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Ius et Praxis, Revista de la Facultad de Derecho

N.o 46, 2015


ISSN 1027-8168
pp. 43-66

La voluntad de la sociedad anónima


y las juntas de accionistas
Hernando Montoya Alberti

1. Introducción
A diferencia del empresario individual, quien adopta sus decisiones en
forma individual e inconsultamente, en el régimen societario las deci-
siones se adoptan bajo un régimen especializado en el cual se debe dar
garantías a los socios para que manifiesten su voluntad bajo un sistema
de decisiones mayoritarias y de concurrencia mínima.
En el caso del empresario individual no es necesario que se otorgue
garantías respecto a la forma de establecer sus decisiones, pues es él
quien las adopta de forma inconsulta, no tiene socio alguno de por
medio, el negocio es individual. Cuando se constituye una sociedad, las
decisiones tienen su sede en el órgano supremo como es la junta de
socios, y por tanto debe respetarse la voluntad de los socios. La Ley
General de Sociedades (LGS) respeta en todas las sociedades la volun-
tad mayoritaria de los socios, sea que se exprese por razón de las perso-
nas, o por razón de los aportes representados en el capital social. Así,
por ejemplo, en la sociedad colectiva, la voluntad se forma por decisión
de los socios, y según el artículo 269 los acuerdos de la sociedad se
adoptan por mayoría de votos, computados por personas, salvo pacto
distinto, y, en el supuesto que se pacte que la mayoría se computa por
capitales, el pacto social debe establecer el voto que corresponde al socio
o a los socios industriales; y, en el caso de que un socio tenga más de la
mitad de los votos, se necesitará además el voto de otro socio.

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Las reglas sobre formación de la voluntad social de la sociedad colec-


tiva se aplican a la sociedad comanditaria simple, y las reglas de la socie-
dad anónima a la sociedad comanditaria por acciones, con las limitaciones
reguladas para cada modalidad societaria. En el caso de la sociedad de
responsabilidad limitada, “La voluntad de los socios que representen la
mayoría del capital social regirá la vida de la sociedad” (artículo 286).
Finalmente, en el caso de las sociedades civiles, el artículo 301 dispone
que “Los acuerdos se adoptan por mayoría de votos computados confor-
me al pacto social y, a falta de estipulación, por capitales y no por perso-
nas”. En el caso de contar con socios que aportan su profesión u oficio, el
peso para las decisiones se aplica con un porcentaje igual al valor prome-
dio de los aportes de los socios capitalistas. En lo que se refiere a la modi-
ficación del pacto social, requiere un acuerdo unánime de los socios.
Sin entrar en más detalles, podemos apreciar que la formación de la
voluntad de la sociedad se adopta a través de la expresión de sus socios
en forma mayoritaria, y por excepción en forma unánime. La voluntad
se forma en plena junta general de socios, con las excepciones que se
establecen en la ley; así, por ejemplo, el artículo 286 de la Ley General
de Sociedades (Ley n.o 26887) dispone que:
[…] el estatuto determina la forma y manera como se expresa la
voluntad de los socios, pudiendo establecer cualquier medio que
garantice su autenticidad. La junta será obligatoria si solicitan su
realización, socios que representen por lo menos la quinta parte
del capital social.

Con lo señalado, es posible entonces situarnos en el mismo supuesto


en que se sitúa el artículo 170 de la LGS, cuando en concordancia con lo
señalado para las decisiones del directorio, regula los casos en que no
haya habido sesión, supuesto en el cual se requiere que en el documen-
to que refleje la decisión conste la aprobación unánime de todos los
directores. Nos llama la atención la aplicación del artículo 286, sin
embargo; está concebido para el caso de sociedades de un número redu-
cido de accionistas, sociedades cerradas al grupo y posiblemente de
naturaleza familiar, en donde el rigor en la formación de la voluntad en
junta es innecesario y es más eficiente levantar un acta de acuerdos uná-
nimes de socios, respetándose siempre la obligatoriedad de la celebra-
ción de la junta general cuando soliciten su realización socios que
representen por lo menos la quinta parte del capital social. Al respecto,
es pertinente advertir que en el año 1966, cuando se promulga la Ley de

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Sociedades Mercantiles n.o 16123, el concepto de sesiones virtuales no


era común en nuestro lenguaje, por tanto la redacción original de la
norma no podía hacer alusión a otra posibilidad más que la suscripción
de acuerdos sin necesidad de realización de sesión de socios.
Conforme nos refiere Rodrigo Uría (1999):
La sociedad anónima, como entidad jurídica dotada de personali-
dad, necesita valerse de órganos para el despliegue de su activi-
dad interna y externa… Los órganos sociales emanan en personas
físicas o en pluralidades de personas investidas por la ley de la
función de manifestar la voluntad del ente o de ejecutar y cumplir
esa voluntad, desarrollando las actividades jurídicas necesarias
para la consecución de los fines sociales. (p. 309)

2. Las juntas de accionistas


Se hará referencia a partir de ahora a las sesiones de accionistas, es
decir, a aquellas reuniones de socios cuya participación en el capital
social de la sociedad está representada por acciones, y en donde cada
acción da lugar a un voto. Las decisiones tomadas con la formalidad
establecida en la ley obligan a la sociedad, y los socios deben respetar
sus acuerdos y decisiones.
El artículo 111 de la LGS otorga a la junta general de accionistas su
majestuosidad cuando la reconoce como el órgano supremo de la socie-
dad, y la impone como aquella reunión en la que los accionistas deben
constituirse en junta general debidamente convocada, y, con el quórum
correspondiente, decidir, por la mayoría que establece esta ley, los asun-
tos propios de su competencia. Todos los accionistas, incluso los disi-
dentes y los que no hubieren participado en la reunión, están sometidos
a los acuerdos adoptados por la junta general.

3. Legitimación para la convocatoria a juntas generales de


accionistas
La norma citada refiere que la junta general debe estar debidamente con-
vocada, lo que quiere decir que debemos definir quién es la persona o el
órgano que debe convocar, y la forma de hacerlo.
Al respecto, tenemos que el artículo 113 señala que es el directorio, o
en su caso la administración de la sociedad, quien convoca a junta general.

