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Zapata era licenciado en Teología y profesor de la Universidad de Salamanca, en el año de 1629; en cuya época
escribió .sus célebres sesenta y siete preguntas, para que fueran contestadas por una junta de Doctores, las cuales,
después de leidas, fueron quemadas, sufriendo él igual suerte pasados dos años de sufrimientos en tristes calabozos, de
donde fue sacado en el año de 1631 para sufrir tan horrible pena.

ILUSTRES Y SABIOS MAESTROS:


1°¿Cómo puedo probar que los judíos, a los que quemamos a centenares, fueron durante cuatro mil
años el pueblo preferido de Dios?
2°. ¿Por qué Dios, al que no se puede, sin blasfemia, tener por injusto, ha desdeñado a todo el linaje
humano para poner todo su cariño en la insignificante horda judía y más tarde ha abandonado a esta
horda, para dar su protección a otra que fue durante doscientos años aun más pequeña y despreciable?
3°. ¿Por qué hizo gran número de milagros incomprensibles en favor de la mísera nación que protegía,
antes de la época llamada histórica? ¿Por qué hace ya siglos ha dejado de hacer milagros, con lo que nos
priva de ellos a los que formamos actualmente el pueblo de Dios?
4°. Si es en efecto dios el Dios de Abraham, ¿por qué quemáis en la hoguera a los hijos de Abraham? Y
si los quemáis, ¿por qué recitáis sus mismas oraciones hasta cuando los estáis quemando? ¿Cómo vosotros,
que adoráis el libro de su ley, les dais la muerte por seguir su ley?
5°. ¿Qué he de hacer para conciliar la cronología de los chinos, de los caldeos, de los fenicios, de los
egipcios con la de los, judíos, y como pondré de acuerdo los cuarenta modos diferentes de computar el
tiempo de los distintos comentadores? Si yo dijera que Dios ha dictado el libro de los judíos, se me podría
responder que Dios no sabe cronología.
6°. ¿Con qué argumentos podría demostrar que los libros atribuidos a Moisés fueron escritos por él en
el desierto? ¿Pudo decir que había escrito al otro lado del Jordán, cuando es evidente que no pasó nunca el
Jordán? Se responderá que Dios no sabe geografía.
7°. El libro llamado de Josué, dice que Josué hizo grabar el Deuteronomio en piedra. El Pentateuco nos
dice que el pueblo judío estaba en el desierto escaso de alimentos y de vestidos; no es verosímil, por tanto,
que tuviera grabadores en piedra, cuando les faltaban sastres y zapateros.
8°. ¿De qué modo se puede refutar a los sabios que encuentran en el Pentateuco nombres de ciudades
que no existían en aquel tiempo, preceptos de reyes que gobernaron setecientos años después de la muerte
de Moisés, pasajes donde el autor, muy posterior a Moisés, se traiciona y descubre al decir “El lecho de Og,
que existe todavía en Ramata… Los cananeos estaban entonces en la región. . .”?, etc.
Estos sabios fundan sus reparos en contradicciones y errores que atribuyen a las crónicas judías, y
podrían poner en apuro a un licenciado.
9°. El Génesis, ¿ es libro físico o es alegórico? ¿Quitó realmente Dios una costilla al hombre para hacer a
la mujer? ¿Por qué se afirma antes que le creó macho y hembra? ¿Cómo creó Dios la luz antes que el Sol,
cómo distinguió la luz de las tinieblas, no siendo las tinieblas otra cosa que la privación de la luz? ¿Cómo
hizo el día antes de crear el Sol? Hay quien supone que el Génesis se escribió cuando ya tenían los judíos
algunos conocimientos de la filosofía errónea de otros pueblos. Si yo defiendo este libro, corro el peligro de
que se me diga que ignora Dios la física, como la cronología y la geografía.
10°. ¿Qué puedo decir del Paraíso, en el que había un río que se divide en cuatro: el Tigris, el Eufrates,
el Fison (que se cree el Fase) y el Gehón, que baña la Etiopía y que, por consiguiente, no puede ser otro que
el Nilo, cuyo origen dista mil leguas del nacimiento del Eufrates. Ello es motivo para insistir en que es Dios
un pésimo geógrafo.
11°. Siento vivos deseos de comer de la fruta que producía el árbol de la ciencia, y encuentro extraña la
prohibición de comer, porque habiendo dado Dios al hombre la razón, antes debió estimularle a instruirse.
¿Le complacía ser servido y admirado por un zafio? Me gustaría también conversar con la serpiente, ya
que era animal de tanto ingenio; pero quisiera saber qué lengua hablaba.
El emperador Juliano, que era también un gran filósofo, hizo esta misma pregunta al gran santo San
Cirilo, quien, no pudiendo dar una respuesta satisfactoria contestó al inteligente emperador: “Tú eres la

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serpiente.” No dio prueba San Cirilo con esta impertinencia teológica de ser comedido ni cortés: pero
atenúa el atrevimiento el ser posterior a la muerte de Juliano.
