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CONTEXTUALIZACIÓN DE LA REALIDAD ECONÓMICA Y

LABORAL EN COLOMBIA
La economía colombiana está superando la más profunda crisis de su historia
reciente. Algunos indicadores así lo demuestran: el crecimiento del PIB por
habitante en los últimos dos años fue negativo, la inversión privada se redujo
drásticamente y la tasa de desempleo alcanzó niveles alarmantes.

Si bien el problema de desempleo es generalizado, los grupos más vulnerables de


la población lo constituyen las mujeres, las personas con bajos niveles de
educación y los jóvenes. La calidad de empleo también se deterioró: las
estadísticas muestran una menor participación de los asalariados privados, en
tanto que aumentan los trabajadores informales. Igualmente inquieta la
prolongación del tiempo que, en promedio, permanecen desempleadas las
personas.

Causas del desempleo: no es sólo lo económico


El crecimiento económico en Colombia se ha venido rezagando en los últimos
años al compararse con sus promedios históricos y también en el contexto
mundial y latinoamericano. Pero, no sólo el crecimiento insuficiente ha
obstaculizado la generación de nuevos puestos de trabajo. El fin de la
confrontación armada y de la violencia se constituye, hoy, en el principal reto para
lograr mayores crecimientos y, por supuesto, generar más empleos.

El empleo también se ha visto afectado por el ingreso de nuevos grupos al


mercado laboral, la insuficiente modernización en este mercado y, en una
perspectiva más amplia, la imposibilidad de ajustar rápidamente la capacitación
del recurso humano a las necesidades de un aparato productivo moderno.

El problema del desempleo es enorme. Exige una estrategia de largo plazo que
debe abordarse en forma inmediata. Para reducir el desempleo al 8% por ciento
en el 2020, es necesario que Colombia crezca a tasas del 5.6 por ciento anual, en
promedio.

El Crecimiento económico y el Empleo


La generación de empleos productivos y permanentes depende, en primer lugar,
de un crecimiento alto y sostenido. Colombia en los últimos años creció a tasas
inferiores a su promedio y por debajo de las registradas por otros países. A finales
de 1998, el PIB per cápita de Colombia fue 15 veces inferior al de Estados Unidos,
7 veces menor que el de España, 3.5 veces el de Corea y la mitad del de
Venezuela, entre otros. Recordemos que en 1950 el PIB per cápita de Colombia
era igual que el de Corea.

Para crecer se necesita contar con unas condiciones mínimas: estabilidad


macroeconómica, reglas de juego claras y estables y un entorno social y político
favorable. Se requiere una inversión dinámica y creciente para lograr mayores
tasas de crecimiento. Colombia no puede aislarse del resto del mundo. De ahí la
necesidad de lograr una inserción competitiva en la economía mundial. La
globalización implica mayores oportunidades comerciales, de inversión y
tecnológicas. Asimismo, contribuye a un mayor desarrollo del capital humano,
exige avances en modernización y competitividad del aparato productivo y
conlleva obligaciones con la comunidad internacional.

La Agenda hacia el Futuro


El punto de partida para una política de mayor empleo productivo, debe ser el
logro de tasas de crecimiento económico altas y sostenidas. La estrategia debe
cubrir diferentes aspectos.

En primer lugar se requiere un ambiente macroeconómico estable, caracterizado


por tasas de interés adecuadas, baja inflación, tasa de cambio de equilibrio,
disponibilidad de recursos de crédito y finanzas públicas sanas. En un mundo
globalizado es necesaria una política comercial activa, orientada a fomentar las
exportaciones, ampliar los mercados y desarrollar acuerdos de integración. En
este sentido, el país debe prepararse institucionalmente y estimular al aparato
productivo para las negociaciones con otros países. Además se debe fortalecer la
Política de lucha contra el contrabando y demás prácticas de competencia desleal.

Las empresas deben contar con un entorno favorable, que comprende, entre
otros, una infraestructura adecuada, un mercado de capitales desarrollado y un
capital humano capacitado para las necesidades del aparato productivo moderno.
Fortalecer el capital social y propender por un desarrollo tecnológico que busque
la defensa del medio ambiente también forman parte de este entorno favorable.
Además, combatir la corrupción y la impunidad deben ser objetivos primordiales
en la búsqueda del entorno de paz y seguridad requerido para desarrollar la
actividad económica.

