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Justo Figuerola
Justo Figuerola
Pocas anécdotas en la historia de nuestro país son tan extravagantes como la ocurrida con el expresidente Justo
Figuerola de Estrada, quien además de ser el único peruano que ocupó sucesivamente los tres poderes del
Estado, es popularmente conocido por deshacerse de la banda presidencial de una forma bastante peculiar.
Siendo profesor en la Universidad San Marcos, el lambayecano Justo Figuerola fue uno de los próceres que
firmó primero el acta de Independencia de don José de San Martín, e incluso fue quien le dio el discurso de
bienvenida en dicha casa de estudios.
PUEDES VER Alcalde de Puno ofrece parque Bicentenario en Costanera
Primero integró el Congreso Constituyente de 1822 (primera institución política elegida democráticamente
en el Perú para crear la Constitución), cuya presidencia asumió el 20 de junio de 1823. Pasó en 1825 a ser
vocal de la Corte Superior de Justicia una vez conseguida la Independencia, puesto en el que organizó el
banquete para Simón Bolívar a un año de la batalla de Junín.
Luego de ascender políticamente en el aparato judicial y llegar a ser Canciller en 1839, Figuerola de Estrada
fue nombrado primer vicepresidente del Consejo de Estado durante el gobierno de Agustín
Gamarra. Muerto el militar cuzqueño en la batalla de Ingavi, le tocó gobernar interinamente el Perú en medio
de la anarquía de 1843 y 1844…….Anarquía es un concepto que procede de la lengua griega y que hace
mención a la ausencia de poder público. Puede estar relacionado con el movimiento político que propone la
existencia de una organización social que no sea jerárquica o con un
Es en este punto que según el relato “Minucias históricas” del tradicionalista Ricardo Palma, una multitud
de manifestantes se apostó en los exteriores del domicilio del buen Justo para exigirle su dimisión. Eran
partidarios del coronel Manuel Ignacio de Vivanco.
PUEDES VER “¿Por qué estamos condenados a elegir entre el sida y el cáncer?”
Incólume, el hasta entonces mandatario llamó a su hija política y le pidió que dejara caer la mismísima banda
presidencial por la ventana, en un acto que más que de cobardía figuraba un resignado desprendimiento.
“Catalina, saca esa banda que está en el cajón de la cómoda; abre la celosía del balcón y dile de mi parte
al pueblo soberano que ahí va la banda, para que disponga de ella a su regalado gusto…”. Sin más, ni
menos.
Con el tiempo, la familia se ha esforzado por desmentir la historia de Figuerola. Sin embargo, en vista del
proyecto del presidente que Martín Vizcarra presentará para adelantar los comicios presidenciales
mediante referéndum (muy a pesar de Fuerza Popular), corresponde preguntar ¿Qué sería del Perú si los
representantes de la patria dejaran sin tanto vuelta el cargo ante las demandas del pueblo?
Fue hijo del español Domingo Figuerola Castiglio y de Ana María Juana Francisca de Estrada Alvarado. Trasladado a
Lima, estudió en el Real Convictorio de San Carlos, donde se graduó de bachiller en Sagrados Cánones (1795). Hizo
su práctica forense en el estudio de Cayetano Belón y se recibió de abogado en 1797.
Retornó a Lambayeque, donde aparece como capitán de las milicias locales en 1801 pero poco después se incorporó
a la labor académica en la Universidad de San Marcos, donde pronunció una oración laudatoria con motivo de la
proclamación del rey Fernando VII, el 14 de octubre de 1808. Se desempeñó como catedrático de Filosofía Moral,
Código y Vísperas de Leyes, así como procurador. Luego ejerció como notario mayor del arzobispado de Lima (1814-
1824).
Fue uno de los primeros en firmar el Acta de la Independencia del Perú, el 15 de julio de 1821. El 17 de
enero de 1822 pronunció la oración laudatoria a José de San Martín durante la recepción dada por la universidad de
San Marcos al Libertador
Fue elegido diputado por Trujillo en el primer Congreso Constituyente de 1822, cuya presidencia asumió el 23 de
junio de 1823. En julio de ese año y junto con otros diputados, siguió al presidente José de la Riva Agüero en su viaje
a la ciudad norteña de Trujillo. Estando allí, dicho mandatario decretó de manera arbitraria la disolución del Congreso
y la creación de un Senado de 10 miembros, siendo designado Figuerola como representante por Huancavelica. Sin
embargo, éste se negó a apoyar a Riva Agüero en su rebeldía, y de vuelta en Lima, se reincorporó al reinstalado
Congreso, cuya presidencia reasumió, hasta el 20 de septiembre de 1823. Este mismo Congreso despojó de su
autoridad a Riva Agüero y nombró como nuevo presidente a Torre Tagle, que finalmente otorgó el poder al
libertador Bolívar.
Consolidada la independencia, formó parte de la comisión encargada de preparar los proyectos de los códigos Civil y
Criminal y fue nombrado vocal de la Corte Superior de Justicia en 1825. Pronunció una salutación en honor
de Bolívar durante el banquete ofrecido a éste en el Palacio de Gobierno, al celebrarse el primer aniversario de
la batalla de Junín.
Durante la segunda presidencia de Agustín Gamarra fue nombrado primer vicepresidente del Consejo de Estado
en 1839 (cargo equivalente al de segundo vicepresidente; el presidente de dicho Consejo era Manuel Menéndez, que,
por ende, era el primer vicepresidente). Tras la muerte del presidente Gamarra en la batalla de Ingavi, se desató la
anarquía, y a Figuerola le correspondió hacerse cargo del Poder Ejecutivo en dos oportunidades
Domingo Tamariz Lúcar Periodista
Justo Figuerola nació en Lambayeque el 18 de abril de 1771, bajo el refinado gobierno del virrey Amat
y Juniet. Hijo del español Domingo Figuerola y de Juana Francisca de Estrada, hizo sus primeros
estudios en su ciudad natal, y antes de cumplir los veinte años de edad viajó a la capital para estudiar
Derecho.