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Si se trata del directorio es necesario entonces contemplar la existencia


de un acuerdo previo de directorio que decida la convocatoria a junta
general; no se trata de que cualquier director decida convocar, más bien
se trata del órgano colegiado que toma sus acuerdos en la forma esta-
blecida en la misma ley. En tal caso, se requiere que los directores sean
citados a sesión de directorio con la formalidad establecida en la ley, y
que adopten sus decisiones por mayoría de votos. Si el directorio adop-
ta su decisión y decide no convocar a junta general de accionistas, sim-
plemente no existe amparo legal para exigir por terceros la convocatoria;
y si se trata de accionistas, entonces la ley les alberga la posibilidad de
recurrir al juez o al notario para que convoque a junta si el pedido ha
sido rechazado por el directorio, o si no se han previsto en la agenda con
la cual se cita los puntos solicitados para debatir en junta. En tal caso,
ante solicitud de accionistas, el juez ordena la convocatoria1, señalando
lugar, día y hora, así como la persona que presidirá la junta. La expre-
sión del derecho de protección al accionista minoritario se da en el artí-
culo 1192 de la LGS, que dispone que:

1 Artículo 117.- Convocatoria a solicitud de accionistas.


Cuando uno o más accionistas que representen no menos del veinte por ciento
(20 %) de las acciones suscritas con derecho a voto soliciten notarialmente la
celebración de la junta general, el directorio debe indicar los asuntos que los
solicitantes propongan tratar.
La junta general debe ser convocada para celebrarse dentro de un plazo de quin-
ce (15) días de la fecha de publicación de la convocatoria.
Si la solicitud a que se refiere el acápite anterior fuese denegada o transcurriesen
más de quince (15) días de presentada sin efectuarse la convocatoria, el o los
accionistas, acreditando que reúnen el porcentaje exigido de acciones, pueden
solicitar al notario y/o al juez de domicilio de la sociedad que ordene la convo-
catoria, que señale lugar, día y hora de la reunión, su objeto, quién la preside,
con citación del órgano encargado, y, en caso de hacerse por vía judicial, el juez
señala al notario que da fe de los acuerdos.
2 Artículo 119.- Convocatoria judicial.
      Si la junta obligatoria anual o cualquier otra ordenada por el estatuto no se con-
voca dentro del plazo y para sus fines, o en ellas no se tratan los asuntos que
corresponden, es convocada a pedido del titular de una sola acción suscrita con
derecho a voto, ante el notario o el juez del domicilio social, mediante trámite o
proceso no contencioso.
La convocatoria judicial o notarial debe reunir los requisitos previstos en el
artículo 116.

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Si la junta obligatoria anual o cualquier otra ordenada por el esta-


tuto no se convoca dentro del plazo y para sus fines, o en ellas no
se tratan los asuntos que corresponden, es convocada a pedido
del titular de una sola acción suscrita con derecho a voto, ante el
notario o el juez del domicilio social [...]

En ese sentido, Beaumont Callirgos (2000) califica este derecho


como un derecho de minoría en su máxima expresión, y que la ley no
limita ese derecho al titular de una sola acción, sino al titular de por lo
menos una acción.
El objeto de la convocatoria de la junta obligatoria anual (JOA), es
pronunciarse sobre la gestión social, debiendo el directorio rendir
cuenta de la gestión mediante los estados financieros puestos a dispo-
sición de los accionistas. Los accionistas tienen derecho a que se les
rinda cuenta de la gestión, y la forma como la ley ha previsto este
derecho es a través del informe que debe presentar el directorio, como
responsable de la gestión, ante la junta general de accionistas; en esta
forma se rinde cuentas societariamente, a diferencia de los negocios
asociativos, en los cuales cabe la rendición de cuentas contractual y la
judicial, con su facción de inventarios si fuera el caso. En la fase socie-
taria, la forma de rendir cuentas varía, pues obliga al cuerpo colegiado
administrador a rendirla y al accionista se le otorga derechos mínimos
para recurrir a la autoridad judicial para que convoque para tal efecto.
Por ello, ante la falta de convocatoria, para tomar nota del rendimien-
to de la gestión es que la ley autoriza al titular de una acción a pedir
al juez y/o al notario se convoque para dichos efectos. El artículo 119
ha ampliado este derecho a otras juntas que hayan sido previstas en el
estatuto, como por ejemplo las juntas para evaluar periódicamente la
gestión social.
En cuanto al plazo para convocar a JOA, la ley3 dispone que esta
junta debe convocarse cuando menos una vez al año dentro de los tres
meses siguientes a la terminación del ejercicio económico; en conse-
cuencia, transcurridos los tres meses de terminado el ejercicio económi-
co, el titular de una sola acción podrá pedir al juez o al notario convoque
a junta general de accionistas para tratar temas propios de la JOA.

3 Artículo 114 LGS.

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Salvo los casos de excepción antes comentados, lo regular es que con-


forme al artículo 1134 de la LGS, la legitimación activa para convocar
recaiga en el directorio y también en la administración de la sociedad.
No nos cabe la menor duda de que el directorio es el órgano por excelen-
cia, y, por ley, al que se le atribuye la facultad y el deber de convocar a
junta general de accionistas, pero la ley hace referencia también a la
administración. Debemos entender que el directorio es la administra-
ción, pero también puede hacer extensiva esta alocución a la gerencia de
la sociedad, en cuyo caso habría que dilucidar el límite de esta facultad
o si en realidad existe esta duplicidad. Al respecto debe advertirse que
en las sociedades anónimas cerradas, en las cuales existe la posibilidad
de prescindir del directorio y mantener únicamente a la gerencia de la
sociedad, por disposición legal, corresponde a la gerencia general asumir
las facultades asignadas al directorio, por tanto, en la remisión del artí-
culo 113 de la LGS, debe entenderse que la administración que tiene la
facultad de convocar a junta es precisamente el gerente general, en aque-
llas sociedades anónimas cerradas donde no exista el órgano directorio5.
En todo caso cabría preguntarse cuáles son los casos de excepción en los
que la administración puede convocar a junta general de accionistas. Al
respecto traemos a colación el artículo 158 de la LGS, que contempla la
situación de las sociedades ante la vacancia múltiple de directores6,

4 Artículo 113.- Convocatoria a la Junta.


  El directorio o en su caso la administración de la sociedad convoca a junta ge-
neral cuando lo ordena la ley, lo establece el estatuto, lo acuerda el directorio
por considerarlo necesario al interés social o lo solicite un número de accionistas
que represente cuando menos el veinte por ciento de las acciones suscritas con
derecho a voto.
5 Artículo 247.- Directorio facultativo.
En el pacto social o en el estatuto de la sociedad se podrá establecer que la sociedad
no tiene directorio.
Cuando se determine la no existencia del directorio, todas las funciones estableci-
das en esta ley para este órgano societario serán ejercidas por el gerente general.
6 Artículo 158.- Vacancias múltiples.
En caso de que se produzca vacancia de directores en número tal que no pueda
reunirse válidamente el directorio, los directores hábiles asumirán provisional-
mente la administración y convocarán de inmediato a las juntas de accionistas
que corresponda para que elijan nuevo directorio. De no hacerse esta convocato-
ria o de haber vacado el cargo de todos los directores, corresponderá al gerente

