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Edic ón de
L..leslo Cazon Valces 7 F-¿rc sco J. I aoona
Editorial Trotta
Consejo Superior de Investigaciones Científicas
Boletín Oficial del Estado
o)
Dlseño
Joaquín Gallego
Albert Calsarniglia
t/
ATBERT CALSAMIGTIA
Algunos obstáculos
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CIENCIA JURIDICA
EI modelo de Austin
1,9
tido de que trata de buscar cuáles son las normas adecuadas Dara Ia re-
gulación de la conducta social. conviene señalar que esta disciplina ha
sido.culrivada especialmenre por los filósofos y los políticor,
-i.r,t.",
que los juristas en cuanto tales han tendido a considérar que esta disci-
plina no era la verdadera ciencia del derecho. En el modelo ausrinrano,
la ciencia de la legislación estaba profundamente impregnada de la fi-
losofía utilitarista, pero la ciencia de la legislación puedJhacerse desde
cualquier perspectiva de fiiosofía política.
En segundo lugar, frente a la ciencia de ia iegislación se encuentra
otra disciplina que Austin denominaba jurisprudencia. En el ámbito an-
giosajón existe una fuerte resistencia a hablár de ciencia iurídica. El ob-
jeto de esta disciplina ig'al que la ciencia jurídica conrinental- es
-ai posiri'o,
la de.scripción del derecho. bien sea entendida como jurispru-
dencia particuiar --que al igual que la dogmática jurídica eítudia er
contenido de las nclrmas de un ordenamiento normativo o un cierto sec-
tor del mismo, como el derecho de familia o el de los títulos valores-,
o bien como jurispruden,:ia general, que a semejanza de ia teoría del de-
recho continental expone los principios, conceptos y distinciones comu-
nes a cualquier sistema ¡urídico. La ¡urisprudencia general constiruye la
parre conceptual de la ciencia general del derecho v sóio se ocupa Je
cómo es el derecho. Los juristas han dedicado especial atención á esra
disciplina y la han considerado como su autenticó feudo. En el modeicr
austiniano la jurisprudencia debe manrenerse separada de la filosofía,
de la política y de cualquier orra ciencia social. Ei ideal de neutralidad y
rigor conlleva la despolitrzación de la ¡urisprudencia como un reqr-risitá
necesario para el tratamierrto rigurosamenre cienrífico de los prol-rlemas
iurídicos (para esta discusión, cf. Kelsen, 7960 y Nino, 1994).
La escisión entre la ciencia de la iegisiación ,v la jurisprudencia ha
sido estahlecida de tal iorma que los filósofos se hen,,crrpá.lo de l.i pri-
mera ) los jurisras. Je la regtinda. No sr.pr()pone un puente de comu-
nicación entre cómo clebe ser el derecho v cómo es el clereciro. En el
modelo austiniano, la ciencia general del herecho se compone de clos
partes y conceptual-, que son independientes la una de
la otra.-normativa
La írnica comunicación posible va de la iurisprudencia a la
ciencia de la legislación. porque para saher cómo dei.'e rer cl dcrecho es
preclso conocer cómo es, pero la inversa no funciona, porque p¿rra sa-
-
ber cómo es el derecho no es necesarlo conocer cómo débe ier.
El paradigma austiniano de separación ha ocupado un lugar mul.
importante en la conceptualizacitin de la ciencia iurídica contémpora-
nea. La jurisprudencia y ia dogmática conrinental se han .lesarrollado
durante el siglo xIX y xx de una forma extraordinaria, hasta llegar a
ser Ia ciencia jurídica por excelencia. Ha ocupado v todavia u.up" on
lugar fundamental ,v privilegiado en la transmisión del conocimienro
iurídico y en la enseñanza.
La falta de comunicación entre la ciencia de la leeislación v la iu-
risprudencia ha srdo considerada como una condicion-necesaria'para la
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CIENCIA JURIDICA
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mentos puede ser desarrollado para mostrar el fracaso de la separación
absoluta entre la ciencia de la legislación v la jurisprudencia que el pro-
grama de Austin establecía.
Se ha discutido otros punros de vista- la neutralidad de la
ciencia jurídica. El -desde
problema de lá ciencia jurídica no sólo es de orden
epistemológico, es decir, de evidenciar el carácter simbólicc¡ del dere-
cho utilizando proposiciones descriptivas, sino que también es preciso
tener en cuenta el hecho de que el derecho es el lenguaje del poder.
