Está en la página 1de 3

¿Tiene pequeños polizones nocturnos en su cama?

No se preocupe, porque sus hijos


acabarán por elegir de manera espontánea su propio espacio para dormir. ¿Cuándo?
Lo habitual es que a partir de los 10 años de edad busquen su propia intimidad nocturna.
La permisividad a la hora de compartir espacio de sueño con los más pequeños varía
según las culturas. “En algunos países orientales, como Japón, los pequeños comparten
espacio por la noche con sus padres hasta los 5 ó 6 años y en España les mandamos
a otra habitación cuando son lactantes. Hay una tendencia innata a dormir en compañía.
Si a los adultos nos consuela el abrigo social, con más razón en el caso de un niño que
es más vulnerable. Al fin y al cabo, es lógico que ellos nos busquen, sobre todo de
noche”

El miedo a la oscuridad y la ausencia de los adultos, que suponen su fuente de


protección, son causas habituales por las que un niño hasta los siete años de edad no
quiera dormir solo. “Todavía está presente el pensamiento mágico y la existencia de
monstruos y personajes fantásticos. También son frecuentes las pesadillas y el deseo
de cercanía respecto de sus progenitores. Por ello, en esta etapa, es más habitual que
los niños acudan a la cama de los padres. Ayudar a que afronten esos miedos es tarea
de los adultos”.

“Los padres pueden abordar esta situación de una manera dialogada, y llegar a un
consenso. Si la pareja estima que la migración de su hijo a su cama supone una
interferencia importante para su felicidad, pueden intentar no ceder al requerimiento
infantil o bien hacerlo de manera moderada. Una buena estrategia con los niños que
necesiten más a sus padres por la noche es llegar a un acuerdo de mínimos para dejar
que duerman junto a ellos, por ejemplo, un día a la semana”, aconseja el pediatra Iván
Carabaño.

No obstante, ciertas pautas, pueden ayudar a que el niño duerma en su cama, si es lo


que los padres quieren:

1- Preparar el terreno para que el niño vaya a dormir. Se pueden prevenir


interrupciones del sueño durante la noche si se llega a la cama con la digestión hecha,
se evitan comidas copiosas y actividades físicas estimulantes, se modera la ingesta de
líquidos y se crea un entorno agradable (temperatura templada, cama cómoda).

2- Generar el hábito de dormir en su habitación a temprana edad facilita el proceso


de adaptación. Se trata de que el niño/a tenga claro cuál es su lugar para dormir. Cuanta
mayor coherencia exista en este sentido, más fácil será crear este hábito.

3-Fomentar cierta rutina a la hora de ir a dormir ayuda a que el niño/a pueda anticipar
lo que ocurrirá antes de que se produzca la separación para irse a la cama. Ponerse el
pijama, lavarse los dientes, contar un cuento, cantar una misma canción, caricias, besos
y mimos. De esta manera, se ayuda a que el niño/a aprenda a diferenciar cuando es el
momento de estar con los adultos y cuál es la hora de irse a la cama.

4-Objetos quitamiedos que tranquilizan. Un osito muy querido, una foto de papá y
mamá, una mantita muy suave, un atrapasueños, o dejar la luz encendida, pueden
ayudar a los niños a lidiar con sus miedos cuando se queden a solas en la habitación.

5 -Evitar ceder la cama. Si ante temores, pesadillas, despertares por diferentes motivos
(malas digestiones, sed, necesidad de ir al baño) el niño/a acude a la cama de los padres
y se lo permiten, se transmite el mensaje de que es posible dormir con ellos en
determinadas circunstancias. De este modo, existe el riesgo de que el niño/a adopte el
hábito de dormir con los padres.

6-Fomentar la autonomía del niño/a a lo largo del día. Resulta positivo ayudar a los
niños a hacer actividades propias de su edad por sí mismos (vestirse, comer, ordenar
su habitación) para que adquieran autonomía y confianza en sus propias capacidades.
Aprender a convivir con momentos de soledad a lo largo del día, sin la supervisión y
presencia de adultos, previene el exceso de dependencia en los pequeños, lo que
aumenta su tolerancia a la hora de dormir solos.

