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Educación en el Paraguay (1514 – 1870): Breve Reseña

1- EN TIEMPOS DEL GRAN IMPERIO ESPAÑOL.

Los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, no sólo querían ganar más tierras para la Corona
Unificada de España. Sus intenciones fueron en verdad imperiales, quisieron civilizar en el
buen sentido de la palabra a las poblaciones que eran encontradas en el Nuevo Mundo, que
entonces era llamada “Las Indias Occidentales”.

Surgieron así las “Leyes de Indias” para proteger a todos los nativos, que al momento de
aceptar el bautismo y convertirse en cristianos, tenían los mismos derechos que cualquier
español peninsular. Además, tras la “Controversia de Valladolid” los intelectuales de la
Escuela de Salamanca fueron padres del Derecho de Gentes y el Derecho Internacional, y por
deseos del Emperador Carlos V, se resolvió confirmar y asegurar de manera indiscutible que
todo americano, indígena o mestizo, tenía las mismas garantías y las mismas protecciones
que cualquier criollo o europeo. Desde luego, existieron abusos, se cometieron arbitrariedades
y actos de corrupción propios de cualquier administración pública, pero todos ellos iban en
contra de las Leyes y los Mandatos de la Corona Española.

Los Reyes Católicos, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla.

En el caso de la Educación Pública, el Imperio Español también se preocupó de otorgar a sus


súbditos en América lo mejor que tenía en sus manos en esa época histórica. Es que España,
al decir del filósofo Gustavo Bueno, era un “Imperio Generador” que en verdad llevaba la
civilización a los pueblos que alcanzaba a diferencia de otros “Imperios Depredadores” como
Gran Bretaña, Portugal u Holanda que simplemente utilizaban a las tierras que ocupaban para
enriquecerse a costa de los “conquistados”.

Carlos I de España y Carlos V del Sacro Imperio Romano Germano, por Tiziano.

De allí que España haya fundado, desde 1538 hasta 1812, al menos 31 Universidades bien
conocidas en todo su territorio americano. No habían pasado 50 años del Descubrimiento de
América y la Corona Española ya hacía construir la primera Casa Mayor de Estudios en el
Continente, en Santo Domingo. Funcionaba en el Convento de los Dominicos (a tenerse en
cuenta) y ofrecía grados menores. De allí que mantenga una controversia con la Universidad
de San Marcos en Lima, que fue la primera que otorgaba grados mayores. Pero no queda duda
del inmenso trabajo civilizador que España hizo en ese sentido. Además, hay que tener en
cuenta los llamados “Reales Colegios”, que eran lo que hoy llamaríamos “Facultades” que
funcionaban de manera independiente y otorgaban grados menores o lo que hoy llamaríamos
“profesorados”. Se conocen al menos 22 “Reales Colegios” que funcionaron en la América
Hispana. Y todo esto sin mencionar los “Colegios Privados” que eran administrados por los
religiosos, como los “Colegios de la Compañía” de los Jesuitas, Dominicos, Mercedarios,
etcétera.

Inglaterra recién casi 100 años después fundó su primera Universidad en América, fue la
entonces llamada “New College of Massachusetts”, hoy conocida como Harvard, en 1636.
En toda su historia colonial en América, los depredadores británicos establecieron 9
Universidades. También tuvieron algunas escuelas de tipo técnico, pero no alcanzaron el nivel
de importancia de los Reales Colegios. De aquí para adelante tenemos a “la nada misma”:
Francia, que nunca fue Imperio y sí explotador colonial, no fundó una sola Universidad y se
dice que existieron algunos “Colegios Mayores” en la zona de Quebec, pero esto parece ser
más leyenda que realidad. La misma cosa ocurre con Portugal, que solamente tuvo “Colegios
Privados” de las compañías religiosas y recién en 1792-1808 surgen en Bahía y Río de Janeiro
las “Escuelas de Ingenieros y Médicos”, similares a los “Reales Colegios”. ¡La primera
Universidad del Brasil se fundó en 1912 en Curitiba! Y con Holanda… Mejor ni perdamos el
tiempo…

