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La Bondad de Dios
Dolly Guapacha
Luz Dary Rojas
Valerie Sánchez Rojas
Fundamentos
Presentado a:
Pastor Juan Carlos Triana
- Lo que Significa
La bondad de Dios es uno de los atributos de Dios, así como una descripción de
su esencia misma. Dios, por naturaleza, es intrínsecamente bueno, como el Salmo
34:8 nos dice: "Gustad y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía
en Él."
Sal.145.7 .Atributo por el cual Dios comunica la mayor felicidad posible a todas
sus criaturas, de manera espontánea, incesante y perfecta. Él es el fundamento de
la bondad y de todo lo bueno. Él no lo recibió de ninguna otra fuente. Las
personas pueden tener rasgos buenos o hacer buenas obras, pero la bondad no
está en nuestro carácter. Nuestra bondad viene de Dios. La bondad, como fruto
del pueblo de Dios, bondad es una palabra que combina el ser bueno y el hacer lo
bueno.
La felicidad, la dicha, no pueden ser causadas por el placer físico o por el mal,
sino por la virtud, por el bien, se dice que la felicidad solo puede ser poseída por el
hombre a quien Dios la conceda, ya que Él es dueño de todos los bienes, todas
las virtudes. Cuando se dice que Dios comunica la mayor felicidad posible, se
quiere decir que la felicidad verdadera solo puede ser ofrecida por Él.
- Lo que Hace
La bondad de Dios es evidente en toda Su creación y obras. Génesis 1:31 dice: Y
vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera..."
Nosotros no somos merecedores de Su bondad ni podemos ganárnosla. Está
disponible para nosotros sin importar nuestra condición social en la vida, y aunque
no seamos dignos de ella. Mateo 5:45 dice: “...Que hace salir su sol sobre malos y
buenos, y que hace llover sobre justos e injustos." Y leemos en el Salmo 145:9
que "Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras."
La bondad de Dios es otro atributo infinito e inmutable. Por tanto, todo lo que Él
hace es bueno. Podemos mirar algún aspecto difícil de nuestra vida y sentir que el
Señor no nos ha manifestado esta característica. Sin embargo, las situaciones
desconcertantes y nuestro limitado entendimiento no alteran en absoluto quien es
Él. Una circunstancia puede no ser buena, pero la bondad de Dios no depende de
eso.
La bondad de Dios es individual. La letra de un antiguo coro dice: "Dios es tan
bueno; Es tan bueno conmigo." Todos podemos cantar esta canción, porque Él es
bueno con cada uno de nosotros individualmente, de maneras que satisfacen
nuestras necesidades individuales. Su bondad nos provee tales beneficios como:
Nos asegura que el propósito de Dios para nosotros es bueno. Así como los
padres desean cosas buenas para sus hijos, nuestro Padre Celestial desea
sólo lo bueno para nosotros. Santiago 1:17 dice: "Toda buena dádiva y todo
don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay
mudanza, ni sombra de variación." Sin embargo, debemos recordar que las
cosas buenas no siempre pueden presentarse como experiencias felices. A
veces el bien puede venir disfrazado de adversidad o dificultad, pero Dios
puede utilizar las dificultades para bien, como aprendemos en Romanos
8:28: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a
bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados."
- Conclusión
La Biblia nos dice que Dios es bueno para con todos (Sal 145.9), y que para Él no
hay acepción de personas (Ro 2.11). O bien la Biblia está diciendo la verdad de
que Dios muestra su bondad para con todos; o bien, es falsa, y Dios solo es bueno
cuando Él decide serlo y para con quienes Él elija.
A veces, quisiéramos que Él fuera menos imparcial con su generosidad, cuando a
las personas que consideramos malas les está yendo bien en la vida. Jesús dijo
que el Señor “hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e
injustos” (Mt 5.45). Podemos tratar de argumentar que las personas malas no
merecen ser tratadas bien en esta vida. Pero debemos recordar que nosotros,
incluso como creyentes, tampoco merecemos el favor del Padre celestial.
Él nos lo da libremente porque su naturaleza es ser bueno para con los que ama,
y Él ama a todo el mundo, tanto a los creyentes como a los incrédulos. La
diferencia es esta: si deseamos recibir la totalidad de la bondad de Dios, debemos
creer en Él, aceptar su amor y vivir en obediencia. A quienes le aman y andan en
integridad, Él les derrama la totalidad de su favor eternamente —sin negarles nada
(Sal 84.11, 12).