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Aaron Rojas 18

Episodio del enemigo


Jorge Luis Borges.

1. Marca estructural
-Macroestructura: Cuento corto que relata el sueño de un hombre sobre un intruso invadiendo su
casa.
-Superestructura: Un viejo, movido por la venganza, penetra en casa de otro anciano para matarlo.
Tras un enfrentamiento retórico, el dueño de la casa decide despertar del sueño.
-Estructura: Un hombre, en su casa, descubre que otro sujeto a quien llama “el enemigo”, está dentro
de su casa. Tras penetrar en el recinto, se revelan las intenciones del intruso, quien esconde un revólver
bajo su saco. Ambos son ancianos, como su actuar nos lo delata. Finalmente, en el momento antes de
la tragedia, el protagonista decide que la acción que puede tomar para librarse del peligro que le acecha
es despertar, y así lo hace.

2. Marca morfo-sintáctica
Tantos años huyendo y esperando y ahora el enemigo estaba en mi casa. Desde la ventana lo vi subir
penosamente por el áspero camino del cerro. Se ayudaba con un bastón, con un torpe bastón que en
sus viejas manos no podía ser un arma sino un báculo. Me costó percibir lo que esperaba: el débil
golpe contra la puerta. Miré, no sin nostalgia, mis manuscritos, el borrador a medio concluir y el tratado
de Artemidoro sobre los sueños, libro un tanto anómalo ahí, ya que no sé griego. Otro día perdido,
pensé. Tuve que forcejear con la llave. Temí que el hombre se desplomara, pero dio unos pasos
inciertos, soltó el bastón, que no volví a ver, y cayó en mi cama, rendido. Mi ansiedad lo había
imaginado muchas veces, pero solo entonces noté que se parecía, de un modo casi fraternal, al último
retrato de Lincoln. Serían las cuatro de la tarde.

Me incliné sobre él para que me oyera.

-Uno cree que los años pasan para uno -le dije-, pero pasan también para los demás. Aquí nos
encontramos al fin y lo que antes ocurrió no tiene sentido.
Mientras yo hablaba, se había desabrochado el sobretodo. La mano derecha estaba en el bolsillo del
saco. Algo me señalaba y yo sentí que era un revólver.
Me dijo entonces con voz firme:
-Para entrar en su casa, he recurrido a la compasión. Le tengo ahora a mi merced y no soy
misericordioso.

Ensayé unas palabras. No soy un hombre fuerte y solo las palabras podían salvarme. Atiné a decir:
-En verdad que hace tiempo maltraté a un niño, pero usted ya no es aquel niño ni yo aquel insensato.
Además, la venganza no es menos vanidosa y ridícula que el perdón.
-Precisamente porque ya no soy aquel niño -me replicó- tengo que matarlo. No se trata de una
venganza, sino de un acto de justicia. Sus argumentos, Borges, son meras estratagemas de su terror
para que no lo mate. Usted ya no puede hacer nada.
-Puedo hacer una cosa -le contesté.
-¿Cuál? -me preguntó.
-Despertarme.
Y así lo hice.

3. Marca sintáctica

Tantos años huyendo y esperando y ahora el enemigo estaba en mi casa. Desde la ventana lo vi subir
penosamente por el áspero camino del cerro. Se ayudaba con un bastón, con un torpe bastón que en
sus viejas manos no podía ser un arma sino un báculo. Me costó percibir lo que esperaba: el débil
golpe contra la puerta. Miré, no sin nostalgia, mis manuscritos, el borrador a medio concluir y el tratado
de Artemidoro sobre los sueños, libro un tanto anómalo ahí, ya que no sé griego. Otro día perdido,
pensé. Tuve que forcejear con la llave. Temí que el hombre se desplomara, pero dio unos pasos
inciertos, soltó el bastón, que no volví a ver, y cayó en mi cama, rendido. Mi ansiedad lo había
imaginado muchas veces, pero solo entonces noté que se parecía, de un modo casi fraternal, al último
retrato de Lincoln. Serían las cuatro de la tarde.

Me incliné sobre él para que me oyera.


-Uno cree que los años pasan para uno -le dije-, pero pasan también para los demás. Aquí nos
encontramos al fin y lo que antes ocurrió no tiene sentido.

Mientras yo hablaba, se había desabrochado el sobretodo. La mano derecha estaba en el bolsillo del
saco. Algo me señalaba y yo sentí que era un revólver.
Me dijo entonces con voz firme:
-Para entrar en su casa, he recurrido a la compasión. Le tengo ahora a mi merced y no soy
misericordioso.

