Dependientes de Dios.

 Semana 23-29 diciembre 2019

Dependientes de Dios.
Objetivo: Describir la importancia de vivir en un estado de búsqueda y dependencia de Dios.
Idea Central: Una persona pobre en espíritu es alguien que depende completamente de Dios.
Proposición: Que cada miembro de círculo de amistad aprenda a desarrollar un estilo de vida de profunda
dependencia de Dios.

Introducción:
Como ciudadanos del reino de los cielos es importante conocer el estándar moral y ético del reino para poder
ajustar nuestro estilo de vida a la voluntad del Rey. Jesús nos enseña una serie de principios y bienaventuranzas
en el sermón del monte que nos ayudan a comprender mejor la dinámica de la vida cristiana que dista por
completo de lo que el sistema del mundo dicta. Para poder disfrutar de las bondades del reino de Dios, se
requiere depender completamente de Dios y poner en práctica sus principios, que nos acercan al diseño de un
ciudadano celestial.

Mateo 5:1-3
Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba,
diciendo: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

El término “bienaventurado” (gr. makários) originalmente significaba “grande” y se refería a la prosperidad

exterior y material. En el NT el hombre bienaventurado es el que confía en Cristo como Salvador, se somete a
él y le obedece como señor y procura una vida santa. Se traduce el término makários con varios adjetivos en
castellano: dichoso, feliz, bienaventurado, favorecido, bendito, afortunado, contento.

La primera de las nueve bienaventuranzas que Jesús enseñó a sus discípulos en el sermón del monte tiene que
ver con alguien “pobre en espíritu”. Veamos qué es lo que Jesús quiso decir respecto a ser dichoso cuando nos
hayamos en esta condición:

Desarrollo:
1. Significado de “pobres en espíritu”:
La palabra “pobre” en el griego original (ptojos) denota una pobreza absoluta y pública. Se refiere al mendigo
que depende de la bondad de otros para su existencia, uno que no tiene recursos propios. Jesús está describiendo
al discípulo que reconoce en su corazón que no tiene recursos espirituales o méritos propios. Los pobres en
espíritu son los humildes de corazón que no confían en sí mismos como autosuficientes, sino que se aferran a
Jesucristo como única fuente de seguridad y felicidad. Se someten a Cristo como rey soberano. Es una total
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dependencia de Él, más allá de lo que tenemos o carecemos. Tiene que ver con entender que separado de Cristo
nada podemos hacer (Juan 15:5).

Una persona pobre en espíritu en labios de Jesús es alguien que: reconoce su estado y necesidad espiritual en la
presencia de Dios. Es quien sabe que está necesitado espiritualmente cuando esta sin Dios. Es quien que está
desprovisto de toda virtud y que sabe que la única forma de salir de ella es únicamente con la ayuda de Dios.
Se refiere a la profunda humildad de reconocer la absoluta bancarrota espiritual de sí mismo, cuando estamos
apartados de Dios. Los pobres en espíritu exhiben una genuina humildad y están despojados de todo orgullo.

2. Quién no es un pobre de espíritu:

Es alguien que no es capaz de reconocer su estado y necesidad espiritual de Dios. Actúa de forma independiente
y en sus propios criterios. No toma a Dios en cuenta. Es alguien orgulloso, soberbio, arrogante. Es aquel que
tiene su propia definición de lo que es bueno y malo. Llama a lo bueno malo y a lo malo bueno.

3. Pobre en espíritu como un estilo de vida.

La pobreza en espíritu es un estado en el que el creyente reconoce su necesidad de Dios y aunque esa condición
los lleva a vivir una vida establecida en el reino de Dios; siempre hay una constante búsqueda donde permanecen
dependientes de Él. Un pobre en espíritu desarrolla un estilo de vida en el cual: la presencia y la dirección de
Dios es vital. Si antes, por el pecado, nuestro proceder era independiente de Dios; ahora con la ayuda del Espíritu
Santo y su obra en nosotros buscamos constantemente Su presencia. También, el reino de Dios pasa a ser la
prioridad. Se establece Su gobierno en nuestra vida, nuestra mirada se aparta de las cosas temporales para
enfocarse en las celestiales. No buscamos las añadiduras, sino que ellas vienen por causa de buscar el reino.
Recibe y honra lo que Dios ha depositado en los demás; es decir que tiene un corazón humilde y genuino que
aprende a ver y disfrutar la gracia de Dios en otros. No compite ni se jacta. Aprende de otros porque tiene un
corazón enseñable. Entiendo que necesita de los demás.

Conclusión:
La bienaventuranza de los pobres en espíritu termina con la promesa: porque de ellos es el reino de los cielos
(Mateo 5:3). Es decir que solo aquellos que entienden su condición pecaminosa y reconocen su ruina espiritual
y que dependen de Dios para ser levantados, son quienes se acercan humillados a Él y son recibidos en Su reino.
Un corazón contrito y humillado, dependiente de El, Dios no despreciará nunca (Salmos 51:17).

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