Afirma el Génesis que la serpiente come tierra; bien sabéis que el Génesis hierra, y que la tierra no es
un alimento suficiente.
Según parece, iba Dios todas las tardes al Paraíso a pasar un rato con Adán y Eva y con la serpiente. Yo
os invitaría de buena gana a asistir a estas tertulias a no estar guardada la puerta del Paraíso por un
querubín armado hasta los dientes… Pero ahora caigo en que, según los rabinos, querubín significa buey.
¡Extraño portero! Por favor, decidme al menos qué significa realmente querubín.
12°. ¿Cómo explicaré la historia de los ángeles que se enamoraron de las hijas de los hombres y
engendraron gigantes?. ¿No estoy expuesto a que se me diga que este pasaje está sacado de fábulas
paganas? Claro es que siendo los judíos tan ingeniosos sería fácil probar que todos los otros pueblos han
aprendido de ellos la ciencia. Es cosa bien demostrada que los judíos fueron los maestros de Homero, de
Platón, de Cicerón y de Virgilio.
13°. ¿Cómo explicaré el diluvio, formado por las cataratas del cielo (que no tiene cataratas) y la
salvación en el arca de todos los animales llegados del Japón, de Africa y de América, con provisión de
agua y de alimento para un año; sin contar el tiempo en que, por estar la tierra excesivamente húmeda, no
pudo producir ningún alimento? ¿Cómo se las componían las ocho personas que formaban la familia de
Noé para dar a un número tan grande de animales variados la comida conveniente?
14°. ¿Cómo haré que parezca verosímil la historia embustera de la torre de Babel?
15°. ¿De qué modo justificaré las dos mentiras de Abraham, el padre de los creyentes, que a la edad de
ciento treinta y cinco años bien contados hizo pasar a su bella esposa Sara por su hermana en Egipto y en
Gerara, para que los reyes de estos países se enamoraran de ella y la hicieran presentes? ¡Uf !. . . ¡ Es
horrible vender a la propia mujer!
16°. ¿Por qué razón ordenó Dios a Abraham que toda su posteridad fuese circuncidada?
17°. ¿Cómo hablar sin ruborizarse de lo ocurrido en Sodoma con los dos ángeles, con los que los
sodomitas querían cometer cierto pecado; del ofrecimiento que hizo Lot de sus hijas; de cómo las dos
muchachas se acostaron con su padre? Sabios maestros, reconoced que todo es indecente.
18°. ¿Se me creerá cuando diga que la mujer de Lot fue convertida en estatua de sal? ¿Qué responderé
si se me replica que esto puede ser una grosera imitación de la fábula de Eurídice y que la estatua de sal no
podría resistir la lluvia?
19°. ¿Qué diré para justificar la conducta de Jacob, el justo, que engañó a su padre y que robó a Labán
su suegro?
20°. ¿Cómo debo referir la estancia de los judíos en Egipto y su fuga? El Exodo dice que estuvieron
cuatrocientos años; pero echando bien las cuentas, se ve que sólo fueron doscientos cinco años… ¿Por qué
se bañaba la hija del Faraón en el Nilo, donde nadie se ha bañado jamás por miedo a los cocodrilos? etc.,
etc.
21°. ¿Cómo eligió Dios a Moisés por profeta, estando casado el favorecido con la hija de un idólatra?
¿Cómo los magos de Faraón hicieron los mismos milagros que Moisés excepto el de cubrir la nación de
piojos y langostas? ¿Cómo cambiaron en sangre todas las aguas, cuando ya las había convertido en sangre
Moisés? ¿Cómo Moisés, guiado por el mismo Dios, se encuentra capitaneando a seiscientos treinta mil
combatientes, y huye con ellos, en lugar de apoderarse de Egipto, donde el Señor acababa de dar muerte a
todos los primogénitos? Jamás ha podido Egipto reunir un ejército de cien mil hombres. ¿Por qué se va
Moisés a la tierra de Gessen con toda su gente, en lugar de irse directamente a Canaán? ¿Cómo puede
perseguirle el Faraón con toda su caballería, cuando se ha dicho que en la quinta plaga enviada por Dios a
los egipcios habían perecido todos los caballos y todas las bestias? Sin contar que en Egipto, cortado por
muchos canales, hubo siempre pocos caballos.
22°. ¿Cómo conciliaré lo que se dice en el Exodo con los discursos de San Esteban en los Actos de los
Apóstoles y con los pasajes de jeremías y de Amós? El Exódo dice que se sacrificó a Jehová durante
cuarenta años en el desierto; Jeremías, Amós y San Esteban dicen que no se ofreció ni sacrificio ni hostia
durante todo ese tiempo. El Exodo dice que se hizo el Tabernáculo en el que estaba el Arca de la Alianza; y
San Esteban, en los Actos, afirma que se llevaba el Tabernáculo de Moloch y de Renfan.

