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Pilates El Centro de Energia PDF
Pilates El Centro de Energia PDF
EL CENTRO
DE ENERGÍA
PILATES
SIN NECESIDAD DE APARATOS
MARI WINSOR
con Mark Laska
EDITORIAL
PAIDOTRIBO
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Primera edición:
ISBN: 84-8019-619-X
Fotocomposición: Editor Service, S.L.
Diagonal, 299 – 08013 Barcelona
Impreso en España por A & M Gràfic
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Índice
Introducción.............................................................................................................. 9
Dedicado a mi mentora,
Romana Krysanowska,
y a mi madre, Ann Hanlon.
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Mi especial agradecimiento a:
Mis hermanas, Gwen Smookler y Phyllis Mazure. A mi sobrina,
Mari, por toda su ayuda y amor. Elliot, alias Mad Dog Jerry, Mi-
chael Stadvec, Ludo, Melissa, Jane, Carl, Arnold Rifkin, Danny
Glover, Mel Berger, Marnie Cochran, y a todos los preparadores
del Winsor Fitness.
Introducción
INTRODUCCIÓN 11
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INTRODUCCIÓN 13
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lía, y me mantiene relajada y centrada día a día. Mi mayor deseo, aunque sólo consi-
ga transmitirte una pequeña parte de los infinitos beneficios que ofrece el método Pi-
lates, es poder ayudarte a mejorar tu calidad de vida de forma significativa y tangible.
Es para mí un honor ser un nexo de unión en la larga cadena de instructores que han
forjado esta información en la conciencia colectiva.
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E El poder
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de Pilates
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MARI WINSOR
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El placer
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del movimiento
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MARI WINSOR
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L mirarse con disgusto en el espejo y pensar: «Tengo que perder algo de peso» o
«Necesito tonificar estos músculos flácidos, así que supongo que debo ir al
gimnasio». Y van al gimnasio, levantan un par de pesas, hacen algo de aeróbic y
controlan su dieta. Después de un tiempo, el ejercicio se convierte en algo mecánico y
aburrido, en un medio para llegar a un fin. Ni siquiera lo disfrutan. El ejercicio es una
obligación más. Si no lo estás disfrutando, ¿qué sentido tiene que lo practiques?
El método Pilates de acondicionamiento físico es totalmente diferente. En lugar
de ser un ejercicio mecánico es una actividad muy reflexiva. Debes concentrarte en lo
que estás haciendo. Esta intensa concentración física genera lo que se conoce como
conexión cuerpo-mente. Al realizar cualquier movimiento o ejercicio, el cerebro es lo que
nos frena, no el cuerpo; nuestro cuerpo es capaz de proezas aparentemente imposi-
bles si nos enfrentamos a situaciones extremas. Es la inseguridad y el desconoci-
miento de nuestras posibilidades lo que limita nuestra capacidad de actuación.
Si eres aficionado a los deportes o si juegas con regularidad al golf o al tenis, ha-
brás oído hablar del aspecto «mental» del juego. Los grandes jugadores pueden pre-
parase psicológicamente y convertirse en expertos. A menudo esta adaptación es lo
que diferencia a los atletas profesionales de las superestrellas y los campeones. Se
puede decir lo mismo de los actores. Los actores competentes pueden experimentar
un despertar o una gran evolución que les permite llevar su trabajo hasta un nivel di-
ferente. Esto no es el resultado de la preparación o de una mejora en su técnica, sino
de una adaptación mental o de una comprensión distinta de lo que hacen, que les
permite alcanzar un mayor dominio de la técnica interpretativa. En la vida, es precisa-
mente este aspecto mental de nuestro «juego» el que nos permite satisfacer nuestro
potencial de grandeza. El aspecto físico y reflexivo de esta gimnasia libera y aumenta
nuestras aptitudes mentales. Esta gimnasia puede ayudarnos físicamente, sin duda,
pero los beneficios mentales que nos aporta son lo realmente milagroso. Tengo la
convicción de que llegará un momento en que al experimentar esta gimnasia no se-
rás capaz de diferenciar los dos aspectos mencionados.
El aspecto mental de esta forma de gimnasia requiere práctica, aunque para ti no
tardará en convertirse en algo relajado y consciente que tendrá profundas repercusio-
nes en tu vida. Con esta técnica pasarás por diversos niveles que revertirán en benefi-
cios cada vez mayores. La primera fase será la más difícil. Cuando empieces con la ta-
bla de ejercicios, descubrirás que tienes un área débil en la que debes trabajar.
Reconocer esto es fundamental. Todos tenemos un área débil. El primer paso consis-
te en aceptar la situación en que te encuentras ahora mismo. Haz lo que puedas, ve
hasta donde puedas y hazlo lo mejor que puedas en ese momento. Cuando entiendas
y aceptes tus áreas débiles, podrás empezar a trabajar en su mejora. Oblígate a mejo-
rar y progresar cada vez que realices esta tabla. Con cada triunfo nos animamos a lle-
gar más lejos. Este progreso se vuelve adictivo y aporta una sensación de poder. Des-
cubres que existe algo que puedes hacer para transformarte físicamente, y que eres tú
quien realiza ese cambio positivo.
Cuando somos capaces de conquistar físicamente las limitaciones de nuestro
cuerpo, todos los aspectos de la vida se simplifican. Nos sentimos más cómodos en
nuestra propia piel. Disfrutamos algo más de ser quienes somos. En ese momento
aceptamos nuestras limitaciones y ansiamos mejorar. Cuando amamos a alguien, lo
amamos por sus virtudes y sus defectos. Sólo aprendiendo a aceptarnos podemos
aprender a amarnos.
Todas las personas que han acudido a mi estudio han comentado lo alegre y aco-
gedora que es su atmósfera. Esto no es una casualidad. Pilates hace que la gente se
relaje. Pilates hace que las personas se sientan centradas, eufóricas y felices. Esta
gimnasia es por definición algo que transforma la existencia; te hará alcanzar una ca-
lidad de vida que quizá creyeras imposible.
Como mínimo diez veces al día me sorprendo diciendo: «El ejercicio Pilates pue-
de cambiarte la vida por completo». En esta era tan cínica me sorprende cada vez más
que tal afirmación sea cierta. Esta gimnasia te puede cambiar la vida y te la cambiará.
Pilates te ayudará a sentirte más seguro, preparado para afrontar cualquier desafío.
Te ayudará a mitigar el estrés y mejorará tu vida sexual. Te ayudará a vivir el presente
y te permitirá disfrutar mucho más de tus momentos de descanso.
El orgullo que sientes al superarte en la realización de una actividad física es lo
que yo llamo orgullo diario. Los esfuerzos que realizas para mejorar tu forma física te
aportan una sensación de seguridad en ti mismo y la capacidad de sentirte bien con
quien eres, así como la sensación de que, al ser capaz de hacer cualquier cosa que te
propongas, en realidad tú mismo eres un «éxito».
Nunca se sabe lo que va a acontecernos durante el día. Si tienes la ideas claras y te
sientes bien contigo mismo, estás capacitado para tomar mejores decisiones o para
actuar de forma mucho más competente. Pongamos por caso que estás en el trabajo,
dedicado a las tareas cotidianas de tu puesto, y el director general de la empresa entra
y te asigna una tarea especial; debes estar preparado. Quizá conozcas al hombre o la
mujer de tu vida en la calle. Algunas de nuestras obligaciones más importantes y deci-
siones más relevantes se presentan ante nosotros sin previo aviso. No tenemos tiempo
para prepararnos. Pilates te ayudará a estar preparado.
Podría contar cientos de historias de clientes que se han aficionado a los desafíos
vitales gracias a Pilates. Esta gimnasia despeja la mente y permite vivir el presente. Te
ayudará sentirte centrado y con los pies en la tierra, por ello actuarás de forma más
diligente, concentrada y despejada. Gracias a ella poseerás un entendimiento más
de la práctica regular de esta tabla de ejercicios influyen en todas las áreas de nuestra
existencia. Disfrutamos de las ventajas de la confianza en nosotros mismos, de un
sentimiento de orgullo personal y de la certeza de estar listo para el desafío. La sen-
sación de tener la cabeza despejada y la claridad mental que reporta nos ayuda a
aprovechar mucho mejor el tiempo. Al buscar un momento para hacer ejercicio, ese
tiempo nos ayuda a disfrutar plenamente del momento. Al vivir el presente, no nos
domina el pasado y no miramos más allá del aquí ni del ahora, sino que vemos lo que
está a punto de suceder. Nos lo tomamos todo con calma. Vivir el presente nos ayuda
a ser mejores interlocutores, a comprender mejor nuestra situación y nuestro entor-
no. Nos volvemos más perceptivos e intuitivos. Tenemos más éxito en el trabajo y en
el ámbito familiar. Cuando verdaderamente vivimos el presente, somos mejores cón-
yuges, mejores padres, mejores amigos y mejores personas.
Cuando pensamos en equilibrar nuestras vidas, nuestra principal preocupación
es, en la mayoría de los casos, la falta de tiempo. Son muchas las personas que nun-
ca se dedican tiempo. No paran de hacer cosas para los demás, pero cuando llega el
momento de hacer algo por sí mismas, o están demasiado cansadas o simplemente
ya no les queda tiempo. Si sabes de qué estoy hablando, quiero que prestes mucha
atención: ¡QUIERO QUE TE TOMES UN TIEMPO PARA TI TODOS LOS DÍAS! Dedicar-
se tiempo no es ser egoísta. Una hora diaria de práctica Pilates será un hora muy pro-
ductiva invertida en tu mejora personal. Si crees que eso es negativo en algún senti-
do, quiero que lo consideres de otra forma. Si te comprometes con esta modalidad
gimnástica, no sólo te sentirás bien, sino que además tendrás una capacidad mucho
mayor para hacer sentir bien a los que te rodean. Serás mucho más productivo, y tam-
bién lo será todo lo que hagas.
El contenido de este libro se basa esencialmente en la habilidad y la energía
transformadora del método Pilates de acondicionamiento físico, pero el mensaje
subyacente es que tienes que moverte, hacer ejercicio, hacer algo. Millones de norte-
americanos reservan una hora al día para descansar de sus obligaciones o para asimi-
lar su trabajo antes de continuar con el resto del día. Los hay que van al gimnasio;
otros desconectan delante de la tele, practicando yoga, Tai Chi o meditación. Éste es
el contexto en el que debes situar esa hora diaria. Te debes a ti mismo ser lo mejor
que puedas llegar a ser.
Esto es un placer para ti, pero no es algo egoísta. Es inteligente. Es tiempo inte-
ligente. Es una actividad inteligente, porque invertir ese tiempo en practicar el mé-
todo Pilates a diario facilita mucho todo lo demás. Puesto que Pilates incorpora los
beneficios del aeróbic y del levantamiento de pesas, el Tai Chi, el yoga y la medita-
ción, esta hora enriquecerá enormemente tu vida y te hará ser mucho más producti-
vo. Otorgará a tu vida mucho más valor. Durante las 23 horas restantes no sólo dis-
frutarás más de tu persona, sino que descubrirás que aumenta la calidad de tu tiem-
po.
Hemos mencionado con frecuencia la «calidad». Como imaginarás, tu calidad de
vida puede mejorar de forma notable gracias a Pilates. Para ti, esta calidad puede ser
un territorio personal inexplorado, o puede que sea justo lo que estabas buscando.
Durante la práctica del método Pilates quizá no seas consciente de los cambios que
experimenta tu personalidad, o tal vez jamás te hayas dado cuenta de que son preci-
samente esos aspectos de tu vida los que deseabas mejorar. La calidad que obtienes
se deriva de forma directa de la calidad del movimiento. La noción de «calidad» es
ser lo mejor que puedas en ese instante. La calidad del movimiento implica tener
control, ser consciente de todo lo que ocurre en el exterior, ser plenamente conscien-
te de lo que eres y vivir el presente.
Tu calidad motriz aumentará al concentrarte en cómo fluye cada movimiento has-
ta convertirse en otro. Las transiciones deben ser muy sutiles. Quiero que pienses en
esta tabla de ejercicios como en una pieza de danza perfectamente coreografiada. Pe-
ro, por favor, no seas demasiado crítico con tu trabajo. No te preocupes si haces algo
mal. Limítate a seguir los pasos de la tabla. Si cometes pequeños errores, no te obse-
siones. No tardarás en mejorar. Tú sigue realizando el movimiento. Debes fortalecer-
te. Jamás debes dejar de hacer un movimiento por creer que es demasiado difícil. Si
tienes la sensación de que eso es lo que ocurre, modifica el movimiento para poder
continuar. La continuidad y la fluidez del movimiento son lo más importante. Al res-
petar los fundamentos espirituales y científicos de esta técnica, concentrarnos al má-
ximo y asimilar la fluidez del movimiento, tendremos en nuestro poder todas las cla-
ves para imprimir calidad a este método y experimentaremos los grandes beneficios
que ofrece Pilates.
Cuando empexé a practicar esta gimnasia no obtuve los beneficios mentales de
inmediato. Me movía de forma mecánica y me limitaba a pasar de un ejercicio a otro.
Pero la primera clase dirigida por mi mentora, Romana, fue una verdadera epifanía
para mí. De la mano de Romana, fui capaz de deducir la ciencia contenida en el movi-
miento. Imaginemos, por ejemplo, que has jugado a fútbol con los niños del barrio
desde que tenías 8 años. Para el dominio que tienes a esa edad, el juego es algo muy
simple: te haces con la pelota y el resto de niños intentan interceptarte. Al llegar al
instituto, puede que tengas la suerte de conocer a un entrenador que te transmita el
significado más profundo del juego. Te enseña que, en realidad, tiene un contenido.
Cada jugador es una pieza importante del puzzle, y cuando cada uno de ellos expresa
su potencial y hace exactamente lo que se supone que debe hacer, el resultado es la
victoria. Lo mismo ocurre con tu cuerpo. Todo en él es importante. Al ser tu propio
entrenador, es importante que seas consciente de todos los elementos de tu organis-
mo y de las conexiones que existen entre ellos, para tener en cuenta a todos los juga-
dores presentes en el campo. Cuando experimenté esto por primera vez, lo sentí con
gran intensidad. Sentí que todas las partes móviles se habían convertido de repente
en una entidad. Quiero que experimentes que tu cuerpo es un mecanismo armónico
que está a tu servicio.
Comprender científicamente esta tabla de ejercicios te permitirá experimentar el
placer. El trabajo simultáneo de las partes móviles de tu organismo es una experien-
cia maravillosa e increíble. Cuando estés en paz contigo mismo y cuando todo tu
cuerpo trabaje en armonía, experimentarás el placer. Ése es el placer del movimiento.
Ése es el placer de ser tú mismo.
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Principios
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de comprensión
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DIXIE CARTER
MELANIE GRIFFITH
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ara experimentar no sólo aquello a lo que me he referido como el placer del movi-
P miento, sino para obtener también todos los beneficios que ofrece este método
de acondicionamiento físico, resulta importante ser consciente de determina-
dos principios científicos intrínsecos a esta gimnasia. Algunas personas aprenden es-
tos principios de forma lógica y lineal; otras lo hacen gracias a que sus cuerpos les in-
forman de ellos a partir de la realización de los ejercicios. Sea cual fuere el medio por
el que logres comprender esto, es importante que conozcas los fundamentos del mé-
todo Pilates.
Los principios fundamentales son bastante simples. El método Pilates consiste
básicamente en una serie de posturas y ejercicios relacionados entre sí a fin de mejo-
rar la circulación y la flexibilidad, y fortalecer zonas específicas del cuerpo. La tabla en
conjunto ayuda al cuerpo a alcanzar un estado de armonía, para que todas sus partes
se ejerciten como una unidad. A diferencia de la mayoría de ejercicios, no se trata ni
de la frecuencia ni de la intensidad con que se realice, sino más bien de una concien-
cia de todo el cuerpo trabajando al unísono gracias a la práctica de una técnica apro-
piada.
Para realizar esta gimnasia debes vivir el presente. No te dejes la cabeza en el ves-
tuario. Sí, efectuarás unos ejercicios muy específicos; sin embargo, tu aportación a la
práctica de esta tabla es lo que enriquecerá el valor de este método. Como he dicho
en el capítulo 1, gracias a esta modalidad de ejercicio se obtiene una considerable ca-
lidad de vida, y esa calidad requiere plena participación. Existen elementos que, apli-
cados a la realización de este ejercicio, te ayudarán a obtener el máximo beneficio; a
saber: la respiración, la relajación, la concentración, el control y la acentuada sensa-
ción de fluidez.
