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Entrevista con Rómulo Polo

Rómulo Polo, Arquitecto de formación pues el diseño


como profesión no existía en sus épocas de estudian-
te, dedicado al diseño desde hace 42 años, decano
fundador de la escuela de diseño industrial de la Ja-
veriana, primer presidente y fundador de la mesa
nacional de diseño, pionero y promotor de la profe-
sión del diseño industrial ha luchado toda su vida por
abrirle campo a su profesión desde la extinta Asocia-
ción Colombiana de diseñadores y la ALADI entre
otros, su columna en la revista Proyecto Diseño es de
referencia obligada para una profesión que tiene
poca construcción teórica como la nuestra.

Para la red es un placer “provocar” un poco al maes-


tro Rómulo a que con sus inteligentes respuestas co-
labore con nosotros en la construcción de un pensa-
miento de diseño colombiano a partir de la experien-
cia. A seguir una amplia entrevista con el maestro
sobre la formación del diseñador industrial en todas
sus variantes, desde la tecnológica, hasta la más no-
vedosa de "diseño sin apellido", agradeciéndole públicamente por la generosidad y rigor de sus
respuestas.

5 Preguntas de Jorge Montaña a Rómulo Polo, a propósito de su conferencia en el 2o. Evento "IM-
PACTO DEL DISEÑO EN EL MOBILIARIO" realizado por el SENA en Itagüí, Ant., Colombia, el 27 y 28
de Octubre de 2010

Rómulo Polo Flórez, Diseñador / Consultor en Diseño


correo-e: consultoria@items-design.com

PREGUNTA 1
J. Montaña: ¿Cuál es su opinión sobre la formación tecnológica en Diseño?

R. Polo: “Estos temas siempre tienen varias aristas y pocas veces se miran con rigor y no se sabe
de qué se está hablando, o se toman unas cosas por otras.

Por una parte se asume lo técnico y tecnológico como niveles intermedios de la formación supe-
rior, más cortos y concretos que la formación profesional universitaria, como “capacitación rápi-
da para el trabajo”. Algo así como la “Universidad Chevrolet”.

Por otra parte, lo tecnológico y lo técnico se refieren al conjunto de contenidos de una de las
cinco áreas de la formación profesional universitaria en Diseño. El diseñador debe desarrollar
competencias en estas materias, según el perfil de desempeño, la rama y la especialización que
le corresponda. Necesita conocer y experimentar tecnologías y técnicas, como aspectos esencia-
les para orientar su pensamiento creativo proyectual y para lograr soluciones viables y factibles
en su desarrollo y realización. Debe asumirlas como parte de su bagaje informativo y como cam-
pos de aplicación y, en especial, para poder hablar el mismo lenguaje con los técnicos de produc-
ción/construcción, llámense auxiliares o ingenieros. De esto no debería derivarse la confusión
reinante: no son un nivel de su vida académica, son competencias tecnológicas y técnicas dentro
de un proceso formativo, en el plano de su comprensión y aplicación, no de su dominio como
oficios.

Ahora, si se entiende por Diseño la disciplina proyectual y un modo de pensar complejo y


creativo que es objeto de procesos formativos, he sostenido que los niveles técnicos y tecnológi-
cos no corresponden a los requerimientos básicos de la formación de los diseñadores. La regla-
mentación vigente en Colombia para las carreras profesionales (ver Res. Ministerio de Educación
Nacional No. 3463 de Dic. 30 de 2003) fija con claridad los alcances, contenidos y competencias
mínimas para optar por titulaciones profesionales en Diseño. Esto aplica a los programas profe-
sionales universitarios y en general las entidades educativas más serias en este nivel han tendido
a ajustarse a esos criterios.

