Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Bajo Tierra
Bajo Tierra
de David Olguín
Para Ludwik y Juan
¿Dónde leí aquello de un condenado a muerte que,
en el momento de morir, decía o pensaba que si le concedieran vivir en un alto, en una roca
el abismo, el mar, tiniebla eterna, eterna soledad y tempestad perenne- y hubiera de estarse
F. M. Dostoievski
Personajes
La Catrina, que a su vez encarna a: Porfiria, hija de Trastada; Trastada, coronel; María
Lejana, prostituta.
Homero Pérez, músico ciego, que a su vez encarna a: Godínez, soldado; Francisco
Madero, Presidente.
José Guadalupe Posada, grabador, que a su vez encarna a: Dionisio, enterrador; Padre
Gendarme.
El vestuario está, en general, raído por el tiempo. Lleva un siglo bajo tierra.
para crear un bosque? La acción de Bajo tierra transcurre en una imprenta, un burdel,
requieren para crearlos…? Tal vez las imágenes internas y los objetos podrían bastar
pueblo. Así, los balazos se darían con el sonido de instrumentos musicales (a excepción
del disparo que remata a Posada). Los músicos, también, se integrarían a la acción de
ACTO PRIMERO
I
CATRINA: Aquí muerte es todo lo que despiertos vemos; lo que dormidos, sueño.
(Pausa.) ¿Me oyes, Posada? O Lupe, para entrar en confianza. Aunque una vez muerto,
despertar... Bajo tierra yace un mar de polvo. Del agua sólo queda un eco lejano, un
lamento que se pierde entre las rocas secas. Y el viento habla, muerde, pero no sopla... Se
y la vida disfrutar;
ya no pudo despertar.
Entrégate a la Catrina,
JOSEFO: ¡No, no es posible...! Ella otra vez. El mismo sueño. Me persigue, me acosa. Es
una pesadilla interminable. (Se sienta sobre el ataúd.) La mujer de negro clava sus ojos en
los míos. Me habla, pero no puedo oír su voz. Su boca gesticula en silencio, me llama una
y otra vez... “Josefo, ven... Acércate, Josefo... ya es hora”. ¡Dios me libre! Su mirada es un
JOSEFO: Un muerto.
POSADA: ¡¿Dónde?!
POSADA: Josefo...
Pausa.
JOSEFO: ¿Qué pasa aquí? (Recoge la manta.) ¿Dónde diablos está mi cama? ¿Y usted?
¿Ya se murió?
JOSEFO: Pues se ve bastante desmejorado... un poco lívido, sin brillo en los ojos. ¿Qué le
POSADA: Válgame.
JOSEFO: El padre Cobos dice que los gordos pagan su gula en el banquete.
POSADA: Recuerdo que pasé varias noches solo. Todo era confuso. Tenía náuseas,
JOSEFO: Ay, don Lupe, el doctor le dijo que ni un trago más. No'mbre, usted ya está en el
sueño eterno.
JOSEFO: El padre Cobos dice que las ánimas regresan a despedirse. La verdad yo no estoy
muy templado para eso... Así que... Dios lo cuide en su viaje y hasta la próxima.
CATRINA: A todos les llega su hora. Es inevitable... ¿Listo, Lupe? Pero quita esa cara,
por amor de Dios. ¿Qué son unos cuántos kilos de tierra sobre tu cuerpo? Ándale. Hay que
CATRINA: Imposible.
POSADA: Se lo suplico. Tengo que despedirme de unos amigos.
CATRINA: Lo siento.
POSADA: No, escuche.... Todos dicen que usted es un costal de huesos podridos, una
POSADA: Una mujer tan interesante como usted merece otra fama.
POSADA: Interesante es poco... Por eso pienso que no le vendría mal una manita de gato.
CATRINA: ¿Cómo?
POSADA: Con un dibujo, un grabado donde usted luciera su auténtica belleza. No como
esas pinturas que espantan a los pecadores, sino una imagen radiante, irresistible. ¿Qué le
parece?
CATRINA: No sé... Ultimamente las lluvias me han arruinado el cutis, pero todavía me
defiendo.
POSADA: Imagínese con un vestido de seda al talle, corsé, tápalo aplomado, botitas de
tipo borceguí...
CATRINA: ¿Sombrero de plumas?
POSADA: Y un fleco sobre sus lindos ojos, aretes, anillos, polvo de arroz sobre ese rostro
CATRINA: Gracias.
El Ciego se apersona.
CIEGO: Homero Pérez, servidor, un pobre ciego condenado a ver más allá de su nariz. A
CIEGO: Nada se pierde con probar. Aparte necesito distraerme. El tiempo va y viene, pero
POSADA: ¿Y esto?
CIEGO: Disfraces. Van a ser otros; vivirán otras vidas. Como en el teatro.
CIEGO: Claro que sí. Bueno, siempre y cuando vivan su papel y lo crean de verdad.