Por estos caminos llegamos hasta el caso de Paraguay, que según varias fuentes y testimonios
ya contaba en el Siglo XVII con un Colegio Jesuita en la Ciudad de Asunción. Según Don
Manuel Domínguez, esta fue la primera institución de enseñanza superior en el país, lo cual
parece ser cierto (aunque ya hubo escuelas desde finales del siglo XVI). De hecho, nos lo
cuenta gente tan diversa como Washburn o Demersay. Los Jesuitas no sólo tenían sus centros
de enseñanza superior sino que hacían trabajos de educación para los indígenas y publicaban
obras, con imprentas propias, como “El Tesoro de la Lengua Guaraní”, entre otros trabajos
de importancia histórica. En el “Colegio Jesuita” de Asunción podían asistir todos, españoles,
criollos, mestizos y hasta los negros y se enseñaba Sagrada Doctrina, Latinidad y Letras…
Era lo único que podían ofrecer en ese entonces, pero suficiente para las necesidades de
prédica religiosa y para la formación de burócratas. Su funcionamiento, aunque contínuo, fue
irregular.

Sello de la Compañía de Jesús.

Debe tenerse en cuenta que el Cabildo de Asunción, como dijimos, ya a mediados de los
1500s empezaba a fundar escuelas de primeras letras, lo que hoy llamaríamos Educación
Básica. Ciertamente, como en la actualidad, entonces en las ciudades más importantes el nivel
educativo era más alto que en el interior del país. Pero la Corona Española y la Iglesia Católica
hicieron lo mejor que podían para que la enseñanza se extienda en el Paraguay.

Pero los Jesuitas no fueron los únicos en establecer un centro de enseñanza superior en el
Paraguay Imperial. De hecho, podríamos decir que los “Colegios Mayores” modernizados
según las necesidades del siglo XVIII recién aparecieron con el “Colegio Franciscano” y el
“Colegio de la Merced”. Nos cuenta Don Blas Garay que impartían clases de Filosofía,
Teología, Gramática y Latinidad con gran aprovechamiento de los estudiantes.
Posteriormente, también los Dominicos hicieron lo suyo en su Convento y crearon el
“Colegio de Santo Domingo” (similar a la Universidad de República Dominicana fundada
200 años antes), en dónde funcionaron cátedras de Filosofía, Gramática Latina, Historia y
Teología Eclesiástica y Sagradas Escrituras. El acceso a estos colegios en el Paraguay era
para el público en general, aunque variaban en algunas u otras condiciones particulares.

Cabildo de Asunción. Colección Javier Yubi.

Pero los paraguayos desde el inicio solicitaron tener un “Real Colegio” para no tener que
depender de las órdenes religiosas. El deseo fue concedido y en 1783 se fundó el “Real
Colegio y Seminario de San Carlos” en Asunción. Aunque seguía vinculado a las necesidades
eclesiales, estaba administrado por el Cabildo y el Gobernador-Intendente del Paraguay y las
Misiones, quien tenía sobre él gran predicamento gracias al “Patronato Regio” que entonces
aplicaba España sobre sus posesiones. En el “Real Colegio” de San Carlos se enseñaba
Teología, Filosofía, Sagrados Cánones, Letras y Latinidad. Generalmente, era requisito pasar
por alguno de estos “Colegios”, el de los religiosos ó el de San Carlos y obtener un grado
académico (“Bachiller Licenciado”) para luego acceder a los “grados mayores” en las
Universidades. Las más cercanas eran la de Córdoba, las de Santiago de Chile y Sucre.

Tomemos un par de ejemplos autóctonos: Don José Gaspar de Francia estudió en una escuela
de Asunción para luego tomar sus primeros cursos superiores en el Real Colegio de San
Carlos, en donde se graduó de Bachiller y Licenciado en Letras (que entonces se llamaba
también “Bellas Artes”). De allí pasó a la Universidad de Córdoba, en dónde se convirtió en
Maestro en Filosofía y Doctor en Sagrada Teología, aunque terminaría abandonando sus
intenciones de ser sacerdote y se dedicaría a la vida pública. De similar manera, Don Carlos
Antonio López también se graduó como Bachiller y Licenciado en Filosofía y Teología en el
Real Colegio de San Carlos para luego convertirse en Doctor en Derecho en el Colegio de
Montserrat, de la Universidad de Córdoba.
José Rodríguez Gaspar Francia

