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Texturas del pasado, performances del presente.


Historia y giro afectivo en la rapsodia chilena de Raúl Ruiz

Irene Depetris Chauvin

Para Ignacio Agüero

Raúl Ruiz, director, escritor y dramaturgo nacido en Puerto Montt en


1941 y fallecido en París en 2011, fue sin dudas el cineasta más prolífico
de la historia chilena. A lo largo de casi cuatro décadas, entre largos y
cortos, llegó a dirigir más de cien películas que conforman una obra tan
fascinante como hermética. Detrás de cada uno de sus trabajos late un
programa teórico-cinematográfico: el intento de indagar casi antropo-
lógicamente los comportamientos “anómalos” de las atmósferas sociales
representadas y la articulación de un discurso fílmico que pone en crisis
la gramática cinematográfica convencional. Su poética del cine se es-
tructura en torno al rechazo de una forma narrativa hegemónica que
actúa bajo la premisa de un “conflicto central”: “Una historia tiene lugar
cuando alguien quiere algo y otro no quiere que lo obtenga. A partir de
ese momento, a través de diferentes digresiones, todos los elementos de
la historia se ordenan alrededor del conflicto central”.1 En este esque-
ma, todo lo que no se relaciona con el desarrollo del conflicto debe ser
desechado, una imposición de orden que afecta tanto a las vicisitudes
de la narración como a la forma y a la misma experiencia del especta-
dor, hipnotizado por el cumplimiento de las expectativas generadas por
un modelo prefabricado. Contra este aletargamiento, Ruiz propone un
cine que parte de la imagen como fuente inagotable de sentidos que
nacen del encuentro con nuestra subjetividad.2

1 Ruiz, Raúl. Poéticas del cine. Santiago de Chile: Ediciones UDP, 2013, p. 17.
2 En el cine del “conflicto central” la preeminencia de un modelo narrativo limita
a la imagen como fuente inagotable de sentidos. Los hechos internos, los
múltiples filmes que todo plano contiene, se verían relegados a la preponderancia
de la intriga, que destaca solamente uno o dos elementos de cada imagen. Por
el contrario, abandonar el sistema narrativo rígido y liberar la polisemia de la
imagen sería, para Ruiz, restituirle la autonomía al plano en tanto compuesto de
“microficciones latentes pugnando por hacerse notar”. De esta manera, un filme
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Una imagen cinematográfica que desordena la percepción del es- una autoafirmación a todos los niveles, inclusive aquellos más negati-
pectador habituado a la narrativa convencional y la atención en aquellas vos.4 Alejándose de los estereotipos del cine militante y “del escenario
costumbres o discursos anómalos de la sociedad son los puntos de par- público de la historia oficial, Ruiz propuso investigar en los espacios
tida para pensar los modos de caracterización del mundo histórico en la interiores del discurso social” para encontrar lo político en las mani-
obra de Raúl Ruiz. En este ensayo pretendo recuperar alguna de las for- festaciones no políticas de la cotidianeidad, un mundo más orientado a
mas que asume el pasado en sus películas de las etapas chilena y europea la contradicción que a la conciencia social y la razón.5 Comparada con
para, luego, detenerme en Cofralandes (2002), una serie documental so- las formas de relación con el mundo histórico que establecieron otros
bre sus impresiones del Chile postdictatorial que, si bien pone en juego cineastas de la época, como Patricio Guzmán o Miguel Littín, la forma
estrategias estéticas y preocupaciones previas, introduce una modalidad de concebir el cine de Raúl Ruiz podría llegar a ser leída, desde una
de vínculo con el pasado que explora la dimensión de los afectos. perspectiva limitada, como descomprometida. En sus películas no hay
ninguna intención de referirse a la historia en tanto relato monumental
porque éstas apuestan, más bien, a recuperar lo discordante. Precisa-
Cine de indagación, collage postmoderno y giro afectivo mente, la atención a las formas históricas del habla popular chilena,
en sus películas de los años sesenta y setenta, pone en primer plano
Como otros miembros de su generación, Raúl Ruiz participó activa- las disonancias de una “cultura de la resistencia” asociada a personajes
mente en el proceso político y social de la Unidad Popular militando marginados y alienados de Santiago.6 Utilizando los recursos propios
en el socialismo. Diversos organismos, gubernamentales o partidistas, del lenguaje fílmico –asincronía entre banda sonora y visual, fragmen-
le encargaron proyectos audiovisuales que abordaran problemáticas de tación de los planos, etc.– Ruiz abandona la narración convencional y
la coyuntura pero sus películas fueron siempre críticas del optimismo nos distrae. Un alejamiento de la línea argumentativa que instaura una
de los partidos de izquierda.3 En esos años, Ruiz calificaba su obra sensación de desconcierto que reemplaza la explicación lineal por un
como un “cine de indagación” que buscaba provocar una identificación, plano de lo conjetural.
Este vínculo entre la actividad cinematográfica y el mundo histórico
se verá redimensionado con el golpe de Estado de 1973, tras el cual
no se constituiría a partir de un determinado número de planos sino más bien se Raúl Ruiz se exilia en París. Progresivamente, y sobre todo después de
descompondría a partir de ellos: “cuando vemos un filme de cuatrocientos planos
no vemos un filme, vemos cuatrocientos filmes”. Ruiz, Raúl. “Las seis funciones
del plano”, en: De los Ríos, Valeria e Iván Pinto (eds.). El cine de Raúl Ruiz. 4 “Prefiero registrar antes que mistificar el proceso chileno”, en: Cuneo, Bruno.
Fantasmas, simulacros y artificios. Santiago: Uqbar Editores, 2010, pp. 305-306. Ruiz: Entrevistas escogidas. Filmografía comentada. Santiago de Chile: Ediciones
3 Entre 1971 y 1973 Ruiz filmó Ahora te vamos a llamar hermano; Los minuteros; UDP, 2013, p. 36.
Poesía popular chilena, teoría y práctica; Nueva Canción (Chilena) y Abastecimiento, 5 Coad, Malcom. “Grandes acontecimientos y gente corriente”, en: De los Ríos,
entre otras películas. El mismo año del golpe produjo dos filmes que dan cuenta Valeria e Iván Pinto (eds.). El cine de Raúl Ruiz. Fantasmas, simulacros y artificios.
de su distancia respecto de la producción de una imagen cinematográfica que Santiago: Uqbar Editores, 2010, p. 75.