Establecido en Lima, estudió en el Real Convictorio de San Carlos, donde optó el grado de bachiller en
Sagrados Cánones. Hizo su práctica forense en el estudio de Cayetano Belón, prestigioso abogado de
la época y miembro de la Sociedad Amantes del País, y luego se recibió de abogado (1797).
Tan pronto se graduó retornó a su ciudad natal, donde figuró como capitán de las milicias locales (1801),
pero al poco tiempo se reincorporó a las actividades académicas. En la Universidad Mayor de San
Marcos dio cátedra de Filosofía Moral y Vísperas de Leyes y, en ese discurrir, en 1808 pronunció una
oración laudatoria a raíz de la proclamación del rey Fernando VII. Luego se desempeñó como notario
mayor del Arzobispado de Lima.
Era ya un fogoso partidario de la independencia cuando San Martín desembarcó en Paracas y, por
consiguiente, fue uno de los primeros en suscribir el Acta de la Independencia (15 de julio de 1821).
Dada su fama de orador, le tocó –otra vez– pronunciar la oración laudatoria en la recepción que ofreció
la Universidad de San Marcos al Libertador.
En esos días decisivos fue elegido diputado por Trujillo en el primer Congreso Constituyente de 1822,
cuya presidencia asumió el 20 de junio de 1823. En julio de ese mismo año acompañó al presidente
Riva Agüero en su aventurado viaje a Trujillo, pero después de que el mandatario dio unos decretos
inaceptables se negó a seguir apoyándolo en su rebeldía. De vuelta a Lima, se reincorporó al Congreso,
cuya presidencia reasumió hasta el 20 de setiembre de 1823.
Lograda la independencia, integró la comisión encargada de preparar los proyectos de los códigos Civil
y Criminal, y luego fue nombrado vocal de la Corte Superior de Justicia (1825). En ese azar, pronunció
la salutación en honor de Bolívar durante el banquete que se le ofreció a este en Palacio de Gobierno
al conmemorarse el primer año de la batalla de Junín.
En 1926 fue elegido diputado para el frustrado Congreso de ese año, así como al Congreso
Constituyente de 1827, y posteriormente fue investido como ministro de Gobierno y Relaciones
Exteriores. En 1839, siendo vocal supremo, fue ungido presidente del más alto tribunal de justicia.
Durante la segunda presidencia de Agustín Gamarra fue nombrado primer vicepresidente del Consejo
de Estado (1839). Tras la muerte del presidente en la batalla de Ingavi se desató la anarquía, y en esta
suerte a Figuerola le correspondió el sillón presidencial en dos oportunidades.
En 1843, por renuncia del general Vidal y en su condición de segundo vicepresidente, accedió a la
Presidencia de la República durante cinco días, faena que repitió por prácticamente dos meses en 1844.
Cuenta Palma en el relato ‘Minucias históricas’ de sus Tradiciones peruanas que el doctor Figuerola –
que vivía en la calle Plateros de San Agustín–, la tarde del 11 de agosto de 1843, fue informado por su
portero de que frente a su casa había una multitud de partidarios de Vivanco pidiendo su renuncia. Al
escuchar lo que ocurría, Figuerola llamó a su hija política y le dijo: “Catalina, saca esa banda que está
en el cajón de la cómoda; abre la celosía del balcón y dile de mi parte al pueblo soberano que ahí va la
banda, para que disponga de ella a su regalado gusto…”.
Ciento cincuenta años después –rememoré esa anécdota en mi libro Historia del poder–, la familia trató
de desmentir ese hecho. Tal vez las cosas no ocurrieron tal como las narró Palma, pero, en el fondo, la
versión de que Figuerola se desprendió de la banda abruptamente es verídica.
Había cumplido 80 años de edad y logrado todos los honores de la tierra cuando decidió ju
Su carrera lo llevó a presidir los tres poderes del Estado: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.
El Presidente Provisional
Manuel Menéndez Gorozabelfue presidente del Perú en tres breves periodos.
Nació en Lima en 1793. Cursó Artes en el Convictorio de San Carlos, y luego se dedicó a la conducción de sus
empresas agrícolas.
Elegido alcalde de segunda nominación (1835) cuando el general Felipe Santiago Salaverry iniciaba su
pronunciamiento en el Callao, sólo asumió sus funciones luego de varios meses. Al año siguiente, tuvo que cesar
en su cargo, luego de que las municipalidades fueran reemplazadas por intendencias de policía, aunque ocupó
nuevamente la alcaldía tras la batalla de la Portada de Guía. Convocó entonces a Cabildo Abierto, en dónde se
proclamó a Agustín Gamarra como presidente provisorio. pero luego el cabidlo tuvo que disolverse ante la
proximidad de las tropas confederadas de Andrés de Santa Cruz.
Vencido el Protector en la batalla de Yungay, Menéndez fue nombrado prefecto de Lima (febrero a noviembre
de 1839). Pasó a desempeñar la Presidencia del Consejo de Estado, y asumió el Poder Ejecutivo provisoriamente
por enfermedad del presidente Gamarra (28 de Julio al 23 de Setiembre de 1840); cuando marchó a combatir a
la Regeneración de Vivanco (18 de Marzo al 17 de Junio de 1841), y cuando se produjo la guerra contra Bolivia
(a partir del 14 de Julio de 1841).
