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Cinco caras
de la tnodernidad
Modernismo
Vanguardia
Decadencia
Kitsch
Posmodernismo
Traducción de
María Teresa Beguiristain
te�ar
Kitsch
�
I. KITSCH Y MODERNIDAD
En una nota a su inacabada obra teatral kitsch, escrita entre fe
brero y mayo de 1917 y publicada póstumamente, el dramaturgo y
poeta alemán Frank Wedekind señaló que «lo,kitsch es la forma con
temporánea de lo gótico, rococó, barroco» 1. Esta fue quizá la prime
ra vez que la esencia de la modernidad se identificaba específicamen
te como kitsch; a causa de todas sus connotaciones fuertemente
derogativas, se veía como un amplio estilo histórico, como una incor
poración distintiva del moderno Zeitgeist. Que Wedekind quisiera
que su afirmación se tomara irónica o literalmente es cuestión de de
bate. Puede que quisiera que se tomara ambiguamente. Las otras
notas y las escenas reales que logró escribir antes de su muerte, en
marzo de 1918, fundamentan tanto la interpretación irónica como la
literal. No obstante, lo que queda irrefutable es que Wedekind esta
blece una ecuación intelectualmente perturbadora entre modernidad
y kitsch.
El espectacular crecimiento y diversificación del pseudoarte en el
período de entreguerras y tras la Segunda Guerra Mundial ha confir
mado las sombrías observaciones de Wedekind, y la mayor parte de
los críticos contemporáneos estarían de acuerdo, aunque a regaña
dientes, con la afirmación de Harold Rosenberg de la cultura popular
1
Frank Wedekind, Gesammelte Werke (Munich: Georg Müller, 1924), vol. 9,
p. 210.
(221]
222 CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD
KITSCH
223
(y l a crítica kitsch) en un artículo publicado al final de los años cin con gran rapidez un (gran) núm
ero
cuenta y recogido en The Tradition of the New: objetos de arte. Tocqueville describ de comodidades imperfectas» u
la modernidad, «la hipocresía del e en 1830 uno de los caminos de
lujo»:
Lo kitsch ha capturado todas las artes... Cu ando el pintor X o el dra
maturgo Y comienzan a producir Xs e Ys para �u instruida audiencia: kits En la confusión de
ch. Uno de los mejores poetas americanos apenas ha producido otro caso que no es, y hace gran toda s las categorías todo el m undo espera parecer lo
des esfuerzo
du rante años ... En cada caso no hay cuestión de deshonestidad, de «ven edad imita la virtud; pero la hipo s para lograr este objetivo ... Cu alqu ier
cres
der», sino de flojera muscu lar asociada con encontrarse con un público larmente a � a de la democracia ía de la lujuria pertenece más particu
sensible a ciertas normas... En la actu al organización de la sociedao sólo lo más nu merosas, pero el mérito de ... Las producciones de los artistas son
kitsch puede tener u na razón social de ser 2• ya de aspirar a lo que es grande, cada producción disminuye. Incapaces
elegante; y se atiende más a la aparlos artistas cultivan lo que es bonito y
_La modernidad y l o kitsch -nociones que pueden parecer mu iencia que a la realidad 3•
tuamente excluyentes, al menos mientras la modernidad implique el Los interesantes pasajes siguient
presente antitradicional, el experimento, la novedad del Make it new que hoy describiríamos probablem es se refieren a una experiencia
ente en términos de kitsch:
de Pound, el compromiso con el cambio--, mientras kitsch-a pesar
de su diversidad-sugiere repetición, banalidad, vulgaridad. Pero de Cu ando llegué a Nu eva York por
hecho no es difícil darse cuenta de que el kitsch, tanto tecnol ógica a lo largo de la orilla, a cierta dista primera vez... Me sorprendió percibir
ble de pequeños palacios de márm ncia de la ciudad, un número considera
como estéticamente, es uno de los productos más típicos de la mor- delos de la arquitectura antigua. ol blanco, muchos de los cuales eran mo
f dernidad. La relación entre el kitsch (cuya dependencia de la moda y más detenidamente los edificiosCuan do fui al día siguiente a inspeccionar
e l rápido desuso l o convierte en la principal forma de «arte» de con ción, descubrí que s us pareces eran que atrajeron partic ularmente mi
aten
sumo) y el desarrollo económico és tan estrecho que se puede decir de madera pintada. Todo los edifi de ladrillo blanqueado y sus columnas
cios q ue había admirado la noch
que la presencia de lo kitsch en países del «segundo» o «tercer» rior eran del mismo tipo 4• e ante
mundo es un signo indiscutibl e de «modernización». Una vez que lo Desde Tocqueville muchos crít
kitsch es técnicamente posibl e y económicamente rentable, la proli vadores y revolucionarios por iguaicos sociales y culturales, conser
l,
feración de imitaciones baratas o no-tan-baratas. de todo tipo estándares artísticos se estaban det estaban de acuerdo en que los
-desde el arte primitivo o folclórico, hasta l a última vanguardia buían la causa principal de la amp eriorando rápidamente y atri
sólo se ven limitadas por el mercado. El valor se mide directamente queda de status y a la exhibición. lia corrupción de l gusto a la bús
Prim
por l a demanda de réplicas espurias o reproducciones de objetos veaux riches, después la pequeña bur ero los plutócratas y los nou
cuyo significado estético original consistía, o debería consistir, en ser población se veían como imitadore guesía y ciertos segmentos de la
s
únicos y, por tanto, inimitables. Nadie se so�prende hoy día de que trones de consumo, incluyendo el conde la vieja aristocracia y sus pa
cualquier obra maestra, el Moisés de Miguel Angel, por ejemplo, sea gustaba, creado y comprado principa sumo de belleza. El arte qu e les
adquiribl e para «uso domestico» en copias de diferentes tamaños y cial, ya no tenía por qué ejecutar su lmente como signo de status so
materiales (desde escayola, plástico y porcelana hasta de auténtico cos artistas se vieron forzados a volv difícil función estética, y auténti
mármol ). Ahora se puede comprar una obra maestra y, tras colocarl a ap licaba criterios exclusivamente pec er la espalda a un público que
cerca de la chimenea, disfrutarla confortablemente cada noche. ca. Algunos críticos sociales radicalesuniarios en cuestiones de estéti
Alexis de Tocquevil le, en su famoso l ibro Democracy in America, lizar la situación de la mitad y el finase vieron conducidos a genera
fue quizá el primer historiador y sociól ogo intelectual que anilizá l os totalidad de la historia cultural. Así l del siglo XIX para abarcar l a
efectos de la democracia moderna sobre las artes y expl icó por qué l a cultura no era sino la consecuenc , para Thorstein Veblen, toda l a
ia
democracia conduce necesariamente a un descenso de los estándares manifestado en lo que en su Theory del progresivo exhibicionismo
tanto en la creación, como en el consumo. En una democracia mo· «el ocio conspicuo» y «el consumo of the Leisure Class (1899) llamó,
cierna «el número de consumidores aumenta, pero l os consumidores conspicuo». Reaccionando
opu l entos y escrupulosos empiezan a escasear». Esta regla general
la hipocresía cultural con
temporánea, Veblen se abandonó contra
a la som-
explica por qué l os artesanos y los artistas son «inducidos a produ cir
Alexis <le Toqueville, Democra
cy in Amcrica, trad. Henry Ree
' 1-larold R0senberg, The Tradition ofthP new. 2! ed. (New York: McGraw-Hill, Schockcn Books. 1961). vol. II,
pp. 59-60. ve (New York:
4
1965), p. 268 Ibíd .. pp. 60-6 l.
224 CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD KITSCH 225
bría ilusión de que toda la cultura era reducible a las engañosas estra El kitsch puede definirse, convenientemente, como una forma es
tegias de la moderna pseudocultura. Consumo por mor de la ostenta pecíficamente estética de mentir. Como tal, tiene obviamente mucho
ción, pensó, es la característica distintiva incluso de las primeras q-ue ver con la moderna ilusión de que la belleza puede comprarse y
culturas, promovida por las castas de guerreros en las sociedades bár venderse. Lo kitsch, pues, es un fenómeno reciente. Aparece en la
baras en las que todos los valores (incluyendo aquellos denominados historia en el momento en que la belleza en sus diversas formas es
estéticos) eran simples símbolos y medios de diferenciación económi distribuida socialmente igual que cualquier otra comodidad sujeta a
ca. A pesar de sus relaciones más complejas, pensó Veblen, la socie la esencial ley del mercado, de la oferta y la demanda. Una vez perdi
dad moderna ha preservado la característica básica de la «cultura da la meta elifisca de la unicidad y regulada su difusión por estánda
rapaz». res pecuniarios (o por estándares políticos en países totalitarios), la
Con seguridad el arte e incluso la moderna comercialización de «belleza» se convierte en algo bastante fácil de fabricar. Este hecho
pseudoarte no puede explicarse meramente por la búsqueda del sta puede explicar la ubicuidad de la espuria belleza del mundo de hoy,
tus. Aunque las auténticas experiencias estéticas fueran escasas, en el que, incluso la naturaleza (explotada y comercializada por la in
hasta el punto de resultar estadísticamente irrelevantes, y aunque va dustria turística), ha acabado por parecerse al arte barato. Hace
rios factores sociales pueden ayudarlo o impedirlo, la necesidad de menos de un siglo, la naturaleza solía imitar el arte, como dijo Osear
arte y el deseo de prestigio son entidades psicológicas diferentes. Wilde en su famoso «Decay of Lying». Ciertas puestas de sol llegaron
Esta distinción se puede verificar indirectamente por el hecho de a parecer pintadas por Corot. Hoy en día la naturaleza no le queda
que, incluso el consumo de pseudoarte, no coincide con el consumo otra elección que la de imitar las reproducciones en color producidas
con propósitos únicamente de ostentación. Los amantes de lo kitsch en masa, ser tan bella como una postal.
