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Segunda edición
N1
4b
PSICOLINGÜÍSTICA
Segunda edición
Traducción
ANA MARÍA ESQUINAS RYCHEN Licenciada en Filología Hispánica
rid)
edición en inglés de
ríes
993-1999
.umbreras
:ernández Ciudad, S. L.
PRINTED IN SPAIN
CONTENIDO
»
PRÓLOGO A LA EDICIÓN EN ESPAÑOL .................................................. XIII
PREFACIO......................................................................................................... XV
ACERCA DE LOS AUTORES......................................................................... XXI
5
comportamiento ................................................................... : .... 72
ué puede fallar en el cerebro: neuropatología .................................... 73
studio de las consecuencias del daño cortical .................................... 73
ilización funcional.............................................................................. 78
nestesia de un hemisferio: el test de Wada ........................................ 79
:cción de los hemisferios: la comisurotomía ..................................... 81
atracción de un hemisferio: la hemisferectomía ................................ 83
cucha con ambos oídos: la técnica de escucha dicótica ................... 86
)ué funciones alberga el hemisferio no dominante? .......................... 88
lando los usuarios de lenguaje de signos sufren afasia .................... 90
zación intrahemisférica de la función .............................................. 91
;dida de la actividad eléctrica del cerebro ........................................ 91
;dida del riego sanguíneo cerebral.................................................... 94
papel de las estructuras subcorticales en el habla y en el lenguaje . 98
; análisis de las relaciones entre el cerebro y el lenguaje ................. 101
isiología lingüística ......................................................................... 102
en.................................................................................... . .............. 103
is clave ............................................................................................ 105
ines para reflexionar ........................................................................ 106
ades ............................................................................. .................. 106
icias bibliográficas ...................................................... ................... 107
^onreniao vil
aspecto a los contenidos que aborda el libro que presentamos, el lector se en- ra con la
grata sorpresa de que además de los ya clásicos referidos a procesos :pción del habla,
comprensión de oraciones, texto y discurso y producción del aje) que no faltan en
ningún manual de psicolingüística, hay otra serie de con- >s que no suelen abordarseVIII
en un libro que se presente bajo ese rótulo, y ello o, a mi modo de ver, a la excesiva
atomización de los planes de estudio vi- >, que van dispersando por diversos
departamentos y unidades docentes con- is que mantienen una indudable y necesaria
unidad. Me estoy refiriendo a las biológicas del lenguaje, al importante tema del
significado (más en concreto íificado léxico) que suele escamotearse casi siempre, al
tema de la lectura y al idquisición del lenguaje (estos últimos con mayor presencia en
nuestros tex- al de bilingüismo. El hecho de presentarlos en un mismo libro permite dar
al ante que por primera vez se adentra en este campo, una excelente visión de íto sobre
la problemática que se plantea a los usuarios de una lengua, que so- )dos.
:sde el punto de vista expositivo, el libro es básicamente claro y didáctico. A del
relativamente grande número de autores, que a veces llegan incluso a ser tres en un
mismo capítulo, se salvaguarda la claridad y el estilo discursivo o, muy en la línea
anglosajona, que facilita la asimilación de contenidos, no -e sencillos
conceptualmente, sin trivializar ni rebajar un ápice la calidad, introducción de una
serie de recursos didácticos en cada capítulo, tales un resumen final, un conjunto
básico de palabras clave (o léxico básico), alternas para reflexionar, sugerencias de
actividades y una bibliografía especí- IÍ como innumerables tablas, gráficas y dibujos,
completan las características cen de este libro una obra eminentemente didáctica y
muy apropiada para la ía de los cursos introductorios a este campo, citados al
principio, bibliografía, suficientemente actualizada en la mayoría de los temas, ha
;cesario ponerla al día en algunos otros, como en el del significado léxico. • último,
mi enhorabuena a la traductora, que ha sabido hacer frente a una se- retos que
planteaba este libro, entre otros el de los numerosos ejemplos de JO en inglés, que ha
sido necesario no sólo traducir sino adaptar.
UNA INTRODUCCIÓN A LA
PSICOLINGÜÍSTICA: ¿QUÉ SABEN
LOS HABLANTES?1
Nan Bernstein Ratner
Universidad de Maryland en College Park
Jean Berko Gleason
Universidad de Boston
Bhuvana Narasimhan
Universidad de Boston
INTRODUCCIÓN
¿QUÉ ES LA PSICOLINGÜÍSTICA?
El ámbito de la investigación psicolingüística
LENGUAJE
¿Qué es el lenguaje?
¿Es el lenguaje específico de la especie humana? Distinción entre lenguaje y
habla
JMEN
^BRAS CLAVE
'.RENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
:CIÓN
guaje es algouno
tanminjuuuuiuii a m nuestra
esencial para psicoimguisuca: ¿uueque
existencia saben los hablantes?
es difícil ó la in palabras.
imaginar
Puesto que hablar, escuchar, leer y escribir son aspectos tan bá- ie nuestra vida cotidiana,
parece que fuesen habilidades corrientes. Con faci- / sin esfuerzo, el uso del lenguaje nos
guía a lo largo del día. Facilita nuestras >nes con los demás y nos ayuda a comprender
los acontecimientos del mundo, irtes y ciencias. Sin embargo, como este libro
demostrará, hasta las formas mples de uso del lenguaje se basan en procesos complejos;
por ejemplo, res- r «Tigres» a un niño que señala a algunos animales del zoo y pregunta
«¿Qué ?», implica muchos misterios: ¿Cómo escogemos esta palabra tan rápida- de entre
los muchos miles que forman nuestro vocabulario? Suponiendo palabra esté almacenada
en alguna parte de nuestro cerebro, ¿se almacena una totalidad o en fragmentos? ¿Cómo
sabemos que hemos encontrado la pa- orrecta cuando la seleccionamos? Si tenemos un
lapsus linguae o cometemos )r al nombrar los tigres, ¿por qué es más probable que
digamos «Leones, ¡ay!, decir tigres», que «silla» o, como el cuervo, «nunca más»? 1
Cuando mos- ; gratitud a un colega diciendo «Te agradezco de veras tu ayuda en este
pro- (o quizás, «Un montón de gracias, camarada»), ¿qué procesos subyacen tras i
elección de las palabras y la forma en que las combinamos? ¿Cómo devie- ificado nuestro
pensamiento —en este caso, un sentimiento de gratitud— en isaje? Del mismo modo,
cuando escuchamos las palabras «Ese banco está rentado», ¿cómo determinamos el
significado del mensaje y lo que implica en relación al hecho de que, por desgracia, nos
encontramos sentados en el banco? Por último, ¿por qué, en algunas ocasiones, un
hablante escoge deliberadamente lo que parecería una palabra inadecuada, como cuando
un padre llama a nuestro tigre «gatito grande» al dirigirse a un niño? Desde el
pensamiento del hablante a su mensaje, desde sus palabras a la comprensión por parte
del oyente, la función comunicativa conlleva múltiples fases de formulación, ejecución
y descodifícación. Es una habilidad sencilla y natural, pero es difícil describirla o
explicarla del todo.
En este capítulo, comenzaremos esbozando el ámbito de la investigación psi-
colingüística. ¿Qué es la disciplina de la psicolingüística? ¿Qué estudian los psico-
lingüistas? Nuestras breves descripciones introductorias ofrecen un anticipo del tra-
tamiento más detallado de las cuestiones fundamentales de la psicolingüística, recogidas
en los Capítulos 2 al 10.
Precisaremos a continuación lo que denotamos al referirnos a la producción,
comprensión y adquisición del lenguaje. ¿Qué es un lenguaje exactamente? Todos los
lenguajes humanos tienen importantes propiedades formales en común: son sistemas
estructurados, simbólicos. Además, toda lengua posee convenciones o reglas que rigen el
uso correcto de sus subsistemas. Estos subsistemas comprenden un sistema de sonidos, o
fonología; reglas para la formación de palabras, o morfología; un sistema de vocabulario
y significado, léxico y semántica, respectivamente; normas para la formación de las
oraciones o sintaxis; y reglas sobre cómo utilizar el lenguaje adecuadamente en contextos
sociales, o pragmática.
Después de trazar un esbozo del conocimiento lingüístico típico del hablante,
explicaremos por qué los psicolingüistas han de recurrir con frecuencia a diseños
experimentales complejos para comprender cómo procesan las personas el lenguaje. El
enfoque experimental es necesario porque nuestra propia conciencia me- talingüística (o
conocimiento del lenguaje) es limitada y, normalmente, no somos conscientes del
procesamiento psicológico que subyace al uso del lenguaje. Por ejemplo, no podemos
averiguar qué otras palabras de nuestro léxico se activan también cuando escuchamos la
palabra vaca sólo pensando en ello, pero podemos idear un experimento que aporte
algunas respuestas a esta cuestión y otras preguntas acerca de la organización de nuestro
diccionario interno.
La mayoría de nuestras explicaciones del procesamiento del lenguaje utilizarán
ejemplos que ilustran cómo se entiende y produce el español 2 . Pero, por supuesto, el
español es sólo uno de los idiomas existentes y, en los modelos generales de pro-
cesamiento del lenguaje, han de acomodarse muchas Variaciones importantes de las
distintas lenguas. Trataremos brevemente esta cuestión y exploraremos sus ramificaciones
tanto en este capítulo como en los posteriores. Por ejemplo, las diferencias entre lenguajes
orales y gestuales (o de signos) albergan implicaciones sumamente importantes para las
teorías de la comprensión, producción y adquisición del lenguaje. En la misma línea,
nuestros modelos deben explicar las diferencias entre el procesamiento del lenguaje oral
y los actos de la lectura y escritura.
-•or último, revisaremos la reciente evolución de la psicolingüística como dis- na.
Aunque muchas de las cuestiones planteadas por los psicolingüistas han consideradas
por los científicos y filósofos desde la antigüedad, el campo de in- gación que
denominamos psicolingüística es de origen reciente. Rastreare- sus raíces en la
psicología y la lingüística, además de sus primeras evoluciones.
LA PSICOLINGÜÍSTICA?
mbito de la investigación psicolingüística
ngüística es la disciplina que describe la estructura de la lengua, incluyendo su ática,
sistema de sonidos y vocabulario. El campo de la psicolingüística, o la logia del
lenguaje, trata de descubrir los procesos psicológicos mediante los DS humanos
adquieren y usan el lenguaje. Tradicionalmente, los psicolingüis- in abordado tres
cuestiones fundamentales:
Comprensión: cómo comprenden las personas el lenguaje hablado y es- Esta es una
amplia área de investigación que implica el análisis del proceso de rensión a muchos
niveles, incluyendo la investigación de cómo interpretan los es la señal del habla
(percepción del habla, tratada en el Capítulo 3), cómo se ninan los significados de las
palabras (acceso léxico, Capítulo 4), cómo se ;a la estructura gramatical de las oraciones
para obtener unidades semánticas res (procesamiento de oraciones, Capítulo 5), y cómo
se formulan y evalúan ma adecuada conversaciones o textos más largos (discurso,
Capítulo 6). El in- :specífico por cómo se procesa el lenguaje escrito forma parte también
de este úo y se analiza en el Capítulo 9.
Producción del habla: cómo producen el lenguaje las personas. Los ca- ? siguientes
indican que es algo más fácil estudiar la comprensión que la :ción; podemos utilizar
estímulos lingüísticos controlados y analizar los pa- de acierto y error, tiempo de
respuesta y otras conductas para obtener una es- ón de cómo procesan el lenguaje los
oyentes. Sin embargo, es más difícil co- ;ómo se convierten los conceptos a su forma
lingüística; el proceso es en gran a inobservable, y las expresiones verbales de los
hablantes, incluso en res- a estímulos bastante controlados, varían considerablemente.
Como se indi- í el Capítulo 7, aprendemos más sobre la posible naturaleza del proceso
2Por inglés en el original; en general, para una adaptación del texto, haremos referencia al castellano y utilizaremos
ejemplos de esta lengua exclusivamente siempre que las precisiones del original sean igualmente válidas para ambos
idiomas o no constituyan referencias empíricas. En este último caso, se incluirá siempre el ejemplo en inglés. (N. de los
T.)
de ción lingüística
Una mediante
introducción los errores de
a i a psicolinguistica: lossaben
¿Uue hablantes (erroresáde
los hablantesf / habla o cois
incorrectos) y por las pausas en el ritmo continuo del habla (fenómenos de :ión y
pausa, o disfluencias del habla).
Adquisición: cómo se aprende una lengua. El principal centro de atención ámbito ha
sido cómo adquieren los niños su lengua materna (psicolingüís- slutiva). La
adquisición de la primera lengua se trata en el Capítulo 8 de este el Capítulo 10
examina lo que sabemos acerca del proceso de adquisición de nguas (aprendizaje de
lengua extranjera). En sí misma, la psicolingüística /a se ha convertido en una
disciplina enormemente amplia con una gran co- de revistas científicas, textos y
monografías dedicadas específicamente a ¡stión.
Además de estas áreas de investigación, continúa la búsqueda de las bases
neurológicas del funcionamiento del lenguaje humano. ¿En qué parte del cerebro residen
la formulación y comprensión del lenguaje? ¿Qué estructuras anatómicas subyacen al
desarrollo y uso normales de todas las habilidades lingüísticas? La neu- rolingüística
investiga los correlatos anatómicos y fisiológicos de las conductas lingüísticas. Como
muestra el Capítulo 2, se ha progresado a pasos agigantados en la identificación de áreas
particulares del cerebro humano asociadas con capacidades lingüísticas específicas.
Por supuesto, el objetivo final de la investigación psicolingüística es desarrollar una
explicación integral de cómo se producen el uso y la comprensión adecuados del
lenguaje y cómo adquieren los niños estas habilidades con tanta rapidez. Por muchas
razones, la comprensión de este proceso constituye una meta aún por alcanzar: el
lenguaje es uno de nuestros sistemas de conducta más complejos. Además, los mejores
instrumentos y técnicas de investigación no son muy aptos para toda la gama de
habilidades que encontramos en las interacciones comunicativas. Por ejemplo, los
métodos que sirven para investigar la comprensión de ciertas estructuras sintácticas por
parte de oyentes adultos con frecuencia no se adecúan bien, o nada en absoluto, al estudio
de la comprensión del lenguaje en niños o el proceso de producción del habla por adultos
o niños. Los mejores modelos del lenguaje humano aprovechan las evidencias
convergentes de la comprensión y producción en adultos y de la adquisición del lenguaje
en niños.
LENGUAJE
¿Qué es el lenguaje?
Un bebé llora porque está mojado. Una abeja realiza su «danza del zumbido» para
informar a otras dentro de la colmena dónde pueden encontrar néctar. Un gato araña la
puerta del armario en el que se encuentra su comida cuando está hambriento. Un perro
ladra para que se le deje salir. Un loro dice «Pájaro bonito» al verse a sí mismo en el
espejo. Un niño dice, «Odio el ÍO/M3, y no me lo comeré».
¿Cuál de estas expresiones refleja el uso del lenguaje? Sin duda, cada ejemplo
comunica un mensaje a aquellos que lo reciben. Pero la mayoría de nosotros estaría de
acuerdo en que sólo el último ejemplo ejemplifica verdaderamente el uso del lenguaje.
¿Qué es lo que más diferencia el lenguaje humano de esos otros actos comunicativos?
El lenguaje humano se caracteriza por su estructura jerárquica. Queremos decir que
el mensaje puede subdividirse en unidades menores de análisis. La expresión del niño
es una oración que contiene elementos diferenciados más pequeños, como palabras y
3
Tipo particular de comida hecha a base de harina de soja. (N. de los T.)
sonidos, y éstos pueden combinarse para construir otras expresiones (por ejemplo, «No
me comeré el tofu. Lo odio»). Todas las lenguas se caracterizan por tales propiedades
estructurales. Por el contrario, es difícil analizar la «subestructu- ra» de gritos infantiles
o sonidos animales. Aunque pueda parecer que existe cierta
¡structura en la «danza» de la abeja y la reproducción exacta del habla humana parte de un ave,
dichos mensajes carecen de la creatividad infinita del lengua- umano. Los hablantes competentes
pueden producir y comprender un número ilimitado de oraciones construidas correctamente en
su lengua. Y todas las lenguas expresan la gama completa de experiencias del hablante, in- o las
imaginarias. Esto no es así (que nosotros sepamos) en los lenguajes ani- ;s. El loro no puede
hablar del tiempo meteorológico con una persona, ni si- ra puede parafrasear su mensaje y decir
«Soy un pájaro bonito» o «No eres un ro». Aunque la abeja es eficaz dirigiendo a sus semejantes
hacia el néctar, cade capacidad para advertirles de que el airado propietario de una vivienda está
iguiéndoles con un bote de insecticida. Puede que posea este conocimiento (o le que no), pero
carece de un sistema de símbolos y reglas lo suficientemente como para que su combinación
permita transmitir una gran variedad de con- 3S.
.as propiedades estructurales de cualquier lengua implican reglas para em- la correctamente; de
este modo, la lengua es un sistema de conducta goberna- ir reglas. No hay una forma correcta o
incorrecta de ladrar o gritar (aunque al- s versiones pueden ser más molestas que otras). Por el
contrario, las reglas del íol especifican que el niño de nuestro ejemplo no puede decir, «el tofu
me gus- , comeré y lo no me». El español, como otras lenguas, posee convenciones para ■ qué
palabras han de incluirse y para ordenar esas palabras en oraciones. Estas s son de naturaleza
totalmente arbitraria; no existe una verdadera razón por la 1 español precise las particulares
convenciones gramaticales que establece. Por pío, se considera que el español posee un orden de
palabras básico en el que los )s preceden a los verbos y los objetos siguen a los verbos (lo que se
denomina ■almente orden oracional S-V-O), aunque no todas las oraciones del español istan a
este orden. Sin embargo, la tendencia a colocar los sujetos antes que los >s en las oraciones
españolas no es más «lógica» que la insistencia en que el • haya de ir delante, seguido del sujeto,
como sucede en el caso del árabe. Adelas palabras específicas utilizadas para describir entidades,
acciones y atribu- i cualquier lengua son también arbitrarias. No hay ninguna razón por la que un
deba llamarse árbol, y, por supuesto, no se denomina así en lenguas distintas tañol. Las palabras
de una lengua son símbolos que sustituyen una cosa (el pto de una gran planta grande con ramas,
corteza y hojas) por otra (en este la secuencia de sonidos de la palabra árbol). Tanto la gramática
como el vo- ario de cualquier lengua representan convenciones arbitrarias por las que los rites
acuerdan regirse. Las lenguas no varían infinitamente; parece haber li- iones en forma de posibles
reglas lingüísticas que reflejan la naturaleza de la ;ión humana (Chomsky, 1981). Las
características universales de la cognición :epción humanas subyacen también probablemente en
todas las lenguas rae- la presencia de categorías sintácticas como nombre y verbo (Greenberg, .
Las propiedades que todas las lenguas tienen en común se denominan uni- les lingüísticos.
tas características de la lengua le confieren muchas otras propiedades no irtidas por la
comunicación animal o los llantos infantiles. Cuando el hablante 'ente (o el escritor y el lector)
comparten el mismo sistema de reglas, la transmisión del mensaje puede ser no sólo creativa,
sino también inequívoca generalmente, con un significado claro. Lo que el niño le está diciendo
a sus padres sobre el tofu es bastante explícito; no cabe duda acerca de su significado. Pero los
padres de un niño que llora dirán «¿Qué le pasa al bebé?» e intentarán revisar su pañal, hacerle
eructar u ofrecerle un biberón hasta determinar el significado de su mensaje o, al menos, hasta
que deje de llorar. Lo mismo sucede con el perro, cuyo ladrido puede no informar claramente
a su dueño sobre si necesita salir, más agua, o si está viendo una ardilla en el jardín. El lenguaje
nos permite también hablar sobre conceptos no presentes, o desplazados. Podemos conversar
Una introducción a i a psicolinguistica: ¿Uue saben los hablantesf á /
sobre las próximas elecciones sin estar en presencia de los candidatos; podemos tratar acerca
de la compra de un nuevo sofá sin observar uno físicamente. A este respecto, el lenguaje
humano es totalmente distinto a los sistemas de comunicación animal, cuyas conductas de
comunicación requieren ser provocadas por estímulos ambientales.
gún algunas autoridades, existen de hecho más fonemas en el havayano de los que se muestran luyendo variantes largas de las
cinco vocales, además de diptongos (véase Schutz, 1981).
1
Inglés
Dental/alveolar
Labio-dental
Labio-velar
Consonantes Puntos de articulación
Alveolar
Bilabial
Palatal
Dental
Glotal
Velar
Oclusiva sorda P t k
Oclusiva sonora b d g
c
;0 'o Africada sibilante sorda tj
(0
Africada sibilante sonora d3
ut Fricativa no sibilante sorda f e h
<u Fricativa no sibilante sonora V 5
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TJ Fricativa sibilante sorda s
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O Fricativa sibilante sonora z 3
5
Nasal sonora m n Q
Cerradas ¡ u
1 U
Medias e 3 0
e A 0
Abiertas X a
rentes. Es importante advertir que algunas lenguas crean contrastes fonéticos por diferencias que
en otras lenguas son sólo alofónicas. En hindí, sonidos similares a los de [p] y [ph] en spot y pot
son dos fonemas distintos, como en las palabras del hindí pal, «momento» y phal, «fruta». La
Una introducción a i a psicolinguistica: ¿Uue saben los hablantesf á /
mayoría de los hablantes del inglés tendrían dificultades para oír (y quizás articular) esta
distinción; su experiencia con el inglés les ha enseñado a ignorar variaciones en la pronunciación
de /p/. Del mismo modo, un hablante del chino que aprenda español puede tener di-
o riable
velar g >0
0
Glotal
ariable JZ •+H
Ivular
Glotal o T
Velar jí
Velar > 3
alatal
Iveolar c i o r<
ofleja Q.
¡¡labial E X
eo
'eolar • &■ I
r c
eolar <
lental
e
re O 0
lental "O re >
labial ai
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3 i 1.2. Inventarios fonéticos del hindí y havayano.
ficultades con los fonemas españoles /r/ y /l/, los cuales comparten algunas propiedades
acústicas; el hablante cíe chino puede encontrar difícil distinguir y producir /r/ y puede
usar en su lugar la bien aprendida ¡\¡ nativa para ambos sonidos, diciendo «lata» tanto
para lata como para rata. Los hablantes del francés, italiano o español cuyas lenguas
poseen /i/ como en sheep [oveja], pero no /I/ como en ship [barco] pueden encontrar
difícil la articulación de estas palabras diferentes en inglés, diciendo /Ji:p/ para ambas
palabras, como en «I took a sheep to the Bahamas» [Llevé una oveja a las Bahamas],
cuando aludían a lo que hicieron durante unas vacaciones en primavera [Tomé un barco
a las Bahamas].
Como último ejemplo, supongamos que estamos intentando preparar un ordenador
para reconocer el habla de modo que podamos comunicarle mensajes mediante nuestra
voz en lugar de teclearlos. Consideremos el caso del frecuente fonema inglés /t/. ¿Cómo
suena? La mayoría de los hablantes posee una noción canónica o idealizada de cómo
suena la /t/. Pero obsérvese la oración Tom Burton tried to steal a butter píate [Tom
Burton intentó robar un plato de mantequilla]. Hay varias variantes de /t/ en esta frase, y
no se pronuncian del mismo modo en absoluto. Entre los alófonos de /t/ se encuentra la
/t/ aspirada inicial de Tom. También, la oclusiva glotalizada que encontramos
normalmente cuando la /t/ se halla entre /sr/ y la /n/ silábica como en Burton, y la /t/
palatalizada que, por lo general, se produce cuando /t/ precede a /r/ (como en tried
[intentó]). Las palabras tried to [trató de] ilustran el fonema simple alargado que puede
producirse cuando /t/ se halla junto a otra /t/ o /d/. En steal [robar] encontramos la /t/ no
aspirada que se produce cuando la /t/ va precedida de otros sonidos en vez de hallarse en
posición inicial. La /t/ de butter [mantequilla] se caracteriza por la rápida producción
«vibrante» que tiende a producirse cuando /t/ se encuentra entre una vocal y /sr/.
Finalmente, como ocurre con el último sonido de píate [plato], llegamos a la realización
trabada de /t/, que resulta típica cuando /t/ es el último sonido de una articulación.
Adviértase que el sonido parece pronunciarse sólo parcialmente cuando la oración
termina. Las numerosas variantes de /t/ provocan escasas dificultades a los hablantes u
oyentes competentes del inglés. Sin embargo, el ordenador posee todos los argumentos
para suponer que, debido a que difieren acústicamente, a veces de forma bastante
acusada, representan siete fonemas distintos. Los hablantes competentes del inglés han
aprendido a subsumir estas distinciones en una clase fonética y no producen
aleatoriamente los alófonos en contextos inadecuados (por ejemplo, no prueban a decir
Tom con una /t /oclusiva glotalizada, vibrante o no aspirada). Debe prepararse
explícitamente a un ordenador con estos detalles del conocimiento fonológico; no se
trata de una tarea trivial, como se advierte en el Capítulo 3.
Si consideramos los perfiles fonéticos de las tres lenguas que aparecen en las Figuras
1.1 y 1.2, observamos que el hablante de hindí que aprende inglés, debe, entre otras
cosas, aprender a ignorar ciertos contrastes fonéticos propios del hindí pero no del inglés,
como la presencia o ausencia de aspiración. El hablante havayano que aprende inglés
tendrá que aprender a producir y distinguir fonemas no presentes en su lengua nativa.
Los procesos de aprendizaje de contrastes fonéticos significativos y aprender a ignorar
contrastes no significativos son esenciales para el uso correcto del lenguaje.
lencias de sonidos: reglas fonotácticas
lología es algo más que el repertorio de sonidos de una lengua; incluye re- iara la
formación de palabras correctas. Consideremos el aprieto en que encontrarse un
participante del popular programa de televisión La rueda de 'una que ha de adivinar
una letra cuando se muestra la siguiente secuen-
más probable que algunas suposiciones sean más acertadas que otras. Mu- sctores
Una introducción a i a psicolinguistica: ¿Uue saben los hablantesf á /
sugerirán una S para el primer espacio, sabiendo, de modo no cons- que ninguna otra
consonante inicial podría preceder a una T o una R en in- ,as suposiciones más comunes
para la última posición son G, K y D y E (la T bién posible, pero ya ha salido). En el
espacio intermedio, una estrategia fre- es considerar qué correspondería a las posiciones
inicial y final y considerar cales (adviértase que se supone una vocal en este caso) darían
lugar a una pa- nglesa. Así, si S fuese correcta para el primer espacio y G fuera la
respuesta a para el último, las opciones buenas para la vocal serían I, O, o U; A y E da-
gar a una secuencia de sonidos permitida en inglés, pero no a una solución lé- mte
significativa. Obsérvese que una respuesta E para el último hueco de ) ejemplo conduce
al mismo dilema; las secuencias de letras strane, strene, strone y strune no significan
nada en inglés, aunque la fonotáctica del inglés :arta estas secuencias. Las reglas del
inglés prohiben terminantemente la K en acios inicial e intermedio de nuestro ejemplo.
importancia de conocer las reglas para combinar sonidos de una lengua va á de asegurar
el éxito en concursos televisivos o la resolución de crucigra- □mo muestra el Capítulo
3, la identidad de los sonidos individuales del habla ssultar confusa en la conversación
cotidiana. La investigación experimental jue los oyentes se enfrentan con frecuencia al
equivalente auditivo de nues- nplo del concurso; oyen algunos de los sonidos, pero no
todos, y han de «reos espacios». La solución, normalmente fácil y precisa, de tales
problemas diada por el conocimiento del oyente del inventario fonético, las limitacio-
as reglas fonéticas y el léxico (vocabulario), además de por el contexto. El
0 3 explora la compleja utilización de estos sistemas durante el proceso de ión del habla.
istema fonológico de una lengua incluye también reglas para la interpreta- la prosodia,
o patrones de entonación y acentuación. En castellano, las cla- sódicas pueden señalar
contrastes gramaticales como la diferencia entre iones y preguntas (Te vas, frente a
¿Te vas?). La prosodia puede expresar
1 contenido emocional y enfatizar elementos particulares del habla. En los 3S 3 y
5 se evalúa el papel de la prosodia en la comprensión del lenguaje.
co y la semántica
las personas tratan de comunicarse en una lengua extranjera, suelen utilizar onario.
Los diccionarios proporcionan los significados de las palabras de ;ua dada y las
palabras correspondientes a los conceptos que los hablantes
desean expresar. Léxico es un término más técnico para diccionario. Un hablante- oyente
competente de una lehgua posee un vasto y complicado léxico mental cuya naturaleza
es de un gran interés para los psicolingüistas. La mayoría de los adultos conocen los
significados de decenas de miles de palabras de su lengua nativa y pueden comprenderlas
o acceder a ellas fácilmente para la comunicación. La semántica consiste en el estudio
de los significados de las palabras y la forma en que las palabras se relacionan entre sí
en nuestro léxico mental. Abarca, además, el estudio del significado de las oraciones en
la lingüística contemporánea.
Lo que una palabra «significa» no es fácilmente explicable. ¿Cómo identificamos
ciertos objetos como sillas, sin importar la variedad de sus formas (Bernstein, 1983)?
¿Cuándo requiere un objeto la «etiqueta» copa, en lugar de vaso (Labov, 1973)? El
complejo problema de explicar cómo pueden las personas denominar con presteza
conceptos fácilmente perceptibles, concretos, como perro y mueble se trata en el
Capítulo 4. Podemos establecer también un contraste entre el conocimiento de palabras
concretas y nociones abstractas —amistad o patriotismo—, y entre palabras
relaciónales como bueno o bajo.
Aunque es difícil explicar los procesos por los que se atribuye significado a tales
palabras, podemos definirlas, y los diccionarios lo hacen de forma rutinaria. Por ejemplo,
frustrar significa, entre otras cosas, «malograr un intento». Sin embargo, algunas
palabras no se prestan a definición: en la oración John está frustrado con el cálculo, ¿qué
significa con? En Realmente adoro dormir hasta tarde, ¿qué significa hasta? De algún
modo, el término «significa» parece inadecuado en estos contextos. La mayoría de las
personas cree que estas palabras simplemente hacen que la frase sea gramatical y están
en lo cierto. Los lingüistas clasifican palabras como mesa, pingüino, y extático de forma
distinta a palabras como el, para, y es. El primer grupo de palabras son palabras de
contenido y el segundo grupo son palabras funcionales.
Las palabras de contenido tienen un significado de referencia externa en el sentido
usual: identifican y describen. Las palabras funcionales desempeñan determinadas
funciones en la oración para hacer más claras las relaciones entre las palabras léxicas.
La distinción entre palabras de contenido y funcionales es significativa desde el punto
de vista psicológico, como se explica en los Capítulos 2, 4 y 7. Podemos distinguir entre
los procesos utilizados para recuperar estos dos tipos de palabras en la comprensión y la
producción.
Algunas palabras pueden tener también más de un significado. Consideremos este
viejo chiste: «Timeflies. You can't—they go toofasñ»5 (por supuesto, normalmente no
cronometramos a las moscas porque, después de todo, van demasiado deprisa). Los
significados múltiples hacen que surtan efecto los juegos de palabras, adivinanzas y otras
formas de humor. ¿Pero qué ocurre con el proceso de comprensión del lenguaje cuando
se encuentra con una palabra que tiene entradas múltiples en el léxico mental? El
Capítulo 4 trata sobre las consecuencias de tal ambigüedad.
5 El sentido del chiste reside en el doble significado de la expresión Time flies («El tiempo vuela» o «Cronometra
a las moscas») y la mayor frecuencia del primero, por lo que la continuación You can't-they go toofast! resulta chocante
(«No puedes, ¡van demasiado deprisa!»). (TV. de los T.)
lyuiauca
Dtra propiedad de las palabras es que parecen ser significativas desde el punto ista
psicológico también. Por ejemplo, los nombres concretos como coche, y los bres
abstractos como altruismo parecen aprenderse y utilizarse de modo dife- : y pueden
resultar afectados de forma diversa en individuos con trastornos del uaje. La frecuencia
con la que se encuentra una palabra en el lenguaje parece n factor no lingüístico pero
psicológicamente significativo. Términos como via- ■ e itinerante son grosso modo
sinónimos, pero el primero se usa con mayor fre- cia en inglés que el segundo. El
Capítulo 4 explora los efectos de la frecuencia procesamiento léxico.
/luchos otros fenómenos habituales de la conversación proporcionan datos :a de la
posible naturaleza de nuestro diccionario mental. ¿Por qué no pode- recordar a veces
una palabra pero sabemos su sonido inicial? ¿Qué podría r a una persona a decir «viene»
cuando quiere decir «tiene»? Como se ex- en el Capítulo 7, tales errores de actuación
proporcionan cierta evidencia posibles modelos del uso de nuestro léxico mental en la
elaboración de ajes.
uchos idiomas podemos identificar fácilmente unidades significativas que ;n ser partes
diferenciadas de las palabras. Por ejemplo, si se nos pide dividir mámente la palabra
«gatos» en dos unidades, la mayoría de las personas se- la -s final. Es fácil reconocer
que denota la noción de plural y.que puede aña- i muchas otras palabras que deseemos
poner en plural. Podemos formar in- un plural de una palabra sin sentido, como Bure,
en la Figura 1.3. Otras taciones de palabras castellanas son -ando como en «saltando»,
e -ido como udo». Este tipo de sufijos son morfemas gramaticales. En lingüística, un
na es la unidad más pequeña del lenguaje con un significado definible o una n
gramatical.
gunos morfemas constituyen palabras completas. No es posible subdividir l en
unidades más pequeñas con sentido, ni se puede fragmentar el. Los los como gatos
son distintos. Esta palabra está formada por dos nociones bles y contiene más de un
único morfema. Sin embargo, las partes de ;on en cierto sentido desiguales. La
palabra gato puede tener sentido por sí en una oración; -s no. Establecemos esta
diferencia denominando mor- ibre a aquel que tiene sentido por sí solo y morfema
ligado a aquel que s morfemas ligados cumplen dos funciones distintas. Cuando
añadimos morfemas ligados a las palabras, variamos el significado de la palabra o e
la oración. Por ejemplo, cuando se concedió al espantapájaros del Mago ín título de
reflexología, se creó este nuevo nombre añadiendo el morfema -logia (el estudio de)
al verbo reflexio(nar). Los morfemas que crean un significado o modifican la función
gramatical de una palabra se denomi- >rfemas derivativos: pueden utilizarse para
derivar una nueva palabra, las derivativos comunes como in- o -mente, por ejemplo,
pueden con- zliz en infeliz, y adjetivos en adverbios (feliz>felizmente).
Este hombre sabe nazar.
Está nazando. Lo hace todos los días.
Todos los días __________ .
Q
Q
Ahora hay otro más.
Hay dos.
Hay dos _____ .
psicológico cuando se examina la comprensión y producción del lenguaje, como ilustran
los Capítulos 2, 4, 5 y 7. Describir la raíz y los morfemas ligados que crean una palabra
como incómodamente podría parecer un mero ejercicio académico, pero, como muestra
el Capítulo 8, existen evidencias de que el proceso de comprensión del lenguaje debe
implicar un nivel de análisis tal que permita la comprensión correcta de la palabra. El
lo 2, explica cómo el daño cerebral puede alterar de forma significativa la ca- d para
producir y comprender estos tipos de morfemas.1 Además, el Capítu- :luye lapsus
linguae, o errores del habla, para mostrar cómo recuperamos las is clases de morfemas
en las distintas fases del proceso de producción de ora- habladas.
ios al ejemplo de una persona que intenta expresarse en una lengua que des- —el
húngaro, por ejemplo— utilizando un diccionario español-húngaro, ir un vocabulario
y pronunciación nuevos constituye un reto sin duda, pero viajero encontraría aún más
difícil aprender a situar las palabras en el mar- na nueva gramática. Por ejemplo, si
estamos en Budapest y podemos com- sólo la palabra kocsi (coche) en lo que una
persona nos está diciendo, no as si está tratando de decir que nuestro coche le parece
impresionante, está rcado, o se va cuesta abajo sin frenos.
tanto, no sólo es importante aprender las palabras de una lengua descono- también
decisivo que sepamos formar secuencias aceptables con las pala- a comunicar un
significado oracional. La sintaxis consiste en el estudio de inación de palabras para
construir oraciones de forma correcta en una len- ísidérese una oración como José ama
a María. Esta oración consiste en una ia lineal de palabras —José, ama, a, y María—
. Sin embargo, no podemos ir estas palabras aleatoriamente en castellano sin cambiar
el significado o ir su propiedad gramatical. Examinemos las siguientes oraciones:
r
osé ama a María alaría
ama a José 'Ama José
María
stas oraciones, la primera y la segunda están bien construidas (o son gra- :). El asterisco
indica —siguiendo una convención lingüística— que la ter- ión no es aceptable en el
castellano contemporáneo. Además, José ama a María ama a José poseen
significados distintos. Así, cambiar el orden de as puede afectar al significado de la
oración como en (a) y (b), o puede dar "aciones mal construidas (o agramaticales)
como en (c). El castellano ilutaciones bastante estrictas en el orden de las palabras.
Por lo general, el su- guido por un verbo y, después, el objeto de éste. Por esta razón,
el caste- il igual que el inglés— puede denominarse lengua S-V-0 (sujeto- eto).
nbargo, obsérvese que incluso en castellano, este orden de palabras no es ígido. La
oración María le mostró a José la fotografía posee un objeto in- >1). José se antepone
al objeto directo para dar lugar al orden S-V-OI-O. ón como El hombre que vive junto
a mi hermana colecciona coches an- :ta también al orden habitual S-V-O. Incluye
una cláusula de relativo, que a mi hermana, intercalada entre el sujeto, por un lado,
y el verbo y el objeto, por otro, lo que produce una discontinuidad en el patrón S-V-
O. Además, oraciones como José abrió torpemente la lata y José abrió la lata
torpemente poseen significados similares, aun cuando el orden de las palabras difiere
de una a otra (Finnegan, 1994).
Crystal (1987) observa que el 75 % de todas las lenguas del mundo son funda-
mentalmente S-V-0 (p. ej., español, francés, inglés y hebreo) o S-O-V (tibetano y
coreano). Existen otros patrones de orden de las oraciones pero son bastante poco
frecuentes, como V-S-0 (árabe y galés) y V-O-S (malgache). Las lenguas cuyas
oraciones suelen comenzar con objetos (O-V-S) son bastante escasas (Crystal, 1987),
pero existen algunas. Una de ellas es el hixcariana, un idioma hablado en áreas remotas
de Brasil por 400 personas, aproximadamente.
Algunas lenguas poseen un orden oracional bastante variable (por ejemplo, el valpirí
en Australia, o el latín). Permiten los equivalentes de José ama a María, Ama José a
María, y María ama a José, todos con el mismo significado (aunque con algunas
diferencias de énfasis). ¿Cómo expresan estas lenguas las diferencias semánticas entre
María ama a José y José ama a María? A diferencia del castellano, que utiliza el orden
de las palabras para marcar relaciones gramaticales como sujeto y objeto, estas lenguas
utilizan morfemas dependientes, como afijos para marcar funciones gramaticales en la
oración. Así, en latín, el afijo -am indica el objeto directo de las siguientes oraciones,
todas las cuales significan, con diversos grados de énfasis, El auriga azota a la yegua:
a. The famous athlete may endorse the new sneakers [El famoso atleta puede
promocionar los nuevos deportivos]
b. The new sneakers, the famous athlete may endorse [Los nuevos deportivos,
puede que los promocione el famoso atleta]
c. *Sneakers, the famous athlete may endorse the new [*Deportivos, el famoso
atleta puede que promocione los nuevos]
d. *Ne.w sneakers, the famous athlete may endorse the [*Nuevos deportivos,
puede que el famoso atleta promocione los]
oración (b) se diferencia de la (a) en que antepone una parte de la oración w sneakers
[los nuevos deportivos]) para dar más énfasis' (quizás en contraste ? viejos deportivos).
Sin embargo, existen limitaciones respecto a qué palabras i anteponerse en una oración.
Sólo cuando anteponemos los nuevos deportivo una unidad obtenemos una secuencia
gramatical, ando intentamos anteponer cualquier otra parte por sí sola como en (c) o (d),
mos oraciones agramaticales.
3 estudiosos de la sintaxis sugieren que los nuevos deportivos funciona como idad en
las oraciones porque estas palabras sólo pueden desplazarse como un '.stas unidades se
denominan constituyentes, y operaciones como la de an- ', que modifican el orden de
las palabras, afectan a la estructura constituyente ración. Los constituyentes son como
bloques de construcción que pueden para formar una oración. Entre los diversos tipos
de constituyentes se en- 11 sintagmas nominales (por ejemplo, el famoso atleta),
sintagmas verbales ;mplo, promocionar los nuevos deportivos) y sintagmas
preposicionales implo, en el estadio) entre otros. Estos constituyentes están formados
por ¡s o categorías léxicas más pequeñas, como nombre, verbo, preposición y así
ámente. Así, las oraciones poseen una estructura jerárquica —los constitu- >ueden
formar unidades cada vez más grandes—. Esto puede representarse rbol de estructura
sintagmática presentado en la Figura 1.4. triángulos pequeños representan los
constituyentes de los sintagmas nomi- -el famoso atleta y los nuevos deportivos— de la
oración. El triángulo más —promocionar los nuevos deportivos— se forma al combinar
el sintagma
Oración
odelo GT postulaba que la gramática consiste en dos tipos de reglas que liten generar
varios tipos de oraciones en una lengua dada: reglas de es- sintagmática y reglas
transformacionales. Las reglas de estructura sintag- 5 utilizan para generar la
mayoría de las principales oraciones del inglés, oraciones simples, activas y
enunciativas afirmativas. Este tipo de reglas an los distintos tipos de constituyentes
y categorías y cómo pueden com- ara formar una oración. A continuación, se ofrece
un conjunto (simplifi- reglas de estructura sintagmática para generar la estructura
que subyace jración como The famous athlete may endorse the new sneakers [El fa-
ta puede promocionar los nuevos deportivos]:
SN AUX SV (Det) (A) N V (SN)
Tiempo (Modal) Pasado Presente the [el]
athlete, sneakers 0
—>
[atleta, deportivos] endorse [promocionar] may
—>
[puede] SN
new, famous SV -» [nuevo, famoso]
—>
AUX
Basado en Lester (1971); —>
Akmajian, Demers, Farmer y Hamish, 1995
Tiempo
—>
Estas reglas de Det estructura sintagmática indican que una oración (O)
está formada por un N —> sintagma nominal (SN), un auxiliar (AUX) y un
sintagma verbal V -> (SV). El sintagma nominal consiste en un artículo
—>
opcional (Det) Modal seguido de un adjetivo opcional (A) y un nombre
—>
(N). El sintagma A verbal consta de un verbo seguido opcio- nalmente
por un sintagma nominal. El auxiliar (AUX) se compone de un
tiempo (pasado o presente), que puede ir seguido por un verbo modal.
Sustituyendo las palabras reales en cada uno de los símbolos de categorías, construimos
la estructura profunda (significado subyacente) de la oración: The famous athlete +
present tense [presente] + may + endorse + the new sneakers. Esta puede representarse,
como en la Figura 1.5, mediante una versión más elaborada del árbol de estructura sin-
tagmática que vimos en la Figura 1.4.
La gramática GT postulaba también un segundo conjunto de reglas denominadas
reglas transformacionales. Se consideró que éstas se aplicaban en la estructura profunda
subyacente de la oración de varios modos para formar la estructura superficial (forma
hablada o escrita final) de la oración. Para derivar la estructura superficial de la
estructura profunda The famous athlete + present tense + may + endorse + the new
sneakers, la GT apuntaba una regla transformacional denominada regla de
incorporación de afijos, que adjunta el tiempo presente al elemento modal may para
producir la estructura superficial de la oración The famous athlete may endorse the new
sneakers.
Los dos niveles de representación de la gramática GT —estructura profunda y es-
tructura superficial— se utilizaron para comprender la relación entre muchos tipos de
oraciones de un modo económico. Las reglas de estructura sintagmática se usaron para
generar oraciones simples, básicas, enunciativas. Las clases de oraciones relacionadas
con estos tipos fundamentales, como preguntas, pasivas o construcciones de cláusulas
de relativo, fueron derivadas de los mismos mediante varias transformaciones.
Por ejemplo, una pregunta informativa del tipo What may the famous athlete en-
dorse! [¿Qué puede promocionar el famoso atleta?] podría derivarse aplicando la
transformación de interrogativa que trasladaba elementos específicos de la oración en la
estructura profunda a otras posiciones de la oración en la estructura superficial. Este
aspecto se muestra a continuación (basado en Lester, 1971):
famoso atleta Presente puede promocionar los nuevos deportivos
i
Estructura profunda
Thefamous athlete may endorse SOMETHING [El
famoso atleta puede promocionar ALGO]
i
Reglas transformacionales
emplácese SOMETHING [ALGO] con la palabra wh- WHAT [QUÉ] Muévase
el auxiliar modal delante del SN sujeto Muévase la palabra wh— al principio de
la cláusula
i
Estructura superficial
What may thefamous athlete endorse? [¿Qué puede
promocionar el famoso atleta]
i a pjii/upniyuisiiia, ¿uue sautrn /os naoiantesf ¿o
6 Literalmente, «frase por»; hace referencia a la preposición «por» que precede al agente. (TV. de los T.)
semántica entre las oraciones activa y pasiva se debe a que ambas poseen la misma
estructura profunda, nivel al que tiene lugar la interpretación semántica en el modelo
GT.
Se postularon muchos otros tipos de transformaciones que añadían, suprimían o
trasladaban elementos en la estructura profunda, algunos de los cuales eran opcionales y
otros, obligatorios. Pueden hallarse amenas introducciones & los principios de la Teoría
Estándar de la GT en Akmajian et al. (1995) y Baker (1995).
La gramática GT ofrecía interesantes posibilidades para la colaboración entre
lingüistas y psicólogos. Establecía afirmaciones verificables acerca de si, para los
hablantes, algunas oraciones podrían ser más difíciles de producir o entender que otras.
Realizaba también predicciones sobre cómo podían progresar los niños mediante las
fases de aprendizaje del lenguaje, algunas de las cuales fueron respaldadas por estudios
del desarrollo del lenguaje en niños (Menyuk, 1968).
Sin embargo, aunque la gramática GT ofrecía la excitante posibilidad de representar
nuestro conocimiento del lenguaje de un modo preciso y que abordase los conceptos de
creatividad infinita, susceptibilidad de aprendizaje y universalidad, adolecía de varios
defectos (Webelhuth, 1995). Por ejemplo, postulaba un gran número de reglas
transformacionales, algunas con condiciones especiales. Algunas transformaciones eran
bastante complicadas, y había pocas limitaciones respecto a en qué medida podía ser
compleja una regla transformacional. Incluso una transformación aparentemente tan
simple como la pasiva requería cuatro pasos diferenciados: inserción de un auxiliar,
cambiar la forma del verbo principal, trasladar el objeto a la posición del sujeto, y
desplazar el sujeto a una frase preposicional. Cuando se aplicaba más de una regla
transformacional para derivar la estructura superficial de una oración, las reglas tenían
que ordenarse entre sí. Por ejemplo, la pregunta What may be endorsed by thefamous
athlete'! [¿Qué puede promocionar el famoso atleta?] sólo puede obtenerse si aplicamos
la transformación pasiva antes de la transformación de interrogación. Además, algunas
transformaciones eran obligatorias (por ejemplo, la incorporación del afijo), mientras
que otras eran opcionales (caso de las transformaciones de interrogación y pasiva). Por
tanto, la gramática GT era problemática desde un punto de vista de aprendizaje porque
planteaba demasiadas reglas como para que una persona que aprende la lengua las
asimilase en tan poco tiempo. No parecía claro que todos los niños estuviesen expuestos
al
io tipo de datos necesarios para aprender estas reglas de forma exacta, o las iciones en
1
las que aplicarlas (Atkinson, 1992).
a gramática GT arrojaba también luz sobre las teorías del procesamiento de 3nes (para
una breve revisión, véase Tanenhaus y Trueswell, 1995). En un pió se pensó que el
modelo GT proporcionaba la base para una descripción del en que los oyentes
producen y comprenden las oraciones —tenía una realidad ógica potencial (Miller y
Chomsky, 1963)—. Por ejemplo, los gramáticos ormacionales plantearon la hipótesis
de que las pasivas y otras construcciones querían derivaciones transformacionales
precisaban más tiempo de procesa- 3 que las oraciones activas simples, porque los
oyentes tendrían que «desha- is derivaciones transformacionales para comprenderlas.
Es decir, la comple- lerceptiva de la oración estaría relacionada con la complejidad
derivativa de ;ión (Miller, 1962). Como observaremos más adelante, muchos de los
pri- estudios psicolingüísticos contemporáneos abordaban esta hipótesis, que se inó
Teoría derivativa de la complejidad (DTC7). La DTC postulaba una n directa entre
el número de pasos implicados en la derivación lingüística de ructura superficial y el
tiempo que llevaría comprenderla. 3 primeros resultados experimentales respaldaron
un tanto la Teoría deriva- la complejidad (Miller y McKean, 1964; McMahon, 1963;
Blumenthal, .Vanner, 1974). Sin embargo, pruebas posteriores de las predicciones
esta- s por la Teoría Estándar indicaron que el proceso de comprensión no refle-
cesariamente la derivación lingüística de las oraciones como se suponía , 1966).
Winograd (1972) sugirió que aunque la gramática transformacional ;ra adecuada para
reflejar la estructura lógica del lenguaje, implicaba la ne- de «cantidades astronómicas
de procesamiento». La DTC daba por sentado estructuras que eran más difíciles de
derivar tardaban más tiempo en pro- una hipótesis que, como hemos observado, no
fue claramente respaldada, sde deberse a que las actividades más complejas no tienen
por qué llevar npo. Berwick y Weinberg (1984) proponen que las estructuras más
comieden gravar más el sistema de procesamiento del lenguaje sin consumir una
antidad de tiempo para su comprensión. Además, el sistema de procesa- iel lenguaje
puede realizar múltiples operaciones simultáneamente: un ) denominado
procesamiento en paralelo. Al final, tanto desde la pers- le la susceptibilidad de
aprendizaje [learnability] como del procesamiento, lación original de la teoría GT
parecía insatisfactoria, aunque modificó de pectacular el modo en que los lingüistas
intentaban describir el conoci- intáctico.
i sintáctica en los años setenta y ochenta. Por supuesto, era posible que a general
de la DTC fuera razonable pero que la particular teoría gramati- ida para describir
expresiones no lo fuese. La teoría GT experimentó una nón sustancial durante los
años setenta y ochenta. Aunque surgieron mu- as competidoras de la sintaxis
(McCloskey, 1988), una de las «sucesoras» \tales fue la Teoría de los Principios y
Parámetros, denominada también
SN -> (Det)(A)N SV
—> V (SN)
Estas reglas expresan algo que sabemos de forma instintiva, que un sintagma
nominal ha de contener un nombre, y un sintagma verbal debe incluir un verbo, del
mismo modo que sabemos que los sintagmas preposicionales han de contener pre-
posiciones, y así sucesivamente. Una forma más simple de englobar este principio es
crear reglas de estructura sintagmática como la siguiente:
SX XComp
donde X puede ser cualquiera de las cuatro categorías léxicas fundamentales (nombre,
verbo, preposición o adjetivo). S significa sintagma, y Comp equivale a complemento
(un tipo de constituyentes que puede añadirse al sintagma). Si hacemos esto, surge otra
regularidad del castellano. Los verbos siempre encabezarán (estarán en la posición más
a la izquierda) sintagmas verbales, las preposiciones irán siempre al principio de los
sintagmas preposicionales, y así sucesivamente. Así, podríamos decir que es una lengua
de núcleo antepuesto (headfirst), algo que comparte con muchas otras lenguas del
mundo, pero que la distingue de forma decisiva de otras familias de lenguas, como el
japonés, en la que los núcleos de los sintagmas se hallan siempre en la posición más
hacia la derecha, o última, es decir, pospuestos (headlast). Descubrir si una lengua es de
núcleo antepuesto o pospuesto puede tener también importantes consecuencias para la
adquisición de la sintaxis por parte de los niños, como se explicará en el Capítulo 8,
porque una simple regla predice cómo deberían organizarse todos los sintagmas de la
lengua.
En segundo lugar, se ha reducido las numerosas reglas transformacionales a so- ente
una: «muévase a», que simplemente significa «trasladar algo». En lugar de :has reglas
distintas, existen ahora límites en lo que puede trasladarse (núcleos o igmas), y dónde
puede ubicarse o trasladarse. Además, se supone que el movi- nto de un elemento en la
estructura subyacente de una oración deja un hueco :goría vacía) donde estuvo una vez,
lo que los lingüistas denominan huella. Por íplo, resulta evidente que una oración como
inica el significado
iue los subíndices relacionan el ítem trasladado y la huella dejada en su posi- riginal.
gunas investigaciones psicolingüísticas actuales han encontrado evidencias de >
lectores parecen reactivar la huella en su posición original al leer. ¿Cómo mostrarse
que lo hacen así? Los estudios que utilizan dos técnicas experi- es explicadas más
adelante en este libro —los potenciales evocados (PE), ;dida de la actividad cerebral
durante el procesamiento de oraciones tratada apítulo 2, y la facilitación [priming],
descrita en el Capítulo 4— indican que ares parecen comportarse como si recordasen
el elemento trasladado en el lula teoría de la huella predice que es su representación
subyacente (Fodor, 'Juender y Kutas, 1993).
Teoría de los principios y parámetros especifica también que los pronombres ativos
[palabras wh-] pueden trasladarse sólo a posiciones de aterrizaje » de la oración —
es decir, no demasiado lejos de donde se originaron, don- :ión «local» se define en
cuanto a una subteoría de la TPP denominada Teo- gamiento (para más detalles véase
Radford, 1988, Haegeman, 1991; Napoli, 3ok y Newson, 1996). La noción de
localidad puede entenderse comparan- guientes oraciones:
'hat. may thefamous athlete endorse e? [¿Qué puede promocionar el fa- eta e.?]
Vhat. does Mary hold the opinion that thefamous athlete may endorse el pina Mary
que el famoso atleta puede promocionar e.?]
Para un pronombre interrogativo como what [qué] en (a), el único sitio de des-
una miroauccion a la psicoiinguistica: ¿Qué saben los hablantes? 29
plazamiento apropiado que está disponible es un nodo en el árbol de estructura sin-
tagmática en la posición inicial de la oración (la e representa la «huella» del pronombre
interrogativo, y los subíndices muestran esta relación entre el pronombre y la huella que
deja cuando se traslada). Compárese este aspecto con la relativa agra- maticalidad de
(b). El pronombre interrogativo ha de trasladarse fuera tanto de una O {the famous
athlete may like what [el famoso atleta puede qué]), y un SN (the opinion that the famous
athlete may like what [la opinión de que el famoso atleta puede qué]) para alcanzar su
ubicación disponible en la posición inicial de la oración. Este movimiento «no ligado»
no es lícito en inglés, y estas limitaciones son postuladas por los principios de la Teoría
del Ligamiento, que impone restricciones respecto a cuánto puede desplazarse el
pronombre interrogativo (Atkinson, 1992). En este sentido, aun cuando permitimos la
libre operación de «muévase alfa», la limitamos imponiendo constricciones generales a
este funcionamiento.
Otro de los desarrollos interesantes de la teoría es el papel cada vez más importante
concedido al léxico. El léxico está formado por palabras, y frases de nuestra lengua y
una buena cantidad de información sobre ellas. Como se recordará, en la gramática
transformacional, la estructura profunda correspondía a la salida [output] de las reglas
de estructura sintagmática. Por otra parte, en la Teoría de los Principios y Parámetros, la
forma de la estructura profunda viene determinada parcialmente por la información de
las entradas léxicas de las palabras. Es decir, la información asociada con las palabras
individuales adopta el papel desempeñado previamente por reglas de estructura
sintagmática, por ejemplo, especificar los tipos y posiciones de los constituyentes que
pueden aparecer en una oración. ¿Cómo opera esto en TPP? Considérese The famous
athlete may endorse the sneakers [El famoso atleta puede promocionar los deportivos].
En TPP, la entrada léxica de endorse [promocionar] especifica que este verbo expresa
una acción que implica a alguien que hace la promoción (el Agente), y aquello que es
promocionado (el Paciente). (No podemos efectuar meramente la acción de endorse, es
preciso endorse algo). Los participantes agentes y pacientes se expresan, generalmente,
como sintagmas nominales (SN) (Grimshaw, 1981; Pesetsky, 1982; Chomsky, 1986b).
De este modo, el verbo endorse [promocionar] está asociado a la siguiente información:
os el lenguaje para informar, prometer, pedir o preguntar entre otras fun- >; cómo
utilizamos el lenguaje para obtener diversos objetivos en el mundo 5S rodea constituye
el dominio de la pragmática (Austin, 1962). La prag- i determina nuestra elección de
las palabras y nuestra interpretación del so en distintas situaciones. Del mismo modo
que existen reglas para crear nes gramaticales, las convenciones lingüísticas orientan el
uso apropiado sngua en diversos contextos. Por ejemplo, el sistema de cortesía inglés
for- rte de su pragmática. Una mujer que dice a su amiga que se halla cerca de :ntana
«Hace calor aquí dentro», está pidiéndole probablemente que la Jn padre que se queja
diciendo «Tu habitación es un completo desorden», de normalmente que se ordene.
Este tipo de afirmaciones indirectas con- con otras más directas como «Abre la
ventana» y «Limpia tu habitación», e parezca complicar la conversación, en nuestro
sistema 12 solemos con- más educado utilizar expresiones indirectas para hacer
peticiones. Esta laridad de la conversación da lugar ocasionalmente a fallos
comunicativos que la intención del hablante no coincide con la interpretación del
oyente n, 1990).
onocimiento de la pragmática incluye también la conciencia del modo en que amos la
conversación cuando tratamos con distintos tipos de oyentes. Es más e que se exprese
un saludo como, «Hola encanto, ¿qué tal?» para dirigirnos a hermana pequeña que al
policía que acaba de detenernos por exceso de ve- Los estilos de habla pueden variar
según el contexto, las características del
0 las características del hablante, además de mediante el discurso (escrito o , por
teléfono o personalmente). Estas formas especialmente marcadas de ha- enominan
registros. El habla de los niños, el habla de los extranjeros y el es- zado por algunas
enfermeras al dirigirse a los pacientes no son sino unos po- nplos de distintos
registros. Algunos registros tipifican la interacción ', mientras que otros son más
apropiados para los acontecimientos formales, venciones sobre el uso del lenguaje
con varios receptores incluyen limita- abre lo que se dice y cómo se expresa, como se
muestra en el Capítulo 6.
1parte del uso de nuestra lengua se invierte en el discurso, definido nor- :e como
interacciones verbales o escritas más largas que las simples emi- éase Capítulo 6).
Más allá del nivel de comprensión de las palabras u ora- isladas, necesitamos evaluar
lo que escuchamos u oímos en un contexto r y tomando como base nuestro
conocimiento previo —somos así capaces ar inferencias—. El contexto, o situación,
de los mensajes hablados resulto decisivo para su adecuada interpretación. En este
sentido, se conside- ■> la total comprensión de la intención del hablante por parte del
oyente. Un >mentario como «son las 8:15», asume una nueva dimensión tanto para
el :omo para el oyente que se encuentran en un atasco de tráfico de camino al o para
tomar un avión que se supone que sale a las 8:30.
«It's raining, isn't i ti» [Está lloviendo, ¿no es asíl] . «He isn't
going», is he? [No se va, ¿es así?]
nos proporcionan otros comienzos de oración, podemos ofrecer con facilidad queñas
«tags» que les ponen fin:
«She doesn't like ice cream, [does she?]». [No le gusta el helado, ¿es así?] «They are
expensive, [aren't theyl]». [Son caros, ¿no es así!]
;ro cómo sabemos qué hemos hacer? Intente formar una regla que genere las stas
correctas a (c) y a (d). Cronométrese. Considere, a continuación, si su re- ciona para
los siguientes ejemplos14:
límente, pregunta final o coletilla; breve cláusula interrogativa final del inglés cuyas carac- detallan a
continuación. Vid. la nota al respecto en el Capítulo 8. (N. de los T.) lie las peculiaridades de la question tag
son intraducibies, puede deducirse una pequeña re- :mplos que hemos dado en castellano. (N. de los T.)
rción de la tag [cláusula interrogativa final] re-utiliza (o copia) partes de la oración enun- tal. Sin embargo, el
nombre sujeto de la enunciativa inicial se reemplaza por el pronombre nte. Adviértase que el auxiliar (o verbo
de apoyo) en (a) y (b) es la única parte utilizada del sólo se utiliza la forma modal will [futuro simple]. En
general, sólo se utiliza la primera paria verbal para construir la cláusula interrogativa. El ejemplo (e) es
problemático. En ora- que el verbo no es copulativo (verbo to be [ser o estar]) o carece de elementos auxiliares
o le «elaborarse» un verbo auxiliar (siempre derivado de la forma verbal do) para completar errogativa; así,
conseguimos Your sister likes ice cream, doesn't she? en lugar de *Your sis- eam, likesn't shel ¡Adviértase que,
en inglés, la tag ha de ser negativa si la oración es afir- versa!
auto-examen. Podemos realizar la tarea, pero no podemos indagar en el proceso y
comprender cómo se produce. Esta distinción entre capacidad lingüística y meta-
lingüística le crea al psicolingüista tanta frustración como fascinación y requiere a
menudo desarrollar técnicas experimentales especiales para evaluar y describir in-
directamente cómo generan y comprenden las personas el lenguaje.
Incluso cuando las personas creen que saben realizar una tarea lingüística puede que
no la realicen correctamente. Es posible que desarrollara una regla para uno de nuestros
ejemplos que difiriese de nuestra respuesta o resultase incompleta. La mayoría de las
personas no encuentran dificultades para pronunciar todos los fonemas de su lengua,
pero no pueden producir una simple lista de esos fonemas. El proceso de «ser
metalingüístico» parece ser también menos práctico que el proceso de hablar o escuchar.
Esta dicotomía se refleja también en muchas otras empresas humanas. Por ejemplo, uno
de nosotros es un mal jugador de tenis. Cuando un profesor se desesperó finalmente
intentando mejorar nuestra capacidad para jugar, ofreció este consejo: «Dile a tu
oponente que admiras realmente su servicio. Pregúntale entonces si lanza la bola antes
o después de dar un paso hacia la línea. Durante los siguientes minutos, mientras piensa
acerca de ello, ¡su servicio no será tan bueno!».
una miroauccion
DIVERSIDAD DE LA aLENGUA Y ¿üué saben los hablantes? 35
la psicoiinguistica:
UNIVERSALES LINGÜÍSTICOS
Aquí nos centraremos principalmente en la investigación de los procesos que sub- yacen
tras el habla y la audición en inglés. Sin embargo, desde la perspectiva más amplia de la
conducta comunicativa humana, esto puede proporcionar una imagen incompleta. Como
indicamos anteriormente, las lenguas difieren marcadamente en su construcción; sus
sistemas fonológicos pueden variar ampliamente, sus reglas de formación de palabras y
los inventarios léxicos son distintos, y las reglas para ordenar los elementos oracionales
pueden diferir de los del inglés. Cuando sea posible intentaremos indicar cómo las
estrategias de procesamiento utilizadas por hablantes de distintas lenguas nos dicen más
sobre las tendencias universales en el procesamiento lingüístico o sobre las estrategias
específicas que pueden limitarse a una lengua particular. En general, se ha realizado más
investigación trans-lingüística en la psicolingüística evolutiva (cf. Slobin, 1985, 1992)
que en el estudio de la comprensión y producción del lenguaje adulto, aunque el esfuerzo
está aumentando en estas áreas (cf. MacWhinney y Bates, 1989).
La gran variabilidad hallada en los lenguajes humanos ha estimulado la búsqueda de
universales lingüísticos o rasgos constantes que puedan caracterizar a las lenguas, su uso
y su adquisición. Como advertimos en la sección de la lingüística, una gramática
universal (GU) es «un sistema de principios, condiciones y reglas que son elementos o
propiedades de todos los lenguajes humanos... la esencia del lenguaje humano»
(Chomsky, 1975, p. 29). Una GU no es simplemente un conjunto de regularidades
absolutas en todas las lenguas. Especifica también los principios que pueden tener
diferentes realizaciones en distintas lenguas. Una lengua dada utiliza
1
ina de entre un número finito de opciones (o parámetros) especificadas por el ipio.
os lingüistas siguen buscando reglas candidatas para la gramática universal nsky, 1986a).
Recientemente, las investigaciones sobre la adquisición del aje en niños y la segunda lengua se
han interesado cada vez más por la veri- 5n de teorías de la naturaleza de la gramática universal
(Hyams, 1986, Cook y 3n, 1996), intentando así relacionar universales lingüísticos hipotéticos
con las :gias observadas en el aprendizaje de la lengua.
imbién se ha mostrado un interés similar por la forma que podría adoptar un sal psicolingüístico
más en el área evolutiva que en el estudio del procesa- ) lingüístico adulto. Un universal
psicolingüístico podría basarse en factores ivos y perceptivos, así como en factores lingüísticos.
Slobin (1973, 1985) .o una serie de principios universales que rigen el curso del desarrollo lin-
o infantil. Por ejemplo, sugiere que, al aprender la lengua, se presta átenlos finales de las
palabras, lo que explicaría la adquisición, normalmente na, de los morfemas flexivos en una
gran variedad de lenguas con alto gra- lexión. Según otro principio, los niños evitan los
elementos discontinuos en a, como es el caso de las cláusulas intercaladas {El hombre que vive
junto •rmana es un doctor) o de construcciones discontinuas como el presente o inglés (Jimmy
is going [Jimmy se va]) y la negación en francés {Je ne > [Yo no soy]), en la que ne y pas indican
conjuntamente la negación. Así, propiado de estas formas llegaría en una fase posterior del
desarrollo lin- ' con independencia de la lengua que se aprenda.
los aspectos fundamentales en que los lenguajes humanos pueden dife- son
hablados/escuchados o se codifican manualmente, como el caso del de signos. Los lenguajes
orales son muy numerosos, pero los muchos s de signos existentes en el mundo difieren todos
en su fonología (que en ) incluye los signos permitidos, los patrones de movimiento y la
ubicaos signos en el espacio o en contacto con el cuerpo), léxico y sintaxis de cisiva (Bellugi
y Llima, 1979; Wilbur, 198). De entre los lenguajes de 1 Lenguaje americano de signos (ASL)
ha sido el más ampliamente escomo muestra la Figura 1.6, en el ASL, el signo de gato no se
parece en al signo griego para gato. Como se indica en algunos de los capítulos si- existen
semejanzas esenciales en el procesamiento del lenguaje, ya se enguaje de signos u oral. El
daño cerebral suele afectar a la comunica- ada y de signos de modo semejante, lo que sugiere
una representación ca común para ambos tipos de lenguaje. Los lapsus linguae y lapsus de
isí como los errores de recuerdo verbal, cometidos por los hablantes y ías que hacen signos
tienden a asemejarse, lo que fortalece nuestra en algunas explicaciones del procesamiento del
lenguaje desarrolladas cipio para explicar sólo el lenguaje oral. Sin embargo, podemos pre-
si las distintas exigencias de los lenguajes orales y gestuales requieren
Una introducción a i a psicolinguistica: ¿Uue saben los hablantesf á /
Figura 1.6. El signo de «gato» en cuatro de los lenguajes de signos del mundo. La
mayoría de éstos tienen fonologías, léxicos y gramáticas distintas.
también algunas estrategias psicolingüísticas diferentes. Aunque sólo analizaremos esta cuestión
de forma breve, ésta es un área de gran interés e importancia para comprender totalmente la
capacidad humana para aprender, comprender y producir toda la gama de lenguajes utilizados por
diversas comunidades (Wilbur, 1989; Poizner, Klima y Bellugi, 1987). Las semejanzas entre
lenguajes orales y de signos constituyen una importante área de investigación para muchos psico-
lingüistas.
iguaje escrito
as las culturas humanas poseen lenguajes orales o de signos (o ambos). Sin em- ;o, no todos los
lenguajes incluyen un sistema de escritura asociado, y es evi- e que la escritura es un desarrollo
mucho más reciente que el habla en la histo- ie los seres humanos. Los lenguajes escritos varían
ampliamente en sus :terísticas, pero pueden describirse algunas categorías generales de sistemas
de tura (Crystal, 1987; Garman, 1990; Sampson, 1985).
.a unidad mínima, o bloque de construcción, de cualquier sistema escrito es el :ma. Muchos
sistemas de escritura reflejan las propiedades fonológicas del len- ; oral que codifican y se
basan, por tanto, en los sonidos. Un sistema de escri- )asado en el sonido que utiliza símbolos
individuales, o letras, para representar memas de una lengua se denomina alfabético. El inglés
escrito es un sistema ético principalmente, aunque no es completamente regular en sus
representa- s. Si lo fuese, no tendría ningún sentido que nos deletreasen bees [abejas], porgas
las palabras se escribirían del mismo modo en que suenan. Un sistema al- ico ideal poseería
una correspondencia biunívoca entre cada fonema del aje y el símbolo (o letra) utilizado para
representarlo y suficientes letras dispara representar todos los fonemas. El sistema inglés tiende
a escribir un mis- nema de muchas formas distintas y, a veces, el mismo grafema representa
dos las distintos. Por ejemplo, un sonido como /f/ puede escribirse/, ph, gh, o ff. El ta inglés /u/
se deletrea de muchos modos distintos en palabras como do [ha- 'lue [clave], blew, [sopló]
through [a través de], food [comida], e incluso ;n) lugar (de)]. Por otra parte, dos fonemas
distintos, /0/ y /ó/, se representan con una th en palabras como thigh [muslo] y thy [tu(s)]. La
Figura 1.7 ■a los esfuerzos de un niño por dominar el sistema inglés de escritura, ichas formas
escritas inglesas, aunque no del todo alfabéticas, proporcionan ación sobre la historia de las
conexiones morfológicas de las palabras. Por o, si la palabra sign [/sain/, signo] se escribiese
como «sayn», su relación con ts como signal [señal] y signature [firma] quedaría oscurecida.