Continuó en el gobierno después de la batalla de Ingavi y la muerte del mariscal Agustín Gamarra. Negoció la
paz, pero fue depuesto por el general Juan Crisóstomo Torrico (16 de Agosto de 1842). Volvió a encargarse de
las tareas de gobierno al triunfar la revolución constitucional de Nieto y Castilla (7 de Octubre de 1844) hasta la
eleción como presidente por el Congreso de Ramón Castilla.
Manuel Menéndez
Información personal
Nacimiento 1793
Lima, Virreinato del Perú
Lugar de
Cementerio Presbítero Matías Maestro (Perú)
sepultura
Nacionalidad Peruana
Información profesional
Biografía[editar]
Fue hijo de Rafael Menéndez y María Gorozabel. Estudió Artes en el Real Convictorio de San Carlos, y más
tarde, según José Antonio de Lavalle, «se dedicó al manejo de los intereses de una acaudalada tía materna
suya, a quien heredó después, adquiriendo así, entre otras valiosas propiedades, la hacienda cañaveral
Bocanegra al noreste del Callao».
El 22 de febrero de 1835 fue elegido alcalde de segunda nominación, justo en el momento en que el teniente
coronel Felipe Santiago Salaverry iniciaba su pronunciamiento en la Fortaleza del Real Felipe del Callao, por lo
que asumió sus funciones luego de varios meses, el 11 de agosto de 1835. Pero al cabo de seis meses cesó en
dicho cargo, luego de que las municipalidades, que habían caído en desprestigio, fueran reemplazadas por
intendencias de policía.
Tras la batalla de Portada de Guías (21 de agosto de 1838) y la entrada de las tropas restauradoras en Lima, el
general Manuel Bulnes ordenó la reinstalación de la Municipalidad con el personal que tenía al momento de
cesar. Menéndez reasumió entonces su función municipal, el 22 de agosto de 1838, con exclusión del primer
alcalde, Pedro de Reyna, al que se desbancó seguramente por haber servido a la Confederación Perú-
Boliviana. Le correspondió convocar a cabildo abierto, en donde se proclamó al general Agustín Gamarra como
presidente provisorio. Pero ante la proximidad de las tropas confederadas de Andrés de Santa Cruz, debió
retirarse de la capital, junto con los demás miembros del ayuntamiento.
Vencido Santa Cruz en la batalla de Yungay, Menéndez fue nombrado prefecto de Lima, cargo que ejerció de
18 de febrero a 10 de noviembre de 1839. Al consolidarse el segundo gobierno de Gamarra fue nombrado
Presidente del Consejo de Estado, y asumió provisoriamente el Poder Ejecutivo en tres ocasiones:
Tras la derrota y muerte de Gamarra en Bolivia, permaneció en el poder hasta 1842, enfrentando la invasión
boliviana y negociando la paz con dicho país, hasta que fue derrocado por el general Juan Crisóstomo
Torrico, iniciándose entonces el período conocido como la «anarquía militar». Finalizada esta etapa,
reasumió interinamente el poder de 1844 a 1845.
El 16 de abril de 1845 se reunió el Congreso Extraordinario, bajo la presidencia de Manuel Cuadros, ante
el cual Manuel Menéndez Gorozabel pronunció un largo mensaje. Aprobadas las actas de los colegios
electorales, el día 19 de abril la cámara de senadores proclamó Presidente a Ramón Castilla.
Murió en Lima, el 2 de mayo de 1847 a consecuencia de una enfermedad que había contraído en Chile. Se
encuentra enterrado en el Cementerio Presbítero Maestro.
Manuel Menéndez Gorozabel (* Lima, 1793 – † Lima, 2 de mayo de 1847) fue
un empresario agrícola y político peruano, que ejerció varias veces la presidencia interina de su país. Participó
en las luchas políticas iniciales de la República y ocupó diversos cargos públicos. Durante el segundo gobierno
de Agustín Gamarra (1839-1841) fue Presidente del Consejo de Estado (cargo equivalente al de vicepresidente)
y en tal calidad se encargó interinamente del Poder Ejecutivo en tres ocasiones. Tras la derrota y muerte de
Gamarra en Bolivia, permaneció en el poder hasta 1842, enfrentando la invasión boliviana y negociando la paz
con dicho país, a la vez montoneros peruanos iban expulsando del sur del Perú a las fuerzas bolivianas; hasta
que fue derrocado por el general Juan Crisóstomo Torrico, iniciándose entonces el período conocido como la
“anarquía militar”. Finalizada esta etapa, reasumió interinamente el poder de 1844 a 1845, correspondiéndole
traspasar el mando al general Ramón Castilla, iniciando éste su primer gobierno constitucional.
Biografía[editar]
Fue hijo de Rafael Menéndez y María Gorozabel. Estudió Artes en el Real Convictorio de San Carlos, y más
tarde, según José Antonio de Lavalle, «se dedicó al manejo de los intereses de una acaudalada tía materna
suya, a quien heredó después, adquiriendo así, entre otras valiosas propiedades, la hacienda cañaveral
Bocanegra al noreste del Callao».
El 22 de febrero de 1835 fue elegido alcalde de segunda nominación, justo en el momento en que el teniente
coronel Felipe Santiago Salaverry iniciaba su pronunciamiento en la Fortaleza del Real Felipe del Callao, por lo
que asumió sus funciones luego de varios meses, el 11 de agosto de 1835. Pero al cabo de seis meses cesó en
dicho cargo, luego de que las municipalidades, que habían caído en desprestigio, fueran reemplazadas por
intendencias de policía.
