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LA VARIACIÓN DE ‘SOSPECHA SUFICIENTE’ A ‘SOSPECHA GRAVE’ COMO

ESTÁNDAR REQUERIDO EN LA IMPOSICIÓN DE LA PRISIÓN PREVENTIVA

POR
JEFFERSON MORENO NIEVES
-
MARZO 22, 2018

Resumen: Con la emisión de la Sentencia Plenaria 01-2017 la Corte Suprema ha


variado nuevamente el estándar de sospecha necesaria para la imposición de una
medida de prisión preventiva. Este pronunciamiento marca un antes y un después
en el estándar necesario de restricción de libertad, así como de las diferentes etapas
procesales. Con la emisión de la Casación 626-2013, Moquegua, la Corte
Suprema tenía delimitado que el grado de sospecha necesario era el de “sospecha
suficiente”. Es más, llegó a establecer cuál sería el razonamiento adecuado para
verificar su concurrencia. Sin embargo, al día de publicación de este pequeño
artículo, el grado de sospecha necesario sería el de “sospecha grave”. El objeto
de análisis de este trabajo, pues, lo constituye la implicancia de tal variación, y qué
debería entenderse por uno u otro concepto.

Palabras clave: Sospecha grave, sospecha suficiente, prisión preventiva, etapa


intermedia, probabilidad, Corte Suprema.

1. Introducción

“Dime qué me imputas y te diré cómo me defiendo”. Esta es una frase que
solíamos usar en el litigio diario para exigir el respeto a la garantía de la imputación
necesaria. Normalmente era usada en la llamada etapa intermedia (no
exclusivamente en ella, claro), en la cual la acusación fiscal debía alcanzar los más
altos estándares de narración clara, precisa y circunstanciada, con la
fundamentación jurídica correspondiente y el debido ofrecimiento de los medios de
prueba que se considerase.

Cuando queríamos usar la misma frase en la etapa de diligencias preliminares, la


respuesta siempre era que en esa etapa aún no se había construido una imputación
concreta o formal, ya que las diligencias preliminares solo servían para realizar
actos urgentes e inaplazables que estén dirigidos a la identificación de las personas
vinculadas con la comisión del hecho de apariencia delictiva. Es más, no se nos
permitía el acceso a la carpeta fiscal si aquella diligencia preliminar había sido
aperturada, bajo el título de “contra los que resulten responsables”.

Esta situación cambió un poco con la emisión de la decisión en el


caso Chinchero[1], en la cual la Sala de Apelaciones estableció que el respeto a la
garantía de la imputación necesaria no nace con la formalización de la investigación
preparatoria, sino que ya existe en la etapa de diligencias preliminares, aunque
claro, en un nivel menor.

Más problemática era la situación con el análisis de la adopción de la medida


de prisión preventiva, respecto a cuál era el grado de imputación y vinculación
necesario para su adopción. Hasta el día de hoy no hemos logrado establecer cuál
es la diferencia entre los elementos graves y los elementos fundados, o si
finalmente terminan siendo conceptos que quieren dar a entender lo mismo. Aunque
lo cierto es que siempre se ha dicho que lo que se exige para la imposición de la
medida de prisión preventiva, es “algo” más que elementos de convicción,
un “plus” al concepto de elementos de convicción.

No estaba claro cuál era el estándar requerido para la imposición de la medida de


prisión preventiva, hasta que la Casación N° 626-2013, Moquegua intentó dar
contenido al concepto, estableciendo que el análisis que debe realizar el juez que
conoce la audiencia de prisión, debe ser un análisis de posibilidad, similar al que
se realiza en la etapa intermedia.
En otras palabras, se le requería al Juez de Investigación que conocía una audiencia
de prisión, un análisis que debía realizarse en una etapa posterior. Aunque era
ilógica la forma en la que se intentó dar contenido al concepto, ya contábamos con
una respuesta frente a la pregunta, ¿cuándo estamos frente a graves y fundados
elementos de convicción?

