica; ha echado a perder hasta la razón inherente a los
hombres intelectuales más potentes, enseñando a sentir los más altos valores de la
espiritualidad humana como: pecado, extravío y tentación. El ejemplo, más deplorable es
la ruina de Pascal; quién creía que su razón estaba corrompida por el pecado original,
cuando en realidad estaba corrompida por el cristianismo, e indica además que, la
concepción cristiana de Dios, Dios como dios de los enfermos, como araña, como espíritu,
es una de las ideas más corrompidas que existen sobre la tierra; tal vez hasta marque el
punto más bajo de la curva descendente del tipo de la divinidad. ¡Dios, degenerado en
objeción contra la vida, en vez de ser su transfigurador y eterno en sí! ¡En Dios, declarada
la guerra a la vida! ¡Dios, la fórmula para toda detracción de “este mundo”, para toda
3
mentira del “más allá”! ¡En Dios, divinizada la nada, santificada la voluntad de alcanzar la
nada!... Si se coloca el centro de gravedad de la vida, no en la vida, sino en el “más allá” –
en la nada-, se le quita a la vida en general, el centro de gravedad. Para Nietzsche, el
único verdadero cristiano, es Jesucristo, traicionado por quienes establecieron las bases
del cristianismo, reconstruyendo y malinterpretando su mensaje. (Nietzsche, 1895).

André Glucksmann afirma que “Dios ha muerto tres veces”, primero en el calvario,
proclamado luego su deceso por Nietzsche y, en la actualidad, al desaparecer del
horizonte europeo y de gran parte del mundo cristiano. Desenmascarada la religión
judeocristiana, Nietzsche sostiene que el nihilismo subyacente al núcleo de creencias del
monoteísmo occidental, no debe ser imputado sólo a la debilidad de la razón declarativa,
como pudo ser el caso de los filósofos presocráticos, sino a la inexistente redención
prometida en textos bíblicos, al embuste de la alianza entre Dios y su pueblo, proveniente
de la tradición del Medio Oriente. Salimos así, del ámbito de la razón cognoscente para
situarnos en la pragmática de los contratos incumplidos, el de la mala fe y de la impunidad
ética. (Dennis, E. 2019) (Zilboorg, G, 1960)

Para Freud, las representaciones religiosas entran en la categoría de ilusión y así


calificó a la religión en una de sus obras: “El porvenir de una ilusión” (1927). Porvenir a la
religión, no le ve ninguno. Freud está convencido de que el abandono de la religión se
producirá en la sociedad con la inexorable fatalidad de un proceso de crecimiento, igual
que el abandono de otras ilusiones. Por ilusión, entiende toda representación que tiene
por punto de partida el deseo, aclarando que ilusión, no es lo mismo que error, pero
respecto de la ilusión religiosa, Freud se muestra implacable, agregando que, la religión
para él, no sólo es neurosis colectiva, sino también delirio colectivo, con las características
y las funciones del pensamiento delirante, que trata de sustraerse al principio de la
realidad, al juicio basado en la objetividad, y de independizarse del mundo exterior como
medio de evitar el sufrimiento de lo real. (Fierro, A. 1994)

La Francmasonería, frente al problema religioso, no adopta una posición cerrada.


Su concepción fundamental, no está dirigida en sentido unitario. Basta releer, para ello, la
primera obligación de la Constitución de Anderson, en la que se expresa, tocante a Dios y
a la religión: “El masón está obligado, por su oficio, a obedecer la ley moral y si entiende bien su
Arte, no será un ateo estúpido, ni un libertino sin religión” sin embargo, a continuación nos
indica la conveniencia de una obligación religiosa, sólo en aquello en que todos están de
acuerdo, dejando libertad a cada cual, según su propia opinión, esto es, que deben ser
hombres buenos, fieles, de honor y probidad, en cualquiera de las sectas o creencias que
los diferencien. En todo caso, el desarrollo de la Francmasonería, nos lleva a los
siguientes principios generales: la Francmasonería no es una religión; no es enemiga de la
religión; no puede encontrarse en ella un explícito o implícito sentido de ateísmo; es un
terreno neutral para todas las ideas confesionales en cuanto a sus principios morales.
Ahora bien, otra cosa es posible decir que la religión católica y romana se ha manifestado
decididamente antimasónica, no así, la Francmasonería que nunca se ha expresado en
términos anticatólicos. La lucha del catolicismo en contra de la Francmasonería comenzó
quince años después de promulgada la Constitución de Anderson, ya que en 1738 el papa
Clemente XII lanzó la primera encíclica en contra de la Francmasonería, y luego fueron
numerosas las manifestaciones públicas en contra de la “infame secta”, “obra del diablo” y
“peste impura” que fueron algunos de los epítetos dirigidos desde la alta jerarquía romana,

4
evidentemente seguidos por todos los subalternos y clero en general, con publicaciones
realizadas por un experto publicista y asesor del papado en estas materias, el padre
jesuita Herman Gruber, que escribía bajo el seudónimo de Hildebrand Gerber. (García. V,
René, 2015)

3. DISCUSIÓN

Hemos destacado el pensamiento de dos reconocidos filósofos, que tuvieron y


mantienen una gran influencia sobre el desarrollo del pensamiento, según un debate que
pudiera establecerse entre la fe religiosa y un razonamiento lógico, pero, mirados desde
su manifiesta religiosidad y su posición frente a la idea de Dios, como son: Immanuel Kant
y Albert Einstein, frente a dos filósofos de similar prestigio, pero con una posición
antagónica al tratar este tema: Friedrich Nietzsche y Sigmund Freud, para terminar con el
enfoque neutral de la Francmasonería, que deja a los masones en libertad para el
desarrollo de un espíritu libre de ataduras y de dogmas, siempre y cuando, se respeten los
principios y valores éticos y morales que la impulsan.