Para algunos, las categorías jurídicas consagran en autoridad lo que no
es nada más que poder en bruto. La ciencia jurídica tendría como fun-
ción la construcción de categorías lógicas para la justificación del po-
der. Los proyectos que quieren establecer ia diferencia entre el poder y
el derecho tienen como base una petición de principio que tiene funclo-
nes de legitimación. Desde este punto de vista se considera que el proyec-
to positivista austiniano --<onstruir una jurisprtrdencia independienre
del poder- ha fracasado, tal y como ha denunciado el movimiento
Critical t.egal Studies. Ei argumento básico es que ia distinción entre el
derecho y la ciencia del derecho no se ha mantenido de forma suficien-
temente estricta como para que la ciencia ¡urídica no haya servido para
modificar el derecho.
Otro argumento que pone en cuestión el positivismo moderno es la
defensa de la tesis de la incompletud del derecho y la recomendación
de acudlr a la discreción iudiciil como critcrio nuir resolver los casos
difíciles. EI posirivista estricto no puede recomendar nada, sólo puede
poner de manifiesto la ambigüedad de los materiales jurídicos. La to-
ma de decisiones no es su asunto y ese aparato conceptual no sirve
para eso. El positivista se traiciona cuando quiere ser relevante y dice
cómo se debe actuar. En ese caso es muy frecuente- cae en ia
falacia naturalista (Nino, 1994¡. -que
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la escuela analítica, el realismo, o incluso las teorías que tienen como base la
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hermenéutrca o alguna forma de derecho natural [...] sólo representan posiciones
conrroverridas que deben ser seleccionadas de tal forma que una no excluye a la
otra. Los defectos de cada una de ellas son evidentes. La tarea de la terlría no
consiste en seleccionar de entrc ellas aquella que sea la más correcta, sino en po-
ner de manifiesto qué parte de cada una de ellas permanece intacta. Este punto
de vista debe conducir a una teoría jurídica comprensiva e integral (Aarnlo,
Alex-v y Peczenick, 1981).
L-t
evidente sino que también debe justificarse con argumentos filosóficos,
y hoy está en el centro de la controversia filosófica.
En las doctrinas postpositivistas se dedica mucha atención a la crí-
tica del dogma de la separación entre la ciencia de la legislación y la ¡u-
risprudencia, tal y como Austin lo sugirió. Una ciencia de la legislación
debe ocuparse de investigar cuáles son los valores fundamentales que
informan el derecho. Una teoría de la justicia no puede ser simplemen-
te una cultura de adorno independiente, sino una parte sustancial de la
ciencia de la legislación. Para que tenga una dimensión práctica la teo-
ría del derecho necesita una teoría de este tipo.
La ciencia de la legislación no sólo debe informar a los legisladores
sino también a todos los órganos de aplicación del derecho. Conviene
mostrar que en los casos difíciles los cuales las normas no ofrecen
respuestas seguras- se necesita una-enconcepción de la justicia que pro-
ponga razones de peso para tomar una decisión en un sentido determi-
nado. Bntonces el puente entre la ciencia de la legislací6n y la jurispru-
dencia se restablece.
Pero una teoría de la legislación no sólo debe tener en cuenta los
valores, sino también debe analízar quién es competente para dictar
normas y cuáles son los límites de esta facultad. Además, es necesario
poseer una teoría de la legitimidad constituye una parte esencial
-queno toda autoridad competente
de una teoría de la legislación-, porque
es una autoridad legítima. Además, es preciso añadir que una ciencia
de la legislación no se limita a proponer un contenido valorativo y una
idea de la legitimidad. Como el derecho es uno de los sistemas de con-
trol social para alcanzar unos objetivos determinados, después de ana-
lizarlos se debe estudiar cuáles son los medios que más convienen para
alcanzarlos. Para ello es nreciso analizar las reacciones de los indivi-
duos, y prever hasta qué punto es correcto dictar normas que no van a
ser seguidas por la mayoría de los ciudadanos. Obsérvese que para re-
solver este problema ya no se puede postular el aislamiento del análisis
del derecho con respecto a las ciencias empíricas.
Los juristas y los legisladores acostumbran a despreciar el tema de
las reacciones de los ciudadanos y de la eficacia de las normas como
criterio de su aceotabilidad. Ese es un resultado de una forma de enren-
der el derecho, cómo si éste fuera autónomo e independiente de la so-
ciedad. En muchísimas ocasiones las investigaciones históricas del de-
recho tratan de describir las instituciones como si tuvieran una lógica
propia e independiente de la historia social y política de la épocalo-
rrespondiente. Fruto de esa concepción es la idea de que una ley es co-
rrecta si es bueno el valor subyacente en ella. Pero muy frecuentemente
existen procedimientos que son menos buenos en relación a un valor
pero mucho más efectivos en la práctica, porque los ciudadanos están
dispuestos a aceptarlos. Los juristas y los legisladores se interesan más
en el acuerdo de la norma con un valor que en el acuerdo de la conduc-
ta social con este valor. Se olvida con démasiada frecuencia que el de-
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ALBERT CALSAMIGLIA
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