Así pues, queda claro que muy por el contrario a lo que estableció la “Leyenda Negra” anti-
española, heredada por Paraguay, en el país existieron instituciones de enseñanza superior
casi desde el principio gracias a la acción de los “Colegios Religiosos” que establecieron
Jesuitas, Franciscanos, Dominicos y Mercedarios a los que se unió, casi al final de la Era
Imperial, el “Real Colegio” de San Carlos. No se puede seguir engañando en este sentido a
la población: Paraguay, aunque no tuvo una Universidad dentro de su territorio, sí contaba
con centros de enseñanza superior. Religiosos, ciertamente, pero como dice el refrán: “peor
es nada”. Aunque el autor aclara que, como católico, no ve nada de malo en la enseñanza con
ese énfasis…

2- EL SUPREMO DICTADOR.

También se intentó falsificar muchísimo la historia respecto a lo ocurrido con la Educación


del Paraguay en tiempos del Dr. Francia.

El Dr. Francia, Supremo Dictador del Paraguay.

Se dijo que “las guitarras dejaron de sonar” y el país vivía “el silencio del cementerio”. Los
epítetos de “pueblo de cretinos” abundaban y hasta pusieron en boca del Dr. Francia varias
frases despectivas respecto a los paraguayos. No hay dudas de que Don José Gaspar, por sus
escritos y documentos, escribía con hiriente mordacidad. Pero la mayoría de las cosas que se
dijeron sobre él como sobre sus sucesores no son sino pura “Leyenda Negra” mutada del anti-
españolismo al anti-paraguayismo.
Cabe señalar que antes del establecimiento de la Dictadura del Dr. Francia, la llamada “Junta
Gubernativa” resolvió la refundación del Colegio de Asunción y la Escuela de Armas. Aquí
es donde se empiezan a confundir los términos y uno nunca sabe a qué se refieren con una u
otra denominación, pero parece ser que “Colegio de Asunción” sería el “Real Colegio de San
Carlos” mientras que la “Escuela de Armas” sería el viejo Liceo Militar de la Capital, que
existía junto con el Cuartel Hospital de la ciudad.

Se sabe a ciencia cierta que las escuelas y colegios privados siguieron funcionando, pero el
“Colegio de Asunción” fue cerrado por órdenes del Dr. Francia de manera definitiva en 1824.
No lo hizo porque “Minerva duerme mientras Marte vela” (según frase que le atribuyó el Dr.
Rengger), sino por razones mucho más prácticas y económicas: no había dinero para
sustentarlo, la sede se cambiaba todo el tiempo de lugar por falta de infraestructura adecuada
y finalmente, había escasez de profesores cómo de estudiantes. Téngase en cuenta que Don
Carlos Antonio López debió dar clases de Teología Moral en el Colegio de Asunción siendo
Doctor en Derecho. El Dr. Francia, muy a su pesar, decidió “cortar por lo sano” y cerrar la
institución que en realidad ya en 1809 causaba muchísimos dolores de cabeza al Cabildo.

Por otra parte, las escuelas públicas recibieron un enorme impulso y era más que sabido por
propios y extraños que en el Paraguay “no había persona que no supiera leer, escribir y contar”
(aunque la lectura preferida de los paraguayos seguían siendo los Santorales, según Burton y
Du Graty). El Dr. Francia se cercioraba personalmente de que todas las escuelas, en la capital
y el interior, estuvieran lo mejor muñidas que se pudiera y buscaba dar una buena paga a los
profesores.

Como dijimos, los “Colegios Religiosos” privados siguieron funcionando, pero también
sufrieron un duro golpe: al darse la insurrección contra el Imperio Español que terminaría en
las Independencias de los países americanos, los curas eran vistos con malos ojos por unos y
otros: los “independentistas” porque creían que ellos eran el foco de la contrarrevolución, los
“realistas” porque pensaban que los curas alentaban a los rebeldes a tomar las armas (como
fue el caso del Cura Hidalgo en México, por citar simplemente a uno).