pueden buscar el prestigio -o la agradable ilusión de prestigio
pero sus placeres no acaban ahí. Lo que constituye la esencia de lo
kitsch probablemente es su abierta indeterminación, su vago poder II. KITSCH, CAMP, Y ARTE ELEVADO
«alucinógeno», su espuria ensoñación, su promesa de una fácil catar
sis * . En muchos casos, igual que el auténtico arte al que imita, el No hace mucho, cuando la victoria modernista sobre el academi
kitsch tiene poco que ver con el «consumo conspicuo» vebleniano. cismo pompier (una de las formas más espléndidas y autoequetativas
Haciendo hincapié en la básica modernidad del kitsch, T. W. Adorno de lo kitsch) y otras corrupciones del gusto similares parecía irrever
correctamente observa que: dible, el mundo del arte se abandonó a la ilusión optimista de que el
monstruo siniestro y benevolente del kitsch nunca volvería a rondar
La necesidad histórica del kitsch ha sido mal interpretada por Veblen. sus recintos. Tras un período medio triunfal del «arte elevado», �e
Para él, el falso castillo no es sino una reversión. No sabe nada de su intrín creía que lo kitsch estaba seguramente confinado al mercado de la
seca modernidad y. visualiza las imágenes ilusorias de la unicidad en la era pulga o a la oscura -aunque floreciente- industria de las imitacio
de la producción en masas como meros vestigios en lugar de como «res
puestas» a la mecanización capitalista que traiciona algo de la esencia de nes baratas, a los humildes objetos de arte religioso, souvenirs vulga
está. El ambito de los objetos que funcionan en el consumo conspicuo de res y retorcidas antigüedades. Pero el monstruo polimorfo del pseu
Veblen es realmente un ámbito de imaginería artificial. Está creado por la doarte tenía un poder secreto y afianzado del que pocos modernistas
pulsión desesperada de escapar de la abstracta mismidad de las cosas por eran conscientes --el poder de agradar-, de satisfacer, no sólo las
una especie de autoconstruida y fútil promesse du bonheur 5.
nostalgias populares más fáciles y extendidas, sino también la vaga
Aceptamos la teoría de la «búsqueda de status» o prefiramos ver idea de belleza de la clase media, que es todavía, a pesar de las aira
lo kitsch como una agradable escapada de la monotonía de la moder das reacciones de diversas vanguardias, el principal factor en cuestio
na vida cotidiana; todo el concepto de lo kitsch se centra claramente nes de consumo estético y, por tanto, de producción.
en cuestiones tales como la imitación, la falsificación, la copia y lo Otros factores e influencias han apoyado la reciente reaparición
que podemos denominar la estética de la decepción y el autoengaño. de lo kitsch en el dominio del arte elevado. Una ventaja «estratégica»
de máxima importancia ha sido la tendencia del kitsch a prestarse a la
ironía. Desde la alabanza de Rimbaud de la «poética del azar» y la
* La perpectiva definición de Adorno de lo kitsch como «parodia de catarsis» se
discute más adelante.
«pintura estúpida» 6 a través del Dada y el surrealismo, las vanguar-
5
T. W. Adorno, «Veblen·s Attack on Culture», Studies in Philosophy and Social
Science 9 (1941): 401. 6
En su muy discutida «Alquimia de la palabra» Rimbaud declara: «Me gustan
226 CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD KITSCH 227
días rebeldes han hecho uso de una variedad de técnicas y elementos Si la vanguardia y la moda camp pueden recurrir a las formas y
directamente prestados del kitsch para sus irónicamente destructivos técnicas artísticas claramente relacionadas con las más obvias varie
propósitos. Así, cuando la vanguardia se puso de moda, especial dades de lo kitsch, el kitsch puede a su vez imitar provechosamente la
mente tras la Segunda Guerra Mundial, lo kitsch comenzó a disfrutar apariencia del vanguardismo. Esta es otra explicación del poder de
de una extraña clase de prestigio negativo, incluso en alguno de los supervivencia constantemente renovado de lo kitsch dentro del do
círculos intelectuales más sofisticados. Este parece ser uno de los minio de lo que comúnmente es considerado como arte elevado.
principales factores en el surgimiento de la curiosa sensibilidad Ciertamente, el artista kitsch imita la vanguardia sólo en la medida
camp, que, bajo la guisa del conocimiento irónico, puede abando en la que los inconvencionalismos de ésta hayan probado tener éxito
narse libremente a los placeres ofrecidos por el más horrendo kitsch. y habefsido ampliamente aceptados o incluso convertidos en este
El camp cultiva el mal gusto -generalmente el mal gusto de ayer reotipos. Ya que lo kitsch, por su propia naturaleza, es incapaz de
como forma de refinamiento superior. Es como si el mal gusto, reco aceptar el riesgo implicado en todo auténtico vanguardismo.
nocido y perseguido conscientemente, pudiera realmente superarse El kitsch utiliza procedimientos de vanguardia con el propósito
y convertirse en su opuesto. Esto es al menos lo que sugiere Susan de lo que podemos llamar «propaganda estética». Un buen ejemplo
Sontag en su «última» afirmación sobre lo camp, es decir, «es bello literario de esto es el poeta soviético Evguenei Evtuchenko quien,
porque es horrible>/. No obstante, externamente lo camp, es a me hace más o menos una década, logró la rápida celebridad de una es
nudo difícil, si no imposible, de distinguir de lo kitsch. trella del rock, tanto en su país natal, como en Occidente. Un ensa
La nueva moda camp, nacida no hace mucho en círculos intelec yista italiano, Luigi Baldacci, ha señalado convincentemente la cuali
tuales (originalmente homosexuales) de la ciudad de Nueva York, dad kitsch de uno de los poemas más característicos de Evtuchenko,
barrió rápidamente todos los Estados Unidos y ha contribuido sus «La Central de energía hidroeléctrica de Bratsk 9. El «kitsch poéti
tancialmente al renacimiento de lo kitsch en el mundo del arte eleva co» de Evtuchenko se define por el intento del poeta de transmitir un
do. Aun así, se tiene razón al sorprenderse cuando se sabe que un mensaje político llano y predecible por medio del lenguaje poético
museo unánime estimado --con una de las mejores colecciones de futurista de Mayakovsky. El mensaje, en sí, aunque extremadamen
arte moderno del mund()--- puede albergar una muestra consistente te banal, no se puede llamar propiamente kitsch. Sin embargo, el
principalmente en magníficos kitsch, como redimidos por la sensibili contenido político del poema se vuelve kitsch cuando asume una
dad camp. En su artículo del New York Times sobre todo la gran ex falsa identidad y se disfraza de poesía. La falsificación estética consis
hibición de arte norteamericano contemporáneo organizado por el te en el uso de los medios expresivos de la vanguardia que no tienen
;\rl lnstitute ofChicago, en el verano de 197'+, Hilton Kramer agrupa nada que ver con el talante del poema y cuya única función es la de
sugestivamente los numerosos pintores representativos del espíritu adosar la etiqueta prodotto d'arte (producto artístico) sobre un «pa
cmnp (siendo el «gran maestro» Andy \Varhol) bajo la etiqueta de quete que no contiene nada más que un puro mensaje ideológico» 10.
«Escuela del Mercado de la Pulga». Escribe con amargura« ... he pa La diferencia entre Mayakovsky y Evtuchenko es bastante clara: el
sado muchas horas en auténticos mercados de la pulga donde la re primero era un auténtico revolucionario, tanto poética como políti
compensa visual era mucho mayor»8 . Tales ejemplos de la prolifera camente (nos guste o no su política), mientras que el segundo es sim
ción e intrusión de lo kitsch en el dominio del arte ekvado justifica la plemente un propagandista habilidoso intentando «vender» lugares
reflexión, más bien melancólica, de Kramer de que «ya no hay bolsi comunes ideológicos aceptados como poesía de vanguardia.
llos de mal gusto o de vulgar exhibición, enterrados antaño, que no La posibilidad del uso de elementos kitsch por parte de la van
estén dispuestos para su exhumación». guardia y, viceversa, del kitsch haciendo uso de las divisas de la van
guardia indica cuán complejo es el concepto de kitsch. Efectivamen
los cuadros estúpidos. los cntrcpm1os, los decorados, los trapecios parn los acróbatas, te, estamos tratando aquí con la categoría más sorprendente y elusiva
las scfíales. los grabados populares, la literatura pasada de moda, el latín eclesiástico, de la estética moderna. Como el propio arte, del que es tanto imí�
los libros eróticos mal escritos, las novelas de nuestras ahucias, los cuentos de hadas, tación como negación, lo kitsch no se puede definir desde un solo
los pequeños libros para niños. las ópcrns antiguas. los refranes ridículos, las rimas
ingenuas.» (Complete Works, trad. Wallace Fowlie [Chicago: The Univcrsity of Chi
cago P1css. 1970]. p. 19'.1). 9 Ver «Hcrmann Broch
- Susan Sontag. Ag11i11sl !rttrr¡m•tations (Ncw York: Del!, 1969), p. 29.1. e il problema del kitsch en Le idee corre111i (Fírenzc: Va
s I Iilton Kramer, «New Art of the 70's in Chicago: Visual Blustcr ami Camp Sen llecchi. 1968, pp. 47 ss.
sihilily». Ncw York Times, 14 jul. 1974. Sección 2, p. 19. líl lbíd .. p. 48.
228 CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD KITSCH 229
punto de vista. Y otra vez como el arte --o para el caso antiarte plica en kitsch. Las paradojas estéticas, envueltas en la noción de
lo kitsch se niega a prestarse incluso a una definición negativa, por cursi, son similares a las del kitsch, como lo revela una lectura del bri
que simplemente carece de un único concepto oponente preciso y llante ensayo sobre Lo cursi (1943) de Ramón Gómez de la Serna n_
distinto. La circulación del término cursi, no obstante, queda limitada al
mundo hispánico.
