Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Por su parte, los artículos 300 y 301 de nuestra Carta Magna disponen
que el Estado podrá intervenir en la economía a través de empresas
públicas, pudiendo además, conforme lo señalado en el artículo 302
de la Constitución, reservarse mediante la ley orgánica respectiva y
por razones de conveniencia nacional, la actividad petrolera y otras
industrias, explotaciones, servicios y bienes de interés público y
carácter estratégico.
Ahora bien, hay que tener en cuenta que la amplitud del concepto es
plenamente justificable en el Derecho Comunitario. En efecto, al
elaborar el Tratado de las Comunidades Europeas, sus redactores
tuvieron que acudir a un término lo suficientemente amplio para que
abarcara los conceptos de servicio público en los distintos países de
Europa. Y es que, como se sabe, no hay en el Derecho Europeo un
concepto unívoco de servicio público, existiendo, cuando menos, tres
posiciones: las derivadas del Derecho francés, las derivadas del
Derecho alemán, y las provenientes del Derecho anglosajón. Para
comprender esas tres realidades en un solo concepto, se acudió
entonces, deliberadamente, al amplísimo término actividades
económicas de interés general[16].
De allí que, al traspolar ese concepto al Derecho Venezolano, se ha
debido tener en cuenta que la amplitud del término se justificaba en el
Derecho Europeo, pero que, en el ordenamiento jurídico venezolano,
podía prestarse a confusiones. Es por ello que hemos tratado de
delinear ese concepto, en atención a los principios que informan el
Derecho Administrativo venezolano. En nuestra opinión, habría sido
preferible que la Ley se limitara a disponer que las telecomunicaciones
se desarrollarán en ejercicio de la libertad económica, sin perjuicio de
las cargas que, por razones de interés general o público, pudiera
establecer la propia Ley.
Ahora bien, debe tenerse presente que las licencias y permisos a los
que hemos hecho referencia están orientados, únicamente, a la
realización de las actividades de hidrocarburos gaseosos, lo cual no
implica que si la realización de dichas actividades requiere la
exploración y explotación de yacimientos de hidrocarburos gaseosos,
el particular no deba obtener una concesión para la utilización de
bienes del dominio público.
Por tal motivo, dada la vinculación con bienes del dominio público de
la prestación de actividades de hidrocarburos gaseosos, el Estado
debe regular en forma directa y especial dichas actividades, por lo que
puede afirmarse que si bien es cierto que ha operado la liberalización
de los hidrocarburos gaseosos a raíz de la entrada en vigencia de la
LOHG, dicha liberalización es más bien matizada, pues el Estado no
ha pretendido adoptar un sistema de competencia absoluta en el
sector.