Respiración
Relajación
PRINCIPIOS DE COMPRENSIÓN 27
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nen los pies flexionados sobre los estribos en previsión de un cambio de ritmo, y se
presionan las piernas contra el animal. Todo el cuerpo participa. En el método Pila-
tes, es esa participación global la que ayuda a eliminar la tensión corporal. Tras aca-
bar la tabla, notarás que has eliminado el estrés de forma significativa física y psico-
lógicamente.
Concentración
Control
El control es una clave esencial para conseguir la calidad del movimiento. Para
practicar esta forma de ejercicio no tendrás que sudar tinta. No tendrás que agitar
brazos y piernas arriba y abajo; te moverás con la gracilidad de un bailarín puesto que
son varias las partes del cuerpo que participan simultáneamente en un movimiento
consciente. No hay movimientos impulsados por el levantamiento impetuoso de una
parte del cuerpo. Este ejercicio se ejecuta mediante la respiración, la concentración y
el estiramiento. Cuando empieces a practicar este método de acondicionamiento fí-
sico, tal vez experimentes una fase de torpeza. Los ejercicios pueden activar partes
del cuerpo que no estás acostumbrado a mover simultáneamente. No te asustes, una
vez comprendida la esencia del movimiento, serás capaz de ejecutar los ejercicios
con gracilidad.
Fluidez
PRINCIPIOS DE COMPRENSIÓN 29
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Fuerza y flexibilidad
Esta gimnasia es una combinación de arte y ciencia. Al igual que una pieza de
danza perfectamente coreografiada, cada movimiento se funde de forma fluida con el
siguiente. Cada ejercicio vincula la respiración con el fortalecimiento y con el estira-
miento. Cada movimiento está pensado para oxigenar y luego estirar, después forta-
lecer y entonces volver a estirar un grupo de músculos en particular, y de forma rigu-
rosa. La premisa de la gimnasia es el fortalecimiento de los grupos musculares más
pequeños para servir de apoyo a los músculos mayores. Te pondré un ejemplo. Al co-
ger una barra para realizar una serie de levantamientos, el objetivo es aislar sólo ese
músculo y ejercitarlo hasta sentir cansancio. Pilates desarrolla los músculos más pe-
queños que pasarían inadvertidos en este ejercicio de aislamiento. Imagina que efec-
túas ese mismo levantamiento con un peso idéntico en la mano; en tal caso te limita-
rías a hacerlo un poco más despacio y con más control. Iniciarías el movimiento del
brazo desde tu centro energético y notarías que ese mismo ejercicio afecta el ante-
brazo, el hombro, el omóplato, la espalda y las nalgas, al tiempo que utilizarías los
músculos abdominales como apoyo para el movimiento. Cuando el levantamiento se
realiza de esta forma, todos esos músculos trabajan al unísono y en armonía para lle-
var a cabo el ejercicio. En ese momento, tu cuerpo trabaja como un todo. La idea con-
siste en obtener resultados potenciales con mayor rapidez y sin riesgos de sufrir le-
siones mediante el uso de los medios que están a tu disposición.
Libertad y control
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El centro
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energético
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Si tu centro energético es muy fuerte, puedes eliminar en casi todos los casos el
dolor lumbar. Muchas personas sufren de dolor lumbar porque su centro energético
no es fuerte, y no entienden cómo pueden mejorarlo y utilizarlo. Cuando intentan le-
vantar un objeto pesado o realizar una actividad agotadora, no utilizan el centro ener-
gético para iniciar dicha actividad. Al fortalecer el centro energético, la estructura
ósea del cuerpo suele ser capaz de sostener mejor y por completo el peso del cuerpo,
que está más preparado para moverse, para ejercitarse y para levantar objetos pesa-
dos. Estas mejoras posturales no sólo contribuirán a la disminución del dolor, sino
que harán aumentar tu potencial físico y emocional. Aprenderás que puedes confiar
en esta tabla para acondicionarte mental y físicamente. Desde ese centro, controlas
tu propia transformación.
Si confías y fortaleces el centro energético obtendrás todos los beneficios físicos,
mentales y espirituales de esta forma de ejercicio.
El centro energético no es sólo la clave de tu transformación física, también resul-
ta esencial para desarrollar un yo más fuerte, más inteligente. Físicamente, el área del
cuerpo que he descrito como centro energético fue esencial para el desarrollo de las
especies. El desarrollo completo del hombre requirió fuerza precisamente en esta
área de nuestra estructura anatómica muscular con el fin de que se mantuviera ergui-
do y caminara derecho. Por otra parte, al adoptar la posición erecta, el hombre atra-
vesó por un proceso de transformación mental. Tal vez, el eslabón no está del todo
perdido. Tal vez esté en nuestro interior. Tal vez, cuando el hombre empezó a andar,
había información nueva que podía procesar o más medios para procesar esa infor-
mación. En realidad, cuando los niños empiezan a caminar, se inicia una fase defini-
da de aprendizaje. ¿Es posible que el centro energético sea otro núcleo de comunica-
ción para el cuerpo? Desde luego, tenemos un gran cerebro y esto nos permite pensar
y procesar información, aunque también recibimos información por otros medios. Te-
nemos los sentidos, el instinto, la intuición, la percepción y los sentimientos; todos
ellos nos transmiten información a un nivel no intelectual. Esta información se asimi-
la mediante el centro energético. La combinación del procesamiento de la informa-
ción física y mental puede ser la razón de que, como seres humanos, tengamos capa-
cidades cognitivas para razonar, exteriorizar los sentimientos, expresar lo profundo
de nuestra experiencia, reflexionar sobre los misterios que nos envuelven y, tal vez, la
razón de que seamos la forma de vida más inteligente de nuestro planeta.
Cuando la fuerza del centro energético puede apoyar la columna de forma ade-
cuada, empezamos a alcanzar un equilibrio físico. Conseguir el equilibrio en todas las
áreas de la vida requiere que encontremos un punto central. Este capítulo analiza de
forma específica el centro energético, el área específica del cuerpo que es su núcleo.
Gran parte de esta gimnasia se basa en el descubrimiento de tu centro... de tu centro
EL CENTRO ENERGÉTICO 35
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centrados, tenemos la fuerza para defendernos, porque actuamos desde la parte más
verdadera y pura de nuestro ser.
A medida que aumente tu relación con este centro físico, te volverás más intuiti-
vo. Cuando alguien dice: «Tengo un gusanillo en el estómago», no anda muy desen-
caminado. Este centro que fortaleces permite asimilar nueva información. Este lugar
es la última morada del instinto. Al desarrollar esta área, confiarás más en ella. Escu-
charás con más frecuencia esa vocecita que intenta guiarte. He aprendido que esta
voz me informa a diario, y sólo necesito confiar en ella y tener el centro lo suficiente-
mente relajado para escucharla.
Al fortalecer tu centro energético, fortalecerás todos los aspectos de tu vida. Tiene
la capacidad de penetrar en tu mente, en tu espíritu y en tu existencia. La gente afir-
ma que cuando se comprometen con el método Pilates, sus vidas cambian por com-
pleto. Sus expectativas aumentan. Se sienten motivados para realizar las actividades
que desean. Son fieles a sus principios. Tienen la capacidad de expresarse con mayor
honestidad y son más diligentes en la comunicación y en sus profesiones. Sus rela-
ciones personales son más plenas y satisfactorias. La belleza de esta forma de ejerci-
cio es que cada una de sus partes está dedicada a fortalecer esta área. Cada vez que
realices esta tabla, descubrirás un nuevo elemento, y como resultado, Pilates jamás
se convertirá en algo aburrido o repetitivo. Si esta tabla es tu opción deportiva, no
pensarás en el método Pilates como en una forma de gimnasia, sino como en un esti-
lo de vida que transformará continuamente los aspectos físicos, mentales, emociona-
les y espirituales de tu existencia. Cuando logres descubrir tu centro y aprendas a
controlarlo, esta gimnasia, y el resto de aspectos de tu vida, será mucho más fácil de
realizar.
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Puesta
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en marcha
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Antes de
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empezar
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racticar el método Pilates y hacerlo bien supone alcanzar un nivel al que nunca
los ojos durante 2 minutos. Siente cómo creces a medida que cada vértebra se esti-
ra por encima de la anterior. La columna está formada por una serie de huesos que
puedes movilizar para mejorar tu postura y, en realidad, para aumentar tu estatura.
Estirar la columna es esencial para la transformación de tu apariencia y estado de
ánimo.
Dentro de poco empezarás a mover músculos menores que no estás acostum-
brado a ejercitar. Si alguna vez has empezado a practicar un nuevo deporte, segura-
mente habrás pensado: «Tengo la sensación de haber utilizado músculos que ni si-
quiera sabía que existían». Eso es lo que ocurre con esta gimnasia. Incluso si se
practica ejercicio de forma regular, no suele dedicarse mucho tiempo a los múscu-
los a los que me refiero. Sin embargo, a medida que los desarrolles y los fortalez-
cas, crecerá tu afición por cualquier actividad física y correrás muchos menos ries-
gos de lesionarte.
Un ejemplo esencial de musculatura pequeña, que sirve de apoyo a un músculo
mayor, y que muchas personas se lesionan, es la rodilla. La rodilla es una de las arti-
culaciones más frágiles del cuerpo. Una gran cantidad de músculos la mantienen en
la postura correcta, y varios ligamentos permiten que se mueva de la forma adecua-
da a su función. Al «darnos un golpe en la rodilla», el dolor que sentimos puede que
ni siquiera esté localizado en la rodilla. Es más probable que este dolor provenga de
músculos menores que mantienen la rodilla en posición. Por lo general, la rótula se
desplaza de lugar porque los ligamentos no son fuertes. Gracias al método Pilates
fortalecerás los cuádriceps, la cara interior y la exterior de los muslos, para que esos
músculos favorezcan la correcta disposición de los ligamentos y de las articulacio-
nes.
En todo el cuerpo, los músculos pequeños sirven de sujeción para los músculos
más grandes. No tardarás en ser consciente de que gracias al fortalecimiento de los
músculos pequeños puedes estirarte más y mejor. Tu «juego» mejorará y te darás
cuenta de que, al practicar actividades físicas, lo harás rindiendo al máximo. Tendrás
la sensación de que tu cuerpo trabaja como un todo y de forma coordinada.
Puesto que el mundo de la danza me impulsó a practicar esta gimnasia, pienso en
ella como si se tratara de un ballet. Esta tabla es una obra de ingeniería coreografiada
para ejercitar una tras otra partes específicas del cuerpo. Todo está conectado. Cuan-
do empiezas a comprender cómo un movimiento se funde con el siguiente, puedes
empezar a concentrarte en el ritmo del movimiento como un todo. En el método Pila-
tes no deben realizarse movimientos de forma atropellada. Imagina que te mueves
metido en una masa de cemento húmedo. El cemento evita que te muevas con rapi-
dez. Como no puedes levantar las extremidades, debes concentrarte en cómo tu cuer-
po va del punto A al punto B. Siente cómo el movimiento dentro del cemento crea
ANTES DE EMPEZAR 43
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aunque quiero que te comprometas con esta gimnasia. ¿Cuántas ganas tienes de
practicarla? Cuanto mayor sea tu deseo de hacerlo, más intensa y profunda será la ex-
periencia.
¡Hagámoslo ya!
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Ejercicios
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de suelo
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Pilates para un
cuerpo saludable
MARI WINSOR
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Esta sección presenta lo que Joseph Pilates calificó como Ejercicios de suelo.
Contenidos
Cien • 51
Flexión hacia delante • 53
Círculos con una pierna • 55
Rodar como una pelota • 56
Flexión hacia atrás ••• 57
Estiramiento de una sola pierna• 59
Estiramiento de ambas piernas• 61
Abdominal con una pierna extendida• 62
Abdominal con ambas piernas extendidas• 63
Flexiones cruzadas••• 64
Estiramiento hacia delante de la columna• 65
Tirabuzón•• 67
Serrucho• 69
Balanceo con las piernas abiertas•• 70
Rotación de cuello• 72
Patada con una sola pierna• 73
Patada con ambas piernas•• 74
Nadar•• 75
Pedacito de cielo• 76
Estiramiento de cuello•• 77
Giro lateral de columna••• 79
Navaja••• 81
Series de patadas laterales•• 83
– Bicicleta hacia delante y hacia atrás
– Levantamientos de pierna
– Circulos pequeños con las piernas
– Circulos grandes
– Media tijera
– Círculos con la cara interna del muslo
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Cien •
P reparación
Túmbate boca arriba.
Nota cómo la espalda está totalmente
pegada al suelo.
Sentirás una sensación cálida en torno a
la zona.
Coloca los brazos pegados a ambos
lados del cuerpo y las palmas de las
manos sobre la colchoneta.
Disposición
Lleva las rodillas al pecho y estira las
piernas hacia arriba, formando un
ángulo de 90º con respecto al suelo.
Utiliza el centro energético para llevar la
barbilla hacia el pecho; continúa con
este movimiento al tiempo que te vas
doblando hacia arriba.
No levantes la parte superior del cuerpo por encima de la base de los omóplatos.
Continúa presionando la región lumbar contra la colchoneta y mantén este punto de
apoyo para la columna.
Acción
Contrae el centro energético
impulsándolo hacia la región lumbar.
Inspira lentamente por la nariz en
5 tiempos, mientras subes y bajas
los brazos.
Debes mantener los brazos rígidos.
Imagina que son martillos que golpean
vigorosamente un clavo.
Espira lentamente por la nariz en
5 tiempos y continúa subiendo y
bajando los brazos.
Contrae el centro energético.
Mantén los brazos estirados.
En este movimiento sólo deben
participar los brazos y los hombros.
P reparación
Túmbate boca arriba.
Siente que la espalda está en contacto
con el suelo y relajada.
Mantén las piernas juntas y pegadas a la
colchoneta.
Estira los brazos por detrás de la cabeza,
separados a una distancia no superior a
la anchura de los hombros, con las
palmas de las manos hacia arriba.
Deja un espacio entre los hombros y las orejas.
Relaja los hombros.
Inicia el movimiento del centro energético contrayendo el vientre hacia la columna.
Nota cómo se estira la cintura.
Acción
Mientras inspiras, levanta los brazos
hacia el techo y utiliza el centro
energético para llevar la barbilla hacia
el pecho.
Estírate hacia arriba siguiendo la
dirección de las manos.
Con este ejercicio sueltas las caderas y estiras los tendones de la corva. A pesar del
nombre del ejercicio, quiero que intentes trazar una elipse con la pierna, como una
especie de balón de fútbol americano. Realiza el movimiento con suavidad. Utiliza el
centro energético como punto de apoyo de este movimiento; aprieta ligeramente los
glúteos para favorecer la sujeción del cuerpo y mantén las caderas sobre la colchoneta.
P reparación
Túmbate boca arriba.
Coloca las manos relajadas a ambos lados
del cuerpo.
En este ejercicio, utilizas una pierna para
describir una elipse en el aire.
Acción
Abraza la rodilla derecha contra el pecho.
Mantén la pierna alineada con la cadera.
Relaja la pierna derecha estirándola hacia
arriba.
Estírala hasta donde puedas y sin esforzarte
hasta formar un ángulo recto con el cuerpo,
como si se tratara de un limpiaparabrisas, y
mantén las caderas «inmóviles».
Una vez que hayas cruzado la pierna hacia el
otro lado, muévela hacia abajo unos 15 cm
en dirección a la pierna izquierda —como si fuera una hoz— y vuelve a levantarla
hacia el techo.
Realiza el movimiento dentro de los límites del marco corporal.
Restringe el movimiento de la pierna a la anchura de los hombros mientras completas
el «círculo» y vuelve al centro.
Repite este movimiento 5 veces. A continuación, invierte la dirección del movimiento
de la pierna. Mueve la pierna hacia abajo describiendo un círculo y vuelve a levantarla.
Repite este movimiento 5 veces.
Espira lentamente.
Cambia de pierna.
Lleva la rodilla izquierda hacia el pecho.
Extiende hacia delante la pierna derecha y repite el ejercicio.
Este ejercicio es como un breve masaje para la espalda. El objetivo de este movimiento es que los pies no
toquen el suelo. Llegarás a alcanzar un punto de equilibrio justo sobre los huesos de la cadera.
Conseguir este equilibrio requiere el control del centro energético. No te impulses con el cuerpo para
reincorporarte. Utiliza el centro energético.