Tan próxima a kitsch como cursi es, quizá, el término ruso pos
UI. ETIMOLOGÍA, CONTEXTOS DE USO, hlust, al menos en su interpretacióny transcripción nabokoviana, en
Y LA «LEY DE INADECUACIÓN ESTÉTICA» la que «la primera o es tan grande como el plop de un elefante al caer
en un charco de barro y tan redonda com los pechos de una belleza
¿Qué es, entonces, el kitsch'? ¿Podemos contentarnos con decir bañandose en las postales alemanas» [Nikolai Golol (Norfolk,
vagamente que es mal arte -basura artística o literaria- como suge Conn., New Directions, 1944, p. 63]. Las aproximadamente diez pá
riría la etimología inmediata? ¿O deberíamos estar a favor de la no ginas del ensayo de Nabokov sobre Gogol en el que se discute lo pos
ción de que el kitsch es principalmente arte falso y, por tanto, debería hlust están entre las más ingeniosas y perceptivas que se hayan escrito
ser juzgado en relación a categorías de falsedad tan intrigantes como jamás sobre lo kitsch y-aunque nunca se menciona la palabra ale
la imitación, la falsificación o la mentira? Y, si se admite la relación mana- y las afinidades entre lo que significa esta noción y ciertos
entre la falsedad y el kitsch ¿cómo puede explicar esta relación el ex rasgos sobresalientes del carácter alemán. «Entre las nociones con
tendido punto de vista de que kitsch es sinónimo de «mal gusto»? Y, las que hemos tomado contacto», escribe Nabokov, «Alemania siem
entonces, ¿qué es el mal gusto? ¿Debería el kitsch como mal gusto pre nos había parecido un país donde lo poshlust, en lugar de ser bur
discutirse mayormente en términos estéticos o, más bien, concebirse lesco, es una de las partes esenciales del espíritu y los hábitos nacio
sociológicamente como una clase de divertimiento ideológico? Y, nales y de la atmófera general...» (p. 64). Desde luego, puede ser
visto como falsedad y diversión, ¿no requiere lo kitsch que sea tam una de las razones por las causas kitsch y no poshlust, ha sido adopta
bién considerado éticamente? Y, si la explicación ética se justifica, do internacionalmente: los alemanes ciertamente se han ganado la
¿no se puede ir más allá y concebir lo kitsch teológicamente, como cortesía de este reconocimiento. Y, además, kitsch es tan fácil de
una manifestación del pecado que, en última instancia, ha de incul pronunciar, tan fácil como «itch» *. Y, si siguiéramos por un mo
parse a la influencia del diablo? Estas y otras cuestiones similares han mento la paranomástica lógica de Nabakov, ¿no sentimos todos cier
surgido en conexión con el kitsch, y el problema es que, hasta cierto ta comezón por lo kitsch'?
punto, son relevantes. El término kitsch, como el concepto que designa, es bastante re
Antes de intentar responder tales cuestiones, señalemos que, del ciente. Comenzó a utilizarse entre 1860 y 1870 en la jerga de pintores
gran número de términos que designan el mal gusto artístico en di y marchantes de Munich, y se utilizaba para designar material artísti
versas lenguas modernas, kitsch ha sido el único en lograr un auténti co barato. El kitsch no se convirtió en un término internacional hasta
co status internacional. En alemán, de donde proviene, kitsch tiene la primera década del siglo XX. Como ocurre con frecuencia con eti
un número de sinónimos o cuasisinónimos tales como schund o tri quetas tan ambiguas y de tan amplia circulación, su etimología es in
vial, y compuestos léxicos, como Schundliteratur o Trivialliteratur se cierta. Algunos autores creen que la palabra alemana se deriva de la
emplean indiscriminadamente para denotar lo kitsch literario. En inglesa sketch (esbozo) mal pronunciada por los artistas de Munich y
francés, camelote sugiere la baratura o la pobre cualidad de muchos aplicada derogatoriamente a esas imágenes baratas compradas como
objetos kitsch, pero no puede ser utilizado como un concepto estéti souvenirs por los turistas, especialmente los angloamericanos (cf.
co. También en francés, la noción de style pompier se refiere a una Gero von Wilpert, Schworterbuch der Literatur, Stuttgart, 1969).
variedad de mal gusto pictórico pomposo y academicista, pero carece Según otros, su posible origen debe buséarse en el verbo alemán ver
tanto de la complejidad semántica como de la flexibilidad del kitsch. kitschen, que en el dialecto mecklenburgués significa «fabricar bara-
En hebreo y en inglés americano palabras como schlock (algo de
poco valor o calidad) o schmaltz (arte sentimental y exageradamente
florido) se acerca a ciertas tonalidades de significado implicadas por 11 Ramón Gómez de la Serna, Lo cursi y otros ensayos (Buenos Aires: Editorial
kitsch, pero están lejos de cubrir toda el áera referida por este último Sudamericana, 1943), pp. 7-54.
concepto. El español cursi, por lo que sé, es la única palabra que su * Señala similitud sonora y de significados asociados: itch significa sarna, come
giere el aspecto engañoso y de autoengaño del mal gusto que se im- zón. (N. de la T.)
230 CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD
KITSCH 231
to» (cf. Triibners Deutsches Wórter buch, vol. 4, Berlín, 1943). Lud
wig Giesz en su Phdnomenologie des Kitsches también menciona la pintura y escultura, música, cine y programas de televisión, literatu
hipótesis que une kitsch al verbo alemán kitschen, en el sentido de ra, y virtualmente cualquier sujeto de juicios de gusto. Si pensamos
«recoger basura de la calle» (den Strassnenschlamm zusammenscha e� lo kitsch en términos de engaño estético y autoengaño, existen ob
rren); kitschen tiene desde luego este significado específico en la viamente tantos tipos de kitsch como posibilidades de mal uso o imi
parte suroeste de Alemania; también puede significar «hacer mue tación de los signos del arte. Limitándonos, por el momento, a la lite
bles nuevos a partir de los viejos» (neue Móbel auf alt zurichten) 12. ratura, podemos distinguir dos categorías muy comprensivas, cada
Estas tres principales hipótesis etimológicas, aunque sean erró una_ de la� cuales con!iene un número infinito de especies y subespe
neas, me parecen igualmente sugerentes de ciertas características bá c,1�s: 1) k1_ts�h producido pa�a la propag�nda (inc
_ Juyendo lo kitsch po
sicas del kitsch. Segundo, para ser producible, lo kitsch debe ser rela htico, rehg10so, etc.) y 2) kllsch producido prmc1palmente para el en
tivamente barato. Y, por último, hablando estéticamente, lo kitsch tretenimiento (historias de amor, poesía de tienda de regalos tipo
debe ser considerado como basura o chatarra. Rod McKuen, baratijas literarias, melosidades, etc.). No obstante,
Permítaseme añadir que, aparte de quienes derivan kitsch bien deberíamos reconocer que la división entre estas dos categorías
del inglés (la «teoría del esbozo») o del alemán, hay escritores que puede ser muy vaga: la propaganda puede enmascararse como entre
abogan por puntos de vista menos plausibles. Según Gilbert Highet, tenimiento «cultural» y, a la inversa, el entretenimiento puede diri
kitsch viene del verbo ruso keetcheetsya, que significa «ser arrogante girse hacia metas sutilmente manipuladoras. Desde un punto de vista
y engreído». De ahí su afirmación de que kitsch significa «ostenta psicológico, podemos utilizar la distinción que propone Hans Egon
ción vulgar» y «se aplica a todo lo que se construye con muchos pro Holtusen entre «kitsch dulce» -el sentimental «tipo sacarina»-y la
blemas y es bastante feo» 13. Por muy improbable que sea, esta deri variedad agria, con innumerables matices intermedios 14.
Sin importar cómo clasifiquemos sus contextos de uso, kitsch
vación tiene el mérito, no sólo de enfatizar las incertidumbres básicas siempre implica la noción de inadecuación estética. Tal iiladecuación
con respecto al origen de la palabra, sino que también sugiere la au , sec:ncuentrcral1IBffiloo en ol5Jefos cuyas cualidades formales (mate
téntica flexibilidad de su significado actual. Además, Highet está en \ riales, forma, tamaño, etc.) son inapropiadas en relación a su conte
lo cierto hasta el punto de que señala que lo kitsch no es siempre fácil . nido cultural o a su intención. Una escultura griega reducida al tama-
de hacer, y que producir mal arte y poesía puede requerir a veces bas ño de una chuchería puede servirnos de ejemplo. Pero la «ley de
tante esfuerzo. inadecuación estética» cubre un campo mucho más amplio y pode
Cualquiera que sea su origen, kitsch fue y es todavía una palabra mos hablar de efectos kitsch con respecto a combinaciones o conjun
fuertemente derogatoria, y como tal se presta a un amplio rango de tos d� objetos que, tomados individualmente, no tienen en sí nada de
usos subjetivos. Llamar a algo kitsch es, en la mayoría de los casos, kitsch. Así un auténtico Rembrandt colgado en el ascensor de la casa
una forma de rechazo directo como carente de gusto, repugnante, o de un millonario resultaría indudablemente kitsch. Obviamente, éste,
incluso nauseabundo. No obstante, kitsch no puede aplicarse a obje es un ejemplo hipotético y una caricatura, pero tiene el mérito de su
tos o situaciones que sean totalmente ajenos al producto o la recep gerir el uso del auténtico gran arte como mera decoración ostentosa.
ción estéticas. Generalmente, kitsch descarta las aspiraciones o pre Un objeto estético mostrado como símbolo de abundancia no se con
1
tensiones de calidad de cualquier cosa que intente ser «artística» sin vierte en kitsch, pero el papel que desempeña es típico del mundo de
serlo realmente. Puede, entonces, de forma derogatoria aplicarse a lo kitsch. Ciertamente, lo opuesto ocurre con más frecuencia, es
la arquitectura, el paisajismo, la decoración interior y el mobiliario, decir, una variedad de cosas fácilmente adquiribles, que tienen poco )
o nada que ver con el arte, pueden adquirir significancia estética y ser
12 Ludwig Giesz, Phiinomenologie des Kitsches (Heidelberg: Rothe, 1960). tratadas con el respeto debido a los auténticos objetos de arte. Sólo
p. 21. Para una discusión acerca de este y otros supuestos con respecto al origen de tenemos que pensar en las horrendas viejas «curiosidades» que se
kitsch y sus diversos matices significantes, ver Manfred Durza, «Der Kitsch-seine vers venden en las cada vez más numerosas tiendas de nostalgia -robots
chueden Aspekte», en Der Deutschuntaricht, 19. 1967, 1, pp. 95-97; también, .Jochen
Schulte-Sasse, Die Kritik an der Triv;allituratur seit der Aufkliirung (Munich: Fink oxidados, ruedas de carro rotas, orinales de porcelana, pesados gri
Verlag. 1971), pp.-136-38. Para una bibliografía general de los estudios sobre el kits fos oxidados de hace dos o tres generaciones, y un sinfín de otras an-
ch. ver H. Schüling, Zur Geschichte <frr iisthetischen Wertung: Bibliographie der Ab
handlingen iihcr den Kitsch (Giessen, 1971). 14
11 Gilbert Highet, «Kitsch». en A Clerk of Oxenford (New York: Oxford Univer Esta distinción se elaboró en Alemania, a finales de la década de 1940, y, entre
sity Press, 1954), p. 21 l. otros. la elaboraron H. E. Holthusen en «Über den sauren Kitsch». en su .la und Nein
(Munich: Piper Verlag). 1945, pp. 240-48.