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hecho que no permite que el directorio se reúna válidamente por falta de


quórum. En tal caso, la misma norma autoriza que los directores hábiles,
es decir, los que no han vacado en el cargo, asuman provisionalmente la
administración y convoquen de inmediato a las juntas de accionistas que
correspondan para que elijan nuevo directorio. Como apreciamos en este
supuesto, ante la imposibilidad de que se reúna el directorio y pueda
convocar, porque el número de directores no lo permite en tanto no
puede conformar el quórum, la ley otorga esta facultad a los directores
hábiles, quienes ya no pueden formar cuerpo colegiado, sino que se posa
en ellos la facultad de administrar provisionalmente la sociedad directa-
mente, entendiéndose en forma conjunta, pues se escapa a la institucio-
nalidad del órgano colegiado, precisamente por falta de quórum.
La LGS contiene otras excepciones para indicar quién es la persona
u órgano designado para realizar las convocatorias, y entre estos otros
casos podemos citar la facultad que tiene el representante de los obliga-
cionistas para “convocar a la junta de accionistas o de socios, según el
caso, de la sociedad emisora si ocurriese un atraso mayor de ocho días
en el pago de los intereses vencidos o en la amortización del principal”
(numeral 7, artículo 325); o en el caso del liquidador de la sociedad, a
quien, por disposición del artículo 416, numeral 10, le corresponde:
[…] convocar a la junta general cuando lo consideren necesario para
el proceso de liquidación, así como en las oportunidades señaladas
en la ley, el estatuto, el pacto social, los convenios entre accionistas
inscritos ante la sociedad o por disposición de la junta general.

En lo que se refiere a las sociedades anónimas abiertas (SAA), la Ley


30050 ha modificado el artículo 255 de la LGS y dispone que la solicitud
de convocatoria por los accionistas que represente el 5 % de las acciones
suscritas con derecho a voto, se haga ante el notario o el juez. Dicho
criterio se aplica igual para las juntas especiales. El notario o el juez del
domicilio de la sociedad dispondrán la convocatoria, siempre que el
directorio de la sociedad inscrito en los registros públicos o el órgano
que ejerza las funciones del mismo hubiese denegado el pedido de
manera expresa o tácita. Se presume la denegación tácita:

general realizar de inmediato dicha convocatoria. Si las referidas convocatorias


no se produjesen dentro de los diez días siguientes, cualquier accionista puede
solicitar al juez que la ordene, por el proceso sumarísimo.

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(i) Cuando el directorio no hubiese convocado a junta en el plazo


establecido en el tercer párrafo del artículo 117 de esta ley, es decir,
dentro de los tres meses de concluido el periodo económico.
(ii) Cuando el directorio deje sin efecto, suspenda o bajo cualquier
forma altere o modifique los términos de la convocatoria que
hubiere realizado a solicitud del referido porcentaje de accionistas.
(iii) Cuando el directorio hubiese dispuesto la celebración de la junta
dentro de un plazo mayor de cuarenta (40) días desde la publica-
ción del aviso de convocatoria.

4. Formalidad de las convocatorias


En cuanto a la forma de convocatoria, tenemos que señalar que la con-
vocatoria tiene una formalidad destinada a garantizar al accionista el
conocimiento de los temas a tratar, la seguridad del medio de comuni-
cación y la garantía del plazo para conocer con anticipación los asuntos
materia de la sesión.
Así tenemos, en primer lugar, que el convocante debe hacerlo respe-
tando lo señalado en el estatuto y que las acciones a realizar estén en
armonía con la ley. Es así como en el caso de las sociedades anónimas,
estas se deben convocar mediante publicaciones en diarios; si la sociedad
está domiciliada en Lima o Callao, es obligatoria la convocatoria en el
diario oficial El Peruano y en uno de mayor circulación de la provincia; en
tanto que si la sociedad es domiciliada en provincias, debe publicitarse la
convocatoria en el periódico encargado de la inserción de los avisos judi-
ciales en esa provincia7. La excepción a la publicación está dada para la
sociedad anónima cerrada, sociedad en la cual, a similitud de la sociedad

7 Artículo 43.- Publicaciones. Incumplimiento.


      Las publicaciones a que se refiere esta ley serán hechas en el periódico del lugar
del domicilio de la sociedad, encargado de la inserción de los avisos judiciales.
      Las sociedades con domicilio en las provincias de Lima y Callao harán las publi-
caciones cuando menos en el diario oficial El Peruano y en uno de los diarios de
mayor circulación de Lima o del Callao, según sea el caso.
      La falta de la publicación, dentro del plazo exigido por la ley, de los avisos sobre
determinados acuerdos societarios en protección de los derechos de los socios o
de terceros, prorroga los plazos que la ley confiere a éstos para el ejercicio de sus
derechos, hasta que se cumpla con realizar la publicación.

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de responsabilidad limitada, las convocatorias se hacen mediante esque-


las con cargo de recepción, facsímil, correo electrónico u otro medio de
comunicación que permita obtener constancia de recepción, dirigidos al
domicilio o a la dirección designada por el accionista para este efecto.
Resulta importante entonces advertir que no existe medio sustitutorio del
cargo de recepción, en tal sentido no satisface el requisito de la publica-
ción por el diario de la convocatoria a junta de accionistas de una socie-
dad anónima cerrada, pues la publicación no premune de cargo de
recepción alguno. Por otro lado, resulta importante advertir que la esque-
la debe ser remitida al domicilio del accionista, o a la dirección designada
por el accionista, debiendo entenderse que existiendo esta manifestación,
toda esquela remitida a dicho lugar será recepcionada por el accionista, y
por tanto resulta válida la convocatoria. Al respecto, merece especial cui-
dado entonces que ante la transmisión de acciones en una sociedad anó-
nima cerrada se deba prever la obligación del nuevo socio de declarar su
domicilio ante la sociedad, o la dirección a la cual se le deben enviar las
esquelas de convocatoria a junta general de accionistas.

5. Plazos de convocatoria
Cuando se trata de la convocatoria a junta general de accionistas en las
sociedades anónimas abiertas y en las sociedades anónimas ordinarias,
la convocatoria debe ser siempre por periódico, tal como lo advertimos
anteriormente. Sin embargo, los plazos para la publicación varían: tra-
tándose de las sociedades anónimas ordinarias, es decir, las que no son
abiertas ni cerradas, la publicación se hace con diez días de anticipa-
ción, al igual que para aquellas juntas previstas en el estatuto, las que
podríamos llamar juntas estatutarias; en cambio, para las demás juntas
generales, el término para la anticipación de la publicación es de tres
días, comenzándose a computar el plazo desde el día siguiente de la
publicación. En una misma publicación se puede citar para las juntas
generales, es decir, para la primera fecha de convocatoria, y luego, de
no haber quórum para la primera citación, en el mismo aviso se fijará
la segunda fecha, indicando lugar día y hora. Cuando se trata de con-
vocatoria a juntas generales de las sociedades anónimas abiertas, los
plazos son más extendidos: la primera convocatoria se hará con veinti-
cinco días de anticipación, y si se aprovecha el mismo aviso de convo-
catoria, podrá fijarse la fecha para la segunda y tercera convocatorias,
mediando entre estas dos fechas un plazo no menor de tres días ni

