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2. La religión y la realidad
Las mentes observadoras y las almas exigentes conocen la religión
cuando la encuentran en la vida de sus semejantes. La religión no
necesita ninguna definición; todos conocemos sus frutos sociales,
intelectuales, morales y espirituales. Todo esto se deriva del hecho de
que la religión es propiedad de la raza humana; no es un producto de la
cultura. Es verdad que la percepción de la religión sigue siendo humana
y que está sujeta por ello a la servidumbre de la ignorancia, a la
esclavitud de la superstición, a los engaños de la sofisticación y a las
ilusiones de las falsas filosofías.
4. El hecho de la experiencia
Debido a la presencia del Ajustador del Pensamiento en vuestra mente,
para vosotros no es más misterioso conocer la mente de Dios que estar
seguros de que tenéis conciencia de conocer cualquier otra mente,
humana o superhumana. La religión y la conciencia social tienen esto en
común: están basadas en la conciencia de que existen otras mentes. La
técnica que utilizáis para aceptar como vuestra la idea de otra persona, es
la misma que podéis emplear para «dejar que la mente que estaba en
Cristo esté también en vosotros».
4..
5.
RELIGIÓN – ESPIRITUALIDAD – PRÁCTICA ¿Acercan o alejan de Dios?
Agustín Rivarola, SJ
En la actualidad existen muchas personas que se alejan de Dios, por causa de
mediaciones cuyo fin es acercarlo. Las religiones, con sus espiritualidades y prácticas,
que deberían ponernos con Dios, causan el efecto contrario. Aquello que debería ser
puente, se ha convertido en muro. Vamos a tratar de encontrar algunas causas de esta
distorsión, y proponer caminos de solución.
En primer lugar conviene aclarar los términos. Por “RELIGIÓN” entendemos aquellas
confesiones religiosas constituidas en comunidades organizadas. Cuando nos preguntan
“¿cuál es tu religión?” respondemos “católica”, “judía”, “musulmana”, “hindú”,
etc. Según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), religión significa el
“conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración
y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas
rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto”.
Es interesante que esta definición de “RELIGIÓN” nos introduzca en las siguientes
palabras de este ensayo, pues los “sentimientos de veneración y temor hacia ella (la
divinidad)” aluden a lo que llamamos “ESPIRITUALIDAD”, y las “normas morales
para la conducta individual y social” bien podría entenderse como
“PRÁCTICA”. Ciertamente toda “RELIGIÓN” o confesión religiosa propone una
manera de ligarse con Dios, un camino para entenderse con la divinidad, y a eso
llamamos “ESPIRITUALIDAD”, y también propone un modo de vincularnos con
quienes profesamos la misma fe, vinculación que debe ser acordada bajo determinadas
normas de conducta, y a eso llamamos “PRÁCTICA”.
La primera novedad que descubrimos bajo esta definición, es que estas tres palabras
están sumamente vinculadas entre sí. Es decir, no podemos entender la relación con
Dios sin una vinculación con los demás, y ambas vinculaciones modifican mi conducta
y mi modo de vida. Esta triple relación ya lo había dicho Jesús, cuando le preguntan por
el principal de los mandamientos: “amarás al Señor tu Dios… y al prójimo como a ti
mismo”. El vínculo amoroso con Dios no se explica sin la vinculación, también
amorosa, con el prójimo y conmigo mismo. “¿Quieres saber cómo es tu fe? Dime cómo
tratas a los demás y cómo te cuidas a ti mismo”, decía un viejo maestro.
Por tanto, desde esta triple vinculación podemos aventurar una primera conclusión:
RELIGIÓN-ESPIRITUALIDAD-PRÁCTICA han sido muros y no puentes cuando se
propusieron por separado, desvinculadas entre sí. Sin práctica ni espiritualidad, una
religión quedaría a merced de su propio autocentramiento, buscaría solo su pervivencia
en el tiempo y terminaría devorada por su ego colectivo. Sin religión ni práctica, la
espiritualidad se volatilizaría en las nubes del ser, y quedaría sin la humanidad que le
proporciona encarnarse en un colectivo social de pautas solidarias. Sin espiritualidad ni
religión, la práctica se convierte en un moralismo asfixiante, una fábrica de marionetas
del correcto obrar.
Sin embargo, no basta la vinculación de estos tres elementos, y su consecuente
propuesta. Religión, espiritualidad y práctica, serán puentes cuando referencian la
verdadera imagen de Dios, y serán muros cuando sirven a los falsos ídolos. La
distorsión de la imagen de Dios es algo con lo cual Jesús bregó incansablemente. Los
judíos contemporáneos del nazareno sostenían una religión de corte legalista en sus
prácticas y ritualista en su espiritualidad, por haberse olvidado de lo más importante
para Dios: “la justicia, la misericordia y la fidelidad” (Mt 23, 24). Jesús se encontró
con una religión al servicio del poder, ya que las autoridades judías necesitaban
acomodarse ante el invasor romano. La falsa imagen de un dios todopoderoso (no todo-
misericordioso) justificaba esta religión. Jesús se encontró con una espiritualidad al
servicio del prestigio, donde muchos “gustan rezar de pie en las sinagogas y en las
esquinas para exhibirse a la gente” (Mt 6, 5). La imagen de un dios del éxito sostenía
esta espiritualidad. Y Jesús se encontró con una práctica ambiciosa de riquezas, “que
devoran los bienes de las viudas” (Mt 23, 14), considerando más importante jurar por el
oro que por el santuario (Mt 23, 16) camuflando la codicia bajo la declaración del
“corban” (Mc 7, 11). La falsa idea de un dios que bendice a los ricos y maldice a los
pobres, estaría sosteniendo estas prácticas.
Poder, prestigio y riquezas, afectaron el conjunto de religión, espiritualidad y práctica,
respectivamente. Una religión cuyo fin es el poder, con el prestigio como fuente de
espiritualidad y la codicia como práctica. Siguiendo una tradición heredada, Ignacio de
Loyola sistematizó en tres escalones estas “redes y cadenas” del mal operante en el
mundo: “que primero vayan a tentar de codicia de riquezas… para que más fácilmente
vengan a vano honor del mundo, y después a crecida soberbia” (EE 142).