232 CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD KITSCH 233
sobre todo, deben poseer lo inesperado y nuevo. Acostumbrados a la
drajosas y chatarrosas «antigüedades»-, con las que mucha gente lucha, las cruces y la monotonía de la vida práctica, requieren emociones
disfruta como con reliquias poéticas del mundo mejor de nuestros rápidas, pasajes deslumbrantes... Los autores aspirarán a la ejecución rá
abuelos. Entre los dos extremos del arte auténtico reducido a signifi pida, más que a la perfección del detalle. Las producciones pequeñas serán
car mera riqueza y el patente no arte vestido de prestigio estético, más comunes que los libros voluminosos... El objetivo de los autores será
hay un sinfín de ejemplos a los que se puede aplicar el concepto de sorprender más que agradar, y remover las pasiones más que encantar el
gusto 15.
inadecuación estética.
Tocqueville es uno de los primeros en señalar que la democracia
anima el comercialismo en la literatura y las artes:1Dejando de lado
IV. KITSCH Y ROMANTICISMO un gran número de autores, los escritores en una democracia traba
jan para el mercado:
Aunque el kitsch puede ocurrir en un gran número de contextos
diferentes, el concepto carece casi completamente de lo que llamaría La democracia, no sólo inculca un gusto por las letras entre las clases
«profundidad histórica», es decir, casi no puede usarse en relación mercantiles, sino que introduce un espíritu mercantil en la literatura...
con nada antes de finales del siglo XVIII o el inicio del siglo XIX. Esto Entre las naciones aristocráticas nadie puede esperar tener éxito sin gran
es otro modo de decir que kitsch -no sólo como término, sino tam des esfuerzos, y ... estos esfuerzos pueden conferir gran cantidad de fama,
pero nunca mucho dinero; mientras que entre las naciones democráticas,
bién como concepto-- es esencialmente moderno. Aunque podamos un escritor puede hacerse la ilusión de que obtendrá a un coste barato una
descubrir alguna relación formal entre lo kitsch y el arte manierista o magra reputación y una gran fortuna 16•
barroco, kitsch parece ser, históricamente, un resultado del romanti
cismo. Por una parte, la revolución romántica --en tanto que conse Lo que es remarcable de pasajes como éste es que muchos de los
cuencia de la querella del siglo xvm entre los antiguos y los moder puntos que señala pueden aplicarse al kitsch: arte como recreo y en
nos- trajo consigo una casi completa relativización de las normas tretenimiento, facilidad de acceso, efectos rápidos y predecibles, «es
del gusto; por otra parte, muchos románticos (algunos de ellos verda píritu comercial» por parte de los escritores (que están más interesa
deros grandes poetas o artistas y, por supuesto, sin nada que ver con dos en la recompensa financiera inmediata que en lograr la fama), la
lo kitsch) promovieron una concepción del arte sentimentalmente necesidad psicológica del lector de escapar del aburrimiento de la
orientada, que a su vez abrió el camino a varias clases de escapismo vida cotidiana --estos son algunos de los elementos recurrentes en
estético. Ya se ha señalado antes que el deseo de escapar de una rea las definiciones sociológicamente orientadas del kitsch-.
lidad adversa o simplemente aburrida es quizá la principal razón del Las relaciones entre romanticismo y kitsch pueden discutirse tam
amplio atractivo de lo kitsch. bién desde un ventajoso punto de vista estético. Hermann Broch,
Más generalmente, el romanticismo es el primer movimiento ar por ejemplo, liga el moderno surgimiento de lo kitsch al cambio aca
tístico y literario popular, importante el principal producto cultural rreado por el romanticismo en el concepto del ideal estético. Antes
del surgimiento de la democracia moderna. Un sociólogo de las insti del romanticismo el ideal estético era considerado como transcenden
tuciones y la vida cultural como Tocqueville no podía dejar de tratar te con respecto a cualquier obra de arte: la belleza se consideraba un
las destacadas características que distinguen la literatura de épocas absoluto, prácticamente inalcanzable, modelo y criterio de valor.
democráticas (él no utilizó la palabra «romanticismo») de la literatu Pero durante la era romántica el ideal estético perdió todo rastro de
ra producida en períodos de aristocracia (obviamente tenía in mente su anterior transcendencia y llegó a ser percibida exclusivamente en
a los grandes poetas franceses del siglo XVII). En las democracias, los términos de su inmanencia en un número finito y particular de obras
hombres no creen que los placeres de la mente constituyan el encanto de arte. Los sistemas de valores, antes del romanticismo, eran, según
principal de sus vidas; pero se consideran recreos transitorios y nece Broch, abiertos (en el sentido de que la meta perseguida permane
sarios entre las serias labores de la vida. Y Tocqueville sigue desl:ri cía fuera del sistema). En un ensayo escrito en 1950, observa,
biendo con más detalle las necesidades del lector medio en un perío
do de democracia: El romanticismo se inclina hacia una dirección exactamente opuesta.
Desea hacer de la idea platónica del arte -belleza- la finalidad inmediata
Como el tiempo que pueden dedicar a las letras es muy corto, intentas
sacar lo mejor de todo ello. Prefieren libros que puedan procurarse con 15 Democracy inAmerica II, pp. 70-71.
facilidad, se lean fácil, y que no requieran investigaciones eruditas para ser 16
lbíd., p. 72.
comprendidos. Piden bellezas que se brinden y se disfruten con facilidad;
23'-l CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD KITSCH 235
y tangible de toda obra de arte... Aun así, mientras el arte permanezca
como un sistema, el sistema se cierra; el sistema infinito se convierte en elemento finalmente irreductible, un elemento que es constitutivo de
sistema finito ... Y este proceso constituye la precondición básica de toda los que podemos denominar «la autonomía estética», el arte que se
forma de kitsch, pero al mismo tiempo debe su existencia a la estructura produce para un consumo inmediato es clara y enteramente reducti
específica del romanticismo (esto es, al proceso por el cual lo mundano se ble a causas y motivos extrínsecos. Para subrayar esta importante
eleva al rango de lo eterno). Podemos decir que el romanticismo, sin ser
por ello kitsch en sí mismo, es la madre de lo kitsch y que hay momentos en cuestión será útil mencionar la distinción entre arte genuino y cultura
los cuales el hijo se parece tanto a la madre que uno no puede diferen de masas propuesta por uno de los representantes de la crítica social
ciarlos 17• y cultural de la Escuela de Francfort, Leo Lowenthal. Estudioso du
rante mucho tiempo de la relación entre la cultura de masas y la so
En un ensayo anterior fechado en 1933, Broch habla también de ciedad (como lo hace en su libro Literature, Popular Culture, and So
kitsch y romanticismo, basando su paralelismo en la común cualidad ciety, 1961), Lowenthal resume tanto su postura personal como la
nostálgica. A menudo, dice, lo kitsch no es sino «una escapada al idi filosofía cultural de la Escuela de Francfort como un todo cuando
lio de la historia donde todavía son válidas las convenciones estable dice: «Mientras el concepto de reduccionismo tenga alguna legitimi
cidas... El kitsch es el modo más simple y directo de disparar esta dad, se puede aplicar desde luego a la cultura de masas... Aunque re
nostalgia» 18• Reemplazando la realidad histórica o contemporánea chazó totalmente una explicación sociológica de la literatura, que
por clichés, lo kitsch adelanta claramente ciertas necesidades emo mira las obras de arte como meros reflejos de la sociedad, la teoría
cionales que generalmente se asocian con el concepto de mundo ro del reflejo es exactamente el concepto legítimo para aplicar a la cul
mántico. En gran medida podemos considerar lo kitsch como una tura de masas. En términos marxistas clásicos, cultura de masas es
forma vulgar de romanticismo. desde luego ideología.» Y esto es así porque el significado del fenó
meno de la cultura de masas «de ninguna manera consiste en lo que
tengan que decir, sino más bien en hasta qué punto lo que dicen es
V. MAL GUSTO, IDEOLOGÍA Y HEDONISMO una afirmación generalizable acerca de las predisposiciones y actitu
des de aquellos consumidores que en grandes agregados están acep
El kitsch aparece como un fenómeno reciente incluso aunque lo tando la mercancía» 19. Si reemplazamos la noción de cultura de
identifiquemos con el mal gusto. Aunque algunos críticos hablan de masas por kitsch, esta distinción resulta incluso más convincente. En
la «universalidad del kitsch» (teóricamente como un supuesto legíti este contexto con kitsch significamos simplemente falsa conciencia
mo), nunca irá en especificaciones más allá, digamos, del período ba
rroco. Esto quizá sea a causa de lo extremadamente difícil que es es \estética o, para parafrasear la definición20de kitsch de Theodor W.
-'i Adoruo como una «parodia de catarsis» , la parodia de la concien
pecular acerca de como era el mal gusto de períodos anteriores. cia estética.