Otros idio- >mo el español y el húngaro, poseen más correspondencias regulares fonema- a.
; sistemas de escritura de algunas lenguas representan sílabas en lugar de fo- ndividuales.
Tales sistemas (como se observa en las lenguas indias canarés o e denominan silabarios.
Como se muestra en el Capítulo 9, existen evidencias los lectores de material escrito basado
en los sonidos establecen correspon- grafema-fonema (grafemas asociados o secuencias de
grafemas con su protón correspondiente) durante ciertas actividades de lectura. Las palabras
fre- o escritas de forma irregular pueden procesarse de forma distinta. :has lenguas poseen
sistemas de escritura sin base fonológica. Estos sistemas an conceptos lingüísticos (léxicos y
gramaticales) con símbolos escritos y se an ideográficos o logográficos. El chino escrito
constituye un ejemplo de és- sistemas de escritura ideográfica utilizan ideogramas para
simbolizar una oncepto en vez de una palabra determinada, y los sistemas logográficos
ogogramas para representar palabras completas. En nuestros sistemas de estilizamos también
algunos logogramas (por ejemplo, $ significa dólar).
LA EVOLUCIÓN DE LA INVESTIGACIÓN PSICOLINGÜISTICA
\
Muchas de las preguntas que estimulan la investigación de los psicolingüistas han sido
de permanente interés para filósofos, lingüistas y científicos. El diálogo Cratilo que el
filósofo griego Platón escribió en el siglo iv a. C., considera la relación entre los nombres
y las entidades que representan. Los participantes de este diálogo están en desacuerdo;
uno (un analogista) sostiene que el nombre de un objeto forma parte de su naturaleza
esencial y no es arbitrario. Según este punto de vista, una indagación etimológica
revelaría la razón de los nombres. Poniendo ejemplos ingleses, podríamos mostrar que
una bedroom [habitación] se llama así porque es una habitación [room] con una cama
[bed\, y un blueberry [arándano] es una baya [berry] de color azul [blue]. Los
analogistas sostenían que se podrían hallar las relaciones naturales que subyacen tras
mushroom [champiñón] y gooseberry [grosella] también 16. Los adversarios
«anomalistas» en el diálogo de Platón defendían la postura de que los nombres estaban
relacionados con sus referentes simplemente mediante la convención social, un punto
de vista adoptado por Aristóteles.
El papel del cerebro en el funcionamiento del lenguaje se ha explorado desde los
días de los faraones egipcios, como explica el Capítulo 2. Los escritos de He- ródoto en
el siglo v a. C. sugieren también que al menos un faraón, Psamético sentía fascinación
por los orígenes del lenguaje humano. El Capítulo 8 refiere cómo apartó dos niños con
un cuidador silencioso, esperando que cuando se les dejase por sí solos los niños
expresarían sus primeras palabras en la lengua propia de la humanidad.
Algunos consideran al psicólogo Wilhelm Wundt (1832-1920) como el fundador de
la psicolingüistica contemporánea. Wundt desarrolló la primera teoría de la producción
del habla e introdujo el uso de muchas medidas experimentales esenciales en la
investigación psicolingüistica, como el tiempo de reacción (TR). Los estudios de
tiempo de reacción serán tratados en detalle en capítulos posteriores. La premisa que
subyace a la medida del tiempo de reacción es que el tiempo empleado en procesar
distintas tareas experimentales refleja el grado de complejidad mental exigido por las
mismas.
Sin embargo, por profundas que sean sus raíces históricas, el campo de la psi-
colingüistica es relativamente joven. Algunos investigadores datan su nacimiento a
" En la misma línea, las palabras inglesas mushroom y gooseberry pueden siibdividirse en palabras con sentido
propio [p. ej., mush: masa blanda y espesa; room: lugar, o goose: ganso; berry. baya]. (N. de los T.)
T^/BaSi-gP
Dreno e. j
Osgood (1963), Jenkins y Palermo (1964), y Staats (1971) avanzaron una concepción
conductista del aprendizaje sintáctico basada en las probabilidades de transición (o la
probabilidad estadística de que una palabra vaya a continuación de otra). Skinner (1957)
formula un modelo conductual del funcionamiento del lenguaje que resultó
particularmente controvertido. Su principal interés residía en predecir las condiciones
que provocan el uso de una palabra dada. Por último, según la revisión detallada de
Fodor, Bever y Garrett (1974), tales teorías se encontraron con muchas dificultades para
explicar la compleja naturaleza de la producción y comprensión del lenguaje, como
mostrarán los siguientes ejemplos.
Las teorías del aprendizaje se encontraban con particulares limitaciones cuando
intentaban explicar el procesamiento de frases que contienen elementos discontinuos.
Por ejemplo, una cláusula de relativo intercalada interrumpe la cláusula principal en El
jinete que cayó del caballo se rompió una pierna. No resulta evidente en una oración,
así como puede condicionar jinete a la palabra rompió, que se encuentra cinco palabras
después. Las teorías conductuales eran también inadecuadas para explicar elementos que
aparecen al principio de una frase pero son determinados por elementos posteriores no
adyacentes. Por ejemplo, era difícil explicar la generación de preguntas como «¿Son
todos los votantes registrados en este municipio socialistas?», en las que la concordancia
del verbo copulativo ser inicial estaba claramente determinada por el uso de un sujeto
plural aún por aparecer.
Por último, como advirtieron Bever, Fodor y Weksel (1965) las teorías basadas en
la asociación o en las probabilidades de transición no predicen las fases iniciales del
aprendizaje lingüístico en niños. Por ejemplo, aunque las secuencias artículo + nombre
son muy comunes en castellano, las expresiones más tempranas de los niños no
contienen artículos. Lo que es más importante, el lenguaje temprano de los niños suele
contener expresiones que no repiten nada que el niño haya escuchado de los adultos. Es
difícil explicar una expresión como, «Lo hago Jaime mismo», apelando al aprendizaje
de secuencias de items asociados con frecuencia en la lengua. Ni se pone de manifiesto
cómo desarrollarían los niños la habilidad de pluralizar y, por lo demás, articular
palabras sin sentido como a wugltwo wugs [un wug, dos vvMgs] (Berko, 1958) por la
mera observación regular de los patrones lingüísticos adultos, aunque se ha invocado el
principio de la generalización del aprendizaje para explicar estos aspectos.
Los primeros modelos psicolingüísticos con orientación conductual fueron de-
safiados rápidamente por los rápidos cambios de la teoría lingüística. La aparición del
marco de la gramática generativa (Chomsky, 1957; 1965) alteró de forma espectacular
el estudio de la estructura del lenguaje y su representación mental (Fodor, Bever y
Garrett, 1974; Newmeyer, 1986; Tannenhaus, 1989). Syntactic Structures de Chomsky
(1957) y la crítica (1958) de Verbal behaviour de Skinner (1957) hizo que tanto
lingüistas como psicólogos viesen el lenguaje de una nueva forma. Los gramáticos
generativos trataron de incluir las intuiciones de los hablantes sobre expresiones
gramaticales y agramaticales, las relaciones que parecen existir entre tipos de oraciones
en una lengua dada (como las existentes entre las oraciones activas y sus
correspondientes pasivas) y el problema de la adquisición del lenguaje en niños.
El nuevo marco transformacional, que orientó gran parte de la teoría lingüística
durante las dos décadas siguientes, fue utilizado por los psicólogos que intentaban
minar si los nuevos enfoques para describir las expresiones de una lengua re- Dan las
operaciones mentales requeridas por los hablantes y oyentes al usar el laje. Como se
mencionó anteriormente en nuestro tratamiento de la sintaxis, al- s primeros hallazgos
indicaban que los oyentes podían «deshacer» mental- e las transformaciones
gramaticales que los lingüistas utilizaban para derivar Dnes interrogativas, pasivas y
negativas para oraciones más simples (Miller y ;an, 1964; Clifton y Odom, 1966). Los
investigadores del lenguaje infantil Menyuk (1968) y Brown y Hanlon (1970)
exploraron la posibilidad de que el •olio del lenguaje dependiese del aprendizaje de
transformaciones que opera- í oraciones simples adquiridas tempranamente para crear
formas lingüísticas omplejas.
i investigación de las transformaciones no respaldó completamente su repre- ión
mental, como se observó en nuestra explicación anterior. Es decir, la teo- güística no
predijo acertadamente las respuestas de los sujetos en experi- > o en los patrones de
desarrollo lingüístico observados en niños. Además, la ingüística comenzó a
evolucionar y cambiar de forma sumamente rápida, reto difícil para los psicólogos
seguir el ritmo de los nuevos desarrollos. Como in Miller (1990) y Tannenhaus
(1989), la breve y estrecha relación de trabajo ■s teóricos lingüísticos y los
psicólogos comenzó a erosionarse a principios de 5 setenta, al comenzar a divergir
notablemente sus objetivos respectivos y sus ñones respecto el lenguaje humano.
Miller (1990, p. 321) simplifica lo que ser sus respectivos sesgos actuales cuando
observa que «Los lingüistas y los *os hablan de cosas distintas... Los gramáticos
están más interesados en lo ería decirse que en lo que la gente dice realmente, lo cual
irrita a los psicó- los psicólogos insisten en complementar la intuición con la
evidencia ob- ) que irrita a los lingüistas».
inte los años setenta, los psicólogos descubrieron también interacciones en- versos
niveles de análisis lingüístico y el contexto situacional en el proce- i de lenguaje, y
comenzaron a explorar la naturaleza de la comprensión sin a ninguna teoría particular
de la gramática. Los trabajos que examinaban del contexto en la interpretación de
señales de habla ambiguas (Games y 76) y en la realización de inferencias —
supuestos lógicos— partiendo de ¡ experimentales (Bransford, Barclay y Franks,
1972) indicaban que se uti- :has clases de información en el proceso de comprensión
del lenguaje. No s fuentes de información fueron descritas adecuadamente por la
teoría lin- 4ientras que el grueso del trabajo psicolingüístico realizado en los años se-
a investigado el procesamiento sintáctico, gran parte del trabajo realizado >s setenta
se centró en la organización mental del léxico y en el procesa- l texto o discurso. A
diferencia de la sintaxis, estas áreas de investigación menos de las variaciones de la
teoría lingüística contemporánea. :cientemente, se han realizado intentos cada vez
más numerosos para reís principios de gramáticas transformacionales más modernas,
como la lección y Ligamiento, con el procesamiento de oraciones en adultos. Es- i se
evaluarán con mayor amplitud en el capítulo acerca de la adquisición e infantil
(Capítulo 8), área en la que han cobrado su mayor vigor.
LA ADQUISICIÓN DEL LENGUAJE EN LOS NIÑOS
\
La rapidez con la que los niños adquieren el lenguaje ha fascinado a estudiosos y padres
durante miles de años. Aunque han variado las preguntas sobre la naturaleza del
aprendizaje lingüístico en los niños y los métodos de estudio utilizados, aquéllas abarcan
Una introducción a i a psicolinguistica: ¿Uue saben los hablantesf á /
muchas cuestiones recurrentes. Como se advierte en el Capítulo 8, la controversia
naturaleza-educación mantiene una fuerte presencia entre los investigadores del
lenguaje infantil. Algunos (llamados con frecuencia innatistas) son partidarios de la
naturaleza y mantienen que el lenguaje es básicamente innato, que los niños nacen con
un talento humano especial, único, que puede extrapolar la gramática de una lengua sin
ser instruidos o corregidos de modo manifiesto. Otros hacen hincapié en el papel de la
educación y afirman que los adultos enseñan la lengua a los niños utilizando formas
especiales de lenguaje simplificado con ellos y proporcionándoles retroalimentación
cuando usan la lengua de modo correcto o deficiente. Un componente importante de los
primeros escritos de Chomsky (1957, 1965) fue su énfasis en el papel de la teoría
lingüística y los límites de la teoría con- ductual para explicar la adquisición del lenguaje
en niños. Sostenía que la teoría del aprendizaje de Skinner no podía explicar la rápida
adquisición de una facultad infinitamente productiva como la del lenguaje. Una serie de
estudios sobre la adquisición del lenguaje en niños (Berko, 1958; Brown, 1965; Braine,
1965) mostró, de hecho, que éstos desarrollaban sistemas gramaticales que eran bastante
regulares pero distintos en sus primeras fases respecto a la gramática adulta, evidencia
utilizada a menudo para respaldar los puntos de vista de Chomsky.
Chomsky realizó también dos afirmaciones innatistas que han espoleado una
permanente controversia en el campo del desarrollo del lenguaje infantil. La primera es
el problema de la degeneración (Berwick y Weinberg, 1984). En palabras simples,
Chomsky y otros sostenían que los niños llegan a escuchar un lenguaje degenerado en
el sentido de que contiene muchas oraciones incompletas y agramaticales y que reciben
una exposición limitada a la gama completa de estructuras utilizadas en el lenguaje. De
este modo, los principios de la lengua han de ser innatos, porque el ambiente no
proporciona evidencias suficientes para que el niño pueda desarrollar un aprendizaje
competente del lenguaje. Además, se observó un segundo problema. De acuerdo con el
problema de la evidencia negativa, los niños no reciben una instrucción manifiesta de
que algunas estructuras lingüísticas no son aceptables, ya sea por la corrección de sus
errores por parte de los padres (Brown y Hanlon, 1970) o por la enseñanza lingüística
(por ejemplo, «Puedes decir X en español, pero no puedes decir Y»), Como se explora
en el Capítulo 8 con gran detalle, tanto la validez como la interpretación de estas
afirmaciones es una cuestión vivamente investigada y debatida dentro del campo de la
adquisición del lenguaje en los niños.
RESUMEN
El lenguaje es un aspecto integral de la existencia humana. Aunque la capacidad de
comprender y formular el lenguaje subyace tras casi cualquier actividad, no se
comprenden todavía adecuadamente las operaciones mentales que posibilitan el uso
mismo. La psicolingüística explora los procesos de comprensión, producción y uisición del
lenguaje.
En este capítulo, hemos revisado brevemente el amplio dominio de la capacidad lenguaje
humano, el cual incluye el conocimiento del sistema de sonidos de una ;ua (su fonología), el
vocabulario (su léxico), las reglas para formar palabras rfología), reglas para incluir y ordenar
palabras en las oraciones (sintaxis), y repara utilizar la lengua adecuadamente en el contexto
social (pragmática). _,os principios que rigen el uso adecuado de cada uno de estos
componentes de ngua son implícitos en gran medida, y la mayoría de los hablantes-oyentes en-
tran dificultades para explicar por qué realizan ciertos juicios sobre ejemplos os y deficientes:
nuestra habilidad metalinguística es normalmente bastante polo que fuerza a los psicolingüistas
a desarrollar estrategias experimentales ivas para describir mejor las operaciones mentales que
subyacen tras el uso del íaje. En los capítulos siguientes abordaremos estas estrategias y lo que
nos re- i sobre el modo en que las personas utilizan el lenguaje. L finales de los años cincuenta,
la teoría lingüística invadió la evolución interinar de la investigación psicolingüística. En los
años posteriores, lingüistas y logos han intentado aplicar los desarrollos de la teoría gramatical
a los mode- ; uso y aprendizaje del lenguaje. Los psicólogos se han interesado además por tos
del uso del lenguaje no abordados generalmente por la teoría lingüística, el papel del contexto
o la experiencia en el procesamiento del lenguaje, as capítulos siguientes introducen al nuevo
estudiante de la psicolingüística principales preguntas acerca de cómo comprenden y producen
oraciones los ites/oyentes competentes de una lengua, el proceso de desarrollo infantil del ije, y
los fundamentos biológicos que subyacen tras el aprendizaje y el ;1 mismo. Exploraremos,
además, lo que se sabe actualmente sobre los ¡os de lectura y aprendizaje de una segunda
lengua. Estas son cuestiones íantes no sólo porque sea interesante comprender cómo utilizan el
lenguaje Mantés y oyentes competentes, sino porque conocer el habla humana, y la ensión y el
uso del lenguaje, nos permite ayudar a individuos cuyas capa- s comunicativas se encuentran
afectadas y desarrollar programas infor- s que imitan la capacidad de la mente humana para
comprender el lengua- ado. A este respecto, la disciplina de la psicolingüística afronta un
futuro de interesante.
BRAS CLAVE
Alófonos Glotalizada
Palatalizada
Realización trabada
Reglas fonotácticas
Prosodia
Palabras de contenido
Palabras funcionales
<
>i
a
igí
a
ca
tica
cía metalinguística
ica
Una introducción a i a psicolinguistica: ¿Uue saben los hablantesf á /
1. ¿Por qué podría querer un investigador enseñar a un chimpancé a usar una lengua
humana? ¿En qué se diferencia el lenguaje humano de los distintos sistemas de
comunicación animal? Enumere y desarrolle todas las diferencias que pueda
encontrar.
2. Joe, de 8 años de edad, dice «¡Mis palabras favoritas son calabaza y pan integral de
centenol» (en realidad, detesta comer estos productos). ¿Posee Joe conciencia
metalingiiística? Explique algunas de las diferencias entre la conciencia lingüística
y metalingüística y ofrezca ejemplos de ambas.
3. Explique el concepto de gramática universal. ¿Qué características particulares de
los seres humanos y su entorno podrían contribuir a la existencia de la gramática
universal?
4. Algunos investigadores sostiene que el pensamiento, o razonamiento, se realiza
mediante habla silenciosa (subvocal). ¿Está de acuerdo? Puede pensarse sin
lenguaje? Ofrezca ejemplos para ilustrar su respuesta.
IVIDAD 1
sándose en estos datos, escriba una simple regla para efectuar preguntas
tivas/negativas (preguntas que puedan responderse con un simple sí o no). o sin leer
lo que viene a continuación! >bablemente haya escrito algo similar a esto:
preliminar de las preguntas de respuesta afirmativa!negativa: sládese el segundo
elemento de la oración a la posición inicial de la misma, isideremos ahora más
datos:
niño está en el concierto. 3 hermanos pequeños están bastante sedientos, cha gente
joven irá a la fiesta. ; invitados podrían querer irse a casa, íuevo empleado no quería
trabajar.
ACTIVIDAD 2
Considere los siguientes dos ejemplos. En inglés, elaboramos oraciones como (1) y
(2) y parecen bien construidas y sinónimas:
¿Por qué podemos crear una oración gramatical como (3) pero no (4)? La mayoría
de nosotros juzga rápidamente (1), (2) y (3) como aceptables y (4) como no gramatical.
Esto parece una parte común de nuestro conocimiento de la lengua. Es explicar cómo y
por qué sabemos que las primeras tres oraciones están bien formadas y la última no, lo
que reside en el corazón de gran parte de la investigación psicolingüistica. Respuestas:
La diferencia entre los dos grupos de oraciones reside en las dos funciones distintas de
la palabra out [fuera]. En (1) y (2), out no es una preposición, como suponen la mayoría
de los lectores. Es lo que denominamos una partícula verbal, una porción de un verbo de
dos partes. El inglés posee muchos verbos de dos palabras, como throw out, cali up
[reclutar], look up [buscar], y give back [devolver] (considérese la diferencia de
significado entre las oraciones He threw out the ball [Echó la pelota fuera] y He threw
the ball [Echó la pelota]). El inglés permite la colocación de partículas verbales en la
mayor parte de las circunstancias, o junto al verbo, o después del objeto, como en (1) y
(2). Sin embargo, en (3), out funciona como una preposición, la cual ha de permanecer
siempre al principio del sintagma preposicional.
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CAPÍT
ULO 2
BASES BIOLÓGICAS
DE LA CONDUCTA
COMUNICATIVA
HUMANA
William Orr Dingwall
Universidad de Maryland en College Park
INTRODUCCIÓN
LATERALIZACIÓN FUNCIONAL
Anestesia de un hemisferio: el test de Wada Sección de los hemisferios: la
comisurotomía Extracción de un hemisferio: la hemisferectomía Escucha
con ambos oídos: la técnica de escucha dicótica ¿Qué funciones alberga el
hemisferio no dominante? Cuando los usuarios de lenguaje de signos
sufren afasia
DACION INTRAHEMISFÉRICA DE LA FUNCIÓN
íeelida de la actividad eléctrica del cerebro íedida del flujo
sanguíneo cerebral
;nguaje
isiología lingüística •N
AS CLAVE
\DES
cias bibliográficas L\L
capítulo explora las bases anatómicas y fisiológicas del habla y el nto lingüístico.
En otros capítulos nuestra principal preocupación era cómo entienden las personas
el lenguaje escrito y hablado, y cómo lo este capítulo nos preguntamos dónde
subyacen estas habilidades en el rebro. ¿Pueden atribuirse determinadas
habilidades comunicativas a -etas de la corteza cerebral? ¿Cómo se determina en
qué lugar del ce- ca una función específica? ¿Se hallan representadas en un área
con- dades relacionadas con el habla y el lenguaje, o lo están en múltiples sucede a
la habilidad comunicativa ante una lesión cerebral? Trata- itras cuestiones al
tiempo que exploramos las investigaciones histó- referentes a la neurolingüística
(neurología del lenguaje), r apartado de este capítulo, apreciamos cuán pronto se
descubrieron >or vez primera las relaciones entre cerebro y lenguaje. Este aparta-
onocimiento, de igual modo, aspectos básicos de la «geografía» del i humano. El
segundo apartado describe la anatomía y fisiología del algunas consecuencias que
para el discurso y el lenguaje tienen las es, que ponen a nuestra disposición la
posibilidad de conocer el pa- idas áreas cerebrales parecen tener en la generación y
comprensión ; apartado examina también la posibilidad de que se puedan asig-
nponentes del lenguaje (articulación, denominación, formulación ensión, etc.) a
zonas específicas o combinaciones de zonas dentro iso humano basándose en las
consecuencias de las lesiones cere- oartado examina las contribuciones relativas
aportadas por cada
La larga historia del estudio de las relaciones entre el funcionamiento del lenguaje y el
cerebro (Young, 1974; Clarke & O'Malley, 1968) está poblada de una casta de
personajes inolvidables de gran capacidad intelectual. Este apartado ofrece al lector un
breve repaso de algunos de estos individuos y sus logros.
iglo xviii, se habían descrito prácticamente todos los trastornos del len- ton y Joynt, 1960).
En el siglo xvi, un importante estudioso de la medi- lo Johann Schenk von Grafenberg
(1530-1598) fue, posiblemente, el señalar que los trastornos del lenguaje provocados por el
al daño cerebral ;e debían a la paralización de la lengua, y, de este modo, distinguió entre 1
trastorno lingüístico neuromotor denominado actualmente disartria, en :uentra afectada la
habilidad para articular sonidos del lenguaje, ladamente en la misma época, G. Mercuriale
(1588) describió por pri- que conocemos como alexia pura o alexia sin agrafía. Se mostró
e que su paciente «.. .podía escribir pero no podía leer lo que había es- tiempo en el que los
académicos hablaban el latín tan bien como su pro- ; documentaron los primeros casos de
afasia bilingüe (afasia que aféeos idiomas; Gesner, 1770; véase Benton, 1981). Este mismo
estudioso ió la primera descripción de la afasia de jerga y la agrafía de jerga, en uaje y la
escritura del paciente contenían palabras sin sentido aparente. I observó en 1863 la
capacidad para recitar material sobreaprendido, ;s religiosas, en situaciones de afasia grave.
Esta retención del discur- i ha sido documentada en multitud de ocasiones desde entonces,
que el lenguaje pudiera estar localizado en un área específica del ce- -eto en los lóbulos
frontales, fue anticipada en 1819 por Franz Josef '.8). Este distinguido neuroanatomista, que
fue el primero en señalar tre la sustancia gris y la blanca en el cerebro, fue también el funda-
>scopia (más conocida en la actualidad como frenología). Gall creía oecialmente dotados
para la memorización de material verbal podí- por sus prominentes ojos, incluso saltones. Su
explicación de este espués, fue la hipertrofia (crecimiento excesivo) del tejido cerebral )s
ojos. Gall llegó a postular en torno a 27 «órganos» mentales que •orno la vanidad, amistad,
sabiduría y religión, lo que por hipertro- "ía afectar al patrón de conducta de los individuos,
aordinaria que pueda parecer esta concepción, muy bien podría ser sarrollo básico. Como
apunta Jerison (1877), el concepto de localización funcional en el cerebro mantiene su
validez. Lo que evidentemente es incorrecto es el tipo de facultades.mentales que Gall eligió
para localizar. El lenguaje se encuentra, indudablemente, localizado en el cerebro de un
modo complejo pero no, como veremos, como un fenómeno unitario. Sin embargo, Gall fue
capaz de documentar casos de traumatismo y ataque cerebral en el córtex frontal que
provocaron pérdidas en lo que él denominó «memoria verbal», proporcionando, de este
modo, una evidencia mucho más robusta del papel que dicha área cerebral desempeña en el
funcionamiento del lenguaje.
Durante el siglo xix, los investigadores llevaron a cabo los primeros intentos serios para
comprender cómo se organizaba el lenguaje dentro del cerebro mediante el estudio de los
pacientes afásicos. El primer comportamiento en ser localizado dentro del cerebro humano fue el
lenguaje articulado (hablado) (Young, 1974)..
El cirujano francés Pierre Paul Broca (1824-1880), quien realizó tan notable descubrimiento,
aparece representado en la Figura 2.1 de un modo que, indudablemente, le habría satisfecho. Esta
estatua, que desgraciadamente ya no existe, muestra a Broca midiendo un cráneo humano con un
calibre deslizante, uno de los muchos instrumentos que inventó para la craneometría (medida de
cráneos y cerebros). Como fundador de lo que hoy denominamos antropología física, Broca estaba
muy interesado en el tamaño del cerebro y su relación con la edad, el sexo, la inteligencia, la raza
y el ambiente. Esta área de estudio es sumamente controvertida (véase Hahn et al., 1979;
Passingham, 1982, para resúmenes recientes). Broca pertenecía a una sociedad antropológica
cuyos miembros examinaban cráneos humanos y, ocasionalmente, realizaban investigaciones con
los cerebros de pacientes fallecidos. Mediante estos estudios, buscaban relacionar distintos
comportamientos con la forma o el tamaño del cráneo, o con los lugares donde se habían
producido lesiones en el cerebro. Fue durante las asambleas de esta sociedad en 1861 cuando otro
miembro, el doctor Ernest Aubertin, mencionó a un paciente suyo que padecía una lesión
traumática en el cráneo frontal. Cuando Aubertin aplicaba una ligera presión en el área frontal
mientras el paciente estaba hablando, se detenía a mitad de una palabra, para comenzar de nuevo
a hablar tan pronto como cesaba la compresión.
Poco después, Broca se encontró con un paciente en París cuyo nombre era Le- borgne. Había
estado ingresado en una casa de curas cerca de 21 años, por lo que Broca pudo obtener una
impresión de la progresión de su enfermedad. El paciente había sido ingresado a la edad de 31
años a consecuencia de haber perdido la capacidad de hablar. Parecía comprender todo lo que se
le decía pero respondía a las preguntas con una sola sílaba, «tan», acompañada de gestos. Si se le
provocaba lo suficiente era capaz de emitir unas pocas palabras a modo de maldición.
Broca invitó al doctor Aubertin a examinar a Leborgne con el objetivo de comparar el déficit
lingüístico de este paciente con el que su compañero médico esperaría encontrar como
consecuencia de una lesión del lóbulo frontal. Tras el examen, Aubertin confirmó este
diagnóstico. Cuando Leborgne murió, Broca realizó su autopsia y confirmó la existencia de una
lesión importante en el lóbulo frontal, en la
. Estatua de Broca, place de l'École de Médecine (1887- ilevard St.
Germain,. realizada por Choppin. La inscripción 3roca, fundador de la
Sociedad Antropológica, profesor en la 3 Medicina de París, senador,
1829-1880. (Cortesía de Violiet, eine, París) (Schiller, 1979.)
Broca fue también uno de los primeros en relacionar la lateralización del lenguaje
con el uso preferente de la mano derecha o izquierda. No lo hizo de un modo simplista
como Dax (1836; véase Benton, 1981), que afirmó que el lenguaje se encontraba siempre
lateralizado en la izquierda. Tampoco supuso que en los diestros se diese forzosamente
lateralización izquierda y, en los zurdos, derecha —una opinión que,
desafortunadamente, le ha sido atribuida con frecuencia a Broca—. Más bien, Broca
relacionó el uso de una mano particular y la lateralización del lenguaje con el desarrollo
precoz del hemisferio izquierdo. También adelantó la posibilidad de plasticidad en el
funcionamiento cerebral, afirmando:
(...) una lesión de la tercera circunvolución frontal, capaz de producir una afemia
duradera (término utilizado por Broca para la afasia) en un adulto, no impedirá
a un niño pequeño el aprender a hablar... (Broca, 1885, p. 392).
n los años transcurridos desde entonces hemos sido testigos de la flexibili- el cerebro
inmaduro para responder al daño cerebral, benneberg (1967) lle- iroponer que existía
un período crítico en la adquisición del lenguaje, du- el cual el aprendizaje lingüístico
se produciría rápidamente, y el daño •al no supondría trastornos comunicativos
duraderos. Como se verá más ite en este capítulo, los niños parecen recuperarse de
forma extraordinaria lesiones cerebrales, aunque pueden detectarse cambios leves en
sus habi- > lingüísticas.
Este análisis de imagen computerizada muestra también otra área del cerebro intacta
que fue relacionada con el procesamiento del lenguaje por un neurólogo contemporáneo
de Broca. Esta área recibe su nombre de Cari Wernicke (1848-1904). Wernicke, alemán,
estudió con Sigmund Freud (1856-1939) y Theodor Meynert (1833-1892), fue un
neurólogo que estableció el recorrido del nervio auditivo —un nervio craneal complejo
y esquivo— que comunica el oído con la corteza. El área de la audición más elevada
(rostral) es conocida como la circunvolución de Heschl y se encuentra situada en la
parte profunda de la cisura de Silvio. El área
Figura 2.2. Sección horizontal obtenida por medio de TAC, del cerebro de Leborgne,
paciente de Broca, que muestra el papel de la tercera circunvolución frontal izquierda, tanto
precentral como poscentral, en relación con el área de Wernicke preservada en la primera
circunvolución temporal izquierda (Signoret et al.r 1984).
Centro a Vías
planificación M auditivas
del habla
FIGURA 2.3.
MODELO DE
WERNICKE-
LICHTHEIM DE LAS
AFASIAS.
1. Afasia motora cortical (= Afasia de Broca).
2. Afasia sensorial cortical (= Afasia de Wernicke).
3. Afasia de conducción.
4. Afasia motora transcortical.
Vías motoras m5. Afasia motora subcortical (= mutismo léxico puro).
6. Afasia sensorial transcortical.
aturas neuroanatómicas
involucradas en el lenguaje abla
ra 2.4 representa el sistema nervioso central (SNC) —la porción de sistema ) contenida dentro
de las estructuras óseas del cráneo y columna verte- *ío sólo está protegida por estas barreras
óseas, si no que, además, está en-
La estructura más rostral (del latín «hacia el pico»), el córtex cerebral, se ilustra en la parte
superior de la Figura 2.4 («córtex» significa corteza en latín). Su aspecto a primera vista,
dominado por protuberancias (circunvoluciones) y hendiduras (cisuras) pudo haber influenciado
la nomenclatura de sus distintas partes propuesta por los anatomistas medievales. De hecho,
muchas de las estructuras básicas del sistema nervioso central tienen nombres con referencias
expresas al latín o al griego. El aprendizaje de estas referencias puede resultar una gran ayuda
para recordar los nombres. En realidad, la causa de que el córtex tenga una apariencia de corteza
se debe a la necesidad de contener a éste, con una superficie de unos 2.300 centímetros cuadrados,
en el interior del cráneo.
El córtex, como casi cualquier otra estructura del cerebro (y del cuerpo), es par —tiene una
mitad izquierda y una derecha—. Ambas partes se conocen por el nombre de hemisferios
cerebrales, los cuales se encuentran conectados por tractos de fibras (comisuras), de los cuales el
más importante es el cuerpo calloso (corpus callosum) ilustrado en la Figura 2.5.
Sabemos que, aunque los dos hemisferios parezcan idénticos, de hecho no lo son. Las
diferencias morfológicas (debidas a la forma) entre ambos han sido catalogadas con precisión en
la actualidad. Aunque el lenguaje, en la inmensa mayoría de los individuos, se encuentra
lateralizado en el hemisferio izquierdo, no se puede afirmar lo mismo de la articulación, que es
supervisada por los dos hemisferios. Resulta evidente que el uso preferente de la mano
correlaciona de algún modo con la lateralización cerebral. El comportamiento lingüístico se
encuentra controlado por diferentes áreas corticales, repartidas entre los diferentes lóbulos del
córtex.
Cuando Gall puso de manifiesto la diferencia entre la sustancia gris y la blanca en el cerebro,
estaba diferenciando entre grupos de células nerviosas (neuronas) y fibras nerviosas,
respectivamente. De forma aproximativa, puede decirse que el cerebro se parece a un pastel con
capas en el que se alternan estos dos tipos de materia. Como puede observarse en la Figura 2.4, y
con mayor detalle en la 2.6, en el mismo centro del cerebro existe un cúmulo de neuronas, el
diencéfalo («en mitad del cerebro»). Puede ser considerado como la primera capa de sustancia
gris. Esta estructura par se encuentra constituida por un conjunto de componentes que, entre otras
muchas funciones, sirven de estación sensorial para todas las sensaciones que provienen del
exterior —con la única excepción del olfato— antes de viajar hasta el córtex. Desempeña,
también, un papel principal a la hora de suministrar al córtex una retroalimentación de las
funciones motoras. El tálamo dorsal, uno de los componentes del diencéfalo, ha demostrado
estar lateralizado, al igual que el córtex que lo recubre. Las lesiones en el lado izquierdo pueden
producir (Figura 2.5) tanto afasia como el trastorno de articulación denominado disartria
/
(Kennedy y Mur- doch, 1989). Las capas de materia blanca del cerebro están constituidas por
fibras tanto ascendentes como descendentes, que se dirigen al córtex o provienen de él. Aquellas
que rodean al diencéfalo se conocen por el nombre de la cápsula interna.
Cuerpo calloso
¿Es diferente su hemisferio izquierdo del derecho? bro humano desde arriba, a través de
un cuerpo calloso parcialmente
nte nivel de sustancia gris que se observa son los ganglios basales. a estructura no sólo
desempeña un importante papel en el control del sino que también parece estar involucrada en el
procesamiento cog- o de los ganglios basales puede provocar una pobreza de movimientos , como
en la enfermedad de Parkinson, o un exceso de éstos (hiper- o en el Corea (baile) de Huntington,
así como temblores en reposo, be que, al dañar esta estructura, es posible provocar no sólo
disartria, ifasia.
a los ganglios basales se encuentra otra capa de materia blanca, la a, tras la cual se localiza el
manto cortical, el córtex cerebral. Justo emisferios cerebrales se encuentra el cerebelo
(«pequeño cerebro»)
Cerebro Sección FIGURA
2.6. (A)
VISTA
Ventrículo
lateral
Tálamo
Tercer
ventrículo
Núcleos del
hipotálamo
Sustancia
negra
Lóbulo Tálamo
temporal
LATERAL DE Glándula pituitaria Cuerpo mamilar (b)
LOS GANGLIOS
BASALES Y EL
TÁLAMO.
(B) SECCIÓN FRONTAL DEL CEREBRO EN EL
PLANO INDICADO EN (A).
(véanse Figuras 2.4 y 2.7). Esta estructura tiene una gran importancia en el control
motor, en colaboración con los ganglios basales, el diencéfalo, y el propio córtex. La
lesión del cerebelo conlleva una pérdida de la coordinación motora (ataxia), así como
temblor durante el movimiento voluntario. Puede aparecer disartria como consecuencia
de lesiones en el cerebelo. Hoy por hoy, no se ha informado de ningún déficit del
lenguaje debido a daños en esta zona.
En la misma base del cerebro se encuentra el tronco cerebral, compuesto por el
mesencéfalo, el puente y el bulbo raquídeo. Se la puede considerar la parte más
importante del cerebro, pues controla el funcionamiento del corazón y los pulmones.
El candidato más plausible para este control motor del habla parece ser el primer
sistema, el de control digital. Se encuentra desarrollado de forma más avanzada en los
primates, especialmente en el chimpancé y en el hombre. Se corresponde con las fibras
del tracto piramidal que se decusan, bien en el tronco cerebral, o en la médula espinal
de la Figura 2.8. Las fibras que nos interesan no sólo son las que se decusan, sino,
también, las que realizan contactos directos con motoneuronas del tronco cerebral o de
la médula espinal.
Examinaremos brevemente este tracto. Fijémonos, en primer lugar, en el extraño
aspecto de la figura representada en la parte superior del dibujo. Es el famoso
homúnculo («hombrecillo») motor que evoca el esquema de organización motora
sugerido por el neurocirujano Wilder Penfield (1891-1976), quien trazó las áreas
funcionales del cerebro mediante la estimulación eléctrica de las mismas. Debido a que
el cerebro no presenta receptores del dolor en su interior, esta estimulación se puede
realizar en pacientes conscientes bajo anestesia local, previamente a la necesaria
extracción (ablación) de tejido nervioso enfermo. Los neurocirujanos deben evitar dañar
las zonas del córtex encargadas del habla y del lenguaje que ya hemos estudiado, y una
forma de localizar dichas áreas es mediante la estimulación eléctrica del cerebro
(EEC). Penfield fue un pionero en esta área, y su libro El habla y los mecanismos
cerebrales, que resume muchos de sus descubrimientos, es bien conocido (Penfield y
Roberts, 1959). En él, este pequeño y deforme homúnculo se «sitúa» en áreas del córtex
que parecen controlar el funcionamiento de diversas partes del cuerpo. Puede apreciarse
lo grandes que son la cabeza y la lengua en relación con el tronco, por ejemplo; ello se
debe a la mayor porción de corteza que controla el funcionamiento de la cabeza y la
lengua en comparación con el tronco. También cabe destacar que, mientras muchas áreas
adyacentes controlan partes del cuerpo próximas entre sí (desde la cadera hasta la rodilla,
los tobillos y los dedos de los pies), el homúnculo no es una copia exacta de una persona
(téngase en cuenta la proximidad del cuello y del pulgar en la representación cortical,
por ejemplo).
La parte del tracto piramidal que más nos interesa surge, en general, de la banda
motora (área 4 de Brodmann) sobre la que se sitúa al homúnculo, y, en concreto,
Sistema piramidal
Córtex motor
Primario (área 40)
Miembro
Posterior
iter
na
Miembro
anterior
Decusación de las
pirámides
Tracto corticoespinal
anterior (directo)
de la zona inferior donde se encuentran representados el rostro y algunos de los órganos
del habla. Las fibras de esta área viajan hacia abajo y se decusan a la altura del tronco
cerebral, estableciendo sinapsis —haciendo contacto— con nervios (en este caso con
nervios craneales) que parten directamente del cráneo para controlar, entre otros
aspectos, la musculatura del habla. Existen 12 pares de nervios craneales en los seres
humanos (algunos animales poseen más). Algunos son sensoriales; algunos son motores;
otros son de ambos tipos. En general, puede decirse que todos están implicados en algún
aspecto de la comunicación humana. Pero, en este caso,
Estudios recientes con monos ardilla han permitido identificar áreas que,
cuando son dañadas, provocan perturbaciones o la desaparición total de la
vocalización. En el hombre existen áreas de vocalización muy parecidas y su
lesión provoca consecuencias similares. El córtex cingulado del mono y el área
motora suplementaria (equivalentes, en general, al área 6 de Brod- mann)
parecen ser imprescindibles para el inicio de la vocalización condicionada, pero
no para la generación de llamadas innatas.
El control de la vocalización en primates no humanos parece terminar en
los niveles subcorticales, al contrario que la representación cortical de las ha-
bilidades lingüísticas humanas. La destrucción unilateral o bilateral de las áreas
del córtex del mono equiparables a las áreas del lenguaje humanas, no conlleva
la aparición de efectos apreciables en sus vocalizaciones (Steklis & Raleigh,
1979; Passingham, 1982; Dingwall, 1988).
estamos interesados en aquellos involucrados en la generación del habla. Por pío, el quinto
nervio craneal (trigémino) media funciones tanto motoras como males de zonas de la
mandíbula y del rostro. El séptimo nervio (facial) controla icionamiento sensorial y motor
de la mayor parte de la musculatura facial, per- ndo la generación de ciertos aspectos de la
articulación y de la expresión facial, cimo (vago) controla las funciones de la laringe,
necesarias para la vocaliza- y el duodécimo (hipogloso) transmite los movimientos de la
lengua necesarios la articulación. El octavo nervio craneal es el nervio auditivo, que ya ha
sido o. Otros nervios craneales son los encargados de aspectos como la visión, el niento
ocular y el olfato, los cuales no trataremos con detalle, unque algunos de los nervios
craneales deben de tener una clara intervención irticulación y la vocalización, todavía no
han sido estudiados con detalle en ios o en primates no humanos como para permitirnos
determinar su papel > en la generación del lenguaje. El fisiólogo checo J. Krmpotic (1959)
seña- tanto la longitud de estos nervios como sus diámetros variaban de forma able, y que
ambos factores estaban relacionados con la transmisión de los ;os neuronales. Esto nos
lleva a plantear la cuestión, todavía no resuelta, de se coordinan distintos elementos del
tracto vocal en la producción del len- íablado.
úlulas nerviosas y
sus conexiones:
damento de todo
comportamiento
?ro se compone, tan sólo, de dos clases de células: células nerviosas (neu- y glía (células
de sostén). Los seres humanos no ganarían un premio por la mayor cantidad de estas
células —otros animales son más grandes, rporalmente como en peso encefálico—.
Todas estas células podrían estar ísicamente, pero no lo están. De hecho, existe una
separación (la sinapsis) arciones minúsculas entre una célula nerviosa, más
concretamente entre Dngaciones (axón y dendritas), y las células (muchas,
normalmente) que «contacto» con ella. A través de esta separación tiene lugar la
transmisión ios químicos y no electrofisiológicos. Los compuestos químicos involu- 1
la transmisión se denominan neurotransmisores. Es en este mundo mico de células, de
sus membranas y neuroquímica, donde podría encon- lestra verdadera naturaleza. La
cita de Sherrington al comienzo del refleja la admiración que sintió por los sucesos que
acontecen en este articular.
odo de analizar las áreas del cerebro consiste en el estudio de su citoar- a —la
organización celular, así como su morfología y situación—. Uno de is» más citados
dentro de este tipo de estudios es el que realizó el anato- nán Korbinian Brodmann en
1909 (Figura 2.9). Hasta la fecha, se ha i menudo como punto de referencia la
numeración que aparece este mapa ;n total). El cuadro que acompaña a la figura puede
ayudar a obtener una ón general de la localización y el funcionamiento de algunas de
las áreas íann delimitó en el córtex cerebral.
Qué puede fallar en el cerebro:
neuropatología
Por desgracia, hay machos aspectos que pueden fallar en un sistema tan complejo como
éste. En Tabla 2.2 aparece un listado de los tipos más comunes de neuropa- tologías y los
trastornos del lenguaje asociados a éstas.
El área que Wernicke afirmó que provocaba afasia sensorial (como sinónimos: afasia
fluida o receptiva), que ya hemos estudiado, se localiza en el tercio posterior de la primera
circunvolución temporal. Esta área, que, como ya se ha mostrado, se extiende hasta el
profundo surco denominado cisura de Silvio, se sitúa justo detrás del área cortical
responsable de la audición (circunvolución de Heschl), y se designa como área de Wernicke
en su honor. Ligeramente posterior respecto al área de Wernicke se encuentra la
circunvolución angular. La circunvolución angular tiene, aparentemente, un papel
preponderante en el acceso al vocabulario, o recuperación de palabras, que se tratará con
mayor detalle en el Capítulo 4. El daño en esta área puede provocar un tras- tomo
denominado anomia, en el que el enfermo experimenta dificultad para nombrar objetos, a
pesar de que puede entender el vocabulario de forma aceptable.
DE LOCALIZACIÓN Tercio posterior = Área de Wernicke
IANN ANATÓMICA (hemisferio dominante)
Circunvolución Poscentral Área de Broca (hemisferio dominante)
Circunvolución Precentral Córtex
Premotor
Circunvolución supramarginal
Circunvolución de Heschl
Banda de corteza que rodea a la
circunvolución de Heschl
Circunvolución temporal superior
Tercera circunvolución frontal (pars
opercularis y triangularis)
FUNCIÓN
Parkinson
Esclerosis múltiple
Hidrocefalia
Demencia
Demencia y disartria.
9El trastorno comunicativo asociado a la demencia se área de Wernicke debido a la lesión. Este trastorno
denomina a menudo mediante el complicado nombre de: recibe el nombre de afasia sensorial
lenguaje ligado a un déficit intelectual
subcortical en la Figura 2.3 y se la conoce
generalizado.
como sordera léxica pura. Los enfermos
con este trastorno han declarado: «Puedo oír lo que
Partiendo de estos dos tipos distintos de afasias y me están diciendo pero soy incapaz de procesarlo».
conociendo los lugares anatómicos relacionados con ellas, Estos enfermos pueden hablar, escribir y leer con
¿qué otros tipos de trastornos del lenguaje podrían darse? normalidad. Pueden interpretar sonidos que no
Supongamos que el área de Wernicke y la tengan que ver con el lenguaje, pero son incapaces
circunvolución de Heschl están intactas, pero que ambas de comprender su propio discurso.
se encuentran desconectadas por algún tipo de lesión ¿Qué sucedería si, en el aspecto motor (de
provocada, por ejemplo, por un derrame o una herida de salida), el área de Broca estuviera desconectada del
bala. ¿Sería el enfermo capaz de oír? Sí, pues la área de control motor del rostro, o si la unión entre
circunvolución de Heschl se encuentra en perfectas el área de Wer-
condiciones. ¿Será capaz de comprender lo que se le dice?
No, porque las señales auditivas ven impedido su acceso al
3 y el área de Broca se viera afectada? En el primer supuesto, los enfermos de- n
conservar la capacidad de comprensión de lo que se les dice, dado que el área 'ernicke
se encuentra intacta; por otro lado, carecerían de capacidad para pro- ■ lenguaje por
propia iniciativa, así como de repetir, porque el área de Broca no 'a controlar el
movimiento del tracto vocal. Esto se ve confirmado por la des- rión entre el área de
Broca y la corteza motora. Lichtheim (1885, pp. 449-453) nentó una serie de casos de
afasia motora subcortical. n el segundo supuesto, la afasia de conducción, se nos
presenta una situación iistinta. Dado que las áreas de producción del lenguaje y de
comprensión au- se hallan intactas, las respuestas de estos enfermos estarán
razonablemente onstruidas y comprenderán la mayor parte de lo que escuchen. Ahora
bien, no existe comunicación entre las áreas de la audición y la producción del len- i
través del fascículo arqueado, son, básicamente, incapaces de repetir lo que aunque
pueden entender el mensaje.
lemos observado que el daño cerebral puede disociar el habla del lenguaje a) y el
lenguaje del habla (afasia de jerga). ¿Puede imaginarse el habla y el • sin capacidad
de ideación y viceversa? Este tipo de disociaciones existe, mgamos el caso de un
individuo aquejado de la destrucción de la mayor la región que se encuentra por
debajo de la línea discontinua en la Figu- Esta área perisilviana (es decir, que rodea
la cisura de Silvio) alberga la irte del córtex dedicado exclusivamente al lenguaje.
Supongamos que la reversible. ¿Cómo se manifestaría este trastorno? El enfermo
tiene dañada ; Broca, el área de Wernicke y todas las estructuras intermedias.
Debería, nte, perder toda capacidad relacionada con el habla o el lenguaje. Este asia
(que no había predicho Wernicke) existe, y se conoce como afasia
rs y Joanette (1980) documentaron el caso de un enfermo con este tipo de ¡rsible
poco corriente, debida a la epilepsia, afasia paroxísmica. Este caso ía la
comprensión, no sólo de las consecuencias de dicha afasia, sino tam- 5 distintos
cauces que siguen el pensamiento y el lenguaje. El hermano íonje católico,
experimentaba periódicamente «arrebatos» que no le pro- )nsciencia, sino, más
bien, afasia global. Lecours y Joanette describieron )s arrebatos durante un viaje
en tren desde Italia a Suiza. A pesar de su habla, de la comprensión y de la
capacidad para leer, el hermano John e bajarse en la estación adecuada,
encontrar su hotel, hallar después un i alternativo cuando le informaron por
gestos que el hotel se encontraba ) y encargar la comida en un restaurante
simplemente señalando los menú y esperando haber elegido cosas que le
gustasen. A la mañana si- capacidades lingüísticas volvieron a la normalidad.
Figura 2.10. Presentación lateral del córtex cerebral del hemisferio izquierdo, en la que se
muestran las áreas involucradas en el lenguaje. (Adaptado de Kandel y Schwartz, 1981.)
Área delimitada
Área motora
Área motora suplementaria Área sensorial
Fascículo arqueado
Lóbulo
parietal
Lóbulo
occipital
Este
Córtex auditivo primario
(Circunvolución de Heschl)
caso, así como otros conocidos de afasia global (cf. Gordon, 1990), ofrece un importante
respaldo al mantenimiento de la ideación o procesamiento del pensamiento en ausencia
de lenguaje, y marca la diferencia entre las competencias lingüísticas y cognitivas. Se
tratarán otras posibles disociaciones entre las capacidades lingüísticas y cognitivas en el
Capítulo 8, donde se explora la adquisición del lenguaje por parte de los niños.
Vocalización
Lóbulo
frontal
Surco
central
Área
de Broca
Córtex motor
correspondiente
al rostro
Córtex visual
deSilvio
Lóbulo temporal Área de Wernicke
A 2.3. EJEMPLOS DE CONVERSACIONES CON UNA
PACIENTE (HCEM) QUE PADECÍA AFASIA MIXTA
TRANSCORTICAL.
\/V: *Hablo con ella ayer. 3EM: Hablé con ella ayer. N: *Ella tiene cuatro niño. "EM: Ella
tiene cuatro niños.
rticales y fue sugerida por vez primera como tal por Lichtheim (1885). La Ta-
reproduce algunas de las conversaciones del doctor Whitaker con la enferma, el
ejemplo A se observa lo hábil que es HCEM a la hora de repetir. De he- i capaz incluso
de repetir palabras extranjeras con acento americano. Como rva en los ejemplos B y C
de forma aún más clara, HCEM no se limitaba spetir. Repite, pero aplicando las reglas
de la lengua. HCEM no es como un 10 un ser humano qué, aunque no ha perdido el
complejo sistema de reglas in su idioma materno, parece ser incapaz de utilizar esta
«capacidad» lin- para comunicarse.
•astorno de HCEM, una afasia transcortical mixta, comporta una combina- afasia
motora transcortical y afasia sensorial transcortical. Lo que diferen- fasias
transcorticales de otros tipos de afasias es que la capacidad de repe- ;uentra
preservada. Así, la afasia motora transcortical es como la afasia de la afasia sensorial
transcortical es como la afasia de Wemicke en cuanto a údades comunicativas de
los pacientes, a excepción de la capacidad del en- : afasia transcortical para repetir
aquello que se le dice. Como muestra el expuesto más arriba, HCEM no puede emitir
ni comprender el lenguaje; apaz de repetir.
CIÓN FUNCIONAL
Con el transcurrir del tiempo, los investigadores han tratado de relacionar la la-
teralización cerebral no sólo con el uso de una u otra mano, sino también con otras
variables, como la edad, el sexo, la raza (Tsunoda, 1985), las diferencias educativas
(Bogen et al., 1972), humanos en comparación con no humanos, etc. Además, los
investigadores han estudiado con mayor detalle las funciones específicas en las que
parecen especializarse cada uno de los dos hemisferios. Como se verá, algunas funciones
comunicativas se sitúan aparentemente en el hemisferio no dominante (normalmente el
derecho).
Los datos actuales indican que el hemisferio izquierdo y el derecho difieren algo en
su funcionamiento. Esta diferencia no es de tipo dicotómico, sino que se definiría como
un continuo. Se parece, en cierto sentido, a las diferencias ya mencionadas en párrafos
anteriores, pero esta cuestión no está completamente resuelta.
Se pide al paciente que cuente hacia atrás mientras permanece tumbado en una
camilla con las piernas y los brazos en alto, y moviendo sus dedos. La inyección suele
producir hemiplejía (parálisis de un solo lado del cuerpo) contralateral de forma
inmediata. El brazo y la pierna del lado opuesto al de la inyección caen. En todos los
casos, la cuenta atrás se detiene durante unos momentos, pero si lo que se ha desactivado
es el hemisferio no dominante, ésta se reanuda al cabo de unos 5 a 20 segundos. Si se ha
desactivado el hemisferio dominante, las respuestas disfásicas pueden persistir de 1 a 3
minutos. Un método común para poner a prueba el funcionamiento del lenguaje consiste
en pedir al paciente que nombre objetos que le son presentados en una pantalla sobre su
cabeza.
En la Tabla 2.4 se ofrecen los resultados de este tipo de estudio, realizado con dos
grupos de pacientes por Rasmussen y Milner (1977) en Montreal. El primer grupo no
presentaba ningún indicio de una posible lesión cerebral en el lado iz- lo; el segundo
grupo sí. Se comparan los porcentajes de pacientes con repre- iones lingüísticas en el
hemisferio izquierdo, en el derecho o en ambos, ta tabla proporciona una clara evidencia
de la relación entre tres variables: uso ente de la mano, edad y lateralización del lenguaje.
Basándonos en estos reas, parece claro que la gran mayoría de las personas diestras
muestran una la- ación izquierda del lenguaje. Aunque gran parte de las personas zurdas
y am- ras sin ningún daño cerebral previo presentan también una lateralización da, un
porcentaje importante posee lateralización derecha o una lateralización ita para ambos
lados. Una lesión precoz en el hemisferio izquierdo incre- las posibilidades de
desarrollar lateralización derecha o bilateral para las fun- lingüísticas.
estudio reciente de Loring et al. (1990) en el que se utilizaron tareas como comprender,
nombrar y repetir, demostró que, de un total de 103 pacientes, in la representación del
lenguaje en el hemisferio izquierdo, 2 albergaban la itación del lenguaje en el
hemisferio derecho, y 22 poseían representaciones les. La representación bilateral era
mucho más representativa de los indivi- rdos (41,7 %) que de los individuos diestros
(18,7 %).
!.4. Resultados en la prueba del amital sódico (test de Wada) en poblaciones que diferían
en el uso preferencial de la mano y las evidencias de daño precoz en el hemisferio
izquierdo.
El primero en descubrir que los aproximadamente 200 millones de fibras del cuerpo
calloso no servían sólo para unir los hemisferios fue Ronald Myers (1955). Obsérvese
la Figura 2.11. Supongamos que se secciona el cuerpo calloso. A continuación,
imaginemos que se le presenta al sujeto una imagen de un objeto corriente al igual que
se hacía en el test de Wada. ¿Qué hará el sujeto? Debería nombrarlo correctamente, pues,
aunque su cuerpo calloso se encuentra dividido, todavía puede inspeccionar la figura
con sus ojos. El tracto óptico se decusa y la imagen llega a ambos hemisferios.
Izquierdo
Ojo
Derecho Ojo
Fóvea
Quiasma
ó
PtiC0 Cerebro
Cuerpo
geniculado
lateral
Zona
parieto-occipital
iferio Hemisferi
ierdo o derecho Mano' \Mano
(b)
11. Las vías visuales se cruzan totalmente, por lo que cuando stán fijos en un
punto, todo el campo a la izquierda de este pun- J córtex visual del hemisferio
derecho y los estímulos del cam- ierecho excitan el córtex visual izquierdo. Las
cortezas visuales ¡can a través del cuerpo calloso, que conecta ambos hemisfe-
ra, 1973).
«Asimetría del cuerpo humano», Doreen Kimura (91). Copyright 1973. ntific
American, Inc. Todos los derechos reservados. Representación gráfica de (a).
de este modo se denomina taquistoscopio. Las vías más importantes por las que discurre
la información en estas condiciones, desde la mano o el ojo hasta el cerebro, por ejemplo,
se encuentran representadas esquemáticamente en la Figura 2.1 l(b). Muchas de las
investigaciones realizadas en pacientes con sección del cuerpo calloso («cerebro
escindido») han utilizado este tipo de tareas (cf. Springer y Deutsch, 1989).
Unos ejemplos pueden aclarar los hallazgos más importantes de estas investiga-
ciones. Imaginemos que la palabra corazón aparece en la pantalla con un símbolo que
divide la palabra: CO / RAZÓN. ¿Podría predecirse lo que diría una persona con este
síndrome al ver la figura? Si se le preguntase respondería «razón», y nada más. Si se le
pide que señale con la mano izquierda qué palabra ha visto, el sujeto señala ine-
quívocamente la palabra «co», en vez de «razón». Los sujetos no pueden escribir o
nombrar los objetos que les han sido presentados en el hemisferio no dominante. Sin
duda, el hemisferio dominante no encuentra ninguna dificultad al realizar estas tareas.
Por tanto, parece que en la inmensa mayoría de estos enfermos (aunque existen ex-
cepciones) sólo el hemisferio dominante es capaz de producir respuestas verbales, pero
el hemisferio no dominante no presenta una carencia total de capacidades lingüísticas.
Extracción de un hemisferio: la
hemisferectomía
Es difícil imaginar una cirugía cerebral más invasiva que la desconexión de los he-
misferios cerebrales. Sin embargo, en 1927, el neurocirujano Walter Dandy, del hospital
John Hopkins, presentó un tratamiento que consistía en la extirpación total de un
hemisferio completo (hemisferectomía) para remediar la epilepsia que era intratable por
otras vías, y que parecía tener su origen en áreas extensas de tejido enfermo de uno de
los dos hemisferios (Dandy, 1928). Al saber de esta operación tan extraordinaria, el
doctor W. W. Keen, un cirujano que le conocía, le escribió lo siguiente:
21 de marzo de 1928
Estimado Dandy:
mismo puede decirse de la escritura. La comprensión se vio menos afectada. Por supuesto,
se producía una recuperación gradual de las capacidades lingüísticas, casi hasta la
normalidad, cuando la intervención se realizaba durante el desarrollo temprano del niño,
como de hecho solía suceder (Smith, 1966). Estos descubrimientos están de acuerdo con
la hipótesis de la existencia de un período crítico expuesta anteriormente.
¿Qué opinión le merecen tales hallazgos? Prácticamente la mitad del telencéfalo
había sido extirpada, pero no se observaban efectos a largo plazo en el habla o en el
lenguaje, y parecía no importar cuál de los hemisferios se extirpara mientras que la
intervención se realizara lo suficientemente pronto —antes de los cinco años de edad—.
Nos hacemos esta pregunta porque parece razonable pensar que poseemos la cantidad de
tejido nervioso justa para sobrevivir como especie, y no que tengamos el doble de lo que
en realidad necesitamos. La eliminación de una cantidad importante de este tejido debería
de tener algún efecto sobre un comportamiento tan complejo como es la conducta
comunicativa —y lo tiene, como de hecho puede demostrarse con un análisis detallado—
. Ahora nos resulta evidente que la extirpación del hemisferio dominante, no importa lo
temprana que ésta sea, produce efectos indeseables.
Dennis y Whitaker (1976) estudiaron las capacidades lingüísticas de tres niños entre
9 y 10 años. Utilizaron una amplia variedad de pruebas, tanto generales como
desarrolladas específicamente para el estudio del habla y del funcionamiento del lenguaje.
A uno de estos niños se le había extirpado el hemisferio derecho; a los otros dos, el
izquierdo. En todos los casos, la intervención se había producido antes de la edad de cinco
meses. La conclusión fue que todos los niños realizaban con la misma eficacia tareas
relacionadas con capacidades semánticas y fonológicas. Sin embargo, los dos pacientes
que carecían de lóbulo izquierdo realizaron de modo deficiente aquellas tareas que
presentaban la más mínima complejidad sintáctica. Una de las pruebas consistía en hallar
errores sintácticos y semánticos. Todos los niños efectuaron correctamente la tarea de
descubrir errores semánticos como Mi desayuno favorito es radios con crema, pero sólo
los niños carentes de hemisferio izquierdo mostraron problemas a la hora de detectar faltas
sintácticas. Ante la frase Los mejores coches en Canadá es un Ford y algunos Datsun,
uno de los niños respondió, No es verdad, es el Mercury. Estos hallazgos parecen indicar
que el hemisferio derecho es incapaz de asimilar todos los aspectos lingüísticos, incluso
cuando el hemisferio izquierdo se extirpa a una edad temprana. Sin embargo, como afirmó
Broca, el cerebro demuestra una gran capacidad plástica respecto a las funciones del
lenguaje. La única excepción parece ser la sintaxis, la cualidad del comportamiento
comunicativo que muchos lingüistas consideran exclusiva de nuestra especie.
Todas las pruebas que hemos presentado hasta el momento en relación con la
organización del habla y el lenguaje en el cerebro proceden de personas cuyos cerebros
han sufrido algún daño. En 1878, el neurólogo británico Hughling-Jackson realizó una
afirmación que suele ser la más citada en este campo, pero es también la más olvidada:
«La localización de las lesiones que suprimen el lenguaje es una cosa, la localización del
propio lenguaje es otra diferente» (Hughling-Jackson, 1878). De hecho, en la actualidad
nos hallamos en disposición de estudiar la certeza de esta
Limación a través del uso de las técnicas de neuroimagen, que permiten comparar 3
efectos de una lesión en un área con la actividad metabólica que se realiza en ■as zonas.
Los estudios preliminares parecen resaltar anormalidades metabólicas tejidos
supuestamente sanos localizados a cierta distancia del lugar de la lesión ascesis). Se
demuestra, pues, que la lesión de una parte del cerebro puede influir el funcionamiento
de otras áreas.
tanto, lo que se precisa son pruebas con sujetos normales que nos permitan prender
con mayor claridad lo que ya sabemos por los casos de patología ce- ü.
Afortunadamente, existen técnicas que pueden proporcionarnos dicha in- ación.
lura atribuyó este fenómeno a la dominancia cerebral, asociada a una órtaleza de las
vías contralaterales frente a las ipsilaterales. Cuando los es- se presentaban en un
solo oído, no se observaba ninguna diferencia que ese al oído derecho. Kimura
planteó la hipótesis de que esta superioridad teral se debía a la inhibición de las vías
ipsilaterales, que sólo se produ- o condiciones de escucha dicótica. Los estudios de
escucha dicótica en ? con comisurotomías (Sparks & Geschwind, 1968) y con
hemisferecto- rry, 1968) ofrecieron un respaldo importante a esta explicación.
Dichos nuestran una falta de acierto importante con el oído izquierdo. Estos re- ;ólo
pueden atribuirse a una inhibición de tipo periférico, dado que las is que van desde el
oído ipsilateral hasta el hemisferio dominante no i estos pacientes (véase Krashen,
1972, para una descripción detallada cuestión). Véase la Figura 2.13b.
r
abla 2.5, adaptada de Kimura (1973), se exponen múltiples resultados >ma de
escucha dicótica, la presentación mediante taquistoscopio, las movimientos
manuales observados y de la sensibilidad táctil de ambas mo cabría esperar, el
hemisferio izquierdo procesa las palabras de un rápido y eficaz, ya sea de forma
escrita o auditiva. También identifica >alabras. Aunque parezca sorprendente,
el hemisferio izquierdo es s eficaz analizando sílabas sin sentido y lenguaje
hablado en orden in- lando mientras se realiza una tarea de tipo manual. El
hemisferio de-
Figura 2.13a. Modelo de Kimura de escucha dicótica en sujetos normales.
(a) La representación monoaural en el oído izquierdo es enviada ál hemisferio derecho a través
de las vías contralaterales, y al hemisferio izquierdo por medio de las vías ¡psilaterales. El
sujeto responde que ha escuchado la sílaba «ba» de forma acertada.
(b) La representación monoaural en el oído derecho es enviada al hemisferio izquierdo por las
recho parece ser más eficaz para procesar estímulos musicales o sonidos humanos sin
relación con el lenguaje (como una tos). También parece mostrar cierta ventaja en pruebas
de procesamiento visuo-espacial.
e la afasia es muy poco frecuente tras lesiones del hemisferio derecho ios diestros
(aproximadamente el 4 % de estas personas muestran se- denominada afasia cruzada),
estas lesiones afectan al lenguaje. Defunciones del lenguaje se ven alteradas a
consecuencia de lesiones del derecho. Muchas de estas facetas están relacionadas con
aspectos icturales» del funcionamiento lingüístico. Es decir, que los pacientes 5 del
hemisferio derecho no parecen presentar problemas en el uso de , el vocabulario, o la
sintaxis, pero tienden con frecuencia a confundir los acontecimientos en una historia,
no pueden inferir una moraleja de e encuentran desorientados a la hora de realizar
inferencias acerca de s ha contado. También experimentan problemas con los términos
letafóricos o figurativos, y tienden a interpretarlos de un modo literal
Tabla 2.5. Resumen de las puntuaciones en los tests de dominancia hemisférica^e sujetos
diestros normales en tres modalidades funcionales.
Razón de puntuación
Modalidad en la prueba hemisferio
izquierdo/derecho
Auditiva
palabras 1,88:1
sílabas sin sentido 1,73:1
habla hacia atrás 1,66:1
patrón melódico 1:1,19
sonidos humanos no lingüísticos 1:1,08
Visual
letras 1,23:1
palabras 1,47:1
localización de un punto en dos dimensiones 1:1,18
enumeración de puntos y formas 1:1,20
emparejamiento de líneas inclinadas 1:1,05
percepción estereoscópica de la profundidad 1:1,28
Manual
movimientos de precisión 1,13:1
libre movimiento durante el habla 3,10:1
enumeración táctil de patrones (Braille) ventaja del lado derecho
(resultados iniciales)
localización no visual 1:1,12
(Kimura, 1973)
e inflexible. Así, pueden interpretar «corazón roto» como una patología cardíaca. Por
último, también muestran dificultades para usar e interpretar expresiones prosódicas
durante la conversación. La entonación puede verse afectada, y es posible que se halle un
deterioro en el uso de la acentuación y la entonación para comprender tanto el concepto
como la intención de las oraciones. Para la persona con daños en el hemisferio derecho,
este hecho implicaría la posibilidad de ma- linterpretar, por ejemplo, el sarcasmo. Los
problemas en esta área paralingüística de la expresión emocional pueden ser mas amplios,
hasta el punto de presentarse dificultades para leer la expresión facial o los gestos que
acompañan a la conversación (Code, 1987; Pimental y Kingsbury, 1989; Myers, 1986;
Perecman, 1983).
La literatura sobre las posibles funciones de los dos hemisferios es tan vasta ac-
tualmente que sólo podemos presentar en esta obra unos pocos de los descubrimientos
para iniciar su explicación. Hemos hablado de algunas de las variables relacionadas con
la lateralidad, como el uso de una u otra mano o la edad, pero de ma muy simplificada.
El hallazgo, por parte de Broca, de las diferencias morfo- '.icas que favorecen al
hemisferio izquierdo ha sido verificado respecto a otras as relacionadas con el lenguaje,
en concreto para el planum temporale el cual, lito en la cisura de Silvio, se halla detrás
de la circunvolución de Heschl (Gesch- id y Levitsky, 1968). Por extraño que parezca, si
el tamaño fuese lo importante, a el hemisferio derecho (no dominante) el más aventajado.
Sin duda, Broca es- i en lo cierto cuando constató que el hemisferio derecho es más
pesado normal- íte. Por lo general, presenta dos circunvoluciones de Heschl, una
circunvolución poral superior y un lóbulo parietal más grande, así como un mayor
volumen de o sanguíneo. También madura antes (Chi et al., 1977). Ahora bien, ninguna
de 5 diferencias morfológicas se ha relacionado de forma directa con función al- i.
duchas de las variables mencionadas anteriormente, así como otras, pueden amos a
comprender la lateralización en nuestra especie. Una variable que erta interés en la
actualidad es el sexo. ¿Se diferencian hombres y mujeres en atrones de lateralización?
Existen pruebas de diferencias hemisféricas rela- das con esta variable en animales
(Nottebohm y Amold, 1976). No parece clámenos por el momento, que estas
diferencias se den en los humanos (Kolb y law, 1990). Los siguientes datos ponen de
relieve posibles diferencias: la es más común en hombres que en mujeres tras lesiones
del hemisferio iz- !o, lo que sugiere que las funciones lingüísticas pueden estar
organizadas de más difusa en las mujeres. El cuerpo calloso es más grande en las
mujeres leral, la recuperación de la afasia es mejor en mujeres que en hombres. Estaí
observaciones sobre el cerebro y el funcionamiento del lenguaje en hombres ujeres
siguen motivando la investigación de las diferencias entre ambos sexo; •a, 1992).
Un método muy utilizado desde hace tiempo para estudiar la actividad cerebral durante
las pruebas lingüísticas es el electroencefalograma (EEG). Este método para observar
la actividad eléctrica del cerebro mediante unos electrodos colocados en el cuero
cabelludo se ha utilizado para evidenciar las diferencias entre hemisferios en pruebas
relacionadas con el lenguaje (por ejemplo, Galin y Ornstein, 1972). Más recientemente,
los investigadores se han interesado por la observación de la actividad eléctrica durante
respuestas específicas ante determinados estímulos controlados en el tiempo. Los
potenciales evocados (PE) arrojan algo de luz sobre el comportamiento cerebral durante
las pruebas de comprensión verbal (Garnsey, 1993; Kutas y Van Petten, 1994).
Utilizando datos tanto de la latencia (demora en la respuesta) como de la amplitud
(fuerza de la respuesta) del PE, los investigadores han encontrado pruebas físicas de que
el cerebro responde de forma distinta a las tareas que exigen un procesamiento sintáctico
frente a aquellas que precisan un procesamiento semántico. Por ejemplo, el PE es
diferente cuando se pide a los sujetos que lean frases que son incorrectas desde un punto
de vista sintáctico o semántico.