Tras la batalla de Portada de Guías (21 de agosto de 1838) y la entrada de las tropas restauradoras en Lima, el
general Manuel Bulnes ordenó la reinstalación de la Municipalidad con el personal que tenía al momento de
cesar. Menéndez reasumió entonces su función municipal, el 22 de agosto de 1838, con exclusión del primer
alcalde, Pedro de Reyna, al que se desbancó seguramente por haber servido a la Confederación Perú-
Boliviana. Le correspondió convocar a cabildo abierto, en donde se proclamó al general Agustín Gamarra como
presidente provisorio. Pero ante la proximidad de las tropas confederadas de Andrés de Santa Cruz, debió
retirarse de la capital, junto con los demás miembros del ayuntamiento.
Vencido Santa Cruz en la batalla de Yungay, Menéndez fue nombrado prefecto de Lima, cargo que ejerció de
18 de febrero a 10 de noviembre de 1839. Al consolidarse el segundo gobierno de Gamarra fue nombrado
Presidente del Consejo de Estado, y asumió provisoriamente el Poder Ejecutivo en tres ocasiones:
Ramón Castilla
Inicio » Biografías » Ramón Castilla
Ramón Castilla y Marquesado, Presidente de la República entre 1845-1851 y 1855-1862. Hijo del bonaerense Pedro
de Castilla y de Juana Marquesado Romero, tarapaqueña con sangre india, Ramón Castilla nació el 30 de agosto de
1797. Durante su niñez, según Clemente Markham, trabajó como leñador al servicio de su padre e hizo viajes al desierto
para recoger los pedazos de leña que caían de los algarrobos. Pasó a Chile e ingresó al regimiento realista Dragones de
la Frontera, con el que combatió a los patriotas en Concepción, Talcahuano, Chillan y Rancagua, cayendo prisionero
en la batalla de Chacabuco (enero de 1817) y trasladado a Buenos Aires. Obtenida su liberación, pasó a Río de Janeiro
y emprendió, en compañía del coronel español Fernando Cacho, su retorno al Perú (diciembre de 1817) vía el Mato-
Grosso. Pasó por Chiquitos, Santa Cruz de la Sierra, Valle Grande, Chuquisaca, Oruro, La Paz, Puno, Cuzco, Huamanga,
Huancavelica, Lunahuaná y Lurín hasta llegar a Lima; atravesando en total leguas de selva, sierra y arenal. Ya en la
capital (octubre de 1818), el virrey Joaquín de la Pezuela lo destinó al regimiento Dragones de la Unión, acantonado en
Arequipa; sin embargo, fue en ese entonces que abandonó su postura realista y se presentó en Lima ante Torre Tagle y
luego ante el Libertador José de San Martín (febrero de 1822). Luego de una serie de pruebas e interrogatorios fue
incorporado a los Húsares de la Legión Peruana como alférez de caballería. No asistió a la batalla de Junín por
pertenecer al estado mayor patriota, pero sí a la de Ayacucho (9 de diciembre de 1824), donde resultó herido.
Ramón Castilla
Al asumir el gobierno en 1845, Castilla encontró un país desordenado debido a las luchas entre caudillos militares, y
una economía que podía recuperarse gracias a los ingresos por la venta del guano en Europa. Por ello, la época que su
gobierno inauguró ha sido denominada la del “apogeo” o “prosperidad falaz”, ya que los ingresos obtenidos por la venta
del excremento de aves de nuestro litoral permitió la ejecución de numerosas obras públicas y una relativa calma política.
En efecto, Castilla y sus asesores quisieron ordenar el país. En el aspecto económico inauguró el sistema de las
consignaciones para la venta del guano entregando casi la totalidad de este negocio a la casa británica Gibbs, implantó
el primer presupuesto de la República, creó la ley de la “consolidación de la deuda interna” para cancelar los gastos de
peruanos en favor de las guerras de la independencia, arregló la deuda externa con Inglaterra, Estados Unidos y Chile,
excepto la “deuda de la independencia” con España y permitió la llegada de trabajadores chinos, los coolíes para las
plantaciones de la costa y la extracción del guano en las islas de Chincha.
Abolición de la esclavitud
Desde Ayacucho, donde decretó la abolición del tributo indígena (5 de julio de 1854), derrotó por primera vez a
Echenique en la batalla de Izcuchaca; pasó luego a Huancayo donde dictaminó la abolición definitiva de la
esclavitud en el Perú (5 de diciembre de 1854), derrotando finalmente a Echenique en la batalla de La Palma (5 de
enero de 1855).
Domingo Tamariz
Periodista
José Rufino Echenique nació en Puno el 16 de noviembre de 1808. Sus padres fueron José Martín Echenique
Vásquez y doña Hermenegilda Benavente.
Trasladado a Lima, ingresó en el Colegio de los Príncipes, y a los 14 años, tan pronto San Martín proclamó la
independencia, se alistó como cadete en el batallón N° 3 de la Legión Peruana. A los pocos meses ascendió
a subteniente y, seguidamente, viajó al sur para participar en la Segunda Expedición a Intermedios. En el
combate de Alzuri –su primera experiencia como soldado– fue hecho prisionero y enviado a la isla Esteves
del lago Titicaca, donde fue liberado dos años después al consumarse la victoria de Ayacucho.
De vuelta a Lima, prosiguió su brillante carrera militar: en 1926 ascendió a teniente; en 1927 –cuando aún
no había cumplido los 20 años– obtuvo el grado de capitán, y como tal estuvo en la campaña de Gamarra en
Bolivia y en la guerra con Colombia (1929), en la que alcanzó, por su destacada actuación, el grado de
sargento mayor.
Participó en muchas batallas y pronunciamientos. En una de esas contiendas fue el gestor del célebre abrazo
de Maquinhuayo que puso fin a la primera anarquía militar (1934), año en que fue ascendido a coronel.