Aunque la Ley 157 de 1994 —que miopemente sólo aplica al diseño Industrial— restringe las titu-
laciones al nivel superior, la pragmática comercial educativa ha aprovechado el afán guberna-
mental por sacar rápido gente a un mercado laboral deprimido o inexistente, convirtiendo los
antiguos programas de dibujo en titulaciones paralelas en Diseño en los niveles intermedios y
bajos, lo cual es un imposible conceptual: Diseñar no es un oficio, sino el ejercicio del pensa-
miento complejo, integral, holístico, que requiere formación avanzada o de nivel superior,
de base generalista y visión amplia, en la cual no caben escalas graduales de titulación.

Dibujantes, modelistas, talladores, patronistas, ayudantes u operarios de lo que sea, expertos en


software, etc. no por serlo son diseñadores, ni un medio ni un cuarto de diseñador. Son desem-
peños auxiliares dentro de procesos de desarrollo o producción específicos, con tareas repetitivas
basadas en habilidades operativas esenciales a su oficio y, por eso, más afines a tecnologías y/o
productos específicos que a la conceptualización, creación y gestión proyectual implícitas en los
procesos de Diseño. No son de por sí nada malo ni menos importante, pero si tareas distintas a la
de diseñar. Son necesarios y exigen formaciones especiales —ojalá más completas y más especia-
lizadas según los avances tecnológicos— incluso comprendiendo el rol que les cabe en los proce-
sos de Diseño y desarrollo, en los cuales son complementos indispensables en el encadenamiento
socio-productivo.

A mi juicio, es un engaño llamarlos diseñadores, lo que implica una deformación del ejercicio y el
mercado laboral de los diseñadores con formación profesional, depreciando su retribución y afec-
tando su demanda. Esos programas cortos crean expectativas de desempeño entre sus egresados
y entre los empresarios mismos, que no se pueden satisfacer con el tipo y nivel de formación que
esos niveles bajos y medios permiten. Una competencia desleal e injusta. Es como si al enferme-
ro, al topógrafo, al mampostero o al experto en moldes, p. e., se les llamara técnicos o tecnólo-
gos en Medicina, Ingeniería Civil, Arquitectura o Ingeniería Industrial, respectivamente. O al sa-
cristán y al monaguillo, tecnólogo y técnico en Sacerdocio.

Desde luego, no se trata de negar a nadie su creatividad —los humanos la ejercemos en todos los
campos del saber, del hacer y expresiones vitales— sino de aclarar con responsabilidad el sentido,
propósito y alcance de cada nivel formativo. Es importante que de acuerdo con su formación y
competencias reales, cada quien desarrolle y aplique una creatividad apropiada a lo que le com-
pete en su desempeño, sin que por ello deje de hacerlo con libertad en sus otras esferas vitales.
En esa perspectiva, un técnico/tecnólogo funcionalmente debe ser creativo en lo técni-
co/tecnológico, así en su casa pinte, toque guitarra o haga poesía —lo cual no convierte estas
expresiones ni en Diseño ni en parte de la praxis en que es competente laboralmente— aunque
colateral y progresivamente pueda aportar más en los procesos de Diseño y desarrollo.

Nuestro sistema educativo está lleno de portillos y, en la perspectiva de las disciplinas, la regula-
ción de los niveles formativos bajos ha sido una rueda suelta que en el caso del Diseño parece
escapar a las normas citadas por decisión —a mi juicio malformada, arbitraria, interesada y de
hecho— de las autoridades educativas, en convivencia con algunas instituciones de estructura más
mercantil que académica que explotan esa veta de la creciente demanda formativa.

Estos programas cortos y cortísimos —si se incluye la oferta no-formal— usan el rótulo ‘diseño’ de
manera irresponsable e inconsecuente con lo que dicen esas normas, amparados en la libertad
empresarial y en los vacíos conceptual y pedagógico sobre la materia, pero cumpliendo rutinas
burocráticas de los entes de ‘control’, que se justifican en sus propios hechos y por el simple uso
abusivo y reiterado de la palabrita mágica, ‘diseño’.

