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*Literatura en el Renacimiento

En la muerte de Laura (Francisco Petrarca)

Sus ojos que canté amorosamente,

su cuerpo hermoso que adoré constante,

y que vivir me hiciera tan distante

de mí mismo, y huyendo de la gente,

Su cabellera de oro reluciente,

la risa de su angélico semblante

que hizo la tierra al cielo semejante,

¡poco polvo son ya que nada siente!

¡Y sin embargo vivo todavía!

A ciegas, sin la lumbre que amé tanto,

surca mi nave la extensión vacía…

Aquí termine mi amoroso canto:

seca la fuente está de mi alegría,

mi lira yace convertida en llanto


De la ociosidad (Ensayos de Montaigne)
Como vemos los terrenos baldíos, si son fecundos y fértiles, poblarse de mil suertes de
hierbas espontáneas e inútiles, y que ara que produzcan provechosamente es preciso
cultivarlos y sembrarlos de determinadas semillas para nuestro servicio; y así como
vemos a las mujeres producir solas montones informes de carne, y que para que resulte
una generación provechosa y natural es necesario depositar en ellas otra semilla, así
acontece con los espíritus; si no se los ocupa en labor determinada que los sujete y
contraiga se lanzan desordenadamente en el vago campo de las fantasías,

Así cuando en un vaso de bronce una onda agitada refleja la imagen del sol o los pálidos
rayos de la luna, la luz voltea incierta, se eleva, desciende y hiere el artesonado techo con
sus movibles reflejos. VIRGILIO, Eneida, VIII, 22. (N. del T.)

Y no hay ensueño ni locura que el entendimiento no engendre en agitación semejante:

Forjándose quimeras que semejan a los ensueños de un enfermo. Eneida, VIII, 22. (N. del
T.)

El alma se pierde cuando no tiene un fin establecido, pues como suele decirse, estar en
todas partes no es encontrarse en ninguna.

Quien vive en todas partes Máximo, no vive en ningún sitio. MARCIAL, Epigramas, VII,
73, 6. (N. del T.)

Yo, que últimamente me he recogido en mi casa decidido en cuanto de mi voluntad


dependa a pasar en reposo y solo la poca vida que me queda, me parece no poder
prestar beneficio mayor a mi espíritu que dejarlo en plena libertad, abandonado a sus
propias fuerzas, que se detuviese donde tuviera por conveniente, con lo cual esperaba
que pudiera en lo sucesivo adquirir mayor madurez mas yo creo que, como

El espíritu se extravía en la ociosidad, engendrando mil ideas diferentes. LUCANO, IV,


704. (N. del T.)

Ocurre precisamente lo contrario. Cuando el caballo escapa solo, toma cien veces más
carrera que cuando el jinete lo conduce; mi espíritu ocioso engendra tantas quimeras,
tantos monstruos fantásticos, sin darse tregua ni reposo, sin orden ni concierto, que para
poder contemplar a mi gusto la ineptitud y singularidad de los mismos, he comenzado a
poneros por escrito, esperando con el tiempo que se avergüence al contemplar
imaginaciones tales.

Derroche del espíritu en vergüenza (William Shakespeare)

Derroche del espíritu en vergüenza

la lujuria es en acto, y hasta el acto


perjura, sanguinaria, traidora,

salvaje, extrema, cruel y ruda:

despreciada no bien se la disfruta,

sin mesura anhelada, y ya alcanzada,

odiada sin mesura, cual un cebo

que desquicia al incauto que lo traga.

Desquicio los suspiros, los abrazos,

los gemidos del antes y el durante,

júbilo al gozar, después penuria,

promesa de alegría, luego un sueño.

Lo saben todos, pero nadie sabe

cerrar el cielo que lleva hasta ese infierno.

DE QUÉ MODO HAY QUE GOBERNAR LAS CIUDADES O


PRINCIPADOS QUE, ANTES DE SER OCUPADOS, SE
REGÍAN POR SUS PROPIAS LEYES

Hay tres modos de conservar un Estado que, antes de ser adquirido,


estaba acostumbrado a regirse por sus propias leyes y a vivir en
libertad: primero, destruirlo; después, radicarse en él; por último,
dejarlo regir por sus leyes, obligarlo a pagar un tributo y establecer un
gobierno compuesto por un corto número de personas, para que se
encargue de velar por la conquista. Como ese gobierno sabe que nada
puede sin la amistad y poder del príncipe, no ha de reparar en medios
para conservarle el Estado. Porque nada hay mejor para conservar -si
se la quiere conservar- una ciudad acostumbrada a vivir libre que
hacerla gobernar por sus mismos ciudadanos. (Nicolás Maquiavelo)

*Literatura Ilustración

Los viajes de Gulliver (Jonathan Swift)

Entierran sus muertos con la cabeza para abajo, porque tienen la idea
de que dentro de once mil lunas todos se levantarán otra vez, y que al
cabo de este período la tierra—que ellos juzgan plana— se volverá de
arriba abajo, y gracias a este medio, cuando resuciten se encontrarán
de pie. Los eruditos confiesan el absurdo de esta doctrina; pero la
práctica sigue, es condescendencia con el vulgo.

*Literatura en el romanticismo

Agua, puro elemento… (William Wordsworth)

Agua, puro elemento, dondequiera abandonas

tu mansión subterránea, hierbas verdes y flores

de brillante color y plantas con sus bayas,

surgiendo hacia la vida, adornan tu cortejo;

y en el estío, cuando el sol arde, veloces

insectos resplandecen y, volando, te siguen.