En esta coyuntura se retiró del Ejército para casarse con Victoria Tristán, la hija primogénita del acaudalado
arequipeño Pío Tristán, prima hermana de Flora Tristán y propietaria de la hacienda Victoria, heredad en la
que hoy se extiende el distrito de La Victoria, cuyo nombre es en su honor. Por esos años, Echenique se
entregó al trabajo de campo en la hacienda azucarera de San Pedro, en Lurín.
En 1943, debido a la insistente invitación del supremo director Manuel Ignacio de Vivanco, abandonó el
trabajo agrario para asumir el cargo de prefecto de Lima. Además, se reintegró al Ejército y fue ascendido a
general de brigada.
Derrotado Vivanco, colaboró con el gobierno de Ramón Castilla: primero como secretario de Estado y, luego,
como ministro de Guerra.
En 1951 fue elegido presidente de la República. Sus primeros años de gobierno fueron de paz y trabajo. Abrió
caminos del Cusco a Arequipa y de Lima a Matucana; realizó obras de irrigación; inauguró el ferrocarril de
Tacna y Arica; obtuvo el derecho de libre navegación a lo largo del Amazonas mediante la convención fluvial
suscrita con el Brasil (1851); continuó con el fortalecimiento de la Marina y promulgó importantes leyes
(código civil, enjuiciamiento civil, etcétera).
No obstante, su gestión se vio empañada por el escándalo de la consolidación de la deuda interna, que lo
llevó a enfrentar una férrea oposición. Se le acusó de haber pagado más de 23 millones de pesos cuando el
monto era de alrededor de 8 millones.
Este manejo controvertido de la deuda llevó a Castilla a encabezar una de las revoluciones más largas y
sangrientas de nuestra historia. En ese azar derrotó a las tropas del presidente, en la batalla de La Palma (5
de enero de 1855).
Producido el desastre, Echenique se asiló en la casa del encargado de negocios británico. Mientras tanto,
Lima se había convertido en un laberinto. El Palacio de Gobierno, la casa del presidente y la quinta de su
esposa fueron saqueados. A Echenique no le quedó más que partir al destierro rumbo a Nueva York.
En 1861 volvió al país, clandestinamente, para solicitar un proceso político, que se le concedió.
Ya rehabilitado, fue elegido diputado y presidió la Cámara, y en 1868 fue presidente del Senado. En 1872
postuló a la Presidencia al terminar la gestión de Balta, pero tuvo que retirarse debido a la violencia que
adquirieron esas elecciones. Desde su Cámara condenó la revolución de los hermanos Gutiérrez y se
mantuvo al margen de toda acción política.
En el retiro, ya anciano, escribió sus memorias, que vieron la luz con el prólogo de Basadre después de 65
años de su deceso, ocurrido el 16 de junio de 1887, cuando contaba 79 años.
José Rufino Echenique Benavente, Presidente de la República. Nacido en Puno el 16 de noviembre de 1808,
fue hijo de José Martín Echenique Vásquez y de Hermenegilda Benavente Macoaga. Durante las revueltas
iniciales de la revolución de Pumacahua y con sólo seis años de edad, fue secuestrado y dedicado al pastoreo.
Reconocido casualmente por un empleado postal fue devuelto a sus padres y estudió en el colegio del
Príncipe. En 1822 se incorporó al batallón N° 3 de la Legión Peruana y con el grado de subteniente
participó en la segunda expedición a intermedios, bajo las órdenes del general Agustín Gamarra.
Derrotado en el encuentro de Alsuri, sufrió prisión en la isla de Esteves hasta 1824, una vez finalizada la
batalla de Ayacucho. Reincorporado al ejército fue destinado a Lima integrando, ya como teniente, las
fuerzas destacadas en Huancayo, con las cuales le tocó combatir a los iquichanos, quienes expresaron un
extemporáneo apoyo al rey. Secundó a Gamarra en su campaña sobre Bolivia, participó en la guerra contra
Colombia (1829) y por su comportamiento en Pórtete del Tarqui obtuvo los galones de sargento mayor. En
1832 asumió el mando del batallón “Piquiza” con el grado de teniente coronel y coadyuvó a debelar la
conspiración del capitán Felipe Rossel. Secundó el pronunciamiento del 4 de enero de 1834 del general
Pedro Bermúdez, rechazado masivamente. Echenique promovió entonces el excepcional “abrazo de
Maquinhuayo” del 22 de abril. Estando al mando de la guarnición del Cuzco, ya con el grado de coronel, se
retiró del servicio al producirse la intervención boliviana de 1835, dedicándose a la explotación de caña de
azúcar en la hacienda “San Pedro”, en el valle de Lurín, donde introdujo algunas mejoras técnicas, como el
uso del trapiche a vapor. Ante el pronunciamiento de Manuel Ignacio de Vivanco en 1843, volvió a tomar las
armas y en calidad de prefecto de Lima fue encargado de detener el avance de las fuerzas constitucionales que
dirigía Ramón Castilla. Nuevamente tuvo que ceder a la presión popular y optó por la restauración de las
autoridades legales. Al año siguiente, luego de sucesivos ascensos, alcanzó el grado de general de brigada
luego de derrotar a Domingo Elias en Carmen Alto, y fue elegido consejero de estado por el presidente
Ramón Castilla. En 1845 fue nombrado vicepresidente y más tarde ministro de Guerra y Marina.
El 20 de abril de 1851 el Congreso lo proclamó como presidente de la República, logrando ese mismo año
el derecho a la libre navegación en el Amazonas, mediante un convenio suscrito con el gobierno de Brasil.