En general son currículos centrados en el aprendizaje de algunas tecnologías, principalmente


software de dibujo por computador, cuyas ‘marcas’ se autovalidan como Diseño. Si bien son exce-
lentes ayudas para dibujar, modelar o coordinar procesos de manufactura o de producción digital
no por ello es ‘diseño’ ni creación. Han sustituido la vieja enseñanza de los dibujos libre y técni-
co, según la necesidad del oficio a desempeñar, mientras que los aspectos ‘prácticos’ de la capa-
citación —p. e., el dominio de técnicas de construcción o producción que se asocian a distintos
productos, tecnologías o modos productivos— tienden a ser precarias ya que, con pocas excepcio-
nes, no se cuenta con talleres, laboratorios ni infraestructuras adecuadas para ello. En muchos
casos se logra solvencia técnica en dibujo asistido por computador, según la condición personal
de los egresados, quienes tienden a autoconsiderarse ‘diseñadores’, y a ello los animan sus insti-
tuciones.

Además, tienden a ser programas cuya densidad de población con frecuencia opera con grupos de
40, 50 o 60 estudiantes por profesor, intensidades muy cortas y didácticas no siempre sanas. In-
cluyen baños teóricos (humanidades, administración y algo más) y unos ‘talleres de Diseño’ (pro-
yectos) cuya proporción de horas de formación difícilmente pueden justificar las que se requeri-
rían para formar un profesional de Diseño. Incluso a veces tocan aspectos de ‘investigación’ de
variopinta seriedad, siguiendo las formalidades que señalan los requisitos del sistema, más apa-
rentes que reales.”

PREGUNTA 2
J. Montaña: En particular, ¿qué opina del rol del SENA en la formación tecnológica en Diseño?

R. Polo: “El SENA tiene funciones legales en la formación para el trabajo y una reconocida capa-
cidad y buenos resultados en muchas áreas donde opera, en casi todos los sectores y para casi
todos los niveles productivos. Tiene muchos recursos, financiados con la nómina del sector pro-
ductivo, un impuesto sui generis y un poco alto. Ha formado mucha mano de obra y dispone de
amplia, diversa y relativamente actualizada tecnología, así como de profesionales de la forma-
ción competentes y bien preparados. Y por su característica funcional y cobertura atiende una
gama muy amplia de necesidades, en general con buenos logros.
Eso no implica que sea una institución perfecta y que todos sus desarrollos sean siempre enco-
miables. En el caso del Diseño ha tenido diversas opciones de incidencia, y lo ha incorporado de
hecho, aleatoriamente y sin mucha claridad, en mi opinión, valido de sus capacidades institucio-
nales, sus competencias en la generación de titulaciones para el trabajo y a través de mecanis-
mos formales bajo su responsabilidad, como, entre otros, la Clasificación Nacional de Ocupacio-
nes (CNO), las mesas de concertación sectorial, la creación de normas y estándares de desempe-
ño y la oferta de programas de capacitación de diferente formato y duración —excluyendo la
formación universitaria— y recursos de financiación para innovaciones.

En diversos centros, principalmente los de tipo industrial y los de tecnologías avanzadas, ha habi-
do mayor interés y se han adelantado diversas experiencias involucrando o mencionando el Dise-
ño. Los ingenieros y diseñadores vinculados como instructores en sus programas han mantenido
interés y adaptado programas de diverso tipo, desde lo artesanal (!!) hasta las tecnologías digita-
les, de acuerdo con las características de sus centros. Creo que los funcionarios, no la entidad,
han confundido la conveniencia y necesidad de incorporar elementos de Diseño en las diversas
formaciones y acordes con su nivel y competencias, con la formación en Diseño que, en mi mo-
desta opinión, no le compete al SENA. Una cosa, p. e., es trabajar con metodologías de proyecto
—que es un avance, frente a la tradición escuelera de la ‘docencia’ de entrenadores— o con he-
rramientas CAD o CAM u otras digitales, y otra muy distinta es formar diseñadores.