4. CONCLUSIÓN

Las posiciones de Kant y Einstein frente a un debate entre fe y razón, aunque


miradas sesgadamente con la luz de la razón, no satisfacen el espíritu crítico de una
conciencia ilustrada en la era actual, y, por otro lado, los argumentos entregados por una
posición decididamente antirreligiosa, tanto de Nietzsche como de Freud, nos llevan al otro
extremo, a una situación en la que probablemente nuestra conciencia no esté preparada
aun, para decidir un veredicto definitivo, y tal vez por eso mismo, la posición que nos
presenta la masonería, es una perspectiva cómoda para una persona que imagine dudas,
en cuanto a su convicción religiosa. De igual modo, ante planteamientos sobre la figura de
Dios, la respuesta de Albert Einstein, el Dios de Spinoza, parece satisfacer la inquietud e
incertidumbre presentes en el hombre contemporáneo, sin embargo, debemos destacar
que Baruch Spinoza fue perseguido, declarado ateo y expulsado del judaísmo, y
finalmente a su muerte, maldecido por el cristianismo, a pesar de haber sido un hombre
bueno y profundamente religioso; Nietzsche, al conocer la obra de Spinoza, se declaró
muy cercano a él. De igual modo, es destacable el valor, en todos los filósofos que hemos
consultado para persistir con su pensamiento, en un medio tan pleno de ignorancia,
fanatismo y hostilidad, situación generada desde las bases del poder imperante.

Luis Humberto García Bustos


Ovalle-Chile: junio/2019

BIBLIOGRAFÍA

5
1. Aquino R. M, I, 2013. “La racionalidad de la religión en Kant” Tesis para obtener el
título de Licenciada en Filosofía. Universidad Popular Autónoma del Estado de
Puebla. Departamento de Arte y Humanidades. Facultad de Filosofía. Puebla
México.
2. Conesa, F. 2013. “El saber religioso como conocimiento práctico” Facultad de
Teología. Universidad de Navarra. (https://www.academia.edu/7740876/
3. Daros, W, R, 2002. “Religión y ciencia en el pensamiento de Albert Einstein”
Universidad del Centro Educativo Latinoamericano. Rosario, Argentina. Invenio,
vol.5, num.8, junio 2002, pp. 45-56
4. Dennis, Errol, 2019. “Acerca de la muerte de Dios”. Iniciativa Laicista. N°44,
jul/ago. 2019, pp. 30-32
5. Fierro, Alfredo, 1994. “Psicología de la religión” en “Filosofía de la Religión.
Estudios y Textos”. Edición de Manuel Fraijó. Colección Paradigmas. Biblioteca de
Ciencias de las religiones.
6. García, V, René, 2015. “Las relaciones de la francmasonería con las religiones”.
Colección Citerior. Cuadernillo escocés N°62, pp. 5-15
7. Gómez, José, 1994. “La filosofía de la religión de Kant” en “Filosofía de la Religión.
Estudios y Textos”. Edición de Manuel Fraijó. Colección Paradigmas. Biblioteca de
Ciencias de las religiones.
8. López, S, G, 1994. “David Hume, o la reflexión escéptica sobre el mundo religioso”
en “Filosofía de la Religión. Estudios y textos”. Edición de Manuel Fraijó. Colección
Paradigmas. Biblioteca de Ciencias de las religiones.
9. Muñoz, Jacobo,1994. “Nihilismo y crítica de la religión en Nietzsche” en “Filosofía
de la Religión. Estudios y Textos”. Edición de Manuel Fraijó. Colección Paradigmas.
Biblioteca de Ciencias de las religiones.
10. Nietzsche, Friedrich, 1895. “El Anticristo”. Editorial Centro Gráfico Ltda., marzo
2004. 93 págs.
11. Ramírez, Rómulo, D y G. 2012. “El Dios geométrico de Baruch” en “Metafísica y
Persona. Filosofía, conocimiento y Vida”. Año 4-Número 8. UPAEP. Universidad de
Málaga. https://www.cousehero.com/file/24309551/
12. Saens, A, H, 2014. “La crítica de Freud a la religión” en https://dialnet.unirioja.es/
13. Savater, Fernando, 2007. “la vida eterna” en “Lecturas de Ciencia y Filosofía” de
Rogelio Rodríguez Muñoz. Revista Citerior. Vol.66; julio 2016. N°2 pp. 43-44
14. Zilboorg, Gregory, 1960. “Freud y la religión” en https://dialnet.unirioja.es/

También podría gustarte