Está en la página 1de 19

Revista de Ciencias Sociales (Cr)

ISSN: 0482-5276
revista.cs@ucr.ac.cr
Universidad de Costa Rica
Costa Rica

Haba, Enrique P.
¿Puede el jurista discurrir como un científico social? (Posibilidades e imposibilidades del derecho
como «ciencia» social)
Revista de Ciencias Sociales (Cr), vol. III-IV, núm. 113-114, 2006, pp. 37-54
Universidad de Costa Rica
San José, Costa Rica

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=15311402

Cómo citar el artículo


Número completo
Sistema de Información Científica
Más información del artículo Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal
Página de la revista en redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
Rev. Ciencias Sociales 113-114: 37-54 / 2006 (III-IV)
ISSN: 0482-5276

¿Puede el jurista discurrir como


un científico social?1
(Posibilidades e imposibilidades
del derecho como «ciencia» social)

Enrique P. Haba*
Sumario

[1] Doble función de la dogmática jurídica. [2] Tímidos «parecidos de familia» con
las otras ciencias. [3] Condición substancialmente retórica del discurso jurídico. [4]
El derecho es un «orden» de irracionalidades. [5] Niveles de ciencia jurídica y tipos
posibles de ella. [6] La cuestión de la «interdisciplinariedad» (¡no una mera pluri-
disciplinariedad!). [7]... pero, el derecho es socialmente «útil».

Resumen

Mientras que los conocimientos de casi todas las demás ciencias sociales —sociología,
politología, lingüística, etc.— son poco o nada «útiles» (salvo para sus propios
profesionales y el mercado editorial propiciado por ellos), en cambio gran parte de las
disposiciones jurídicas y de la doctrina profesional aplicada a estas tienen toda suerte
de repercusiones reales para la vida de la gente en general. Mas esta utilidad práctica
se compra al precio de que el derecho consiste en discursos cuyo rigor científico es
muy endeble.

Palabras claves: ciencias sociales * derecho * doctrina * metodología *


RETÓRICA * utilidad

Abstract

Knowledge produced in nearly all Social Sciences (Sociology, Political Science,


Linguistics, etc.) is almost useless or useless at all —except for scientists themselves
or for their own publishing-market. On the contrary, legal precepts and the doctrine
applied to them bring about a large variety of real effects on the concrete life of all
people. The price paid for that efficiency is having law built as a web of discourses
without genuine scientific rigor.

key words: social science * law * doctrine * methodology * rhetoric * utility

* <ehaba@ice.co.cr>
<enrique.haba@ucr.ac.cr>
1 Este artículo está conformado por extractos de un libro que el autor tiene en preparación: Metodología (realista)
del Derecho. Entre sus trabajos ya publicados, para ampliar sobre ideas que se expondrán aquí, véase especialmente
1993 y las reelaboraciones ccontenidas en Palomino Manchego 1999.
38 Enrique Pedro Haba

1. Doble función de la dogmática de las leyes y de la teoría de la aplicación


jurídica del derecho. Su objeto no es sólo el dere-
cho legislado, sino el conjunto del ordena-
Para no caer en una mera discusión de miento de la sociedad y del tráfico nacio-
palabras sobre posibles usos del término «cien- nal e internacional ( Wolf 1962: 51).
cia», demos por aceptado que el pensamiento
jurídico, tal como suele darse en la práctica Importa no pasar por alto diferencias
profesional de esa disciplina, lingüísticamente como las señaladas; y se podrían traer a cola-
puede caber bajo alguna acepción de dicho tér- ción también otras. Por lo demás, entre los
mino. Empero, la verdadera cuestión es saber: cuatro niveles señalados por Perticone hay
¿qué tipo de ciencia es esa y qué relaciones serios desfases. Hasta en el interior de cada
—ya sean de similitud o también de colabora- uno de ellos cabe efectuar distinciones que,
ción— es ella capaz de guardar con otras disci- ciertamente, tienen su importancia para
plinas sociales a las que suele adjudicárseles esa dar cuenta adecuada acerca de los discur-
misma palabra genérica? sos que pronuncian los juristas. Hoy exis-
Al hablar de «ciencia jurídica» o «juris- ten muy variadas disciplinas que son, todas
prudencia» (Jurisprudenz als Wissenschaft), ellas, unas Ciencias del Derecho: Historia del
resulta que los autores se refieren, bajo esa Derecho, Derecho Comparado, Teoría General
denominación, a uno u otros de los cuatro del Derecho, Antropología Jurídica, Psicología
niveles siguientes, por lo general sin distinguir Jurídica, Análisis Económico del Derecho,
mayormente entre estos: Sociología Jurídica, Informática Jurídica y
otros (cf. Atienza 1985: cap. 5).
... entienden un poco de todo: jurisdic- Quedémonos, para nuestros efectos, con
ción, legislación, exégesis y comentario la dogmática jurídica como prototipo de la
(Perticone 1964: 341 s.). especie de ciencia practicada por los profesio-
nales del derecho. Dicha dogmática abarca la
Ya en 1832, el fundador de la escuela exégesis y el comentario, interviene como fun-
analítica inglesa, John Austin, no había dejado damento de las sentencias en la jurisdicción y
de advertir que: hasta puede ejercer influencia en la legislación.
Ahora bien, inclusive sin desconocer el carácter
... la misma palabra jurisprudencia no está retórico o simplemente impreciso, disimulan-
tampoco libre de ambigüedades y ha sido te de la realidad, que afecta a buena parte del
utilizada para designar [todo] lo siguien- discurso jurídico, elaborado con base en esa
te: el conocimiento del derecho como una dogmática o afín con ella, esto no debe impe-
ciencia, junto con el arte, el hábito práctico dirnos advertir asimismo que hay importantes
o la destreza al aplicarlo. La ciencia de la segmentos o aspectos de él que no son subsu-
legislación, es decir, la ciencia de lo que mibles sin más en dicha función anticientífica.
se debe hacer para producir buenas leyes Son aspectos que intervienen también, junto
junto con el arte de hacerlas. Así como el con esta función y a veces en lugar de ella, en el
conocimiento de lo que debe ser presupone pensamiento de los juristas. Vista en su conjun-
el conocimiento de lo que es, así también to, la «ciencia» (dogmática) jurídica es retórica
la ciencia de la legislación presume la juris- (= no-ciencia), por cierto; pero también contie-
prudencia (cit. Calsamiglia 1986: 130). ne más que eso. Ella no es solamente retórica.
Por lo pronto, a diferencia de, por ejem-
Los cometidos de la «jurisprudencia» plo, la retórica de la propaganda para vender
pueden concebirse incluso de manera todavía productos comerciales o la de los partidos polí-
mucho más amplia y variada: ticos, la de los juristas es más sutil y puede ser
mucho más sofisticada. De ahí, que haya por lo
La tarea de la ciencia del derecho se menos una apariencia de quehacer teorético en
extiende más allá del mero conocimiento el discurso jurídico, algo que a este le confiere

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 113-114: 37-54/2006 (III-IV). (ISSN: 0482-5276)
¿Puede el jurista discurrir como un científico social? 39

un «aire de familia» (Wittgenstein) en relación discusión y la aplicación científica de juicios