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23°. No conozco suficientemente la química para explicarme lo que se refiere del becerro de oro, que el
Exodo dice formado en un solo día y que Moisés redujo a cenizas. ¿ Se trata de dos milagros? ¿ Son dos
cosas posibles al arte humano?
24°. ¿Ha de tenerse también como milagro que el guía de una nación por el desierto haya hecho que
una sola tribu de las doce pudiera dar muerte a veintitrés mil hombres y que éstos se dejasen matar sin
defenderse?
25°. ¿Debo considerar como un milagro o como un acto de justicia ordinario, que se diese muerte a
veinticuatro mil hebreos, porque uno de ellos se había acostado con una madianita, siendo así que Moisés
había tomado a una madianita por esposa? ¿Estos hebreos, que se nos pintan como gente feroz, eran en
realidad tan buenazos que se dejaban matar sin poner ninguna resistencia y por amor a las mujeres?
Y, a propósito de mujeres, ¿podré conseguir que se me tenga por hombre serio cuando diga que Moisés
encontró a treinta y dos mil doncellas madianitas con sesenta y un mil asnos? Tocan casi a dos asnos por
doncella.
26°. ¿Qué explicación puedo dar a la ley que prohíbe comer liebre “porque rumia y no tiene el pie
hendido”, siendo cosa bien sabida que las liebres tienen el pie hendido y no rumian? Ya hemos visto que
este gran libro ha presentado a Dios como mal geógrafo, mal cronólogo y mal físico; tampoco le acredita de
buen naturalista. ¿Cómo justificaré ciertas leyes, entre ellas la que castiga con la pena de muerte al hombre
que copula con una mujer en el tiempo en que menstrua. ¿Cómo podré dar a entender que dimanan de
Dios mismo estas leyes bárbaras y ridículas?
27°. ¿Qué responderé a los que se extrañen de que haya sido preciso un milagro para atravesar el
Jordán, que en su parte más ancha no tiene más de cuarenta y cinco pies y que era vadeable en distintos
sitios?
28°. ¿Qué responderé a los que me pregunten cómo se derrumbaron las murallas de Jericó al ruido de
las trompetas y por qué las defensas de las demás ciudades no sufrieron nunca el menor daño de los
trompetazos?
29°. ¿Cómo excusaré la acción de la cortesana Rahab, que traicionó a Jericó, su patria? ¿Para qué era
necesaria esta fea traición, cuando bastaba, tocar las trompetas para apoderarse de la ciudad? ¿Cómo
sondearé la profundidad de los designios divinos que han dispuesto que el Salvador Jesucristo naciera de
esta cortesana Rahab del incesto que Thamar cometió con Judá, su suegro, y del adulterio de David y
Bethsabee? ¡Hasta qué punto son incomprensibles los medios de que se sirve el Señor!
30°. ¿Cómo justificaré todas las expoliaciones belicosas de Josué?
31°. ¿Cómo explicaré la batalla de Josué contra los amorreos en Bethoron en el camino de Gabaón? El
Señor envía una espesa lluvia de grandes piedras desde Bethoron hasta Azeca, lugares separados por cinco
leguas. Los amorreos quedaron exterminados. La Escritura dice que era la hora del mediodía, y no se
comprende por qué Josué ordenó al Sol y a la Luna que se detuvieran en el cielo para darle lugar a concluir
con un menguado ejército que ya estaba exterminado. ¿Por qué diría a la Luna que suspendiera su marcha
al mediodía y cómo el Sol y la Luna estuvieron todo el día en el mismo sitio?
32°. ¿Qué diré de Jefté, que inmola a su hija y que hace matar a cuarenta y dos mil judíos de la tribu de
Afraím que no podían pronunciar Schiboleth?
33°. ¿Debo declarar o negar que la ley de los judíos no anuncia en ninguna parte que haya penas ni
recompensas después de la muerte? ¿Cómo se explica que ni Moisés ni Josué hayan hablado de la
inmortalidad del alma, dogma conocido de los antiguos egipcios, de los caldeos, de los persas y de los
griegos; dogma que no empezó a tener crédito entre los judíos hasta después de Alejandro, y que los
saduceos reprobaron siempre porque no se habla de él en el Pentateuco?
34°. ¿Cómo referiré, sin escandalizar a mis oyentes, la historia del levita que, llegado en un asno a
Gabaa, ciudad de los benjamistas, inspiró una pasión sodomítica a todos los vecinos? El levita se puso a
salvo entregando a los excitados gabaonitas a su mujer, la que murió a la mañana siguiente, víctima de los
excesos lujuriosos que tuvo que soportar durante toda la noche. ¿Hubieran muerto también las dos hijas de
Lot, si las hubieran aceptado los sodomitas en substitución de los dos ángeles?