JOSEFO: Yo quiero ser un Catrín. Visitar el Jockey Club, la Alameda, hablar franchute,
POSADA: Esto no es un juego. Estamos al borde del abismo, ¿no te das cuenta?
El Ciego les entrega dos trajes de manta, una pala y una cubeta.
negro y ustedes pueden ser otros. Cambiar de personaje, ir de una situación a otra. Todo
JOSEFO: Listo.
CIEGO: Enterradores.
POSADA: ¿Qué?
CIEGO: Calma... La muerte los perseguirá por todas partes. pero nunca los va a buscar en
POSADA: Tiene razón, Josefo. ¿Entiendes? Este ciego nos guiará por la buena senda.
El Ciego se tropieza.
Entrégate a la Catrina,
II
Palacio Nacional frente al camposanto. Las puertas abiertas del Palacio dejan ver, al
fondo, la silla presidencial. En ella está sentado el esqueleto que representa a Porfirio
a ganar la delantera”. 1
PRIETO (lee): Ciudadano de mirada férrea y frente broncínea, yo pregunto: ¿quién, sino el
Vespasiano de Oaxaca, puede llevar las riendas de un caballo desbocado? ¿quién puede
partido Reeleccionista reitera su apoyo al héroe que, durante más de veinte años de
en un triste camposanto,
Entrégate a la Catrina,
PRIETO: Largo de aquí, ciego inútil. (El Ciego sale) Y ustedes a trabajar.
PRIETO: Para que la patria colecte los frutos del progreso debemos ser productivos. A
trabajar.
Prieto y el Soldado salen al tiempo que las puertas del Palacio se cierran. Entra la
Catrina.
CATRINA: Espero a un cristiano, pero no llega el infeliz. Ten lista una fosa. Voy por otro
que ya le toca.
aunque el tiempo,
ay, nada bueno me dejara”. 2
Josefo se sienta.
JOSEFO: Te corren.
POSADA: Exactamente, Virgilio. No eres tan bruto como aparentas. Ahora, si eres
enterrador y no estás sepultando cristianos, quiere decir que no cumples con tu trabajo y
JOSEFO: Vaya...
POSADA: ¿Te das cuenta, animal? Aquí abundan los sepultureros. Si no quieres dejar a
3 Ibid.
Posada despierta a Josefo.
JOSEFO: Pero si aquí no hay cristianos de carne y hueso... Puras ánimas del purgatorio.
JOSEFO: ¡Zaz!
POSADA (lanza la moneda al aire): Sol... perdiste, Virgilio. Lica con cuidado; no quiero
POSADA: Perdiste y el que pierde la paga por güey. Así que cávale.
POSADA: No me digas.
POSADA: Ya basta. De nada te valdrá hacer tiempo. Al cabo un día de estos te tenía que
tocar.
POSADA: Listo.
JOSEFO: ¿Y mi mujer?
cuidar.
JOSEFO: Gracias.
POSADA: Apúrate, Virgilio. Los malos espíritus huyen por las fosas abiertas.
POSADA: Dime.
JOSEFO: No me confesé.
JOSEFO: ¿A dónde?
POSADA: No sé, Virgilio. Quizá también hay hambre y carestía en el cielo. Pero
JOSEFO: Dice el padre Cobos que las lágrimas purifican el purgatorio... ¿Por qué no lloras
por mí?
POSADA: Basta de sentimentalismos. Hay que afrontar la muerte con coraje y dignidad.
JOSEFO: Tal vez... Sí, tus palabras me reconfortan. Eres muy bueno conmigo.
POSADA: No sé... Voy a ver. Algo se mueve... Es ella... y viene con un músico... Sí, es un
músico. ¡Ya te salvaste, Virgilio!
POSADA: Un pobre cristiano al que le estaba dando sepultura. Como no había trabajo.
JOSEFO: ¡Argh...!
POSADA: ¿Muerto? (Se acerca receloso y lo toca.) Pero si bien que resuella.
CATRINA: Resollaba. (Pasa su guadaña por el cuello del Violinista.) Manos a la obra.
JOSEFO: ¡Es usted un cabrón, don Lupe! Está bien que se apropie de su papel, pero cómo
JOSEFO: Qué Virgilio ni que nada... Yo soy Josefo y usted un ojete, un abusivo. ¡Ojalá y
se muera!
CATRINA: ¡Perros!
pudrir las entrañas. Miles de gusanos entrarán al banquete hasta corromper su carne, hasta
que se devoren unos a otros. ¡Ay, de ti, Posada! ¡Toda mi furia caerá sobre tu débil carne!
(Pausa.) Aunque sería mejor... Tal vez... (Se dirige hacia la imprenta donde está la
trampilla con los disfraces. Toma un vestido.) ¿Por qué no? Una muerte lenta, rodeada de
sus mismas armas. Claro... Ya veremos quién gana en esta mascarada inútil. Al cabo polvo
Transición de luz.
