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Luis Rodríguez Pastor

· 25 de abril de 2014 · 


 
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UN PEQUEÑO HOMENAJE A HUMBERTO RODRÍGUEZ PASTOR QUE HOY CUMPLE 77


AÑOS

En sus cincuenta años de labor antropológica, Humberto Rodríguez ha pasado por distintas
etapas. Estas son básicamente cuatro: una primera etapa en la que, como egresado de la
Universidad San Marcos y junto a un grupo de jóvenes que trabajaban al lado de José Matos
Mar —en la época previa a la fundación del Instituto de Estudios Peruanos—, se “asentaron”
en valles y haciendas, e hicieron sus primeros trabajos de campo ahí. Son parte de esta
primera etapa “Eufemio Saba: Comunero costeño del valle de Lurín” (1963) y Caquí: estudio
de una hacienda costeña, publicado por el IEP en 1969.

Encontramos una segunda etapa en los años setenta, en la que gracias a su actividad como
director del Archivo del Fuero Agrario —que reunía aquellos archivos de las haciendas
confiscadas por el Estado luego de la Reforma Agraria— halló una cantidad cada vez mayor
de documentos relaciones con el tráfico y la explotación de chinos culíes desde mediados del
siglo XIX. Es a partir de mediados de los años setenta que se dedica a la investigación de la
inmigración china en el Perú, tarea que viene desarrollando hace ya cuarenta años y ha dado
como fruto cinco publicaciones (y una que está por aparecer), entre las que destacan el
fundamental libro Hijos del celeste imperio en el Perú (1989) y Herederos del dragón (2000).

Hay una etapa que no está precisamente anclada en una época concreta, que gira en torno a
aquello que entendemos como biografía. Exploraciones a su pasado familiar, como la
monografía “Antepasados, familiares y vida de Antonio Rodríguez Ramírez” (1983) o sus
memorias escolares en el Leoncio Prado contadas a modo de décimas en el libro La novena
en décimas (2006). Podemos incluir también la aproximación a la infancia de José Carlos
Mariátegui en su libro José Carlos Mariátegui la Chira: Familia e infancia (1995), y las historias
de vida que aborda en sus libros De tamales y tamaleros (2006) y en Herederos del dragón.

Otra etapa es la que viene desarrollando desde hace algo más de quince años con la
gastronomía de la alimentación. El libro de artículos de Federico More Del buen comer y beber
(1998) puede significar —digo puede porque es una compilación y no es escrito por él—.
Vendrán después De tamales y tamaleros, La vida en el entorno del tamal peruano y El ají
peruano en sus regiones y pueblos.

Hay características importantes en su trabajo dentro de la antropología de la alimentación. En


años, se remonta y es previo al conocido y explotadísimo boom de la comida peruana, en ese
sentido, la aproximación de Humberto siguió caminos ajenos al del uso de temas “de moda” y
de explotación comercial.
En segundo lugar hay una lectura desde adentro del tema: importa más el impacto social y
humano del tamal o el ají que lo cuantitativo, lo comercial, lo mercantil y lo fotográficamente
atractivo, como es tendencia en las publicaciones de hoy en día. Por el contrario, denuncia en
ocasiones el peligro de la visión mercantil y su impacto negativo. En tercer lugar, Humberto ha
sido una especie de líder en esta rama al encabezar equipos de trabajo que han realizado
importantes investigaciones, primero con el tamal y ahora con el ají: en ambos casos la
aproximación ha sido ambiciosa ya que ha abarcado todo el territorio nacional y eso le da al
resultado un doble valor.

Por último, Humberto no ha caído en las modas, se ha mantenido fiel a su estilo honesto y
directo, y sus libros son la antítesis de lo banal y lo fácil, como vemos en más de un caso, en
que aprovechando este llamado boom vemos publicaciones que son un buen álbum de fotos,
pero de contenido, nada. La labor de Humberto cobra mayor importancia cuando una visión
mercantil quiere imponerse también en la rama de la investigación. Investigadores fieles a su
tema como él son muy valiosos y lo aplaudo por ello.

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