También es porque incluso puede que el mal gusto no existiera en pe Al final de la década de 1930 dos de los miembros dirigentes de la
ríodos anteriores o, si existía, no poseía medios de sistematizar sus Escuela de Francfort, T. W. Adorno y Max Horkheimer, introduje
convenciones y de institucionalizar sus actividades para alcanzar un ron la noción de «industria cultura» (mencionada también como «in
gran número de posibles consumidores de arte específicamente falso. dustria del entretenimiento», «industria del divertimento», etc.),
Esto eleva la cuestión de la conexión del mal gusto con la historia de que definieron desde un punto de vista dialéctico más amplio y anali
la tecnología moderna, especialmente la llegada de la máquina de zaron con más detalle en su obra conjunta de posguerra Dialectic of
producir y reproducir libros y otros tipos de obras de arte. Enlightenment (publicada por primera vez en 1947) 21. Básicamente,
Como hipótesis de trabajo podemos considerar que el mal gusto
de los tiempos modernos consiste principalmente en una ilusión de
gusto ideológicamente manipulado. Razón por la cual la cultura de 19
Ponencia en el Simposio «The Comparative Method: Sociology and the Study
masas puede describirse de modo bastante adecuado en términos de of Literaturc», publicado en Yearbaok of Camparalil'e and General Li1era111re 23
ideología o falsa conciencia. Si el auténtico arte contiene siempre un (1974): 18.
20
T . W. Adorno, Asthetische Theorie (Frankfurt/Main: Suhrkamp, 1970),
pp. 355 SS.
21 C. f. «Kulturindustrie, Aufklarunals Massenbetrug», en Max Hokherimer y
17
Hermann Broch, «Notes on the Prohlem of Kitsch», en Kitsch, the World of
Theodm W. Adorno, Dialectik der Aufkliirung (Frankfrut/Main; Fischer Verlag,
Bad Ta,\/<', ed. Gillo Dorfles (New York: Universe Books, 1969), p. 62.
lk 1969), pp. 128-176. John Cumming ha traducido el libro al inglés como Dialectic of
lbíd , p. 73. Enlightenmenl (New York: Herder, 1972). Para una visión histórica completa de la
236 CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD KITSCH 237
la industria cultural se interesa en surtir el mercado (pseudo)cultural sólo ampliar el campo de su aplicación y darnos cuenta de que todo el
con productos específicamente diseñados para inducir la relajación. proceso de producción y consumo de (pseudo)cultura de masas lo fa
Ya en 1941, Adorno describió la necesidad de las masas de distrac cilita una muy humana disposición al autoengaño. Adorno escribe:
ción o «diversión», tanto como resultado del modo de producción «La gente quiere divertirse. Una experiencia del arte totalmente
existente (capitalista), como, por decirlo así, uno de sus más caracte concentrada y consciente sólo es posible para aquellos cuyas vidas no
rísticos productos. Reformulando en un contexto cultural la famosa están sometidas a tanto esfuerzo que en el tiempo libre desean libe
teoría marxista de que el modo de producción manufactura, no sólo rarse del aburrimiento y del esfuerzo simultáneamente. Toda la esfe
ciertas comodidades, sino también la necesidad de, precisam�nte, ra del barato entretenimiento comercial refleja este doble deseo. In
esas comodidades, Adorno escribió: «Los consumidores de entrete duce a la relajación porque está pautada y predigerida» 23.
nimiento musical son ellos mismos objetos o, incluso, productos del Ciertamente, una de las principales razones del crecimiento de lo
mismo mecanismo que produce la música popular. .. El poder del kitsch desde el comienzo del siglo XIX, citando a otro sociólogo de la
proceso de producción se extiende sobre los intervalos de tiempo que cultura moderna, Dwight Macdonald, es el hecho de que «las empre
en la superficie parecen ser libres... La gente pide aquello que de sas encontraron un mercado lucrativo en las demandas culturales de
todos modos va a obtener 22. Lo que es difícil de aceptar en las expli las recién despertadas masas, y el avance tecnológico hizo posible la
caciones de Adorno es la identificación de «masas» con «clase obre producción barata de libros, cuadros, música y muebles en cantida
ra» en un sentido marxista convencional. El hecho es que, incluso en des suficientes como para satisfacer el mercado» 24• Pero, aunque la
el momento en el que se escribió el artículo, el concepto de cultura de asociación entre kitsch y bajo coste es a menudo inevitable, no debe
masas se aplicaba también a la clase media. Hoy es quizá más obvio, ríamos olvidarnos del hecho de que la última noción es muy relativa y
que hace tres o cuatro décadas, que la cultura popular--en la medida puede, por tanto, convertirse, al utilizarse como criterio único, en
en la que sea kitsch- responde primariamente a las necesidades psi algo peligrosamente equívoco. Lo que considera barato un miembro
cológicas de la clase media, que intenta, con bastante éxito, generali de la clase media alta puede ser prohibitivamente caro para alguien
zar a toda la sociedad en un mundo electronizado que se asemeja menos acomodado. Repitamos también que algunas veces el mal
mucho a la <�Aldea Global» de McLuhan. Esta cuestión la discutire gusto puede poseer importantes medios financieros para la satisfac
mos más adelante. Por el momento deberíamos admitir que la idea ción de sus ostentosos caprichos y fantasías.
de Adorno de la necesidad de «distracción» es bastante exacta con Debemos, por tanto, reconocer la existencia, junto con las mo
destas variedades del kitsch, de un kitsch suntuoso que es privilegio
de lo:; ricos. Además, aun cuando no sea caro, a menudo se supone
Escuela de Francfort, ver el comprensivo y perceptivo líhro de Martín Jay, The Dia que lo kitsch sugiere riqueza y superfluidad: los objetos de imitación
lectical Imagínation: A Story of the Frankfurt School and the lnstitute of Social Resear de oro o plata y las joyas de cristal coloreado que se venden en los
ch, 1923-1950 (London: Heinemann Educational Books, 1973). Especialmente rele almacenes tienen sin duda mucho que ver con el kitsch. En cuanto al
vante para la cuestión de la cultura de masas es el capítulo 6 del libro, «Aesthetic.
Theory and the Critique of Mass Culture», pp. 173-218. kitsch rico, de clase alta, la segunda mitad del siglo XIX y esa exten
22 Adorno, «On Popular Music», Studies in Philosophy and Social Science sión de tiempo que se ha llamado la bel/e époque nos pueden propor
(1941): 38. Ideas similares las desarrolla Horkherimer en su ensayo «Art and Mass cionar numerosos ejemplos. Incluso los reyes que reinaban durante
Culture», originalmente publicado en el mismo ejemplar del Studies. Horlheirner in ese bendito período se convertían a veces al kitsch, como Luis II de
siste en el contenido específicamente jiilso del arte popular: «La oposición entre el Baviera, que se entregó frenéticamente a la clase más lujosa de mal
individuo y la sociedad, y entre la existencia privada y la social, que le dio seriedad al
pasatiempo del arte, se ha vuelto obsoleta. Los llamados entretenimientos, que han
gusto. Para algunos escritores (por ejemplo, Abraham A. Moles) 25,
tomado la herencia del arte, son hoy día sólo tónicos populares, corno la natación o el
fútbol. La popularidad ya no tiene nada que ver con el contenido específico o la ver
dad de los productos artísticos. En los países democráticos, la decisión final ya no de 23 «On Popular Music», ibíd.
pende de los educados, sino de la industria del entretenimiento ... En cuanto a los paí 24 Dwight Macdonald, «A Theory of Mass Culture», en Mass Culture, ed. Ber
ses totalitarios, la decisión final depende de quienes manejan la propaganda directa e nard Rosenberg, y David Manning White (New York; Free Press, 1964), p. 66. Este
indirectamente, que por naturaleza es distinta a la verdad. La competencia del artista ensayo. originalmente publicado en Diognees (verano 1953), fue revisado y ampliado
en el mercado libre, una competencia en la que el éxito dependía de los educados, se corno «Mass and Midcult» -ver Against the American Grain (New York: Randorn
ha convertido en una carrera en favor de los futuros poderes...». Citado de M. Hork House, 1962), pp. 3-79. Todavía prefiero la primera versión por su mayor y más direc
heirner, Critica/ Theory, trad. M. J. O'Connell (New York: Herder & Herder, 1972), to impacto.
25 Abraharn A.
pp. 289-90. Moles, Le kitsch: /'art du bonheur (Paris: Mame, 1971).
238 CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD KITSCH 239
gran medida producto de la famosa ética del trabajo protestante (en lo superior. Por sí misma, la creencia en el progreso puede ser un in
la que Max Weber vio la causa principal del capitalismo), la dinámica centivo para el aplazamiento del consumo. Pero la alianza entre la
de la économía"áctual y todo el entramado temporal en el que se eje modernidad y el progreso resultó ser sólo temporal, y en nuestra
cutan las actividades sociales anima a una drástica revisión, desde época el mito del progreso parece haberse agotado hace tiempo. Ha
luego a una inversión, de la posición tradicional: se defiende total sido sustituido por el propio mito de la modernidad. El futuro se ha
mente el consumo, mientras los hábitos de sobriedad, moderación y vuelto casi tan irreal y vacío como el pasado. El amplio sentido de
ahorro tienden a aparecer como reliquias anticuadas y un poco ridí inestabilidad y discontinuidad convierte en disfrute instantáneo las.
culas del pasado. Más que un mero cumplimiento de ciertas necesi únicas cosas «razonables» por las que luchar. De ahí el camino hacia
dades básicas, el consumo se ha convertido de alguna manera en casi el consumo y todo el paradójico concepto de la «economía de usar y
un deber -un modo de ayudar a la salud económica de la nación- y, tirar», y, de modo más general, la civilización.