respondiera directamente a las necesidades del proceso político encabezado por 6 El carácter político del cine del primer Ruiz, en relación con el reconocimiento
la Unidad Popular. Tanto Realismo Socialista (1973) –largometraje en el cual de una “cultura de la resistencia”, suponía un sentido particular de registro. Según
un publicista de derecha se va radicalizando hacia la izquierda y un obrero de Waldo Rojas, poeta amigo de Ruiz, éste se asociaba a una estética bautizada por
izquierda hacia la derecha– como La expropiación (1973) –un mediometraje ambos como “realismo púdico”: “El principio activo del realismo púdico consiste
que se burla de ciertas actitudes naif del populismo de izquierda– alertaban, en considerar la noción de realidad no ya como lo dado, como lo descubierto
según Jacqueline Mouesca, sobre fracturas ideológicas y políticas silenciadas absoluto, sublunar e impávido, sino como un sistema de ocultamientos: la
por la filmografía oficial e insertaban estos conflictos en una narrativa que se naturaleza gusta de ocultarse. Todo el resto, consecuencias éticas o estéticas,
desmarcaba del monopolio estilístico de la gran industria cinematográfica. Plano políticas o sociales, se daban por añadidura”. Rojas, Waldo. “Raúl Ruiz:
secuencia de la memoria de Chile: veinticinco años de cine chileno (1960-1985). Imágenes de paso”, en: De los Ríos, Valeria e Iván Pinto (eds.). El cine de Raúl
Madrid: Ediciones del Litoral, 1988, p. 114. Ruiz. Fantasmas, simulacros y artificios. Santiago: Uqbar Editores, 2010, p. 21.
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la irónica Diálogo de exiliados (1975),7 Ruiz se desmarca de lo político polisémica de las imágenes.10 A fuerza de hacer proliferar citas, regis-
entendido como intervención en la coyuntura inmediata y se aleja de tros populares, surrealistas y barrocos, Ruiz elevó a la categoría de cine
los temas de la cultura chilena que había abordado en la década previa.8 formas de lo no dicho. Sus películas se abren más allá de los límites
Según Michael Godard, la transición de Ruiz, de director chileno a de la historia y transitan zonas insospechadas, oníricas y retorcidas, un
auteur europeo, no fue tan abrupta ya que es posible encontrar en sus quiebre en la coherencia del relato y del argumento fílmico que im-
películas chilenas muchas de las estrategias estéticas y preocupaciones pactará en el modo de tratar la historia, como se evidencia en Petit
posteriores, al mismo tiempo que muchas de sus películas europeas Manuel d’Histoire de France (1979), una burla didáctica sobre la historia
tienen una dimensión política, a veces directa o indirectamente rela- de Francia paradójicamente financiada por el Ministerio de Educación
cionada con la política latinoamericana. No obstante, mientras que las de ese país, en donde el uso de la parodia y el pastiche permiten abor-
películas chilenas se produjeron en relación con una colectividad, sus dar el mundo histórico de una manera políticamente incorrecta y poco
películas posteriores expresan el aislamiento de la diáspora, una expe- convencional.11
riencia del exilio que no se expresó solamente en términos de pérdida o En las películas de Ruiz, el relato histórico es subsidiario de una
melancolía, sino como una oportunidad para multiplicar las referencias reflexión sobre el lenguaje y las formas narrativas tradicionales, pero
culturales y desarrollar aun más la desestabilización de los estereotipos el tratamiento de materiales del mundo chileno introduce, asimismo,
de la identidad política y de la subjetividad que ya había comenzado una dimensión afectiva que impacta tanto en los modos de entender
en su trabajo en Chile.9 Lo cierto es que, en Francia, Ruiz profundizó la representación como en la concepción del tiempo. Este punto de
el lenguaje vanguardista de su cine exploratorio y articuló una poética
que se desmarca de la narración tradicional para insistir en la potencia 10 Antes que en el seguimiento de una única historia coherente, Ruiz se interesa
en el “pasaje entre mundos diversos (reales o imaginarios) o entre distintos
niveles narrativos. Son esos ‘puentes’, esos puntos de suspensión, aquellos
difíciles momentos de conexión o desconexión los que busca entender, explorar,
7 Diálogos de exiliados disecciona minuciosamente los gestos, comportamientos trabajar”. Martin, Adrian. “Aquí colgando y por allá tanteando: acerca de ‘Las
y el discurso de la izquierda chilena en París y pone en evidencia el absurdo seis funciones del plano’ de Raúl Ruiz”, en: De los Ríos, Valeria e Iván Pinto
proyecto de mantener las formas de solidaridad política de la época de Allende (eds.). El cine de Raúl Ruiz. Fantasmas, simulacros y artificios. Santiago: Uqbar
en la situación de exilio, así como los fracasos de los intentos de formar alianzas Editores, 2010, p. 294.
con la izquierda francesa debido a la incompatibilidad de experiencias y modos 11 Petit Manuel d’Histoire de France, documental producido en 1979 para la serie Rue
de comportamiento. Este tipo de mirada irónica de los estereotipos políticos, des archives, es una compilación visual de la historia de Francia desde los Galos
expresados en el habla cotidiana, ya había sido empleada por Ruiz en sus hasta el presente. El collage reúne citas, clips de programas televisivos de historia,
películas de los años sesenta y setenta pero, mientras en ese período su “crítica fragmentos de filmes, escenas ficcionalizadas de obras y recreaciones ficcionales
micropolítica” fue aceptada como un correctivo necesario al dogma político, en de acontecimientos históricos que se yuxtaponen temporal y espacialmente
la situación del exilio fue recibida como una reflexión inoportuna. Goddard, cuando, en algunas escenas, la pantalla se divide y muestra dos acontecimientos
Michael. The Cinema of Raúl Ruiz: Impossible Cartographies. London: Wallfower, desarrollándose en paralelo. Para Roseanbaum el aspecto subversivo de esta
2013, p. 36. obra se vincula a la proliferación general de las representaciones, no sólo por
8 En una entrevista, Raúl Ruiz reconoce ese alejamiento de los temas chilenos: “Yo lo heterogéneo de las fuentes utilizadas, sino también porque un mismo actor
intenté cortar radicalmente con todas las referencias chilenas cuando empecé puede representar a distintos personajes históricos o, como es el caso de Juana
a hacer cine en Francia. Por muchas razones: porque me molestaba seguir de Arco, una figura puede ser interpretada por distintas actrices de acuerdo con
trabajando en el gueto, es decir, sacándole el jugo a los cadáveres que habían los filmes del cual son extraídas las escenas. En Petit Manuel d’Histoire de France,
quedado en el camino o seguir insistiendo en una cierta forma de miserabilismo el tono de autoparodia se amplifica por la dicción neutra de los niños que leen
moral. Entonces me decidí a cortar, por un lado. Y por otro, por razones muy extractos de los manuales escolares de distintos momentos históricos, un intento
prácticas: después del filme Diálogos de exiliados –con el que yo creo hubo de incluir un recorrido cronológico que termina minando la idea de historia con
unanimidad en contra–, se produjo una ruptura con todas las organizaciones”. mayúsculas y reduce la historia de Francia a la suma de sus clichés. Rosenbaum,
Cuneo, Bruno, op. cit., pp. 195-196. Jonathan. “Mapping the Territory of Raúl Ruiz”, en: Placing Movies: The Practice