Graves escándalos en torno a los procedimientos para la consolidación de la deuda interna propiciaron
alzamientos en su contra, liderados primero por Domingo Elias y luego por su antecesor en el gobierno, Ramón
Castilla. Éste basó su campaña, de marcado corte liberal, en la reivindicación del esclavo y del indígena,
alzándose con el triunfo final en La Palma el 5 de enero de 1855.
Echenique fue desterrado e impedido de regresar hasta la gestión de San Román, aunque hizo varios intentos
por ingresar clandestinamente. En 1862 inició una fecunda carrera parlamentaria, llegando a presidir dos años
después la cámara de Diputados y en 1868 la correspondiente de Senadores. Elegido candidato presidencial
para suceder a José Balta, declinó a favor de Antonio Arenas. En 1872, en su condición de presidente del
Congreso y en lo que constituiría su última acción pública, suscribió una declaración de condena a la revuelta
de los hermanos Gutiérrez. Viajó a Europa al año siguiente y permaneció al margen de la política hasta
su muerte el 16 de junio de 1887.
José Rufino Echenique Benavente (Puno, 16 de noviembre de 1808-Lima, 16 de junio de 1887) fue
un militar y político peruano. Presidente Constitucional de la República del Perú entre 1851 y 1855.
Muy joven se enroló en el ejército independentista (1821); luego participó en las campañas contra Bolivia (1828)
y la Gran Colombia (1829). Intervino en las guerras civiles y revoluciones de las décadas de 1830 y 1840.
Durante la anarquía de 1841-44, fue gobernante interino durante unos días, en marzo de 1843. Fue colaborador
del Directorio de Manuel Ignacio de Vivanco (1843-44), pero luego pasó a servir al primer gobierno de Ramón
Castilla (1845-51), quien le auspició como su sucesor. Elegido presidente en las elecciones de 1850, su
gobierno fue de tendencia conservadora, sufriendo una fuerte oposición de los liberales. Su principal
colaborador fue Bartolomé Herrera, sacerdote que era el líder de los conservadores. Contando con la
prosperidad económica derivada de la venta del guano, continuó el progreso material iniciado por Castilla. Inició
la delimitación de las fronteras con el Brasil por medio del controvertido Convenio Herrera-Da Ponte Ribeyro.
También continuó el pago de la deuda externa y la deuda interna; esta última, denominada consolidación,
derivó en un escándalo mayúsculo, al sospecharse que se inflaron los montos para beneficiar a un grupo de
personas allegadas a él. Este escándalo fue uno de los motivos de la revolución liberal de 1854 encabezada por
Castilla, que desembocó en una sangrienta guerra civil. Echenique fue derrotado en la batalla de La Palma,
librada en las afueras de Lima el 5 de enero de 1855, tras lo cual abandonó el poder y partió al exilio. Volvió al
cabo de unos años, rehabilitándose y continuando en la política. Llegó a ser presidente de la Cámara de
Diputados (1864-1865) y presidente del Senado (1868-1872) y le tocó suscribir la declaración de condena a
la rebelión de los coroneles Gutiérrez contra el gobierno de José Balta. Fue también candidato a la presidencia
en 1871. Luego se retiró definitivamente de la política.
Índice
1Biografía
2Elecciones presidenciales de 1851
3Obras de su gobierno
4El escándalo de la Consolidación
5Incidentes internacionales
6Revolución liberal de 1854-1855
7Post-Presidencia
8Descendencia
9Obra escrita
10Árbol genealógico
11Referencias
12Véase también
Biografía[editar]
Su padre fue José Manuel Echenique y Vásquez, natural de Valparaíso, Chile, hijo de Miguel de Echenique e
Ibárola y Ana Vásquez de Ojeda y Morales. Su madre fue Hermenegilda Benavente Macoaga, natural de Ayata,
en la actual Bolivia, hermana de Jorge de Benavente y Macoaga, arzobispo de Lima.
Cuando contaba seis años de edad se trasladó con su familia al Cuzco, coincidiendo con el comienzo de
la revolución acaudillada por los hermanos Angulo y Pumacahua (1814). Un indio del pueblo de Para le
secuestró y escondió, salvándolo así de una matanza tramada contra los españoles. Adoptado por una familia
india, se dedicó al pastoreo hasta que, al cabo de dos años, fue reconocido por un conductor de correo y
devuelto a sus padres. Trasladado a Lima, ingresó en el colegio del Príncipe.
Tras proclamarse la Independencia, se presentó ante el general José de San Martín y se alistó como cadete en
el Batallón N.º 3 de la Legión Peruana (1822). Pronto ascendió a subteniente y participó en la Segunda
Campaña de Intermedios que dirigió el general Agustín Gamarra contra las fuerzas realistas que ocupaban el
sur peruano. Fue hecho prisionero en el combate de Alsuri y confinado en la isla Esteves, en el Lago Titicaca.
Tras el definitivo triunfo patriota en 1824 fue liberado y retornó entonces a Lima, siendo ascendido a teniente.
En 1827 participó en la campaña militar emprendida contra los indios iquichanos de Huanta, quienes mantenían
su lealtad al rey de España. En 1828 integró el ejército del general Agustín Gamarra que invadió Bolivia para
acabar con la presencia grancolombiana en dicho país. Durante la guerra con la Gran Colombia, estuvo en la
sorpresa de Saraguro y en la batalla del Portete de Tarqui del 27 de febrero de 1829, donde obtuvo el grado
de sargento mayor.
Secundó al presidente Gamarra durante la campaña efectuada sobre la frontera boliviana, en la zona
del Desaguadero, en 1831. Al año siguiente le fue concedida la jefatura del batallón Piquiza y contribuyó a
debelar la conspiración del capitán Felipe Rossel, el 19 de marzo de 1832.