con las ciencias en general. de valor, la llamada «razón instrumental»3 .
Distintos autores han hecho notar, con Empero, para que la función prescriptiva de
razón, que la dogmática jurídica cumple dos la dogmática llegara a ejercerse de tal modo,
tareas diferentes, aunque interrelacionadas; esta tendría que empezar precisamente por no
si bien los juristas, por motivos de persuasión encarar esa función de la manera como suele
retórica, se empeñan en no distinguir la una de hacerlo. Debería reemplazar su retórica por un
la otra. La doctrina del derecho describe verda- discurso práctico que fuera verdaderamente
deramente ciertos datos, que consisten en tales teorético incluso en la manera de llevar a cabo
o cuales contenidos de determinado derecho la discusión entre alternativas para las situa-
positivo o de un conjunto de tales ordenamien- ciones prácticas controvertidas. Es notorio que
tos. Pero además, esa doctrina incorpora, por su esto no se da en el razonamiento típico de los
propia parte, unos criterios de política jurídica, juristas. Allí las discusiones corrientes, tanto en
las interpretaciones (¡suyas!) que le permiten los tribunales como hasta en el plano mismo de
solucionar aspectos que no aparecen resueltos los tratadistas, no hacen por acercarse, ni remo-
intersubjetivamente de antemano por la letra tamente, al nivel teorético que podrían alcanzar
de los textos oficiales del derecho considerado. si encararan esas cuestiones con ayuda de otros
No obstante, los juristas presentan esa doble conocimientos científicos disponibles: interdis-
tarea —reconocimiento/interpretación— como ciplinariedad (propiamente dicha).
si también lo segundo estuviera contenido ya
de modo indudable, preestablecido en el mate-
rial de que se compone lo primero. Estas dos 2. Tímidos «parecidos de familia» con
dimensiones de la doctrina jurídica tradicio- las otras ciencias
nal pueden ser calificadas, respectivamente,
como el cumplimiento de una función descrip- Teniendo en cuenta la doble función
tiva y una función prescriptiva, llevadas a cabo señalada, cabe preguntarse si la dogmática no
mediante tales discursos2. contiene, a pesar de todo, algunos conocimien-
Si bien ambas funciones son en realidad tos de naturaleza descriptiva. En caso afirma-
inescindibles, tanto en la presentación doctri- tivo, deberíamos concluir que el discurso pro-
naria corriente como en la práctica de dichos fesional de los juristas tiene, por lo menos en
discursos, es oportuno tener presente la dis- parte, algo de ciencia.
tinción, sobre todo con vistas a evaluar el nivel Tal conclusión no carece de cierta plau-
teorético-científico de ese tipo de razonamien- sibilidad. En primer término, porque no puede
tos. No se puede descartar a priori que cuando negarse que la palabra «ciencia» comprende
menos la función descriptiva contenga tam- entre sus usos normales, al menos por parte de
bién unos conocimientos propiamente dichos, sus propios locutores, el aplicarse también para
supuesto que resulte posible discernirlos de los calificar así al discurso jurídico profesional.
elementos retóricos con que se los suele presen- Sobre todo, más allá de la circunstancia,
tar entrelazados. simplemente convencional, de que existe ese
Inclusive podría concebirse que hasta uso lingüístico consolidado, no olvidemos que
en cuanto a la función prescriptiva, ella misma tal discurso ofrece ciertos «parecidos de fami-
llegará a ser ejercida de acuerdo con un discur- lia» con los discursos científicos de otras disci-
so científico adecuado, esto es, propiamente plinas, sin excluir ni siquiera los de las ciencias
teorético, análogamente a como otras ciencias de la naturaleza. Cada uno de esos discursos
(propiamente dichas) dan lugar a distintas apli- ostenta la característica de pertenecer a un
caciones prácticas que se derivan —técnicas o respectivo universo discursivo teorético-siste-
tecnologías— de aquellas mismas. Es así, por mático, la disciplina en cuestión. La pertenen-
ejemplo, como Max Weber y otros entienden la cia a dicho universo se hace patente, sin ir más
lejos, por la circunstancia de que sus locutores
2 Cf. Calsamiglia 1989: 130-136. 3 Véase Haba 2004a: Sec. F.II.

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 113-114: 37-54/2006 (III-IV). (ISSN: 0482-5276)
40 Enrique Pedro Haba

emplean un lenguaje especializado propio. Si gra matical o histórica: su finalidad es


bien no todas, y por lo general ni siquiera la la reestructuración de toda una institu-
mayoría, de las palabras que utilizan son ajenas ción jurídica partiendo de sus partes pre-
al lenguaje común, ellos manejan también una viamente aisladas por el pensamiento; es
serie de términos que no se encuentran en este: decir, la síntesis realizada sobre los resulta-
las expresiones técnicas de la materia. Estos dos del análisis previo. (...) Finalmente, la
términos, sean o no homónimos con palabras sistemática jurídica es a partes más exten-
del lenguaje común, representan conceptos sas del orden jurídico o al conjunto de él
fundamentales de la disciplina considerada, son lo que la construcción es a una institución
piezas claves del sistema teorético en que ella jurídica suelta, a saber: el desarrollo de las
consiste. Ese «sistema» constituye el principal normas concretas de todo el orden jurídico
objeto de conocimiento del aprendizaje impar- o de una de sus partes, a base de una única
tido en los cursos universitarios y en general idea (Radbruch 1951: 10 s.).
de la literatura especializada que utilizan los
profesionales de esa disciplina. Aun dando por cierto que todo eso sea
Aprender una ciencia significa llegar a así (más o menos), y que, por ende, la cien-
conocer y dominar el uso de los «juegos» carac- cia jurídica tiene efectivamente tal parecido
terísticos de cierta «región» del lenguaje, la de familia con las demás ciencias, no deja de
constituida por determinado discurso teorético seguir siendo verdad lo esencial de la crítica que
especializado. Es aprender a actuar en fun- muchos autores han dirigido a dicha «ciencia».
ción de ellos. Consiste en llegar a saber cómo Mas cabe reconocer, asimismo, que las «cons-
emplear esos «juegos» para entenderse en el trucciones» y los «sistemas» del razonamiento
seno de la comunidad científica respectiva y jurídico no son unos puros inventos del jurista,
para aplicarlos a resolver ciertas clases de cues- sino que en efecto sirven, como hacen otras
tiones, ya sean estas de la realidad empírica, ciencias con sus respectivos objetos de estudio,
hipotéticas o lógico-formales. Dicho discurso para organizar en forma teorética unas «partes
sirve, ante todo, para seleccionar esas cuestio-
previamente aisladas» mediante determinados
nes, como asimismo para ordenar los conoci-
«análisis», como señala Radbruch [supra]. Ello
mientos científicos disponibles acerca de ellas y,
comporta el conocimiento de ciertos datos:
en consecuencia, también para localizarlos en
textos de leyes, repertorios de jurisprudencia
relación con un problema dado y para aplicarlos
y demás, que objetivamente están ahí. En la
de la manera en que esa ciencia lo establece4.
medida en que la doctrina jurídica hace esto,
Semejantes características las presen-
de veras cumple, cuando menos hasta cierto
ta, en todo caso a primera vista, igualmente
punto, una labor que bien puede calificarse de
el discurso jurídico. En tal sentido, no cabría
negar que él es «ciencia». No carece en cierto científico-cognoscitiva. No obstante, siempre
grado de justificación un comentario como el queda en pie la pregunta fundamental: ¿esa
siguiente: labor cognoscitiva, aunque sea tal, hasta dónde
está autorizada a llegar —y, por tanto, qué le
La construcción jurídica presenta el está vedado conocer— en función de los pro-
mismo carácter metodológico que la pios presupuestos teoréticos de dicha ciencia?
con st r ucción m atem át ic a , técnic a , Sí, lo que debiera llamar la atención sobre todo,
es la radical timidez con que en el plano de lo
4 «Pues el método de la Ciencia es una guía de la
cognoscitivo aparece circunscrita la materia de
investigación y una prueba de sus resultados. Pero tal «ciencia».
no termina allí su función. Porque la Ciencia no es No digamos, pues, que ese discurso care-
una acumulación desordenada de verdades, sino un ce de todo alcance como conocimiento. Mas
sistema de ellas: un orden de verdades lógicamente
tampoco dejemos de agregar, enseguida, que
relacionadas, ordenadas según principios. Y es el
método el que ha de suministrar los criterios para este es un «conocimiento» donde ex profeso
esta ordenación» (Moreno 1963: 19).w se toman cuidadosas precauciones para lograr

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 113-114: 37-54/2006 (III-IV). (ISSN: 0482-5276)
¿Puede el jurista discurrir como un científico social? 41

mantenerlo todo lo cognoscitivamente endeble Ese universo teorético-sistemático del dis-


que sea menester, a fin de no mentar la verda- curso jurídico es, en buena parte, de orientación
dera soga —unas realidades sociales incómo- esencialmente retórica. En las demás ciencias,
das— en casa del ahorcado, y sobre todo allí por el contrario, la retórica no juega papel funda-
donde la tarea jurídica consiste precisamente mental, cuando menos en sus discursos norma-
en contestar si corresponde ahorcarlo o no. les. En qué medida cada ciencia logre alcanzar
en realidad las verdades que ella indaga, esto es
cuestión que, por supuesto, siempre puede ser
3. Condición substancialmente retórica discutible y además es variable. Pero en aquellas
del discurso jurídico ciencias, contrariamente al razonamiento jurídi-
co, no se bloquea por principio —mediante cier-
Sea cual fuere el parecido de familia que el tas categorías de la dogmática (esencialismos8 y
razonamiento jurídico pueda guardar con el dis- demás), y también porque en general él contiene
curso de otras ciencias, resulta insalvable la dife- en forma acrítica unas precomprensiones que
rencia entre prácticamente todas estas y aquel, dominan en la «construcción» vulgar del mundo
esto es: la orientación y el nivel de los conoci- social cotidiano (Berger/Luckmann 1968)— la
mientos fundamentales requeridos por uno y utilización de aproximaciones más realistas y
otras. El derecho tiene, desde luego, un edificio que vayan a fondo con respecto a los asuntos
teorético-sistemático5 propio y una correspon- debatidos.
diente jerga especializada de sus profesionales: Como forma de pensamiento específica,
todo ello, justamente, constituye su dogmática. la ciencia jurídica normal es, en buena medida,
En tal sentido, no es absurdo decir que él es una una técnica para cubrir y legitimar la falta de
«ciencia». Pero la de los juristas, a diferencia de los conocimientos científicos sobre cuestiones
todas (o casi todas) las demás disciplinas cono- sociales que el derecho está llamado a resolver de
cidas como ciencia (en el sentido propio de esta alguna manera. Solo que, tal desconocimiento
palabra6), no tiene como objetivo ineludible la tiene que ver justamente con unos conocimien-
persecución, antes que nada, de la verdad con tos acerca de otras cosas, aquellas en que consiste
respecto al fondo de los asuntos encarados. Más de modo exclusivo el saber «técnico» en la mate-
bien, en muchos casos, contribuye a disimularla. ria «propiamente» jurídica, esto es: conocimiento
Por eso, en vez de esforzarse por saber más, el simplemente de ciertos textos normativos, unos
discurso habitual de los juristas se elabora con de derecho positivo y otros de orden doctrina-
base en un tejido de conceptos que permiten rio, y haber aprendido justamente a no «ver»
«hacer la vista gorda» frente a los conocimientos más allá de ellos —¡normativismo!9 —. En todo
usuales de otras disciplinas, más realistas, como caso, puede allí servir como complemento alguna
lo son buena parte de los estudios efectuados información superficial sobre ciertos aspectos
en ciencias sociales (así la Sociolingüística y la de la realidad social o el conocimiento de unos
Sociología empírica). Dicho discurso se autoin- hechos concretos muy limitados; pero en el razo-
muniza, mediante sus estrecheces dogmáticas, namiento jurídico, todo eso es casi siempre visto
con respecto a todo conocimiento que pueda en forma descontextualizada de los saberes que al
hacer vacilar las presuposiciones ideológicas, las respecto ofrecen las ciencias sociales.
conclusiones simplistas o los eufemismos de que En conclusión: aun dando por admitido
se vale la argumentación jurídica normal7.
que el discurso de los juristas pertenezca, por
dichos conocimientos y sobre todo por ordenar-
5 Eso sí, ello no es «sistemático» sino en un sentido los de acuerdo con un marco teorético propio,
muy lato de esta palabra: véase Haba 2000 (§§ 7-8)
ó 2004b (307-315).
a la «familia» de las ciencias, no menos cierto
es que tal discurso, en virtud del singular papel
6 Véase. Haba 1990: § 8.

