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Wu –nien significa literalmente “no pensamiento” Hui-neng, enseñaba que, en lugar de tratar
de purificar o vaciar la mente, simplemente tenemos que soltarla, porque la mente no es algo
que pueda agarrarse. Soltar la mente equivale también a soltar la serie de pensamientos e
impresiones (nien) que entran y salen de la mente, sin sujetarlos, capturarlos ni involucrarse con
ellos. Él mismo nos ha dejado una descripción concisa y clara sobre lo que es la práctica del no
pensamiento:
“Dejar la mente en blanco, no pensando en nada, forzando el cese de los pensamientos...
esto es una estupidez (...) Los pensamientos vienen y se van por su cuenta, pues a través del
buen uso de la sabiduría no bloqueamos nada, y éste es el verdadero método de concentración a
través de prajna [sabiduría intuitiva], que es la liberación natural y espontánea. Así es como se
lleva a cabo la práctica del wu-nien o práctica del no-pensamiento”.
El estado que se genera a través de esta práctica no significa inconsciencia, sino ver y
conocer con la mente libre de apego, con esa mente que “lo penetra todo y no se apega en
ninguna parte”. Como recoge el sutra del Diamante: “Deja fluir libremente tu mente sin
apoyarte en nada”.
No hay duda de que el trabajo con la mente es la piedra fundamental no sólo del Zen sino de
todo camino de liberación. La no mente se identifica muchas veces con el estado de vacío
interior. Según Yuanwu (1063–1135), “La experiencia penetrante de la no-mente llegará de
manera natural cuando te mantengas internamente vacío y tranquilo mientras permaneces
externamente desidentificado de tus percepciones. Entonces las preocupaciones no afectarán a
tu pensamiento y tu espíritu permanecerá imperturbable en medio de cualquier perturbación”.
Las pautas que Hui-neng nos da sobre la práctica del no pensar son de gran ayuda para
comprender como hay que realizar un trabajo correcto. En primer lugar, pasa por la ausencia
total de represión. La práctica del no pensamiento significa dejar la mente en absoluta libertad,
permitir que los pensamientos, ideas, recuerdos y proyecciones mentales surjan y se
desvanezcan manteniendo una actitud de atenta observación. Esta técnica no solamente es
aplicable a la práctica meditativa, sino que debe erigirse en un modo diferente de vivir
mediante su aplicación a la vida cotidiana.
La clave es no aferrarse a nada y no permitir que ningún producto de la mente nos encadene
El hecho de identificarnos con algún pensamiento o idea supone retornar a “la mente cotidiana”,
la cual bloquea nuestras capacidades conscientes. Desarrollar la costumbre de observar la mente
sin intervenir en el proceso del pensamiento conduce a captar la realidad interna y externa, y
lleva consigo la transformación de nuestro limitado mundo personal en un universo que todo lo
abarca. El punto principal consiste en desarrollar la costumbre de observar la mente misma, sin
intervenir en el proceso del pensamiento: observarlo, simplemente, poniendo en duda la solidez
de nuestros pensamientos y sentimientos y mantener esta conciencia de nuestro proceso de
pensamiento tanto como podamos a lo largo de todo el día. El objetivo es ver los productos de la
mente como lo que son: proyecciones mentales creadas por la mente cotidiana que vive en el
engaño y la ilusión. Es vivir en una especie de "desasimiento" mental. Como dice Chuang-tzu: "El
hombre perfecto usa su mente como un espejo. No aferra nada, no rechaza nada. Recibe, pero
no conserva."
El maestro Shenxiu (605?-706) aconseja seguir este método y cuando la cadena de
sentimientos y pensamientos empieza a arrastrarnos, nos insta a liberarnos de la identificación
recordando que no tienen realidad intrínseca, aunque parezcan reales son ilusorios, de modo
similar a lo que percibimos en un sueño; por dramáticos, agradables o temibles que sean los
hechos de un sueño, nada de lo que sucede es real más allá del sueño mismo. Todas las
imágenes del sueño han sido generadas por una mente dormida; lo mismo puede decirse de la
realidad que construye la mente en estado de vigilia.
