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Etapas del trabajo en equipo:

ETAPAS DE DESARROLLO DEL EQUIPO DE TRABAJO


La reunión de personas conlleva la conjunción de sus intereses y personalidades si se
quieren conseguir con éxito los objetivos para los que el grupo se ha formado. Vamos a
centrarnos en el proceso que siguen los grupos pequeños, grupos primarios. Este proceso
suele ser bastante lento y no siempre tiene las mismas características (de ahí que hablemos
de personalidad del grupo), pero ha sido objeto de estudio en diferentes tipos de grupo y
suele seguir unas fases bastante comunes que describiremos a continuación:
1. o ) Fase de orientación: Las personas se reúnen por primera vez y, aunque algunos ya
se conocieran, tienen que entrar en un conocimiento mutuo que permitirá una dinámica
grupal. Por lo tanto, el grupo tendrá que pasar por un proceso, más o menos largo, en función
de las variables múltiples de esa dinámica, que va desde el simple agrupamiento de
personas al nacimiento del grupo como tal. Esta fase presupone el desarrollo de otros
factores sin los cuales el grupo no podrá evolucionar. Nos referimos al establecimiento de
un interés común, de unas comunicaciones no indirectas o mediatizadas, de un clima
favorable a la interacción y de una energía disponible para el grupo, fruto de las capacidades
individuales. En esta etapa, donde se produce una familiarización de los miembros,
intervienen principalmente las percepciones sociales que hemos descrito anteriormente,
sobre todo cuando los individuos no se conocían antes de formar parte del grupo. La
percepción es el primer paso para el conocimiento mutuo, imprescindible para una
interacción desarrollada. Toda relación comporta un grado de impacto sobre los demás y
esta primera impresión tendrá importancia en la relación futura. Los inadaptados al grupo
muchas veces han hecho un mal posicionamiento en estas fases iniciales del proceso
grupal.
2. Fase de normas: De la familiarización se pasa a una clarificación de las diferentes
posturas individuales dentro del grupo. Se busca seguridad, ser aceptado y escuchado, y
todo ello comporta el establecimiento de normas y de roles. Puede existir una
contradependencia, o tendencia a dividirse en subgrupos para proteger intereses afines o
para reafirmar la postura frente a otros miembros. Por lo tanto, se está produciendo una
cierta lucha por el poder, cuestión que veremos con mayor detalle cuando hablemos del
liderazgo. Hablar de papeles y roles presupone la aceptación de que en el grupo se han de
cubrir unas funciones que, independientemente de las que sean específicas para la misión
de cada grupo, deberán siempre contemplar estos tres ámbitos: a) organizar las tareas que
se han de ejecutar, b) contribuir con procedimientos diversos en esa ejecución, y c) animar,
conectar esfuerzos para conseguir los objetivos. Consolidados los papeles y las normas (no
necesariamente han de ser normas escritas), los individuos suelen ir configurando su sentido
de pertenencia al grupo. El nivel de participación irá creciendo y se toma conciencia de la
postura individual y colectiva. Observemos que me estoy refiriendo al doble proceso
psicológico de individuación y de socialización. Es decir, que gracias al contacto con los
demás, las personas podemos avanzar en el desarrollo de nuestra estructura psicosocial.
Solamente cuando se tiene conciencia de en el grupo existe una vida propia, una forma de
ser que la diferencia de otros grupos, podremos hablar de verdadera integración (no tan sólo
percepción o familiarización). El grupo comienza a tener autonomía y a hacerse cargo de sí
mismo, sin necesidad de una dirección externa obligada. El compromiso con los objetivos
del grupo se hace también mayor, y lógicamente el grupo madura como si se tratase de un
ser vivo individual.

3. o ) Fase de conflictos: Como los seres humanos dotados de emociones y sentimientos,


es lógico pensar que en un momento u otro de la vida del grupo la parte afectiva estará
afectada y se estará manifestando. Nuestros sentimientos y afectos están vinculados a
nuestras experiencias, reacciones, preocupaciones, miedos, hábitos, etc., y a veces chocan
con los intereses de otras personas o con los intereses propios del grupo. De ahí que
intentemos ser aceptados e incluso amados, pero sin renunciar a nuestra necesidad de
control. No siempre somos conscientes de nuestras disposiciones afectivas y no siempre
queremos confesarlas. En este sentido, el grupo es un espacio donde es posible, gracias a
la retroalimentación comunicativa que se estudiará más tarde, recibir información y mejorar
ciertos aspectos. El conflicto es parte de la naturaleza humana y es fruto de las relaciones
entre las personas, aunque también puede ser una tensión con el propio «yo» interno.
Sucede que cuando no afrontamos debidamente un conflicto, aflora la ansiedad y pueden
sobrevenir diferentes tipos de manifestaciones, bien contra uno mismo o bien contra los
demás. La agresión podría tener una intervención dañina si no se logra el equilibrio regulador
de la conducta. El amor, el odio o la alienación son tres tipos de sentimientos interpersonales
que condicionan nuestro comportamiento social. En esta etapa, sin embargo, el grupo ha de
ser capaz de afrontar los problemas de relación y solucionar los conflictos interpersonales.
Darse cuenta de que las conductas agresivas no se producen por casualidad y obedecen a
una liberación de la ansiedad contribuye a un mejor entendimiento de la naturaleza humana
y a buscar soluciones. El análisis de los fenómenos socioafectivos es un mecanismo de
comprobación y corrección para conocer los efectos reales de la propia conducta con las
demás personas.

4. o ) Fase de eficacia: Superados los problemas interpersonales relevantes, el grupo estará


en mejores condiciones de acometer las tareas propuestas con mayor efectividad.
Finalmente, es lo que se espera del grupo: que consiga los objetivos que lo llevaron a
constituirse como tal. Existen dos variables sobre las que enjuiciar la eficacia de un grupo:
a) b) El grado de compromiso, o preocupación por la tarea, el proceso, la calidad, el éxito,
que exige la discusión abierta y la aceptación de las responsabilidades asignadas. El grado
de cooperación o preocupación por los otros, la participación, el trabajo en equipo. Si las
dos variables son altas, referidas al conjunto de sus miembros, estamos ante un equipo
eficaz.

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