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Los católicos muchas veces nos hemos avergonzado cuando, al

hablar con cristianos de origen protestante o miembros de alguna


secta, éstos nos reprochaban por qué nosotros empleamos imágenes
de Jesucristo, de la Virgen María o de los santos tanto en el culto
como en las devociones personales. Y el argumento que nos dan es
el siguiente: está prohibido en la Biblia.
¿Es esto verdad o no? Para comenzar debemos primero ver que dice
la misma Biblia.
Cuenta el libro del Éxodo que cuando Moisés, conducía al pueblo de
Israel por el desierto, llegó a los pies del monte Sinaí, Yahveh se le
presentó en medio de truenos, relámpagos, temblor de tierra y
densas nubes, y le entregó los diez mandamientos.
Busquemos Ex 19,16-17 y sigamos la lectura:
“Al amanecer del tercer día, hubo truenos y relámpagos, una densa
nube cubrió la montaña y se oyó un fuerte sonido de trompeta. Todo
el pueblo que estaba en el campamento se estremeció de temor.
Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de
Dios, y todos se detuvieron al pie de la montaña. La montaña del
Sinaí estaba cubierta de humo, porque el Señor había bajado a ella
en el fuego. El humo se elevaba como el de un horno, y toda la
montaña temblaba violentamente. El sonido de la trompeta se hacía
cada vez más fuerte. Moisés hablaba, y el Señor le respondía con el
fragor del trueno”.
Y si seguimos la lectura en 20,1-17 nos encontramos con los
mandamientos. Dice el texto:
“Entonces Dios pronunció estas palabras: Yo soy el Señor, tu Dios,
que te hice salir de Egipto, de un lugar en esclavitud. No tendrás
otros dioses delante de mí”.
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Todos conocemos más o menos esta lista. Pero pocos saben o pocos
prestan atención al 2º mandamiento que decía algo interesante.
Busquemos Ex 20,4-5 y veremos. Dice el texto:
“No te harás imagen ni escultura alguna, ni de lo que hay arriba en
los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las
aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás
culto porque yo Yahveh soy un Dios celoso”.
¿Entonces era cierto? Evidentemente aquí lo dice.
Es más, si seguimos leyendo la Biblia, esto parece confirmarse. En
efecto en muchas otras ocasiones se prohíbe a los israelitas fabricar
imágenes y figuras, tanto de Yahveh como de cualquier otra
divinidad.

 Lev 26,1: No se fabriquen ídolos ni se erijan imágenes o


piedras conmemorativas; no pongan en su tierra piedras
grabadas para postrarse delante de ellas, porque yo soy el
Señor, su Dios.
 Dt 4,16-17: No vayan a pervertirse, entonces, haciéndose
ídolos de cualquier clase, que tengan figura de hombre o de
mujer. De animales que viven en la tierra o de aves que vuelan
por el espacio.
 Dt 27,15: Maldito sea el hombre que hace un ídolo tallado o de
metal fundido –abominación para el Señor, obra de un
artesano– y lo guarda en un lugar oculto.
Entonces, no cabe duda de que realmente estaba prohibida por la
Ley de Dios hacer imágenes, toda representación vegetal, animal o
humana en el culto.
Siguiendo este precepto, muchas iglesias cristianas actualmente
rechazan las imágenes en su culto y critican a quienes las emplean.
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Sin embargo, o el pueblo hebreo era desobediente o no tenía buena
memoria, porque en varias partes los vemos que hacen imágenes. Es
más, en algunos casos hasta el mismo Dios mismo ordenó la
construcción de imágenes sagradas.
Por ejemplo, durante la travesía en el desierto, Yahveh mandó
fabricar el arca de la alianza con adornos:

 Ex 25,18-19: También harás una tapa de oro puro, de ciento


veinticinco centímetros de largo por setenta y cinco de ancho,
y en sus dos extremos forjarás a martillo dos querubines de oro
macizo. El primer querubín estará en un extremo y el segundo
en el otro, y los harás de tal manera que formen una sola pieza
con la tapa.
Claramente, son imágenes que se empleaban en el culto, y siguiendo
las instrucciones de Dios mismo.
También vemos a personajes piadosos emplear, sin ningún recelo,
imágenes y objetos representativos para el culto.