Si falta tu bondad, resuella el bosque, y ciervo

y cierva y cazador con su venablo, juntos

languidecen y caen. No deja de sentirse

en el alma turbada tu benigna influencia;

y tal vez en la entraña marmórea de la tierra,

donde sufren tormento espíritus que lloran


gracia y bondad perdidas, tus murmullos apagan

su angustia ya los tuyos mezclan sus dulces cantos.

Al cumplir mis 36 años (Lord Byron)

¡Calma, corazón, ten calma!

¿A qué lates, si no abates

ya ni alegras a otra alma?

¿A qué lates?

Mi vida, verde parral,

dio ya su fruto y su flor,

amarillea, otoñal,

sin amor.

Más no pongamos mal ceño!

¡No pensemos, no pensemos!

Démonos al alto empeño

que tenemos.

Mira: Armas, banderas, campo

de batalla, y la victoria,

y Grecia. ¿No vale un lampo

de esta gloria?

¡Despierta! A Hélade no toques,

Ya Hélade despierta está.

Invócate a ti. No invoques


más allá.

Viejo volcán enfriado

es mi llama; al firmamento

alza su ardor apagado.

¡Ah momento!

Temor y esperanza mueren.

Dolor y placer huyeron.

Ni me curan ni me hieren.

No son. Fueron.

¿A qué vivir, correr suerte,

si la juventud tu sien

ya no adorna? He aquí tu

muerte.

Y está bien.

Tras tanta palabra dicha,

el silencio. Es lo mejor.

En el silencio ¿no hay dicha?

y hay valor.

Lo que tantos han hallado

buscar ahora para ti:

una tumba de soldado.

Y hela aquí.
Todo cansa todo pasa.

Una mirada hacia atrás,

y marchémonos a casa.

Allí hay paz.

Literatura Realista

De cómo un noble milanés, al seguir a una mujer, se topó con


un compositor sospechoso de estar loco (Balzac)

El primer día del año de 1831 vaciaba sus cucuruchos de bombones,


sonaban las cuatro, había una muchedumbre en el Palais-Royal y
comenzaban a llenarse los restaurantes. En aquel momento, un cupé se
detuvo ante la escalinata, saliendo de él un hombre joven de altivo
porte, indudablemente extranjero; de otro modo no habría tenido
lacayo de plumas aristocráticas ni los escudos de armas que los héroes
de Julio perseguían aún.

Madame Bovary Capítulo I (Gustave Flaubert)

Estábamos en la sala de estudio cuando entró el director, seguido de un


«novato» con atuendo pueblerino y de un celador cargado con un gran
pupitre. Los que dormitaban se despertaron, y todos se fueron
poniendo de pie como si los hubieran sorprendido en su trabajo. El
director nos hizo seña de que volviéramos a sentarnos; luego,
dirigiéndose al prefecto de estudios, le dijo a media voz:

—Señor Roger, aquí tiene un alumno que le recomiendo, entra en


quinto. Si por su aplicación y su conducta lo merece, pasará a la clase
de los mayores, como corresponde a su edad.
El «novato», que se había quedado en la esquina, detrás de la puerta,
de modo que apenas se le veía, era un mozo del campo, de unos quince
años, y de una estatura mayor que cualquiera de nosotros. Llevaba el
pelo cortado en flequillo como un sacristán de pueblo, y parecía formal
y muy azorado. Aunque no era ancho de hombros, su chaqueta de paño
verde con botones negros debía de molestarle en las sisas, y por la
abertura de las bocamangas se le veían unas muñecas rojas de ir
siempre remangado. Las piernas, embutidas en medias azules, salían
de un pantalón amarillento muy estirado por los tirantes. Calzaba
zapatones, no muy limpios, guarnecidos de clavos.

Comenzaron a recitar las lecciones. El muchacho las escuchó con toda


atención, como si estuviera en el sermón, sin ni siquiera atreverse a
cruzar las piernas ni apoyarse en el codo, y a las dos, cuando sonó la
campana, el prefecto de estudios tuvo que avisarle para que se pusiera
con nosotros en la fila. Teníamos costumbre al entrar en clase de tirar
las gorras al suelo para tener después las manos libres; había que
echarlas desde el umbral para que cayeran debajo del banco, de manera
que pegasen contra la pared levantando mucho polvo; era nuestro
estilo.

Literatura Simbolista
El Extranjero (Charles Baudelaire)

-Dime, hombre enigma, ¿a quién quieres más: a tu padre, a tu madre,


a tu hermana, a tu hermano?

-No tengo padre, madre, hermana, hermano.

-¿A tus amigos?

-Empleas una palabra sin sentido, hasta hoy no la conozco.

-¿A tu patria?

-Ignoro en cuál latitud está.

-¿A la belleza?
-La querría mucho, es diosa inmortal.

-¿Al oro?

-Lo aborrezco tanto como ustedes a Dios.

-¿Entonces a quién quieres, raro extranjero?

-Quiero a las nubes. A las nubes que pasan por allá. A las maravillosas
nubes.

Resurgir (Mallarmé)

Primavera enfermiza tristemente ha expulsado

Al invierno, estación de arte sereno, lúcido,

Y, en mi ser presidido por la sangre sombría,

La impotencia se estira en un largo bostezo.

Unos blancos crepúsculos se entibian en mi cráneo

Que un cerco férreo ciñe como a una vieja tumba

Y triste, tras un sueño bello y etéreo, vago

Por campos do la inmensa savia se pavonea.

Luego caigo enervado de perfumes arbóreos,

Cavando con mi rostro una fosa a mi sueño,

Mordiendo el suelo cálido donde crecen las lilas,

Espero que, al hundirme, mi desgana se alce…

-Mientras, el Azur ríe sobre el seto y despierta


Tanto pájaro en flor que al sol gorgea-.

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