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Capitalismo salvaje

Su fracaso y enseñanzas

Por POLICRATO PHILODEMUS

La avaricia cava su propia tumba


al confundir finanzas con agio y
al egoísmo como negocio

Ante las noticias de una inminente recesión económico-financiera en los


Estados Unidos de Norteamérica (U.S.A. por sus siglas en inglés), país al que
México ha empatado equivocada y dependientemente su principal quehacer
económico, cabe hacer algunas reflexiones sobre la naturaleza y debilidades
del sistema capitalista que siguen en dicho país, para sacar enseñanzas que
nos alejen de sus errores, así como de la dependencia perversa en que hemos
dejado a nuestra economía ante los altibajos que sufre la de ellos.
La mayoría de los analistas sobre el fenómeno económico califican al
sistema norteamericano como “Capitalismo salvaje”, en donde existen unas
supuestas “fuerzas sutiles del mercado” que deben gobernar el proceso
económico sin intervención de las autoridades, lo que significa que éstas
deben permanecer como espectadoras y al margen de dicho proceso, aún y
cuando éste lesione la estabilidad económica y el bolsillo de su pueblo y
contribuyentes, ya que estas autoridades, radicalmente fieles a la teoría
neoliberal, prefieren sacrificar a las mayorías de la sociedad que gobiernan, y
renunciar a la función primaria que legitima la existencia misma y
supervivencia de cualquier gobierno, (la búsqueda y mantenimiento del
bienestar general de las mayorías), antes que “traicionar” sus convicciones
ideológicas neoliberales dogmáticamente radicalizadas, aún al precio de
deformar grotescamente el objetivo y fin de toda verdadera democracia, y
crear por omisión una plutocracia que solo se beneficia a sí misma y a las
minorías más poderosas y rapaces, creando un “Darwinismo” social en donde
el hombre deja de ser el objetivo y fin de todo el proceso económico, para
convertirse en un consumible más al servicio del mercado financiero, carente
de todo sentido humanitario y de lealtad patriótica.
A lo anterior se suma la visión “keynesiana” y monetarista de la
economía que ha tenido su mayor expresión en los Estados Unidos de
Norteamérica, visión que en su forma más radical confunde economía con
finanzas, llegándose al extremo de que sus apóstoles y exégetas toman como
cierto y como paradigma de la teoría financiera, el mito de que si se juntan
dos bolsas de dinero, el resultado de tal operación redituará virtualmente de
más dinero que la suma de las cantidades que éstas bolsas contienen,
apreciación absurda que está en oposición con la lógica racionalista y con los
principios de la ciencia económica, además de que facilita el surgimiento de

