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EL PROTOCOLO FAMILIAR

El concepto de protocolo familiar sigue sin gozar, a día de hoy, de una definición
unánimemente aceptada. De hecho, se trata de una materia desconocida para
buena parte de los juristas.
El Real Decreto 171/2007, de 9 de febrero, por el que se regula la publicidad de los
protocolos familiares (en adelante, el “RD 171/2007”), define esta figura como “aquel
conjunto de pactos suscritos por los socios entre sí o con terceros con los que
guardan vínculos familiares que afectan una sociedad no cotizada, en la que
tengan un interés común en orden a lograr un modelo de comunicación y consenso
en la toma de decisiones para regular las relaciones entre familia, propiedad y
empresa que afectan a la entidad” (art. 2.1 RD 171/2007).
Sin embargo, esta definición dista de abarcar la tipología completa de protocolos
familiares que pueden observase en la práctica. Es más, no es infrecuente que en
el seno de sociedades cotizadas con un alto componente familiar se firmen
protocolos familiares, quedando estos sujetos, en buena lógica, y en su caso, a
la normativa sobre pactos parasociales de sociedades cotizadas que contienen
los arts. 530 a 535 del Real Decreto Legislativo 1/2010, de 2 de julio, por el que se
aprueba el texto refundido de la Ley de Sociedades de Capital (en adelante, la
“LSC“).
En cualquier caso, para poder definir los protocolos familiares se ha de partir de la
premisa de que el hombre, desde que nace, busca la seguridad. Por tanto, teniendo
en cuenta que el Derecho es un instrumento esencial para dotar de seguridad a todo
tipo de relaciones humanas y sociales, podríamos definir el protocolo familiar como
un mecanismo para otorgar seguridad a las relaciones entre la familia y la
empresa.
De este modo, puede entenderse por protocolo familiar un documento de
inspiración constituyente en el que se suscriben por la familia propietaria de un
grupo empresarial o de una empresa un acuerdo marco desarrollado en una
serie de pactos que definen las líneas maestras de la misión y la estrategia de la
empresa, de su sistema de gestión y gobierno, de su cultura y de la forma en que
la familia va a relacionarse con el negocio y a organizar la administración de
su patrimonio invertido en el mismo, con el fin de garantizar la continuidad de la
empresa y su permanencia bajo control familiar, dentro de un contexto de armonía
y consenso familiares[1].

Contenido básico del protocolo familiar


Resulta bastante complicado establecer cuál sería el contenido estándar o básico
para el protocolo familiar, ya que como hemos razonado anteriormente, el protocolo
se ha de configurar como un “traje hecho a la medida” de cada familia empresaria
y empresa familiar, tomando en consideración las aspiraciones y circunstancias de
la familia y de la empresa, de tal forma que los miembros del grupo familiar (que son
a su vez los socios de la empresa) puedan regular todos los asuntos sobre los que
deseen pronunciarse, y fijar acuerdos sobre todo lo que estimen conveniente, sin
necesidad de seguir las formalidades que, por ejemplo, regulan la composición y
funcionamiento de los órganos sociales y vienen impuestas por la ley.
El protocolo familiar debe diseñarse como un “traje hecho a medida” de cada familia
empresaria y empresa familiarHAZ CLICK PARA TWITTEAR
Por tanto, es evidente que existe una infinidad de tipos distintos de protocolos
familiares, con contenidos significativamente diferentes, para atender a cada una de
las necesidades planteadas por los grupos y las sociedades familiares. Aún así, es
posible establecer unos cánones o modelos que permiten señalar una serie de
contenidos que generalmente están presentes en todo protocolo.
En este sentido, encontramos autores que han estructurado el protocolo familiar
basándose en un esquema de cuatro áreas que deberán tratarse necesariamente
en el protocolo familiar, a saber[7]:

Políticas de decisión y gobierno: esta área incluye los aspectos


relacionados con el gobierno familiar, el consejo de administración o los estatutos
sociales.

Políticas de rentas: donde se tratarían cuestiones como los dividendos


mínimos o la sindicación de acciones.

Políticas de empresa: donde se regularán temas como las jubilaciones o el


empleo de familiares, entre otros.

Políticas sociales y familiares: donde se establecerán las reglas a seguir en


cuanto a, por ejemplo, la formación de jóvenes, la solidaridad familiar o las
tradiciones familiares que deberán de mantenerse a lo largo del tiempo.

La publicidad de los protocolos familiares


Como hemos visto al analizar la naturaleza jurídica del protocolo familiar, resulta
evidente que los protocolos se encuadran claramente en la figura de los pactos
parasociales o pactos de socios y, como es sabido, los principales problemas que
pueden plantear los contratos de socios son los de su validez y eficacia.
En efecto, desde un punto de vista eminentemente práctico, estos aspectos pueden
ser determinantes pues los firmantes del contrato de socios buscarán la mejor
protección posible para un pacto cuyo deseo es que despliegue plenamente sus
efectos y su cumplimiento sea plenamente garantizado.
a) La validez de los contratos de socios
En primer lugar, y por lo que refiere a su validez, el problema fundamental que se
presenta es el de determinar si los pactos de un contrato de socios pueden ser
válidos aun siendo claramente contrarios a los criterios y principios
inspiradores del tipo social al que el contrato se refiere.
Pues bien, a este respecto, podemos diferenciar tres posturas doctrinales
enfrentadas, a saber:

La tesis encabezada por FERNÁNDEZ DE LA GÁNDARA[17] y ALONSO


LEDESMA[18] en virtud de la cual se considera que la validez de los acuerdos
contenidos en el pacto parasocial ha de ser estudiada al amparo del Derecho de
sociedades y, en consecuencia, a la luz de los principios configuradores del tipo
social elegido.

La tesis con la que nos identificamos y que es defendida esencialmente por


PAZ-ARES[19] para quien “los pactos parasociales no son inválidos por contravenir
normas del tipo societario (por ejemplo, la prohibición de unanimidad o de voto
plural); solamente lo son si atentan contra valores sustantivos del entero
sistema (por ejemplo, prohibición de pactos leoninos o exigencias de la buena fe”.

Y una tesis intermedia liderada por OPPO[20] que diferencia entre las reglas
instrumentales del contrato de socios (relativas a la formación de la voluntad de los
órganos sociales), que estima válidas en tanto en cuanto no sean contrarias al
interés social, y las reglas finales (referentes al fin social) que únicamente serán
consideradas inválidas en aquellos casos en los que vulneren frontalmente el interés
social.
A la luz de lo expuesto, podemos concluir lo siguiente:

Aun siendo fundamentales para cualquier economía en términos de PIB, así


como de empleo, las empresas familiares presentan altas tasas de mortalidad, en
la mayoría de los casos fruto del conflicto en la sucesión del negocio familiar.

En consecuencia, el éxito y continuidad de la empresa familiar y la unión y


felicidad de la familia son lo suficientemente importantes para llevar a cabo con
ilusión y sana ambición un proceso de elaboración de un protocolo familiar.

Cada familia y cada empresa familiar son distintas por lo que resulta
fundamental tener presente que los protocolos familiares no pueden seguir un
formato estandarizado, sino que deben diseñarse como un “traje hecho a medida”
de cada familia empresaria y empresa familiar teniendo en cuenta sus
circunstancias concretas.

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