7 Véase, por todos, los implacables análisis al respec- 8 Cf. Haba 2004a (Sec. C.I.2) y 2004b (Sec. C.I.3).
to ofrecidos en dos obras clásicas: Jhering (1974) y
Frank (1970). 9 Véase Haba 2004b: Sec. G.II.

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 113-114: 37-54/2006 (III-IV). (ISSN: 0482-5276)
42 Enrique Pedro Haba

protagónico que la retórica y la ceguera volun- política o de la moral dominante12. Si bien se


taria desempeñan en su configuración, es un mira, el derecho no es, básicamente, sino polí-
miembro muy aparte en esa familia. tica aplicada. Kelsen supo advertirlo con entera
claridad:

4. El derecho es un «orden» de El derecho no puede ser separado de la


irracionalidades política, pues es esencialmente un ins-
trumento de la política. Tanto su crea-
Debiera tenerse presente, ante todo, que ción como su aplicación son funciones
el derecho está ahí para ordenar contradicciones políticas... (1958: 31).
sociales, y que eso él lo hace de acuerdo con la
ideología política dominante en el país respec- Ahora bien, el mundo de la política y en
tivo. Esta tiene, como toda ideología, la función general el de los entramados sociales es cualquier
de mitologizar la captación de los fenómenos que cosa menos un edificio racional (o razonable) de
rigen la vida de las colectividades. Así el pensa- conductas racionales (o razonables). Los seres
miento jurídico se somete a unos puntos de vista humanos piensan y actúan racionalmente, cuan-
no científicos y en general a los déficits de racio- do lo hacen, solo en esferas bastante limitadas de
nalidad consubstanciales a la Weltanschauung los comportamientos habituales. Por lo general,
de la ideología en cuestión. Las bases del razo- ellos consiguen ser racionales únicamente cuan-
namiento jurídico no pueden alejarse demasiado do, ante todo, no los ciegan las emociones, inclui-
de las preconcepciones y en general las nocio- das las que son de cuño ideológico (convicciones
nes comunes que caracterizan al conocimiento de tipo religioso, político y demás). Casi siempre
vulgar10. Al no tener más remedio que aceptar la conducta racional de cada quien, y esto ape-
buena parte de los simplismos e inconsistencias nas hasta cierto punto, no va más allá de donde
propios de este mismo, también aquel se auto- alcancen sus conocimientos reales del mundo,
condena a no saber «demasiado». el restringido ámbito de ciertas clases de expe-
En efecto, aun cuando el jurista emplea riencias personales de la vida cotidiana: trato con
también buen número de términos y nociones familiares y amistades, negocios propios, rela-
que hacen de su discurso una jerga especiali- ciones con compañeros de labores o de juegos.
zada, ello no quita que ese discurso en su con- En lo demás, tanto en la forma de conducir su
junto, como sistema de razonamientos, queda vida personal como en la generalidad de las con-
en última instancia subordinado a una serie de ductas que hacen la coordinación macrosocial, y
conceptos fundamentales y de hábitos de infe- más que nada en todo —¡es mucho!— cuanto
rencia que corresponden a las ideologías que lo depende de su (in)comprensión de las fuerzas
sustentan. Esto resalta de la manera más neta reales que producen esta coordinación, la gente
en sectores claves del Derecho Público: Derecho entiende y actúa, de hecho, movida principal-
Constitucional, Derecho Penal, Derecho Laboral, mente por impulsos que no somete a reflexiones
los cuales en definitiva giran en torno a unos con- racionales: intereses antinómicos, costumbres,
ceptos indeterminados —p. ej.: «orden público», fantasías ideológicas, prejuicios estereotipados,
«moral y buenas costumbres», «interés nacional», la «sana opinión pública» (i.e., cuanto opinan las
precio «justo»11— tomados del lenguaje de la grandes cadenas de televisión y los periódicos de
mayor venta), múltiples presiones derivadas de
relaciones personales, sentimientos de toda clase.
10 El conocimiento vulgar está repleto, en el nivel
de tales precomprensiones, justamente de aquel-
las «construcciones» a que se refieren Berger/ 12 Como un ejemplo típico de discursos jurídicos que
Luckmann 1968. De ahí ellas se transmiten tam- son muy poco científicos porque se basan sobre todo
bién a las conceptualizaciones jurídicas; véase el en esos conceptos (¡mas sin reconocer que estos
indispensable libro de Arnold 1934. son, justamente, de tal índole!), véase el dictamen
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
11 Véase Haba 2004b: esp. Sec. C. analizado en Haba 1986b: § 28.VII.

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 113-114: 37-54/2006 (III-IV). (ISSN: 0482-5276)
¿Puede el jurista discurrir como un científico social? 43

Como consecuencia, en la práctica, el ... una mezcolanza indisoluble de elemen-


«orden» social consiste en un tejido extremada- tos teoréticos y prácticos, cognoscitivos
mente abigarrado y contradictorio de conductas y creativos, reproductivos y productivos,
y de ideas. Tales contradicciones pasan a poblar científicos y supracientíficos, objetivos y
igualmente lo que es el conjunto de la teoría y subjetivos14.
la práctica del derecho. De ahí, que cualquier
intento de encarar el estudio de una sociedad o No es aquí el sitio indicado para discutir si,
su derecho como si fueran un sistema racional, en consecuencia, resultaría ser errónea la famosa
conduce inevitablemente a perder contacto con tesis de Max Weber sobre el derecho moderno
los factores reales que la hacen funcionar, cuya como proceso de «racionalización». Si bien ese
racionalidad es de alcances muy parciales13. La proceso concierne al papel de la dogmática jurídi-
influencia de esta última es apenas secundaria ca entendida como un edificio teorético que siste-
en la vida cotidiana de ese «orden». matiza —conceptos precisos, coherencia lógica,
inferencias deductivas: ¡aparentemente!— a los
Así y todo, al fin de cuentas se trata cier-
preceptos del derecho, tal «racionalización» no
tamente de algún orden, pues allí se dan tam-
ha impedido la amplia intervención de todo aque-
bién una serie de regularidades fundamentales,
llo que mencionaba Radbruch. No la impide, en
mientras el orden en cuestión subsista. Mas esas
efecto, no solo porque de hecho los hombres, sin
regularidades no responden a ninguna racio-
excluir a los juristas, desatienden tan a menudo
nal planificación global sistemática, antes bien
sus propias elaboraciones intelectuales; también
constituyen el resultado de una complejísima
es porque, aun sin violar propiamente aquellas
madeja de irracionalidades: proteicos deseos de sistematizaciones, estas no alcanzan a eliminar,
individuos y de grupos, y las multiformes mane- ni siquiera en el mero plano del pensamiento, las
ras de ponerlos en práctica, que encuentran un inseguridades y en general las múltiples mani-
equilibrio de fuerzas temporariamente, el cual se pulaciones que son ideológicamente legitimadas
traduce en dicho orden. Este no es, en definitiva, —¡sin afectar a la «lógica» jurídica!— acudien-
sino la regularidad temporal, aunque relativa- do a los numerosos conceptos indeterminados
mente inestable, de ciertas ideas y conductas que juegan en el centro mismo de los sistemas en
que predominan en una colectividad dada, sin cuestión. Estos conceptos le permiten al jurista-
que cada una de ellas ni sus relaciones mutuas intérprete acomodar (elásticamente) el sistema
obedezcan fundamentalmente a unos patrones a las preferencias ideológicas, o sencillamente
firmes de racionalidad. En toda colectividad, y en a los intereses, con que él acepte identificarse.
su derecho, lo racional y lo irracional conforman, Una sociedad y un derecho racionales no existen,
en los hechos, una mezcla indistinta y siempre ni pueden existir, más que en los acomodables
variable. mundos del wishful thinking.
Nunca podrá ser evocada demasiadas veces La política, y el ordenamiento jurídico deri-
—máxime mientras subsistan (parecen llamados vado de ella, se dirigen a determinar, en función
a tener larga vida) unos espejismos de «sistemas» de los juegos de fuerzas sociales subyacentes,
en la teoría social, y en general la imaginería de que allí presionan cada una para su lado, cuáles
las concepciones racionalistas sobre lo que son o de las respectivas irracionalidades —y también
puedan ser las colectividades humanas— la insu- ciertas racionalidades— se impondrán a cuáles
perable caracterización formulada por Radbruch otras, hasta qué punto pueden hacerlo y bajo qué
con respecto a la principal actividad «científica» formas. Estas últimas, las formas, constituyen
de los juristas. En efecto, los discursos interpre-
tativos del derecho, tal y cómo se producen en la 14 Radbruch 1970, cap. 15 in limine: 211. Ya Goethe
(Tag und Jahres Hefte 1811) había escrito: «Una
realidad de su labor profesional, sin excluir la de
ciencia es, como cualquier institución y orga-
orden académico, son ni más menos que: nización humanas, una colosal ensambladura
(ungeheure Kontignation) de lo cierto y lo falso, lo
voluntario y lo necesario, lo sano y lo enfermizo»
13 Véase Haba 1995a (§ II), 1996b (§ I) y 1996c (§ II). (cit. en Schmidt 1958: 25 —trad. mía, eph—).