más allá de la mera economía, en un modo de aprehender y com El gran descubrimiento psicológico en el que se fundamenta el
prender el mundo. kitsch radica en el hecho de que, directa o indirectamente, casi todo
Para comprender mejor lo que subyace al actual frenesí por el lo relacionado con cultura artística puede convertirse en algo apro
consumo (la urgencia del «tenlo ahora», tanto del hedonismo cultu piado para el «consumo» inmediato, igual que cualquier comodidad
ral como del contracultural) tenemos que considerar también-otra ordinaria. Es cierto que, a diferencia del consumidor ordinario, el
característica principal de la modernidad, esto es, su penetrante sen consumidor de arte no utiliza aquello que disfruta. No obstante,
tido del cambio. Las consecuencias psicológicas de la aceleración del mentalmente el filisteo moderno puede comportarse como un consu
cambio de la modernidad-y, en primer lugar, el consecuente relati midor común y, sin dañar materialmente o incluso tocar la obra de
vismo axiológico- explican la disminución de la confianza en la esta arte original, destruir su significancia estética (el caso de obras maes
bilidad o continuidad, sin la cual es imposible un rasgo distintivo de tras, como la Mona Lisa, deterioradas por el kitsch se discutirá más
aplazamiento o freno. En las sociedades tradicionales, un tiempo ho adelante). Para responder a las demandas «estéticas» del compulsivo
mogéneo que se renueva perpetuamente en un movimiento circular consumidor de hoy, está la industria cultural imitando, duplicando,
nos ofrece la garantía de que el mañana no será sustancialmente dife reproduciendo y estandarizando cualquier objeto de disfrute. La uni
rente del ayer o del hoy. Por supuesto que las tragedias y ansiedades cidad e incluso la rareza pueden convertirse en cualidades anacróni
individuales son posibles, y dentro de la estructura de un universo cas, que, no sólo están desincronizadas con los tiempos, sino que
esencialmente armónico (el Cosmos griego, por ejemplo, como además ilustran lo que un partidario del «consumo cultural» (y quien
opuesto al Caos) los accidentes y las irregularidades del cambio pue propune un kitsch respetable cejijunto y pequeño-burgués) llama la
den provocar indecibles desastres individuales y colectivos. Pero «Ley de la Ineficiencia del Arte» 28.
tales desgracias no contradicen la creencia en la unidad básica de la Por tanto, el kitsch es arte «eficiente», el aspecto cultural disponi
existencia o el profundo sentido de la continuidad derivado del res ble de la sociedad actual, y una de las manifestaciones más directas
peto por la tradición. En el concepto de historia escolástico judeo de la estética triunfal y la ética del consumo. Originalmente, como se
cristiano, no ha disminuido la importancia de la tradición por las im
plicaciones de la doctrina de la salvación. El sistema de valores sobre
el que se erige la ética cristiana es de los más estables, y el diversifica 28
Alvin Toffler, The Culture Consumers; A Study of Ar/ and Affluence in Ameri
do drama que tiene lugar en el «escenario» de este mundo no puede ca, (New York: St. Martin's Press, 1964), pp. 163 ss. El autor. cuyas explicaciones
pueden resumirse en la observación de que «lo que es bueno para la General Motors
producir la mínima sombra de duda sobre la relevancia del pasado ni puede ser concebido como buen arte» (p. !08), establece una directa relación entre
la certeza del futuro. consumo cultural, la cualidad de los productos consumido; y la riqueza. Tomado sólo
La ética cristiana es, por excelencia, una ética del aplazamientq¡ en términos cuantitativos, el consumo cultural en los Estados Unidos, ni es sólo un
Al albor de la modernidad surgió el mito del progreso, basado en un índice de riqueza, sino también, según el autor, de progreso cultural (el autor acepta'la
concepto secularizado del tiempo lineal e irreversible. Durante su noción de una «explosión cultural». Desde su ruda perspectiva económica, Toffler re
fase «progresiva», la modernidad se las arregló para preservar algo chaza el punto de vista elitista de que la norma del gusto se ha deteriorado poco a poco
con el surgimiento de la cultura de masas, y argumenta que la «Cultura Elevada»
de la vieja cualidad del tiempo, y, en primer lugar, el sentido de con nunca ha sido más próspera que en nuestros días. Por supuesto, no se da cuenta de que
tinuidad entre el pasado, el presente y el futuro. La idea del progreso la Cultura Elevada puede ser explotada por el kitsch exactamente igual que como ex
postura que el cambio tiene cierto patrón, que presupone un cierto plota la cultura popular, y que hoy en día ambas están reguladas, en gran medida, por
orden, que favorece un desarrollo constante y gradual de lo inferior a las leyes de la producción en masa y la difusión masiva.
242 CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD
KITSCH 243
ha señalado, el kitsch emerge como una expresión del gusto de la
clase media y su peculiar hedonismo del tiempo libre. Como una VI. ALGUNAS CONSIDERACIONES ESTILÍSTICAS
forma de ideología (falsa conciencia estética) el kitsch surge bastante
espontáneamente, y el punto de vista marxista prevaleciese de que, Para poner orden en una cuestión tan confusamente diversa, será
más o menos deliberadamente, fue introducido por las clases altas útil acercarnos al problema del kitsch desde tres ángulos diferentes
para distraer a la clase obrera, o las masas, de su vocación revolucio pero complementarios. Para empezar, podemos considerar el kitsch
naria es fundamentalmente incorrecto. Esta falacia no impide que como producto de una cierta categoría de «artistas», «constructores»
ciertos críticos marxistas o paramarxistas (Adorno y Horkhe1mer, o «diseñadores» que, dirigiéndose a una bien definida audiencia de
por ejemplo) hagan una multidud de observaciones extremadamente consumidores medios, aplican conjuntos definidos de reglas y comu
perceptivas con respecto al mundo del kitsch y a su dialéctica interna. nican variedades de mensajes predecibles en estereotipos de paque
Esta no es, incidentalmente, la primera vez que una explicación bási tes «estéticos». Desde este punto de vista, lo kitsch es un estilo, en el
camente errónea resulta intelectualmente excitante e incluso fructí sentido en el que Wedekind lo mencionaba como la forma contem
fera. poránea del gótico, o el barroco, o el rococó. La segunda posibilidad
El que muchos estudiosos de la «cultura de masas» contemporá es tener en cuenta los elementos específicamente kitsch que aparecen
nea hayan ignorado el origen y la naturaleza de clase media del kitsch en el__proceso de la masiva producción y difusión del arte. Tales ele
puede deberse a que, como observa Jenny Sharp en un artículo publi mentos son claramente inintencionales (es decir, no son planeados
cado en 1967, ésta es la característica más obvia y al mismo tiempo de antemano por los productores de kitsch, sino que, más bien, son
más grotesca del kitsch. Kitsch, escribió, «significa todos esos objetos las consecuencias fatales de la intervención de la tecnología moderna
baratos, vulgares, sentimentales, sin gusto, baladíos, preciosos, y en el mundo del arte). La tercera posibilidad consiste en considerar
monos con los cuales desea vivir la mayoría de la gente de este país... el kitsch desde el ventajoso punto de vista del consumidor que, de
Esta cultura pop... ha transcendido las barreras del gusto y el refina seoso de aceptar la «mentira estética» del kitsch y que, condicionado
miento y se ha visto absorbida por los archivos de la cultura de las ins por la pura cantidad de pseudoarte y belleza instantánea que le
tituciones. La única página que no se ha girado es la más obvia, algu rodea, puede percibir como kitsch incluso auténticas obras de arte.
nas veces la más grotesca y, por tanto, ignorada. El kitsch es de hecho ¿Qué tiene el artista kitsch in mente cuando se pone a trabajar?
el gusto de la clase media, que hoy día es el gusto de una vasta mayo Obviamente, piensa, en primer lugar, en impresionar y agradar al
ría de nuestra sociedad» 29. consumidor medio que va a comprar sus productos. Entonces, estéti
A la luz de estos argumentos se evidencia una vez más por qué lo camente podemos decir que el artista kitsch --conscientemente o
kitsch como concepto estético no puede disociarse de la modernidad, no- aplica un «principio de mediocridad, que le ofrece la mejor ga
y, específicamente, del período comparativamente reciente que ha rantía de que sus obras serán recibidas favorablemente. En segundo
visto el rápido auge de la clase media. El kitsch es el resultado artísti lugar, el productor ele kitsch debe ser consciente de la diversidad de
co directo de una importante mutación ética de la que es responsable intereses y deseos de su público. Esto explica el eclecticismo básido
la peculiar conciencia del tiempo de la clase media. De modo gene del kitsch como estilo. Lo que le proporciona al kitsch cierto tipo de
ral, el kitsch puede verse como una reacción contra el «terror» del unidad estilística, a la larga. es probablemente la compatibilidad de
cambio y de la insignificancia del tiempo cronológico fluyendo desde sus heterogéneos elementos con cierta noción de «familiaridad». El
un pasado irreal hacia un futuro igualmente irreal. Bajo tales condi kitsch es a menudo el tipo de «arte» que el consumidor medio puede
ci<mes. el tiempo libre --cuya cantidad está socialmente creciendo desear y poseer y esparcir por su casa. Incluso cuando se extienden
se siente como una extraña carga, la carga de la vaciedad. Lo kitsch por otros lugares -salas de espera, restaurantes, etc.- el kitsch pre
se muestra como un modo fácil de «matar el tiempo», como un esca tende sugerir algún tipo de intimidad «artística», una atmósfera satu
pe placentero de la banalidad, tanto del trabajo, como del descanso. rada de «belleza)), ese tipo de belleza que uno desearía le rodeara en
Lo divertido del kitsch es precisamente el lado opuesto al terrible e su vida diaria.
incomprensible aburrimiento. Las características de eclecticismo y «familiaridad» que definen al
kitsch las describe perceptivamente el crítico inglés Roger Fry, en un
artículo publicado por primera vez en 1912 y recogido después en su
Jcnny Sharp. «lfs New. lfs Different. I!'s Been here Ali the Time». en Ark 11
libro Visión ( 1920). Fray no utiliza el término ,,kitsch». pero la varie
( Thc .!011mal of the Ruval Co/lcge or Art, London). 1967. pp. 25-25. dad del mal gusto que trata pertenece de modo bastante obvio a la
categoría del kitsch. El pasaje merece su reproducción íntegra:
244 CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD KITSCH 245
Me tomo la molestia de escribir los párrafos que siguen en una cantina tos que imitan convenciones estilísticas de los períodos, países y cul
del ferrocarril en la que estoy mirando realmente esas imágenes terrible
mente familiares pero, por fortuna, fugaces que tales lugares proporcio turas más distantes. El eclecticismo del kitsch es a menudo claramen
nan. Y debemos recordar que los lugares públicos de este tipo reflejan sim te una forma de asesinato estético. ¿Es este vertiginoso eclecticismo
plemente el alma del ciudadano medio como se expresaría en su casa. simplemente una cuestión de «expanción fútil» como creía Fry? ¿Y
El espacio que recorre mi vida es pequeño, pero estoy aterrorizado es cierto que lo kitsch «no puede complacer a nadie»?