III
Camposanto. Al final de una procesión religiosa, aparece Posada -disfrazado con sotana
y capelo- en la guisa del Padre Cobos. La Catrin, bajo el disfraz de Porfiria, lo aborda.
JOSEFO: ¡Gran cometa y quemazón! ¡Entérese del espeluznante porvenir que le aguarda a
la humanidad en este siglo! ¡El mundo se va a acabar! ¡La destrucción será total,
irremisible! ¡Los muertos se levantarán de sus tumbas!
POSADA (en secreto): Ese no es un buen disfraz, hijo. Vete a cambiar de inmediato.
CATRINA: ¡Mire! El cielo se está nublando. Igual que en el día del calvario. Tengo
POSADA: O bone jesu, exaudi me et ne permitas me separi a te, ab hoste maligno defende
me.
POSADA: Sabrá Dios. Por lo menos una lengua extranjera que nos protege del demonio.
CATRINA: ¿Es una verdad que debemos creer aunque no la podamos demostrar?
POSADA: Precisamente.
amor.
Josefo se apersona.
POSADA: Entonces que sea la quinientos. Y de paso, criatura, no te caería nada mal un
Sale.
JOSEFO: Oiga, don Lupe...
POSADA: Calla... Sigamos con las partes. Parece que la huesuda está cerca. (Retomando
POSADA: La muerte ronda, hijo. Más vale estar prevenido... Y bien, pasemos a otro
JOSEFO: Y siempre que puedo. No ve que allí Porfiria y yo nos... Ya usted me entiende.
JOSEFO: Pues me arrepentiré, pero de cualquier modo no creo que su papa deje que nos
júntemos.
POSADA: Bruto, tú la pides y te casas con ella. Enterita, como tú dices. Yo te arreglo el
POSADA: Demonio... Aquel que trafica con la lujuria se va directo al infierno, óyelo bien.
JOSEFO: Entre más confiese más infierno me toca, ¿no? Mejor me hago güey.
POSADA: Necio recalcitrante, ya veo la clase de infierno que te calcina el alma. Recuerda
que estás con un ministro de Dios. (Pausa.) ¿Al menos amas a tus semejantes como a ti
mismo?
JOSEFO: Si de semejantas se trata... uuuyyy, me voy derechito al cielo porque las amo a
todas.
POSADA: ¿De modo que has deseado alguna vez a la mujer de tu prójimo? Responde...
JOSEFO: Perdóneme, padrecito, pero acá entre nos deseo a la mujer de un prójimo que
está divina. Mire, tiene unas pantorrillas que hasta el chamorro se le dibuja, y unos colores
POSADA: ¡Calla, impío! ¡Calla! ¡Te voy a bañar con agua bendita! (Descubre a la
CATRINA (después de cantar un salmo con suma devoción): In nomine Christi. Amen.
POSADA: ¡He aquí un cuadro edificante, Pacheco! ¡Qué imagen más sublime! ¿Estudiaste
el catecismo, niña?
POSADA: Adelante, criatura. El reino será de los puros. Persevera por el sendero que
conduce al creador. (A Josefo.) ¿Te das cuenta, hijo? La fe mueve montañas.
POSADA: Tengo un mal presentimiento, Josefo. Encuentro algo raro en esa mentada
Porfiria.
POSADA: Pero su mirada es un tanto extraña... Sí, Josefo, sus ojos no tienen expresión. Es
como si estuvieran fijos, mirando al vacío. ¿Entiendes? Sus ojos no hablan, no muestran
ningún sentimiento. Sólo caos, caos.,.. La noche anida en sus pupilas. Y ese olor...
JOSEFO: Es posible. Su poder es tan grande que podría prepararnos una celada. Mejor
vámonos.
POSADA: No, conserva la calma. El ciego dijo que debíamos seguir el destino que tiene
cada disfraz.
POSADA: Homero tiene algo especial. Ten calma. A ver qué pasa.
Dios.
CATRINA: Así se habla, Pacheco. Mírame. He perdido un ojo, pero nunca una batalla.
Además la razón está de nuestro lado. Ya es tiempo de acabar con la brutal dictadura de
Porfirio. No tengas miedo. Nuestro plan es perfecto. Después del atentado te enviaremos
CATRINA: Pide lo que sea. Pero pronto que ya no tarda en empezar el festejo.
POSADA (a Josefo): Ya veo tus intenciones, satán. Pero no te saldrás con la tuya.
Sale.
CATRINA: ¿De qué se trata?
JOSEFO: Coronel Trastada, estoy enamorado de su hija Porfiria. Le quiero pedir su mano.
JOSEFO: Bueno, no sólo la mano, pero le aseguro que mis intenciones son sinceras.
JOSEFO: Muchas gracias, coronel. No fallaré el tiro, suegro. Estoy más seguro que nunca.