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 113-114: 37-54/2006 (III-IV). (ISSN: 0482-5276)
44 Enrique Pedro Haba

«reglas del juego» para llevar adelante en la decisión no suele resultar más racional que la
práctica la irracionalidad de cada quien, ¡incluida voluntad y el conocimiento de quienes la impul-
la de los jueces!, si bien pueden servir además san. En el caso del derecho, los actores principa-
para promover ciertos aspectos racionales en les —jueces, políticos, grupos de presión— que
la solución de esos conflictos. Dichas reglas del determinan su dinámica no son, precisamente,
juego, originadas básicamente en las ideologías unos «preferidores racionales» (Muguerza 1977:
políticas, dan lugar, mediante formulaciones más cap. VII), ni un grupito de sofisticados iusmetodó-
detalladas y en un lenguaje algo técnico, a lo que logos, sino personas que básicamente responden
se conoce como: el Derecho. Este, en razón de a orientaciones de la mentalidad común.
su origen y de sus protagonistas reales, como Por eso está irremediablemente conde-
esfuerzo teorético no puede ser, en líneas gene- nada a equivocarse, de punta a punta, siempre,
rales, sino un conjunto de prácticas intelectuales cualquier teoría sobre el discurso jurídico que
cuya racionalidad sea lo bastante débil como busque entenderlo, o programarlo, como un
para ser generalmente aprobada. Aunque con- sistema de locutores básicamente racionales.
tiene ciertas racionalidades formales, sobre todo ¡Los juristas reales no son así! Como dijo Frank
de tipo procedimental, quedan subordinadas a (1931), también los juristas son «humanos».
amplias franjas de irracionalidad en cuanto al Y no pocas veces —se puede agregar— hasta
fondo de las decisiones. demasiado humanos...15.
El carácter retórico del razonamiento jurí-
dico, y en general su endeblez como discurso
5. Niveles de ciencia jurídica y tipos
científico, no es algo que en él constituya un posibles de ella
aspecto más o menos secundario. No es corre-
gible, en lo fundamental, pues esa, ni más ni Corresponde distinguir entre dos niveles
menos, es la condición misma para posibilitar de «ciencia jurídica», cuyas relaciones son de
que el derecho tenga existencia (real) en una metalenguaje (nivel 2) a lenguaje-objeto (nivel 1).
sociedad (real). Para que de manera efectiva Primer nivel. Para este plano, ciencia
pueda cumplir con sus funciones esenciales, jurídica es el razonamiento mismo de los juris-
las de servir como medio común de ordenación tas prácticos y de lo que suele llamarse su dog-
—control, pacificación— social, tan necesario mática. Se trata de los razonamientos que de
es que el discurso de los juristas parezca racional hecho se aplican para solucionar los problemas
como que en verdad no lo sea mucho. A los ojos en el área de esa actividad profesional especí-
del hombre común, y también ante los de los fica que se subsume bajo el término Derecho.
propios juristas, semejante discurso ha de impre- (Hagamos abstracción, en este momento, de
sionar como si de esa manera consiguieran abrir- la cuestión de saber en qué medida son verda-
se paso, necesariamente, soluciones racionales deramente esos modelos mismos, el discurso
y sometidas a una discusión de tipo científico... público del jurista, lo que vaya a determinar
¡justamente porque, en realidad, ellas no lo son de hecho la manera como él resuelve los casos
mucho! en la práctica.) Este género de discursos pue-
El derecho no es, jamás será, predomi- den ser tomados como lenguaje-objeto para
nantemente un sistema racional de pensamien- someterlos a exámenes que conforman el nivel
tos, al menos mientras la genética no produzca siguiente.
inéditos milagros en los cerebros de la gente. No, Segundo nivel. En este plano, ciencia
no puede serlo, porque él consiste en decisiones jurídica es la reflexión sobre discursos del nivel
sobre distintas posibilidades de ordenación polí- 1: ciertos análisis conceptuales con respecto a
tico-social para las conductas humanas. Esas
decisiones las toman personas de carne y hueso, 15 «Los realistas fueron quienes nos hicieron ver que
los jueces, para ponerse los pantalones, meten
individuos que están ellos mismos involucrados primero una pierna y después la otra, como todo el
—directa o indirectamente, cuando menos ideo- mundo» (James Boyle, cit. en Pérez Lledó 1996:
lógicamente— en tales conductas. De hecho, una 240).

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 113-114: 37-54/2006 (III-IV). (ISSN: 0482-5276)
¿Puede el jurista discurrir como un científico social? 45

estos o unos proyectos para modificarlos bási- unos conceptos indeterminados —«justicia»18,
camente de alguna manera. Se trata, pues, de «orden público», y muchos más19 — y en gene-
exámenes llevados a cabo más allá —metalen- ral las manipulaciones retóricas de su lengua-
guaje— de dichos discursos en sí mismos. Son je. El razonamiento jurídico está poblado, en
terrenos de la Filosofía jurídica y de la Teoría muchas normas, de fórmulas suficientemente
Básica) del Derecho. El presente estudio, por elásticas para permitir al operador-intérprete
ejemplo, se ubica en tal nivel. remitirse a ellas como piezas claves del discurso
Para que el pensamiento jurídico del con que este legitima unas u otras soluciones
nivel 1 llegue a ser una ciencia en sentido de derecho, en función de esos intereses y esas
estricto16 , por lo pronto existen serias dificulta- ideologías. En cambio, a nadie que esté en sus
des de orden propiamente técnico: los intentos, cabales se le ocurriría «flexionar» un principio
hasta ahora infructuosos, de elaborar unos matemático o la formulación de una ley de la
métodos propiamente dichos para tal actividad naturaleza científicamente comprobada.
y que estos sean verdaderamente aplicables Por todo lo apuntado, los discursos típicos
como tales en la práctica. Hasta ahora tales de la profesión jurídica no llegan a conformar,
dificultades no han podido ser superadas verda- en el mejor de los casos, sino una ciencia en
deramente, ni en poco ni en mucho, así como sentido amplio. Para que fueran ciencia en sen-
tampoco se ven perspectivas reales de reducir- tido estricto, sus locutores tendrían que quedar
las ni a corto ni a largo plazo. Por lo demás, el sometidos a métodos científicos propiamente
derecho no es simplemente una «técnica» ni dichos, intersubjetividad fuerte. El jurista no se
objeto de mero conocimiento intelectual, sino preocupa por lograr esto (tampoco suele tener
que su presencia constituye un factor que juega noticia al respecto), como tampoco las autorida-
importante papel activo en la dinámica de las des públicas en general. El propio objeto especí-
fuerzas sociales. El discurso jurídico es resul- fico del conocimiento jurídico, por referirse a las
tado de intereses y, a su vez, él mismo tiene más variadas especies de conflictos sociales, es
efectos sobre la manera en que unos u otros demasiado irregular, autocontradictorio y cam-
intereses se traducen en la práctica. Porque las biante, como para que las regulaciones jurídicas
soluciones jurídicas responden a cambiantes no lo sean ellas también, según las distintas
constelaciones de intereses, contradictorios, interpretaciones y las multifacéticas prácticas
y también porque todo derecho es tributario de sus protagonistas, tanto las de los juristas
de «ideologías», más o menos contradictorias mismos como las de la gente en general. En esto,
en sí y entre sí, es altamente improbable que las ciencias del derecho siguen, básicamente, el
las autoridades quieran llegar a encadenar sus destino de las ciencias sociales en general20.
decisiones a métodos tan firmes como los de las Si una ciencia del derecho es capaz de
ciencias propiamente dichas, a unas reglas cuyo librarse, en cierta medida, de factores ideológi-
carácter unívoco impidiera que oportunamente cos y del lenguaje retórico resultante de ellos,
puedan ser flexionadas para acomodarlas a los probablemente esto no puede darse, acaso, sino
intereses e ideologías dominantes. Intereses e en algunos estudios de metateoría (nivel 2) del
ideologías confluyen en todos los momentos de
la vida del derecho, desde el origen y contenido 18 Véase, por todos, el indispensable estudio de
de las normas jurídicas generales (p. ej., legis- Perelman 1964 (... nada que ver, por supuesto, con
lación) hasta la manera en que estas se aplican delirios a la Rawls sobre ese mismo término —cf.
por parte de las autoridades (Administración, Haba 1996e: 147 s.—).
jueces y demás)17. De ahí, que en el derecho 19 Sobre el papel general de los conceptos jurídicos
encuentren señalada resonancia, a diferencia indeterminados, véase Haba 1984b, 1986 (esp. cap.
del discurso de las ciencias en sentido estricto, III) ó 2003 (esp. cap. VII —también en 2004b: Sec.
G.III-IV—).