Sin embargo, a la fecha de realización de este pequeño artículo, el estado de las


cosas ya no es el mismo. La Corte Suprema en la Sentencia Plenaria N° 01-2017,
intentando solucionar el problema de la autonomía del delito de lavado de activos y
su relación con el delito fuente como elemento normativo o no de este tipo penal,
desarrolló en sus fundamentos cuáles serían los grados de imputación que se deben
respetar, dependiendo de la etapa procesal en la que nos ubiquemos. Es más, ha
precisado cuál sería el grado necesario para la imposición de la medida de prisión
preventiva. En este análisis pretendemos explicar cuál sería el significado de lo que
la Corte Suprema ha llamado “sospecha grave” y cuál sería su diferencia con
la “sospecha suficiente”, si es que existe alguna.

2. El fumus commissi delicti como presupuesto de la imposición de la medida


de prisión preventiva

Para la adopción de medidas cautelares de carácter personal como la prisión


preventiva, se requiere del análisis exhaustivo de sus presupuestos. Uno de ellos
es el fumus delicti comisssi, esto es, la verificación de lo que nuestro estatuto
procesal penal ha denominado como “fundados y graves elementos de
convicción”.

El profesor Villegas Paiva precisa al respecto que se exige un juicio de


conocimiento, por parte del tribunal, que permita establecer que existe una gran
probabilidad de que ha ocurrido un hecho punible atribuible al imputado[2].
Asimismo, afirma que lo elementos recolectados en los actos de investigación al
momento de ser valorados deben arrojar un alto grado de probabilidad de que el
imputado ha intervenido en el hecho punible. Es decir, se requiere algo más que
una simple sospecha razonada, debe tratarse de una sospecha muy fundada.[3]

Castillo Alva define a este presupuesto como aquel que permite afirmar en grado
de probabilidad la comisión de un delito y su relación con quien se considera su
autor o partícipe. Afirma también que no basta que haya elementos de juicio,
evidencia, soporte material o hecho que vinculen a una persona con la comisión de
un delito, sino que estos elementos de juicio, evidencia y soporte material tengan
una especial magnitud, importancia o envergadura, en buena cuenta, que se trate
de elementos graves[4].

Dlel Río Labarthe, respecto de este presupuesto, manifiesta que el “nuevo” Código
Procesal Penal establece el nexo causal entre la (probable) existencia de un delito
y la (probable) responsabilidad criminal del sujeto pasivo de la medida.[5]

De la misma manera, hace referencia a que la legislación procesal penal asume una
posición muy similar a la del ordenamiento español, que, al requerir motivos
bastantes para la aplicación de la prisión preventiva, acerca de la valoración de la
existencia del hecho punible o un grado cognitivo calificable como probable y no
como posible, un alto grado de probabilidad si se quiere, cercano a la convicción o
certeza, pero nunca idéntico.[6]

Es decir, la configuración del presupuesto material, “fumus comissi delicti”, para la


imposición de prisión preventiva, requiere en principio que existan elementos
objetivos que vinculen al autor con el hecho objeto de imputación; sin embargo, este
no sería el único parámetro que abarca este presupuesto que no sólo es
considerado para esta medida de coerción sino para muchas otras.

Hasta este momento nótese que no existe un acuerdo en la doctrina respecto de


cuál debe ser el grado exigido para la imposición de la medida de prisión preventiva.
En algunos casos se habla de una sospecha suficiente, en otros casos de una
sospecha grave, y también de una vinculación probable y no posible.

Esta era la situación de incertidumbre que se tenía en la dogmática y claro que,


trasladada a la práctica judicial, en la que la mejor solución era señalar que se
necesitaba “algo” más que elementos de convicción. Esta situación se mantuvo
hasta la emisión de la Casación N° 626-2013, Moquegua.[7]

3. El estado de la cuestión antes de la emisión de la Sentencia Plenaria N° 1-


2017. El razonamiento vinculante de la Casación N° 626-2013, Moquegua

La Casación N° 626-2013, Moquegua implementó en el sistema procesal


diferentes novedades. Estableció, por ejemplo, la necesidad de debatir en una
audiencia de prisión ya no tres, como clásicamente estaba establecido, sino
cinco items. Asimismo, estableció su discusión en un orden establecido y que este
debería realizarse uno por uno; también desarrolló el contenido de los criterios del
peligro procesal. Pero la novedad relevante para este artículo es haber delimitado
qué podríamos entender por el concepto “graves y fundados elementos de
convicción”, o mejor dicho, cuál sería el estándar necesario para la imposición de
la medida más grave en la restricción a la libertad.