----------------------------------------------------------------------------------------
continuación se presenta una parte de las conversacionds que mantuvo íil D. con un
investigador, toda ella en ALS (siglas inglesas del Len- aje de Signos Americano). Se han
traducido las preguntas del investiga- r; los gestos de Gail D. se representan mediante su
transcripción lin- fstica. Los primeros dibujos muestra la articulación esforzada y poco ida del
signo HERMANO por parte de Gail D., partiendo de su des- Dción de un dibujo.
Hermano Hermano
Figura 2.14.
dida del riego sanguíneo cerebral
?te capítulo hemos citado reiteradamente la asombrosa capacidad de síntesis lemostró Broca
durante sus investigaciones en el siglo pasado. En 1879, poco de su muerte, diseñó un
instrumento que denominó corona termométrica, uesto por seis termómetros dispuestos de
forma simétrica y aislados con al- 1, para identificar con precisión áreas cerebrales tanto
funcionales como en- s. Broca propuso la medición de los aumentos o descensos del flujo
sanguí- irebral de una zona [regional cerebral blood flow o rCBF] utilizando este y, de modo
que este protocolo puede considerarse el primer paso hacia el pos- Jesarrollo de la analítica
contemporánea de la actividad metabólica en el in- lel cerebro.
flujo sanguíneo cerebral se halla controlado directamente por la actividad me- a del tejido
nervioso. En la actualidad, existen varias técnicas para medir el nguíneo de una zona con el
fin de estudiar los cambios funcionales que pue- ducirse en áreas concretas del cerebro
mientras se efectúan distintos comentos. Una de estas técnicas recurre a una inyección de
Xenón 133, un radiactivo disuelto en una solución salina, en la arteria carótida interna. El
leco de Lassen, Ingvour y Skinhj (1978) utilizó una serie de detectores para la emisión de
rayos gamma producidos por el isótopo. Su trabajo se basaba mesto de que cuanto más rápido
eliminase un tejido el isótopo (cuanto más i fuese la pendiente de la vida media), más rápido
sería el flujo sanguíneo >na.
Examinemos los resultados de dos estudios adicionales que utilizaron una medida aún más
sofisticada del flujo sanguíneo cerebral. Este método consistía en una técnica de observación
denominada tomografía por emisión de positrones (TEP), la cual proporciona un esquema
tridimensional del flujo sanguíneo en el cerebro y permite estudiar las estructuras subcorticales
(Petersen, Fox, Posner, Mintun y Raichle, 1989; Posner, Raichle, Petersen, Fox y Mintun —citado
en Posner y Raichle, 1994—). Los estudios del procesamiento de palabras aisladas, presentadas
de modo auditivo y visual, se realizaron de forma jerarquizada, permitiendo la simplificación del
procedimiento mediante la sustracción de los procesos más sencillos de los más complejos
mediante un ordenador. En ambos protocolos, los investigadores desarrollaron un conjunto de
estudios graduados según su dificultad. En el primer nivel, los sujetos se fijaban en un punto de
una pantalla de televisión mientras se medía su actividad cerebral mediante la técnica de TEP. En
el segundo nivel, los mismos sujetos se fijaban en el punto a la vez que se presentaban palabras
en inglés justo debajo del punto, o a través de los auriculares. En ambos casos, el ritmo de
presentación era de 40 palabras por minuto y los sujetos no tenían que responder, eran
espectadores pasivos. En el tercer nivel, los sujetos tenían que decir las palabras que leían o
escuchaban. Por último, en el cuarto nivel, los sujetos habían de proporcionar un verbo que
concordase con las frases que veían o escuchaban (por ejemplo, si los sujetos veían «pastel»,
podían responder «comer»).
> dicen estos resultados acerca del papel de la superficie lateral del cór- »n
con el funcionamiento del habla y del lenguaje? En primer lugar, palos dos
hemisferios se hallan implicados, aunque con distinta impor- labla y el
lenguaje. Es precisamente lo que cabría esperar en el caso de ases de
procesamiento, tanto visual como auditivo, así como en la res-
Figura 2.16. Modelo de Petersen et al., de los distintos niveles de procesamiento léxico
basado en sus estudios mediante rCBF (Petersen et al., 1989).
ta motora (articulación).También hemos reparado en que el área motora su- entaria
(SMA) parece activarse en una serie de tareas mótoras complejas, en- s que se
encuentra el habla. Estudios previos mediante la medida del flujo saneo cerebral local
han mostrado una activación bilateral del córtex aro-parietal (área de Wernicke)
mientras se escuchaba una conversación, así de las áreas de asociación visual (córtex
extraestriado) mientras se leían pa- . Los primeros estudios que utilizaron el flujo
sanguíneo no lograron detectar os metabólicos en el área de Broca; ahora bien, tanto
el estudio de Ryding et no el de Petersen et al. pusieron de manifiesto una activación
de esta área en íisferio izquierdo. Además, Petersen et al. constataron una activación
en el quierdo del córtex prefrontral inferior y cingulado anterior durante la reali- de
una prueba que incluía la producción de verbos compatibles con nombres. ;
investigadores también han empezado a utilizar la TEP para estudiar cómo n a cabo
diversas operaciones gramaticales en el cerebro. Recientemente, se izado imágenes
obtenidas a través de la TEP para examinar si la formación oos verbales en pasado,
regulares e irregulares, se procesa del mismo modo rebro (Jaeger, Lockwood,
Kemmerer, Van Valin, Murphy y Khalak, 1996). ltados indicaron que se activan
distintas zonas del cerebro cuando se intenta "rases en pasado con verbos regulares,
con verbos irregulares o con palabras io. Los autores enfatizaron que los verbos
regulares en pasado se generaban relativamente rápida cuando se los comparaba con
las formas irregulares, ron la hipótesis de que «Las formas regulares en pasado... son
computadas narcha mediante una operación de adición, mientras que las formas irre-
í pasado se computan de algún otro modo, que probablemente incluya el
vocabulario» (p. 477). En otras palabras, los investigadores hallaron in- que las frases
irregulares en pasado estarían almacenadas como palabras es. En el Capítulo 4 se
abordan otras técnicas experimentales para anali- >e procesan los sufijos y prefijos.
istudios suscitan otros hallazgos de interés. Uno de ellos es el efecto que ctica
sobre el cerebro. Como muestra la Figura 2.17, la repetición o prác- tarea
lingüística reduce la actividad cerebral a la vez que incrementa la icierto en la
respuesta. En algunos aspectos, parecería ir en contra del lún. Tendemos a
imaginar la «potencia cerebral» como algo asociado a rápida o con grandes
conocimientos. En realidad, un aumento de la efi- responde con un descenso de
la actividad cerebral, quizás porque el ce- olla patrones o hábitos que permiten
una conducta más automática. En \ se explica cómo parece afectar el
entrenamiento a la eficacia de releí léxico en particular.
e las estructuras
subcorticales en el
habla guaje
sartrias producidas por lesiones en los ganglios basales (disartrias hipocinéticas e hi-
percinéticas) y en el cerebelo (disartria atáxica) han sido documentadas desde tiempo
atrás (Darley et al., 1975a). Hoy en día resulta evidente que la disartria puede aparecer
tras hemorragias talámicas, así como después de infartos (Cappa y Vignolo, 1979). En
estos trastornos la articulación puede ser lenta, laboriosa y poco precisa.
Además de los trastornos neuromotores del habla, recientemente se ha descubierto
que el daño a los ganglios basales, el tálamo y la sustancia blanca circundante (cápsula
interna) puede provocar trastornos afásicos diferentes de los producidos por lesiones
exclusivamente corticales (Damasio et al., 1981; Naeser et al., 1982; Metter et al.,
1983). Las lesiones del tálamo permiten conservar la capacidad de repetir y una
comprensión auditiva relativamente eficaz. Sin embargo, el lenguaje espontáneo se
encuentra muy disminuido y se caracteriza por errores en la selección de palabras. Los
pacientes suelen evitar hablar hasta que no sea absolutamente necesario, y generan
parafasias semánticas, sustituyendo las palabras correctas por inapropiadas cuando
hablan. Las lesiones del globo pálido (una parte de los ganglios basales) provocan
también un lenguaje caracterizado por las parafasias semánticas. Las lesiones de otras
estructuras subcorticales, como la cápsula interna y el núcleo caudado, pueden producir
disartria, lo que indica que estas estructuras pueden desempeñar cierto papel en la
planificación y ejecución motora del lenguaje. Cómo intervienen estas estructuras en la
formulación del lenguaje es algo que todavía no se comprende bien. Resulta evidente
que tanto los ganglios basales como el tálamo presentan lateralización en su
funcionamiento. Si su papel en el funcionamiento del lenguaje es distinto o está
implicado en el funcio-
VIVE LA DIFFÉRENCE!
La afasia aparece más a menudo en hombres que en mujeres, tras una ion del
hemisferio izquierdo, y las mujeres tienden a una mejor progno- que los hombres
en su recuperación de ésta, sin importar qué hemisferio el dañado y qué condujo a
la incapacidad lingüística. Esta observación levado a los investigadores a postular
que las capacidades lingüísticas n representadas de un modo más bilateral en las
mujeres que en los íbres (cf. Levy, 1972). Esta interpretación esta sustentada por
un fun- ento anatómico: las mujeres parecen tener conexiones interhemisféricas
extensas que los hombres a través del cuerpo calloso (cf. Alien, Richey, i y Gorski,
1991).
lecientes investigaciones con resonancia magnética funcional (RMF) obtener
imágenes del flujo sanguíneo cerebral de un modo más preciso :on la TEP
(Shaywitz et al., 1995), ofrecen un mayor respaldo a la ie que la organización
lingüística de los cerebros masculino y femenino algún modo distinta. Cuando
hombres y mujeres realizaban una prue- evaluación de la rima, los patrones de
flujo sanguíneo eran diferentes, ujetos tenían que determinar si rimaban dos
cadenas de palabras sin So, como «lete» y «jete». Los investigadores utilizaron
un proceso de cción similar al utilizado en el estudio de Posner et al. y
encontraron . circunvolución frontal inferior (aproximadamente equivalente a las
M y 45 de Brodmann) (cf. Figura 2.9) presentaba una activación late- la a la
izquierda en los hombres pero bilateral en la mayoría de las mu- ue realizaron la
prueba (cf. Figura 2.18). El estudio de Shaywitz et al. rimero que demuestra la
existencia de diferencias funcionales consistiré sujetos masculinos y femeninos
en una prueba lingüística.
ortical general es algo que todavía no está claro (Crossen, 1985; Mur- )•
os años ochenta surgió una aproximación distinta como fruto de la unión entre sicología
cognitiva y la neuropsicología. Esta nueva subdisciplina, la neurop- logía cognitiva, tiene dos
objetivos básicos: (1) explicar los patrones de las con- as, sanas e incapacitadas, observadas en
enfermos con lesiones cerebrales en
0 más componentes de un modelo teórico de funcionamiento cognitivo normal,
1 extraer conclusiones sobre los procesos cognitivos intactos y normales de lias conductas, bien
intactas bien dañadas, observadas en personas con daño ce- 1 (Ellis y Young, 1988, p. 4). El
estudio de las funciones del lenguaje es tan ma parte de esta disciplina. Recientemente, se ha
denominado «afasiología Unía» al estudio del lenguaje desde este modelo (Caplan, 1987). Ha
de advertirse • los capítulos posteriores que, en general, la psicolingüística basa sus mode- 1
procesamiento lingüístico en el estudio de poblaciones sanas. Los afasiólo- ígüísticos persiguen
realizar la misma labor estudiando poblaciones que pa- lesiones cerebrales.
a de las premisas de esta aproximación al estudio del lenguaje es que la men- illa compuesta
por una serie de elementos de procesamiento, módulos, que disociarse. Esta aproximación,
que recuerda al estudio de Franz Josef Gall a craneología ya comentado en este capítulo, se
ha visto respaldada por s interpretaciones, como las de Chomsky (1980), Gardner (1983) o
Fodor Estos módulos estarían relacionados con áreas diferentes del cerebro. Si se ue el daño
cerebral puede proporcionarnos cierta comprensión de cómo fun- irocesos cognitivos
complejos como el lenguaje en las personas sanas, en- omo señala claramente Caramazza
(1984), puede deducirse que estos mó- rviosos resultan dañados de forma distinta
(fraccionamiento) y que, una dos, podemos determinar qué capacidad lingüística específica
se ha perdi- ¡parencia). Ésta es una afirmación arriesgada, y no está del todo claro que ;lo
pueda demostrar su validez.
íodelos surgidos de este método de estudio no guardaban relación con las s neurológicas,
como fue el caso del famoso modelo de Wernicke-Licht- i investigadores que se agrupan
bajo este paradigma señalan, correcta- ; estos primeros diagramas eran excesivamente
simplistas en su análisis :esos lingüísticos. Algunos apuntan que lo que en realidad
necesitamos es y más completa comprensión de los procesos implicados en la creación y
5n del lenguaje (hallazgos psicolingüísticos) antes de poder relacionarlos ¡nte con las
estructuras nerviosas (hallazgos neurolingüísticos). Sin em- ivestigación con usuarios del
lenguaje oral y de signos indica que discos del lenguaje, como el acceso al vocabulario y
la codificación gra- eden disociarse y verse afectados diferencialmente tras una lesión
Broca), (3) muchos aspectos son compartidos por síndromes distintos (por ejemplo, la anomia),
y, por último, (4) muchos enfermos, quizás debido a la naturaleza intrínsecamente difusa del
propio daño cerebral, no pueden clasificarse de forma clara bajo ninguno de los criterios
diagnósticos de síndromes establecidos. Estas críticas se encuentran bien fundamentadas y han
llevado a que muchos investigadores vuelvan a un estudio detallado de cada caso individual de
daño cerebral, a diferencia de los estudios de grupos (Caramazza, 1984).
RESUMEN
Como se señaló al comienzo de este capítulo, el cerebro es tan complejo como para desafiar su
propia autocomprensión. Es una complicada estructura física compuesta por miles de millones de
células, con un número de conexiones por célula que, a menudo, sobrepasa el millar de sinapsis
y que tiene una complicación añadida debido a sus diferentes medios de comunicación química.
Hemos de relacionarla
\hora bien, algo comprendemos acerca de cómo funcionan el lenguaje y el ha- :n nuestro
sistema nervioso a un nivel inmediato. Probablemente, nunca com- deremos esta relación por
completo, pero hemos de intentarlo, no sólo porque explicaría cosas que deseamos saber de
nosotros mismos, sino también porque e aprendamos puede ayudarnos a remediar alteraciones
debidas al daño cere- Lo que hemos aprendido hasta ahora apunta a un complejo sistema de
interpones entre áreas corticales y subcorticales, cada una de las cuales parece en- r distintos
aspectos del proceso comunicativo. Así, se han identificado áreas tas del cerebro como
esenciales en la articulación, formulación gramatical, sda de palabras y comprensión verbal.
Otras áreas pueden desempeñar fun- especiales en tareas como la lectura, la escritura y la
capacidad para repetir
La exploración tanto del universo que nos rodea como de aquel que se encuentra en nuestro
interior se muestra más activa que nunca. En estas nuevas fronteras podremos acercarnos más que
nunca a interpretar ese «sueño de una sombra» que somos.
PALABRAS CLAVE
ibore una lista con las técnicas utilizadas para la determinación de las regiones ebrales
donde tengan lugar distintos aspectos del lenguaje. Para cada uní >e proporcionar
ejemplos del tipo de información que permite obtener.
lexione acerca de la afirmación de que existe un período crítico para la ad sición del
lenguaje. ¿Qué datos apoyan esta hipótesis? ¿Cuáles son las po es implicaciones que
puede tener este período crítico cuando se enseña ui ma y en la rehabilitación del
lenguaje?
!DADES
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CAPÍT
ULO 3
PERCEPCIÓN DEL
HABLA
Grace H. Yeni-Komshian
Universidad de Maryland en College Park
INTRODUCCIÓN
EN
IAS CLAVE
DNES PARA REFLEXIONAR )ADES
MCIAS BIBLIOGÁFICAS
ÓN
título vamos a estudiar los procesos mediante los cuales las personas deis mensajes
orales. Cuando escuchamos una conferencia, vemos una pe- :icipamos en una
conversación, tenemos que atribuir un significado a los escuchamos. En posteriores
capítulos examinaremos cómo se accede al de las palabras y de qué forma se analiza
la construcción gramatical de 3 para lograr la comprensión completa de un mensaje.
Pero antes de que ; estos niveles de comprensión lingüística, tenemos que determinar
pri- nidos hemos escuchado. Así, para poder hacer caso de la advertencia:
«¡No resbales con esa piel de plátano!», tenemos que tomar conciencia de que hemos
escuchado una secuencia de sonidos lingüísticos. A continuación, necesitaremos
etiquetar dichos sonidos como sonidos particulares del español. Y en algún momento,
habremos de decidir cuándo una cadena de sonidos se ha convertido en una palabra o
frase perfectamente reconocible y dotada de significado.
Aunque el proceso de decodifícación del habla tiene lugar de un modo muy rápido,
resulta bastante complicado comprender cómo realizamos esta tarea. En este capítulo,
revisaremos lo que se conoce sobre el proceso por el cual los oyentes identifican los
sonidos de la lengua. Este estadio tan básico en la comunicación, se complica por el
hecho de que los sonidos de una lengua no poseen unas características acústicas
constantes e invariables. Un sonido, como el fonema /t/ del español, sonará de forma
diferente si, por ejemplo, es pronunciado por distintos hablantes, o si aparece en distintas
palabras. Examinaremos este problema de la variación intrínseca de la señal vocal', así
como otro tipo de problemas que convierten el hecho de la comprensión del habla por
parte de personas o máquinas en algo prodigioso. Además, analizaremos las teorías que
se han desarrollado para explicar los procesos de percepción del habla en forma de
sílabas y palabras, así como la potencial contribución de estas teorías a la tarea global
de comprender el lenguaje.
' Por señal vocal nos referiremos siempre a la señal física producida por la voz
humana, o señal del habla, nunca a las vocales propiamente dichas. (N. de la T).
usar el vocoder para producir voz sintetizada (Dudley, Reisz, y Watkins, Este temprano intento
produjo una voz que hablaba con un desagradable 3 electrónico» y que resultaba difícil de
entender.
> principios usados para el diseño del vocoder aceleraron el desarrollo del es- grafo de sonido.
Este instrumento analiza señales acústicas según la distri- de frecuencias (espectro) contenida
en la señal. En el análisis del habla, el ógrafo muestra la frecuencia en la ordenada (eje de las
y), el tiempo en la (eje de las x) y la amplitud en la densidad de trazo de las marcas. El
análisis la a través de la espectrografía existió ya durante la Segunda Guerra Mun- ro se
mantuvo como secreto militar y tan sólo después de la guerra se hizo nio público. Un modelo
temprano construido en los Laboratorios Bell era ; hacer visible una grabación de habla
continua de forma instantánea. En omento, se llamó al resultado habla visible (Potter, Kopp, y
Green, 1947). e comprobó que el patrón visible en constante movimiento procedente de los del
habla resultaba imposible de «leer», de forma que el espectrógrafo ficado para producir una
impresión capaz de mostrar alrededor de dos se- le discurso. La imagen generada por un
espectrógrafo se denomina espec- a de sonido. En la Figura 3.1 se observa un ejemplo de una
muestra es- fica. Los espectrogramas nos proporcionan una muestra estacionaria de la al que
nos permite evaluar aquellos de sus aspectos que pueden resultar :es para la percepción de los
segmentos del habla. Hoy en día, los espec-
kf a a a"- z J u b e n t j a u
ESPECTROGRAMA DE LA FRASE «JOE TOOK FATHER'S
SHOE BENCH RVESE QUE LAS PAUSAS (AUSENCIAS DE
ENERGÍA) NO ESTÁN SITUA- AS PALABRAS.
Tartter (1986), Language Processes, Nueva York: Holt, Rinehart and .ira 7.1, p. 210.
Así pues, los orígenes de la investigación en la percepción del habla arrancan del
interés comercial y militar por la optimización de los sistemas de comunicación. A lo
largo de los años, a medida que en la sociedad se ha ido generalizando el uso de equipos
de sonido con fines de trabajo o de ocio, se han desarrollado máquinas que permiten
analizar y recrear la señal acústica cada vez mejor. Gran parte de este trabajo se lleva
ahora a cabo mediante el uso de programas informáticos especializados. El interés
comercial por el reconocimiento del habla se ve urgido por el deseo de fabricar
computadoras capaces de comprender el habla, e incluso identificar a los hablantes a
partir de sus patrones de voz. El reconocimiento automático del habla, en la actualidad,
se limita o bien a vocabularios restringidos producidos por varios locutores o a un
vocabulario más amplio producido por locutores cuyas muestras de habla han sido
almacenadas previamente en la computadora.
En términos de sus propiedades acústicas (de sonido), el habla humana es una señal
compleja que contiene muchos tipos de información en un determinado momento, y que
varía continuamente a través del tiempo. Una conversación en cualquier lengua se
produce a una tasa estimada de 125-180 palabras por minuto. A esta velocidad de
enunciación, es probable que procesemos aproximadamente entre 25 y 30 segmentos
fonéticos por segundo (Liberman, 1970). A los problemas inherentes a la decodificación
de una señal tan rápida y tan compleja, se añade el hecho de que el habla conversacional
produce una señal continua. Volvamos por un momento a la Figura 3.1. Notará que, si
bien existen numerosas rupturas en el patrón visual, los sonidos individuales y las
palabras discurren unidos en el espectrograma sin que sea posible identificar con
facilidad la existencia de marcas delimitadoras. Los aparentes vacíos que se observan
en la Figura 3.1 están causados por unos movimientos articulatorios específicos,
asociados a ciertos sonidos, y no están determinados por los principios y finales de
palabra. Estos movimientos articulatorios implicados en la producción de ciertos
sonidos (por ejemplo, sonidos orales oclusivos y africados) requieren períodos de
silencio: los visibles blancos de la Figura 3.1 se encuentran asociados a ese tipo de
sonidos.
\ modo de ejemplo concreto, consideremos el caso de un estudiante tomando ites. Para esta tarea,
es necesario que segmentemos la señhl continua en las uni- s que corresponden al alfabeto
español. Lo que importa aquí no es la notación :cta de las palabras, sino cómo se consigue
transformar la señal que fluye de a continua en una secuencia de segmentos diferenciados. A
diferencia de la pa- escrita, el discurso oral no contiene indicaciones sobre los principios y finales
s palabras o unidades elementales del habla, a las que denominaremos seg- is fonéticos. Cuando
hablamos, emitimos gestos articulatorios de forma fluida tinua. Si tuviéramos que escribir lo que
escuchamos tal como suena, podría- ■anscribir nuestros apuntes como sigue:
spalabrashabladasnoestánseparadasporespacioscomolaspalabrasescritas.
sérvese que una oración como ésta es de difícil lectura, ya que resulta menos te dónde termina
una palabra y dónde comienza una nueva, luso aunque para nosotros segmentar el habla sea
algo relativamente fácil, de recordar que los segmentos fonéticos no se colocan como las
cuentas de r, una tras otra. Antes bien, resulta más adecuado comparar el habla con una onde
las propiedades que nos ayudan a identificar los segmentos fonéticos ntran fuertemente
entrelazadas y muy superpuestas. Uno de los mayores de- ira los investigadores de la
percepción del habla es determinar cómo se aís- mentan) los sonidos individuales a partir de
la señal vocal compleja y llega a identificarlos de la forma adecuada.
lema de la «ausencia de
invariantes»
i relativamente sencillo desarrollar modelos para los procesos de per- el habla, si cada
sonido distintivo de una lengua estuviera asociado a un ústico estándar.
Desgraciadamente, ni el habla, ni sus características "esultan ser tan sencillas. En vez de
presentar patrones invariantes (es- nvariables), los sonidos de la lengua varían
considerablemente en lo ta a sus características acústicas por varias razones. No existe
una cotia biunívoca entre los fonemas de una lengua y sus realizaciones acús- •azón muy
importante para esta variación reside en que la producción, y encia la acústica, de un
determinado segmento fonético cambia depen- :ontexto en el que se inserte. Es decir,
aquello que pronunciamos antes e un determinado segmento afecta a los movimientos
articulatorios que nara la producción de dicho segmento. Estos efectos del contexto, que
solapamiento de los movimientos del habla, se denominan efectos de ión. En el Capítulo
1 se ha estudiado el concepto de la variación alo- neno que se debe en parte a los efectos
de la coarticulación. La varia- ;a tiene lugar cuando los sonidos del habla están insertos
en ciertos mo en posición inicial de palabra, al final de una enunciación o cuan- ontiguos
a determinados sonidos. El ejemplo que se daba en dicho ca- ostrar esta variabilidad en la
realización de un fonema fue la oración
«Tom Burton intentó sustraer un plato de mantequilla», donde la [t] está presente en diferentes
posiciones. 1
Por otro lado, las propiedades físicas de los sonidos de la lengua, especialmente de las vocales,
varían según hayan sido emitidas por hombres, mujeres o niños, cuyos tractos vocales difieren en
tamaño y configuración. Por ello resulta bastante sorprendente que no encontremos dificultades
en entender los mensajes producidos por hablantes tan diversos; los investigadores de la
percepción del habla deben, por su parte, dar cuenta de la relativa facilidad con que procesamos
estas señales tan variables.
Otro factor que ocasiona la variación de las propiedades acústicas de los sonidos del habla es
que no pronunciamos dos veces la misma expresión de la misma manera. Este tipo de variación
es característico del lenguaje natural; si lo suprimiéramos, lo que decimos sonaría como algo
artificial. Cuando escuchamos hablar a otras personas, aparentemente tampoco estas variaciones
nos plantean ninguna dificultad.
No obstante, otro factor que induce la variabilidad de la señal vocal, tiene su origen en las
propiedades de la rápida articulación (característica) del habla conversacional. Resulta muy
diferente la articulación lenta y cuidadosa de palabras aisladas de la manera en que realmente
pronunciamos las palabras cuando hablamos con fluidez. Las características acústicas de los
segmentos del habla disminuyen y varían en mayor medida en un discurso fluido que en una
enunciación cuidadosa de palabras. Los investigadores de la percepción del habla deben explicar,
pues, cómo el receptor procesa estos discursos tan «confusos».
o se percibe el discurso
cuando no se dan ndiciones
ideales?
icterísticas acústicas del habla conversacional son bastante variables. Al- ices, un hablante
infraarticula (no logra su objetivo articulatorio) de malas palabras pierden gran parte de su
información identificatoria. No obs- s oyentes no tienen normalmente muchas dificultades
para entender una le dicho discurso. Vamos a mostrar cómo se usa la información léxica,
sin- contextual para interpretar señales ambiguas (habla confusa). Los mode- rcepción del
habla tendrán que explicar cómo contribuyen esos otros ni- )rocesamiento al proceso de
comprensión del lenguaje, niendo, los resultados más relevantes de los estudios llevados a
cabo en el investigación sobre la percepción del habla están ligados a la delineación
canismos que empleamos para la segmentación y el reconocimiento del Estos mecanismos
son la base de la percepción del habla. Aunque el ob- ltima instancia para algunos consiste
en explicar no sólo la manera en que 5 , sino también cómo entendemos las señales de la
lengua oral, la mayor i investigación se ha centrado en la percepción de muestras de habla
etas, restringidas en lo que respecta a otros aspectos del lenguaje, como •a y la sintaxis. De
forma característica, estos estudios han empleado sí- ibras aisladas, para ser procesadas
como estímulos experimentales. Este ívestigación ha progresado lo suficiente como para
preparar el escenario imiento siguiente, el uso de unidades de discurso más largas y dotadas
do en nuevos estudios sobre la percepción (Colé, 1980; Spoehr, 1981; ;e, 1987). Algunos de
estos estudios se debatirán posteriormente en este i embargo, antes de que podamos discutir
la naturaleza de la percepción 5 importante reconocer cómo se producen los sonidos de la
lengua y clasifica. Explicaremos, asimismo, de forma breve las propiedades la señal vocal.
LA SEÑAL VOCAL
Cómo se produce el habla
Identifiquemos primero las partes del cuerpo que se hallan involucradas en la pro-
ducción del habla. La Figura 3.2 es un diagrama de la mayor parte de los órganos usados
en la producción del habla, que muestra los puntos de articulación de las consonantes
del español. Si se comienza por la parte inferior de la Figura 3.2, se puede observar la
glotis, que forma parte de la laringe. La laringe contiene las cuerdas vocales, y la glotis
es la abertura existente entre ambas, donde dichas cuerdas se juntan al vibrar para
producir la voz o fonación. También podemos ver la faringe, la cavidad nasal y otras
partes de la cavidad oral. Estas incluyen la úvula, el velo del paladar (o paladar
blando), el paladar duro, los alvéolos o protuberancia alveolar, la lengua, los dientes
y los labios. El área que va de la laringe a los labios se denomina tracto vocal; como se
aprecia en la Figura 3.2, tiene la forma de un tubo doblado.
Hay tres sistemas principales que intervienen en la producción del habla: (1) el tracto
vocal, (2) la laringe, y (3) el sistema infraglótico, que incluye los pulmones y músculos
asociados, necesarios para la aspiración y espiración, y la tráquea. En la espiración, el
sistema infraglótico proporciona el aporte de aire necesario para el habla. En la
producción de la voz se coordinan los movimientos de los tres sistemas.
Existen dos clases de sonidos en la lengua: las vocales y las consonantes. Las vocales
y las consonantes se pronuncian de manera diferente. La diferencia principal reside en
que, en la producción de las consonantes, el movimiento articulatorio y la constricción
(estrechamiento en zonas determinadas del tracto vocal) se dan en mayor grado que en
las vocales.
Los lingüistas han clasificado más detalladamente las consonantes y las vocales
atendiendo a varias categorías. Uno de los sistemas más corrientes y básicos consiste en
la clasificación de los sonidos en función del lugar del tracto vocal donde se generan
(punto de articulación) y el modo en que se generan (modo de articulación). En la
Tabla 3.1 se listan la mayoría de las consonantes del español atendiendo a su punto y
modo de articulación.
Punto de articulación
Los números a lo largo del tracto vocal en la Figura 3.2 se refieren a los distintos lugares
en los que se realiza la constricción para las diferentes consonantes del español. A cada
uno de esos lugares lo denominamos punto de articulación. Los puntos habituales de
articulación para las consonantes españolas son: bilabial (cerramiento de los labios para
crear [p], [b], y [m]), labiodental (los incisivos superiores entran en contacto con el
labio inferior, como ocurre con la [f]), dental (el ápice de la lengua se apoya contra los
incisivos superiores e inferiores, como en la [d] y la [t]),
la punta de la lengua sobresale entre los labios, en la producción de [0] íto), alveolar (la lengua
se sitúa tocando los alvéolos superiores como r]), palatal (la lengua se eleva tocando el
paladar, como la [tj] de cha- rugo), y velar (el postdorso de la lengua se eleva contra el velo
del pa- i [k], [g], o la [x], dey'arabe). En la Tabla 3.1, las consonantes de la lis- adas según el
punto de articulación2.
3.1 se ofrece la clasificación de los sonidos del español según las normas del Alfabe- acional, de
uso general en la comunidad científica, aunque en muchos estudios reali- : habla española ha
sido clásica la utilización del Alfabeto de la Revista de Filología V. de la T.).
Tabla 3.1. Clasificación de las consonantes del español según el punto y modo de
articulación.
Punto de articulación
Oclusiv m n ji
as (mar) (nan (niñ
nasales
a) o)
*
sonor
as
Fricativ f (fin) 9 s j x
as (zarz (sal) (ayo (jara
sorda
s a) ) be)
sonor
as
Africad tf
as chic
sorda a)
s
Líquida 1 X
later later
s al (luz) al
sonor (//av
r e)
as vibra
nte
simp
Modo de articulación
le
(pero
)
r
vibra
nte
múlti
ple
(perr
o)
Aproxi j w
mantes (h/e (hue
sonor dra) vo)
as
.nones hasta los labios se denomina flujo aéreo. Cuando la respiración es regu- y
tranquila, el tracto vocal está abierto y el aire fluye libremente a través de la z o de la
boca. Sin embargo, durante la producción del habla, una parte (o es) del tracto vocal
se estrecha(n) hasta un punto suficiente para impedir el paso aire. El modo en que se
realizan las obstaculizaciones dentro del tracto vocal ta al flujo de aire, y como
resultado se obtienen las diferentes maneras en que en producirse los sonidos del
habla. La lista de consonantes en la Tabla 3.1 ién está ordenada atendiendo al modo
de articulación. Jgunos sonidos se producen al modularse la corriente de aire
mediante la ara y cierre periódicos de las cuerdas vocales en la glotis, denominándose
tam- ono laríngeo. Al abrirse y cerrarse las cuerdas vocales, se generan golpes de ue
fluyen a través de la cavidad oral. Estos impulsos de aire son periódicos en a
intervalos regulares), rápidos y producen un sonido similar a un zumbi- 'S sonidos
producidos por la vibración de las cuerdas vocales se llaman soni- ioros o fonados.
En español se hace uso de esta fuente glotal de sonoridad en ucción de todos los
sonidos vocálicos, así como de los consonánticos clasi- como sonoros en la Tabla 3.1.
Puede sentir la vibración de sus cuerdas vo- alocando los dedos sobre la garganta
mientras pronuncia un sonido [g] de ontinua. También puede percibir la ausencia de
vibración, si articula una [x] ;as. Intente pronunciar con este mismo procedimiento el
resto de pares de is y africadas sordas y sonoras; debido a su breve duración, resulta
difícil la diferencia entre los sonidos oclusivos sordos y sonoros. Compruebe tam- los
sonidos oclusivos nasales, las aproximantes (glides) y los sonidos lían sonoros; podrá
notar cómo vibran las cuerdas vocales al articularlos, sa de ocurrencia del tono
laríngeo durante la generación del sonido (fona- lama frecuencia fundamental (FO).
La frecuencia fundamental suele ser 25 vibraciones glotales en adultos varones,
alrededor de 200 en mujeres y 30 en niños. Las diferencias que se perciben entre los
timbres de las voces s, mujeres y niños reside en la tasa de tono laríngeo, 'ase de
fuente de ruido se consigue cuando se fuerza el aire a través de un ento de la cavidad
bucal. Por ejemplo, en la producción de [s], se deja un esquicio entre el ápice de la
lengua y los alvéolos. El aire se precipita a ?te resquicio. La corriente de aire crea un
ruido turbulento. La turbulen- ; un ruido de fricción que incorpora una cualidad
sibilante. Lo mismo piamos a través de un estrechamiento, como puede ser un corte
en una ba, o entre dos hojas de papel. La corriente de aire turbulenta no vibra ;nte,
sino que el flujo de aire experimenta perturbaciones que son alea- fuente de ruido
aperiódico (turbulento) constituye la base para la proís consonantes fricativas y
africadas. En el caso de las africadas y fri- ras, sonoridad y turbulencia pueden
combinarse, como se indica en la
de hecho impide el paso del aire durante un corto intervalo e incrementa su presión.
Estos movimientos van seguidos de una rápida liberación del flujo aéreo, que crea el
sonido (explosión). Si realizamos movimientos articulatorios semejantes a los que
efectuamos para las consonantes oclusivas orales pero permitimos que el aire fluya a
través de la cavidad nasal, produciremos las oclusivas nasales que se muestran en la
Tabla 3.1.
Rasgos distintivos
Los lingüistas han usado conceptos como sonoridad o punto de articulación para de-
sarrollar un sistema de rasgos distintivos que describa los sonidos del habla. Por ejemplo,
todos los sonidos se caracterizan por el rasgo +sonoro, o -sonoro (sordo). Los sonidos
pueden describirse, además, a partir de otros rasgos como que el aire salga por la nariz
o por la boca. Esto provoca el contraste entre los rasgos +orall-oral. Los sonidos
clasificados como -oral corresponderían en español a los sonidos nasales oclusivos [m],
y [n] y [ji].
Los sonidos emitidos utilizando una corriente de aire continua, como las vocales,
los sonidos fricativos, aproximantes, y líquidos, se marcan mediante el rasgo ■tiiiuo.
Los oclusivos, que requieren de una obstrucción brusca en la afluencia iré para generar
la fuente de ruido transitorio, reciben el ¿asgo -continuo, vi punto de articulación puede
también reflejarse dentro de esta notación de ras- Los sonidos realizados en la parte
anterior de la boca, como [p], [b] y [m] se an -i-anterior. Los sonidos en los que la
lengua entra en contacto con el pala- t], [d] y [n], se consideran -i-coronal. A partir de
la combinación de estos ras- rodemos derivar la especificación completa de un
determinado sonido del ol. Por ejemplo, la [b] podría describirse como:
+ oral
- continuo +
sonoro +
anterior
- coronal
el caso más sencillo. Para demostrar las propiedades acústicas de los íabla, la
forma más sencilla consiste en la descripción de cada una de Todos los sonidos
del habla están compuestos de ondas sonoras com- ñr, contienen
simultáneamente muchas frecuencias diferentes, de la que la cuerda de un
instrumento contiene múltiples notas. Las vocales basan en una modificación
de la fuente de sonoridad determinada por ticas del resonador de la cavidad
oral o del conducto vocal durante la dicho sonido
onsisten las características del resonador? Escuchamos un sonido fluye a
través de un área acotada. Ese sonido concreto que oímos está las frecuencias
del resonador asociadas al tamaño y la forma del es- el cual fluye el aire.
Todos hemos escuchado los sonidos producidos
por una botella que se está llenando de agua. El cambio en el sonido mientras se llena la
botella de agua nos indita cuándo llega el momento de cerrar el grifo. Es decir, hemos
aprendido a asignar un significado a esos cambios en el sonido. Los cambios en el sonido
se originan debido al cambio en el tamaño y la forma del espacio vacío a través del cual
el aire fluye al exterior. Cuando la botella está vacía, el aire está contenido en un espacio
relativamente grande. A medida que se va llenando de agua la botella, el espacio
disminuye y las características del resonador cambian. La resonancia de una botella
relativamente vacía produce un tono grave y la resonancia de una botella a punto de
rebosar es de tono agudo.
Vamos a abordar ahora el caso de la fuente glotal de sonoridad, la cual toma parte
en la producción de todas las vocales. Los componentes de la frecuencia, o espectro, de
esta fuente de sonoridad en la glotis incluyen la frecuencia fundamental (FO) y los
múltiplos constantes de la frecuencia fundamental. Los múltiplos de la FO se denominan
armónicos (harmonics). Así, si la FO es de 100 Hz, los armónicos serían de 200 Hz,
300 Hz, 400 Hz, 500 Hz, y así sucesivamente hasta llegar a los 8.000 Hz y más allá. El
espectro inalterado de la fuente glotal tendría componentes de frecuencia que serían
múltiplos constantes de 100 Hz, aunque algunas de estas frecuencias podrían tener
mayor o menor amplitud (volumen de sonido). En la producción de un sonido vocálico,
por ejemplo [u], tal como en la palabra tul, la configuración adoptada por el tracto vocal
para la producción de [u] determinará qué componentes de frecuencia van a ser los más
prominentes (más resonantes) cuando el aire fluya a través de esta particular disposición
de la cavidad bucal y posición de los labios. La forma del tracto vocal para la [u] (alta,
posterior, y redondeada) es tal que resonarán las zonas de los componentes de baja
frecuencia. Las bandas de las frecuencias resonantes para la voz cambian en relación a
los movimientos de nuestros órganos articuladores durante la producción del habla.
Estas bandas de frecuencias resonantes se denominan formantes. La forma de la cavidad
oral cambia cuando pronunciamos la [i], la [a] o cualquier otro sonido. En la Figura 3.3
se presentan los espectrogramas de las vocales del inglés. Los espectrogramas muestran
la frecuencia en el eje vertical, el tiempo en el horizontal y la amplitud en la oscuridad
del trazo de las marcas. Los formantes (zonas de frecuencias resonantes) se ven
fácilmente en los espectrogramas de sonido: son las bandas oscuras horizontales.
Las vocales aisladas y los diptongos mostrados en la Figura 3.3 se organizan según
el punto de articulación. En la Figura 3.3A se listan las vocales anteriores. Se sitúan
desde la vocal anterior de mayor elevación a la más baja ([i], como en beet, [e] como en
bait, [I] como en bit, [e] como en bet, [ae] como en bat). De igual forma, en la Figura
3.3B, las vocales posteriores se listan empezando por la vocal posterior de mayor
elevación a la más baja ([u], como en boot, [o] como en boat, [U] como en put, [o] como
en pour, [a] como en bah). La Figura 3.3C presenta las vocales medias o centrales ([ a]
como en putt, [a] como en the, y [a1-] como en girl). Por último, en la Figura 3.3D, se
muestran los diptongos ([iu] como en view, £oi] como en boy, [au] como en cow, y [ai]
como en eye). Los diptongos constan de dos vocales articuladas en la misma secuencia
mediante una suave transición. Si examina los formantes de la Figura 3.3. D, podrá ver
que no son planos, como ocurre en las Figuras 3.3A, B y C; se curvan de forma
ascendente o descendente. Los
Espectrogramas de ejemplos de vocales y diptongos del cano.
aproximada del punto medio de los tres primeros formantes de las ca mediante las barras
laterales en cada espectrograma. J. M. (1980). The sounds of speech communication.
Baltimore- Press, pp. 74-75.
cambios en los formantes de los diptongos reflejan los cambios en la resonancia del
tracto vocálico mientras el hablante se desliza de la primera vocal a la segunda. Las
vocales que se muestran en la Figura 3.3 fueron pronunciadas por un hablante varón,
que hablaba de forma deliberadamente cuidadosa. Incluso aunque estas muestras no
sean las típicas dentro del estilo conversacional, resulta más fácil ilustrar algunos
conceptos usando estos ejemplos tan sencillos. El aspecto más relevante de los patrones
aislados mostrados en la Figura 3.3 es que cada vocal aparece caracterizada por, al
menos, tres amplias barras oscuras horizontales. Estas barras son los formantes
vocálicos. En cada una de las vocales se marcan los tres primeros formantes mediante
pequeños guiones a fin de que le sea fácil localizarlos en la figura. Los formantes van
numerados de la baja a la alta frecuencia, de tal modo que el primer formante (Fl) está
asociado a la banda de resonancia de menor frecuencia, el segundo formante (F2) con
la siguiente banda de frecuencias, y así sucesivamente.
Las vocales se diferencian por la posición relativa de sus dos primeros formantes.
Desde el punto de vista de la percepción, los dos primeros formantes son suficientes
para su identificación. Por ello, la combinación de un Fl de baja frecuencia y de un F2
de alta frecuencia es característica de [i], como aparece en la Figura 3.3A. El patrón que
identifica a [u] consta de dos formantes de baja frecuencia, como en la Figura 3.3B.
Observe que los componentes de frecuencia de los formantes se ven afectados por el
tamaño y la forma del tracto vocal, y también, en cierta medida, por la frecuencia
fundamental. Debido a esto, los valores absolutos de los formantes de las distintas
vocales son diferentes en varones, mujeres y niños. El hecho de que los oyentes puedan
procesar con facilidad las vocales emitidas por hablantes varones, mujeres y niños, que
difieren en la frecuencia absoluta, implica la existencia de un sistema que opera más
bien por reconocimiento de patrones que por referencia a valores absolutos.
Denominamos normalización del locutor a la capacidad que muestran los oyentes de
usar el reconocimiento de patrones para identificar las vocales emitidas por diferentes
hablantes.
1.5
Obsérvese que en la Figura 3.5, aunque el locutor pronunció: Bab gagged Dad, y
los oyentes coincidieron en afirmar que habían entendido el mensaje que se les pretendía
dirigir, la imagen acústica no contiene signos visibles de las consonantes finales de las
tres palabras. Esta discrepancia se debe a los efectos coarticulatorios que tienen lugar
en el habla continua. El locutor no pronunció cada palabra por separado, sino que en la
forma fluida que utilizó para emitir la frase combinó los gestos articulatorios necesarios
para la [b] final de Bab con los precisos para la [g] inicial de gagged, y lo mismo ocurrió
entre el final de gagged y el comienzo de Dad.
PERCEPCIÓN DE LOS SEGMENTOS FONÉTICOS
mentos. Aún más, cuando estamos escuchando a alguien, no sólo oímos el isaje lingüístico, sino
que también apreciamos las características especiales de oz del hablante y su estado emocional,
aunque éste no sea determinante a la a de identificar los segmentos fonéticos (fonemas)
contenidos en el mensaje üístico.
Uno de los objetivos de mayor importancia para la investigación en esta área ha el aislamiento
de los aspectos característicos del complejo patrón de sonidos -esultan necesarios para identificar
un determinado fonema. Estas partes críticas mominan pistas acústicas. Los investigadores
necesitaban disponer de deter- do equipamiento antes de poder empezar a trabajar en esta área.
Precisaban de linas de análisis del habla, como el espectrógrafo de sonido, y de la capacidad
itetizar la voz según unas especificaciones concretas. El objetivo consistía en estímulos fónicos
que pudieran usarse en la evaluación de la relevancia per- ra de las pistas acústicas.
: los primeros descubrimientos realizados al usar esta máquina fue que a atrones altamente
simplificados podía obtenerse habla inteligible. Por síntesis de los primeros y segundos
formantes de las vocales, así como iciones adecuadas era suficiente para producir sílabas
CV (consonante- gibles. Tanto este hallazgo, como las tempranas observaciones acerca
de ón telefónica (Dudley, 1936, 1939), demostraron que el habla era alta- idante.
Ejemplos visuales de los formantes de dos sílabas CV, como se i el reproductor de
patrones, se ilustran en las Figuras 3.7 y 3.10. No es cir que la síntesis de voz ya ha
progresado desde el desarrollo del sin- reproducción de patrones y, en la actualidad, se
lleva a cabo median- aras.
I Ov»
i cíii/cpuu/i uci nauta
>s experimentos sobre percepción del habla, incluidos aquellos que exami- )s en las siguientes
secciones, han empleado dos tareas: discriminación e cación. Las tareas de discriminación
requieren que el oyente indique si dos os son iguales o diferentes. Los distintos métodos
empleados en obtener
0 de información se diferencian en función de la cantidad de memoria que
1 la tarea. En la discriminación, el oyente puede decidir si dos estímulos son o no sin tener que
identificar, etiquetar o determinar su significado. Las ta- dentificación requieren que el oyente
etiquete o determine la identidad del ). Así, en la identificación, el oyente proporciona o elige
una etiqueta y ;ar un léxico en su decisión. Por ejemplo, se les puede realizar la siguien- 5n:
«Escriba la palabra que haya escuchado». En otras situaciones, los Dueden recibir un
determinado número de alternativas, y se les pide que }ue más se ajusta a la etiqueta o
identidad del estímulo, de forma similar e presentan las preguntas con elección múltiple de
respuesta (múltiple- es t ion).
itudios sobre percepción del habla que detallamos en las siguientes sec- deron para arrojar luz
sobre los complicados procedimientos empleados )bar cómo perciben los oyentes el habla. Al
igual que el resto de los ludidos en este capítulo, están basados en la percepción del habla en
ón de las vocales
:er su identidad, ¿cuál es la parte más importante de una señal vocálica? lios iniciales los
estímulos empleados eran vocales cuyo estado esta- labía ampliado. Un experimento
hacía uso del reproductor de patrones ir los estímulos. Los investigadores deseaban
averiguar cómo iban a > sujetos a estímulos con estados estacionarios compuestos por
uno o 5 (Delattre, Liberman, Cooper y Gerstman, 1952). Los oyentes eran ca- úbir
algunas vocales creadas a partir de un único formante. Los foros de baja frecuencia se
asociaban generalmente con las vocales pos- ;emplo [u] o bien [o], los formantes aislados
de alta frecuencia, con las ores, por ejemplo [i] o [e]. Este descubrimiento sugiere que la
infor- ncial contenida en un formante basta para que el receptor perciba que i vocal,
aunque no le proporcione su identificación exacta. Sin em- se presentaban estímulos que
contenían dos formantes, los oyentes lto grado en identificar el estímulo como la vocal
concreta cuyos pa- 5 de formantes habían servido de modelo en la síntesis. Este y otros
siguieron sugerían que las porciones de estados estacionarios de los mantés de una vocal
constituyen indicios acústicos suficientes y ne- terminar su identidad. Como ya veremos,
esta opinión se modificó i medida que se investigaba la percepción usando más muestras
de
Estados estacionarios frente a
transiciones de formantes en la
identificación de vocales: estudio
ilustrativo
Recordemos que las vocales contenidas en las palabras corrientes se realizan en contextos
consonánticos. En términos acústicos, esto significa que las vocales están marcadas por
transiciones de formantes que entran y salen de las consonantes adyacentes, y además contienen
segmentos de estados estacionarios que o bien son breves, o están ausentes por completo.
Lógicamente, la siguiente cuestión, investigada unos 30 años después de los primeros trabajos, se
planteaba la comparación entre la saliencia perceptiva de los estados estacionarios vocálicos y las
transiciones de formantes (Jenkins, Strange y Edman, 1983). Describiremos este estudio con
cierto detalle, no sólo a causa de sus interesantes hallazgos sino también porque muestra cómo
pueden crearse estímulos precisos y controlados a partir de muestras de habla real. De hecho, en
la actualidad, tanto la síntesis de voz como el control informático de las señales de habla real son
técnicas habituales en la creación de estímulos experimentales en el marco de la investigación
sobre la percepción del habla.
Como estímulo experimental, Jenkins et al. (1983) usaron sílabas CVC que comenzaban y
terminaban por [b], pero que contenían nueve vocales diferentes (beeb [bi:b], bib [blb], babe
[belb], bob [bob], etc.). Un locutor varón pronunció estas nueve sílabas; posteriormente, se
digitalizaron y editaron mediante una computadora. A continuación, cada sílaba se dividió en tres
componentes: (a) las transiciones de formantes entre la consonante inicial y la vocal, (b) la porción
vocálica central, y (c) la transición entre la vocal y la consonante final. Aludiremos a estos tres
segmentos en lo sucesivo como (a), (b) y (c). Los oyentes evaluaron los siguientes tipos de
estímulo:
e pidió a los grupos de sujetos que identificaran las vocales de cada tipo de es- o. Los
resultados mostraron que los estímulos con silendo central se identifi- i con tanta precisión
como las sílabas de control. Los oyentes cometían signi- /amente más errores a la hora de
identificar las sílabas con centro variable mación temporal y de estados estacionarios) y las
sílabas colindantes que al ficar las silabas control. El nivel más bajo de aciertos se dio en las
sílabas con fijo (estímulos formados únicamente por estados estacionarios). Según la ■etación
de los autores, estos resultados indicaban que las transiciones de ites y la duración vocálica
constituyen pistas más importantes para la identi- n de las vocales que una muestra fija con la
información del estado estacio- 5ste descubrimiento se ha replicado y ampliado en otros
estudios. Una revi- ís detallada de los estudios más recientes, así como un modelo de
percepción 'ocales puede encontrarse en Strange (1989a, 1989b). i y otras investigaciones sobre
la percepción de las vocales sugieren que la ión de los sonidos aislados y del habla continua
son diferentes. Lo que pa- nstituir una pista acústica relevante en la identificación de una vocal
(su es- acionario) dentro de un segmento de voz sintetizada aislado y ampliado, en natural
resulta ser de menor importancia. Así, las pistas acústicas conside- portantes al evaluar el habla
simplificada (dos formantes únicamente) pue- 3 menos cuando se trata de habla natural
(muchos formantes). Por consi- la historia de la investigación sobre la percepción de las
vocales pone de o que la comprensión que poseemos acerca de los procesos del habla estará
:ambios a medida que vayamos mejorando y diversificando nuestros mé- investigación.
vestigación, en la actualidad, aborda las características del habla conver- eal usando tecnología
informática, que permite editar el habla natural para tímulos que puedan ser controlados y que
simultáneamente reflejen las ca- as de una conversación normal.
Desde finales de los años cincuenta, gran parte de la investigación se consagró a otro tipo de
estudios sobre la percepción. Se ocupaban primordialmente de determinar las pistas acústicas de
los contrastes fonéticos del inglés y otras lenguas. Se ha acumulado gran cantidad de información
empírica sobre este tema. En este capítulo, resaltaremos dos hallazgos muy importantes de
carácter general que se han observado repetidamente en diferentes condiciones de estímulos y
empleando distintas técnicas experimentales. El primer hallazgo consiste en que las pistas acústi-
cas están presentes en todas las realizaciones de un determinado fonema. La pista acústica para
un fonema cambia cuando se le empareja con otros fonemas. Además, la investigación ha
demostrado que las variaciones dependientes del contexto son muy pronunciadas en aquellos
sonidos altamente codificados, como las consonantes oclusivas. Por ejemplo, como se ilustra en
la Figura 3.7, los patrones acústicos de las transiciones de los segundos formantes desde la
consonante a la vocal en [di] y [du] se diferencian de forma acusada, sin embargo, los oyentes
coinciden en afirmar que la consonante en ambas sílabas es la misma [d]. Esto sirve para ilustrar
los efectos de la coarticulación y del problema de la «ausencia de invariantes» descritos
anteriormente en este capítulo.
Tiempo en mseg.
alo de inicio de la
sonoridad (VOT): ortante
pista acústica
idénticas excepto en el rasgo de sonoridad. Es decir, [b] y [p], [d] y [t] y [g] y [k] son pares de
fonemas que se distinguen únicamente en el rasgo de sonoridad. En cada par, el primer sonido se
produce acompañado de vibración de las cuerdas vocales (+sonoro), cosa que no ocurre con el
segundo {-sonoro).
Aunque pueda parecer que la presencia o ausencia de sonoridad durante la emisión de una
oclusiva es un indicio sencillo para discriminar entre los sonidos, la descripción de la
discriminación real efectuada por los oyentes entre oclusivas cognadas (sonidos que difieren
únicamente en un rasgo, en este caso, el de sonoridad) sordas/sonoras, resulta ser mucho más
complicada de lo que se suponía. Los investigadores ya habían observado, a partir de los
espectrogramas de muestras de habla, que las distinciones de sonoridad estaban relacionadas con
diferentes patrones acústicos, que dependían del fonema y del lugar de la palabra donde tuviera
lugar el contraste. En los casos de contraste a principio de palabra un importante parámetro para
distinguir entre pares como [ba] y [pa], por ejemplo, era el intervalo de inicio de la sonoridad
(VOT). En una sílaba CV con oclusiva inicial, el VOT representa el tiempo que transcurre entre
la relajación en la presión del aire en la oclusiva (explosión) y el inicio de la vibración vocálica
(sonoridad) de la vocal siguiente (Lisker y Abramson, 1964). En un espectrograma, se representa
por el intervalo temporal entre el comienzo brusco de las bandas anchas de energía (la explosión)
y el inicio de la transición de formantes (comienzo de la vibración de las cuerdas vocales). En la
Figura 3.8 se muestran dos espectrogramas para ilustrar este punto. En ambos, la consonante
inicial es una oclusiva alveolar10, y la vocal acompañante es [i], ¿Cuál de ellos sonará como [di]
y cuál como [ti]? La Figura 3.8A muestra un VOT de 10 mi- lisegundos —un vacío de 10
milisegundos entre la explosión de la oclusiva y el comienzo del primer formante de la vocal
siguiente—. Como ya veremos, este patrón se escucha como [di]. La Figura 3.8.B muestra un
VOT de 60 milisegundos aproximadamente, lo que significa que han transcurrido 60
milisegundos entre la explosión de la oclusiva y el comienzo de la sonoridad de la vocal siguiente;
se escucha como [ti]. El corchete horizontal debajo de cada sílaba CV marca la región del VOT.
El VOT constituye manifiestamente la pista acústica que mejor marca la diferencia entre sílabas
cuya consonante inicial es una oclusiva sonora y aquellas cuya inicial es una oclusiva sorda, no
sólo en el inglés, sino también en las consonantes oclusivas de otras lenguas, como el holandés,
el español, el húngaro, el tamil, el cantonés, el tailandés, y el armenio oriental (Lisker y
Abramson, 1964).
10 La zona de articulación de los fonemas [d] y [t] en la fonética inglesa es alveolar, mientras que en español es dental.
Mantenemos esta descripción en los ejemplos procedentes de experimentos y estudios con sujetos de habla inglesa. (N. de la
T.).
Si el VOT de todas las oclusivas sonoras iniciales de sílaba fuera nulo (0), y todas las sordas
se caracterizaran por tener VOT de 60 milisegundos, sería relativamente sencillo explicar la
discriminación basada en la sonoridad. Sin embargo, los VOT reales que se observan en la
realización de las oclusivas, incluso en el inglés, varían en gran medida. Algunas veces, la
vibración de las cuerdas vocales (sonoridad) se inicia previamente a la relajación que da paso a
la explosión en una oclusiva sonora como [d], y en otras ocasiones la sonoridad se inicia hasta 30
milisegundos después de ocurrida la explosión. Por otro lado, las oclusivas sordas como [t] se
(A) (B)
•F»
c
0
)
D
C
J
CU
Biiíiki:
di
Tiempo
¡.8. ESPECTROGRAMAS DE LAS SÍLABAS [DI] Y [TI]
QUE ILUSTRAN EL IN- DE INICIO DE LA SONORIDAD
(VOICE-ONSET-TIME, VOT).
tn por tener VOT que oscilan entre los 40 y los 300 milisegundos. ¿Con- ;
oyentes, al oírlas, que se trata de diferentes tipos de [d] y [t]? La res- legativa.
Para poder explicar cómo evalúan los oyentes la pista acústics sivas iniciales
sordas y sonoras, vamos a estudiar las conclusiones ex- rabajos donde los
valores del VOT para las oclusivas en sílabas CV erar
modificados sistemáticamente, de manera que la única diferencia entre estímulos ra-
dicaba en el VOT. Estas variaciones sistemáticas en el VOT de cada estímulo CV en las
series adoptan la forma de un continuo anclado respectivamente por una oclusiva sonora
y una sorda al principio y final de cada serie. Los estímulos que constituyen ese continuo
son sintetizados, y no están basados en el habla natural, ya que no podemos controlar los
órganos de la articulación para hacer que produzcan los cambios sistemáticos requeridos
en el VOT mientras el resto de la silaba permanece constante. A los sujetos de los
experimentos que se describen a continuación se les pidió que identificaran los estímulos
experimentales, y que discriminaran entre pares de estímulos.
Para establecer la relevancia perceptiva del VOT como indicio acústico relevante,
se construyeron siete estímulos a lo largo de un continuo. En cada caso, la sílaba
experimental comenzaba con una explosión y tenía tres transiciones de formantes hacia
la vocal [i]; normalmente, esto elicitaría en el oyente la percepción de una sílaba CV con
un componente alveolar oclusivo ([d] o [t]). La primera sílaba se caracterizaba por tener
un VOT de cero milisegundos. Es decir, la sonoridad de la vocal siguiente era simultánea
a la articulación de la consonante oclusiva. Del segundo al séptimo, el estímulo era
idéntico al primero, salvo que en cada uno se incrementaba la duración del VOT en 10
milisegundos sucesivamente. El resultado era un continuo de siete estímulos que variaba
únicamente en los saltos de 10 mili- segundos de duración de los VOT respectivos. Estos
estímulos se usaron para la construcción de tareas de identificación y discriminación.
En una tarea de identificación típica que incorpora un continuo como éste, los siete
estímulos diferentes en el continuo se presentan al menos hasta 10 veces, en un orden
aleatorio, creándose así un test de identificación que contiene 70 ensayos. A los sujetos
se les proporcionan normalmente dos alternativas entre las que deben elegir, por
ejemplo, di o ti, y se les pide que indiquen cuál de ellas han oído.
ta los ensayos cuya variación es de dos grados. Incluso con un número tan reduje
emparejamientos, el número mínimo de ensayos sería de 170 (100 ensayos «di- tes» y
70 ensayos «iguales»). Por tanto, aplicar un test de discriminación re- i mucho más
tiempo que aplicar uno de identificación.
Identificación —— Discriminación
En tanto que los estímulos del par 3 y 5 se discriminan con una gran exactitud, resulta
bastante sorprendente que una diferencia de la misma magnitud (en los pares 1 y 3, y 5
y 7) no se discrimine con la misma precisión. En otras palabras, la discontinuidad
perceptiva se demuestra debido a que, dada una determinada cantidad de diferencia física
(en nuestro ejemplo son 20 milisegundos), ésta no tiene el mismo impacto perceptivo en
todos los lugares del continuo. La capacidad del e para discriminar no es superior a su
capacidad para identificar. Lo que sig- que la discriminación de las diferencias acústicas
podría predecirse a partir de uación en el test de identificación. Una «marca de fabrica»
de la percepción )rial es que en la discriminación no se obtienen mejores resultados que
en la ricación.
•urso de los años, muchos estudios han usado procedimientos de pruebas los
descritos más arriba para examinar la percepción de otros indicios ' para
determinar si son percibidos categorialmente. El experimento descubrir la
percepción categorial e inspiró los numerosos estudios ■ron fue publicado por
Liberman, Harris, Hoffman y Griffith (1957). En ;aban más bien las
consecuencias perceptivas de las transiciones de los mantés, y no el VOT. En
dicho experimento se sintetizaron mediante el de Patrones 14 sílabas CV de dos
formantes. Estos 14 estímulos se di- an sólo en el comienzo de la frecuencia y
la dirección de transición de formantes. La vocal en todos estos estímulos era la
[a]. Una repre- uemática del continuo se muestra en la Figura 3.10. Obsérvese
que el íprende tres categorías fonemáticas que se distinguen en cuanto al
ulación. Estos estímulos se identificaban como [ba], [da] o [ga]. En la muestran
el rango y los límites de cada categoría fonemática (las di- ircan mediante
flechas al pie de la figura). Los resultados de la prue- nación mostraron dos
picos de discriminación que coincidían con las
Tiempo (mseg.)
[ba] --------- 4- ------------- [da] ------------- + --------------- [ga]
I
en fricativas finales [as-az]
tífica la percepción
categoríaI de la
percepción >s del habla ?
Otras cuestiones objeto de investigación han sido estudiadas con éxito mediante la
utilización de estímulos de habla para la formación de varios continuos en tests de
reconocimiento y discriminación. Un ejemplo lo constituye la investigación acerca de
las fronteras entre fonemas para el establecimiento de contrastes en lenguas distintas del
inglés. Abramson y Lisker (1970) compararon la percepción en oyentes monolingües
tailandeses y angloamericanos para el mismo conjunto de estímulos (un continuo de
VOT) que comprendía un contraste de sonoridad. Todos los sujetos recibieron las
mismas tareas de reconocimiento y discriminación. Se encontró que los hablantes
tailandeses reconocían y discriminaban los estímulos de las pruebas según la fonología
tailandesa, que difiere en gran medida de la inglesa. Las fronteras fonemáticas eran
diferentes para los oyentes tailandeses que para los americanos. En otras palabras, los
hablantes de esas dos lenguas percibían de forma diferente el mismo conjunto de
estímulos, y estas diferencias estaban directamente relacionadas con las diferencias
fonológicas existentes entre las dos lenguas. Se han efectuado otros estudios con objeto
de comparar oyentes bilingües con oyentes monolingües. Entre ellos se incluye una
investigación acerca de la percepción de la sonoridad en consonantes oclusivas en
hablantes canadienses bilingües en francés e inglés (Caramazza, Yeni-Komshian, Zurif
y Carbone, 1973) y bilingües en español e inglés (Williams, 1977, 1980). La pregunta
que aquí se formula es si los bilingües reconocen los estímulos de forma diferente en
función de las dos lenguas que hablan. De manera general, los estudios con bilingües
demuestran que poseen un único sistema perceptivo, en lugar de dos sistemas separados
en función de la lengua. Las categorías perceptivas de los bilingües aparecen situadas,
por lo general, en un punto intermedio entre las dos categorías establecidas por los
hablantes monolingües de las lenguas que manejan.
Otros estudios han considerado la percepción de la [r] y la [1] en bilingües en ja-
ponés e inglés (Strange, y Jenkins, 1978; McKain, Best y Strange, 1982; Strange y
Dittman, 1984). En estos estudios, los estímulos de prueba forman un continuo que
comprende el contraste fonético entre [r] y [1], Los resultados de estos estudios revelan
la extensión de las dificultades que tienen los oyentes japoneses a la hora de discriminar
estos sonidos. El efecto de un entrenamiento especial sobre la capacidad de
discriminación se constató usando también estos mismos paradigmas. Estos estudios
muestran con bastante claridad los efectos de la experiencia lingüística en la
:ión del lenguaje. Demuestran que nuestras capacidades perceptivas se hallan nente
relacionadas con la fonología de la lengua que hablamos. El ajuste a lengua específica
de nuestras habilidades para la percepción del lenguaje enzo de forma muy temprana,
mucho antes de que los niños emitan las pri- alabras, como se describe con detalle en
el Capítulo 8. El estudio de la per- del lenguaje en hablantes nativos de lenguas distintas
del inglés, o en bilingües cuya segunda lengua es el inglés, constituye actualmente un
e investigación muy productivo. El reciente libro de Strange (1995) sobre ción del
lenguaje y la experiencia lingüística contiene capítulos excelentes 5 tema.
:onjunto de líneas de investigación que puede ser estudiado con resultados ;os mediante
el uso de estímulos sintetizados que formen un continuo, está io con la comprobación
de la magnitud de la pérdida experimentada en la n normal del lenguaje en afásicos
(Blumstein, Cooper, Zurif y Caramaz- feni-Komshian y LaFontaine, 1983). Los
resultados de las pruebas de rento y discriminación en afásicos evidencian el grado
de alteración de las onemáticas. Un resultado característico son las acusadas
diferencias in- entre afásicos dependiendo de sus respuestas perceptivas. Muchos
oyen- tienden a mostrar respuestas vacilantes en cuanto al área de delimitación ra
diferentes estímulos. Es decir, no establecen los límites fonemáticos ta claridad que
los oyentes normales.
transmite en paralelo al oyente. Véase Daniloff y Hammarberg (1973) para una de-
finición y comentario detallado sobre los diferentes tipos de coarticulación. En esta
sección, ejemplificaremos el tipo de coarticulación que vamos a tratar mediante la forma
en que pronunciamos la [s] en palabras como sí [si] y su [su]. Intente decir ambas
palabras enfrente de un espejo y preste atención a los labios cuando emita el fragmento
correspondiente a la [s] de dicha sílaba. Verá cómo se encuentran en posición de sonreír
en la palabra sí, y se fruncen para la palabra su. Estos gestos articulatorios distintos
significan que la [s] en estas dos palabras se realiza de dos maneras diferentes. Una
cuestión experimental es si alguna información concerniente a la vocal en su está
contenida en la consonante precedente.
Una investigación de este tipo fue llevada a cabo por Yeni-Komshian y Soli (1981).
Los estímulos consistían en 12 sílabas CV compuestas por cuatro fricativas realizadas
en tres contextos vocálicos diferentes (por ejemplo, [si, su, sa]. Estos estímulos se
generaron mediante un proceso informático de edición. Se eliminaron todas las vocales
y como estímulos se emplearon segmentos de 150 milisegundos extraídos únicamente
de las porciones fricativas de las sílabas. Una de las tareas en este experimento fue el
reconocimiento de la vocal escindida a partir de la exposición únicamente al fragmento
fricativo. Los resultados indican que las vocales [i] e [u] se identificaron con fiabilidad
en las porciones fricativas, pero no así la vocal [a]. Esto demuestra que el fragmento
fricativo no sólo contenía información sobre la consonante, sino también sobre la
identidad de la vocal subsiguiente. Es decir, que la información acerca de la fricativa y
la vocal se encuentra disponible de manera simultánea dentro del mismo segmento
acústico. Este constituye otro ejemplo de transmisión en paralelo de la información,
término empleado para describir el resultado perceptivo de la coarticulación.
Merzenich, M. M., Jenkins, W. M., Johnston, P., Schreiner, C., Miller, S. L., y
Tallal, P. (1996). Temporal processing déficits of language learning impaired
children ameliorated by training, Science, 271, 77-80. Studdert-Kennedy, M. y
Mody, M. (1995), Auditory temporal perception déficits in the reading-impaired:
A critical review of the evidence, Psy- chonomic Bulletin Review, 2, 508-514.
Tallal, P. Miller, S., Bedi, G., Byma, G„ Wang, X. Nagarajan, S. S., Schreiner, C.,
Jenkins, W. M., y Merzenich, M. M, (1996). Language com- prehension in
language-learning impaired children improved with acoustically modified speech,
Science, 271, 81-84. Tallal, P., y Piercy, M. (1973). Developmental aphasia: Rate
of auditory processing and selective impairment of consonant perception, Neu- .(í
- ropsychologia, 11, 389-398. - ■p Tallal, P„ Stark, R., Kallman, C. y Mellits, D.
(1980). Perceptual constancy
le la señal vocal la información perceptiva que aportan. Más bien lo que ocu- ndo la
compatibilidad articulatoria es posible es que los Hablantes se inclinan coarticulación
de forma natural, con lo que se estaría proporcionando una suplementaria de
información perceptiva al oyente.