16 Cf. Haba 1990: § VIII. 20 Véase mi serie de artículos sobre la «concepción


misionera» en las ciencias sociales: 1994, 1995a,
17 Véase Haba 1984a. 1996c/d/e.

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 113-114: 37-54/2006 (III-IV). (ISSN: 0482-5276)
46 Enrique Pedro Haba

derecho; difícilmente eso consiga contagiarse al poco probable, sean cuales fueren los esfuerzos
razonamiento de los juristas prácticos (nivel 1). teoréticos desarrollados en el nivel 2, y por más
Por lo demás, no menos cierto es que tal meta- intelectualmente exitosos que algunos de estos
teoría puede ser más iluminadora o menos ilu- puedan eventualmente ser, que en el propio
minadora, en función de los intereses de cono- nivel 1 llegue jamás a imponerse en general
cimiento perseguidos por los investigadores que una tecnificación propiamente dicha del discur-
la lleven a cabo y sus propias preconcepciones so jurídico como para que este último alcance
al respecto (metodologismos, sistemismos y el rigor intelectual que tienen las ciencias en
demás). La lógica deóntica, por ejemplo, sumi- sentido propio.
nistra una ilustración patente de cómo ciertas
metateorías del derecho, aunque puedan culti- ***
var determinada rigurosidad, esto no quita que,
en virtud de su carácter escapista y en general Probablemente cualquier juicio global
por su superfluidad21, no estén en condiciones sobre la ciencia de los juristas resulte de alguna
de ofrecer mayor interés para quienes deseen manera inadecuado, pecará de falsa generali-
saber cómo piensan realmente los juristas y zación, pues tanto la palabra «ciencia» como
cómo estos conducen sus discursos en la prácti- la palabra «derecho» son términos de «gramá-
ca, ni por qué lo hacen así. Estos problemas han tica» (Wittgenstein) muy compleja. Cada uno
sido abordados de manera mucho más directa y de estos comprende, por lo multiforme de los
fecunda en otras clases de investigaciones per- contextos en que aparecen empleados, conteni-
tenecientes al nivel 2, especialmente en estu- dos de significación muy variados y que hasta
dios de Sociología Jurídica y en los de Semiótica pueden ser inconsistentes.
analítico-crítica 22 sobre el discurso normal del Vimos que el discurso jurídico de primer
derecho, si bien los métodos utilizados en esos nivel no está en condiciones de llegar a ser una
estudios suelen ser mucho menos «estrictos» ciencia en sentido estricto; mas cabe pregun-
que las fórmulas para sopas de letras de que se tarse si ella no es, o pueda llegar a ser, al menos
enorgullece la lógica deóntica. una ciencia en sentido amplio. Ahora bien, aun
No puede negarse que unas orientacio- las ciencias en sentido amplio pueden, cada una,
nes dentro de la ciencia jurídica de nivel 2 han ser más o ser menos avanzadas como tales, esto
tratado de recurrir, en alguna medida, a pro- es, desarrollar unos discursos con mayor o con
cedimientos intelectuales menos inciertos que menor profundidad intelectual y con mayores o
los de la metodología jurídica corriente. En ese menores exigencias de método. A esos discursos
nivel se trata, en casi todas sus orientaciones, llamémosles, respectivamente: a los primeros
de elaborar un discurso menos retórico para (algo más exigentes), ciencia en sentido amplio
el derecho. No obstante, si bien esos exámenes propiamente dicho; a los segundos (menos exi-
suelen ser, en sí mismos, menos retóricos que
gentes), ciencias en sentido amplísimo. Acaso
los discursos del nivel 1, en verdad no han
podría esperarse que también el pensamiento
logrado, salvo para aspectos muy secundarios,
de los juristas consiga asimilar algunos aspec-
proporcionar «métodos» que no sean tan lábi-
tos fundamentales de los conocimientos y de la
les para los desempeños intelectuales del propio
metodología que ofrecen las ciencias sociales
jurista práctico y de la dogmática del derecho.
más adelantadas, por lo menos precaverse de
Las teorías «razonabilistas», en definitiva no
las «trampas» en que lo enredan las dinámicas
hacen más que santificar los principales vicios
mitologizantes de propio lenguaje. Entonces ese
del nivel 1. La causa de fondo de tal impotencia
reside, antes que nada y por encima de todo, pensamiento llegaría a ser, en la medida de lo
en el hecho, inevitable, de que el derecho es intelectualmente alcanzable de acuerdo con el
también fuerza social e ideología. Resulta muy conocimiento científico disponible, una mejor
—más realista, menos manipulable— ciencia
en sentido amplio.
21 Véase Haba 1996a (ó 2003: cap. VIII).
Sí, tal vez no sea imposible elaborar unos
22 Véase Haba 2000 (ó 2003: Anexo). diseños teoréticos algo menos lábiles para aplicar

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 113-114: 37-54/2006 (III-IV). (ISSN: 0482-5276)
¿Puede el jurista discurrir como un científico social? 47

el derecho, con lo cual su discurso profesional conocimientos alcanzados en otras ciencias


llegaría a ser cierta ciencia en sentido amplio. que estudian la conducta y el pensamien-
Esbozos en tal sentido, de unos u otros tipos, to humanos. Sobre todo, si se resolvieran
no faltan en estudios correspondientes al nivel a no seguir ignorando algunas decisivas
2. Sin embargo, contra la viabilidad de la aplica- nociones elementales sobre el funciona-
ción práctica de diseños de esa índole en el nivel miento social del lenguaje y también supie-
1 opera, de hecho, toda la fuerza que entre los ran tomar oportunamente en cuenta otros
juristas tiene la secular tradición dominante en conocimientos de las ciencias sociales —
su formación profesional y el ejercicio cotidiano interdisciplinariedad—.
de su carrera. Además cuentan las funciones ✧ Empero, tanto por la formación tradicio-
extracientífícas —ideología— que el derecho nal —normativismo— de los profesionales
está llamado, ¡inevitablemente!, a cumplir en la del derecho, así como también porque la
sociedad. Por todo ello, resulta que si el derecho realidad de este se encuentra sometida a
(de nivel 1) es «ciencia», difícilmente pueda juegos de intereses e ideologías que son
dejar de ser, en partes esenciales de su discurso, esencialmente extracientíficos, tampoco esa
apenas una ciencia en sentido amplísimo23. segunda posibilidad, aun siendo técnica-
mente concebible hasta cierto punto, tiene
***
buenas probabilidades de pasar a la práctica.
En síntesis Tal posibilidad es muy reducida, de hecho,
pues exigiría una transformación a fondo en
✧ No se vislumbra la posibilidad de que el la enseñanza y en el discurso habitual del
discurso jurídico en el primer nivel pueda derecho, lo cual a sus protagonistas princi-
ser elaborado ajustándose a unos requisitos pales —juristas, políticos, burócratas— no
como los de las ciencias en sentido estricto. les interesa realmente. Por eso, si bien puede
✧ Cabría, en cambio, la posibilidad técnica de decirse que también el discurso de los juris-
mejorarlo sustancialmente como ciencia tas profesionales constituye una «ciencia»,
en sentido amplio, siempre y cuando los lo es en cuanto este término se puede enten-
juristas aceptaran aprovecharse de ciertos der también de manera muy amplia.

Ciencias del Derecho

Ciencias Derecho

en sentido estricto
[no]
(propiamente dichas)

{
propiamente dicho discurso jurídico
del 2° nivel
en sentido amplio (eventualmente)

muy amplio discurso jurídico


del 1er nivel

23 Véa se Haba: esp. 1993 (mejor en Palomino


Manchego 1999: 47-123), 1995b, 1998, 2000 (ó
2003: Anexo).