En virtud del poder que heredó como “Gobernador Regente” del Paraguay, Don José Gaspar
aplicó con todas las de la Ley su potestad en función al “Patronato Regio” que ostentaba. Así
como el “Real Colegio” era un enorme gasto y en gran medida improductivo, los Conventos,
casi vacíos en ese momento, también lo eran. Sin atentar un sólo ápice contra la autoridad de
la Iglesia Católica, aplicó severas medidas contra los Conventos que no contaban con
suficiente número de miembros. Los religiosos que quedaron fuera de ellos, fueron enviados
bajo la autoridad de los diocesanos y la mayoría de los territorios improductivos de la Iglesia
pasaron a manos del Estado y siguiéndose la antigua costumbre hispana, fueron convertidos
en “Estancias de la Patria” (como las “Estancias del Rey”, idea muy a la española que adoptó
el Supremo).

Pero sobrevivió el “Colegio de los Dominicos” que se fusionó con lo que quedaba de los
franciscanos y mercedarios. Allí enseñaron Teología, Sagradas Escrituras, Letras y Latinidad
varios destacados sacerdotes, entre ellos el R.P. Miguel Albornoz, el R.P. José Joaquín
Palacios quienes fueron maestros del futuro Mariscal Presidente Solano López. Así mismo,
también existían Escuelas Privadas de gran aprecio y prestigio como la del Maestro Gabriel
Téllez y el Maestro Andrés Urdapilleta, cuyo discípulo fue el Cnel. Juan Crisóstomo
Centurión. De hecho, como señala Atilio G. Mellid en su portentosa obra “Proceso a los
Falsificadores de la Historia del Paraguay”, varias familias prestigiosas del país seguían
otorgando educación de manera privada a quienes pudieran pagarlo y el Supremo Dictador
no interfería prácticamente en ello. Cabe recordar además a la “Escuela de Música” que fundó
el Dr. Francia y que funcionaba en el Liceo Militar de Asunción y el “Colegio de Señoritas”,
mencionado por Jean Alexandre Buchon y César Famin, institución muy innovadora
introducida por “El Supremo” en donde las mujeres podían aprender a leer, escribir y otros
“oficios femeninos”, eufemismo que nos permite imaginarnos, por falta de datos concretos al
respecto, que se refiere a “cocina, corte y confección, peluquería y maquillaje, artesanía,
quehaceres hogareños, enfermería”, etc.

Los testimonios que expresan admiración al esmerado esfuerzo que puso el Don José Gaspar
para fundar escuelas en todo el país y proveerlas de materiales y profesores con una paga
respetable, son varios. Richard de Grandsire, matemático y explorador francés amigo de
Aimé Bonpland (quien fue apresado por el Dr. Francia por ser espía y francmasón) hablaba
con poco disimulada sorpresa de los avances en la educación pública paraguaya estando en
Itapúa, en donde vio funcionar un Colegio (aunque no sabemos si dicho “Colegio” era a la
manera antigua española o lo que se entiende hoy por esa palabra). De hecho, el plan de
escolarización masiva del Supremo Dictador fue tan exitoso que según las investigaciones
del alemán Heinz Peters, para 1862 los López (que continuaron la política educativa francista)
metían una sorprendente estadística: 128 hombres en escuelas por cada mil habitantes,
superando a los 124 por cada mil del Imperio Francés (que tenía un número más o menos
similar al del resto de los países europeos). Paraguay, en ese sentido, sólo era superado por
Prusia con 153 hombres en escuelas por cada mil habitantes. De hecho, Sir Richard Francis
Burton en su “Letters from the Battlefields of Paraguay” resalta el hecho de que la escolaridad
paraguaya, probablemente, estuviera en un nivel superior a la británica que entonces, según
el mismo autor, tendría unos “dos millones de niños ingleses sin escuela”. En contrapartida,
en una sociedad muy tradicionalista como la paraguaya, la educación femenina se encontraba
lejos de equiparar a la masculina.

Pero en honor a la verdad, esa parte del relato ya pertenece al período de los López.

3- LAS REFORMAS DE LOS LÓPEZ.