)s perceptivos debidos a la tasa de
enunciación
:tos ejercidos por la tasa de enunciación sobre las distinciones entre seg- ;e investigan
y revisan en Miller (1981). Las características acústicas de los se alteran a medida que
se imprime velocidad al ritmo del habla. Los cam- se producen en una emisión
respecto a otra en modo de cita (manera de > sonidos cuidadosamente y de forma
aislada) son más evidentes en las vo- en las consonantes. No obstante, todos los
segmentos fonéticos sufren una ;ión. ¿En qué consisten estos cambios? Todos los
segmentos fonéticos se ados, pero esto es más evidente en el caso de las vocales que
en el de las tes. Más aún, el acortamiento en la duración inherente de las vocales
ambios en las frecuencias de los formantes, que toman la dirección de los ¡ las vocales
centrales (véase la Figura 3.3C). La consecuencia puede ^mplo, que la palabra beat
[bi:t] pueda sonar como bit [bit] cuando se pre- rma aislada, pero como beat [bi:t] si se
presenta como una de las palabras e que haya sido emitida rápidamente. Esto se debe
a que los oyentes, en lo concreto, (y en otros estudios sobre percepción de la velocidad
de i) realizan ajustes perceptivos para el habla acelerada. El paradigma tí- ;stigación
consiste en establecer un estímulo diana (por ejemplo, una pa- la frase portadora
(una frase estándar, que no varía) que es o bien rá- , e instruir al oyente para que
identifique el estímulo diana. Los oyentes gún parece, ciertas expectativas basándose
en la velocidad de la frase n consecuencia, un mismo estímulo diana puede
reconocerse como dos :cuencias de sonido diferentes dependiendo de la velocidad de
la frase t cambio en la respuesta perceptiva está relacionado directamente con }ue
realizamos cuando modificamos la velocidad de emisión.
íxicos y sintácticos en la
percepción de la palabra
le lo que ocurre con los segmentos fonéticos aislados carentes de sig- rcepción
del significado de las palabras en el habla conectada se ve onocimientos de nivel
superior de semántica y sintaxis. Estudios izados en esta área indicaron que
palabras aisladas presentadas en un ) se reconocen con más exactitud en el
contexto de una frase que entan de modo aislado (Miller, Heise y Lichten,
1951). En otro es- ras insertadas en frases se percibían con más precisión que
cuando ilabras se escindían de dichas oraciones y se presentaban aislada- y
Pickett, 1964). Los investigadores grabaron conversaciones y bras sueltas del
material grabado. Después, presentaron estas pala- rtnutifjuiun uei imuia i jo
bras aisladas a oyentes para su reconocimiento. Tan sólo la mitad de las palabras es-
cindidas fueron reconocidas correctamente. Cuando las palabras se presentaban junto a
una o dos de las palabras contiguas procedentes de las frases de la conversación original,
los aciertos en la identificación de las palabras diana se incrementaron de forma muy
acusada.
Las palabras emitidas en la conversación resultan menos inteligibles que las palabras
aisladas, debido a que en el habla fluida pronunciamos las palabras con menos precisión
que en el modo de cita. También queda claro, a partir de resultados como éstos, que en
el contexto de una frase la semántica y la sintaxis ayudan al oyente a decodificar palabras
aisladas dentro del habla fluida. El tipo de procesamiento denominado descendente
(top-down processing, el uso de la información sintáctica y semántica), y el
procesamiento fonológico ascendente (bottom-up processing, hace uso únicamente de
la información acústica para decodificar la señal vocal) operan de forma conjunta en la
percepción cotidiana de la conversación. Diversos modelos que intentan dar cuenta de
esta acción conjunta del procesamiento ascendente y descendente del habla se expondrán
posteriormente en este capítulo.
¿En qué parte de una palabra o sílaba nos fijamos mientras escuchamos habla
continua? (Respuesta: En la parte inicial).
:tos ejercidos por la tasa de enunciación sobre las distinciones entre seg- '.e investigan
y revisan en Miller (1981). Las características acústicas de los >e alteran a medida que
se imprime velocidad al ritmo del habla. Los cam- se producen en una emisión
respecto a otra en modo de cita (manera de ; sonidos cuidadosamente y de forma
aislada) son más evidentes en las vo- en las consonantes. No obstante, todos los
segmentos fonéticos sufren una :ión. ¿En qué consisten estos cambios? Todos los
segmentos fonéticos se idos, pero esto es más evidente en el caso de las vocales que en
el de las :es. Más aún, el acortamiento en la duración inherente de las vocales imbios
en las frecuencias de los formantes, que toman la dirección de los las vocales centrales
(véase la Figura 3.3C). La consecuencia puede mplo, que la palabra beat [bi:t] pueda
sonar como bit [bit] cuando se pre- rma aislada, pero como beat [bi:t] si se presenta
como una de las palabras e que haya sido emitida rápidamente. Esto se debe a que los
oyentes, en lo concreto, (y en otros estudios sobre percepción de la velocidad de i)
realizan ajustes perceptivos para el habla acelerada. El paradigma tí- istigación
consiste en establecer un estímulo diana (por ejemplo, una pa- a frase portadora (una
frase estándar, que no varía) que es o bien rá- e instruir al oyente para que identifique
el estímulo diana. Los oyentes *ún parece, ciertas expectativas basándose en la
velocidad de la frase ti consecuencia, un mismo estímulo diana puede reconocerse
como dos :cuencias de sonido diferentes dependiendo de la velocidad de la frase
cambio en la respuesta perceptiva está relacionado directamente con }ue realizamos
cuando modificamos la velocidad de emisión.
íxicos y sintácticos en la
percepción de la palabra
e lo que ocurre con los segmentos fonéticos aislados carentes de sig- rcepción
del significado de las palabras en el habla conectada se ve onocimientos de
nivel superior de semántica y sintaxis. Estudios izados en esta área indicaron
que palabras aisladas presentadas en un i se reconocen con más exactitud en el
contexto de una frase que sntan de modo aislado (Miller, Heise y Lichten,
1951). En otro es- ras insertadas en frases se percibían con más precisión que
cuando .labras se escindían de dichas oraciones y se presentaban aislada- y
Pickett, 1964). Los investigadores grabaron conversaciones y bras sueltas del
material grabado.-Después, presentaron estas palabras aisladas a oyentes para
su reconocimiento. Tan sólo la mitad de las palabras escindidas fueron
reconocidas correctamente. Cuando las palabras se presentaban junto a una o
dos de las palabras contiguas procedentes de las frases de la conversación
original, los aciertos en la identificación de las palabras diana se incrementaron
de forma muy acusada.
Las palabras emitidas en la conversación resultan menos inteligibles que las palabras
aisladas, debido a que en el habla fluida pronunciamos las palabras con menos precisión
que en el modo de cita. También queda claro, a partir de resultados como éstos, que en
el contexto de una frase la semántica y la sintaxis ayudan al oyente a decodificar palabras
aisladas dentro del habla fluida. El tipo de procesamiento denominado descendente
(top-down processing, el uso de la información sintáctica y semántica), y el
procesamiento fonológico ascendente (bottom-up processing, hace uso únicamente de
la información acústica para decodificar la señal vocal) operan de forma conjunta en la
percepción cotidiana de la conversación. Diversos modelos que intentan dar cuenta de
esta acción conjunta del procesamiento ascendente y descendente del habla se expondrán
posteriormente en este capítulo.
Un demostración clásica del efecto del contexto en la percepción del habla es un
fenómeno llamado restauración fonémica (Warren, 1970). En su estudio, Warren
sustituyó un segmento fonético (por ejemplo, la [s] de legislatura) por un sonido de tos
de aproximadamente la misma intensidad que el segmento escindido. Se presentaba
después esta palabra en un contexto de frase y se pedía a los sujetos que indicaran en
qué lugar del segmento se producía la tos. Sorprendentemente, los sujetos no conseguían
localizar la tos correctamente. La respuesta característica que daban era que escuchaban
la palabrá completa legislatura; la tos se escuchaba como un ruido de fondo. Así pues,
los sujetos generaban o restauraban el fonema que no formaba parte de la señal. La
interpretación de los resultados sugería que cuando escuchamos palabras, nuestras
expectativas afectan lo que percibimos. Si poseemos la mayor parte de la información
necesaria para especificar una palabra, «allanamos» mentalmente el camino, despojando
a la señal vocal de discrepancias menores.
¿En qué parte de una palabra o sílaba nos fijamos mientras escuchamos habla
continua? (Respuesta: En la parte inicial).
Tras una revisión de los estudios donde usan la técnica LM, Col y Jakimik (1980)
concluyen que las palabras se reconocen por medio de la interacción entre el sonido y el
conocimiento. Los sonidos a principio de palabra se usan para acceder a palabras
candidatas, los sonidos dentro de la palabra se reconocen secuencialmen- te, y una vez
reconocidas, las palabras proporcionan las restricciones semánticas y sintácticas usadas
para reconocer el resto del mensaje (Colé y Jakimik, 1980, página 161). Estos estudios
y otros dirigidos por este equipo de investigadores demuestran con claridad la influencia
conjunta de los procesos ascendentes y descendentes que operan cuando escuchamos el
habla conversacional.
Se pidió a los sujetos que indicaran cuál de las tres palabras creían escuchar al final
de cada frase. Los resultados indicaban que los estímulos no ambiguos (aquellos que
eran identificados de forma consistente como bait, date o gate cuando se presentaban de
forma aislada) se percibían correctamente, con independencia de la frase portadora. Es
decir, los sujetos informaban haber escuchado frases semánticamente implausibles (por
ejemplo, «Paint the fence and the bait» ['Pinta la valla y el cebo']) siempre que los
estímulos fueran no ambiguos. Sin embargo, la percepción de los estímulos ambiguos
(estímulos cercanos a las fronteras entre fonemas o al punto de cruce) se veía influida
por el mensaje semántico de la frase portadora. Así, con estímulos fonemáticamente
ambiguos el contenido semántico de la frase portadora afecta el juicio perceptivo del
oyente. Este estudio muestra que los oyentes usan información semántica para ayudar a
la decodificación final del mensaje. También evidencia la importancia de la entrada de
información semántica en el procesamiento del habla cuando la señal no es
acústicamente óptima, condición habitual en el habla conversacional corriente. Otros
estudios sobre el papel del léxico en la percepción del habla se revisan en Samuel (1986).
>S DE PERCEPCIÓN DEL HABLA
esta sección, se describen varios de los modelos que ya hemos introducido . explicar
algunos de los mecanismos involucrados en la percepción del habla. :a la fecha,
ninguno de ellos se ha desarrollado lo suficiente como para explicar iroblemas
básicos en la percepción del habla o para dar cuenta de la informa- empírica
acumulada. Primero, consideraremos dos modelos tempranos que ins- on y guiaron
gran parte de la investigación llevada a cabo hasta principios de chenta: la teoría
motora de la percepción del habla, y el análisis-por-síntesis. os modelos, así como un
modelo más reciente denominado modelo de lógica i enfocan la percepción como un
proceso que asciende a través de estadios su- 3S, desde el input auditivo al nivel
fonológico y de ahí a la identificación de la ra. A esta perspectiva se la denomina
ascendente (bottom-up) y no incorpora ectos del conocimiento léxico y otros
conocimientos de «nivel superior» al ;o de la percepción del habla. La perspectiva
descendente (top-down) propo- : los niveles superiores de conocimiento desempeñan
un papel significativo en •epción del habla. Los modelos que incorporan la acción
conjunta de fuentes les de información, incluyendo la información ascendente y
descendente, se interactivos. La principal preocupación de los modelos interactivos es
el re- miento de la palabra, mientras que para los modelos ascendentes la percep- ¡ los
segmentos fonéticos constituye en sí misma el objetivo fundamental, délos más
recientes incorporan la aproximación interactiva. Dos modelos in- os presentados
aquí de forma escueta son el modelo de cohortes y el mode- CE. Otros modelos en la
literatura, así como revisiones de diversos modelos :pción del habla pueden
encontrarse en las colecciones editadas por Schwab um (1986) y Perkell y Klatt
(1986). La breve revisión de los modelos que sentamos se basa fundamentalmente en
Pisoni, 1978; Pisoni y Luce, 1986,
motora de percepción del habla
>ásica de la teoría motora sostiene que, en algún punto del proceso peras señales
vocales se interpretan por referencia a la representación moto- novimientos del
habla. Esta teoría pone en relación directa los procesos de n del habla con los de
la percepción, afirmando que percibimos el habla i de cómo producimos los
movimientos articulatorios que dan lugar a los ; la lengua. Fue introducida por
Liberman y sus colegas de los Laborato- ns (Liberman, Cooper, Shankweiler y
Studert-Kennedy, 1967; Liber- ). La teoría se desarrolló con el fin de explicar la
ausencia de invariantes íal acústica y su correspondiente representación
fonémica, un problema os comentado. Liberman et al. (1967) ponen el énfasis en
las diferencias ñales acústicas del mismo fonema en diferentes contextos. Tal
como ya s, los patrones acústicos asociados con [d] en las sílabas [du] y [di] di-
3 la Figura 3.7), sin embargo, todos los oyentes coinciden en que la por- de las
dos sílabas contiene el mismo fonema. Si usted pronuncia estas
i c/ucf/iyiun uci nauta
i»
Las propuestas básicas del modelo de análisis por síntesis propuesto por Stevens (1960)
y Stevens y Halle (1967) se parecen a la teoría motora en cuanto a que la percepción y
la producción están estrechamente vinculadas. Este modelo asume que usamos una
matriz abstracta de rasgos distintivos en un sistema de emparejamiento que es crucial
para el proceso de la percepción del habla. La afirmación principal de esta teoría es que
los oyentes perciben (analizan) el habla generando implícitamente (sintetizando) habla,
a partir de lo que han escuchado, y comparando después el habla «sintetizada» con el
estímulo auditivo. Según este modelo, el proceso perceptivo comienza con el análisis de
los rasgos auditivos de la señal vocal para arrojar una descripción en términos de
patrones auditivos. Se construye una hipótesis concerniente a la representación de la
emisión en términos de sus rasgos distintivos. En aquellos casos en los que los rasgos
fonéticos no están influidos fuertemente por el contexto y contienen, en consecuencia,
un atributo invariante, se realizan intentos de decodificar los patrones auditivos en
fonemas. Cuando no hay
i atributo invariante que identifique un rasgo fonético se requiere un proce- íto adicional.
Se forma entonces una hipótesis acerca de'la representación de gos distintivos de la
emisión. Este mensaje transforma el input en un conjunto as generativas que sintetizan
patrones candidatos, los cuales se comparan a lación con los patrones de la emisión
original, en un nivel neuroacústico, y no itorio como en la teoría motora. Los resultados
de este emparejamiento se en- an componente de control que transfiere la descripción
fonética a niveles su- s de análisis lingüístico.
nodelo de análisis por síntesis es un modelo abstracto del proceso de per- i del habla y
ha encontrado escasa evidencia empírica que lo apoye. La ión que realiza de la
percepción del habla como algo especial y distinto de la ión auditiva es vaga. Versiones
más recientes de la teoría hipotetizan que las ades del habla tan sólo pueden ser
especificadas de forma única e invarian- ledio de la señal acústica en sí misma (Stevens
y Blumstein, 1978; Blums- tevens, 1979). Continúa la investigación centrada en el
problema de la ión y algunos informes han aportado evidencia de invariación en carac-
> de las consonantes oclusivas (Stevens y Blumstein, 1978; Blumstein y 19791980;
Stevens y Blumstein, 1981; Kewleyó Port, 1982; Sussman, Mc- / Matthews, 1991).
Nuevos estudios en esta área contribuirán a proporcio- nformación sobre la capacidad
que poseemos de extraer la identidad de un ) fonético dado a partir de las señales
acústicas, aparentemente distintas, reís con dicho segmento.
) de lógica difusa
ición del habla, según este modelo, es un ejemplo de primer orden de re- snto de
patrones (Massaro, 1987, 1989; Massaro y Oden, 1980). Este ;ume la existencia de
tres operaciones en la percepción del habla: eva- ' rasgos, integración de rasgos y
decisión. El modelo hace uso de la idea totipos, descripciones breves de las
unidades perceptivas del lenguaje que la conjunción de varios rasgos distintivos.
Los rasgos del prototipo se co- í con los valores ideales que un signo debería tener
si se trata de un le dicha categoría. La información sobre rasgos realimentada
continua- ¡valúa, integra y compara con las descripciones de los prototipos resi- a
memoria y la decisión de identificación se realiza sobre la base de la ativa de ajuste
entre la información estimular y las descripciones de los relevantes. El papel de los
prototipos en la determinación de los signifi- s palabras se trata en el Capítulo 4.
Según este modelo, para reconocer >, la sílaba [ba], el perceptor debe ser capaz de
relacionar la información ia sílaba le proporciona con algún recuerdo de la
categoría [ba], la cual ntada por una versión prototípica o idealizada de la sílaba. La
evaluaos suministra el grado según el cual cada rasgo de la sílaba se ajusta con
respondiente encontrado en el prototipo de la memoria. El resultado de m de rasgos
viene dado por el grado de ajuste a la sílaba de cada protranscurso de la decisión de
rasgos, se lleva a cabo una relativa «bondad de ajuste» y se computa la proporción
de veces que la sílaba se identifica como instancia de ese prototipo.
Modelo de cohorte
Esta variabilidad es inducida por las diferencias entre hablantes, el grado de esmero
en la articulación y, lo más importante, por los múltiples cambios en las características
acústicas que tienen lugar cuando los sonidos diana se coarticulan con otros sonidos en
el habla continua. Los modelos de percepción del habla deben reconocer y tener en
cuenta la ausencia de características invariantes en los segmentos hablados. Algunos lo
han hecho sugiriendo que basta con la similitud con un segmento prototípico para llegar
a su identificación. Otros investigadores continúan la búsqueda de las pistas invariantes
que puedan existir en la señal pero que aún no han sido descritas.
PALABRAS CLAVE
Síntesis Constricción
Vocoder Punto de articulación
Redundante Modo de articulación
Espectrógrafo de sonidos Bilabial
Espectrograma Labiodental
Acústica Interdental
Invariante Dental
Coarticulación Alveolar
Variación alofónica Palatal
Dependiente del locutor Velar
Independiente del locutor Periódico
Infraarticular Sonoro
Ambiguo Sordo
Tracto vocal Frecuencia fundamental (FO)
Glotis Aperiódico
Laringe Fricativo
Cuerdas vocales Africado
Fonación Consonante oclusiva
Faringe Líquido
Cavidad nasal Aproximante
Cavidad oral Rasgos distintivos
Uvula Continuo
Velo Anterior
Paladar duro Coronal
Protuberancia alveolar Características del resonador
Sistema infraglótico Espectro
nónicos plitud ■mantés Intervalo de inicio de la sonoridad discriminación
tongo Modo de cita
mantés vocálicos malización del locutor Frase portadora Procesamiento
isiciones de formantes do estacionario descendente Procesamiento
osión ascendente Restauración fonémica
rs acústicas riminación Tarea de audición de errores
ificación ricado de pronunciación (LM)
( VO T) Cognados Estímulo de cruce
Percepción categorial Pico de
misión en paralelo
ilique en qué consiste la percepción categorial de los sonidos del habla, lé aspectos del
habla son percibidos categorialmente? ¿Qué beneficios po- ;s para un sistema de
procesamiento pone de manifiesto la percepción ca-
rial?
DADES
2. Interactúe con un sistema de reconocimiento de voz por ordenador. Explique si el
sistema es dependiente» o independiente de locutor. Evalúe los aciertos de ejecución
del programa al reconocer el habla. ¿De qué manera mimetiza el programa las
capacidades humanas de percepción del habla? ¿En qué se diferencia de la
percepción humana del habla?
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PALABRAS Y SIGNIFICADO: DE
LOS ELEMENTOS SIMPLES A LA
ORGANIZACIÓN COMPLEJA
Lauretta M. Reeves
Universidad Rowan
Kathy Hirsh-Pasek
Universidad Rowan
Roberta Golinkoff
Universidad de Delaware
INTRODUCCIÓN
PALABRAS Y SIGNIFICADOS:
DIFERENCIAS Y CONEXIONES ENTRE DOMINIOS
EL ESTUDIO DE LAS PALABRAS Primitivos léxicos
Factores que influyen en el acceso y organización de las palabras
Modelos de acceso léxico
Modelos de búsqueda serial
Modelos de acceso en paralelo
Separación de palabras y significado
SIGNIFICADO
Teorías filosóficas del significado Teorías alternativas: el
significado es de dominio común Primitivos conceptuales
Teorías de rasgos
Variaciones de las teorías de rasgos Propuestas basadas en el
conocimiento Organización conceptual
Modelos de representación semántica
Un problema especial del léxico mental: la ambigüedad léxica Influencias y
relaciones recíprocas entre palabras y significado
SUMEN
.ABRAS CLAVE
•STIONES PARA REFLEXIONAR
IVIDADES
íRENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ZIÓN
;onas adultas de mayor cultura conocen probablemente entre
75 000 (Old- 63) y 150 000 palabras (Seashore y Eckerson,
1940). Estos extensos voca- sin embargo no contienen las
palabras perlino o balparamar. No obstante, cómo pronunciar cada
una de esas palabras sin sentido y percibir si están ndo como
nombre, verbo o adjetivo. ¿Inferimos entonces el significado,
mitado, de este pasaje en «glíglico» de Rayuela'? Más aún, si
podemos in- mación a partir de palabras ficticias, ¿cuánto
más podremos conocer sobre ? En este capítulo abordaremos
esta cuestión, comentando la organización Sarniento de las
palabras y los significados.
i gente considera a las palabras como las piedras angulares
de la lengua; las sus combinaciones nos permiten
simbolizar los objetos y acontecimientos que nos rodea. El
estudio de las palabras y el significado (definido como en el
Capítulo 1) cuenta con una larga y rica tradición que se
remonta al 5 escritos de Demócrito (Sobre las palabras) y Platón
(Cratilo). del estudio de la semántica, una preocupación
filosófica es la forma en gadas las palabras a su significado.
En palabras como croar la conexión palabra evoca el sonido
característico del canto de la rana. Pero no todas
PALABRAS Y SIGNIFICADOS:
DIFERENCIAS Y CONEXIONES ENTRE DOMINIOS
Numerosos hallazgos, algunos anecdóticos y otros empíricos,
llevan a concluir que las palabras y el significado constituyen
entidades relacionadas pero separadas. Tres líneas
arguméntales establecen este punto. Primero, el argumento de
la traducción, que sugiere que cualquier lengua dada incluye
algunas palabras cuya existencia no depende de su significado,
así como algunos significados para los que no existe ninguna
palabra. Si palabras y significados estuvieran permanente y es-
trechamente ligados, esto no podría ser cierto. El segundo
argumento a favor de la separación entre palabras y significado
proviene de la explicación de la proyección imperfecta, que señala que
una lengua dada puede tener varios significados para una
palabra específica y varias palabras para un determinado
significado. Finalmente, el tercer argumento para tratar
palabras y significados como entidades separadas proviene de
la demostración de elasticidad, que ilustra cómo el significado de
una palabra puede cambiar en función de los contextos.
Examinemos brevemente cada uno de estos argumentos.
Muchos de nosotros hemos puesto en práctica el argumento
de la traducción. Por ejemplo, la palabra thriller, del inglés,
requiere una explicación bastante larga:
n.gumento está basado en el suspense, la intriga y el mis- j . Quienes
han incorporado el término thriller a su vocabulario pueden hablar •e el
último thriller que han leído o comentar el ritmo trepidante del thriller
que on a ver al cine. Aquí tenemos un buen significado para el cual el
español no e una palabra equivalente. De forma similar, podemos
crear cualquier número ilabras que posean un significado restringido.
En el texto que se cita más arri- olposados nos sirve de ejemplo
(volposados sí que puede tener significado, tendrá que esperar al final
del capítulo para averiguar algo más sobre esta pa- . Todos hemos
tenido alguna vez la experiencia de reconocer una palabra tal,
aunque no supiéramos lo que significaba. Así pues, podemos
conocer papara las que no poseemos ningún significado almacenado
en nuestro cerebro, •mplo, mucha gente no sabe exactamente el
significado de desmán («exceso, ín, tropelía»). Y muchas personas que
no son músicos saben que adagio es abra aunque no sepan que
significa 'lentamente'.
las demostraciones empíricas del problema de la traducción, dos
son parti- nte conocidas. La primera proviene de un estudio
realizado por Heider, aho- í (1972), en el que esta científica
investigó la lengua de los Dani, una tribu ;va Guinea indonesia,
que conserva en nuestros días costumbres de la Edad i. Su lengua
posee únicamente dos términos para el color, mola, que detonos
brillantes y cálidos, y mili, que designa los tonos oscuros y fríos.
;ste reducido vocabulario que los Dani sólo perciben o reconocen
dos co- respuesta es negativa. Los Dani pueden procesar más
cosas en relación lores además de si son calientes o fríos.
ho, el estudio de Heider (1972) sobre este tema sugería que los
Dani po- espectro de colores exactamente igual que lo hacemos
nosotros. Un ualmente significativo muestra la pobreza del
vocabulario inglés en "minos para designar los distintos tipos de
nieve. Mientras que los es- ;nen cuatro diferentes raíces para la
nieve, aput ('nieve en el suelo'), 'e que cae'), pigsirpog ('nieve que se
amontona') y qimuqsuq ('montón )s anglófonos cuentan
únicamente con la solitaria palabra snow (Boas, n, 1990).
Resumiendo entonces, el argumento de la traducción deferencia
entre palabras y significados, ya que, aunque estrechamente
cada uno puede existir sin el otro.
ición de la proyección imperfecta también refuta la proyección biu-
ibras y significados. Se puede comprobar que existen varios
signifi- ;s para una única palabra (ambigüedad) y diversas
palabras para un o (sinonimia). De esta forma, existe un
buen número de maneras di- enguaje por medio de las
cuales se puede expresar un significado, ires ejemplos que
puede encontrarse sobre la ambigüedad de las pa- del
estudio de los chistes y adivinanzas. El éxito de algunos
chistes al significado de una palabra cuando en realidad se
expresa otro , 1977; Hirsh-Pasek, Gleitman y Gleitman, 1978,
Shultz y Horibe, te chiste manifiestamente malo pone de
relieve esta consideración:
checked? (¿Ya se ha revisado los ojos?/¿Tiene los ojos a
cuadros?) they're blue. ('No, son azules')
La gracia (según está el chiste) proviene de la palabra checked, que
tiene dos significados, uno referido al atto de revisar o examinar, y el
otro referido al patrón perceptivo ('a cuadros'). Los experimentos con
la ambigüedad de las palabras demuestran que la gente dispone de
múltiples significados para las palabras en cualquier momento del
procesamiento. Por ejemplo, Simpson (1981) encontró que en el
procesamiento de oraciones ambiguas como «We had trouble keeping
track of the count» [Nos resultó difícil seguir el rastro del conde/ no
perder la cuenta], ambos significados de la palabra count —'(perder la)
cuenta' y 'conde, miembro de la nobleza europea'— eran extraídos del
diccionario mental de los sujetos (aunque esto puede no realizarse de
forma consciente y tan sólo es demostrable a través de técnicas
experimentales).
La otra parte de la explicación de la proyección imperfecta se fija
en la disponibilidad de dos o más palabras para un único significado, o
sinonimia. Aunque algunos discuten la existencia de verdadera
sinonimia (Clark, 1987), para muchos de nosotros las palabras 'sofá' y
'tresillo' significan la misma cosa; y lo propio ocurre con las palabras
'cubo' y 'balde'11.
11
Sin embargo, algunas palabras resultan más adecuadas en ciertos
contextos, y los sinónimos alteran el sentido de la frase en sí (aunque
las palabras sean idénticas en cuanto al significado). Por ejemplo,
'nombre' y 'nomenclatura' tienen significados idénticos. Sin embargo,
en «Una rosa / con cualquier otra nomenclatura tendría el mismo
Finalmente, tenemos el argumento de la elasticidad, la demostración
de que las palabras pueden tener significados diversos según el
contexto donde se encuentren. Un ejemplo claro de esto lo constituyen
los adjetivos que modifican distintas propiedades de las palabras en
contextos diferentes. Una «historia rosa», es una narración cargada de
referencias románticas y sentimentales, y ahí se ve con claridad que lo
que transmite el adjetivo «rosa» es ligeramente distinto a cuando
describimos el color de una flor, como por ejemplo, un clavel rosa. De la
misma forma, una carga lectiva «ligera» sugiere que un estudiante, que
sólo tiene unas pocas horas de clase, dispone de mucho tiempo libre,
y no que su programa de clases no «pesa» mucho, como ocurre cuando
nos referimos a un paquete «ligero» (véase Katz y Fodor, 1963). Tal
como muestran estos ejemplos, el significado de las palabras radica a
veces en el resto de las palabras con las que aparecen y es con
frecuencia dependiente del contexto. Así, los significados y las
palabras no se encuentran inequívocamente unidos.
Tomados en conjunto, estos tres argumentos indican que las
palabras y sus significados, aunque estrechamente relacionados, no
son idénticos. Habiendo trazado la separación entre estos dos tipos de
entidades psicológicas, ya es posible el examen por separado de cada
dominio. De hecho, dentro del campo de la psicología estos dos temas
han sido tratados de forma diferente. Corrientemente, la investigación
se ha ocupado de estudiar cómo se entienden o se reconocen las
palabras en el discurso oral o en la lectura, mientras que el estudio del
significado se ha centrado en cómo se almacenan dichos significados.
En el comentario que vendrá a conti- . .^cuernos en la organización y
el procesamiento de las palabras en el con ('diccionario' en griego) o
léxico mental y después nos interrogaremos rea de la representación del
significado en la mente. Por motivos de claridad en nociones, siempre
que nos estemos refiriendo a una palabra la pondremos en iva: pollo.
Cuando hagamos referencia al significado de una palabra determi- i,
colocaremos comillas a dicho significado: «pollo». Así pues, pollo se
refiere )mbre o palabra que usamos. Presumiblemente, si la
comunidad hispanoha- e en masa decidiera cambiar este nombre por
piopío, nadie se sentiría mortal- e ofendido. Sin embargo, al cambiar el
nombre no estaríamos cambiando el Icado, seguiría siendo «pollo»,
definido como «cría de un ave, especialmente gallina». Ningún consejo
a nivel mundial podría cambiar arbitrariamente estos s de la definición,
ya que si el pollo deja de tener como madre a la gallina (o ave), su
misma esencia se ve alterada. Dando por supuesto que podemos es-
7 DE LAS PALABRAS
;ección sobre las palabras, nos fijaremos (1) en la forma en que
las palabras enan en nuestro léxico mental —por ejemplo, cómo
se construyen las pa- •mpuestas (en la producción del lenguaje) o
cómo se reconocen (en la >ión del lenguaje) —, y en (2) qué
factores contribuyen al acceso o recude las palabras. Los
psicólogos han utilizado una extensa variedad de xperimentales
para estudiar estas cuestiones. Empecemos primero con un o
acerca de las cuestiones teóricas que subyacen a este estudio.
os léxicos
os por diseccionar la oración El juez imparcial declaró culpables a los
Ocurre la acción en el presente? ¿Se condenó a más de una
persona? :z alguna predisposición o no? Aunque esta frase
sólo está formada por s, muchas de ellas son compuestas y
contienen afijos que transmiten in- iportante. Por ejemplo, el
sufijo -ó en condenó y la -s final en los acu- \ que la decisión del juez
tuvo lugar en el pasado y afectó a más de una ible. Más aún, el
prefijo im- en imparcial indica que se supone que el mando una
decisión justa y no sesgada (im-= no + parcial). Según «ras como
imparcial, declaró y acusados son consideradas palabras as, donde un
morfema se define como «la mínima unidad de la len- icado»,
un concepto introducido en el Capítulo 1. Los morfemas uir
palabras por sí mismos (por ejemplo, juez) o ser simplemente 3
palabras (por ejemplo, la -s final en acusados, o im- al inicio de im-
orfemas que pueden constituir palabras por sí mismos se
denominan es; a aquellos que precisan unirse a otras unidades
se les conoce s ligados.
Una hipótesis sobre los primitivos léxicos (la mínima forma en la
cual se almacena una palabra en el léxico mental) argumenta que toda
palabra (incluidas las palabras plurimorfémicas) conforma una entrada
(o lexema) independiente en nuestro léxico, y constituye, por lo tanto, su
propio primitivo (Aitchison, 1987; Aro- noff, 1976; Sandra, 1990). Esta
hipótesis afirma que cada variante de una palabra (por ejemplo, libro,
libros, libresco, librería, etc.) tiene su propia representación. Cuando
producimos palabras plurimorfémicas, como imparcial o acusados, recu-
peramos directamente la entrada prefijada o plural de dichas palabras.
De la misma forma, según esta hipótesis, cuando escuchamos o
leemos una palabra accedemos a su lexema completo.
Otra hipótesis alternativa (de aceptación más generalizada)
sostiene que las palabras están formadas por morfemas
constituyentes y que estos morfemas actúan como primitivos léxicos
(McKay, 1979; Murrell y Morton, 1974; Smith y Sterling, 1982; Taft,
1981; Taft y Forster, 1975, 1976). Cuando escuchamos a alguien
hablar, descomponemos las palabras en morfemas para comprender la
lengua oral. Esta visión de los primitivos léxicos asume que
«despojamos» una palabra de sus afijos y activamos después la raíz
(declar-) más los morfemas ligados relevantes (-ó). De esta forma, la
visión componencial afirma que cuando hablamos, accedemos a los
distintos morfemas y los combinamos para convertirlos en palabras
compuestas.
El enfoque componencial que considera a los morfemas como primitivos
léxicos cuenta con la ventaja de la economía cognitiva (uso eficiente de los
recursos cognitivos) ya que no se hace necesario el almacenamiento
en el léxico de todas las variantes de una palabra. Se precisa de un
menor número de unidades léxicas, ya que el morfema ligado -s, que
indica el plural de acusados en la oración mencionada arriba, puede
combinarse con cualquier otro nombre susceptible de pluralizarse.
Según el enfoque que considera a cada palabra como un primitivo
léxico, se requerirían por lo menos dos entradas léxicas para cada
palabra —la base más su plural (por ejemplo, mesa y mesas; idea e ideas,
falsificación y falsificaciones)—. Es en apariencia un gasto innecesario e ilógico
de espacio. La visión alternativa argumenta que, aunque el
almacenamiento de palabras plurimorfémicas en entradas separadas
pueda consumir más espacio en la memoria, supone un ahorro en
cuanto a tiempo de procesamiento. Es decir, ensamblar re y formar
precisa de una energía cognitiva que puede ahorrarse si reformar se
almacena como una única palabra.
Evidencia sobre los primitivos léxicos. Ahora ya cuenta con dos teorías acerca
de lo que constituye un primitivo léxico: (1) cada palabra (incluidas las
plurimorfémicas) posee su propia entrada léxica, conocida como
lexema; (2) los morfemas constituyentes se almacenan
individualmente en el léxico de tal forma que las palabras se
descomponen (durante la comprensión) o se componen (en la
producción). La cuestión de si son las palabras completas o los
morfemas aislados los que funcionan como primitivos puede iluminar
en cierta medida la productividad exhibida por los más novicios
usuarios de la lengua. Igual que nosotros somos capaces de construir
un número infinito de oraciones, debido al conocimiento implícito que
poseemos de la sintaxis, también somos capaces de construir palabras
nuevas a partir de nuestro conocimiento de la morfología. Si le
pidiéramos que convirtiera garumo en un verbo, no tendría dificultad en
proponer garumear. Si se tra- .. ^umrsele garúmico; y si fuera un adverbio,
nos erire. El conocimiento de los primitivos léxicos puede también de-
mos a qué está dedicando el sistema cognitivo la mayor parte de su
energía: con el foque lexemático de las palabras se invertiría mucho
espacio en el léxico para el intenimiento de las numerosas variaciones
de las palabras. La teoría de los mor- nas como primitivos requiere
menor espacio de almacenamiento, pero mayor ca- idad para llevar a
cabo los procesos de construcción o descomposición de las pa- as en
sus morfemas constituyentes. ¿ Qué métodos podrían usarse para
determinar is personas usan palabras completas o morfemas en su
léxico? Una técnica se en la tarea de decisión léxica. A medida que vaya
leyendo las palabras listadas golpee con el índice de su mano derecha
en la mesa para indicar Sí (la seña de letras es una palabra verdadera);
o con el índice de la mano izquierda para ir No (la secuencia de letras
es una palabra sin sentido).
isa lida or il
•fo or
iblemente no ha encontrado ninguna dificultad en decidir Sí,
No, Sí, No n estas entradas. Sin embargo, con un tarea de
decisión léxica real, las sede letras se presentarían mediante
una computadora o taquistoscopio o que permite que el
experimentador controle de forma rigurosa la dura- estímulo) y
su respuesta habría sido medida en milisegundos (un mili- una
milésima de segundo). El tiempo requerido para responder Sí o
No adena de letras se compone del tiempo que se precisa para
golpear la i índice (o apretar una tecla de la computadora), el
tiempo de acceso lé- tiempo empleado para decidir si golpea
con el dedo índice de la mano :on el de la derecha (para indicar
Sí o No).
d de las palabras reales -mesa, dolor- el acceso a su léxico hubiera
pro- cción de asentimiento con el hecho de que estas
palabras son cierta- is reales. Observe que aunque tanto dolor
como verdor terminan en una palabra plurimorfémica
compuesta por verd + or, mientras que puesta por un único
morfema, y no puede descomponerse en dol +or. ito, que se
trata de una palabra seudo-sufijada. Más confuso todavía ; con
calor, cuya composición a base de cal (una palabra auténtica)
i como resultado el significado de calor, de la misma manera
en que + or se obtiene el significado de verdor.
estudios han encontrado que se necesita más tiempo
para procesar rfémicas que palabras compuestas por un
único morfema. En una ón de discurso, MacKay (1978)
presentó a los sujetos morfemas do, decide [decidir]) y les
pidió que respondieran con una va- abra (por ejemplo,
decisión [decisión]). Cuanto más compleja re- ira desde el
punto de vista morfológico, tanto más se incrementaron
los tiempos de reacción. Por ejemplo, se tardaba más tiempo
en construir indecisión [indecisión], donde se1 añaden dos
morfemas ligados a la raíz o base, que en construir deciding
[decidiendo], al que solamente se le añade uno.
Sin embargo, la postura que uno adopte —el enfoque componencial
de la morfología, o el punto de vista de los lexemas completos— puede
depender del tipo de morfemas que estemos comentando. Los morfemas
derivativos alteran significativamente los morfemas raíces a los que se
adjuntan. Por ejemplo, el prefijo derivativo des- cambia acuerdo e interés en
sus contrarios (desacuerdo; desinterés). Muchos morfemas derivativos
cambian también la categoría gramatical de la palabra, como el sufijo -dor
que, añadido a comer, cazar o nadar transforma estos verbos en nombres.
Los morfemas flexivos (que en inglés siempre son sufijos) sin em-
bargo, no alteran significativamente las raíces a las que se añaden. El
sufijo -s o -es añadido a palabras para indicar pluralidad constituye uno
de estos cambios flexivos. Deseo y deseos no son palabras completamente
diferentes, así como tampoco lo son delfín y delfines. De la misma forma, -
ó o -as colocados al final de un verbo cambian tan sólo el tiempo verbal
o la persona (por ejemplo, miró', cambias). La constatación de si se lleva a
cabo una descomposición en morfemas (al oír o leer una palabra) y un
ensamblaje morfemático (en la producción del discurso) puede
depender del tipo de morfema —derivativo o flexivo— al que se esté
haciendo referencia.
Un experimento que apoyó este enfoque componencial del
almacenamiento de las palabras, encontró que las palabras que en
apariencia constituyen items plu- rimorfémicos incrementan los
tiempos de reacción. Taft (1981) encontró que, en una tarea de
decisión léxica, se tardaba más en responder a palabras como result [re-
sultado] o interest [interés], que en apariencia toman prefijos (re- e inter-,
respectivamente), que a palabras que incorporan realmente estos
prefijos (recall [recordar] o interstate [interestatal], por ejemplo) o a
palabras sin prefijación (table [mesa] o focus [foco] por ejemplo). Taft
argumentó que la razón por la cual el tiempo empleado en el proceso
de búsqueda para las palabras seudoprefijadas es más largo se debe
a que los sujetos dejan de lado re- o inter- y buscan las raíces sult o est, que
evidentemente no son morfemas legítimos.
Más aún, cuando las personas cometen errores espontáneos de
habla, los morfemas con frecuencia «flotan» de uno a otro. Las
sustituciones de morfemas, como It waits to pav [Espera para pagar] (por
It pays to wait [Vale la pena esperar]) (Garren, 1976, 1980) y la
perseveración de afijos, como en ministers in the churches [sacerdotes de la
parroquias] (por ministers in the church ) son bastante corrientes (Shattuck-
Hufnagel, 1979). La migración de -ed en el ejemplo, She wash upped the dishes
[Var a lavá los platos] (Aitchison, 1987) ejemplifica cómo muchos
morfemas raíces y ligados se recuperan de forma independiente y,
posteriormente, se combinan en el proceso de producción del habla. El
enfoque componencial del léxico también puede explicar errores como
The labrador bited the cat [El labrador mordió al gato], en el cual parece que
el emisor está ensamblando morfemas basándose en una regla
lingüística, y no recuperando bited del léxico12. Observe, sin )argo, que
en todos los errores citados más arriba se implican sufijos flexivos ise
el Capítulo 7 para más detalles sobre datos de errores de habla y
análisis), •videncia neuropsicológica en la comprensión del lenguaje
de los afásicos de :a también respalda el concepto de que algunos
morfemas raíces y ligados es- epresentados de forma independiente
en el léxico (Tyler, Behrens, Cobb y >len-Wilson, 1990).
12
Un ejemplo equivalente en español al que propone Aitchison sena:
¿Ha llamó papado? por ¿Ha llamado papá? En el ejemplo The labrador bited the cat, bite es un verbo
irregular que en esta enucia- ción se «regulariza» con la afijación de -
ed (el pasado correcto sería bit). (N. de la T.)
^sí pues, algunas evidencias indican que las personas almacenan
económica- e palabras morfológicamente complejas como morfemas
independientes, que tés se combinan (en la producción del habla) o
se separan (en la comprensión), nbargo, ¿podrían darse ocasiones
en las que fuera beneficioso representar pa- plurimorfémicas como
lexemas completos?
>s afijos más frecuentes y las palabras compuestas pueden
efectivamente alarse como lexemas completos. De hecho, para tener
conciencia de que rau- ilabras (deificar o perdón por ejemplo) son
plurimorfémicas, se requeriría po- nocimientos de latín. Por ejemplo,
a la palabra imposible, afijada de forma 1, se puede acceder como a una
palabra única, aunque otra menos corriente, ?ptible, sea procesada a
través de sus distintos morfemas (Carroll, 1986). Y urre con las
palabras compuestas, como sacacorchos, claramente formadas de dos
entradas léxicas distintas? Sandra (1990), Monsell (1985) y Osgood
in (1974) encontraron evidencias que mostraban que palabras
compuestas \tterfly [mariposa] pueden poseer entradas léxicas
independientes, además Ltradas correspondientes a sus
constituyentes morfémicos (butter [mante- fly [volar]). ¿Por qué?
Porque butterfly es semánticamente opaca; es de- ;nificado no proviene de la
mera combinación de los significados de butter palabras buttonhole [ojal],
teaspoon [cucharilla de té] y beanpole [espá- )r otro lado, son palabras
compuestas semánticamente transparentes, ificado se discierne con facilidad
a partir de sus partes constituyentes—. e es simplemente un orificio
('hole') para un botón ('button'). reas de inducción o facilitación semántica
(semantic priming) también aleado para apoyar la distinción entre
almacenamiento léxico y procesa- érminos semánticamente
transparentes y opacos. La inducción semántica órma análoga a
cuando se ponen en conexión dos coches mediante los batería: parte
de la energía de la batería del primer coche proporciona el
ilementario para el encendido del segundo coche. Incluso si el
segundo ra podido arrancar por sí mismo, la corriente que fluye por
los cables de $ue que arranque con más rapidez. De la misma forma,
si emparejamos ios» dos palabras cuyo significado está relacionado,
el reconocimiento ra inducirá un «encendido rápido» del
reconocimiento de las palabras
:ión semántica se ha puesto de manifiesto por medio de una
variante de lecisión léxica: imagine que dos personas están
participando en una ta- n léxica. Cada una debe decidir si en
un par de secuencias de letras am- > son palabras o no. Un
sujeto recibe la palabra pan, y acto seguido, 1 recibe pan e
inmediatamente después le sigue mantequilla. Meyer y 1971)
encontraron que los tiempos de respuesta eran más cortos en
la a cuando la primera estaba semánticamente relacionada
con ella (por
ejemplo, pan y mantequilla), que cuando las dos palabras no tenían relación.
La primera palabra inducía o facilitpba (primed) el reconocimiento de la
segunda palabra (semánticamente relacionada). También se ha
encontrado que las asociaciones semánticas pueden inducir a
palabras compuestas semánticamente transparentes, pero no a
aquellas compuestas que son semánticamente opacas. Por ejemplo,
pea [guisante] facilitaba el reconocimiento de beanpole [espárrago], pero
bread [pan] no facilitaba el de butterfly [mariposa] (Monsell, 1985; Osgood
y Hoosain, 1974; Sandra, 1990). Estos descubrimientos apoyan la idea
de que las palabras semánticamente transparentes como beanpole se
procesan como dos morfemas separados y los términos
semánticamente opacos son procesados como un único morfema.
La defensa del enfoque de la división morfemática puede, asimismo,
tener que depender de la consideración del tipo de morfemas que se
adjunten a las raíces durante el procesamiento léxico como opuestos
a aquellos cuya adjunción es permanente, y están almacenados como
entradas léxicas independientes. Por ejemplo, los morfemas ligados se
componen tanto de prefijos (in- en infeliz) como de sufijos (-ísimo en felicísimo).
Hay mucha evidencia que sugiere que los afijos derivativos (por
ejemplo des-, in -, -or, o -ble) están más sólidamente adjuntados a los morfe-
mas raíces; en cambio, es más probable que los morfemas flexivos se
añadan durante el discurso. Cuando las personas realizan
sustituciones de palabras en los errores de habla, tienden a mantener
los sufijos derivativos de las palabras, como en provisional por provincial
(Aitchison y Straf, 1982). Pero, como ya indicamos anteriormente, en
los errores de habla los sufijos flexivos flotan como si se fueran aña-
diendo durante el discurso: «She was upped the dishes» (Aitchison,
1987). En las tareas de decisión léxica no se precisa de más tiempo en
el reconocimiento de una palabra con sufijación derivativa, como en
amor-oso, que en una palabra seudosu- fijada, como calor (Manelis y
Tharp, 1977). Esto no quiere decir que no podamos tener almacenados
morfemas derivativos disponibles para crear nuevas palabras cuando
surja la necesidad. Por ejemplo, sonreidor no es una combinación habitual
de base + morfema derivativo, pero podemos producirlo y
comprenderlo con facilidad.
Además, algunas de las diferencia entre los estudios que defienden
el enfoque componencial del léxico frente al enfoque lexemático
pueden depender de las exigencias de la tarea. Rubin, Becker y
Freeman (1979) encontraron diferencias en el tiempo de
procesamiento léxico entre palabras sufijadas (send/er [remitente], por
ejemplo) y pseudosufijadas (por ejemplo, sist/er [hermana]) únicamente
cuando al menos el 50% de la lista experimental estaba compuesta por
palabras sufijadas. Esto indica que los sujetos pueden haber recurrido
a la estrategia de descomponerlas en morfemas tras darse cuenta de
que muchas palabras de la lista eran plurimorfémicas.
Resumen. Según parece, el procesamiento léxico trata de adoptar un
equilibrio óptimo entre la economía cognitiva en la memoria y la
economía en el ensamblaje y descomposición de las palabras
plurimorfémicas. Los sufijos flexivos como -ndo o -s, que no cambian de
forma acusada el significado o la categoría gramatical de los morfemas
base, es muy probable que se vayan adjuntando (o apartando) durante
el procesamiento. Sin embargo, las palabras plurimorfémicas de fre-
cuente aparición (desacuerdo) y aquéllas con morfemas derivativos
(labra/dor) a
entradas léxicas separadas de sus morfemas raíces. Las palabras
cuestas cuyo significado no puede discernirse de la combinación de
los dos ituyentes (denominadas semánticamente opacas), como
hipocampo, pueden te- imbién sus propios lexemas. Los términos
semánticamente transparentes como diegos pueden formarse a
partir de sus dos morfemas independientes. Más aún, .composición
morfemática puede ser una estrategia que adoptan los sujetos o se
dan cuenta de que muchas palabras en la lista son
morfológicamente com- s. Las exigencias de la tarea pueden por
tanto alterar el procesamiento léxico, sistema cognitivo parece
adoptar un equilibrio entre el ahorro de espacio en cionario» mental
y el ahorro de energía en el procesamiento. Si las palabras orfémicas
usadas de forma habitual se almacenan como entradas propias, más
espacio léxico, pero esto nos evita tener que combinar los morfemas
z que usamos (o escuchamos o leemos) estas palabras. Por otro
lado, el al- miento de los plurales de cada nombre que conocemos
infringe el concepto 3nomía cognitiva; puede resultar más sencillo
añadir simplemente una -s a bres cuando sea necesario. El
almacenamiento léxico por separado de los is raíces y flexivos ahorra
espacio en el diccionario mental pero puede ecargue de forma
significativa al sistema de procesamiento durante la re- :ión (o
descomposición) de estas palabras. ¿Por qué es esto importante? La
i de ser creativos con la lengua y de crear nuevas palabras según la
nece- amina que poseemos un sistema flexible que puede adoptar
diferentes es- le procesamiento según se requiera. El sistema
cognitivo, por tanto, bus- ilibrio entre el ahorro en el espacio y el
ahorro en el procesamiento.
e que haya dicho «seco, listo, flor, fruta, pistola». Si es así, entonces
en >s ha mencionado una asociación semántica (es decir, una
palabra cuyo ;tá relacionado) de las palabras iniciales, aunque húmedo
y seco man- lación diferente que manzana y fruta. El primer par se basa en
opues- al significado; el segundo, en la pertenencia a una categoría
(véase para una clasificación más detallada).
ha pedido a adultos (Jenkins, 1970) o niños (Palermo, 1963) que
in- xperimentos de asociación de palabras parecidos al
miniexperimen- han producido tres descubrimientos. El primero
es que la respuesta e los sujetos sea una palabra
semánticamente parecida (Ervin, 1957). i conexión entre
palabras basada en el significado más estrecha que digamos, la
semejanza perceptiva. Cuando se les presenta la palabra datos
más probables en una tarea de asociación de palabras son hilo,
oero no así clavo o pincho, que se parecen a una aguja. En segundo
obable es que los sujetos hagan una asociación libre que
complete a pimienta, y rey evoca reina. En tercer lugar, es más
probable que que no necesariamente los niños) respondan con
una palabra de la matical que la palabra diana —nombre con
nombre (silla-mesa), (correr-saltar) y adjetivo con adjetivo (claro-oscuro).
En principio, ninguna razón que impida que los sujetos escojan
palabras de sois tareas de asociación (como pesa para mesa), pero
no lo hacen, rimientos reafirman la noción de que el significado y la
clase gra-
matical constituyen los dos principios fundamentales en la
organización de palabras y el acceso a las entradas léxicas.
Freedman y Loftus (1971) encontraron que los sujetos
podían nombrar más (y con mayor rapidez) «frutas que
empiecen por P», que «palabras que empiecen por P y sean
frutas». El hecho de enunciar primero la palabra
correspondiente a la categoría hacía que se activaran con mayor
rapidez las palabras pertenecientes a dicha categoría que
comenzaran por una letra determinada. Las pistas acerca de la
naturaleza semántica de una palabra nos acercan más a su
entrada léxica que las pistas sobre su letra inicial.
Otras evidencias sobre el papel de la semántica en el acceso
léxico y organización del léxico mental provienen de los
pacientes con daños cerebrales. Marshall y New- combe (1966)
informaron sobre el comportamiento de un paciente afásico que
al leer recuperaba frecuentemente una asociación semántica.
Por ejempo, decía hermana cuendo estaba intentando leer hija\ largo
en vez de grande y sustituía malva por violeta. Esto sucede a menudo
en muchos afásicos, e indica la conexión existente dentro del
léxico entre palabras con significados relacionados. Finalmente,
podemos recordar el efecto de inducción semántica,
mencionado con anterioridad. Toda la evidencia de que
disponemos apunta a que el significado y las conexiones
semánticas entre las palabras del léxico mental influyen
sobremanera a la hora de acceder a éstas.
Categoría gramatical. Las palabras parece que también se
organizan según su categoría gramatical, atendiendo a si son
nombres, verbos o adjetivos. La evidencia de que la categoría
gramatical constituye un principio de organización léxica pro-
viene de los errores de habla y los estados de «tenerlo en la
punta de la lengua» (tip- of-the-tongue states). Los nombres tienden a
ser sustituidos por nombres como en «Dijo que bajo ningún
contexto (pretexto)» los verbos, por verbos, como en «El dic-
tador de la nación ha sido expuesto (depuesto)»; y los adjetivos,
por adjetivos, como en «En la tradición investigativa
(investigadora)». En las tareas de asociación de palabras, los
adultos utilizan habitualmente una palabra de la misma
categoría gramatical para responder a la palabra estímulo
(Ervin, 1957; Jenkins, 1970).
En relación con el principio de la categoría gramatical, las
palabras se dividen con frecuencia en palabras de clase abierta y de clase
cerrada, un concepto que ya se estudió en el Capítulo 1. Las
palabras de clase abierta son las palabras de la lengua con contenido,
expresadas en forma de nombres, verbos, adjetivos o adverbios.
Una lengua puede contener un infinito número de esos tipos de
palabras, a medida que se van inventando nuevos términos para
explicar nuevos objetos o conceptos (por ejemplo, las palabras
computadorao corporación habrían sido de escasa utilidad en la época
de Cervantes). Como propone Aitchison en su analogía (1987),
las palabras de clase abierta constituyen los ladrillos de las
oraciones y las palabras pertenecientes a las clases cerradas
son el cemento. Las palabras de clase cerrada son palabras funcionales
que, tradicionalmente, conforman la arquitectura de las
oraciones y no poseen ningún contenido —palabras como el, y, de,
etc.— Reciben esta denominación debido a que se trata de un
conjunto «cerrado» de palabras, ya que rara vez admite nuevos
miembros. Por ejemplo, ¿cuándo fue la última vez que aprendió
una nueva preposición? Las palabras de contenido pueden irse
inventando según surge la necesidad de hacerlo. Tuvimos que
inventar el término aaora» para enfrentarnos a la teconología
moderna, sin embargo, el número ras funcionales casi no ha
cambiado a lo largo del tiempo, ley (1983) y colaboradores
(Bradley, Garrett y Zurif, 1980) no encontraron e frecuencia en
palabras de clase cerrada en una tarea de decisión léxica, a
hecho de que los efectos de frecuencia en palabras de clase
abierta cons- fenómeno consistente (por ejemplo, Forster y
Chambers, 1973). Otros apo- ;spaldan la organización del léxico
en función de la pertenencia de las pama clase abierta o cerrada
proviene de los afásicos de Broca, quienes un deterioro
específico predominante en lo que respecta a la producción s
de clase cerrada (véase el Capítulo 2). Por ejemplo, Gardner
(1974) pre- -nuestra del habla de un paciente afásico que trata
de describir la vuelta a el hospital los fines de semana:
ves, eh, eh, eh, no, eh, viernes... Bár-ba-ra... mujer...y, oh,
coche... conmista... o sea... descansar y... te-le."
i que la oración se parece a un telegrama porque está
constituida por pa- >ntenido y poco más.
Tien, la evidencia aportada por diversas técnicas
experimentales con- icar que la categoría gramatical de una
palabra puede determinar cómo y organiza respecto a otras
palabras. Y el hecho de que la palabra per- a clase abierta o
cerrada interactúa con la frecuencia a la hora de de-
robabilidad de su reconocimiento o recuperación.
a. Aunque el énfasis hasta ahora se ha puesto en la
frecuencia, el sig- categoría gramatical como factores que
influyen en el acceso léxico, memos de otros medios. Existe
evidencia que indica que las palabras manera parecida,
aunque las primeras sílabas no sean idénticas, po-
encontrarse conectadas o almacenadas conjuntamente en
el léxico. Un cia para este almacenamiento de items léxicos
según criterios fono- ne del así llamado fenómeno de
«tenerlo en la punta de la lengua» '•ue, TOT). Todos nosotros
hemos experimentado alguna vez estos lo que queremos
decir, pero la palabra no sale. Induciendo fenóme- 3 en la
punta de la lengua» en el laboratorio, Brown y McNeill ron
que los sujetos se aproximaban más a las palabras diana a
través sonaran de forma semejante que a partir de palabras
de significado ripio, era más probable que los sujetos
mencionaran «sarong» como uesta a «sampán», que
«houseboat» [casa flotante] o «junk» [jun- significados
relacionados.
;s de habla, comentados más detalladamente en el
Capítulo 7, las re palabras de sonido semejante ocurren
con bastante frecuencia, :ión por meditación, prostitución por
constitución, tímida por te- ror honroso (Twenwy, Tkacz y Zaruba,
1975). Esto se se confirma 1 cuando las palabras poseen
comienzos y finales semejantes, 'aran las pistas
fonológicas a modo de rutas de acceso dentro del :to se lo
denomina a veces «efecto bañera» (Aitchison, 1987), ya
el «pie» de la palabra se encuentran accesibles pero el
medio no
lo está, de forma muy parecida el cuerpo de una persona
recostado en una bañera. Lo que puede ocurrir es que las
palabras de sonido similar estén agrupadas en conjuntos, y que
los intentos de recuperar una de ellas hagan activarse también
a sus vecinas fonológicas. Esto sería válido no sólo para
palabras que comiencen por el mismo sonido, sino también para
aquellas palabras que suenen de modo semejante pero posean
significados diferentes (homófonas, por ejemplo, vaca y baca). El ac-
ceso al léxico mental es flexible y la activación de las entradas
léxicas puede tener lugar según varios criterios (aunque algunos
principios de acceso pueden prevalecer sobre otros). Algunos
principios como la frecuencia y el significado parecen impregnar
a los demás principios. En este sentido, constituyen aspectos
más globales del sistema léxico. Podemos hacer uso de
múltiples principios de organización y acceso para llevar a cabo
todas las tareas que se le plantean al léxico. Al simular por
ordenador un modelo del léxico mental de una persona, uno de
los objetivos será que el programa proporcione información
basándose en lo que se le solicite. Las palabras deben resultar
accesibles por diversos medios, según las exigencias de la ta-
rea, y a veces la demanda puede requerir el uso simultáneo de
varios canales o principios. A continuación, examinaremos el
modo en que los diferentes modelos teóricos dan cuenta de
cómo operan todos estos principios en el marco de un único
sistema cognitivo. Consideremos primero cómo los modelos de
acceso léxico tratan los hallazgos explicados más arriba.
de búsqueda serial
/gato/
ito
n T
; cruzadas con entradas del fichero principal para
palabras asociadas.
Estím
ulo
auditi
vo
representación ortográfica de una palabra activan los logogenes
Estí
mulo
visua
l
El modelo de logogén.
el modelo más conocido de esta clase es el de
de acceso directo:
i (1969-1979). Se denomina modelo de acceso directo. :er,
1976.
Unida Unida
des de des Unidad
letras léxica
s es
semánt
icas
l. Red conexionista para el reconocimiento de palabras, ;tra los nodos
ocultos. Las conexiones entre nodos se re- debilitan en función de la
experiencia.
se tarda más tiempo aún en rechazarlos que a seudopalabras
como hmrfi, que no se parece en absoluto a ninguna palabra
existente.
Modelos conexionistas. Un primo contemporáneo del modelo del
logogén surge de lo que se conoce como conexionismo. Los
defensores de esta corriente en psicología, filosofía, informática
y otros campos, conocidos como conexionistas, usan la analogía
del cerebro y las neuronas para desarrollar modelos cognitivos.
Sus modelos de ordenador de los procesos cognitivos (como el
acceso léxico) están formados por «redes neurales»
compuestas de nodos y conexiones entre dichos nodos. Los
nodos pueden ser de tres tipos: nodos de entrada, que procesan los
estímulos auditivos o visuales; nodos de salida que determinan las
respuestas y nodos ocultos que se ocupan del procesamiento
interno que tiene lugar entre el momento en que escuchamos o
vemos una palabra y el momento en que respondemos a ella.
Los nodos ocultos se llevan la parte del león en el
procesamiento léxico, como se describe (de forma simplificada)
en la Figura 4.4.
Los modelos conexionistas (el de McClelland y Rumelhart,
1981) comparten muchos de los principios del modelo del
logogén, incluyendo el acceso directo a las entradas léxicas, la
activación simultánea de múltiples candidatos y el uso de di-
versos tipos de información para acceder a la palabra diana. Sin
embargo, los conexionistas resultan más explícitos a la hora de
definir exactamente la arquitectura cognitiva y lingüística —es
decir, cómo son representadas las palabras. Cada nivel
funcional de los nodos ocultos representa diferentes aspectos
de las palabras —por ejemplo, su naturaleza visual, ortográfica,
fonológica y semántica, etc. El procesamiento opera desde el
input al desciframiento a nivel de rasgos de la pura entrada
perceptiva (por ejemplo, ¿ contiene una letra escrita alguna
porción curva?); los nodos activados en este punto activarán
después las unidades ortográficas que compartan estos rasgos
(por ejemplo, P, R, B, G, y así sucesivamente), las cuales a su
turno activarán las palabras que compartan estas letras. La
Figura 4.5 muestra cómo la palabra vino puede ser reconocida en
un modelo conexionista.
Las conexiones entre niveles, y entre los nodos del mismo
nivel, pueden ser o bien excitatorias o inhibitorias. Los enlaces
excitatorios son aquellos que envían activación a otros nodos
conectados con el original. Por ejemplo, si se activara el rasgo
«/», enviaría energía a todos aquellos nodos ortográficos que
contuvieran este rasgo (por ejemplo, A, M, W). Los enlaces
inhibitorios, por otro lado, impiden la activación futura del nodo
conectado. Si uno reconociera la letra A, los nodos ortográficos
de la W y la M deberían inhibirse para que no compitieran en el
reconocimiento de la A. El patrón de enlaces excitatorios e
inhibitorios permite que las unidades inferiores alimenten las
unidades de nivel superior (por ejemplo, antes de que las
unidades de palabra puedan dispararse, los rasgos de las letras
deben estar activados), pero las unidades dentro de un nivel
compiten entre sí por la activación durante el reconocimiento de
un estímulo dado. Cuando una representación alcanza su
umbral, inhibe el disparo de unidades similares en lo que se
refiere a un estímulo determinado.
Los modelos conexionistas tratan los efectos de frecuencia
de manera ligeramente distinta a como lo hace el modelo del
logogén —las unidades de palabra usadas con mayor frecuencia
están conectadas más estrechamente con los nodos de nivel
inferior, como los nodos de rasgos y ortográficos — . Las
palabras de frecuencia
Estadio 2
stadio 1
raiaoms y ¡>iynim.auu. UC ius cici
13 acceso léxico postula que múltiples candidatos se activan en paralelo, i de sus primos, el modelo de cohorte
establece que la lista de las pala- itas se va restringiendo a medida que el input auditivo progresa serial- ica los
efectos de frecuencia y los de seudopalabras en un sentido pa- >delo del logogén. Supone que el contexto o la
inducción semántica conjunto original de candidatos, y que esta cohorte inicial más reducida i reconocimiento más
rápido de la palabra diana, /isto cómo tratan los modelos de búsqueda serial y de acceso directo la . categoría de
las palabras, la fonología, etc., ¿podemos ya determinar ia que cuenta con un apoyo más amplio? Se comprueba
que ambos tíos poseen alguna característica que los hace apropiados. Por ejemplo, ídicciones de los modelos de
búsqueda serial es que tan sólo puede igo de acceso al mismo tiempo. Lo que significa que la audición y la íneas
de una palabra no reduce el tiempo de reconocimiento de la lee-
14
La metáfora de la vecindad o parecido fonológico se
establece por oposición entre ciudad (mayor densidad de
población: palabra rodeada de muchos «vecinos» fonológicos)
y campo (menor densidad de población: palabra aislada, con
pocos «vecinos» fonológicos) (N. de la T.)
para los efectos de la facilitación semántica. El modelo de
búsqueda serial podría resultar demasiado engorroso para la
eficiencia con la que se lleva a cabo el acceso léxico. Sin
embargo, algunos investigadores alegan que podría explicar
mejor que los modelos de acceso directo algunos
descubrimientos (Forster, 1990, para una revisión). Y ni el
procesamiento serial ni el paralelo resultan ser particularmente
eficientes cuando se trata de explicar la capacidad que
poseemos de pronunciar seudopalabras cuya pronunciación no
puede encontrarse en nuestros diccionarios (véase Henderson,
1982). En lo que respecta a los primitivos léxicos, podría resultar
que las exigencias de la tarea de un experimento influyen
fuertemente a la hora de determinar qué predicciones del
modelo serial encuentran respaldo frente al paralelo. Ambos
tipos de modelos proporcionan numerosas vías para el acceso a
las palabras basadas en la frecuencia, clase gramatical,
fonología, etc.
Resumen. Los factores que influyen en el acceso a las palabras
y la organización léxica son tratados tanto por el modelo de
procesamiento serial como por el de procesamiento en paralelo.
Ambos tipos de modelos postulan múltiples rutas hacia la
información léxica (semánticas, fonológicas, etc.) para justificar
la flexibilidad del sistema lingüístico. Aunque algunos aspectos
de los modelos de procesamiento serial (como la ausencia de
facilitación transmodal) se sostienen, la tendencia generalizada
camina hacia la aceptación del procesamiento en paralelo de la
información.
15
Estamos en deuda con Robert Weisberg y Michael Tye por
una conversación mantenida con ellos sobre los rasgos
definitorios de soltero, que nos proporcionó muchos de nuestros
contraejemplos.
aquellos puestos académicos ocupados por catedráticos en las
universidades.
Se podría pensar que la vía óptima para establecer el
significado consiste en empezar por la definición (intensión) de
un concepto y después elegir aquellos elementos del mundo que
mejor se ajusten a esa definición. Sin embargo, los psicólogos
se interesan por la forma en que las personas representan las
categorías. Y los psicólogos reconocen que las personas pueden
poseer categorías que no se ajusten a una definición exacta.
Con esta intención, a menudo investigan a la inversa y reúnen
información sobre cómo las personas hacen extensivos los
términos que emplean, para construir así una teoría sobre la
intensión de los conceptos. El saber cómo las personas aplican
las palabras conceptuales a los objetos puede informarnos de
cómo representan el significado de los conceptos. Por ejemplo,
si se pudiera demostrar que las personas reconocen con rapidez
las manzanas, plátanos, naranjas y peras como frutas, pero no
así las aceitunas o los pepinos, podríamos examinar qué
atributos comparten las manzanas, plátanos, naranjas y peras,
que no son comunes a las aceitunas y los pepinos. Esto
produciría como resultado una teoría psicológica del significado
(por lo menos, en lo que respecta al concepto de fruta). A la
inversa, esta teoría podría usarse después para predecir qué
otros objetos vegetales considerarían las personas como frutas.
Este es un ejemplo ilustrativo de cómo un camino hacia una
teoría de la intensión puede basarse en la investigación de la
extensión16.
ejemplo, si cuando quitamos el respaldo a una silla hacemos
que pase a deno- irse «taburete», pero no ocurre lo mismo
cuando serramos una de las patas, enes podemos asumir que
la característica «tener un respaldo» resulta crítica el concepto
que las personas poseen para silla, mientras que no lo es la de
«te- :uatro patas».
:s fácil usar la evidencia de la extensión para inferir la intensión
de un con- cuando se trata de categorías como cometa: ¿qué es
lo que tienen en común bjetos llamados cometas? Sin embargo,
los conceptos adjetivales como rojo i ser más problemáticos. Rojo
define una característica perceptiva que puede arse a las
manzanas, a las felicitaciones de san Valentín, a la sangre, al
tercio- etc. Sin embargo, son objetos rojos que proporcionan
ejemplos de rojo pero no finen.
•ebido a que los filósofos fueron los primeros en empezar a
pensar acerca de Drías del significado, comenzaremos nuestro
16
De todas formas, no pretendemos alegar que éste sea un
camino viable para desarrollar una teoría filosófica del significado.
Tan sólo sirve para indagar las categorías psicológicas de las
personas y sus criterios para establecer dichas categorías.
comentario con una presentación ; principales explicaciones
filosóficas del significado.
'os conceptuales
iones fundamentales se abordan en el estudio del
significado. La primera : ¿Cuáles son las unidades mínimas (o primitivos) del
significado? El es- ■s fundamentos de los conceptos se realiza
paralelamente al de los primi- )s. Recordemos que los
morfemas se consideran los elementos primitivos
de las palabras, ya que las palabras compuestas pueden estar
formadas por varios morfemas. También esto se'cumple con los
conceptos y los primitivos conceptuales, denominados rasgos. De la
misma forma que sabemos que blandamente se puede dividir en dos
partes blanda + mente, también nos damos cuenta de que el
concepto número par se define por el rasgo «ser divisible por 2».
La segunda cuestión se refiere a si los conceptos tienen límites
establecidos claramente o no a fin de que, por ejemplo, sea evidente lo
que constituye una copa y lo que no. Esta cuestión tendrá una
gran importancia en la comparación entre dos tipos de teorías
de rasgos que se comentan posteriormente en este capítulo: el
enfoque clásico y el enfoque de la semejanza o parecido
familiar.
La tercera cuestión plantea si resulta suficiente representar una categoría
Esta cuestión tiene su paralelo en la
por medio de una lista de rasgos.
discusión sobre los primitivos léxicos: del mismo modo que
tenemos conocimiento de los morfemas, también sabemos qué
morfema puede y cuál no puede entrar a formar parte de una
combinación. Por ejemplo, los morfemas des- y acuerdo pueden
adjuntarse, pero no así in- y acuerdo. De forma similar, podemos
conocer los rasgos que tienden a ocurrir conjuntamente en el
marco de un concepto. La mayoría de las personas se da cuenta
de que es más probable que aparezcan juntos los rasgos «tiene
antenas» y «vuela», que «tiene antenas» e «hiberna». Y no sólo
eso, sino que, además, con frecuencia muestran más capacidad
para explicar el porqué de la ocurrencia conjunta de los rasgos
conceptuales que para explicar la coocurrencia de los primitivos
léxicos (la excepción podrían ser los eruditos que han estudiado
etimología, ya que conocen el origen latino, griego y germánico
de las palabras contemporáneas).