35°. Necesito de vuestras enseñanzas para entender el versículo 19 del capítulo primero del libro de los
Jueces, que dice así: “Y el Señor fue con Judá y se apoderó de las montañas; pero no pudo exterminar a los
habitantes del valle, porque tenían muchos carros armados de hoces.” Mis cortos conocimientos y mis
menguadas luces, no me dejan ver cómo el Dios del Cielo y de la Tierra, que había trastocado tantas veces

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el orden natural de las cosas y suspendido las leyes eternas en favor del pueblo judío, no puede vencer a
los habitantes de un valle, porque tienen unos cuantos carros de guerra. ¿Estarán en lo cierto los sabios que
han sostenido que en aquellos tiempos miraban los judíos a su Dios como una divinidad local y protectora,
que unas veces era más poderosa y otras más débil que los dioses enemigos? Parece dar fuerza a ésta
hipótesis esta respuesta de Jefté: “Vosotros poseéis de derecho lo que os ha dado vuestro dios Camos:
soportad que tomemos nosotros lo que nuestro dios Adonai nos ha prometido.”
36°. Todavía añadiré que me cuesta trabajo creer que hubiera muchos carros de guerra en un país
montañoso, del que dice la Escritura en diferentes pasajes, que representaba gran magnificencia ir
montado en un borrico.
37°. La historia de Aod me produce mucha pena. Veo casi constantemente en la esclavitud a los judíos,
a pesar de haberles prometido el Señor con juramento, darles todos los países comprendidos entre el Nilo,
el mar y el Eufrates. Llevaban diez y ocho años sometidos a un reyezuelo, llamado Eglón, cuando el Señor
excitó el furor vengativo de Aod, hijo de Gera, que era ambidiestro. Armóse Aod, hijo de Gera, con un
puñal de doble filo y lo ocultó bajo su manto, como algunos siglos después lo hicieron Jacobo Clement y
Ravaillac. Solicitó el hebreo del reyezuelo una audiencia secreta, con el pretexto de tener que comunicarle
un gran misterio de parte del Señor. Eglón accede confiado y Aod le hiere con la mano izquierda,
hundiendo su agudo puñal en el vientre del reyezuelo. Dios favoreció esta acción, que a todos los hombres
debe parecerles algo fea. Quisiera que se me dijera: ¿qué asesinato debe tener por más divino, este del
santo Aod, el del santo David, que hizo matar a Uriach, luego de hacerle cornudo, o el del bienaventurado
Salomón, quien, teniendo setecientas mujeres y trescientas concubinas, asesinó a su hermano Adonías
porque se atrevió a pedirle una?
38°. Ahora os ruego me digáis: ¿de qué ardid se valió Sansón para coger trescientas zorras, atarlas unas
a otras y ponerles fuego bajo el rabo, para que destruyeran la cosecha de los filisteos? Las zorras no suelen
abundar sino en terrenos arbolados, y como no había bosques en el terreno donde operaba Sansón, se me
hace un poco cuesta arriba creer que fuese fácil coger trescientas zorras, y que pudiera el forzudo hebreo
atarlas por la cola. Se dice luego que mató Sansón mil filisteos con una quijada de asno y que de uno de los
dientes de esta quijada brotó una fuente. Tratándose de cosas de asnos no podéis negarme vuestras
inteligentes lecciones.
39°. Igualmente necesito aclaraciones para entender la complicada historia de Tobías, cegado por los
excrementos de una golondrina y curado con la hiel de un pescado. Todo lo que se cuenta de la familia de
Tobías es divertido como una novela española, y sólo puede ser comparado con las historias de Judith y de
Esther. Y a propósito de Judith, ¿cómo he de interpretar el texto sagrado que dice que esta hermosa
hembra descendía de Simón, hijo de Rubén, siendo Simón hermano de Rubén, según el mismo texto
sagrado, que no puede mentir?
40°. Al meterme en el Libro de los Reyes he menester imperiosamente de vuestra ayuda para que me
aclaréis importantes dudas. Cuando Saúl fue declarado rey, los judíos eran esclavos de los filisteos. Sus
vencedores no les consentían tener espadas ni lanzas; hasta las herramientas de trabajo tenían que
arreglarlas bajo la vigilancia de los filisteos. Sin embargo, Saúl da una batalla a los filisteos y los vence: y en
esta batalla capitanea Saúl a trescientos treinta mil soldados en una región que no puede alimentar a
treinta mil hombres.
41°. No sé cómo justificar la acción de Samuel, cuando cortó en pedazos al rey Agag, prisionero de
Saúl.