El SENA representa una posibilidad inmensa y hasta ahora mal aprovechada, para el desarrollo de
la mentalidad innovativa y de Diseño, no sólo por su capacidad formadora en los niveles que le
competen, su infraestructura y recursos sino por las posibilidades de vinculación al y con el sector
productivo, en especial para ambientar el ‘pensamiento de diseñador’ entre los niveles gerencia-
les y técnicos del sector empresarial. Pero para ello necesita definir una política específica para
la Innovación y el Diseño, más concreta que lo que le señala el CONPES 3582 (2009), disposición
que —a pesar de que se les advirtió— no menciona ni reconoce el rol del Diseño en los procesos
de I+D.

Tal política institucional implicaría definiciones de roles, competencias y recursos para los distin-
tos niveles, programas, unidades y mecanismos. El Diseño tiene en el SENA muchos campos de
acción, desde lo corporativo y comunicacional, los ambientes de trabajo, formación y produc-
ción, hasta lo formativo y los procesos de I+D+D —a los cuales debe contribuir, según las políticas
de CyT— y a los programas de generación de empleo y empresarismo, p. e. No será fácil con la
soberbia institucional y el autismo que acusan sus directivos, principalmente del nivel central,
como en las áreas de Planeación y Formación, para citar dos casos, muy equivalente a los mos-
trados hasta ahora en las instituciones centrales del Gobierno.

En el caso concreto de la formación intermedia, en la cual hay muchas actividades y programas


que involucran Diseño, el SENA ha cometido el mismo error de los institutos privados, asumiendo
que puede haber titulaciones intermedias en Diseño. Desde luego, el SENA lo hace mejor que
muchas de aquellas, y tiene con qué y por qué hacerlo. No me cabe duda de que los programas
pueden ser buenos e incluso exitosos en la capacitación técnica para las tecnologías de produc-
ción y/o productos específicos —calzado y cueros, madera y muebles, confección, joyería, etc. —
pero ello no justifica su asimilación a la categoría de titulaciones en Diseño, como lo dije antes.
Creo que es un grave error que debe ser rectificado.
En parte esto se explica, también, por el uso absurdo del concepto Diseño, disperso e incoheren-
te en la CNO, desde la cual se explican buena parte de las distorsiones y abusos del término, que
impacta el desempeño profesional, la ocupación y la remuneración de los diseñadores, aspecto
que intenté plantear cuando fui presidente de la Mesa de Concertación en Diseño, con muy poco
respaldo de las entidades participantes y nulo interés de los funcionarios del área de Formación
del SENA, a quienes se les propuso (Ver informes anuales de la presidencia de la Mesa, 2007 y
2008).”

PREGUNTA 3
J. Montaña: En su conferencia del SENA en Medellín (octubre 26, 2010) hizo un interesante
análisis de las competencias técnicas indispensables del diseñador industrial. Sin embargo,
existe una fuerte tendencia de parte de las universidades a no darles valor (ya no importa
hacer planos o definir materiales, por ejemplo). ¿Cuál es su opinión al respecto?

R. Polo: “Como lo mencioné en la primera respuesta, es claro que el diseñador necesita formarse
y desarrollarse en aspectos técnicos acordes con su perfil de desempeño y competencias profe-
sionales. Esto incluye los que define la norma citada (ver Res. MEN No. 3463, Dic. 30 de 2003),
como una de las áreas de la formación profesional en medios, tecnologías, materiales, procesos y
las ciencias que los soportan. Dado que son muy variadas, cada institución, según sus visiones
misionales, estructura y contexto, debe establecer sus estrategias pedagógicas para lograr los
aprendizajes respectivos y garantizar los perfiles de formación que busca. En parte es un proble-
ma de contenidos y métodos, pero también de disponibilidad de recursos idóneos y, sobre todo,
de claridad del rol de lo técnico en la formación y articulación con las otras áreas del programa.
Yo creo que la formación en Diseño debe ser integral y, por tanto, sería grave desconocer los
aspectos técnicos y tecnológicos. Las entidades que así actúan no están realmente formando di-
señadores, ni medio-diseñadores, sino otra cosa, cualquiera que sea y hay que buscarle nombre.