Estas cuestiones, resumidas en la Tabla 4.1, se irán
aclarando a medida que vayamos describiendo las diferencias
entre las diversas teorías de rasgos. En primer lugar,
examinaremos dichas teorías, y después discutiremos la razón
por la cual el significado se representa de una manera más
compacta de lo que afirman las teorías de rasgos.
Teorías de rasgos
17
Una de las razones por las cuales los filósofos se han
inclinado por la postura clásica y los psicólogos por el enfoque
del prototipo se debe a su diferente misión académica. Los
filósofos se interesan por la esencia según la cual algo adopta
un significado, los psicólogos por su parte, por la manera en
que las personas usan y almacenan las representaciones del
Ahora intente el siguiente ejercicio:
enfoque de la semejanza familiar.
tó- jn minuto para hacer una lista de (1) todas las aves que
pueda recordar; y des- 2) de todas las características o
propiedades que le vengan a la mente sobre el 3to de ave.
e le han venido a la mente nombres como petirrojo, gorrión, o
arrendajo 5 ha pensado en todos los miembros de la categoría de
ave? ¿Aparecen los es de pájaros extraños como pingüinos, flamencos
o tucanes en los últimos s de su lista? Si es así, le ha ocurrido
como a la mayoría de la gente que ha do este ejercicio (Battig
y Montague, 1969). A veces, hay gente que incluye urciélagos,
que no son aves aunque en cierto modo tengan una forma
parean pájaro. ¿Incluía su lista de propiedades rasgos y
atributos como «puede «pone huevos», «tiene plumas», «tiene
huesos», y «tiene piel», entre otros? )ra vuelva a repasar su
lista de rasgos de ave y compruebe las características ave
debe tener para ser considerada como tal. ¿Ha pensado que
era necesa- volaran para que encajaran en el concepto de
ave? Sin embargo, los aves- Ios pingüinos no vuelan. ¿Y qué
ocurre con el rasgo «tener plumas»? A peso, consideramos
que el pavo que comemos el día de Navidad es un ave. os
recién desplumados también son aves. Quizá haya pensado
que tanto el >mo las plumas eran obligatorios para ser un ave.
Sin embargo, hay criatu- que calificamos sin dudarlo como
pájaros, que no cumplen esas condicio- bserva la lista que ha
hecho de clases de pájaros, sí que parece caracterís- > no
obligatorio el que las aves vuelen y pongan huevos. Sus listas
de aves >utos de ave parecen diferir de su lista de criterios
para considerar a algo un
erosos psicólogos (por ejemplo, Lakoff, 1987; Rosch, 1973)
consideran indo, o al menos, el mundo tal como se representa
en nuestras mentes, es :ido de lo que nos hace pensar el
enfoque clásico. Si hubiera enumerado en dos los rasgos de
todas las aves, no existirían ningunos, o tan sólo algunos,
muñes a todos los ejemplos del concepto ave. Esto, argumenta
Rosch, 973, 1975; Rosch y Mervis, 1975) demuestra la
ausencia de condiciones > y suficientes para ave, y de hecho,
para cualquier otro concepto natural, le eso, el énfasis se
coloca en los rasgos característicos —atributos co- "íuchos de los
ejemplares de una categoría (como «tener plumas», que se ra
casi todas las aves)—. Otros rasgos pueden también asociarse a
una ca- >r ejemplo, «un metro ochenta de altura» a ave, ya que
los avestruces tie- tributo), aunque no sea lo corriente. Según
el punto de vista de Rosch, ormación de los atributos se
almacenaría en el marco de un concepto, 5gos se ponderarían
en función de su frecuencia dentro de la categoría. El la
semejanza familiar también hace hincapié en los atributos que
(
Armstrong et al. pidieron a los sujetos que valoraran el grado
de adecuación de los ejemplares de una categoría según una
escala que iba del 1 (máxima adecuación) al 7 (mínima
adecuación). No es sorprendente que manzana alcanzara una
puntuación media de 1,3 mientras que aceituna recibió una media
de 6,5. La sorpresa llegó con las puntuaciones de los ejemplares
de las categorías bien definidas: \13 fue considerado mejor
exponente de la categoría impar que 57! Y el cuadrado puntuó más
alto que una elipse como figura geométrica plana. Así pues, los
investigadores encontraron estructura graduada incluso en las
categorías rígidas (como impar) que, según los matemáticos,
poseen rasgos necesarios y suficientes que las definen.
Después de todo, cualquier número entero cuyo resto sea 1
cuando es dividido entre 2, ha de ser un número impar. Para
confirmar los descubrimientos del experimento de valoración,
Armstrong, Gleitman y Gleitman pidieron a los sujetos que
tomaran parte en una tarea de verificación semántica, donde los
participantes leían una afirmación sobre la pertenencia a una
categoría y decidían si dicha afirmación era verdadera o falsa.
«Un canario es un ave» constituye una afirmación verdadera de
verificación semántica; «una bota es un ave» es falsa. El interés
radica en la rapidez con que las personas responden a las
afirmaciones verdaderas. Numerosos estudios han encontrado
que, por ejemplo, los sujetos responden más rápido a los
elementos prototípicos de una categoría (por ejemplo, «una
manzana es una fruta») que a los elementos periféricos (por
ejemplo, «el tomate es una fruta») (Rips, Shoben y Smith, 1973).
De nuevo, incluso para las categorías bien definidas, se puso de
manifiesto una estructura graduada: «13 es un número impar»
produjo menores latencias de respuesta que «57 es un número
impar»; y «una madre es una mujer» se verificó más rápidamente
que «una camarera es una mujer». Por tanto, las personas
pueden representar incluso aquellos conceptos que poseen
rasgos necesarios y suficientes desde el punto de vista del
parecido familiar.
Otra afirmación que se realiza desde esta teoría es que el
prototipo de un concepto se usa como punto de referencia para
realizar juicios de categoría (Rosch, 1975). Si un ejemplar nuevo
es suficientemente parecido al prototipo de la categoría, se
aceptará también ese nuevo elemento. Aunque nunca antes
hubiera visto un flamenco, podría de todos modos determinar si
se trata de un ave, ya que coincide con el petirrojo en un
significativo número de rasgos (el prototipo de la categoría ave).
Podemos volver ahora a las tres cuestiones planteadas al
inicio para discernir en qué puntos difiere la teoría del prototipo
del enfoque clásico. Ambos enfoques están de acuerdo en la
respuesta a la primera cuestión: los rasgos constituyen los ele-
mentos primitivos en la construcción de los conceptos. Sin
embargo, no coinciden en la respuesta a la segunda cuestión,
sobre si los conceptos están estructurados de acuerdo a reglas
y si los límites entre conceptos se hallan bien definidos. En tanto
que el enfoque clásico se inclina por los límites rígidos y los
conceptos definidos mediante rasgos necesarios y suficientes,
el enfoque prototípico afirma que el énfasis en los rasgos
característicos convierte en borrosos los límites entre
conceptos. Los conceptos se gradúan en función de su tipicidad
dentro de una categoría. En cuanto al tercer punto, la teoría de
la semejanza familiar sostiene que la lista de los rasgos más
característicos de una categoría es suficiente para representar
el significado del concepto.
Hasta aquí, hemos expuesto dos teorías sobre la estructura del
concepto y la or- nización de las categorías. En ambas
aproximaciones se sostiene que los rasgos n primordiales para
la definición de los conceptos. Para representar las unidades 1
significado, hemos de abstraer en primer lugar los haces de
rasgos relevantes. Se nsidera que los conceptos son similares
unos a otros en tanto en cuanto compar- i los mismos rasgos, y
las categorías están compuestas por conjuntos de concep-
similares.
18
La clasificación conjunta de las teorías conceptuales de
Barsalou (1989) y Lakoff (1987) bajo el epígrafe de
contextualismo psicológico desvirtúa algunas distinciones
esenciales entre ambas. Sin embargo, en un nivel más general,
ambas teorías demuestran las maneras en que el
conocimiento contextual ejerce su influencia en nuestra
construcción de categorías.
de que los conceptos se definen mee haces independientes de
rasgos. En su lugar, las teorías más recientes sugieren os
conjuntos correlacionados de rasgos que observamos en los
conceptos son el icto de nuestro conocimiento subyacente y de
las teorías. A modo de ejemplo, el ialismo psicológico,
concretamente a partir de la investigación sobre los con- s de
clases naturales, demuestra que las teorías biológicas pueden
formar la base rte de nuestro conocimiento conceptual. Como
resume Ghiselin (1969, p. 83), gar de encontrar patrones en la
naturaleza y decidir que debido a su saliencia pa- importantes,
descubrimos los mecanismos subyacentes que imponen su
orden fenómenos naturales... y de ahí derivamos la estructura
de los sistemas de cla- ión para esta comprensión» (en Gelman
y Coley, 1991).
sumen. Al resumir las teorías presentadas en esta sección,
encontramos dos s clases de teorías sobre la estructura
conceptual. Algunas consisten en apro- ones basadas en
rasgos (como la teoría clásica y la del parecido familiar), stura
alternativa se establece mediante las teorías o
aproximaciones basadas inocimiento (esencialismo y
contextualismo psicológicos) donde los rasgos eñan un papel
subordinado. En el primer caso, los rasgos definen el con- Jna
mujer con el pelo gris, los ojos brillantes, y empujando un
cochecito de ie una gran probabilidad de ser una abuela. En
las aproximaciones basadas íocimiento, los rasgos
perceptivos u otros rasgos sobresalientes no definen eptos.
Una mujer canosa que empuja un cochecito podría ser una
abuela :1 caso de que hubiera dado a luz a un niño que
hubiera crecido y tenido a xo hijo.
d ya se observó en el estudio de los primitivos léxicos, los
conceptos pue- irse a veces mediante primitivos
conceptuales (rasgos). Sin embargo, eso oporciona una
imagen completa de la representación mental que
poseemos conceptos. De la misma forma que el sistema
cognitivo dictamina que al- abras plurimorfémicas tengan
representación sin llegar a una descompo- rfológica
completa, el conocimiento que poseemos sobre los
conceptos constará tanto de correlaciones de rasgos, como
de las razones de dichas nes.
íiera que sea el punto de vista que adoptemos, de esta
discusión se desrámente el siguiente punto: si queremos
comprender la estructura con- cesariamente tenemos que
ir más allá del mero concepto. Tenemos que r la relación
que se da entre los conceptos y la manera en que están
oren modelos (según el enfoque de las teorías basadas en
rasgos) o en teo- el enfoque basado en las teorías). Es en
la cuestión de la organización donde nos vamos a centrar a
continuación.
ción conceptual
■ganizan los conceptos? La mayoría de los modelos que
vamos a co- tinuación usa los rasgos como piedras
angulares, en parte debido a que gen previo a las teorías
más actuales basadas en el conocimiento y en sí pues, tan
sólo comentaremos los descubrimientos clásicos para
que
pueda degustar el sabor de esta literatura. Chang (1986) ofrece
un análisis más detallado de las teorías de la memoria
semántica y el éxito relativo que han obtenido en la explicación
de los datos. Los métodos más corrientes de estudio han
consistido en tareas de verificación y de inducción semántica.
Los modelos de organización semántica que vamos a tratar se basan
en gran parte en los descubrimientos de dichos experimentos.
Ave de red
Modelo de comparación jerárquica
de rasgos
Petirrojo
que hacer un ajuste de las mitades, tan sólo los chimpancés con entrenamiento lingüístico eran
capaces de agrupar el vaso de agua medio lleno y la mitad de la manzana. Por tanto, la mera
presencia del lenguaje parece guiar las suposiciones sobre el significado.
Los estudios presentados más arriba se centran en cómo las formas de uso de las palabras
y el conocimiento de éstas podrían facilitar ciertas proyecciones entre las palabras y sus
significados. No obstante, estos descubrimientos pueden verse dentro de un escenario de
dimensiones aún mayores de relaciones entre el lenguaje y el pensamiento. En algún caso, el
uso del lenguaje puede cambiar o determinar nuestra manera de pensar, como en los
chimpancés con entrenamiento lingüístico de Premack. Basándose en recientes
descubrimientos, Waxman y Gelman (1986) informaron de que el uso de un adjetivo con un
nombre —incluso tratándose de un adjetivo y un nombre nuevos— induce a los niños a buscar
clasificaciones subordinadas. La palabra rosa, por ejemplo, se refiere a una clase taxonómica
que incluye las rosas de color rojo, rosa, y amarillo, así como a las rosas del rosal trepador.
Una vez que se introduce un adjetivo, sin embargo, el área se reduce a un tipo particular de
rosas como en el ejemplo de las rosas trepadoras. La inclusión de marcadores adjetivales no
es la única que consecuentemente dirige la atención hacia ciertos significados, sino que
también ciertos patrones de uso gramatical conducen a suposiciones sobre significados. Si se
ignora el significado de todas las palabras, por introducir un ejemplo, se sabe que si se dice
que X blixa a Y, se está sugiriendo una acción causal donde X es el sujeto e Y es el objeto o
receptor de la acción. De la misma manera, se sabe que al decir X e Y están blixando y que X
blixa con Y, no se implica la suposición de algo causal. De hecho, en este último caso, se
asume que X
e Y están haciendo algo juntos (blixando) (véase Hirsh-Pasel y Golinkof, 1996 para un
tratamiento más detallado). El marco sintáctico donde se insertan las palabras revela aspectos
de su significado. Según Fischer, Gleitman y Gleitman (1991, véase también L. Gleitman,
1990), el uso de estas pistas sintácticas permite obtener una mayor adecuación en la atribución
de significado que se realice.
Por el contrario, la propia factura de nuestro sistema conceptual actúa para in- luir en la
creación de estructuras de palabras y significados. Talmy (1975, 1985) ibservó que ciertas
propiedades semánticas se encuentran señaladas mediante ver- 'os de modo universal. Los
sistemas verbales de las lenguas del mundo especifican i moción (movimiento), la manera,
la localización y la causa a base de diversas ombinaciones. Por ejemplo, algunos verbos
españoles usan una combinación de loción y causa, como en los verbos golpeó, tiro o pateo.
Otros usan mociones y odos, o bien la forma en que ocurre la moción que implican, como
en resbaló, osló y giró. La estructura conceptual incorporada al significado del verbo sirve
xa determinar la estructura preposicional.
Ésta por su parte determina la sintaxis requerida. A modo de ejemplo, no se ede pensar
en comer sin pensar a la vez en un agente (por ejemplo, una persona in animal) que lleva
a cabo esa acción y en un objeto (por ejemplo, un filete o rba) que sea comido. Dada esta
base semántica, cualquier frase o representación táctica está obligada a tener un sujeto (el
que come), un verbo (la acción de co- r) y un objeto directo (lo que es comido).
Los psicolingüistas investigan esas correlaciones entre significado y palabras y e
significado y sintaxis (Fischer, Gleitman y Gleitman, 1991; Grimshaw, 1985; cer, 1989)
en un esfuerzo por comprobar cómo los niños que están aprendiendo ngua podrían estar
usando el conocimiento inicial que poseen del significado y tructura semántica para
abrirse camino hacia el conocimiento de la estructura íatical. El problema de la
comprensión de la adquisición del lenguaje se tratará detalle en el Capítulo 8. De nuevo,
la cuestión se centra en que, de la misma a que el lenguaje dirige el pensamiento, las
propiedades del pensamiento diri- a composición del lenguaje.
JMEN
El lenguaje es como una tetera cascada que usamos como tambor para que bailen
los osos, mientras pasamos el tiempo deseando que las estrellas se compadezcan de
nosotros ***. Gustave Flaubert, Madame Bovary.
no se refleja en el tratamiento conjunto que se les ha dado en este tema, pa- '
significados están unidos por estrechos lazos dentro de la comunicación hu- ^aubert
posiblemente ha acertado a transmitir la frustración que se siente buscamos, y a
veces no encontramos, las palabras (y combinaciones de pa- }ue hagan posible
transmitir el sentimiento poético con la intensidad que de- Aun así, las palabras
sigun siendo el medio más efectivo y flexible para coacontecimientos, pensamientos
y emociones.
raiaurds y biyiimuduu. utí tíitíiiitíi ñus si/npjci a id ui yai ¡uauiui i iifjitíjd
IUS
No se trata de que el significado no pueda existir sin el lenguaje; un bebé de nueve meses
puede enseguida señalar para comunicar que quiere el juguete colocado sobre una mesa que
está fuera de su alcance. Y más de un perro llega a la puerta antes que su dueño, apenas oye
el más mínimo roce de la correa. Sin embargo, los individuos o las especies que no poseen un
lenguaje tan sólo pueden llegar a comunicarse sobre una serie limitada de temas (Hauser,
1996). Como ya se expuso en la sección anterior, los significados limitan las palabras y las
palabras influyen en el refinamiento de los conceptos.
Uno de los temas que se ha tratado en este capítulo ha sido que tanto palabras como
conceptos pueden ser analizados en función de sus primitivos —morfemas en el caso de las
palabras; rasgos en el caso de los conceptos—. Sin embargo, gran parte de la evidencia
disponible sugiere que un enfoque puramente componencial no puede captar la profundidad
de ninguno de los dos campos. Según parece, el léxico contiene tanto entradas unimorfémicas
como plurimorfémicas que contribuyen a facilitar el acceso léxico. Asimismo, nuestro sistema
conceptual almacena la información sobre el conjunto de rasgos característicos de un
determinado concepto pero.también las causas últimas de dichos rasgos (por ejemplo, la razón
por la que una ballena es un mamífero y no un pez, aunque comparta con éste un buen número
de rasgos). A este respecto, las teorías basadas en el conocimiento contribuyen a
complementar la comprensión superficial que poseemos sobre las definiciones de los
conceptos.
Por supuesto, seguimos teniendo mucho que aprender sobre las formas de representación
de las palabras, la naturaleza de los significados y las conexiones entre palabras, significado
y lenguaje, así como entre significado y pensamiento. No obstante, las últimas dos décadas
de investigación psicolingüística han significado un gran avance en la formulación de algunas
tentativas de respuesta a las preguntas que los filósofos plantearon hace tanto tiempo.
Para terminar, volvamos al ejemplo con que se abría el capítulo y examinemos de nuevo
si este párrafo de Rayuela carece realmente de significado. Probablemente, ya sabe lo que
vamos a decir a continuación: ya conoce muchas cosas sobre el significado de estas frases,
incluso antes de escuchar nuestra explicación:
Volposados en la cresta del murelio, se sentían balparamar, perlinos y márulos.
Temblaba el troc, se vencían las marioplumas y todo se resolviraba en un profundo
pínice, en nidamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban
hasta el límite de las gunfias.
A modo de comienzo, ya sabe que valparamar y resolviraba son verbos y denotan por
tanto acciones que implican a más de un sujeto (ambos verbos están en plural). También sabe
ya que volposados y perlinos son adjetivos que están modificando al sujeto (no explícito) de
esta primera oración. ¿Por qué? Los adjetivos en español pueden proceder de un participio
terminado en -do o pueden formarse tomando el sufijo -ino (ambarino, por ejemplo); el plural
-s adjuntado en ambos casos indica de forma característica su concordancia con un nombre.
Ya tiene la idea. Le dejamos que interprete el resto por su cuenta (también puede consultar el
libro de Rayuela para profundizar en el significado de este texto). Ahora de todas formas, ya
puede observar las palabras e imaginar no sólo lo que significan, sino también cómo se
almacenan y se accede a ellas.
PALABRAS CLAVE
1. ¿Qué relación existe entre palabras y significado? ¿Existe una correspondencia exacta
entre una palabra y un concepto, o entre un concepto y una palabra? Ex- plíquelo y
proponga ejemplos.
2. ¿Qué es lo más probable: que los primitivos de las palabras que se almacenan en nuestro
léxico sean palabras (lexemas) o morfemas independientes? ¿Influye en algo la clase de
palabra de que se trate en la postura que ha adoptado? Explíquelo.
3. ¿Cuáles son los factores más influyentes en el acceso léxico? ¿Qué apoyo experimental
respalda la primacía de estos factores?
4. ¿Cómo explican los factores de la pregunta anterior los modelos de acceso léxico
basados en búsqueda serial frente a los modelos de búsqueda en paralelo?
5. Establezca las diferencias entre las teorías conceptuales clásica y del parecido familiar,
y entre éstas y las aproximaciones basadas en el conocimiento (o basadas en teorías).
6. Compare los modelos de organización semántica. ¿Por qué se considera el modelo de
propagación de la activación el más flexible de los tres?
7. ¿Cómo afecta el contexto de una frase o un par de palabras al acceso léxico de una
palabra ambigua? ¿Cuál ha encontrado un mayor apoyo experimental: el acceso
selectivo o el exhaustivo a los significados de las palabras? Explíquelo.
ACTIVIDADES
1. Lleve a cabo una tarea de asociación de palabras. Pida a 10 personas que digan rápidamente
5 respuestas a las siguientes palabras:
mojado
astuto
pétalo
manzana
disparar
fuego
blanco
Examine sus respuestas. ¿Cómo pueden relacionarse con los modelos de orga- uzación
y recuperación léxica tratados en este capítulo?
'.. Pida a varias personas que le propongan ejemplos para los siguientes conceptos, tan rápido
como sea posible. Compruebe cuántos ejemplos pueden proporcionar en 2 minutos.
¿Arrojan alguna luz sus respuestas sobre nociones como «prototipicidad» o «rasgos
definitorios»?
fruta
animales de compañía
muebles
mamíferos
peces
ropa
Realice la misma tarea con niños. ¿Cuáles son las diferencias entre sus resulta- y los
de los adultos?
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CAPÍTULO 5
PROCESAMIENTO DE
ORACIONES 19
Arthur Wingfield & Debra Titone
Departamento de Psicología y Centro Nacional Volen de Sistemas
Complejos, Universidad de Brandéis
INTRODUCCIÓN
PROPIEDADES ESTRUCTURALES DE LAS ORACIONES
Aproximaciones estadísticas al idioma ¿Dónde
hacen pausas las personas al hablar?
PROCESAMIENTO SINTÁCTICO
La resolución sintáctica es necesaria para la comprensión
Estructura superficial frente a estructura profunda Competencia
frente a actuación Estructura sintáctica de las oraciones
Procesamiento de cláusulas
1UMEN
ABRAS CLAVE
íRENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
:ción
Capítulo 4, vimos cómo pueden reconocerse correctamente las palabras ais- y activarse
sus significados. Sin embargo, el poder del lenguaje como instru- de comunicación se
manifiesta cuando formamos oraciones y grupos de nes con estas palabras. Los grupos
de oraciones con que se narra una historia presan secuencias de acontecimientos se
denominan discurso, que es el tema pítulo 6.
ámbito de este capítulo se halla entre estos dos niveles de análisis del len- -
onsideraremos cómo comprenden las personas el habla en el nivel de la ora- ,lamamos
a esto procesamiento de oraciones: la cuestión de cómo los
rrocesamiemo oe oraciones
¿1/
iue object en el original. No existe tal objeto en castellano; en ambos casos, se trata de un oblo. (N.
del T.)
procesamiento de oraciones 24I>
Aunque estas tres oraciones adoptan la forma agente-acción-objeto, las primeras dos
oraciones no son reversibles. Es decir, puede decirse «El estudiante leyó el libro», o «El
profesor calificó el examen», pero no puede decirse, «El libró leyó al estudiante», o «El
examen calificó al profesor». Sólo la tercera oración es reversible. Es igual de válido «El
estudiante escuchó al profesor» que «El profesor escuchó al estudiante». Algunas acciones
son posibles, y otras no. El conocimiento del mundo real puede proporcionar constricciones
que operan como una parte de la estructura de nuestra lengua.
Estas propiedades de la lengua dan lugar a regularidades en el lenguaje que posibilitan
cierto grado de predicción estadística cuando escuchamos el habla natural. Para ilustrar esta
cuestión, comencemos por el hecho de que el adulto medio con educación universitaria puede
poseer un vocabulario de 75.000 a 100.000 palabras (Oldfield, 1963). Supongamos que
alguien estuviese a punto de decirnos una palabra, y tuviéramos que adivinarla. Si todas las
palabras de una lengua fueran igualmente probables, la probabilidad de que fuese cualquier
palabra particular estaría entre 0,00001 y 0,000013. Pero, evidentemente, cada palabra no es
igual de probable. Algunas palabras tienden a usarse con mucha mayor frecuencia que otras.
Al escribir, la palabra más utilizada es the [el, la, los, las], y en las conversaciones telefónicas,
/ [yo]. De hecho, las 50 palabras utilizadas con mayor frecuencia en inglés constituyen
alrededor del 60% de todas las palabras que se dicen, y el 45 %, aproximadamente, de las
que se escriben. Podemos expresar esto de otro modo: por término medio, se dicen sólo de
10 a 15 palabras antes de repetir una de éstas (Mi- 11er, 1951).
Así, algunas palabras son más previsibles que otras, incluso fuera de su contexto. Cuando
se escuchan las palabras en un contexto, el efecto aumenta aún más. Imaginemos que alguien
comenzara a hablarnos, pero se detuviera repentinamente en mitad de la frase. Si se
preguntara en ese punto cuál creíamos que era la palabra siguiente, puede que fuese una buena
idea decir al menos a qué parte de la oración pertenece, si probablemente es un nombre, un
verbo, un adjetivo, y así sucesivamente. Por supuesto, habría muchas posibilidades de
suponer correctamente la propia palabra. Si alguien dijese «El tren entró en el/la...», podría
contestarse «túnel» o «estación». Debido a nuestro conocimiento del idioma, cabría esperar,
cuando menos, un nombre o un adjetivo.
I have a few little facts here to test lots oftimefor studying and praying for guidance in li- ving
according to common ideas as illustrated hy the painting.
[Tengo unos pocos pequeños hechos aquí que examinar mucho tiempo para estudiar y pedir
asesoramiento en vivir según ideas corrientes como ilustra el cuadro.]
Jna aproximación de segundo orden, en la que los sujetos suponen la palabra probable de
una oración basándose en la presentación de sólo una palabra del ;xto, tendría un menor
parecido con una lengua dada:
The camera shop and boyhood friend from fish and screamed loudly men only when seen again
and then it was jumping in the tree.
[La tienda fotográfica y amigo de la niñez desde pez y gritó en voz muy alta hombres sólo cuando
se ven de nuevo y después estaba saltando en el árbol.]
Vhen I killed her 1 stabbed Paul between his powerful jaws clamped tightly together. 'creaming
loudly despite fatal consequences in the struggle for Ufe began ebbing as he oughed hollowly
spitting bloodfrom his ears (Attneave, 1959, p. 19).
Cuando la asesiné apuñalé a Paul entre sus poderosas mandíbulas fuertemente cerradas, ritando
muy alto a pesar de las consecuencias fatales en la lucha por la vida comenzó a enguar a medida
que tosía con sonido hueco arrojando sangre por las orejas.]
e mucho que sabemos que aumentar la probabilidad de las palabras incre- lo las
constricciones contextúales, con oraciones o con aproximaciones es- s, hace que las
palabras sean más fáciles de recordar (Miller y Selfridge, íás audibles bajo
condiciones auditivas deficientes (Rubenstein y Pollack, más reconocibles si se
presentan en forma visual y brevemente (Tulving y 63; Morton, 1964).
» i woooa/fiicmu L/c; L/iaotL>(lCd
C.U I
procesamiento sintáctico
La resolución sintáctica es necesaria para la comprensión
Aunque las propiedades estadísticas del lenguaje dicen algo sobre las consecuencias del
conocimiento de la estructura lingüística por parte del hablante y oyente, estas propiedades
no explican la estructura por sí mismas. Durante los años sesenta, algunos investigadores
intentaron utilizar la gramática transformacional para conseguir este objetivo. Estos
intentos establecieron dos cuestiones importantes para
lestra exposición: la diferencia entre la estructura superficial y la estructura pro-
nda, y la diferencia entre competencia y actuación.
'a Chomsky no mantiene la dicotomía entre estructura superficial y profunda en su teoría o minimista.
(JV. del R.)
sabe sobre la estructura del lenguaje (Chomsky, 1957, 1965)—. Una teoría de la actuación requiere
una explicación de cómo podemos comprender el habla, por muy incompleta o fragmentaria que ésta
pueda ser. De esta forma, una teoría completa del procesamiento de oraciones debe tener en cuenta
tanto la competencia como la actuación.
SN SV
i)J V SN [(Ellas)] SN
stán SV
comiendo)
(manzanas)]
sar de las diferencias en las estructuras superficiales, representadas por las distintas
modalidades de las oraciones'que podamos escuchar o leer.
La comprensión completa de una oración debe así tener en cuenta también la teoría de la
«huella». (La teoría de la huella a la que se hace referencia aquí es una teoría sintáctica tratada
antes en el Capítulo 1 y es completamente distinta al modelo de HUELLA de la percepción
del habla expuesto en el Capítulo 3. Véase el glosario para sus definiciones respectivas).
La teoría de la huella incluye tres aspectos. El primero es que los elementos lingüísticos
pueden cambiar de una posición a otra cuando el hablante está organizando una oración para
su producción. El segundo es que este movimiento deja una «huella» del componente original
en la estructura superficial de la oración. El tercero y último aspecto es que se necesita la
detección de esta huella por parte del oyente para la asignación correcta de roles temáticos.
Con esto, queremos decir que el procesador de oraciones debe reactivar la semántica del
antecedente léxico correcto en la posición de la huella (Chomsky, 1981; Nicol y Swinney,
1989). Considérese, por ejemplo, la oración El doctor trató al paciente.del nuevo hospital
que (/z¿) había enfermado de repente. El símbolo h. indica que, cuando se escucha o lee la
palabra que, ha de relacionarse esa palabra con el referente correspondiente, en este caso, El
paciente. Concretamente, cuando encontramos el pronombre de relativo que, debemos
activar una «huella» (h.) del nombre referente paciente. Aunque realizar ciertas inferencias
sobre elementos de una oración omitidos o desplazados puede requerir un esfuerzo
consciente, las inferencias simples, como activar correctamente el significado de un
pronombre de relativo, se producen, por lo general, de forma rápida e inconsciente (Swinney
y Osterhout, 1990).
Una complicación adicional es que muchas de las oraciones que hemos de manejar
poseen múltiples cláusulas: Para alcanzar el éxito, son siempre necesarios estudio y mucho
trabajo o El mecánico que sabe cómo reparar el coche que mi amigo compró el año pasado
se marchó de vacaciones. Como veremos, las oraciones de este tipo presentan problemas de
procesamiento especiales.
Procesamiento de cláusulas
Una de las formas en que el sistema perceptivo puede reducir la carga de procesamiento es
dividir las oraciones entrantes en cláusulas. Para hacerse una idea de esto, considérese la
oración, I was going to take a train to New York, but I decided it would be too heavy. [Iba a
tomar/llevar un tren a Nueva York, pero decidí que sería demasiado pesado.] Este antiguo
chiste20 puede aún hacer reír a la gente debido a que procesamos las expresiones complejas
en función de unidades más pequeñas, más manejables. Demuestra también por qué se dice
que los humoristas «miden» bien el tiempo. Este chiste tiene mayor efecto si el narrador hace
una pausa de unos instantes entre la enunciación de la primera y segunda cláusulas.
Procesar el significado de esta oración requiere tres operaciones al menos. Pri- o, recogemos
y analizamos la estructura y significado de la primera cláusula, I going to take a train to
New York [Iba a tomar/llevar un tren a Nueva York] y icenamos temporalmente el producto
de este análisis en la memoria. A conti- :ión, analizamos la segunda cláusula, but / decided
it would be too heavy 3 decidí que sería demasiado pesado], y se almacena temporalmente
20
El quid del chiste reside en la polisemia de take, que posee,
entre otros, los significados tomar y llevar. (¿V. del T.)
el pro- d de este análisis (la combinación de memoria temporal y espacio de trabajo al se
denomina a veces «memoria de trabajo»). Por último, recuperamos la re- mtación
almacenada de la primera frase e intentamos integrarla con el signi- o de la segunda. Es en
este punto cuando comenzamos a percatarnos de que gracia. La «doble toma» demorada
que las personas demuestran a menudo scuchar este tipo de chiste —una mirada de
confusión seguida por la risa un ento después— es una medida del tiempo que se tarda en
comprender la in- "uencia.
sta forma de procesar el lenguaje mediante cláusulas no se restringe sólo al aje hablado.
Cuando observamos detenidamente las estrategias de lectura de rsonas, vemos que los
lectores son también sensibles a los límites entre cláu- lingüísticas. En una demostración
particularmente interesante de este efecto, (1990) sentó a unos sujetos frente a un
ordenador que, al pulsar la barra eslora, mostraba en la pantalla la primera palabra de una
oración que el sujeto de leer, comprender, y recordar. Al pulsar de nuevo la barra,
desaparecía la a palabra de la oración y aparecía la segunda palabra de ésta. El procedi- i
continuaba, palabra por palabra, hasta verse la frase completa. Lo que inte- a Stine era
cuánto tardaba el sujeto en encontrarse listo para cada palabra si- i de la oración. El
ordenador registraba automáticamente los tiempos de por palabra de los sujetos como el
intervalo de tiempo entre pulsaciones de ucesivas para cada palabra.
Figura 5.3 muestra un ejemplo de estos datos para un grupo de estudiantes itarios que
leen la oración The Chínese, who used to produce kites, used order to carry ropes across
the rivers [Los chinos, que solían fabricar coas utilizaban para trasladar cuerdas a través
de los ríos]. La línea sólida den- ; recorre el gráfico de izquierda a derecha muestra el
tiempo medio (en mi- ios) que los sujetos se detuvieron en cada palabra antes de pulsar
la barra siguiente. Las líneas intermitentes que se extienden sobre y por debajo de npo
medio muestran el intervalo dentro del cual se hallaban la mayoría de pos de lectura.
auta de tiempos de lectura de las oraciones palabra por palabra muestra lo Dminamos un
patrón de «dientes de sierra»: después de leer el primer SN inese), las tasas de lectura por
palabra de los sujetos aumentaron hasta ir el primer límite principal entre cláusulas (que
termina con la palabra ki- etas]). En este punto, la tasa de lectura se ralentizó, reflejando
probable- le los lectores necesitaban más tiempo para procesar el contenido de la pro- y
para integrar este contenido con el SV precedente. Pasado este punto, la i de lectura de los
sujetos aumentó de nuevo hasta que se alcanzó la pala- • [cuerdas]. En este punto, los
sujetos se detuvieron de nuevo por un tiernamente largo en cada palabra, produciendo así
otro «diente de sierra».
Figura 5.3. Tiempos medios de lectura palabra por palabra (TL) de una
oración leída por una muestra de estudiantes universitarios (la línea continua
indica la mediana de los tiempos de lectura; las líneas discontinuas indican los
percentiles 25 y 75).
Fuente: E. A. L. Stine, On-line processing of written text by younger and older adults.
Psychology and Aging, 5, 1990: Fig. 7, p. 73.
Cuando Stine examinó los patrones de tiempos de lectura para muchas oraciones
distintas, halló una generalidad interesante. Cuantas más cláusulas (o bloques [chunks])
contenía una oración, mayor era cada pico sucesivo, lo que reflejaba la necesidad de tiempos
de procesamiento cada vez más largos para integrar todo nuevo bloque en una estructura de
coherencia cada vez más rica.
Aunque se han presentado resultados como éstos anteriormente (Aaronson y
Scarborough, 1977; Haberlandt y Graesser, 1989), el experimento de Stine era
particularmente interesante porque tomaba como punto de partida el hecho de que los adultos
ancianos, con frecuencia, no aciertan a recordar oraciones tanto como los jóvenes. Por esta
razón, examinó también los tiempos de lectura de los ancianos emparejados con los jóvenes
según años de educación y capacidad verbal general. Esta autora encontró que los sujetos de
ambos grupos de edad eran casi idénticos en la apariencia del patrón de «dientes de sierra»
para sus tiempos de lectura: ambos grupos «agruparon» [chunked] las oraciones en
proposiciones de igual modo. La diferencia residía en la forma de distribuir el tiempo en los
picos de los «dientes de sierra» a medida que aumentaba el número de bloques [chunks] de
las oraciones. Los adultos jóvenes mostraron un incremento esencialmente lineal en el tiempo
invertido en cada pico sucesivo, mientras que, en los adultos de más edad, no fue así.
Para Stine, este análisis indicaba que los adultos ancianos dedicaban cierto tiempo a
organizar la información entre picos (por ejemplo, dentro de las cláusulas), lal que hacían los
jóvenes, pero no dedicaron tiempo a integrar la información en- bloques con tanta eficacia
como lo hicieron los jóvenes. El hecho de que los dos ipos difiriesen en el recuerdo posterior
del contenido de la frase podría atribuir- por tanto, al modo en que organizaban las oraciones
conforme iban leyéndolas de un principio (Stine, 1990).
En el lenguaje, especialmente cuando la estructura sintáctica o el contenido se- itico son
complejos, deseamos a menudo que los hablantes hagan pausas en los cipales límites entre
proposiciones y nos den tiempo para asimilar lo que hemos ichado hasta ese punto. Podemos
hacer esto para nosotros mismos variando el ipo de demora en las palabras cuando leemos
una oración (dónde nos detene- , y por cuánto tiempo, dependiendo de la estructura de la
oración y la comple- 1 de su contenido). Más adelante, volveremos a la cuestión del
procesamiento de >ulas en oraciones habladas.
lector u oyente se encuentran con la frase éste alcanza siempre o alcanza siempre se despeja
la ambigüedad. Si nos'mantienen indecisos durante demasiado tiempo (si la información que
despeja la ambigüedad no llega enseguida), encontraremos la oración cada vez más difícil
de comprender. La oración The rat the cat the dog chased bit ate the cheese [La rata que el
gato al que el perro perseguía mordió se comió el queso], resulta difícil porque hemos de
mantener muchas subestructuras incompletas antes de que la oración esté terminada y pueda
verse toda la estructura.
Abney y Johnson (1991) resumen claramente las complejidades de los requisitos de
memoria y estrategias de análisis en la resolución de ambigüedades locales. Un analizador
podría adoptar la aptitud de esperar y ver, sin tomar una decisión hasta que hubiese más
información disponible. Sin embargo, esto supondría demasiado esfuerzo para la memoria.
Por otra parte, una estrategia de análisis que limitase la carga de memoria a un mínimo
aumentaría el riesgo de cometer muchos errores de análisis preliminares en puntos de
ambigüedad sintáctica local. Algunos teóricos, como es el caso de Frazier (1979), han
enfatizado la necesidad de minimizar los requisitos de memoria; otros, como Marcus (1980),
han hecho hincapié en la necesidad de evitar las ambigüedades locales, poniendo así una
carga mayor sobre la memoria.
La ambigüedad permanente hace referencia a los casos en los que las oraciones
continúan siendo ambiguas desde el punto de vista sintáctico aun cuando se ha recibido toda
la información léxica. Por ejemplo, la oración Los viejos libros y revistas estaban en el banco
resulta ambigua incluso cuando ésta acaba. Es decir, no está claro si debería haber un límite
tras libros (los libros eran viejos, pero puede que las revistas no), o si el límite debería estar
a continuación de revistas (dejando claro que tanto los libros como las revistas eran viejos).
Análogamente, en la oración, Vi al hombre con los prismáticos, no queda claro quién tenía
los prismáticos. En oraciones como éstas, la ambigüedad sólo puede despejarse por el
contexto general en el que se encuentran.
modelos de análisis de oraciones
Para comprender cómo han utilizado los teóricos las oraciones ambiguas para comprender el
análisis sintáctico, considérese la oración The oíd man the boats21. Si tuvo dificultades para
comprender esta oración, probablemente se deba a que leyó The oíd man y supuso que era
un sintagma nominal [El hombre viejo]. Cuando llegó al final de la frase (the boats [los
barcos]) y no halló ningún verbo, supo que ésta no tenía ningún sentido o que su primera
interpretación era errónea. Si volvió atrás y cayó en la cuenta de que The oíd es el sintagma
nominal [El viejo] y man es el verbo (que significa «tripular»), la oración tenía sentido. Las
oraciones que, como ésta, resultan particularmente engañosas al encontrarse por primera vez
se denominan oraciones de «sendero de jardín»22.
Pensemos por un momento cómo podría procesarse una oración como The man the boats. La
intuición de la mayoría de las personas es que, en princi- oímos sólo un significado de la oración
cuando la estamos escuchando, silo, cuando llegamos al final de la oración y descubrimos que nos
hemos vocado en algo, debemos retroceder e intentar analizar la oración de otro 3. Por otra parte, su
intuición podría indicarle que, al ir escuchando las ones que contienen ambigüedades sintácticas,
procesamos los dos signifi- 5 posibles, aun cuando sólo seamos conscientes de uno de ellos. En este
cuando llegamos al final de la oración y descubrimos que nuestra interpon es incorrecta, podríamos
resolver el problema dirigiendo nuestra aten- i la interpretación alternativa que ya habíamos
generado, si bien a un nivel sciente.
:sulta interesante que se hayan propuesto versiones de cada una de estas dos tidades en la literatura
psicolingüística. Una teoría semejante a la primera po- ad se denomina a veces modelo de sendero
de jardín [garden path model] cesamiento de oraciones. Una teoría similar a la segunda posibilidad
se de- i a veces modelo de satisfacción de restricciones.
21
Como se verá, existen dos posibles interpretaciones: la
frase sin sentido El hombre viejo los barcos y la versión correcta, El viejo tripula los
barcos. (N. del T.)
22
En el original, «garden path» sentences. Procede de la expresión
inglesa to lead someone up the garden path, embaucar o engañar a alguien. (N. del
T.)
Puesto que Jay corre siempre, una milla le parece una dista. Por esta razón, las oraciones de
cierre final, como las del primer )n generalmente más fáciles de comprender que las oraciones
de cierre ao en el caso del segundo ejemplo. Formalmente, el principio del cie- rma que uno
intenta adjuntar todo el material entrante a la frase que está se en ese momento (Frazier, 1987).
ipio del cierre tardío es, en realidad, un caso especial de un principio 1 denominado adjunción
mínima. Este principio afirma que los oyen- ;s intentan interpretar las oraciones en función de
la estructura sin- simple consecuente con el estímulo de entrada. Esto se efectúa utili-
ri i iiemu ue uraciunes
¿u i
A diferencia del modelo de sendero de jardín del análisis de oraciones, el modelo de satisfacción de
restricciones afirma que puede generarse más de un análisis sintáctico de una secuencia de palabras
durante la comprensión. Volvamos a la oración The oíd man the boats [El viejo tripula los barcos]. El
modelo de satisfacción de restricciones sostiene que aunque sólo somos conscientes de la
interpretación del sintagma nominal The oíd man [El hombre viejo], la interpretación alternativa de oíd
como un nombre [viejo] y man como un verbo [tripula] ha sido activada también, pero en un nivel
inferior al conocimiento consciente. Según el modelo de satisfacción de restricciones, cuando llegamos
al final de la oración y descubrimos que debemos haber cometido un error de análisis, resolvemos la
confusión activando la interpretación alternativa a nivel consciente.
Adviértase que el modelo de satisfacción de restricciones no indica que los lectores u oyentes
activen automáticamente todas las interpretaciones posibles del análisis de una oración. Más bien, se
supone que la información no sintáctica, tal como el contexto semántico y las expectativas, influye en
la probabilidad de que se generen interpretaciones alternativas (MacDonald, Pearlmutter y Seidenberg,
1994; Trueswell y Tanenhaus, 1994).
Comenzamos esta explicación apelando a su intuición respecto a cómo podría tratarse las
oraciones que contienen ambigüedades sintácticas. Los teóricos han examinado el tiempo de lectura
de palabras en oraciones para intentar descubrir cuál de estas teorías tiene más probabilidad de ser
correcta. Estos estudios parecen proporcionar cierto apoyo a los dos modelos que hemos tratado.
Tiempo de lectura como evidencia experimental. Los estudios que registran los movimientos
oculares durante la lectura silenciosa han respaldado el modelo de sendero de jardín (Frazier y Rayner,
1982; Rayner, Carlson y Frazier, 1983; Ferreira y Clifton, 1986; Rayner y Frazier, 1987). De acuerdo
con los principios de adjunción mínima y cierre tardío del modelo de sendero de jardín, por ejemplo,
Frazier y Rayner (1982) han mostrado que los tiempos de lectura se ralentizan significativamente
cuando el lector llega a una parte de la oración que no se adecúa a la utilización de estos dos principios
de análisis. Esto es lo que esperaríamos ver si los lee-
ubieran generado una única interpretación sintáctica durante su comprensión ipo real 7 [on-line] de la
oración.
modelo de sendero de jardín sostiene que normalmente sólo se contemplará erpretación de la
oración, al menos hasta el momento en que descubrimos estra interpretación original era incorrecta
(Ferreira y Clifton, 1986; Frazier )n, 1996; Rayner, Garrod y Perfetti, 1992). Sin embargo, algunos
estudios de de lectura indican que, al menos para algunos tipos de oraciones, los lecto- struyen,
conforme las leen, interpretaciones múltiples en regiones ambiguas, studios muestran también que
factores como el contexto semántico pueden os principios de adjunción mínima y del cierre tardío.
Trueswell, Tanenhaus ey (1994) han mostrado cómo puede operar el contexto semántico en la in-
:ión correcta de la estructura sintáctica de una oración. Para ilustrar esto, un mplo son las oraciones
que contienen lo que llamamos ambigüedades ver- ipal/relativo omitido8. En el experimento de
Trueswell et al, los sujetos i oración como The witness examined by the lawyer was useless [el
testigo ido por el abogado resultó inservible] o The evidence examined by the •as useless [la
evidencia examinada por el abogado era inservible]. Según el de adjunción mínima del modelo de
sendero de jardín, los lectores no proas dos oraciones de forma distinta. Esto es así porque las
oraciones poseen is sintácticas idénticas. De hecho, ambas serían difíciles de procesar porque :s
interpretable utilizando el principio de adjunción mínima. Sin embargo, 1 et al. (1994) hallaron que
los tiempos de lectura eran más rápidos para del segundo tipo que para oraciones del primero. Esto
es así porque el videncia restringe la interpretación del verbo examined [puede significar ninada
como examinó]. Esta restricción viene impuesta por la imposibi- íntica de que un objeto inanimado
realice una acción animada. Un objeto :omo testigo puede examinar algo, pero un objeto inanimado
como evi-
e las oraciones habladas pueden contener la misma clase de ambigüeda- icas que las oraciones
escritas, los hablantes pueden marcar, y normal- acen, el punto del límite deseado utilizando rasgos
prosódicos como el rntonación, y las pausas. Beach (1991) ilustró esta cuestión señalando el ue las
personas dicen espontáneamente oraciones que, sin duda, serían lesde el punto de vista sintáctico si
las estuviéramos leyendo (Frazier y 82). Las oraciones The city council argued the mayor's position
force- untamiento discutió la posición del alcalde enérgicamente], o The city ued [that] the mayor's
position was incorrect [El ayuntamiento sostuvo ión del alcalde era incorrecta] resultan
temporalmente ambiguas porque asta después de la palabra position [posición] si argued [discutió o
sos-
ir el abuso de los neologismos, proponemos la expresión «en tiempo real» (simultáneo) traduciremos off-line
como «demorado». (N. del T.)
ilo, el inicio de la siguiente frase, The witness examined..., resulta ambiguo en un prin- !os posibles
interpretaciones: a) «El sujeto examinó...» (interpretación de examined como 1») y b) «El sujeto examinado...»
[o «El sujeto (que fue) examinado...», de ahí la deno- ivo omitido»]. (N. del T.)
tuvo] debería ir seguida por un límite entre cláusulas. Sin embargo, al hablar, el acento natural
puede resolver ¿fácilmente esta ambigüedad temporal (Beach, 1991). De hecho, existe
considerable evidencia de que las claves prosódicas pueden operar de modo eficaz en las
primeras fases de análisis e interpretación en la comprensión de oraciones (Marslen-Wilson,
Tyler, Warren, Grenier y Lee, 1992).
90
80
§ 70
Oo.
60
50
80 160
Cantidad de material intercalado (número de sílabas)
dado, algunos cambios eran más difíciles de detectar que otros. A medida ría el
tiempo, disminuía la capacidad de los sujetos para discernir si es- íando la
propia oración diana o una oración en la que se había cambiado sin modificar
el significado (cambios activa/pasiva o formales). Por el detectaba fácilmente
cualquier cambio semántico del original, incluso s relativamente largos. Para
las personas que procesan una oración, son as relaciones semánticas derivadas
de las oraciones y no las formas su- t sí mismas. Las primeras duran en la
memoria más que las últimas. 3S casos, los oyentes sí recuerdan con precisión
las formas superficia- :iones. Los chistes y los insultos se encuadran a veces
en esta catego- os casos en los que el oyente, por cualquier razón, pone
especial aten- pectos superficiales de una expresión (Murphy y Shapiro,
1994). Sin ;eneral, puede demostrarse fácilmente la importancia del
significado
de una oración por encima de su forma superficial (Bransford y Franks, 1971; Brans- ford,
Barclay y Franks, 1972)..
Numerosos experimentos han confirmado que el recuerdo inmediato de oraciones puede
ser muy preciso, pero que, normalmente, sólo podemos recuperar de la memoria a largo plazo
el significado, o la «esencia» de lo que oímos. No obstante, dichos experimentos no
significan necesariamente que, en un principio, sólo se almacena la forma superficial de una
oración en la memoria a corto plazo. De hecho, Potter y Lombardi (1990) han sostenido que
la representación conceptual de una oración podría formarse casi inmediatamente y que la
reproducción de la forma superficial podría obtenerse regenerando las palabras originales
partiendo de aquella representación. Es decir, puede que el recuerdo inmediato de una
oración no se deba al acceso a una representación literal a corto plazo que se «lee» palabra
por palabra. Podría ser que la memoria a corto plazo contenga ya una representación
conceptual de la oración y que el aparente recuerdo literal sea el producto de reconstruir la
oración original juntando en la memoria el significado de la oración con las huellas
desvanecientes de las propias palabras y la forma superficial.
Si Potter y Lombardi están en lo cierto, esto implicaría que retroceder en la memoria
para corregir un primer error de análisis o interpretación reside en nuestra capacidad para
regenerar de forma correcta la oración original, en lugar de para reactivar simplemente un
almacén de memoria verbal. También es posible que el oír una oración vaya seguido por un
breve período de almacenamiento concurrente en la memoria de las representaciones
semántica y superficial, cualquiera de las cuales puede ser detectada por un experimento
particular (Potter, 1993; Wingfield, Tun y Rosen, 1995).
Aquí, nuestro argumento no es que las oraciones puedan representarse concep- tualmente
en la memoria con mayor rapidez de lo que algunos experimentos parecerían implicar.
Nuestro propósito es reforzar la postura de que la finalidad del procesamiento de oraciones
es extraer el significado con la mayor rapidez posible, y que el principal aspecto del sistema
de memoria es la representación conceptual de la expresión.
«Para coger [1] su tren, [2] George condujo [3] de forma vertiginosa hasta la estación.»
i el curso de muchas de estas oraciones, el estudio demostró de modo fiable >s sujetos
solían ser más precisos diciendo dónde se producía el clic cuando se presentado entre
cláusulas que cuando estaba dentro de una cláusula. Además, o los sujetos cometían
un error al decir dónde aparecía un clic, tendían a ma- tr que el clic se había producido
en el límite o más cerca del límite de lo que en realidad. ¿Por qué la impresión
subjetiva de dónde había aparecido el clic taba tendencia a «migrar» hacia el principal
límite sintáctico de la oración? s así llamados estudios de clics fueron interpretados
en un principio como una tración de que las cláusulas lingüísticas fundamentales
constituyen las uni- lerceptivas del procesamiento de oraciones. Cuando se eliminaron
las pausas tmbios en el patrón de entonación que normalmente acompañan a los
límites ales de las cláusulas, los clics situados en los límites de las cláusulas seguían
mdose todavía de forma más precisa que los clics presentados dentro de una i (Garrett,
Fodor y Bever, 1966). De esta forma, se sostenía que el aisla- perceptivo de la
cláusula lingüística era el primer paso en el procesamiento ones, y que la estructura
sintáctica formal bastaba por sí sola para indicar al lónde se encontraba el límite de
la cláusula.
)s paradigmas en la investigación psicolingüística suscitaron tanto entu- :omo los
primeros estudios de clics. Las preguntas no se basaban en si las s eran o no
elementos importantes en la estructura de la oración. Evidente- > son. Las
preguntas eran, primero, si la prosodia era o no tan irrelevante ;ctar los límites
sintácticos de las oraciones como se afirmaba en un prin- segundo, si estos efectos
de clic reflejaban el modo en que se percibían
realmente las oraciones, o si la «migración» del clic se producía en la memoria cuando el
sujeto intentaba recordar dónde había aparecido éste. Por ejemplo, el efecto de «migración»
se reduce en gran medida, aunque no se elimina por completo, cuando los sujetos no han de
recordar toda la oración para decir dónde se había producido el sonido extraño, sino que, en
lugar de esto, pueden señalar en un guión conforme escuchan la oración. La prosodia, como
se demuestra, tiene también un gran efecto en los resultados (Wingfield y Klein, 1971).
el papel de la prosodia en el procesamiento de
oraciones
Prosodia es un término general para la variedad de rasgos acústicos —lo que oímos— que
acompañan normalmente a una oración hablada. Un rasgo prosódico es el patrón de
entonación de una oración. La entonación hace referencia a los cambios de tono en el tiempo,
como cuando se eleva el tono de voz de un hablante al final de una pregunta o disminuye al
final de la oración. Un segundo rasgo prosódico es el acento de la palabra, que es, de hecho,
una variable subjetiva compleja basada en el volumen, el tono y la cadencia. Dos últimos
rasgos prosódicos son las pausas que se producen a veces al final de las oraciones o de las
cláusulas principales, y el alargamiento de las últimas vocales en palabras inmediatamente
anteriores al límite de una cláusula (Cooper y Sorensen, 1981; Ferreira, 1993; Streeter, 1978).
La prosodia desempeña numerosas funciones importantes en el procesamiento del
lenguaje. La prosodia puede indicar el estado de ánimo del hablante (feliz,, enojado, triste,
sarcástico), puede marcar el núcleo semántico de una oración (Jac- kendoff, 1972), y puede
utilizarse para despejar la ambigüedad del significado de una oración que, de lo contrario,
resultaría ambigua, como Vi a un hombre en el parque con un telescopio (Beach, 1991;
Ferreira, Henderson, Anes, Weeks y Mc- Farlane, 1996; Wales y Toner, 1979).
Un efecto más sutil de la prosodia es la forma en que puede utilizarse para marcar las
cláusulas principales de una oración. Considérese la oración, Para hacerlo bien, estudió
mucho. Si dice esta oración en voz alta, notará con qué claridad se marca el límite entre las
cláusulas (indicado aquí por la coma) mediante la entonación, el acento y la cadencia.
Adviértase, en especial, cómo alargan automáticamente los hablantes la última vocal de la
palabra justo antes del límite entre cláusulas (en este caso, la palabra bien).
Aunque Garret y sus colegas utilizaron una ingeniosa técnica de empalme para eliminar
las claves prosódicas, esto tenía el efecto de subestimar la importancia de tales claves cuando
estaban presentes. Cuando se realizan estudios análogos a los de los clics, pero se coloca en
conflicto directo el límite formal entre cláusulas y la marca prosódica de un límite entre
cláusulas, los clics «migran» con tanta frecuencia al punto marcado por la prosodia como al
límite sintáctico formal (Wingfield y Klein, 1971).
Probablemente, el experimento que cuestiona de forma más espectacular si los estudios
de clics estaban detectando o no la segmentación perceptiva en tiempo real [on-line] en lugar
de reflejar un sesgo de respuesta pos-perceptivo fue una investí- ación realizada por Reber y
Anderson (1970). Obtuvieron resultados análogos a loá rimeros estudios de clics, incluso
cuando se decía falsamente a los sujetos que las raciones que iban a oír contenían clics
«subliminales» y les pedían que dijesen Snde creían que se habían producido esos clics.
Aunque no se presentó en realidad ngún clic, los sujetos manifestaron con mayor frecuencia
haberlos oído en los lí- ites entre cláusulas que dentro de éstas.
Sin duda, sucede que las cláusulas son relevantes para el modo en que las per- nas recuerdan el
habla. En una serie de experimentos, los sujetos escucharon una ibación de un pasaje que era
interrumpida sin avisar en varios puntos del pasaje, el momento en el que la grabación se detenía, se
pedía a los sujetos que recor- •an el fragmento más largo posible de lo que acababan de oír. Por lo
general, el uerdo de los sujetos estaba vinculado a cláusulas completas, como cabría esperar as
principales cláusulas lingüísticas poseyesen de hecho integridad estructural "vella, 1970, 1971). La
importancia de los límites entre cláusulas y otros comentes sintácticos puede demostrarse también
presentando a los sujetos pasajes )ados y diciéndoles que interrumpan la grabación siempre que
quieran recordar orma inmediata lo que acaban de escuchar. En estos casos, de modo fiable, los tos
pulsan el botón de pausa de la cásete para proporcionar su recuerdo a inter- s periódicos que
corresponden exactamente con el final de las cláusulas prin- es y otros límites sintácticos
importantes (Wingfield y Butterworth, 1984). ío deberíamos rechazar todos los elementos del
principio de autonomía sin De hecho, más adelante, revisaremos la evidencia de cierto grado de
procesa- to autónomo en forma de activación del significado de la palabra, indepen- i del contexto
de la oración en el que se halla inserta la palabra. Sin embargo, escritores se adhieren en la
actualidad a la primera versión de la autonomía tica, la cual implica que el análisis sintáctico debe
aguardar la finalización de áusula o el límite entre oraciones en la secuencia del habla. )
pretendemos sugerir que las cláusulas sean unidades irrelevantes para el pro- iento de oraciones.
Más bien, nuestra pregunta es si los análisis sintáctico y :ico se dan de forma conjunta e
interaccionan continuamente a medida que estíos una oración. Examinemos los principios de una
concepción interacti- xocesamiento de oraciones antes de volver a los argumentos de la autonomía
cesamiento, todavía frecuentes en la literatura.
ier una impresión del estímulo de entrada [input] descendente siempre :ompleta una oración
para nosotros. Sin embargo, ninguno de estos motivos afirma que este proceso interactivo
sea consciente, o volitivo.
omprobará, gating denota el proceso de apertura de un filtro o compuerta (gate) elec- inicialmente en estos
estudios para presentar, o dar paso a, fragmentos cada vez más am bra hablada (p. ej., de 30 en 30 mseg.)
hasta que el sujeto logra reconocerla. (N. del T.
Procesamiento de oraciones 271
como sucedería en este ejemplo. Más bien, se supone que la interacción es rápida e inaccesible para la
conciencia.'¿Cómo podemos abrir una ventana a este proceso interactivo en tiempo real [on-line] con
el fin de verificar la opinión de que el contexto previo impone automáticamente constricciones en la
percepción de la información de nivel inferior?
Marslen-Wilson (1975) realizó un estudio particularmente ingenioso, en el que los sujetos
escuchaban pasajes hablados y repetían lo que escuchaban a medida que lo iban oyendo. Esta técnica
recibe el nombre de repetición (llamada también a veces «hacer eco»). Puede que parezca difícil, pero,
de hecho, es bastante fácil, y los sujetos rara vez se rezagan mucho respecto al habla que están
repitiendo. Marslen- Wilson encontró que algunos sujetos eran buenos «repetidores»; podían hablar
casi de forma simultánea respecto a lo que estaban escuchando. (Sabemos que algunos niños hacen
esto con el habla de los adultos para molestarles.)
Marslen-Wilson halló que incluso sus sujetos de repetición ajustada solían corregir
espontáneamente errores de pronunciación o gramática colocados a propósito en el discurso grabado
que estaban repitiendo. Para Marslen-Wilson,' el hallazgo más importante era que estas correcciones
inconscientes se efectuaban antes incluso de que hubiese terminado la palabra incorrecta de la
grabación. Por los retrasos observados, estimó que el reconocimiento de palabras escuchadas en el
contexto puede producirse hasta 200 milisegundos después de su inicio.
Esta estimación temporal fue confirmada por Grosjean (1980) utilizando una técnica denominada
filtrado [gating], Grosjean presentó a los sujetos oraciones grabadas que incluían sólo los primeros 50
milisegundos de la última palabra de la oración. Se pidió al sujeto que escuchara la oración y dijese
cuál era la última palabra de ésta. Si el sujeto no conseguía hacerlo, se presentaba la oración de nuevo,
seguida esta vez por los primeros 100 milisegundos de la última palabra; después, los primeros 150
milisegundos, y así sucesivamente, hasta que pudiera identificar de forma correcta la palabra. Esta
técnica se denomina «filtrado» [gating] porque en los primeros experimentos se abría (y cerraba) un
«filtro» o «compuerta» [gate] electrónico para controlar la cantidad de habla que un sujeto podía
escuchar.
Grosjean halló que las palabras de un contexto podían reconocerse entre 175 y 200 milisegundos
después de su inicio, o cuando sólo se había escuchado la mitad o menos de la mitad de su señal
acústica completa. El tiempo medio para palabras fuera de contexto era de 333 milisegundos. Aunque
puede que esto parezca sorprendente, el hecho es que sólo un número limitado de palabras del léxico
comparte los mismos sonidos iniciales (la cohorte inicial de la palabra). Además, este número
disminuye de forma espectacular a medida que se escucha una porción cada vez mayor del principio
de una palabra. Por ejemplo, si se mira en un diccionario estándar y se cuenta el número total de los
distintos nombres representables, se encontrará una media de 115 nombres distintos que comparten los
mismos sonidos en los primeros 50 milisegundos de la palabra hablada. Tras los primeros 100 milise-
gundos del inicio de la palabra el número disminuye a 43 palabras; después, pasados 200 milisegundos,
a 11 palabras, y sólo 5 hasta los 300 milisegundos (Wayland, Wingfield y Goodglass, 1989). Cuando
tenemos en cuenta los patrones de acentuación de las palabras, la tasa de reducción de posibles palabras
es aún mayor conforme aumenta la duración del principio de la palabra (Wingfield, Goodglass y
idfield, 1997). Para poner estas cifras en perspectiva, dependiendo de la veloci- 1 de habla, las palabras
típicas de una, dos o tres sílabas pueden tener una dura- n total media de entre 550 y 830 milisegundos.
Probablemente, el efecto del contexto sería reducir la cohorte inicial de posibles ibras según los
sonidos iniciales de cada palabra, a aquellas que podrían «enea- razonablemente en el marco de la
palabra escuchada (Tyler, 1984). No está tan o si los oyentes reducen el tamaño de la cohorte
basándose sólo en el contexto, información fonológica (Morton, 1969); si el contexto comienza a
surtir efecto después de que los sonidos iniciales hayan activado toda la cohorte (véase el ítulo 3 para
una descripción del modelo de la «cohorte» del reconocimiento de bras habladas, Marslen-Wilson,
1987); o si el contexto opera sólo después de cificarse y activarse por completo la palabra en el léxico
(Forster, 1979). La de que el contexto reduce por sí solo el tamaño de la cohorte se considera aho-
íprobable. Como ha sugerido Marslen-Wilson (1987), la supervivencia en el Jo real exige cierto grado
de prioridad ascendente en el sistema de procésate. Es importante que seamos capaces de detectar
sonidos que indican peligro, iporta lo improbable que puedan resultar en un particular contexto.
23
Aunque to puede ser también una preposición (p. ej„ «a» o
«hacia»), en este caso, sólo puede constituir la partícula inicial de un
infinitivo como to organize. (¿V. del T.)
embargo, esta vez podría ir seguido de «John can...» [«John puede...»]. Como se observa, la palabra
can [puede] podría ir seguida por un verbo como organize [organizar], o del mismo modo, por un
adverbio como happily [afortunadamente].
En el tercer tipo de emparejamiento de oraciones, la primera oración era anómala desde el punto
de vista semántico, de modo que no tenía efecto restrictivo alguno en la palabra diana. Sin embargo, la
parte de la oración a la que pertenecía la palabra diana era fácilmente previsible por la información
sintáctica del fragmento inicial de la segunda oración (información semántica anómala/fuerte
constricción sintáctica: anom/sin fuerte). Aquí, la primera oración escuchada podría ser: «The breath
with the lie shujfles only through» [«La brisa apenas corre por el terreno»], y el fragmento de la segunda
oración «The terrace tries to...» [«La terraza trata de...»] Sabemos que la palabra diana es un verbo
pero, aparte de esto, no encontramos ninguna información restrictiva desde el punto de vista semántico.
En el cuarto tipo de emparejamiento de oraciones, la primera oración es anómala desde el punto
de vista semántico y la parte gramatical no se halla muy restringida por la información sintáctica de la
segunda oración (información semántica anómala/constricción sintáctica débil: anom/sin débil). Un
ejemplo de emparejamiento de oraciones de este tipo podría ser «The breath with the lie shuffles
through. The terrace can...» [«La brisa apenas corre por el terreno. La terraza le...»]. En una última
condición, las palabras segmentadas fueron presentadas ontexto lingüístico alguno {ningún contexto).
4e aquí las tres fases que siguieron Tyler y Wessels para obtener respuestas rá- > y reacciones más
inmediatas en el paradigma del filtrado [gating]. Primero, en • de escuchar repetidamente las
oraciones del contexto con fragmentos cada vez largos del principio de la palabra diana, cada sujeto
escuchaba un fragmento de >alabra dada sólo una vez. La cantidad de información del principio de
la pa- requerida para la identificación en las diversas condiciones contextúales se de- nó utilizando
un gran número de sujetos, y los distintos sujetos recibieron frag- >s del principio de la palabra con
diferentes extensiones. En segundo lugar, y Wessels utilizaron dos medidas de la identificación de
palabras. La prime - el punto de aislamiento, que fue definido como la menor longitud media de
mtación que permitía a los sujetos dar la respuesta correcta, independiente- de lo inseguros que
pudieran estar de sus respuestas. La segunda era el pun- econocimiento. Este es un punto posterior
en el que los sujetos no sólo dieron bra correcta, sino que también consideraron bastante alta la
confianza en su Por último, Tyler y Wessels compararon respuestas no cronometradas (no se los
sujetos bajo ninguna presión de tiempo para que diesen sus respuestas) puestas cronometradas (se
pidió a los sujetos que respondieran con la mayor posible). Tyler y Wessels sostuvieron que las
respuestas cronometradas en ) de aislamiento podían aproximarse más a la detección del
procesamiento en real [on-line] que los procedimientos habituales de respuestas no cronome- n el
punto de reconocimiento, de mayor confianza. Sus resultados se mues- !a Figura 5.5.
ndo los sujetos dan una respuesta manifiesta en un experimento, nunca s estar seguros de qué tipos
de procesos pueden haber precedido esa res- nivel inconsciente. Como veremos en la sección
siguiente, éste es un prole ha acosado a los investigadores psicolingüísticos desde los primeros días.
Tyler y Wessels sí observaron los efectos en el tamaño de segmentos de las is cronometradas frente
a las no cronometradas, y los efectos de utilizar el aislamiento frente al de reconocimiento, quedaron
aún más impresionados nilitud entre las magnitudes de los segmentos. Para ellos, lo más impor- que
el patrón de los efectos del contexto lingüístico era el mismo, inde- mente del intervalo de demora
antes de dar la respuesta. Basándose en este into, concluyeron que la técnica de filtrado [gating]
puede utilizarse para >s procesos en tiempo real.
(ué tuvieron tan poco efecto las constricciones de categoría sintáctica en )s de identificación?
Cuando Tyler y Wessels encontraron este efecto •a vez en un estudio anterior (Tyler y Wessels,
1983), interpretaron este n función de la teoría de las cohortes. Aceptaron la probabilidad de que
•ar que las restricciones de forma/clase sintáctica redujesen la cohorte ini- aquellas palabras que
pertenecen a una, o a unas pocas categorías sin- ;ibles. Sin embargo, una constricción sintáctica
no reduciría normalmente amaño de la cohorte en el mismo grado que una constricción
semántica, n ejemplo anterior, la constricción semántica ofrecida por el marco ora-
450
400 ■
350
Punto de
aislamiento: —•—Cronometrado
300
Punto de —10— No cronomet.
reconocimiento: -Cronometrado - -o- - No
250
cronomet.
cional, The train pulled into the..., [El tren entró en el/la...], hace más que restringir la
siguiente palabra a un nombre, o a un adjetivo que modifica un nombre. Aumenta la
probabilidad de que se produzca una de estas dos palabras: tunnel [túnel] o sta- tion
[estación].
En ciertos casos, la información semántica puede aislar específicamente el significado
correcto de una palabra ambigua, como es el caso de watch [p. ej., «observar» o «reloj»].
Esto sucedería averiguando simplemente, por la estructura de la oración, si la palabra es un
nombre o un verbo. Sin embargo, incluso en tales casos, Tyler y Wessels sugieren que las
restricciones sintácticas no parecen operar inmediatamente. De hecho, citan datos de
Seidenberg, Tanenhaus, Leiman y Bien- kowski (1982), que afirman que tales efectos de
supresión de ambigüedad respecto a la forma/clase sintáctica pueden detectarse sólo unos
200 milisegundos después de haber identificado una palabra (Tyler y Wessels, 1983, p. 418).
Porque las constricciones sintácticas produjesen un efecto relativamente pequeño en el
experimento de Tyler y Wessels, no deberíamos olvidar la importancia de la sintaxis en el
procesamiento del lenguaje cotidiano. Como hemos visto, la in-
íación sintáctica desempeña un papel clave en la capacidad del oyente para prender el
significado de una oración. Como advirtierort Tyler y Wessels al rea- un hallazgo similar en
un experimento anterior, «Quizá una moraleja del pre- • estudio sea que una fuente de
información que es importante en un aspecto del na no tiene por qué ser importante en todos
los aspectos» (Tyler y Wessels, , p. 418).
wera el contexto?