 Jc 18,31: Ellos instalaron la estatua que había hecho Micá, y


allí permaneció todo el tiempo que la Casa de Dios estuvo en
Silo.
Miká, hizo una efigie de plata de Yahveh y estableció un santuario
para darle culto.
Y ni qué decir del majestuoso Templo de Jerusalén construido por
Salomón. Por las descripciones bíblicas, parece haber estado
abarrotado de representaciones y esculturas.

 1Rey 6,29. Alrededor de todos los muros de la Casa, hizo


cincelar figuras de querubines, de palmeras y pimpollos, tanto
en el interior como en el exterior del lugar santísimo.
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El interior estaba totalmente decorado con imágenes.

 1Rey 7,29: sobre esos paneles había figuras de leones, de toros


y de querubines, y lo mismo sobre el armazón. Tanto arriba
como abajo de los leones y toros había unos adornos en
bajorrelieve.
Todo con el consentimiento del propio Dios. Por tanto, ¿Qué es lo
que podemos pensar? ¿Prohibió Dios o no el hacer imágenes?
Para resolver este problemita, hay que tener en cuenta: no es
recomendable hacer lecturas salpicadas, de versículos aislados sin el
contexto o el texto entero que rodea ese versículo. No es bueno
hacer eso. Yo puedo saber cientos de versículos de memoria, entre
ellos: no harás imágenes… pero si no conozco todo el texto y el
contexto en el que salió ese versículo, no sé nada.
Entonces, volviendo al tema de las imágenes, ¿está prohibido? Hoy,
conociendo al ambiente religioso del pueblo de Israel, se puede
entender por qué Dios al comienzo permitió el hacer imágenes y
luego las prohibió.
Entrando en la cultura del pueblo semita, y de los pueblos vecinos,
hay que decir que los pueblos vecinos y hasta el mismo Israel de
aquel tiempo, consideraban que la imagen no sólo era una
representación de la divinidad, sino que ellos creían que la propia
divinidad habitaba allí de manera real, en la imagen misma. Era una
especia de “doble” de la divinidad simbolizada. Y entonces, esto sí
que era un problema.
Cuando alguien hacía una imagen, creían que el dios debía venir a
residir en ella. Entonces, uno creía que lo tenía a la divinidad en su
casa, se apropiaba de ella.

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 Gen 31,19: Como Labán estaba ausente, esquilando sus ovejas,
Raquel se adueñó de los ídolos familiares que pertenecían a su
padre.
Vemos como Raquel, esposa de Jacob, le roba los ídolos a su padre
Labán. Y leemos en:

 Gen 31,30: De todas maneras, está bien: tú te has ido porque


añorabas tu casa paterna. Pero ¿por qué robaste mis dioses?».
Es decir, éste se queja de que le han sustraído sus dioses, no las
imágenes.
Fue una mentalidad que duro por largo tiempo. Hasta que a partir
del siglo VIII a.C. (700), el pueblo de Israel empezó a caer
fuertemente en la tentación, de sentirse dueño de Dios.
Tener la imagen a disposición de uno era tener los poderes del dios a
su voluntad, manejarlo a su antojo. Y esto ponía seriamente en
peligro la identidad de Yahveh.
Entonces, para reparar esto, Dios envió a los profetas.

 Is 44,9: Los fabricantes de ídolos no valen nada, y sus obras


más preciadas no sirven para nada.
 Is 44,18-19: Ninguno reflexiona, ni tiene conocimiento e
inteligencia, para pensar: «Quemé la mitad al fuego, hice cocer
el pan sobre las brasas, asé la carne y la comí, y con el resto,
haré una Abominación: ¡Voy a adorar un tronco de árbol!».
 Jer 13,9: Este pueblo malvado, que se niega a escuchar mis
palabras, que sigue los impulsos de su corazón obstinado, que
va detrás de otros dioses para servirlos y postrarse delante de
ellos, será como esta faja que ya no sirve para nada.