El Dr. Francia mantuvo estrictamente el estilo y la tradición española en la educación,


añadiendo con pragmatismo ciertos elementos modernizadores y eliminando aquello que
podía ser una carga más que motivo de avance. Pero la gran reforma educativa quedaría en
manos del Gobierno de los López, quienes mantuvieron todo aquello que el Supremo
Dictador dejó de bueno y agregaron los cambios necesarios para que el país pudiera
equipararse con los avances tecnológicos y científicos de la época.

Don Carlos Antonio López, primer Presidente Constitucional del Paraguay.

Se debe señalar que Francia y los López no descuidaron jamás el aspecto religioso de la
educación pública. Don José Gaspar (quien nunca creó una “Iglesia Nacional”, contrario a lo
que muchos pretenden falsear) trabajó de manera estrecha con el Obispo del Paraguay, Su
Reverenda Excelencia Don Pedro García de Panés hasta que éste, por su achacosa ancianidad,
ya no pudo continuar. El Dr. Francia nombró así a un Vicario General en representación del
Obispo, Don Roque Céspedes Xeria, y se siguió el proceso de manera estricta, siempre dentro
de los cánones del Patronato Regio.

Así, en el Paraguay se publicaban obras de tipo religioso vinculadas con la enseñanza pública.
Eran como “Catecismos”. El Dr. Francia era una mente formidable que conocía prácticamente
toda la literatura de la época. Muchos le acusan de ser “revolucionario” simplemente por
haber leído a Rousseau, Hume o Volney, acusación equivalente a decir que el autor de este
ensayo es socialista soviético simplemente por tener libros de Friedich Engels ó Vladimir
Lenin. Su pragmatismo filosófico le llevaba a hacer lo que fuera necesario para garantizar la
Independencia del Paraguay, preservando sus tradiciones y adaptándose a las necesidades de
su tiempo. Y Francia, inspirado por todas sus lecturas (Conde de Volney, Jean Baptiste Le
Salle, el Abate Jesuita Thomas Raynal, los también Jesuitas Gaspar Astete y Gerónimo
Rispalda, Montesquieu, Voltaire, De Maistre y el hasta hoy fascinante Don Lorenzo Hervás
y Panduro, leído y releído por el Supremo y los López), creaba sus propios “Catecismos
Políticos”, con los que se educaba a la población.

Y los López continuaron ese ejemplo. Las obras consideradas “útiles” por el Dr. Francia
seguían siendo utilizadas e incluso ahora, publicadas con la Imprenta del Estado. En 1846 la
“Imprenta Nacional” vendía cartillas de enseñanza a 1 real cada una y la mayoría de ellas se
basaban en el “Catecismo de la Doctrina Cristiana”, “Catecismo Político” del Dr. Francia,
“Tratado para la Buena Crianza de Niños Cristianos”, el “Catón Cristiano” y los “Catecismos
de Astete y Rispalda”. Así también, los López introdujeron otras obras como el “Catecismo
de San Alberto” (hermoso tratado de gobernanza y obediencia católica, muy injustamente
criticado por los liberales) y un curioso “Catecismo sobre la Agricultura” de Antonio Caravia
que según Heinz Peters, fue fundamental para el espectacular éxito de la agricultura y
ganadería paraguaya que permitió el auto-abastecimiento durante la Guerra de la Triple
Alianza.

Francisco Solano López

Además de todo esto, se reabrieron viejas instituciones educativas y se fundaron otras. La


llamada “Academia Literaria” reinició sus funciones en 1842. Decimos “reinició” pues
simplemente era la continuación de lo que se hacía en el Colegio de la Asunción cerrado en
1824. Se estudiaba allí Latinidad, Sagradas Escrituras y Letras a lo que se fueron
incorporando otras cátedras como Teología Moral y Filosofía. También se fundó otro centro
de enseñanza superior dirigido por el Estado, el llamado “Instituto de Enseñanza” según
Demersay, “Nuevo Colegio Jesuita” según García Riart e “Instituto Superior de Moral y
Matemáticas” según O’Leary. Preferimos la denominación que le dio Demersay: “Instituto
de Enseñanza”, que tuvo como Rector al R.P. Bernardo Parés, sacerdote jesuita que con otros
compañeros de la misma orden llegaron al país y enseñaron matemáticas y teología moral.
Estuvieron por tres años, luego partieron pero dejando la tarea iniciada en manos de
aprovechados discípulos como el R.P. Antonio Maíz, quien ya era profesor de la “Academia
Literaria”. Francisco Solano López Carrillo también hizo sus estudios superiores en este
“Colegio Jesuita”.