óricos de la modularidad son aquellos que creen que los procesos de entrada, la
activación léxica, son impenetrables desde el punto de vista cognitivo. Es que estas
operaciones se realizan de forma rápida, automática, y sin la in- ia de información
anterior o colateral. Así, en la teoría cognitiva, se dice que rocesos se hallan
«encapsulados informativamente» (Fodor, 1983). nque este nivel de la teoría cognitiva
se encuentra más allá del alcance del e capítulo, veamos cómo operaría un proceso
modular en el procesamiento iones. Puede obtenerse una versión de una primera
propuesta de Forster que definió lo que consideraba tres sistemas de procesamiento
diferenciados os al procesamiento del lenguaje. (El modelo poseía otros elementos por
los enemos que preocuparnos aquí.)
rimer sistema lo llamó procesador léxico. Este activa entradas léxicas (pa- )articulares
basadas en entradas de sistemas periféricos que tratan el input co en el habla (o el input
ortográfico en la escritura). La salida del proce- áco pasa al siguiente nivel, un
procesador sintáctico. Este procesador ex- mación del nivel de salida léxico para
realizar un análisis sintáctico de la iue da lugar a una representación de la estructura
superficial. El último ni- erés para nosotros es el del procesador de mensajes. Se decía
que éste con- 'epresentación lingüística en una estructura conceptual, o de significado,
senta la intención semántica del mensaje propuesto, rencia de los modelos interactivos,
según la conceptualización de Forster, Dcesador tendría información de operaciones
realizadas por cualquiera de adores de nivel superior. Por ejemplo, en este esquema, el
procesador lé- onaría de forma independiente, o «autónoma», respecto a los procesado-
ico y de mensajes, y el procesador sintáctico operaría independiente- elación con el
procesador de mensajes. Podemos ver ahora de nuevo las ciones opuestas, basadas
ambas en la velocidad del procesamiento nor- delo interactivo supone que la única
forma de que las personas puedan habla con tanta rapidez es que todos los niveles de
análisis tengan ca- a interaccionar continuamente con todos los demás niveles. La
concep- ma sugiere que el análisis léxico es tan rápido porque no se ve ralenti-
necesidad de integrar el contexto al procesar cada palabra, o de ver la cuestión de la
autonomía es considerar la posibilidad de que rocesos interactivos podrían operar a un
nivel de conciencia más lento, le lo que estamos escuchando, los análisis momento-a-
momento de las a oración son tan rápidos y tan automáticos que el análisis a cualquier
nivel es completado, y su salida enviada al nivel inmediatamente superior, antes de que
cualquier información (Je los niveles superiores pueda considerarlos. Ambas posturas
presuponen niveles múltiples de procesamiento. Una de ellas da por sentado que todos estos
niveles están interaccionando entre sí constantemente (por ejemplo, que el procesador léxico
tiene a su disposición, y puede ser influido por el conocimiento semántico y el conocimiento
a nivel del mensaje). La otra posición supone que cada nivel de procesamiento puede
considerarse como un módulo impenetrable, encapsulado informativamente, cuya función se
realiza de forma autónoma respecto a cualquier otro proceso igualmente modular.
Según las teorías autónomas, existe un claro límite en cómo podría afectar la información
contextual al análisis ascendente en el ámbito de la palabra. Específicamente, el contexto
lingüístico o del mundo real podría contribuir a la evaluación del producto [output] del
procesador léxico, pero no influiría en las operaciones del procesador léxico que dieron lugar
a ese producto.
¿Cómo podríamos sondear la actividad del procesamiento automático inconsciente para
ver si el contexto semántico está operando o no sobre una palabra en el instante en que se
está escuchando en lugar de después? Por ejemplo, ¿se activaría sólo el significado
contextualmente constreñido de una palabra ambigua escuchada en una oración (como
prevería un modelo interactivo), o se activan inicialmente incluso los significados
improbables de una palabra en el instante en que ésta es escuchada (como prevería un modelo
autónomo)?
Un primer experimento de Swinney (1979) ilustra una aproximación interesante a esta
cuestión. En este estudio, Swinney intentó mostrar que, en un nivel automático inmediato, la
activación semántica tiene lugar independientemente del contexto que la precede. El
experimento de Swinney aprovechó el fenómeno de la facilitación [priming], el fenómeno
no-modular en el que el procesamiento de una palabra resulta facilitado porque se acaba de
ver o escuchar otra palabra que está relacionada semánticamente con aquélla (Meyer,
Schvaneveldt y Ruddy, 1975; Neely, 1977). Una forma de mostrar este efecto de facilitación
es medir la rapidez con que se pronuncia (esto es, leyendo en voz alta) la segunda palabra.
Leeremos con mayor rapidez la palabra enfermera presentada en una pantalla de ordenador
cuando va precedida (por escrito o hablada en auriculares) por la palabra paciente, relaciona-
da semánticamente, que cuando va precedida por la palabra sin relación platillo. Una segunda
forma de demostrar la facilitación [priming] semántica es medir la rapidez con que puede
decidirse si una secuencia de palabras constituye o no una palabra real. Empleando el
ejemplo anterior, podríamos demostrar el efecto de la facilitación semántica mostrando que
se tarda menos en decidir que enfermera es una palabra real (en comparación con las letras
desordenadas amenferer) si va precedida de paciente que si va precedida de platillo. A este
juicio palabra/seudopalabra se le denomina tarea de decisión léxica, como se apuntó en el
Capítulo 4.
Swinney utilizó una versión de esta tarea denominada facilitación léxica trans- modal.
Su objetivo era ver si un contexto lingüístico local constreñiría el acceso al significado
apropiado, según implicaba el contexto, de una palabra ambigua, o si se activarían también
automáticamente otros significados de la palabra ambigua. Por ejemplo, muchas palabras
inglesas poseen homófonos (homófonos son pares de palabras con significados distintos pero
que comparten el mismo sonido). A nivel >ciente, si estuviera escuchando la palabra bark
[ladrido] en el contexto de al- n hablándole sobre su nuevo cachorro, probablemente no se
distraería por el he- o ni siquiera pensaría en él, de que bark tiene también el significado de
«cu- :a externa del tronco de un árbol» [corteza]. Sin embargo, ¿podría ser que in cuando
fuera inconscientemente— ambos significados de la palabra bark [la-
corteza] se activaran momentáneamente en el instante de escucharla? ¡winney grabó
primero una persona leyendo el siguiente pasaje en un tono na- a una velocidad normal de
habla:
Rumor had it that.for years, the government building had been plagued with problems. The man was
not surprised when he found several spiders, roaches, and other bugs [1] in the [2] córner of the
room.
[Había el rumor de que, durante años, el edificio del gobierno había estado plagado de problemas.
El hombre no se sorprendió cuando encontró varias arañas, cucarachas y otros insectos [1] en un [2]
rincón de la habitación.]
r supuesto, la palabra ambigua es bugs, que tiene al menos dos significados dos por la
mayoría de nosotros. Uno de éstos es el significado de bugs en el > de insectos y el otro
es el término para un micrófono oculto, una palabra inda en el léxico por numerosas
historias y películas de espionaje, el momento en que se escuchaba la palabra bugs,
Swinney presentaba en una t, para decisión léxica, una palabra que estaba relacionada
con el significado do de bugs según el contexto, (por ejemplo, la palabra ant [hormiga]),
una relacionada con el significado inapropiado según el contexto (por ejemplo, 'ía]), o
una palabra de control que no estaba relacionada con ninguno de los ificados (por
ejemplo, sew [coser]) Estas claves visuales fueron presentadas tamente después de la
palabra ambigua, en la posición marcada como [1], o ) situado varias sílabas después [2].
iney encontró que, con los sujetos que vieron las palabras de prueba pre- en la posición
[1], las decisiones léxicas tanto para ant como spy fueron tivamente más rápidas que
las decisiones léxicas para una palabra de con- ¡lación semántica, como sew. Sin
embargo, cuando habían transcurrido va- mares de milisegundos (posición [2]), sólo
resultaba facilitada la palabra da con el significado contextualmente apropiado de la
palabra original (por la palabra ant).
resultados parecen respaldar la modularidad a nivel léxico. En el momento
escuchaba la palabra, se producía una facilitación significativa de las dedicas
respecto a palabras presentadas visualmente y relacionadas con los dos >s de la
palabra ambigua, incluso cuando la palabra iba precedida por lo que ber sido un
contexto léxico-semántico de alta constricción. Algunos instan- 5 de haber
escuchado la palabra (posición 2), sólo se producía la activación ado de la palabra
apropiado para el contexto; el significado inadecuado de íabía decaído o se inhibía
rápidamente. El contexto sí afectó al significado, espués de una primera fase de
activación «modular» automática, serie de experimentos de seguimiento, Onifer y
Swinney (1981) confir- illazgo anterior incluyendo palabras ambiguas en las que un
significado
es normalmente más común que el otro, presentándolas también en contextos muy sesgados:
»
The postal clerk put the package on the scale [ 1 ] to see if[2] there was sufficient postage.
[El oficinista de correos puso el paquete en la balanza [1 ] para ver si [2] había suficientes
sellos]
The dinner guests enjoyed the specially prepared river bass, although one guest did get a scale
[1] caught in his [2] throat.
" Adviértase la polisemia de scale, que cuenta entre sus acepciones con los significados balanza y
escama. (N. del T.)
icia en el mundo real requeriría todavía una prioridad ascendente en el niento auditivo. En
momentos de peligro, debemos sel capaces de detectar mos oyendo en lugar de qué se
espera oír (Marslen-Wilson. 1987). Puede no sobreviviéramos mucho si la improbabilidad
de encontrar un león en )atio nos impidiese identificar correctamente su rugido al
escucharlo, e decirse mucho de una sistema que no selecciona probabilidades, un sis- :
activa cada posible significado de una entrada acústica antes de aprove- información, como
el contexto, para eliminar todas las interpretaciones exapropiada. Para no-homófonos que
comparten sólo el comienzo de la ;1 cuadro parece bastante simple. Por ejemplo, escuchar
una palabra que oor el sonido cap puede activar tanto capitán como capital (y, así, en un e
facilitación [priming], se induciría tanto saludo [p. ej., a un oficial] ero). Sin embargo, en
el momento en que hemos escuchado la palabra sólo se mantiene una de estas posibilidades.
Este proceso se ha estudiado técnicas que combinan aspectos del filtrado [gaftVig] y de la
facilitación ismodal (Marslen-Wilson y Zwitserlood, 1989).
sultados de la facilitación léxica transmodal no invalidan la importancia to previo en el
procesamiento de oraciones. Lo que hacen es sugerir el iento de los efectos en el tiempo.
El contexto no actuaba para evitar la ac- tomática de ambos significados de la palabra sino
para permitir al oyen- lar rápidamente el significado correcto.
inión es importante en las teorías modulares de procesamiento del len- la cuestión no
está cerrada. Algunos investigadores sugieren que podría la (pre)activación selectiva del
significado dominante si el contexto icientemente restrictivo (Simpson y Krueger, 1991;
Tabossi y Zardon, s argumentan una posición intermedia: que los contextos de las oracio-
:leccionan entradas léxicas apropiadas, sino que el proceso de suprimir ; inadecuadas
según el contexto comienza al escucharse la palabra i, 1989).
endo ya esta sección, recuérdese que tanto los modelos autónomos tactivos tienen sus
partidarios y que la evidencia respalda a ambos. La :s si existe apoyo descendente
disponible para el procesamiento inme- )la, ni si algunos procesos son automáticos y
autónomos. Lo que se la microestructura exacta de los acontecimientos en los primeros
cen- ilisegundos de las operaciones en tiempo real. Sólo podemos afirmar larcha la
búsqueda del microscopio adecuado.
era de éstas sería los casos de entrada acústica ambigua en el habla. Utili- no de los
ejemplos de Martin anteriormente, el par de oraciones habladas, do my laundry» [«Será
mejor que haga mi colada»], y «I bet her five do- Me apuesto cinco dólares con ella»],
en el que los segmentos en cursiva se an de forma idéntica. Martin señala que, a menudo,
el contexto lingüístico ' a la región ambigua corrige la ambigüedad. Del mismo modo,
puede que 'ra mal articulada no sea reconocida hasta haber escuchado la mayor parición
que sigue a esa palabra (Connine, Blasko y Hall, 1991; Grosjean, igfield, Alexander y
Cavagelli, 1994). Para hacer posible cualquiera de las s de recuperación, el oyente
tendría que retener la información fonológi- durante un período breve, hasta llegar a la
información clarificadora.
)re el trabajo de Sachs (1967) (Figura 5.4), vimos que el recuerdo de la fonológica
y sintáctica se desvanece a una velocidad mucho mayor que ción del significado.
Cuanto mayor sea la rapidez con que el oyente depresentación proposicional de
una oración, tanto menos dependerá de idamente desvaneciente de los rasgos
superficiales, rgo, como hemos visto, el dinamismo para determinar las relaciones
on la mayor rapidez posible corre el riesgo de un cierre prematuro en ) incorrecto
que tendrá que corregirse cuando se reciba más informa- mente, dimos ejemplos de
oraciones de sendero de jardín, oraciones palabras (intencionadamente o no) llevan
a las personas a tomar un retativo equivocado en un punto de ambigüedad local.
Como vi- dichas oraciones son tan difíciles de comprender que las personas se
nudo convencidas de que son agramaticales y carentes de sentido, lector tiene la
oportunidad de releer un fragmento de una oración itar una confusión en el análisis,
los oyentes no pueden permitirse i (1990) sugiere que sería necesaria una breve
representación del rema superficial de la oración para cualquier expectativa de
reparar el inicial.
Retención de proposiciones semánticas
Una análisis inicial incorrecto no es el único error que puede cometer un procesador de
oraciones, por lo demás eficaz. No menos costosa para la comprensión descendente puede
ser la interpretación errónea inicial de una palabra ambigua léxicamente, como case,
pudiendo interpretarse como «maleta», frente a «caso judicial». Este error llevaría a la
formación de la proposición semántica equivocada, y las proposiciones derivadas de esa mala
interpretación tendrían que corregirse, a su vez, tras descubrir el error. En este caso, una
representación de memoria proporcionaría al oyente tiempo para recobrar el mensaje original
para su interpretación a nivel proposicional. A veces, las proposiciones derivadas de un
pasaje son difíciles de recordar, como cuando la coherencia semántica entre las palabras de
contenido es escasa (Martin, 1990).
Además de poseer la capacidad de corregir errores de análisis, una representación
transitoria de memoria permite que la integración de frases y cláusulas produzca el
significado completo de la expresión (van Dijk y Kintsch, 1983). Cuando la entrada [input]
del habla es particularmente rápida o se halla una palabra desconocida, puede que las
palabras y frases sigan llegando, aun cuando estemos todavía analizando o intentando
integrar lo que ya hemos escuchado. Martin argumenta, de forma bastante razonable, que
resultaría esencial cierta forma de almacén breve de memoria [buffer] siempre que el
procesamiento de las oraciones en curso se demore respecto a la entrada.
600-
400-
200
olegas (un almacén literal que se mide por amplitudes de dígitos o am- alabras) y otra clase
de memoria (memoria para la representación se- raciones ) no lo esté.
E PROCESAMIENTO DE LA COMPRENSIÓN
recido el comienzo de una formulación prometedora de niveles supe- isis más allá de la
sintaxis (Kintsch, 1988; 1994; van Dijk y Kintsch, odelo postula que, en la percepción
activa del habla (o en la lectura), ;üística [ ] se procesa en ciclos segmento a segmento. A
INPUT
medida
que va llegando la secuencia fonológica (u ortográfica), se recodifica rápidamente en
proposiciones (o «unidades-idea») que consisten en un término relacional (el predicado) más
un conjunto de conceptos que ha de relacionarse (argumentos). En la fase siguiente, se
establecen las relaciones entre proposiciones, y esta relación entre proposiciones es
representada por una red denominada grafo de coherencia. En este nivel, se seleccionan las
proposiciones más importantes para la estructura del mensaje y se seleccionan también otras
proposiciones relacionadas con ellas, tomando como base los argumentos comunes. Se dice
que el lenguaje es coherente cuando sus proposiciones constituyentes son ricas en vínculos
referenciales.
El respaldo a la creencia de que las proposiciones son unidades importantes en el
procesamiento de la oración procede del hallazgo de que el número de proposiciones
contenido en los pasajes predice el tiempo medio de lectura por palabra del texto escrito
(Kintsch y Keenan, 1973) y la velocidad de habla a la que pueden comprenderse y recordarse
oraciones enunciadas rápidamente (Stine, Wingfield y Poon, 1986). Se ha mostrado también
que es más probable que se recuerden las proposiciones de niveles superiores de un grafo de
coherencia que las proposiciones inferiores del grafo. Esto se debería a que los items
superiores reciben más ciclos de procesamiento en la memoria de trabajo (Kintsch, 1994).
La importancia de este modelo para la presente discusión es la noción de que, en el
procesamiento del lenguaje, las proposiciones se distribuyen entre oraciones, así como
dentro de las oraciones. La comprensión del lenguaje entre oraciones se denomina discurso.
Volveremos a este tema en el Capítulo 6.
RESUMEN
ACTIVIDADES
1. Una de las primeras técnicas que los investigadores utilizaron para demostrar la
importancia de las cláusulas sintácticas en el procesamiento de oraciones es insertar un
«clic» en una oración grabada y pedir a los oyentes que dijeran en qué punto de la
oración creían se había producido el clic (Garrett, Bever y Fodor, 1966). Explore este
fenómeno sintáctico llevando a cabo un estudio de clics. Primero, forme varias
oraciones (que contengan cláusulas principales y subordinadas) del tipo siguiente: Para
coger el tren, Jorge condujo deforma vertiginosa a la estación. A continuación, cree
un guión escrito con estas oraciones y grabe distintas versiones utilizando una
grabadora corriente. Haga que un amigo le siga con el guión preparado y golpee el
micrófono en varios puntos de la oración (produciendo así un clic que habrá de
detectarse en su experimento). Cree distintas versiones de cada oración haciendo que
su amigo golpee el micrófono dentro de la primera cláusula de la oración, en el límite
entre dos cláusulas, o en algún lugar de la segunda cláusula.
Cuando haya terminado de preparar distintas versiones de estas oraciones,
reprodúzcalas para varios oyentes y pídales que recuerden cada oración y le digan dónde
estaba el clic. ¿Cómo difiere la precisión para detectar la situación del clic en las
distintas versiones de su oración? ¿Cambia este patrón de precisión si se da a los sujetos
un guión para que lo sigan mientras escuchan estas oraciones? Si es así, diga por qué,
basándose en lo que ahora sabe sobre el procesamiento sintáctico.
2. Sachs (1967) mostró que el recuerdo que los sujetos tenían de los significados de las
oraciones es más duradero que su recuerdo de las formas superficiales de las oraciones.
Sin embargo, Murphy y Shapiro (1994) encontraron que, bajo ciertas circunstancias,
los oyentes sí se centran en las formas superficiales de
iciones (por ejemplo, chistes, insultos). Utilice los siguientes métodos ■plicar el
experimento original de Sachs (1967) y verificar si es más pro- ]ue los sujetos recuerden
las formas superficiales de las oraciones cuan- de que éstas importen.
rias historias que centren la atención en la forma superficial de la última pasaje (por
ejemplo, historias que terminen con el efecto de un chiste o )), y varias historias que no
atraigan la atención hacia la forma superfi- tima palabra del pasaje (por ejemplo, historias
que terminen con afir- ctuales como «Envió una carta sobre ello a Galileo, el gran científico
1 igual que Sachs (1967), prepare oraciones de prueba para cada una de is que guarden la
siguiente relación con las oraciones finales del pasara oración, (b) un cambio sintáctico
simple (por ejemplo, transformar :n activa a voz pasiva, o viceversa: «Se envió una carta
sobre ello a Ga- científico italiano»), (c) un cambio semántico (por ejemplo, «Galileo, fico
italiano, le envió una carta sobre ello»),
una oración de prueba a los sujetos después de haber escuchado cada lales que decidan si
la oración de prueba difiere de la que se presentó original. ¿Cómo cambia la precisión
para los distintos tipos de ora- íba y para las distintas clases de historias? Basándose en
lo que sabe imento original de Sachs (1967), ¿por qué habría de ser así? ¿Varía el isión
para todos los tipos de oración diana y de pasajes si presenta las rueba inmediatamente
después del pasaje o tras una demora? De nue- js hallazgos.
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i. El modelo de cohorte.
o que sabemos cuando conocemos el significado de una palabra? Tome- templo, el término soltero. ¿Qué
quiere decir que «Pierre está soltero»? 5 responder fácilmente que significa que Pierre es un varón que no
está ca- pues, «varón no casado» es el significado de soltero. Pero, ¿qué pasa con Es también un hombre
soltero, a pesar del hecho de que ha hecho voto de : nunca? Si pudiéramos modificar nuestra definición para
incluir «varón o matrimonial, y casadero», entonces el Papa no es un varón soltero, re con un hombre
divorciado? Es un hombre casadero y sin vínculo ma- pero no solemos incluir a las personas que han estado
casadas con ante- mque ya no lo estén) en el grupo de los solteros. La tendencia social tam- ica los esfuerzos
por aislar el significado de soltero. Hombres y mujeres
1
La pronunciación de bet her [bet] [h3:r] se asemejaría así a better [beta']. (N. del T.)
CAPÍTULO 6
ORACIONES COMBINADAS:
TEXTO Y DISCURSO
Allyssa McCabe
Universidad de Massachusetts, Lowell
INTRODUCCIÓN
DISCURSO Y TEXTO
Cohesión
Modelos proposicionales de procesamiento del texto
Inferencias
Recuerdos
CONTEXTOS
El discurso como contexto
Factores individuales que afectan al discurso
GÉNEROS
Género narrativo
Género expositivo / explicativo
Humor
CONCLUSIÓN
RESUMEN
PALABRAS CLAVE
CUESTIONES PARA REFLEXIONAR
ACTIVIDADES
Marcadores de cohesión
¡Fantasmas!
Metáforas
DEFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1UCCIÓI\I
camine los siguientes ejemplos extraídos de un discurso real; el
primero resulta de cil comprensión para los abogados que están
a cargo del interrogatorio, pero no :urre lo mismo con el segundo.
No obstante, comprobará que en ambos casos los upos de frases
se encuentran relacionados entre sí. Este capítulo explicará exac-
Tiente cómo comprender dicha relación.
En la sala de un tribunal, un policía perteneciente a la brigada
de homicidios de a gran ciudad testificó como sigue (de Barry,
1991):
licía: Yo llegué allí aproximadamente a las... creo que
debían de ser las 9.45 de la mañana. El sargento E., que
era el oficial que estaba de guardia, me encargó la
investigación del lugar de los hechos. Se decidió en
aquel momento que se iba a llamar a la policía estatal,
estuve esperando más o menos hasta las 12.40... cuando
ellos llegaron eran las 12.10, y les ayudé en la
investigación del lugar de los hechos. Mi compañero hizo
lo mismo. 3gado: ¿ Podría contarle al jurado lo que
observó en el lugar de los hechos? icía: El lugar de los
hechos estaba en la parte... en la esquina noreste de ur
camposanto rodeado de una veija en [nombre de una
iglesia], y en esa parte se encontró... se localizaron dos
cuerpos cerca de la verja... la parte norte de la verja...
En el mismo juicio declaró otro testigo:
gado ¿Y qué ocurrió después de que él dijera eso?
:
igo: Bueno, como ya he dicho, todavía era... porque eso
fue cuando los de
jaron en el suelo y eso.
gado ¿Perdone?
:
igo: Que entonces los dejaron en el suelo.
?ado ¿Quién los puso en el suelo?
:
go: Les mandó dejarlos en el suelo.
»ado Ya...
:
A las víctimas.
Abogado: ¿Le pareció extraño o sospechoso que
Testigo: tuvieran un coche como ése? Testigo: Pues sí,
porque conducía como un loco. Abogado: ¿Quién
conducía así?
DISCURSO Y TEXTO
Un discurso hace referencia a una «exposición prolongada sobre
un tema, tanto escrita como oral» {Ame ri ca n He ri ta g e Dic tio n a ry ,
pág. 376) y un texto se define como «un párrafo, oral o escrito, de
cualquier longitud, que conforma un todo unificado» (Halliday y
Hasan, 1976, pág. 1). Por tanto, ambos términos son sinónimos.
En este capítulo, se abordarán cuestiones relevantes para
textos y discursos tanto orales como escritos; las personas
reaccionan de forma similar a los párrafos conectados de un
enunciado, sin tener en cuenta si tal enunciado es oral (lo que
llamamos característicamente d is cu rso ) o escrito (la
denominación más corriente es tex to , ) (véase Hindi y Hildyard,
1983).
Cohesión
La cohesión se define como un concepto semántico que «hace
referencia a las relaciones de significado que existen dentro de
un texto y que lo definen como tal» (Halliday y Hasan, 1976, pág.
4). Los recursos cohesivos pueden hacer referencia al texto que
los sigue o, lo que es más habitual, al texto que los precede;
este último caso se denomina anáfora. En el primer extracto, el
policía emplea «en aquel momento» para referirse a las «9:45 de
la mañana». En otras palabras, la cohesión se compone de los
distintos recursos que mantienen la unión de un grupo de
frases: la forma en que algunas palabras se refieren a otras
partes del texto (ref e ren c ia ), cuando distintas palabras hacen
referencia al mismo asunto (su sti tu c ió n ), los vacíos que los
hablantes dejan porque saben que los oyentes pueden
completarlos ( el ip s i s ) y los diversos conectores que unen las
frases (co n ju n cio n e s ).
Halliday y Hasan describieron numerosos tipos de cohesión.
El uso de diversas formas de ref er en c ia (véase la Tabla 6.1)
constituye uno de los más destacados. Una vez que se ha hecho
alusión a un personaje o un tema, los hablantes y oyentes pue-
den usar expresiones abreviadas en tanto continúen hablando
sobre ello. La forma habitual de llevarlo a cabo consiste en
emplear un pronombre para referirse al nombre usado
previamente: esta práctica se califica como referencia pronominal.
Por ejemplo, el policía del primer extracto nombra una vez a la
policía estatal, y después emplea la referencia pronominal
(«cuando ello s llegaron»). En el segundo extracto, el testigo hace
uso de la referencia pronominal sin establecer primero de forma
explícita los antecedentes de estos pronombres, un hábito
extendido entre hablantes que proceden de las clases
trabajadoras, quienes esperan que el oyente se imagine a quién
pueden referirse dichos pronombres y colabore así en la
construcción de un intercambio dotado de significado,
(Hemphill, 1989), hábito que, por otra
Tabla 6.1. Tipos de cohesión.
Tipo Ejemplo
deferencia
'ronominal Abby es una buena atleta. Ella baila, corre y va a nadar a diario.
)emostrat¡va Aquéllas fueron las mejores vacaciones que recuerdo.
Comparativa
No es tan listo como yo creía.
Sustitución Le mandó que se levantara. Así\o hizo
lipsis Tiene una voz maravillosa. Yo no [tengo una voz maravillosa].
onjunción Yo creía que esquiaba bien, pero me equivoqué.
;x¡ca La niña balbuceaba desde la cuna. La muy pilla me hizo reír.
Inferencias
Las personas no sólo omiten de forma regular la información que
encuentran, sino que elaboran más información a partir de la que
reciben, realizando inferencias sobre lo que se dijo o se quiso decir,
tomando como base el conocimiento previo que poseen sobre el tema
de la discusión y las reglas del discurso. Las in fer en cia s son las
deducciones o suposiciones que se fundan en la evidencia que brinda
el texto o que se derivan del conocimiento preexistente de una
persona. En el primer diálogo, al inicio del capítulo, inferimos que el
policía vio o miró un reloj porque se refiere a la hora en la que
sucedieron los acontecimientos. ¿Puede usted inferir alguna otra cosa
más de dicho pasaje?
Este tendencia a realizar inferencias puede dar lugar a que los
comentarios posteriores a la ocurrencia de determinado
acontecimiento influyan en nuestro recuerdo. Por ejemplo, Elizabeth
Loftus y sus colaboradores (1980, pág. 45) proyectaron películas a
algunas personas y, posteriormente, les hicieron preguntas sesgadas
sobre ellas (por ejemplo: «¿A qué velocidad iba el coche cuando se
pasó la señal de stop?», o bien: «¿A qué velocidad iba el deportivo
blanco cuando pasó al lado de la granja mientras recorría la carretera
comarcal?»). Los sujetos informaban de que habían visto la señal de
stop o la granja cuando dicha señal era en realidad una señal de ceda
el paso, y no existía ninguna granja. El uso del artículo definido la en
las preguntas de Loftus les incitaba a inferir que habían encontrado
con anterioridad un stop o una granja. De forma similar, la formulación
de esta pregunta a los sujetos: «¿A qué velocidad más o menos iban
los coches cuando se estrellaron (smashed) entre sí?», les induce a
informar que han visto cristales rotos, lo que es ficticio, mientras que
si se emplea el verbo ch o ca r (h i t ) esto no ocurre.
Recuerdos
Esquemas. En 1932, Bartlett publicó un libro que en su momento
revolucionó la manera de pensar de los psicólogos sobre el recuerdo.
Bartlett (1932, p. 44) sostenía que :<resulta adecuado referirse a
cualquier reacción cognitiva humana (percibir, imaginar, ecordar,
pensar, razonar) como a un esfu e r zo en p o s d el sig n if ica d o » . Según él,
la nemoria es activa, constructiva y está determinada mediante
esquemas. Bartlett pro- 'orcionó a sujetos británicos un cuento
popular indio de Norteamérica para que vol- ieran a recordarlo entre
15 minutos y 10 años después de haberlo escuchado. Al re-
roducirlo, los sujetos omitían gran parte del contenido, realizaban
numerosas iferencias, hacían mayor uso de la fraseología británica
contemporánea de la que ha- 'a originalmente en el cuento, y por
éste y otros caminos hacían que se pareciese más un relato
británico. Investigaciones más recientes han apoyado y ampliado los
ha- izgos de Bartlett. Los adultos resumen y recuerdan mejor los
relatos que provienen su propia cultura que las historias de culturas
diferentes cuando dichas culturas po- ;n expectativas claramente
diferentes sobre la forma de relatar estas historias. Tales pectativas
se denominan esquemas (Dube, 1978; Harris, Lee, Hensley y Schoen,
88; Kintsch y Greene, 1978). Los esquemas son, en otras palabras,
estructuras ntales adquiridas mediante de la exposición repetida a
un acontecimiento o durante situaciones sociales cotidianas. Una vez
asimilados, los esquemas guían a su vez a personas en el
establecimiento de expectativas sobre los sucesos corrientes y les
dan a interpretar lo que ocurre y a recordar lo que ha sucedido
realmente en deliradas ocasiones, tanto habituales como atípicas.
Los esquemas, por su parte, se modificados continuamente por las
experiencias.
Gran parte de la evidencia detalla la influencia de los esquemas
culturales es- Ticos sobre la interpretación y el recuerdo de los
relatos. Por ejemplo, cuando s de distintos entornos étnicos que aún
no habían alcanzado la edad escolar, estaban un cuento, lo volvían a
contar dando distintas versiones (John y Berney, >). En un estudio
reciente (Invemizzi y Abouzeid, 1995), niños blancos esta- .idenses y
niños Ponam de Papúa, Nueva Guinea, leyeron dos cuentos europe-
le volvieron a narrar por escrito. Como suele ser típico en los
estadounidenses •os en general, los niños de esta cultura
describieron el marco de la acción, los ecimientos desencadenantes,
los intentos por alcanzar un objetivo, las consejas y el desenlace de
la historia. Por el contrario, los niños Ponam describieron i
recordaban dando detalles extraordinariamente pormenorizados
(cinco veces ue los estadounidenses) sobre el marco de la acción,
los acontecimientos y sus idos, pero para un occidental, parecían no
dar en el clavo, repitiendo rara vez secuencia, resolución o moral de
la historia, ya que ésta última no es algo que nule de manera
corriente en su cultura. Compare las siguientes reproduccio- ■ «¡
Fuego!» (de Invernizzi y Abouzeid, 1995, pág. 14). Obsérvese que el e
del niño protagonista y de algunos objetos se cambiaron por
nombres que
uraciones comDinaaas: rexro y discurso
resultaran más familiares para los niños Ponam que para los
estadounidenses. Aún así, ¿quién cree usted que parece haber
«captado el sentido» del relato?
Niño Ponam:
Érase una vez Kalai y su familia que vivían en una isla. La
madre de Kalai le llevaba con ella a todas partes. Un día,
la madre y el padre de Kalai se fueron a pescar. La madre
de Kalai le dijo: Kalai, tú eres demasiado pequeño para ir
a pescar al mar. Tienes que quedarte en casa con tu
abuelo. Kalai se quedó solo en la playa. Kalai dijo: ¿Qué
podría hacer para que mi familia volviera a casa? Se sentó
y decidió hacer que volvieran a casa. Cogió su laplap rojo y
corrió a la playa y lo agitó para que lo viera su familia y
gritó: Fuego, fuego. Su hermano vio el laplap y volvió a casa.
Cuando llegaron no vieron nada.
Niño estadounidense:
Kalai se puso a correr por la playa de un lado a otro
gritando: Fuego, fuego. Todos volvieron a casa. Al día
siguiente volvió a ocurrir lo mismo. Volvieron a casa otra
vez. Llegó el día siguiente y la casa se incendió. Corrió por
la playa de un lado a otro, pero no vino nadie. Kalai siguió
agitando la bandera. Nadie vino. De pronto, vieron las
llamas y el humo y volvieron corriendo, pero era
demasiado tarde. Todo se había quedado reducido a
cenizas y su hermano le dijo que si seguía diciendo
mentiras entonces nunca vendría nadie cuando pidiera
ayuda.
CONTEXTOS
El discurso como contexto
Contextoy comprensión. El recuerdo depende de la comprensión. Es
decir, no se puede recordar lo que no se ha entendido, un hecho
que los estudiantes harían bien en tomarse en serio antes de
los exámenes. Consideremos el siguiente párrafo:
Financiado gracias a unas joyas empeñadas, nuestro
héroe desafió con gallardía las risas maliciosas que
intentaban impedir su proyecto. Vuestros ojos os
engañan, había dicho, un huevo, y no una mesa es la
representación exacta de este planeta inexplorado. Tres
robustas hermanas buscaban ahora la prueba, avanzando
con brío a través de una vastedad a ratos en calma, pero
poblada las más de las veces de picos y valles
turbulentos. Los días se convirtieron en semanas a
medida que muchos escépticos propagaban temibles
rumores acerca del borde. Finalmente, saludadas con
entusiasmo, aparecieron de la nada aladas criaturas,
simbolizando el éxito momentáneo. (Pasaje usado por
Dooling y Lachman, 1971.)
Sin poseer ninguna información adicional, pocas
personas pueden comprender este pasaje o recordar gran JUO
cosa de él. Sin embargo, quienes son informados de an-
temano de que éste trata de Cristóbal Colón y el
descubrimiento de América, lo comprenden con facilidad y
recuerdan significativamente más; dicho de otro modo, su
esquema de la historia primitiva de América les capacita para
entender y, en consecuencia, recordar este pasaje.
Reglas implícitas del discurso. Paul Grice (1975) enunció cuatro reglas im-
plícitas para el discurso eficiente, conocidas también como máximas
conversa-
¡onales. Estás máximas hacen referencia a directivas concisa? sobre las
pautas que ,an de observarse:
1. Máxima de calidad: los hablantes deben decir la verdad como la
conocen o reconocer las dudas que tengan sobre lo que están
contando.
2. Máxima de modo: los hablantes deben esforzarse por mostrarse
claros e inequívocos, y no prolijos y desorganizados.
3. Máxima de cantidad: dígase todo lo que sea necesario o se
requiera pero nada más.
4. Máxima de relación: los hablantes deben limitarse a lo que es
relevante.
Si bien la mayor parte del tiempo hablantes y oyentes, especialmente
los adul- ;, parecen asumir de forma tácita, aunque
inconscientemente, la aplicabilidad de as máximas, los niños pueden
ser bastante francos cuando creen que dichas má- nas se están
infringiendo. Preece (1992) documenta numerosos ejemplos de
niños ; actúan como críticos frente a las narraciones de otros niños.
En respuesta a un mano que afirmaba que había acariciado a un
pájaro, pero que a menudo se apar- a de la realidad al narrar sus
experiencias, una niña de unos 7 años dijo: «Ya está tando historias;
¡es un exagerado!», lo que constituía su manera de señalar que de
su punto de vista, había infringido la máxima de calidad. Asimismo,
Preece, ?2) observa que si se ponía en entredicho la veracidad de la
anécdota, los na- ores podían esperar preguntas intencionadas («¿
es verdad lo que acabas de :ar?»), incredulidad («¿DE VERDAD?»),
acusaciones festivas de estar brome- ) («¡Nos estás tomando el
pelo!») y acusaciones directas de mentir («¡Pues yo que... es una
mentira gorda!»). Preece (1992, pág. 282) da un ejemplo que pue-
íalizarse para demostrar la reacción de protesta de un niño de jardín
de infancia do un compañero infringió la máxima de modo:
vepman: Papá Noel estaba... estaba intentando hacer como que era
Papá
Noel. Pero entonces volvió a Papa Noel. Yo... ronwyn: ¿
Papá Noel volvió a Papá Noel? ¿Volvió a Papá - Papá Noel volvió
a sí mismo? ¿Qué quiere decir eso? No tiene sentido.
'eece (1992) también da otro ejemplo de lo que podría
considerarse la protesta niño de esa misma edad por la infracción
de la máxima de cantidad. Kepman ió a todo el mundo que iba a
contar el cuento de Lo s t re s c erd ito s y empezó a 3ir a los cerdos.
Bronwyn al principio escuchó tranquilamente pero después pro-
:<Te estás olvidando del lobo... Tienes que empezar otra vez el
cuento», s protestas por la violación de la máxima de relación (por
ejemplo: «¿Qué tie- ver eso [descripción del vehículo con el que la
familia se fue de vacaciones] sitio al que fuimos?») tampoco están
ausentes de las conversaciones a cual- dad.
ibigüedad. El discurso sirve como un contexto, y afecta a la
interpretación 'raciones y palabras, orientando en una dirección
determinada la interprétalo que de otra forma serían palabras o
frases ambiguas. Por ejemplo, algu- ñas oraciones pueden
interpretarse li te ra l me n te (según el uso normal de las palabras) o
fig u ra d a m en te (desviándolas de lo que consideramos su
significado normal para conseguir un significado o efecto
especiales; según Abrams, 1971). El contexto puede incitar a los
lectores a decidirse por uno o por otro (Keysar, 1994). Por
ejemplo, cuando usted leyó por primera vez el párrafo sobre
Colón, probablemente interpretó la frase «tres robustas
hermanas» literalmente, imaginándose a tres fornidas hermanas.
Sólo después de leer que el tema propuesto por el pasaje era el
viaje de Colón habrá interpretado que esa misma frase se refería
de manera metafórica a los tres barcos que componían su
expedición.
Metáforas. Las metáforas constituyen una interesante forma de
discurso que ha merecido la atención de la psicología desde hace unos
20 años, aunque la mayoría de los lectores tan sólo habrá hablado de
ellas en clase de literatura. Por ejemplo, Nathaniel Hawthorne en La
let ra e sca rla ta , compara en un momento dado la belleza de Hester
Prynne con un halo: «Quienes ya la conocían y habían esperado hallarla
apagada y oscurecida por una nube de desastre, quedaron estupe-
factos e incluso sobresaltados al percibir cómo resplandecía su belleza
convirtiéndose en un halo a causa del infortunio y la ignominia que la
envolvían». Aquí la b ell eza es el elemento referido o ten o r de la
metáfora, y h a lo , la comparación implícita, el veh í cu lo de la metáfora.
Era muy hermosa en realidad, pero no poseía ningún halo literalmente
hablando; más bien se compara su belleza con un halo. El mo tivo es el
término empleado para describir la base de la comparación (por
ejemplo, la belleza, que permanece suspendida en lo alto como un
halo: ambos constituyen entidades angélicas).
Por supuesto, cualquier estudiante de lengua sabe que tales
metáforas son habituales e importantes en la literatura. Lo que
convierte a las metáforas en objeto de interés psicológico es que
también son corrientes en los discursos no literarios. Las metáforas
resultan críticas para la ciencia en muchos sentidos (véase Hoffman,
1980, para una revisión). En contextos tan diversos como entrevistas
psicoterapéuticas, debates políticos entre candidatos a presidente y
los escritos de niños y adolescentes, encontramos que en cada 100
palabras está contenida al menos una metáfora nueva (como la de
Hawthorne) y algunas metáforas fosilizadas (por fosilizadas
entendemos que son tan tópicas que no nos damos cuenta de que son
metafóricas, por ejemplo, el «delta» de un río) (Pollio, Barlow, Fine y
Pollio, 1977).
El contexto donde aparece una metáfora afecta a su interpretación
y a su apreciación (McCabe, 1983, en prensa). Los lectores aplauden
la metáfora de Hawthorne no sólo debido a las conexiones
preexistentes entre los conceptos tenor y vehículo, sino también por
su relación con el pasaje completo (por ejemplo, porque transmite la
intención completa del párrafo, centrada en la sorprendente e irónica-
mente angelical aparición de la adúltera Hester Prynne, condenada al
ostracismo). Los mismos principios se aplican fuera de las situaciones
literarias. Consideremos el siguiente incidente donde hizo su aparición
otra metáfora igualmente apropiada. Una guardería muy conocida
contrató a un nuevo director, quien introdujo algunas innovaciones
educativas. Muchos de los padres que desde hacía algún tiempo
llevaban a sus hijos a dicha guardería, se alarmaron por lo que
supuestamente constituía un alejamiento de los valores educativos de
los que el colegio había hecho i durante años. El director convocó una
reunión para hablar sobre la preocupación os padres, pero en su
transcurso, la indignación de algunos fue en aumento. Para :iguar su
enfado, uno de los miembros del personal propuso una metáfora: «Nos
entamos,» — dijo — , «a un choque entre los valores educativos
conservadores y rales. Entre ustedes están los que son conservadores,
que no desean cambiar este gio en absoluto...». El hombre no pudo
añadir nada más. Los así llamados padres ;ervadores saltaron
protestando que en su vida habían votado nunca a los repu- mos, que
habían tomado parte en muchas manifestaciones, etc. Por desgracia,
el culo que eligió esta persona —la opinión política— se enfrentaba
tan directa- te con las opiniones políticas reales de este grupo que el
tenor —la práctica edu- ra de la guardería— se olvidó por completo
durante un rato. Los contextos del rrso influyen con fuerza en el
significado de los términos, y la comunicación iva debe tener en cuenta
estos factores contextúales.
ronía. La ironía es otra de las formas del lenguaje figurativo que
ilumina la irtancia del contexto para el significado. Consideremos el
caso de un hablante lirige un insulto irónico: «Eres un buen amigo» a
alguien que no lo es. Dews y ler (en prensa) dan cuenta de todo lo
que ocurre en el proceso de interpretación te enunciado para que
signifique lo contrario de lo que literalmente expresa. ;an diversas
teorías actuales que comparan la comprensión de las formas lite- y
no literales y argumentan a favor de un modelo de procesamiento
del len- de significado múltiple. Según este modelo, los significados
tanto literales no literales se derivan y deben procesarse o bien
simultáneamente o en otro . El contexto, sin embargo, puede afectar
al orden de procesamiento. Una in- ción que suponga tomar
conciencia sobre una determinada actitud irónica del ite hacia el
tema de un comentario, puede disparar automáticamente la eva- n
crítica pretendida, antes de que el hablante se dé cuenta de que
entra en con- con el significado literal positivo de las palabras
emitidas en realidad.
:tos de habla.Como señalaron Austin (1962) y Searle (1969), los
hablantes i lengua con muchos propósitos: para informar, preguntar,
mandar, agradecer, Darse, felicitar, prometer, ofrecer y casarse con
alguien. Cuando un sacerdo- ara a una pareja marido y mujer o un
juez sentencia a una persona a un pele prisión, en su calidad de
hablantes llevan a cabo una acción bastante dra- con estas
palabras. La mayor parte del tiempo, sin embargo, las acciones que
utan mediante el habla son mucho más sutiles y mucho menos
inmediatas. Si :ntes no perciben la función que se pretende dar a
una enunciación, los ha- considerarán que no se ha entendido el
mensaje, aunque se hayan recono- das las palabras emitidas, así
como su forma sintáctica. Los actos de habla >s se definen como
aquellos que emplean las formas sintácticas habituales dificar las
funciones lingüísticas usuales para las que están específicamente
los. Es decir, los hablantes usarán frecuentemente la forma
declarativa para ir a los oyentes. Por ejemplo, un testigo podría
declarar: «El cuerpo estaba ndo yo llegué». Para pedir información
emplearán característicamente la for- rrogativa. Por ejemplo, el
abogado del extracto inicial pregunta: «¿Quién los el suelo?». Las
formas imperativas constituyen la forma más directa de
mandar a alguien que haga algo, como en: «Coloque la mano sobre la
Biblia y jure decir la verdad, toda la verdad>y nada más que la verdad».
Algunas veces los hablantes eligen no usar la forma sintáctica que
va más estrechamente asociada a su propósito. Un acto de habla en el
que el significado literal de una frase no es lo que los hablantes
intentan comunicar se denomina a cto d e h a b l a in d i rec to . En un momento
dado del testimonio al comienzo de este capítulo, el abogado dice: «¿
Perdone?», pero no está intentando disculparse con el testigo sino
pedirle que aclare la afirmación que ha realizado previamente, pues no
era lo suficientemente explícita como para que él la entendiera.
Muchas veces dar una respuesta al significado literal de estos actos
de habla indirectos resultaría cómico. Consideremos cómo hubiera
reaccionado el jurado si el testigo hubiera dicho: «Está perdonado», en
vez de intentar proporcionar la información adicional que pensó que le
estaba pidiendo el abogado.
Otros ejemplos corrientes de los actos de habla indirectos incluyen
el uso de preguntas sobre la capacidad o disposición del oyente para
realizar determinada acción, o afirmaciones sobre las circunstancias
que motivaron en primer lugar la petición del hablante. Por ejemplo, un
hablante podría decir: «¿Puedes sacar la basura?» o «¿Vas a sacar la
basura?» o también: «El cubo de la basura está lleno hasta los bordes»,
en vez de emplear: «Saca la basura» para mandar a alguien. Deborah
Tannen (1990) revisó los estudios que establecían las preferencias de
género en cuanto a la conveniencia de usar actos de habla directos
frente a indirectos para controlar las acciones de los demás.
Concretamente, los niños y los hombres tienden a mandar de una
forma bastante directa a quienes tienen alrededor: «Coge el este-
toscopio». Por el contrario, niñas y mujeres tienden a preferir formas
menos directas: «Vamos a jugar a los médicos y usamos el
estetoscopio», o: «Vamos a sacar la basura». Tannen señala que las
mujeres hacen uso de estas formas indirectas para evitar
enfrentamientos con los oyentes, pero esta estrategia a menudo no
consigue el resultado deseado cuando usan las formas indirectas con
los hombres. Estos perciben que las mujeres están intentando
conseguir que hagan algo pero por medio de rodeos y sin decírselo
claramente, con lo que a menudo se sienten manipulados y
amenazados por lo que ellos consideran una estrategia tortuosa.
Cortesía. Brown y Levinson (1978) dieron comienzo a una riada de
investigaciones con un artículo donde afirmaban presentar un modelo
universal de cómo los hablantes actúan para «proteger su imagen» a
través de diversas formas de cortesía hacia los oyentes. «Imagen» es
el aspecto bajo el que los hablantes quieren presentarse a sí mismos
ante otros, una poderosa posesión emocional que puede perderse,
mantenerse o realzarse en las interacciones sociales. La cortesía
significa actuar de tal modo que se tengan en cuenta los sentimientos
de los demás e incluye tanto las acciones que conciernen a la ima g en
p o si ti va (el deseo de ser aceptado) como a la n eg a t iva (el deseo de de
actuar sin estorbos, de permanecer libre de ataduras o de que nos
dejen en paz). Las relaciones de poder entre individuos, la distancia
social entre ellos y el grado de imposición que podría estar implicado
entre unos y otros gobiernan la cortesía. Una forma de cortesía
negativa consiste en minimizar las peticiones usando las formas
indirectas que comentábamos en la sección previa. Otras formas se
listan en la Tabla 6.2.
'abla 6.2. Tipos de cortesía.
ortesía positiva
1. Advertir o prestar atención al oyente: «Te has cortado el pelo». >. Exagerar el interés,
aprobación o compasión por el oyente: «Es una verdadera lástima que perdieras el tren».
I. Intensificar el interés del oyente: exagerar hechos o narrar historias en tiempo presente.
. Usar marcadores de identidad propios del grupo: «Eh, tío, ¿qué pasa?».
. Buscar la conformidad: seleccionar temas seguros donde no se esperen discrepancias.
Evitar el desacuerdo: «No sé a quién voy a votar».
Presuponer, evocar, afirmar el terreno común: charlar antes de ir al grano; presuponer
conocimientos compartidos: «Los Sox estuvieron geniales». Bromear: como respuesta a una
larga lista de tareas que deben llevarse a cabo: «Así que vas a descansar este fin de semana».
Afirmar o presuponer conocimiento y preocupación por los deseos del oyente: «Sé que querrías
ayudarme a solucionar esto si pudieras, así que por eso he venido».
Ofrecer, prometer: «Mira, te prometo que pasaré a visitarte cuando vaya a Boston».
Ser optimista: «Te quedarás con el niño, ¿a que sí?»
Incluir al hablante como al oyente en la actividad: «Vamos a sacar la basura».
Dar o pedir motivos: «¿Por qué no salimos a comprar una pizza?».
Asumir o declarar reciprocidad: «Hoy te toca a ti preparar el café. Yo lo hice lyer».
iegalar cosas al oyente: simpatía, comprensión, cooperación, bienes.
sía negativa
er convencionalmente indirecto: «¿Me podrías pasar la sal?».
■eguntar con evasivas: «No sé si podrás ayudarme».
jr pesimista: «No sé si se acordará de que me dio clase hace cinco años».
inimizar la imposición: «¿Puedo quedarme contigo un ratito más?».
¡r deferente: «Debo de ser muy torpe. ¿Podría ayudarme a arreglar esto».
sculparse: «Perdona, ¿te importa moverte un poco?».
personalizar al hablante y al oyente: «Los profesores tienen que evaluar a los
:udiantes en función del trabajo que reciben de éstos».
Doner el acto que amenaza la imagen como una regla generalizada: «Aquí no
puede fumar».
stantivar: «Su actuación en los exámenes ha sido mala» frente a «Ha hecho I los exámenes».
ar constancia de la deuda en la que el hablante incurrirá o de que no se hará dar al oyente en
deuda: «Si tú... te lo agradeceré eternamente».
Craig, Tracy & Spisak, 1986.
Los ejemplos de la Tabla 6.2 deberían dejar claro que las formas de
la actuación cortés son a veces prolijas e implican una mayor inversión
de tiempo y esfuerzo de lo que supondrían las formas directas. Así, el
discurso cortés a menudo infringe las máximas enunciadas por Paul
Grice (1975) para el discurso eficiente que se mencionaban
anteriormente. Deese (1984, p. 41) señala que en el discurso público
en los plenos del ayuntamiento o en las entrevistas de los programas
de radio, los hablantes emplean frecuentemente formas sintácticas
innecesariamente elaboradas en aras de la cortesía y de «proteger la
imagen» (por ejemplo, «Yo siento que usted cree realmente que somos
conscientes de sus problemas»). Es evidente que muchos hablantes
creen que la cortesía y el «proteger la imagen» merecen un esfuerzo
extra considerable. Los padres dedican muchos esfuerzos a la
socialización de sus hijos en diversas actos rutinarios de cortesía (por
ejemplo, «¿Qué se dice?» [para enseñar a decir 'gracias' y 'por favor'])
desde la más tierna infancia (Glason Perlmann y Greif, 1984).
Aunque se puede sostener que la cortesía constituye una
preocupación universal, las tradiciones registran marcadas diferencias
entre culturas (Brown, 1987). Tomemos el caso de una mujer chino-
estadounidense que visita China. Un diplomático chino la estaba
guiando en su viaje por el país. En un momento dado, empezaron a
cruzar una calle muy concurrida. De pronto, la mujer se dio cuenta
horrorizada de que un camión se acercaba directamente hacia ellos
ocupando toda la calle. Imagine su sorpresa cuando escuchó la
indicación del diplomático: «No se le ocurra mirarle. ¡Deje que él nos
evite a nosotros!». La mujer americanizada encontraba casi
incomprensible este afán tan peligroso por salvaguardar la imagen
aunque reconociera que esta preocupación es algo típicamente chino.
Mao (1994) sostiene que las nociones chinas de imagen no realzan el
yo tanto como sugiere la definición de imagen de Brown y Levinson.
Mao alega, en cambio, que la imagen china codifica una reputación
honorable que los individuos consideran como propia en la interacción
con otros miembros de su comunidad. Más aún, una parte de las
nociones chinas de la imagen - mia n z i - no llega a captarse por completo
si se trata en términos de imagen negativa o exigencias de libertad de
acción; más bien debe enfocarse en términos de la propia exigencia al
respeto o prestigio dentro de la comunidad. Y, aunque otro aspecto de
la nociones chinas de imagen - lia n - manifiesta una semejanza su-
perficial con la imagen positiva, constituye una preocupación mucho
más seria; si alguien pierde el lia n , es muy probable que sea censurado
por la comunidad, ya que su conducta se considerará extremadamente
desagradable e incluso inmoral.
24
Término que hace referencia a una mujer que contrae matrimonio con un militar de una nación extranjera, especialmente
cuando le ha conocido en tiempo de guerra. (N. de la T.)
diferencia entre un dialecto y una lengua no está tan clara, sin
embargo. Por ejemplo, el italiano y el español son lenguas diferentes
pero no por ello resultan menos comprensibles entre sí. El mandarín y
el cantonés
3n inteligibles entre sí, aunque ambos se consideran dialectos del
chino. Un Unta ingenioso comentó que un dialecto se convierte en
lengua cuando sus ha- tes consiguen tener un ejército propio (Foss y
Hakes, 1978, p. 5). Desde un punto de vista lingüístico, todo dialecto
—como toda lengua— cons- e un sistema fuertemente estructurado,
no una acumulación de errores pro- dos por los intentos fallidos de
los hablantes de dominar el dialecto estándar, ¡festar preferencia por
un dialecto sobre otros supondría incurrir en un «chorno dialectal», de
la misma forma que preferir la lengua materna propia a uier otra se
consideraría «chovinismo lingüístico».
ingüistas como Labov (1972) ya destacan que los dialectos como el
inglés ver-
0 afroamericano poseen una lógica y un conjunto de reglas tan
complicadas el inglés estándar. Las diferencias entre dialectos están
relacionadas con la ■a en que se lleva a cabo el intercambio entre la
tarea que el hablante tiene que ir (por ejemplo, emplear dos marcas
de plural, la primera en el pronombre y la da en el verbo: él vi en e frente
a ello s vien en , y la que tiene que realizar el : (escuchar con atención y
captar todos los aspectos de la conversación donde limación no se
presente en forma redundante). El inglés afroamericano ver-
1 presenta ciertas redundancias de las que carece el inglés
estándar (por ejem- negación debe marcarse por lo menos dos
veces, como en / a in 't n eve r lo s t a S u n ca he perdido n in g u n a pelea]) y
omite alguna redundancia que el inglés ir sí requiere (por ejemplo, el
verbo copulativo en S ta n h er e rig h t n o w [Stan tquí ahora mismo]).
ichos hablantes de inglés aprenden a alternar dialectos para
acomodarse a la in, hablando inglés estándar en el colegio, por
ejemplo, y su dialecto familiar amigos y familia. De hecho, los
lingüistas a veces son los únicos que consi- quivalentes a los
dialectos. La controversia suscitada en 1997 en Oakland, Ca- , a raíz
de la adopción del Ebonics (técnicamente conocido como in g lé s v er -
a fro a me ri ca n o , Af ri ca n - Ame ri ca n ve rn a cu la r En g li sh o AAVE) como
lengua en su sistema educativo ha puesto dolorosamente de
manifiesto las ias percibidas en relación al prestigio de los dialectos.
A un nivel menos con- George Bernard Shaw estudió la diferencias
de prestigio entre dialectos en o n , su famosa obra, y en la versión
musical de ésta, My fa ir la d y.
rencias de clase social. Bemstein (1974) argumentó que las clases
sociales altas utilizan un código elaborado en el discurso, que supone
que existe es- irmación compartida entre hablante y oyente, y, por
tanto, expresan minu- íte todos los detalles, de tal forma que el
propio discurso comporte la infor- íecesaria. Por el contrario,
Bernstein alegó que los hablantes de clases ocioeconómicamente
más bajas emplean lo que él denominó un código res- En este código,
los hablantes con frecuencia omiten especificar los refe- los
pronombres antes de usarlos. Como ya se ha observado
anteriormente, ites que emplean el código restringido esperan que
los oyentes pongan de su comprender lo que se dice (Hemphill,
1989). Por ejemplo, el testigo del serado en la escena del tribunal
al principio de este capítulo puede haber peños abogados ni
siquiera estaban intentando comprender lo que estaba con- ido ha
dicho: «...entonces fue cuando los pusieron en el suelo».
Rol. El uso de un código restringido puede también estar
asociado con el rol asignado a una persona en una situación
determinada. Por ejemplo, aunque el policía que está
testificando en el extracto inicial empleaba claramente un
código elaborado, si hubiera sido el acusado en vez de un
testigo experto, podría haber prestado declaración usando el
código restringido que, a menudo, caracteriza a los individuos
cuando se hallan amenazados, intimidados o en situaciones de
relativa impotencia —particularmente en situaciones donde son
conscientes de que sus palabras pueden ser usadas en contra
suya (Barry, 1991)—. Lo siguiente es lo que un policía manifestó
en una vista oral donde él era el acusado:
«Según tenía yo entendido, K. B. le había dicho dónde
estaba el arma.»
El juez solicitó la aclaración de varios puntos («¿Quién le
había dicho a quién dónde estaba el arma?») y, finalmente,
ordenó al patrulla que usara nombres completos a fin de no
desviarse de los hechos.
GÉNEROS
El discurso y el texto adoptan formas distintas y existen muchas
maneras de clasificarlas. Para referirse a estas formas de
discurso, los investigadores se han apropiado de un término
proveniente de la crítica literaria: género, que significa «forma
literaria» (Abrams, 1971).
Género narrativo
Durante los últimos 20 años, uno de los géneros —la narrativa—
ha recibido una atención considerable. Las narraciones, como
se define en McCabe (1991, pp. 1-2) normalmente se ocupan
de los recuerdos auténticos o fingidos de algo que ha ocurrido,
y, por tanto, en su mayor parte utilizan el pretérito. Algunas, sin
embargo, son hipotéticas, narraciones en fiituro, y otras se
narran usando el presente histórico. Las narraciones contienen
a menudo una secuencia cronológica de acontecimientos pero
algunas tan sólo comprenden un hecho o avanzan a saltos en el
tiempo. La narración supone un tipo de lenguaje aunque
algunas narraciones son musicales, pictóricas o dramas sin
palabras. Las narraciones contienen información descriptiva,
orientativa, (por ejemplo, E sto o cu rr ió h a ce u n a ñ o má s o men o s ) y
evaluaciones (por ejemplo, Es ta b a r ea l men te a su st a d o ), así como
información acerca de las secuencias de la acción (por ejemplo,
S e r esb a ló co n e l h i elo y fu e d e s li zá n d o se h a s ta e l ext re mo d el p o rch e ).
Las narraciones pueden adquirir diversas funciones muy
importantes (McCabe, 1996):
1. Las narraciones hacen posible que las experiencias de las
personas cobren sentido en una forma que resulte
culturalmente satisfactoria. Por ejemplo, si una mujer
tiene un accidente de coche, es probable que la primera
vez que hable de ello, se muestre bastante incoherente.
Tras comentar su expe- rienda con algunos amigos
comprensivos que le hagan preguntas y realicen alguna
inferencia sobre lo que debe de haber ocurrido, su relato
se volverá mucho más coherente, reflejando el hecho de
que ahora ha dado un sentido a esta vivencia.
2. Las narraciones presentan al narrador bajo una determinada
perspectiva (como héroe o como víctima).
3. Las narraciones convierten los acontecimientos del pasado en
presente y transforman los conceptos abstractos en algo vivo.
Muchos periodistas, historiadores, psicólogos y otros han
entrevistado a las víctimas del Holocausto a fin de convertir aquel
evento histórico en algo presente y vivo para los más jóvenes.
4. Las narraciones forjan relaciones. De hecho, uno de los índices de
su intimidad con otro individuo es la cantidad y el tipo de
narraciones que conoce sobre su vida. (McCabe, 1996.)
La manera de narrar depende de muchos factores, incluida la
audiencia; el sig- cado de esas narraciones se construye al unísono
entre la audiencia y el narrador shler, 1986).
Los niños empiezan a narrar recuerdos a los dos años de edad,
aproximada- íte (Nelson, 1989; Sachs, 1982) y proceden al desarrollo
de sus capacidades na- ivas en los siguientes años de vida (Peterson
y McCabe, 1983). Al principio, la ación tiende a consistir en el relato
de un acontecimiento cada vez. Por ejemplo, niña pequeña de dos
años anunció a su madre: «Dije hola al niño grande», in- íándole de
que acababa de saludar al camarero. A los 31 meses, los niños email
a encadenar dos acontecimientos pasados. Por ejemplo, una madre
pregun- su hijo de 31 meses: « ¿ Te ha gustado el perrito?». El
respondió: «Me lame la lia». Ella se hizo eco de la respuesta: «¿Te ha
lamido la rodilla?» Su hijo con- >: «Sí. Y el perrito vien e d e tr á s» .
\ los tres y cuatro años, los niños ya colocan más de dos
acontecimientos se- ds, pero es frecuente que lo hagan de forma
errática, infringiendo la cronología, • adiciéndose o excluyendo
acontecimientos importantes. Examinemos la si- íte narración que un
niño hizo a un amigo de sus padres cuando tenía tres años co meses:
.migo: ¿Qué hicisteis cuando fuisteis de picnic?
icky: Jugamos al escondite. Estábamos perdidos en el bosque.
Encontramos setas. Ya no estábamos perdidos.
los cinco años, los niños casi siempre cuentan historias siguiendo un
orden :to, pero a menudo terminan de forma prematura en el climax
emocional de la :ión. El climax en las siguientes narraciones
comprende recibir una inyección, ve que al final de la historia de
Larry uno se encuentra insatisfecho porque no ;a a averiguar cómo
le fueron las cosas al chico en el hospital:
rry: Y, eh, eh, y, eh, ¿ quieres oír otra? ¿ De cuando fui al
hospital?
itrevistador: Claro.
Larry: Bueno, no me gusta ir al hospital, y, y tenían que
operarme de
a n g in a s. Ne me ponía bien de las anginas. Ves, había un
poco de comida que no me bajaba y tenía que tomar
leche y es que...
Entrevistador: ¿No te bajaba la comida?
Larry: Sí, y tenía que tomar leche. Justo aquí, dos bultitos que
eran los
que me daban el problema. Y yo no paraba de tener
dolor de garganta y catarros u n mo n tó n d e v ece s así que
fuimos y me las sacaron. Jo, y fuimos muy pronto. Nadie
se había levantado. Nadie, nadie se había levantado
menos nosotros cuando me hicieron la operación por la
mañana cuando no había nadie levantado. Menos yo y
mi papá y mi abuela. Nadie, y mi hermano. Eso, y, ellos
eran los que estaban levantados y nadie más menos los
del hospital que sí estaban. Tuve que esperar unas
horas pero, pero mientras estaba allí, me trajeron
cuen... cuentos de la biblioteca. Y, y luego vino la
médico — era una chica médico — y me puso una
inyección como un mosquito que te pica. De todos
modos, una picadura no la notas, pero fue como si ella
me pusiera una.
A los seis años, en la cultura de los estadounidenses blancos, los
niños sí continúan para proporcionar un final después del climax, como
en la siguiente narración (donde el climax se presenta en cursiva).
Obsérvese que la narración se refiere a una experiencia particular (la
ocasión en que el narrador fue al hospital), algo típico en los niños
estadounidenses blancos:
Entrevistador: ¿Has estado alguna vez en el hospital?
Donald: Ahá.
Entrevistador: ¿Has estado? Cuéntame algo de eso.
Donald: Estuve cuando me comí el pegamento. Pero eso fue
cuando te
nía un año o dos. Tuve que ir al hospital. Me dieron no sé qué pastillas para
que lo devolviera todo. Después volví a casa. No tardé casi
nada [en devolver] . Sólo tardé un minuto o así, yo, —
yo, yo, creo— creo que es porque si las pastillas no te
hacen nada, tienen que, tienen que operarte. Y no me
tuvieron que operar.
Hacia los seis años, por tanto, los niños realizan una narración, que
cumple con los requerimientos básicos de las formas canónicas de su
cultura (Berman, 1996; McCabe, 1996, Peterson y McCabe, 1983). Sin
embargo, las narraciones constituyen construcciones complejas y las
culturas se diferencian en el valor que otorgan a los diversos aspectos
de la construcción narrativa, en concreto a la longitud preferida, al
número de experiencias que se comentan de forma característica en
una narración y al énfasis relativo sobre los componentes de la
narración.
En Japón, por ejemplo, se prefieren las narraciones que no sean
prolijas y que relacionen varias experiencias similares (Minami y
McCabe, 1991) como hace el si- guíente niño de ocho años. Las
palabras entre paréntesis eran pronombres y sujetos omitidos por el
hablante, una práctica conocida como elipsis que se utiliza con fre-
cuencia en el Japón (Clancy, 1980). A los niños japoneses se les
enseña desde muy pronto a confiar en la empatia del interlocutor, para
que no haya que hacer explícitos todos los detalles de lo que se desea
comunicar:
La primera (inyección), bueno, (me) la pusieron en Ehime, y eso.
Dolió mucho. La segunda (inyección), bueno, sabía, bueno, iba a
doler, y eso. Y bueno, no dolió tanto, sabes. La siguiente no dolió
mucho tampoco. Y la última, no me dolió nada.
En las comunidades afroamericanas, muchos hablantes valoran las
narrativas teatrales que también establecen una conexión temática
entre diversas experiencias. En este contexto cultural, por ejemplo, se
valora la longitud, como se desprende de la siguiente narración de
Vivían, una niña de nueve años (Cradock-Willis y McCa- be, 1996):
Ya habíamos ido antes al dentista, para sacarme un diente y el
dentista dijo: «No te dolerá nada». Y era mentira. Me dolió. Me
dolía tanto que no podía parar de gritar. Yo no sé qué parecía. Yo
decía: «Ay, me duele». Y él me dijo que no, que no me iba a doler.
Así que la última vez que fui al médico, me puso ese spray. Este
doctor me puso spray en la boca y el diente apareció en su mano.
Me durmió y luego me desperté. Utilizó unas tenazas para sa-
carlo y yo ni me enteré. Le pregunté a mi hermana que cómo lo
había sacado.
Ella me dijo: «Con unas tenazas». Yo dije: «Qué va, ha usado
un spray». Ella dijo: «Que no, que ha usado el spray para dormirte y
luego te lo ha sacado con las tenazas». Y yo me quedé: «Hala, no
me lo puedo creer». Te juro por Dios que estaba tan
impresionada. Era tan impresionante que tuve que ir a verlo por
mí misma. Y luego le pregunté también a él. Y me dijo: «Sí, usé
unas tenazas para sacarte el diente y te dormí para que no te
dieras cuenta. Así es como lo he hecho». Y yo me quedé:
«Buuuf». Y después vi cómo le quitaban el diente a mi hermana.
Yo estaba buuuf, porque también la durmió para sacarle el
diente. Le sacaron el diente el mismo día y yo tenía miedo.
Estaba eejemm. Tenía en la boca una montaña de algodón y lo
estaba mordiendo porque tenía que sujetarlo para que no me
sangrara. Un día que estaba en el colegio, me saqué yo un
diente. Lo mojé con agua caliente por la noche antes de ir al
colegio. Estaba haciendo un examen. Y se me cayó justo cuando
estaba terminando el examen. Mi profesor me preguntó que si
estaba sangrando. Yo le dije: «No, no está sangrando, porque le
he puesto agua caliente». Y mi primo igual, quería sacarse un
diente, y no sabía qué hacer, así que le dije: «Yo soy una Experta
Sacadora de Dientes. Sácate tú el diente. Pero si necesitas que
te lo haga alguien, llámame y yo te ayudo».
Obsérvese que tanto la longitud de la narración como el número de
experiencias ales que relata resultan necesarias para dejar claro el
punto principal; hacia el fi- estamos todos completamente de
acuerdo en que es una Experta Sacadora de ites.
Aunque los miembros de la familia aparecen con frecuencia en las
narraciones s niños de todas las culturas, desempeñan un papel
especialmente importante uchas narraciones contadas por niños
hispanohablantes (Silva y McCabe, ), como en el siguiente
extracto de una niña salvadoreña de siete años:
«Bueno, estaba en el hospital, en el Hospital General de
Massachusetts —donde trabaja mi tío Roberto—. El que tiene
dos niños que no son gemelos, pero que son sólo dos niños, por-
que primero nació Robertico, que se llama como su padre y luego
nació Cristopher...
Pero mi tío Roberto tiene un perro que es uno de esos alemanes,
y ya tiene dos meses. Y ahora, porque la mamá se llama
Butterfly. La tiene un hombre que se llama, que también es mi
tío, y se llama Juan. Y por casualidad le dio ese perro. Pero
resulta que ese perro muerde a Alex porque corre, y le muerde
mucho. Le ha mordido aquí, y también le muerde en la cara y aquí
en los brazos.»
Cuando los niños y los adultos hispanohablantes contaban una
historia a partir de un libro de imágenes mudas, dedicaban mucha
atención al escenario, es decir, a las descripciones estáticas de los
lugares más destacados; con mayor detenimiento que otras culturas
(Berman y Slobin, 1994). En otras palabras, el papel central de las ac-
ciones, tan prominente en las narraciones anteriores de los niños
afroamericanos y los estadounidenses blancos, posee menos
importancia en algunos tipos de narraciones efectuadas por niños
hispanohablantes de diversas culturas en Estados Unidos.