Pero también hay aspectos técnicos en otras áreas, que no pueden omitirse en los programas. En
concreto, me refiero ahora a los aspectos técnicos de la expresión y la comunicación asociadas a
los procesos interpretativos, creativos y proyectuales del Diseño, que no se limitan al manejo de
software de dibujo o producción digital o audiovisual, que pueden llevar a negar la importancia
de las técnicas básicas tradicionales. Creo que diseñador es alguien con una conexión eficaz y
autónoma entre el ojo, la mente y la mano, y que ello es indispensable para poder diseñar. Tris-
temente los aprendices de diseñadores y muchos profesionales perdieron o no han desarrollado
esta capacidad, y la subvaloran. Que sus escuelas y profesores se hagan responsables por esta
‘tara’.

PREGUNTA 4
J. Montaña: Ampliando lo anterior, ¿cree Ud. que existe un diseñador técnico y otro ajeno a
ella? Si los hay, ¿será posible que sean complementarios?

R. Polo. No puede haber respuestas taxativas ni extremas sin caer en errores de enfoque o visio-
nes parciales. Creo que el diseñador debe formarse y ejercer integralmente y ello incluye lo téc-
nico, lo estético, lo sensible, lo funcional, lo humano, lo social, lo económico, lo metodológico,
en fin... todo: ese es el gran reto que deben enfrentar los gestores académicos. El reto de los
diseñadores es resolver lo particular sin perder lo universal.
No ignoro, por una parte, que hay intereses y condiciones de enfoque y contexto en cada escuela
—lo cual respeto, porque eso las debe caracterizar y diferenciar— y, por otra, que hay proble-
mas/casos de Diseño que privilegian alguno de los factores que los determinan.

Como veo, las opciones de especialización en Diseño, en su base, son cuatro —espacialidad, habi-
tabilidad, usabilidad, comunicabilidad— que reflejan particularidades del modo de pensar proyec-
tual y exigen esfuerzos formativos particulares.

Los perfiles de desempeño de los diseñadores son por lo menos ocho ó diez, bien diferenciados,
aunque las escuelas parecen enfocadas a uno o dos (proyectista y, muy a medias, gerente).

En cuanto a profundizaciones o énfasis hay una gama inmensa de posibilidades —p. e. productos,
sectores del mercado, grupos de población, tecnologías, materiales, tipos de empresa, sectores
productivos, etc.— que incluyen temas especializados, transversales y traslapos entre especiali-
zaciones/énfasis y problemáticas interdisciplinarias. No veo porque ofrecer un solo perfil forma-
tivo en un mercado tan crudo y diverso —sobre todo con la dinámica tecnológica en auge— cuan-
do la riqueza del Diseño permite formaciones personalizadas y a la medida. En resumen, alguien
que ve una sólo parte del problema no puede ser diseñador, sino otra cosa. Eso creo.

Finalmente, la complementariedad entre especializaciones en Diseño es necesaria tanto intra e


inter como transdisciplinariamente. La más urgente es la de aprender a trabajar con los gerentes
y con la gente de mercadeo, producción, los investigadores y los especialistas de cada tema.
También es esencial lograr ‘eslabonamientos’ horizontales, verticales y transversales con técnicos
de diferentes temas —entre ellos los auxiliares que forman en los programas técnicos y tecnológi-
cos—. Unos y otros deben entender qué es Diseño, cuál es su rol en los procesos de desarrollo y
cuál el de los diseñadores.

Llegar a esto requeriría un gran acuerdo institucional y la estructuración funcional de los sectores
productivos. Una utopía tal vez, y el SENA tendría un inmenso rol en poder realizarla.