9 Goddard, Michael, op. cit., p. 36. of Film Criticism. Berkeley: California University Press, 1995, pp. 222-237.
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encuentro entre cierta mirada conjetural sobre el mundo histórico y do histórico por medio de un “extrañamiento” que transforma esa vida
la apuesta en la afectividad como modo de redireccionarnos al pasa- emocional –el rango de estados de ánimo, estructuras de sentimiento
do se opera en Cofralandes. Rapsodia Chilena, la serie de documentales y vínculos afectivos– en algo raro, sorprendente, inusual y, por lo tanto,
que Raúl Ruiz filmó en 2002. En ocasiones se ha vinculado el carácter capaz de generar un nuevo tipo de reconocimiento, interés y análisis.14
subversivo del cine de Ruiz a su inscripción en una episteme barroca De manera similar, en Cofralandes el afecto funciona estableciendo crí-
o postmoderna, como si la multiplicación de perspectivas, y la con- ticamente puentes entre lo individual y lo colectivo, entre la estética
fusión de las dimensiones de lo virtual y lo actual, respondiera a un y la historia. Una lógica afectiva atraviesa el asedio multilateral a la
proyecto de descomponer el relato en tanto artificio ordenador de la identidad chilena y, en el movimiento entre la parodia y la melancolía,
realidad”.12 Hay en Cofralandes numerosas escenas que apuntan a un va tejiendo vínculos con el pasado que, antes que articular un relato,
“vaciamiento de sentido” que podría ser leído desde una perspectiva buscan producir sensaciones de memoria.
de crítica al postmodernismo, sin embargo, en la serie hay también un
uso del anacronismo que desafía la lógica lineal de la representación al
mismo tiempo que ofrece una percepción táctil del pasado. Desde una Documental histórico y precariedad
estética vanguardista, los distintos capítulos de esta “rapsodia chilena”
redimensionan las relaciones entre espacio y tiempo y se detienen en la En 2001, quizás para responder a la necesidad de producir monumentos
materialidad misma de la superficie audiovisual para proponer una for- culturales para el Bicentenario y la conmemoración de los treinta años
ma de vincularse con el pasado que descansa en una dimensión afectiva. del Golpe Militar de 1973, el gobierno del presidente Ricardo Lagos
En su abordaje sobre la estética de los afectos, Simon O’Sullivan le comisionó a Ruiz la realización de una serie de documentales sobre
argumenta que una obra es una configuración particular de forma y sus impresiones acerca del país. El proyecto contó con un presupuesto
contenido que produce “algo más”, un residuo difícil de describir. El mínimo, prescindió de actores en la mayor parte de los capítulos y se
arte es “parte del mundo” pero, al mismo tiempo, se sitúa “aparte del filmó en formato digital. Sin embargo, pese a responder a un encargo
mundo”; funciona produciendo “un exceso”, un excedente que escapa oficial del Ministerio de Educación, Cofralandes no contó con una am-
al lenguaje y permanece en la dimensión de lo afectivo.13 Una de las plia exhibición en la televisión chilena.15 Durante los años de la Unidad
tareas creativas del arte tiene que ver, justamente, con explorar formas Popular, y luego en su exilio europeo, Ruiz había realizado documenta-
del afecto que nos sacan del mundo para luego devolvernos a él. En les por encargo de organismos partidistas y canales de televisión pero,
este sentido, Jonathan Flatley propone pensar el afecto como un “vaso aunque desconocemos las características de los pedidos oficiales, las
comunicante” a través del cual la historia se abre paso en la estética. En películas que terminó filmando se alejaron radicalmente de cualquier
su estudio del modernismo literario, ciertas obras funcionan como “car- tipo de narrativa documental tradicional.16 En el caso de Cofralandes el
tografías afectivas” porque vinculan la vida afectiva del lector al mun- resultado es un poético ensayo que intenta dar cuenta de la idiosincrasia

12 Christine Buci-Glucksmann se refiere al carácter barroco de la propuesta de 14 Flatley, Jonathan. Affective Mapping: Melancholia and the Politics of Modernism.
Ruiz por su énfasis en un régimen visual en donde lo virtual y lo actual parecen Cambridge: Harvard University Press, p. 15.
confundirse. Buci-Glucksmann, Christine. “El ojo barroco de la cámara”, en: De 15 La película circuló por festivales en el exterior. El primer episodio de la serie
los Ríos, Valeria e Iván Pinto (eds.). El cine de Raúl Ruiz. Fantasmas, simulacros fue galardonado con el Premio Glauber Rocha y el de la Prensa Internacional
y artificios. Santiago: Uqbar Editores, 2010, pp. 143-173. El vínculo entre Fripresci, en el Festival de Cine de Montreal 2002.
polisemia visual y postmodernismo, en la obra de Ruiz, es abordado por Adolfo 16 Algunos de los documentales realizados por encargo de la televisión europea
Vásquez Rocca, “Raúl Ruiz: ontología de lo fantástico. Territorios, políticas fueron Les divisions de la nature; Les élections; Jeux; Petit manuel d’histoire de
estéticas y polisemia visual”, en: Aisthesis, Nº 48, 2010, pp. 31-47. France; De grands événements et de gens ordinaires; Zig-Zag - le jeu de l’oie
13 O’Sullivan, Simon. “The Aesthetics of Affect: Thinking Art Beyond (une fiction didactique à propos de la cartographie); Lettre d’un cinéaste ou Le
Representation”, en: Angelaki, Vol. 6, Nº 3, diciembre 2001, p. 125. retour d’un amateur de bibliothèques; Lourdes y La presence réelle, entre otros.
