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México: “Por

Liliana Villanueva: "El Muro de


un
milimétrico
espacio se
Berlín cayó pero hoy hay un límite dio la salida
de Evo

virtual"
Morales de
Bolivia”

Cuando el 9 de noviembre de 1989 cayó el Muro de Berlín, se


Quién es
encontraba allí. Era una joven arquitecta que trabajaba en un estudio
‘Macho’
importante. Su último libro, Otoño alemán, habla de ese Camacho, el
acontecimiento político y de su propia historia. empresario
gasífero de
Santa Cruz
que encabezó
el golpe a Evo

Miedo,
bronca y una
tristeza
in nita

Malcorra
criticó la
postura del
gobierno:
“Hubo un
golpe, no es
una cuestión
debatible”

(Foto: Diego Martínez)

Por Mónica López Ocón   


8 de Noviembre de 2019

Quizá Liliana Villanueva nunca sospechó que iba a ser testigo presencial
de un hecho histórico: la caída del Muro de Berlín. En ese momento era
una joven arquitecta que acababa de mudarse a esa ciudad, trabajaba
en el estudio Brandt & Böttcher y como miembro de él ganó un
importante concurso de urbanismo. Si es que las vocaciones pueden
explicarse, en su caso habría que mencionar un libro para chicos, Crear
con papel, que estaba basado en la enseñanza de la Bauhaus y que su
padre le regaló cuando ella tenía 5 o 6 años.
Seguramente tampoco sospechó que, a pesar de su éxito en el campo
de la arquitectura, de ser docente en la Universidad de Darmstad y de
haberse doctorado allí en 2008, dejaría la arquitectura atrás y se
convertiría en escritora.
Y aquí hay que mencionar otro hecho curioso de su infancia. Su
hermano recibía ayuda escolar. Sentada frente a él y su maestro, los
imitaba y fue así que aprendió a escribir, pero al revés, como la escritura
en espejo de Leonardo Da Vinci.
Es difícil determinar qué importancia tuvo esta escritura en ella, pero lo
cierto es que desde la publicación de su primer libro en 2015, Las clases
de Hebe Uhart, se convirtió en una escritora exitosa. Luego publicaría
Sombras rusas, Lloverá siempre. Las vidas de María Esther Gilio, Maestros de
la escritura. Cosechó con ellos diversos premios.
Su último libro, Otoño Alemán, acaba de aparecer en una cuidada edición
de Blatt & Ríos. En él narra cómo fue el hecho histórico que el 9 de
noviembre de 1989 transformó al mundo y que ella vivió desde adentro.
Al mismo tiempo, habla también de su vida en Berlín, de las diferencias
difíciles de imaginar entre las dos ciudades divididas por el Muro y del
estudio en el que trabajó como arquitecta, una faceta de su vida casi
desconocida para la mayoría de sus lectores.
“El objetivo del libro –dice en el barcito acogedor donde suele dar
entrevistas cada vez que viaja a Buenos Aires -no era hablar del Muro de
Berlín, pero el tema fue tomando una relevancia que yo no esperaba.
Finalmente terminó ocupando toda la primera parte del libro. Incluso
nunca pensé que Alemania sería para mí un tema para llevar al papel.
Escribí Otoño alemán pensando en mi hijo que vive en Berlín y que,
porque es muy joven, no puede entender que alguna vez fue una ciudad
dividida y con dos sistemas políticos distintos. También lo escribí para la
generación un poco mayor que la suya, en n, para quienes no vivieron
esa experiencia en el Río de la Plata”.