PREGUNTA 5
J. Montaña: Sobre otro tema de su intervención de Medellín, Freddy Zapata director de dise-
ño de la U de Los Andes sostiene que ellos están formando también diseñadores de servicios.
¿Eso también es diseño?, sin decir los diseñadores que no puedan aplicar su creatividad en
estos campos, me gustaría tener su opinión. ¿Es válido que algunas escuelas hagan proyectos
de "diseño de servicios"?

R. Polo: Las disciplinas deben evolucionar y ampliar sus campos de desarrollo y aplicación. Ello
no implica que todo sea posible, al menos por enunciarlo o imaginarlo. Creo que algunos progra-
mas recogen ideas que se promueven en los países desarrollados y ojalá sea porque tienen senti-
do y no por ‘estar a la moda’ o buscar un estatus de clase mundial.

Pero parece haber Diseño y ‘diseños a la carta’ ya que desde muchas ópticas y otras disciplinas
que han ido descubriendo el Diseño se intenta abordarlo, asumirlo y absorberlo. Así se habla de
‘diseño estratégico’ —en vez de ‘estrategias’ para, de o con Diseño—; de ‘ecodiseño’ —cuando se
trata es de valorar una dimensión inevitablemente implícita en la disciplina, bien entendida,
desde luego—; de ‘diseño participativo’ —como si tener en cuenta a los usuarios fuera una conce-
sión y no una parte integral del proceso de Diseño—; de ‘etno-diseño’ —cuando la etnografía no
es una finalidad sino un instrumento que conviene utilizar en algunos casos—; de ‘diseño de expe-
riencias’ —toda actividad humana lo es y, hoy por hoy, casi todas están mediatizadas tangible o
sensiblemente y, por ello, son asunto del Diseño—, entre muchas otras, sin mencionar los ‘ismos’
derivados de las tendencias estéticas de la literatura o el arte, o de las reflexiones de la sociolo-
gía, la semiótica, la pedagogía, etc. En Wikipedia hay una lista exuberante de neologismos apli-
cados al Diseño, que no son sino visiones particulares canonizadas por la capacidad de difusión de
sus autores, y por el eco que les hacemos ingenuamente.

En el caso de los ‘servicios y los negocios’ creo que pasa algo de eso. Quienes piensan en los tér-
minos originales en inglés y no conocen muy bien su propio idioma tienden a confundir el uso de
las preposiciones y adjetivaciones, cuyo sentido no debe ser literal, ya que cambia de una lengua
a otra. Además, esas traducciones —¿traiciones?— suenan ‘chévere’. Creo que hay infinitas po-
sibilidades de Diseño para, desde, sobre y en los negocios/servicios: en realidad es uno de
los principales frentes de ejercicio profesional y su mejor vía para articularse al sector
productivo. En eso no hay novedad ni problema.

En un cuanto a la formación en Diseño, en un primer nivel, en cada rama disciplinaria hay posibi-
lidades para resolver los problemas de Diseño que se generan desde, en, por los nego-
cios/servicios, manteniendo la identidad del resultado fáctico esencial del Diseño: objetos, am-
bientes, medios informativos que posibilitan las actividades humanas en los negocios/servicios,
que posibilitan usos, experiencias, hábitos... en fin, cultura, réditos y beneficios.

En un segundo nivel formativo, hay modos de desempeño profesional de los diseñadores que po-
drían priorizar el desarrollo de visiones de negocios/servicios, como lo son los de gerencia de
diseño / desarrollo, el empresarismo y la misma burocracia académica o empresarial (docentes,
promotores, ejecutores, gestores, interventores). No sé si esos son los perfiles que están ofre-
ciendo en la U. de Los Andes.

En un nivel de formación terciario también hay campos de aplicación especializados y muchos


temas o problemáticas —puntuales, transversales, interdisciplinares, traslapos entre especialida-
des y entre disciplinas—, entre ellas, casos específicos de servicios/negocios que demandan visio-
nes especiales de Diseño.