Las diferencias culturales impregnan de varias maneras las
diversas formas de contar historias. Por ejemplo, y más que en ninguna
otra cultura, los alemanes de cualquier edad persisten en en el uso del
presente simple en la narración (Bamberg, 1994). Al componer una
historia a partir de las imágenes de un libro sin palabras, la práctica
alemana típica se ejemplifica mediante el siguiente fragmento
procedente de un adulto (y traducido al español preservando en lo
posible el orden de las palabras):
«Y cuando a la mañana siguiente Hans y el perro se despiertan,
se dan cuenta con gran temor de que el señor Sapo a través de
la ventana abierta que se ha escapado.»
Si estudiamos de cerca la manera en que los niños de lenguas
maternas diferentes cuentan historias a partir del mismo libro de
imágenes mudas, podemos comprobar cómo aprenden activa e
intensamente a usar los tipos de construcción lingüística para fines
interpersonales y sociales (Bamberg, en prensa).
En los primeros años de la escuela primaria, los niños cuentan
historias adaptándose a determinados esquemas culturales que a su
vez determinan cómo escuchan y recuerdan las historias que oyen,
como ya se dijo anteriormente. Los niños aprenden esencialmente
modos particulares y culturalmente específicos de «pensar para
expresarse» (Berman y Slobin, 1994).
El desarrollo de la narrativa continúa durante la adolescencia,
aunque se conocen muchas menos cosas sobre este período. Los
adolescentes echan mano de las narraciones para usos como las
habladurías, donde juzgan a los compañeros a sus espaldas (Eder y
Enke, 1991, pp. 499-500), como ocurre en la siguiente conversación
entre dos chicos de séptimo curso:
Barry: Sí, Tommy Payson (el hijo del entrenador). Es un memo.
Johny: ¿Quién es?
Barry: Tommy Payson, estaba en mi equipo. Es un memo. Le vi en
el cine con una chica. Iba así (imita a un chico de andares
presuntuosos y engolados), andando por ahí. Madre mía.
(Todos se ríen)
Johny: Ya pero, ¿juega bien?
Kevin: La verdad es que no.
Barry: No. Se pone zapatillas de baloncesto para el entrenamiento
de béisbol.
Es bastante raro.
Kevin: Top Tens. Barry:
Eso. Kevin: Bastante raro.
Barry: Bastante raro.
Humor
El humor o los juegos verbales podrían considerarse un tercer género.
Al igual que ocurre con la explicación y la narración, el humor es
conceptualmente distinto pero, en realidad, se superpone a menudo a
la explicación y a la narración. Incluso los niños de guardería dedican
largos ratos de charla a jugar con los sonidos, las palabras, a la
interpretación de diferentes papeles y al humor verbal (Ely y McCabe,
1994). Una niña pequeña usaba un juego de palabras repetitivo para
hacer reír a sus compañeros de clase: «Yuck, I hate bananas. They're
icky, they're slimy, they're gooey» [Puaj, odio los plátanos, son
asquerosos, son pegajosos, son viscosos]. Otros niños recitan rimas
tradicionales infantiles o cantan canciones como «Rain rain go away»
[Vete lluvia, vete] o «Clean up» [A limpiar]. En la interpretación de
papeles, los niños adoptan registros, variantes de la lengua usadas
típicamente en determinados contextos sociales o con determinada
clase de oyentes, como el registro del habla para los bebés, el registro
del maestro, o el de diversos animales. Con sus juegos, en otra
palabras, los niños demuestran el conocimiento floreciente de los tipos
de lengua asociados con escenarios concretos o roles sociales, tanto
generalizados (por ejemplo, el habla genérica de los doctores) como
particulares (por ejemplo, imitando a Kimberly, una Power Ranger). Por
último, el humor verbal incluye las tradicionales adivinanzas, las
réplicas ingeniosas, y los comentarios originales como: «Lo que más
me gusta de mí es que se me caen los dientes muy rá
pido». Por supuesto, aunque el objetivo aquí es conseguir hacer reír a
la audiencia y no dar información (charla explicativa) o contar una
historiá, muchos chistes y adivinanzas son explicaciones («¿Por qué
cruzó el pollo la carretera?») o historias («¿Te he contado alguna vez
cuando...?»).
ALUSIÓN
Los hablantes han de demostrar a otros hablantes de su comunidad
no sólo que saben cómo estructurar una oración, sino también que
saben usar el lenguaje apropiado para una situación dada — que
saben cómo y cuándo contar una historia, cómo tomar el turno en una
conversación, comprender actos de habla indirectos y otros no
explícitos — , en resumen, demostrar su competencia negociando
todos los aspectos del discurso que hemos tratado en este capítulo.
Para ser aceptado por los compañeros, hay que demostrar lo que se
ha dado en llamar competencia comu- licativa (Hymes, 1972). Incluso los
niños se forman una impresión de las caracte- ísticas de la
personalidad basándose en el estilo del discurso de otros niños
(Hemp- lill y Siperstein, 1990).
LESUMEN
LABRAS CLAVE
urso Análisis
o (parsing)
isi Macroproposi
ón ción M
or icroproposició
a n Esquemas
*encia Máximas
pronominal conversacionales
osiciones Metáfora
Ironía Género Narración
Actos de habla Paradigmático
Cortesía Discurso expositivo
Alternancia de Charla explicativa
códigos Dialecto Competencia
Código elaborado comunicativa
Código
restringido
ACTIVIDADES
Marcadores de cohesión
Encuentre todos los marcadores de cohesión presentes en la
siguiente narración personal de una niña estadounidense blanca
(tomado de Peterson y McCabe, 1983):
Entrevistador: ¿Alguna vez te ha picado un bicho?
Didi: Sí, justo el día de mi cumpleaños me persiguió una
avispa.
No me hizo ninguna gracia porque era mi
cu mp l ea ñ o s y todo, y me persiguió por todas partes.
Mamá no paraba de llamarme y llamarme para que
volviera. Porque ya me había ido bastante lejos. Ya
estaba a medio camino de la casa de mi amig a . Y
empezó a perseguirme, cada vez más rápido. Yo
iba con los pies
descalzos. Bajé corriendo por la carretera y, ¿sabes
cuáles son, las de piedras con alquitrán? Y yo fui,
resulta que me tuve que quedar por aquí, porque me
empezaron a hacer daño, así que me salí de la hierba
hacia la valla y casi me caigo del ca la mb re y es
eléc t ri co , te da un ca la mb r e fortísimo. Y casi me caigo
encima, me faltó así de poco. Me volví. Y al final
estaba llegando a casa y casi atropello a mi hermano,
que era todavía muy pequeño. Porque estaba
haciendo pompas de jabón y luego las explotaba. Y
estaba justo al lado de la avispa y la avispa salió y él
se puso a espantarla, así, y no sabía que yo estaba
ahí. Yo me puse a correr hacia la puerta y ella
empezó a perseguirme.
antasmas!
i este cuento tradicional de los indios estadounidenses que
Bartlett (1932, p. 65) sentó a lo sujetos de su experimento:
La guerra de los espíritus
Una noche, dos jóvenes de Egulac bajaron hasta el río a cazar
focas y mientras estaban allí cayó una niebla espesa y
silenciosa. Entonces empezaron a oír gritos de guerra y
pensaron: «Puede que sea una expedición de guerra».
Escaparon a la orilla y se escondieron detrás de un tronco. En
ese momento, aparecieron unas canoas y oyeron el rumor de
los remos y vieron que una de las canoas avanzaba hacia
ellos. Dentro de la canoa había cinco hombres, y les dijeron:
«¿Qué os parece? Deseamos que vengáis con nosotros. Vamos a
ir río arriba a guerrear.»
Uno de los jóvenes dijo: «Yo no tengo flechas».
«Hay flechas en la canoa», respondieron.
«Yo no iré con vosotros. Podrían matarme. Mi familia no sabe
adonde he ido. Pero tú,» —dijo, volviéndose hacia el otro—,
«puedes ir con ellos.»
De modo que uno de los jóvenes se fue y el otro volvió a su
casa.
Los guerreros remontaron el río hasta una ciudad al otro
lado del Kalama. El pueblo bajó hasta el agua y comenzaron a
luchar y muchos murieron. Pero luego, el joven oyó que uno de
los guerreros decía: «Rápido, volvamos a casa: han herido al
indio». Entonces pensó: «Oh, ;on espíritus». No se encontraba
mal pero le dijeron que le había alcanzado una flecha.
De modo que las canoas volvieron a Egulac y el joven
desembarcó y fue a su casa, e tizo una hoguera. Y se lo contó
a todos y dijo: «Mirad, acompañé a los espíritus y fuimos
guerrear. Mataron a muchos de los nuestros y muchos de los
que nos atacaron murieron. )ijeron que me habían herido pero
yo no me encontraba mal».
Todo esto relató y después guardó silencio. Cuando salió el
sol, cayó al suelo. Algo sgro salió de su boca. Su rostro se
contorsionó. Todos se levantaron sobresaltados y ritando.
Estaba muerto.
ra, deje este cuento a un lado durante una semana (márquelo en
el calen- ¡in volver a leerlo, escriba al cabo de esa semana lo que
recuerda. Compare a recordado con el original. ¿Ha omitido algo?
En caso afirmativo, ¿qué ha 1 ¿Ha insertado inferencias o ha
cambiado palabras al rememorar el cuento? itido le ha dado,
especialmente al final del cuento?
Metáforas
\
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
INTRODUCCIÓN
Del concepto a la expresión
FUENTES DE DATOS EN LOS MODELOS DE
PRODUCCIÓN DEL HABLA
Errores espontáneos del habla Disfluencias
Cuestiones sobre la producción del discurso Unidades de
producción del lenguaje
Palabras, morfemas y unidades sintagmáticas en la
producción del habla El sintagma como unidad de
planificación ¿Con cuánta antelación planificamos?
QUÉ SUGIEREN LOS DATOS DE ERRORES DEL
HABLA SOBRE EL PROCESO DE LA
PRODUCCIÓN DEL DISCURSO
El discurso se planifica de antemano Organización
semántica y fonológica del léxico Las palabras
morfológicamente complejas se ensamblan Afijos
yfuntores frente a palabras de contenido: diferencias
de comportamiento en los errores espontáneos Los errores
de habla reflejan el conocimiento de las reglas
DELOS DE PROCESAMIENTO EN LA
PRODUCCIÓN DEL DISCURSO
El generador de emisiones: un modelo de producción del
discurso El modelo de Garrett El modelo de Levelt El
modelo de Dell
UMEN
\BRAS CLAVE
STIONES PARA REFLEXIONAR VIDADES
RENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
■CIÓN
1
La comunicación lingüística puede darse a través de
emisiones tanto orales como sígnicas. En consecuencia, la
expresión «habla» o «producción del habla» de la que aquí se
hace uso, se refiere indistintamente a la producción de sonidos o
de gestos, a no ser que se indique otra cosa.
nes y Pinson, 1963, p. 3), que a su vez producen las onda^ sonoras
del habla, el caso de la comunicación por signos, las órdenes
neuromotoras hacia las ma- producen la gesticulación sígnica.
Como resultado de la investigación en foca experimental,
poseemos abundante información sobre los aspectos fisioló- >s,
articulatorios y acústicos de estos estadios de la producción del
habla. Pero nos encontramos lejos de comprender los procesos
por los que los hablantes aan una forma lingüística al mensaje
que desean transmitir, o de la manera en seleccionan, construyen
u ordenan las palabras y oraciones. Tampoco posee- un
conocimiento completo de la apariencia que adoptan las
representaciones medias del mensaje en las distintas fases
anteriores a la excitación neural de lúsculos.
os estadios finales de esta «cadena del habla» —cómo responde
el oyente al ije oral— se han tratado en los Capítulos 3 al 5 que
versan sobre percepción del procesamiento léxico y
procesamiento de oraciones, respectivamente. Este ca- aborda
el proceso desde el punto de vista del hablante quien «tiene que
... or- sus [s/c] pensamientos, decidir lo que quiere decir, y
asignar a lo que desea ex- una fo rma lin g ü ís tica . .. mediante de la
selección de las palabras y frases tas para expresar su
significado, y de su colocación en el orden correcto re- o por las
reglas gramaticales del lenguaje...» (Denes y Pinson, 1963, p. 3).
diagrama de la cadena lingüística en la Figura 7.1 omite los
estadios inicial y :1 proceso: los pensamientos o el mensaje no
lingüístico que conforman la in- comunicativa del hablante hacia
al oyente, quien, si todo va como es debi- birá ese mismo
mensaje. Como observaron Pillsbury y Meader «... el hom- lero
piensa y después expresa ese pensamiento en palabras
haciendo uso de po de traducción... El lenguaje tiene su origen
en la mente del hablante... y so... se completa únicamente
cuando la palabra emitida o enunciada evoca 2nte una idea...»
(1928, pp. 92-93). Aunque los filósofos de distintas épocas •
.culado alrededor del «lenguaje de los pensamientos» (Fodor,
1975), la re- ción de los conceptos en la mente continúa siendo
un misterio. Se han o muchos y muy diversos enfoques, pero la
evidencia empírica que diera a una visión frente a las restantes
ha sido escasa. En este capítulo asumi- nplemente que los
hablantes poseen alguna noción, concepto o mensaje in
transmitir pero no intentaremos especificar cuál es la
representación pre- ^dificación lingüística.
DATOS EN LOS MODELOS DE PRODUCCIÓN
Noble sons of toil [Nobles hijos del esfuerzo] Noble tons of solí [Nobles toneladas de
tierra]
You have wasted the whole term [Ha perdido You have tasted the whole worm [Se ha
todo el semestre] comido todo el gusano]
everendo William Spooner era muy conocido por sus lapsus lin ticos.
25Discurso de Abraham Lincoln en 1893 durante la consagración del cementerio de Gettysburg a los soldados caídos
en la guerra de Secesión (N. de la T.)
metodológico general— pueden conducir a conclusiones sobre los
factores implicados en el funcionamiento normal» (Bierwisch,
1982, página 310).
El análisis de estos errores muestra, en primer lugar, que las
unidades son discretas, algo que no puede ser percibido
normalmente en las emisiones libres de errores. Como se
comentaba en el Capítulo 3, la señal vocal es bastante continua y
resulta difícil localizar las fronteras de una unidad lingüística
cualquiera. No obstante, cuando segmentos como sonidos o
palabras se producen de forma incorrecta o se desplazan le
posición dentro de la emisión, resultan más fáciles de identificar
como unidades se- tarables. Los errores también revelan que las
emisiones se componen de unidades que lifieren en tamaño y en
clase; los segmentos de tamaños variables parecen ser sus-
eptibles de la p su s lingüísticos. Dell (1986) observa que «los la p su s
pueden tomarse orno productos de la productividad del lenguaje.
Un la p su s constituye una novedad íesperada. Los errores léxicos
crean novedades sintácticas; los errores morfemáticos "ean
palabras nuevas; y los errores acústicos crean combinaciones
nuevas aunque fo- alógicamente permisibles de sonidos» (Dell,
1986, p. 286).
Segmentos fonémicos. La literatura sobre los errores de habla, si
nos re- ontamos a la primera y principal recopilación de más de
8 000 errores publicada >r Meringer y Mayer (1895), aporta
innumerables ejemplos de errores fonológicos, nde segmentos
aislados del tamaño de un fonema se a n ti ci p a n o p ers eve ra n . En ;
errores de anticipación, los sonidos que aparecerán con posterioridad
en la lisión surgen de forma inapropiada antes de lo previsto. En
los errores de per- aeración, un sonido ya emitido en una emisión
reaparece después en una locali- :ión incorrecta dentro de dicha
emisión. Otros tipos de errores incluyen fonemas itidos o
añadidos, o errores de intercambio de fonemas (inversión), como se
;tra más abajo: { No ta : la intención comunicativa se sitúa a la
izquierda de la fle- ; la emisión real que contiene el error aparece
a la derecha. C = consonante y ■- vocal en estos ejemplos.)
1. En el último tramo de la prueba —•> en el último trabo de
la prueba (anticipación de la C)3.
2. Ha habido un muerto en el encierro de hoy —> ha habido
un muerto en el entierro de hoy (perseveración de la C).
3. Mi madre comprándome flanes — > Mi madre
comp/ándome/ranes (división del grupo C e intercambio
C).
4. El ejemp/o más claro —» el ejempo más claro (omisión de
la C).
5. Podría entrar en funcionamiento en el p l azo de fres o cuatro
meses — »... en el prazo de tre s o cuatro meses
(anticipación de la C e inserción; división del grupo C).
6. El volcán de Italia —> el balcón de Italia (intercambio V).
7. Y si además el perro le puede a ella —> y si además el
puerro le puede a ella (anticipación de la V).
Información nacional. Buenas noches —> Información
nacional. Buenas naches (perseveración de la V).
Fiestas patronales —> fiestas tapronales (intercambio
entre el grupo C y l a C ) .
. Se crea una clase —» se clea una era... (intercambio de
grupos consonán- ticos).
o se planifica de antemano
ir al examen de algunos de los modelos desarrollados
sobre producción oodría resultar útil realizar un resumen
de los datos que estos modelos xplicar. En primer lugar,
los errores de anticipación y de intercambio icos, como
léxicos o sintácticos) muestran que el discurso no se pro-
1 en unidad. Como puntualizó Lashley (1951), el hablante
debe tener
ii/uui/i/iuii uci iciiyuajc
Emisión
7.3. El generador de emisiones de Fromkin.
Figura
_ , errores de habla nos proporcionan una idea mucho más
aproxima-
sobre la organización y representación de los items léxicos
(Fromkin, 1986, 7, 1990; Emmorey y Fromkin, 1988). Los estadios,
representaciones y procesos -.cificados en el modelo de 1971 se
resumen a continuación:
Como mencionábamos an-
ístadio I. Se genera el significado a transmitir.
uiente, poco es lo que sabemos acerca de la forma conceptual
del mensaje, por lo 10 podemos determinar qué aspecto tiene u
observar si está compilado. Butter- i (1980) cree que un modelo
adecuado para la producción del discurso debería lenta de los
«planes rivales» en el nivel conceptual o a otros niveles, el tipo
de e podrían producir deslices freudianos. El modelo también
permitía la genera- e más de un mensaje en el estadio I que
podría proyectarse sobre una o más es- ■as sintácticas en el
estadio II. Esto podría conducir a errores espontáneos la fusión
sintáctica (contaban la anécdota de que hubo habido un enfrenta- ) o permitir
multirrepresentaciones en cualquiera de los niveles restantes.
adió II. El mensaje se proyecta sobre una estructura sintáctica. Se
perfil sintáctico del mensaje. Posteriormente sobre estas
estructuras se irán los rasgos semánticos o las constelaciones
de estos rasgos. Una de las que justifica que la sintaxis se
genere antes de seleccionar las palabras o las l léxico es que
la estructura sintáctica determina la forma y la categoría gra-
le las palabras que pueden ser objeto de selección,
presentación de la emisión a este nivel constituye una
estructura semánti- :ica, con rasgos semánticos y sintácticos
marcados en los nodos léxicos del sintagmático.
¡o III. El perfil de entonación (acentos sintagmáticos y oracionales) se partir
de las representaciones sintácticas. La entonación debe asig- 5 de
que tenga lugar la selección léxica debido a que el acento
primario lente determinado y la entonación y el acento léxico
son independientes i diferentes niveles prosódicos.
Ahora el mensaje está 5
> IV. Se seleccionan las palabras del léxico.
en forma de estructura sintáctica, con rasgos específicos
semánticos y así como con marcas acentuales oracionales
y sintagmáticas. Los ele- os se seleccionan en este
momento a partir de estos rasgos semánticos sintácticas.
Los elementos léxicos introducidos en esta
representación ción no están completamente definidos,
en cuanto a que los afijos mor- sstán fonológicamente
«explícitos». Las bases, sin embargo, están re- lediante
segmentos fonémicos con sus rasgos ya especificados y
las ábicas ordenadas serialmente. Los datos de errores de
habla comen- mente muestran que las formas fonológicas
eventuales de los morfe- iles aún no están determinadas;
en los lapsus lingüísticos, las aco- icen concordar los afijos
morfológicos con sus bases por medio de némicas. Por
tanto el modelo propone que los morfemas gramatica-
:idos en un estadio posterior junto con su forma
fonológica.
rroauccion aei lenguaje joj
El modelo de Garrett
En 1975 Garrett propuso un modelo de producción del discurso
basado también en datos sobre errores espontáneos del habla,
que explicitaba algunos de los aspectos implícitos del modelo de
Fromkin y completaba algunos vacíos de este modelo. Aunque
también requiere refinamiento, este modelo ha proporcionado un
marco fundamental para la investigación posterior en este campo.
La Figura 7.4 presenta la pri-
Fuente del
mensaje
as articulatorios
de una oración
Procesos ¡
nferenciales
I1 Ju
Representac Determinación
ión del de las
mensaje estructuras
Sele funcionales
cció
n
T
léxic
a
T
CCv)XOC*
Asignación léxica
{ Nivel 5nfuncional
de representación
Recupera J L
ción de Selección de
formas marcos de
léxicas planificación del
nivel poslcional
\
[3s
C3
L ____ /
L ____ /
L ____ / Asignación de la
ttt
estructura segmental y
prosódica a las palabras
Interpretación y
asentamiento de la
información de los
nodos
{
Representación del nivel
posicional
>de/o de Levelt
nodelo de Levelt (1989), la generación del mensaje se inicia
mediante la tualización de la enunciación. Durante esta fase
temprana, se concibe una 3n. La salida de este estadio se
denomina mensaje preverbal, y pasa a ali- al formulador. El formulador
se divide en dos componentes subordinados, ero es el
codificador gramatical, que recupera elementos léxicos.
Levelt e entre las propiedades semánticas y sintácticas de
los elementos del lé- ;adas para formar los lemas, y las
informaciones fonológicas correspon- i los lemas, que él
considera que se almacenan y se acceden por separado
nadas lexemas). Por tanto, un lema contiene el significado de
un elemento ) sus propiedades sintácticas, que se usan para
generar las estructuras sin- as apropiadas. Si se selecciona
un nombre, se genera el perfil de un sin- )minal a partir de
esta selección; si se trata de un verbo, conduce a la :ión de
la frase verbal adecuada. El codificador gramatical produce
una ; lemas en el orden adecuado. Este proceso se ilustra en
la Figura 7.6 que :ómo se ensambla la enunciación «Ella le
daba brécol» (de Bock y Le-
lificador fonológico toma después el perfil sintáctico y
genera un plan focara la emisión, que incluye la entonación
final y los patrones acentuales. idor ejecuta entonces el plan
fonético transmitiendo instrucciones al sis- omuscular.
limación de los lemas (características
semánticas/gramaticales) se recuque la información
lexemática (propiedades fonológicas de la palabra a to
puede respaldarse por los resultados de tareas
experimentales donde a se les induce en diversos puntos
durante las tareas de enumeración de pa- ongamos que
deseamos que el sujeto diga la palabra cabra. Podemos in-
cir o facilitar este proceso presentando al sujeto palabras
semántica- lares, y acelerando así su respuesta. En el caso
típico, la inducción por
v» #
26Facilitamos el significado por composición en este ejemplo, por lo que el orden de presentación se invierte; así
barn (granero)-door (puerta) se convierte en barn-door, puerta del granero. (N. de la T.)
El modelo de Dell
concept
c
PALABRAS
sonido
s
Figura 7.9. Fragmento de una red léxica que muestra cómo «present» podría
confundirse con «prevent»red
por propagación de la activación.
léxica
libas? Dell (1995) muestra cómo una red léxica podría
desembocar a partir de la ilida pretendida de present en la
producción involuntaria de prevent (Figura 7.9).
Hay alguna evidencia que indica que los elementos léxicos
recuperados más re- entemente pueden inducir al hablante a
que cometa un error. Motley y Baars 976) usando su paradigma
de sesgo fonético encontraron que era probable que s hablantes
crearan equivocaciones a partir de asociaciones semánticas
con ele- entos presentados con anterioridad. Por ejemplo, era
más probable que el par get \e indujera el error hacia wet gurí
[pistola mojada] en una lista de pares de palabras w, si la frase
semánticamente semejante damp rifle [rifle húmedo] se había pre-
itado justo antes de la frase diana. Como señalan Bohannon y
Bonvillian (1997), ted mismo puede poner de manifiesto este
efecto de «doble facilitación» ha- :ndo la prueba con un amigo.
Haga que la persona en cuestión diga en voz alta ache» cinco
veces y después fuerce una respuesta a la siguiente pregunta:
«¿Qué lo que beben las vacas?» La respuesta es muy probable
que sea «leche», que ha o previamente inducida tanto
fonológica como semánticamente (hache + vaca) ique
obviamente se trata de una respuesta incorrecta.
SUMEN
ACTIVIDADES
tENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
LA ADQUISICIÓN DEL
LENGUAJE
Jean Berko Gleason
Universidad de Boston
INTRODUCCIÓN
MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN EN EL ESTUDIO DEL
DESARROLLO DEL LENGUAJE
Diarios e informes paternos
Datos observacionales
Entrevistas
Técnicas experimentales
Diseños de investigación
TEORÍAS? EN
NCIAS BIBLIOGRÁFICAS ÓN
)s siempre se han sentido fascinados por el desarrollo casi
milagroso del n los niños. A pesar de nacer careciendo
completamente de lenguaje, a la :s o cuatro años los niños ya
han adquirido normalmente un vocabulario le miles de
palabras, complejos sistemas fonológicos y gramaticales y re-
nente complejas sobre cómo utilizar de forma adecuada su
lengua en nu-
merosas situaciones sociales. Estos logros ocurren en todas las
sociedades conocidas, alfabetizadas o no, en todos los idiomas
desde el afgano hasta el zulú y en casi todos los niños,
independientemente del modo en que hayan sido educados. Las
herramientas de la lingüística moderna y de la psicología nos
han permitido describir muchas cosas sobre q u é aprenden los
niños, y sobre las posibles etapas que atraviesan hasta llegar a
alcanzar la capacidad comunicativa adulta. Pero todavía nos
enfrentamos a muchas preguntas sobre có mo adquieren
realmente los niños una lengua, que carecen aún de respuesta.
¿Cómo determinan lo que significan las palabras, o la manera
de generar enunciados gramaticales que nunca han escuchado
o emitido antes? Los investigadores no han logrado ponerse de
acuerdo sobre la ra z ó n por la cual los niños aprenden una
lengua: ¿La aprenden debido a que los adultos se la enseñan?
¿ O es porque están programados genéticamente para su
adquisición? ¿ Aprenden una complicada gramática
simplemente porque ésta ya está ahí, o lo hacen al servicio de
una necesidad de comunicarse con los demás? La psicolingüística
evolutiva es la disciplina dedicada al estudio de la adquisición in-
fantil del lenguaje y constituye el tema de este capítulo. Los
psicolingüistas evolutivos han descrito la forma en que los niños
adquieren una lengua, un proceso bastante ordenado en
realidad y han tratado de descubrir los procesos biológicos y
sociales que hacen posible, o quizás inevitable, el desarrollo del
lenguaje.
ios observacionales
revistas
nalmente, exploramos los sistemas lingüísticos de los niños de forma
indirecta, lo, al menos en parte, a que su capacidad metalingüística
es limitada; sería di- ^reguntarles cuáles son las reglas que siguen o
qué es lo que consideran acep- Un ejemplo clásico lo proporciona la
pregunta formulada a Adam por uno de vestigadores (Brown y Bellugi,
1964):
ntrevistador: A ver, Adam, escucha lo que te voy a decir. Dime qué te
suena mejor...algo de agua o un agua.
iam: La comadreja se escapa...1
i embargo, si queremos estudiar el desarrollo metalingüístico de los
niños repropiado realizar preguntas directas —la naturaleza de la
respuesta del niño rmite concretar la fase de desarrollo
metalingüístico en que se encuentra—. conocido estudio
metalingüístico Papandropoulou y Sinclair (1974) plantea- guntas
metalingüísticas a los niños (preguntas sobre la lengua) como: «¿
Qué palabra?», «¿Qué es una palabra larga?» y «¿Qué es una palabra
corta?». En- on que los niños pequeños daban respuestas como «río»
en relación a la pa- rga y sólo, posteriormente, comprendían la
diferencia entre la palabra y su :e. Si se le pregunta a un niño de tres
años: «¿Cuál es tu palabra favorita» es que responda: «Caramelo». Un
niño de seis o siete años es más probable icione una palabra cuya
forma fonética le resulte atrayente, incluso aunque :nte no lo sea.
Una de las palabras (no cosas) favoritas en el inglés ameri-
p u mp e rn ic ke l [pan integral de centeno]. La palabra menos apreciada
y •le es lu scio u s [apetitoso],
as experimentales
núltiples técnicas experimentales para comprobar los
conocimientos linde los recién nacidos y de los niños. Estas
técnicas son muy diferentes y iesde la observación de las
respuestas fisiológicas del niño ante los eses decir, la mirada o los
cambios en el ritmo cardíaco) hasta los procedi- :n los que se pide
al niño que proporcione palabras para imágenes o acti-
27 Estructuras interrogativas de confirmación en la lengua inglesa que reformulan la oración en forma negativa si se trata de una
afirmación o afirmativamente si se trata de una oración negativa a fin de enfatizar o confirmar el contenido semántico, por
ejemplo: John hasn't come, has he? [John no ha venido, ¿no?]. (N. de la T.)
dirigirse a los niños pequeños ?e encontraban en proceso de
aprendizaje de la lengua. 'Se pidió a hombres y res que jugasen con
sus hijos en una sala de juegos del laboratorio empleando minados
juguetes proporcionados por el proyecto de investigación (Berns- /
Ratner, 1988). Los padres usaban un vocabulario menos corriente que
las ma- y repetían con menor frecuencia los nombres de los objetos. El
impacto del es- stimular paterno sobre el desarrollo del lenguaje en el
niño continúa siendo de interés para los investigadores, como veremos
más adelante en este capítulo, ra clase diferente de estudio
observacional controlado la tarea podría consistir le los niños repitieran
frases de adultos para comprobar la exactitud con que se liman al
modelo (por ejemplo, Slobin y Welsh, 1971; Tager-Flusberg y Cal-
1990). Este tipo de investigación tiende a sugerir que las imitaciones
de los ni- íflejan las tendencias gramaticales del habla que generan
espontáneamente, os estudios experimentales, por el contrario, implican la
interferencia por del investigador con el fin de descubrir si una
condición determinada produce ente la consecuencia esperada en la
predicción. El grupo experimental de su- •ecibe un tratamiento elegido por
el experimentador y con el objeto de compa- , un grupo control de sujetos
no recibe ningún tratamiento especial. Un in- ador que quisiera
conocer si, en el ámbito anglófono, el entrenamiento puede car una
diferencia apreciable en la adquisición de las tag questions, por ejem- odría
separar a un grupo de niños de tres años en un grupo control y un grupo
mental. El grupo experimental recibiría algún tipo de entrenamiento: se
les po- er cuentos que contuvieran muchos modelos de tag questions. El
grupo control ía objeto de ningún tratamiento especial. Por último,
ambos grupos podrían to- trte en un juego con muñecos en el que se
pide al niño que añada tag questions filmaciones expresadas por el
examinador: «John can ride, can't hel» [John lontar a caballo ¿verdad?],
«The dog isn't very big, is itl» [el perro no es muy ¿verdad?], etc. (véase
Dennis, Sugar y Whitaker, 1982, para un estudio real a adquisición de
tag questions). Si la actuación del grupo que ha recibido el tmiento es
significativamente mejor que la del grupo control, la evidencia apo- i
idea de que el entrenamiento da lugar a un desarrollo más temprano
de las zstions. Muchos de estos estudios positivos tendrían implicaciones
para las que sostienen que el desarrollo gramatical se encuentra
determinado de forma y no se ve afectado por las condiciones
ambientales. En el ejemplo propuesto iba, tendríamos que entrenar
explícitamente a los padres en el uso de tipos >s de vocabulario con
los niños y comparar, asimismo, los patrones de voca- pre- y post-
experimentales de los niños para averiguar el efecto que tienen so-
lesarrollo del lenguaje las distintas estrategias para nombrar las cosas.
OLLO DE LA PERCEPCIÓN DEL HABLA
ios para el estudio de la percepción del habla en bebés
a se trató en el Capítulo 3, las respuestas de los adultos a los
estímulos del íeden decirnos muchas cosas acerca del proceso de
la percepción del habla.
Los adultos etiquetan los sonidos («Eso es una [b]») o juzgan si un
sonido es igual o diferente de otro. Los bebés no pueden llevar a cabo
estas tareas. ¿ Cómo podemos conocer la forma en que los niños
procesan el habla?
Los bebés presentan ciertos comportamientos cuando un sonido les
resulta novedoso o nuevo. El aumento en el ritmo de succión del
chupete es uno de ellos. Haciendo uso de este hecho, los
investigadores pueden realizar experimentos de percepción categorial en
bebés (puede que desee repasar este concepto, tratado en primer
lugar en el Capítulo 3). Colocan en el chupete un dispositivo que mide
la fuerza y la tasa de la respuesta de succión. A continuación, se emite
un sonido vocal (por ejemplo, «ba») para que el bebé lo oiga. Cuando
éste escucha por primera vez este sonido novedoso, suele ponerse a
succionar vigorosamente. A medida que el sonido se va repitiendo, el
interés que muestra el bebé por éste decae y la frecuencia de succión
disminuye, en la fase conocida como habituación. Una vez producido el
descenso en el ritmo de succión, se emite un nuevo estímulo (por
ejemplo, «pa»). Si el ritmo de succión del chupete continúa decayendo,
los investigadores deducen que el niño no es capaz de distinguir este
sonido del original. A la inversa, si aumenta la frecuencia de succión
se asume que el niño considera a este sonido como algo novedoso; es
decir, consideramos que el niño ha efectuado la discriminación entre
ambos estímulos. Utilizando este diseño de investigación denominado
paradigma de amplitud elevada de succión (high-amplitude sucking para- digm, HASP)
(Eimas, Siqueland, Jusczyk y Vigorito, 1971), los investigadores han
podido demostrar que los bebés humanos son capaces de discriminar
el intervalo de inicio de la sonoridad (voice-onset-time, VOT) (Eimas et al., 1971) y
el punto de articulación (Eimas, 1974) a una edad temprana (menos de
tres meses) de forma similar a un adulto. Otro método, la deceleración
cardíaca, se emplea de un modo muy parecido. El ritmo cardíaco de los
bebés disminuye y, a continuación, se acelera cuando se les presentan
estímulos novedosos, y los investigadores pueden registrar las
respuestas de ritmo cardíaco a los sonidos, de forma semejante a
como lo hacen en los experimentos que emplean el método HASP.
A los bebés algo mayores se les suele examinar en la actualidad
empleando el procedimiento de giro condicionado de la cabeza (véase Polka,
Jusczyk y Rva- chew, 1995, para un tratamiento a fondo de esta
técnica), puede utilizarse con niños de edades comprendidas entre los
6 y los 18 meses. En este procedimiento, al niño se le presenta de
forma repetida un estímulo auditivo. Cuando se produce la intro-
ducción de un contraste sonoro, se acompaña de la activación de un
distractor visual móvil situado en un lateral del campo visual del niño.
Finalmente, el niño aprende a anticipar que los cambios en los sonidos
provocan la aparición de un elemento visual interesante y girará la
cabeza para observarlo cuando escuche este cambio. La Figura 8.3
muestra esta técnica.
eras palabras
Figura 8.4. Entre su primer y sexto cumpleaños, este niño irá dominando una gran
proporción de su capacidad lingüística adulta.
28
Las acuñaciones infantiles que se ilustran en esta tabla corresponden a niños de habla inglesa, pero no son necesariamente
equivalentes a las posibles acuñaciones de niños de habla española. (N. de la T.)
monumento a Washington y se les pregunta si el elefante es grande o
pequeño, elegirán el adjetivo g ra n d e. Un patrón similar se da en el
aprendizaje de los términos que aluden a las relaciones de parentesco,
que son intrínsecamente relaciónales (¡y no pensadas para los juegos
de palabras!). Haviland y Clark (1974) observaron que era preciso que
los niños llegaran a la edad de 7 años o más para comprender
totalmente el significado de los términos de parentesco como so b rin a
o t ío , que requieren que el niño adopte una perspectiva flexible
respecto al significado. Los niños a menudo han de tener entre 8 y 10
años antes de poder apreciar la existencia de palabras ambiguas en la len-
gua. Cuando alcanzan esta comprensión, a menudo desarrollan un
gran interés por las bromas y los juegos de palabras. Hasta ese
momento se reirán si se les cuenta un chiste, (por ejemplo «¿Qué es
un lóbulo? El que se come a las o véju la s» ) pero no sabrán explicar por
qué es gracioso el chiste. Entienden las bromas como una interacción
social, pero carecen aún de la sofisticación lingüística para apreciar el
humor de los chistes.
Velocidad de recuperación. Los niños poseen un léxico mucho más
reducido que los adultos, pero aparentemente necesitan más tiempo
para reconocer y recuperar palabras en las tareas experimentales
(Wiegel-Crump y Dennis, 1986). Esto podría parecer contraintuitivo:
debería resultar más fácil buscar palabras en un diccionario más
pequeño que en una voluminosa edición completa. Pero, como se
)la 8.1. Algunos verbos nuevos acuñados por niños de entre dos y
cinco años de edad. nte: Clark (1995), recopilación de acuñaciones
infantiles espontáneas.
iz
Niño sentado
sobre el regazo
de su padre.
Figura 8.5. Incluso antes de ser capaces de construir oraciones, los bebés
reconocen las construcciones S-V-0 dirigiendo la mirada a la imagen
televisada que concuerda con el mensaje auditivo.
29
Las Wh-questions corresponden a las oraciones interrogativas encabezadas por partículas interrogativas como
why (quién), what (qué), who (quién), etc. OV. de la T.)
Reglas para el cálculo de la longitud media de la emisión. (De A first language
[p. 54] de R. Brown: 1973. Cambridge, MA: Harvard Jniversity Press.
Reproducción autorizada.)
I. Comience por la segunda página de la transcripción, a no ser que dicha página contenga
algún tipo de narración. En este último caso, comience por el primer período libre de
narración. Cuente las primeras 100 emisiones que satisfagan las reglas presentadas a
continuación.
I. Sólo se utilizan las emisiones cuya transcripción está completa; ninguna que contenga
espacios en blanco. Pueden utilizarse los fragmentos de emisiones anotados entre
paréntesis que indican una transcripción dudosa.
. Incluya todas las repeticiones exactas de emisiones (señaladas con el signo masen los
registros). El tartamudeo se marcará como esfuerzos repetidos por emitir una palabra
concreta; cuente la palabra una vez en la forma más completa de las emitidas. En los
pocos casos en que una palabra se repite por razones de énfasis o similares (no, no, no),
cuente cada ocurrencia.
No tenga en cuenta elementos de relleno como mm u oh, pero cuente los no, yeah, hi.
Todas las palabras compuestas (dos o más morfemas libres), nombres propios y
reduplicaciones ritualizadas equivalen en el cómputo a palabras simples. Ejemplos:
birthday [cumpleaños], rackety-boom [escándalo], choo-choo (onomatopeya), quack-
quack (onomatopeya), night-night [buenas noches], pocketbook [libro de bolsillo], see
saw [veo veo]. Esto se justifica debido a que no existe evidencia de que los morfemas
constituyentes funcionen como tales para los niños. Cuente como un solo morfema todos
los pasados irregulares del verbo (got [cogió], d/'d[hizo], wenf[fue], saw [vio]). Esto se
justifica debido a que no existe evidencia de que el niño los relacione con las formas de
presente.
Cuente como un morfema todos los diminutivos (doggie [perrito] mommy [mami]), ya que
los niños en principio no parecen utilizar el sufijo de forma productiva. El niño utiliza los
diminutivos como formas estándar. Cuente como morfemas independientes todos los
auxiliares (is, have, will, can, must, would). También los concatenados: gonna, wanna,
hafta. Estos últimos cuentan cada uno como morfema independiente, no así going to o
want to, dado que para los niños funcionan como tales. Cuente como morfemas
independientes todas las flexiones, por ejemplo, el posesivo Cs), el plural (s), el singular
de la tercera persona (s), los pasados regulares (d) y el continuo [Irj].
El cómputo medio sigue las reglas descritas arriba, pero se calcula para la transcripción
total y no solamente para las 100 emisiones.
16 20 24 28 32 36 40 44 EDAD (en
meses)
binación de oraciones
Conciencia metalingüística
Como ya se trató en el Capítulo 1, la conciencia metalingüística
consiste en la capacidad de reflexionar sobre la naturaleza del
lenguaje y de su uso. Este talento se desarrolla a lo largo de
nuestras vidas. En un primer momento, los niños no pueden
apreciar la naturaleza arbitraria del lenguaje ni la ausencia de
relación entre el nombre de un objeto y su apariencia o función.
Como han señalado Pan y Gleason (1996), los niños pequeños
consideran que el nombre de un objeto constituye en "ealidad
uno de sus atributos, como si «.. .si decidieras llamar vaca a un
caballo, empezaría a mugir».
En un momento temprano del desarrollo, los niños también
encuentran dificul- ades en comprender que las palabras se
pueden descomponer en sonidos (Fox y '.outh, 1975), una
habilidad importante a la hora de aprender a leer en los sistemas
Ifabéticos de escritura. Sin embargo, otro desarrollo
metalingüístico posterior es la ipacidad para definir los
significados de las palabras, en contraste con la capacidad ;
utilizarlas correctamente para comunicarse (Snow, 1990).
'a lingüística/innatista
30El diálogo ilustra las dificultades que encuentra el niño para construir correctamente la oración negativa. El error
reside en el uso agramatical dentro del inglés estándar de la doble negación (Nobody doesn't), error que no tiene
equivalente en español (N. de la T.)
tiene necesidad de una enseñanza explícita o de la experiencia
para adquirir un lenguaje. El lenguaje que escuchan los niños les
proporciona los datos para sus hipótesis gramaticales, pero el
DAL no precisa de un input específico para llevar a cabo su misión;
cualquier muestra razonable de lenguaje servirá, según esta
teoría. Por tanto, los innatistas contemplan el lenguaje como un
bioprograma con soporte físico {hardware), que comienza a
desarrollarse en el momento en que el niño está expuesto a un
lenguaje.
Los principios subyacentes a todos los posibles lenguajes
humanos se consideran innatos y constituyen el concepto
conocido como Gramática Universal (GU). Chomsky (1975) define la
Gramática Universal, que ya fue tratada en el Capítulo 1, como
«el sistema de principios, condiciones y reglas que constituyen
elementos o propiedades de todos los lenguajes humanos, no por
accidente, sino por necesidad
Dlógica)...» (p. 29). Dado que la GU especifica cuáles son las
posibilidades lüísticas básicas de las que toda lengua deriva y
dado que tel lenguaje refleja pro- dades de la mente humana,
podemos postular hipótesis sobre determinados esos iniciales y
vías encaminadas a la competencia lingüística. Los lingüistas
señalan que los niños aprenden a hablar en cualquier lugar —de
ho, es prácticamente imposible suprimir el desarrollo del
lenguaje (Lenneberg, 7). Debido a que los niños son criados en
un mundo donde existen miles de len- s y donde prevalecen las
diferentes prácticas de cuidado de los niños, y debido íe los
niños nacen con evidentes diferencias individuales de
inteligencia, tem- imento, motivación, personalidad, etc., los
patrones universales de desarrollo lin- tico proporcionan una
sólida evidencia que apoya el hecho de que los meca- ios
subyacentes al desarrollo del lenguaje son innatos. Por tanto, la
adquisición enguaje se parece bastante a cuando se aprende a
andar: tiene lugar en prácti- ente todo individuo sano, con o sin
entrenamiento explícito. Desde luego, todos los niños aprenden
una lengua determinada y debemos ex- ir cómo evolucionan desde
el estado inicial (donde se hallan especificadas posibilidades
estructurales de las que puede permitir cualquiera de las
lenguas entes) hasta alcanzar la competencia en el lenguaje
empleado en su comunidad, ¡cuerdo con el enfoque lingüístico,
los niños pueden estar dotados de forma in- de «interruptores»
o parámetros que ajustan una vez escuchado el lenguaje de iultos de
su entorno. Por ejemplo, los niños pueden observar que el inglés
es cngua de tipo Sujeto-Verbo-Objeto o SVO, o que tiene
artículos precediendo a Dmbres, (Hyams, 1986) y ajustar
entonces su parámetros en función de estas claridades.
esde el punto de vista lingüístico, el lenguaje es una facultad
autónoma, se- a de la inteligencia, que los bebés se ven empujados
a adquirir de forma in- Los diversos subsistemas del lenguaje
se interiorizan en forma de conjuntos de tmos o reglas que
permiten al niño generar nuevas expresiones que nunca ha
lado antes. Por ejemplo, un niño de tres o cuatro años puede
generar el plural i palabra sin sentido, como gutch, que nunca
había escuchado antes, si se le in dibujos como los de la Figura
8.6.
un niño de habla inglesa sabe que el plural de «witch» [bruja]
es «witches» >] puede que, simplemente, haya memorizado la
forma en plural. Si, por do, nos dice que el plural de gutch es gutches,
tenemos la prueba de que co- ¡i bien inconscientemente, una
de las reglas que el lingüista descriptivo in- aría también en su
gramática (Berko, 1958, p. 47).
adquisición del lenguaje implica la interiorización de las
reglas que subyacen stintos subsistemas del lenguaje.
Podemos conocer un conjunto de reglas (la *ía, por ejemplo)
sin conocer otro conjunto distinto (el sistema flexivo, por >).
En este sentido el conocimiento lingüístico es modular —las
unidades son medida independientes unas de otras. La teoría
lingüística/innatista sugiere >ilidad de un período crítico o sensible,
durante el cual el dispositivo de ad- Sn del lenguaje y el
ajuste de parámetros funcionan de manera óptima, ha
pasado este período crítico (normalmente cuando el individuo
alcanza la d) la adquisición de la lengua materna puede
resultar difícil e incluso im-
Esto es un bure.
Figura 8.6. Cuando un niño pluraliza una palabra sin sentido, demuestra el
conocimiento de una regla de su lengua. Fuente: Berko, 1958.
Teoría del aprendizaje
Los conductistas o teóricos del aprendizaje (Skinner, 1957, 1969; Whitehurst,
1982 por ejemplo) afirman que el lenguaje se adquiere según las
leyes generales del aprendizaje y es similar a cualquier otra
conducta aprendida. Los conductistas contemplan el desarrollo
del lenguaje hablado como un resultado del refuerzo de los
adultos y del moldeado gradual de los balbuceos del bebé y
aplican los principios generales del aprendizaje a desarrollos
posteriores —por ejemplo, aprender a producir el pasado de un
verbo nuevo se produce como resultado de la generalización
basada en la anterior experiencia con palabras semejantes.
La teoría del aprendizaje incluye al menos tres tipos de
aprendizaje: condicionamiento clásico, condicionamiento operante y aprendizaje
social. Puede acu- dirse a cada uno de estos tipos de aprendizaje
para explicar alguna parte del desarrollo lingüístico.
Condicionamiento clásico. Un bebé puede aprender el significado de
una palabra a través del condicionamiento clásico. En los famosos
estudios sobre condi- namiento realizados por Pavlov en 1927,
los perros aprendían (se les condiciona) a reaccionar a una campana
como si se tratara de carne en polvo. Inicial- ate, se presentaba
la carne a los perros —el estímulo incondicionado (El)— y la puesta
incondicionada (RI) era la salivación. El experimentador hacía sonar
una ípana (el estímulo condicionado) justo antes de dar la carne en
polvo a los pe- Finalmente, bastaba con tocar la campana para
provocar la salivación de éstos ¡puesta condicionada). En cierto sentido
los perros reaccionaban ante la cam- a como si se tratara de la
carne (a pesar de que su respuesta no era completa o intentaban
comerse la campana—). Al principio el estímulo era la carne en 'o y la
salivación la respuesta. Pero pronto, a través de su asociación con la car-
la campana por sí sola bastaba para evocar la respuesta de
salivación. El aprendizaje del significado de una palabra se
supone que es un proceso simi- Un bebé al que se le está
alimentando con un biberón, por ejemplo, presenta mu- reacciones
ante éste, como la anticipación del beber (o quizás incluso la sali-
ón). Si siempre que recibe alimento, su madre levanta el biberón
y dice: >erón», el niño comienza a asociar la palabra biberón con este
objeto. Final- :e, cuando alguien diga «biberón», el niño
responderá a esta palabra como si en o sentido se tratara del
objeto en cuestión — esperando ver el biberón, prepa- Dse
fisiológicamente para beber, (quizás salivando), etc.— La palabra
evoca la ta respuesta que el biberón, y en este sentido el bebé
conoce el significado de la ira.
El principio básico del condicionamiento ope- ;
'.ondicionamiento operante.
(también denominado aprendizaje instrumental) es que la conducta
que es ipensada — o reforzada — se verá fortalecida. Este tipo de
aprendizaje se nina «operante» porque el sujeto «opera» sobre
el medio para obtener una re- ensa, o refuerzo. La conducta no
reforzada se extinguirá. Desde el punto de conductista, los padres
y otras personas enseñan al niño el lenguaje por medio
ndicionamiento operante recompensando sus primeras tentativas
lingüísticas, ncipio los padres están contentos y reaccionan
con sonrisas y atención refor- si el niño emite cualquier ruido
parecido al habla, pero con el tiempo se vuel- ás exigentes y
sólo recompensan las aproximaciones más logradas a la
lengua Este refuerzo selectivo va moldeando gradualmente la
conducta lingüística ño. Por ejemplo, un bebé que quiere agua
podría decir algo parecido a la» y obtener un resultado de sus
encantados padres. A los tres años, si el niño \uuha», el padre
responderá, posiblemente:"¿Qué has dicho? ¿Qué quieres?» ¡
accionará favorablemente hasta que el niño diga: «¡Agua!».
Para cuando el ;nga cuatro o cinco años decir «¡Agua!» ya no
funcionará; ahora los padres ;<¿Cuál es la palabra mágica?» o
algo por el estilo y se mantendrán en sus 13 ue el niño diga:"¿
Me das agua, por favor?». Las primeras emisiones del niño ido
moldeando de forma gradual hasta alcanzar una forma adulta.
Teoría cognitiva
Los teóricos cognitivos (Bates, 1979; Bates y Snyder, 1985;
Mcnamara, 1972; Piaget, 1926, 1954; Sinclair de Zwart, 1973)
piensan que el lenguaje es una parte subordinada del desarrollo
cognitivo, dependiente del logro de diversos conceptos. Según
este enfoque, los niños adquieren en primer lugar un
conocimiento del mundo, y después proyectan el lenguaje sobre
esa experiencia previa. Por ejemplo, un niño adquiere primero el
concepto de permanencia del objeto y después comienza a expresar la
desaparición de algunos objetos (como la leche) diciendo: «No
está» (Gopnik y Meltzoff, 1987). O el niño posee la experiencia del
gato de la familia, sabe que maulla, que es cálido y peludo y que
com'e en la cocina; desarrolla primero un concepto de gato y después
aprende a proyectar la palabra gatito sobre ese concepto.
El hecho de que los niños se desarrollen de muchas formas al
mismo tiempo :rea problemas especiales a la hora de
confeccionar teorías sobre la adquisición del enguaje. Es difícil
saber hasta qué punto el desarrollo del lenguaje es dependiente
otal o parcialmente de otro desarrollo, y en qué medida es
independiente o autó- íomo. Los adultos que aprenden una
segunda lengua, por ejemplo, ya han situado os conceptos
básicos en el lugar apropiado: que un nativo inglés aprenda que
hor- e equivale a cheval, caballo, Pferd o lo en francés, español, alemán o
húngaro, res- ectivamente, supone el aprendizaje de unos
sonidos nuevos; no obstante, ya posee n concepto de horse sobre
el que proyectar estas nuevas palabras. Los niños que ;tán
aprendiendo su lengua materna adquieren al mismo tiempo sus
primeros mceptos.
Es inevitable la polémica entre los investigadores sobre el
grado en que son ne- sarios los desarrollos que tienen lugar
en el ámbito cognitivo, así como en otras feras, antes de que
el lenguaje pueda florecer. La tentación de confundir corretón
con causación es especialmente fuerte cuando son los niños el
objeto de es- lio —ya que puede darse la ocurrencia casi al
mismo tiempo de diferentes clases hitos evolutivos—. Por
ejemplo, las primeras palabras del niño y los primeros os
tienen lugar en torno al primer cumpleaños, y sus primeras
combinaciones de abras tienen lugar bien entrado el segundo
año, con frecuencia simultáneamente adquisición del control
de los esfínteres. Aunque todos estos sucesos están en
elación temporal estrecha, pocos son los que argumentarían
que la práctica en el :rol de estas necesidades fisiológicas
«causa» el desarrollo lingüístico. Sin em- :o, resulta sencillo
suponer que antes de que el niño pueda conversar sobre ,
necesita conocer de qué se trata. O suponer la existencia de
unos requisitos \itivos previos generales del lenguaje: por ejemplo, que
la capacidad de utilizar etérito y el futuro verbales depende
de la comprensión previa del pasado y el o. Los teóricos
cognitivos creen que el lenguaje es tan sólo un aspecto de la
ición humana (Piaget, 1926; Sinclair-deZwart, 1973). Según
Piaget y sus dis- as, los niños tienen que comprender el
mundo que les rodea, lo que consiguen \edio de la
experimentación y la construcción activas. Por ejemplo, el niño ga-
)r el suelo, observa los objetos desde todos los ángulos y
desarrolla poco a una comprensión sensoriomotora (literalmente
«por medio de los sentidos y actividad motora») del espacio
donde habita. Se desarrollan nociones primi- le tiempo y de
causalidad, así como la comprensión de que las personas y ob-
ontinúan existiendo incluso cuando se encuentran fuera de la
vista (perma■ de persona y permanencia del objeto). Desde la perspectiva de
Piaget, el je se proyecta sobre un conjunto de estructuras
cognitivas previas y los prin- del lenguaje no son diferentes
de otros procesos cognitivos. ;unos estudios han encontrado
paralelismos entre el desarrollo cognitivo y el ico. En la
mayoría de los casos, los investigadores han tratado de
vincular dios piagetianos de adquisición con la aparición de
capacidades lingüísticas iños. Por ejemplo, Kelly y Dale
(1989) sugieren que al final del estadio cuatro o al principio
del cinco las habilidades sensoriomotoras parecen señalar el
comienzo de las emisiones infantiles que constan de una sola
palabra. En el estadio seis la capacidad sensoriomotora
precede muy de cerca a la aparición del lenguaje
combinatorio. Bates, Bretherton, Snyder, Shore y Volterra
(1980) vincularon la conducta de juego simbólico a un mayor
avance del desarrollo lingüístico infantil. Las asociaciones
entre la cognición y el lenguaje pueden ser más fuertes en el
área de la comprensión lingüística que en la de producción.
Bates, Dale y Thal (1995) señalan que «la mayoría de las
variables cognitivas correlacionan con lo que el niño sabe sobre
el lenguaje (el índice del conocimiento es la comprensión), en
oposición a lo que el niño hace con éste (el índice es la
producción)».
De forma más reciente, algunos han sugerido que el intentar
evaluar el papel de la cognición en el desarrollo lingüístico
mediante la definición del progreso cogni- tivo infantil
únicamente en términos piagetianos puede oscurecer las
relaciones reales entre ambos campos (Cromer, 1991). Es más,
algunos investigadores sostienen que es la habilidad, más que el
dominio del escenario, lo que prepara el terreno para la adquisición
de determinadas conductas lingüísticas. Por ejemplo, la
permanencia del objeto puede ser necesaria antes de que se
utilicen palabras como: «No está» (Gopnik y Meltzoff, 1987).
La teoría cognitiva se ve desafiada cuando surgen casos que
sugieren una posible disociación entre los desarrollos cognitivo y
lingüístico —por ejemplo, algunos de los niños nacidos en los
años cincuenta, cuyas madres habían consumido durante el
embarazo un tranquilizante supuestamente suave, la talidomida,
carecían de algún miembro y no pudieron tener las experiencias
sensoriomotoras que se pensaba que eran requisito previo al
desarrollo del lenguaje —. A pesar de esto, estos niños de-
sarrollaron una capacidad lingüística plena y sofisticada.
Algunos informes más recientes aportan documentación sobre
niños con graves deficiencias intelectuales (CI de 50), que
poseen una capacidad lingüística completa y desarrollada
(Curtiss, 1982; Yamada, 1990).
31Show, mow, tow y glow son verbos regulares que forman el pasado por medio del sufijo -ed. Grow, make y go
son, por el contrario, irregulares; sus formas para el pasado simple son respectivamente grew, made y went (N. de la
T.).
ipítulo 1 ] crearán formas irregulares sin sentido en lugar de
formas regulares io se les sitúe ante una frase hipotética como:
«This man'is fringing. Yesterday,
» [Este hombre está (seudopalabra). Ayer estuvo (pasado hi-
ico áefring)]. (El sugiere, sin embargo, que la inducción de reglas
subyace al tía flexivo regular, y que los niños poseen de hecho
un importante bagaje de co- nientos subyacentes sobre los
verbos que va más allá de las simples concoras entre sus
propiedades fonológicas. Por ejemplo, /rlrj/ es la pronunciación
del nte del verbo ring (cuando significa ring a bell [hacer sonar el
timbre] y cuan- rresponde al verbo que significa «cercar o rodear
algo») y, asimismo, la de [arrugar]. Estos tres verbos (ring, ring, wring)
adoptan tres formas diferentes 1 pasado, lo que implica la
necesidad de análisis más sofisticados de la fórmale los
pretéritos verbales, que en opinión de Pinker requerirían conocer
si un es irregular o deriva históricamente de una raíz nominal, ta
controversia acerca de la naturaleza de la representación mental
puede pa- ibstracta, pero es la base de muchas de las ideas
actuales en psicolingüística. niños están adquiriendo reglas y
principios, entonces el lenguaje puede verse «la joya de la
corona» del desarrollo cognitivo, según ha dicho Pinker; si, es-
ableciendo simplemente conexiones neuronales que son
automáticas y cade relación con sus capacidades abstractas
superiores, entonces el lenguaje algo de su especial status. Pinker
se muestra impresionado por la sensibilidad 1 para principios del
lenguaje que no pueden ser captados fácilmente en tér-
sstadísticos.
ia vez es más plausible para muchos investigadores que pueden
encontrarse dos múltiples mecanismos en el rango completo
de las adquisiciones de ha- :s lingüísticas (MacWhinney, 1978,
1982; Moerk, 1989). Así pues, tanto el zaje por repetición, como
la abstracción de patrones y el aprendizaje de renden
contribuir al consiguiente desarrollo infantil del lenguaje. ;ados
a este punto, ya debería estar claro que tendríamos que añadir
otra caica de las teorías a la lista presentada en la primera
sección de este capítulo: as son selectivas. Cada una de ellas se
concentra tan sólo en algunos de los ios considerados y tiene
pocas cosas que decir del resto, supuesto, las teorías
necesitan datos en última instancia. Puesto que los ni- loseen
una capacidad metalingüística que les pueda capacitar para descrías
sistemas lingüísticos, en el estudio de la adquisición infantil
del lengua- demos de diversas formas de observación,
experimentación y evaluación, iguiente, continúa la búsqueda
de nuevas fuentes de datos y de nuevas ma- evaluar las
fuentes ya conocidas.
'AS: ¿QUÉ NOS DICEN LOS DATOS TEORÍAS?
egado a este punto del capítulo tras haber analizado una serie
de teorías, hemos hecho una lista de algunas de las
principales cuestiones que en- diferentes grupos de
psicolingüistas investigadores, por lo demás bien ave- gunos
de estos interrogantes permanecen aún sin respuesta, pero
la cada
vez más rápida comprensión que poseemos de la psicología y de
la lingüística nos orienta hacia formas de sintetizar ciertos tipos
de información.
¿Naturaleza o aprendizaje? Claramente, la respuesta a esta
pregunta es un sonoro: «Ambos». Resulta obvio que algunas
propiedades de la mente humana deben guiar al niño a través de
la rápida adquisición que realiza de este inmenso y complejo
sistema conductual. Ahora bien, determinados tipos de
conocimiento, como el vocabulario y el uso social del lenguaje, es
evidente que son «enseñados» ya sea de forma explícita o por
contacto directo. Además, incluso en el campo de la sintaxis,
determinados modelos lingüísticos paternos parecen afectar
realmente a ciertos aspectos del desarrollo infantil del lenguaje.
Por ejemplo, el uso frecuente de preguntas cerradas (Yes- No
q u es tio n s ) en los padres parece facilitar al niño la adquisición del
sistema de verbos auxiliares del inglés (Newport, Gleitman y
Gleit- man, 1977).
Bases biológicas. La investigación durante los últimos 30 años nos
ha proporcionado una extensa base de datos así como evidencias
de p ro ce so s u n i ve r sa le s en el desarrollo lingüístico.
La capacidad lingüística depende, entre otras cosas, de
es tru ctu ra s n eu ro a n a - tó mica s exclusivas de nuestra especie (véase
el Capítulo 2). La especialización del hemisferio izquierdo para el
lenguaje parece ser innata; las a simet rí a s ce r eb ra le s se han
observado ya en la decimoctava semana de gestación
(Witelson,1977). En concreto, el p la nu m te mp o ra le (plano
temporal) del hemisferio izquierdo es más grande que su
homólogo del derecho; al final, el desarrollo del plano temporal
izquierdo da lugar al área de Wernicke (en el lóbulo temporal
izquierdo medial y superior; véase Capítulo 2). El área de
Wernicke está involucrada en el procesamiento del lenguaje
percibido, y la lesión de esta área en un adulto provoca un
trastorno del lenguaje determinado: la afasia de Wernicke. Otras
áreas del cerebro también están íntimamente ligadas al lenguaje:
entre ellas se incluye el área de Broca en el lóbulo frontal izquierdo
inferoposterior y el fascículo arqueado, un tracto de fibras
subcorticales que conecta el área de Wernicke con la de Broca.
Por tanto, los bebés humanos nacen dotados de estructuras
neuropsicológicas ya en el lugar adecuado que les posibilitan la
percepción, comprensión y producción del lenguaje en todas sus
formas posibles. No contamos con evidencia sobre ninguna
criatura que posea este tipo de capacidad lingüística, ni siquiera
nuestros parientes más cercanos, los chimpancés.
Interacción biológica, cognitiva y social. Suponiendo un sistema
nervioso intacto, las p ro p en sio n es a fec tiva s y co g n it iva s de los niños
les conducen a una adquisición relativamente rápida del lenguaje
durante los primeros años de vida y en un proceso de notable
semejanza en todas las lenguas. Como ya hemos señalado,
durante el primer año de vida los niños atraviesan una serie de
primeras fases comunicativas típicas, donde gran parte de este
desarrollo se debe a la maduración, o está determinado por el
desarrollo neuropsicológico. Alguien que no esté familiarizado
con la abundantísima literatura procedente de la investigación
dentro de la psicología evolutiva podría pensar que se puede
describir perfectamente como ngiiístico» al primer año de vida del
bebé, como si la tarea más importante du- ;ste período
consistiera en estar tumbado y absorto en la'discriminación de
fo- ;, en aprender a balbucear, etc. Sin embargo, conviene
recalcar que durante la ia los niños también están
desarrollándose emocional y socialmente. Estas ca- sticas
sociales y afectivas pueden causar realmente cambios en los
mecanis- sicológicos que dan pie al lenguaje y posibilitan su
desarrollo, disposición afectiva y social innata en los bebés les
lleva a interesarse intente por otros seres humanos, y a buscar y
mantener contacto social con ellos. :mplo, gran parte de la
investigación indica que los niños muestran más inte- • las
personas que por los objetos. Especialmente, les interesa el
rostro humanal, en el que prefieren fijarse cuando se les da a
elegir entre varios estímulos, en un rostro no distorsionado que
una «cara» de facciones descolocadas esti- sso, y, asimismo,
prefieren el rostro de rasgos desordenados que una imagen cida
complejidad pero inanimada (Fantz, 1961; Lamb y Sherrod, 1981).
capacidad de los bebés para distinguir sutiles diferencias
auditivas ya se ha ado con anterioridad. Su preferencia por la voz
humana también aparece de emprana; de hecho, parece bastante
probable que los bebés posean una asición innata para atender
a la voz humana frente a otros sonidos (Gibson y 1983). Más
notable aún es el hallazgo de DeCasper y Fifer (1980) sobre la
icia de los recién nacidos por oír las voces de sus madres. Se dio
la posibi- niño de succionar un chupete con el fin de hacer sonar
la voz de su madre o extraño; aproximadamente 8 de cada 10
recién nacidos ajustaron las pausas xión de manera que pudieran
escuchar la voz de sus madres. Por tanto, es que los niños
desarrollen un apego hacia su madre y hacia la voz de ésta
todavía se hallan en el útero, y por consiguiente den comienzo
prenatal- su desarrollo lingüístico.
:sarrollo del lenguaje depende de muchas más cosas que del
apego cogni- Lpoya asimismo en una complicada base de
desarrollo social y emocional y un escenario de intensas
interacciones.
terpretación de estos aspectos sobre el lenguaje infantil varía
en función de i teórica del investigador. ¿ Cómo podemos
interpretar, por ejemplo, las ac- un niño que está empezando
a hablar cuando señala su juguete favorito en una estantería
diciendo: «Quiero muñeca»? Según la teoría del aprendi- iño
ha sido recompensado en el pasado por hablar y ha sido
reforzado al icesivas aproximaciones a la frase q u iero mu ñ e c a
en presencia del juguete iterlocutor.
bóricos cognitivos e innatistas explican la conducta de este
niño como un e la puesta en práctica de sus inclinaciones
cognitivas y lingüísticas: se le impelido a categorizar y
nombrar conceptos y a comprender la organiza- isible de
nombres y verbos en las oraciones de su idioma, irico de la
interacción social ve también en este comportamiento la
moti- :ial y emocional: el niño utiliza el lenguaje para obtener
y mantener la el afecto de otra persona y para conseguir un
objetivo. No se trata de ne- 'idad cognitiva o el hecho de que
el niño esté aprendiendo a categorizar el dquiriendo el
sistema léxico de su lengua. Sin embargo, el hecho de pe- ete
supone un fenómeno interactivo y un comportamiento
extraordinariamente fructífero para captar la atención de los
padres y de los demás. Como otras conductas de apego
(sonreír, seguir a los padres, llorar cuando éstos se van), el
lenguaje inicial está al servicio de las necesidades afectivas y
sociales tanto de los bebés como de sus padres. Como el
propio lenguaje, el apego es un fenómeno universal y posee
una base biológica (Bowlby, 1969).
¿Continuidad o discontinuidad? Esta es una pregunta que parece
tener respuesta, y las evidencia se sitúa del lado de la
continuidad en los campos que han sido objeto de investigación,
sobre todo en lo que se refiere a la progresión infantil de los
balbuceos al habla. Los primeros teóricos habían postulado la
existencia de una fase de balbuceo, seguida por un período
silencioso, y según ellos, sólo en ese momento evolucionaba el
habla real (Jakobson, 1968). Los estudios actuales sobre el
balbuceo revelan un considerable solapamiento entre éste y el
habla (DeBoysson- Bardies y Vihman, 1991). De igual forma, la
adquisición infantil de la sintaxis, aunque caracterizada por
fases, no parece presentar una discontinuidad acusada, con
cambios radicales en la organización subyacente. No parece
probable .que el lenguaje sea un fenómeno del estilo de «hoy
renacuajo y mañana rana».
¿Competencia universal o variación individual? Todos aprendemos a
hablar, de la misma forma que todos aprendemos a andar. Pero
más allá de lo fundamental que compartimos, presentamos tanta
variedad en nuestro lenguaje como en nuestra manera de andar.
Una gran parte de la teoría y de la investigación en
psicolingüística se basa en la suposición de que todos los
hablantes son parecidos y comparten idénticas representaciones
del lenguaje. Los primeros estudios del lenguaje infantil inicial
también intentaban encontrar aspectos del lenguaje compartidos
de forma universal y es evidente que existen restricciones
universales, posiblemente innatas sobre lo que puede aprender
un niño. Ahora bien, incluso si todo el lenguaje estuviera
determinado de forma innata, esperaríamos encontrar
variaciones entre los individuos. De la misma forma que dos
personas no poseen el mismo cerebro (Lieberman, 1991),
tampoco comparten exactamente las mismas experiencias. Los
estudios sobre el lenguaje infantil continúan revelando
diferencias en sus estilos, ritmo, foco y en su competencia
comunicativa en última instancia (Goldfield y Snow, 1997).
¿Estructura o función? ¿Cómo deberíamos entender las bases del
desarrollo lingüístico? ¿ Adquieren los niños estructuras
sintácticas, o aprenden a comunicarse? Obviamente, realizan
ambas cosas. Los mecanismos gramaticales pueden activarse
cuando escuchan una lengua que no dominan. Al mismo tiempo,
se ven impelidos por fuerzas afectivas y sociales que les
conducen a querer usar el lenguaje para establecer y mantener
contacto con otros seres humanos. Los adultos del entorno del
niño también poseen determinadas creencias sobre su propio
papel en el desarrollo lingüístico del niño, así como sobre lo que
éste debería ser capaz de hacer para desenvolverse eficazmente
dentro de la sociedad durante las distintas etapas de
maduración. No podemos decir lo que los investigadores d eb ería n
estudiar: la información sobre la s in ta xi s, la fo n o lo g ía , e l léx ico , la
mo r fo lo g ía y los u so s so c ia le s d e l len g u a j e son todos elementos
necesarios para completar nuestra comprensión sobre la
adquisición del lenguaje.