Con esto queremos señalar que existieron al menos tres “Colegios” de estudios superiores en
el país antes de la refundación del “Seminario Conciliar y Gran Colegio”: la “Academia
Literaria” (Colegio de Asunción), el “Colegio Dominico” (privado, dirigido por el R.P.
Miguel Albornoz y sus compañeros) y el “Instituto de Enseñanza” de los Jesuitas (privado,
bajo el magisterio del R.P. Bernardo Panes). Lo que sigue siendo un misterio es saber si estas
instituciones de enseñanza terminaron o no “fusionadas” en la “Academia Literaria” a la
larga. Todo pareciera indicar (según Heinz Peters) que así fue y que alrededor de 1850 el
nuevo “Colegio de Asunción” congregaba a todos los maestros mencionados con sus
respectivas cátedras: Bellas Letras, Latinidad, Filosofía, Teología Moral y Derecho; aunque
cabe señalar que nunca llegaron a funcionar todas las cátedras al mismo tiempo por falta de
profesores, y estos debían turnarse cada año para dar sus clases (otros maestros de la
“Academia Literaria” fueron los R.P. José del Carmen Moreno y Bernardo Ortellado, quienes
se acoplaron posteriormente). De cualquier forma, la “Academia Literaria” que podríamos
también llamarla “Colegio de la Asunción” fue oficialmente el primer instituto de educación
superior establecido por el Gobierno Paraguayo en la era Independiente y todo parece indicar
que siguió funcionando, con irregularidad, hasta el inicio de la Guerra de la Triple Alianza.

Antigua postal de Asunción. aia.com.py

También se fundaron otras instituciones como “Aula de Matemáticas” del Profesor Pedro
Dupuy, que fue continuada por el Profesor Miguel Rojas. También existió un “Aula de
Derecho Civil y Político” establecida por Don Juan Andrés Gelly, un “Aula de Latinidad”
iniciada por el entonces jovencísimo R.P. Fidel Maíz y finalmente la llamada “Aula de
Filosofía” bajo la batuta del Profesor Idelfonso Bermejo, un oscuro personaje venido de
España, muy distinto a sus gloriosos ancestros, escritor y fabulista de poca monta cuya única
proeza parece haber sido esta, la de educar en Paraguay.

De hecho, las “Aulas” de Matemáticas, Latinidad, Derecho y Filosofía se fusionaron todas


ellas para crear la llamada “Escuela Normal” cuyo más famoso director fue el mismo
Idelfonso Bermejo. El objetivo de la “Escuela Normal” era la formación de profesores y que
sirviera para otorgar “Grados Menores” a aquellos que quisieran continuar su formación en
el Seminario Conciliar y Gran Colegio de Asunción, que ya había absorbido a la “Academia
Literaria” y que otorgaría los “Grados Mayores”.

Como se puede ver, los López preservan todos los estilos de nombres de la época española.
“Aulas”, “Colegios”, “Seminario Conciliar”, todo para no llamarles “Facultades” y
“Universidades”. Ese era el expreso deseo de Don Carlos Antonio López, el “Fidei Defensor”
del Catolicismo Paraguayo.
Lo mencionamos tantas veces pero es tiempo de dedicar unas líneas al “Seminario Conciliar
y Gran Colegio de la Asunción”, refundado en 1862, que absorbió a la “Academia Literaria”
(Colegio de Asunción). Su existencia y funcionamiento continuó incluso hasta finales de
1866 y tuvo varios rectores como los Deanes R.P. Ángel Torres, Rafael Ríos y Eugenio
Bogado. El R.P. Fidel Maíz también enseñó en dicha institución y fue allí donde conspiró
junto a otros estudiantes para intentar derrocar en 1862 al Presidente Solano López e imponer
en el país una Constitución, a la manera de los pueblos vecinos. Fue descubierto junto con
los demás conjurados “con libros de literatura liberal, revolucionaria y luterana” y enviado a
prisión, pero liberado en 1866. El “Seminario Conciliar y Gran Colegio de Asunción” podría
ser considerado como la “Primera Universidad” del Paraguay Independiente.