Música. Josefo se aparta y espera montando guardia. Se abren las puertas del Palacio
otros gritos. De pronto, a una señal de la Catrina, Josefo corre hacia el esqueleto con una
pistola en mano.
acribilla a Josefo. Revuelo. Todos salen, a excepción del Ciego. Las puertas del Palacio se
-¡Viva Trastada!
-¡Orden y progreso!
JOSEFO: ¡Vida de mierda! ¡De veras que el destino se ensaña con algunos! Y de qué
manera... Mire nada más cómo le fue al infeliz de Pacheco: le dejaron el pecho como una
CIEGO: Por supuesto. Ponte el disfraz de papelero. Te salió tan bien. Anda... y salúdame a
Lupe.
Salen.
IV
POSADA: ¿Es para esto que morimos tánto? ¿Para acabar en un juego? Voy a necesitar
POSADA: ¿Qué haces aquí? Pensé que ya estarías en Cuba haciéndola de Pacheco.
JOSEFO: Me mataron.
JOSEFO: Así parece. Bueno, creo que no me tocó a mí, sino al soldado Pacheco. Lo
POSADA: Válgame...
JOSEFO: ¿Se da cuenta? Estamos en peligro. A los personajes también les llega su hora.
POSADA: Ese hombre es un verdadero vidente. Tiene que evitarme a toda costa un
encuentro con la huesuda. Lo obligaré a que me revele el porvenir. Eso es... me tengo que
JOSEFO: ¿Y yo qué? Esta vez le tocó a Pacheco, pero quién sabe la próxima.
POSADA: No es eso, Josefo. Pero más vale que cada quien vea para su santo. Yo haré
POSADA: No me grites.
JOSEFO: He trabajado con usted desde que era niño, don Lupe. La imprenta ha sido mi
casa. Usted es mi único amigo y ahora que estoy en aprietos, me da la espalda. Sálvese
POSADA: Está bien. Haz lo que quieras. Yo soy yo y seguiré vivo contra viento y marea.
POSADA: Tómala. Ahí están los impresos. (Pausa.) Si te ves en aprietos, regresa.
Josefo toma los grabados y se retira. Posada bebe un largo trago. Toma sus instrumentos
POSADA: Ni los personajes escapan de sus garras... Más vale dejar listo su grabado.
prostituta, baila con Prieto. Lane Wilson abre una botella de champagne. Ella los
reposo.
PRIETO: Cuando la política me satura, mister Lane, escucho a mi musa libertina y me voy
PRIETO: Qué va, señor embajador. En México el blof parisino ya no sirve de nada. Bueno,
PRIETO: México es tierra de poetas y aquí los poetas somos profetas, señor embajador.
PRIETO: Espere, mister Lane. Deje que la poesía nos revele secretos. Aguce su olfato.
preocupe, señor embajador. Usted goce la Revolufia. Llamarse Henry Lane Wilson es una
bendición en estas circunstancias. Hay que ver la corrida sangrienta desde la barrera,
PRIETO: La cuestión está en saber quiénes somos sus amigos, mister. Yo anhelo una
JOSEFO: Los mineros de Cananea, a punta de sable y fusil, reanudaron labores después de
cinco días de represión... Los rangers gringos, con la aceptación de Porfirio Díaz, cruzaron
amordaza.
decir, ¿cuales asesinatos? ¿cuándo entraron los yanquis? Hubo una huelga, pedradas y
PRIETO: Soy un modesto poeta; diputado en mis tiempos libres. Pero ya que me está
equívocos.
incorpora.
JOSEFO: Ya no entiendo nada... (El Ciego ríe.) Usted se divierte a nuestra costa, ¿verdad?
CIEGO: Son las reglas del juego, muchacho. Pero no te preocupes. Ve a la imprenta y
ponte otro disfraz. De paso, salúdame a Lupe. Es más, dile que ya se acerca su hora.
y no me puedo despertar.
VI
POSADA: Un sueño, sólo un sueño... No, no puede ser... Necesito recordar... Sí, estoy
No quiero morir. Aunque vengan caballos con las crines de fuego, jinetes disparando sus
CATRINA: Acércate.
CATRINA: ¿No me reconoces? (Pausa.) No estás soñando, Lupe. Soy real. Existo.
POSADA: No puedo.
CATRINA: Es magnífico.
CATRINA: Eres un tramposo, Lupe. (Empieza a preparar una horca.) Además, ¿para qué
quieres vivir? Aquí no hay nada seguro. Tal vez tus aventuras no son más que sueños,
POSADA: No... por favor. Deme unas cuantas horas. Al menos déjeme terminar su
grabado.
Pausa.
CATRINA: Si eso te conforta... Qué estúpidos los hombres. Creen que pueden decidir su
muerte. Bueno, terminemos la persecución de una vez por todas. Como dices, por tu propia
voluntad.