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una clase parásita de agiotistas y de vendedores de ilusiones, quienes
alimentan entre el pueblo las esperanzas de un enriquecimiento inmediato
sin el esfuerzo de un trabajo productivo, mito mercadotécnico que utilizan
como base para una propaganda comercial engañosa.
Dentro de este panorama de la crisis norteamericana, consecuencia de la
anterior visión y práctica del quehacer económico, estamos observando la
repetición agigantada del no muy lejano FOBAPROA mexicano, de mediados
del los años noventa del siglo pasado, en el que se privatizaron las ganancias
de un proceso financiero deformado y usurero, mientras que se socializaron
las pérdidas provocadas por su propia rapacidad y por el desequilibrio
económico que provocaron los financieros agiotistas.
Esta crisis ha echado por tierra el mito creado por Fukuyama, antiguo
empleado del departamento de estado norteamericano, quien ante el
derrumbe del mal llamado comunismo del estado soviético en 1989,
pronosticó el triunfo absoluto del neoliberalismo, como única opción viable de
un sistema económico estable para el mundo, parteaguas que él suponía
como el inicio de una muy larga etapa para las finanzas modernas, a la que
bautizó como “El fin de la historia”.
Una de las principales lecciones que podemos aprovechar de la crisis
financiera norteamericana, que nos está arrastrando en su caída, es la de
atender a la imperiosa necesidad de darle una mayor independencia a
nuestra economía, principalmente fortaleciendo nuestro mercado interno
para darle mayor solidez e independencia, y así evitar que las oscilaciones y
crisis internacionales la arrastren como está sucediendo actualmente,
además de diversificar nuestras exportaciones para que no dependan casi
exclusivamente de un solo mercado, ya que hoy se encuentran orientadas
hacia los Estados Unidos en más de un 80%, por lo que en esa misma
medida nos está llevando en su caída económica-financiera, circunstancia
que se suma al grave hecho de haber aceptado al dólar norteamericano como
única divisa internacional, y como patrón monetario para fincar nuestras
reservas financieras, dejando en el olvido las opciones que hubiesen podido
dar otras divisas extranjeras fuertes y los metales preciosos, como
fundamentos de la economía y la solidez del peso mexicano, dado que
también podrían fungir como patrón y respaldo de nuestro sistema
monetario.
De acuerdo a los especialistas en la materia que han hecho el análisis del
“crack” financiero norteamericano, éste se debió principalmente a dos causas
entre las que se encuentra el despilfarro por la guerra que sostienen en Irak,
en donde creyeron que se apoderarían fácilmente de sus reservas petroleras,
sin darse cuenta de que le estaban daban de palos a un avispero, ya que aún
destruyendo el panal dejaban libres a las avispas, mismas que no iban a
poder controlar en un largo tiempo y a un altísimo costo económico, debido a
su tamaño y ferocidad, como está sucediendo desde hace varios años.
La segunda causa (no menos importante ni pequeña), fue la muy infantil
y “Keinessiana” suposición de que existían unas “sutiles fuerzas del
mercado”, capaces de controlar la codicia y su engañosa mercadotecnia, que
juega a la lotería financiera en las casas de bolsa vendiendo ilusiones, como
lo fue el juego hipotecario con sobreoferta inmobiliaria y de bienes raíces
hacia una demanda insolvente, situación que con el tiempo derivó en el

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intermediarismo y el agio de la compraventa sucesiva de papeles virtuales de
deuda, que solo aumentaron el precio de algo que carecía de valor real por ser
de imposible recuperación en forma de pago efectivo, lo que acabó por
reventar la burbuja de saliva en la que se había convertido la economía
norteamericana.
El colapso reciente de la economía norteamericana y su efecto mundial,
nos obliga por razón de salud económica y sobrevivencia, a reflexionar sobre
el sustento mismo de la teoría y praxis neoliberal, que hemos seguido al igual
que en los Estados Unidos, de donde surgen algunas preguntas inquietantes
sobre el origen y sustento lógico del neoliberalismo y de su engendro, el
capitalismo salvaje, lo que de seguro nos llevará a respuestas que deberán ser
consideradas, al hacer una revisión a fondo de las teorías económicas que
estamos siguiendo, las que de seguro serán derribadas como mitos o dogmas
cuasi-religiosos, ante las evidencias de la catástrofe financiera mundial,
siendo éstas preguntas las siguientes:
1.- ¿Es el dinero un valor económico en sí, o es una herramienta a la que
se le ha dado un valor simbólico (virtual) para facilitar el intercambio de
bienes?
En el caso del dinero, en todas sus formas y representaciones (monedas
metálicas, papel moneda, tarjetas, bonos, letras, etc.), tal parece que a través
del tiempo y de su uso cotidiano, éste se ha ido aceptando como si tuviera un
valor intrínseco y ajeno a la filosofía de su creación, cuando los antiguos
fenicios lo inventaron para sustituir el trueque de productos y facilitar el
intercambio de los mismos.
Esta aceptación de un valor virtual del dinero como valor en sí y no
como herramienta de cambio, provocó que se le fuera asignando una
categoría de valor real, lo que fue derivando y transformándose hasta
evolucionar en lo que actualmente llamamos finanzas, esto es, el intercambio
del dinero como mercancía que adquiere un valor agregado, lo que dio como
consecuencia el que se creyera que el dinero producía más dinero, aún sin la
intervención del esfuerzo humano, provocando a su vez que se inventara una
rama monetarista de la economía a la que se le llamó finanzas, con todas sus
derivaciones y cuyo abuso de las mismas se le conoce desde hace siglos como
agio, lo que se ha constituido como la actividad y razón de ser de los sistemas
bancarios existentes en la actualidad, sobre todo en los países en donde no
existen controles para ello, y que han dejado que esas “fuerzas sutiles del
mercado” supuestamente los regulen.
2.- ¿Puede el dinero (o el capital), reproducirse a si mismo sin la
intervención del hombre?
La respuesta lógica, aún en contra de la creencia monetarista que
manejan los financieros, es no, ya que de ser aceptada acabaríamos
aceptando también que el dinero atesorado durante cierto tiempo, debería
aumentar sin la intervención humana.
Lo anterior no significa la exclusión del capital financiero aplicado a la
adquisición y manejo de la producción, ya sea de bienes y/o de servicios, en
donde éste sirve de soporte para la generación de insumos útiles para el
hombre y la sociedad en un proceso creativo, fruto del trabajo humano que si
le añade un valor agregado al capital invertido.