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mayor de diez días, con la finalidad de no permitir que las convocato-


rias se dilaten demasiado tiempo y que los accionistas puedan perder
el interés en la sesión, o que, simplemente por el transcurso del tiempo,
pueda pasar desapercibida en el momento preciso, lo cual no sucede en
el caso de las otras sociedades en donde la ley no fija periodos movibles
sino que se fija un plazo máximo de diez días o de tres días si se trata
de segunda convocatoria. De no convocarse en un solo aviso a junta
general de las SAA, el plazo se difiere a los treinta días entre la segun-
da y la tercera convocatorias.
Es importante advertir que en el caso de las sociedades anónimas
abiertas, la Ley n.o 30050 ha modificado el artículo 256 de la LGS, esta-
bleciendo que en las SAA el derecho de concurrencia a la junta corres-
ponde a los accionistas que aparezcan inscritos como totales con una
anticipación de diez días. Nos advierte el profesor Hunsdkopf (2009, p.
139) que cuando se trata de juntas generales convocadas para tomar
acuerdos sobre la fusión o escisión de la sociedad, la anticipación de la
publicación es de diez días, con lo cual se establece un régimen distinto
para la adopción de acuerdos que impliquen la reorganización societa-
ria por la vía de la fusión y la escisión.

6. Contenido de la agenda
Dentro de la formalidad de la convocatoria nos cumple agregar que la
convocatoria contenida en la esquela o en el aviso de convocatoria debe
contener requisitos establecidos puntualmente por la ley; ellos son: el
lugar, día y hora de celebración de la junta general, así como los asuntos
a tratar. Dicha precisión es importante por cuanto el accionista tiene el
derecho de asistir a la junta o no, dependerá de la importancia del tema
que corresponda tratar para asistir a la sesión, y además, conociendo en
forma anticipada los temas a tratar, podrá prepararse y obtener la infor-
mación que la ley le permite a través de los pedidos antes de la junta
general o dentro de la junta general, conforme a lo señalado en los artí-
culos 1308 y 131. En situación similar se sitúa la ley cuando en el artícu-

8 Art. 130.- Desde el día de la publicación de la convocatoria, los documentos,


mociones y proyectos relacionados con el objeto de la junta general deben estar
a disposición de los accionistas en las oficinas de la sociedad o en el lugar de ce-
lebración de la junta general, durante el horario de oficina de la sociedad.

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lo 224 dispone que en el caso de la aprobación de los estados financieros,


los accionistas puedan obtener información fotocopiada de los docu-
mentos sustentatorios, a diferencia del artículo 130, en que solo se otor-
ga el derecho a la información pero no a obtener copias. En este sentido,
Hundskopf (2009) señala:
[…] el derecho de información se encuentra vinculado con el voto,
y se refiere a la posibilidad de que, antes de asistir a las delibera-
ciones y emitir su voto en la junta general, el accionista cuente con
los elementos de juicio suficientes. (p. 146)

Cuando esta información se pida en plena junta y motive la suspen-


sión de la junta, se establece la excepción del directorio de brindarla
cuando considere que la publicidad solicitada pueda perjudicar los
intereses de la sociedad.
La información solicitada fuera de junta, y en cualquier oportunidad,
está regulada por el artículo 52-A, el cual establece la obligación de las
sociedades anónimas de proporcionar, a solicitud escrita de accionistas
que representen al menos el cinco por ciento (5 %) del capital pagado de
la sociedad, información respecto de la sociedad y sus operaciones,
siempre que no se trate de hechos reservados o de asuntos cuya divul-
gación pueda causar daños a la sociedad. En caso de discrepancia sobre
el carácter reservado o confidencial de la información, resuelve el juez
del domicilio de la sociedad.

7. Clases de juntas de accionistas

7.1 La junta general de accionistas


La Ley contempla diversas clases de junta de accionistas. Entre ellas
tenemos la junta general, es decir, aquella que congrega a todos los accio-
nistas, cualquiera sea la condición de accionista o clase de accionista;
aquí se reúnen los titulares de acciones comunes, como aquellos que son

     Los accionistas pueden solicitar con anterioridad a la junta general o durante el


curso de la misma, los informes o aclaraciones que estimen necesarios acerca
de los asuntos comprendidos en la convocatoria. El directorio está obligado a
proporcionárselos, salvo en los casos en que juzgue que la difusión de los datos
solicitados perjudique el interés social. […]

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titulares de acciones con derechos especiales. En la junta general se tra-


tan los temas propios de su competencia, contemplada en los artículos
114 y 115 de la LGS.
Así, por ejemplo, es un asunto propio de la competencia de la junta,
convocar a todos los accionistas para tratar sobre la gestión social y los
resultados económicos del ejercicio anterior, expresados en los estados
financieros del ejercicio anterior; resolver sobre la aplicación de las uti-
lidades, si las hubiere; elegir cuando corresponda a los miembros del
directorio y fijar su retribución; designar o delegar en el directorio la
designación de los auditores externos, cuando corresponda; y resolver
sobre los demás asuntos que sean propios conforme al estatuto y sobre
cualquier otro consignado en la convocatoria. En este último supuesto
podríamos considerar dentro de su competencia los asuntos precisados
para las juntas fijadas en el estatuto.
Merece comentario, la competencia fijada para elegir a los miembros
del directorio. La norma señala que esta competencia procede cuando
corresponda, para lo cual debemos precisar cuándo corresponde. Confor-
me al artículo 163, el estatuto señala la duración del directorio por perío-
dos determinados, no mayores de tres años ni menores de uno. Si el
estatuto no señala plazo de duración, se entiende que es por un año. El
directorio se renueva totalmente al término de su período, incluyendo a
aquellos directores que fueron designados para completar períodos. Los
directores pueden ser reelegidos, salvo disposición contraria del estatu-
to. El período del directorio termina al resolver la junta general sobre los
estados financieros de su último ejercicio y elegir al nuevo directorio,
pero el directorio continúa en funciones, aunque hubiese concluido su
período, mientras no se produzca nueva elección.
Lo señalado nos precisa que corresponde elegir al directorio
regularmente, conforme a las pautas del artículo 163; y la diferencia
de la competencia con la señalada en el artículo 115, se da cuando se
trata de remociones y elección de directores, supuesto que no refleja
una regularidad.
La junta general de accionistas tiene igualmente las facultades contem-
pladas en el artículo 115, y son: 1. Remover a los miembros del directorio
y designar a sus reemplazantes; 2. Modificar el estatuto; 3. Aumentar o
reducir el capital social; 4. Emitir obligaciones; 5. Acordar la enajenación,
en un solo acto, de activos cuyo valor contable exceda el cincuenta por
ciento del capital de la sociedad; 6. Disponer investigaciones y auditorías