¿Autonomía o interacción? ¿ Es el lenguaje humano una facultad
aislada, o solamente una de las armas más poderosas que
componen nuestro arsenal cog- ivo en general? ¿Constituyen la
sintaxis y el complejo vocabulario nuestro logro electual
supremo, evidencia de unas capacidades abstractas y de un
desarrollo mitivo avanzado? Este es uno de los enigmas más
intrigantes con los que se en- nta la psicolingüística evolutiva.
Los teóricos lingüísticos/innatistas creen que la lacidad
lingüística es autónoma, mientras que otros la consideran
dependiente de tores sociales o cognitivos. Para responder a
esta pregunta necesitamos mucha s información procedente de
poblaciones con patologías. En recientes estudios imada, 1991)
se han descrito disociaciones entre el desarrollo lingüístico y de
> tipo. Por ejemplo, Yamada estudió a una joven llamada Laura.
Cuando se le peque nombrara algunas frutas, Laura, de 16 años,
nombraba las peras, manzanas ■añadas. Cuando más o menos
en el mismo momento hizo referencia a un suce- rritante
ocurrido recientemente, dijo: «El está diciendo que yo he perdido
el re- a pilas que tanto me gustaba; me encantaba ese reloj».
Estas respuestas no itituyen algo excepcional —si exceptuamos
que las capacidades intelectuales de ra se encuentran
severamente deprimidas, con un CI total de tan sólo 41—. aura
se le proporcionaron extensas baterías de tests para comprobar
su funcio- iento lingüístico, cognitivo y neuropsicológico, y
también se analizó su len- e. Este siempre se situaba muy por
encima del resto de sus capacidades. Los dale esta naturaleza
apoyan al menos parcialmente la idea de que el lenguaje tituye
una capacidad independiente o mo d u la r. Durante las pruebas, a
pesar de ..aura era capaz de hablar sobre las granadas y de
producir oraciones complejas nuchas incrustaciones, como la del
ejemplo citado más arriba, los resultados íidos en los tests más
estandarizados de medida de la capacidad intelectual no ■aban
un nivel preescolar. No sabía leer, ni escribir, ni decir la hora. No
sabía i era el presidente de los Estados Unidos ni tampoco en
qué país vivía ella. Sus os de personas se parecían a patatas, con
brazos y piernas en forma de palos y itrario que muchos niños de
dos años, no sabía su propia edad, ara finalizar, nuestras teorías
tendrán que explicar las notables disociaciones ueden darse
entre la comprensión que tiene una persona del mundo y la ca-
ad para generar un lenguaje complejo.
¿Cómo representan mentalmente los seres
leglas o asociaciones?
humanos ?uaje? Ya hemos señalado anteriormente que ésta
es una de las áreas más de- s en la moderna lingüística.
rte de los primeros trabajos de los autores de este texto
implicaba la noción de s niños adquieren reglas (de hecho,
uno de nosotros escribió en cierta oca- je si un niño es capaz
de decimos que el plural de g u tch es g u tch e s tendremos :ba de
que posee una regla para la formación del plural), la
actualidad, los modelos de formación del plural recurren a
redes neuro- n lugar de a principios abstractos, y también son
persuasivos. Quizás, por el íto, la mejor respuesta que
podemos dar es decir, como ya hicimos al prin- el capítulo,
que es posible describir q u é aprenden los niños pero que no
sa- realmente có mo lo hacen. Contestar a esta última
pregunta implicará la :nsión no sólo de la complejidad de los
sistemas lingüísticos, sino también de
la dotación biológica exclusiva del niño, así como la comprensión
de las características cognitivas y sociales que éstos aportan a la
tarea. Bohannon y Bonvillian (1997) presentan una detallada
revisión de las numerosas aproximaciones teóricas a la
adquisición del lenguaje y evalúan la medida en que cada una
responde a las preguntas planteadas anteriormente en esta
sección.
RESUMEN
Durante los primeros tres o cuatro años de vida, los niños
adquieren una lengua rápidamente y en apariencia sin esfuerzo.
Los investigadores disienten sobre la manera de dar cuenta del
desarrollo del lenguaje y han recurrido a diversas teorías. Entre
ellas se incluye la teoría lingüística/innatista, la teoría
conductista/del aprendizaje, la teoría cognitiva; la teoría del
procesamiento de la información; y la teoría de la interacción
social. Cada una de ellas tiene algo que ofrecer, pero ninguna de
ellas es completa. La investigación psicolingüística se puede
llevar a cabo experimental u observacionalmente; los primeros
estudios consistían sobre todo en informes diarios, pero los
investigadores actuales pueden estudiar los datos sobre muchos
niños consultando el Sistema de Intercambio de Datos sobre
Lenguaje Infantil (CHILDES). La investigación con niños revela
las características universales de las primeras palabras y de las
primeras oraciones. Cuando los niños empiezan a adquirir la
gramática de su idioma, todos tienden a seguir g ro s so mo d o el
mismo camino. El desarrollo del lenguaje depende tanto de
mecanismos innatos específicos del lenguaje, como de
determinadas zonas cerebrales especializadas, y de otras
propensiones infantiles más generales, como su necesidad de
crear lazos de apego con las personas que les cuidan. En este
sentido el lenguaje es un logro fundamentado biológicamente que
precisa de procesos sociales, cognitivos y afectivos.
PALABRAS CLAVE
ACTIVIDADES
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ofPsycholinguistic Research, 2, 267-
UNA EXPLICACIÓN
PSICOLINGÜÍSTICA DE LA
LECTURA
Maryanne Wolf
Universidad de Tufts
Frank Vellutino
Universidad del Estado de Nueva York, Albany
Jean Berko Gleason
Universidad de Boston
INTRODUCCIÓN
HISTORIA DE LOS SISTEMAS DE
ESCRITURA EL ALFABETO
LOS ELEMENTOS ESENCIALES DE LA LECTURA
Sistemas representacionales en la identificación de palabras Procesos cognitivos
implicados en la lectura y en todo aprendizaje
EL DESARROLLO DE LA LECTURA
El período protoalfabético Fases de alfabetización
SUMEN
-ABRAS CLAVE
ESTIONES PARA
REFLEXIONAR TIVIDADES
GERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ICCIÓN
:omo el desarrollo del lenguaje oral nos convierte en una
especie única, la adición del lenguaje escrito modificó nuestra
especie de diversas formas. Cambió tra capacidad cognitiva
(Olson, 1980, 1986); cambió la clase de conocimientos
podíamos obtener (Havelock, 1976); e incluso puede haber
cambiado nuestra oanatomía (Geschwind, 1974). Quizás
ninguna otra actividad humana ha alte- tanto el rumbo del
desarrollo individual y cultural. La estructura y desarrollo
enguaje escrito y nuestra notable capacidad para procesarlo —
para leer — tituyen el contenido del presente capítulo.
Comenzaremos por un breve repaso rico de los sistemas de escritura. Irá
seguido de una explicación psicolin- ica de los procesos subyacentes a la lectura. En un
tercer apartado, describi- s el curso natural de la adquisición del lenguaje. El
capítulo concluye con un ¡ntario sobre los modelos actuales de lectura fluida.
En diversos puntos pro- onamos ejemplos de lo que ocurre
cuando el lenguaje escrito resulta práctica- e inaccesible, por
ejemplo, en las personas que padecen dislexia. Nuestro ob- )
consiste en subrayar e ilustrar la extraordinaria complejidad del
proceso ' y poner de manifiesto el valioso lugar que ocupa en la
actividad humana. . lo largo de este capítulo, tendremos en
cuenta las conexiones entre el desa- del lenguaje oral y el
escrito, ya que únicamente cuando se estudian estos dos las en
relación se puede entender en toda su complejidad el desarrollo
del len- escrito.
32
En adelante, utilizamos el término 'alfabetización' en el sentido lato de «aprender a leer y escribir»,
independientemente del sistema de escritura utilizado. (N. de la T.)
a 9.1. Logogramas chinos.
o actual emplea un sistema logográfico de escritura en el que los caracteres entan palabras completas. En estos ejemplos, los caracteres
representan 3S que se pronuncian de forma bastante diferente en mandarín y cantonés.
, Lee, Hsu y Ketanusa, 1982). Los silabarios, en comparación, plantean exi- relativamente escasas de memoria, y el alfabeto aún menos;
por tanto, estos s incrementan en cierto modo la eficacia cognitiva. Por otro lado, el alfabeto layores esfuerzos en lo que respecta a las
capacidades de representación del z, especialmente durante las fases de adquisición.
; breve comentario sobre la escritura incluye dos puntos críticos: en primer >s sistemas de escritura utilizados actualmente en el mundo
representan la )ral de modos bastante diferentes que plantean distintos requerimientos al En segundo lugar, como Adams (1990, p. 43)
observó, el descubrimiento los símbolos pueden representar los sonidos de la lengua en lugar de sus re- •> ha transformado la historia
de la escritura.
O
n lugar es más obvia esta transformación que en la introducción del uso del griego, en el que se basan todos los alfabetos modernos.
El surgimiento
«recordar» ji (mandarín) ge¡ (cantonés)
íLi
a 9.2. La alfabetización hace que sea más fácil distinguir entre lo abemos que
es verdadero y aquello que creemos que lo es. Esta dis- n se encuentra en la
base de gran parte del pensamiento científico.
lOLLO DE LA LECTURA
ríodo protoalfabético
so infantil a la habilidad de la lectura está estrechamente
vinculado con su ad en la lengua oral. Barron (1992)
denominó período protoalfabético a este 1 temprano en el que se
asientan los precursores del lenguaje escrito. Varias
décadas de investigación transcultural indican que los dos
predictores más potentes en lo que respecta a la posteribr
adquisición de la lectura son las capacidades fonológicas del
niño y su habilidad para reconocer las letras (Adams, 1990;
Bradley y Bryant, 1983, 1985; Chali, 1967, 1983; Liberman,
Shankweiler, Fischer y Cárter, 1974; Roswell y Natchez, 1971;
Snow, 1973; Vellutino y Scanlon, 1987; Vellutino, Scanlon y
Spearing, 1995).
Quizás la mayor influencia sobre el desarrollo de estas
capacidades consista en leer al niño en voz alta. Esta
experiencia aparentemente simple le ayuda a comprender que
lo que está impreso en una página está relacionado con
palabras que pueden pronunciarse; esto le prepara para extraer
un significado de lo escrito (Marsh y Desberg, 1983). En el
terreno fonológico, la lectura introduce la rima, la aliteración y
la segmentación del sonido: el niño comienza a comprender que
las palabras están compuestas por unidades fonológicas.
Bradley y Bryant (1983) han mostrado que dicho conocimiento
es un potente predictor de la lectura precoz (véase también
Bowey y Patel, 1988; Bryant, MacLean y Bradley, 1990). Por últi-
mo, los niños a los que se les lee desarrollan vocabularios más
extensos.
Marsh y Desberg (1983) sugieren que algunas de las
experiencias de lectura más tempranas tienen lugar cuando el
niño pasa de escuchar a los demás a realizar intentos de leer
por su cuenta los textos escritos; estas conjeturas lingüísticas cons-
tituyen la base de la comprensión inicial del niño de las
conexiones entre lo escrito y el significado. Otro tipo importante
de adivinanza lingüística que puede preparar a los niños para la
lectura se encuentra en la escritura inventada que practican algunos
niños (Read, 1981). Read (1981) y Snowling (1987) demuestran
que los primeros escritos de los niños a menudo reflejan lo que
escuchan o no escuchan en la corriente del discurso. Por
ejemplo, las consonantes nasales son difíciles de detectar en el
habla y se omiten con frecuencia en las palabras inventadas por
los niños: numbers [números] se escribe nubrs (en niños de habla
inglesa). En esta lengua es asimismo frecuente que los niños
utilicen el nombre de la letra como base de sus ensayos: lady se
escribe lade (el grafema e se lee /i/) y genius se convierte en gnus (el
grafema g se lee M3Í/) (Bissex, 1980; Treiman, 1993).
Habilidades fonológicas. Durante el período protoalfabético surge
la con-' ciencia fonológica, no como algo global sino más bien
como un conjunto de habilidades diversas. Por ejemplo,
Snowling (1987) y Treiman (1985) han mostrado que las
habilidades de segmentación no son un fenómeno de todo-o-
nada. La capacidad para segmentar en sílabas se adquiere en
primer lugar, seguida de un nivel intermedio donde se aprende
el comienzo (por ejemplo, la consonante inicial de la sílaba) y la rima
(por ejemplo, las vocales y las consonantes finales), seguidos
de una última capacidad consistente en segmentar los fonemas
individuales.
Barron sugiere que cada nivel dentro de las capacidades de
segmentación mantiene una relación especial con diferentes
aspectos del desarrollo de la lectura. El y otros han hecho
hincapié en el carácter bidireccional (Barron, 1992) de la relación
segmentación/lectura, por el que algunos niveles en la habilidad
de segmentación influyen en la adquisición de la lectura y
algunos reciben a su vez la influencia de la práctica lectora
(Bertelson y De Gelder, 1989; Dickinson, Wolf y Stotsky, 1993;
Perfetti, Beck, Bell y Hughes, 1987). Un ejemplo sorprendente
de este carácter bi- ccional se observa en las comparaciones
transculturales de las habilidades de nentación. Los hablantes
adultos de chino que saben escribir en su sistema lo- ráfico
(Read, Yun-Fei, Hong-Yin y Bao-Qing, 1986) y los niños
japoneses emplean con fluidez los silabarios (Mann, 1986) no
pueden al principio seg- tar las palabras en el nivel fonémico,
mientras que los niños de lengua inglesa :apaces de hacerlo en
2.° curso tras haber aprendido el alfabeto. Otro ejemplo se
lentra en un estudio realizado por Vellutino y Scanlon (1987),
que mostró que el :namiento en segmentación puede mejorar el
proceso de adquisición de la lec- en lectores jóvenes con
incapacidades. Así pues, observamos la naturaleza iitivamente
interactiva y específica de cada nivel de las relaciones entre las
ha- ades fonológicas y la lectura posterior.
Conocimiento del vocabulario. Similares relaciones evolutivas y de tipo
sccional con la lectura aparecen en la formación tanto del
vocabulario como de ibilidades de
reconocimiento/denominación de letras. Beck, Perfetti y McKe-
'1982) sugirieron que el desarrollo del conocimiento del
vocabulario representa ntinuo donde las palabras aisladas
pasan de desconocidas a conocidas, y de ahí nar parte de
categorías establecidas (véase también Kameenui, Dixon y Car-
1987), Este desarrollo del vocabulario impulsa la adquisición de
la lectura y, smo, es impulsado por ésta.
urtis (1987) también describió la interconexión entre el
desarrollo de la lectura si vocabulario: los avances en aquélla
influyen en los producidos en éste. Por itrario, Stanovich (1986)
describió una relación de causación recíproca que en lectores de más
edad con algún trastorno, en la que estas personas desalan
problemas en el conocimiento del vocabulario como resultado
de retrasos ectura, que después se veía aún más dificultada
debido a déficits crecientes en abulario.
ipacidades de reconocimiento de letras y velocidad de denominación.
rosos estudios sobre reconocimiento de letras han mostrado
la naturaleza tiva y aparte de las habilidades fonológicas, de
la simple capacidad de recoas letras (Vellutino y Scanlon,
1987). Stanovich y West (1989) han mostra- , incluso en el
período adulto, la habilidad para reconocer las letras explica-
gran medida, la variación observada en el reconocimiento de
palabras inte independiente de las capacidades fonológicas—
. Barron (1992) trató la ancia predictiva concreta de un tipo de
habilidad protoliteraria: el conoci- de la diferencia entre las
letras y sus nombres (la Z denominada zeta), y las sus sonidos
(la B pronunciada bh ) (Barron. 1992, p. 16). /alor predictivo de
la denominación de las letras — que requiere la integra- inda del
reconocimiento de las letras, de las asociaciones ortografía-
sonido, habilidades fonológicas — ha sido objeto de
considerable polémica (Walsh, Cunningham, 1988). En un
estudio longitudinal de siete años de duración, 991a)
demostró que en los niños de jardín de infancia la velocidad de
de- ción de letras o números era un potente predictor de la
capacidad posterior ra, especialmente del reconocimiento de
palabras. Wolf y sus colaboradores 3ally y Morris, 1986) han
demostrado que una vez que el lector medio ha
adquirido la lectura, su velocidad de denominación de las letras
alcanza rápidamente niveles casi adultos de fluidez o
automaticidad, un hallazgo que sugiere la influencia
bidireccional de la lectura sobre la denominación. Un déficit en
la velocidad de denominación es un déficit esp ecí fi co
(independiente de problemas fonológicos) observado en los
lectores disléxicos desde el jardín de infancia hasta la edad
adulta y este temprano déficit en la velocidad de denominación
puede estar ligado a fallos posteriores en las habilidades
ortográficas.
Lo que emerge de la investigación del período protoalfabético
es que el niño lleva al proceso de aprendizaje de la lectura un
gran número de habilidades fonológicas, semánticas y
ortográficas que influyen en su desarrollo y, a la vez, se ven in-
fluenciadas por éste a medida que estas habilidades se van
practicando, integrando y asentándose con el tiempo.
Fases de alfabetización
Las fases reales de adquisición de la alfabetización constituyen
un tema de continuada polémica. Existe una considerable
variabilidad en el aprendizaje de la lectura, debida a factores
como el contacto temprano con la escritura, las estrategias in-
dividuales de aprendizaje, patrones de esfuerzo o déficit, y
método de enseñanza. Dentro de este contexto consideraremos
tres explicaciones teóricas de las fases del desarrollo de la
lectura —las de Chali (1983), Ehri (1985) y Frith (1985)—. Estas
teorías aportan tanto áreas donde sus explicaciones se
superponen, lo que contribuye a un refuerzo recíproco, como
diferencias, que las complementan entre sí proporcionando un
modelo más global.
La fase más temprana de la lectura, según Ehri (1985) y Chali
(1983) se centra en la discriminación y conocimiento de las
letras; el niño puede reconocer algunas palabras rudimentarias
como su propio nombre. Ehri y sus colaboradores (Ehri, 1985;
Ehri y Wilce, 1985) sugerían que los niños pequeños construyen
un repertorio de asociaciones letra-sonido que proporciona la
base para la transición de pre- lectores a lectores. Chali (1967,
1983) enfatizó la importancia de la denominación de las letras
en esta fase y de las habilidades ya tratadas con anterioridad
(Wolf, 1991 a).
En la siguiente fase, que Frith (1985) caracterizó como la fase
logográfica, el niño reconoce visualmente las palabras muy
familiares, pero encuentra inaccesibles las palabras nuevas o
desconocidas. Bradley y Bryant (1978) demostraron que durante
este período general puede tener lugar una disociación entre las
estrategias de lectura y de escritura. Algunos lectores emplean
estrategias visuales (palabras completas) para leer pero estrategias
fonológicas (letra-sonido) para la escritura. Estos niños avanzan
en la escritura inventada, pero no pueden leer las palabras que
ellos mismos están escribiendo. Otros niños escasamente
escriben durante esta fase. Las estrategias semi-fonéticas de Ehri surgen
durante este período, a medida que el niño empieza a aplicar
algunos de sus conocimientos fonémicos tanto a la lectura como
a la escritura
El primer estadio formal de lectura en el modelo de Chali
(1983) viene a continuación: comienza cuando el niño inicia un
aprendizaje y aplicación más sistemáticos de estas reglas
grafema-fonema. Frith (1985) se refiere a este período como la
fase alfabética. La decodificación es el proceso principal (en las tres
teorías) a medida que las habilidades de nivel inferior en la
lectura (por ejemplo, la extracción de rasgos, reconocimiento de
letras/patrones, correspondencia grafema-fonema,
reconocimiento de palabras y la recuperación del léxico) se van
practicando y se convienen en automáticas.
Este estadio alfabético se caracteriza por cambios tanto en la
lectura como en la esentura. El niño ha comenzado a aprender
las conexiones específicas entre las letras concretas y los
sonidos (por ejemplo, las reglas de conespondencia grafema-
fonema).
Poseemos un conocimiento insuficiente de los mecanismos
que originan la transición de la fase logográfica a la fase
alfabética, cuando los niños aprenden las reglas de
correspondencia y «descifran el código» (Snowling, 1987, p.
40). Esta transición es más o menos difícil dependiendo de la
naturaleza invariante de la correspondencia en los diferentes
sistemas lingüísticos. El inglés contiene, según jough y
Hillinger (1980) alrededor de 577 reglas de correspondencia
letra-sonido. Recordemos la famosa queja de George Bemard
Shaw sobre la lengua inglesa: hoti por escrito puede
representarfish [pez] si gh se lee como en laugh [-f], o como n u•ornen
[-i-], y ti, como en -ñon [-]"-]). Aunque la ortografía inglesa, como
ya helos señalado con anterioridad, incorpora una historia
etimológica viva, la ausencia rsultante de reglas invariantes de
correspondencia es un impedimento fundamental i el
aprendizaje de la lectura de los niños ingleses. Gough y
Hillinger (1980) sedaron que en estos primeros períodos de
adquisición contemplamos la lectura imo un «acto antinatural»
que inevitablemente precisa de la intervención (ense- nza) de
un agente externo, que impulsa al niño hacia un procesamiento
analítico partir de una forma de aprendizaje inicial basado en
pares asociados. Dicha ca- :terización se encuentra en la base
de una importante disputa histórica sobre la te- a de la lectura:
se trata de determinar si el progreso en la consecución de las
ha- idades que permiten el reconocimiento de palabras se
realiza por medio de ■ocesos ascendentes de decodificación
ortografía-a-sonido y reconocimiento vi- 1 directo, o (de)
procesos de tipo descendente de generación de expectativas y
dicción contextual» (Stanovich, 1992, p. 2).
Es importante considerar la pregunta de cómo los lectores en
proceso de apren- je acceden a su léxico mental dentro de un
marco evolutivo. Muchos modelos xtura fluida (Coltheart, 1982;
Humphrey y Evetts, 1985) sugieren la posibilidad utas dobles al
léxico mental. Dentro del enfoque de doble ruta existen dos
edimientos posibles de acceso durante la lectura. En la ruta
indirecta (no léxica) i el significado a través de la fonología, la
representación fonológica de la pase ensambla mediante la
aplicación de reglas de conespondencia ortografíalo; la ruta
directa (ortográfica o léxica) supone una recodificación no
fonológica e uso del registro del input ortográfico para acceder
al significado de la pala- 3ertelson, 1986, p. 14). De un modo
más sencillo, en la ruta fonológica o de o indirecto, el lector
debe acceder a la representación fonológica de la palabra
ibtener su significado. En los modelos de acceso directo, el
lector va directa- • desde la palabra escrita hasta su
significado, sin tener que acceder a la re- itación fonológica de
la palabra.
Barron (1986) revisó la evidencia existente que apoyaba a las
diversas hipótesis sobre si los niños empleah una ruta directa o
indirecta o si, de hecho, utilizan ambas en el proceso de
adquisición de la lectura. Encontró que el «conocimiento
rudimentario de ortografía-sonido/nombre y el conocimiento
obtenido por aplicación de analogías» (por ejemplo, el
aprendizaje de palabras nuevas haciendo uso de las similitudes
entre el sonido y la escritura de la palabra nueva y de una
palabra ya conocida) era un elemento clave en el proceso de la
lectura (Barron, 1985, p. 110) (véase el estudio sobre las
analogías de Goswani, 1985; Marsh y Desberg, 1983). Estas
clases de conocimiento corresponden por su parte a dos tipos
básicos de unidades ortográficas utilizadas por los niños: 1)
unidades de letra- sonido (por ejemplo, las consonantes), y 2)
unidades de letra-grupo fónico que representan las partes
central y final de una sílaba. Barron (1985) sostuvo que ni la ruta
directa ni la indirecta constituían «una caracterización
satisfactoria de estas unidades en el léxico ortográfico de los
lectores incipientes» (p. 111). Continuaba con la sugerencia de
un modelo de acceso al léxico basado en una ruta única, que
permitiría: 1) la recuperación de diferentes niveles de unidades
ortográficas, 2) la aplicación de reglas de correspondencia
grafema-fonema en los distintos estadios del desarrollo, y 3) la
interacción entre la información fonológica y ortográfica.
El debate sobre si los niños aprenden a leer utilizando una
ruta indirecta ascendente, o una directa descendente o ambas
en diferentes momentos se ha polarizado debido a las
implicaciones para los métodos de enseñanza de la lectura
(Adams, 1990; Chali, 1967, 1983). Los educadores que asumen
la ruta indirecta ascendente hacen hincapié en la instrucción
fónica en la enseñanza explícita (véase el trabajo de Liberman,
Liberman, Mattingly y Shankweiler, 1980). Aquellos que se
inclinan por la ruta directa descendente utilizan explicaciones
del tipo «mira y di» (también denominadas explicaciones de
palabra completa o lenguaje global) (véase el trabajo de
Goodman y Goodman, 1980; Raines y Canady, 1990; Smith,
1980). La mejor prueba hasta la fecha —la complejidad del
proceso de lectura y las diferencias evolutivas individuales entre
los lectores— apoya la combinación cuidadosa de ambos tipos de
explicación (véanse Adams, 1990; Nicholson, 1991; Vellutino,
1991 b).
Muchos investigadores creen que las transiciones sujetas a
influencias evolutivas —caracterizadas por la dependencia de
uno u otro de los procedimientos de acceso— dependen de la
estrategia individual de aprendizaje del niño, de su historia y de
su experiencia instructiva (véanse también las revisiones de
Bertelson, 1986; Jorm y Share, 1983). Para dar idea de alguna de
las complicaciones enjuego, sólo se necesita imaginar a un niño
normal con exposición significativa a material escrito que
comienza con una estrategia rudimentaria de acceso directo
basada en pares asociados para identificar las palabras;
después, a medida que progresa la enseñanza fonética, va
cambiando hacia una estrategia más analítica, más indirecta,
para identificar la mayoría de las palabras, pero no todas. Por
último, al tiempo que adquiere fluidez en la identificación de las
palabras, pueden predominar los procedimientos de acceso
directo, complementados por los procedimientos indirectos
cuando se encuentra con palabras poco frecuentes o difíciles.
La última etapa en la adquisición de la alfabetización se
caracteriza por una fluidez creciente en la identificación de las
palabras, a la vez que se incrementa el én- sobre los procesos
de comprensión. En el esquema de Ffith este paso hacia una
ortográfica final se caracteriza por el uso de analogías, reglas de
pronuncia- dictadas por el contexto, conocimientos
morfofonémicos y lo que ella deno- lectura fluida, ortográfica. Ehri (1985)
enfatizó tanto el uso de las estrategias ?.micas como el salto
consecuente del vocabulario visual a las vecindades or- ficas (en el
sentido de parecido ortográfico) de palabras relacionadas durante
ransición. Chali (1983) divide este período en varios estadios: el
estadio 2 prende desde la mitad del segundo curso al cuarto)
donde la atención se centra "ma creciente en el significado y el
uso de habilidades inferenciales; el esta- (del cuarto curso al
octavo) donde los procesos de nivel inferior están conso- >s y el
punto central lo constituye la comprensión de diversos tipos de
mate- el estadio 4 (estudios secundarios) donde la inferencia y
el reconocimiento de spectiva dominan los procesos de
comprensión; y estadio 5 (universidad y su- ) donde la
comprensión supone la síntesis activa, integración y análisis
críti- los distintos cuerpos del conocimiento y la formación de
pensamientos ori- s.
estadio final de Chali sobre la lectura en el período adulto hace
referencia a teros estudios de Havelock (1974) y Olson (1986)
sobre las contribuciones s de la alfabetización —es decir, la
producción de «afirmaciones nuevas o radas, desconocidas
anteriormente e incluso 'no enseñadas'—». (Havelock, ). 50.) En
nuestro último apartado sobre los modelos de lectura
consolidada laremos la complejidad de la lectura adulta fluida,
base real de la producción layor parte de los pensamientos
nuevos e innovadores.
DE LECTURA FLUIDA
stigación realizada con lectores experimentados se ha fijado
principalmen- cuestión concerniente a la forma en que
reconocemos e identificamos las pa- scritas. Esta orientación
constituye una excelente motivación debido a que la depende
de forma crítica de la facilidad para reconocer las palabras
(Just y er, 1987; Perfetti, 1985; Rayner y Pollatsek, 1989). Por
tanto, describiremos mte los modelos principales sobre
reconocimiento de palabras. Cada uno de odelos se ocupa de
una o varias de las cuestiones que exponemos a conti-
gatos GATOS
Nivel de palabra
Nivel de fonema
Nivel de letra
Nivel de
Nivel de rasgo rasgo acústico
RESUMEN
En este capítulo hemos hecho un recorrido por la historia de la
escritura y hemos comentado la clase de complejas
capacidades que poseen los humanos y que les permiten leer el
lenguaje escrito. Hemos seguido algunas de las explicaciones
que describen la adquisición infantil de la lectura y hemos
resumido algunos de los modelos más relevantes de este mismo
proceso de lectura. Aunque los seres humanos han sido una
especie que ha empleado el lenguaje hablado para la
comunicación durante decenas de miles de años, la escritura es
un fenómeno relativamente reciente. Las pruebas de la
existencia de escritura más antiguas que poseemos se
remontan tan sólo al IV milenio a.C. La alfabetización, sin
embargo, ha cambiado de forma dramática a la especie humana,
al proporcionarnos un medio objetivo para considerar nuestra
propia lengua y pensamiento, y para conectarnos con otros
mundos de conocimiento, a través del tiempo y del espacio.
Como observó el gran lingüista Edward Sapir, el lenguaje oral
es el manantial del que brotan todas las demás formas del
lenguaje. Y la escritura no es una excepción. La escritura
occidental se basa en un principio alfabético: cada letra re-
presenta un sonido de la palabra hablada. Este es el principio
fundamental que los niños deben captar. Cuando han entendido
este principio, ponen en juego diversas y complejas habilidades
a medida que avanzan a través de los estadios de la adquisición
alfabética.
El estudio del proceso de la lectura supone, en parte,
contestar a las preguntas acerca de cómo se reconocen las
palabras escritas. Muchas de las cuestiones que han motivado
el estudio del reconocimiento de las palabras permanecen sin
contestar, pero al hacérnoslas, de todos modos, hemos
aprendido mucho sobre cómo los lectores expertos reconocen e
identifican las palabras escritas. Sabemos, por ejemplo, que las
palabras no son reconocidas por medio de sus formas o de
patrones mayores que una letra, que el reconocimiento de las
palabras depende al principio del reconocimiento de las letras,
y que las letras de una palabra son reconocidas en paralelo y no
a través de un procesamiento en serie de izquierda a derecha.
También )s que aunque el lector experto puede utilizar tanto el
estímulo como la in- ión contextual para identificar las palabras
escritas! dados los dos tipos de ación, la importancia que se les
asigna es asimétrica en tanto en cuanto se ha do que la
identificación experta de palabras es un proceso automático, de
rá- ícución, y modular, independientemente de que las palabras
se identifiquen ía aislada o en contextos oracionales.
imás, poseemos buenas razones para creer que los lectores
expertos han in- ado representaciones en forma de unidades
de patrones de escritura redun- }ue pueden utilizar para
decodificar secuencias de letras desconocidas; tam- recen ser
sensibles a las fronteras tanto ortotácticas como morfológicas
a la identificar secuencias familiares. El que dichos límites
definan o no a los de acceso que median en la identificación
de las palabras, o el que la :ación tenga lugar a través de la
activación en oposición a los procesos de la, bien a través de
mecanismos de acceso directo o mediados fonológica- )ien a
través de los dos tipos de mecanismos operando de forma
indepen- e encuentra entre las cuestiones que aún continúan
abiertas.
RAS CLAVE
ñ Red semántica
a Transferencia
s intermodal
x Integración
a intersensorial
s Memoria serial
ñ Fase logográfica
a Fase ortográfica
s Efecto de superioridad
s de la palabra
Enmascaramiento
retrógrado Logogén
:idad Procesamiento distribuido
en paralelo (PDP)
:ion
Fichero de
producción
acceso
morfofonémica je
ortográfico
perceptivo i
J
Código de
.s implícitos
acceso
ACTIVIDADES
1.7.
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2. ¿Varían las muestras de habla de los padres cuando hablan con los niños de diferentes edades? ¿Cómo?
¿Hay aspectos de la interacción de los padres que parezcan tener el poder de ayudar al desarrollo
lingüístico del niño? ¿Podría alguno de sus comportamientos dificultar el progreso lingüístico del niño?
Explíquelo.
3. Busque un libro de chistes para niños. Convenza a un niño de 5 años y a otro de 10 para que cuenten
chistes o adivinanzas. ¿Cómo reflejan sus respuestas las diferencias en sus capacidades lingüísticas?
¿Encuentran divertidas las bromas ambos niños? ¿Cómo se diferencian en su capacidad para explicar por
qué son divertidos los chistes, los acertijos o los juegos de palabras?
4. Ponga a prueba la hipótesis de que los niños de 3 y 8 años de edad difieren en sus capacidades para
comprender las frases que no poseen una estructura del tipo S-V-O.
5. ¡Navegue por la red! Acceda a la base de datos CHILDES (vea una copia de la página web en la Figura
8.2 b). Utilice los datos y los programas analíticos de la base de datos, compare algunos aspectos
específicos del lenguaje espontáneo de los niños en dos edades diferentes de desarrollo. (¿Qué resultados
arrojan cuando se comparan con niños de la misma edad pero con deficiencias lingüísticas, cuyos datos
también se incluyen en esta base?)
CAPÍTULO 10
BILINGÜISMO Y ADQUISICIÓN
DE UNA SEGUNDA LENGUA
Catherine E. Snow
Escuela Universitaria de Magisterio de Harvard
ACTIVIDADES
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
:ión \
nayoría de las personas que viven en los Estados Unidos el fenómeno del mo o de la
adquisición de una segunda lengua (SL) constituye un tema bas- jado de las cuestiones
concernientes al procesamiento del lenguaje o a su :hos estadounidenses, por supuesto,
estudian una lengua extranjera en el o en la universidad, pero a menudo descubren,
cuando viajan al país don- la esa lengua o cuando ven una película en ese idioma, que el
dominio que ; éste es extremadamente limitado. Debido a que pocos estadounidenses se in
bilingües, resulta, quizás, sorprendente saber que lo atípico es ser mola mayoría de las
personas en el mundo son, de hecho, bilingües hasta íto. Algunas son bilingües porque
han crecido en sociedades que son bi- s forma oficial o generalizada, en las que se espera
que los ciudadanos más de una lengua (por ejemplo, Quebec, Bélgica o Suiza). Otros son
bizque su lengua no es la que se utiliza en su país para la escolarización, la los
intercambios económicos. Por ejemplo, los hablantes zulúes en Suben aprender inglés y
malabar; los hablantes de la India han de aprender ndí como el inglés si desean ir a la
escuela, leer las señales y los carteles ir un buen trabajo. Los inmigrantes en un país
donde no se habla su len- ional a menudo se convierten en bilingües, como los hispanos o
los je- ds Estados Unidos. La colonización puede imponer otra lengua, como se español,
por ejemplo, a los hablantes de quechua y aymara en Perú, Bolivia. Algunas personas son
bilingües porque son miembros de una eli- i y se han beneficiado de profesores
particulares y viajes. Otros son bi- que ven las ventajas económicas o profesionales de la
adquisición de otra no los ejecutivos coreanos que estudian inglés o el aspirante a
diplomá- :udia árabe. Y algunas personas son bilingües porque crecieron en ho- ; se
utilizaban dos lenguas de forma corriente; a éstos es a quienes ponderar «bilingües
nativos».
gran abanico de situaciones en las que uno puede aprender una segunda nportante
comenzar definiendo lo que queremos expresar con adquisi- \ segunda lengua o
bilingüismo. Cuando se identifica a una persona ie se suele interpretar que se trata de una
persona bilingüe «perfecta». De i ya veremos, el concepto del bilingüe perfecto no resulta
muy útil; pocos plean de forma idéntica ambas lenguas para el mismo tipo de tareas. Por
irobable que el niño mexicano-estadounidense que vive en California en- fácil hablar en
inglés sobre el colegio y en español sobre las visitas a sus lice que el gran matemático
francés Pascal siempre utilizaba el francés ética pero prefería el inglés para el álgebra,
porque había estudiado pri- elas francesas y después en colegios ingleses. En lo que
respecta a este tanto, utilizaremos el término bilingüe para referimos a cualquier per- a
uso real de más de una lengua. Esto excluiría por ejemplo a los an- emplean palabras
extranjeras solamente para impresionar a otros ha- ta lengua (como en el ejemplo
«Clinton, the soi-disant leader of the 1, makes up through machismo what he lacks in
savoir-faire» [Clinton, inado líder del mundo occidental compensa mediante el machismo
su
carencia de mano izquierda]), pero incluiría a los anglófonos que utilizan el francés
aprendido en el instituto para'conversar con los taxistas o camareros de París.
Otro término que debemos definir es el de adquisición de una segunda lengua. ¿Se
diferencia del aprendizaje de una lengua extranjera? ¿Y qué sucede con las terceras y cuartas
lenguas? ¿Qué ocurre cuando se aprenden dos lenguas a la vez? En un sentido amplio, nos
referiremos a la adquisición de una segunda lengua al describir los casos en los que un
individuo con cierto grado de control sobre un sistema lingüístico, toma contacto con un
segundo sistema (o tercero o cuarto). Estamos interesados en la adquisición de una segunda
lengua tanto si tiene lugar en una situación en que la lengua aprendida con posterioridad tiene
un uso extendido como si no lo tiene, incluyendo los contextos de exposición que resalten o
se limiten bien al uso oral o bien a un uso escrito. Se utilizará el término para incluir la
adquisición de una segunda lengua en situaciones de sumersión (un aprendiz rodeado de
nativos hablantes), de inmersión (un grupo de estudiantes que reciben la enseñanza en la
segunda lengua), y de clases formales de lengua extranjera. La diferencia existente entre el
proceso de estudio de un segundo idioma y el de aprendizaje natural constituye una de las
cuestiones más interesantes que surgen. Por tanto, el fenómeno de adquisición de una
segunda lengua como aquí se define abarca todos los siguientes casos posibles: un niño, en
los Estados Unidos, de cinco años de edad de lengua materna vietnamita que empieza el
jardín de infancia dentro de un programa bilingüe; el chico sudafricano de ocho años que
habla sesotho y que simultáneamente aprende xhosa coloquial al jugar con sus vecinos, y a
leer y escribir en inglés en la escuela (véase Figura 10.1); el chico peruano de 10 años, de
clase alta, que está aprendiendo inglés y alemán con su institutriz y sus profesores
particulares; el estudiante estadounidense de doctorado que está asistiendo a un curso de
«Lectura en español» para superar el nivel requerido por su universidad; y un funcionario
canadiense anglófono que se matricula en un curso nocturno de francés para poder mantener
su puesto de trabajo. Se pretende que este fenómeno incluya todos los casos de adquisición
de una segunda lengua que producen como resultado un bilingüismo estable, aquellos que
originan una retención parcial o temporal de la segunda lengua y aquéllos en los que tiene
lugar la pérdida de la lengua materna que se ve reemplazada por la segunda lengua y pasa a
constituir la lengua de mayor solidez para el hablante. Sin embargo, si se aprenden dos
lenguas de forma simultánea desde el nacimiento, denominaremos a este fenómeno
bilingüismo nativo, en lugar de adquisición de una segunda lengua.
Una gran parte de la investigación sobre la adquisición de una segunda lengua ha sido
motivada por cuestiones prácticas:
neas de trabajo, no obstante, han tratado de utilizar las características es- 1 hablante
bilingüe, o del cerebro bilingüe, para contrastar hipótesis sticas:
los bilingües más en procesar frases porque conocen más palabras? mentan
«interferencias» entre sus dos sistemas lingüísticos? liza de igual modo el lenguaje
en los cerebros bilingües que en los mo-
ipítulo se tendrán en cuenta estas y otras cuestiones. Primero, repasa- stigación sobre
bilingües nativos —los niños que han crecido en con- lenguas desde el nacimiento—
. Después, nos centraremos en lo que ; quienes aprenden una segunda lengua y sobre
el proceso de adqui- . Las teorías y la investigación sobre este tema han sido llevadas
a bastante aislada por varios grupos de investigadores, cuyos trabajos
no se han integrado en un único enfoque. Diferenciaremos cinco líneas fundamentales de
investigación sobre la> adquisición de una segunda lengua, y repasaremos las contribuciones
de cada una por separado.
Sabes, mi school bus no tiene un stop sign. [Sabes, mi autobús de la escuela no tiene señal de stop.]
Hoy, yo era line leader en mi escuela. [Hoy, yo era jefe de fila en la escuela.] Ponemos cranberries
y marshmallows y después se pone el glitter con glue. [Ponemos arándanos y malvavisco y después
se pone el brillo con pegamento.]
evidente que Mario utilizaba palabras inglesas para experiencias que para él n
estrechamente asociadas con el inglés —las actividades en la escuela y las as
americanas. Si toda la comunidad es bilingüe, como las comunidades iqueñas que
viven en el continente, entonces la alternancia de código como realizaba Mario se
convierte en la norma de la comunidad —un modo de carse como miembro de
determinada comunidad bilingüe—. Por tanto, no es idente que en el español
portorriqueño, como se habla en el continente y en algunas palabras de origen inglés
hayan pasado a formar parte de la norma, rown (en lugar de marrón), super (para
superintendent), la carpeta (con el ado de carpet, 'alfombra', no de portafolios), la
boila (de boiler, 'cazuela'), (de lunch, 'almorzar'), etc. (Zentella, 1981).
io, Lisa, Giulia y otros niños que crecieron empleando dos lenguas, con fre-
muestran una comprensión bastante precoz del lenguaje y de cómo fun-
'esarrollan habilidades metalingüísticas antes que los niños monolingües aben que
los nombres de las cosas y las formas de expresar las ideas son ar- y diferentes en
cada lengua (Hakuta y Díaz, 1985; Reynolds, 1990). ¿Su- > niños algún déficit
por el hecho de ser bilingües? A muchos profesores de ir y primaria, logopedas y
pediatras les preocupa el hecho de que los ho- igües puedan ocasionar retrasos en
el desarrollo del lenguaje o que puedan ■ a problemas lingüísticos, pero no
existen pruebas que puedan apoyarlo, que están aprendiendo dos lenguas pueden
obtener puntuaciones de vo- para cada uno de los idiomas que se encuentran
ligeramente por debajo de dones normales durante la etapa preescolar, pero esto
se debe, sencilla- ue se trata de tests normalizados para niños monolingües, por lo
que no :uenta que los bilingües están aprendiendo casi el doble de palabras en el
acio de tiempo. Evidentemente, los niños que crecen bilingües pueden no lo la
experiencia de haber hablado de todos los temas posibles en las dos
jasar estas cinco líneas de investigación, haremos referencia constante a alias principales cuestiones
relacionadas con el aprendizaje de una segunda ;on quienes la aprenden:
ixiste una edad óptima para comenzar a aprender una segunda lengua? Cuánto tiempo se tarda en
aprender una segunda lengua? ixisten condiciones óptimas para la adquisición de una segunda
lengua? "uáles son las características de quienes aprenden con resultados exce- ítes y de quienes
no obtienen éxito en la adquisición de la segunda len- a?
n qué medida se parece la adquisición de una segunda lengua a la ad- sición de la lengua materna
en términos de (a) etapas o pasos interme- s, (b) procesos subyacentes de adquisición, y (c) factores
predictivos o ilitadores?
leden los estudiantes llegar a comunicarse, aprender, leer o hablar en la unda lengua de forma tan
eficaz y competente como en su lengua ma-
a?
qué medida se ve afectada de forma positiva o negativa la actuación formance) en una segunda
lengua por la estructura de la lengua ma-
a?
qué medida se ve facilitada o impedida la actuación {performance) en ngua materna por la
adquisición de la segunda lengua?
ión definitoria para los investigadores del lenguaje infantil es si la ad- na segunda lengua constituye
una mera recapitulación de la adquisi- gua materna, y si no es así, por qué y en qué sentido se
diferencian 1974). Los investigadores del lenguaje infantil tratan de determinar si >acidad innata
para la adquisición del lenguaje, y en caso de que iveriguar cómo se relaciona con el papel
desempeñado por el entorno individuo que aprende y las formas especializadas de utilización de in
las primeras investigaciones sobre la adquisición del lenguaje, se res áreas como objetos de estudio:
el dispositivo de adquisición del
lenguaje (DAL) del niño, el sistema de socialización para la adquisición del lenguaje
(language acquisition socialization system. LASS) de que disponía el niño, y la naturaleza
del sistema lingüístico emergente. El proceso podría resumirse por medio de una sencilla
ecuación: DAL + LASS = Lenguaje. Una fuente de continua controversia entre los primeros
investigadores de la adquisición del lenguaje ha sido la importancia relativa que debería
adjudicarse al DAL y al LASS, y si el DAL se encuentra especializado para el lenguaje o
bien refleja el procesamiento general de la información junto con complejos sistemas de
aprendizaje. Los primeros investigadores del lenguaje han descrito extensamente la
naturaleza del input lingüístico que reciben los niños pequeños; la comprensión del papel que
desempeña el input lingüístico en la adquisición de una segunda lengua se pensó que poseía
idéntica importancia.
El prototipo de aprendiz de una segunda lengua para los investigadores de la adquisición
de la lengua materna es un niño pequeño a quien se sitúa en un medio dominado por la
segunda lengua, o un niño algo mayor enfrascado en la adquisición pero sin mediar una
enseñanza formal. Si tales aprendices ponen en marcha el mismo patrón de adquisición que
los niños que aprenden su lengua materna, se puede alegar que en ambos tipos operan
idénticos procesos de comprobación de hipótesis y de generación de reglas. A continuación
se presenta la evidencia que concurre en apoyo de esta postura:
1. Los errores de desarrollo cometidos por hablantes de una segunda lengua, como
los errores que son producto de sobregeneralizaciones basadas en los rasgos de la
lengua diana (objeto de aprendizaje), y no producto de interferencias de los rasgos
que caracterizan a la lengua materna. Tal como a veces les ocurre a los niños
pequeños, quienes aprenden español como segunda lengua cometen errores del tipo
ando, conducid, etc. Y lo que aún es más sorprendente, los sujetos en proceso de
aprendizaje de una segunda lengua evitan la transferencia de modismos y
estructuras muy marcadas de su lengua materna, a veces incluso en casos en que
pueden ser aceptables en la SL (véanse Jordens, 1977; Kellerman, 1977). Por
ejemplo, un hablante de francés que está aprendiendo español podría decir: «Estoy
hambre», en lugar de: «Tengo hambre», a pesar del hecho de que la estructura en
francés: «J'ai faim», sea igual que la española.
2. Recapitulación del mismo orden de adquisición mostrado por los aprendices de la
lengua materna. Por ejemplo, Hakuta (1976) estudió a una niña japonesa, que
mostró el mismo orden de adquisición de los 14 morfemas flexivos más frecuentes
del inglés que los hablantes nativos de esta lengua. Los hablantes de inglés que
aprenden holandés adquirieron las reglas que rigen la variación alomórfíca (Snow,
Smith y Hóefnagel-Hohle, 1980) y las que rigen el orden de las palabras (Snow,
1981) en una secuencia casi idéntica a la de los hablantes nativos de holandés.
Cancino, Rosansky y Schumann (1974, 1975) estudiaron a hispanohablantes que
estaban aprendiendo inglés y encontraron etapas similares a las de los hablantes
nativos de inglés en el desarrollo del control sobre la formación de la negación y las
interrogaciones.
Adquisición similar en los hablantes de distinto bagaje lingüístico. Si personas que hablan
idiomas tan distintos como el francés y el tailandés muestran errores y secuencias de
adquisición similares para el inglés, esto implica que la lengua objeto de aprendizaje ejerce
una influencia más importante sobre la adquisición que los hábitos importados de la lengua
materna. Dulay y Burt (1974) encontraron que los hablantes de chino y los hablantes de
español adquieren los morfemas ingleses casi en el mismo orden, a pesar de que el marcado
morfológico del español se parece bastante al del inglés y el del chino es bastante diferente.
Fuller y Gundel (1987) mostraron que los hablantes de chino, japonés o coreano, lenguas
todas ellas abundantes en topicalizaciones \ no presentaban una tendencia mayor a utilizar
en inglés reglas de topicalización, que los árabes, farsi o españoles, lenguas que como el
inglés colocan al sujeto en la posición predominante. Estos investigadores han argumentado
que el orden de adquisición, aunque 10 sea necesariamente el mismo que el de los individuos
que adquieren su engua materna, refleja procesos evolutivos gobernados por el modo en que
:
unciona el inglés y no por los efectos de interferencia provocados por la engua materna de
los hablantes en proceso de aprendizaje de la segunda engua.
Estrategias de adquisición identificables que imitan aquellas utilizadas >or los niños en
proceso de aprendizaje de su lengua materna. Al igual que ds más pequeños adquieren a
menudo algunas frases útiles a las que pue- en añadir palabras nuevas, los estudiantes de
una segunda lengua también tilizan fragmentos imitados o patrones modulares como
primera estra- ;gia comunicativa, para a continuación analizar la estructura sintáctica e tales
fragmentos (Rescorla y Okuda, 1987; Wong Fillmore, 1976). De la íisma forma que quienes
aprenden su lengua materna incrementan de )rma gradual la longitud de sus frases, así
también actúan los estudiantes ívenes de una segunda lengua (Huang y Hatch, 1978).
osición de los elementos en la oración responde a un orden básico determinado por las pro- icturales de cada
lengua, que puede ser diferente del orden SVO del español o del inglés; las :s topicalizadas son aquéllas en
las que hay un elemento antepuesto a su elemento rector.
En primer lugar, la cantidad de input recibido es importante para determinar la rapidez
de adquisición de la segunda lengua. Quienes aprenden asistiendo a clases de lengua
extranjera y buscan hablantes nativos con los que poder practicar fuera del aula aprenden
mucho más rápido que quienes no lo hacen (Seliger, 1977). Un buen estudiante de segunda
lengua también elicita inputs particularmente útiles al tratar de hablar y recibir
retroalimentación de los hablantes nativos (Day, 1985). Resulta interesante reflexionar sobre
la cuestión de si los contextos de clases formales de idioma replican los ambientes óptimos
para el aprendizaje de la lengua (Faerch y Kasper, 1985), y sobre cómo podrían modificarse
sobre la base de los conocimientos que poseemos sobre la adquisición de la lengua materna.
Los profesores de lengua extranjera se interesan por estas cuestiones de la información
óptima y el orden natural de adquisición. Por ejemplo, Tomasello y Herrón (1988) han
mostrado que si se permite a los aprendices de SL cometer errores de sobregeneralización
para recibir después las confecciones, se produce un aprendizaje mejor y más duradero que
si se enseña previamente la regla que permitiría prevenir el enror. De hecho, encontraron
ganancias en el aprendizaje cuando dejaban que los profesores emitieran el tipo de respuestas
que dan los padres ante los errores de sus hijos pequeños (véase también Krashen, 1985, para
ejemplos de dispositivos de enseñanza de lengua extranjera tomados de la conducta de las
madres con sus hijos). Por otro lado, una gran cantidad de información resulta insuficiente
para garantizar producciones similares a las de un nativo; los niños pueden pasar hasta nueve
años en los programas canadienses de inmersión en la lengua francesa, por ejemplo, y lograr
niveles altos de comprensión y de acento en esta lengua, y seguir cometiendo, sin embargo,
muchos errores (Wesche, 1994).
Debido a que los investigadores del lenguaje infantil se interesan básicamente por el
desarrollo, han resaltado las consecuencias del aprendizaje de una segunda lengua sobre
quienes la aprenden —los bilingües jóvenes y los que aprenden una segunda lengua tienen
ventajas en determinados tipos de tareas (Hakuta y Díaz, 1985; Reynolds, 1990)—, en
especial en pruebas metalingüísticas y de análisis de la lengua. También han resaltado la
interdependencia entre la ejecución de tareas en su lengua materna y en la segunda lengua.
En apariencia, resulta coherente que a un niño que ha aprendido rápidamente y sin dificultad
su lengua materna, le resulte más sencillo el aprendizaje de una segunda lengua. Cummins
(1979) ha alegado incluso que ciertos niveles de progreso en la lengua materna del niño
constituyen el umbral para la adición cómoda de una segunda lengua. Otros investigadores
(Johnson, 1989; Malakoff, 1988; Snow, 1990) han sugerido que si las condiciones de
adquisición de la lengua materna y SL presentan grandes diferencias (por ejemplo, la una se
ha aprendido en casa y la otra en la escuela), los patrones de habilidad en la segunda lengua
pueden no parecerse ni depender en gran medida de las habilidades en la lengua materna.
blantes de aquellos países que rechazan de forma activa las variantes del inglés británico,
norteamericano o de la Commonwealth, estas variantes constituyen los objetivos adecuados
de la adquisición (Lowenberg, 1986).
Dentro de los enfoques socioculturales, nociones como la del dominio lingüístico
(language proficiency) se ven reemplazadas por nociones como la efectividad comunicativa
y la adecuación social. Mientras que los investigadores orientados al estudio de la lengua
materna siguen enfrascados en la cuestión relativa a si los estudiantes adultos de una segunda
lengua pueden convertirse en bilingües perfectos, los enfoques socioculturales hacen
hincapié en el funcionamiento efectivo de niños y adultos en las segundas lenguas a nivel
mundial; debido a que el dominio de la lengua materna incluye una gran variabilidad de
actuación (performance), el que también sea éste el caso de las personas que emplean una
segunda lengua no posee un interés teórico fundamental.
Los enfoques socioculturales son especialmente útiles a la hora de comprender las
presiones sociales y culturales que afectan a quienes aprenden una segunda lengua en
situaciones en las que el valor social asociado a su lengua materna y el asociado a la segunda
lengua varían en gran medida. ¿Cuál es la razón de que los niños de familias inmigrantes en
los Estados Unidos cambien tan rápidamente hasta llegar a desenvolverse mejor en inglés
que en la lengua de sus padres? Un mero análisis psicolingüístico no puede responder de
forma sencilla a esta pregunta,
demos encontrar una respuesta si calculamos la estigmatización asociada a a familiar y el
valor ligado a hablar en inglés como signo de ser americano, é en programas de bilingüismo
recíproco los hispanoablantes aprenden in- 5 rápido que los hablantes de inglés el español?
Quizás incluso los niños de : infancia (2,5-3 años) son conscientes de la negativa evaluación
que la so- ealiza de los hablantes de español. Y no sólo eso, sino que cuando los his- 'lantes
aprenden inglés en dichos programas recíprocos, es probable que el español (bilingüismo
sustractivo), mientras que los anglófonos que i español retienen la lengua inglesa
(bilingüismo aditivo) —una distinción cobra sentido con la comprensión del contexto
social—. ¿Cómo pudo súbante generaciones una diminuta minoría anglófona en Quebec sin
aprender incés? Parece imposible hasta que se tiene en cuenta la sociolingüística de ones
entre anglófonos y francófonos, y el poder y status relativo de ambos Por qué los programas
bilingües de quechua-español están desapareciendo a pesar de que los niños de lengua
materna quechua trabajan mejor en es- unas que en las clases donde sólo se habla español?
Un análisis de las ba- ales sugiere que los padres hablantes de quechua no consideran que
el que- la lengua apropiada para el ámbito escolar (Hornberger, 1987, 1988). La ión de los
esquemas de elección y dominio de la lengua que posee un in- una comunidad requiere
comprender que la lengua constituye un fenó- iocultural y no únicamente un logro cognitivo.
ífoques socioculturales de la adquisición de una segunda lengua dejan de corrección
gramatical o fonológica, pero añaden otro terreno de comple- el estudiante de una
segunda lengua —las reglas que gobiernan la efecti- unicativa y la aprobación social—.
Estos sistemas de reglas son comple- specíficos de una lengua como lo son las reglas
que estipulan el orden de is, o la morfología, aunque al igual que la gramática, su
descripción in- istencia de un «núcleo» {core) central (Brown y Levinson, 1978). Los
sis- irales difieren lo suficiente como para que, aunque se puedan traducir muras de una
lengua a otra de forma bastante adecuada, rara vez se puedan s «actos de habla» de
forma directa sin producir malentendidos (Blum- 3). «A ver si comemos juntos algún
día» es una forma amistosa de decir ¡o» en inglés americano, pero su traducción al
francés se consideraría nvitación formal (Wolfson, d'Amico-Reisner y Huber, 1983);
¡no es sor- ¡ue los franceses piensen que los americanos son personas poco amistosas si
reciben muchas de estas invitaciones que nunca se hacen realidad! onviene utilizar
formas indirectas o corteses con quienes nos prestan al- ). Un jefe le diría a su
secretario: «¿Te importaría pasar esto a máqui- :liente en un restaurante se dirigiría al
camarero diciendo: «¿Me podría iú?». En español, emplear «Tráigame el menú» resulta
perfectamente 1 hablante español que traduce este acto de habla (y las implicaciones i
para las relaciones sociales) al inglés se le tildaría de prepotente. No es a la luz de estas
diferencias, que los bilingües muy desarrollados ue poseen varias personalidades según
la lengua en la que se expresen, ques socioculturales de la adquisición de una segunda
lengua dejan cla- rto sentido, aprender una segunda lengua es algo más que la simple
adquisición de un sistema gramatical nuevo o un acento mejor: constituye la adhesión a
una segunda cultura. Hablaf una nueva lengua implica participar como miembro de un
grupo determinado, tomar parte en una gran variedad de interacciones sociales nuevas,
así como establecer una identidad personal acentuada o modificada.
RESUMEN
A fin de resumir lo que sabemos sobre la adquisición de una segunda lengua a partir de cada
uno de los cinco grupos de investigadores que han abordado el problema, volvamos a nuestra
lista con las ocho cuestiones más importantes para observar la respuesta que da cada una de
las líneas de investigación a los interrogantes planteados.
1. ¿Existe una edad óptima para comenzar a aprender una segunda lengua? Los profesores
de lengua extranjera se encuentran normalmente con estudiantes adolescentes y
adultos, por lo que su investigación no trata esta cuestión de forma directa. Sin
embargo, la evaluación de los programas con estudiantes preadolescentes de lengua
extranjera (por ejemplo, la enseñanza de Lengua Extranjera en los programas de la
Escuela Primaria en los Estados Unidos) revelan que los niños pequeños muestran
un progreso considerablemente más lento que los niños de instituto o que los
adultos que aprenden una lengua a través de la enseñanza formal. Los investiga-
dores del lenguaje infantil han señalado que, contrariamente a lo que se cree, los
estudiantes mayores también adquieren antes una segunda lengua que otros más
jóvenes en situaciones en las que no existe enseñanza por parte de un profesor
(Snow, 1983, 1987; Snow y Hoefnagel-Hohle, 1978). Sin embargo, la probabilidad
de que los estudiantes de más edad presenten fosilización y acentos persistentes es
mayor (Krashen, Long y Scarcella, 1982), por lo que su adquisición en última
instancia puede ser menor. Los lingüistas, debido a su compromiso con la noción
del sustrato biológico del lenguaje, se inclinan a creer en la hipótesis del período
crítico, que establece que la adquisición «normal» del lenguaje debe ocurrir en (un
momento temprano de) la infancia. Ni los psicolingüistas ni quienes adoptan puntos
de vista socioculturales de la adquisición de la segunda lengua muestran demasiado
interés por la cuestión de la edad óptima para el aprendizaje; lo contemplan como
un proceso gradual y creciente en todas las edades.
2. ¿Cuánto se tarda en aprender una segunda lengual Los profesores de lengua extranjera
señalan que se tarda más tiempo en aprender una lengua alejada que una más
relacionada con la lengua materna del estudiante; por tanto, los anglófonos deberían
contar con que van a emplear más tiempo aprendiendo chino que español. Para
adquirir soltura en una segunda lengua son necesarios entre dos y cuatro años de
enseñanza formal a nivel de ins- ), más un período de inmersión que permita
alcanzar una fluidez com- . Los investigadores del lenguaje infantil señalan que un
niño necesita 10 y 12 años para adquirir un control perfecto del uso oral y escrito
de ngua materna; un inicio algo más tardío supone una adquisición lige- nte más
rápida, pero de todos modos, es bastante normal que los niños iad escolar tarden
seis o siete años en desenvolverse de forma seme- a los hablantes nativos, aunque
algunos lo consigan en tan sólo dos o iños. Los lingüistas han prestado poca
atención a este asunto, y los psi- güistas piensan que la adquisición es algo continuo
a lo largo de la del individuo, aunque se vuelve progresivamente más lenta al encon-
ada vez menos estructuras nuevas. Los sociolingüistas carecen de ios claros para
considerar si el dominio alcanzado de la lengua se ase- ai de un hablante nativo, por
lo que no consideran que se trate de una ión interesante.
ten condiciones óptimas para la adquisición de una segunda len- Obviamente, el profesor de
lengua extranjera piensa que la condición a es un programa bien diseñado, puesto en
práctica por un profesor ) y con muchas posibilidades suplementarias de practicar. El
investi- del lenguaje infantil resaltaría la necesidad de proporcionar a los eslíes
condiciones que se asemejen a las de los niños en proceso de ad- ión de la lengua materna:
oportunidades de conversar sobre temas de > para el estudiante con nativos que
proporcionen un input ajustado al leí estudiante, que suministren respuestas
conversacionales que comía construcción de las producciones del estudiante, que estén
genui- ite interesados en comunicarse con el estudiante y que mantengan una in afectiva
positiva con éste. Los lingüistas muestran un desinterés re- por las diferencias individuales
en la velocidad de adquisición y no >ordado esta cuestión. Los psicolingüistas
identificarían las condi- óptimas para el aprendizaje con la oportunidad de escuchar una
intidad de oraciones emparejadas con información correspondiente a lificado, quizás con
alguna manipulación que produzca conflictos de (cues) para refinar las hipótesis del
estudiante. Por último, los teóri- ñoculturales alegarían que las condiciones óptimas son
las condi- de igualdad social entre los miembros del grupo de estudiantes y los tes nativos
de la lengua objeto de aprendizaje, y que es deseable un mutuo, o cierta intimidad
personal entre el estudiante y algunos in- tores nativos.
s son las características de quienes aprenden con resultados exce- ' de quienes no obtienen éxito
en la adquisición de la segunda leños profesores de lengua extranjera piensan que los
estudiantes que :n otra lengua con éxito son como los buenos estudiantes de cual- ra
materia —los que trabajan duro, están motivados y puntúan alto :st de Aptitud de Lenguas
Modernas—. El investigador del lengua- :il acentúa la importancia de la capacidad de los
estudiantes para eli-
citar inputs de los hablantes nativos —los estudiantes extrovertidos, comunicativos
y desinhibidos son mejores en esta cuestión— y su disposición a generar y
contrastar hipótesis sobre la lengua objeto de aprendizaje basadas en datos
parciales, es decir, a cometer errores. Los lingüistas resaltan la sensibilidad del que
aprende a la información sobre la lengua diana y quizás también un talento para el
análisis metalingüístico. Los psicolingüistas no predecirían grandes diferencias
individuales, salvo aquellas asociadas a la eficiencia en el procesamiento de la
información. Los teóricos sociocul- turales ponen el acento en la apertura del
estudiante hacia otras culturas, su disposición a probar alternativamente otras
personalidades sociales, así como la disposición a arriesgar la propia dignidad en
tentativas sinceras de comunicación.
6. ¿Pueden los estudiantes llegar a comunicarse, aprender, leer o hablar en la segunda lengua
de forma tan eficaz y competente como en su lengua maternal Los profesores de lengua
extranjera, los investigadores del lenguaje infantil y los lingüistas están de acuerdo
en que un pequeño porcentaje de los estudiantes de una segunda lengua acaba
usándola como un nativo, aunque estos tres grupos de investigadores no
coincidirían en las razones por las que muchos estudiantes no lo consiguen. Los
psicolingüistas y los teóricos socioculturales desmontan la noción dé la
«competencia perfecta» del hablante nativo, señalando que incluso un hablante
nativo puede continuar ajustando su sistema ya de adulto; en este sentido, los
estudiantes de segundas lenguas difieren poco de quienes aprenden su lengua
materna.
wS CLAVE
1. ¿Por qué el estadounidense medio considera como una tarea imposible el hecho de
aprender otra lengua lo suficiente como para hablarla con fluidez?
2. Razone los argumentos a favor de la existencia de un período crítico en la adquisición
de una segunda lengua. Razone los argumentos en contra de esta idea.
3. Describa los diferentes mecanismos por los que las actitudes hacia los hablantes de
cualquier grupo lingüístico afectan a la adquisición de su lengua por parte de miembros
de otro grupo.
ACTIVIDADES
1. Prácticas y creencias de las familias bilingües. Localice a una familia con al menos un
niño de entre 2 y 12 años de edad, en la que al menos uno de los padres no tenga
únicamente el español como lengua materna. Podría ser una familia que esté en España
durante algunos años, una familia de inmigrantes o una familia en la que uno de los
padres es un hablante experto de alguna lengua que no sea el español. Entrevísteles para
obtener respuestas a las siguientes preguntas:
¿Han decidido si sus hijos serán educados de forma bilingüe?
¿Utilizan el otro idioma con sus hijos?
¿Qué dificultades, si existen, encuentran en seguir utilizando el otro idioma?
¿Cómo estimarían el nivel de sus hijos en el otro idioma? ¿Y en español?
Si consigue establecer una buena relación con la familia pregúnteles si serían tan
amables de permitir la grabación de sus conversaciones, por ejemplo, en una de sus cenas.
Escuche la grabación y busque las respuestas a estas preguntas: ¿Quién habla en español
durante la conversación? ¿Quién habla en la otra lengua? Cuando se utiliza la otra lengua,
¿quién vuelve a utilizar el español? ¿Qué temas concretos implican una vuelta al uso del
español?
s de los estudiantes de lengua extranjera y reflexiones sobre los
Grabe una conversación entre usted y un amigo'que no sea nativo es- :on su consentimiento,
por supuesto). Transcriba aquellas frases de su }ue contengan errores. Clasifíquelos, bien
como errores de interferen- ;ados en la estructura de la lengua materna), bien como errores
de de- i (errores provocados por áreas especialmente difíciles en el español), la lista de frases
con su amigo. Para cada frase pregúntele si puede: lizar el error, (2) corregirlo, y (3)
comentar qué es lo que pudo causar
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Umbral, 187
Unidades clausales, 253-258
Unificado, 457
Universal psicolingüístico, 36 Universales, 7
diversidad de las lenguas y, 35-42
Universalidad, de las reglas. 22 Uso preferente de la mano, 78-
79
lateralización y, 79-80 Uso. Véase Pragmática Úvula, 121
Valpirí, 19
Van Dijk, T. A., 283, 287, 302 Van Lancker, D., 87 Van Orden, G.
C„ 457,459, 460 Van Petten, C„ 91 Van Valin, R. D., 31,96 Van
Wagenen, W. P„ 81 Varey, C. A., 247 Variación
en el habla, 118-120 frente a competencia universal, 421-422
Velar, 122
Vellutino, F„ 440, 447, 448,
451,455,459 Velo (del paladar), 121 Velocidad de
denominación, 448
Velocidad, de denominación, 448. Véase también Tasas de habla
Velocidades de enunciación,
117, 247, 248,331 Venezky, R. L„ 455 Verbal Behaviour (Skinner),
41 Verbos, nuevos, 388 Vignolo, L„ 98 Vigorito, J., 379 Vihman,
M„ 421 Vocabulario, 2, 170-171. Véase también Léxico
conocimiento del, 448 dificultad de aprendizaje,
387-388 primates no humanos y, 7-8 temprano, 385
Vocales, 121-122
alargamiento de los finales, 267
estados estacionarios frente a transiciones de formantes
en, 134-137 percepción de las, 134 propiedades acústicas
de las, 126-131 Vocalización, 72
nervios craneales y, 70-71 Vocoder, 115-116 Volterra, V., 30,
412 VOT. Véase Intervalo de inicio
de la sonoridad (VOT) Vygotsky, L. S„ 475
Wada, J„ 79
Wagenaar, W.A., 247
Wales, R„ 267
Walsh, D„ 448
Wang, J„ 270
Wang, M. D„ 155
Wang, W. S.-Y., 435
Wang, X., 126, 150
Wanner, E., 26,415
Warren, R. M:, 152
Warren, A., 402
Warren, P., 262
Wasow, T., 281
Waters, G., 284, 285, 287, 460
Watkins, S. S. A., 115
Watson, J. B„ 40
Wattenmaker, W. D., 211
Waxman, S. R„ 232, 233
Wayland, S. C., 271
Webelhuth, G., 26
Weber, R. M„ 442
Weeks, P. A., 267 Weinberg, A., 26, 30, 42 Weir, C. C., 147
Weisberg, R„ 199n Weksel, W„ 40 Wells, G„ 399 Welsh, A.,
159, 195 Welsh, C„ 378, 389 Weltens, B„ 495 Werker, J„
380
Wernicke, afasia de, 59, 61, 62 Wernicke, área de, 61, 73, 75,
420
Wernicke, C„ 60-61 Wernicke-Lichtheim, modelo de, 102 de
afasias, 62 Wertz, R„ 102 Wesche, M„ 491 Wessels, J„ 272,
273, 274-275 West, R. F„ 448 Whinney, B., 377 Whishaw, I., 90
Whitaker, H„ 77, 83, 379
White, L„ 492 Whitehurst, G., 409 Wiegel-Crump, C„ 388
Wilbur, R„ 36, 37 Wilce, L. S., 449 Williams, K., 382 Williams, L„
147 Willis, R., 115
Wingfield, A., 248, 265, 267,
268,271,281,284, 287 Winitz, H„ 149 Winner, E„ 308
Winograd, T., 26 Witelson, S. F„ 420 Wittgenstein, L. J. J„ 202,
205, 207
Wolf, M„ 436, 443, 447, 448, 449
Wolfson, N„ 498 Wong Fillmore, L„ 491 Word and Object (Quine), 231
Wright-Cassidy, K.,416 Wug, estudio, 41,389
Wulfeck, B„ 30 Wundt, W„ 40