P reparación
Siéntate y dobla las rodillas al tiempo
que impulsas los glúteos hacia los
talones.
Rodea los tobillos con las manos y curva
la columna lentamente.
Lleva la barbilla hacia el pecho.
Mantén esta posición contrayendo el
centro energético hacia la columna y curvando aún más la columna para adoptar una
posición en forma de pelota.
Forma la letra «C» con la columna.
Arquea los pies.
Si no puedes evitarlo, toca la colchoneta sólo con los dedos de los pies.
Mantén esta posición al tiempo que...
Acción
Inspira lentamente; siente el centro
energético.
Inicia el movimiento de rodar hacia
atrás encogiendo el vientre hacia la
columna.
Espira lentamente.
Utiliza el ritmo de la respiración y el
centro energético para reincorporarte.
Mantén la posición de pelota.
Repítelo 6 veces.
Cuando realizo este ejercicio intento visualizar la espalda como si fuera una cáscara
que cae y que después regresa a su sitio. No debes levantar las piernas por encima de
la cabeza. Este ejercicio consiste en un movimiento muy controlado. Si te mueves
lentamente controlando el movimiento y sientes dolor, detente de inmediato. Si te
duele el cuello, no debes realizar este ejercicio. Si tienes los hombros muy tensos, este
ejercicio puede resultar bastante beneficioso. Lo más importante es tener en mente lo
siguiente: no tienes que llegar con las piernas hasta el suelo. Dóblalas únicamente
hasta donde te permita el estiramiento del cuello.
P reparación
Túmbate boca arriba.
Contrae el centro energético hacia la
columna para estirar la zona lumbar.
Coloca los brazos estirados a ambos
lados del cuerpo, con las palmas de las
manos sobre la colchoneta.
Mantén las piernas juntas y el cuello
estirado.
Acción
Lleva lentamente las rodillas hacia el
pecho estirando la región lumbar.
Levanta las piernas rectas hacia arriba.
Utiliza el centro energético y aprieta los
glúteos para controlar el movimiento.
Dirige las piernas hacia la cabeza;
mantén las piernas juntas e inspira.
Una vez que los pies estén situados
detrás de la cabeza, separa las piernas a
una distancia equivalente a la anchura
de los hombros.
Cuando los dedos de los pies toquen la colchoneta, junta las piernas.
Mantén las piernas muy juntas y sigue controlando el movimiento con el centro
energético.
Impúlsate hacia abajo, apoyándote sobre los dedos de los pies, y baja los hombros.
Cúrvate hacia abajo, vértebra a vértebra, hasta que las piernas formen un ángulo de
45º con el suelo.
Abre las piernas, separándolas a una distancia equivalente a la anchura de los
hombros.
Repítelo dos veces más.
Estiramiento •
de una sola pierna
Este ejercicio está diseñando para ejercitar la coordinación, relajar los flexores de las
caderas y acompasar la respiración con el movimiento. Al concentrarte en el centro
energético cuando inicies este movimiento, empezarás a sentir el estiramiento de los
músculos abdominales. Mantén los hombros rectos. Las únicas partes del cuerpo
que deben moverse son los brazos y las piernas.
P reparación
Túmbate boca arriba.
Estira las piernas desde de las caderas y
relájalas sobre la colchoneta.
Sitúa los brazos a ambos lados del
cuerpo, con las palmas de las manos
sobre la colchoneta.
Acción
Inspira lentamente.
Levanta la barbilla en dirección al
pecho.
Utiliza el centro energético para separar
la cabeza y los hombros de la
colchoneta.
Al mismo tiempo, lleva la rodilla
izquierda hacia el pecho y pon la mano derecha sobre el tobillo derecho a la vez
que colocas la mano izquierda sobre la cara interna de la rodilla derecha.
Relaja los hombros y separa los codos del cuerpo.
Relaja el tobillo.
Tira dos veces de la rodilla doblada al tiempo que vas espirando.
Estiramiento •
de ambas piernas
Vas a plegar y a desplegar el cuerpo. El centro energético se contrae y el cuerpo se
pliega. Imagina un cometa que choca contra la Tierra: el agujero que su impacto ha
dejado en la superficie lo absorbe todo. Esto es lo que hace tu cuerpo. El cometa choca
contra el centro energético, y éste se pliega.
P reparación
Junta las piernas.
Lleva ambas rodillas hacia el pecho.
Abraza las piernas con suavidad, colocando las manos sobre los tobillos.
Utiliza el centro energético para llevar la barbilla hacia el pecho.
Espira lentamente en tres tiempos y contrae aún más el centro energético,
encogiendo el vientre hacia la columna.
Acción
Mientras inspiras extiende las piernas
hacia delante y levántalas hacia el techo.
Levanta los brazos, estirados y alargados,
hasta que estén a la altura de las orejas.
Separa los hombros de la colchoneta.
La zona lumbar debe permanecer pegada
al suelo.
Dirige la barbilla hacia el pecho.
Mientras espiras, mueve los brazos en
círculos manteniéndolos a los lados.
Usando el centro energético, dobla las
piernas lentamente dirigiéndolas hacia el
abdomen y abraza las rodillas.
Aguanta en esa posición.
Usando el centro energético, extiende las piernas hacia delante alejándolas del torso
y vuelve a doblarlas. Estírate. Pliégate. Abraza las piernas.
Repítelo entre 6 y 10 veces.
• Abdominal con
una pierna extendida
Este ejercicio está diseñado para incrementar la flexibilidad de las piernas,
especialmente de los isquiotibiales, y para fortalecer los músculos abdominales.
Los efectos de este ejercicio serán más evidentes cuanto más rectas estén las
piernas.
P reparación
En la misma posición de partida del ejercicio anterior, extiende la pierna derecha
hacia arriba hasta que quede en posición perpendicular a la colchoneta.
Extiende la pierna izquierda hacia delante, como una flecha disparada desde la base
de las caderas, hasta separarla entre 5 y 7 cm de la colchoneta.
Acción
Inspira mientras levantas los brazos; si
puedes, rodea el tobillo con las manos.
Si no llegas al tobillo, coloca las manos
en torno a la pantorrilla o detrás de la
rodilla.
Dirige la cabeza hacia el pecho,
levantando los hombros de la colchoneta.
Mantén los hombros bajos.
Espira mientras estiras aún más la pierna
derecha, empujándola hacia ti y
haciéndola rebotar dos veces.
Contrae el centro energético al tiempo
que cambias de pierna, imitando el
movimiento de unas tijeras y dirigiendo la pierna izquierda hacia el cuerpo.
Intenta que el torso permanezca totalmente inmóvil.
Espira mientras realizas dos rebotes con la pierna izquierda.
Imprime algo de ritmo al movimiento.
Hazlo de forma vigorosa. Mantén el torso inmóvil.
Inspira cada 2 series y espira cada 2 series.
Repítelo 10 veces como mínimo.
P reparación
Después de completar el ejercicio de
abdominal con una pierna extendida,
pon las manos detrás de la cabeza.
NO ENTRELACES LAS MANOS. Puedes
poner una sobre la otra o juntarlas
tocándote las puntas de los dedos.
Reposa la cabeza sobre las manos.
Utiliza el centro energético para llevar la
barbilla hacia el pecho, de este modo
los hombros se levantarán de la colchoneta.
Mantén ambas piernas rectas, perpendiculares a la colchoneta.
La región lumbar debe hacer presión contra la colchoneta.
Acción
Inspira mientras juntas las piernas y
luego bájalas lentamente.
Baja las piernas hasta donde puedas,
sin despegar la zona lumbar de la
colchoneta.
Bájalas en dos tiempos y súbelas en un
tiempo.
Controla el movimiento, contrayendo la musculatura abdominal hacia la parte
inferior de la columna mientras vuelves a subir las piernas.
Repítelo 10 veces.
• • • Flexiones cruzadas
Las flexiones cruzadas son idóneas para los abdominales. Podrás empezar a sentir
cómo se ejercitan estos músculos, sobre todo si comienzas a hacerlo con mucha
lentitud. Al doblar una pierna, el lado contrario retrocede en un estiramiento. Este
movimiento contrapuesto ejercita los músculos abdominales de forma diagonal.
P reparación
En la misma posición del ejercicio de
abdominal con ambas piernas
extendidas, dobla las rodillas
dirigiéndolas hacia el pecho. Extiende la
pierna izquierda hacia el techo y
asegúrate de que la zona lumbar ejerce presión sobre la colchoneta.
Deja los tobillos relajados, pero no laxos.
Mantén la cabeza y los hombros sobre la colchoneta.
Coloca las manos una sobre otra detrás de la cabeza.
Separa los codos del cuerpo y extiéndelos hacia los lados, a la altura las orejas.
Acción
Empieza moviéndote con lentitud.
Inspira durante dos segundos, al tiempo que doblas la pierna derecha, dirigiéndola
hacia el centro de la clavícula derecha.
Extiende la pierna izquierda hacia delante desde la cadera, formando un ángulo de
45º con la colchoneta.
Utiliza el centro energético, impulsándote desde la cintura para girar el torso hacia la
derecha.
El torso debe moverse como una unidad.
Mira hacia el codo derecho mientras lo levantas por encima de la oreja. La cara
interna del codo izquierdo se dirije hacia la rodilla derecha.
–Mantén 2 tiempos
–Cambia de pierna
–Repetir 3 veces más.
Doblar el tiempo en las próximas 4 repeticiones. La zona lumbar estará en contacto
co el suelo, así como los glúteos y que no se levanten las caderas.
P reparación
Siéntate erguido.
Separa las piernas a una distancia
equivalente a la anchura de los hombros.
Extiende los brazos hacia delante como
si fueras sonámbulo.
Utiliza el centro energético para estirar la columna y levantar el pecho.
Acción
Mientras inspiras, contrae el centro
energético hacia la columna.
Cúrvate hacia abajo empezando por la
cabeza.
Continúa la contracción hasta que
formes una «C» con la columna.
Mantén esta curvatura tipo «C» y muévete como si estuvieras rodando sobre una
pelota de playa.
Espira.
Inspira.
Vuelve vértebra a vértebra hacia atrás.
Espira.
Repítelo 3 veces.*
*Tras completar el ejercicio, puedes estirar la espalda cogiéndote los pies con las
manos.
Tirabuzón • •
P reparación
Colocado en la posición para el ejercicio
de estiramiento hacia delante de la
columna, déjate caer rodando hacia
atrás sobre la colchoneta, vértebra a
vértebra, hasta quedar tumbado boca
arriba.
Coloca los brazos estirados a ambos
lados del cuerpo con las palmas de las
manos sobre la colchoneta.
Levanta las piernas hacia el techo y mantén la región lumbar presionada contra la
colchoneta.
Acción
Junta las piernas.
Impulsándote desde el centro
energético y mueve las piernas hacia la
derecha siguiendo el movimiento de las
agujas del reloj.
Describe con los pies un círculo de unos
40 cm de diámetro.
Inspira al llegar a las 12:00 y espira al
llegar a las 6:00.
A continuación, invierte la dirección del círculo.
Repítelo 3 veces.
NIVEL INTERMEDIO
En este nivel, el círculo se hace un poco
más grande.
Acción
Inspira mientras describes un círculo con
las piernas hacia la izquierda. Cuando llegues a la posición de las 9:00, la cadera
derecha se separa de la colchoneta.
Espira al tiempo que describes el círculo. Las caderas tocan la colchoneta a las 6:00.
Al llegar a la posición de las 3:00, la cadera se despega de la colchoneta. Vuelve al
centro.
Invierte la dirección del círculo.
Repítelo 3 veces.
NIVEL AVANZADO
P reparación
Túmbate boca arriba.
Coloca los brazos estirados a ambos lados
del cuerpo con las palmas de las manos
sobre la colchoneta.
Utilizando el centro energético, levanta las
piernas por encima de la cabeza hasta que
queden paralelas al suelo.
Los brazos y hombros actúan como un
trípode para balancearte.
En este momento te encuentras en la posición de las 12:00.
Junta las piernas. Relaja los hombros.
Acción
Inspira mientras diriges las piernas hacia la derecha, moviéndolas hasta donde
puedas y realizando una rotación sobre la cadera derecha (posición de las 3:00).
En la posición de las 6:00, los pies quedan separados de la colchoneta a unos
13 cm.
Espira mientras realizas una rotación sobre la cadera izquierda. Mueve las piernas
hasta donde puedas, dirigiéndolas hacia la izquierda. Mantén el control del
movimiento circular hasta regresar al centro (a la posición de las 12:00).
Inspira e invierte la dirección del círculo.
Repite cada nivel 3 veces.
Serrucho •
Este ejercicio te estirará los isquiotibiales y todo el costado de cintura para arriba.
Mantén los glúteos pegados firmemente a la colchoneta para maximizar este
estiramiento.
P reparación
Impúlsate hacia arriba desde el centro
energético y siéntate erguido.
Las piernas deben estar estiradas sobre la
colchoneta, separadas a una distancia
equivalente a la anchura de los hombros,
con las rótulas encaradas hacia el techo.
Estira los brazos hacia los lados como si
fueran dos alas; manténlos dentro del
ángulo de visión periférica.
Impulsa el centro energético hacia las
lumbares y levanta el pecho.
Acción
Espira al tiempo que pegas los glúteos al suelo y utiliza el centro energético para
girar lentamente hacia la izquierda.
Realiza el giro impulsándote desde la cintura, no desde las caderas.
Lleva el dedo meñique de la mano derecha hacia el dedo meñique del pie izquierdo.
Extiende el torso hacia delante en dirección a la pierna izquierda.
Debes dirigir la cabeza hacia la rodilla izquierda.
Relaja el cuello y mantén baja la otra cadera.
Espira lentamente e imita 3 veces el movimiento de un serrucho.
«Siérrate» el dedo meñique del pie.
Estírate hacia delante impulsándote desde la cintura.
Completa la espiración.
Inspira desde el centro energético, enderézate y regresa a la posición inicial.
Repítelo hacia el lado derecho.
• • Balanceo con
las piernas abiertas
Este ejercicio resulta excelente, sobre todo, para controlar la zona abdominal. Será
como un masaje para la columna. Esta posición requiere mantener los brazos y las
piernas rectos. No debes tener la sensación de rodar hacia atrás sobre la cabeza, sino
que debes conseguir que la cabeza toque el suelo con suavidad. Cuando llegues al
nivel intermedio, realiza únicamente la «preparación»; a medida que adquieras
experiencia, practica la «acción».
P reparación
Colocado en la posición del serrucho
dobla la rodilla derecha.
Coloca la mano derecha sobre el tobillo
derecho.
Haz lo mismo con el lado izquierdo.
Los pies deben tocarse por las puntas
de los dedos.
Coloca las manos sobre los tobillos.
Recuéstate sobre los glúteos hasta que
los pies se levanten del suelo y los
dedos apunten hacia la colchoneta.
A continuación, comprueba la
flexibilidad de las piernas sin forzarlas.
Mientras mantienes la posición del
cuerpo, contrae con firmeza el centro
energético al tiempo que estiras la pierna derecha tanto como puedas. Repite este
movimiento con la pierna izquierda.
Si te resulta cómodo, repítelo 2 veces con cada pierna.
Estira ambas piernas.
Contrae aún más el centro energético.
En este momento estás equilibrado sobre los huesos de la cadera, como si fueras un
arco.
Acción
Colocado en esta posición, lleva la
barbilla hacia el pecho y déjate caer
suavemente hacia atrás, contrayendo el
centro energético.
Evita forzar el movimiento (en ningún
caso debes llegar a apoyarte sobre la
cabeza).
Impúlsate desde el centro energético
para reincorporarte.
Baja sólo hasta una posición que te
permita reincorporarte.
Mantén los brazos y piernas rectos.
Repítelo 6 veces.
• Rotación de cuello
P reparación
Tiéndete boca arriba sobre la
colchoneta.
Date la vuelta con suavidad y colócate
boca abajo.
Acción
Coloca las manos justo debajo de los
hombros.
Pega los muslos a la colchoneta.
Eleva el torso.
Arquea la espalda tanto como puedas.
Baja los hombros.
Mantén esta posición.
P reparación
Túmbate boca a bajo y dobla los brazos.
Coloca los codos justo debajo de los
hombros y cierra las manos en un puño.
Eleva el esternón y el pecho.
Mira hacia delante.
Mantén las piernas estiradas sobre la
colchoneta.
Acción
Lleva el talón del pie derecho hacia los
glúteos, doblando la pierna.
Realiza dos rebotes.
