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LA CREACIÓN DEL ARTE

EL ARTE DIONISIACO

Presentado por:
Sandra Marcela Gordon Alcalá

Presentado a Lic.
Aníbal Angulo

INSTITUCIÓN EDUCATIVA DOCENTE DE TURBACO

Grado: 11°03

Turbaco/Bolívar

2019
INTRODUCCIÓN

Al entrar por primera vez al pensamiento de NIETZSCHE la impresión que da es la de una


filosofía sin pies ni cabeza, una intención que solo efectúa un pataleo al sistema de vida que
implanta la religión cristiana y la moral occidental, un conjunto de pensamientos que no se
apuntan hacia ningún fin y que solamente quedan como puntadas sin un orden sistemático
claro y estable. Incluso después de haber logrado un acercamiento la sensación no ha
variado. Sin embargo, quedarse en este estado de aletargamiento y de conformidad de llega
a encontrar en sentido de la filosofía Nietzscheana.
Se propone seguir los itinerarios de Dionisos para resaltar algunas características del ritual
dionisíaco y del dios que nos parecen indicar el papel que cumplió el Dionisio en la
Antigua Grecia. En efecto, el rechazo o el no-reconocimiento Del dios puede ser leído
como un ejercicio.
OBJETIVOS

Objetivo general:
 Conocer el arte dionisiaco y sus diferentes manifestaciones.

Objetivos específicos:
 Identificar algunas obras que son producto del instinto dionisiaco
 Explicar detalladamente las manifestaciones del arte dionisiaco
 Conocer a cerca de la vida de Dionisio
EL ARTE DIONISIACO

Dionisíaco es una expresión que se refiere al dios Dionisio como una fuerza creadora.

El mundo del arte dionisíaco representa la potencia emocional que aparece en el lenguaje
musical, pero también puede ser reconocida al lado del impulso apolíneo como estados
fisiológicos de embriaguez y sueño respectivamente. Estos estados son condiciones
necesarias, en el ser humano, para la producción del arte.

Las emociones dionisíacas pueden ser encontradas delante de bebidas narcóticas o delante
de los instintos primaverales y genera en quien las siente la impresión de que todas las
barreras entre sí y los otros hombres están rotas. Siente también que todas las formas
vuelven a ser reabsorbidas por la unidad más originaria y fundamental, lo que Nietzsche
llamó uno primordial. En esta unidad hay pura intensidad y se pierde la consciencia de sí, lo
que condiciona una mirada armónica y desarmónica del mundo, de placer y de dolor, de la
construcción y de la destrucción, de la vida y de la muerte.

MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS DIONISIACAS

Las manifestaciones artisticas en el arte dionisiaco son:


El lírico: está plenamente involucrado con el movimiento creador. Es tanto dolor primordial
como eco de tal dolor. La cólera, la furia, la pasión desenfrenada con que llena su poesía
son la resultante de la provocación de la fuerza dionisíaca desplegada desde el fondo íntimo
del mundo, que hermana la complejidad del ser. Lo que habla en el lírico es de carácter
universal. La pasión del lírico es la puesta en marcha de la fuerza, mundo.

El arte del lírico no proviene de una idea clara y precisa, sino de una particular forma de
ánimo que impulsa la música. El objeto se presenta en la culminación del movimiento
creador, no es su punto de partida la idea.
Lírico dolor y eco del dolor, tanto su encarnación como su efecto. Dolor entrañable hecho
de la posibilidad de manifestación sustancial que le precia de ser fuente de su proceder. El
acto creador del lírico involucra la fuente entera de sus afectos y el anclaje simbólico de su
individualidad.
Al no partir de la imagen el arte lírico no es imitativo. No surge de lo que ven sus ojos
acerca de la realidad que habita sino que emerge de la fuerza de su ser en concordancia con
el fundamento inmutable del mundo. El lírico se debate en la violencia de su ser. Su yo
proviene de todo este proceso en el que se ve inmerso al punto de ser la imagen que
proyecta. Efigie cuerpo del dolor del mundo.

La música dionisíaca: es la que más cerca se encuentra de lo inefable. Escuchamos el


escuchar del lírico desde el silencio de su soledad. Dispuesto a lo que la melodía de las
cosas pone a sus oídos. Abierto e ilimitado, vasto mar del que sólo conocemos su
movimiento incesante. Llega el momento de escuchar el infinito resplandor de la voz entre
las voces para lo que persista sea lo que queda resonando en las almas de los hombres. Que
lo abierto e ilimitado sea lo que más oculto permanezca es el misterio que mantiene viva la
palabra, huella de la música.

La música irrumpe, altera, convoca, incita, provoca porque ese es su movimiento mas no su
pretensión. Vasto mar del que sólo conocemos su movimiento incesante, su esencia
irruptiva llena de matices que se caracterizan por su multiplicidad, palpable en la canción
popular donde la impronta de la fuerza dionisíaca deja sus huellas.
La melodía originaria ejerce su poder. La imagen que nace de la música no es apariencia
(copia de copia) sino representación simbólica. En este proceso Apolo potencia su fuerza
figurativa a dar imagen a esa melodía originaria pero una imagen que parte de la música
misma y no de la realidad empírica. Imagen acorde a la irrupción de la fuerza.
Lo que intenta la música es la analogía que despierta la apariencia dada. La música lleva la
prelación. La imagen siempre está subordinada a la música, debajo de ella. Ésta apenas
soporta a aquella sin que medie la necesidad plena, no interesa la unión ni la
correspondencia entre ambas, pues no hay nada que predetermine su choque. Lo que
sustenta su encuentro es el ejemplo fortuito que tiene como fin un concepto universal.

La tragedia: La fuerza visiva que se abre ante sí, introduce al espectador en la corriente de
la escena. La visibilidad y la transfiguración están en un grado de intensificación suma. En
la tragedia las excitaciones apolíneas no enajenan la voluntad por la contemplación. La
contemplación incita los movimientos contrarios de su intención. En cada proximidad del
ojo frente a la imagen se interpone la negación y el deseo de regresar, de volver, de
refugiarse de nuevo en el punto de partida. El movimiento apolíneo no se justifica en sí
mismo. La individuación queda a merced de la dinámica dionisíaca de la escena.

La tragedia se percibe en su inmediatez y en su furtivo acontecer. Instante de perfecta


redondez. Nada sobra, nada falta. La existencia pues como juego estético y allí justificada.
CONCLUSIÓN

Las interpretaciones nietzscheanas tienen una inmensa amplitud al punto de que su aspecto
metafísico plantea un sistema dualista que termina (aunque esto no lo haya dicho) por
justificar la vida e incluso el cosmos desde un ángulo estético. Su amplio grado de
generalidad y los diversos planos de aplicación de muchos de sus conceptos, les otorgan un
valor muy alto como herramientas conceptuales.
BIBLIOGRAFÍA

Nietzsche, el nacimiento de la tragedia

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