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Instituto Agustiniano

Monográfico de Santo Tomás


Prof. Roberto Sanz Bustillo
Alumno: Alberto Vázquez Quiroz
Ensayo Final

Explica cómo el principio teológico tomista “Las cosas menos perfectas existen para las
más perfectas” se despliega y cumple en el régimen monárquico y se pervierte o desvía
en la tiranía.

1. El principio tomista

Antes que todo, hay que señalar que la monarquía fue el régimen propuesto por santo Tomás
como la forma de gobierno que existe más cercana a la perfección1. Por vía contraria, el
gobierno a cargo de un tirano, lo señala como “el peor de todas las maneras de gobernar”2.
De este modo se puede suponer que no hay problema alguno en cuanto a la compatibilidad
de este mismo régimen con el principio tomista de que ‘las cosas menos perfectas existen
para las más perfectas’, sin embargo, será importante señalar en qué aspecto sí se cumple
esto en la monarquía y cómo no se lleva a cabo en la tiranía.

La idea de que ‘las cosas menos perfectas existen para las más perfectas’3 aparece en el texto
de La Monarquía, en donde santo Tomás plantea este principio como uno de los tres sustentos
para validar que el dominio del hombre sobre otro hombre es de dominio natural. Como
ejemplo de este principio, él señala que “las plantas se nutren con el juego de la tierra, los
animales se alimentan con las plantas y el hombre se nutre y alimenta con las plantas y los
animales”4.

A través de este sustento se muestra que existe una relación entre las criaturas y, puesto que
en estas relaciones no hay igualdad, debería haber también, como consecuencia de ello, algún
principio de autoridad que rija dichas relaciones 5, a fin de que no llegue a existir el desorden.

1
Cfr. SANTO TOMÁS, La Monarquía (I, III), Imprenta y Librería D. A. Izquierdo, Sevilla 1861
2
Ibid. (I, III)
3
Ibid, (III, IX)
4
Ibid, (III, IX)
5
Ibid. (III, IX)
De este modo, queda claro que para santo Tomás debe existir una forma de gobierno y,
además, deberá ser lo más perfecta posible. Si se parte del mismo principio, puesto que Dios
es el ser más perfecto6, esta forma de gobierno junto con su gobernante deberá atender la
voluntad de Dios para con los hombres, así como guiar a los hombres a su fin último: gozar
de “la felicidad última que se espera alcanzar con la visión de Dios después de la muerte”7.

2. El gobernante

De la misma manera en que Dios es solamente uno y gobierna rectamente todo cuanto existe8,
así también para santo Tomás, el régimen que mejor gobernará será aquel en donde el poder
recaiga en una sola persona 9, puesto que “lo que es uno, tiene en sí más poder para producir
la unidad, que lo que es múltiple”10. Si bien pueden existir sus excepciones, esta idea también
parte del supuesto de que cuando la autoridad gubernamental recae en diversas personas, se
corre más riesgo de que la multiplicidad de formas de pensar sea un obstáculo al
contraponerse unas ideas con otras, impidiendo llegar a un consenso pleno y unánime en
torno a las decisiones que deben tomarse para bien del pueblo,

Es así que, al menos en su tratado sobre La Monarquía, santo Tomás descarta a la democracia,
la aristocracia y la oligarquía como las mejores opciones para encabezar un régimen11, ya
que en ellas el poder no reside solamente en una persona. Solo en la monarquía y la tiranía
el poder está a cargo de una sola persona, aunque quizá esta sea de las únicas semejanzas
existentes entre ellas, ya que en la práctica son totalmente contrarios entre sí.

El gobernante ideal, por ser uno solo, deberá él mismo vivir y gobernar de un modo virtuoso,
especialmente al ordenar o prohibir algo a la población12, cuyo fin es obtener la felicidad en
el cielo. De este modo, el gobernante “debe cifrar todo su afán en cómo vivirá virtuosamente
la multitud a él sometido”13.

6
Cfr. SANTO TOMÁS, La Monarquía (II, III, 43), Imprenta y Librería D. A. Izquierdo, Sevilla 1861
7
Ibid, (II, III, 44)
8
Ibid (I, II)
9
Cfr. Ibid
10
Ibid (I, II)
11
Cfr. Ibid (I, III)
12
Cfr. Ibid (II, IV)
13
Ibid.

