Está en la página 1de 2

ESPONSALES DE FUTURO.

Por “esponsales de futuro” se entiende a la promesa que mutuamente se hacen dos


personas —sean del mismo o de diferente sexo— de contraer matrimonio entre sí en el
futuro. En otras palabras, para que existan esponsales es necesario que dos personas se
prometan recíprocamente —bilateralmente— matrimonio entre sí en una fecha futura.

El Código Civil originario en su art. 166 que quedó intacto luego de la reforma
introducida por la ley 2393 de matrimonio civil, expresaba una postura contraria al
reconocimiento de efectos jurídicos a la promesa de matrimonio, con la finalidad de
asegurar la plena libertad del consentimiento matrimonial: “La ley no reconoce
esponsales de futuro. Ningún tribunal admitirá demandas sobre la materia, ni
indemnización de perjuicios que ellos hubieran causado” (art. 8°, ley 2393). De esta
postura legislativa se desprendía: a) la imposibilidad de reclamar el cumplimiento de la
promesa de matrimonio y b) la imposibilidad de reclamar daños y perjuicios por
incumplimiento de la promesa de contraer nupcias.

Ésta fue la postura legislativa mantenida hasta la sanción de la ley 23.515 de 1987, ley
que en materia de esponsales suprimió la prohibición expresa de reclamar daños y
perjuicios, es decir, el inc. b) anunciado ut supra. Así, el art. 165 del Código derogado,
si bien mantenía el rechazo de los esponsales de futuro al expresar que “este código no
reconoce esponsales de futuro”.

“No habrá acción para exigir el cumplimiento de la promesa de matrimonio”, a la par,


omitía toda mención sobre la posibilidad de demandar ante los tribunales los daños y
perjuicios ocasionados por el incumplimiento de celebrar nupcias. No obstante, a pesar
de esta modificación legislativa que habilitaba la acción de daños y perjuicios, la
doctrina era restrictiva en su aceptación, al igual que la jurisprudencia.

Tomando en consideración estos antecedentes, el Código Civil y Comercial adopta la


línea legislativa del código originario, prohibiendo de manera expresa la posibilidad de
reclamar daños y perjuicios en el artículo con el que abre el Título I del Libro Segundo,
“Relaciones de Familia”, nos referimos al art. 401: “Este Código no reconoce
esponsales de futuro. No hay acción para exigir el cumplimiento de la promesa de
matrimonio ni para reclamar los daños y perjuicios causados por la ruptura...”.
Postura legislativa a tono con el marco internacional –convencional, en particular, con
lo dispuesto en el art. 16.2 de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer (CEDAW): “No tendrán ningún efecto jurídico los
esponsales”.

Precisamente, si el matrimonio es un acto trascedente para la vida de las personas, éste


debe ser lo más libre posible, de allí que no tenga validez cualquier tipo de promesa ni
tampoco la amenaza legal de una posible acción de daños y perjuicios.

Por otra parte, fuera del ámbito de la responsabilidad civil, el art. 401 recepta de manera
expresa la solución a supuestos fácticos que pueden darse ante la ruptura intempestiva
de una promesa familiar. Nos referimos, entre otros, a los gastos ocasionados en miras
al futuro casamiento tales como el pago del alquiler de un salón para celebrar la fiesta
de casamiento, los costos asumidos en reserva del catering, etc. Para estos supuestos,
debemos remitirnos a la última parte de la norma en análisis que expresa: “sin perjuicio
de la aplicación de las reglas del enriquecimiento sin causa...”. Agregando, asimismo,
otra consideración de importancia habida la práctica de donaciones entre futuros
cónyuges y en especial de donaciones de terceros en miras al futuro matrimonio: “sin
perjuicio... de la restitución de las donaciones, si así correspondiera”.

También podría gustarte