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LAUDO BREA Y PARIÑAS

Los acuerdos del llamado Laudo de París eran los siguientes:

1° Que la propiedad "La Brea y Pariñas" abarcaba el suelo y sub suelo o zona mineralizada
comprendiendo una extensión de 41,614 pertenencias de 40,000 m2. cada una.
2° Que los herederos de don William Keswick y la “London Pacific", propietarios y arrendatarios
respectivamente, abonarían durante un período fijo e inalterable de 50 años, a contar del 1° de
enero de 1922 “por razón de canon de superficie, canon de producción, regalías y cualesquiera
contribuciones o impuestos, lo siguiente:”

a.- Treinta soles al año por pertenencia en actual trabajo de extracción o


perforación, al efectuarse el pago;
b. Un sol al año por pertenencia que no se hallare en trabajo al tiempo de pago.

3° Las pertenencias que dejaran de ser explotadas pagarían un sol, y las que fueran abandonadas,
a juicio de los propietarios y concesionarios, no pagarían nada y pasarían a poder del gobierno.

4° Como único otro impuesto, los propietarios y arrendatarios pagarían al gobierno del Perú, el
impuesto de exportación a los productos de la industria petrolera, según las leyes existentes, el
que no podría ser aumentado durante veinte años.

5° Por concepto de contribuciones devengadas hasta el 31 de diciembre de 1921 y por todo otro
cargo que pudiera existir en relación con "La Brea y Pariñas" los propietarios pagarían un millón de
pesos, oro americano, la mitad al firmarse ese arreglo y la otra mitad cuando ese arreglo fuera
incorporado en el Laudo arbitral.

6° El gobierno del Perú dejaba sin efecto las Resoluciones Supremas de 31 de marzo de 1911, 15
de marzo y 22 de mayo de 1915 y cualquiera otra posterior dada en relación con ese asunto.

Este laudo arbitral era a todos luces, adverso a los intereses del Perú, pues establecía un régimen
de excepción tributaria para los dueños y explotadores de La Brea y Pariñas. El Fisco dejó así de
recibir sustanciosas cantidades de dinero como impuestos. El gobierno de Augusto B. Leguía sentó
así un precedente de sumisión a los intereses estadounidenses que daría motivo a protestas
nacionalistas a lo largo de varias décadas.

La IPC obtuvo más leyes favorables (la Ley 9485 de 1941; la Ley 11780 de 1952) y ventajosas
excepciones en dichas leyes. El malestar popular causado por esta situación se convirtió en la
bandera de lucha de jóvenes líderes como Héctor Cornejo Chávez, Alfonso Benavides
Correa y Fernando Belaúnde Terry, que cimentaron su carrera política entre 1956 y 1962,
reivindicando los derechos de la Nación sobre sus recursos.

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