Y aquí surge un interrogante: ¿qué es lo que ‘diseñan’ los diseñadores de negocios/servicios? Si


son los medios/condiciones o el ‘empaquetamiento’, ‘identidad o imagen’, p. e., aplicados para
que aquellos negocios/servicios se ejerzan, presten u ofrezcan, en realidad actúan en el desem-
peño normal de los diseñadores —arquitectos, interioristas o de escenarios, de productos manu-
facturados, de productos gráficos o visuales— ya sea desde una posición generalista, coordinada e
integral, o desde la especialidad de cada rama.

Si se trata de los negocios / servicios en cuanto operaciones legales, mercantiles, procedimientos


u operaciones, creo que los diseñadores podemos opinar y ayudar a mejorarlos no necesariamen-
te planearlos, estructurarlos, programarlos o reglarlos—‘diseñarlos’ me parece un abuso o una
ligereza, aunque es común oírlo—, todo lo cual, para mi, es responsabilidad de los empresarios,
abogados, ingenieros industriales, ingenieros sociales, educadores, banqueros, etc. que necesitan
también un espacio para su creatividad y propia expresión. Es algo que deben descubrir, desarro-
llar y aplicar a lo suyo.

En mi experiencia profesional he tenido que trabajar con casos muy diversos en todas las ramas
del Diseño, que me han llevado a comprender temas tan distintos como la medicina, la tributa-
ción, la banca, la educación, la planeación económica y, desde luego variadas ramas de la indus-
tria y el comercio. He tenido que entender todas esas lógicas, saberes y maneras de pensar y,
aunque he opinado con alguna solvencia sobre los temas específicos de fondo —y no es la ocasión
de anécdotas—, lo hice o hago desde la perspectiva de Diseño, no pretendiendo ser un experto en
cada uno de esos temas. Mis ideas fueron útiles y mejoraron los servicios o los productos que en
cada caso se involucraron, era mi tarea. Pero, sin falsa modestia ni oculta vanidad, no puedo
pretender que soy diseñador de servicios médicos, fiscales, educativos, económicos, de produc-
ción o comerciales. Los diseñadores nos articulamos a esquemas de producción/servicio y apor-
tamos en y a ellos lo que nos corresponde aportar. Así haya efectos colaterales: serendipias.

Por estos caminos extraños, espero que no terminemos con ofertas de diseño legal, socio-diseño,
ingenio-diseño, filo-diseño, diseño contable, etc., o cualquier asociación ‘creativa’ que cada
experto en cualquier cosa quiera hacer. Aquí vuelvo a insistir en la necesidad de llevar la forma-
ción en Diseño a otras disciplinas —yo creo que el Diseño debe ser una área básica para la forma-
ción de todas las profesiones— no para que ‘diseñen’ sino para que nos entiendan, se comuniquen
con los diseñadores y puedan facilitarnos materializar sus propias ideas, e, incluso, para que co-
mo personas tengan una mejor relación con el entorno, eleven su selectividad y apreciación de
las cosas y orienten el mercado.

Ahora, como lo que Ud. cita lo ha dicho un diseñador tan reconocido, y seguramente no se trata
de una estrategia de servicios/negocios de una entidad tan respetable como la U. de Los Andes —
con tantas cosas buenas que la diferencian— creo que Freddy nos debe una explicación sobre los
fundamentos, caracterización, alcances conceptuales, disciplinarios y pedagógicos y los desem-
peños de la nueva rama, opción o especialización en, de o para Diseño.

Soy consciente de la necesidad de evolucionar y para hacerlo debemos saber de qué hablamos. La
interdisciplina y los nuevos desarrollos sociales, científicos y tecnológicos deben promover nuevas
visiones y oportunidades, y desde ellas opciones progresistas de desarrollo de las disciplinas, y el
Diseño no puede escapar a ello. Ni más faltaba. Tendremos que redefinirlo cada vez más pronta-
mente, pero teniendo algún cuidado para no deformarlo.

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