La Corte Suprema sostiene, en su fundamento jurídico vigésimo séptimo, que: “Para


la adopción de la prisión preventiva no se exige que se tenga certeza sobre la
imputación, sólo que exista un alto grado de probabilidad de la ocurrencia de los
hechos, mayor al que se obtendría al formalizar la investigación
preparatoria”.[8]

Asimismo, la Casación citada, en su fundamento jurídico vigésimo octavo establece


que “sobre los actos de investigación se debe realizar un análisis de suficiencia
similar al que se hace en la etapa intermedia del nuevo proceso penal”.[9]
Es decir, la Corte Suprema establece que el estándar necesario para la adopción
de la medida de prisión preventiva es el de “sospecha suficiente”.

De la misma manera, la Resolución Administrativa N° 325-2011-PJ, señala lo


siguiente: “Que el primer presupuesto material a tener en cuenta –que tiene un
carácter genérico– es la existencia de fundados y graves elementos de convicción
–juicio de imputación judicial– para estimar un alto grado de probabilidad de que
el imputado pueda ser autor o participe del delito que es objeto del proceso
penal”.[10]

Así las cosas, el concepto de sospecha suficiente se erigía como el estándar


necesario para requerir, y posteriormente, adoptar la medida de prisión preventiva.

Sin embargo, lo interesante era la forma en la que la Corte Suprema entendía el


concepto de sospecha suficiente. Señala la máxima instancia judicial que debe
realizarse un juicio de suficiencia similar al que se realizaría en la etapa intermedia
del proceso penal. Para entender la expresión, tendríamos que resolver primero
cuál es ese análisis de suficiencia que se realiza en etapa intermedia y que ahora
nos señalan como necesario para la audiencia de prisión preventiva. Nace aquí la
relación entre el grado de sospecha necesario para ambas etapas.

El control de acusación como etapa procesal mantiene, desde nuestra perspectiva,


las siguientes finalidades:

i. No todo debe llegar a juicio

Quién conoce normalmente esta etapa (excepto el proceso inmediato, por ejemplo)
es el Juez de Investigación Preparatoria, para evitar que innecesarios casos lleguen
a la etapa de juicio oral, y donde debe tener participación un juez diferente a quien
realizó el control, a fin de evitar contaminación con el caso.

ii. Evitar el sufrimiento de la pena banquillo por parte del imputado


Evitar su innecesaria presentación en un juicio penal que por solo existir le genere
cargas y daños; este concepto se magnifica en una sociedad como la nuestra, en la
cual, la pena normalmente se adelanta sin ni siquiera haber llamado al primer testigo
a juicio, o haber oralizado la primera prueba documental; recuérdese también que
la sentencia absolutoria en algunos casos no llega a reparar los daños que ya
genero la pena banquillo; y

iii. El descongestionamiento de la carga procesal

Uno de los primeros fundamentos de existencia de un sistema acusatorio es, o por


lo menos fue, la disminución de la carga procesal. Entonces, si es que todo caso
llega a juicio y la etapa intermedia no cumple con esta función de control y filtro, la
consecuencia sería tener al Juez penal recargado con casos, que en más de una
oportunidad se pueden ver, no merecen llegar a juicio oral. Debe quedar clara la
importancia de la etapa intermedia en el proceso penal, sea común o especial.

De estos tres fundamentos de existencia puede establecerse cuál sería el


razonamiento que el Juez de Investigación debe realizar, esto es: si con lo que la
Fiscalía presenta como elementos que sustentan el requerimiento de acusación,
solo en el grado de probabilidad, se alcanzaría una sentencia condenatoria, el caso
deberá pasar a la etapa de juzgamiento; de ser negativa la respuesta, el caso
deberá ser sobreseído.