Relaja la pierna derecha hasta volver a
la posición inicial, mientras doblas la pierna izquierda. Lleva el talón del pie
izquierdo hacia los glúteos y realiza dos rebotes.
Contrae el centro energético hacia la columna.
Aprieta los glúteos.
No muevas las caderas.
Realiza 5 series.
P reparación
Túmbate boca abajo con la cabeza
girada hacia un lado.
Coloca las piernas juntas y estiradas.
Entrelaza las manos y colócalas sobre la
zona lumbar.
Acción
Junta las piernas.
Dobla las rodillas al tiempo que llevas
los pies hacia los glúteos y realizas dos
rebotes.
Estira las piernas hacia atrás mientras
levantas los brazos sobre la región
lumbar, estirándolos en dirección a los pies.
Mantén el cuello lo más estirado que puedas mientras levantas aún más el esternón.
La coronilla continúa levantada hacia el techo.
Déjate caer lentamente sobre la colchoneta.
En este momento, la otra mejilla reposa sobre la colchoneta.
Nadar • •
P reparación
Túmbate boca abajo.
Extiende los brazos hacia delante.
Coloca las piernas juntas y estiradas,
impulsándote desde la cadera.
Acción
Levanta la cabeza, el brazo derecho y la
pierna izquierda tanto como puedas.
A continuación, cambia de brazo y de
pierna.
Deja la pierna izquierda y el brazo
derecho levantados.
Levántalos tanto como puedas y cambia
de lado.
A continuación realiza este movimiento
en dos tiempos.
Ve alternando brazos y piernas.
Realiza el movimiento de forma
controlada y equilibrada.
• Pedacito de cielo
P reparación
Estás inmóvil y tumbado boca abajo.
Acción
Utiliza las manos y los brazos para
doblar el cuerpo sobre los talones hasta
quedar arrodillado y con la espalda
curvada.
Mira hacia la colchoneta.
Extiende los brazos hacia delante.
Impulsa las caderas hacia los talones
para intensificar el estiramiento de la
zona lumbar.
Respira lenta y profundamente.
Relaja la espalda.
Estiramiento de cuello • •
P reparación
Túmbate boca arriba, relaja las costillas
y contrae el vientre dirigiéndolo hacia la
columna.
Junta las manos por las puntas de los
dedos y colócalas detrás de la cabeza.
Acción
Flexiona los pies con los dedos hacia
arriba.
Separa las piernas a una distancia
equivalente a la anchura de las caderas.
Inspira mientras levantas la cabeza y
lleva la barbilla hacia el pecho.
Continúa encorvándote, contrayendo la caja torácica, y sigue estirando las piernas.
Encórvate hasta que los codos estén apuntando hacia el suelo.
Cuando estés sentado, separa los codos hacia los lados, siente cómo te elevas y
contrae el vientre tanto como puedas.
P reparación
Las únicas partes del cuerpo que se
mueven son la cintura y el cuello.
Mientras inspiras, gira lentamente hacia
la derecha impulsándote con la cintura.
Debes centrar la atención en la mano
derecha.
Adelanta la mano izquierda.
Lo ideal es que, al completar la
rotación, ambas manos estén en línea
recta.
Realiza 3 series.
Navaja • • •
P reparación
Túmbate boca arriba.
Extiende las piernas hacia delante,
alargándote desde las caderas.
Contrae el centro energético y pega las
lumbares a la colchoneta.
Al estirar las piernas hacia abajo,
impulsándote desde las caderas y en
dirección a los dedos de los pies,
sentirás cómo la energía realiza el mismo recorrido.
Acción
Contrae el centro energético en dirección a la columna y ejerce una leve presión
sobre los brazos.
Utiliza el centro energético para levantar las piernas y colocarlas por detrás de la
cabeza (no las bajes más allá de la posición paralela al suelo).
Las únicas partes del cuerpo que deben moverse durante la realización de las series
de este ejercicio son las situadas de caderas para abajo. Debes utilizar el centro
energético para mantener el torso inmóvil. La posición del cuerpo es un elemento
clave para la realización correcta de estas series, durante las cuales estarás tumbado
de lado. Las caderas deben estar y mantenerse una encima de la otra. No deben
desplazarse con el movimiento. El torso debe permanecer recto, estirado y firme. Éste
es un ejercicio excelente para los glúteos, las caderas y los muslos. Empieza tumbado
sobre el costado derecho. Realiza toda la serie tumbado sobre el costado
derecho, luego gírate y realízalo sobre el costado izquierdo.
P reparación
Túmbate de lado.
El brazo que está sobre el suelo estíralo
desde el hombro.
Dobla el codo y levanta la cabeza
apoyándola sobre la mano.
Sitúa el otro brazo delante de ti y coloca
la mano sobre la colchoneta como
punto de apoyo.
Baja los hombros.
Estira las piernas desde las caderas.
«Monta» las caderas una sobre otra.
Contrae el centro energético, mantén la
zona lumbar estirada y el pecho
levantado.
Adelanta ambas piernas juntas entre 20 y 30 cm, para formar un ángulo con el cuerpo.
De cintura para arriba estás recto.
De caderas para abajo estás formando un ángulo.
En niveles más avanzados, coloca ambas manos detrás de la cabeza.
Acción
Levanta la pierna de arriba hasta
alinearla con la cadera.
Mantén el tobillo relajado.
Adelanta esta pierna tanto como
puedas y haz dos rebotes.
Piensa en que la pierna se estira como
una flecha disparada desde la base de la
cadera.
Mantén el torso inmóvil y baja la pierna
de arriba, adelanta la pierna de abajo y
realiza dos rebotes hacia atrás con la
otra pierna; 1, 2.
El centro energético mueve la pierna.
Repítelo 10 veces.
Bicicleta hacia
delante y hacia atrás
P reparación
Quédate tumbado de lado con la cabeza
levantada y apoyada sobre la mano.
Adelanta la pierna de arriba sin doblarla
hasta que el pie quede en posición
contigua al vientre.
Dobla la rodilla, sin mover el muslo, y
manténla nivelada con la cadera.
Acción
Lleva el talón hacia los glúteos, traslada
esa postura hacia atrás y luego estira la
pierna hacia atrás.
Lleva la pierna estirada hacia delante.
Repítelo 3 veces.
Levantamientos de pierna
P reparación
Quédate tumbado de lado con la cabeza levantada.
Estira las piernas y mantenlas formando un ángulo con las caderas.
Gira la pierna de arriba para que la rótula apunte hacia el techo.
Las caderas están colocadas una sobre otra.
Acción
Levanta la pierna de arriba sin doblarla.
Muévela únicamente hasta donde tu
flexibilidad te lo permita.
No fuerces ningún movimiento.
Levanta la pierna y bájala lentamente.
Intenta lograr que la cadera de arriba no
gire hacia atrás.
Mantén la cadera de arriba alineada con
la cadera de abajo.
Sube y baja la pierna lentamente.
Vuelve a subirla y a bajarla lentamente.
Se trata de un movimiento controlado.
Sube y baja la pierna lentamente.
Una vez más, el torso debe permanecer inmóvil y debes contraer el centro energético.
Deja los tobillos relajados.
Repítelo 10 veces.
Círculos pequeños
con las piernas
P reparación
Finaliza el ejercicio anterior con la
pierna estirada y bajada».
Levanta la pierna hasta nivelarla con la
cadera.
Imagina que la pierna es una flecha que
se dispara desde la cadera.
Acción
Realiza el movimiento impulsándote desde la cadera, describe con la pierna un
círculo de unos 10 cm de diámetro.
Intenta no describir el círculo
impulsando el movimiento desde la
rodilla o el tobillo.
Mantén la rodilla y el tobillo rectos.
Mantén el centro energético contraído.
Describe 10 círculos en cada dirección.
Círculos grandes
P reparación
Mantén el torso inmóvil y adelanta la
pierna de arriba.
Acción
Describe un gran círculo con la punta de
los dedos de los pies.
Aísla por completo la pierna de arriba.
Debes impulsar desde la cadera la
pierna en movimiento, utilizando el
centro energético.
Mantén las caderas y la pierna de abajo
inmóviles.
Contrae el centro energético.
No dejes que el torso se contonee hacia
atrás ni hacia delante.
Si realizas este ejercicio en un nivel más
avanzado, puedes poner la mano que
está en el suelo detrás de la oreja del lado contrario.
Utiliza el centro energético para controlar el movimiento.
Invierte la postura y repite el ejercicio 5 veces.
Media tijera
P reparación
Baja la pierna de arriba.
Acción
Levanta la pierna de arriba y adelántala
separándola a unos 15 cm de distancia
de la pierna de abajo, golpea el suelo
dos veces con el dedo gordo del pie.
Describe un arco semicircular y lleva la
pierna hacia atrás separándola a unos
15 cm de distancia de la pierna de abajo.
Golpea el suelo dos veces con el dedo
gordo del pie.
Acabas de completar una repetición.
No olvides la respiración.
Realiza 10 repeticiones.
P reparación
Colocado en la posición de la media
tijera, dobla la pierna de arriba y coloca
el pie plano sobre la colchoneta, por
delante de la rodilla estirada.
Acción
Levanta la pierna de abajo a 5 cm de la colchoneta y describe un círculo del tamaño
de unos 15 cm de diámetro con la cara interior del muslo.
Completa cinco círculos en el sentido de las agujas del reloj y cinco círculos
en el sentido contrario.
P reparación
Ambas piernas están de lado.
Júntalas.
Levanta ambas piernas utilizando el
centro energético a 20 o 25 cm del suelo
o hasta donde te resulte cómodo.
Acción
Deja caer la pierna de abajo sobre la
colchoneta.
Vuélvela a subir hasta que toque la
pierna de arriba.
Intensifica el movimiento de elevación.
El movimiento debe ser vigoroso.
Repítelo 10 veces sin relajar la pierna de
abajo.
Tijeras
P reparación
Debes seguir tumbado de lado con la
cabeza apoyada sobre la mano.
Levanta ambas piernas a unos
15 centímetros de la colchoneta o hasta
donde te resulte cómodo.
No dejes que las caderas giren hacia
atrás; coloca las piernas una encima
de otra.
Acción
Mueve una pierna hacia delante
mientras desplazas la otra hacia atrás.
A continuación cambia de pierna.
Imagina que las piernas son un par
de tijeras.
El movimiento es fluido y equilibrado,
y procede del centro energético.
Imprime ritmo al movimiento y amplía
la abertura de las piernas.
Deja algo de espacio entre los tobillos.
Debes impulsar el centro energético hacia la columna.
Repítelo 10 veces.
«V» n º 1 • •
P reparación
Túmbate boca arriba, mantén la
columna estirada sobre el suelo y
encoge el vientre en dirección a la
columna.
Relaja los hombros y mantén los brazos
colocados a ambos lados del cuerpo
con las palmas de las manos sobre la
colchoneta.
Lleva los brazos estirados por detrás de la cabeza.
Acción
Levanta las piernas hasta formar un
ángulo de 45º con la colchoneta.
Mientras inspiras, levanta los brazos
hacia el techo.
Mientras colocas los brazos
perpendiculares al techo, utiliza el
centro energético para separar la cabeza
y los hombros de la colchoneta.
Baja los hombros.
Incorpórate hasta quedar nivelado sobre los huesos de la cadera para adoptar la
forma de una «V».
«V» n º 2 • • •
P reparación
Túmbate boca arriba y mantén las piernas en un ángulo de 45º con la colchoneta.
Estira los brazos y levántalos por encima de los hombros con las palmas de las
manos mirando al suelo.
Baja los hombros.
Acción
Inspira sin arquear la región lumbar.
Extiende lentamente los brazos hacia
los pies hasta alcanzar un punto de
equilibrio, apoyándote sobre los huesos
de la cadera. Los brazos y las piernas
están estirados y alineados en paralelo.
Impulsa el centro energético hacia la
región lumbar.
Baja las piernas y vuélvelas a subir 3 veces.
«V» n º 3 • • •
P reparación
Túmbate boca arriba.
Mantén las piernas estiradas sobre la
colchoneta.
Extiende los brazos hacia atrás justo por
encima de los hombros, dejándolos
estirados sobre la colchoneta.
Mediante la conexión del centro
energético, siente cómo te recorre la
energía desde la punta de los dedos de
las manos hasta la punta de los dedos de los pies.
Acción
Inspira al tiempo que juntas las piernas;
extiende los brazos hacia delante y
levanta las piernas al mismo tiempo,
impulsándote desde el centro
energético hasta encontrar un punto de
equilibrio, y apóyate sobre los huesos
de la cadera.
En este momento estás en la posición
de «V», con los brazos y las piernas
estirados por encima de las orejas y en
líneas paralelas.
P reparación
Túmbate boca arriba con los brazos
extendidos hacia atrás.
Contrae el centro energético hacia la
parte inferior de la columna.
En este momento, la columna está
estirada y los hombros y el cuello
relajados. El pecho está levantado.
Dobla la pierna derecha, dirigiendo el pie hacia los glúteos, con la rótula apuntando
al techo y dejando el pie plano sobre la colchoneta.
Acción
Estira bien la pierna izquierda hacia
arriba, impulsándote desde la base de la
cadera, y levántala hasta que forme un
ángulo de 45º y la rodillas se toquen.
Inspira al tiempo que llevas los brazos
rectos hacia atrás, sin levantar los
hombros.
Levanta los brazos y estíralos hasta que
estén paralelos al muslo derecho.
Encoge el centro energético y elévate hasta adoptar la posición de «V», como en el
resto de niveles de este ejercicio.
Levanta los brazos hasta la altura de las orejas, contrae el vientre hacia la parte
inferior de la columna, y espira mientras impulsas la pelvis hacia abajo y te tumbas
lentamente, manteniendo los brazos a la altura de las orejas tanto tiempo como
puedas.
Reincorpórate.
Cuando adoptes la posición de «V», gira
el cuerpo hacia la rodilla doblada,
vuelve a girarlo hacia el centro, extiende
los brazos hacia arriba, y túmbate
lentamente. Entonces habrás
completado una serie.
Este ejercicio es como un tirabuzón. Cuanto más avanzado sea tu nivel, mayor será
el círculo descrito. En un nivel muy avanzado moverás las piernas por encima de las
orejas al describir el círculo. Insisto, no importa lo alto ni lo lejos que llegues, sólo te
estás ejercitando para controlar el movimiento con el centro energético. No te
recomiendo este ejercicio si tienes problemas de espalda.
Transición
Después de realizar el último nivel de la
serie anterior de ejercicios, vuelve una
vez más a la posición inicial.
Lleva los brazos hacia atrás realizando
una rotación y pon las palmas de las
manos sobre la colchoneta, con los
dedos colocados en oposición al
cuerpo.
P reparación
Con el torso formando un ángulo de 45º, levanta las piernas hasta donde te resulte
cómodo.
Contrae las costillas y encoge el centro energético.
Junta las piernas y aprieta los glúteos contra el suelo.
Acción
Inspira mientras diriges las piernas
hacia la izquierda.
Espira al tiempo que describes un
círculo con las piernas. Dirígelas hacia
la colchoneta y luego vuélvelas a subir
hasta que estén en la posición inicial
(en el centro).
Can-can • • •
Este ejercicio constituye un gran descanso para la espalda después de realizar los
círculos de cadera. Resulta excelente para adelgazar y definir la línea de la cintura.
También es muy beneficioso para el estiramiento de los muslos y los isquiotibiales, y
para la relajación y estiramiento de los músculos lumbares.
P reparación
Después de realizar los círculos de
cadera, permanece apoyado sobre las
manos, con el torso inclinado en un
ángulo de 45º.
Estira las piernas, extiéndelas
impulsándote desde las caderas y dobla
las rodillas dirigiéndolas hacia el
cuerpo.
Coloca los dedos de los pies sobre el
suelo y dobla las rodillas tanto como
puedas.
No dejes que las piernas ni los tobillos
se separen.
Acción
Deja caer las piernas hacia el lado
derecho para quedar apoyado sobre la
cadera de este mismo lado.
Vuelve a llevar las piernas hacia el centro
y déjalas caer hacia el lado izquierdo.
Repite este movimiento hacia la
derecha, pasando por el centro.
Mantén los muslos inmóviles y contrae
el centro energético para estirar las
piernas.
Vuelve a doblar las rodillas sin mover los
muslos.
Esto es una «serie».
Transición
Colocado en la posición del can-can,
arrodíllate, apoyándote primero sobre la
rodilla derecha y luego sobre la izquierda.
Una vez de rodillas, incorpórate para
equilibrarte.