ante la cantidad de «arte» que contiene. La ventana hacia la que dirijo la
vista está cubierta en su parte inferior por una vidriera de colores; dentro Ya se ha señalado con anterioridad que, aunque el kitsch vaya
de una cenefa altamente elaborada, diseñada por alguien que conocí:, las unido a la búsqueda de status tendrá la función -que es psicológica
normas del vidrio del siglo XIII, hay un dibujo de unas hojas de parra ama mente más importante- de proporcionar una huida ilusoria de la ba
rilla y moradas con racimos de uva y revoloteando alrededor, entre ellos, nalidad y la insignificancia de la moderna vida diaria. En cualesquie
algunos pájaros pequeños. Enfrente hay una cortina de encaje con dibujos
sacados de hace, por lo menos, cuatrocientos años y otros tantos países. ra formas o combinaciones, lo kitsch es relajante y agradable. El
Las paredes, hasta una altura de 1,20 metros, están cubiertas de /incrusta elemento deseo-cumplido contenido en este placer enfatiza su origen
walton estampado con un complicado diseño de dos colores, con falsos me reactivo, el miedo al vacío que el kitsch intenta mitigar. Desde este
dallones de plata. Sobre ello, una moldura de no más de 3 centímetros de punto de vista el kitsch es una respuesta al extendido sentido moder
ancho, y que, sin embargo, invade el conjunto por doquier con un descen
diente degenerado de una guilloche pattern, de estilo grecorromano; ésta no de vacío espiritual: rellena el vacío tiempo libre con «diversión» o
ha sido recortada de la madera, de manera evidente, con una máquina, o «excitación» y «alucina» -si se me permite utilizar este verbo transi
extraída de alguna composición cuya naturaleza está tan bien disimulada tivamente- los espacios vacíos con un conjunto infinitamente mati
que es difícil decir cuál. Encima hay un papel en el que se imita un efecto zado de «bellas» apariencias.
de brocado de raso del siglo xvm mediante las gradaciones del teñido del
papel. Cada una de las pequeñas mesas tiene dos manteles, uno dispuesto El eclecticismo estilístico del kitsch tiene otra característica seña
de forma simétrica a la mesa y el otro de algodón estampado, profusamen lable, esto es, que sugiere la disponibilidad comercial. Un objeto
te adornado, dispuesto «de manera artística» en diagonal. En el centro de kitsch es atractivo, no sólo porque parece bonito, sino también por
cada mesa hay un voluminoso recipiente en el que toda hermosa cualidad que éste -u otro similar- puede obtenerlo cualquiera que desee
en cuanto al material o la forma de hacerlo ha sido cuidadosamente elimi
nada por diversos métodos, cada uno de los cuales implica conocimiento comprarlo. Incluso las variedades más laboriosas y caras de kitsch
científico profundo y un gran talento inventivo. En cada recipiente hay una contienen un anuncio de sí mismos, una invitación a la posesión y al
planta con largas hojas verde oscuro que parecen hechas de caucho. Este disfrute inmediato. El encanto estético del kitsch es claramente co
penoso catálogo sólo recoge una pequeña parte del inventario del «arte» mercial.
del restaurante. Si siguiera hablando de las patas de las mesas, de los acce
sorios de la luz eléctrica, de las sillas en cuyos asientos de madera alguna Esta característica explica la curiosa ambigüedad semiótica de la
tremenda fuerza mecánica ha imprimido un amplio y deformado anthe mayoría de los objetos kitsch. Tales objetos se construyen con la in
mion; si dijera todas esas cosas, el lector y yo podríamos empezar a darnos tención de que parezcan auténticos y al mismo tiempo hábilmente
cuenta, con dolorosa agudeza, de un poco del horrible esfuerzo que supone falsificados. El papel de esta paradójica imitación no es muy difícil de
toda esta exhibición. En efecto, la exhibición es el fin y la explicación de
todo ello. Ni una sola de esas cosas se ha hecho porque el que la hacía dis elucidar. Por una parte, los signos visibles de imitación son un meca
frutaba haciéndola; ni una ha sido comprada porque su contemplación nismo que proporciona la impresión de unicidad y rareza que debe
diera placer a nadie, sino sólo porque cada una de esas cosas se acepta crear una perfecta falsificación. Ser raro contradiría el sentido de dis
como símbolo de una situación social particular. Digo que su contempla ponibilidad comercial del kitsch. Por otra parte, tal falsificación
ción no puede dar placer a nadie; están ahí porque su ausencia no le gusta
ría al hombre medio que considera una gran cantidad de exhibición vana llama la atención del observador hacia ciertas agradables cualidades
como algo inseparable, de alguna manera, de la condición de vida acomo de habilidad, dotes para la imitación, versatilidad y monerías.
dada a la que pertenece o aspira a pertenecer. Si todo estuviera sencilla Los analistas del mal gusto han prestado poca atención a la ambi
mente lim¡:iio y fuera útil, el hombre medio declararía el lugar desnudo o güedad semiótica del kitsch. De ahí ciertos errores extendidos, tales
incómodo 30.
como las ideas de Gillo Dorfles acerca de la naturaleza de las repro
El catálogo de arte de restauración de Fry sugiere bastante bien lo ducciones del arte. Dorfles sostiene: «Debemos considerar todas las
que podemos denominar la «supradeterminación estilística» del kitsch. reproducciones de obras únicas que se concibieron como irrepetibles
La cafetería de principios de siglo que describe está repleta de obje- como equivalente a auténticas falsificaciones» 31. Pero la falsedad es
tética del kitsch no debería confundirse con la de una falsificación.
Una falsificación se construye para que se confunda con el original.
30 Roger Fry, Visión y diseño, trad. Elena Grau (Ed. Paidós Barcelona, 1988),
pp. 70-7l.
' Dorfles, p. 31
31
KITSCH 247
24() CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD
ción se refleja en el fenómeno de que las distinciones de edad y de voy a discutir aquí hasta qué grado la unicidad explica el valor estéti
status· intelectual y social se hacen irrelevantes. Ha surgido una au co del cuadro o la escultura. Tampoco argumentaré acerca de la im
diencia muy unificada, cuyos gustos y necesidades emocionales son perfecta cualidad de las reproducciones; podemos asumir que un día
hábilmente manipulados por los técnicos de la cultura de masas. Esta se logrará la perfección o casi la perfección. Pero, aun entonces, per
situación la describe muy hien Macdonald como el «surgimiento de la manecerá el problema de la legitimidad de las reproducciones a gran
audiencia niño adulto», queriendo decir: 1) regresión infantil de este escala. No obstante, el kitsch no es el resultado inmediato y automá
último, quien, incapaz de adaptarse a todas las tensiones y compleji tico del proceso de reproducción.
dades de la vida moderna, escapa vía kitsch (que, a su vez, confirma y Para determinar si un objeto es kitsch hay que considerar siempre
acrecienta su infantilismo); 2J la «sobre-estimulación» del primero, el propósito y el contexto. En teoría, no debería haber nada kistch en
que crece demasiado aprisa 3 . Permítaseme añadir que el tipo de ex el uso de una reproducción o diapositiva incluso de la Mona Lisa, en
periencia artística proporcionada por los media se convierte even un estudio de historia del arte. Pero la misma imagen reproducida en
tualmente en la norma para todas las experiencias artísticas a los ojos un plato, un mantel, una toalla o una funda de gafas será inequívoca
del consumidor condicionado de hoy día. Incluso la literatura se su mente kitsch. Un número de excelentes reproducciones del mismo
pone que enca.ia en este patrón, de modo que escritores dotados, cuadro colocadas en línea en un escaparate tendrán un efecto kitsch
para no perder a sm lectores, echan mano de técnicas pop e intentan porque sugieren adquisitividad en cantidades comerciales. La mera
convertirse en autores de bcst-seller. conciencia de la multiplicación industrial de un objeto de arte por ra
Desde un punto de vista antielitista éste es un hecho feliz. Un crí zones puramente comerciales puede kitschificar su imagen.
tico como Leslie Fiedler, que recientemente se ha impacientado «con Si reconocemos que el kitsch es el arte «normal» de nuestro tiem
todas las distinciones de tipos creadas a partir de la analogía de socie po, debernos reconocer que es el punto de partida de toda experien
dades estructuradas en clases», está cándidamente orgullosa de su cia estética. Considérese el paraíso kitsch en el que está inmersa la
creciente interés en «esa clase de libros que nunca nadie se congratu mayoría de los niños modernos. En la Disneylandia de la niñez, la
lará de haber leído: libros que unen todas las audiencias posibles, sensibilidad estética está casi enteramente absorbida bajo la catego
niños, adultos, mujeres y hombres, los sofisticados y los ingenuos ... ría comprensiva de lo mono. El gusto infantil por las cosas monas, en
estoy convencida de que la crítica de momento ya no puede condes sí mismo, no tiene nada que ver con lo kitsch, porque obviamente no
cender con la literatura popular. .. » 19. se le puede aplicar la «ley de inadecuación estética». No obstante, el
Considerar al fácil y demasiado sentimental mundo del pop cultu kitsch pronto explica este gusto, y no sólo con los niüos, sino también
ra libre de cualquier asociación con la sociedad estructurada en clases con numerosos adultos cuya comprensión del arte no ha ido mucho
es ingenuo, y ni cambia la naturaleza predominantemente kitsch de más allá del nivel infantil. Si el kitsch conduce al infantilismo estéti
pop ni reduce la fuerte dependencia del pop de la civilización consu co, será justo decir que también ofrece posibilidades pedagógicas, in
mista contemporánea con su industria cultural. Esta industria espe cluyendo la importante concienciación de que existe una diferencia
cializada, no sólo se adapta a las fluctuaciones de la demanda, sino ción entre lo kitsch, o el pseudoarte, y el arte. ¿Por qué no podríamos
que es capaz de predecir e incluso, hasta cierto punto, crear nuevas entonces aceptar la paradoja propuesta por Abraham Moles, es
modas: desde su punto de vista la desviación, el inconformismo y el decir, que el camino más simple y más natural del «huen gusto» pasa
radicalismo pueden transformarse rápidamente en objetos comercia por el mal gusto? Moles escribe específicamente:
bles de consumo. El estilo de vida de la contracultura se ha converti
La función pedagógica del kirsch se ha pasado por alto a causa de las
do en un gran negocio, desde los discos y los vaqueros, hasta los pos innumerables malas connotaciones del término y también por la instintiva
ters psicodélicos. tendencia de los escritores sobre este tema de exagerar su propio juicio es
La tendencia a la masificación afecta a todas las artes, pero más tético. En una sociedad burguesa, y, en general, en una meritocracia, el
directamente a las artes visuales. Todas las reproducciones mecáni paso a través del kitsch es el paso normal para llegar a lo genuino... lo
kitsch es agradable para los miembros de la sociedad de masas, y, a través
cas de cuadros y esculturas, en cantidades sólo limitadas por la de del placer, les permite obtener un nivel de exigencias más elevadas y pasar
manda del mercado, son suficientes para la existencia del kitsch. No de la sentimentalidad a la sensación. La relación enlre el arte v el kistch cs.
por tanto, particularmente ambigua ... el kitsch es esencialmente un sisle
ma estético de comunicación de masas 40.