En enero de 1834 apoyó la rebelión del general Pedro Pablo Bermúdez contra el gobierno provisorio del
general Luis José de Orbegoso, pero ante la impopularidad de esta revolución hizo de mediador y auspició el
llamado "abrazo de Maquinhuayo" en el que ambos bandos se reconciliaron. Orbegoso lo ascendió a coronel y
le otorgó la comandancia de la guarnición del Cuzco.
Al producirse la intervención boliviana de 1835, solicitada por el mismo Orbegoso, Echenique se retiró a la vida
privada, dedicándose a la explotación de caña de azúcar en la hacienda “San Pedro”, en el valle de Lurín,
donde introdujo algunas mejoras técnicas, como el uso del trapiche a vapor.
Por insistencia del general Manuel Ignacio de Vivanco, retornó en 1843 a la actividad pública como prefecto
del departamento de Lima. Sirvió entonces al gobierno del Directorio que instaló dicho caudillo y al estallar la
rebelión constitucional dirigida por el general Ramón Castilla, se le encomendó frenar el avance de la misma.
Echenique emprendió una campaña militar en la sierra central, pacificando dicha zona, pero una rebelión civil
en Lima contra Vivanco encabezada por el prefecto interino Domingo Elías le obligó a dirigirse de vuelta hacia
la capital, que se preparó para la resistencia (episodio conocido como la "Semana Magna", julio de 1844). Al
final, Echenique desistió el ataque, pues según cuenta él en sus memorias, Felipe Pardo y Aliaga le convenció
de que estaba a punto de decidirse la guerra en Arequipa, entre las fuerzas de Vivanco y Castilla, y por ende no
tenía ya sentido intervenir en la capital. Efectivamente, la guerra culminó poco después con la derrota de
Vivanco en la batalla de Carmen Alto, el 22 de julio de 1844. Echenique no participó en esta fase final de la
guerra, y llevó, como alguien dijo entonces, "un penacho blanco en el entierro del Directorio." Fue ascendido
ese mismo año a General de Brigada.
Pese a haber sido partidario de Vivanco, el nuevo gobierno presidido por Castilla lo incorporó como
colaborador, nombrándole para cargos importantes: consejero de estado en 1845, ministro de guerra (1846-
1847) presidente del consejo de estado, es decir primer vicepresidente de la República elegido dos veces y en
ejercicio en 1850 y 1851.
A tal punto llegó a ganarse la confianza del presidente Castilla, que éste le brindó su apoyo para que presentara
su candidatura a la presidencia de la República. Ganó así las elecciones y asumió como presidente para el
período 1851-1857, pero no concluyó su mandato, pues fue depuesto en 1855 por una revolución
liberal encabezada por el mismo Castilla.
En las elecciones de 1851 el presidente Ramón Castilla auspició la candidatura de Echenique, con el apoyo de
sectores conservadores. Otros candidatos fueron:
El general Manuel Ignacio de Vivanco, apoyado por élite arequipeña y algunas zonas del norte del país.
El caudillo civil Domingo Elías, fundador del Club Progresista, apoyado por hombres de negocio e
intelectuales liberales. Este grupo fue el primer intento de formación de un partido civil en la historia
republicana peruana.
El general Antonio Gutiérrez de La Fuente
El general Miguel de San Román
El general Pedro Pablo Bermúdez
Echenique triunfó en esta elección, que a decir del historiador Jorge Basadre fue el primer proceso electoral
verdadero de la historia republicana del Perú, aunque con serios indicios de malas maniobras.1 Echenique
recibió el mando el 20 de abril de 1851 y su gestión se convirtió de alguna manera en la prolongación del primer
gobierno de Castilla.
Obras de su gobierno[editar]
Comenzando por la política económica, a mediados de 1851 la exportación por parte de la casa Gibbs del
guano de las islas hacia Inglaterra llegó a las 112.000 toneladas y convirtió a dicho rubro en el más
importante de los ingresos del fisco. Las islas se explotaban desde 1849 bajo el sistema de la consignación,
método que exigía a la firma inglesa adelantar el pago y realizar préstamos al Estado con la garantía del
disfrute exclusivo de dicho fertilizante. El 21 de marzo de 1853 el gobierno prorrogó sin ningún tipo ventaja
económica adicional y por seis años la consignación a la casa Gibbs a partir de 1855, año en que finalizaba
el contrato firmado en 1849. Este acto fue muy criticado por la oposición parlamentaria, arremetiendo
especialmente contra el ministro de Hacienda Nicolás Fernández de Piérola (padre del futuro caudillo
homónimo).
La prosperidad económica también permitió el arreglo de la deuda externa, en especial la deuda que se
tenía con los gobiernos de Colombia y Venezuela por la ayuda dada al Perú durante la guerra de la
independencia. Este hecho es poco conocido por los latinoamericanos: la llegada al Perú de los ejércitos
libertadores desde Chile y la Gran Colombia tuvo un monto justipreciado, hecho incomprensible si se tiene
en cuenta que la empresa libertadora fue una causa común en la que los patriotas peruanos dieron su
cuota valiosísima. Echenique alentó incluso a que se pagara en 1854 a los herederos del Libertador Simón
Bolívar la suma de un millón de pesos, según lo acordado por el Congreso peruano de 1825.
Se finalizó la construcción del ferrocarril de Tacna a Arica, el segundo en construirse en el país. Se
proyectó el de Islay a Arequipa.
Se emprendió la construcción de carreteras de Cuzco a Arequipa y de Lima a Matucana; se mejoró el de
Lima al Callao.