Se trata de romper con la ilusión que nos lleva a la certeza de que las cosas y las vivencias
existen más allá de la mente que las percibe. En este sentido es muy conocida la intervención de
Hui-Neng según se relata a continuación: Hui-neng llegó al monasterio de la provincia de Kuang y
se encontró con cuatro monjes que discutían acaloradamente sobre el Dharma a propósito de
una bandera que ondeaba sobre sus cabezas. Uno de ellos decía: "Esa bandera es un objeto
inanimado y es el viento quien la hace ondear", a lo que otro monje respondía: "Tanto el viento
como la bandera son inanimados, por lo que el ondear es un imposible". Otro añadió: "El ondear
se debe sin duda a una condición de causa y efecto", a lo que el cuarto monje replicó: "En el
fondo, no hay bandera ondeando sino que es el viento lo que ondea de por sí".Viendo esto, Hui-
neng se acercó y les dijo: "Señores, ni viento ni bandera; en realidad, lo que yo veo ondeando
aquí sin cesar son vuestras mentes".
Sobre la concepción usual de la meditación, Hui-neng dice: “Concentrarse en la mente y
contemplarla hasta que esté quieta es una enfermedad y no dhyana. Refrenar el cuerpo
permaneciendo sentado por largo tiempo ¿qué beneficio le trae al Dharma?” Así dhyana consiste
en tomar conciencia de que nuestra naturaleza es como el espacio, y que los pensamientos y las
sensaciones van y vienen dentro de esta "mente original" como los pájaros en el cielo, sin dejar
rastro.
Enseñaba la idea de la iluminación repentina según la cual, el alcanzar la visión clara de la
propia naturaleza búdica, sólo puede ser un suceso instantáneo y no un proceso gradual. La
Iluminación se encuentra presente en todos los seres. En las personas corrientes, está oculta por
el engaño y la negatividad. La diferencia es que quien ha alcanzado la budeidad es consciente de
la iluminación, están despiertos ante ella.
De Hui neng se dice que pasó varios años viajando en busca de un maestro hasta que llegó al
monasterio de Hongren donde ingresó como sirviente en la cocina. Hongren ya era anciano, sabía
que pronto iba a morir y anunció que celebraría un concurso para elegir a su sucesor. Todo
candidato que quisiera presentarse debía componer un poema breve y profundo que expresara
su visión del budismo y colgarlo en una pared del monasterio. Todos esperaban que el vencedor
sería Shenxiou, el más avanzado de los estudiantes y un gran erudito. Éste escribió una poesía en
la que exponía con profundidad el zen tal y como se había practicado hasta entonces:
“El cuerpo es como el árbol bodhi
y la mente es un espejo claro.
Abrillántala con cuidado todos los días
y no dejes que se pose en ella el polvo”
Hongren alabó la estrofa diciendo que cualquier persona que practicara de este modo
alcanzaría la Iluminación. Aquel mismo día, Huineng, que según se dice era analfabeto, con la
ayuda de un monje se hizo leer el poema y preparó una respuesta que colocó junto a la de
Shenxiu y era la siguiente:
Rinzai es el equivalente japonés a la escuela china Linji fundada por Linji Yixuan (en japonés
Rinzai Gigen) (siglo IX). Procedente de China, el linaje rinzai del Chan llegó a Japón de la mano
de Eisai (1141-1251). Nació en Japón y fue ordenado monje budista. Viajó en dos ocasiones a
China; su segunda estancia duró cuatro años. En su primer viaje a China entró en contacto con el
chan adquiriendo más tarde el grado de maestro. En 1191 regresó a Japón llevando consigo las
enseñanzas que en ese país serían conocidas como Zen y se dedicó a difundirlas. Se le atribuye
la construcción del primer templo zen en Japón, estableció monasterios en Kyoto y Kamakura
bajo patronato imperial y reconstruyó el sistema koan. Se dice que instruyó a no menos de
ochenta sucesores en la doctrina zen. Aparte del budismo Zen, Eisai llevó a Japón desde China
algunas semillas de la planta del té, que elogiaba como “la más extraordinaria medicina para
fortalecer la salud, el secreto de una vida longeva”. También recomendaba la costumbre de
tomar té como ayuda en la meditación. Según la tradición, la relación entre el zen y el consumo
de té se remonta a los tiempos de Bodhidharma.
En 1198 Eisai escribió un tratado titulado “Propagación del Zen para la seguridad del país”, en
él afirmaba que el Zen investigaba la verdadera naturaleza de la conciencia, que es ilimitado y
contiene todo cuanto existe en la tierra y el universo. La conciencia constituye la autentica
manifestación del universo en sí mismo. El Zen enseñaba además como “eliminar” el propio ego
y como requisitos para encarnar la naturaleza universal señalaba la pureza y la simplicidad.