Adelanta ligeramente la pelvis.
Estira la zona lumbar.
Efectúa suaves estiramientos laterales
antes de empezar.
Erguido y apoyado sobre las rodillas, deja
caer la mano derecha sobre la colchoneta y
nota cómo se estiran las costillas del costado izquierdo.
Vuelve al centro.
Deja caer la mano izquierda sobre la colchoneta y nota cómo se estiran las costillas
del costado derecho.
P reparación
Recuéstate hacia la derecha.
Evita caer, apoyándote sobre la mano
derecha.
En este momento, dicha mano está justo
por debajo del hombro.
La cadera derecha está justo por encima
de la rodilla.
Extiende la pierna izquierda hacia el lado
hasta que quede paralela a la colchoneta.
Coloca la mano izquierda detrás de la cabeza y levanta el codo hasta que forme una
línea recta con el brazo derecho.
Acción
Inspira al juntar los glúteos y contrae la musculatura
del centro energético.
Espira y mueve la pierna lentamente hacia delante.
Mantén nivelada la pierna, como si se moviera dentro
de un túnel, hasta que esté delante de la cadera,
ladeada hacia la derecha con respecto a la posición
del cuerpo.
Inspira mientras llevas la pierna hacia atrás; no
demasiado, si tienes la espalda agarrotada.
Manténla nivelada.
Inténtalo lentamente 2 veces más.
A continuación, mueve la pierna hacia delante y hacia atrás.
Mantén un control constante sobre el movimiento y la pierna nivelada.
Repítelo 5 veces.
Vuelve al centro y repítelo apoyado sobre la otra mano.
Sirena • • •
Este ejercicio está pensado para expandir la caja torácica y estirar la cintura.
Transición
Colocado en la posición para el ejercicio de patada
lateral de rodillas, sitúa la cadera derecha sobre la
colchoneta hasta quedar sentado sobre ella, con
las rodillas dobladas y encaradas al frente (con la
rodilla izquierda sobre la derecha y el pie izquierdo
sobre el derecho).
P reparación
Aguanta el tobillo izquierdo con la mano
izquierda para mantener el equilibrio.
Extiende el brazo derecho hacia arriba justo por
encima del hombro.
La cadera y la mano derechas deben formar una
línea recta.
Contrae el centro energético y continúa estirando
todo el costado derecho.
Acción
Inclina el brazo izquierdo por encima de
la cabeza y deja caer ésta hacia el lado
derecho.
Siente cómo se estiran las costillas del
costado izquierdo.
Extiende el brazo izquierdo hacia arriba.
Impulsa hacia abajo los músculos
dorsales. El cuello debe estar estirado.
Baja la mano izquierda hacia la
colchoneta, con las puntas de los dedos en oposición al cuerpo.
Contrae el centro energético hacia la columna.
Estírate.
Recuéstate hacia la derecha y dobla el brazo.
Estírate hacia el lado derecho tanto como puedas y sin levantar el cuerpo de la
colchoneta.
Incorpórate, apoyándote sobre el antebrazo, y utiliza el centro energético para volver
hacia el centro. Estira el torso hacia la izquierda.
Reincorpórate sobre las rodillas y siéntate sobre la cadera izquierda.
Repítelo apoyado sobre el otro lado.
Repite el ejercicio 2 veces más.
Tijeras • • •
Con este ejercicio moverás las piernas en oposición. Ambas extremidades deben
actuar como contrapesos entre ellas. No importa hasta dónde puedas moverlas.
Estás ejercitando el equilibrio y el control del movimiento. Cuanto más avanzado sea
tu nivel, mayor será la amplitud del movimiento. Insisto, no recomiendo este ejercicio
a las personas con problemas de espalda.
P reparación
Túmbate boca arriba con el cuello
estirado.
Baja los hombros.
Debes extender las piernas hacia
delante impulsándolas desde las
caderas.
Sitúa los brazos a ambos lados del
cuerpo, con las palmas de las manos sobre la colchoneta.
Acción
Levanta ambas piernas por encima de la
cabeza y colócalas paralelas al suelo.
Sitúa las manos debajo de las caderas,
con los codos apoyados sobre la
colchoneta.
Separa las piernas como si fueran un par
de tijeras.
Realiza el movimiento dentro del marco de la anchura de las caderas.
El movimiento de una pierna actúa como contrapeso de la otra.
Dirige una pierna hacia la cara al tiempo que diriges la otra hacia el suelo.
Mantén el equilibrio con la pierna que está estirada hacia delante.
El control proviene del centro energético.
Mueve las piernas tanto como tu flexibilidad te lo permita.
Imprime un ritmo enérgico para cambiar de pierna.
Repítelo 4 veces.
• • • Bicicleta
Acción
Colocado en la posición para el ejercicio de
tijeras, utiliza el centro energético para
llevar las rodillas hacia el pecho.
Dirige las piernas hacia atrás hasta alcanzar
el punto de unión entre el techo y la pared.
En esta posición, estira la pierna izquierda
hacia el suelo acercándola a él tanto como
puedas, dobla la rodilla y vuelve a llevar la
pierna hacia arriba con un movimiento de
bicicleta.
Haz girar las ruedas de la bicicleta 4 veces
hacia un lado y 4 veces hacia el otro.
Relaja la espalda sobre la colchoneta y
respira hondo un par de veces.
P reparación
Túmbate boca arriba.
Dobla las rodillas.
Debes colocar los pies planos sobre la
colchoneta justo por debajo de las
rodillas.
Debes separar las rodillas a una
distancia equivalente a la anchura de las
caderas.
Nota la columna apoyada sobre la colchoneta.
Debes mantener las costillas relajadas y el cuello estirado.
Impulsa los hombros hacia abajo.
En este momento, el peso del cuerpo recae sobre los codos y los hombros.
Para ejercer cierto estiramiento en la zona de la cadera, contrae el centro energético a
medida que encoges tanto la pelvis como los glúteos.
Acción
Impulsa la pelvis hacia arriba y levanta
el cuerpo vértebra a vértebra.
Continúa arqueándote sólo mientras
que los omóplatos toquen la
colchoneta.
Dobla los brazos y pon las manos
debajo de las caderas, con los dedos
hacia arriba y los codos ligeramente
abiertos, separados del torso.
Las rodillas deben estar casi niveladas con las caderas.
Contrae las costillas tanto como puedas y mantén el cuello estirado.
Extiende hacia delante la pierna izquierda, sin modificar la postura de la cadera.
Baja el pie hacia la colchoneta, doblando la rodilla, y utilízalo como un pincel para
«pintar» el suelo.
Dobla la rodilla dirigiéndola hacia ti y, luego, estira la pierna hacia arriba hasta que
quede apuntando al techo.
Lleva la pierna hacia abajo, al tiempo que «pintas» el techo y la pared con el pie.
Cuando hayas acabado, apoya la planta del pie sobre la colchoneta, luego baja
lentamente los brazos y contrae la caja torácica. Túmbate vértebra a vértebra,
«desencorvando» la pelvis por las cuatro últimas vértebras hasta que la espalda
quede totalmente apoyada sobre la colchoneta.
P reparación
Adopta la posición para realizar una
flexión. Separa los pies a una distancia
equivalente a la anchura de las caderas
y sitúa los talones justo encima de los
dedos de los pies.
Coloca las manos por debajo de los hombros.
Estira los dedos de las manos hacia delante.
El cuerpo debe quedar plano como una tabla.
Mira hacia abajo, mantén el cuello estirado.
Contrae con intensidad el centro energético hacia la columna.
Aprieta con fuerza los glúteos.
Acción
Impulsa el talón hacia atrás mientras
levantas la pierna izquierda hasta donde
puedas con comodidad.
Retrocede sobre la parte anterior de la
planta del pie, con el talón situado
sobre los dedos de los pies, mientras bajas la pierna izquierda.
Mantén el torso inmóvil y los glúteos apretados.
Repítelo levantando la pierna derecha.
Realiza 3 series.
Éste es un ejercicio excelente para trabajar los músculos abdominales y los tríceps.
No debes dejar que la pelvis se hunda al levantar la pierna, ni tampoco que las
caderas se muevan. Puedes mantener las caderas rectas encogiendo el centro
energético y apretando con fuerza los glúteos.
Transición
Describe un círculo con el brazo izquierdo
al tiempo que levantas el cuerpo.
En este momento, los glúteos están
encarados hacia delante.
P reparación
Sitúa ambas manos por debajo de los
hombros, con los dedos estirados hacia
delante.
Contrae los glúteos en dirección al centro
energético y levántalos tanto como puedas.
Contrae aún más el centro energético y
mantén el cuerpo plano. En este momento
estás en la postura opuesta a la que
adoptarías para realizar una flexión.
Junta la piernas y descansa apoyándote sobre los talones.
Acción
Inspira y levanta la pierna derecha, dirigiéndola hacia el cuerpo.
No tienes que levantarla demasiado.
Este ejercicio se realiza únicamente para ejercer control y fuerza.
Impulsa los hombros hacia abajo.
Debes mantener el cuello estirado y relajado.
Espira al bajar la pierna.
Levanta la pelvis aún más mientras desciendes la pierna.
Continúa respirando rítmicamente mientras subes y bajas la pierna.
Repítelo 3 veces con cada pierna.
Bumerán • • •
P reparación
Siéntate con la espalda erguida, manteniendo
el equilibrio sobre los huesos de la cadera.
Extiende las piernas hacia delante desde la
base de las caderas.
Cruza el tobillo derecho por encima del
izquierdo.
Baja los brazos, coloca las palmas de las
manos planas sobre la colchoneta.
Impulsa hacia abajo los hombros y relaja las
costillas, manteniendo el torso erguido.
Acción
Inspira al tiempo que contraes el centro
energético hacia la columna vertebral, con el
fin de formar una bonita curva en forma de «C»
con la espalda.
Al tumbarte hacia atrás, levanta las piernas de
la colchoneta.
Al levantar las piernas por encima de la cabeza,
cambia la posición de los tobillos (el tobillo izquierdo sobre el tobillo derecho).
Dóblate hacia atrás lentamente, vértebra a vértebra.
Repítelo 3 veces.
Foca • •
P reparación
Empieza este ejercicio sentado con la
espalda erguida y con las piernas
dobladas, separadas y relajadas.
Junta las plantas de los pies.
Sitúa las manos debajo de los tobillos.
Coloca los codos en la cara interna de las
rodillas, formando con la espalda una
curvatura en forma de «C».
Acción
Inspira al tiempo que contraes el centro
energético hacia la columna y te dejas
caer cuidadosamente hacia atrás.
Mantén el movimiento mientras caes
sobre la parte superior de los hombros,
golpea los talones 3 veces entre sí.
Al espirar, utiliza el centro energético
para impulsarte hacia delante.
(No dejes que los pies toquen la
colchoneta.)
Déjate caer sobre los huesos de la cadera
y golpea los talones 3 veces entre sí.
Repítelo 6 veces.
• • • Flexiones
P reparación
Colócate de pie en un extremo de la colchoneta.
Acción
Deja caer la cabeza lentamente y permite que su
peso empuje el cuerpo hacia abajo, curvándote
vértebra a vértebra y manteniendo la caja torácica
encogida.
Si puedes tocarte los dedos de los pies, fantástico.
Si no, no pasa nada.
Repítelo 3 veces.
• Ejercicio completo
para los glúteos
Éste no es un ejercicio de Pilates, sino mío. A mis clientes les encanta realizarlo para
ejercitar los glúteos.
P reparación
Túmbate boca arriba con las plantas de
los pies pegadas a la pared.
Las piernas deben formar un ángulo de
45º.
Ponte una pelota entre las rodillas y
presiónala.
Presiona durante 10 tiempos.
Vuelve a presionar.
Aprieta los glúteos.
Vuelve a la posición inicial.
Impúlsate con rapidez hacia delante.
En este momento, las piernas están
pegadas a la pared en ángulo recto.
Acción
Aprieta los glúteos y eleva las caderas.
La pelvis actuará como una cuchara para
servir helado.
Contrae el vientre y curva la pelvis.
Levanta la pelvis hacia el techo.
Levántala tanto como puedas sin
arquear la espalda.
Déjate caer, vértebra a vértebra.
Repítelo 10 veces.
Eleva la pelvis hacia el techo y quédate
en esa posición.
Ejercicio final •
A
R
E
C
E Lesiones
R
T
E
R
T
A
y prevención
P
de lesiones
«No sólo puedo atribuir mi longevidad profesional a las cualidades
preventivas de Pilates, sino que además me permitió rehabilitarme
físicamente tras sufrir una grave lesión.»
MARI WINSOR
Esta página dejada en blanco al propósito.
tercero 15/4/03 21:05 Página 125
6
LO
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Desafiar
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A
al fracaso
C
DUSTIN HOFFMAN
JASMINE GUY
DANNY GLOVER
tercero 15/4/03 21:05 Página 126
graves para alguien que se gana la vida moviéndose. Cuando los deportistas juegan a
pesar de sus lesiones, esa decisión suele poner en peligro sus carreras. Sin embargo,
Pilates me ha permitido rendir al máximo durante una carrera muy larga y permane-
cer fuerte a medida que envejezco. Pilates me ayudó a alcanzar niveles superiores de
actuación, a enfrentarme al riguroso régimen físico de la danza, a eliminar las lesio-
nes potencialmente amenazadoras para mi carrera y a mantenerme en plena forma fí-
sica.
No sólo puedo atribuir mi longevidad profesional a las cualidades preventivas de
Pilates, sino que además me permitió rehabilitarme físicamente tras sufrir una grave
lesión. Iba de paquete en la moto de un amigo después de asistir a mi vigésima reu-
nión de antiguos alumnos del instituto, en el Michigan rural. Era más de medianoche
y los caminos estaban desiertos. No recuerdo el accidente, pero al recobrar la con-
ciencia estaba mirando a los ojos de un ciervo muerto. Después el dolor me azotó. No
podía respirar porque tenía el pulmón perforado y numerosas costillas rotas. En la
sala de emergencias me dijeron que, además de las heridas en el pulmón y en las cos-
tillas, tenía una fuerte contusión en la cabeza. Me había roto algunos dedos de la ma-
no y la clavícula. Sin embargo, lo peor de todo era que las caderas habían reventado
literalmente. Por lo visto, al caer, había aterrizado justo sobre las caderas y el hom-
bro.
Tras unos cuantos días en el hospital, los médicos me advirtieron que no podría
moverme con facilidad hasta un año después como mínimo. Los amigos que venían a
visitarme no podían creer que hubiera sobrevivido al accidente. Mi aspecto era tan
desconcertante que algunos de ellos se asustaban al verme. El dolor era horrible. Y
no me podía mover. No me podía levantar para ir al baño... ni para nada. Tras 2 sema-
nas en el hospital, los médicos me dijeron que bailar nunca volvería a resultarme fá-
cil. Yo respondí que no me conocían y que no existía forma de juzgar mi determina-
ción, e intenté demostrar con mi limitada capacidad lo luchadora que era. Su
respuesta fue un condescendiente y dubitativo: «Bueno, quizá, con el tiempo».
Cuando me recuperé de las roturas óseas empecé a practicar la tabla que encon-
trarás en este libro. La primera vez que lo intenté sufrí mucho, pero no fue por el do-
lor. Aunque el dolor era atroz, el deseo de volver a moverme me anestesiaba. Me sen-
tía descorazonada porque no podía moverme como un par de semanas atrás. Jamás
se sabe el placentero milagro que es el movimiento hasta que te ves privado de esa
habilidad. Las cosas que hacía sin esfuerzo y que consideraba normales no eran más
que un recuerdo. Reuní toda la determinación que poseía y me juré a mí misma que
no me detendría hasta que no sólo hubiera recuperado mi antigua capacidad inter-
pretativa, sino hasta haberla superado. Cada día iba un poco más lejos. Cada día me
exigía un poco más. Dos meses después volvía a bailar.
Dolor crónico
Edad
En primer lugar, vamos a desmentir un mito sobre la edad. Nunca se es demasia-
do viejo para mantenerse activo. Mi mentora tiene más de 70 años y aún practica y
enseña esta tabla.
El método Pilates no resulta agotador ni dañino para el cuerpo si se realiza correc-
tamente. En realidad, la ejecución de esta tabla de ejercicio puede compensar tanto
la atrofia muscular, como el equilibrio y tejidos con osteoporosis y algunas de las de-
bilidades físicas que se sufren al envejecer. Aparte de los beneficios físicos, esta tabla
mejorará tu circulación y te hará sentir una sensación mejorada de claridad mental.
