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”Tholos de Atenea Pronaia”

Teodoro de Focea

Santuario de Delfos. 350 a.c.

En el Santuario de Delfos, uno de los lugares sagrados de la Antigua Grecia se


suceden varias zonas arquitectónicas donde surgen edificios de todo tipo y
construidos a lo largo de siglos, como corresponde a la enorme importancia que
como decimos llegó a tener este lugar y su famoso oráculo. Una importancia que se
remonta a etapas prehistóricas como demuestran los restos encontrados y que se
originan por las peculiares características del lugar, no sólo su belleza espectacular
en la ladera del monte Parnaso, sino por las emanaciones naturales y los
manantiales que allí proliferaban. Como tal santuario lo fue primeramente dedicado
a la diosa de la Tierra Gaya, para después consagrarse a Poseidón y finalmente a
Apolo delphinios, momento en el que llegó a convertirse en el mayor centro
religioso de toda Grecia.
Sus construcciones se reparten entre dos grandes espacios arqueológicos, el
Santuario de Atenea Pronaia, donde se erigen los templos dedicados a Atenea y el
Tholos que vamos a estudiar; y el Santuario de Apolo, lugar primordial del
santuario donde se concentran los edificios de mayor interés, o al menos sus
ruinas: el gran templo de Apolo, el Teatro, el Tesoro de los atenienses, el de los
Sifnios, el Boleuterion, etc.
Como hemos dicho, el tholos de Atenea Pronaia, se encuentra en el Santuario de
Atenea Pronaia, así llamado por dedicarse a Atenea y encontrarse “antes del
templo” (que eso significa pronaia) de Apolo, que es la edificación más importante
de Delfos. Se encuentra el Tholos entre dos templos dedicados a Atenea, el arcaico,
del S. VI a.c, de mayor tamaño, y el más reciente, ya del S. IV a.c. También lo
secundan dos pequeños tesoros, o construcciones dístilas in antis, dedicadas al
resguardo de las muchas donaciones recibidads por el santuario, y que tanto
abundan en el lugar. En concreto, el Tesoro dórico, y el jónico o de los masaliotas.
Lo cierto es que el Tholos destaca sobre el resto de construcciones, tanto por su
forma peculiar como por su monumentalidad. En realidad es una construcción
bastante atípica, aunque durante el Siglo IV a.c. se construyeron en Grecia varios
recintos sagrados de planta circular, conocidos con el nombre de Thóloi. Entre ellos
son famosos los de Epidauro, Olimpia y Delfos, siendo éste último sin duda el más
conocido. Su función no es del todo conocida, en ninguno de los tres casos y parece
claro que no se trataba de templos, aunque tenían una función religiosa que
algunos relacionan con el culto dedicado a los espíritus del inframundo, los que se
conocen como divinidades ctónicas. Una explicación más simple lo relacionaría con
una construcción de tipo funerario, lo que se relacionaría con la propia forma de
tholos, equivalente a la tipología de las tumbas de época micénica, y también a la
utilización en la cella del capitel de orden corintio, que en base a la leyenda de su
origen, se suele relacionar con cultos funerarios. Recordemos en este sentido que la
tradición atribuye el invento del capitel corintio a Calímaco, que había visto como
las hojas de acanto envolvían una cesta de ofrendas sobre la tumba de una joven,
que se elevaba con la fuerza de la planta.
Concretamente el tholos de Atenea Pronaia presenta una planta circular, que por lo
demas responde a la planta prototípica de los templos clásicos, si bien la forma
rectangular de estos se transforma aquí en una disposición circular. De este modo,
las tres salas en que se dividen dichos templos se traducen aquí en tres espacios
equivalentes: la naos o cella que se encuentra en el centro del círculo (igual que en
los templos está en el centro del rectángulo, rodeada por las otras salas), y los dos
anillos concéntricos de columnas que la rodean, uno haría las veces de pórtico
exterior y el otro de columnata interna a modo de peristilo, dejando un pasillo o
corredor alrededor de la naos. En ambos anillos, las columnas presentan órdenes
diferentes, lo que es bastante habitual en los edificios de esta época, de tal forma
que el peristilo exterior estaría formado por veinte columnas dóricas, y el anillo
interno por otras diez de orden corintio, muy finas, peraltadas sobre un banco
corrido y que en su caso estarían apoyadas al muro que serviría de cierre a la cella.
Por lo demás, el templo a pesar de su forma peculiar responde a todos los criterios
que caracterizan la edilicia clásica: no sólo en cuanto a su formulación léxica con su
crepidoma de tres escalones y el organigrama en alzado del orden dórico, sino
también por los mismos recursos de perfección técnicas ya conocidos, precisión y
pulimentado del material empleado y también reajustes ópticos, por más que se
trate de un edificio de piezas circulares, que en cualquier caso, debería de
mantener la misma perfecta horizontalidad en sus piezas adinteladas que los
templos rectangulares.
El material empleado es mármol polícromo y la decoración, tanto interior como
exterior resultó muy elaborada, con escenas de la Amazonomaquia y
Centauromaquia en las metopas, algunas de las cuales se han podido conservar en
el Museo de Delfos.
El tholos, construido en el S. IV a.c. fue obra de Teodoro de Focea, que escribió un
libro al respecto, según nos cuenta Vitrubio. En cualquier caso su obra se pone en
relación frecuentemente con el templo de Apolo en Basas, Figalia, obra de Ictino
según Pausanias, que al igual que el Tholos de Delfos cuenta con una columnata
dórica tradicional al exterior, y una tipologia curiosa e innovadora en la cella con
capiteles corintios muy primitivos, los primeros de los que se tiene noticia, muy
similares a los del interior del tholos de Atenea.

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