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 113-114: 37-54/2006 (III-IV). (ISSN: 0482-5276)
48 Enrique Pedro Haba

6. ¿Y el asunto de la No es simplemente para que el jurista


«interdisciplinariedad»? pueda tener un mejor conocimiento general,
(no una mera pluri-disciplinariedad) sino sobre todo para que haga en verdad uso
de este mismo en sus razonamientos, cuando
No pocas veces se entiende mal, sobre ello resulte oportuno. Eso se requiere más a
todo por parte de los juristas mismos, a quienes menudo, y también mucho más básicamente,
proponen que la «técnica» jurídica amplíe sus de lo que en general se imaginan los profesores
horizontes mentales para comprender también de derecho.
saberes proporcionados por otras ciencias socia- Aunque no siempre, pues hay casos
les. Se interpreta esto como si fuera cuestión donde la respuesta no se puede tampoco alcan-
de que el jurista consiga llegar a ser algo así zar por medio de unos conocimientos especiali-
como un sabelotodo; que entonces él necesita-
zados, muchas veces es posible, sí, que el jurista
ría dominar todas las disciplinas habidas y por
con cierta apertura interdisciplinaria, cuando
haber, para llegar finalmente a emitir su propio
él mismo no está en condiciones de resolver un
juicio en todas ellas. Desde luego que pedir algo
punto dudoso que requiere poseer conocimien-
por el estilo es absurdo, simplemente un des-
tos provenientes de otras disciplinas, entonces
varío. No solo el jurista, ningún especialista de
podrá darse cuenta del problema. Antes que
disciplina alguna puede conocer bien todas las
nada, al menos conseguirá darse cuenta de que
demás, y ni siquiera la mayoría de aquellas con
existe la dificultad en cuestión; más aún, podrá
las que eventualmente tenga que complemen-
advertir donde ese problema se halla localizado
tar sus propios conocimientos para responder a
y quiénes pueden ofrecerle información fiable
ciertas cuestiones que no son ajenas a asuntos
al respecto. Sobre todo, ello le permitirá saber
de su disciplina. No quita que los juristas debie-
ran tener cierta idea sobre unos conocimientos cómo integrar en su propio contexto de razona-
de algunas otras disciplinas, pues están muy miento, el jurídico, la respuesta que le ofrece la
estrechamente ligadas a cuestiones sustanciales disciplina que sea.
del campo de acción del derecho: Sociología, Siempre van a quedar, claro está, aspec-
Psicología, Lingüística, Economía Política. Pero tos relevantes para las respuestas de derecho,
de ahí, a pretender que ellos consigan dominar- que al jurista se le «escapen» incluso con una
las propiamente... ¿quién podría realizar seme- buena formación interdisciplinaria. No pode-
jante prodigio? mos prevenir todo, porque tendríamos que
Sería descabellado organizar la enseñanza hacerle estudiar demasiado... y aun así, ¡quién
del derecho pretendiendo esto último, así como sabe! Mas si los juristas en general dispusieran
pedirle luego al jurista que sepa todo eso para de tal formación por hallarse comprendida, de
ejercer su práctica profesional. Mas pienso que sí algún modo, en la preparación de su carrera
debiera él conseguir darse cuenta, más o menos, —también es importante, por supuesto, que
de por dónde anda la clave de tales cuestiones, eso ya viniera apoyado de más atrás: Enseñanza
extradogmáticas, en la medida en que estas inci- Secundaria—, la posibilidad de que los plantea-
dan decisivamente sobre asuntos de derecho. mientos jurídicos pasaran por alto dificultades
De ese modo, si ve que él mismo no puede, por importantes advertidas en otras disciplinas
carecer de la especialización necesaria, dictami- sería mucho menos común. ¡Todo lo contrario
nar sobre un aspecto que, sin embargo, resulte de lo que pasa en la actualidad! Con unas bases
jurídicamente relevante, entonces deberá, y esta- interdisciplinarias como parte estándar de la
ría en condiciones de, ponerse en contacto inter- formación jurídica profesional, entonces ciertos
disciplinario con conocedores de las disciplinas aspectos de los cuales no alcance a darse cuenta
pertinentes, para obtener el saber necesario al un jurista determinado, por insuficiencias de su
respecto. Así sabría, ante todo, qué conocimiento propio conocimiento de otras disciplinas, muy
de otras disciplinas tiene necesidad de conside- probablemente sería advertido por unos u otros
rar; y luego, como utilizarlo para unos efectos de sus colegas, entre los que tengan alguna idea
propiamente jurídicos. un poco más cercana sobre estas. A partir de

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 113-114: 37-54/2006 (III-IV). (ISSN: 0482-5276)
¿Puede el jurista discurrir como un científico social? 49

ahí, el respectivo conocimiento interdisciplina- Pluridisciplinariedad. En tal tipo de estu-


rio pasaría a jugar un papel efectivo en el seno dios, ninguna de las disciplinas reunidas consi-
del propio razonamiento jurídico aplicable a las gue, verdaderamente, ejercer o recibir influen-
cuestiones de derecho planteadas. cias efectivas por su «contacto» con las demás.
De hecho, lo que ahí falta es justamente eso: un
*** auténtico contacto entre ellas. Siguen encarando
Mediante el vocablo «interdisciplinario», el o los asuntos considerados, cada una de ellas,
término tan de moda, resulta que aparecen exactamente de la misma manera como lo hacen
señalados, en realidad, planteamientos bastante siempre. Esto es, de hecho, cual si no existieran
distintos. Es frecuente no discriminar entre las demás disciplinas allí reunidas. Todas que-
unos y otros, cobijándolos indistintamente bajo dan sentadas, formalmente, en la misma mesa
el velo común con que el prestigio de dicha de reunión; más eso en nada afecta a que, igual
palabra reviste a todas aquellas actividades que que antes (de sentarse a esa mesa), cada una
la invocan como letrero. Resulta fundamental, permanezca inconmovible frente a las demás,
sin embargo, tomar en cuenta las diferencias del siguiendo exactamente igual, en el mismo libre-
caso, para no ser víctima de esta celada del len- to que traía consigo de antemano. Es como si
guaje, tal homonimia. No todas, acaso ni siquie- reunimos unos libros, simplemente para acomo-
ra la mayoría, de las actividades que se presentan darlos juntos en algún anaquel (la «mesa»). Esto
bajo ese membrete son «interdisciplinarias» en para nada influye en sus respectivos contenidos,
el sentido intelectualmente más fecundo para por supuesto. Lo que cada uno de ellos dice, no
encarar los asuntos de que se trate. Importa va a cambiar ni depender para nada, por el solo
distinguir entre tres modalidades que son, en efecto de una cercanía física, de lo que puedan
realidad, muy distintas: interdisciplinariedad, decir los demás. La «mesa» no sirve, en tales
pluridisciplinariedad, transdisciplinariedad 24 . casos, para impulsar nada a que los participan-
Para nuestros efectos, basta con subrayar la dife- tes no puedan llegar igualmente, cada uno por
rencia entre las dos primeras, cuestión funda- separado, con los solos conocimientos habitua-
mental tanto con vistas a los discernimientos en les de su propia disciplina.
el plano teorético como también en la práctica. Interdisciplinariedad (en sentido estricto).
Aceptemos, para contemplar los distin- También esta opción opera con saberes que pro-
tos usos lingüísticos de dicho término, que la ceden de distintas disciplinas. Pero entonces el
«interdisciplinariedad», en sentido amplio, se «contacto» entre ellas no es meramente externo
como el del modelo anterior, sino que resultan
puede referir ya sea a una interdisciplinariedad
enriquecidas por los aportes recíprocos. Estos
en sentido propio o simplemente a una pluridis-
hacen que cada una pase a encarar de manera
ciplinariedad. Reservemos la denominación de
distinta, hasta cierto punto, todo o parte de sus
«interdisciplinariedad», a secas, para la primera
propios saberes. En esta «mesa», a diferencia de
solamente de estas dos variantes. En cambio, pro-
la que ocasionalmente reúne a los participantes
curando evitar confusiones con la otra variante, a
en ceremonias de pluridisciplinariedad, cada
esta última la identificamos como «pluridiscipli-
disciplina recoge importantes influencias de
nariedad». Tal distinción no es inofensiva, no se
las otras concurrentes allí. Las toma verdade-
trata de otra pedantería más. En ambos casos se
ramente en cuenta, de forma tal que ella ya no
acude, es cierto, a más de una disciplina científica será la misma de antes . Eso no impide que, de
para encarar ciertos problemas, que de alguna todos modos, cada una conserve determinada
manera conciernen a todas ellas. La diferencia, «personalidad» propia: siempre va a efectuar sus
que por cierto es capital, reside en cómo se plan- planteamientos con énfasis distintos a los de las
tean las relaciones entre esas distintas discipli- demás, dirigidos así hacia los objetos de estudio
nas. Veamos, por su orden, de qué se trata. encarados, y empleando para eso unas redes teo-
réticas que no dejan de contener fundamentales
24 Tomo esa distinción de François Ost: cf. Haba rasgos específicos —su lenguaje técnico, sus
1996b, Sec. V. métodos— que la individualizan.