Si la Corte Suprema ha establecido que para la audiencia de prisión preventiva,


respecto de los actos de investigación el juez debe realizar un análisis de suficiencia
similar al que se haría en la etapa intermedia del proceso penal, entonces, el
razonamiento deberá ser así: si con lo que la Fiscalía presenta como graves y
fundados elementos de convicción, solo en el grado de probabilidad, se alcanzaría
una sentencia condenatoria posterior, entonces se aprecia la concurrencia del
primer presupuesto, de ser absolutorio el razonamiento, obviamente la respuesta es
negativa a la concurrencia del presupuesto.
Esta situación conlleva a varias conclusiones. En primer lugar, parece ser ilógico
exigir al Juez de garantías un razonamiento de una etapa posterior de la que se
adopta normalmente la medida de prisión en la práctica, esto es, la investigación
preparatoria formalizada. Ergo, independientemente de la incongruencia aparente,
el hecho de que se deba realizar un análisis de suficiencia en el grado de
probabilidad de “responsabilidad penal” implicaría el debate, por ejemplo, en una
audiencia de prisión preventiva de situación que puedan, “en el grado de
probabilidad”, establecer una falta de responsabilidad penal.

Como se puede verificar en el gráfico, un grave y fundado elemento de convicción


se verificaría realmente en la etapa intermedia, es decir, aquello que sirvió como
elemento de convicción y que ahora pretende convertirse en prueba (solo ha sido
ofrecido, aun no admitido). Ese sería el nivel de intensidad que debe tener un grave
y fundado elemento de convicción.

4. La sospecha grave y el actual nivel de exigencia para la imposición de la


medida de prisión preventiva y el requerimiento de acusación

Hemos podido observar que siempre ha existido un debate incansable de lo que


debía entenderse por graves y fundados elementos de convicción, lo que conllevó
a la jurisprudencia a tomar las riendas de la interpretación, tratando de entender la
voluntad del legislador a la hora de emitir este presupuesto como uno de los más
importantes para limitar el derecho a la libertad. Un intento de solución fue lo
explicado en el título anterior a través de la Casación N° 626-2013, Moquegua.

En la actualidad, la problemática de saber qué tipo de sospecha se requiere en


determinada etapa y específicamente cuál para la imposición de la medida de
prisión preventiva y etapa intermedia, por lo menos en teoría, ha culminado. La
Corte Suprema a través de la Sentencia Plenaria Casatoria N° 01-2017, estableció
diferentes niveles de sospecha, para cada una de las etapas procesales
correspondientes, incorporando también el nivel de sospecha que se necesita para
la imposición de la medida de prisión preventiva:
La distinción hecha por la Corte Suprema en la Casación citada, nos lleva a varias
reflexiones. Así, por ejemplo, un primer punto a analizar es que la Corte Suprema
ha aumentado el nivel de exigencia que se requería para la imposición de la medida
de prisión preventiva.
Recuérdese que mediante la Casación N° 626-2013, Moquegua, se estableció que
el estándar necesario era el de sospecha suficiente. Ahora, mediante Sentencia
Plenaria N° 01-2017, queda establecido que el estándar necesario es el
de sospecha grave, y que el desospecha suficiente sería un estándar necesario
solo para la formalización de la investigación preparatoria.

Esta explicación, principalmente teórica, tendría un efecto importante en la práctica.


Es comúnmente sabido o generalmente experimentado, que el día en que se decide
formalizar la investigación preparatoria, normalmente, en el mismo despacho se
trabaja en paralelo el requerimiento de prisión preventiva. Eso obviamente limita el
ejercicio de la garantía de defensa eficaz.

Al sostener la Corte Suprema que un grado de sospecha se requiere para el


requerimiento de prisión preventiva es el de sospecha grave, no sería posible que
el mismo grado que sirvió para formalizar la investigación preparatoria se requiera
prisión preventiva. Ahora debe entenderse que un grado superior al de sospecha
suficiente.

Recuérdese, además, que la Corte Suprema definía como sospecha


suficiente aquella que se exigía en un símil al que existía en la etapa intermedia.
Ahora que se requiere de un grado superior, es decir, de sospecha suficiente, ¿cuál
será la etapa exigida?