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chilena desde un abordaje que privilegia las “deformaciones” del juego, guarda todavía cierta intención pedagógica. Como plantea Alejandra
la distancia y la memoria, representadas en la película por las numerosas Rodríguez Remedi, en Cofralandes la estética rupturista se desenvuelve
escenas con niños y los testimonios de tres observadores extranjeros y en función de deconstruir el mundo histórico e instigar una conversa-
de un narrador que redescubre su país de origen. Los cuatro capítulos ción acerca de la identidad chilena.19
que componen la serie –Hoy en Día, Rostros y rincones, Museos y clubes Esta intención pedagógica se revela, sin embargo, “precaria” porque la
de la Región Antártica y Evocaciones y valses– son muy heterogéneos y película no satisface las expectativas monumentalistas de la institucionali-
la obra en su totalidad resulta de difícil categorización. Si bien varias dad en tanto evade el gran discurso explicativo y ofrece una multiplicidad
escenas de la serie contienen elementos que formalmente responden a de referencias sin establecer ninguna jerarquía entre las mismas.20 El título
los modos de enunciación que generalmente se asocian al documental de Cofralandes es extraído de una tonada campesina rescatada por Violeta
histórico –“expositivo”, “observacional”, “interactivo” y “reflexivo”– por Parra, una canción que presenta una versión folklórica del paraíso, un lugar
otro lado, sin ningún tipo de transición, la película nos sumerge en donde los ríos son de vino y los pobres pueden comerlo todo. En su estudio
momentos surrealistas, un modo de entrelazar la caracterización del sobre la película, Pablo Corro sostiene que el subtítulo, “Rapsodia Chilena”,
mundo histórico y subjetivo que hacen de Cofralandes una especie de indica que se nos va a presentar fragmentos de un poema épico, de una
“ficción documental”.17 Para Sebastian Thies, la narración en primera gesta nacional, pero la trama no lineal, plagada de imágenes no narrativas,
persona en la película indica que se trata de un “video-diario de viaje”, propone pensar una identidad desligada de cualquier seguridad o esen-
cargado de emotividad y poesía, pero la superposición del formato de cialismo. Antes que la celebración de un paraíso feliz, el collage híbrido y
“ensayo” permite explorar reflexivamente además de un tema –los mo- autoreflexivo de este diario personal y de viaje evoca un imaginario cultural
dos de ser chilenos–, los límites del mismo género documental y, en y sus contradicciones. El hermeneuta desterrado de Ruiz encuentra un país
particular, de la “ficción etnográfica”.18 Desde una disposición formal marcado por la fragmentación social, la incomunicación y las huellas del
de vanguardia, y alejado del convencionalismo narrativo hollywooden- pasado que se evidencian en las múltiples referencias a la dictadura que
se, el ejercicio fílmico de Ruiz evoca un paisaje chileno de ensueño que van puntuando las cuatro entregas de la serie. “Rapsodia”, pieza musical
compuesta de fragmentos, refiere también a la mezcla de materiales: anu-
17 En La representación de la realidad, Bill Nichols introduce cuatro modos de dando y desanudando citas culturales muy específicas, Cofralandes arma un
organización de la representación documental. Según el autor, los filmes pastiche enigmático que rompe con las ideas de causa y efecto, continuidad
pueden agruparse en torno a patrones comunes que determinan el discurso. histórica, linealidad y homogeneidad espacial.
Un documental puede ser preponderantemente expositivo, observacional,
interactivo y reflexivo si privilegia la argumentación objetiva sobre el mundo
histórico, la observación sin comentario, la interacción con los protagonistas o
la reflexión sobre el propio lenguaje documental. Años más tarde, en un texto
Fascinación y extrañamiento
complementario, Nichols (2001) introduce las categorías de “documental
poético”, caracterizado por un discurso abstracto montado a través de la libre La descomposición del relato en tanto artificio productor de sentido
asociación de registros fragmentarios, y “documental performativo”, vinculado a y la indagación de los modos de la identidad se hacen desde el no-
la emergencia de minorías que cuestionan la objetividad y los valores universales. territorio. Tanto los viajeros como el mismo Ruiz tienen una mirada
En muchas de sus escenas, Cofralandes asume un lenguaje poético, un modo
que en general no se privilegia en los documentales que abordan temáticas
relacionadas con el mundo histórico. Nichols, Bill. La representación de la realidad.
Cuestiones y conceptos sobre el documental. Barcelona: Paidós, 1997; y Nichols, Bill. 19 Rodríguez-Remedi, Alejandra. “Cofralandes: A Formative Space for Chilean
Introduction to Documentary. Bloomington: Indiana University Press, 2001. Identity”, en: Haddu, Miriam y Joanna Page (eds.). Visual Synergies in Fiction and
18 Thies, Sebastian. “Nomadic Narration and Deterritorialized Nationscape in Documentary Film from Latin America. New York: Palgrave MacMillan, 2009, p. 87.
Cofralandes: Rapsodia chilena (2004) by Raúl Ruiz”, en: Raab, Josef, Sebastian 20 Corro, Pablo. “Raúl Ruiz, documental y antiutopía: Cofralandes I, Hoy en día”, en:
Thies y Daniela Noll-Opitz (eds.). Screening the Americas. Narration of Nation in Retóricas del cine chileno: ensayos con el realismo. Santiago de Chile: Fondedoc UC,
Documetary Film. Trier: Wissenschaftlicher Verlag, 2012, pp. 279-303. 2008, pp. 91-104.
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exterior o, casi exterior, porque de lo que se trata es de ver lo propio recuerdan en su complejidad barroca a la ficción de Jorge Luis Borges.22
como ajeno. Sin embargo, la ruptura de la narración convencional, que Pero, aun en su indescifrable estructura, Cofralandes es una parodia “a
produce distanciamiento, se contrarresta con la fascinación que resul- la chilena”, confusa y dispersa, y es desde este lugar del malentendido,
ta del modo eminentemente afectivo de abordar la cultura chilena: a de la auto ironía, que Ruiz busca la risa cómplice con una parodia que
partir de fragmentos, de presencias y ausencias, de una voz narrativa une la ironía, el distanciamiento y la suspensión de sentido con un acer-
que se mueve entre la parodia y la melancolía, Ruiz va tejiendo, antes camiento a la risa, la chacota y formas de comicidad más orientadas al
que un relato cerrado, sensaciones de memoria. El Chile de ensueño mundo popular. En el documental la narración en off es acogida por
es mostrado a través de los ojos de tres viajeros: un francés, un alemán la “mentira con chispa” –que según el personaje del viajero alemán es
y un inglés y de un narrador chileno anónimo, la voz del mismo Ruiz, característica de la chilenidad–, una apuesta a la dimensión lúdica, una
que redescubre extrañado los cambios experimentados por el Chile de falta de fiabilidad que deconstruye el relato autoetnográfico.23 Esta voz,
la post-dictadura y la aceleración capitalista, pero también uno que pa- que juega pícaramente, nos atrae también de un modo que inunda la
rece querer recuperar ciertos signos identitarios nostálgicamente más atmósfera lúdica del documental de una especie de humor triste. La
deseables que los del presente.21 En un juego entre la identificación y dicción del habla del narrador se carga de afectividad y sensibilidad
desidentificación, desde una perspectiva eminentemente personal, pero poética, su decir susurrado y melancólico nos deja en un espacio in-
también desplazada, los tres viajeros europeos y el narrador recorren el definido, como si nos hablara dentro de un sueño o desde el país de
territorio para cartografiar modos de ser chilenos en un esfuerzo que los muertos. La textura de las voces coloquiales también nos lleva a un
nunca alcanza a atrapar lo que busca. En este sentido, un momento de espacio extraño. En ocasiones, los diálogos no cumplen una función co-
humor en el film lo protagoniza el psicólogo inglés que había viajado municativa, como se evidencia en las situaciones absurdas o autoreflexi-
a Chile para estudiar las altas tasas de suicidio. Su trabajo de campo vas en relación al habla –la historia del poeta que hacía versos con una
se ve constantemente frustrado porque el fenómeno de los suicidios sola palabra, el profesor de lingüística que explica los giros fonéticos del
desaparece cada vez que visita las ciudades donde éste tenía lugar y se habla chilena, la sonoridad del español contaminado de acento alemán,
ve obligado a desplazarse constantemente en el intento de atrapar un francés o inglés de los viajeros– o en la inserción de los diálogos radia-
fenómeno que siempre se le escapa de las manos. Un país que resulta les entre Pinochet y Carvajal del día del golpe y de ruidos de rotura de
ininteligible también para el narrador cuando melancólicamente con- vidrios que acompañan algunas escenas. El trabajo sobre el habla, como
fiesa: “Y yo que quería decir Chile, y me salió quién sabe qué”. lugar de dislocación de lo familiar, se relaciona con la obsesión de Ruiz
En Cofralandes el desplazamiento es también un viaje mental que por las incoherencias lingüísticas y las fracturas del discurso, con esa
si, por un lado, desestabiliza los límites entre el adentro y el afuera, lo “capacidad que tienen los chilenos de ser tautológicos y contradictorios
propio y lo ajeno, el acá y el allá, el pasado y el presente; es también al mismo tiempo”,24 pero en muchas escenas los ruidos y las formas del
una apuesta a la materialidad misma del cine y de la memoria, jugando habla “que hacen ruido” no están en sincronía con la imagen y desesta-
con ausencias que no se pueden dejar de notar y un cierto deseo de bilizan la integridad espacial y temporal de la película.