42°. Debemos gran respeto a David, amado de Dios; pero temo que me falte ciencia para justificar por
las leyes ordinarias la conducta de este hombre, que se asocia con cuatrocientos perdularios para ir a
saquear la casa de Nabal, servidor del rey, y que ocho días después se casa con su viuda; que va a ofrecer
sus servicios a Achis, enemigo de su rey y que entra a sangre y fuego en las tierras de los aliados de Achis,
sin perdonar a las mujeres, a los ancianos ni a los niños; que cuando sube al trono, toma nuevas
concubinas y que, no satisfecho con éstas, quitó Bethsabé a su marido y hace asesinar al esposo
deshonrado. Me cuesta gran trabajo admitir que Dios pueda hacer más tarde que en Judea, esta mujer
adúltera y homicida, se cuente como una de las abuelas del Ser Supremo.
43°. No se concilian fácilmente las enormes riquezas que se atribuyen a David y a Salomón, con la
extremada pobreza del pueblo y el estado miserable de la comarca.

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A nuestros oficiales de caballería les llenaría de asombro saber que Salomón disponía de cuatrocientos
mil caballos, en una región donde no ha habido jamás, y donde no hay hoy en día más que asnos, como he
tenido el honor de decir diferentes veces.
44°. Me acobarda la idea de repasar la historia de las crueldades de los reyes de Judá y de Israel, más
adecuadas para escandalizar a los pueblos que para edificarlos. Estos reyes se asesinaban unos a otros, lo
que constituye una pésima política, si no me engaño.
45°. Veo al miserable pueblo judío esclavo de los fenicios, de los babilonios, de los persas, de los
asirios, y de los romanos, y advierto que me costará trabajo conciliar tanta miseria con las magníficas
promesas de sus profetas.
46°. Sé que todos los pueblos orientales han tenido profetas; pero no sé cómo interpretar a los de los
judíos. ¿Cómo debo entender la complicada visión de Ezequiel, hijo de Buzi, cerca del río Chobar? ¿Cómo
explicar que Dios ordenase al profeta que se comiera un libro de pergamino, 1 qué se dejase atar, que
permaneciese trescientos noventa días acostado sobre el lado izquierdo y cuarenta sobre el derecho y que
comiera el pan cubierto de excrementos? No me es dado penetrar el sentido oculto de esto que dice
Ezequiel en el capítulo XVI: (1) “Cuando se abultaron tus pechos y brotó tu pelo, me eché sobre ti y cubrí
tu desnudez y fuiste mía; te lavé con agua y limpié tu sangre y te ungí con óleo; te vestí de varios colores y
te di calzado y te ceñí de lino fino y te vestí con ricas telas; te atavié con adornos y puse brazaletes en tus
manos y un collar alrededor de tu cuello; puse zarcillos en tus orejas y corona de hermosura en tu cabeza…
mas confiada en tu beldad, fornicaste en nombre tuyo, y ofreciste tu fornicación a todo el que pasaba por
ser de el y te fabricaste un burdel y te hiciste una ramería en todas las plazas; en todo cabo de calle
levantaste una señal de tu prostitución, e hiciste abominable tu hermosura y abriste tus piernas a cuantos
pasaban y multiplicaste tus fornicaciones: ni fuiste como ramera, que con el desdén aumenta el precio, sino
como mujer adúltera, que además de su marido da entrada a los extraños; a todas las rameras se dan
pagas, más tú diste paga a todos tus amadores y les dabas dones para que de todas partes entrasen a
fornicar contigo.” Y en el capítulo XXIII el profeta dice: “que Ooliba ha deseado con furor acostarse con los
que tienen el miembro viril como los asnos y que vierten su semen como los caballos”. Decidme, sabios
maestros, si sois vosotros dignos de los favores de Ooliba.
47°. Estoy obligado a explicar la gran profecía de Isaías, referente a Nuestro Señor Jesucristo. Bien
sabéis que está en el capítulo VII. Razin, rey de Siria, y Faceo, reyezuelo de Israel, ponen sitio a Jerusalén;
Achaz, rey de Jerusalén, consulta al profeta Elías sobre el resultado de la contienda, e Isaías le responde:
“Dios os dará una señal: una Virgen concebirá y parirá un hijo y será llamado Manuel. Se alimentará con
manteca y miel hasta que esté en edad de distinguir el mal del bien. Pero antes de que el niño pueda hacer
esta distinción, la tierra que tú detestas será desamparada de la presencia de sus reyes… y el Señor
mandará con silbidos a las moscas que están en el cabo de los ríos de Egipto y a las abejas que están en la
tierra de Assur… y en aquel día el Señor, con una navaja alquilada por solicitud de los que están en la otra
parte del río, afeitará la cabeza y el pelo de las piernas y toda la barba al rey de los asirios”.
Luego en el capítulo VIII, el profeta, para que se cumpla el vaticinio, se acuesta con la profetisa y le
hace un hijo. El Señor dice a Isaías: “Darás por nombre a ese niño Maher-Salal-has-bas, date prisa a quitar los
despojos, corre el botín; y antes de que el niño sepa llamar a su padre y a su madre, se habrá anulado la
potencia de Damasco”.