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 113-114: 37-54/2006 (III-IV). (ISSN: 0482-5276)
50 Enrique Pedro Haba

Lo señalado explica por qué solo el producto intelectual en la realidad social efecti-
segundo de esos dos caminos, interdisciplina- va, o es magra la «cientificidad».
riedad propiamente dicha, sería capaz de resul- Los contenidos elaborados por las cien-
tar prometedor para mejorar el razonamiento cias sociales, inclusive los más verídicos y más
jurídico profesional. El otro, la pluridisciplina- agudos (sin olvidar el resto, no poco numero-
riedad, si bien es menos insólito (y también, por so26), no suelen pasar de unos niveles discur-
supuesto, mucho más cómodo), está llamado a sivo-semánticos para el consumo en círculos
fracasar, por su propia naturaleza, como inten- universitarios meramente, o en todo caso tam-
to de progreso para el conocimiento jurídico bién para engrosar documentos burocráticos
mismo. Porque la pluridisciplinariedad, al fin de inocuos: «ciencia», sí (en el mejor de los casos)
cuentas, deja todo como está. Ella no sirve para — practicidad social, no (salvo por excepción).
crear nada realmente nuevo en ninguna de las La concepción «misionera» de los científicos
disciplinas convocadas a esa cita. Por lo demás: sociales está ahí para esconder esta verdad. Mas
tal autoconcepción es un producto del wishful
... el problema no consiste en precisar ais- thinking, carece de comprobación empírico-
ladamente el lugar de esta o de aquella práctica con respecto a la inmensa mayoría de
idea [p. ej., una norma jurídica] individual, lo publicado en esas materias. Ello constituye
sino en determinar los entrecruzamientos sobre todo una ideología profesional. [Véase mis
de toda una galaxia de ideas [p. ej., no estudios al respecto27.]
solamente ciertos preceptos legales], per- Por su parte, los discursos de la ciencia
tenecientes al mismo campo o a campos jurídica, si bien son más bien poco científicos
contiguos25. [supra: § 2], suelen acarrear efectos prácticos
decisivos, sobre todo cuando son desempeñados
por los profesionales de esa disciplina como ope-
7. ... Pero, el derecho es socialmente
«útil» radores autorizados en el ejercicio de funciones
públicas. Sean cuales fueren sus deficiencias
por cuanto respecta al rigor científico, lo cierto
Las ciencias sociales en general, así tam- es que el ejercicio del pensamiento jurídico, por
bién en particular la del derecho, entienden parte de sus operadores profesionales, tiene toda
satisfacer dos condiciones fundamentales: dis- suerte de consecuencias en la vida de las gentes
tinguirse de otras formas de pensamiento por en general. Puede decirse que, en tal sentido,
tener aquellas justamente ese carácter de ser buena parte de los discursos de ciencia jurídica
propiamente científicas, al mismo tiempo que constituyen, por cierto, una actividad social-
se autoconsideran muy útiles como instrumen- mente «útil», por cuanto esos discursos resultan
tos prácticos capaces de incidir decisivamente indispensables para mover la práctica misma de
para la conformación misma de múltiples fenó- las «construcciones» sociales ideológicamente
menos de ordenación de las propias conductas dominantes (cf. Berger/Luckmann 1968). En
sociales en la realidad corriente. En síntesis, definitiva: poca «ciencia», pero mucha practici-
cientificidad + practicidad («utilidad») social. dad social (tanto para bien como para mal).
Lo cierto es que tal acople no suele darse Los discursos de los jueces, los abogados
así como lo proclama semejante ideal. Una de litigantes, los asesores jurídicos de instituciones
dos: o brilla por su ausencia la «utilidad» del

ficos sociales, quedaron siempre sin respuesta, a


25 Gilbert Ryle, en Ayer 1978: 338 (curs. mía, eph). Con
pesar de la invitación efectuada por el propio direc-
respecto a esa «galaxia» téngase muy presente la
tor de esta Revista: «Esta es la tercera vez que, en
observación de Radbruch (supra: n. 14).
esta Revista, el Dr. Haba ensarta banderillas en
26 Cf. Andreski 1973 y Sokal/Bricmont 1999. la columna vertebral de los científicos sociales.
¿Habrán perdido estos su brío hasta el punto de
27 Cf. la serie antes indicada: nota 20. Las razones allí que los dardos de Haba se queden sin respues-
expuestas sobre dicha ideología profesional, la con- ta?» (Daniel Camacho, «Presentación», Revista de
cepción «misionera» dominante entre los cientí- Ciencias Sociales. Nro. 72, junio 1996, p. 6).

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 113-114: 37-54/2006 (III-IV). (ISSN: 0482-5276)
¿Puede el jurista discurrir como un científico social? 51

públicas y privadas, se traducen directamente, pp. 21-31, San José. Versión revisada:
muy a menudo, en señaladas consecuencias Enciclopedia Jurídica Omeba, Apéndice V,
para la vida real de los protagonistas mismos de pp. 434-442, Driskill, Buenos Aires, 1986.
unas u otras esferas de lo social. Ello marca la
diferencia clave, en el plano práctico, entre las (1984b): «Conceptos indeterminados, derechos
disciplinas jurídicas y las ciencias sociales en humanos y Seguridad Nacional», Revista
general. Estas últimas suelen tener poca o nin- de Filosofía de la Universidad de Costa
guna repercusión práctica, salvo para la vida de Rica, vol. XXII/Nº 55‑56 (diciembre 1984),
los propios científicos sociales (sueldos, estatus, pp. 3-30. Publicado también, con el título:
etc.) y en actividades docentes (la necesidad que «Interpretaciones de los derechos humanos.
los alumnos tienen de consumir esa literatura El problema de los conceptos indeterminados
para aprobar cursos), junto con el mercado edi- y la Doctrina de la Seguridad Nacional, en
torial movilizado en función de todo eso. el Constitucionalismo latinoamericano»,
Buena parte de cuanto constituye las Anuario de Derechos Humanos 3, pp. 89-
ciencias sociales tiene, desde luego, una validez 135, Madrid, 1985.
intelectual. Mas lo cierto es que ellas, análoga-
mente a las artes en general, de hecho se justi-
(1986): Tratado básico de derechos humanos,
fican simplemente por sí mismas, vale decir, por
vols. I (Conceptos Fundamentales) y II
los «gustos» de conocimiento que esos saberes
(Indicadores Constitucionales). Juricentro,
—unos reales, otros presuntos— satisfacen en
San José (Costa Rica), xlvi-970 p.
los auditorios (voluntarios u obligados) donde
circulan dichos discursos. De ahí que, por más
pertinentes y más acertados que puedan ser (1990): «Racionalidad y método para el
(cuando lo son) ciertos conocimientos propor- derecho: ¿es eso posible?», Doxa, N os
cionados por las ciencias sociales sobre cuestio- 7 y 8 (1990), respectivamente pp. 169-
nes que son —mejor dicho, debieran ser— rele- 247 y 241-270, Universidad de Alicante.
vantes también para el pensamiento jurídico, Una versión corregida y algo ampliada
la eficacia práctica de este último se asienta apareció en Revista de Ciencias Jurídicas
justamente en saber ignorarlos (ideologías). (Univ. de C.R.), N os 66 (mayo-agosto
Al fin de cuentas, la relación entre cien- 1990) y 67 (setiembre-diciembre 1990),
cias sociales y ciencia jurídica confirma, una vez respectivamente pp. 67-134 y 169-244; de
más, la vieja advertencia de Hobbes: esta versión hubo también un pequeño
tiraje independiente en forma de libro.
... que tantas veces como esté la razón en
contra de un hombre, otras tantas estará (1993): «Kirchmann sabía menos... ¡pero
el hombre contra la razón28 . vio mejor! Vigencia de un antiguo
diagnóstico, más algunas observaciones
(que no son simpáticas) sobre la actual
Bibliografía Teoría del Derecho», Doxa-14, 1993, pp.
a) Estudios complementarios del autor
269-317 (con unas cuantas erratas).
(señalados en notas del presente estudio) Versión revisada en: Palomino Manchego
1999, pp. 47-123. Versión en francés, algo
abreviada: «Pas assez “épistémologique”
(1984a): «Interpretación judicial, política
— mais pourtant bien vu ! Du manque de
y derechos humanos», Revista de la
réalisme dans l’actuelle Théorie du Droit
Procuraduría General de la República,
— et de ce qu’elle pourrait apprendre d’un
Año XIII, N° 15-16 (agosto de 1984),
juriste d’antan», Archives de Philosophie
du Droit, t. 42 (1997), pp. 101-116. — Los
desarrollos de ese estudio han pasado a
28 Hobbes 1979: Epístola Dedicatoria in limine. formar parte del cap. III de XXXXb.

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 113-114: 37-54/2006 (III-IV). (ISSN: 0482-5276)
52 Enrique Pedro Haba

(1994): «Metodología, métodos, metodologismo. ha pasado a formar parte del cap. IV de


Prolegómenos a una crític a de la xxxx a.
autocomprensión “misionera” en los
científicos sociales (I)», Revista de (1996d): «La disyuntiva del científico social:
Ciencias Sociales, Nº 64 (junio 1994), pp. ¿agente de “administración” o transmisor
109-119, Universidad de Costa Rica. — de “cultura”? Sobre la concepción
El contenido de este estudio ha pasado a «misionera» en las ciencias sociales
formar parte del cap. II de xxxxa. (IV)», Ibíd., Nº 72 (junio 1996), pp. 171-
186. — El contenido de este estudio
(1995a): «Imposibilidades para las Ciencias de ha pasado a formar parte del cap. VI de
lo Humano. Una ideología profesional: la xxxx a.
concepción “misionera” de las ciencias
sociales (II)», Ibíd., Nº 70 (diciembre (1996e): «Estrategias del wishful thinking
1995), pp. 69-81.— El contenido de este en una moderna Santa Familia: sobre
estudio ha pasado a formar parte del cap. Habermas, Rawls, etc.. De la concepción
III de xxxx a. “misionera” en las ciencias sociales (V)»,
Ibíd., N° 73-74 (set-dic. 1994), pp. 145-
(1995b): «Sobre el Derecho como “técnica” o 157. — El contenido de este estudio
“tecnología”. Apostillas a una polémica ha pasado a formar parte del cap. V de
sobre las posibilidades del discurso xxxx a.
jurídico», Doxa, t. 17-18 (1995), pp. 491-
498. También en: Palomino Manchego
(1996f): «Una discusión: ¿Quiénes son los
1999, pp. 107-116. — El contenido de ese
“irraciona list a s” en la Teoría del
estudio ha pasado a formar parte del cap.
Derecho?», Doxa-19 (1996), pp. 385-
III de xxxxb.
402. Una versión revisada y ampliada
de e ste e studio se encuent ra en
(19 9 6 a): « L ó g ic a for m a l y D ere cho », Palomino Manchego 1999, pp. 271-315:
Enciclopedia Jurídica Omeba-Apéndice «Racionalidad e irracionalidad en el
VII, pp. 625-632. — Versión revisada: Derecho». — El contenido de este estudio
cap. VIII de 2003.
pasa a formar parte del cap. IV de xxxxb.