Podríamos citar muchas otras instituciones educativas de la época. Por ejemplo, la “Escuela
de Música” de Francisco Dupuis; la “Escuela Taller de Dibujo” del italiano Enrico Tubo
(quien fundó la primera logia masónica, clandestina, del Paraguay y fue fusilado en San
Fernando precisamente por haberse descubierto su pertenencia a la francmasonería); la
“Escuela Germana” de Gustav Mackensen, en donde se enseñaba alemán, francés, inglés,
griego, teneduría de libros, historia, geografía y matemáticas. Médicos y Cirujanos Británicos
modernizaron la ciencia y arte de la medicina en el país. El más importante fue el Dr.
Frederick Skinner, especialista de cabecera de la Familia López. Se le uniría el Dr. William
Stewart, quien fue Jefe de Cirujanos del Ejército y que terminaría hurtando parte del Tesoro
Nacional durante la Guerra de la Triple Alianza. Hubo muchos otros médicos británicos que
sirvieron a la educación del país y no nos pondremos a citarlos a todos. Finalmente, es más
que conocido el hecho de que Don Carlos Antonio López envió decenas de estudiantes
paraguayos “becados” a Europa y que su hijo Francisco Solano López trajo cientos de
técnicos y especialistas del viejo mundo para modernizar la tecnología del país. No hace falta
ahondar en este punto, que es bastante conocido.

La enseñanza para las mujeres también avanzó notablemente con Escuelas Privadas dirigidas
por Anna Monnier de Dupuy, Eduviges de la Riviére, Marie Duprat de Laserre (las tres se
competían mutuamente y había alta demanda), etcétera. También las paraguayas Dominga e
Isidora Díaz tenían su propia escuela para mujeres. El arte de los grabados y los “oficios
femeninos” estaban a la orden del día, así como el estudio de música y danza para mujeres.

Como se puede ver con todos estos datos, seguir afirmando que el Paraguay era un país de
cretinos y del “silencio del cementerio” en tiempos de Francia y los López, es pura “Leyenda
Negra”. Ya en tiempos del gran Imperio Español, la educación básica y superior había
empezado en el país, si bien de manera privada y religiosa y sólo tardíamente de manera
pública y secular. Pero no se puede decir, de ninguna manera, que esta no había existido ya
entonces. El Dr. Francia continuó de manera pragmática la tradición española, añadiendo sus
toques personales para las necesidades del país y los López, Don Carlos Antonio y su hijo
Francisco Solano, mantuvieron aquello que era digno de preservar, reformaron lo que había
que reformar (con más mordacidad podríamos decir “contra-reformaron”) y se sostuvieron
en un sistema escolástico y reaccionario, contra-revolucionario y ultra-católico, fundando las
primeras instituciones de educación superior en la época independiente.

4- FUENTES UTILIZADAS.

*Amaral, Raúl (1996): “Los Presidentes del Paraguay”.

*Burton, Richard Francis (1870): “Letters from the Battlefields of Paraguay”.

*Demersay, Alfred (1860): “Historie du Paraguay”, en dos volúmenes.

*Du Graty, Alfred (1862): “La Republique du Paraguay”.


*Domínguez, Manuel (1897): “Las Escuelas del Paraguay: Conferencia dada en el Instituto
Paraguayo el 25 de Septiembre de 1897”.

*Garay, Blas (1984): “Paraguay 1899”.

*García Mellid, Atilio (1959): “Proceso a los Falsificadores de la Historia del Paraguay”, en
dos volúmenes.

*Massare de Kostianovsky, Olinda (1971): “La Instrucción Pública en Paraguay”.

*Masterman, George (1869): “Seven Eventful Years in Paraguay”.

*Payne, Stanley (1994): “La España Imperial”.

*Peters, Heinz (1996): “El Sistema Educativo Paraguayo desde 1811 hasta 1865”.

*Roca Barea, María (2016): “Imperiofobia y la Leyenda Negra”.

*Washburn, Charles (1872): “The History of Paraguay…”, en dos volúmenes.

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