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especiales; 7. Acordar la transformación, fusión, escisión, reorganización


y disolución de la sociedad, así como resolver sobre su liquidación; y 8.
Resolver en los casos en que la ley o el estatuto dispongan su intervención
y en cualquier otro que requiera el interés social.
En el caso de los asuntos materia de la competencia de la junta general,
podemos apreciar que no solo son los que se detallan en forma específica,
sino que la norma deja abierta la posibilidad de asumir competencia en
los casos que requiera el interés social. Dentro de esta competencia debe-
mos advertir que la competencia de la administración de la sociedad le
corresponde al directorio, es más, conforme a lo dispuesto en el artículo
172 de la LGS: “El directorio tiene las facultades de gestión y de represen-
tación legal necesarias para la administración de la sociedad dentro de su
objeto, con excepción de los asuntos que la ley o el estatuto atribuyan a la
junta general”. Las limitaciones las puede fijar el estatuto, reservando
ciertos aspectos de la administración al directorio. La ley ha fijado algu-
nas facultades que son propias del directorio, pero la norma ha elegido
limitarlas al seno de los accionistas por tratarse de supuestos muy impor-
tantes que tienen que ver con la disposición de los bienes de la sociedad.
Así, por ejemplo, el inciso 5 del artículo 115 dispone que es competencia
de la junta general: “Acordar la enajenación, en un solo acto, de activos
cuyo valor contable exceda el cincuenta por ciento del capital de la socie-
dad”. Dicho extremo de la norma ha tenido varias interpretaciones exten-
sivas, en tanto que el origen se centraba en no disponer de activos fijos en
esa proporción, en tanto que los activos fijos son activos productivos de
la sociedad; y el deshacerse de ellos en términos significativos debería ser
materia de aprobación por los accionistas, dado que se trata de los activos
por los cuales se han podido realizar aportes a la sociedad, o en todo caso
por velar por la permanencia de la empresa o del objeto social para el cual
se constituyó. Por ello, la norma debería interpretarse en el sentido res-
trictivo, a efecto de no establecer los topes referenciales sobre los activos
realizables, para permitir el funcionamiento ágil de la sociedad.

7.2 Las juntas especiales de accionistas


Estas juntas son aquellas en las que se reúnen los titulares de acciones
de la misma especie, para discutir sobre sus derechos especiales otorga-
dos por la sociedad al momento de suscribir o adquirir dichas acciones.
Así, por ejemplo, la sociedad debe crear acciones comunes, que otorgan

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los derechos mínimos contenidos en el artículo 959 de la LGS; pero tam-


bién puede crear acciones, que además de los derechos comunes
otorguen otros derechos, como por ejemplo otorgar la facultad de elegir
a dos miembros del directorio, sin necesidad de sometimiento a la
mayoría de la junta general de accionistas. Esta decisión la adoptan
simplemente los titulares de acciones de la misma clase de acciones que
disfrutan de ese derecho especial.
Para tomar este tipo de decisiones, los titulares de las acciones
deben reunirse en junta especial que convoque y reúna a los titulares
de dichas acciones para los efectos de tratar precisamente sobre sus
derechos especiales. Las convocatorias, determinación de quórum y
adopción de acuerdos se toman con las mismas reglas establecidas
para las juntas generales.
Debemos marcar un margen para señalar que si bien la Ley General
de Sociedades ha contemplado la creación y emisión de acciones sin
derecho a voto, que cuentan con derechos especiales como el derecho a
ser preferido en el reparto de la utilidad10, en la entrega del haber social,
y su derecho a recibir obligatoriamente el dividendo preferencial otor-
gado, no es menos cierto que por tratarse de acciones sin derecho a voto,
y conforme a lo dispuesto en el artículo 9411 de la LGS, dichas acciones

9 La acción con derecho a voto confiere a su titular la calidad de accionista y le


atribuye, cuando menos, los siguientes derechos:
1. Participar en el reparto de utilidades y en el del patrimonio neto resultante de
la liquidación;
2. Intervenir y votar en las juntas generales o especiales, según corresponda;
    3. Fiscalizar en la forma establecida en la ley y el estatuto, la gestión de los nego-
cios sociales;
      4. Ser preferido, con las excepciones y en la forma prevista en esta ley, para:
    a) La suscripción de acciones en caso de aumento del capital social y en los de-
más casos de colocación de acciones; y
      b) La suscripción de obligaciones u otros títulos convertibles o con derecho a ser
convertidos en acciones.
      5. Separarse de la sociedad en los casos previstos en la ley y en el estatuto.
10 Artículo 97.- Las acciones sin derecho a voto dan a sus titulares el derecho a per-
cibir el dividendo preferencial que establezca el estatuto. […]
11 Artículo 94 LGS.- Puede crearse una o más clases de acciones sin derecho a voto.
Las acciones sin derecho a voto no se computan para determinar el quórum de
las juntas generales.

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La voluntad de la sociedad anónima y las juntas de accionistas 57

no dan quórum, por tanto es imposible establecer un quórum en junta


para accionistas sin derecho a voto; y además la ley no les otorga dere-
cho a voto, con lo cual descarta cualquier posibilidad que pueda reunir-
se válidamente y tomar decisiones colectivas por mayoría de votos. En
este caso, la ley otorga facultad, al titular de las acciones sin derecho a
voto, para impugnar las decisiones que perjudiquen sus derechos, de lo
cual se deduce que si la junta general adopta una decisión que lesione
el derecho de los accionistas sin derecho a voto, estos, conforme al artí-
culo 9612 de la LGS, podrán impugnar el acuerdo societario.

7.3 Las juntas universales


Las juntas universales son aquellas celebradas por los accionistas, sin
necesidad de que sean convocados previamente, siempre que se
encuentren presentes todos los titulares de las acciones de la sociedad.

12 Artículo 96.- Acciones sin derecho a voto.


      La acción sin derecho a voto confiere a su titular la calidad de accionista y le
atribuye, cuando menos, los siguientes derechos:
    1. Participar en el reparto de utilidades y en el del patrimonio neto resultante de
la liquidación con la preferencia que se indica en el artículo 97;
     2. Ser informado cuando menos semestralmente de las actividades y la gestión
de la sociedad;
    3. Impugnar los acuerdos que lesionen sus derechos;
      4. Separarse de la sociedad en los casos previstos en la ley y en el estatuto; y
      5. En caso de aumento de capital:
      a) A suscribir acciones con derecho a voto a prorrata de su participación en el
capital, en el caso de que la junta general acuerde aumentar el capital únicamente
mediante la creación de acciones con derecho a voto.
    b) A suscribir acciones con derecho a voto de manera proporcional y en el nú-
mero necesario para mantener su participación en el capital, en el caso de que la
junta acuerde que el aumento incluye la creación de acciones sin derecho a voto,
pero en un número insuficiente para que los titulares de estas acciones conserven
su participación en el capital.
      c) A suscribir acciones sin derecho a voto a prorrata de su participación en el capital,
en los casos de aumento de capital en los que el acuerdo de la junta general no se
limite a la creación de acciones con derecho a voto o en los casos en que se acuerde
aumentar el capital únicamente mediante la creación de acciones sin derecho a voto.
      d) A suscribir obligaciones u otros títulos convertibles o con derecho a ser con-
vertidos en acciones, aplicándose las reglas de los literales anteriores según co-
rresponda a la respectiva emisión de las obligaciones o títulos convertibles.