presencia, como tratando de asir, de rescatar un mundo que está por Es en esta atmósfera de melancolía y extrañeza que tiene lugar la
desaparecer. El juego de ambivalencia entre la parodia y la melancolía evocación del pasado. Hoy en día, primer capítulo de Cofralandes, se
va tejiendo sensaciones de cercanía y distancia afectiva desde lo sonoro.
En todas las películas de Ruiz la narración en off es, como decía un
crítico de Cahiers du Cinéma, un “canto de sirena” que parece guiar al 22 Heinemann, David. “Siren Song: the Narrating Voice in Two Films by Raúl
espectador pero, en realidad, lo arrastra a narrativas laberínticas que Ruiz”, en: Comparative Cinema, Vol. 1, Nº 3, 2013, p. 68.
23 Thies, Sebastian, op. cit., p. 283.
24 Naranjo, René. “Se puede hacer una película sin argumento. Entrevista a Raúl
Ruiz”, en: Revista Mabuse, N° 1, 14/12/2002. Disponible en: http://www.
21 Cuneo, Bruno. op. cit., p. 17. mabuse.cl/entrevista.php?id=26855 [03/02/2015].
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abre con un temblor que, como la Madeleine de Proust, activa la deriva de la serie, sueño y vigilia compartirán un mismo estatus, la misma
del recuerdo cuando, entre la vigilia y el sueño, el narrador insomne potencia iconográfica, ideológica y capacidad de sentido.
evoca la memoria infantil de los “cuentos de la vieja Paulina” que solía Al igual que la memoria infantil, el presente de la narración es so-
escuchar en la casa de su abuela. El mundo infantil aparece doblemente metido al filtro de la extrañeza: una mujer riega el cemento, dos com-
ligado a la ficción porque el recuerdo-relato es un recitado de “En el pañeros de militancia del narrador, tartamudos, mantienen un diálogo
fondo del lago”, un poema tradicional de Diego Dublé Urrutia, y la imposible, en la calle otro ex compañero de la universidad utiliza un
voz que trae al presente esa historia es la de Waldo Rojas, poeta amigo control remoto para hablar por teléfono pero también lo dirige hacia
de Ruiz también exiliado en Francia, que declama el poema con una el fuera de campo, como un dispositivo de mise en abyme, para cambiar
pronunciación afrancesada, estableciendo así una doble distancia res- entre las distintas secuencias del documental. Hay dentro de la película
pecto a la chilenidad nostálgica, ilusoria y algo kitsch a la que remite numerosas recreaciones de la alienación contemporánea y de la interac-
el texto.25 La casa de campo en Limache, espacio interior que en la ción vacía de la cotidianeidad, escenas que hablan de un país marcado
primera escena se nos presenta como un remanso, se encuentra en el por la fragmentación social y el pasado dictatorial. Otros personajes ex-
segundo plano invadida por unos personajes alegóricos, unos hombres travagantes y alegóricos performan idiosincrasias chilenas y evocan un
vestidos de Santa Claus que realizan una performance extrañamente imaginario cultural lleno de reminiscencias folclóricas pero las escenas
violenta gritando frases absurdas como “juro defender esta bárbara. No siempre se desnaturalizan por su carácter absurdo. Una de estas situa-
hacer mal uso de ella. No teñirla ni recortarla”. Las imágenes de los ciones se presenta en la tercera parte de Cofralandes cuando el narrador
Santa Claus, en formación ordenada en el patio, mezclan la inocencia visita el “Museo del sándwich”. El guía va describiendo los distintos
de la imaginería infantil con una actuación amenazante, ya que evocan platos, verdaderas manifestaciones culinarias de la identidad nacional,
y satirizan el militarismo, un vínculo con la historia que se refuerza con ante un público que sostiene velas y respetuosamente repite “Ave María
el uso en la banda sonora de un registro de Pinochet hablando con otro purísima” cada vez que se aclara que un sándwich en particular está
comando militar en el día del golpe. El pasado de violencia política se “extinguido”.26 En la secuencia que le sigue, el narrador visita el “Museo
cuela en cada uno de los fragmentos de esta memoria infantil: en el de Nada”, que reúne cosas que han ido desapareciendo. Mientras el guía
patio vemos unos ciegos golpeando sus bastones contra escudos y car- explica que “ya no hay nada pero quedan las sombras”, y que las parejas
teles de manifestantes que exigen su expulsión; dentro de la casa, que siguen yendo porque “es un lugar de encuentro, un museo del amor”,
tiene algo de ruina, unos cuerpos yacen en el suelo cubiertos por diarios el narrador utiliza distintas variaciones lingüísticas del habla chilena
y, nuevamente en el patio, un grupo de mujeres vestidas de Papás Noel para advertirle al guía que tiene la bragueta abierta. Las situaciones
bailan en círculo, riendo y cantando una melodía infantil mientras los inusuales son también dispositivos que permiten unir imágenes en una
camareros sostienen pancartas en señal de protesta. El estilo poético, poética en la que siempre la imagen refiere a otras imágenes, como en
polisémico, intertextual, abiertamente subjetivo y autoreflexivo de la la secuencia en la que un perro callejero sueña con los titulares políticos
película entreteje realidad y ficción, un collage en donde la alegoría y del diario El Mercurio y desde lo cotidiano se establece un puente con
los resabios fantasmales del pasado se interrumpen con juegos y perfor- los acontecimientos públicos.
mances absurdas. Hacia el final de la secuencia, la voz en off comienza
a relatar un cuento infantil sobre tres viajeros (que podrían ser los que
recorrerán el país con el narrador) e inicia un itinerario que difumina la 26 La comida como parte de la identidad cultural es central en la serie. En
diferencia entre objetos o espacios “imaginarios” o “reales”. A lo largo numerosas escenas se habla de comida o se muestran planos detalle de platos
típicos o carteles de fondas y restaurantes. También algunas representaciones del
pasado histórico o de cuentos folklóricos incluyen referencias culinarias: en una
25 Agradezco a Fernando Pérez Villalón el haberme referido el poema de Diego escena un cura patriota y su hermana realista discuten de teoría política mientras
Dublé Urrutia. Ver: http://www.ceoniric.cl/spanol/poetas/DiegoDuble.htm mencionan las comidas del día y, en otra, el pícaro de Pedro Urdemales hace un
[03/02/2015] pacto con el diablo y prepara una comilona.