Posada, resignado, se ha subido a una silla para alcanzar la soga. Se ajusta el nudo.
decía su mujer: no tengas pena, pariente, todavía puede ser que la soga se reviente.
La CATRINA ríe, patea la silla. Posada queda en vilo. Un gemido largo. De pronto, la
Oscuro súbito.
ACTO SEGUNDO
VII
JOSEFO: Ya no sé nada. Ahora le tocó al Papelero. ¡Lo mataron! ¡Me mataron! Estamos
POSADA: Calma, Josefo. Seguimos aquí, vivos, de carne y hueso. Déjame pensar. Debe
POSADA: Ayer soñé con una mujer... Tenía unos ojos que parecían devorarlo todo. Era
ella. Vino a buscarme. ¿Pero por qué no me sacó con los pies por delante? ¿por qué no me
llevó de una vez al camposanto? ¿Todo fue una broma? (Pausa.) Ya no quiero pensar, no
quiero pensar... Acción, ésa es la cosa... Basta de palabras. ¿Dónde dejaste al maldito
ciego?
POSADA: Pero de inmediato. Me urge hablar con él. (Josefo sale; Posada observa la
eso es. Acosarme apretando la soga, pero no lo suficiente como para matarme.
El Ciego deja su escondite.
en su triste desconsuelo.
POSADA: ¿Dónde te has escondido todo este tiempo, perro ciego? Dijiste que serías
nuestro guía.
atrapa.
POSADA: Pero está tendiendo el cerco. Ayer estuvo aquí y tú sabías que vendría, ¿no es
así?
CIEGO: Sí.
POSADA: Por tanto sabes cuál de mis personajes va a morir. Dí algo. ¿Cuál de ellos
revela el porvenir.
POSADA: ¿Ah, sí? Veo que no quieres cooperar por las buenas. Excelente. (Toma una
gubia y la coloca en el cuello del Ciego.) Este metal hace cantar a los mudos y ver a los
ciegos. ¡Canta!
POSADA: ¡Ciego de mierda, te voy a vaciar las cuencas! ¡Canta! ¿Quién de mis
y no me puedo despertar...
Posada está a punto de encajarle la gubia, pero finalmente no se atreve. El Ciego repite
dime de qué disfrazarme. Tiene que ser un personaje que tenga muchos años por delante.
CIEGO: Un militar borrachín, sanguinario. No le tiene miedo a la muerte. Serás una pieza
importante en la revolución.
CIEGO: Don Porfirio está a punto de caer. Madero tomó las armas en el norte. Lo siguen
Villa, Zapata, la indiada... (señala el disfraz) pero a él, a Victoriano Huerta, le toca el papel
de traidor.
POSADA: Un traidor...
POSADA: Con su ayuda seguiré vivo a como dé lugar. ¡Qué ojos tiene ese desgraciado!
Reaparece Josefo.
POSADA: No te preocupes, acaba de estar aquí. Dejó instrucciones precisas para que la
POSADA: Según el ciego, debemos intercambiar nuestros disfraces de vez en cuando. Así
ancho del mundo. Convierte, santifica, lucha por cada una de tus ovejas descarriadas. “Y
ante todo te ruego que digas tus diálogos con soltura y naturalidad. Si los dices a grito en
cuello, como muchos de nuestros actores, más valdría que le diera mi personaje a un
POSADA: Hasta pronto, padre. (Josefo sale. Posada termina de cambiarse.) Dios te
VIII
guisa del coronel Trastada quien viene, además de tuerto, sin un brazo- se escubren.
PRIETO: Seré breve, coronel. Cuando la muerte apremia, dejo que Melpómene dicte el
CATRINA: Al grano.
PRIETO: Sé que pretenden asesinarlo. Ahí lo tiene, más claro que el agua.
CATRINA: Nombres.
CATRINA: De acuerdo, Prieto. Lo que quiera. (Una bolsa cambia de manos.) ¿De quién
se trata?
PRIETO: Los hombres tenemos mala sangre, coronel... Más vale prevenir que lamentar.
Aparece Posada en la guisa de Huerta. Lo sigue su guardaespaldas, el Ciego bajo el
POSADA: Trastada…
CATRINA: Te burlas, querido Victoriano. Pero sábete, he perdido dos miembros, sí…
POSADA: No te enojes. En esta vida todos estamos de paso, hermano. Pensar en la muerte
me provoca la misma sensación que una hoja cayendo de un árbol. Échate un trago.
POSADA: Tú siempre celoso de cumplir con el deber. Qué lástima. Prieto, acompaña al
coronel a la puerta.
POSADA: ¡Godínez!
POSADA: A ver... cuádrese, Godínez. Conteste con claridad. ¿Le gustan las adivinanzas?
POSADA: Pues póngase avispa porque ahí le va una muy difícil... ¿Su jefe es villista,
Reaparece Prieto.