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Sin embargo, la junta general no es exactamente una junta espontánea;


suele venir precedida, más bien, de una convocatoria informal que permi-
te eludir los trámites de una convocatoria regular, que dilatan la intención
de reunirse en junta habiendo necesidad de hacerlo por el bien de la
sociedad. Por ello, se prescinde de la formalidad de la convocatoria, pero
a condición de que asistan a sesión todos los accionistas, que todos estén
de acuerdo en los temas a tratar en la sesión, y que todos suscriban el acta,
pudiendo prescindirse de este requisito si es que todos los accionistas han
firmado la lista de asistencia que se inserta al acta. La junta universal no
es pues una junta general de accionistas que cuente con la presencia de la
totalidad de accionistas, la diferencia está en que en la primera no se
requiere la convocatoria, mientras que en la segunda es requisito de vali-
dez de los acuerdos de la junta la convocatoria con la formalidad estable-
cida en la ley. Además, resulta importante resaltar que en las juntas
generales realizadas con convocatoria, es suficiente que el acta la firme y
la apruebe válidamente el presidente de la junta, el secretario y uno o dos
accionistas, según lo decida la junta en el momento de la redacción del
acta. En cambio, en el acta de la junta universal no existe esta delegación
de facultades para suscribir el acta y aprobarla válidamente.

8. La constitución de la junta, la asistencia y la representación


del socio
Para que se constituya la junta debe contarse con un número mínimo de
titulares de acciones con derecho a voto. Cumplido el requisito de esta
asistencia, se declara constituida la junta por contarse con el quórum
necesario; de no ser así, habrá que esperar a lo que resulte de la segunda
convocatoria. Si en la segunda convocatoria se cuenta con el número sufi-
ciente de titulares de acciones, entonces la junta podrá llevarse a cabo. Si
en la segunda oportunidad no se puede cumplir con el número mínimo
establecido por la ley, entonces habrá que volver a convocar por primera
vez con las formalidades y requisitos mínimos establecidos por la ley.
Como nos dice el profesor Uría (1999, p. 310), en la legislación espa-
ñola se ha superado la interpretación que requería siempre la presencia
de más de un accionista para formar junta, habida cuenta que por defi-
nición la junta era la reunión de accionistas, es decir, de varios y no de
uno solo. En efecto, esta interpretación ha sido superada en la aplicación
de la norma española, y en lo que se refiere a nuestra realidad, el artícu-
lo 125, último párrafo, señala: “En todo caso podrá llevarse a cabo la

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La voluntad de la sociedad anónima y las juntas de accionistas 59

Junta, aun cuando las acciones representadas en ella pertenezcan a un


solo titular”. Ello, en realidad, en razón de que la reunión en junta gene-
ral congrega a los titulares de acciones y el quórum y voto se fijan en
función de cada acción, y como nos refería Joaquín Garrigues (1987) en
su obra de derecho mercantil, debemos imaginar que cada acción es una
persona, pues los votos son emitidos por acción.
La ley ha establecido el requisito del quórum en función de la rele-
vancia de los asuntos a tratar en la junta. Así, habrá asuntos a tratar que
no son trascendentales para los intereses de la sociedad, y en tal caso la
presencia de accionistas es más flexible. Por eso, la ley señala que
cuando se tratan temas que no son calificados como trascendentales,
el quórum o presencia de los accionistas en primera convocatoria debe
contar con la presencia de por lo menos el 50 % del total de las accio-
nes suscritas con derecho a voto; en segunda convocatoria, basta que se
presente cualquier número de accionistas para que se pueda constituir el
quórum. Los acuerdos se adoptan válidamente con el voto mayoritario
del total de los accionistas presentes en la junta.
Los casos clasificados como quórums especiales son los supuestos refe-
ridos en el artículo 126 de la LGS, que dispone que: para que la junta
general adopte válidamente acuerdos relacionados con los asuntos
mencionados en los incisos 2, 3, 4, 5 y 7 del artículo 115, es necesaria, en
primera convocatoria, cuando menos, la concurrencia de dos tercios de
las acciones suscritas con derecho a voto. Estos temas están referidos a
asuntos relacionados con la modificación del estatuto, aumento o reduc-
ción del capital, emisión de obligaciones, disposición de activos fijos por
encima del 50 % de su valor contable, fusiones o escisiones de socieda-
des, transformaciones, disolución y liquidación de la sociedad. En estos
casos, en primera convocatoria es necesario, cuando menos, la concu-
rrencia de dos tercios de las acciones suscritas con derecho a voto. En
segunda convocatoria basta la concurrencia de al menos tres quintas
partes de las acciones suscritas con derecho a voto.
Para la adopción del acuerdo válidamente, es con un número de
votos por acción que represente, cuando menos, la mayoría absoluta
de las acciones suscritas con derecho a voto. Es decir, se trata de fijar
una referencia al total de las acciones suscritas con derechos y no tan
solo a la mayoría de las acciones que se encuentran en la sesión. La
ley permite que el estatuto pueda establecer quórum y mayorías
superiores a los señalados.

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9. El quórum y la adopción de acuerdos en las sociedades


anónimas abiertas
El criterio que subyace en las sociedades anónimas abiertas, es proteger
el interés del inversionista, quien muchas veces no ha llegado a estable-
cer lazos de relación personal con los demás socios. Subsiste un interés
económico, por encima de una relación intuito personae para la forma-
ción de la sociedad. Lo que interesa a los socios es que el vehículo de la
inversión llamada sociedad anónima prospere, defendiéndose los inte-
reses sociales antes que los intereses individuales, como debe ser; por
tanto, cualquier traba para la adopción de decisiones mayoritarias en el
seno de la junta general de accionistas debe desaparecer. No es posible
trabar la constitución de una junta general de accionistas por el hecho
de que un grupo significativo de accionistas no concurra para dar quó-
rum para la constitución de la sociedad. Ese escollo lo supera la socie-
dad anónima abierta, bajo el marco filosófico según el cual primero se
debe proteger a la sociedad, porque ello trae el beneficio económico de
la sociedad y a la larga el de los socios. Es así como en la sociedad anó-
nima abierta no existen asuntos clasificados para los cuales se requiera
en junta la concurrencia de un número mínimo de titulares de acciones
para formar el quórum, ni para la decisión de acuerdos válidos; tampo-
co se hace referencia a una mayoría calificada, como en el caso de las
sociedades anónimas ordinarias, o en la sociedad anónima cerrada.
La junta general de accionistas de una sociedad anónima abierta se
constituye, en primera convocatoria, con la presencia de accionistas que
representen el 50 % del total de las acciones suscritas con derecho a
voto; en segunda convocatoria, es suficiente la presencia de titulares de
acciones que representen el 25 % del total de los accionistas suscritos
con derecho a voto; y en la tercera convocatoria, la junta se puede cons-
tituir con cualquiera que sea el número de accionistas titulares de accio-
nes con derecho a voto concurrentes a la sesión.
Para efecto de los acuerdos, estos se consideran válidos si se adoptan
con la mayoría absoluta del total de las acciones con derecho a voto,
concurrentes a la junta.