Existen ya en la práctica judicial peruana algunos pronunciamientos que han


utilizado el concepto de sospecha grave en el análisis de un caso particular. De
esta manera lo hace la Primera Sala Penal de Apelaciones Nacional en el
Expediente N° 16-2017-74, en el fundamento jurídico 2.1.4. literal d, donde
manifiesta:

Sospecha grave: Requiere de un alto grado de probabilidad de que el imputado


no ha cometido el hecho punible y de que se presentan todos los presupuestos de
la punibilidad y de la perseguibilidad. El juicio de imputación debe contener
un elevado índice de certidumbre y verosimilitud sobre la intervención del
encausado en el hecho delictivo. Lasuperación de este nivel es necesaria para
la imposición de la prisión preventiva.[11]

Este análisis en el caso en concreto generó así la imposición de una medida menos
gravosa al derecho constitucional de la libertad individual como lo es
la comparecencia, volviendo así a un proceso penal donde la libertad es la regla.
No obstante, se sigue buscando que la medida de prisión preventiva sea realmente
una excepción en el marco del proceso penal, lo que nos permitirá una persecución
penal más garantista en un Estado constitucional y convencional de derecho.

5. Conclusiones

 El grado de sospecha necesario para la imposición de la medida de prisión


preventiva antes de la emisión de la Sentencia Plenaria N° 01-2017, era
el de sospecha suficiente.
 La sospecha suficiente puede ser verificada solo si, en el grado de
probabilidad, se realiza un análisis similar al que realizaría el juez en la
etapa intermedia.
 A partir de la emisión de la Sentencia Plenaria N° 01-2017 el grado de
sospecha requerido para la imposición de la medida de prisión preventiva,
es el de sospecha grave.
 La sospecha grave, es un grado superior al concepto de sospecha
suficiente, y puede ser definida como aquella donde se verifica un alto
índice de certidumbre y verosimilitud sobre la existencia de un hecho de
apariencia delictiva y la vinculación de la persona con tal hecho.

6. Bibliografía

 VILLEGAS PAIVA, Elky Alexander, “Límites a la detención y prisión


preventiva”, Gaceta Jurídica, Lima, 2016.
 CASTILLO ALVA, José Luis, “La colaboración eficaz, prisión preventiva y
prueba”, Ideas Solución Editorial, Lima, 2017.
 DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo, Prisión preventiva y medidas alternativas,
Instituto Pacífico, Lima, 2016.

[1] Corte Superior de Justicia de Lima. Segunda Sala de Apelaciones de Lima. Exp.
N° 462-2017-7, resolución N° 03 de fecha 03 de octubre del 2017, mediante la cual
se establece la vigencia de la garantía de imputación necesaria en la etapa de
diligencias preliminares.

[2] VILLEGAS PAIVA, Elky Alexander, “Límites a la detención y prisión preventiva”,


Gaceta Jurídica, Lima, Perú, 2016, Pg. 296.

[3] Ibid., p. 297.

[4] CASTILLO ALVA, José Luis, La colaboración eficaz, prisión preventiva y prueba,
Ideas Solución Editorial, Lima, 2017, p. 292.

[5] DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo, Prisión preventiva y medidas alternativas,


Instituto Pacífico, Lima, 2016, p. 163.

[6] Ibid., p. 166.

[7] Corte Suprema de Justicia del Perú, Sala Penal Permanente, Casación N° 626 -
2013 de fecha 30 de junio del 2015.

[8] Corte Suprema de Justicia del Perú, Sala Penal Permanente, Casación N° 626 -
2013 de fecha 30 de junio del 2015, fundamento jurídico vigésimo séptimo.

[9] Corte Suprema de Justicia del Perú, Sala Penal Permanente, Casación N° 626 -
2013 de fecha 30 de junio del 2015, fundamento jurídico vigésimo octavo.
[10] Para descargar click aquí.

[11] Poder Judicial del Perú, Primera Sala Penal de Apelaciones Nacional,
Expediente N° 16-2017-74, Resolución N° 08 de fecha 19 de enero del 2018,
fundamento jurídico N° 2.1.4 literal d

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