Está en la página 1de 8

TEXTOS TEATRALES

2/8

Obra: Bodas de sangre (Federico G. Lorca)

He venido para que me mates y que me lleven con ellos, pero no con las manos, con garfios de
alambre, con una hoz y con fuerza hasta que se rompan mis huesos.

Quiero que sepas que soy limpia, que estaré loca, pero me pueden enterrar sin que ningún
hombre se haya fijado en la blancura de mis pechos. Porque yo me fui con el otro, me fui, tú
también te hubieras ido. Yo era una mujer quemada por dentro y por fuera y tu hijo era un
poquito de agua de la que yo esperaba hijos, tierra, salud, pero el otro era un río oscuro lleno
de ramas que acercaba a mí el rumor de sus juncos y su cantar entre dientes. Y yo corría con tu
hijo que era como un niñito de agua fría, pero el otro me mandaba cientos de pájaros que me
impedían el andar y que dejaban escarcha sobre mis heridas de pobre mujer, marchita
muchacha acariciada por el fuego. Yo no quería, ¡óyelo bien!, tu hijo era mi fin y yo no lo he
engañado, pero el brazo del otro me arrastró como un golpe de mar y me hubiera arrastrados
siempre, siempre, aunque hubiera sido vieja y todos los hijos de tu hijo me hubieran agarrado
de los cabellos.

Calla, calla y véngate de mí, mira que mi cuello es blando, pero eso no, honrada, honrada
como una niña recién nacida y fuerte para demostrártelo. Enciende la lumbre, vamos a meter
las manos, tú por tu hijo y yo por mi cuerpo, pero seguro que las retiras tú antes. Y esto es un
cuchillo, un cuchillo que apenas cabe en la mano, pez sin escamas ni río, para que en un día
señalado con este cuchillo se queden dos hombres duros con los labios amarillos.

Mátame y yo dormiré a sus pues para guardar lo que él sueña, desnuda, mirando al campo
como si fuera una perra, ¡porque eso soy! Clavos de luna nos fundían, su cintura y mis caderas,
es justo que yo aquí muera con los pies dentro del agua espinas en la cabeza. Déjame llorar
contigo y que la cruz ampare a muertos y vivos.

Casa de muñecas, de Herink Ibsen

NORA:

Siéntate; va a ser largo. Tengo mucho que decirte. (Pausa) Realmente lo que pasa es que: no
me com- prendes. Y yo nunca te he comprendido tampoco… hasta esta noche. Estamos aquí
sentados uno frente a otro. ¿No te extraña esta anomalía?... (Pausa)… Llevamos ocho años
casados. ¿No te percatas de que hoy es la primera vez que tú y yo, marido y mujer, hablamos
con seriedad? Desde que nos conocimos no hemos tenido una sola conversación seria. Estoy
diciéndote que nunca hemos intentado llegar juntos al fondo de las cosas.

Tú no me has comprendido jamás. Se han cometido muchos errores conmigo, Torvaldo…


Cuando vivía con papá, él me manifestaba todas sus ideas y yo las seguía. Si tenía otras
diferentes, me guardaba muy bien de decirlo, porque no le habría gustado. Me llamaba su
muñequita, y jugaba conmigo ni más ni menos que yo con mis muñecas. Después, vine a esta
casa contigo… Quiero decir que pasé de manos

3/8
De papá a las tuyas. Tú me formaste a tu gusto, y yo participaba de él… o lo fingía… no lo sé
con exactitud; creo que más bien lo uno y lo otro. Tú y papá han cometido un gran error
conmigo: son culpables de que no haya llegado a ser nunca nada.

¿Quieres educarme? Debo procurar educarme a mí misma. Tú no eres capaz de ayudarme en


esta tarea. Para ello necesito estar sola. Y por esa razón voy a dejarte. Necesito estar
completamente sola para orientarme sobre mí misma y sobre lo que me rodea.

Ya no creo en ser esposa y madre. Creo que ante todo soy un ser humano, igual que tú… o, al
menos, debo intentar serlo. Sé que la mayoría de los hombres te darán la razón, y que algo así
está escrito en los libros. Pero ahora no puedo conformarme con lo que dicen los hombres y
con lo que está escrito en los libros. Tengo que pensar por mi cuenta en todo esto y tratar de
comprenderlo.

Lo lamento, Torvaldo, porque has sido siempre bueno conmigo… Pero no lo puedo remediar;
ya no te amo. Y por eso no quiero quedarme aquí ni un instante más.

(Pausa). Bien. Ahora todo ha acabado. Adiós.

ENLACE A MONÓLOGOS:

https://www.contextoteatral.es/textos/lamujerqueamabademasiado.pdf

CARTA DE “LOS PUENTES DE MADISON COUNTY”

https://www.facebook.com/Elclubdeloslibroscompartidos/posts/763158233852734/

POEMAS

Solterona, un poema de Sylvia Plath

Esta chica de quien hablamos

En un paseo de abril ceremonioso

Con su último pretendiente

Súbitamente se asombró muchísimo

Del charlar de los pájaros

Y las hojas caídas.

Así, afligida, ella

Vio que los ademanes de su amante

Agitaban el aire y se irritó

Entre el caos de flores y de helechos

4/8
Acres. Juzgó los pétalos

Confusos, la estación ajada.