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3.- ¿Puede un símbolo representativo de un valor virtual, como lo es el
dinero, sustituir en la realidad o en la práctica al valor concreto que está
representando?
No, en la misma medida de que el plano de una construcción, sus
escrituras notariadas, o el dinero que se pagó por ella nunca podrá sustituir a
la construcción misma, ya que esta última es un bien real y tangible,
producto de la industria y trabajo del hombre.

4.- ¿Existen realmente las fuerzas sutiles del mercado como lo afirma el
neoliberalismo?
Dado que en la práctica financiera las fuerzas que rigen el mercado
parecen ser la necesidad y la avaricia, como afán del mayor lucro posible,
éstas con su crudeza y nombre sin maquillaje, deberían ser las fuerzas
gobernantes y no dicha entelequia, razón de más para que se deban crear
leyes y normas que protejan a la sociedad e individuos, para que no sean
víctimas del pillaje innato que conlleva la práctica neoliberal del capitalismo
salvaje.
5.- ¿Puede servir como base de una economía nacional y/o mundial
(entendida como la riqueza determinada por el conjunto de bienes, de
recursos naturales, de servicios, y/o de capacidad productiva industrial e
intelectual), el valor virtual que se le ha otorgado al dinero y la manipulación
abusiva del mismo, que hemos dado en llamar finanzas?
No, porque entonces se dejaría a la sociedad y al individuo en la total
indefensión sobre la propiedad de sus bienes, de su seguridad económica, y
del derecho a la libertad de poder elegir un trabajo o profesión, lícitas y
socialmente aceptables, al quedar a merced de las actividades del agio
depredador.
6.- ¿Debe un gobierno dejar que unas supuestas fuerzas del mercado
gobiernen la economía, o debe establecer las reglas que limiten el intercambio
de bienes y servicios, para evitar la usura, las trampas financieras y los
monopolios, vigilando además que estas reglas se cumplan?
Sí, porque cualquier gobierno democrático preocupado por el bienestar
general de su pueblo, y por el progreso de sus gobernados debe establecer y
hacer que se cumplan leyes que regulen la actividad financiera, y no
convertirse en espectador de su quehacer, supuestamente regulado por las
sutiles “fuerzas del mercado”, que siempre son ajenas a el bien común y
están ansiosas por el mayor lucro posible, de modo que las leyes impidan la
excesiva opulencia de unos pocos y la miseria degradante de las mayorías, ya
que al carecer de freno alguno se dejaría en plena libertad la ambición de una
plutocracia, que con el tiempo se convertiría en un poder fáctico superior que
dominaría las decisiones del gobierno, en demérito del bien común y de la
equidad social.

México D.F. Octubre 7 de 2008.

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