POSADA: Hazlo pasar. (Prieto sale. Al Ciego.) ¡Atención! ¡Firmes! (El Ciego se
El Ciego sale cruzándose con Josefo que entra en la guisa del Padre Cobos.
POSADA (sirve): Yo no me ando por las ramas, padre. México está en mi corazón y sé
POSADA: Pero sí para la patria que en este momento lo necesita. Usted bien sabe que
Trastada colabora con los revolucionarios y eso es traición. Usted siempre está cerca de él.
No le sería difícil...
Así de claro.
JOSEFO: Por una acción así, echaría por tierra una vida encaminada a la santidad. Polvo
JOSEFO: La gloria.
POSADA: A cambio, la nación le dará cinco mil en plata. (Le extiende la bolsa con el
dinero.) México nos necesita, entiéndalo. (Frente a la duda de Josefo, sale de personaje.)
JOSEFO: A ver qué decide el padre... (Entra en papel y después de meditarlo, toma la
POSADA: Todo marcha bien, Prieto. México será un país tan grande como la honorable y
cultísima Alemania... Y yo, ¿me oyes bien? Yo me consagraré a la realización de ese ideal.
marcial figura se concentran los esplendores de esos prestigios, como los rayos de un sol
de oro que rompe la noche, se fijan en los basaltos de una cumbre enhiesta”. 5
POSADA: Ah, qué Prieto... Siempre tan oscuro y complicado. Basta con decir que México
es una serpiente furiosa y yo, muy pronto, voy a ser su cabeza. Acompáñame. Necesito que
Salen.
IX
5 Fragmento del texto “El señor general Victoriano Huerta”, de José Juan Tablada.
Camposanto: el Ciego despierta de un mal sueño.
CIEGO: Acérquense. Homero Pérez no vino a venderles nada... vino a mostrar los poderes
personas que han conocido su futuro librándose de males de ojo, roñas y hambre; que han
recuperado su salud por medio del muérdago doradilla huaco incienso de lágrima alumbre
baldo sanguinaria prieta y destripa rengos que Homero Pérez, este modesto servidor de
Dios, les ha traído de su tierra natal. Si tienes prisa, vete; si crees que te quito el tiempo,
los que sufren persecución, los que sí tienen fe... De nuevo llega el tiempo de los videntes
y los profetas. Dos más dos siempre ha sido igual a cinco. ¡Detente, Demonio! Hay que dar
marcha atrás, atrás, porque este mundo de mierda no puede seguir así. ¡Dioses del sueño y
¡Tú no te acerques, demonio! ¡Detente! ¡Vade retro! ¡Ojalá y te pudras! ¡Soñé contigo,
Sale.
POSADA: Dijiste que a Huerta le quedaban diez años por delante. ¿Por qué me engañas?
CIEGO: Porque estás ciego. A Huerta le quedan tres o cuatro años, pero a ti unas cuantas
horas. Tú eres Posada, no lo olvides. Las palabras confunden, pero los sueños son
Huerta es así...
POSADA: No, ciego. Estoy acorralado y quiero vivir. Sólo me queda probar un último
CIEGO: ¿Qué?
POSADA: Pero también se disfraza como yo, se apropia de otras vidas para perseguirme.
Tengo que aprovechar esa situación. ¿Lo crees posible, ciego? Tú puedes prever el
muerte.
Pausa.
POSADA: Claro, yo tenía razón. Noté algo extraño en su mirada. ¿Y dónde la puedo
encontrar?
CIEGO: La muerte siempre ronda esas ceremonias. Suele acabar con sus muertitos entre
manos.
revolución!
POSADA: No te pongas así. Todo saldrá bien. Ten fe, Ciego. Yo seré tu lazarillo. Necesito
que te disfraces... Vamos a preparar el plan con Josefo. ¡Y que viva la revolución!
JOSEFO: Dios nos agarre confesados. Madero y esa turba revolucionaria serán la ruina de
la nación.
PRIETO: Silencio. No más llanto. No hagamos más duro este difícil momento. Digamos
CATRINA: Adiós, París. Adiós, delicada elegancia. El íntimo decoro se va para no volver.
JOSEFO: La revolución está ciega, don Porfirio. Perdónelos, no saben lo que hacen.
Prieto y el Gendarme se retiran. Posada -bajo el disfraz de Huerta- se asoma de vez en
cuando, desde algún escondite, para cambiar señales cómplices con Josefo.
JOSEFO: Esto no se puede quedar así. Imagínate que el Jockey Club abra sus puertas a la
JOSEFO: Y todo por culpa de ese enano espiritista. Madero es el anticristo. (Pausa.) Ay,
Porfiria, vieras qué dolor me causó saber que tu padre, mi coronel Trastada, se alió a los
JOSEFO: Imagínate que los ateos del norte cerraran las iglesias...
Josefo, sin que ella lo note, se acerca al sitio donde POSADA se oculta y recibe un
revólver. Lo guarda.
