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Fuerza iónica

La fuerza iónica de una solución electrolítica se define como la medida de la intensidad


del campo eléctrico debido a los iones (Adams, 1971) y se representa como:

1
𝜇 = ∑ 𝐶𝑖 𝑍𝑖2 (43)
2

Donde: µ, es la fuerza iónica en M L-1, Ci es la concentración molar real de cada ión

en la solución y Zi es la valencia de cada ión.

De acuerdo con López et al. (2016) la fuerza iónica de cualquier solución electrolítica
depende de las diferentes relaciones iónicas monovalentes con respecto a los iones
divalentes y es un factor primordial para conocer la actividad de los iones en un
electrolito.

En la mayoría de las aguas naturales, la fuerza iónica se deriva principalmente de los


cationes y aniones más importantes del entorno. Típicamente, el agua dulce tiene una
fuerza iónica de 0.001 a 0.01 M L-1, y el agua del océano tiene una fuerza iónica de
aproximadamente 0.7 M L-1 (Mihelcic & Zimmerman, 2012).

Además de ser un factor muy importante para el cálculo de la actividad de los iones,
otros investigadores han enfocado su trabajo en conocer el efecto de la fuerza iónica
en el sistema agua-suelo-planta, observando entre otras cosas que ésta influye en la
capacidad de dispersión de la arcilla de los suelos, es decir, con un aumento en la
concentración de electrolitos, hay una reducción en la tensión osmótica entre las
partículas de arcilla hasta un punto tal que las fuerzas de Van der Waals de corto
alcance se vuelven dominantes y causan floculación (Alhammadi, 2006). Asimismo,
Kopittke et al. (2006), reporta que bajo ciertas condiciones la relación PSI-RAS no es
constante porque esta es afectada por la fuerza iónica y la mineralogía de arcilla.

Por ende, es importante conocer la fuerza iónica de las soluciones que se introducirán
en los suelos para así poder analizar los efectos en el sistema, no obstante, esto
implica conocer todas las concentraciones de los iones.

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Con el propósito de eliminar la necesidad de análisis químicos extensos, se han
realizado diversas investigaciones con el objeto de estimar o correlacionar la fuerza
iónica de las soluciones electrolíticas a partir de la concentración iónica, los sólidos
totales disueltos y la conductividad eléctrica. Entre las más destacadas investigaciones
se puede señalar las siguientes:

Bower et al. (1965) durante sus investigaciones de la tendencia a la precipitación del


CaCO3 en las aguas de riego, señalan a la fuerza iónica (µ) y a las concentraciones
totales de cationes (C en mmolc L-1) en las aguas como variables altamente
correlacionadas por lo que desarrollaron la siguiente ecuación:
1000𝜇 = 1.3477𝐶 + 0.5355 (44)

Es importante destacar que la ecuación anterior sólo se toma en cuenta las


concentraciones de los cationes, asumiendo el principio de electroneutralidad que
deben tener las soluciones.

Ponnamperuma et al. (1966) propusieron una relación empírica entre la fuerza iónica
(µ) y la conductancia específica de los suelos y aguas (CE, mS cm -1 a 25 °C) a partir
del análisis de 15 suelos de arroz de tierras bajas sumergidos en agua desionizada
colocadas en macetas dentro de un invernado y 25 muestras de aguas de riego. De
dicho análisis obtuvieron la siguiente ecuación:

𝜇 = 0.016 𝐶𝐸 (45)

Esta ecuación señala que es aplicable a soluciones cuya fuerza de ionización es


menor de 0.05. También es importante destacar que, en su estudio Ponnamperuma et
al. (1966), utiliza muestras que contienen iones divalentes y trivalentes, por lo cual su
coeficiente es mayor al de los otros autores.

Griffin & Jurinak (1973) corrigieron la ecuación desarrollada por Ponnamperuma


(1966) con el objeto de considerar la formación de pares iónicos y se extendió a más
extractos acuosos salinos representativos de los ecosistemas semiáridos. Para su
investigación utilizaron 27 extractos de suelo y 124 aguas de riego de Utah. La
ecuación obtenida fue:
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𝜇 = 0.013 𝐶𝐸 (46)

Donde µ, es la fuerza iónica en M L-1 y CE, es la conductividad eléctrica en mS cm-1 a


25°C.

El valor del coeficiente de la regresión difiere del reportado por Ponnamperuma et al.
(1966), debido a que en esta investigación se evaluaron soluciones con una
concentración más elevada de sales (hasta 30 mS cm-1), lo cual redujo la pendiente y
la dispersión de los valores.

Consecutivamente, Leffelaar et al. (1983) desarrollaron una relación lineal para


estimar la fuerza iónica (µ) a partir de la conductividad eléctrica (CE, mS cm-1 a 25 °C)
de los extractos de 54 muestras de suelo. Determinaron sus concentraciones totales
y las corrigieron tomando en cuenta la formación de pares iónicos para obtener las
concentraciones iónicas reales, obteniendo la siguiente ecuación:
𝜇 = 0.0114 𝐶𝐸 + 0.0055 (47)

El valor del coeficiente de regresión es más pequeño que el observado por


Ponnamperuma et al. (1966) por la formación de pares iónicos, así como una mayor
concentración de fuerza iónica de las sales analizadas.

Asimismo, Gillman & Bell (1978) obtuvieron una ecuación de regresión lineal que
relaciona la conductividad eléctrica y la fuerza iónica. En su estudio utilizaron seis
suelos tropicales del norte de Australia, de los cuales se obtuvieron soluciones y
extractos a diferentes profundidades (18 muestras). Su ecuación es la siguiente:

𝜇 = 0.0120 𝐶𝐸 − 0.0004 (48)

La ecuación anterior, cubre una conductividad eléctrica hasta aproximadamente 1 mS


cm-1, es relevante observar que es similar a la obtenida por Griffin & Jurinak (1973).
Pasricha (1987) encontró una relación entre la fuerza iónica (corregida por la presencia
de pares de iones) y la conductancia específica del equilibrio con un buen ajuste
utilizando para su análisis un suelo salino, un suelo alcalino y un suelo de arroz

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modificado con diferentes niveles de sal (NaCl) y álcali (NaHCO3), la cual se presenta
a continuación:
𝜇 = 0.01162 𝐶𝐸 − 0.000105 (49)

Donde µ, es la fuerza iónica (M L-1) y CE, es la conductancia específica (mS cm-1 a


25°C).

Cabe señalar que esta ecuación además de tomar en cuenta la formación de pares de
iones, hace relevante la importancia de la composición de la solución del suelo, debido
a que los suelos modificados influyen diferencialmente en la composición de las
soluciones acuosas del suelo.
Esta determinación es más baja que la de Griffin & Jurinak (1973) por la predominancia
de los iones monovalentes en las muestras evaluadas y tiene un valor parecido al
obtenido por Leffelaar et al. (1983).
Alva et al. (1991) también obtiene una relación lineal entre la fuerza iónica y la
conductividad eléctrica para soluciones de suelo que representan una serie de suelos
altamente meteorizados del sureste de Estados Unidos. Compara su experimento con
lo propuesto por Griffin & Jurinak (1973) y obtiene la siguiente ecuación:

𝜇 = 0.015 𝐶𝐸 − 0.0006 para CE< 1.0 mS cm-1 (50)

De igual manera, Mihelcic y Zimmerman (2012) correlacionan la fuerza iónica con


parámetros de la calidad del agua como los sólidos totales disueltos (STD) y la
conductancia específica (CE) como se indica:

𝜇 = 2.5 𝑋 10−5 (𝑆𝑇𝐷) (51)

𝜇 = 1.6 𝑋10−5 𝐶𝐸 (µS cm-1) (52)

Donde: STD, son los sólidos totales disueltos en la muestra de agua.

Se puede observar que su relación es semejante al obtenida por Ponnamperuma et


al. (1966).

Seguidamente, en México se han realizado algunos estudios en donde se ha estimado


la correlación de fuerza iónica y la conductividad eléctrica. Uno de los estudios

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precursores del análisis de la fuerza iónica fue el realizado por Mendoza (2009) en 206
muestras del Valle del Mezquital, obtenidas en verano de 2005 y primavera de 2006.
Para efecto del cálculo de la relación µ= a f (CE) se procesaron los datos analíticos de
sus sitios de muestreo (verano de 2005 y primavera de 2006) con lo que se obtuvieron
las siguientes relaciones:
𝜇 = 0.0118 𝐶𝐸 para el muestreo de verano de 2005. (53)
𝜇 = 0.0119 𝐶𝐸 para el muestreo de primavera 2006. (54)

Consecutivamente López et al. (2016) realizaron el análisis de 102 muestras de aguas


residuales obtenidas en la zona denominada Valle del Mezquital, estas aguas se
utilizan sin ningún tratamiento previo para el riego de los cultivos de la zona. Dichas
aguas se caracterizaron por ser del tipo sulfático-clorhídrica-bicarbonatadas. La
relación obtenida fue la siguiente:

𝜇 = 0.0116 𝐶𝐸 (55)

Donde µ, es la fuerza iónica (M L-1) y CE, es la conductancia específica (mS cm-1 a


25°C).
Cabe señalar, que dicha relación es semejante a la de Pasricha (1987) y Leffelaar et
al. (1983). No obstante, en esta aproximación no se consideran por su mínima
aportación la formación de pares iónicos.

De igual manera, Pérez (2018) desarrolló dentro de su análisis de la calidad


agronómica de las aguas del sistema hidrológico Lerma-Chapala-Santiago y de las
aguas que riegan el Valle del Mezquital, Hidalgo, México (144 muestras) las siguientes
relaciones:
 Para la red hidrográfica Lerma-Chapala-Santiago caracterizada por tener aguas
bicarbonatadas sódicas y cloruradas-sódicas:
𝜇 = 0.01179 𝐶𝐸 − 0.00017 (56)
 Para el Valle del Mezquital, aguas residuales que provienen de la Ciudad de
México identificadas como aguas bicarbonatadas-sódicas se tuvo:
𝜇 = 0.01159 𝐶𝐸 − 0.00036 (57)

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Donde µ, es la fuerza iónica expresada en M L-1 y CE, es la conductancia específica
en mS cm-1 a 25°C.

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