Puesto que tendrás que concentrarte y recordar qué ejercicio es el siguiente, tal vez
descubras que Pilates contribuirá a agudizar la memoria. A medida que practiques el
método Pilates aumentarán tu fuerza y flexibilidad, y además obtendrás abundantes
beneficios psicológicos secundarios que te aportarán una sensación general de bie-
nestar. Lo más difícil del envejecimiento es que se trata a menudo del momento en
que nos cuestionamos nuestro ser. Tras un par de caídas, o unas cuantas rachas de
enfermedad, empezamos a desconfiar de nosotros mismos. Sin embargo, cada vez
que realices esta tabla, tendrás un poco más de seguridad en tu movimiento. Confia-
rás en tu equilibrio un poco más, y después te sentirás infinitamente más vigoroso.
P roblemas respiratorios
La función más básica e importante del cuerpo humano es la respiración. Y ésta
es un aspecto fundamental en el método Pilates de acondicionamiento físico. Al
Lesiones anteriores
Las lesiones físicas pueden, además, alterar seriamente nuestra forma de mover-
nos y de permanecer en una postura. Incluso antes de que los huesos se suelden y de
que las cicatrices hayan desaparecido, los efectos de estas lesiones suelen acompa-
ñarnos toda la vida. Cuando las heridas se cierran, nos queda el tejido cicatrizado o
cualquier otro recuerdo perdurable de la lesión. Al principio de este capítulo he com-
partido contigo la importancia del estiramiento para romper el tejido cicatrizado, con
el fin de liberar el cuerpo y obtener una mejorada capacidad motriz. A través del mé-
todo Pilates de acondicionamiento físico he ayudado a personas de todas las profe-
siones —bailarines, actores, deportistas, ejecutivos y amas de casa— a eliminar los
remanentes de lesiones anteriores que podrían haber acabado convirtiéndose en mi-
nusvalías.
Como preparadora física, me preocupan en especial los clientes que llegan aque-
jados de un dolor crónico. Si se encuentran bajo la supervisión de un médico profe-
sional, prefiero consultar con él para determinar a qué puede deberse el problema
esencial y, a continuación, busco una forma de que ejerciten esas partes del cuerpo.
Analizo dos aspectos básicos. Me fijo en la postura del cliente, prestando especial
atención a la forma en que la persona permanece de pie y se mueve. Después observo
su manera de moverse, sus andares, para ver cómo desplaza el cuerpo. A menudo, el
verdadero origen del dolor crónico se revela a través de estas importantes funciones.
Si ninguna de ellas esclarece el misterio, intento averiguar cómo se gana la vida el pa-
ciente. Tal vez algunas de las tareas repetitivas que realiza durante el día contribuyan
a la causa de su dolor. Si ésa no es la respuesta, averiguo cuáles son sus actividades
cotidianas. Una vez identificada la zona problemática, puedo diseñar o enfatizar de-
terminados ejercicios.
Puesto que no puedo estar contigo en persona, te pido que seas tú ese perspicaz
observador. En realidad, es más importante que tú mismo descubras y reveles cuáles
son esas zonas problemáticas. Cuando hayas identificado dichas zonas, podrás en-
tender perfectamente lo importante que es el método Pilates para tu bienestar gene-
ral.
Tu postura
Hazte esta pregunta: «¿Qué postura tengo?». Primero, quiero que analices cómo
permaneces de pie. ¿Con el pecho encogido sobre sí mismo? ¿Siempre inclinas la ca-
beza hacia un lado? Cuando estás de pie y te miras de perfil, ¿estiras el cuello hacia
adelante?
La zona de los hombros suele ser la culpable principal de las posturas incorrec-
tas. ¿Tienes los hombros encorvados hacia delante? Muchas personas tiran los hom-
bros hacia atrás, ¿y tú? De pequeño, te encorvabas sobre la mesa del comedor, tu ma-
dre te decía que te sentaras erguido. Para obedecerla, echabas los hombros hacia
atrás. Sin embargo, esto puede provocarte un pinzamiento en la parte superior de la
espalda. Hazlo una vez. ¿Lo ves?, los hombros se van hacia atrás y la región lumbar, y
no los músculos abdominales, deben aguantar todo el peso. El peso del torso debe
recaer sobre las caderas, para que las caderas y el abdomen soporten esa zona tan pe-
sada del cuerpo, manteniéndola erguida y equilibrada. El cuerpo humano fue diseña-
do para estar alineado y soportar de forma adecuada su propio peso. Si nuestra pos-
tura no está equilibrada, nuestra alineación corporal no será correcta. Joseph Pilates
decía que la columna debe estar recta como una columna griega. Si no estamos ali-
neados, sobrecargamos los músculos al hacerles soportar el peso que debería cargar-
se sobre la estructura ósea. Como consecuencia, esos músculos se tensarán por el
exceso de uso o se atrofiarán por la falta del mismo, porque no sirven de apoyo de na-
da. Si se ignoran los aspectos posturales básicos, el dolor crónico se extenderá en un
radio que irá en aumento.
Tu forma de caminar
Aunque éste no es un manual de buenas maneras, analicemos cómo caminas.
Haz lo que sueles hacer, ni mejor ni peor. Observa en un espejo cómo te mueves.
¿Caminas con una pierna girada hacia dentro? ¿Caminas con una pierna girada ha-
cia fuera? ¿Balanceas demasiado los brazos? ¿Inclinas demasiado la cabeza y siem-
pre miras al suelo? ¿Sueles aguantar con un brazo a tu bebé? ¿O un bolso? ¿Las ex-
tremidades están alineadas con el cuerpo? ¿Tienen un apoyo o las extiendes más
allá de tus límites corporales? ¿Dejas caer todo el peso sobre los talones? ¿Caminas
apoyando primero la punta del pie, luego la planta y por último el talón? ¿Encoges
el abdomen para que sirva de apoyo a la espalda? ¿Se miran rodillas cuando cami-
nas? ¿El pie se sitúa debajo de la cadera? ¿Las rodillas están sueltas y no muy estira-
das?
Sólo si eres consciente de cómo caminas, puedes corregir el problema. Resulta
conveniente que tengas conciencia de estos aspectos, porque moverse sin el apoyo
adecuado para el cuerpo puede tener efectos negativos de importante repercusión.
Pilates puede corregir no sólo tu forma de caminar, sino que además te ayudará a
moverte dentro de los límites del marco corporal y a sostener de forma correcta tu
peso. De este modo, puedes aliviar gran parte del dolor relacionado con tu manera
de moverte.
Tu estilo de vida
Lo que hacemos a diario —y de lo que tal vez no seamos del todo conscientes—
también puede ser la raíz de un dolor crónico. ¿En qué trabajas? ¿Podría ser tu traba-
jo un factor causante de ese dolor crónico? ¿Te encorvas por estar sentado todo el día
delante de un ordenador y no estirarte? ¿Viajas mucho y llevas mucho equipaje pesa-
do? ¿Vas todo el día montado a caballo? ¿Eres piloto de coches de carreras? ¿Sientes
la parte superior de la espalda agarrotada? ¿Eres ama de casa y te pasas el día coci-
nando y estirándote? ¿Por eso te duelen siempre los hombros y el cuello? ¿Eres pro-
fesor y estás todo el día de pie? ¿Siempre te duelen las caderas y las piernas? ¿Pasas
el día entero de pie sobre cemento y sientes que se te acalambran los puentes de los
pies? ¿Realizas alguna actividad repetitiva durante el día? Si trabajas en una cadena
de montaje, el cuerpo realiza una serie de tareas reiterativas a lo largo del día. ¿Eso te
cansa físicamente? ¿Qué actividades o ejercicios practicas de forma regular? Cuando
sales a correr, ¿lo haces sobre una superficie de arena irregular? ¿Corres sobre suelo
pavimentado? ¿Corres en una cinta rodante? Todos ellos pueden ser aspectos impor-
tantes si padecemos un dolor crónico.
Lo que hacemos a diario es nuestro estilo de vida. Imaginemos que estás sentado
delante de un ordenador todo el día y que al llegar a casa estás encorvado. De repen-
te, tu cuerpo empieza a deteriorarse. El encorvamiento genera problemas de espal-
da... los problemas de espalda generan problemas cervicales... los problemas cervica-
les y de espalda generan problemas en las rodillas. Muy pronto, serás incapaz de
moverte de cualquier forma. Cuanto más tiempo permanezcas inactivo, peor será la
dolencia. Es un ciclo, un círculo vicioso. Una vez que estás dentro, te resignas. Se ha
desarrollado con el paso del tiempo sin que tú hayas pensado siquiera en ello. No
imaginas cómo mejoraría tu vida si mejorara tu postura. Pilates representa un cam-
bio de planteamiento; pasas de no tener conciencia del movimiento a aprender a cu-
rarte y a prevenir las lesiones.
Existe una estrecha relación entre la causa inicial del dolor crónico y tu habilidad
para prevenir futuras lesiones. Las causas del dolor crónico son fundamentales para
entender cómo nos lesionamos. Tal vez sean los mismos causantes. Una lesión ante-
rior puede haber cicatrizado el tejido que impide que la musculatura se mueva de for-
ma correcta.
La debilidad de la musculatura abdominal tal vez no te permita apoyar adecuada-
mente la postura corporal, y ésta será la causa de tu dolor de espalda. La rigidez de
las piernas puede ser la razón de que tengas problemas para flexionarte, o de un tirón
en los isquiotibiales o de tus problemas de rodilla. Debes determinar tú mismo los
orígenes de ese dolor.
Sólo uno mismo puede juzgar qué es el dolor. Como bailarina, tengo mucha capa-
cidad para soportar el dolor. Después de calentar, los bailarines soportan el dolor y
bailan a pesar de que sus caderas estén dislocadas o de que tengan un desgarro en el
muslo. Eso es lo que hacen los bailarines. Bailan. Los deportistas soportan el dolor
de forma similar. A menudo, los deportistas profesionales juegan un partido una se-
mana antes de una intervención quirúrgica. Sienten dolor, pero juegan a pesar de él.
Sin embargo, para alguien que no es bailarín o deportista profesional, el dolor puede
ser un asunto completamente distinto. Cada uno tolera el dolor de forma diferente.
El primer paso para analizar el dolor es conocer la diferencia entre el dolor provo-
cado por una lesión y el dolor muscular provocado por el ejercicio. Al levantar pesas o
realizar una actividad aerobia se desgarra el tejido muscular. El músculo desgarrado
cicatriza y se fortalece. En este proceso de desgarro y cicatrización, los músculos se-
gregan una sustancia llamada ácido láctico, una sustancia cristalina que se encuentra
en el interior del tejido muscular. La próxima vez que realices esa actividad, el ácido
láctico cristalino se fraccionará y saldrá del tejido muscular, y ésa es la causa del do-
lor muscular. Las personas que tienen un preparador físico personal realizan un ejer-
cicio tan intenso que se sienten doloridas durante varios días. Muy a menudo, estas
personas no vuelven al gimnasio porque tienen la sensación de que necesitan un ca-
bestrillo o una polea para llevarse la comida a la boca. Al empezar a practicar ejerci-
cio, es importante eliminar ese ácido láctico o la nueva actividad no servirá para na-
da. Beber más agua puede aliviar en gran medida la desagradable sensación de dolor.
También se puede aplicar hielo en las zonas doloridas y/o utilizar sulfato de magne-
sio como laxante.
Este dolor es soportable. No te asustes. Algunas personas lo temen, porque creen
haber hecho algo dañino. Existe una gran diferencia entre este tipo de dolor y una le-
sión. Si, por otra parte, estás realizando un estiramiento o algún ejercicio y notas có-
mo se desgarra un músculo o se produce un tirón brusco en los músculos del muslo,
sabrás que has hecho algo dañino para tu cuerpo.
El principio del levantamiento de pesas y del ejercicio aerobio es que la fuerza se
adquiere gracias a que el cuerpo cura el tejido desgarrado y lo desgarra durante la re-
alización del ejercicio. Pilates actúa según un principio totalmente diferente. No des-
garras ni rompes tejido muscular. El dolor que puedas haber experimentado con el
levantamiento de pesas no suele manifestarse durante la práctica del método Pilates.
Experimentarás alguna dolencia relacionada con el estiramiento o el ejercicio de la
musculatura, pero no será un dolor que te impida realizar tareas cotidianas. En reali-
dad, notarás de inmediato que tu postura y tu forma de moverte serán mucho mejo-
res. Tu cuerpo se sostendrá de otra manera. Esto puede generar un amplio abanico
de mejoras psíquicas, como el aumento de la seguridad, la prontitud, la calma y una
mejor capacidad para enfrentarse al estrés y a todo lo que la vida nos ponga por de-
lante. Si practicas esta tabla cuatro o cinco veces a la semana, en 2 semanas será casi
seguro que te estás poniendo en forma y fortaleciéndote. Te sentirás mucho más fle-
xible. En un mes, los que te rodean se darán cuenta de que estás cambiando.
Las lesiones y la prevención de las mismas son dos hechos relacionados entre sí.
Entender las principales razones de por qué y cómo nos lesionamos nos garantiza
que prevendremos las lesiones. Las principales razones de por qué nos lesionamos
son la falta de conciencia del movimiento, el ejercicio realizado fuera del marco cor-
poral, el desequilibrio físico, la falta de fuerza y la falta de flexibilidad. Cuando nos le-
sionamos, entran en juego uno o varios de estos factores. Uno de los muchos benefi-
cios que ofrece el método Pilates de acondicionamiento físico es la amplia mejora de
estos aspectos. Cuanto más practicas este ejercicio, menores son las posibilidades
de lesionarte.
pensarlo siquiera. Pero un día se estiró hacia arriba para coger unas barras; no esta-
ba prestando atención y al cogerlas de forma inconsciente se dislocó la espalda. Po-
demos ahorrarnos mucho dolor y sufrimiento si tenemos la sensación de percibir y
ser conscientes de la forma en que nos movemos. Para algunos, puede que esta per-
cepción sea difícil de alcanzar, pero una vez que empieces a practicar esta tabla sa-
brás con exactitud a lo que me refiero. Se trata de la cualidad de tener conciencia de
tu interior al tiempo que se es consciente de lo que te rodea y de lo que estás ha-
ciendo.
En el método Pilates, todos los movimientos emanan del centro, de los múscu-
los abdominales; el lugar que vincula el abdomen con la columna y con los glúteos.
Gracias a esa región corporal, eres más consciente del movimiento y de cómo ese
centro apoya el movimiento de una forma muy beneficiosa. Cuando encuentres tu
centro, aumentará tu gracilidad. Puedo cerrar los ojos y saber exactamente qué as-
pecto tienen mis brazos al moverse. Pilates desarrolla esta conciencia de situación
en el tiempo y en el espacio. Si no la desarrollas puede que continúes lesionándote.
Con el método Pilates nos ejercitamos dentro del marco corporal. Cuando esta-
mos de pie, las piernas se sitúan bajo las caderas; los brazos quedan bajo los hom-
bros. Los hombros y las caderas «enmarcan» el cuerpo. Las articulaciones están apo-
yadas en gran medida por los músculos pequeños. Si te ejercitas fuera de los límites
del marco corporal, los músculos pequeños no están equilibrados para ayudar a los
músculos mayores. Si desplazas el peso de la articulación o del hueso fuera de los lí-
mites del marco corporal —y éste no puede sostenerlo— esa parte del cuerpo queda
aislada. Si no tienes la fuerza suficiente para apoyar ese movimiento, te arriesgas a le-
sionarte.
Observamos que esto suele ocurrir muy a menudo en el deporte. Si juegas a tenis
y te mueves para alcanzar una pelota que está fuera de tu alcance, la consecuencia es
un tirón en la espalda. Básicamente, lo que has hecho es estirarte demasiado. Tu
cuerpo no estaba apoyando el movimiento, y se ha producido una lesión. Puedes re-
ducir notablemente las posibilidades de sufrir una lesión al aprender a ejercitarte
dentro de los límites del marco corporal, lo cual comporta un entorno seguro para
que los músculos pequeños y los grandes se ejerciten de forma armoniosa, y sin car-
gar con pesos excesivos las articulaciones. A medida que te sientas más familiarizado
con estos límites, te resultará mucho más seguro ejercitarte fuera de estos límites al
practicar tus deportes favoritos.