JOSEFO: Exactamente... Hija mía, ¿serías capaz de...? No es más que un tirano. Muerto
Pausa.
CATRINA (tomando el arma): Rece por mí.
JOSEFO: Bendita seas entre todas las mujeres, criatura. Yo te daré la señal para el disparo.
Música. Se abren las puertas de Palacio Nacional. El Ciego, bajo el disfraz de Francisco
Gendarme lo vitorean.
-¡Viva la democracia!
TODOS: ¡Viva!
CIEGO: Tengo la firme voluntad de conciliar a todos los mexicanos. Repartiremos las
PRIETO (en secreto): No se les permitió la entrada, señor Madero. Venían muy sucios.
Josefo da la señal. La Catrina se acerca al Ciego, saca el revólver y dispara. Sólo suena
POSADA: Ay, muchacha, tan guapa y tan traidora. Esa pistola no está cargada, pero la mía
sí.
JOSEFO (acercándose a ella): Está muerta. ¿Qué demonio se habrá adueñado de esta
CIEGO: Perfectamente.
POSADA: Ya no se me angustie, don Panchito. Usted podrá gobernar en paz por los siglos
verdad está muerta? Dios no lo quiera. Sin la muerte todo pierde sentido. (Tentalea en la
(Se entona.)
“Parióme mi madre
cubrióme de luto,
faltóme ventura.
Muriendo, mi madre,
Hay que cantar para hacerse compañía en este mundo desolado. Ya ni los jejenes hacen
puedo ver, estoy confundido. ¡Ay, Virgen de la Soledad! ¿Para dónde jalar, virgencita?
¿Existe algún lugar donde la muerte no esté muerta? ¿Para dónde jalar? Estoy perdido.
CATRINA: Tierra adentro... donde nadie te conozca y puedas de nuevo empezar. (Pausa.)
XI
JOSEFO: Fue todo un acto de heroísmo. Brindemos por el éxito de nuestra hazaña.
Ciego me lo dijo.
POSADA: Sí, pero por eso planeé matar a la muerte. Te salvé la vida.
POSADA: Olvídalo. (Sirve; brinda.) Este día se recordará por siempre: la muerte ha
muerto, el paraíso renace, el sol vence a las tinieblas, y el amor y la pureza reinan... Así sea
JOSEFO: Gloria Patri et Filiu et Spiritui Sancto Halleluya... Amen. (Beben; escupe.) ¿No
Josefo toma los lentes y el traje de Huerta. POSADA, a medida que lo escucha, se va
transformando en el general.
JOSEFO: Todos tenemos derecho a gozar los placeres del paraíso, don Lupe: manjares,
licores importados, riquezas, en fin... Si seguimos el juego podríamos dejar esta pocilga y
vivir como potentados. ¿Qué tal convertir Palacio Nacional en un burdel? Don Victoriano
JOSEFO: ¿No es justo después de tanto sufrir? ¿Qué más pueden merecer dos héroes que
hermano mío!
CATRINA: ¡Hermanos los huevos y no se hablan! ¿Creíste que podías acabar conmigo?
Pues aquí me tienes y más vale que te encomiendes a Dios porque hoy terminan tus días.
POSADA: Coronel Trastada, está equivocado... Es decir, yo no soy el que usted cree que
soy...
POSADA: Tranquilo, coronel. Soy un impostor. (Se quita los lentes.) ¿Conforme?
Ella ríe.
Levántese, don Lupe. Nos aguarda el paraíso... Está bromeando, ¿verdad? Hay que
bendecir Palacio Nacional con vino de consagrar. Levántese... In taberna quando sumus...
(Le hace cosquillas.) Ándele, don Lupe, nos esperan el vino generosum y tal vez dos o tres
monjitas. (Pausa. Transición.) Válgame... Está sangrando. Don Lupe, por favor... Dígame
algo... Ya no respira... No se vaya. No me deje solo. ¡Despierte, don Lupe! (Pausa.) Dios
que entra.
CIEGO: En cambio la mía se aclaró. He vuelto a ver. Soñé que la muerte me hablaba. Le
CIEGO: Tú, querido. Tú. Pero no sufras. Muerte es lo que despiertos vemos; lo que
muy poco tiempo, pero si quieres vivir más años, déjate llevar por el disfraz de Huerta y
cumple su destino.
POSADA: No, yo quiero ser yo, vivir yo en carne y hueso. Lo que tú me propones no es
vida.
CIEGO: La vida es una farsa actuada por carroñas verticales, entiéndelo de una vez.
CIEGO: Es un tinglado donde los cómicos brillan un instante. El claroscuro, Lupe: la luz
me da vida, pero tras bambalinas no hay nada, sólo oscuridad. La vida es puro teatro. Así
está escrito. (Le extiende un papel.) Mira, aquí están tus parlamentos.
tenemos. Vemos el mar, las estrellas, el cielo... Somos algo grandioso y ruín, el bien y el
mal, ¿me oyes? Un ser vivo, eso es, vivo... La vida no puede ser una farsa... La vida es la
vida.