También se debe trabajar en otros campos:


Contribuir a la apertura de los espacios que se requieran para la inserción
productiva y social de todos los colombianos.

Apoyar y promover iniciativas empresariales competitivas en zonas especiales de


producción.

Fortalecer los sistemas de información sobre oportunidades y necesidades


laborales.

Propender por una permanente calificación del recurso humano para hacer frente
a los retos de la competitividad.

Pero, tal vez lo más importante para salir adelante es: conformar una visión
compartida de país que valide la empresa como unidad básica de generación de
riqueza; donde empresarios, trabajadores, gobierno y otros actores sociales se
vean beneficiados por el diálogo y el trabajo en equipo, enmarcados en un
ambiente de justicia, reglas claras y seguridad, para un desarrollo sostenible.

En el diseño de una política de desarrollo y empleo para Colombia encontramos


puntos de coincidencia entre empresarios y trabajadores. Estamos seguros que
empleadores, trabajadores y gobierno lograremos una estrategia de empleo
concertada. Para el Consejo Gremial Nacional es claro que los escenarios de
discusión y acuerdos de la política laboral deben ser las instancias institucionales
como la comisión de concentración Laboral.

El sector privado reitera su compromiso con la paz de Colombia y reafirma su


indeclinable voluntad de contribuir a la generación de las condiciones conducentes
a un mayor bienestar colectivo y a un desarrollo con justicia social.

Para un joven no siempre es sencillo ingresar al mercado laboral en un país como


Colombia, debido a la realidad económica y social. En muchos casos los jóvenes
se ven obligados a interrumpir sus estudios por diversas circunstancias, lo que
hace que no cumplan con los requerimientos mínimos para acceder a un empleo.
Sin embargo, aunque dicha persona esté lo suficientemente preparada o no, la
calidad de empleo a la que puede acceder será determinada por el ambiente
socio-económico al que pertenezcan; no obstante, esta no es la única causa, las
ofertas laborales de los jóvenes continúan siendo precarias, es decir, que no
tienden a adecuarse a las modificaciones o cambios que influyen en el mercado
laboral actual.
Transición entre educación y mercado laboral
Trabajar es una de las actividades inherentes al ser humano, por ende la calidad
de vida de la población está supeditada, entre otros factores, al empleo, dado que
este es el punto conector entre crecimiento económico y bienestar social.

En América Latina y particularmente en Colombia, en sus indicadores laborales se


evidencia que subsisten desajustes en el mercado de trabajo juvenil, pues la
mayoría de este segmento de la población en edad de trabajar no encuentra
colocación permanente que les permita obtener ingresos para solventar sus
necesidades básicas. Esto, en parte, debido a la baja cualificación que presentan
los jóvenes, porque a la mayoría de ellos les toca acceder desde muy temprana
edad al mercado de trabajo, sacrificando ciclos educacionales que son
fundamentales para garantizar una adecuada inserción laboral.

En la medida en que la transición entre educación y mercado laboral sea más


temprana, menores serán los efectos positivos en los niveles de vida de los
individuos y en la productividad y desarrollo de la economía; de igual forma si este
incremento en la participación laboral proviene, en mayor medida, de los jóvenes
de bajos ingresos se amplificará la transcripción intergeneracional de la pobreza y
con ella la desigualdad social. El empleo es imprescindible en la inserción social
de los jóvenes, sin embargo, no tiene los mismos efectos si el que ingresa a
trabajar es un joven con escasa educación, que uno con escolaridad completa. El
momento en que ocurra esta transición determinará la calidad de los empleos que
tendrá el resto de su vida, lo que también está fuertemente determinado por el
origen socioeconómico de su familia.

Por otra parte, mientras la oferta laboral de los jóvenes sea precaria y no responda
a los cambios ocurridos en el mercado laboral, generarán una prolongación en el
tiempo del proceso de inserción laboral, de manera que independientemente de
cuán dispuestos o preparados se encuentren los jóvenes para el mercado laboral
o cuántas políticas se establezcan para mejorar los índices de inserción, sin un
cambio significativo en la estructura económica de los países latinoamericanos y
en la vida familiar, el joven será foco ineludible de desempleo, ya que su
integración al mundo laboral es siempre un proceso de exploración, especialmente
en una sociedad como la actual.

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