Falta de flexibilidad
La falta de flexibilidad también es una causa fundamental de lesiones. Cuanto
más tensos estamos, menor es el espacio que tienen los músculos para moverse. Si
no eres flexible, no puedes moverte con libertad, y si intentas forzar el movimiento,
aumentarán las posibilidades de dislocarte algún hueso o desgarrarte un músculo. Si
eres de naturaleza rígida y te ejercitas sin hacer estiramientos, te estarás buscando
problemas. Si tienes 25 años, está bien que lo hagas, pero a medida que envejecemos
las cosas ya no funcionan igual. Tengo un cliente que me dijo: «¿Sabes? Tengo 60
años y estoy pagando ahora todas esas veces que jugué al tenis, corrí, esquié, salté y
jugué sin realizar estiramientos ni prestarle atención al cuerpo». La espalda le está
matando y tiene problemas en los pies y con la fortaleza de los huesos. Intentó seguir
practicando todas las actividades que practicaba de joven, pero descubrió que su
cuerpo no respondía como antes. Con el paso de los años perdió flexibilidad, porque
no practicaba estiramientos regularmente. A medida que envejecemos, los músculos
se agarrotan en torno a la articulación y provocan artritis. Pilates aumenta nuestra
flexibilidad cada vez que practicamos esta tabla.
Debilidad
Falta de equilibrio
La falta de equilibrio físico es otro camino seguro hacia la lesión. El equilibrio y la
alineación están estrechamente relacionados y pueden actuar como aliados para
contribuir a tu fortalecimiento. El equilibrio y el alineamiento físico son elementos
cruciales para aliviar el dolor y prevenir las lesiones. La mayoría de personas tienen
un lado del cuerpo más fuerte que el otro. Podemos ser diestros o zurdos. Utilizamos
la mano dominante para las actividades más extenuantes, por ello ese lado del cuer-
po está mucho más desarrollado que el otro. Ese brazo es más largo, los músculos
del hombro están mucho más desarrollados y los músculos de la espalda son mayo-
res. En esto consiste la falta de equilibrio. Al final, el lado más fuerte se sentirá dolo-
rido y débil como resultado de un uso excesivo. El lado más débil tienen tendencia a
atrofiarse. Si tu lavadora está desestabilizada, podrás oírla traquetear por toda la ca-
sa: lo mismo ocurre con tu cuerpo. Si realizas la mayoría de tareas con el lado fuerte
sin realizar estiramientos con el lado más débil, llegarás a sentirte físicamente rendi-
do. Si esta falta de equilibrio no se percibe, provoca un efecto dominó en todo el
cuerpo. Antes de darte cuenta, estás completamente desalineado y sufres una serie
de dolencias físicas. Si por alguna razón estiras las extremidades fuera del marco cor-
poral, el desequilibrio entre el lado fuerte y el débil acaba convirtiéndose, casi siem-
pre, en una lesión. Éste es un síndrome o característica que debes obligarte a elimi-
nar.
Casi todos carecemos de equilibrio entre ambos lados del cuerpo. Es una simple
cuestión de grados. Pilates te ayudará a equilibrarte en este sentido, pero debes pro-
curar ejercitarte de forma constante. En otras palabras, si mueves la pierna a cierta
distancia debes intentar reproducir esa misma distancia con la otra pierna. Presta
mucha atención a la simetría corporal. Si una pierna es mucho más fuerte o flexible
que la otra, necesitas equilibrarlas al ejercitarte. Es decir, ejercita la pierna débil más
que la fuerte, y estira la pierna inflexible más que la flexible, hasta que ambas piernas
se estiren por igual. De esta forma romperás el antiguo patrón. Debes aspirar a man-
tener el equilibrio. Después de mi accidente de moto, supe que tenía que ejercitar el
lado izquierdo. Esa parte del cuerpo empezaba a atrofiarse a causa de la inactividad.
Empecé a fortalecer y a estirar ese lado del cuerpo, y entonces, y sólo entonces, pude
sentir y apreciar los resultados de mi esforzado trabajo. Cuanto más conseguía, ma-
yor era la sensación de control, que llegó a hacerse abrumadora. Y cuanto mayor era
el control que tenía de mi cuerpo, más me curaba.
El movimiento es uno de los grandes dones que ha recibido el ser humano. Cuan-
do sufrimos una lesión, nuestro movimiento se ve limitado, y como consecuencia
disminuye nuestra calidad de vida. Sin embargo, puedes hacer algo para impedir que
esto ocurra. Al equilibrar el cuerpo, haces algo muy saludable. Cuando estás equili-
brado, estás en armonía contigo mismo y con el mundo que te rodea. Se desarrolla
una significativa faceta de movimiento. El aspecto psicológico de la curación, y del
movimiento en general, mejora nuestra calidad de vida de una forma que no has ima-
ginado siquiera. Nuestro cuerpo y todo nuestro organismo es capaz de ejercitarse
con mayor eficacia y con una destreza superior. Al poseer esta destreza, puedes vivir
de forma apasionada y eufórica. Te conviertes en parte de una fuerza muy positiva. Te
ejercitas con las energías esenciales. Te ejercitas con placer.
7
LO
U
Lesiones
ÍT
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del cuello
C
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E fiero a lesiones relacionadas con los huesos. Si has tenido un accidente auto-
movilístico y llevas un collarín, necesitas una opinión más profesional y ex-
perta. De igual forma, si tienes una dolencia crónica en el cuello, lo mejor es
consultar a un médico o a un fisioterapeuta, o visitar a un quiropráctico, porque pue-
des tener el cuello dislocado. Si el método Pilates no basta para volver a alinearlo,
debes visitar a un profesional, aunque sólo sea para hacerte una revisión. Lo impor-
tante es que no debes emprender ninguna actividad que pueda empeorar el proble-
ma. Lo que llamo «problemas de cuello» se refiere a una variante de dolor mucho
menos grave que la mencionada y puede atribuirse a numerosas causas. Tal vez hayas
dormido en una postura «rara», tal vez te hayas dado la vuelta demasiado deprisa, tal
vez hayas estado aguantando el teléfono con el hombro o levantando objetos pesa-
dos por encima de la cabeza. Los problemas de cuello pueden ser causados por la
tensión o el estrés. Como las causas probables de esta dolencia son tan numerosas,
no puedo determinar por qué la padeces. Estamos hablando de la incapacidad para
moverse con plena libertad de acción.
En el capítulo 5, sobre los ejercicios de suelo, habrás visto que hay muchos ejerci-
cios que no debes hacer si tienes problemas de cuello: la flexión hacia atrás, las fle-
xiones cruzadas, el balanceo con las piernas abiertas, las tijeras, la bicicleta, la nava-
ja, el bumerán y la foca. Todos los ejercicios requieren que curves la espalda sobre el
cuello o que gires éste de una forma que podría resultar incómoda.
Si tienes el cuello tenso, puedes practicar el resto de la tabla aplicando una serie
de modificaciones. Al rodar como una pelota, no ruedes sobre el cuello. Cuando rea-
lices el estiramiento de una sola pierna y el estiramiento de ambas, reposa la cabeza
sobre una almohada. Te recomiendo que no realices estos ejercicios con el cuello
plano sobre la colchoneta, porque te resultaría demasiado inestable e incómodo. La
serie de patadas laterales puede adaptarse de la forma siguiente: en lugar de apoyar
la cabeza sobre una mano, dobla el codo y estira el brazo sobre la colchoneta, y a con-
tinuación apoya la cabeza sobre el brazo doblado. Cualquier ejercicio que especifique
el levantar la cabeza de la colchoneta puede resultar doloroso. En estos casos, inten-
ta no mantener la cabeza levantada utilizando los músculos del cuello.
Los ejercicios que presentamos a continuación son fantásticos para relajar y esti-
rar los músculos del cuello. Te recomiendo que realices estos ejercicios si sientes al-
guna molestia en esta parte del cuerpo, o antes de empezar la tabla de suelo.
Estiramiento de cuello
del Dr. Robert Forrester
P reparación
Siéntate con la espalda erguida y con las
piernas cruzadas hacia delante.
Acción
Coloca la palma de la mano derecha
sobre la colchoneta, con las puntas de
los dedos apuntando hacia ti.
A continuación, siéntate sobre esa
mano.
Extiende hacia arriba el brazo izquierdo,
justo por encima del hombro.
Dobla el brazo por encima de la cabeza e
inclina cuidadosamente la cabeza hacia
el hombro izquierdo.
Nota el estiramiento del costado
derecho del cuello.
Vuelve al centro y repítelo con el otro
lado.
Estiramiento de cuello
P reparación
Túmbate boca abajo.
Acción
Coloca las manos justo delante de los
hombros.
Pega la parte superior de las caderas a la
colchoneta.
Eleva el torso estirando los brazos.
Arquea la espalda tanto como puedas.
Deja caer los hombros.
Quédate así.
Mira lentamente hacia la derecha.
Vuelve al centro.
Mira lentamente hacia la izquierda.
Vuelve al centro.
Repítelo.
P reparación
Arrodíllate sobre la colchoneta con las piernas juntas.
Debes notar el pecho levantado.
Extiende los brazos hacia delante como si fueras
sonámbulo.
Impúlsate desde el centro energético para estirar la
columna.
Acción
Impulsa hacia atrás los brazos estirados, como si
estuvieras empujándolos dentro de cemento mojado,
más allá de los glúteos.
Impulsa los brazos hasta donde lleguen, para expandir
el pecho, y aguanta en esta posición.
Mantén los hombros bajos.
Mira hacia la derecha.
Vuelve al centro.
Mira hacia la izquierda.
Vuelve al centro.
Deja los brazos laxos a ambos lados del cuerpo.
P reparación
Ponte de pie.
Estira la columna.
Deja los brazos laxos cómodamente a ambos lados
del cuerpo.
Acción
Echa los hombros hacia atrás, impulsando hacia atrás
los omóplatos para que se junten entre sí.
Levanta los hombros y describe un círculo hacia
delante al tiempo que los alzas hacia las orejas.
Describe círculos con los hombros hacia delante y
llévalos hacia atrás en un giro.
Si tuvieras dos pinceles en los hombros, podrías
pintar círculos.
Repítelo 5 veces.
Vuelve al centro.
A continuación, invierte la dirección de la rotación.
Lleva los hombros hacia delante.
Describe un círculo hacia arriba, impulsando los
hombros hacia las orejas.
Describe un círculo hacia atrás, juntando los
omóplatos.
Repítelo 5 veces.
8
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Lumbalgia
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A
y debilidad
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E sta parte del libro trata específicamente sobre la lumbalgia. Debes consultar a
un profesional si sufres esta dolencia de forma constante.
La región lumbar es una zona que puede mejorar con el ejercicio. El dolor lumbar
al que me refiero está ligado a numerosas causas: el estrés, la tensión muscular, una
postura incorrecta y el mal alineamiento. Podemos forzar o lesionar la región lumbar
levantando objetos pesados o levantando esos objetos de manera incorrecta. Si esta-
mos sentados durante largos períodos de tiempo o no realizamos estiramientos con
regularidad, podemos crear tensión en esta zona; en estos casos, un simple estira-
miento puede servir de ayuda.
Hay muchos ejercicios en la tabla de suelo del capítulo 5 que no te recomiendo si
tienes problemas lumbares; deberías evitar ante todo la flexión hacia atrás, el tirabu-
zón y las flexiones cruzadas. Estos ejercicios, por lo general, requieren que gires el
cuerpo. Hay otros ejercicios que deberías practicar de forma gradual, o realizando los
movimientos muy lentamente al principio para luego, de forma gradual y con el paso
del tiempo, practicarlos con más dinamismo. En gran medida, tú tendrás que ser el
juez. Si cualquiera de estos ejercicios te hace sentir incómodo, no lo realices.
Pilates puede mejorar tres aspectos relacionados con la región lumbar y contri-
buir a aliviar cualquier malestar relacionado con ellos. Los tres aspectos (que están
relacionados y se afectan bastante entre sí) en los que se concentra Pilates son ase-
gurar un alineamiento correcto y una postura adecuada, fortalecer los músculos ab-
dominales y aumentar la flexibilidad de los isquiotibiales. La mayoría de los médicos
te recomiendan fortalecer los músculos abdominales para aliviar el dolor lumbar.
Fortalecer esta región corporal no sólo es un factor fundamental para mejorar nuestra
capacidad motriz, sino que es además la clave para el correcto alineamiento de la co-
lumna.
El correcto alineamiento de la columna, sobre todo en la zona lumbar, depende
de la fuerza de los músculos abdominales, y gran parte del método Pilates se centra
en el fortalecimiento de la musculatura abdominal. La flexibilidad suele ser un factor
clave. Cuando practiques por primera vez el método Pilates de acondicionamiento fí-
sico, tal vez notes tensión sobre todo en las piernas, especialmente en el área de los
isquiotibiales, que puede estar relacionada con tu dolor lumbar.
Puedes realizar la mayoría de ejercicios de suelo, pero con ligeros ajustes, en gran
parte concernientes a la posición de las piernas. Cuando estés boca arriba, adapta las
indicaciones para que la región lumbar esté constantemente sobre la colchoneta.
Haz sólo lo que puedas sin levantar esta parte del cuerpo de la colchoneta. Otros
ejercicios se realizan boca abajo. Al estar boca abajo, ponte una almohada bajo la
pelvis para que sirva de apoyo.
Estiramiento
de la región lumbar
P reparación
Túmbate boca arriba.
Lleva los pies lentamente hacia los
glúteos.
Nota cómo la columna está sobre la
colchoneta.
Respira y relájate.
Acción
Levanta las rodillas lentamente y abrázalas contra el pecho.
Suelta un poco los brazos y cruza los tobillos.
Vuelve a abrazar las rodillas.
Repítelo 10 veces.
Suelta las manos y libera los tobillos.
Deja las piernas como están.
Nota cómo tu región lumbar está apoyada sobre la colchoneta.
Quédate así y nota cómo se estiran las lumbares.
Respira.
Contrae el centro energético hacia la zona lumbar y junta los glúteos para estirarte
aún más y para aumentar el apoyo muscular de esa región.
En este momento, debes notar la región lumbar sobre la colchoneta. Si al realizar
cualquiera de estos ejercicios notas que la espalda se arquea o que se despega de la
colchoneta, haz lo que puedas para evitarlo.
Cien modificado
P reparación
Túmbate boca arriba.
Siente cómo toda la espalda está apoyada sobre el suelo.
La columna está estirada y expandida.
Los brazos están estirados y pegados a ambos lados del cuerpo.
Las palmas de las manos miran hacia abajo, pegadas a la colchoneta.
Las rodillas apuntan hacia arriba.
Los pies están planos sobre la colchoneta.
Disposición
Lleva la barbilla hacia el pecho,
impulsándote desde el centro
energético.
No levantes la parte superior del cuerpo
por encima de la base de los omóplatos.
Acción
Contrae con fuerza el centro energético
hacia la región lumbar.
Inspira lentamente por la nariz durante
5 tiempos mientras subes y bajas los
brazos.
Los brazos están rígidos, como si fueran
dos martillos golpeando un clavo.
Espira lentamente por la nariz durante 5 tiempos y continúa subiendo y bajando los
brazos.
Contrae el centro energético.
Flexión hacia
delante modificada
Este ejercicio te hará sentir el centro energético. El centro energético lo vincula todo;
intenta sentir esta conexión durante la realización de este ejercicio.
P reparación
Sentado con la espalda erguida coloca
los pies planos sobre la colchoneta, con
las rodillas apuntando al techo.
Coloca las manos bajo los muslos con
las palmas hacia abajo y separa los
codos del cuerpo.
Acción
Contrae el ombligo hacia la columna.
Permite que esa contracción curve la
región lumbar hasta que adopte forma
de «C».
Dóblate hacia atrás manteniendo la
contracción hasta que los brazos
queden rectos.
Encoge aún más el centro energético.
Impúlsate con los brazos y con el centro
energético, no con la espalda.
Ejercicio abdominal
del Dr. Grode
P reparación
Relaja las piernas.
Las rodillas están dobladas y los pies
planos sobre la colchoneta.
Las rótulas están apuntando al techo.
Acción
Cruza los brazos sobre el pecho.
Levanta la barbilla hacia el pecho.
Contrae el centro energético hacia la
columna.
Recuerda que no estás haciendo
«abdominales». Mantén la posición.
Siente cómo se estira la columna.
Relaja el cuello.
Aguanta contando hasta 20.
Contrae el ombligo hacia la columna.
Relaja lentamente hacia abajo la cabeza hasta tocar la colchoneta.
Repítelo 4 veces.
Estiramiento en oposición
P reparación
Túmbate boca arriba.