126 Texturas del pasado, performances del presente Irene Depetris Chauvin 127

Anacronismo e historia espacial recuerdo de la lectura de esa novela fundacional chilena y la cámara nos
deja ver los personajes, hombres y mujeres vestidos con ropa del siglo
A lo largo de las cuatro entregas de Cofralandes, Ruiz nos hace saltar XIX, en una casa de campo, posando, mirando a cámara. Según el na-
entre diferentes espacios y secuencias de tiempo, rompiendo la ilusión rrador, uno de los personajes de Martín Rivas tenía un “sueño político”:
cinematográfica de continuidad para destacar la naturaleza artificial y
altamente subjetiva tanto del cine como de la memoria.27 En este sen- Soñaba con Chile del futuro en que había enseñanza gratuita,
tido, varias escenas del collage híbrido y autoreflexivo del documental seguridad social, igualdad ante las leyes. Y, como nosotros vivía-
evocan un imaginario cultural y sus contradicciones por medio de un mos más o menos en ese sueño, a “Don Marat”, como le decían
formato que recuerda a lo que Fredric Jameson describía como “his- al profesor, se le había ocurrido que para aprender de verdad,
toriografía espacial”, aquella práctica postmoderna que entremezcla había que dormir mucho. Nosotros teníamos siesta obligatoria y
soñábamos con Martín Rivas o con la Aritmética del amor, cosas
hechos históricos y ficciones creando una sensación anacrónica de la
así. Es raro porque soñábamos con unos personajes que, parece
historia que transforma la idea cronológica del tiempo en una sensación que soñaban con nosotros. “Don Marat”, como le decíamos al
espacial del pasado. Para Jameson, la invención imaginaria y la experi- profesor, era un soñador. Se dormía en clase. Decía que soñaba
mentación formal, características de la historiografía espacial, dan lugar con la Revolución Francesa. Pero nosotros no. Nosotros soñába-
a “un flujo de imágenes fílmicas carentes de densidad” que convierten mos con Martín Rivas.
la historia en una “fábula escapista”.28 Estas evaluaciones del trata-
miento de la historia en la ficción postmoderna han suscitado nume-
rosas críticas: la discontinuidad, la fragmentación, la indeterminación, El plano ahora muestra a los niños durmiendo la siesta en la es-
la intertextualidad, las rupturas del eje temporal y espacial que, para cuela y al maestro que, en su tiempo libre, había escrito una novela
Jameson, son un mero juego estético, para autores como Linda Hut- social ambientada en el siglo XIX en donde los personajes se llamaban
cheon, son estrategias de cuestionamiento político e ideológico.29 Pero como los de la novela de Blest Gana. Mientras el narrador nos relata la
en Cofralandes, el postmodernismo identificado con la metaficción his- trama, volvemos a ver a los actores caracterizados como los personajes
toriográfica es una manifestación crítica porque en el uso creativo del de Martín Rivas que siguen posando, respirando, mirándonos en una
anacronismo se opera, no sólo una deconstrucción de la historia como imagen sostenida. “Los nombres son los mismos”, dice Ruiz, pero “es-
relato totalizante, sino la entrada de una lógica afectiva, una invitación a tos son los empleados de la casa” y el recuento de la trama de la novela
vincularnos con el pasado por medio de sensaciones de memoria. del maestro se entremezcla con el relato de un verdadero caso policial
Un ejemplo del uso del anacronismo en relación al mundo histórico que tuvo lugar en un tiempo posterior. En la secuencia, la ficción y el
se encuentra en la cuarta parte de Cofralandes, en donde Ruiz propone sueño vuelven a poner en evidencia que hay un vínculo entre imágenes
una reinvención de Martín Rivas. Imprecisamente, el narrador evoca el y signos que siempre está en exceso de una simple noción de represen-
tación pero, al mismo tiempo, ese exceso es lo que permite establecer
una nueva relación entre pasado y presente.
27 Las películas de Ruiz ponen en juego las concepciones de continuidad espacial y La recreación de Martín Rivas acude al tableaux vivant, recurso que
de linealidad temporal. Cofralandes nos hace saltar en el espacio, narrativamente,
de un plano al otro, pero también al interior del mismo plano se funden los Ruiz ya había utilizado en Hipótesis del cuadro robado (1978). En este
espacios. En una secuencia de la segunda parte del documental, un plano film inspirado en Pierre Klossowski, la recreación con cuerpos vivos de
muestra una calle cercana al mercado de La Vega, en el centro de Santiago, pero la escena de una famosa pintura, en teoría reproduciendo exactamente
luego ese mismo plano se funde con la superposición de una imagen de otra calle la disposición de los modelos en el trabajo original, era para uno de los
en un mercado de Tokio. personajes un modo de entender el verdadero sentido del cuadro pero
