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Individualidad de Soren Kierkegaard

Hacernos conscientes de nuestro verdadero ser es nuestra tarea principal en la vida. Es un


imperativo ético, al igual que nos prepara para entender verdaderamente la religión. Los
individuos pueden vivir, por ejemplo, simplemente en términos del placer, buscando la
satisfacción inmediata de los deseos, propensiones o distracciones. De este modo, nos
deslizamos por la vida sin dirección o propósito. Kierkegaard realiza una crítica sobre la
modernidad la cual consta de la pérdida del saber lo que significa ser un individuo, asimismo la
sociedad ha contribuido a esto. A través de la producción del “público” su ídolo falso, le quita la
atención al individualismo y se la entrega al público masivo en abstracciones, sueños comunales
y fantasías. En esta tarea han ayudado los medios de comunicación, al igual que la producción
masiva para mantenerlo distraído.

Soren Kierkegaard nació en 1813, en Copenhague, falleció en el año 1855, cuando apenas tenía
42 años, producido por el desmayo de un derrame cerebral. Era un pensador cristiano, luterano
específicamente, el cual retoma temas como la existencia humana, la subjetividad, y nos habla
sobre la individualidad que en su contexto mezcla la teología con la filosofía, pues muchas de las
doctrinas impuestas por su padre el cual era también religioso, se mantuvieron vivas incluso
hasta después de la muerte de este. Fueron la inspiración para concluir sus estudios en teología y
prontamente integrarlos a su filosofía.

La vida del autor y gran parte de sus obras alcanzaron su punto más álgido gracias al estímulo
que obtuvo en forma de inspiración por parte de otros personajes. Entre los tantos que podrían
mencionarse es importante destacar a su padre, quien como se mencionó antes le dio instrucción,
le enseñó los valores del hombre y tanto como pudo mostrarle. Ciertamente Kierkegaard no
planeaba continuar por ese mismo camino para no acabar como su padre; un hombre temeroso
de Dios que creía en su interior que se había ganado el odio del creador por los pecados
cometidos en vida, y que por ello ninguno de sus hijos viviría más de los treinta y tres años. Este
punto del pecado marcó bastante a Soren, y en conjunto a la ideología de su padre dio luz a uno
de los textos más representativos del hecho, “Temor y Temblor”.

Luego están Sócrates y Hegel, siendo que este último se guio por el primero. Kierkegaard dio
una crítica intensa a su idea sobre la subjetividad, la eternidad y el tiempo, y clarificó como el
subjetivismo individual era realmente el único camino hacia la verdad.

El conocimiento de la dichosa verdad siempre ha sido lo más importante para la humanidad, y


aunque algo retorcido con sus conceptos de angustia y dolor, Soren Kierkegaard buscó también
una solución a la incógnita, entonces lo que como lectores deben preguntarse luego de acabar
este texto es: ¿Realmente puede la individualidad otorgarnos esa verdad? Y más importante aún
¿Es correcto el método? A continuación, la idea será desarrollada de la forma más concreta y
precisa para su delectación.

Si bien su trabajo se basa mayoritariamente en los conceptos de angustia, ironía y sufrimiento, la


individualidad no queda exenta de este núcleo, fue de hecho uno de los conceptos que abarcó
desde el inicio de sus trabajos, inspirándose en Sócrates y Jesús, siendo que ambos filósofos
mantenían ideas innovadoras al respecto.

De Sócrates extrajo la filosofía clásica de su época, conceptos como el subjetivismo y el Telos,


importantísimo para dar un sentido a su trabajo. Por otro lado, de Cristo se nutrió con las
experiencias que se narran en el texto sagrado, sobre sus viajes de locura y el martirio que
significó no solo para él como individuo y humano, sino también en el beneficio que brindó al
mundo con este sacrificio. Kierkegaard es muy metafórico al respecto y no deja las ideas al aire
para ser tomadas, no da perlas a los cerdos dicho de una forma más hermética. Con este
personaje aprendió sobre la sociedad y sobre “El viaje del héroe” o “El viaje del Loco”, existen
muchas formas para definirlo, pero finalmente recae en el hecho de vivir las experiencias que se
le presentan al hombre, únicamente ser consigo mismo para desarrollar la sabiduría e intelecto.

Cabe destacar que muchos de los filósofos antiguos tenían también esta tendencia a buscar su
viaje individual, y es la razón del por qué se volvían ermitaños o vagabundos.
De forma general la individualidad de Soren es una senda, un camino hacia la realización que
tiene como base la primacía del espíritu por sobre lo corpóreo. Este espíritu es una formación,
mezcla entre cuerpo, alma y mente que aporta consciencia individual, perspectiva amplia sobre
su real significado, y es que, no es que se refiera esta individualidad al conocido individualismo
de la contemporaneidad, aquel caracterizado por el narcicismo y el egocentrismo, sino más bien
a la esencia unitaria del ser.

Explicaremos entonces la definición de ser individual y por qué dentro del pensamiento de
Kierkegaard parecía mejor la vía posible para el desarrollo del hombre.