2
Aquel único gobernante que cumple con esto, es decir, que “busca el bien general de la
sociedad”14 y que “ejerce la autoridad justa se la da con propiedad el nombre de rey”15. Por
el contrario, si el gobernante “ejerce la autoridad de un modo injusto, haciéndola servir a sus
propios intereses”16, entonces recibe el nombre de tirano, “porque oprime con su poder y no
gobierna con justicia”17.

3. La monarquía

En la monarquía destaca el orden “de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba” 18 que santo
Tomás propone, puesto que el rey es consciente de que su propia autoridad no existe para
servirse de ella sino como un don proveniente de Dios, cuyo único fin es que él pueda guiar
a sus súbditos a su propio fin, que es habitar la patria celestial.

Para cumplir su fin, el rey tendrá que ejercer su autoridad con sabiduría para valerse de lo
que es menos perfecto: se hará valer de sus súbditos para delegar ciertas tareas que por su
cuenta no pueda llevar a cabo; se valdrá de alguna región natural idónea en la cual fundará
su reino19; se valdrá de que el agua sea saludable y el suelo fértil y en buen estado20, para que
no llegue a dañar el alimento (los animales) del reino; se valdrá de los frutos y animales para
la alimentación de los habitantes de reino 21, entre otros.

El gobierno del rey, entonces, se preocupará de que nadie tergiverse esta relación entre los
hombres, los animales y las plantas que en un principio se señalaba como sustento de la
postulación del principio tomista, a fin de respetar el orden jerárquico que ya se ha
establecido.

Así, bajo un orden que toma en cuenta las diferencias y los límites existentes entre las
criaturas, el rey hará participar a todos de la construcción de su reino en torno al bien

14
Ibid (I, I)
15
Ibid, (I, I)
16
Cfr. SANTO TOMÁS, La Monarquía (I, I), Imprenta y Librería D. A. Izquierdo, Sevilla 1861
17
Ibid (I, I)
18
RUBEN DRI, La Filosofía política clásica. Teología Política de Santo Tomás, CLACSO, Buenos Aires
1999
19
Cfr. SANTO TOMÁS, La Monarquía (II, V, 51), Imprenta y Librería D. A. Izquierdo, Sevilla 1861
20
Ibid (II, VI, 55)
21
Ibid (II, VII, 56)

3
común22, y, en consecuencia, en torno a la ley divina, buscando al final que todos los hombres
lleguen a su propio fin. Por esto es posible señalar que en la monarquía sí cumple cuanto
dicho principio tomista enuncia.

4. El tirano

Contrario a la manera de obrar del rey, el tirano no actúa de forma virtuosa ni busca el bien
común: tan solo se preocupa de su propio bienestar23. De esta manera se puede resumir por
qué en la tiranía no se sigue el principio tomista de que ‘las cosas menos perfectas existen
para las más perfectas’. El orden que se puede notar en la monarquía, en la tiranía no se sigue,
puesto que el tirano pervierte la razón de ser del gobierno.

En vez de que el poder y el gobernante existan para Dios y su causa, el tirano se enfoca en
servirse de los menos perfectos, y “gobierna con injusticia, produce la desgracia de la
sociedad, en atención a que explota los intereses todos en beneficio propio” 24. El tirano no
busca el bien y se desvía del mismo, provocando igual efecto con sus súbditos y todo el reino,
a quienes “agobia por todos los medios que les sugieren sus pasiones” 25.

En la tiranía ya no existe un orden jerárquico acorde a lo perfecto y lo virtuoso, sino un


desorden en donde quien manda son los instintos de un individuo con insaciable poder.

22
Cfr. Ibid (II, IV, 49)
23
Cfr. SANTO TOMÁS, La Monarquía (I, III), Imprenta y Librería D. A. Izquierdo, Sevilla 1861
24
Cfr. Ibid (I, III)
25
Ibid (I, III)

4
Bibliografía

1. DRI, R., La Filosofía Política Clásica. Teología Política de Santo Tomás, CLACSO,
Buenos Aires 1999

2.SANTO TOMÁS. La Monarquía, Filosofía, Imprenta y Librería de D. A. Izquierdo,


Sevilla 1861

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