La escuela Rinzai utiliza el método de enseñanza denominado koan, y da mucha importancia a
las entrevistas periódicas y formales del discípulo con el maestro, llamadas “dokusán”.
El koan, palabra que literalmente significa “caso”, es un elemento exclusivo del zen. Es una
especio de acertijos que se proporciona a los estudiantes del Zen para su estudio y solución. La
especialidad que tienen es que la respuesta no se consigue por medio de la lógica o la razón. La
respuesta es una experiencia. Lo absurdo e irracional de estos acertijos hace que su resolución
pensando sea imposible. Están precisamente diseñados para detener el proceso del pensamiento
y, de este modo, preparar al estudiante para la experiencia no verbal de la realidad. La mayoría
de koanes se basan en sucesos reales de la vida de los maestros y en las actividades de los
antiguos monasterios. El uso del Koan tenía como misión provocar la iluminación poniendo en
contacto al estudiante con la esfera interior en la que la intuición es la principal forma de
expresión.
El maestro entrega un koan a su discípulo y se le sugiere que viva en contacto con él; esto
acaba generando un bloqueo de la mente que es llevada a un callejón sin salida. A medida que
el aspirante va resolviendo un koan, va recibiendo otro como ayuda para la meditación. Hasta
que resuelve un número establecido de ellos y es “aprobado” como maestro o roshi. Cuando se
produce el despertar, el proceso del pensamiento se detiene y se entra en contacto con la
realidad sin estar filtrada por los condicionamientos de la mente. El objetivo es bloquear el
intelecto para que surja esa otra fuerza superior que es la intuitiva. Hay koanes muy conocidos
como por ejemplo: “¿cómo era tu rostro original antes de nacer?” o “Todos conocemos el sonido
que despiden dos manos al ser chocadas, pero ¿qué sonido produce una sola mano?”
Este método es fortalecido con las entrevistas con el maestro (dokusan) que activan el
proceso de transformación interior. Durante estos encuentros entre maestro y discípulo se pide
al estudiante que presente su opinión sobre el koan que está tratando de resolver. La solución
de un koan implica largos períodos de concentración muy intensa, que sirven de preparación e
introducción a la percepción súbita del satori o iluminación. Lo que sucede entre maestro y
discípulo durante el dokusán está sometido a una regla de estricto secreto.
El joven Dogen (1200-1253) acudió al templo zen de Kyoto para practicar zen bajo la guía de
Eisai de quien siempre guardó un grato recuerdo y al que rindió homenaje en su “Introducción
básica al Zen Soto”. En 1223 se trasladó a China, donde experimentó una Iluminación profunda
bajo el maestro Tendo Nyojo, de quien recibió el sello de confirmación en la línea de la
tradición Soto. En 1227 volvió al Japón y durante más de diez años vivió alejado de la sociedad.
Se le considera sin lugar a dudas el fundador de la escuela Soto en Japón. Escribió un compendio
importantísimo, el Shobogenzo ("Tesoro del ojo de la verdadera doctrina") que abarca en
profundidad todos los aspectos del Budismo, insistiendo especialmente en la naturaleza y la
práctica del zazen o “meditación sentada”. Dogen estableció su propia sala de meditación en
Kyoto. Allí enseñó a numerosos monjes un modo de meditación llamado Shikan Taza o "estar
sentado tranquilamente" en combinación con la utilización del trabajo usual y las actividades
diarias como modos de meditación. Uno no se sienta a meditar con el fin de alcanzar la
iluminación, la práctica del zazen no posee un propósito utilitario; más bien constituye un fin en
sí misma. De ahí que Dogen no encontrara imprescindible el uso de los koan; para él lo más
importante era el “justo sentarse”, así se llega a ver cara a cara la propia naturaleza búdica
original y se entra en el reino de la libertad.
Shikan Taza o “estar sentado tranquilamente” es la meditación del silencio. Consiste en
sentarse con la mente muy atenta, y calmada esperando que surja la visión interna o kensho. Es
la meditación que en China recibió el nombre de “mo-chao”, la contemplación de todos los
fenómenos que aparecen en el campo de la consciencia sin elegir ni juzgar, sin tomar partido ni
a favor ni en contra, sin condena ni justificación, fluyendo en un estado de lucidez consciente
También hay que señalar que la escuela soto ponía especial interés en la vida cotidiana como
camino de iluminación.