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Y así es como Israel fue comprendiendo que Yahveh era el único
Dios de todos los pueblos. Así, el peligro de creer que se adoraba a
dioses extraños, empezó a desaparecer.
Hasta que llegó el tiempo en que el propio Dios, que se había
mantenido invisible hasta ese momento, percibió que la humanidad
estaba en una etapa madura, y decidió enviarle su propia imagen,
para que todos lo pudieran contemplar.
Y eso pasó. En la noche de Navidad, Dios mismo deseó acercarse a
los hombres mediante una figura, la de Jesús, para que lo vieran,
oyeran, tocaran, sintieran.
Así lo confirma más tarde San Pablo

 Col 1,15: Él es la Imagen del Dios invisible, el Primogénito de


toda la creación,
 Jn 14,8-9: Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre y eso
nos basta». Jesús le respondió: «Felipe, hace tanto tiempo que
estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha
visto, ha visto al Padre.
Por lo tanto, si Dios mismo ha querido dejar de permanecer oculto y
hacerse ver en una imagen, ¿Quiénes somos nosotros para prohibir
representarlo?
Como se ve, el mandamiento sobre las imágenes en el Antiguo
Testamento tenía una función pedagógica en aquel momento, y por
tanto, era para aquel momento. Al principio, estaba permitido, pero
luego fueron prohibidas. Hasta que Dios envió a su Hijo, imagen
suya.

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Antes de finalizar, resolvamos una última cuestión. Si tomamos el
texto del Ex 20,1-17 que hemos visto al comienzo y lo leemos,
vamos a percatarnos de algo interesante. Allí no hay 10
mandamientos, sino 12 mandamientos. Entonces ¿de dónde surgió la
idea de que nosotros tenemos 10 mandamientos?
Surgió precisamente por esta cuestión que estamos desarrollando.
Cuando empezó el movimiento del cristianismo, en los primeros
siglos, comenzaron a hacer representaciones del mismo Cristo.
Pero los mandamientos que dio Dios a Moisés, en el segundo decía
que no había que hacer imágenes. Entonces, los primeros cristianos
cuando enumeraban los mandamientos, salteaban siempre el 2º (no
te harás otro dios) porque ya no tenía sentido y vigencia. Entonces,
quedaban 11 mandamientos. ¿Qué hicieron? A los dos últimos, lo
unieron en uno solo, y así quedó 10 mandamientos. ¿Y porque
juntarlo en 10 y no dejarlo en 11 si no había ya ningún problema?
Porque siempre era más fácil acordarse de 10, como contar con los
dedos de las manos y de esa manera era más fácil memorizarse los
10 mandamientos. Una gran idea, que se le ocurrió a San Agustín.
Los cristianos desde muy antiguo empezaron a hacer imágenes de
Cristo y representar escenas de su vida, ya que ayudaban al pueblo a
acercarse a Dios.
Entendieron el valor psicológico y pedagógico de las imágenes
como soporte de la oración. Con el tiempo, las imágenes se
convirtieron en la Biblia de los niños, de los que no sabían leer.
Hasta el mismo Martín Lutero, reconocía la importancia que tenían,
al decir que las imágenes son: “el evangelio de los pobres”.
Lutero intuyó muy bien lo que muchos protestantes no quieren aún
entender: que no se trata de adorar una imagen sino de adorar a Dios

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mediante el estímulo que la imagen puede ofrecer. Cuando uno se
arrodilla ante una imagen y aun así cree que está malgastando la
adoración que debe darle sólo a Dios, es tener aún una mentalidad
primitiva. Seguir pensando que dentro de estas imágenes hay un
flujo de otras divinidades, es habernos quedado todavía en el
Antiguo Testamento. Y esto que les digo, es porque pasa en la
actualidad…
En fin, nunca podemos basarnos en la Biblia para prohibirlas, como
erróneamente hacen algunas sectas e iglesias. Lo que sí hay que
tener cuidado, es evitar toda superstición y errores que a veces se
cometen en el empleo que de ellas hacemos.
Cómo aquella vez en la que entraba en la iglesia alguien para rezarle
al santo de su devoción. Resulto que aquella vez la imagen no estaba
allí, pero si una réplica, y ante su pregunta, le dije: no está aquí, pero
puede rezarle a esta que es la misma (refiriéndome a una réplica), y
me contesto: “si, pero…la otra es más milagrosa”. Ellas no hacen
milagros, es Dios quien obra por la intercesión de tales santos
representados.
Cuantas veces entré a hogares donde tienen en un rincón un montón
de estampitas de todos los santos, habidos y por haber ¿y de
Jesucristo? Ninguna. Esos no son altares cristianos, sino altares
paganos porque divinizan a seres humanos olvidándose de quien es
realmente nuestro Dios y creador.
Queridos hermanos, evitemos el error que solemos cometer muchos
católicos, de cuando entramos a una iglesia, y como flechas que no
paran hasta su fin, nos dirigimos hacia las imágenes, olvidándonos
de la presencia real de Dios en el sagrario.

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