El ser existe como individuo, fue hecho primeramente de este modo por un propósito. Las
muchedumbres y la colectividad son un reflejo animal de nuestra presencia, una forma de evadir
el dolor que eleva al hombre, por ende, lo correcto es no la soledad, sino, la individualidad, que
refiere principalmente al hecho de reconocerse como Ser a parte de la comunidad, un punto
individual dentro de la red, el simple hecho de que el individuo pueda realizarse a sí mismo,
poder tocar su libertad, tiene un significado pleno en asumir su responsabilidad en sí, ante el
resto y ante Dios. La realidad es subjetiva y depende de la persona, no es casualidad que la
construcción de nuestra realidad esté ligada a nuestras experiencias más que al mismo contexto,
porque si cambiáramos de espacio seguiríamos creciendo aun sin estar en colectividad.

Lo que Soren busca transmitir con esta explicación de la individualidad es que procedemos del
absoluto, del todo, de aquello que llamamos vagamente Dios, y que por resultado somos
individuos, la unidad, el extracto de un todo mayor. Conocer la unidad es por consecuencia el
conocimiento del absoluto, y es por lo que Kierkegaard apunta a la cristiandad como una guía.

El humano busca libertad y también amor, y para ello necesita entenderlo dentro de su contexto
espacio-temporal, muchos mencionan que Dios no se presenta en esas leyes del universo donde
el hombre reside y que por ello resulta imposible encontrarse al padre dentro de esta
mundanidad, sin embargo, Kierkegaard libera una gota de esperanza como si hubiera caído de
las profundidades de la urna de pandora, brillante y lujosa, lista para ser consumida por el
hambre que manifiesta la necesidad del hombre, pero arrastrando consigo también los horrores
que huyeron en primer lugar, y es que, sin dolor o sufrimiento no podemos conocer al padre,
porque es el esfuerzo lo que nos hace acercarnos al mismísimo, pero ¿Es realmente esto a lo que
se refiere Kierkegaard? La respuesta es no. Aunque parezca literal lo que plantea, visto ya que
posee tanta sutileza en su escritura puede ponerse en duda desde un principio si es que esta vía
del dolor es realmente tal cual como se dicta. No encuentro palabras para definirlo
perfectamente, pero puede verse en el dolor de Cristo como un reflejo del amor incondicional, la
base fundamental de Dios y lo que le concierne al hombre encontrar para esclarecer finalmente
este puente que une al ser individual (Espíritu [Cuerpo, mente, alma]) con la esencia del
absoluto.

La ética por otro lado es la barandilla para transitar el camino, la guía para las acciones del sujeto
en cuestión. Kierkegaard lo define como movimiento y acción, pasión en su estado puro, el
impulso principal para la construcción del ser, pero esta es solo la manifestación del deseo de
Dios, y lo que el absoluto quiere es la individualidad del hombre. La ética por sí sola no supone
ningún beneficio para el sujeto. Una representación de esta ética puede verse en el ejemplo de
Abraham, cuando entrega su hijo a Dios superponiendo su fe ante cualquier otra cosa, aunque
esto Soren tampoco lo considera totalmente correcto. La ética es un ideal, una lucha entre
nuestra realidad y la ilusión del ego, por ello cuando seguimos el patrón marcado por la
colectividad nos vemos encapsulados y lejos de toda verdad, pues la única verdad se encuentra
en la interioridad, en lo subjetivo, pues Dios el absoluto es subjetividad pura y es en él, en la fe,
que se puede hallar realmente nuestra verdad propia.

El espíritu, el ideal a conseguir, mezcla entre cuerpo, alma y mente, es el poder que posee el
conocimiento del hombre, y en donde reside por supuesto la fe. Puede definirse también como
intelecto, la mezcla entre la pasión (Movimiento) y el conocimiento, pero este conocimiento aun
radicando en la fe y siguiendo una senda marcada en la individualidad está lleno de sufrimiento,
y es que aquí Soren menciona el martirio como una necesidad para encontrarnos a nosotros
mismos.
Necesitamos el dolor para exteriorizar el espíritu sobre nuestro cuerpo, y es la voz, la dialéctica
con la que nos desenvolvemos en la colectividad, que encontramos el pináculo del saber, el telos,
la verdad máxima del hombre; Dios.

Dicho esto, podemos afirmar que la colectividad no es despreciable, sino, necesaria hasta cierto
punto, pero una vez desarrollada esa faceta se convierte en un mero estorbo para la interioridad
subjetiva. Puede verse esto como un proceso que va por fases, desde la consciencia de quienes
somos en nuestro ego, hasta el desarrollo de la dialéctica, la ética, la individualidad y finalmente
el absoluto. Sería esto un resumen del uso de esta filosofía, preciso pero comprensible solo por
aquellos practicantes de la individualidad, aunque ciertamente todos los hombres la han
practicado en algún punto de su vida, cuando se sumían en su propio caos interno o cuando por
el puro placer de obtener las cosas se ponían metas durísimas a realizar.

El individuo es consciencia, conocimiento, pero sobre todo es fe, y en conjunto con el hacer
(Ética) se construye a si mismo desde la mejor perspectiva posible; la propia.
Bibliografía

Kierkegaard, S.A. (1843) Temor y temblor, Editorial Losada, buenos aires,


http://www.medicinayarte.com/img/kierkegaard-s-temor-y-temblor-losada-1958.pdf

Sellés, J. F. (2012). ¿Acto de ser personal o existencia? Recuperado el 18 de 06 de 2021, de


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Štúr, C. D. (2015). Kierkegaard individualismo . República de Eslovaquia: Revista de Filosofía y Letras


sincronia . Recuperado el 18 de 06 de 2021, de http://sincronia.cucsh.udg.mx/pdf/68/diatka-stur_68.pdf

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