28 Jameson, Fredric. Postmodernism; or, The Cultural Logic of Late Capitalism.
Durham: Duke University Press, 1991, pp. 367-371. también un modo de reflexionar sobre el lenguaje del cine. A través del
29 Hutcheon, Linda. A Poetics of Postmodernism. New York: Routledge, 1988. uso de un “precursor”, el cuadro vivo, la película señala que el sentido
128 Texturas del pasado, performances del presente Irene Depetris Chauvin 129

de que lo que se repite es otro que aquel que las imágenes parecen esta superposición, que cruza figuras de distintas épocas, funde distin-
representar. Las imágenes cinematográficas funcionan de una manera tos tiempos y espacios en una especie de “memoria de pantalla”. Hay un
similar a los “cuadros vivos”: en lugar de la representación inequívoca momento en Rostros y rincones en donde es el montaje de distinto tipo de
de un tiempo y lugar determinados son poses y escenas en suspensión imágenes el que permite establecer una relación entre distintas geografías
que se abren a infinitas relaciones con otras imágenes.30 En este sentido, y épocas históricas. La secuencia se inicia en una cabina telefónica en
también en Cofralandes, Ruiz incorpora distintas formas de arte como Holanda, entre avisos de servicios sexuales encontramos un cartel con fo-
la pintura, la fotografía, y el “cuadro vivo” para interrogar la forma y el tografías de niños extraviados. La cámara se acerca a uno de esos retratos,
estilo fílmico, pero este ejercicio trasciende el de una mera crítica a la un niño llamado José Gonzalo Pereira Vargas. Su rostro se funde con el
categoría de representación y permite pensar un nuevo sentido de tem- de una pintura, el retrato de Pedro de Valdivia, el europeo que organizó
poralidad, en tanto el uso del “cuadro vivo” evidencia otro tipo de unión la conquista de Chile. Seguidamente, Valdivia se funde con pinturas de
entre momentos. Según Raúl Ruiz, en la relación establecida entre los nobles y próceres de la época de la independencia. Finalmente, la serie
modelos originales, que posaron para el artista, y la re-constitución de de retratos pintados se funden con otra serie de imágenes de chilenos
esas mismas poses en el presente la suspensión del tiempo es imposible retratados por el cine. La presencia de estos hombres y mujeres hoy no
porque la reproducción a través de organismos vivos necesariamente se se relaciona a una historia o narración; son, como las pinturas, sólo retra-
desvía de cualquier representación fiel de la escena original en favor de tos fílmicos, presencias de gente viva que nos mira. La secuencia tiende
un arte de la simulación o la reencarnación en donde una “intensidad puentes entre espacios, situaciones y tiempos, puentes también entre la
compartida” actúa como puente entre dos épocas.31 fotografía, la pintura y el cine que evidencian que el espacio en la “his-
El uso del “cuadro vivo” crea la sensación del desplazamiento de la toriografía espacial” no sólo refiere a la producción de una sensación no
representación a la performance corporeizada pero en la serie las sen- lineal del tiempo, sino a la posibilidad de crear diferentes espacios en los
saciones de memoria brotan hasta de la superficie. En algunos planos encuentros entre materiales dispares que se combinan en nuevas formas.
de Cofralandes conviven imágenes televisivas, fotografía y pintura, y En la secuencia el anacronismo no es el resultado gratuito de un ejercicio
puramente formal. El montaje fundido de la fotografía, las pinturas y los
30 De acuerdo con Michael Godard, La Hipótesis del cuadro robado explora el poder retratos filmados propone una concepción distinta del tiempo como un
del cine para repetir el simulacro. Como la práctica de los tableaux vivants, el sitio infinito de posibles encuentros. El espacio y el tiempo se presentan
cine es un arte de la simulación que extiende los poderes de la repetición más allá en capas, se vinculan, se producen entre sí. En este sentido, la historiogra-
de una simple duplicación ya que, por su misma forma, permite una proliferación fía postmoderna, que no acepta la forma cronológica como única, acude
salvaje de las imágenes. Godard, Michael, op. cit., p. 48. al anacronismo para yuxtaponer y explorar los efectos del pasado sobre
31 Raúl Ruiz compara el dispositivo de Aby Warburg, que buscaba subrayar la
continuidad de los gestos, actitudes, e intensidades a lo largo de la historia del arte, el presente –y del presente sobre el pasado– y las posibilidades de una
con una práctica habitual de los salones parisinos del siglo XIX, el “cuadro vivo” en experiencia diferente del tiempo.
donde: “un grupo de modelos se apropia del cuadro de un maestro antiguo y trata
de recrear la escena pintada de manera teatral. Cada modelo adopta una posición
en ese decorado artificial. Ahora bien: sabemos que los pintores también usaban Texturas del pasado
modelos vivos. Es inevitable que los modelos del cuadro viviente se muevan un
poco, imperceptiblemente, de modo que hacen esfuerzos constantes para retomar
la pose, giran sin cesar alrededor de esa pose que los llama pero se les escapa. En Cofralandes el anacronismo se vincula a una sensación de memo-
De ahí deriva una cierta tensión física, la misma que debieron sufrir los modelos ria propia de un espacio táctil. En su estudio sobre la obra de Francis
originales. Esa intensidad común es como un puente que une a los dos grupos Bacon, Gilles Deleuze concibe la pintura, antes que como mera repre-
de modelos. Los pequeños movimientos de los modelos originales, fijados en sentación histórica o significación, como un lenguaje dirigido al cuerpo,
la pintura, son reproducidos luego por los modelos en el cuadro viviente. Los
primeros modelos, en cierto sentido, se encarnan en el cuadro viviente; o lo que se un lenguaje con el poder de configurar sensaciones determinadas: “la
reencarna, al menos, es la tensión”. Ruiz, Raúl. op. cit., p. 66. propia vista descubre en sí una función de tacto que le es propia, que
130 Texturas del pasado, performances del presente Irene Depetris Chauvin 131

no le pertenece más que a ella, distinta de su función óptica. Se diría ra, la cámara nos hace recorrer la textura de la caligrafía. En el siguiente
entonces que el pintor pinta con sus ojos, pero solamente en tanto que plano saltamos al presente, a la superficie colorida y plana de las porta-
toca con los ojos”.32 El énfasis en las atmósferas, antes que en la narra- das de los diarios. Los dos momentos se unifican con la lectura de un
ción, se relaciona en Cofralandes con esta visualidad háptica: muchos cuento que parece no referir puntualmente a ninguna de las dos imáge-
de sus planos borrosos sugieren texturas y las numerosas escenas con nes, lo que refuerza la idea de que no es el texto, sino la textura lo que
imágenes de agua y comida convocan una memoria de los sentidos. se rescata en la secuencia. Finalmente, la cámara se detiene en un pe-
También el uso de los ángulos de la cámara, el movimiento y la propia riódico amarillento, una edición de El Mercurio de septiembre de 1973.
puesta en escena configuran espacios táctiles pero es, sobre todo, el en- Podemos leer el titular que informa la muerte del presidente Salvador
cuentro entre los sentidos y distintas manifestaciones artísticas, como Allende, pero aquí tampoco se trata de leer un texto, un documento,
la pintura y la fotografía, lo que deforma y aísla el arte cinematográfico una prueba. Las manos tocan el papel, el movimiento de la cámara
y nos lleva a reconocer su materialidad específica. acompaña dinámicamente el movimiento de las manos que recorren
Una inversión en la afectividad y en la textura se evidencia en el modo toda la superficie del diario, lo giran, lo acomodan, lo acarician, como
en que el narrador se relaciona con el mundo histórico a través de imá- haciendo presente un pasado que se experimenta fundamentalmen-
genes de un archivo fotográfico que, aunque es parte de un acervo colec- te como textura, como una sensación de memoria. Mientras la mano
tivo, es tratado como si fuera personal. La tensión ente la ausencia y la acaricia el diario no hay narración en off, la imagen cargada de afecto
presencia, que recorre los cuatro capítulos de Cofralandes, se manifiesta direcciona la subjetividad hacia un momento histórico específico, pero
especialmente en el uso de esas imágenes. En varios momentos el narra- la presentación de la afectividad se abisma cuando la voz reingresa en el
dor, la voz sin cuerpo de Ruiz, habla de fotografías que vemos: hombres campo sonoro e introduce un momento de humor triste. Dirigiéndose
en un bar, grupos de indígenas, trabajadores, mujeres, familias. Agrupa- a la mano, la voz susurra: “Oiga, tiene la uña sucia… Oiga, tiene la uña
mientos humanos que el narrador dice desconocer, porque se trata de de luto” y de inmediato se entrega a un juego lingüístico de repeticiones
fotografías viejas compradas en alguna tienda de Valparaíso, pero que y variaciones, utilizando la misma estructura sintáctica para continuar
le “traen recuerdos de nada, nada en particular” y, “como esas canciones ordenándole cosas a esa mano, lo que lleva la situación hacia el absur-
viejas de antes que uno naciera”, lo emocionan. En algunos momentos las do. La secuencia, que había direccionado nuestra afectividad al mundo
imágenes, y los recuerdos que convocan, parecen estar sometidos a una histórico, nos devuelve en el final ese vínculo de una manera extrañada.