Dogen, en particular, hizo una aportación de incalculable valor al camino Zen. Su inmensa
obra, el Shobogenzo fue escrita en lengua vernácula y abarca todos los aspectos del Budismo,
desde su disciplina formal hasta sus intuiciones más profundas. Explica su doctrina del tiempo,
del cambio y de la relatividad, y ello con ayuda de las más atractivas imágenes poéticas.
Ambas escuelas, la Soto y la Rinzai dan una gran importancia al zazen, o meditación sentada,
la cual se practica en los monasterios Zen todos los días durante muchas horas. En la vida
monástica zen la postura y la respiración correctas de esta forma de meditación es lo primero
que todo estudiante debe aprender. En el Zen Rinzai, se emplea zazen en la preparación de la
mente intuitiva para el manejo del koan, y la escuela Soto considera al zazen como el medio
más importante para ayudar al estudiante a madurar y a evolucionar hacia el satori. Incluso se
considera al zazen no como un medio, sino como la misma realización de la propia naturaleza de
Buda: cuerpo y mente fundidos en una armoniosa unidad que no necesita de ningún otro
perfeccionamiento. Como dice un poema Zen:
“Sentado tranquilamente, sin hacer nada.
La primavera llega y la hierba crece por sí sola”.
Dogen enseñó que la vida es una e indivisible y cuando la dividimos en fragmentos nos
situamos completamente fuera de su flujo. Al intentar dominar los acontecimientos, quedamos
petrificados en la idea de “falsa permanencia” viéndonos a nosotros y al entorno como algo
estable, y mientras tanto “la vida” pasa sin que nos percatemos de ella. De esta concepción de
unidad surge la enseñanza de Dogen sobre el zen y zazen: En su esencia son lo mismo. El estado
meditativo debe cultivarse en cualquier circunstancia ya sea “practicando zazen” o en nuestras
obligaciones y tareas cotidianas.
Para la escuela Soto, percibir el momento del ahora se convirtió en el aspecto más
importante. Mediante las sesiones de zazen se penetra en el flujo de cada momento, despejando
la mente de conceptos de pasado, presente y futuro.
HAKUIN
Uno de los más notables maestros Rinzai en Japón fue Hakuin (1685-1768), también pintor,
poeta y escultor; se le considera el padre del Rinzai moderno pues reformó y dio nuevo impulso
a esta escuela. Su trabajo garantizó la supervivencia hasta nuestros días de este linaje zen como
fuerza espiritual Reconstruyó y revitalizó el sistema koan y volvió a acentuar la importancia del
zazén o meditación sentada que había sido relegada en beneficio del estudio de los textos. En su
famoso “Canto laudatorio del Zazén” revaloriza y celebra el significado fundamental que tiene
el sentarse en estado contemplativo para realizar la Iluminación. Hakuin sistematizó el empleo
de los koans, acentuando la importancia de su práctica y los organizó clasificándolos en niveles
según la etapa de desarrollo en que el estudiante se encontrara.
Se le atribuyen algunos koanes de los más famosos como la meditación sobre el sonido de la
palmada de una sola mano: “¿Cómo suena el aplauso de una sola mano?” Hakuin lo consideraba
uno de los más efectivos y particularmente adecuado para inducir en un practicante una primera
experiencia de iluminación. También recomendaba a los principiantes que meditasen sobre un
koan que hizo célebre Zhaozhou conocido como “Mu”: “¿Tiene un perro naturaleza búdica o
no?”. Zhaozhou respondió “!Mu!”.
Hakuin destacaba además la importancia de una estricta regulación de la vida del monasterio y
del trabajo manual diario. Consideraba este trabajo, llamado “samú”·, como parte de los
ejercicios de meditación, el cual debía proseguirse en la vida diaria tanto en el claustro como
fuera de él. Solía unir pintura y caligrafía; en una parábola que Hakuin dibujó muchas veces
titulada “Ciegos que atraviesan un puente”, indica la vida cotidiana del hombre sin criterio,
aquel que no ha despertado, que lucha contra las adversidades sin aceptarlas ni conocerlas, y es
comparado con un ciego que a tientas trata de atravesar un puente. La caligrafía que acompaña
la pintura dice: “Tanto la vida interior como el mundo flotante a nuestro alrededor son como
ciegos que vagan sobre un puente. Una mente que pueda ir más allá es la mejor guía”.