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LOS RETOS DE LA GLOBALIZACIÓN

Hee-kwon Park

6:00 - 12/02/2017 Actualizado: 19:00 - 12/02/17

Los desafíos a los que debe hacer frente el proceso de globalización son cada
vez más importantes. En los últimos tiempos la globalización, definida
generalmente como el libre flujo de bienes y servicios, personas y capitales, se
está viendo obligada a afrontar tensiones y rechazos a nivel político,
económico y social en diversas partes del mundo.

En primer lugar, el comercio a nivel mundial durante el primer semestre de


2016 registró la cifra más baja de los últimos 6 años, con un crecimiento
interanual que alcanzó únicamente el 80 por ciento de la tasa de crecimiento
del PIB. Los avances en el TPP no están garantizados, y las posibilidades de un
pacto TTIP entre EEUU y la UE son cada vez más escasas. El Nafta, hasta el
momento un símbolo de la apertura comercial, y la regulación mundial que ha
mantenido el orden internacional de los intercambios y los tratados de libre
comercio durante décadas, se encuentran ya bajo presión para su modificación
hacia posturas más proteccionistas.

Por otro lado, se estima que el número de inmigrantes a nivel mundial alcanza
los 65 millones, la tercera parte de ellos refugiados. El nacionalismo está
ganando fuerza en numerosos países, incluida Europa, donde ya existen
movimientos xenófobos que están limitando los flujos humanos. Recordemos
que el motivo principal del Brexit votado por los británicos en junio pasado fue
la inmigración. Tras él, un gran número de partidos europeos de ideología
extrema han tomado fuerza y están insistiendo en el cierre de fronteras y la
imposición de barreras a la inmigración. También en EEUU, el presidente
Donald Trump prometió durante su campaña la construcción de un gran muro
en la frontera con México para frenar el flujo de inmigrantes. Y la crisis de
refugiados en Europa está pasando por su peor momento desde la Segunda
Guerra Mundial, con el telón de fondo de la constante amenaza de terror por
parte del extremismo islámico y el Daesh.

Las limitaciones están afectando también a la libertad de flujos de capital.


Como respuesta a los lógicos movimientos por parte de las empresas
multinacionales que buscan establecerse en los países con las mayores
ventajas fiscales, se están adoptando medidas de control sobre prácticas
impositivas como el tax ruling. Por ejemplo, en agosto de 2016 la Comisión
Europea exigió a Irlanda la reclamación a Ap- ple de 15.000 millones de dólares
por impuestos no pagados, alegando que la compañía se benefició del
régimen fiscal de este país vulnerando las normas de la competencia. Por otro
lado, existen incertidumbres sobre la continuidad de la libertad de
movimientos de capital en la economía global. En las primeras fases del
establecimiento de la zona euro, los países del sur de Europa aprovecharon el
bajo coste del crédito para obtener financiación individual a gran escala y a
muy corto plazo. Sin embargo, la llegada de la crisis ha dividido la zona euro
entre países acreedores y deudores, agrandando la brecha y aumentando la
tensión entre ambas partes, con lo que esta libertad de flujos se está viendo
comprometida. También, estamos presenciando una tendencia creciente por
parte de algunos gobiernos de presionar y persuadir a sus empresas locales
para que concentren su producción en el interior del país y mejorar así los
niveles de empleo.

Parece claro que la globalización, que ha abarcado un periodo de 70 años tras


la Segunda Guerra Mundial, ha resultado beneficiosa para todos. El libre
comercio y la inversión extranjera han logrado rescatar a cientos de millones
de personas de la pobreza. La inversión extranjera directa (IED) ha traído
consigo mejoras globales de competitividad, know-how y habilidades técnicas,
y ha contribuido a la creación de empleo. Los flujos de inmigración masiva no
sólo han beneficiado a los propios inmigrantes, sino también a la economía de
los países que los han acogido.

El problema surge porque la globalización es un proceso que inevitablemente


genera ganadores y perdedores. Aquellos que poseen las capacidades y
habilidades para adaptarse a este proceso se situarán en una posición
ganadora. En el lado contrario se sitúan los que se han visto obligados a
aceptar el estancamiento o la reducción de sus ingresos, con pérdidas de
empleo por la creciente automatización y externalización de los procesos
productivos. El desequilibrio entre unos y otros sigue creciendo. Por ello, los
movimientos populistas están ganando presencia aprovechando el miedo y el
descontento. Como respuesta, debemos impulsar una formación adecuada y
mejorar el entrenamiento técnico de los trabajadores de forma inmediata.
Asimismo, es necesario ampliar y reforzar el sistema de seguridad social para
que el fruto de la globalización pueda ser disfrutado y compartido con el mayor
número de personas posible. Hay que tener en mente que la gran depresión
de los años 30 y la recesión global experimentada entre 2007 y 2009 tuvo su
causa en los severos desequilibrios económicos entre los individuos.

De cualquier forma, el proteccionismo y el cierre de fronteras no pueden servir


en ningún caso como medida efectiva para solucionar el problema de la
globalización. En cierto sentido, los avances tecnológicos hacen inevitable la
globalización. Y por tanto, los países con esquemas liberales de comercio, entre
ellos Corea del Sur, debemos colaborar para frenar la expansión del
proteccionismo. Y todo ello, sin perder de vista la necesidad de continuar
defendiendo y ampliando nuestros valores de respeto a los derechos humanos,
tolerancia, pluralismo y aperturismo.

A principios del siglo XIX, durante la revolución industrial, la expansión del uso
de las máquinas de hilar y tejer redujo el trabajo de los obreros, lo que generó
un movimiento de resistencia denominado ludismo. Sin embargo, el proceso
de industrialización permitió la creación de nuevos empleos, que fueron
cubiertos a través del entrenamiento y la formación de los trabajadores. De
forma análoga, en esta cuarta revolución industrial que vivimos actualmente
podemos avanzar de forma creativa y constructiva hacia la creación de nuevos
negocios y empleos en sectores como las TIC, los servicios y el comercio digital,
en línea con los avances tecnológicos que está trayendo el siglo XXI.

El siglo pasado ya experimentamos dos desastres humanitarios en forma de


guerras mundiales, que tuvieron su origen en el nacionalismo y el
proteccionismo. Nos encontramos en un momento en que la globalización se
enfrenta a nuevos retos y desafíos en diversas partes del mundo. Es nuestra
misión mantener la paz y la prosperidad del ser humano y realizar un nuevo
planteamiento de este proceso de globalización.

(Park Hee Kwon es embajador de la República de Corea en España)

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