lógica de vaciamiento de sentido. Evocaciones y valses, la cuarta parte de
Cofralandes, comienza con una de estas operaciones: una serie de foto-
grafías antiguas expuestas bajo un chorro de agua mientras la monocorde Sensaciones de memoria
locución del propio Ruiz evoca la poco probable historia de las fotos, co-
rrigiéndola en cada repetición. El narrador arma y desarma el recuerdo de Muchas escenas de Cofralandes son indicativas de un “giro afectivo” en
una mujer que se llamaba Elvira, o Antonieta, o Anita, y que quedó viuda la historia, es decir, de representaciones caracterizadas por interpreta-
el mismo día en que se casó. Habla también de los años cincuenta, de un ciones conjeturales del pasado, el colapso de las temporalidades y un
incendio, de un choque, de una tragedia, de una época en la que mucha énfasis en la experiencia individual y la vida cotidiana en lugar de acon-
gente moría, de gente quemada, todas repeticiones que nos va definiendo tecimientos históricos, estructuras y procesos.33 Refiriéndose al giro
e indefiniendo el alcance y el sentido de lo retratado en la fotografía. afectivo, Robert Rosenstone plantea que las películas son una alternati-
La imagen como residuo del pasado adquiere distinto peso en otra va a las limitaciones de la historia tradicional por su capacidad de narrar
secuencia que se inicia con un texto colonial. Como si fuera una pintu- desde múltiples puntos de vista e incorporar sonido, voz, música, color,

32 Deleuze, Gilles. Francis Bacon. Lógica de la sensación. Madrid: Arena Libros, 33 Agnew, Vanessa. “History’s Affective Turn: Historical Reenactment and its
2005, p. 158. Work in the Present”, en: Rethinking History, Vol. 11, Nº 3, 2004, pp. 299-312.
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movimiento, mímesis y collage de un modo que hacen pensar y sentir nifica, sino qué es lo que hace para crear sensaciones.36 Jugando con
más allá de los límites sensoriales de la vista y el sonido. En este sentido, las nociones de espacio y tiempo, el viaje poético de Ruiz propone una
Cofralandes hace uso de recursos estilísticos, como la fragmentación y memoria en la que los signos trasmutan en sensaciones, los textos en
el collage, que Rosenstone atribuye a ese “nuevo cine histórico”:34 rompe texturas y las representaciones del pasado en performances artísticas
la narrativa lineal, “pinta” atmósferas y produce distintas sensaciones en el presente. Como narrativa postdictatorial, el gesto de Raúl Ruiz
del pasado que transforman la historia en un espacio táctil de luz, color, de prometer una rapsodia –una épica de la identidad chilena– se des-
textura. Pero el uso del pastiche, que para los críticos del postmoder- marca de una noción lineal y emancipadora del devenir histórico pero
nismo lleva a una “crisis de la historicidad”, es en el documental de ofrece un nuevo modo afectivo de vincularse con el pasado desde el
Ruiz parte de una estrategia de la multiplicidad que convierte la his- presente. Un asedio multilateral a la identidad que privilegia la lógica
toria cronológica en una historiografía espacial y crea yuxtaposiciones y la textura de los recuerdos, una visión subjetiva del mundo histórico
que normalmente no tienen lugar en una representación tradicional. Si, y una experiencia del tiempo que tensiona los pares presencia-ausencia
como plantea Didi-Huberman, los hechos históricos están tejidos de cuando Cofralandes apuesta a la dimensión táctil de esos instantes en
una sustancia temporal heterogénea, el ejercicio del anacronismo sería los que parece posible habitar el pasado. Un ejercicio precario y efíme-
el modo de expresar esa complejidad.35 Antes que un debilitamiento ro porque Raúl Ruiz elige acompañarnos y abandonarnos, guiarnos y
de la conciencia histórica, el quiebre de la sucesión cronológica en Co- desviarnos, acercarnos y distanciarnos. Como una vida que fluye y no
fralandes permite recuperar las “texturas” del tiempo, los restos de la puede ser contada con palabras, la afectividad en esta rapsodia chilena
cronología, aquello que resiste el uso o se empecina en sobrevivir como es siempre movimiento, un juego en donde la melancolía se transforma
una ruina. La dinámica temporal de la película responde también a una en extrañamiento.
lógica de la invención. La rapsodia de Ruiz lleva la noción de la histo-
riografía espacial más allá del pastiche no lineal posmoderno porque da
lugar a sensaciones de memoria que exploran la dimensión de los afec-
tos. A través de transposiciones entre distintas expresiones artísticas,
la película muestra que la sensación de la memoria no se relaciona con
capturar un acontecimiento, sino con crearlo. La ficcionalización del
mundo histórico responde, antes que a la fidelidad histórica, a una lógi-
ca poética que crea una sensación no lineal del tiempo en la que pasado,
presente y futuro se encuentran en un espacio que existe gracias al arte.
“La única condición para entender esta película, que es muy com-
pleja para cualquiera, es ser chileno”, advertía Ruiz en el estreno de la
serie. Si aceptamos que Cofralandes no intenta representar la historia
sino inventarla para crear nuevas sensaciones y modos de vincularnos
con el pasado, quizás no se trata de pensar qué es lo que esta obra sig-

36 Refiriéndose al arte, Brian Massumi plantea que la obra nunca debe interrogarse
en su carácter de verdad sino en la medida en que “funciona”, por las nuevas ideas
34 Rosenstone, Robert. El pasado en imágenes. El desafío del cine a nuestra idea de la que permite pensar y las sensaciones y percepciones a las que abre el cuerpo.
historia. Barcelona: Ariel, 1997, p. 22. Massumi, Brian. “Translator’s Foreword: Pleasures of Philosophy”, en: Deleuze,
35 Didi-Huberman, Georges. Ante el tiempo: historia del arte y anacronismo de las Gilles y Félix Guattari. A Thousand Plateaus. Capitalism and Schizophrenia. New
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