Declaro humildemente que sin vuestra ayuda yo no acertaría jamás a entender esta complicada
profecía.
48°. ¿Cómo he de entender la historia de Jonás enviado a Nínive a predicar la penitencia? Nínive no
era israelita, por lo que se ha de sospechar que antes de inducir a la penitencia había de instruir a los
ninivistas en la ley judaica. El profeta, en vez de obedecer al Señor, huye a Tarsis; se desencadena una
tempestad y los marineros arrojan a Jonás al agua para aplacar la ira del Señor. Dios envía un pez
monstruoso que se traga a Jonás. Tres días después, el pez arroja a Jonás en la costa de Jopé. Entonces le
ordena Dios nuevamente que vaya a Nínive con la noticia de que será destruida si deja pasar cuarenta días
sin hacer penitencia. De Jopé a Nínive hay más de cuatrocientas millas. Para entender todo esto, son

1
“Y vi una mano enviada a mí, en la que estaba un libro arrollado; y lo abrió delante de mi, el cual estaba escrito
dentro y fuera; y había en él lamentaciones, y canciones y ayes. Y me dijo: Hijo dei hombre, cuanto hallares,
cómetelo; como ese volumen… Y abrí mi boca y me dio a comer aquel volumen… Y en mi boca se hizo dulce como
la miel”. (Ezeq. cap. 11, 9 y 1:17, 1, 2, 3)

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necesarios conocimientos superiores, que a mí me faltan. Quisiera confundir a los sabios que pretenden
que esta fábula está sacada de la de Hércules. Este Hércules permaneció tres días en el vientre de una
ballena; pero no lo pasó del todo mal, porque comía hígado del monstruoso mamífero. Jonás no fue ni tan
afortunado ni tan hábil.
49°. Ayudadme a entender los primeros versículos del profeta Oseas. Dios le ordena expresamente que
tome una p… y que le haga hijos de p…2
El profeta obedece puntualmente: toma a Gomer, pelandusca de Debelaim y en tres años que la tiene
en su compañía le hace tres hijos, que es aprovechar el tiempo. Pero el Señor quiere algo más y ordena al
profeta que se busque una mujer casada que haya ya hecho cornudo a su marido. Nada tan fácil como
cumplir ese encargo. El obediente Oseas encontró rápidamente una adúltera, y bien barata por cierto:
quince dracmas y una medida de cebada. Os suplico me digáis cuándo valía la dracma en aquel tiempo, y
cuánto dais vosotros a las rameras por orden del Señor.
50°. Más necesarias aún me son vuestras sabias aclaraciones para lo que toca al Nuevo Testamento.
Temo acertar a decir cosa razonable cuando me vea obligado a concertar las dos genealogías de Jesús,
porque se me dirá que Mateo hace a Jacob padre de José, al paso que Lucas le hace descender de Heli. La
concordancia es imposible, a menos que se cambie he en ja y li en cob. Se me preguntará: ¿cómo uno cuenta
cincuenta y seis generaciones y el otro sólo cuarenta y dos, y por qué estas generaciones son diferentes?
Podrán añadir los más preguntones: ¿por qué se publica el árbol genealógico de José que no fue padre de
Jesús? Tengo miedo de no responder sino cosas absurdas o necias, como han hecho hasta aquí cuantos han
tratado de explicar estas cosas inexplicables. Confío en que vosotros me sacaréis de este laberinto. ¿Sois del
parecer de San Ambrosio, que dice que el ángel hizo a María un hijo por la oreja, Maria per aurem impraeg-
nata est; o dé la opinión del R. P. Sánchez, que afirma que la Virgen vertió esperma en su cópula con el
Espíritu Santo? La cuestión es curiosa: el sabio Sánchez supone que el Espíritu Santo y la Santa Virgen
hicieron una emisión de semen al mismo tiempo, porque cree que es, absolutamente necesario este
encuentro de los dos espermas para la generación. Se ve que el P. Sánchez está más fuerte en teología que
en fisiología y que el oficio de engendrar muchachos lo desconocen los jesuitas.
51°. Si digo que, según Lucas, el emperador Augusto tenía ordenado un empadronamiento de todo el
imperio, en los días en que estaba María encinta y que Cirino o Quirino, gobernador de Siria, hizo publicar
la orden imperial en su gobierno, por la que José y María se trasladaron a Belén para empadronarse, se me
reirán las gentes en las narices. Los eruditos me podrán decir que no se hizo nunca un empadronamiento
en el imperio romano; que en aquel tiempo no era gobernador de Siria Cirino, sino Quintilio Varo; que
Cirino gobernó en Siria diez años después del nacimiento de Jesús… Cuando se me diga todo esto, no
sabré qué contestar, a menos de que me ilustréis con vuestra ciencia, cosa necesaria, porque nadie creerá
que es sagrado un libro en el que haya una sola mentira.