-En Alemania trabajaste como arquitecta y ganaste un concurso de


arquitectura muy importante, que tuvo una repercusión enorme.
Eso también forma parte del libro.
-Sí, no sólo en Alemania. Yo estaba preparando las valijas porque viajaba
a Buenos Aires por un mes. Un periodista uruguayo me hizo una breve
entrevista y cuando llegué a Buenos Aires, la noticia estaba en primera
plana en Clarín, en La Nación y Mirtha Legrand leyó en cámara la noticia
de una joven arquitecta argentina, Liliana Villanueva, que había ganado
un concurso en Alemania. Pero en realidad no había sido sólo yo, ya que
el proyecto lo desarrollé en el estudio de arquitectura donde rabajaba.
Fui famosa durante dos semanas y me dije “esto no es para mí”. Mi
próximo paso hubiera sido abrir mi propio estudio y no era algo que me
gustara. Cuando te dedicás al urbanismo trabajas con políticos y allí se
acaba todo porque comienzan a jugar otro tipo de intereses. Me di
cuenta de que los arquitectos somos putas del poder. Y esto es así en
todas partes.
-Entonces decidiste dejar la arquitectura y dedicarte a la escritura.
-Sí, pero siempre que tengo que decir o escribir cuál es mi profesión,
digo arquitecta. Cuando estaba en el taller de Hebe Uhart, una
compañera me decía que independientemente del tema que abordara,
siempre había una estructura en lo que yo escribía. Creo que hay una
relación entre la no cción, la arquitectura y la estructura. Yo construyo
a partir de la memoria, de lo que veo de la realidad. Quizá por eso no
me meto en la cción. No sé mentir, que es la base para el novelista
perfecto. A María Esther Gilio le pedí una vez que me enseñara a mentir.
Ella me contestó: “cuando quieras, es lo que mejor sé hacer”.
-Pero usas recursos de novelista, por ejemplo, cuando contás que te
sentaste en una plaza de Alemania Oriental y que un hombre se
sentó a tu lado y te palpo la tela de los pantalones porque ese tipo
de ropa no existía de ese lado el Muro.
-Sí, eso pasó realmente. María Esther Gilio tuvo una experiencia similar
que cuento en el libro cuando viajó a Alemania del Este. Un hombre se
sentó a su lado durante una excursión y le dijo: “En RDA no tenemos
zapatos así”. Eran unos zapatos azules, con cordones, hechos a medida.
Había dos mundos absolutamente separados por el muro. Cuando
escribo sobre esas cosas creo que se trata de “atender” a la memoria.
Ése es el trabajo del que escribe no cción. Es muy enriquecedor
descubrir hechos que uno olvidó por mucho tiempo. Otro tipo de cosa
que hago y que sí que tiene que ver con la cción es mezclar datos. Por
ejemplo, no recuerdo qué tenía puesto esa tarde del '85 en que fui a
Berlín Este, pero en el libro digo que tenía un tapado amarillo que en
realidad compré hace un par de años. También a veces altero el
momento en que sucedieron ciertas cosas. Esos son recursos que están
entre la cción y la no cción.
-Vos fuiste testigo de la caída del Muro y seguiste viviendo en
Berlín. ¿Qué problemas prácticos suscitó su desaparición?
-El Muro ya no está, pero sigue habiendo un límite virtual. Los más
pobres están en la zona del Este. Además, también hay diferencias
desde lo político. Alemania Oriental tiene una democracia que es
bastante reciente y no pasó por el proceso de “desnazi ación” como sí lo
hizo Alemania Occidental. Por supuesto que allí hay también tarados
neonazis, pero no en la misma proporción. En la parte occidental los
segundos partidos más votados son los verdes, en la parte oriental, la
extrema derecha que limita con la criminalidad. Hay ataques a
sinagogas, se produjo el asesinato de un político que aún están
investigando. Hubo intelectuales, entre los que se contaba Günter Grass,
que estuvieron viendo la forma de que Berlín del Este no fuera
absorbida por Berlín Occidental, pero el proyecto fracasó. En muchos
casos no quedó muy claro quiénes eran los dueños de la tierra. En la
familia de mi expareja, por ejemplo, conozco gente que tuvo que hacer
juicios muy complicados por una casa.
-¿Y cómo se resolvió el tema de la propiedad de la tierra? 
-Hay propietarios judíos que se tuvieron que ir en el '39 y que tenían
terrenos y fábricas en zonas donde estaba el muro o en zonas donde la
RDA construyó viviendas sociales. Eso no se puede devolver al dueño
original, pero hay una ley de propiedad en Alemania que dice que la
prioridad la tiene la primera víctima. Es muy complicada la situación de
un país que en algún momento tuvo una parte comunista, que antes
pasó por una guerra mundial y que sufrió una destrucción increíble de
propiedades que en gran parte habían sido propiedad de judíos. Hay
una construcción jurídica complicadísima. Los viejos propietarios se
fueron muriendo. La segunda casa en que viví en Berlín era de una
viejita de 90 años. Cuando le tocaban el timbre, contestaba: “No estoy”.
Ese tipo de propietario ya no existe más. Yo pagaba 300 marcos que no
era nada, aunque era mucho comparado con gente que alquilaba desde
los 60 o los 70 porque había una política social respecto de la vivienda.
-¿Y qué pasa hoy?
-Eso no existe más. Hoy ni siquiera hay dueños, sino grandes sociedades
anónimas que poseen cientos de edi cios. Yo no tengo casa allá porque
sería impagable, vivo en lo de una amiga, pero estoy considerando dejar
de vivir en Berlín, aunque mi hijo tiene todos sus amigos allí. No me
siento cómoda. Sigo siendo una extranjera por mi apariencia y tengo la
sensación de que en este momento el extranjero no es muy bien venido.
No descarto la posibilidad de vivir un tiempo en China, un país que
conozco. De hecho, estoy aprendiendo chino.
-Sos una gran viajera. En el libro decís que desde hace un tiempo
vivís entre dos lenguas, el castellano y el alemán. Qué me
contestarías si te pregunto dónde vivís.
-Me parece que la pregunta no es dónde vivo, sino cómo vivo. Siento
que realmente vivo cuando estoy con mi hijo y también cuando estoy en
viaje con mis amigos. La mayor parte de este año la pasé en Buenos
Aires aislada del mundo, escribiendo. Creo que si vi a cinco personas es
mucho. Y no lo lamento, creo que estuvo bien. Pero a veces suelo
preguntarme si eso es vivir o si se trata de escribir o vivir.

Berlin Literatura argentina

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