10. La asistencia a la junta general


La asistencia a la junta está reservada para los socios, en ella se tratan
asuntos que son de interés del socio. Sin embargo, la ley (artículo 121)

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La voluntad de la sociedad anónima y las juntas de accionistas 61

permite que otras personas asistan a la junta general, como los directo-
res y el gerente general, que no siendo accionistas pueden asistir a la
junta general con voz pero sin voto. Además, se puede disponer la asis-
tencia, con voz pero sin voto, de funcionarios, profesionales y técnicos
al servicio de la sociedad, o de otras personas que tengan interés en la
buena marcha de los asuntos sociales; para este caso, ello debe estar
autorizado por el estatuto, por la misma junta general, o por el directo-
rio. En este caso habrá que advertir que la presencia en junta es solo de
los accionistas, debiendo entenderse que nada impide que concurra por
derecho propio el titular de acción sin derecho a voto, pues la ley solo
le ha suprimido su derecho a votar, pero no a deliberar. En cuanto a los
funcionarios o profesionales que gozan de esta prerrogativa, ello es
posible en la medida en que exista la autorización del órgano societario;
sin embargo, llama la atención que siendo una facultad de la junta y
propiamente una sesión de la junta, la ley permita que por acuerdo de
directorio concurra una persona a la junta no obstante no ser accionista,
ello en tanto se trate de una persona que tenga interés en la buena mar-
cha de la sociedad y no en el interés individual de un socio; y en segun-
do lugar, por cuanto los profesionales de la sociedad suelen explicar los
temas propios manejados administrativamente por el directorio, supues-
to en el cual es pertinente la asistencia de un gerente de línea para que
explique aquellos detalles que un gerente general no puede explicar con
la claridad que el caso merezca. Es, en este caso, de interés del directorio
que asista la persona idónea para dar las explicaciones pertinentes.
La ley considera que tienen derecho a asistir a la junta general de
accionistas los titulares de acciones con derecho a voto que figuren
inscritos a su nombre en la matrícula de acciones, con una anticipación
no menor de dos días al de la celebración de la junta general. Cabe
señalar que en el caso de las sociedades anónimas abiertas, esta antici-
pación es de diez días.  
Por otro lado, el artículo 122 de la LGS señala que el accionista con
derecho a participar en las juntas generales puede hacerse representar
por otra persona. Con lo cual se nos advierte que pudiera ser que exis-
tieran accionistas que no pueden participar en junta y por tanto tam-
poco pueden estar representados. Al respecto, la limitación se aplica
para aquellos casos en que, si bien el titular de la acción aparece ins-
crito como tal en el registro de matrícula de acciones, su registro ha
sido tardío y por ello no tiene derecho a concurrir a la junta, a pesar

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de que al momento de la sesión aparezca o demuestre ser titular de


acciones con derecho a voto. En similar situación puede estar un accio-
nista que se encuentra en situación morosa, por lo que, aplicando el
artículo 7913 de la LGS, sus acciones no dan quórum ni otorgan voto.
Si no pueden asistir estos directamente, menos lo pueden hacer a tra-
vés de sus representantes.
Por otra parte, el artículo 121 dispone que el estatuto puede limitar
la facultad de representación, reservándola a favor de otro accionista, o
de un director o gerente, ello con el propósito de que se mantengan bajo
reserva, entre los mismos socios y órganos administrativos de la socie-
dad, los temas materia de la sesión; es una forma de administrar la
reserva societaria. En el caso de las sociedades anónimas ordinarias,
esta reserva de facultad representativa del accionista debe constar en el
estatuto, y para la sociedad anónima cerrada, la norma limitativa de
concurrencia nace de la ley, pues el artículo 24314 restringe la represen-
tación, pudiendo otorgarse a otro accionista, su cónyuge o ascendiente
o descendiente en primer grado. No obstante esta limitación, a la inver-
sa de lo que ocurre con el artículo 121, el estatuto puede extender la
representación a otras personas, con lo cual se abre la posibilidad de
representación del titular de las acciones con derecho a voto.
La LGS trae una limitación cuando se trata de la representación de
las acciones en junta, y al respecto el artículo 90 exige, salvo que el esta-
tuto disponga lo contrario, que todas las acciones pertenecientes a un
accionista deben ser representadas por una sola persona, salvo disposi-
ción distinta del estatuto o cuando se trata de acciones que pertenecen
individualmente a diversas personas pero aparecen registradas en la
sociedad a nombre de un custodio o depositario.

13 Artículo 79 LGS: El accionista moroso no puede ejercer el derecho de voto res-


pecto de las acciones cuyo dividendo pasivo no haya cancelado en la forma y
plazo a que se refiere el artículo anterior.
    Dichas acciones no son computables para formar el quórum de la junta general
ni para establecer la mayoría en las votaciones. Tampoco tendrá derecho, respec-
to de dichas acciones, a ejercer el derecho de suscripción preferente de nuevas
acciones ni de adquirir obligaciones convertibles en acciones.
14 Artículo 243: El accionista sólo podrá hacerse representar en las reuniones de jun-
ta general por medio de otro accionista, su cónyuge o ascendiente o descendiente
en primer grado. El estatuto puede extender la representación a otras personas.

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La voluntad de la sociedad anónima y las juntas de accionistas 63

Cuando las acciones pertenecientes a un mismo accionista son repre-


sentadas por más de una persona porque así lo permite el estatuto, los
derechos de impugnación de acuerdos y de separación de la sociedad
solo se pueden ejercer cuando todos los representantes del accionista
manifiesten su voluntad de impugnar el acuerdo o de separarse de la
sociedad. Se defiende en este caso la unicidad del voto de todas las
acciones, para poder ejercer los derechos especiales de minoría que la
ley otorga al accionista disidente.
Para el supuesto de las sociedades anónimas abiertas, se sigue apli-
cando el artículo 121, con lo cual la limitación de representación del
accionista es facultativa. En cuanto a la formalidad de la representación,
esta debe constar por escrito y con carácter especial para cada junta
general. Cuando se trate de poder especial puede constar en documento
simple o en escritura pública, y será válido para la sesión de junta indi-
cada15; y de presentarse el titular de la acción, se presume la revocatoria
del poder; en cambio, si el poder es por escritura pública y otorgado en
forma general, ante la presencia del accionista, este poder queda en
suspenso para ser ejercido en otras sesiones. Basta que el poder sea
otorgado por carta simple, siempre que se use en la sesión de junta
general indicada en el documento.
El régimen de revocatoria de poderes antes indicado no opera cuando
los poderes se han otorgado en forma irrevocable, en cuyo caso depende
del plazo o del objeto a cumplir con el poder; o cuando se trata de pactos
de sindicación de voto de acciones, en donde los accionistas han cedido
sus derechos para el ejercicio de sus derechos en junta. Los poderes deben
ser registrados ante la sociedad con una anticipación no menor de veinti-
cuatro horas a la hora fijada para la celebración de la junta general.
La asistencia a la junta general se registra en forma antelada a la
sesión, siendo esta una forma clara y precisa de confirmar que el quó-
rum se fija al inicio de la sesión de junta general, de forma tal que una
vez obtenido el número mínimo de asistentes que permita sesionar, la