52°. Cuando traté de enseñar que la familia de Jesús marchó a Egipto según Mateo, se me responderá
que no es cierto, y que se quedó en Judea, según los otros evangelistas. En cambio, si afirmo que continuó
en Judea, se me podrá sostener con textos que se había marchado a Egipto. ¿No sería mejor expediente
decir que se puede estar en dos sitios a la vez, como se cuenta de San Francisco Javier y de otros santos?
53°. Posiblemente se burlarán los astrónomos de la estrella que guió a los tres reyes magos a un establo;
pero vosotros, que sois grandes astrólogos, os explicaréis sin mucha dificultad el fenómeno.
54°. Quisiera saber cómo se llevó el diablo a Dios a una colina de Galilea, desde cuya cumbre se veían
todos los reinos de la Tierra. Este diablo, que promete estos reinos a Dios, a condición de que le adore a él,
el diablo, escandalizará seguramente a muchas personas de bien, para las que os pido una palabra de
recomendación.
55°. Os ruego me digáis cómo se las arreglaba Dios cuando asistía a una boda para cambiar el agua en
vino en provecho de personas que ya estaban ebrias.
56°. Cuando coméis higos a fines de julio, acordaos del extraño capricho, no satisfecho, de Jesús, de
comer a toda costa higos en el mes de marzo, cuando no los hay.
57°. Cuando yo afirme que Dios fue crucificado por el pecado original, es casi seguro que se me
responderá que en ninguno de los Testamentos, el Antiguo ni el Nuevo, se habla para nada de tal pecado.
Lo único que se dice es que Adán fue condenado a morir tan pronto como se atreviese a comer fruto del

2
“Ve y toma por mujer a una pública ramera y haz tuyos los hijos de sus fornicaciones!. (Oseas, cap I ver 2)

7
árbol de la Ciencia… Por cierto que no se cumplió la amenaza. Agustín, obispo de Hipona, que antes había
sido maniqueo, es el primero que habla del pecado original. Yo temo hablar de este pecado por miedo a
hacer reír a las gentes, que no quieren comprender que descendiera Dios a la Tierra, para dejarse matar,
porque dos de sus hijos se habían comido una manzana, hacía ya la friolera de cuatro mil años. Tampoco
es más razonable que quiera justificar la venida de Jesús y su suplicio, diciendo que vino a rescatar el
género humano, que aún está por rescatar.
58°. Explicadme con vuestra sabiduría la predicción que hace Nuestro Señor, según San Lucas
(capítulo XXI). Dijo Jesús expresamente que vendría en las nubes, con gran potencia y’ majestad, antes que
hubiera pasado la generación a que hablaba. Nada ha hecho ni ha venido en la nube. Si, por azar y de
ocultis, ha venido en algún nubarrón, yo lo ignoro. Decidme de esto lo que sepáis.
59°. ¿Debo decir, con Lucas, que subió Jesús al cielo en la aldea de Betania? ¿Insinuaré, con Mateo, que
fue en Galilea donde le vieron sus discípulos por última vez? ¿Daré crédito á un doctor, que afirma que
Jesús tenía un pie en Galilea y otro en Betania? Esta última opinión me parece la más aceptable, pero
espero vuestro parecer.
60°. Se me preguntará luego si Pedro ha estado en Roma. Responderé sin vacilar que fue allí Papa
durante veinticinco años, La mejor prueba que tengo de esta verdad, es que conocemos una epístola de
este apóstol, que no sabía leer ni escribir, y que esta carta fue fechada en Babilonia. Bien se me alcanza la
fuerza de esta argumentación, pero no estaría de más algún argumento más sensato.
61°. Explicadme, ¿por qué el Credo, que se llama el Símbolo de los apóstoles, no se compuso hasta el
tiempo de jerónimo y de Rufino, cuatrocientos años después de desaparecidos los apóstoles? Decidme
¿por qué los primeros Padres de la Iglesia no citan jamás sino los Evangelios que hoy llaman apócrifos?
¿No es esto una prueba evidente de que no estaban todavía hechos los cuatro canónicos?
62°. ¿No os repugna a vosotros como a mí que los primeros cristianos hayan escrito tantos malos
versos, que atribuían a las sibilas; que hayan contrahecho cartas supuestas de San Pablo a Séneca, epístolas
de Jesús, de María y de Pilatos; que hayan establecido su secta con cien falsedades que serían justamente
castigadas en cualquier tribunal del mundo? Estos fraudes han sido ya reconocidos y declarados por todos
los sabios. Los defensores se han limitado a llamarlos piadosos.
Pero ¿no es verdaderamente triste que nuestra verdad se fundamente sólo en mentiras?
63°. Dadme la razón de que tengamos siete sacramentos, siendo evidente que Jesús no los instituyó.
