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Antes de iniciar, quiero hacerles una pregunta.

¿Ustedes creen que el dinero es importante?

R/: Claro, claro que lo es.

Pero hay algo que debemos tener en cuenta


Que el dinero no es nada, si no lo usamos para crear un mundo mejor, más justo.
Muchachos, el dinero no es más que una herramienta para agilizar el intercambio.

Pero entonces: ¿Es bueno o es malo el dinero?

Es bueno, porque con el obtenemos las cosas necesarias para nuestro sustento diario entre otras cosas. Pero
es malo cuando no sabemos como utilizarlo, cuando nos apegamos a él.

En el evangelio encontramos con frecuencia palabras de Jesús refiriéndose a las riquezas, por ejemplo, en
(Mateo 19,23) dice:

“No atesores riquezas en la tierra, donde la polilla la destruya, donde los ladrones la socaven y se la roben;
Sino en el cielo, donde ni la polilla la destruya, ni los ladrones la socaven ni se la roben”

Estas palabras de Jesús nos pueden hacer creer que las riquezas son malas en si mismo, que los ricos
definitivamente no entran en el reino de los cielos.

Sin embargo, hay que decir, que lo que reprochaba Jesús a los ricos no eran sus riquezas en sí mismas, sino el
amor desordenado que tenían a ellas hasta el punto de ponerlas por encima del mismo Dios, como el caso
del joven rico a quien Jesús llamó: “Si quieres venir en mi seguimiento, vende cuanto tienes y dalo a los
pobres” (Mt 19,21), el joven se fue muy triste porque era muy rico, o vemos el caso de Judas, el discípulo
traidor, que vendió al Maestro por 30 monedas de plata.

El problema, entonces, no está en poseer riquezas, sino en la manera como se obtienen, en el afecto que de
ellas se tiene, y en el destino que se les da. Estos tres criterios son fundamentales para que haya una
correcta posesión de los bienes:

Consecución: Se refiere al origen de los bienes. Éstos deben ser adquiridos de manera lícita, fruto del trabajo
honesto y nunca de negocios incorrectos. Se deben adquirir por medios civilmente lícitos -lo permitido por la
ley civil- y moralmente válidos -que no vayan contra la ley moral-.

Es decir, no pueden provenir de actividades ilícitas y pecaminosas como el robo, la estafa, la explotación de
los empleados, engaños, extorsión, etc. Ni de otras que, aunque permitidas por la ley civil como la
prostitución, los moteles, la venta de licor, discotecas, bares, etc., son siempre actividades pecaminosas.

Afecto: estos bienes deben poseerse sin afecto alguno, teniendo claro que son un medio de subsistencia y de
salvación. Jamás se pueden poner por encima de Dios o de la familia, hasta el punto de amarlos más y de
dedicar más tiempo a su consecución que a la oración y al compartir familiar.

Destino: los bienes que poseemos son para nuestro propio sustento y el de las personas que están a nuestro
cargo. Los bienes que Dios regala al hombre son un don para que este les sirva a sus hermanos más
necesitados y de esta manera se gane el Cielo. Por tanto, estos no deben ser despilfarrados, ni gastados en
lujos excesivos e innecesarios, ni mucho menos deben ser gastados en cosas o diversiones pecaminosas.

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