CIEGO: Estás ciego, Lupe. Pero si tanto aprecias la vida no te queda más que ser Huerta...
o Cobos. El show debe continuar y ya estuvo bueno de confundir al respetable con tantos
CIEGO: ¿Cómo no vamos a estar en una farsa carnavalesca? Basta un bigote, una nariz,
una calva y ya somos otro. Vaya mascarada... La risa se ríe de la risa, se ríe de lo
desdichado.
El Ciego ocupa la silla de Palacio mientras Posada (Huerta), Lane y Prieto discute en el
burdel.
POSADA: Take it easy… easy, easy…Usted piensa mucho en el futuro, Mister Lane. Siga
POSADA: Basta de discusiones; los dos están arrestados. (Pausa tensa; ríen.) ¿Ah,
verdad?
PRIETO: Ya tenemos todo listo, general. Incluso escribí una elegía a la muerte de Madero.
PRIETO: ¡Juega!
LANE: No nos distraiga del tema, general... Madero is a fool, a lunatic... Madero debe
desaparecer.
Madero.
LANE: ¿Sotol?
LANE: ¡Salud!
LANE: Anyway, si Huerta preferir teutones, ya veremos qué hacer. Acaso un desembarco
en Veracruz.
México.
Lane y Prieto se retiran. Posada, completamente abatido, intenta quitarse el disfraz pero
Posada lo estrangula.
quería... Siento asco, señor Madero. Me avergüenza ser el que soy... Poco a poco me
CIEGO: ¿Qué tal, eh? ¿No te la esperabas? ¿Entonces la vida es o no una farsa?
POSADA: Ya no entiendo nada... Ya basta. Quiero salir de esta pesadilla. ¡María Lejana,
¿donde estás?! ¡María Lejana! ¡Llévame contigo! Fue una estupidez huir de ti ¡Quiero
PRIETO (señalando el cadáver del Ciego): “Hay que apartar los ojos de los sombríos
dramas callejeros y del bajo rencor y levantarlos hacia donde brillen genios como don
Victoriano Huerta, un astro que habrá de guiar a la patria sin rumbo enmedio de la noche
JOSEFO: Don Lupe... Algo me decía que usted estaba vivo. Escapemos. Vístase de
revolucionario. Andamos en bola. Somos tantos que la muerte nunca podrá reconocerlo.
POSADA: ¡Yo no soy Huerta! Soy Posada, un grabador, un pobre diablo, un hombre...
SOLDADO: ¿Y cuál es el problema, amigo? Sigamos con las partes. Acá entre nos yo
también ando huyendo de la muerte. (Se quita la peluca y un postizo.) ¿Se da cuenta? He
sido un músico, el embajador Lane Wilson, un soldado, un gendarme... en fin, tantos que
ya no sé quién soy.
8 op. cit. 5
JOSEFO: No me deje solo, don Lupe.
Posada deja tirada la casaca de Huerta -junto a la sotana de Cobos- y sale. Prieto se
acerca y recoge el disfraz de Huerta mientra el Soldado hace lo propio con el de Cobos.
Se cambian.
PRIETO: Siempre he querido ser un hombre poderoso y ahora soy el que soy: general
SOLDADO (en papel de Cobos): Así se habla, general. Acabemos con los herejes. Yo
Al oírse la descarga, el Soldado (Cobos) y Prieto caen como si ellos hubieran sido los
fusilados.
JOSEFO (a los cadáveres): No se hagan. Ya sé que al rato van a resucitar. Si aquí todo es
al revés, ya es tiempo de que se levanten los muertos y jalemos con Zapata y Villa, ¿no?
XII
POSADA: ¿Es para esto que morimos tánto? ¿Para sólo morir, tenemos que morir a cada
instante? Valor... La muerte se toma por los cuernos... Que se cumpla lo que está escrito...
CATRINA: Me encanta.
CATRINA: Catrina.
CATRINA: Bueno, mis fémures no están mal, pero creo que ya estás delirando.
POSADA: Debí quedarme contigo desde la primera vez que nos vimos.
CATRINA: Los hombres no saben apreciar una amante hasta que la pierden. Y tú, ingrato,
CATRINA: Bueno.
Beben.
POSADA: La muerte se aprende, ¿verdad? (Pausa.) ¿Y crees que tú y yo...? Digo, la gente
CATRINA: No me digas.
CATRINA: Eso sí que no; para siempre, no. Yo no soy mujer de un solo hombre.
A lo lejos se escucha la música del Ciego. Posada se acerca. Ella responde, lo besa.
Oscuro lento.
Bajo Tierra se estrenó el 2 de mayo de 1992 en el Teatro Santa Catarina con el siguiente
reparto:
Alejandro Duprat y
Jacobo Sefami