¿Por qué, no habiendo dicho nunca Jesús que fuese Trino, que tenga dos naturalezas con dos voluntades y
una persona, le hacemos nosotros Trino con una persona y dos naturalezas? ¿Por qué, teniendo dos
voluntades, no ha tenido la de instruirnos en los dogmas de la religión cristiana?
Y, ¿por qué, habiendo dicho que entre sus discípulos no habría ni primeros ni últimos, el Señor
Arzobispo de Toledo tiene un millón de ducados de renta, mientras yo estoy reducido a mi mísera renta
eclesiástica?
64°. No ignoro que la Iglesia es infalible, pero es preciso que se me diga si se trata de la Iglesia griega o
de la latina, de la de Inglaterra o de la de Dinamarca y Suecia, o bien de la de la soberbia ciudad de
Neufchatel, o de la de los primitivos, llamados cuáqueros, o la de los anabaptistas. La Iglesia turca tiene
también sus excelencias, pero se asegura que la Iglesia china es mucho más antigua.
65°. ¿Es infalible el Papa cuando se acuesta con su querida o con su propia hija, o cuando obsequia en
la cena con una botella de vino emponzoñado al cardenal Adriano di Corneto ? 3
Cuando se anatematizan dos concilios mutuamente, como ha sucedido veinte veces, ¿cuál de ellos es el
infalible?
66°. Por último, ¿no sería preferible huir de este laberinto y predicar simplemente la virtud? Cuando
Dios nos juzgue, no nos preguntará seguramente si la gracia es versátil o concomitante; si el matrimonio es
el signo visible de una cosa invisible; si creemos que son nueve u ocho los coros de ángeles; si el Papa está
sobre el concilio o debajo del concilio. ¿Puede ser un crimen a los ojos del Señor haberle rezado siempre en
español por ignorar el latín? ¿Seremos objeto de su eterna cólera por haber comido por valor de doce
maravedíes de carne en un día determinado? ¿Se nos dará un premio eterno porque hemos comido en
vuestra compañía, sabios maestros, por valor de cien escudos de rodaballos, de lenguados y de besugos?

3
El autor se refiere al papa Alejandro VI.

8
Sinceramente no podéis creer estas cosas; estáis seguros de que Dios ha de juzgarnos por nuestras obras, y
no por las ideas y los antojos de Tomás o de Buenaventura.
¿No es cierto que prestaré un buen servicio. a los hombres predicándoles solamente la moral? Esta
moral es tan pura, tan santa, tan universal, tan clara, tan antigua, que parece dimanar de Dios, como la luz
que es, en nuestra opinión, su primera obra. ¿No ha dado a los hombres el instinto de conservación; las
necesidades mutuas para formar la sociedad; el placer para gozar; el dolor que obliga a gozar con
moderación; las pasiones que nos incitan, y la prudencia que pone un límite a las pasiones? ¿ No ha
inspirado, finalmente, a todos los hombres reunidos en sociedad, la idea de un Ser Supremo, a fin de que la
adoración que se debe a este Ser Supremo sea el más fuerte lazo de la sociedad? Los salvajes, que vegetan
errantes en los bosques, no tienen necesidad de este conocimiento; pero tan pronto como los hombres se
reúnen, Dios se manifiesta a su razón: sienten la necesidad de la justicia, y adoran en El él principio de
toda justicia. Del mismo modo que da Dios a los hombres el espíritu del arte, sin la cual perecería la
sociedad, les da el espíritu religioso, la primera de las ciencias y la más natural; ciencias divinas, cuyo
principio es cierto, por más que diariamente se saquen de él consecuencias inciertas: ¿Me consentiréis que
predique estas verdades a los españoles?
67°. Si queréis que oculte estas verdades, si me ordenáis absolutamente que anuncie los milagros de
Santiago, en Galicia, los de Nuestra Señora de Atocha y los de María de Agreda, que mostraba el culo a los
muchachos en sus éxtasis, decidme qué conducta he de seguir con los incrédulos: ¿es preciso que les haga
dar con edificación la cuestión ordinaria y extraordinaria? Cuando encuentre en mi camino muchachas
judías, ¿debo acostarme con ellas antes de hacerlas quemar? Y cuando ya están en el fuego, ¿tengo o no el
derecho de tomar una pierna o una nalga, para reforzar mi cena con chicas católicas?
Aguardo el honor de vuestra respuesta.
DOMINICO ZAPATA
Veraz, honrado y caritativo

No habiendo obtenido la suplicada respuesta, dedicóse Zapata a predicar sobre Dios del modo sencillo que él lo
entendía. Le presentó como el padre de los hombres, remunerador, castigador y perdonador. Separó la verdad de las
mentiras y estableció diferencias entre la religión y el fanatismo. Enseñó y practicó la virtud; fue apacible, bondadoso,
caritativo y modesto; y fue tostado en Valladolid, el año de gracia de 1631. Rogad a Dios por el alma del hermano
Zapata.

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