¡Cómo deseó el invierno!

Austeramente, en orden minucioso

De blanco y negro

De hielo y roca, todo deslindado,

De corazón a fría disciplina

Sometió, exacto cual copo de nieve.

Pero he aquí: un capullo

De sus cinco sentidos de gran dama

Una grosera confusión deduce:

Traición intolerable. Que el idiota

Se rinda al caos de la primavera:

Prefirió retirarse.

Y rodeó su casa

De alambradas y muros impasables

Contra el tiempo rebelde

Tanto que nadie lo rompiera

Con maldiciones, puños, amenazas,

Ni con amor tampoco.

Y Dios me hizo mujer de Gioconda Belli

Y Dios me hizo mujer,

De pelo largo,

Ojos,

Nariz y boca de mujer.

Con curvas

Y pliegues

Y suaves hondonadas

Y me cavó por dentro,

5/8
Me hizo un taller de seres humanos.

Tejió delicadamente mis nervios

Y balanceó con cuidado

El número de mis hormonas.

Compuso mi sangre

Y me inyectó con ella

Para que irrigara

Todo mi cuerpo;

Nacieron así las ideas,

Los sueños,

El instinto.

Todo lo que creó suavemente

A martillazos de soplidos

Y taladrazos de amor,

Las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días

Por las que me levanto orgullosa

Todas las mañanas

Y bendigo mi sexo.

Amor a primera vista

Ambos están convencidos

De que los ha unido un sentimiento repentino.

Es hermosa esa seguridad,

Pero la inseguridad es más hermosa.

Imaginan que como antes no se conocían

No había sucedido nada entre ellos.

Pero ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos

En los que hace tiempo podrían haberse cruzado?

6/8

Me gustaría preguntarles

Si no recuerdan
-quizá un encuentro frente a frente

Alguna vez en una puerta giratoria,

O algún «lo siento»

O el sonido de «se ha equivocado» en el teléfono-,

Pero conozco su respuesta.

No recuerdan.

Se sorprenderían

De saber que ya hace mucho tiempo

Que la casualidad juega con ellos,

Una casualidad no del todo preparada

Para convertirse en su destino,

Que los acercaba y alejaba,

Que se interponía en su camino

Y que conteniendo la risa

Se apartaba a un lado.

Hubo signos, señales,

Pero qué hacer si no eran comprensibles.

¿No habrá revoloteado

Una hoja de un hombro a otro

Hace tres años

O incluso el último martes?

Hubo algo perdido y encontrado.

Quién sabe si alguna pelota

En los matorrales de la infancia.

Hubo picaportes y timbres

En los que un tacto

Se sobrepuso a otro tacto.

Maletas, una junto a otra, en una consigna.

Quizá una cierta noche el mismo sueño

Desaparecido inmediatamente después de despertar.

Todo principio
No es más que una continuación,

Y el libro de los acontecimientos

Se encuentra siempre abierto a la mitad.

7/8

SOMOS MUJERES (Elvira Sastre)

Miradnos.

Somos la luz de nuestra propia sombra,

El reflejo de la carne que nos ha acompañado,

La fuerza que impulsa a las olas más minúsculas.

Somos el azar de lo oportuno,

La paz que termina con las guerras ajenas,

Dos rodillas arañadas que resisten con valentía.

Miradnos.

Decidimos cambiar la dirección del puño

Porque nosotras no nos defendemos:

Nosotras luchamos.

Miradnos.

Somos, también, dolor,

Somos miedo,

Somos un tropiezo fruto de la zancadilla de otro

Que pretende marcar un camino que no existe.

Somos, también, una espalda torcida,

Una mirada maltratada, una piel obligada,

Pero la misma mano que alzamos

Abre todas las puertas,

La misma boca con la que negamos

Hace que el mundo avance,


Y somos las únicas capaces de enseñar

A un pájaro a volar.

Miradnos.

Somos música,

Inabarcables, invencibles, incontenibles, inhabitables,

Luz en un lugar que aún no es capaz de

Abarcarnos, vencernos, contenernos, habitarnos,

Porque la belleza siempre cegó los ojos

De aquel que no sabía mirar.

Nuestro animal es una bestia indomable

Que dormía tranquila hasta que decidisteis

Abrirle los ojos con vuestros palos,

8/8

Con vuestros insultos, con este desprecio

Que, oídnos:

No aceptamos.

Miradnos.

Porque yo lo he visto en nuestros ojos,

Lo he visto cuando nos reconocemos humanas

En esta selva que no siempre nos comprende

Pero que hemos conquistado.

He visto en nosotras

La armonía de la vida y de la muerte,

La quietud del cielo y del suelo,

La unión del comienzo y del fin,

El fuego de la nieve y la madera,

La libertad del sí y el no,


El valor de quien llega y quien se va,

El don de quien puede y lo consigue.

Miradnos,

Y nunca olvidéis que el universo y la luz

Salen de nuestras piernas.

Porque un mundo sin mujeres

No es más que un mundo vacío y a oscuras.

Y nosotras

Estamos aquí

Para despertaros

Y encender la mecha.

En este enlace, hay más de esta autora…

https://poemas.yavendras.com/elvira-sastre/

También podría gustarte