El brazo izquierdo está estirado hacia
delante, descansando sobre la
colchoneta para que quede
perpendicular al torso, y con los dedos
de la mano apuntando en oposición al
cuerpo.
Acción
Abraza la rodilla izquierda contra el
pecho con la mano derecha.
Lleva esa pierna hacia el lado derecho.
Descansa el pie izquierdo sobre el
muslo derecho.
Gira la cabeza para mirar hacia la mano
izquierda.
Si así te sientes cómodo, dirige la rodilla
hacia la colchoneta.
Repítelo con el otro lado.
El serrucho
P reparación
Incorpórate hasta quedar sentado.
Levanta el centro energético y siéntate con
la espalda erguida.
Las piernas deben estar separadas a una
distancia equivalente a la anchura de los
hombros, con las rodillas mirando al techo.
Estira los brazos rectos hacia los lados,
como si fueran las alas de un avión, manteniéndolos dentro de la visión periférica.
Contrae el centro energético en dirección a la región lumbar.
Impulsa los hombros hacia abajo en dirección al dorsal ancho.
Acción
Espira mientras pegas los glúteos al suelo y
utilizas el centro energético para girar
lentamente hacia la izquierda.
Gira cuidadosamente impulsándote con la
cintura, no con las caderas.
Toca el dedo pequeño del pie izquierdo con el dedo gordo de la mano derecha.
(Deja caer el brazo izquierdo cuando esté detrás.)
Estira el cuerpo hacia delante.
La cabeza queda por encima de la rodilla izquierda.
Relaja el cuello y mantén abajo la cadera opuesta.
Espira lentamente hasta haber completado 3 rebotes de sierra.
«Siérrate» el dedo pequeño.
Estírate hacia delante impulsándote con la cintura.
Completa la espiración iniciándola desde el centro energético. Reincorpórate y
vuelve al centro.
Repítelo hacia el lado derecho.
Realiza 4 series.
Pedacito de cielo
Si te duelen las rodillas al estar inclinado hacia delante, coloca una almohada entre
los glúteos y los talones.
P reparación
Túmbate boca abajo.
Acción
Utiliza las manos y los brazos para
retroceder sobre la colchoneta,
apoyándote en los talones hasta que
estés arrodillado con la espalda
doblada hacia delante.
Mira hacia la colchoneta.
Estira bien los brazos hacia delante.
Impulsa las caderas hacia los talones
para intensificar el estiramiento de la
región lumbar.
Respira lenta y profundamente.
Relaja la espalda.
Éste es un maravilloso ejercicio para finalizar la sesión. Este movimiento sirve para
estirar bien la zona lumbar.
P reparación
Ponte de pie con la espalda apoyada contra la pared.
Los pies están separados a una distancia equivalente
a la anchura de las caderas y distanciados unos 30 cm
de la pared.
Nota la columna pegada contra la pared y mantén los
hombros abiertos.
Acción
Deja caer lentamente la cabeza.
Cuando la barbilla se acerque al pecho, nota cómo el
peso de la cabeza te impulsa hacia abajo.
Contrae las costillas y continúa estirando el cuello y la
parte superior de la espalda.
Contrae el centro energético hacia la columna.
Relaja toda la parte superior del cuerpo; deja que el
peso de la cabeza, el cuello y la parte superior del
cuerpo te doblen.
Puede que incluso tengas que flexionar ligeramente las rodillas.
Desplaza la pelvis hacia abajo.
Eleva la pelvis contra la pared al tiempo que estiras las piernas.
Presiona la región lumbar contra la pared.
Contrae el centro energético mientras vuelves a subir, vértebra a vértebra, hasta
haberte reincorporado.
Repítelo 3 veces.
9
LO
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Asma
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tercero 15/4/03 21:05 Página 164
El asma es una especie de misterio. Hay muchos aspectos de esta dolencia que
desconocemos. A pesar de que la ciencia nos ha enseñado bastante sobre ella, el
asma continúa desconcertando a los profesionales de la salud y a los investigado-
res especializados. Aunque el creador de este método de acondicionamiento físico,
Joseph Pilates, era asmático y diseñó estos ejercicios para aliviar su propia afec-
ción, no se han realizado estudios científicos sobre los efectos beneficiosos de los
ejercicios de Pilates para los afectados por esta enfermedad. Me baso únicamente
en mi experiencia personal. Puedo afirmar sin dudarlo que este método me ha ayu-
dado enormemente. Diré con toda sinceridad que no puedo recordar la última vez
que sufrí un verdadero «ataque». Sí, de vez en cuando se me oye resollar, pero in-
cluso eso ha mejorado con los años. Esto no significa que haya tirado mi inhalador;
aún lo llevo encima donde quiera que vaya. Sigo teniendo asma, pero he descubier-
to que a través de esta serie de ejercicios puedo controlarla, y que ella no me con-
trola a mí.
Sé por experiencia que el asma la inducen principalmente el estrés o el ejercicio.
En mi caso creo que suele estar relacionada con el estrés, y el ejercicio me ha ayuda-
do mucho a aliviar parte de ese estrés. Si tu asma está relacionada con el estrés, los
ejercicios de esta sección te ayudarán. Si, por otra parte, sufres de asma provocada
por el ejercicio, debes consultar a tu médico para que te aconseje sobre técnicas res-
piratorias, o pídele que revise los mencionados ejercicios.
La respiración es, por supuesto, fundamental para vivir, y por ello, fundamen-
tal para el movimiento. Puesto que en este libro hablamos de forma específica so-
bre el movimiento, la manera en que respiras al realizar esta tabla no sólo aumen-
tará tu progresión en este método de acondicionamiento, sino que mejorará tu
respiración en general. Si de algún modo olvidamos respirar mientras nos move-
mos, o realizamos una tarea extenuante y contenemos la respiración, el cuerpo
tiende a tensarse. Por ejemplo, he descubierto que si no realizo un calentamiento
adecuado antes de hacer ejercicio, el cuerpo se tensa y se produce un ataque de
asma. Ésta es una reacción psicológica surgida en el momento en que los múscu-
los no reciben suficiente oxígeno. Cuando el oxígeno puede llegar a los músculos,
el cuerpo tiene la posibilidad de relajarse; los músculos se alargan y pueden esti-
rarse. Combinar el movimiento equilibrado con la respiración es la clave para esti-
rar la musculatura. Cuanto más oxigenemos y estiremos la musculatura, menor se-
rá la tensión del cuerpo. Cuanto menor sea la tensión corporal, mayor será el
alivio para el asma.
Entendemos perfectamente las ventajas de inspirar profundamente, aunque la
espiración es igual de importante. Al espirar, expulsamos gases nocivos y otras to-
xinas almacenadas en el cuerpo. En dos palabras, espirar es casi igual que tirar de
la cadena del inodoro. Es una de las formas primarias que tiene el cuerpo para des-
hacerse de las sustancias insalubres. Esta espiración profunda es a la que nos refe-
rimos en el capítulo 3 como «estrujar los pulmones». Cuanto mayor sea la profun-
didad de la espiración, más aire inspiraremos. Para hacer una analogía, diremos
que si los pulmones fueran una esponja empapada, esa esponja no podría absorber
más agua. Si estrujamos la esponja hasta que esté casi seca, no sólo nos habremos
deshecho del agua sucia, sino que la esponja podrá absorber una gran cantidad de
agua limpia.
Al movernos, la respiración puede adoptar vida propia. Lo he observado en la
forma y el momento en que la respiración de los cantantes y músicos da vida a la
música. Como bailarina, he experimentado la forma en que la respiración enlaza un
movimiento con el siguiente. La respiración actúa como un gel para el intérprete.
En arte, esto recibe el calificativo de «orgánico»; con el significado de que la expre-
sión artística va más allá de las simples notas musicales o de los movimientos cui-
dadosamente coreografiados y penetra en el espíritu del intérprete. Si la respira-
ción puede ser el gel para los intérpretes, permitiendo que su ser asimile la
interpretación, liberando incluso la pasión del espíritu, lo mismo puede decirse de
la respiración relacionada con el método Pilates. La coordinación física se acentúa
notablemente gracias a esta técnica, pero es, en realidad, la respiración lo que nos
permite satisfacer nuestros objetivos motrices. Sufrir asma implica que respirar de
esta forma sea el máximo reto.
Para una persona asmática, el modo de respirar variará un poco respecto a la
descripción contenida en los ejercicios de suelo. En las páginas siguientes encon-
trarás algunos ejercicios que considero extraordinarios. Te recomiendo que no te
concentres tanto en la inspiración como en la espiración. Para realizar estos ejerci-
cios, es vital que expulses tanto aire como puedas. Si inspiras en dos tiempos,
quiero que espires en seis tiempos. Vamos a intentar un par de ejercicios respirato-
rios. Estos ejercicios pueden practicarse antes de empezar la tabla o en cualquier
ASMA 165
tercero 15/4/03 21:05 Página 166
otro momento del día. Yo los utilizo para eliminar los resuellos, y he descubierto
que me ayudan a preparar el cuerpo para el movimiento. Estos ejercicios te permi-
ten inspirar más aire, reducen la tensión muscular y contribuirán, así lo espero, a la
eliminación de tu condición asmática.
Empieza por realizar este simple ejercicio respiratorio para intensificar la efectividad
de la técnica que acabamos de mencionar.
P reparación
Acción
Repítelo 10 veces.
ASMA 167
tercero 15/4/03 21:05 Página 168
Cien modificado
Ésta es una versión modificada del ejercicio del mismo nombre que encontramos en
la tabla de suelo. Los movimientos son exactamente iguales, sólo cambia la cadencia
de la respiración. Con este ejercicio, realizamos el calentamiento corporal mediante la
respiración y el movimiento. Al terminar debes sentir calor en torno a la zona del
corazón.
P reparación
Túmbate boca arriba.
Nota cómo la columna está pegada al
suelo.
La columna está estirada y expandida.
Los brazos están estirados y pegados a
ambos lados del cuerpo.
Las palmas de las manos están hacia
abajo y planas sobre la colchoneta.
Las rodillas miran hacia el techo.
Los pies están planos sobre la
colchoneta.
Disposición
Lleva la barbilla hacia el pecho
utilizando el centro energético.
No levantes la parte superior del cuerpo por encima de la base de los omóplatos.
Acción
Contrae el centro energético
fuertemente hacia la región lumbar.
Inspira lentamente por la nariz durante
3 tiempos mientras subes y bajas los
brazos.
Los brazos están rígidos.
Imagina que son dos martillos
golpeando unos clavos.
Espira lentamente por la nariz durante 7 tiempos y sigue subiendo y bajando los
brazos.
Expulsa todo el aire.
Mantén los brazos estirados.
Procura que sólo los brazos y los hombros participen en el movimiento.
Repite el ciclo hasta llegar a 100.
Relájate por completo.
ASMA 169
tercero 15/4/03 21:05 Página 170
Éste es el primero de los tres ejercicios respiratorios que incluye el movimiento de los
pies. Este ejercicio también puede realizarse en un centro Pilates utilizando un
aparato llamado Reformador. En este aparato, los pies están presionando una barra
conectada a una serie de resortes que ejercen resistencia contra el movimiento. Al
realizar este ejercicio sobre la colchoneta resulta esencial que emules esta resistencia.
P reparación
Vuelve a colocar la almohada bajo la cabeza.
Túmbate boca arriba.
Nota la región lumbar apoyada sobre la colchoneta.
Coloca los brazos relajados a ambos lados del cuerpo
y las palmas de las manos sobre la colchoneta.
Abraza las rodillas contra el pecho y suelta las manos,
mantén las piernas en la posición en la que están.
Separa las rodillas hasta nivelarlas con los hombros.
Junta los talones y separa los dedos de los pies.
Acción
Estira las piernas hacia el punto en que se unen la pared y el techo.
Realiza este movimiento como si movieras las piernas dentro de cemento húmedo.
En este momento, las piernas forman un ángulo de 45º.
Si tienes problemas de espalda, levanta las piernas estiradas hacia el techo.
Repítelo 10 veces.
ASMA 171
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P reparación
Termina las últimas series cuando las
rodillas se doblen hacia los hombros.
Junta las rodillas y los tobillos.
Flexiona los dedos de los pies
dirigiéndolos hacia la colchoneta.
Acción
Inspira durante 2 tiempos a la vez que estiras las piernas hacia delante en un ángulo
de 45º, y las doblas hacia ti para completar una serie.
Vuelve a imaginar que mueves las piernas dentro de cemento húmedo.
Espira durante 3 o 4 series.
Repítelo 5 veces.
P reparación
Flexiona los dedos de los pies hacia ti.
Junta las rodillas y los tobillos.
Levanta las piernas hasta que los
talones queden a la altura de las
rodillas.
Acción
Inspira al tiempo que levantas los talones, como si estuvieras moviéndolos en
cemento húmedo, hacia el punto donde se unen la pared y el techo.
Dobla las rodillas hacia el pecho.
Espira mientras completas 3 o 4 series adicionales.
Repítelo 5 veces.
ASMA 173
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P reparación
Arrodíllate sobre la colchoneta.
Las piernas están juntas.
Levanta los brazos en posición de sonámbulo.
Impúlsate desde el centro energético para estirar la
columna.
Acción
Inspira.
Lleva los brazos estirados hacia atrás, como si estuvieras
empujándolos en cemento húmedo, más allá de los
glúteos.
Impulsa los brazos hacia atrás tanto como puedas para
que el pecho se expanda.
Aguanta en esta posición.
Mantén los hombros bajos.
Contén la respiración mientras miras hacia la derecha.
Vuelve al centro.
Espira mientras mueves los brazos «en cemento
húmedo» y regresas al centro.
Repítelo 10 veces.
Rotación de cuello
modificada
P reparación
Deja caer el cuerpo sobre la colchoneta.
Tiéndete lentamente sobre el estómago.
Acción
Espira mientras colocas las manos justo
delante de los hombros.
Pega la parte superior de los muslos a la
colchoneta.
Levanta el torso.
Arquea la espalda tanto como puedas.
Baja los hombros.
Quédate así.
Si eres flexible, mantén las caderas
sobre la colchoneta.
Realiza una inspiración profunda
mientras levantas la cabeza lentamente
hacia el punto donde se unen el techo y
la pared.
Espira mientras vuelves a llevar la
cabeza hacia el centro.
Repítelo 2 veces.
ASMA 175
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Sirena
Este ejercicio está pensado para ampliar la capacidad pulmonar en todas direcciones.
Transición
Desde la posición del ejercicio de
rotación de cuello modificada, ve hacia
atrás apoyándote sobre las manos,
dobla las rodillas y apoya la cadera
derecha sobre la colchoneta, para
quedar sentado sobre esa cadera.
Las rodillas están dobladas y mirando
hacia delante (la rodilla izquierda está
encima de la derecha, y el pie izquierdo
sobre el derecho).
P reparación
La mano izquierda aguanta el tobillo
izquierdo para mantener el equilibrio.
Estira el brazo derecho hacia arriba
justo por encima del hombro.
Debe dibujarse una línea recta entre la cadera y la mano derecha.
Encoge el centro energético y continúa estirando totalmente el costado derecho.
Acción
Inclina el brazo izquierdo por encima de
la cabeza y estira el cuerpo hacia el lado
derecho.
Nota cómo se estiran las costillas del
costado izquierdo.
Vuelve a extender el brazo izquierdo
hacia arriba.
Deja caer los hombros. Mantén el cuello
estirado.
Lleva la mano izquierda hacia la colchoneta, con los dedos apuntando en dirección
opuesta al cuerpo.
Estira el brazo izquierdo hacia arriba y por encima de la cabeza, con los dedos
apuntando hacia el techo.
Contrae el centro energético hacia la columna.
Estírate.
Inclínate hacia la derecha y dobla el brazo que está en el suelo.
Estírate hacia el lado derecho tanto como puedas sin despegarte de la colchoneta.
Impúlsate con el antebrazo y vuelve hacia el centro.
Reincorpórate sobre las rodillas y siéntate sobre la cadera izquierda.
Repítelo sobre el otro lado.
Repite el ejercicio 2 veces más.
ASMA 177
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10
LO Después de
U
ÍT
los ejercicios
P
A
C
de suelo
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que mente y cuerpo se conviertan en una unidad. Cuando realizas el ejercicio con la
máquina has aprendido a ser uno con el aparato y a dejar que las correas, los resortes
y las poleas sean una extensión de tus extremidades. Para eso hace falta un poco de
costumbre, y necesitarás a un verdadero preparador profesional que te guíe.