Ensayé unas palabras. No soy un hombre fuerte y solo las palabras podían salvarme. Atiné a decir:
-En verdad que hace tiempo maltraté a un niño, pero usted ya no es aquel niño ni yo aquel insensato.
Además, la venganza no es menos vanidosa y ridícula que el perdón.
-Precisamente porque ya no soy aquel niño -me replicó- tengo que matarlo. No se trata de una
venganza, sino de un acto de justicia. Sus argumentos, Borges, son meras estratagemas de su terror
para que no lo mate. Usted ya no puede hacer nada.
-Puedo hacer una cosa -le contesté.
-¿Cuál? -me preguntó.
-Despertarme.
Y así lo hice.

4. Marca Semántica.

Sujetos:
Tantos años, mi ansiedad, las cuatro de la tarde, uno, lo que antes ocurrió, la mano derecha, algo,
usted, la venganza, sus argumentos, usted.

Verbos:
Estaba (indicativo, tercera persona del singular, copretérito) / vi (indicativo, primera persona del
singular, pretérito) / ayudaba (indicativo, tercera persona del singular, copretérito) / costó (indicativo,
tercera persona del singular, pretérito) / Miré (indicativo, primera persona del singular, pretérito) /
pensé (indicativo, primera persona del singular, pretérito) / tuve (indicativo, primera persona del
singular, pretérito) / Temí (indicativo, primera persona del singular, pretérito) / había imaginado
(indicativo, primera persona del singular, antecopretérito) / Serían (subjuntivo/ tercera persona del
plural, copretérito) / incliné (indicativo, primera persona del singular, pretérito) / cree (indicativo,
tercera persona del singular, presente) / encontramos (indicativo, primera persona del plural, presente)
/ había desabrochado (indicativo, tercera persona del singular, antecopretérito) / estaba (indicativo,
tercera persona del singular, copretérito) / señalaba (indicativo, tercera persona del singular,
copretérito) / dijo (indicativo, tercera persona del singular, pretérito) / tengo (indicativo, primera
persona del singular, presente) / ensayé (indicativo, primera persona del singular, pretérito) / soy
(indicativo, primera persona del singular, presente) / Atiné (indicativo, primera persona del singular,
pretérito) / es (indicativo, tercera persona del singular, presente) / tengo (indicativo, primera persona
del singular, presente) / son (indicativo, tercera persona del plural, presente) / puede (indicativo,
tercera persona del singular, presente) / Puedo (indicativo, primera persona del singular, presente) /
contesté (indicativo, primera persona del singular, pretérito) / preguntó ( indicativo, tercera persona
del singular, pretérito) hice (indicativo, primera persona del singular, pretérito).

5. Marca semántica-referencial

-Sustantivos predominantes: venganza, palabras, años.


-Adjetivos predominantes: misericordioso.
-Adverbios predominantes: Aquí, ahora, mientras.

-Isotopías:
El tiempo: Tantos años, ahora, Otro día perdido, los años pasan para uno, Serían las cuatro de la tarde,
nos encontramos al fin, lo que antes ocurrió, Mientras, que hace tiempo, pero usted ya no es, ya no
soy, Usted ya no puede.
Debilidad: lo vi subir penosamente, Me costó, no sé griego, día perdido, Tuve que forcejear, Temí,
Dicotomía compasión/venganza: he recurrido a la compasión, Le tengo ahora a mi merced, no soy
misericordioso, la venganza no es menos vanidosa y ridícula que el perdón.

6. Comentario de texto
La misteriosa identidad del intruso en la casa de Borges se devela poco a poco entre la bruma. Vagos
indicios nos son dados respecto a los antecedentes del relato. Los adjetivos no abundan, pero, como
es habitual en Borges, cada uno es indispensable. La vejez de ambos personajes es delatada por la
dificultad de sus andares. Ambos se encuentran cansados y abatidos por una vida que presumiblemente
se mantiene atada al pasado. Borges retrata la pena del paso del tiempo encadenado a los ayeres.
El enemigo penetra la intimidad del viejo Borges, su encuentro era ya premeditado, vaticinado.
La hora es señalada, cuatro de la tarde; los viejos se encuentran y su duelo es uno ya repetido. A uno
lo mueve la venganza, y el otro se socorre del pathos; el corazón resentido es frío, y a Borges sólo le
queda despertar. El cuento explora los temas caros a Borges: los sueños, el doble, el tiempo; y delata
facetas más humanas: la memoria, el rencor y la culpa.

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