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DE GÉNESIS A EXODO
En un sentido cronológico, el libro de Éxodo es la continuación del libro de Génesis; sin embargo,
temáticamente ambos libros tienen enfoques diferentes…
Esto también aplica en el ámbito espiritual, ya que la Redención es un proceso que comienza cuando creemos
que Jesús murió por nosotros como el Cordero de Dios…y ése es el inicio de una transformación espiritual
(Efesios 4:22-24). Hablaremos más de esto a lo largo de nuestro estudio de Éxodo.
TITULO
El libro de Éxodo en hebreo se conoce como: Shemot, que significa: Nombres. Tal como los otros libros de la
Torá (es decir, el Pentateuco, los cinco primeros libros de la Biblia), el título de este libro proviene de las
primeras palabras que aparecen en el primer capítulo…
(Éxodo 1:1) Estos son los nombres de los hijos de Israel…
El otro título que recibía en hebreo estaba relacionado con el tema del libro: Sefer Yetziat Mitzrayim, que
literalmente se traduce: Libro de la Salida de Egipto. Este fue el título que usaron los traductores de la
Septuaginta (LXX, la traducción al griego del Antiguo Testamento), llamándolo en griego: Exodus Aigyptou. De
este nombre surgió el título en español: “Éxodo”, que literalmente significa: salida.
Jacob creía que él ya no dejaría la Tierra Prometida. Pero cuando él se enteró que su hijo José aún vivía y
estaba en Egipto, es natural que Jacob tomara camino para verlo. Sin embargo, en el camino él se detuvo, ya
que siendo Jacob de edad avanzada, existía el riesgo de no poder regresar.
Jacob se encontraba en un dilema: por un lado, el propósito de su vida estaba conectado con la tierra; por el
otro lado, su hijo José lo esperaba en Egipto. Sin duda alguna el corazón de Jacob estaba partido. Por eso
Jacob buscó la dirección de Dios cuando llegó a Beerseba, en el mismo lugar en que Abraham e Isaac habían
invocado el Nombre de Dios (Gen. 21:33; Gen. 26:23-25).
(Gen. 46:1) Y partió Israel con todo lo que tenía y llegó a Beerseba, y ofreció sacrificios al Dios de su padre
Isaac.
Beerseba era el pueblo al extremo sur de la Tierra Prometida, en el camino que lleva a Egipto. En el pasado,
Dios le había dicho a Isaac que no descendiera a Egipto, y por eso él nunca dejó la Tierra Prometida.
Seguramente Jacob se preguntaba si Dios estaba de acuerdo con que él descendiera a Egipto. [Nótese que la
Biblia siempre usa la palabra “descender” en relación con Egipto, porque representa un descenso espiritual,
siendo Egipto una figura del “mundo”].
¿Estaría Jacob quebrantando el pacto con Dios si salía de la Tierra Prometida? Ante este dilema, Jacob buscó a
Dios. Lo buscó, y lo halló. Dios le respondió a través de una visión nocturna.
(Génesis 46:2-4) Y Dios habló a Israel en una visión nocturna, y dijo: Jacob, Jacob. Y él respondió: Heme aquí.
Y El dijo: Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas descender a Egipto, porque allí te haré una gran nación. Yo
descenderé contigo a Egipto, y ciertamente, yo también te haré volver; y José cerrará tus ojos.
Ahora Jacob ya contaba con el permiso explícito del Señor. Pero no sólo se trataba de un permiso temporal
para visitar a José, sino que Dios le reveló a Jacob que Él tenía planes para toda su familia de Israel en Egipto.
¿Cuál podría ser el propósito de ir a Egipto? Dios se le dijo a Jacob: “porque allí te haré una gran nación”. Hasta
ese momento, Jacob y sus hijos conformaban una familia, no una nación. El problema con quedarse en Canaán
es que los hijos de Jacob se habrían asimilado eventualmente con las pueblos cananeos casándose entre ellos
(lo que ya se había hecho evidente con Judá—Gen. 38:1-3). Pero Dios sabía que si los llevaba a Egipto, allí no
se asimilarían tan fácilmente, ya que los egipcios miraban de menos a la gente dedicada a criar ganado,
empresa que tenían los Hijos de Israel (Génesis 46:31-34). Por eso, José pidió al Faraón la tierra de Gosén para
su familia, y allí vivieron separados de los egipcios. Con el tiempo, la familia de Jacob se convirtió en un enorme
pueblo (Deu. 26:5).
(Gen. 47:27) Así habitó Israel en la tierra de Egipto, en la tierra de Gosén; y tomaron posesión de ella, y se
aumentaron, y se multiplicaron en gran manera.
Israel es una nación muy peculiar y única en la historia de la humanidad. Por lo general, las naciones se forman
por gente que viven y comparten un territorio en común; pero la historia de Israel es diferente: antes que ellos
tuvieran tierra, los israelitas ya habían formado una nación.
Dios prometió a un hombre sin hijos que le daría descendencia y tierra, y éste hombre era Abraham. El Señor le
dio la descendencia prometida, quienes nacieron en la Tierra Prometida, pero se convirtieron en una nación en
Egipto.
El Señor le advirtió a Abraham sobre el proceso que pasarían sus descendientes antes de recibir la Tierra
Prometida como herencia:
(Génesis 15:13-14) Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y
será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y
después de esto saldrán con gran riqueza.
Dios obra en formas misteriosas—pero todo tiene un propósito. El Señor advirtió que los israelitas serían
esclavizados en un país extranjero (aunque ése no era su destino final). En Egipto, Israel se convirtió en una
nación apartada y numerosa. Y en el tiempo indicado (400 años después), la nación de Israel sería libertada
para cumplir su propósito en la Tierra Prometida. Y el libro de Éxodo narra esta transición de esclavitud hacia
libertad.