" Macdonald, p. 66.
·"' lhe ('o/lectcd Fssays 0f Ll'slic Fiedler (Ncw York: Stein and Day, 1971). 40 Moles, p. 74.
mi. 11. p ..I().�_
252 CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD KITSCH 253
Esta medida explicación es de alguna manera reconfortante, es y el hombre kitsch. A este último le encanta que le mientan «bella
pecialmente si la consideramos en el contexto de las predicciones os mente» y el primero está deseando jugar a ese juego a cambio de ga
curas y casandrianas de la mayor parte de los estudiosos del kitsch. nancias financieras. La responsabilidad está claramente repartida
entre los dos. En este juego de ilusiones e impresiones espurias el
mentiroso puede acabar creyéndose lo que dice como verdad. A me
VIII. EL «HOMBRE KITSCH» nudo, el artista kitsch puede no tener una intención consciente de
producir kitsch, aunque se debería de dar cuenta de que lo está ha
Como he señalado anteriormente, el fenómeno del kitsch no ciendo, ya que desconsidera la validez interna de su trabajo (la induc
puede comprenderse adecuadamente si no se considera el papel del ción ética de Broch: «¡Trabaja bien!») y sólo busca alcanzar un gran
consumidor de arte falso. Esto nos exige discutir el intrincado pro mercado de consumo.
blema de lo que se ha dado en llamar el «hombre kitsch». Ya hemos La tentación de creerse las mentiras estéticas del kitsch es un
señalado que autores de tan diversas raíces como Hermann Broch, signo de sentido crítico infradesarrollado o mayormente atrofiado.
Ludwig Gierz (representante de la fenomenología) Richard Egenter La pasividad mental y la pereza espiritual caracterizan las sorpren
(un teólogo romano católico) y otros han dedicado mucha atención al dentemente escasas demandas del amante del kitsch. Entonces, teo
concepto del «hombre kitsch». Un hombre kitsch, lisa y llanamente, lógicamente puede que Richard Egenter tenga razón al identificar al
es aquel que tiende a experimentar como kitsch incluso obras y situa kitsch como el signo de la «pereza». El receptor del mensaje artístico,
ciones no kitsch, o quien, involuntariamente, hace una parodia de cree Egenter, casi siempre tiene
respuesta estética. En el papel del turista, por ejemplo, el hombre
kitsch «kitschificará», no sólo los monumentos culturales, sino tam un camino hacía la pereza y la mera búsqueda del placer que se vuelve des
honesta cuando se mantiene el pretexto de una respuesta estética... Ya
bién el paisaje, y especialmente los panoramas grandiosos, como el que, tanto desde el artista, como desde el observador, el arte... requiere
Gran Cañón, que se anuncian como fantasías o caprichos de la natu esfuerzo y seriedad; cuando esto no se hace, la actividad artística se con
raleza. Lo que caracteriza al hombre kitsch es su idea inadeucada vierte en una huida de la realidad. Se puede convertir, no sólo en una refle
mente hedonista de lo que es lo artístico o bello. Por razones que xión falsa de la realidad, sino también en una apertura para el demonio.
Satán se puede presentar como un ángel de luz de un modo más sorpren
pueden analizarse en términos históricos, sociológicos·y culturales, el dente, y con mucha más facilidad, en un símbolo artístico que en un con
hombre kitsch desea llenar su tiempo libre con la máxima excitación cepto científico 43.
(derivada, entre otras cosas, de la «cultura elevada») a cambio de un
mínimo esfuerzo. Para él el ideal es el disfrute sin esfuerzo. No obstante, observamos que el duro esfuerzo y la seriedad por sí
La noción del hombre kitsch se aclara si lo consideramos no sólo
en términos estéticos, sino éticos. Esta explicación combinada, a
pesar de sus dificultades teóricas, es casi inevitable porque las acti
43
Richard Egenter, The Desecration of Christ, versión inglesa de Ki1sch wid
Chris1enleben (Chicago; Frnnciscan Herald Press, 1967), p. 75. El tema del «carácter
tudes estéticas del hombre kitsch -y también del artista kitsch diabólico» del küsch religioso no es nuevo. Hablando en favor de la ortodoxia roma
implican una básica ineptitud moral. Hermann Broch hace una váli nocatólica y atribuyendo la causa principal de la decadencia moderna del arte religio
da puntualización: «El sistema kitsch pide a sus seguidores que s0s al movimiento de la reforma, Alexandre Cingria escribió en su libro La Decaden
"trabajen bellamente", mientras que el sistema del arte plantea la cia de l'art :sacré (Lausanne: Les Cahiers Vaudois, 1971): «Venons-en a un autre
orden moral: "¡Trabaja bien!" El kitsch es el elemento del mal en el moyen d'aetion du diable: je veux parler du mensonge. II existe un certain art vrai
ment diabolique qui singc la beauté. Cet art attire les sufrages presque tont le public,
sistema de valores del arte 41. par un certain joli, des apparences poétiques, un poli matériel qui chache aux yeux
Este elemento de maldad puede identificarse como J¡_i caracterís peu sensibles, peu cxercés, peu attentífs, paresseux, une absence complete de vie,
tica fundamental del kitsch, la de mentir (para la ecuación kitsch = d'intelligence et de beauté» (p. 45).» Aunque no utiliza el término kitsch, Cingria es
«mentira estética» ver el notable ensayo de Umberto Eco La struttu problablemente el autor del primer estudio amplio sobre la materia. Su noción de ,;de
ra del cattivo gusto 42. Visto como una mentira, la obra kitsch implica cadencia» es perfectamente sinónima de kitsch, y la razón de la decadencia del arte
una estrecha relación e incluso una camaradería entre el artista kitsch religioso tal como la ve (razones morales tales como la pereza, el aburrimiento, la
mentira, y razones históricas tales como la Reforma, la Revolución francesa y el surgi
miento del secularismo, romanticismo e industrialismo) conducen a la inevitable wn
41
Dorfles, p. 63. dusión de que lo que llama «decadencia» es un fenómeno específicamente moderno.
42
Umberto Eco, en Apocalittici e Integrati (Milano: Bompiani, 1965). pp. 67- La relación entre modernidad y küsch se confirma una vez más. El libro de Cingria se
132. reimprimió en 1930 con un prefacio de Paul Claudel (París: L'Art Catholique).
254 CINCO CARAS DE LA MODERNfDAD KITSCH 255
mismas no son garantía contra el kitsch (lo opuesto es frecuentemen descanso en la sociedad, y 2) la explicación estético-mora!, según la
te cierto), y la chanza, la ironía y la autoironía a veces pueden tener cual lo kitsch es arte falso, es producción en mayor o menor escala de
un valor saludable. Hablando históricamente, la reacción moderna varias formas de. «mentira estética». Un arte para agradar a la multi
contra el romanticismo más de una vez ha tomado la forma de la leve tud, a menudo ideado para el consumo de masas, el kistch está ahí
dad y la poca seriedad, rescatando en un nuevo molde el concepto de para ofrecer satisfacción instantánea de las necesidades estéticas más
arte como juego. Parte de la bella poesía modernista (Cumrnings es superficiales, o antojos, de un amplio público. Básicamente, el
un ejemplo sugerente) es el resultado precisamente de tales postu mundo del kitsch es un mundo de apariencias estéticas y autoengaño.
ras. En todo caso, la seriedad y el esfuerzo no pueden ofrecernos la Como se ha indicado anteriormente, no se debería exagerar el peli
clave del problema. El hecho es que, como siempre, el auténtico arte gro del kitsch. Ofreciendo «duplicados» de casi toda forma de arte
no se presta a generalizaciones confortables. conocida, el kitsch sugiere (a veces con más exactitud de la que de
Hablar del kitsch y del diablo no implica necesariamente una ex searíamos creer) el camino hacia los originales. Después de todo, en
plicación teológica especializada. La idea de que el demonio es prin el mundo de hoy nadie está a salvo del kitsch, que aparece como un
cipalmente una incorporación simbólica de la mediocridad e incluso paso necesario en el camino hacia la elusiva meta de la auténtica ex
de la estupidez, extendida por la literatura rusa desde Gogol (y refor periencia estética. Tras ver muchos Rembrandt reproducidos o fal
zada por escritores con tan diversos puntos de vista acerca del mundo sos, puede que un observador resulte al final receptivo ante la expe
como Dostoievsky, Andreiev o Sologub) se encuentra sugestivamen riencia de enfrentarse a un auténtico cuadro de un maestro holandés.
te resumida en la teoría del poshlust de Nabokov. Como he señalado Puede al final darse cuenta de que al arte, aunque sea explotado, in
con anterioridad en este capítulo, el poshlust concebido por Nabo comprendido y mal usado, no pierde su valor y su verdad estética. De
kov es un sinónimo casi perfecto de kitsch. Con esta equivalencia ter una manera inesperada, este fracaso del kitsch ilustra de un modo
minológica in mente, podemos meditar provechosamente los siguien tranquilizador el viejo motivo del chiste del engañador engañado y
tes pasajes en los que Nabokov junta a Chichikov, el personaje del idiota que se da cuenta de su idiotez y se vuelve sabio.
principal del Almas muertas de Gogol, el Demonio y el poshlust. Na
bokov escribe: