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Brigith

Que es

La duda metódica es el método esencial de la filosofía cartesiana que tiene como objetivo la
fundamentación radical del conocimiento y que consiste en rechazar como inadecuadas todas
aquellas creencias de las cuales pueda plantearse alguna duda. El ejercicio de la duda metódica
pone en cuestión el valor de los sentidos pero también el de la razón deductiva. El mundo físico, el
cuerpo ajeno y el propio no superarán la duda metódica. René Descartes populariza este método
en el siglo XVII. No obstante, son notables y numerosos los escritos y filósofos anteriores que
coinciden en formulaciones similares, no sólo en su contenido, sino también con evidentes
similitudes formales, que sugieren fuertemente que los pudo haber tomado como fuente de
consulta e inspiración en su propia filosofía. Descartes publica por primera vez esta idea en francés
en 1637, «Je pense, donc je suis», (Pienso luego existo), en su Discurso del método.2 Luego
aparece en latín en su famosa expresión «Cogito, ergo sum», en 1644 en sus Principios de la
Filosofía.3

objetivo

Descartes expone que su objetivo es encontrar verdades seguras, tangibles y fácticas de las cuales
no sea posible dudar en absoluto, verdades evidentes que permitan fundamentar la edificación del
conocimiento con absoluta garantía. El primer problema planteado es cómo encontrarlas y, para
resolverlo, expone el método de la duda.

En este método la cuestión preliminar y fundamental es la de decidir por dónde empezar la


búsqueda. La respuesta y el primer momento de este proceso de búsqueda del conocimiento
verdadero es la llamada duda metódica. La duda metódica consiste en descartar cualquier
supuesto no seguro, del que se pueda dudar. Si esta existe, este supuesto podría ser verdadero o
falso. No permitiría construir sobre él el conocimiento.1

Zharick
Rasgos

La duda metódica es radical y universal

Que la duda metódica es radical y universal no quiere decir que tire cócteles molotov, sino más
bien que Descartes duda de todo aquello de lo que sea posible dudar sin excepción y sin ningún
tipo de cortapisas. «Aquello de lo que sea posible dudar» es una expresión lo suficientemente
general para recoger todo aquello de lo que Descartes duda. Descartes pone en cuestión
absolutamente todos los conocimientos, tanto los de sentido común y los basados en la
percepción como los que tienen su origen en la investigación científica, incluida la propia
matemática. El único tipo de creencias que no cuestiona expresamente es el relativo a las
verdades religiosas: cuestiona la legitimidad de los sentidos y de la razón pero no trata
explícitamente de la legitimidad de la fe y la revelación.

La duda metódica de Descartes no es escéptica

El escéptico es un personaje raro en filosofía pues suele hacer gala de un gran sentido del
humor. A diferencia de la duda metódica de Descartes, la duda del escéptico no está encaminada a
construir o fundamentar un edificio de conocimiento o científico o lo que sea, más bien tiene por
objetivo derrumbar un edificio de conocimiento o una teoría. Para el escéptico no sabemos tanto
como creemos y creemos mucho más de lo que sabemos. Su arma para demostrar tal cosa no es
solo dudar, sino utilizar la duda para derribar el edificio del teórico. De este modo, cuando
Descartes mediante la aplicación de su duda escéptica llegue a la certeza de que tiene un yo,
llegará David Hume esgrimiendo su duda escéptica y haciendo añicos la verdad absoluta de
Descartes.

La duda es teórica y no se aplica a toda creencia.

Pone en cuestión los conocimientos y tiene como objetivo encontrar un conocimiento


firme, pero no debe extenderse a la vida práctica, a la conducta. Ademas, en la vida
práctica es inevitable seguir opiniones que son solamente probables. Dado que en
nuestra mente tenemos miles (o millones) de creencias y que nunca podríamos
terminar de revisar todas, la duda se debe aplicar a los fundamentos de las
creencias más que a las creencias mismas.

Yoelis
Motivos

Tres serán los motivos de duda:

Duda sobre la fiabilidad de los sentidos: existe un gran número de ilusiones y alteraciones
perceptivas. Por tanto los sentidos nos proporcionan conocimiento probable, y lo probable es
dudoso, debido a esto Descartes no se fía de ellos

Dificultad de distinguir la vigilia del sueño: Por otra parte, Descartes duda de que esté despierto o
soñando, por un lado, nada garantiza que ahora mismo estemos despiertos, salvo la vivencia de las
sensaciones perceptivas, sin embargo esta viveza también la tenemos con las pesadillas, por otro
lado, los sentidos han sido descartados por ser dudosos. Por tanto, es posible dudar sobre si
estamos durmiendo o despiertos.
Pero podría ser peor, ¿cómo sabemos que no estamos en un sueño permanente y que el mundo
externo a la mente existe realmente? En efecto, Descartes pone en duda la existencia del mundo
externo, algo que venía casi dado, una vez que se duda del testimonio de los sentidos y de la
posibilidad de saber si se está despierto o soñando.

Hipótesis del genio maligno: Por si esto fuera poco, Descartes lleva su duda al nivel más radical de
todos los niveles radicales, llegando a dudar de la matemática, la cual no depende de cómo es el
mundo. Así, Descartes propone la hipótesis del genio maligno, un dios malicioso que siempre nos
ha estado engañando, por lo que podríamos haber llegado a creer barbaridades tales como que 2
+ 2 = 4. Si este dios existiera podríamos estar equivocados hasta en algo así.
Pasos fundamentales de la duda metódica tal y como aparece en las “Meditaciones
Metafísicas”:

1. Primer momento (la duda propiamente dicha): “pérdida del mundo”


a) duda de los sentidos:
 los sentidos nos han engañado en muchas ocasiones: pone en cuestión sólo
actos concretos de percepción, aquellos que no se dan en condiciones
favorables;
 el sueño es indistinguible de la vigilia: pone en cuestión la totalidad de
actos de percepción;
b) duda de la razón:
 a veces nos equivocamos al razonar: pone en cuestión sólo actos concretos
de razonamiento, aquellos que se hacen con precipitación y descansan en
la deducción;
 Dios nos ha podido hacer de tal modo que nos engañemos siempre
(hipótesis del genio maligno): pone en cuestión la totalidad del ejercicio de
la razón, incluida la intuición de las verdades matemáticas;
c) conclusión de la duda: podemos dudar de los sentidos y de la razón, podemos
dudar de la existencia de los cuerpos –incluido el propio– , de las otras personas
y sus mentes, de las verdades de la experiencia ordinaria y del sentido común,
podemos dudar de las ciencias –incluida las matemáticas–.

2. Segundo momento: descubrimiento del cogito


a) la proposición “pienso, luego existo” no puede dudarse en absoluto;
b) podemos aceptar que existimos, y que existimos como seres o cosas pensantes.

3. Tercer momento: “recuperación del mundo”

a) primera parte: demostración de la existencia de Dios

 tampoco son dudables nuestras ideas;


 observación y clasificación de los tipos de ideas;
 demostración de la existencia de Dios mediante dos pruebas:
o la idea de un ser perfecto;
o la imperfección y dependencia de mi ser;

b) segunda parte: demostración de la legitimidad y objetividad de


nuestras facultades cognoscitivas:

 afirmación de la bondad de Dios;


 dado que Dios existe, nos ha creado y es bueno, podemos confiar
en nuestros sentidos y nuestra razón, particularmente en todo aquello
que se presente con claridad y distinción a nuestra mente;
 rechazo de los anteriores motivos de duda, en particular de la hipótesis del
genio maligno y de la indistinción entre sueño y vigilia.
4. Conclusión general: existe mi cuerpo, mi alma –y ambos como cosas distintas–, los
cuerpos físicos (animales, vegetales, ...), existen las otras personas, existe Dios.
Descubrimiento de una verdad absolutamente incuestionable, “pienso, luego existo”,
y de un criterio de verdad objetivo, la claridad y la distinción.

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