15 Artículo 122: […] La representación ante la junta general es revocable. La asis-


tencia personal del representado a la junta general producirá la revocación del
poder conferido tratándose del poder especial y dejará en suspenso, para esa
ocasión, el otorgado por escritura pública. Lo dispuesto en este párrafo no será
de aplicación en los casos de poderes irrevocables, pactos expresos u otros casos
permitidos por la ley.

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junta se puede instalar; no afecta al quórum el retiro del accionista


durante la sesión. Para facilitar la aplicación de este criterio, la LGS, en
el artículo 123, señala: “Antes de la instalación de la junta general, se
formula la lista de asistentes expresando el carácter o representación de
cada uno y el número de acciones propias o ajenas con que concurre,
agrupándolas por clases si las hubiere”.
Un tema superado respecto a la asistencia y al quórum necesario para
sesionar, es el relativo al interés de la asistencia del accionista, en los
casos de las sociedades ordinarias y las sociedades anónimas cerradas,
cuando se requiera concurrencia distinta para la formación del quórum.
Así, por ejemplo, en el caso de la modificación de estatuto, se requiere
contar en primera convocatoria con dos tercios de las acciones suscritas
con derecho a voto, en tanto que en segunda convocatoria, con las tres
quintas partes, y a su vez la convocatoria también se hace para que en la
misma sesión se elija al directorio, supuesto en el cual el quórum necesa-
rio sería solo 50 % del total de las acciones suscritas en primera convoca-
toria. En tal supuesto, la ley permite que un accionista así lo señale
expresamente y deje constancia al momento de formularse la lista de
asistentes; sus acciones no serán computadas para establecer el quórum
requerido para tratar alguno o algunos de los asuntos de quórum califi-
cado, con lo cual su presencia solo se computará para los otros temas.
Se protege de esta forma el interés del accionista respecto a otorgar
presencia o no para la formación del quórum a los asuntos que son de
su interés, y en resguardo de sus intereses puede negar con su ausencia
el quórum necesario para los temas que requieren quórum calificado.
La lista de accionistas debe garantizar en forma clara esta diferencia-
ción o la facilidad para el ejercicio de este derecho de asistencia. Los
accionistas que ingresen luego de iniciada la sesión y formado el quó-
rum, pueden participar con sus intervenciones y votar. Es importante
tomar nota de la presencia de estos accionistas tardíos, por cuanto
deben aparecen siempre anotados en el acta, dado que al establecer la
mayoría de los acuerdos se les debe computar dentro de los votos emi-
tidos en la sesión.

11. Constancia de los acuerdos


Para los acuerdos adoptados en una sesión, deben constar el lugar, la
fecha y hora en que se realizó, y la indicación de si se celebra en pri-

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mera, segunda o tercera convocatoria; en este último caso, cuando se


trata de actas de juntas generales de las sociedades anónimas abiertas.
También debe indicarse el nombre de los accionistas presentes o de
quienes los representen; el número y clase de acciones de las que son
titulares; los nombres de quienes actuaron como presidente y secreta-
rio; la indicación de las fechas y los periódicos en que se publicaron los
avisos de la convocatoria; la forma y resultado de las votaciones y los
acuerdos adoptados.
El acta debe ser aprobada, y para ello es importante relevar la presen-
cia del presidente de la junta y del secretario, pues como señala el artícu-
lo 129, la junta general es presidida por el presidente del directorio. El
gerente general de la sociedad actúa como secretario, y en ausencia o
impedimento de estos, desempeñan tales funciones aquellos concurren-
tes que la propia junta designe. Al respecto, se permite que el estatuto
señale quién es la persona que preside la junta general de accionistas.
El gerente general, o quien actúe como secretario, tiene como encar-
go redactar el acta dentro de los cinco días siguientes a la celebración de
la junta general. Corresponde al presidente, al secretario y a un accionis-
ta designado por los miembros de la junta, la aprobación del acta en la
misma junta; ella debe contener constancia de dicha aprobación y ser
firmada por estas personas; en cambio, cuando el acta no se aprueba en
la misma junta, se designará a no menos de dos accionistas para que,
conjuntamente con el presidente y el secretario, la revisen y aprueben.
El acta debe quedar aprobada y firmada dentro de los diez días siguien-
tes a la celebración de la junta, y será puesta a disposición de los accio-
nistas concurrentes o de sus representantes, quienes podrán dejar
constancia de sus observaciones o desacuerdos mediante carta notarial.
La ley da validez legal al acta a partir de la aprobación. Enrique Elías
nos refiere (2000, p. 364) que debe distinguirse entre los requisitos de
convocatoria, quórum y votaciones, cuya inobservancia determina la
nulidad de los acuerdos, de aquellos establecidos por los requisitos para
el contenido del acta, a que se refiere el artículo 135 de la LGS, para que
el acta cumpla la función de ser un medio fehaciente de prueba.
Nada impide que cualquier accionista concurrente a la junta pueda
firmar el acta, y se le acoge el derecho de obtener copia certificada del
acta, aunque no hubiese asistido a la junta general. Este derecho alcanza
incluso a los accionistas sin derecho a voto.

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12. Corolario
La formación de la voluntad de la sociedad se da, pues, a través de los
acuerdos mayoritarios formados en junta general de accionistas, y para
ello la ley exige una serie de formalidades, que, como se ha indicado,
son indispensables para que los acuerdos sean válidos, desde la convo-
catoria, asistencia y acuerdos adoptados; todo ello refleja el sentir de las
decisiones de la voluntad societaria.

Referencias
Beaumont Callirgos, R. (2000). Comentarios a la Ley General de Sociedades.
Lima: Gaceta Jurídica.
Elías, E. (2000). Derecho societario peruano (tomo I). Lima: Normas Legales.
Garrigues, J. (1987). Curso de Derecho Mercantil. Bogotá: Temis.
Hundskopf Exebio, O. (2009). Manual de derecho societario. Lima: Grijley.
Ley General de Sociedades.
Uría, R. (1999). Derecho mercantil (26a ed.). Madrid: Marcial Pons.

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