7-Retirar los apoyos a la hora de dormir solos de manera progresiva. Es


recomendable avanzar paso a paso hacia la meta de que los pequeños duerman toda
la noche en su habitación. Existen varias opciones en este sentido, como en el caso de
la transición de tumbarnos con el niño/a a sentarnos a su lado, acordar un tiempo para
despedirnos o quedarnos un rato en la puerta, en lugar de todo el tiempo a su lado.

8-Ayudar a afrontar los miedos a la hora de irse a la cama. Inventar un cuento con
un final en el que se salga vencedor ante una pesadilla, que el niño corra a la habitación
oscura, a pesar del temor que le puede generar, con las consiguientes felicitaciones de
los adultos, hacer un dibujo donde el niño/a vence a los monstruos que le atemorizan.

9-Analizar y detectar si existen en la vida del niño/a factores de estrés de carácter


significativo que dificulten su tranquilidad e incidan en que no pueda conciliar el sueño
al quedarse solo.

10-Crear momentos de unión en familia fuera del dormitorio. Si la separación del


grupo familiar es la dificultad para renunciar a ese momento para irse a la cama, puede
resultar útil para superarlo crear estos ratos en otro lugar de la casa antes de ir a dormir,
como en el sofá. De ese modo, el hecho de dormir separados no supone una renuncia
a los momentos de unión y afecto familiares.

11-Confiar en que el niño/a lo conseguirá y darse cuenta de la importancia de que


nuestro hijo/a crezca. La actitud de confianza de los padres con sus hijos es clave para
transmitirles que son capaces de dormir solos.

12-Favorecer un vínculo positivo con los niños. El exceso de inseguridad y temores


puede deberse a que la relación de apego con los progenitores esté establecida de
forma inadecuada. Por ello, los padres pueden plantear formas de favorecer una
vinculación sólida y segura con sus hijos, que les permita explorar el mundo y estar
tranquilos en su cama para abandonarse al plácido sueño.

¿Cómo detener el hábito?

Este es un proceso lento, pues el niño va a tratar que lo dejen quedarse; por

eso, durante el día hay que reforzarle el mensaje de que él puede dormir solo en

su cama.

Habla con el niño sobre los temores nocturnos y lo que siente de noche, valida sus

sentimientos, pero, al mismo tiempo, dele la seguridad de que va a estar bien. Hay

niños que temen a la oscuridad, y es bueno utilizar una lámpara de luz tenue, mientras
el niño domina su miedo. Otros pequeños, se han acostumbrado a dormir siempre entre

sus padres y este hábito debe romperse cuanto antes. Si éste no es el caso de Agustín

no lo mencionen porque puede utilizarlo como pretexto para irse con uds. Otra vez.

Cuando el hábito de dormir con los papás se extiende por varios años, es más difícil

convencer al niño de que duerma en su cama. En algunos casos hay que acudir a

estímulos tangibles, como premios y privilegios que se irán ganando a medida que

logre pasar la noche solo. Como en todo, lo importante aquí, es persistir.

Puedes comenzar por hacer un dibujo donde el niño pueda ver una carita feliz, cada

noche que pase en su cama, y si logra tener tres noches sin pasarse, sería importante

premiarlo para que la motivación continúe.

Si no lo logran a la primera, pueden hacerle un calendario marcando los días que se

duerme solo y premiarlo con unos boletos para el cine para mes siguiente ya que se

comporta como todo un preadolescente, eso lo motivará y lo hará verse más

independiente y si lo colocan de ejemplo para su hija, eso también le subirá el ego y su

hija verá también que llegado el momento ella puede estar en su habitación también.

Este es un proceso y como todo proceso va a tomar su tiempo. Es importante que a

pesar de las dificultades y retrocesos, los papás se mantengan firmes en su posición de

que tu niño puede y debe dormir solo y en su cama.

Cualquier cosa me escriben … cariños

También podría gustarte