(1996b): «Ciencias del derecho, La controversia


(1998): «Teorización constructivista como
de paradigmas en la Teoría del Derecho
“forma de vida” (Sobre “formas y reglas”
contemporánea»; Enciclopedia Jurídica
del discurso jurídico en los tribunales
Omeba/Apéndice t. VII, pp. 107-145.
inexistentes)», Doxa-21(1998)/vol. I, pp.
Driskill, Buenos Aires, 1996. — Versión
147-170. — El contenido de estudio pasa
revisada: «Los paradigmas científicos en la
a constituir, corregido y ampliado, el cap.
Teoría del Derecho contemporánea. Sobre
VII de xxxxb.
distintos modos de concebir (paradigmas)
la Ciencia del Derecho», en Palomino
Manchego 1999, pp. 159-236. (1999): «Precomprensiones, racionalidad y
métodos, en las resoluciones judiciales.»,
(1996c): «Mitos tecnomorfos actuales y la Doxa-22 (1999), pp. 49-78.
propaganda gremial de los sociólogos.
Una ideología profesional: la concepción (2000): «Semiótica ilusionista y semiótica
«misionera» de las ciencias sociales desenc a nt adora. Mitomanías de la
(III)», Revista de Ciencias Sociales Razón “constructivista”: ¿racionalidad
(Univ. de C.R.), Nº 71 (marzo 1996), pp. de los juristas o racionalidad de los
73-94. — El contenido de este estudio iusemióticos?», Doxa-23 (2000), pp. 561-

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 113-114: 37-54/2006 (III-IV). (ISSN: 0482-5276)
¿Puede
Interpretación
el jurista
hermenéutica
discurrir como
crítica
un científico
de un caso
social?
de normatividad educativa 53

596. — Se incluye como Anexo, con leves próximamente por la editorial Comares,
correcciones, en 2003. Granada.

(2003): El espejismo de la interpretación literal. ( xxxx b): Ciencia jurídica: ¿qué «ciencia»?
Encrucijadas del lenguaje jurídico, ts. I La enigmática —¿o inexistente?—
y II, Corte Suprema de Justicia-Escuela relación entre razonamiento jurídico
Judicial/Editorial Vlamarán, 2003, San y pensamiento científico. Se publicará
José, xii-207 y xv-335 p. próximamente en la editorial Jurídica
Continental, San José (C.R.).
(2004a): Enrique Pedro Haba (Dir.), Elementos
básicos de Axiología general (Axiología b) Trabajos de otros autores
I). Epistemología del discurso valorativo
práctico (Materiales para discernir Atienza, Manuel. Introducción al Derecho
condiciones de racionalidad en esos Barcanova, Barcelona, 1985, xii-377 p.
discursos), Editorial de la Universidad de
Costa Rica, Ciudad Universitaria Rodrigo Andreski, Stanislaw. Las ciencias sociales como
Facio (San José, C.R.), 2004, xxv-402 p. — forma de brujería (trad. Juan Carlos
Se publicará próximamente, en la misma Curuchet). Taurus, Madrid, 1973, 289 p.
editorial, una versión corregida y ampliada
de esta obra.
Ayer, Alfred Julius (Ed.). El positivismo lógico.
Fondo de Cultura Económica, Madrid,
(2004b): Id., Axiología jurídica fundamental (1a reed. en Esp.) 1978. 412 p.
(Axiología II). Bases de valoración en el
discurso jurídico (Materiales para discernir
A r nold , T hur m a n W. The S imbol s o f
en forma analítico-realista las claves
Government. A Harbinger Book, New
retóricas de esos discursos), Editorial
York, [ed. or. 1935], 1962, xv-278 p.
de la Universidad de Costa Rica, Ciudad
Universitaria Rodrigo Facio (San José,
C.R.), 2004, xxi-367 p. — Se publicará Berger, Peter / Luckmann, Thomas. La construcción
próximamente, en la misma editorial, una social de la realidad (trad. Silvia Zuleta, rev.
versión revisada de esta obra. técn. Marcos Giménez Zapiola). Amorrortu,
Buenos Aires, 1968, 235 p.
(2006): Metodología jurídica irreverente.
Elementos de profilaxis para encarar Calsamigia, Albert. Introducción a la ciencia
los discursos jurídicos terrenales. jurídica. Ariel, Barcelona, 1986, 155 p.
Universidad Carlos III de Madrid /
I n s t it ut o d e D ere c h o s Hu m a n o s Frank, Jerome. «Are Judges Human?». 80
« B a r tolomé D e L a s C a s a s» (c ol. University of Pennsylvania Law Review
Derechos Humanos y Filosofía del (1931), pp. 17 ss. y 233 ss.
D ere c h o), D yk i n s o n , M a d r id , e n
prensa — Ese libro es una versión . Law and the Modern Mind,
abreviada de los materiales preparados Peter Smith, Gloucester (Mass.). 1970
para el proyecto de la obra integral: [reed. de la ed. 1963 publ. por Anchor
Metodología (realista) del Derecho. Books; ed. or. 1930, ed. ampl. 1949],
xxv-404 p.
(xxxx a): Entre tecnócratas y «wishful thinkers».
La concepción Misionera en las ciencias Hobbes, Thomas. Elementos de Derecho Natural
sociales. Este libro será publicado y Político (trad. Dalmacio Negro Pavón).

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 113-114: 15-35/2006 (III-IV). (ISSN: 0482-5276)
54 GuillermoEnrique
MirandaPedro
Camacho
Haba

Centro de Estudios Constitucionales, Internazionale di Filosofía del Diritto,


Madrid, 1979, 482 p. año XLI, Serie III, fasc. III (mayo-junio
1964), pp. 341-363.
Jhering, Rudolf von. Broma y veras en
la Jurisprudencia, (trad. Tomás A. Radbruch, Gustav. Introducción a la Filosofía
Banzhaf). Ediciones Jurídicas Europa- del Derecho (trad. Wenceslao Roces).
América, Buenos Aires, 1974 [or. alem. Fondo de Cultura Económica (Breviario
Nro. 42), México, 1951.
1860-1884], 425 p.

. Rechtsphilosophie (7ª ed.


Moreno, Julio Luis. Los supuestos filosófi-
a cargo de Erik Wolf a partir de la ed.
cos de la Ciencia Jurídica. Biblioteca de reelaborada por el autor de 1932). E. F.
Publicaciones Oficiales de la Facultad Koehler, Stuttgart, 1970, 392 p.
de Derecho y Ciencias Sociales de la
Universidad de la República (Sec. III, vol. Schmidt, Karl. Betrachtungen über Goethes
CXXV), Montevideo, 1963, 178 p. Weltschau. Europa Verlag, Zurich, 1958,
336 p.
Palomino Manchego, José (Dir.). Discusión
sobre el carácter anticientífico del Sokal, Alan / Bricmont, Jean. Imposturas
Derecho. Grijley, Lima, 1999, xxii-325 p. intelectuales (trad. Joan Carles Guix
Vilaplana, rev. técn. Miguel Candel).
Perelman, Chaïm. De la justicia (trad. Ricardo Paidós, Barcelona, 1999, 315 p.
Guerra). Universidad Nacional Autónoma
de México/Centro de Estudios Filosóficos W it t ge n st ei n , L u d w i g . P hilo s o phi sc h e
(Cuaderno 14), México, 1964 [ed. or. fr. U n te r s u c h u n g e n / P h ilo s o p h i c a l
1945], 78 p. Investigations, ed. or. bilingüe alem.-
ing. Oxford, 1953 (hay muchas eds.
Pérez Lledó, Juan A. El movimiento «Critical posteriores).
Legal Studies». Tecnos, Madrid, 1996,
431 p. Wolf, Eric. El carácter problemático y necesario
de la Ciencia del Derecho (trad. Eduardo
Perticone, Giacomo. «Grandezza e miseria A. Vásquez), Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
della scienza del diritto». Rivista 1962, 73 p.

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 113-114: 15-35/2006 (III-IV). (ISSN: 0482-5276)

También podría gustarte