Se construyeron aduanas y se mejoraron los muelles de algunos puertos importantes.
Se dotó a Lima de un nuevo mercado.
Se contrató el servicio de alumbrado a gas para Lima.
Para el embellecimiento de la capital se mandaron confeccionar en Roma las estatuas de Colón y Bolívar, y
las que embellecieron la Alameda de los Descalzos.
Se contrataron ingenieros extranjeros a fin de emprender obras de irrigación en la costa para ampliar las
zonas cultivables en los valles de Lima, Cañete, Tacna y Lambayeque.
Se continuó con el fortalecimiento de la Marina, iniciado por Castilla. Se mandó a construir la
fragata Apurímac y las goletas Tumbes y Loa. La armada peruana llegó a ser la más importante de
Sudamérica: contaba con 17 unidades. Marinos peruanos fueron enviados a Europa para perfeccionarse
profesionalmente.
Se puso en práctica una política inmigratoria europea. Llegaron así colonos alemanes para poblar la región
del Pozuzo. También se fomentó la inmigración china, iniciada por Castilla.
Se promulgó el Código Civil y el Código de Enjuiciamiento Civil, los primeros que tuvo el Perú, en
reemplazo de los viejos códigos virreinales aun vigentes (julio de 1852).
Se restablecieron las Municipalidades, importantes organismos de gobierno local, pero bajo la dependencia
del poder ejecutivo.
Se eliminó el pasaporte interior y se declaró el libre tránsito de los puentes.
El 23 de octubre de 1851 se firmó en Lima la Convención de Comercio y Navegación con Brasil, entre el
ministro interino de Relaciones Exteriores del Perú, Bartolomé Herrera y el ministro plenipotenciario del
Brasil, Duarte Da Ponte Ribeyro, convenio que incluyó un parcial acuerdo de límites de la parte norte de la
frontera de ambos países. Hay que remarcar que este acuerdo fue en principio una Convención de
carácter comercial y fluvial, y no un Tratado Limítrofe, por lo que resulta controvertido que se decidieran
límites de territorio.2 Esta Convención ha sido muy criticada porque el Perú aceptó el criterio del uti
possidetis, por el cual renunciaba a territorios amazónicos ocupados poco tiempo atrás por población
brasileña, a cambio del libre tráfico de mercaderías, productos y embarcaciones por la frontera y los ríos de
ambos países. Se fijó una línea de frontera imaginaria que partía de la población de Tabatinga hasta la
desembocadura del río Apaporis por el norte y el Yaraví por el sur. La frontera del sur del Yaraví no fue
entonces tocada, por ser territorio desconocido. Este acuerdo se cuenta entre los actos internacionales más
discutidos de la historia diplomática peruana, porque para llegar a un acuerdo con un país vecino se
entregó territorio nacional. Otro punto de vista considera sin embargo que era necesario un entendimiento
con Brasil, ante la amenaza potencial de otros países limítrofes, especialmente el Ecuador y Bolivia. La libre
navegación por el Amazonas la obtuvo el Perú recién el 22 de febrero de 1858, con la firma de
una Convención Fluvial, ya bajo el segundo gobierno de Castilla.
La nota negra del gobierno de Echenique fue sin duda el escándalo de corrupción en la consolidación o
cancelación de la deuda interna, según veremos enseguida.
El escándalo de la Consolidación[editar]
El hecho más sonado de este gobierno fue la consolidación de la deuda interna con los recursos fiscales
provenientes del guano de las islas, operación que ya había iniciado el anterior gobierno de Ramón Castilla. Se
entiende por “consolidación de la deuda interna” al pago de la deuda que el Estado había contraído con
ciudadanos particulares, durante la guerra de la independencia y contiendas posteriores. Durante esa contienda
los jefes del Ejército Libertador habían realizado confiscaciones, empréstitos forzados, imponiendo cupos,
embargos, y contribuciones; los jefes militares entregaban a cambio recibos, vales o cartas de cobranza en
favor de los afectados, con la promesa que una vez culminada la lucha el nuevo Estado peruano pagaría las
deudas así contraídas.
Durante el gobierno del mariscal Ramón Castilla se reconoció que la deuda del Estado ascendía a 4 millones
879 mil 607 pesos de plata debidamente sustentados; según el propio Castilla, en el peor de los casos el monto
total de la deuda interna no podría sobrepasar los 6 o 7 millones de pesos. Pero bajo el gobierno de Echenique
se reconocieron más de 19 millones de pesos adicionales a los reconocidos por Castilla, lo que generó
sospecha de malos manejos al no justificarse la aparición de una deuda tan elevada (que casi cuadruplicaba el
monto original).
Los opositores a Echenique alegaron que muchos partidarios o allegados del presidente adulteraron
documentos y expedientes para aumentar falsamente algunas deudas verdaderas, o incluso para invocar
deudas inexistentes y hacerse pasar por "acreedores del Estado" sin serlo en realidad. Se acusó también al
gobierno de Echenique de haber pagado elevadas sumas sin preocuparse de verificar la autenticidad de los
expedientes. En un informe emitido en 1856 por la Caja de Consolidación se señaló que más de 12 de los 19
millones de pesos reconocidos por Echenique tenían origen fraudulento.3 En total el Estado peruano pagó a
diversos particulares más de 23 millones de pesos en total, originándose así muchas fortunas y surgiendo una
clase emergente de “nuevos ricos”.
Este manejo controvertido de la deuda interna fue denunciado por los enemigos políticos de Echenique como
un acto de corrupción política y grave despilfarro, destinado a beneficiar solamente a los amigos y allegados del
presidente. Constituyó uno de los motivos para el estallido de una insurrección popular, que derivaría en una
sangrienta guerra civil.
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